B i b l i o g r a f í a
GLOSARIO DE SEMANA SANTA. Prosa y \ereo.
ha» Palmas de Gran Canaria. 1943.
Los alumnos del CJolegio de Enseñanza Media de Las Palmas, "Viera y Cía-vijo",
han reunido sue trabajos en prosa y verso que les ha inspirado la Semana
de Pasión y los han publicado bellamente impresos en los talleres de Domingo
SáiiiOhez Talavera. Ilustraciones debidas a ellos mismos avalan la pequeña edición
que representa un esfuerzo, un aliento y una alabanza para el colegio "Viera
y Qavijo".
NAVARRO (Diego).—"En la paz de tu cintura". Ediciones
"Gabinete Literario". Las Palmas de Gran Canaria.
Talleres de D. Sánchec Talavera, 1943. Prólogo
de Néstor Álamo. 11.5 págs., en cuarto.
Diego Navarro no es un joven de provincias que hace versitos para los diarios
locales. No tenemos actualmente—dejando aparte lo® nombres ya consagrados—
©n la generación presente de jóvenes isleños, ningún buen poeta que sumar
a lo que es aotualmnte poesía. Promesa* más o menos valiosas, pero no más.
El caso de Diego Navarro es muy otro. Conocíamos desde 1940 su hermoso
auto religioso "Huésped de la primavera y vencedor de la muerte", editado con
el acostumbrado primor por la revista "Vértice", como suplemento al número
de octubre-noviembre del referido año. Navarro, alojado en la tradición clásica
del auto, sabe componer en la disciplina del verso renacentista, hermosa» octavas
reales, sonetos, redondillas, espinelas, y alternarlas con el verso irregular de la
vena popiilar e9|>añola y qae im,primen una gracia gilvicentiana a la fragancia
de su ibello auto en donde la juventud se debate entre dos coros: el de las tentaciones
y el de los serafinea.
Aparte de su intervención en el semanario madrileño "Tajo" y otras revistas
literaria», nos <l»-indó el poeta nueve composiciones en la revista "Escorial"
en diciembre del pasado «ño. Cinco de ellas figuran en el libro que edita ahora
en La« Palmas el "Gabinete Liteirario", con un atinad» 'buen prólogo de Néstor
Álamo. Después de su primer libro poético "Amenaza de estío", "lleno de buena^s
ooflas", eegún Álamo, el poeta reúne ahora otras, sin duda mejores, en el Ubro
que titula "En la paz de tu cintura".
m
En tres partes distribuye Navarro su poético surtidor: "Poemas de amor'',
"Rimas humanas" y "Castilla". En ¡a primera parte nos muestra una nueva "razón
de amor" ya no de poesía pura. Una tibia sensualidad de savia limpia y joven
contenida en la disciplina formal de hernioisísimos sonetos y bellas décimas
espinelas. Los sonetos de "Rimas humanas", fina literatura para ilustrar naturalezas
muertas, bajo el rótulo prestigioso a lo "Tomé de Burguillos", integran
la segunda parte. El soneto parece la estrofa preferida del poeta y, efectivamente,
acierta en él con gnan valor poético.
Sonetos y espinelas son los poemas de la última parte, "Castilla", i Es Diego
Navarro un poeta canario? No hay en él, por de pronto, huella alguna de li¡|
gran tradición ¡poétiica de Las Palmas. De cualquier lado pudo ser el autor de
"En la paz de tu cintura". Pero la poesía actual está ya lejos del "grupo regio-nalista"
de las literaturas del XIX. Es curioso como, a partir de la generación
de 1917, las diferencias provinciales o regionales comienzan a desdibujarse en
general en los grupos literarios. Pero, donde menos se espera, la liebre saltav
.4hí en niedio de Castilla, junto a Burgos, cabe el Arlanzón, imágenes i.«leñavs
traicionan al canario:
Cercado por el mar. Mira la playa
llena de trigos altos y maduros...
Es justamente la llanura lo que le hace evocar una imagen marina. Navarro
lleva la ausiencia del mar a su lado, diríamos con una expresión muy de Pedro
Salinas. Por eso empezará su albertiano soneto a Ramón Bonifaz:
Inauguraíido mar verde y moradu
Así, "morada", femenino, que es el sexo que para el isleño tiene el mar. Y
este mar que se le reveló de nuevo a Unamuno, es el cordón que le ata a su isla.
Diego Navarro no reniega de él. Y termina una espinela escribiendo:
Qué delicia navegar
entre los cielos y el trigo.
Arlanzón, me voy contigo
que tengo en la .«lanigre el mar.
M. R. A.
SERRANO. Luciano, O, ¡5. B Los conversos D. Pablo
de Santa María y D. Alfonso de Cartagena. Madrid. Consejo
Sup. de Investigaciones Científicas, 1942. .^33 pg. 4S.
