Comunicaciones a la Dirección
EL ALUVIÓN DEL AÑO 1826
Sr. Director:
En el diario «La Tarde» y en su edición del 2 de febrero de
1951, aparece un escrito sobre el aluvión del año 1826. En dicho
artículo y en su apartado III se dan unos datos sobre las pérdidas
sufridas en el Valle de La Orotava,
Yo poseo un papel —bastante amarillento, por cierto— de aquella
época, que fué encontrado por mi padre con unas escrituras más
antiguas todavía, en las que se dan algunos datos. Al pie copio lo
escrito en dicho papel, para que pueda comparar sus datos con los
de don Pedro Tarquis —que es el autor de dicho artículo—, por si
le son de alguna utilidad.
Sin otro particular, quedo de usted atento s. s.
J. E. MENESJO
Eamal—La Orotava
Estado que maniflesta la pérdida de Personas, Casas y Animales, que
causó de la noche 7 al 8 de Nov.* el Aluvión de 1826, en ceis Pueblos de
la banda del Norte de la Isla de Tenerife
P U E B L O S
Villa de La Orotava
Puerto de la Cruz
Realexo de Arriba
Bealexo de Abajo
Guanoha
Rambla
Total
Hombrs*
de mal
de 26 ano«
41
11
62
Mu tere*
de menof
de 20 Bftoi
68
6
60
Total
de
persona*
104
17
25
14
52
10
222
CASAS
Da teja
103
28
41
9
61
14
266
De paja
41
39
80
Anlmalea
de todaa
especies
591
23
11
13
638
Por un oáloulo prudente, valen los terrenos y casas destruidas, en sola
la Jurisdiooión de este Puerto, ochenta mil pesos
338
Nota de la Dirección.—Este aluvión de 1826 es especialmente
célebre y aciago por la pérdida que en él se produjo de la milagrosa
imagen de la Virgen que en Candelaria se veneraba desde
tiempo de guanches. Es sabido que recientemente se han recuperado,
por casualidad, merced a la acción misma de las aguas, restos
de la corona de oro de la imagen. Los contemporáneos acaso se
preocuparon poco de la pérdida irreparable, anonadados por las de
vidas y bienes que la acompañaron. Tenemos una relación, en
efecto, bastante minuciosa,del luctuoso accidente, debida a un funcionario
público de la época, en la que ni siquiera se menciona la
pérdida de la imagen sagrada. Aprovechamos la ocasión para reproducirla,
junto con la más breve del señor Menesjo, con la que,
por lo demás, coincide casi del todo en lo que les es común.
«En la noche del 7 al 8 de noviembre de 1826 se esperimentó
un temporal de viento y agua que causó en todas las Islas muchos
estragos; y en 8 pueblos de la de Tenerife se sufrieron las desgracias
que manifiesta el siguiente estado:
PUEBLOS
Villa de La Orotava
Puerto de la Cruz
Realexo de Arriba
Id. de Abajo
Guaucha
Rambla
Ycod
Santa Úrsula
Totales
Personas
104
32
25
14
52
10
5
1
243
Cuas
destruidas
144
31
41
9
72
14
311
Animales
591
23
344
13
38
1009
Casas
arruinadas
75
6
2
31
114
>Notas.—En esta ocasión y con la alteración del mar en el
Puerto de Santa Cruz de Tenerife vinieron a la Playa algunas embarcaciones
extranjeras que se perdieron enteramente; otras que
pudieron hacerse a la vela, se salvaron; habiendo perecido con sus
tripulantes un barquito de carga que había salido antes del temporal
para la isla de la Palma, en cuya travesía perecieron, cargado
de xarcia.
>E1 Barranco de Santos se llevó todo el puente que iba al barrio
del Cabo; en el Lugar de Candelaria, desapareció su castillo con la
tropa de guarnición; en el Puerto de La Orotava, una Batería en
Martiánez, salvándose un soldado medio enterrado. El barranco de
Paso-Alto, en Santa Cruz, se llevó un costado del Castillo de San
Miguel; y habiendo sido muchos los acontecimientos, consta de su
relación general».
