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ÍHEMEROr ECA P. MUNICIPAl Número 79 _J santa r-m de íunnrifo « •'"^'"" Septiembre de 1947 « FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS DE LA UNIVERSIDAD DE LA LAGUNA REVISTA DE HISTORIA Director: el Decano, DR. ELfAS SERRA RÁFOLS Tomo XI11 La Laguna de Tenerl'e (Islaw Cañaríais) Año XX NUKVAS INVKSTIGACION'l'IS El cronista D. Juan Núñez de la Peña (*) por BUENAVKNTURA BONNET Y REVERÓN Interesante tis de todo punto la figura d.il cronista D. Juan Núñez de la Peña, fundador de 'una esieuela en la cual ^1 dato concreto y sin anáili-íiis crítico as lo característico. Nació en la ciudad de Lia Laguna el 31 da mayo die 1641 ,y era hijo de D. Juan Núñez de la P.-ña, natural de Tenerife, y de D* María de SoM«, que lo era de la ciudiad de Córdoba. Fué sui padrino el Ldo. Diego Martín de Barrios, y recibió las agua® bautiemales da manos del Beneficiado de la iglesáa de los Remedio;, Ldto. DÍ£:go Felipe de Barrios, laicaao pariente áéL padrino. Muy ipoco »e sabe de la niñez y juventud del celebrado genealogista e hiatoriadioir, y lo poco que se sabe se debe a lo que él miismo inos cuenta. Aaí, narra el siguiente episodio de su liñez, que pudo malograr al cronista, pues al hablar dte los milaigroe reaidizadloe por la Virgen de las Mercedes, en el pago perteneciente a la citidad de La Laguna, escribe: ...Tino obró cojiimiígo, siendo de edad de ooho año»; haibiéndomia llevado mi ipadrc a la fiesta die esta «anta imagen, qnie se hacía en (*) Este traibajo forma parte de la conferencia que el autor ponun-ció en el Ateneo de La Lagura en la tarde del 4 de mayo de 1944, c«n el título Historiografía de Cnnarias. 298 los valles de Vega (1), él domiingo después de la Asunción del año die mil seiscientos y cuarer.ta y inutvo, a la hora en que ise esitaiba diciendo la misa mayor, como niño me fui por la vereda de un arroyo abajo a ajlcanzar unía caña que ge me había en él caído, y se lleval-ba la corriente; paró en una honda poceta que ihace al modio del arroyo, fui a cogerla, faltóme un pie y oaí dentro, sin esperanza d'e poder salir si r.o ahogado. A este tiempo un mozo de casa, de poca edad, qu: iba con otro una sierra arriba, repararon al golpe que di en el agua, y viendo solo el sombrero sabré ella, conocieron cira el mío e invocando a la Virgen de las Mercedea aípriesa bajaron la sierra, llegaron al arroyo y aguardaran a que volviese arriba para poderme sacar; fué nuestro señor sírvido por intercesión de su ®ar,tísima Madre que descuibries© una manga de la ropilla sobre efl agua, asieron de ella y me siacaron contento y riéndome como si no hubiera suoedlídome tal cosa. Fué muy notorio estíi milagro, de que es verdadero testimonio iin cuadro en que i'std pintado en la Iglesia..." (págs. 323-324). Nosotros reoordiaanos haiber visto eee cuadro colocado a la derecha entrando sobre la pil,a de agua bendita. Reipreaentaba a un niño vestido de esncarnado y 'SiumcTigido en el agua hasta la mitad del cuerpo y su isom-brero flotando en la corriente; doe muchachos corrían en ademán de socorrerle; a la izquierda y en la parte «uiperior de la composición la Virgen aparocía rodeada de nubes. El fondo de la composición lo formaban TOontaña» y ca.«itas; en' la parte inferior del lienzo se narra el milagro, acaso redactado por el mismo Núñez de Ja Peña. Al visitar de nuevo la eírmita, unos 9£is años después, vimos que ya no estaba en el lugar acostumibrado el cuadro de referenciía; preguntamos y nadie supo damos razón de aquel histórico lieinzo (2). (1) No ea dioinde actualmente se venera. A este propósito dice el mismo Peña: "... esta calnta y devota imagetn estuvo antiguamente muchos años en otra ®u Ihermita en los vailles de Vega, aligo más de media legua •de esta Ciudad; sobre esitos valkis ise trabó pleito con el poseedor, y por sertencia fué d^esposeído de tos tierrajs. Trájose la isainta imagen a la Ciudad y púlsala en' el hospital dte San Sebastián, esto habrá doce añas, pcwo más o menos. Murió la señora que cuidalba dle esta santa imagein, íoice-dióle ©1 licenciadlo don Bernardino 'de Silva y Vega, presbítíTO, su sobni- 'no, el cual pidió licemicia al señor Obispo, y ihizo una hermita abajo de l'ae huertas deJ Obispo, y llevaron la imagen a colocarla en ella en procesión... Fué en el año 1661". (Lilb. III, cap. I). (2) Véase un artículo del autor puiblicado en el diario "La Tarde" del 23 de octubre de 1930, titulado Una ej;cursión n Ln.s Afercedes. Vn cuadro de valor hiistórieo que desaparece. 299 Di«z años después de este suceso (dicierabre de 1659) nuestro cronista se ordenaba de menores; mias parece que no continuó sus estudios. Ein aquel tiempo se llaimaiba Llceinciado lal que obtenía esas ordene®, y así ise tituJa en efecto Núñez de la Peñía. Viera y Clavijo nos dice: "Vivió puro manteista y sinuple celibato hasta su muerte" (3). Indudalblemente cursó sus eatudioe ere el «onvento de Sao Agnstín, donde era fama quie sus maestros explicaban con gran erudición las doc-tririas cisoolásiticais tan en iboiga en aquellos tiempos. Un pasaje de la historia publicada por Núñez de la Peña pareca confirmarlo. "El convento diel ^ a n doctor de la Iglesia, mi padre San Agust{n\ dice el cromsrta, expresión que ;no usa con ningún otro. Adviértase,, además, que en dicho convento fué enterrado f lega sus traibajos genealógicos. Núñez de la Peña y las fuentes que utilizó en su historia A los veinte y ocho años nuestro croni'sta escribe su primera historia de Canaria»; ;pero hemos die «onvenir quei comenzaría el acopio de materiales cuaitro o cinco años antes. La copiosa biblioteca del convento de San Agustín fué 15 base de su investigación. Núñez de la Peña consultó &n ella a Jerónimo Zurita, Francisco Lópí'z de Gomara, Salazaír dte Mendoza, Hernán Pérez de Guzmán, Antonio Nobrija, Juan de Barro», Juan de Mariar.ia, Marineo Sículo, el maestro Gil González Dávila, Jacabo Marinoldo, Mórula, Borr«ro, Mi-reo, etc., hasta las Constituciones Sinodales dell Obispo Cámara y Murga. Casii todas esas obras existen todavía en la Biblioteca del Instituto de La Laguna, formada con la del antiguo convento aigustino, y dei todas tomó y extractó datos. Que esto fué así lo demuestran sus imismías pailaibras: "MucJios auto-pes— dice—^hain hedho de ellas [las Canarias] memoria; pero cada uno con alguna diferencia de otro®, que, paiia ajus.taírlos a un parecer, a cualquiera dará mucho trabajo el discurso de cada autor". Y, en' otro pasaje (3) No tenemos mingún otro dato dte la vida de muestro cronista, sino el que nos da él máamo ai describir la fertilidlad de Tenerife, ein qiie dice: "... entre muchos melonea que he visto vidr uno ¡j que fui convidado para comer de él con diea o doce amigos, y por curiosidad lo hicimos pesar, y pasó veinte y cinco libras y talnta» anaasi, cosa aditiirable... (Página 24, ed. de 1848 a la que edempre 'nos ref eriiremos). De lo traaiScrito se desprende que Núñez de la Peña tenía numerosas amistades y hacía vida de sociedad. 300 del mismo capítulo, leemois: "Lo que aquí escrilbo [Conquista^ m.- parece ser la más que puede el curioso lector cotejarla con la que dan los refe-ridois autores..." Las palabras transcritais expresan ©1 estudio analítico de esas fuentes (4). Otra novedad interesanta hallamos en la obra de Núñez de la Peña y es ti oonicienaiido trabajo de invesitiígación personial «n archivos y tra.ns-cripción die documentos—cosa que ninguno había hecho antes^—y quc da a su libro un interés de primea- ordein por tos fuentes inédita» que exhuma. "Repasó todos los pápelas del Ayuntamiento—^escribe D. Lope de la Guerra—, el crecido número dé los libros de aciierdos, los de diatas, los libros de céduil.as reales, los protocolos de escrituras, lo» legajos siueltos', los procesos, etc., que todos se hallan oon motáis de su puño a los mánge-nes..." Tal fué la ingents labor de Núñoz de la Peña. Tampoco olvidó nuestro cronista a los escritores reigionales. Veamos el juicio que le meracen el P. Eapinosa, el poeta Viana, el P. Quirós y el celebrado Cairasoo. El P. ESsptnosa.—Desde las primeras páginas de su Conquista, Núñez de la Peña nombra a este padre dominico. En el cap. II, ¡pág. 19, escribe: ün autor moderno, llamado d P. Espinosa, que afirma que africanos poblaron en todas asitas isiete isilas de Canaria, ss vale de lo que un autor dice en el prólogo de el Timeo de Platón... La autoridad de aquel fraile es m.uy respetada por nuestro cronista. Al descriibir 't'n el cap. III la fertilidad de las ieJas, cita el hecho do que con la madera de um solo pino se cubrió la ermita de San Benito em lais afueras de La Laiguna, y dice: ... aunque así lo refiere el padre fray Alonso de Espinosa, a quien sr debe dar mucho crédito, lo he pregu^ntado a homlbreis viejoe, de noventa y cien años, y me han afirmado oyeron decir a sus padres y pasados por muy cierto que aun sobró madera de esta» obraisi..." (página 24). (4) Núñez de la Peña enumera en el cap. VII de 'SU i>rime.r libro los aiutores que consultó para escribir »u Conquista. El capítulo de referen^ cia comienza de «sta manera: "Ya que he dado la noticia que he podido 'alcanzar de la descripción y antigüedad destas isla<( de Canaria y dlel origfen dte SUB naturales, etc. Aeí, por autores que pocos han hecho de lo referido mención, como por papeles antiguos manuscritos que he visto, la daré ahora del descubrimiento y conquista dellas, que tantos años estuvieron ignoradas..." 801 Hay casos en que Núñez de la Pefiía disiente del fraile dominico, especialmente al narrar algún hecho que obscureciera la fama de los conquistadores. Aai vemos que Bapinosa dijo de D. Bartolomé Benítez de Ijwgú que "quedó tan escaldado de la primiera entrada en que .se halló [Ac;in-tejo] que no quiso volver a la isla hasta después de conquistada..." El cronista rebate tal afirmación, y escribe: ... y aunque algunos eólo ayudaron emprestando al general, no lo hizo así Bartolomé Benítez, porque si. al padre Espinosa le parrció que se había quedado en Canaria, esta vez padcve equivocación, que no lo dijera si hubiera visto las datas de los repartimicintos de esta isla, en donde dice: Doy a vos Bartolomé Bcnltcz, por cuanto fuisteis conquistador, etc. Y así creo no t-uvo este padre razón «n decir esto, porque, según mi parecer, lo contrario es cierto, pues se verifica con lo referido; en la cual equivocación (5), como en otras de entidad que he notado, podrá el curioso reconocer que no hay obra que salga a plaza que no haya dif¿'rent6s dictámenes, y así no dejará de necesitar de adicioneisi... con que es cierto que no pueden los his-toriadopes t^ner todas lias noticias 9Ín padieoer aJgú'n error. Esta cuestión la tcrmiina diciendo: ...pues cin nuestra conquiista unos 82 aiplicarían a unas familias más que a otras, o porque se le ofrecieron más fácilmente sus no^ tioias, o las cuidaron más. Pues bien que algunos tuvieron datas y reipartimientos siin haber estado en la conquista, o ya porque ayudaron con dineros, como algunos armadores, o ya porque no pudie- (5) Núñez de la Peña pretende defender lo que 'no t'.ene defensa. Así, nuestro cronista «ólo copia y da a colnocEi- el comienzo de la data, y omito deliiberadamente el reeto, en que leemos: "... ansi por lo mucho que gastasteis en la armada que ficisteiis como en los gastos y expenseaj que hicistei;; y gastasteis de vuestra haciend'a e por los mucho» servicios que haveiía fecho e facéis cada un d5a a su® Altessai- que eo;s digno de remurie-racion y g.-ilardon..." Sabido es qul: Bartolomé Berítez. señor de la villa áe Monbillos. la ve'dió en 14.000 ducados PI d'uque de Medina Sidonia para' equipar la armada que trajo el general Lugo a la oonquiista de Tenerife, scgúm coneita de su testamento otorgado en 11 de julio de 1526, ante Sebastián Ruiz de Estrada. Además, consúltese Nobiliario y fílasón de Canarias. Historia (fic la Casa, de Lugo, de D. FRANCISCO FRnxÁNnEZ PE BETTIENOOIUT, (Tom. I, págs. 59-60). De todo esto se desprende que. en efecto. Bartolomé Be-ítez prestó diineros al general Lugo: qu ^ diicho per-sion'aje adquiere tierras, no por su esfuerzo personal r.n la conquista, sino por ios gastos que hizo en la armada parn romcter a Tc^nerife; y q^ie e] P. Espinosa editaba seguro en 'u afirmación. 