El intereisante tema de esta obra del erudito benedietino de Silos, no toca
en realidad a la historia canaria; no obstante le dedicamos aqui unas lineas porque
el seg^undo de los preladas de raza judia estudiados, Alfonso de Cartagena.
al participar por dtvs veces cuando menos en negociaciones diplomáticas Tefe-rentes
a estas islas, dejó escrito un famoso alegato en favor de los derechos de
Castilla a su dominio. Como era de esperar, la aportación del «nitor no se
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limita a ordenar y recapitular las noticias ya oonocidas, sino qae la» amplía
con materiales inéditos. No obstante en el punto eoncreto qu€ nos interesa
repite «in crítica modificación la tradicional afirmación de que Cartasfen» defendió
el dominio de Canarias ante «1 Concilio de Basilea. En otro lugar hemo«
llamada la atención «O'bre la gratitud de este supuesto, sólo 'basado en un titulo
postizo con el que ha corrido la alegación jurídica de Alonso de Cartagena (vi-de,
Serra, Los portugueses en Canarias, nota SO). Del contenido de la misma se
deduce claramente que se trata de un informe suministrado por el prelado como
persona perita en el tema, de orden del Rey. a su embajador junto a la Sede
Romana, Luis Alvarez de Paz. -
E. SERRA
BARASOAIN, J. A. El mar de nubes en Tenerife.
Madrid, Ministerio del Aire, Servicio meteorológico na-tirnal.
1943; folleto de 22 págs.
Este trabajo del que fué profesor de nuestra Universidad es de orden CiS-trictamente
técnico y cae muy lejos de nuestra competencia. De todos modos no
queremos dejar de señalarlo a nuestros lectores, pues en él so estudian científicamente,
fenómenos que los profanos no hemos dejado observar también y que
indudablemente tienen su influencia en la vida insular.
P. FOUCHE: "Apropos de Torígine du Basque", en
Suplemento al tomo V de "Emérita, 1943".
Creemos oportuno llamar a nuestros lectores la atención sobre «iste trabajo,
no obstante las reiservas con que lo puMican sus editores. Porque señaladas
posibles relaciones liiígüísticas del vascuence y el ibero con el guanche (Cf. mi
abra Miscelánea Guanche, pág. 14, y Wolfel: Die Hauptprobleme Weissafrikas,
pág. 137), cuanto se refiera a la caracterización lingüística del vasco o el ibero,
tiene reflejo para «sa hipotética comparación con el canario primitivo.
Pone en su estudio Fouché a contribución lo« estudios de escritores conro.
Trombetti y Schuchardt, datos hist<ir¡cos y principalmente la etnología hispánica,
y finalmente en el terreno lingüístico sobre todo la toponimia do iiarecida
estructura en las lenguas en cuestión.
Con eaos elementas llega Fouché a las siguientes conclusiones:
El vascuence ©s para él una lengua mixta; fudamentalniente (en su estructura
morfológica, sintaxis y gran parte del léxico) caucásica y por tanto relacionada
con el georgiano, aibghaz, etc.. Sobre esta base, hay unía gran cantil
dad de afinidades principalmente lexicales, y aliguna otra (poco numerosas)
gramatical, con las lenguas camiticas, principalmente con el grupo meridional
(cutíhitas y mil óticas), más que con el grupo septentrional (egipcio antiguo y
bereberes). Y también otros elemetos lexicates altaicos (traídos por los braqui-céfaloa
alpinos) y en imienor cantidad restos no bien definidos de un elentento
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autóctxmo procedente de la pablaci6n inagdailenieriise o franco-cantábrica, oriífi-naria
de la región.
A Vasconia llegaron los elementos camiticos y los caucásicos o asiánicos en
varias oleadas por el Sur, procedentes de elementos de la cultura capsiense. de
la civilización alimeriense, de la de las grrutas del ArgaT del vaso campaniforme
y de ,los megalitos.
El Ibero, desde el mismo punto de vista linigüístico, esitá también integrado
por elementos camiticos y caucásicos, también procedentes de la cultura almo-riense
y argárica; y por consiguiente su contacto con el vascuence reforzó estos
elementos y de aquí las coincidencias entre aimbos; y tomó del vaisco elementos
altaicos que el ibero no tenía.
La base fundamental del substrato preindeuropeo, en toda la Europa mo-ridional,
es altaico y caucásico, coincidiendo erv parte con la teoría del substrato
vasco-caucásico xi* Trombetti.
Ya indiqué que se hacen grandes reservas al méodo y conclusiones de
Fouché; y el propio autor reconoce que algunas de las aproximaciones toponímicas
traídas puedan no ser prcbativas, como efectivamente no lo son. (Alba,
lo mismo que Albión, debe ser de otro tronco del señalado).
De ser cierta la tesis de Foaiché. se comprende qué débil resultará, para la
caracterización del canario indígena, el hallar un núcleo de aproximaciones entre
este idioma y el vascuence; p'Uesto que en último término habría que terminar
la caracterización de esos mismos elementos como caucásicosi, camiticos,
o altaicos, ya que no como más primitivos. Pero eso lo resolverán los canvpa-ratisitas.
J. ALVAREZ