339
DISPOSICIÓN Y PRÁCTICA DE ENTERRAR EN CUEVAS
Sr. Director: Nuestro estimado amigo y colega don Luis Diego
Cuscoy, ComisHrio Provincial de Excavaciones Arqueológicas en la
Provincia de Santa Cruz de Tenerife, publicó en el número 27-
28 de la revista «El Museo Canario» un interesante estudio monográfico
sobre la cueva funeraria de Los Toscones, en el Barranco
de Abalos, isla de La Gomera. En él se habla de enterrar en cuevas
sobre embaldosado y lajas, encima de las cuales iban colocados,
en distinto tiempo, los cadáveres, hecho éste que el señor Cuscoy
subraya, considerándolo hasta ahora—dice—, en las islas del grupo
occidental, como algo excepcional. El señor Cuscoy considera que
dichas características de inhumanación no se han dado'en otra isla
del Archipiélago Canario, por lo que el ejemplo de Los Toscones
lo estima único. Ante esta afirmación me es grato hacer público
que en la campaña del Plan Nacional de Excavaciones Arqueológicas
de 1944, que dirigimos, se descubrió en el tablero del Barranco
del Hornillo, conocido por Lomo de Paso Blanco, en el declive
que forma la margen izquierda del mismo, una cueva funeraria
medio tapiada, en la que recogimos osamenta humana de unos
veintidós esqueletos, de ambos sexos, envueltos en sus tradicionales
sudarias o esterillas de junco y colocados en carnadas sin una
orientación determinada o fija. Estos cadáveres los hallamos sobre
unas lajas. Consúltese el tomo 11 de Informes y Memorias déla
Comisaría General de Excavaciones Arqueológicas, páginas 135 a
138, volumen éste que recoge las excavaciones arqueológicas llevadas
a cabo en la isla de Gran Canaria, correspondientes a los
planes nacionales de 1942, 1943 y 1944.
Otro caso similar es el de la cueva funeraria en el inicio de la
Hoya del Paso, en el Barranco de Guanarteme o Tamaraceite, en
el término municipal de Las Palmas de Gran Canaria, que descubrimos
y estudiamos en noviembre de 1942, estudio que aun tenemos
inédito. Allí encontramos en uno de los covachos funerarios,
con osamenta humana, una excepcional piedra-almohada de forma
cuadrilonga, de 29 por 21 centímetros, en la cabecera del lecho
mortuorio. La altura de esta piedra oscüa de cinco a doce centímetros,
motivo por el que la piedra ofrece cierto desnivel y disposición
inclinada. Sobre ella aescansaba el cráneo.
Nuevos casos podemos citar que ofrecen esta particularidad de
descansar la cabeza en piedra mas o menos abultada, a manera de
almohadón, o todo el cuerpo sobre lajas o sobre broza o piedra
menuda en diferentes cistas unipersonales o en túmulos de planta
circular, etc.
Por lo tanto, el aparecer lajas debajo de los esqueletos de los
340
aborígenes gomeros en ciertas cuevas funerarias, como la de Los
Toscones, no constituye un caso único en las islas del grupo occidental
ni mucho menos en el Archipiélago Canario.
Sirvan estas líneas de aclaración y ampliación a lo dicho por
nuestro estimado amigo y colega señor Cuscoy-
Sebastián JIMÉNEZ SÁNCHEZ
Noviembre de 1951
Nota.—Por haber llegado a nuestro poder esta comunicación
antes que a la Dirección de REVISTA DE HISTORIA, publicamos
con ella nuestra nota.
Antes que nada debemos agradecer al señor Jiménez Sánchez el
interés que muestra por estos problemas, de los que él mismo es
un destacado investigador.
Conocíamos, porque nos es conocida su obra, todo lo referente
a prácticas funerarias en las islas orientales del Archipiélago, y poseemos,
con relación a las occidentales, los datos mas precisos recogidos
por nosotros mismos. Ahora bien: es posible que por culpa
nuestra no quedaran claramente expuestas las circunstancias espe-cialísimas
que se dan en el enterramiento de Los Toscones, por cuya
causa no llegó al señor Jiménez Sánchez lo que en dicha necrópolis
se daba de distinto. Con el fin de subsanar nuestra falta redactamos
la presente nota.