302 ron continuarla por enfeTmedad u otro acoidiinte forzoso o muerte, por cuya causa no se dejó de repartir en ellois, o en quien su derecho tuvo; y demás, como »i sabe también hubo rcipartimientois a personas que después vinieron a poblar, conque por cgtas cnusas se pudo equivocar el padre Espinosa sin vudiciá, llevando algún dictamen, d cual ahora, no ae comoce (pág. 132). Tajmbién discrepa Núñez de la Peña en otra cuestión, qu« es la referente a la sucesión en el mayorazgo de Valle Guerra. Dice el P. Bspinoisa: Lope Peraández de la Guerra, hombro de mucho peso y ser, y no menos valiente que liberaü, socorrió al Gobernador en tiempo de mayor nucesidad con su hacitnda y persona para la conquista, y así le dio en neipartimiento el Valle que hoy d'izen de Guerra, que por haberlo vinculado al tiempo que murió, lo poseen hoy los deseen-dientes de un entenado suyo, hijo de su mujer y de otro marido, porque un sobrino suyo, a quien él quiería dtejar el mayorazgo, se puso a jugar cañas estando el tío en lo último. Éete lo desheredó a pjtición de su mujer... (6). Tal hacho, sin duda verdadero, tuvo como consecuencia la tañuda per-siecuición y destrucción de la obra del fraile domiinico. Núñiz de la Peña traslada al final de su Conquista los milagros de la Virgen de Cj;ndela-ria (publicados por aquél, dando la razón que le asirte ipara ello. Die; así: ... también me ha motivado el poner aquí estos milagros por ver (¡ue un libro que de ellos hizo ei padre fray Alonso de Espinosa, de la Ord;'n del patriarca y glorioso padre santo Domingo (en que trató por miayor de las antigüodadies y conquista de estas i.las), se ha co'nsumido con el tiempo, ipueis uno solo se halla boy en esta ciudad de La Laguna, y muchos hubiera «i vi dicho no hubiera habla- 'l'i lo que no debió escribir dei una nobli" familia, que ©ntiendo ha síido la que ha dado fin a eHop (7), y c® lastimosa cosa que haya (6) Ob. Ciit., lib. i n , cap. X, pág. 74, >ed. 1848. (7) Yide: Los primitivos historiadores de Canarias. La obra del P. fray Alonso de Espinosa, en Revista de Historia (aibril-ju lio 1932, págs. 34-36); Cómo fué destruido uv valioso libro dr historia dr Canarias (en "La Prensa", Santa Cruz de- Tenerife, 6 mayo 1933).—El Sr. Ma-ffiotte La-Roohe comenta la destrucción del libro del P. Bspi'-^osa, diciem-do: "No es ésta la única venganza en las Islas tomada contra los libros. Recuérdase las hojas brutalmente arrancadas al Canto XV de la traducción de la Jerusalem libertada del Tasso, escrita por el inisáigne Cairasioo de Fiígueroa, donde ee hablaba de los primitivos señores de lias Canarias, cv. quo alguno de sus deisce*-dientes no quiso ver sacado su nombre a la luz pública por el inspirado poeta". 303 venganza (si e® que lo fué) en dar a entendiea- a todo un mundo lo que no pajsa en descrédito de una perfección. Y ino m© espanto que fj • hayan acabado estos liibros, antes me admiro haya quedado alg-u-no; también creo no lo haría con intención, sino mal informado... (pág. 498). Del contexto de Núñez de la Peña, de su indiudiaihle competencia genealógica y de su afán por .servir a la noblezia ©s.pErabamos que la irefu-tación al P. Espinosa estuviera fundamentada, ,peío se limita a lamentar el hecho y no demuestra siu falsedad, prueba decisiva de que la 'narra-ción diel fraile era cierta. . La consideración qu? nuestro cronista siente por el P. Espinosa es evidente, y en toda la primera parte de la Conquista le sigue en sus ase-veracianes. Bl poeta Viaina.—Es otra fuente quo aprovecha Núñez de la Peña. Es muy intereí-anite dar a conocer el concepto que nuesttro «iutor tenía de la poesía lírica, .pues desecha el pasaje cu que Viana describe el encuentro del capitán Castillo con la princesa Dácil, y los amores de los príncix>ee e infantas guarachee. Oigamos al cronista: No trato aquí de los amores, que dice el licenciado Viana tuvo el caipitán Caisitillo con la hermosa infanta Dácil, hija de.! rey de Tao-ro, a quien dice halló en el recireo dei una cristaldna fuente en La Laguna, que de Taoro se había venido a holgar con guardas de sus vasallos; m de las fimezas del príncipe Ruiman, hijo detl rey de Güí-mar, y de la infanta bella Guiaaimara, ini de las amorosas quejas del príncipe Gueton y de la infanta Rosalva, ni de los desvelos del principo y caipitán Tinguaro y de la infanta Cuajaría, ni de las promesais que el Benharo de Naga hacía a este prímcipe Tinguaro, ind de los agüeros que hacían los guiañemes, qw s-in agraviar a este autor, •más parece comedia que historia verdadera, a»í lo dejo a un lado y prosigo mi conquista, siLn que el lector se emibairaze en leer eistas historiáis cómicas, a mi parecer (ipág. 110). Al contar la anécdiota de uno de los conquiísitadores, Juan Benítez, que perseguido por una cuadrilla de enemigos «e finge muerto y luego se une a los prisioneros españoles que el Mencey Bencomo enviaba al generall Lugo, escribe: ... el padre B?pinosa dice que fué étte el que se libró con esta industria, el dicho Juan Benítez; y el licenciado Viana dice que fué 304 Gonzalo del Castálk) (8); cada uno «p, conforme con el autor que le pareciere (pág. 126). Sim ©mibargo, son varios los pasajes de la Conquista que s61o tienen como fuente el poema de Viaina; (tai es el ooriigreso o tagóror icekbradlo en Taoro para tratar del grave aprieto en que ise encontriaiba la isla por la invaisióm de los españoles y de la necesidad de reuinir todas su» fuerzas para defenderla, donde pretendió Bencomo «e le nombraría jefe supremo y que el poeta describe con, gran lujo de detalle:., diiciendo que fracasó por la 'aimibición de aquel jgfe. Nadia de esto consta eri los autores anteriores a Viana, y, como éste escribe unas de ua siglo dejpués de la con-qojliisita, no d'udamoe en sajjponierilo una invención del ,poeta, que no oba-tante aceptan Núñez de la Peña y Viera y Clavijo, con él discurso pronunciado ,por Bencomo. . AisiimiiSTOO Viana recoge en 'SU poema mudhais tradiciones esipañolas que injerta en la conquista de Tenerife, y que eiguen todos los historiadores posteriores. Ací 'ej ipoeta nos dice que el general Lugo, acosado por los guamcihes que le distingniían, de los demás por un vestido rojo que llevaba, tuvo la advertencia de cambiarte con el die Pedro Mayor, y este buen soldado muere en lugar de 'Su jefe a manos de diez isleñofi, no sin antes haeer morder el polvo a cuatro dé ellos. Bsita tradición tiene; isu antecedente t!n la historia de Bsipaña, en que el conde de Ribadeo salva la vida del rey D. Juan II disfrazado con las vestiduras diel monarca, y e« inmolado por los nobles. La derrota de Acentejo tiene concomitancias con cS prodigio sucedido en la batalla de Covador;.ga, que termina, como aquélla, en una tempestad; y la aparición en los aires durante la batalla de Clavijo del apóstol Santiago tiene su paridad' t a m b i ^ en la misma de Aoentejo. Ambas tradiciones, soldadas en una, las enoonitramos en Viana y rejjetidas por Núñez de la Peña y Viera y Clavijo. Oigamos lo que dice el crolnista lagunero: Viendo d general [Lugo] la gran matanza que los guanches en los suyos hacían, y que parecía imposible quedar ninguno con vida. (8) A eeta dualidad de personaje hemos de aigregar la afirmación del P. Quilos, quien atribuye el suceso a un tercer sujeto, a Luis dle Lerma, desipués religioso franciscano muy ejemplar que murió en el convento de Garaohico (Lib. I, cap. XIX). 305 se hincó de rodillas y levantó loi ojos ai cielo y con las mainos puestas pidáó a I>io3 nuestro señor miiis©ricordia, qua aiplacaae su ira, que los librase de aquella bárbara gente; al mitímo tiempo que hizo esta devota súplica se obscurecicTon los cieilos con grandes nuiblados, saliendo de elloá relámpagos, con tan terribles truenos que hacían temblar la tierra. Y dice V¡iana y otros autores que fué aparecido en el aire un hombre armado, rodeado de un resplandor como una llama de fuego, y que era ed arcánigel San Miguel, devoto del g'tine-ral. Con esta visión y terremotos los guainches, amedrentados, se fueron de allí dejando a los eiapañoJefj entre tanta mortandad... (pá-gimas 124-125). El ipo:ma de Viana, icomo fuente histórica, no «s recomendable; su objeto capital fué reivindicar a la familia de los Guerra su descendencia directa, negiada por el P. Espinosa según vimos. Posiblemente la obra fué ooateadia por i capitán D. Juan Guerra Ayala, «eñor del miayorazgo del Valle de Guerra, pero el poeta tuvo poca fortuna en la refutación del punto sostenádo por el fraiLeí dominico (9). El P. Quirós y el insigne Cairasco Ambos fueron puestos a contribuci'ón por Núñez de la Peña. Veamoi-primeramentei lo que ae refiere a Quirós. En el cap. XI de su obra dice este padre: Las primeras islas que se ganaron d:spués de Lanzarote y Fuer-teventura fueron la.: del Hierro y Gomera. Las cuales, después que vinieron a poder del muy noMe caballero Diego de Herrera, procuró quietarlas, y rendirlas del todo a su obediencia, y que en ella» se predicas; el santo evangelio... Esto mismo nos lo dice Cairasco en su Flos Sanrtorum (fol. 285 y siguientes) . Núñez de la Peña opone a la afirmación del P. Quirós el siguiente razonamiento: (9) Veamos lo que escribe Vians: "Y si en el Ijbro de la Camdela-ria, I Afirma fray Alonso de Espi'-osa, \ Sobre esta siacesión algo en contrario 1 En ello Be L'ngañó, como se engaña ] Por doiscuido o cuidado en otra cosa..." (Canto XVI). Estas últimas palabraa las repite Núñez de la Peña; pero lo cierto es quie no pudieron ni el poeta ni el cronista demostrarle ese error. 306 Algunos autores modernos dicen que proaij^iendo Diego García de 'Herrera la conquista, dmpués d<' la rcstaurlición de Fucrlevcn-tura, conquistó la® éo» islas de La Goanera y Hierro (10); lo más clLrto ej qu/i las ganó su suegro Hernán Peraza, como tengo dioho que pasó a ellas a tomar su poisisión y a poner aligrumas cosas en orden, de que había necesiidad, no eg dudable, y así este viaje lo hacen y reputan estos autores a conquista, habiendo ya pasiado... (pág. 65, cap. IX). Las palabras de Núñez de la Peña "después de la restaaración de Fuertevcntura" corrospondem a lo que dice al comenzar el cap. IX, donde leemos: y viendo [Herrera] que la isla de Fuerteventura e:taba casi per-ddda, antes que sus naturakis se reibelasiem con ella, aunque católicos, la restauró poniendo en ella guarnición de españolea y gobierno, día del glorioso doctor aan Buenaventura, a trece días da julio del año de mil cuatrocientos cincuenta, y en agradecimiento a nuestro señor de esta restauración... Acaso lo expuesto por Núñez de la Peña está tomado del P. Quirós, quien escribe aceirca de la llegada de Herrera, y de su mujeir a las Canarias: ... fué su Magestad servido de darles muy buen viaje, y entrada en la isila de Fuerteventura muy ipacífica, no estando aun entonces muy quieta y sosegada, día del S. D. de la Iglesia San Buenavem.- tura... (Caip. III). Ignorajmos la suibltvación de que hablan estos autores en Fuerteventura; pero lo que sabemos e® que iHierrera llega a las islas detipués del convenio estaiMecido entre Eisipaña y Portuigal, por el cual esta nación temía que abandonar a Lanzarote y La Gomera, sin referirse para inada a Fuerteventura. En otra ocasión, Núñez de la Peña utiliza el liTiro del P. Quiróe al tratar del Cristo de La Laguna. Dice así: La tradición de esta milagrosa imagen refiere el muy reverendo pudre Quirós, provincial que; í<üé de esta Orden, en un libro que hizo (10) Paira tete punto de nuestra historia debe consultariee el folleto Los portugueises en Canarias, estudio exhaut'tivo del erudito SERRA RA-FOLS. L n.uiwii,n.i,H r, r:uniiLir/ll I Sania Cruz de Tonerif» I 307 de los miilagPOL: de «ste santo crucifijo, habrá ochenta años (11), de tres maneras, aegún informaciÓTi que en aquel tiempo se hizo, y por • el reverendo padre fray Bartolomé Casanova, provincial de la dicha Ordein, dicen ®e hizo una año de mil quinientos y nov;'n/ta, ,pero cualquiera áe las tres que sea es muy misteriosa... Y más adelante escribe: Otros testigos de la informiación que hizo el pmlre Qnirós dice ^ haiber sabido de sus padTes y abuelos cómo ej Adelantado D. Alonso de Lugo y los conquií-tadores más principales haibían prometido de traer a la isla de Tenerife una imagen de Jesucristo ctn-cificado, hecha de muy buena mamo... La abra de Quiróa, de carácter hagiográfico, es poco utilizada por Nú-ñez da la Peña en isu Conquista. El poeta Cairasco.