Las cuevas sepulcrales de las Canarias occidentales presentan
una tapa que las obtura (véase vol. 14 de Informes y Memorias de
la Comisaría General de Excavaciones Arqueológicas). Circunstancia
que, por la que vemos, se da asimismo en Gran Canaria y sos-
{lechamos que también en otras islas. Con cabezal para el muerto
o hemos registrado en la necrópolis del Llano de Maja (vol. cit.,
págs. 99-109, y necrópolis de Azofa en la isla de El Hierro (id. 169
y ss.). Con yacija de troncos y piedras, en esta necrópolis y últimamente
en todas las excavadas por nosotros en el Barranco d,e Santiago
(isla de La Gomera) y Barranco de la Cruz de las Animas
(Tenerife). Enterramientos con capas superpuestas de cadáveres,
en la necrópolis de El Becerril (vol. ci,t., págs. 60-67) y en la nombrada
del Barranco de la Cruz de las Animas.
Pero no eran estos detalles los que nos hicieron declarar única
distinta la necrópolis gomera de Los Toscones. Se daban en ella
as circunstancias ya conocidas del tapiado y embaldosado, así
como la de superposición de cuerpos. Lo que no se había dado todavía
en ningún yacimiento funerario de Canarias es que los cuerpos
aparecieran doblados en posición muy próxima a la de cuclillas,
y la circunstancia, verdaderamente extraordinaria, de que sobre
cada cráneo apareciese emplazada una pesada laja o loza natural
I
341
de basalto. Por eso caliBcábatnos a dicha necrópolis de «ejemplo
único».
Nuestra falta de claridad expositiva se agravó al ser publicada
invertida la lám. II del citado trabajo nuestro, y que vista tal como se
publica hace pensar en un cabezal, por ocupar el cráneo la parte
superior en vez de inferior.
Quisiéramos que esta nota dejase bien aclarado lo que, si no es
por interés del señor Jiménez Sánchez, hubiese quedado confuso.
Luis DIEGO CUSCOY
UN CLAUSTRO DEL SIGLO XVI DESTRUIDO
A GOLPES DE PIQUETA
Sr. Director: No muy lejos de las vías comerciales y de gran
tráfico de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, pero sí lo suficiente
retirada para que no llegen a ella los ruidos de los automóviles
y del trajín do la vida, se encuentra la apacible y acogedora
plaza de Santo Domingo. La plaza no es hermosa, sólo tiene una
vieja pila de agua de negra cantería del país y algunos grises árboles
sedientos, que esperan, estirando sus ramas perezosamente, el
Ereciado líquido que les devuelva la juventud y el verdor a sus
ojas. La plaza es triste y árida; su piso, enlosado a la vieja usanza,
está calcinado por el sol, pero ella tiene el encanto de esas plazuelas
silenciosas y abandonadas entre torcidas callejuelas. Si me preguntasen,
no podría contestar por qué me gusta la plaza, Pero
siempre que visito la ciudad no me marcho sin pasear por sus gastadas
losas y tener un largo y silencioso coloquio con ella.
Entre sus edificios, que son modestas construcciones, se encontraba,
hasta hace unos años, el convento de Santo Domingo, que
según la tradición fué piadosa fundación de los Señores Reyes
Católicos, quienes se asegura protegieron y auxiliaron esta sagrada
obra.
Terminada la dominación de la isla de Gran Canaria, el gobernador
y conquistador don Pedro de Vera y Mendoza, alcaide de
Arcos, Jimena y Cádiz, veinticuatro de Jerez, bisnieto del famoso
don Diego Hurtado de Mendoza, almirante de Castilla y señor de
Hita y BuitragoS que había fundado entierro familiar en el conven-
1 Sobre las dudas respecto a la ascendencia de Pedro de Vera, véase
HIPÓLITO SANCHO, La familia del Qobemador Pedro de Vera. «Revista de
Historia», XII, 1946.—N. de la R.
342
vento de Santo Domingo de Jerez de la Frontera en Andalucía y que
era sumamente devoto del instituto, cedió unos solares de su propiedad
para que la Orden de Predicadores levantase su iglesia y
casa. Comenzó las obras, después de haberse solicitado el auxilio
y la protección de los Reyes Católicos, el padre fray Domingo de
Mendoza, quien vio sus esfuerzos coronados por el éxito, al dar
fin a la fábrica el 19 de marzo de 1522.
En 1599 quemaron los holandeses, con saña y furor, este convento,
añadiendo, según nos dice Viera y Clavijo, pez y alquitrán al
combustible de la iglesia, a fin de que se redujese a ceniza más
prontamente. Empezó la reedificación, con limosnas de los fieles,
el padre fray Juan de Saavedra, y la de la iglesia el vicario provincial
fray Juan Martín. La fábrica subía lentamente, y así transcurrieron
algunos años, hasta que en 1610 recibieron la ayuda y
protección del capitán Rodrigo de León y de su mujer, doña Susana
del Castillo, quienes costearon las obras movidos por no sé qué
misterioso sueño. La reconstrucción se hizo aprovechando los
muros y paredes, que no se habían desplomado por el fuego, y de
esta manera la obra nueva tenía gran parecido con el incendiado
convento.
El cenobio sostenía de 50 a 60 frailes, que enseñaban en sus
claustros filosofía y teología tomístícas; salieron de sus aulas muchos
varones aventajados en santidad y letras, que propagaron por
la muy grave y docta Provincia de Nuestra Señora de la Candelaria
la fama y prestigio de este convento de la Orden de Predicadores.
Su fachada principal de mampostería es sencilla: sólo destacan
la puerta de la iglesia y la del convento, ambas de cantería del país:
la primera se reedificó en 1786', la segunda es, seguramente, de
los años de la reconstrucción del convento.
La puerta principal de la iglesia la forma un amplio y esbelto
hueco, t;;rminado en un barroco arco trebolado, en cuya clave está
labrado en mármol el emblema de los dominicos. En las enjutas
hay sendos pequeños blasones en mármol blanco. En ambos lados
de la puerta están adosadas dos pilastras que sostienen, sobre sencillos
capiteles, un entablamento sin ninguna decoración y un frontón
partido dando paso al segundo cuerpo, formado por dos pilas-trillas
de poco relieve en que descansa un entablamento y sirven
de marco a un lienzo de cantería con un nicho, donde se encuentra
una virgen de mármol. Coronan el conjunto tres óvalos calados, dos
perillones y un sol, de mármol blanco, todo presidido por una pequeña
cruz de piedra.
El interior es un espacioso templo de orden toscano, de planta
2 C. NAVARRO Y RUIZ, Páginas históricas de Oran Canaria, Las Palmas,
1933, pág. 69.
843
típica canaria, de tres naves y tres presbiterios, cubiertos éstos con
ricos alfarjes policromados y aquellas con falsas bóvedas de cañizos.
Dorados altares barrocos y multitud de buenas imágenes de los
siglos XVI, XVII, XVIII y XIX, de artistas peninsulares y canarios,
adornan y decoran la iglesia y la hacen un verdadero museo canario
de imaginería.
Del convento sólo queda, si es que lo han respetado hasta este
momento en que escribimos, el frontis de cantería del país que
forma la puerta-campanario. Es de tres cuerpos; en el primero
está la puerta formada por un hueco, coronada por un arco de medio
punto sin archivolta y con una sencilla moldura a modo de
imposta. El segundo lo forma un paramento liso de cantería y en
el medio campea el blusón de mármol blanco de la Orden de Predicadores.
En el último se encuentra el campanario, con dos arcos
de medio punto con sencilla moldura de imposta, donde se alojan
sendas campanas de bronce. Termina la puerta-campanario en
un ático q^ue lo corona y le da esbeltez, formado por dos perillones,
un pequeño arco de medio punto, donde se encuentra un esquilón,
rematado por un pequeño frontón que parte una cruz de piedra.
La puerta-campanario no puede ser más sencilla, mejor, más
pobre, si se quiere; pero tiene esa elegante sobriedad tan característica
de los edificios canarios.
Daba acceso esta puerta-campanario, tan frecuente en los conventos
isleños, a un espacioso patio rodeado de un claustro de dos
pisos, de arquería de medio punto, pero que aun conservaba algunos
arcos apuntados, quizá vestigios de aquel viejo cenobio incendiado
por los holandeses y, por lo mismo, de gran valor e interés
artístico-arqueológico. Soore unas delgadas y esbeltas columnas
toscanas, corría una arquería de medio punto con sencilla archivolta,
que sostenía el entablamento y el segundo piso, del cual no podemos
dar referencia por las razones que exponemos a continuación.