—^Ya lo hemos citado y die muevo nos ocuparemos die éJ, ipues al tratar Núñez de la Peña die la oonquiata d© Gran Canaria nos di-ce que los autores que habían estudiado ese punto histórico daban muy pocas noticias. A conitinaiacióoi dice: ... quijn con más razón la pudiera dat- era el licenciado D. Bartolomé Cairasco de Figu^roa, canónigo que fué de Canaria, y su natural, y cOn todo da muy poca en siw rimas sacras, y está encontrada, porque por dar nombre a los canarios de más valientes y esforzados soldados que los naturales d'e las demás islas y que la istia de Canaria fué da que más se defendió y la última que se conquistó, siendo evidente y claro qu: la isila de Canaria se conquistó año do mil cuatrocieinitos ochenta y tres y la de La Palma diez años después y la de Teiiierife año de mil y cuatrocientos y noventa y seis, que fué la última; mostrando la paaión de hijo de su patria que ella le disculpa con ewtos «iegaotes versos: Hizo el HerTciTa memorables cosas De fama dignas; pero nunca pudo Conquistar a Canaria, y viendo aquesto La Mageatad católica de Eaipaña Tomó a su cargo regio la conquista (11) Ese cómputo está equivocado. El libro del P. Quirós ise publicó en Zaraigoza el año 1612, y como Núñez .de la Peña terminó su obra en 1674, ee evidente que sólo haibían transcurrido 62 años y ino 80 con-.o dice nuestro cronüsta. 308 De ella, de Terirife y de La Palma, Ganó Jais dos; pero Canaria fuerte No SI' de^jó ganar en muchos años Por ser su g^ente belicosa y diestra, De gran valor, y de ánimo invencible... (12) Núñez de la Peña concluye su disertación diciendo: En mucha oibligadón I.3 debe e»tar la Gran Oanaria, su patria, £1. este £U hijo y autor. Pasaron los años, y al esicriibir D. Pedro A. del Castillo su Descripción histórica repli'ca a Núñez de la Peña como aigrue: Oi3t:iritaron los canarios en todas las defensas y aicometimienitos su vailor 'nativo, y la grenero^idad de sus ánimos en sus más principales hedhas que gobernaron sus Guadarthemes. Duró su conquista más que la de todas las demás. Tr&inta y más años se contundió en au conquista, viniendo .sólo para ella seis armadas reales en diferen-tea tiempo.-; y diferentes príncipes. Las tres envió el Infante do Por-tugial D. Enrique y las otras tres el Rey Católico D. Fernando el V de Caistilla, ain otras muchas batalla» e invasione.-; que antes leis hicieron los vrzcaínols y andaluces, Bethencourt, Herrería y Silva, que toda^; vencieron las de estos particullaTes, que triunfaron en las otras islas, siendo la d¡i' La Pabma y Tenierife las últimas. Luego prosigue de la siguiente matiera: No se hallará que a éstas se empeñase, como en ésta [Canaria], el poder real, islr.o larmamenito hecho por lo:. conquistadores de Canaria y vecinos que en ella estaJban [ ? ] , para lo que vendieron sus posiosione.i de repartimior.toa e ing«inios de azúcar que en Canaria t nír.n, con que ayudaron y alentaron al Adelantado D. Alonso Fer-ná- d.z de Lugo, concurriendo para rendir a Tenerife, en tres años, cdP. tres reencuentros que tuvieron con sus naturales; lo qw no ignorando D. Juan Núñrz de la Peña le pudo haber co-tenido para no decir: que cortó Tenerife sola vtv su conquiíSta más quc las otrais islas juntas, e h\irieiido la autorida/l de Di. Bartolom/; Cai^- rasco, porque dijo fué conquistada Tenerife por Diego de Herrera, (12) Templo Militante. Flos Sanetorum... (pág. 285, columna 1*, ra-igilón 36). Fué consultado por Núñez de la Peña en la bilbliotcca defl convento de San Agustín de La Laguna, hoy de la Uiniversddad. 309 olvidando el testimonio qu: le hicieron sus naturales de vasallag* y rendimiento a lo; Reyes Católicos, por ante Fernando de Parraba, escribano público d: Fucrteventura. A continuación el kiatoriador Oaistillo devuelve a Núñez ds la Peña la frasi que éste había dirigido a Oairascor, diciendo: En mucha obligación debe estar Tet-.eirife a D. Juan Núñez su h'jo, que, por serlo, le disculpa el debido amor a su patria (13). Acaso estos escarceos hiitóricos fomentarían Jas rivalidades entr: las dos mejoréis islas del Arahipiélago, rivalidades que e;itaillan violentamenite al crearse la Junta Suprema de Canarias en Tetisrife. La primera obra histórica La termi'nó de escribir nuestro croni&ta en el año d; 1669, cuando apenas contalba veinte y ocho años. Se titula Libro de las Antigüedades y Conquista de las Islas de Canaria, y fué dedicada a D. Alonso de Nava y Grrimón, caballero de la Orden dp Calatrava, capitán de corazias y sucesor on el Marquesado de Villanueva del Prado. El único .ejemplaT conocido se encuentra en la Biblioteca Nacional, Sección de manuscritos, núm. 3.206 (olim J. 102; J. 135 y 4-^), en 49, oon 18 hojas «im foliar y 369 .folios, escrito en papel, a línaa tirada, de puño y letra d^ su autor, encuadernado ert tafilete ix>jo, con dorados en el lomo y tapas (14). La pulcritud con que está escrito y el relativo lujo dte la encuad:rna-ción demuestran que er-te volumsn fué presentado por el historiador al mismo personaje a quien lo haibía dtedicado. La portada está toda e-i letras mayúsculas qu? imitan las de imprenta, así como los títulos de las trea partes en que se divide Ja obra. La dedicatoria a D. Alonso de Nava ocupa diez folios de letra menuda, en la qu« se hiace uim prolija reseña de la ascendencia de aquel procer, (13) Descripción histórica y geográfica de las Islas de Canaria (Lib. II, cap. XIX, págis. 142-148, ed. 1848). (14) El primero en dar a conocer esta obra fué el erukiito biibliófilo D. Luis Mafffiote La-Roche, en »u artículo titulado El primer manuscrito de Núñez de la Peña. Carta bibliográfica dliriígida a D. Eduardo Rodríguez Núñez, fechada en Madrid el 16 Ide diciemibre ds 1897 y publicadia en el "Diardo de Tenerife" en 80 de dicho mes. 310 en dwa artículoe, tiitulado «3 uno Nava y Asturias (Alvarcz de Asturias) y el otro Alvarado y Bracamonte, apellidos paternois y maternoi de D. Alonso. Todia esta langa eríiumeración nobiliaria y heráldica á¡ 'nombras y títuJoa, aliianziais y isiuc«8Íon«s va iauitorizad<a con notas nuairginates donde se registran las fuentes de qu; el autor sacó sus noticias genealógicas, a saiber: Argote de Molina, Rodrigo Méndez die Silva, Catálogo de España; Salazar de Mendozía, Catálogo real; la Cr&nioa dte F.ornán Pérez d« Guzmán, y, principálmente, ,el Memorial íte la calidad de la Casa de Nava. La dedicatoria concluye diciendo: Esta noticia es la que e tenido d: la nobilísima genealogía de V. S., isegún me la an dado los authores, a los márgenes citados; reconocido tengo la corted'ad de mí pluma, causa será de mi poco discurso, el perdón pido a V. S*, suplicándole ampare esta obra con su fauor, que con él tcmidrá ala® para volar a los más remotos Reinos, a dar noticias destas i.-las, y desta de Teniirife en partieuñar, patria de V. S5 que por muchos años la aaisita, i honre con muchas felicidades, y acreíentamiento de más mayorazgos, y hacieind'as, tin «enui-cio de Dios y de su® Maigesitiad'es. En la noble ciudad dte «an CJhri'S-toual de La Laguina, 31 del m'js de Dizienbre de 1669 años.=I>e V. S* muy af;cto que le desea servir—Jhoan Núñez de la Peña. El Dr. D. Ramón Pernándiez-Pouisa ha dado a conocer en un interesante trabajo ipublicado*recienteim,EBte (15) la tabla de los cajpítuloe de cada uno de los tres libros eni que nuestro croniísta dividió eu priimera historia. El primer Ijbro oontienD diez y seis capítulos, en los cuales s* narra la cotiquista de la» islas; el í-ieguindio consta de oaitonce capítulos y en ellos se transcriben los más notables privilegios y mercedes otorgadas por la Corora a la rala de Tenerife, laibor intensa dte airchivo; por último, el libro tercero ttene ocho capítulos, en que figuran listas de capitanes generales, gobernadores, r.eigidoree, alguaiciles mayores, etc.,, fiestas notables, armas de algumas familias, milagros obrados por la Virgen de Candelaria y por el Oristo dte La LagU'na. Por comsigoñ^ite, en ESta primera redacción encontramos bosquejada la Ihistoiria que imiprimió siete año.s más tarde, ai bien í s t a última fué bais^ (15) La Historia del Cristo de La Laguna según unos capítulos inéditos de Juan Núñez de la Pe>ña, (Revista de Historia núm. 66, enero» marzo 1»44, págis. 51-62). 311 tante ampliada ^por .su autor. Así, el libro primero de la impresa ti en 3 17 capítulos y el áe la manuisorita 16; el «ciando 21 y 14, respectivamente; y el tercero 11 y 8. Bn cuanto a la dimsión, en libro:-, Núñez de la Peña can-serva la mismia en amaibajs obras. El Sr. Fernárdez-Pou¡:a nos dice quj con el índice del manuscrito a la vista y cotejándoilo con el contenido .cm el impres.o die la edición de 1676 o con la de 1847, que es fiell reproducción de la primeipa, »o comprenderá inmediatamente la gran difeireneia entre ambaa obras de Núñez de la Peña, lo qu.3 indudableimeinte será n-cesario tener presente en una nueva publicaición de tan importante trabajo. Por el contrario el erudito bibliófilo D. Luis Maffiotte La-Roohe difi;- re de esta opinión. Oig-ámosle: No creo qur, sea preciso un cotejo entre ambos libros; la inferioridad del q^^e quedó inédito «e demuestra palpablemonite con añadir a lo dicho que la extenisiión de su texto ll':,ga apenas a las dos terceras partes d:l impreso. Sólo tiene, pues, este manuscrito el mérito de ¡: jr la primera obra de un homibre que desipués de escribirla vivió más de 50 años dedicado a corregir sus propias escritos... De las fuentes reg'ionales que el cronista utilizó en su primEra redacción eecriibe, refiriéndose a la comiquiata: ...aunque dos autores han escrito dellas ha tiempo de ochenta años, fué con mucha brevedad de lo más qu2 dilatarse pudieran: fué el uno el padre fray Alonso de Bapiniosa, de la Orden de Santo Domingo, en el libro de los milagros de nuestra señora de Candellaria; y el otro ©1 licenciado Antonio de Viana. Ya dellos falta la memoria, por sus libros haber faltado con el tiempo, causa de haberlos sacado desta isla para otro: reiros, que cuatro :n ella no han quedado... En Viera y Olavijo le:mo» lo siguieTite: Dicen algunos que D. Juan Núñez de la Peña era notario y que habiendo acompañado al Obispo D. Bartolomé Jiménez en la visita ge--eral emp:zó a juntar su rico tesoro de noticias para la historia de Canaria?... Si «Bbo fué aisí, 110 pudo ocurrir sino el 1668, o sea u»i año ^ t e s die terminar su obra, fecha en que di r:ferido Prelado viipitó las parroquias 312 de Tenerife. En 1674 paeó a Gran: Canaria; en el siguiente d; 1675 estuvo en La Palma, La Gomera y Hl HüeirTo; en 1678 pasó a Pu.rtever-.tura y de allí a Lanzarote, y regresó a Tenerife en 1679 (16). D3 las fechas conisLgmadiae parece deducirse que en la primera rediacción d: ru historia acaso fueron pocas los datos que pudo reunir, ¡algunos referentes a Tenerife; y como la impresa la terminó a fines del año 1674, solamente pudo utáliaar loe ds isiu estancia en Gran Canaria y com-pletanr ilos de Tone-rife. Creemos, no obstante, que las noticias que adquiriera despué: de esas fedhas en las demás islán le sirvieron para sus trabajos genealógicos. m La edición de 1676 Inmediatamente después de terminado el manuscrito de 1669, nuestro cronista pensó ei »u antpliación y preparó el material necesario para la nueva obra. Y, en efecto, desde el año 1671 Núñez de la Peña comenzó ¡a escribir su OElebrada Conquista. Oigamoe lo que dice en la página 21: ...SI puede tener por cierto sin género de duda que hay mortales en estas islas desde el tiempo que Jesucristo naiejtro redentor OBituvo 'í'itre los hombres, quir ha desde su Encarnación mil seis-ricntüs y setenta y un años y algunos meses, hasta el día de hoy... Y al tratar de la aparición de la Virgen de Candelaria en^ Tenerife escribe: En donde ha habitado doscienitos y sesenta y nueve años hasta e! presente, cÍEUto y cuatro en podier de ,gsntiles y ciento setenta y cinco en poder de católicos... (pág. 42). Si la estos años soimamo;; 1496, fecha de la rendición de la isla de Te-inerife a Castilla, tenemos ej áe 1671, que i:ra ew él que escribía nuestro historiador. A fines de 1674 concluía nuestro cronista «u enorme trabajo de ex- (16) Comopomos las fecha' citadas en el texto y otros d-jtalles por la Wografía que de esc Preladio compuso isiu secretario y primo D. Juiatn García Jiménez, en 1691, dirigidla al Arzobispo de Sevilla, con el título Heroica vida, virtudes y muerte del Iltmo. Sr. D. Bartolomé García Xi-ménez, que cita y extracta Viertí y Clavijo, tom. IV, lilb. XVI, pág. 157. 3.3 A N T r C V E D A D E S DE LA$ I.S1AS DE I,A GRAN CANARIA, y. SV J>ESCRIPCION. COKT M^VCHAS ADVERTENCIAS de íllí Pfm¡lcg4os> Conquiftadorcs, Pobladotesj, y otras paríicularidádcs en la muy podcroía Xsk de Thcncrifc* DIRIGIDO A LA MILAGROSA IMAGEN de nucftra Señora de Candelaria, COWPVESTO POR. EL LICENCIADO DON IVAH 2íuácz de la Pcfia/Mtaral de Udicht IiU de Theaccifc CQ U CÚHÜd de la LaguQ» Año M ^ i ^ S *^7<5. COi< PWVILEGloB>Madrid:Enlk IMPRENTA REAL. AcoaadeElotiaQAoiiroo«Mcicadcrde Libros. Portada d« la edición principa de la «Conquista* de Núñez de lo Peño (Tamaño ','3 menor que el natural) 1314 tractor y camiputeaT •documierntos para su Conquista. Erii la página 441 06 lee: Aquí dan fin los reg'idares, tememitce, jurados, algoiaciles mayores, p«rison:(ros, mayordomos de el ayunitamiento y escribanos mayores de él, y alcalde», loi cualee me han constadio por instrumein-tos auténticos, desde la conquista desta isla año de mil cuatrociein-tos y inoventa y seis hasta nov;iiem.brc destc año de mil seiscientos y setenta y cuatro, que ha tiempo da ciernto y s.tenta y ocho años. La fecha ¡subrayada determina la conclusión de la oibra. Poco tiempo desipuéis lel Dr. D. Esteban de Aguilar y Zúñiga concedía la aprobaciÓB de la obra en Madrid a 2 de diciembre del misimo año dte S674, y el 5 del mismo mes daiba su licencia el Ordknario. AJigo más tarde, pues lo fué en 23 de noviemibre del aiguiente año de 1675, se expidió la iSiWBa del privilegio por diez años, y el 29 del mes prenombrado se fijó la tasa a seis maravedises por pliego. Ein el año 1676 »e publicó la obra en Madrid con el siguiicinte título: Conqvista | y | Antigvedades ¡ de las Mas de la Gran Canaria, \ y sv desoripcioTi. | Con 'mvchas advertencias | de sus Privilegios, Conquii'- tadoPEis, Pobladores, | y otras particularidades en la muy poderosa | Isla de Thenerife. | Dirigido a la milagrosa imagen ] d; nuestra Señora de Candelaria. | Compvesto por el licenciado don Ivan I Nuñez de la Peña, •natural de la dicha Isla de THmerife en la | Ciudad de La Laguna | Año 1676. I Con Privilegio. EIn Madrid. En la Imprenta Real. | A costa de Plorian A masón. Mercader de Libros (17). La obra está divididla ©n tres libw». Bl primero trata "De la antigüedad y conquista de las Mas de Canaria y milagroaa aparición de Nuestra Señora de Caiidelaria"; el ^se^undo, "De alguna» merced«s y privilegios que los Católicos Reyes de España han hecho a la mobilísima Isla de Te- (17) Afirma el Sr. Maffiotte que en la bibliotoca del Círculo de Amistad, culaindo tenía sa domicilio en la plazca de la Iglesia (Santa Cruz d^ T€(nerif'e), se guardaba el origiral de la crónica del Ledo. Juai Núñez de la Peña, qu-s verlos curiosos tuvi/ ron ocasión de examiniar. Em el año 1892 la casa que ocupaba dicha isociedad fué rediucida a cenizas por un incen-dSo que idlastruyó la biblioteca y con ella la preciada joya. De la edición príncipe co'-ocemos dos ejemplares existentes en la Económica de Tenerife, de uno de los cuales hemos sacado '^1 fotogrebado adjunto; otro ejemplar se conserva en la Biblioteca de la Universidad e Instituto de La Laguna. 315 nerife", y lel tercero, "De la poblaición y vecindad de la Isla de Tenerife y de cosas notables que han eucedido en estas islas de Canaria, y otras muchas cosas curiosas y milaigrog de nuestra señora de Candelaria". Cada uno de «eos trea lilbros comienzia con un extracto o sumario die «u contenido. Asi, el núisitno autor escribe: En este primer liibro d&ré noticia de la amitigüedad y orig:en de las Mas de Canaria y de eus maturales y sus costumibreis; y antea de tratar de au conquista refiero (con justa causa) la aparición d« la muy devota y milagrosia Imagen de nuestra Señora de Candelaria, Patrona de esitas Mas, y prosigo la conquista de cadia una en particular; y aunque no 10» dfetemgo en ellas en contar con particularidad las entradas y emibestidas, muertes y Inombre» de los que las conquietaron, y de lo que en sus embestiduira» pasó, como lo hago en la de Tenerife, muehas razones pudiera dar, ipero supla por todas ol decir que hulbo más que hacer an Tenerife solo que en todas jurtas, pues fué la última que se vino a conquistar... (18). El libro segundo co«mi«nzia de «ata manera: Bien se pudiera hacer libro aparte (que aseguro fiiera grande) de las Cartas, Cédulas y provisiones Rea.le9 que 'esta ds.la de Tetie-rife ha alcanzado y de ella» sus Magestades los católicos Bey»B nuestros Señores, de gloriosa memoria, le han hecho merced, porque son muchas; de algunas que están en los libros y cuadernos de provisiones Reales en eJ archivo del Concejo d© eista isla de Tenerife doy íiotioia, y las que me han parecido más esenciales (aunque todas lo son) he sacado a la letra, para que el curioso lector se divierta en leerlas, y la tenga de los privilegios que esta isJa, sus vecinos y rcsidertee gozan áe tantos años a esta parte. Muchas más Cédulas tiene esta isila que están originales preiseintadas en procesas, aeí en el archivo de*! dicho Concejo como en otros públicos que no doy noticia por no ser tan prolijo, y son las más de particulares" (19). (18) Bl cronista continúa diciendo: "Conduyo con una lista de todaa Itfa personas que tuvieron nepartiinientos en la Ma de Tenerife que es ouniosa y parecerá fácil en leerla, pero a mí fué tralhajoBa en componerla, cuidado y algúm desvelo me ha costado; pero cualquier trabajo por la patria «8 dulce y suave. Autores antiguos y modiemos me han enseñado lo que escTtiibo; pero algunos con difeit-ntes opiíniones, y de ellas hie tomado lo que más cierto me ha parecido". (19) Núftez de la Peña termina la introducción de este libro seguai-do del siguiemti; modo: "No quisiera que hubiese falta, no he sido perczo» 316 Y del último dice: De oosas diversas trato en este tercero libro, que aunque varias me parece conducen, a mi intento, que es tratar de lae islas de Canaria, y a ellas perteiniece lo tratado en nueve capítulos que lo reparto en eil primero de la pobüación de la isfla de Temerife, die eu ciudad, villa y lugares y tomplosi; en el «egiaindo de los isieñores Obispos que ha habido ein estas iisilas; en el tercero de loe Gobemadores, Corregidoros y su» Tenienteis de la de Tenerife, y de los Capitaines gen-ralee de todas ®iete; en el cuarto de los Regidkwes, Jutradosi, Alguaciles mayores, que ha habido en la de Tenerife; en el quinto de los alcaide» de mis casitillos; len el sexto de la® fies(tae, que en la dicha isla de Tenerife «e han hecho en lae Coronaciones de los Reyes... en el séptimo de la barateza que hubo en esta isla, y de algunas cosas notables quo han sucedido en ellas; en el octavo die las armas de algunas nobilísimas familias die eata isla...; en el noveno de los milagros de nuestra :»eñora de Candelaria. La Conquista fué acogidia con general aplauso por la nobleza y el clero. La obra llemaba urna neoesidíid harto sentida en su tienupo y latm en los actuales, y por eso los elogios fueron unánimes. Tanto es así que casi tardó un siglo en pirodticipse otra historia que la superase. Esto se debe prioicipalmente aJ método empleadd por nuestro historiador de utilizar en su obra los documentos de archivo y la oreencia de que Núñez de la Peña había agotado el contenido de aquéllos. D. Lope de la Guerra, en la Noticia biográfica de leiste vcroinista 'nos dice: D. Juan repasó todos los papcfles del Ayuntamiento, el crecido número de los libros de acuerdos, los de datas, los libros de cédula» reales, loe protocolos de escrituras, los legajos suieltos, los procesos, etc., que todos se hallan con notas de su puño a los márgenes. Formó un libro de índice alfabético de todos los acuerd'os y otro de las cédulas reales. Uno y otro se han comsiwnido o están guardadloe y ocultos en alguna casa. Yo he viisto un fragmento del Borradoír del índice de Cédtilas Reales... y lo he hallado exacto en sus remisiones. so «n procuirar sajber honores de mi patrüa para dar su noticia; lo qiuie se ha podido he heoho". S17 Este trabajo de oomipálaidior lo confirma nuestro cronista cuando escribe acerca de lo® Capitanes gtenerales, Gobernadores y Tenientes: ...daré noticia en este caipitulo, que no me ha dado poco cuidado saberla; pues para ¡sabeír los que ton sido y en que año y mes fueron recibidos, he mirado sus recibimientos y nombramientos- esn cuarenta y dos libros capituilares del Cabildo de esita isila de a pliego en folio y los máa dte a mil fojas, pasándolas una por una, renglón a renglón, haciendo apuntaciones de todo lo que en és.te y en los dos sigiuientes capituláis se trata, que en el dicho oficio de Cabildo quedan die mi letra la imáis parte... (pág-. 341). La «otividiad idle Núñez de la Peña no s© limitó a los archivos de Tenerife. Hablando de Gran Cararia escribe: ... ya que a eer cronista de esta más que ilustre isla me he puesto, quisiera dar todas las noticias; no podré serlo cabal porque me faltan muohaív no por descuido, que diligencia sobre ello he hecho que algunos días que en Canaria estuve, aunque fue de paso, pro-cura tener algunas, y dewde esta isla la he hecho, enviando a Canaria por alguno^; papJles antiguos, que he sabido pudieran dar algu-iiias, y me han respondido las personas a quienes he ocupado que los papeles antiguos del oficio del Cabildo, que son los que me pudieran de "emipeñar, el tiempo los ha consumido, y muchos llevaron los holande*ea cuando entraron en Canaria año de mil quinientos y noventa y nueve, juzgando les valiera alguna cantidad de dinero su róscate... (pág. 77). Viera y Clavijo es el primero, dtespués de un siglo, que menoeprecia la magnífica lalbor de nuestro croniista. Dice así: D. Juan Núñez de la Peña, aquel buen patriota a quien su gusto dominante por manuscritos, instrumentos públicos y anécdotas, sacrificó todo ent.'ro al estudio de nuestra;; antigüedades, era, por desgracia, uno die ciatos homlbrea sin bastante instrucción, siin estilo, sdn crítica, y sin los demás conocimientos precisos para dcisempeñar loa difíciles encargos de cro-ista. Aisí vemos que s: engolfó en un negocio superior a sus fuerzas, y que bajo el nombre de Descripción de las Islas Canarias sólo nos dáó en 1676 la historia insípida de loa archivos dell Ayuntamiento de Tenerife, envuelta en muchos ama-cronisimos, errores y equivocaciones por lo concerniente a las épocas de las conquistas y otros puntos interesantes... 318 Este juicio del autor de las NotHcias fué aceptado por tod'os los historiadores hasta loa tiempos actuales; pero esos miamos autores ha» oJvida-do la rectificación del propio Viera al trazaír la biografía de •nuestro «ro-niista, en la que nos dice lo que sigue: Es verdad que no tuvo crítica ni filosofía, porque no ise usaban entonces; que no tuvo variedad de literatura, porque no hallaba librerías, ni había saludado otros eetudio» que los escolásticos que tanto dominaban en su tiemipo; pero tuvo celo y •entrañable amor a la patria, y esta virtud fué la que le hizo emprender un trabajo in-meniso «n medio del mayor desamparo y oscuridad de los monumentos históricos, para darnos unas noticias que otro ninguno se había tomado la tarea de publicar, mi bien ni mal. Este patriota útil y laborioso fué el quí reipa«ó todo el caos de los archivos del ayuntamiento dte Tenerife, y de su puño puso notaiB a los papeles; eí que formó índices de las cédulas', i>roviisiones reales y acuerdos, loe cuales sü han perdido; el que campuso el libro de las Ordenaizas die la isla en 1670 (20), por lo que la ciudad 1<3 mandó acudir con ayiu'- da de costa y que se le diesen las gracias... El juicio que merece a Berthelot la obra de Núñez de la Peña es «II mea exacto, y con eus palabras coincidimos: Aunque su estilo se resienta del escolasticismo que entoncee do-minaiba, dtibe agradecérsele el celo patriótico que le dictó aus anotaciones; pero adimitiendo sus aserciones con ciarta reserva... No obstante. Viera juagó muy severamente a su compatriota, acueáin-dolo de ignorancia y de incapacidad. La lectura de la obra de Núñez de la Peña noj ha probado al contrario: que el autoir estaba muy lejos de merticeT asta nota (21). Cúmplenos añadir que en los tiempos actuales se observa entre los historiadores y genealogistas una marcada reivindicación hacia aquel cro- 'nista que, cual monje benedictino, consuimió toda ;8U vida transcribiendo documentos antiguos que legó a la posteridad. (Contimuará.) (20) Acerca de ella escribe D. Lope de la Guerra: "formó el Libro de Ordenainza» de la Isla, sacando por orden todOs los acuerdos que no estaban Tiavocadoa y conducüam a hacer un cuerpo dte obra qiíe' concluyó él año de 1670. Bate lübro subsáste aún, y hubiera sidio muy útil que lo hubieraln impreso". Esa aspRración: ha sido llevadla a caibo por el I^istituto de Estudios OamaTios en eJ año 1936, precedido dé una docta disertlaxáón del profesor de esta UniverBid^ DT. D . José Peraaa de Ayiala. (21) L'EtnograpKie, tradiucción esipañola por J. A. Malibnám, .pág. 65.