Cuando visitamos este famoso convento por primera vez, ya
habían sido desmontados el entablamento y el segundo piso del
claustro, por lo que no sabemos cómo era y, por lo mismo, no podemos
decir nada sobre él, ya que nuestro querido amigo, excelente
fotógrafo y gran entusiasta de las cosas canarias don José
Naranjo nos dijo que, por desgracia, no existía ninguna fotografía.
Como el lector verá por la reproduccióo, el estado de cosas
era lamentable. Aquí un montón de arena; más al fondo una tonga
de cantos y sillares; en el medio, amontonadas, las vigas de la techumbre,
por todos los lados polvo y escombros.
El buen cura de la actual parroquia de Santo Domingo nos
aseguró que el claustro no solamente se conservaría, sino que sería,
incluso, restaurado. ¡Qué lejos estaba él, como nosotros, de la
verdad!
344
Cuando visitamos, en este año, la iglesia y convento, ¿cuál no
sería nuestro asombro e indignación al contemplar, atónitos, estu-perfactos,
el claustro convertido en una montaña de escombros?
Allí se encontraban partidos, destrozados, revueltos, capiteles, dovelas,
basas y trozos de fustes. ¡Qué triste espectáculo, tan depresivo
para la cultura de un pueblol Porque hay que tener en cuenta
que, además de su valor artístico, era el único ejemplar que se
conservaba de arquería en todas las Islas Canarias.
¿Es posible, nos preguntamos, que existan motivos, hoy día,
para que un monumento artístico ceda su solar para construcciones
anodinas y carentes de todo valor?
Creemos que no. Por eso nos duelen estos terribles atentados,
estas profanaciones y destrucciones de nuestro acervo artístico, y,
más aún, cuando se hacen estas horribles cosas en un archipiélago
donde, por destrucciones intencionadas de piratas, incendios, abandonos
y otras causas tan horrendas como éstas, nuestro tesoro artís-tico-
arqueológico ha menguado poco a poco a través de los siglos,
Y si lo poco que tuvo la suerte de llegar en pie hasta nosotros lo
destruímos a golpes de piqueta, ¿qué quedará que merezca ser llamado
monumento, a la vuelta de unos cuantos años, si sigue esta
fiebre de destruir para levantar precisamente en los venerandos
recintos, cargados de años y de tradición, estúpidos edificios de la
llamada arquitectura funcional?
Alguien, ne sé quién, ante nuestra indignación, nos enseñó un
arco, el único que se salvó de la bárbara destrucción, que había
sido trasladado para enmarcar una puerta [Cómo si un arco tuviera
parejo valor que todo un claustro completol
Nos duele, también, ver otras iglesias en ruinas, convertidas en
establos, o en basureros y eacombreros, o abandonadas a su suerte.
Y nos duele, de verdad, que haya alguien que opine públicamente
y vea con satisfacción y simpatía la futura destrucción de un monumento
nacional, el antiguo Palacio de Carta, para ceder su solar
a la fastuosa desfachatez de un edificio de banca y bolsa.
Nos duele de verdad la incultura y la indiferencia con que se
ven estas cosas.
...Ya este paso, en este país, donde lo que sobran son solares
vacíos, cualquier día asistiremos con indiferencia y satisfacción a
la venta y destrucción de la Catedral de Las Palmas o de los antiguos
edificios del Ayuntamiento de Santa Cruz de La Palma o de
La Laguna, para que en su solar levante una inmoviliaria un rascacielos
moderno, con el que algún ignorante pretenderá deslumhrar
a los turistas que vienen de Londres o de París.
Ya todo es polvo. Lo que fué claustro de arquería, por donde
paseaban los frailes, lugar de recogimiento y meditación, joya de
un arte que guardábamos y admirábamos como una reliquia sagra-
f^HEMEROICCA P Mu
El destruido oliuistro del coiivcnto de Sniito Doiniíifío de
lilis Pululas do (íriiii Caniíria
1'1M/.M di' Santo Doiniíi^o
Las Palmas de (¡raii ("anaria
'*0^7
s
O)
J3
es
i -
345
da, es a estas horas una montaña de cascotes y piedras rotas a golpes
de piqueta. En su solar se levantará muy pronto otra fábrica
destinada... ¡quién sabe a qué!