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Calificación | |
Título y subtítulo | El cronista D. Juan Núñez de la Peña |
Autor principal | Bonnet y Reverón, Buenaventura |
Publicación fuente | Revista de historia |
Numeración | Tomo 13. Año 20. Número 079 |
Sección | Nuevas investigaciones |
Tipo de documento | Artículo |
Lugar de publicación | La Laguna de Tenerife |
Editorial | Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de La Laguna |
Fecha | 1947 - 07 |
Páginas | p. 298-318 |
Materias | Núñez de la Peña, Juan ; Historia ; Canarias ; Fuentes |
Notas | Artículo publicado en partes |
Copyright | http://biblioteca.ulpgc.es/avisomdc |
Formato digital | |
Tamaño de archivo | 1016966 Bytes |
Texto | ÍHEMEROr ECA P. MUNICIPAl Número 79 _J santa r-m de íunnrifo « •'"^'"" Septiembre de 1947 « FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS DE LA UNIVERSIDAD DE LA LAGUNA REVISTA DE HISTORIA Director: el Decano, DR. ELfAS SERRA RÁFOLS Tomo XI11 La Laguna de Tenerl'e (Islaw Cañaríais) Año XX NUKVAS INVKSTIGACION'l'IS El cronista D. Juan Núñez de la Peña (*) por BUENAVKNTURA BONNET Y REVERÓN Interesante tis de todo punto la figura d.il cronista D. Juan Núñez de la Peña, fundador de 'una esieuela en la cual ^1 dato concreto y sin anáili-íiis crítico as lo característico. Nació en la ciudad de Lia Laguna el 31 da mayo die 1641 ,y era hijo de D. Juan Núñez de la P.-ña, natural de Tenerife, y de D* María de SoM«, que lo era de la ciudiad de Córdoba. Fué sui padrino el Ldo. Diego Martín de Barrios, y recibió las agua® bautiemales da manos del Beneficiado de la iglesáa de los Remedio;, Ldto. DÍ£:go Felipe de Barrios, laicaao pariente áéL padrino. Muy ipoco »e sabe de la niñez y juventud del celebrado genealogista e hiatoriadioir, y lo poco que se sabe se debe a lo que él miismo inos cuenta. Aaí, narra el siguiente episodio de su liñez, que pudo malograr al cronista, pues al hablar dte los milaigroe reaidizadloe por la Virgen de las Mercedes, en el pago perteneciente a la citidad de La Laguna, escribe: ...Tino obró cojiimiígo, siendo de edad de ooho año»; haibiéndomia llevado mi ipadrc a la fiesta die esta «anta imagen, qnie se hacía en (*) Este traibajo forma parte de la conferencia que el autor ponun-ció en el Ateneo de La Lagura en la tarde del 4 de mayo de 1944, c«n el título Historiografía de Cnnarias. 298 los valles de Vega (1), él domiingo después de la Asunción del año die mil seiscientos y cuarer.ta y inutvo, a la hora en que ise esitaiba diciendo la misa mayor, como niño me fui por la vereda de un arroyo abajo a ajlcanzar unía caña que ge me había en él caído, y se lleval-ba la corriente; paró en una honda poceta que ihace al modio del arroyo, fui a cogerla, faltóme un pie y oaí dentro, sin esperanza d'e poder salir si r.o ahogado. A este tiempo un mozo de casa, de poca edad, qu: iba con otro una sierra arriba, repararon al golpe que di en el agua, y viendo solo el sombrero sabré ella, conocieron cira el mío e invocando a la Virgen de las Mercedea aípriesa bajaron la sierra, llegaron al arroyo y aguardaran a que volviese arriba para poderme sacar; fué nuestro señor sírvido por intercesión de su ®ar,tísima Madre que descuibries© una manga de la ropilla sobre efl agua, asieron de ella y me siacaron contento y riéndome como si no hubiera suoedlídome tal cosa. Fué muy notorio estíi milagro, de que es verdadero testimonio iin cuadro en que i'std pintado en la Iglesia..." (págs. 323-324). Nosotros reoordiaanos haiber visto eee cuadro colocado a la derecha entrando sobre la pil,a de agua bendita. Reipreaentaba a un niño vestido de esncarnado y 'SiumcTigido en el agua hasta la mitad del cuerpo y su isom-brero flotando en la corriente; doe muchachos corrían en ademán de socorrerle; a la izquierda y en la parte «uiperior de la composición la Virgen aparocía rodeada de nubes. El fondo de la composición lo formaban TOontaña» y ca.«itas; en' la parte inferior del lienzo se narra el milagro, acaso redactado por el mismo Núñez de Ja Peña. Al visitar de nuevo la eírmita, unos 9£is años después, vimos que ya no estaba en el lugar acostumibrado el cuadro de referenciía; preguntamos y nadie supo damos razón de aquel histórico lieinzo (2). (1) No ea dioinde actualmente se venera. A este propósito dice el mismo Peña: "... esta calnta y devota imagetn estuvo antiguamente muchos años en otra ®u Ihermita en los vailles de Vega, aligo más de media legua •de esta Ciudad; sobre esitos valkis ise trabó pleito con el poseedor, y por sertencia fué d^esposeído de tos tierrajs. Trájose la isainta imagen a la Ciudad y púlsala en' el hospital dte San Sebastián, esto habrá doce añas, pcwo más o menos. Murió la señora que cuidalba dle esta santa imagein, íoice-dióle ©1 licenciadlo don Bernardino 'de Silva y Vega, presbítíTO, su sobni- 'no, el cual pidió licemicia al señor Obispo, y ihizo una hermita abajo de l'ae huertas deJ Obispo, y llevaron la imagen a colocarla en ella en procesión... Fué en el año 1661". (Lilb. III, cap. I). (2) Véase un artículo del autor puiblicado en el diario "La Tarde" del 23 de octubre de 1930, titulado Una ej;cursión n Ln.s Afercedes. Vn cuadro de valor hiistórieo que desaparece. 299 Di«z años después de este suceso (dicierabre de 1659) nuestro cronista se ordenaba de menores; mias parece que no continuó sus estudios. Ein aquel tiempo se llaimaiba Llceinciado lal que obtenía esas ordene®, y así ise tituJa en efecto Núñez de la Peñía. Viera y Clavijo nos dice: "Vivió puro manteista y sinuple celibato hasta su muerte" (3). Indudalblemente cursó sus eatudioe ere el «onvento de Sao Agnstín, donde era fama quie sus maestros explicaban con gran erudición las doc-tririas cisoolásiticais tan en iboiga en aquellos tiempos. Un pasaje de la historia publicada por Núñez de la Peña pareca confirmarlo. "El convento diel ^ a n doctor de la Iglesia, mi padre San Agust{n\ dice el cromsrta, expresión que ;no usa con ningún otro. Adviértase,, además, que en dicho convento fué enterrado f lega sus traibajos genealógicos. Núñez de la Peña y las fuentes que utilizó en su historia A los veinte y ocho años nuestro croni'sta escribe su primera historia de Canaria»; ;pero hemos die «onvenir quei comenzaría el acopio de materiales cuaitro o cinco años antes. La copiosa biblioteca del convento de San Agustín fué 15 base de su investigación. Núñez de la Peña consultó &n ella a Jerónimo Zurita, Francisco Lópí'z de Gomara, Salazaír dte Mendoza, Hernán Pérez de Guzmán, Antonio Nobrija, Juan de Barro», Juan de Mariar.ia, Marineo Sículo, el maestro Gil González Dávila, Jacabo Marinoldo, Mórula, Borr«ro, Mi-reo, etc., hasta las Constituciones Sinodales dell Obispo Cámara y Murga. Casii todas esas obras existen todavía en la Biblioteca del Instituto de La Laguna, formada con la del antiguo convento aigustino, y dei todas tomó y extractó datos. Que esto fué así lo demuestran sus imismías pailaibras: "MucJios auto-pes— dice—^hain hedho de ellas [las Canarias] memoria; pero cada uno con alguna diferencia de otro®, que, paiia ajus.taírlos a un parecer, a cualquiera dará mucho trabajo el discurso de cada autor". Y, en' otro pasaje (3) No tenemos mingún otro dato dte la vida de muestro cronista, sino el que nos da él máamo ai describir la fertilidlad de Tenerife, ein qiie dice: "... entre muchos melonea que he visto vidr uno ¡j que fui convidado para comer de él con diea o doce amigos, y por curiosidad lo hicimos pesar, y pasó veinte y cinco libras y talnta» anaasi, cosa aditiirable... (Página 24, ed. de 1848 a la que edempre 'nos ref eriiremos). De lo traaiScrito se desprende que Núñez de la Peña tenía numerosas amistades y hacía vida de sociedad. 300 del mismo capítulo, leemois: "Lo que aquí escrilbo [Conquista^ m.- parece ser la más que puede el curioso lector cotejarla con la que dan los refe-ridois autores..." Las palabras transcritais expresan ©1 estudio analítico de esas fuentes (4). Otra novedad interesanta hallamos en la obra de Núñez de la Peña y es ti oonicienaiido trabajo de invesitiígación personial «n archivos y tra.ns-cripción die documentos—cosa que ninguno había hecho antes^—y quc da a su libro un interés de primea- ordein por tos fuentes inédita» que exhuma. "Repasó todos los pápelas del Ayuntamiento—^escribe D. Lope de la Guerra—, el crecido número dé los libros de aciierdos, los de diatas, los libros de céduil.as reales, los protocolos de escrituras, lo» legajos siueltos', los procesos, etc., que todos se hallan oon motáis de su puño a los mánge-nes..." Tal fué la ingents labor de Núñoz de la Peña. Tampoco olvidó nuestro cronista a los escritores reigionales. Veamos el juicio que le meracen el P. Eapinosa, el poeta Viana, el P. Quirós y el celebrado Cairasoo. El P. ESsptnosa.—Desde las primeras páginas de su Conquista, Núñez de la Peña nombra a este padre dominico. En el cap. II, ¡pág. 19, escribe: ün autor moderno, llamado d P. Espinosa, que afirma que africanos poblaron en todas asitas isiete isilas de Canaria, ss vale de lo que un autor dice en el prólogo de el Timeo de Platón... La autoridad de aquel fraile es m.uy respetada por nuestro cronista. Al descriibir 't'n el cap. III la fertilidad de las ieJas, cita el hecho do que con la madera de um solo pino se cubrió la ermita de San Benito em lais afueras de La Laiguna, y dice: ... aunque así lo refiere el padre fray Alonso de Espinosa, a quien sr debe dar mucho crédito, lo he pregu^ntado a homlbreis viejoe, de noventa y cien años, y me han afirmado oyeron decir a sus padres y pasados por muy cierto que aun sobró madera de esta» obraisi..." (página 24). (4) Núñez de la Peña enumera en el cap. VII de 'SU i>rime.r libro los aiutores que consultó para escribir »u Conquista. El capítulo de referen^ cia comienza de «sta manera: "Ya que he dado la noticia que he podido 'alcanzar de la descripción y antigüedad destas isla<( de Canaria y dlel origfen dte SUB naturales, etc. Aeí, por autores que pocos han hecho de lo referido mención, como por papeles antiguos manuscritos que he visto, la daré ahora del descubrimiento y conquista dellas, que tantos años estuvieron ignoradas..." 801 Hay casos en que Núñez de la Pefiía disiente del fraile dominico, especialmente al narrar algún hecho que obscureciera la fama de los conquistadores. Aai vemos que Bapinosa dijo de D. Bartolomé Benítez de Ijwgú que "quedó tan escaldado de la primiera entrada en que .se halló [Ac;in-tejo] que no quiso volver a la isla hasta después de conquistada..." El cronista rebate tal afirmación, y escribe: ... y aunque algunos eólo ayudaron emprestando al general, no lo hizo así Bartolomé Benítez, porque si. al padre Espinosa le parrció que se había quedado en Canaria, esta vez padcve equivocación, que no lo dijera si hubiera visto las datas de los repartimicintos de esta isla, en donde dice: Doy a vos Bartolomé Bcnltcz, por cuanto fuisteis conquistador, etc. Y así creo no t-uvo este padre razón «n decir esto, porque, según mi parecer, lo contrario es cierto, pues se verifica con lo referido; en la cual equivocación (5), como en otras de entidad que he notado, podrá el curioso reconocer que no hay obra que salga a plaza que no haya dif¿'rent6s dictámenes, y así no dejará de necesitar de adicioneisi... con que es cierto que no pueden los his-toriadopes t^ner todas lias noticias 9Ín padieoer aJgú'n error. Esta cuestión la tcrmiina diciendo: ...pues cin nuestra conquiista unos 82 aiplicarían a unas familias más que a otras, o porque se le ofrecieron más fácilmente sus no^ tioias, o las cuidaron más. Pues bien que algunos tuvieron datas y reipartimientos siin haber estado en la conquista, o ya porque ayudaron con dineros, como algunos armadores, o ya porque no pudie- (5) Núñez de la Peña pretende defender lo que 'no t'.ene defensa. Así, nuestro cronista «ólo copia y da a colnocEi- el comienzo de la data, y omito deliiberadamente el reeto, en que leemos: "... ansi por lo mucho que gastasteis en la armada que ficisteiis como en los gastos y expenseaj que hicistei;; y gastasteis de vuestra haciend'a e por los mucho» servicios que haveiía fecho e facéis cada un d5a a su® Altessai- que eo;s digno de remurie-racion y g.-ilardon..." Sabido es qul: Bartolomé Berítez. señor de la villa áe Monbillos. la ve'dió en 14.000 ducados PI d'uque de Medina Sidonia para' equipar la armada que trajo el general Lugo a la oonquiista de Tenerife, scgúm coneita de su testamento otorgado en 11 de julio de 1526, ante Sebastián Ruiz de Estrada. Además, consúltese Nobiliario y fílasón de Canarias. Historia (fic la Casa, de Lugo, de D. FRANCISCO FRnxÁNnEZ PE BETTIENOOIUT, (Tom. I, págs. 59-60). De todo esto se desprende que. en efecto. Bartolomé Be-ítez prestó diineros al general Lugo: qu ^ diicho per-sion'aje adquiere tierras, no por su esfuerzo personal r.n la conquista, sino por ios gastos que hizo en la armada parn romcter a Tc^nerife; y q^ie e] P. Espinosa editaba seguro en 'u afirmación. 302 ron continuarla por enfeTmedad u otro acoidiinte forzoso o muerte, por cuya causa no se dejó de repartir en ellois, o en quien su derecho tuvo; y demás, como »i sabe también hubo rcipartimientois a personas que después vinieron a poblar, conque por cgtas cnusas se pudo equivocar el padre Espinosa sin vudiciá, llevando algún dictamen, d cual ahora, no ae comoce (pág. 132). Tajmbién discrepa Núñez de la Peña en otra cuestión, qu« es la referente a la sucesión en el mayorazgo de Valle Guerra. Dice el P. Bspinoisa: Lope Peraández de la Guerra, hombro de mucho peso y ser, y no menos valiente que liberaü, socorrió al Gobernador en tiempo de mayor nucesidad con su hacitnda y persona para la conquista, y así le dio en neipartimiento el Valle que hoy d'izen de Guerra, que por haberlo vinculado al tiempo que murió, lo poseen hoy los deseen-dientes de un entenado suyo, hijo de su mujer y de otro marido, porque un sobrino suyo, a quien él quiería dtejar el mayorazgo, se puso a jugar cañas estando el tío en lo último. Éete lo desheredó a pjtición de su mujer... (6). Tal hacho, sin duda verdadero, tuvo como consecuencia la tañuda per-siecuición y destrucción de la obra del fraile domiinico. Núñiz de la Peña traslada al final de su Conquista los milagros de la Virgen de Cj;ndela-ria (publicados por aquél, dando la razón que le asirte ipara ello. Die; así: ... también me ha motivado el poner aquí estos milagros por ver (¡ue un libro que de ellos hizo ei padre fray Alonso de Espinosa, de la Ord;'n del patriarca y glorioso padre santo Domingo (en que trató por miayor de las antigüodadies y conquista de estas i.las), se ha co'nsumido con el tiempo, ipueis uno solo se halla boy en esta ciudad de La Laguna, y muchos hubiera «i vi dicho no hubiera habla- 'l'i lo que no debió escribir dei una nobli" familia, que ©ntiendo ha síido la que ha dado fin a eHop (7), y c® lastimosa cosa que haya (6) Ob. Ciit., lib. i n , cap. X, pág. 74, >ed. 1848. (7) Yide: Los primitivos historiadores de Canarias. La obra del P. fray Alonso de Espinosa, en Revista de Historia (aibril-ju lio 1932, págs. 34-36); Cómo fué destruido uv valioso libro dr historia dr Canarias (en "La Prensa", Santa Cruz de- Tenerife, 6 mayo 1933).—El Sr. Ma-ffiotte La-Roohe comenta la destrucción del libro del P. Bspi'-^osa, diciem-do: "No es ésta la única venganza en las Islas tomada contra los libros. Recuérdase las hojas brutalmente arrancadas al Canto XV de la traducción de la Jerusalem libertada del Tasso, escrita por el inisáigne Cairasioo de Fiígueroa, donde ee hablaba de los primitivos señores de lias Canarias, cv. quo alguno de sus deisce*-dientes no quiso ver sacado su nombre a la luz pública por el inspirado poeta". 303 venganza (si e® que lo fué) en dar a entendiea- a todo un mundo lo que no pajsa en descrédito de una perfección. Y ino m© espanto que fj • hayan acabado estos liibros, antes me admiro haya quedado alg-u-no; también creo no lo haría con intención, sino mal informado... (pág. 498). Del contexto de Núñez de la Peña, de su indiudiaihle competencia genealógica y de su afán por .servir a la noblezia ©s.pErabamos que la irefu-tación al P. Espinosa estuviera fundamentada, ,peío se limita a lamentar el hecho y no demuestra siu falsedad, prueba decisiva de que la 'narra-ción diel fraile era cierta. . La consideración qu? nuestro cronista siente por el P. Espinosa es evidente, y en toda la primera parte de la Conquista le sigue en sus ase-veracianes. Bl poeta Viaina.—Es otra fuente quo aprovecha Núñez de la Peña. Es muy intereí-anite dar a conocer el concepto que nuesttro «iutor tenía de la poesía lírica, .pues desecha el pasaje cu que Viana describe el encuentro del capitán Castillo con la princesa Dácil, y los amores de los príncix>ee e infantas guarachee. Oigamos al cronista: No trato aquí de los amores, que dice el licenciado Viana tuvo el caipitán Caisitillo con la hermosa infanta Dácil, hija de.! rey de Tao-ro, a quien dice halló en el recireo dei una cristaldna fuente en La Laguna, que de Taoro se había venido a holgar con guardas de sus vasallos; m de las fimezas del príncipe Ruiman, hijo detl rey de Güí-mar, y de la infanta bella Guiaaimara, ini de las amorosas quejas del príncipe Gueton y de la infanta Rosalva, ni de los desvelos del principo y caipitán Tinguaro y de la infanta Cuajaría, ni de las promesais que el Benharo de Naga hacía a este prímcipe Tinguaro, ind de los agüeros que hacían los guiañemes, qw s-in agraviar a este autor, •más parece comedia que historia verdadera, a»í lo dejo a un lado y prosigo mi conquista, siLn que el lector se emibairaze en leer eistas historiáis cómicas, a mi parecer (ipág. 110). Al contar la anécdiota de uno de los conquiísitadores, Juan Benítez, que perseguido por una cuadrilla de enemigos «e finge muerto y luego se une a los prisioneros españoles que el Mencey Bencomo enviaba al generall Lugo, escribe: ... el padre B?pinosa dice que fué étte el que se libró con esta industria, el dicho Juan Benítez; y el licenciado Viana dice que fué 304 Gonzalo del Castálk) (8); cada uno «p, conforme con el autor que le pareciere (pág. 126). Sim ©mibargo, son varios los pasajes de la Conquista que s61o tienen como fuente el poema de Viaina; (tai es el ooriigreso o tagóror icekbradlo en Taoro para tratar del grave aprieto en que ise encontriaiba la isla por la invaisióm de los españoles y de la necesidad de reuinir todas su» fuerzas para defenderla, donde pretendió Bencomo «e le nombraría jefe supremo y que el poeta describe con, gran lujo de detalle:., diiciendo que fracasó por la 'aimibición de aquel jgfe. Nadia de esto consta eri los autores anteriores a Viana, y, como éste escribe unas de ua siglo dejpués de la con-qojliisita, no d'udamoe en sajjponierilo una invención del ,poeta, que no oba-tante aceptan Núñez de la Peña y Viera y Clavijo, con él discurso pronunciado ,por Bencomo. . AisiimiiSTOO Viana recoge en 'SU poema mudhais tradiciones esipañolas que injerta en la conquista de Tenerife, y que eiguen todos los historiadores posteriores. Ací 'ej ipoeta nos dice que el general Lugo, acosado por los guamcihes que le distingniían, de los demás por un vestido rojo que llevaba, tuvo la advertencia de cambiarte con el die Pedro Mayor, y este buen soldado muere en lugar de 'Su jefe a manos de diez isleñofi, no sin antes haeer morder el polvo a cuatro dé ellos. Bsita tradición tiene; isu antecedente t!n la historia de Bsipaña, en que el conde de Ribadeo salva la vida del rey D. Juan II disfrazado con las vestiduras diel monarca, y e« inmolado por los nobles. La derrota de Acentejo tiene concomitancias con cS prodigio sucedido en la batalla de Covador;.ga, que termina, como aquélla, en una tempestad; y la aparición en los aires durante la batalla de Clavijo del apóstol Santiago tiene su paridad' t a m b i ^ en la misma de Aoentejo. Ambas tradiciones, soldadas en una, las enoonitramos en Viana y rejjetidas por Núñez de la Peña y Viera y Clavijo. Oigamos lo que dice el crolnista lagunero: Viendo d general [Lugo] la gran matanza que los guanches en los suyos hacían, y que parecía imposible quedar ninguno con vida. (8) A eeta dualidad de personaje hemos de aigregar la afirmación del P. Quilos, quien atribuye el suceso a un tercer sujeto, a Luis dle Lerma, desipués religioso franciscano muy ejemplar que murió en el convento de Garaohico (Lib. I, cap. XIX). 305 se hincó de rodillas y levantó loi ojos ai cielo y con las mainos puestas pidáó a I>io3 nuestro señor miiis©ricordia, qua aiplacaae su ira, que los librase de aquella bárbara gente; al mitímo tiempo que hizo esta devota súplica se obscurecicTon los cieilos con grandes nuiblados, saliendo de elloá relámpagos, con tan terribles truenos que hacían temblar la tierra. Y dice V¡iana y otros autores que fué aparecido en el aire un hombre armado, rodeado de un resplandor como una llama de fuego, y que era ed arcánigel San Miguel, devoto del g'tine-ral. Con esta visión y terremotos los guainches, amedrentados, se fueron de allí dejando a los eiapañoJefj entre tanta mortandad... (pá-gimas 124-125). El ipo:ma de Viana, icomo fuente histórica, no «s recomendable; su objeto capital fué reivindicar a la familia de los Guerra su descendencia directa, negiada por el P. Espinosa según vimos. Posiblemente la obra fué ooateadia por i capitán D. Juan Guerra Ayala, «eñor del miayorazgo del Valle de Guerra, pero el poeta tuvo poca fortuna en la refutación del punto sostenádo por el fraiLeí dominico (9). El P. Quirós y el insigne Cairasco Ambos fueron puestos a contribuci'ón por Núñez de la Peña. Veamoi-primeramentei lo que ae refiere a Quirós. En el cap. XI de su obra dice este padre: Las primeras islas que se ganaron d:spués de Lanzarote y Fuer-teventura fueron la.: del Hierro y Gomera. Las cuales, después que vinieron a poder del muy noMe caballero Diego de Herrera, procuró quietarlas, y rendirlas del todo a su obediencia, y que en ella» se predicas; el santo evangelio... Esto mismo nos lo dice Cairasco en su Flos Sanrtorum (fol. 285 y siguientes) . Núñez de la Peña opone a la afirmación del P. Quirós el siguiente razonamiento: (9) Veamos lo que escribe Vians: "Y si en el Ijbro de la Camdela-ria, I Afirma fray Alonso de Espi'-osa, \ Sobre esta siacesión algo en contrario 1 En ello Be L'ngañó, como se engaña ] Por doiscuido o cuidado en otra cosa..." (Canto XVI). Estas últimas palabraa las repite Núñez de la Peña; pero lo cierto es quie no pudieron ni el poeta ni el cronista demostrarle ese error. 306 Algunos autores modernos dicen que proaij^iendo Diego García de 'Herrera la conquista, dmpués d<' la rcstaurlición de Fucrlevcn-tura, conquistó la® éo» islas de La Goanera y Hierro (10); lo más clLrto ej qu/i las ganó su suegro Hernán Peraza, como tengo dioho que pasó a ellas a tomar su poisisión y a poner aligrumas cosas en orden, de que había necesiidad, no eg dudable, y así este viaje lo hacen y reputan estos autores a conquista, habiendo ya pasiado... (pág. 65, cap. IX). Las palabras de Núñez de la Peña "después de la restaaración de Fuertevcntura" corrospondem a lo que dice al comenzar el cap. IX, donde leemos: y viendo [Herrera] que la isla de Fuerteventura e:taba casi per-ddda, antes que sus naturakis se reibelasiem con ella, aunque católicos, la restauró poniendo en ella guarnición de españolea y gobierno, día del glorioso doctor aan Buenaventura, a trece días da julio del año de mil cuatrocientos cincuenta, y en agradecimiento a nuestro señor de esta restauración... Acaso lo expuesto por Núñez de la Peña está tomado del P. Quirós, quien escribe aceirca de la llegada de Herrera, y de su mujeir a las Canarias: ... fué su Magestad servido de darles muy buen viaje, y entrada en la isila de Fuerteventura muy ipacífica, no estando aun entonces muy quieta y sosegada, día del S. D. de la Iglesia San Buenavem.- tura... (Caip. III). Ignorajmos la suibltvación de que hablan estos autores en Fuerteventura; pero lo que sabemos e® que iHierrera llega a las islas detipués del convenio estaiMecido entre Eisipaña y Portuigal, por el cual esta nación temía que abandonar a Lanzarote y La Gomera, sin referirse para inada a Fuerteventura. En otra ocasión, Núñez de la Peña utiliza el liTiro del P. Quiróe al tratar del Cristo de La Laguna. Dice así: La tradición de esta milagrosa imagen refiere el muy reverendo pudre Quirós, provincial que; í<üé de esta Orden, en un libro que hizo (10) Paira tete punto de nuestra historia debe consultariee el folleto Los portugueises en Canarias, estudio exhaut'tivo del erudito SERRA RA-FOLS. L n.uiwii,n.i,H r, r:uniiLir/ll I Sania Cruz de Tonerif» I 307 de los miilagPOL: de «ste santo crucifijo, habrá ochenta años (11), de tres maneras, aegún informaciÓTi que en aquel tiempo se hizo, y por • el reverendo padre fray Bartolomé Casanova, provincial de la dicha Ordein, dicen ®e hizo una año de mil quinientos y nov;'n/ta, ,pero cualquiera áe las tres que sea es muy misteriosa... Y más adelante escribe: Otros testigos de la informiación que hizo el pmlre Qnirós dice ^ haiber sabido de sus padTes y abuelos cómo ej Adelantado D. Alonso de Lugo y los conquií-tadores más principales haibían prometido de traer a la isla de Tenerife una imagen de Jesucristo ctn-cificado, hecha de muy buena mamo... La abra de Quiróa, de carácter hagiográfico, es poco utilizada por Nú-ñez da la Peña en isu Conquista. El poeta Cairasco.