¡Si sirviese, al menos, de ejemplo para evitar otras muchas cosas
y para que despertemos de una vez de este letargo de indiferencia
artística!
Un monumento más que se nos fué para siempre.
Miguel TARQUIS GARCÍA
Noviembre, 1951
LAS ARMAS DE LOS CONQUISTADORES ENCONTRADAS
£N EL LUQAR DONDE SE DIO LA BATALLA DE ACENTEJO
Sr. Director: Cediendo a sus ruegos remito a Vd. la descripción
de las armas de los conquistadores encontradas en el sitio donde
se dio la batalla de Acentejo y que existen en el Museo Municipal
de Santa Cruz de Tenerife.
El 22 de septiembre de 1885, y con motivo de ios estudios
realizados para fijar el lugar exacto donde se libró la batalla de
Acentejo, emprendieron una excursión a partir de Tacoronte don
Juan Béthencourt, don Teodosio Oliva y Juan Béthencourt, niño de
7 años, a la región de Bubaque, entre el término municipal de La
Matanza y La Victoria, por ej viejo camino de Santo Domingo.
«Recorríamos —nos dice el Sr. Béthencourt^— inspeccionando
aquellos alrededores, cuando observé que el niño se fijaba en algo
que le llamaba la atención; y cuál no sería nuestro asombro al recoger
del camino unos pedazos de capacetes de brigantina (para la
defensa del pecho) que el día anterior habían arrojado—con otras
muchas que se llevaron los muchachos de aquellos contornos—unos
trabajadores que removían unas vetustas paredes.
>Este hallazgo, que se conserva en el museo del Gabinete Científico
de esta capital, tuvo lugar en presencia de don José Alfonso
Méndez y de don Domingo Hernández García, vecinos de la
Victoria...»
En otras excursiones o por posteriores recuperaciones debió de
hallar el Sr. Béthencourt el resto de las armas no reseñadas en este
trabajo y que se encuentran catalogadas en los libros del Gabinete
Científico como donaciones suyas.
Después de la fundación del actual Museo Municipal, cuando
estuvo instalado en el edificio del viejo convento de San Francisco,
pasaron a formar parte de su acervo, para su conservación y custodia,
las ricas colecciones del ya, en aquella época, desaparecido
1 JUAN DR BÉTHENCOURT, La BataUa de Acentejo.
346
Gabinete Científico; así llegaron al referido Centro las armas encontradas
en el lugar donde se libró la histórica batalla.
Las armas existentes en este Museo y catalogadas como encontradas
en el lugar de Bubaque, en el camino de Santo Domingo,
donde se libró la batalla de Acentejo, donadas por don Juan de
Béthencourt son las siguientes:*
Nim. dd
Catálogo
149
150
151
162
153
154
155
156
157
158
Ndffl. de
Orden
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
Descripción
Medio casco o morrión
Medio casco o morrión
Una pieza pequeña de hierro
Una pieza pequeña de hierro
Una placa de brigantina para la defensa del
cuerpo 0 espaldar de armadura
Una llave de serpentín de arcabuz
Media cantonera de arcabuz
Una sierra con su argolla y cadena de una
ballesta
Una daga
Una espada
• Miguel TARQUIS GARCÍA
«LOS VACONGADOS EN CANARIAS»
Un trabajo poco conocido da Don Joaé María da ZuaznAbar
Sr. Director: El cronista de Guipúzcoa don Fausto Arocena nos
comunica que el trabajo de don José María de Zuaznábar, el crítico
de Viera y Clavijo, titulado LOÍ Vascongados en Canarias, que publicó
en Pamplona el 1820, Longas, in 4 . ' , edición extraordinariamente
rara, hasta el extremo que en la biblioteca de la Diputación
guipuzcoana, que presume de ser completa en estudios y autores
vascos, no existe, fué reimpreso en la revista «Euskal-Erria», de
2 Como se puede ver, es bastante confusa la procedencia de estas
armas, halladas en un escondrijo, no perdidas en el campo. Si las piezas de
arcabuz lo son efectivamente, no proceden de la batalla de Acentejo, tiempo
en que todavía no las había; y si forman conjunto con el resto, tampoco
las otras armas serían perdidas en aquella memorable ocasión.—E. & R.