—^Ya lo hemos citado y die muevo nos ocuparemos die éJ, ipues al tratar Núñez de la Peña die la oonquiata d© Gran Canaria nos di-ce que los autores que habían estudiado ese punto histórico daban muy pocas noticias. A conitinaiacióoi dice: ... quijn con más razón la pudiera dat- era el licenciado D. Bartolomé Cairasco de Figu^roa, canónigo que fué de Canaria, y su natural, y cOn todo da muy poca en siw rimas sacras, y está encontrada, porque por dar nombre a los canarios de más valientes y esforzados soldados que los naturales d'e las demás islas y que la istia de Canaria fué da que más se defendió y la última que se conquistó, siendo evidente y claro qu: la isila de Canaria se conquistó año do mil cuatrocieinitos ochenta y tres y la de La Palma diez años después y la de Teiiierife año de mil y cuatrocientos y noventa y seis, que fué la última; mostrando la paaión de hijo de su patria que ella le disculpa con ewtos «iegaotes versos: Hizo el HerTciTa memorables cosas De fama dignas; pero nunca pudo Conquistar a Canaria, y viendo aquesto La Mageatad católica de Eaipaña Tomó a su cargo regio la conquista (11) Ese cómputo está equivocado. El libro del P. Quirós ise publicó en Zaraigoza el año 1612, y como Núñez .de la Peña terminó su obra en 1674, ee evidente que sólo haibían transcurrido 62 años y ino 80 con-.o dice nuestro cronüsta. 308 De ella, de Terirife y de La Palma, Ganó Jais dos; pero Canaria fuerte No SI' de^jó ganar en muchos años Por ser su g^ente belicosa y diestra, De gran valor, y de ánimo invencible... (12) Núñez de la Peña concluye su disertación diciendo: En mucha oibligadón I.3 debe e»tar la Gran Oanaria, su patria, £1. este £U hijo y autor. Pasaron los años, y al esicriibir D. Pedro A. del Castillo su Descripción histórica repli'ca a Núñez de la Peña como aigrue: Oi3t:iritaron los canarios en todas las defensas y aicometimienitos su vailor 'nativo, y la grenero^idad de sus ánimos en sus más principales hedhas que gobernaron sus Guadarthemes. Duró su conquista más que la de todas las demás. Tr&inta y más años se contundió en au conquista, viniendo .sólo para ella seis armadas reales en diferen-tea tiempo.-; y diferentes príncipes. Las tres envió el Infante do Por-tugial D. Enrique y las otras tres el Rey Católico D. Fernando el V de Caistilla, ain otras muchas batalla» e invasione.-; que antes leis hicieron los vrzcaínols y andaluces, Bethencourt, Herrería y Silva, que toda^; vencieron las de estos particullaTes, que triunfaron en las otras islas, siendo la d¡i' La Pabma y Tenierife las últimas. Luego prosigue de la siguiente matiera: No se hallará que a éstas se empeñase, como en ésta [Canaria], el poder real, islr.o larmamenito hecho por lo:. conquistadores de Canaria y vecinos que en ella estaJban [ ? ] , para lo que vendieron sus posiosione.i de repartimior.toa e ing«inios de azúcar que en Canaria t nír.n, con que ayudaron y alentaron al Adelantado D. Alonso Fer-ná- d.z de Lugo, concurriendo para rendir a Tenerife, en tres años, cdP. tres reencuentros que tuvieron con sus naturales; lo qw no ignorando D. Juan Núñrz de la Peña le pudo haber co-tenido para no decir: que cortó Tenerife sola vtv su conquiíSta más quc las otrais islas juntas, e h\irieiido la autorida/l de Di. Bartolom/; Cai^- rasco, porque dijo fué conquistada Tenerife por Diego de Herrera, (12) Templo Militante. Flos Sanetorum... (pág. 285, columna 1*, ra-igilón 36). Fué consultado por Núñez de la Peña en la bilbliotcca defl convento de San Agustín de La Laguna, hoy de la Uiniversddad. 309 olvidando el testimonio qu: le hicieron sus naturales de vasallag* y rendimiento a lo; Reyes Católicos, por ante Fernando de Parraba, escribano público d: Fucrteventura. A continuación el kiatoriador Oaistillo devuelve a Núñez ds la Peña la frasi que éste había dirigido a Oairascor, diciendo: En mucha obligación debe estar Tet-.eirife a D. Juan Núñez su h'jo, que, por serlo, le disculpa el debido amor a su patria (13). Acaso estos escarceos hiitóricos fomentarían Jas rivalidades entr: las dos mejoréis islas del Arahipiélago, rivalidades que e;itaillan violentamenite al crearse la Junta Suprema de Canarias en Tetisrife. La primera obra histórica La termi'nó de escribir nuestro croni&ta en el año d; 1669, cuando apenas contalba veinte y ocho años. Se titula Libro de las Antigüedades y Conquista de las Islas de Canaria, y fué dedicada a D. Alonso de Nava y Grrimón, caballero de la Orden dp Calatrava, capitán de corazias y sucesor on el Marquesado de Villanueva del Prado. El único .ejemplaT conocido se encuentra en la Biblioteca Nacional, Sección de manuscritos, núm. 3.206 (olim J. 102; J. 135 y 4-^), en 49, oon 18 hojas «im foliar y 369 .folios, escrito en papel, a línaa tirada, de puño y letra d^ su autor, encuadernado ert tafilete ix>jo, con dorados en el lomo y tapas (14). La pulcritud con que está escrito y el relativo lujo dte la encuad:rna-ción demuestran que er-te volumsn fué presentado por el historiador al mismo personaje a quien lo haibía dtedicado. La portada está toda e-i letras mayúsculas qu? imitan las de imprenta, así como los títulos de las trea partes en que se divide Ja obra. La dedicatoria a D. Alonso de Nava ocupa diez folios de letra menuda, en la qu« se hiace uim prolija reseña de la ascendencia de aquel procer, (13) Descripción histórica y geográfica de las Islas de Canaria (Lib. II, cap. XIX, págis. 142-148, ed. 1848). (14) El primero en dar a conocer esta obra fué el erukiito biibliófilo D. Luis Mafffiote La-Roche, en »u artículo titulado El primer manuscrito de Núñez de la Peña. Carta bibliográfica dliriígida a D. Eduardo Rodríguez Núñez, fechada en Madrid el 16 Ide diciemibre ds 1897 y publicadia en el "Diardo de Tenerife" en 80 de dicho mes. 310 en dwa artículoe, tiitulado «3 uno Nava y Asturias (Alvarcz de Asturias) y el otro Alvarado y Bracamonte, apellidos paternois y maternoi de D. Alonso. Todia esta langa eríiumeración nobiliaria y heráldica á¡ 'nombras y títuJoa, aliianziais y isiuc«8Íon«s va iauitorizade V. S* muy af;cto que le desea servir—Jhoan Núñez de la Peña. El Dr. D. Ramón Pernándiez-Pouisa ha dado a conocer en un interesante trabajo ipublicado*recienteim,EBte (15) la tabla de los cajpítuloe de cada uno de los tres libros eni que nuestro croniísta dividió eu priimera historia. El primer Ijbro oontienD diez y seis capítulos, en los cuales s* narra la cotiquista de la» islas; el í-ieguindio consta de oaitonce capítulos y en ellos se transcriben los más notables privilegios y mercedes otorgadas por la Corora a la rala de Tenerife, laibor intensa dte airchivo; por último, el libro tercero ttene ocho capítulos, en que figuran listas de capitanes generales, gobernadores, r.eigidoree, alguaiciles mayores, etc.,, fiestas notables, armas de algumas familias, milagros obrados por la Virgen de Candelaria y por el Oristo dte La LagU'na. Por comsigoñ^ite, en ESta primera redacción encontramos bosquejada la Ihistoiria que imiprimió siete año.s más tarde, ai bien í s t a última fué bais^ (15) La Historia del Cristo de La Laguna según unos capítulos inéditos de Juan Núñez de la Pe>ña, (Revista de Historia núm. 66, enero» marzo 1»44, págis. 51-62). 311 tante ampliada ^por .su autor. Así, el libro primero de la impresa ti en 3 17 capítulos y el áe la manuisorita 16; el «ciando 21 y 14, respectivamente; y el tercero 11 y 8. Bn cuanto a la dimsión, en libro:-, Núñez de la Peña can-serva la mismia en amaibajs obras. El Sr. Fernárdez-Pou¡:a nos dice quj con el índice del manuscrito a la vista y cotejándoilo con el contenido .cm el impres.o die la edición de 1676 o con la de 1847, que es fiell reproducción de la primeipa, »o comprenderá inmediatamente la gran difeireneia entre ambaa obras de Núñez de la Peña, lo qu.3 indudableimeinte será n-cesario tener presente en una nueva publicaición de tan importante trabajo. Por el contrario el erudito bibliófilo D. Luis Maffiotte La-Roohe difi;- re de esta opinión. Oig-ámosle: No creo qur, sea preciso un cotejo entre ambos libros; la inferioridad del q^^e quedó inédito «e demuestra palpablemonite con añadir a lo dicho que la extenisiión de su texto ll':,ga apenas a las dos terceras partes d:l impreso. Sólo tiene, pues, este manuscrito el mérito de ¡: jr la primera obra de un homibre que desipués de escribirla vivió más de 50 años dedicado a corregir sus propias escritos... De las fuentes reg'ionales que el cronista utilizó en su primEra redacción eecriibe, refiriéndose a la comiquiata: ...aunque dos autores han escrito dellas ha tiempo de ochenta años, fué con mucha brevedad de lo más qu2 dilatarse pudieran: fué el uno el padre fray Alonso de Bapiniosa, de la Orden de Santo Domingo, en el libro de los milagros de nuestra señora de Candellaria; y el otro ©1 licenciado Antonio de Viana. Ya dellos falta la memoria, por sus libros haber faltado con el tiempo, causa de haberlos sacado desta isla para otro: reiros, que cuatro :n ella no han quedado... En Viera y Olavijo le:mo» lo siguieTite: Dicen algunos que D. Juan Núñez de la Peña era notario y que habiendo acompañado al Obispo D. Bartolomé Jiménez en la visita ge--eral emp:zó a juntar su rico tesoro de noticias para la historia de Canaria?... Si «Bbo fué aisí, 110 pudo ocurrir sino el 1668, o sea u»i año ^ t e s die terminar su obra, fecha en que di r:ferido Prelado viipitó las parroquias 312 de Tenerife. En 1674 paeó a Gran: Canaria; en el siguiente d; 1675 estuvo en La Palma, La Gomera y Hl HüeirTo; en 1678 pasó a Pu.rtever-.tura y de allí a Lanzarote, y regresó a Tenerife en 1679 (16). D3 las fechas conisLgmadiae parece deducirse que en la primera rediacción d: ru historia acaso fueron pocas los datos que pudo reunir, ¡algunos referentes a Tenerife; y como la impresa la terminó a fines del año 1674, solamente pudo utáliaar loe ds isiu estancia en Gran Canaria y com-pletanr ilos de Tone-rife. Creemos, no obstante, que las noticias que adquiriera despué: de esas fedhas en las demás islán le sirvieron para sus trabajos genealógicos. m La edición de 1676 Inmediatamente después de terminado el manuscrito de 1669, nuestro cronista pensó ei »u antpliación y preparó el material necesario para la nueva obra. Y, en efecto, desde el año 1671 Núñez de la Peña comenzó ¡a escribir su OElebrada Conquista. Oigamoe lo que dice en la página 21: ...SI puede tener por cierto sin género de duda que hay mortales en estas islas desde el tiempo que Jesucristo naiejtro redentor OBituvo 'í'itre los hombres, quir ha desde su Encarnación mil seis-ricntüs y setenta y un años y algunos meses, hasta el día de hoy... Y al tratar de la aparición de la Virgen de Candelaria en^ Tenerife escribe: En donde ha habitado doscienitos y sesenta y nueve años hasta e! presente, cÍEUto y cuatro en podier de ,gsntiles y ciento setenta y cinco en poder de católicos... (pág. 42). Si la estos años soimamo;; 1496, fecha de la rendición de la isla de Te-inerife a Castilla, tenemos ej áe 1671, que i:ra ew él que escribía nuestro historiador. A fines de 1674 concluía nuestro cronista «u enorme trabajo de ex- (16) Comopomos las fecha' citadas en el texto y otros d-jtalles por la Wografía que de esc Preladio compuso isiu secretario y primo D. Juiatn García Jiménez, en 1691, dirigidla al Arzobispo de Sevilla, con el título Heroica vida, virtudes y muerte del Iltmo. Sr. D. Bartolomé García Xi-ménez, que cita y extracta Viertí y Clavijo, tom. IV, lilb. XVI, pág. 157. 3.3 A N T r C V E D A D E S DE LA$ I.S1AS DE I,A GRAN CANARIA, y. SV J>ESCRIPCION. COKT M^VCHAS ADVERTENCIAS de íllí Pfm¡lcg4os> Conquiftadorcs, Pobladotesj, y otras paríicularidádcs en la muy podcroía Xsk de Thcncrifc* DIRIGIDO A LA MILAGROSA IMAGEN de nucftra Señora de Candelaria, COWPVESTO POR. EL LICENCIADO DON IVAH 2íuácz de la Pcfia/Mtaral de Udicht IiU de Theaccifc CQ U CÚHÜd de la LaguQ» Año M ^ i ^ S *^7<5. COi< PWVILEGloB>Madrid:Enlk IMPRENTA REAL. AcoaadeElotiaQAoiiroo«Mcicadcrde Libros. Portada d« la edición principa de la «Conquista* de Núñez de lo Peño (Tamaño ','3 menor que el natural) 1314 tractor y camiputeaT •documierntos para su Conquista. Erii la página 441 06 lee: Aquí dan fin los reg'idares, tememitce, jurados, algoiaciles mayores, p«rison:(ros, mayordomos de el ayunitamiento y escribanos mayores de él, y alcalde», loi cualee me han constadio por instrumein-tos auténticos, desde la conquista desta isla año de mil cuatrociein-tos y inoventa y seis hasta nov;iiem.brc destc año de mil seiscientos y setenta y cuatro, que ha tiempo da ciernto y s.tenta y ocho años. La fecha ¡subrayada determina la conclusión de la oibra. Poco tiempo desipuéis lel Dr. D. Esteban de Aguilar y Zúñiga concedía la aprobaciÓB de la obra en Madrid a 2 de diciembre del misimo año dte S674, y el 5 del mismo mes daiba su licencia el Ordknario. AJigo más tarde, pues lo fué en 23 de noviemibre del aiguiente año de 1675, se expidió la iSiWBa del privilegio por diez años, y el 29 del mes prenombrado se fijó la tasa a seis maravedises por pliego. Ein el año 1676 »e publicó la obra en Madrid con el siguiicinte título: Conqvista | y | Antigvedades ¡ de las Mas de la Gran Canaria, \ y sv desoripcioTi. | Con 'mvchas advertencias | de sus Privilegios, Conquii'- tadoPEis, Pobladores, | y otras particularidades en la muy poderosa | Isla de Thenerife. | Dirigido a la milagrosa imagen ] d; nuestra Señora de Candelaria. | Compvesto por el licenciado don Ivan I Nuñez de la Peña, •natural de la dicha Isla de THmerife en la | Ciudad de La Laguna | Año 1676. I Con Privilegio. EIn Madrid. En la Imprenta Real. | A costa de Plorian A masón. Mercader de Libros (17). La obra está divididla ©n tres libw». Bl primero trata "De la antigüedad y conquista de las Mas de Canaria y milagroaa aparición de Nuestra Señora de Caiidelaria"; el ^se^undo, "De alguna» merced«s y privilegios que los Católicos Reyes de España han hecho a la mobilísima Isla de Te- (17) Afirma el Sr. Maffiotte que en la bibliotoca del Círculo de Amistad, culaindo tenía sa domicilio en la plazca de la Iglesia (Santa Cruz d^ T€(nerif'e), se guardaba el origiral de la crónica del Ledo. Juai Núñez de la Peña, qu-s verlos curiosos tuvi/ ron ocasión de examiniar. Em el año 1892 la casa que ocupaba dicha isociedad fué rediucida a cenizas por un incen-dSo que idlastruyó la biblioteca y con ella la preciada joya. De la edición príncipe co'-ocemos dos ejemplares existentes en la Económica de Tenerife, de uno de los cuales hemos sacado '^1 fotogrebado adjunto; otro ejemplar se conserva en la Biblioteca de la Universidad e Instituto de La Laguna. 315 nerife", y lel tercero, "De la poblaición y vecindad de la Isla de Tenerife y de cosas notables que han eucedido en estas islas de Canaria, y otras muchas cosas curiosas y milaigrog de nuestra señora de Candelaria". Cada uno de «eos trea lilbros comienzia con un extracto o sumario die «u contenido. Asi, el núisitno autor escribe: En este primer liibro d&ré noticia de la amitigüedad y orig:en de las Mas de Canaria y de eus maturales y sus costumibreis; y antea de tratar de au conquista refiero (con justa causa) la aparición d« la muy devota y milagrosia Imagen de nuestra Señora de Candelaria, Patrona de esitas Mas, y prosigo la conquista de cadia una en particular; y aunque no 10» dfetemgo en ellas en contar con particularidad las entradas y emibestidas, muertes y Inombre» de los que las conquietaron, y de lo que en sus embestiduira» pasó, como lo hago en la de Tenerife, muehas razones pudiera dar, ipero supla por todas ol decir que hulbo más que hacer an Tenerife solo que en todas jurtas, pues fué la última que se vino a conquistar... (18). El libro segundo co«mi«nzia de «ata manera: Bien se pudiera hacer libro aparte (que aseguro fiiera grande) de las Cartas, Cédulas y provisiones Rea.le9 que 'esta ds.la de Tetie-rife ha alcanzado y de ella» sus Magestades los católicos Bey»B nuestros Señores, de gloriosa memoria, le han hecho merced, porque son muchas; de algunas que están en los libros y cuadernos de provisiones Reales en eJ archivo del Concejo d© eista isla de Tenerife doy íiotioia, y las que me han parecido más esenciales (aunque todas lo son) he sacado a la letra, para que el curioso lector se divierta en leerlas, y la tenga de los privilegios que esta isJa, sus vecinos y rcsidertee gozan áe tantos años a esta parte. Muchas más Cédulas tiene esta isila que están originales preiseintadas en procesas, aeí en el archivo de*! dicho Concejo como en otros públicos que no doy noticia por no ser tan prolijo, y son las más de particulares" (19). (18) Bl cronista continúa diciendo: "Conduyo con una lista de todaa Itfa personas que tuvieron nepartiinientos en la Ma de Tenerife que es ouniosa y parecerá fácil en leerla, pero a mí fué tralhajoBa en componerla, cuidado y algúm desvelo me ha costado; pero cualquier trabajo por la patria «8 dulce y suave. Autores antiguos y modiemos me han enseñado lo que escTtiibo; pero algunos con difeit-ntes opiíniones, y de ellas hie tomado lo que más cierto me ha parecido". (19) Núftez de la Peña termina la introducción de este libro seguai-do del siguiemti; modo: "No quisiera que hubiese falta, no he sido perczo» 316 Y del último dice: De oosas diversas trato en este tercero libro, que aunque varias me parece conducen, a mi intento, que es tratar de lae islas de Canaria, y a ellas perteiniece lo tratado en nueve capítulos que lo reparto en eil primero de la pobüación de la isfla de Temerife, die eu ciudad, villa y lugares y tomplosi; en el «egiaindo de los isieñores Obispos que ha habido ein estas iisilas; en el tercero de loe Gobemadores, Corregidoros y su» Tenienteis de la de Tenerife, y de los Capitaines gen-ralee de todas ®iete; en el cuarto de los Regidkwes, Jutradosi, Alguaciles mayores, que ha habido en la de Tenerife; en el quinto de los alcaide» de mis casitillos; len el sexto de la® fies(tae, que en la dicha isla de Tenerife «e han hecho en lae Coronaciones de los Reyes... en el séptimo de la barateza que hubo en esta isla, y de algunas cosas notables quo han sucedido en ellas; en el octavo die las armas de algunas nobilísimas familias die eata isla...; en el noveno de los milagros de nuestra :»eñora de Candelaria. La Conquista fué acogidia con general aplauso por la nobleza y el clero. La obra llemaba urna neoesidíid harto sentida en su tienupo y latm en los actuales, y por eso los elogios fueron unánimes. Tanto es así que casi tardó un siglo en pirodticipse otra historia que la superase. Esto se debe prioicipalmente aJ método empleadd por nuestro historiador de utilizar en su obra los documentos de archivo y la oreencia de que Núñez de la Peña había agotado el contenido de aquéllos. D. Lope de la Guerra, en la Noticia biográfica de leiste vcroinista 'nos dice: D. Juan repasó todos los papcfles del Ayuntamiento, el crecido número de los libros de acuerdos, los de datas, los libros de cédula» reales, loe protocolos de escrituras, los legajos suieltos, los procesos, etc., que todos se hallan con notas de su puño a los márgenes. Formó un libro de índice alfabético de todos los acuerd'os y otro de las cédulas reales. Uno y otro se han comsiwnido o están guardadloe y ocultos en alguna casa. Yo he viisto un fragmento del Borradoír del índice de Cédtilas Reales... y lo he hallado exacto en sus remisiones. so «n procuirar sajber honores de mi patrüa para dar su noticia; lo qiuie se ha podido he heoho". S17 Este trabajo de oomipálaidior lo confirma nuestro cronista cuando escribe acerca de lo® Capitanes gtenerales, Gobernadores y Tenientes: ...daré noticia en este caipitulo, que no me ha dado poco cuidado saberla; pues para ¡sabeír los que ton sido y en que año y mes fueron recibidos, he mirado sus recibimientos y nombramientos- esn cuarenta y dos libros capituilares del Cabildo de esita isila de a pliego en folio y los máa dte a mil fojas, pasándolas una por una, renglón a renglón, haciendo apuntaciones de todo lo que en és.te y en los dos sigiuientes capituláis se trata, que en el dicho oficio de Cabildo quedan die mi letra la imáis parte... (pág-. 341). La «otividiad idle Núñez de la Peña no s© limitó a los archivos de Tenerife. Hablando de Gran Cararia escribe: ... ya que a eer cronista de esta más que ilustre isla me he puesto, quisiera dar todas las noticias; no podré serlo cabal porque me faltan muohaív no por descuido, que diligencia sobre ello he hecho que algunos días que en Canaria estuve, aunque fue de paso, pro-cura tener algunas, y dewde esta isla la he hecho, enviando a Canaria por alguno^; papJles antiguos, que he sabido pudieran dar algu-iiias, y me han respondido las personas a quienes he ocupado que los papeles antiguos del oficio del Cabildo, que son los que me pudieran de "emipeñar, el tiempo los ha consumido, y muchos llevaron los holande*ea cuando entraron en Canaria año de mil quinientos y noventa y nueve, juzgando les valiera alguna cantidad de dinero su róscate... (pág. 77). Viera y Clavijo es el primero, dtespués de un siglo, que menoeprecia la magnífica lalbor de nuestro croniista. Dice así: D. Juan Núñez de la Peña, aquel buen patriota a quien su gusto dominante por manuscritos, instrumentos públicos y anécdotas, sacrificó todo ent.'ro al estudio de nuestra;; antigüedades, era, por desgracia, uno die ciatos homlbrea sin bastante instrucción, siin estilo, sdn crítica, y sin los demás conocimientos precisos para dcisempeñar loa difíciles encargos de cro-ista. Aisí vemos que s: engolfó en un negocio superior a sus fuerzas, y que bajo el nombre de Descripción de las Islas Canarias sólo nos dáó en 1676 la historia insípida de loa archivos dell Ayuntamiento de Tenerife, envuelta en muchos ama-cronisimos, errores y equivocaciones por lo concerniente a las épocas de las conquistas y otros puntos interesantes... 318 Este juicio del autor de las NotHcias fué aceptado por tod'os los historiadores hasta loa tiempos actuales; pero esos miamos autores ha» oJvida-do la rectificación del propio Viera al trazaír la biografía de •nuestro «ro-niista, en la que nos dice lo que sigue: Es verdad que no tuvo crítica ni filosofía, porque no ise usaban entonces; que no tuvo variedad de literatura, porque no hallaba librerías, ni había saludado otros eetudio» que los escolásticos que tanto dominaban en su tiemipo; pero tuvo celo y •entrañable amor a la patria, y esta virtud fué la que le hizo emprender un trabajo in-meniso «n medio del mayor desamparo y oscuridad de los monumentos históricos, para darnos unas noticias que otro ninguno se había tomado la tarea de publicar, mi bien ni mal. Este patriota útil y laborioso fué el quí reipa«ó todo el caos de los archivos del ayuntamiento dte Tenerife, y de su puño puso notaiB a los papeles; eí que formó índices de las cédulas', i>roviisiones reales y acuerdos, loe cuales sü han perdido; el que campuso el libro de las Ordenaizas die la isla en 1670 (20), por lo que la ciudad 1<3 mandó acudir con ayiu'- da de costa y que se le diesen las gracias... El juicio que merece a Berthelot la obra de Núñez de la Peña es «II mea exacto, y con eus palabras coincidimos: Aunque su estilo se resienta del escolasticismo que entoncee do-minaiba, dtibe agradecérsele el celo patriótico que le dictó aus anotaciones; pero adimitiendo sus aserciones con ciarta reserva... No obstante. Viera juagó muy severamente a su compatriota, acueáin-dolo de ignorancia y de incapacidad. La lectura de la obra de Núñez de la Peña noj ha probado al contrario: que el autoir estaba muy lejos de merticeT asta nota (21). Cúmplenos añadir que en los tiempos actuales se observa entre los historiadores y genealogistas una marcada reivindicación hacia aquel cro- 'nista que, cual monje benedictino, consuimió toda ;8U vida transcribiendo documentos antiguos que legó a la posteridad. (Contimuará.) (20) Acerca de ella escribe D. Lope de la Guerra: "formó el Libro de Ordenainza» de la Isla, sacando por orden todOs los acuerdos que no estaban Tiavocadoa y conducüam a hacer un cuerpo dte obra qiíe' concluyó él año de 1670. Bate lübro subsáste aún, y hubiera sidio muy útil que lo hubieraln impreso". Esa aspRración: ha sido llevadla a caibo por el I^istituto de Estudios OamaTios en eJ año 1936, precedido dé una docta disertlaxáón del profesor de esta UniverBid^ DT. D . José Peraaa de Ayiala. (21) L'EtnograpKie, tradiucción esipañola por J. A. Malibnám, .pág. 65. |
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