347
San Sebastián, tomo XVIIl, pág, 15, bajo el título Los Basconga-dos
en las Canarias. El trabajo, que no hemos podido consultar en
estas Islas, pero del que el Sr. Arocena nos ha remitido un resumen,
es relativamente corto (8 páginas de la mencionada revista, de
tamaño 0'240 x 0'155), y debió de ser escrito para sus coterráneos,
en exaltación de la familia vasca. Comienza por citar a Martín
Ruiz de Avendaño y,pasando por las expediciones posteriores a las
Canarias en que intervinieron vizcaínos y guipuzcoanos, se refiere
a los Siverio de Muxica y a otros conquistadores, cuyos apellidos
pregonan tal origen, y termina esta parte de la obra diciendo que
<aun la noticia de la conquista de la Gran Canaria la tuvieron los
Señores Reyes Católicos en Vitoria en 1483*.
Dedica el resto de su trabajo a relatar méritos destacados de
vascos en Canarias y de canarios de origen vasco, como el almirante
Miguel de Vidazábal, Juan Pérez de Aguirre, Martínez de Recalde,
el capitán general Urrutia, fray Luis de Aguirre, el P. José de An-chieta,
Andía Irarrazábal,Brizuela, Mur y Aguirre, Emparan, Bazán
de Larralde y otros.
L. R. O.
LA PARTIDA DE DEFUNCIÓN Y CAPELLANÍA FUNDADA
POR EL PINTOR PORTUGUÉS JOSÉ TOMÁS PABLO
Sr. Director: En el diario <La T a r d o , de fecha 31 de mes de
diciembre de 1951, publiqué el extracto y transcripción de la partida
de defunción y capellanía fundada, en el Puerto de la Cruz,
por el maestro de pintor José Tomás Pablo.
En realidad, los correctores de pruebas ponen muy poco cuidado
en la confección de los artículos hÍ8tórico8,y ello da motivo a
que vean la luz una serie de erratas que destrozan, completamente,
el trabajo y desdicen de su autor. Así,por ejemplo, al transcribir el
número del folio del Libro 6.° de Entierros de la Parroquia Matriz
de Ntra. Sra. de la Peña de Francia, aparece el de 1780, cuando
debió ser el número 178 v.°
Como este pintor ha sido estudiado por nuestros mejores historiadores
tinerfeños, me he creído en la obligación de hacer esta
salva y, al mismo tiempo, publicar la transcripción íntegra de los
documentos. Les agradecería les diese cabida en esa REVISTA DE
HISTORIA, si lo tiene a bien.
Antonio RUIZ ÁLVAREZ
348
DOCUMENTOS
L.° 6.' DE ENTIERROS, F.» 178 V.», PARROQUIA MATRIZ DE LA PEÑA
DE FRANCIA
Josef En tres de Febrero de mil setesientos setenta y ocho aftos,
fué sepultado en el Convento del Patriarca Sto. Domingo deste
Lugar y Puerto de la Cruz, Josef Thomas Pablo (viudo de María
Valentín de S. Diego) vesinos deste Puerto. Le acompañó
el Beneficio con capa, dos capellanes y las dos comunidades de
Sto. Domingo y S. Fran">. deste dho. Lugar. Recibió los Santos
Sacramentos e biso Testamt." ante Nicolás deCurrás, Escribano
Público, ennuebe de febrero de setenta y un años y lo firmo.—
Méndez.—Rubricado.
CAPLL.» DEL MRO. DE PINTOR JOSEF TOMÁS i
El dho. falleció el día prim.° de Feb." de 177S* y antes de morir
impuso verbalm.** en este Conv.'° una Misa resada perpetua
el día del S.' S.» Joseph y por su lim.» señaló tres rs. vellón antiguo,
los que situó con la facultad de redimirlos, sobre un peda-so
de hacienda q.* dejó a su sobrina Ysabel García, quien la paga.
Y de redimirse se han de entregara! Conv.»° diez ps. y m.", según
expresó, p.» su imposición. Hasta hoy 6 de Feb.° de 73 no
se ha puesto en la tabla de misas perpetuas, y mientras no se
haga se cargará en el mes de Marzo como advertía...003.
1 Libro de Hacienda del Convento de San Pedro Gonedlet Telmo, año
de 1693. —Documento de mi propiedad.
2 Véase su partida de defunción que dice fué sepultado el dfa 3.