Pedro de Vera en los bandos andaluces
e n t r e Ponces y Guzmanes
|)or HIPÓLITO SANCHO DE SOPKANIS
Situación de Pedro de Vera al ser exhonerado de la alcaldía
de Xitnena.—Su enemistad con la casa de Niebla.-
Su papel en la bandería de Marchena.—La alcaidía de
Arcos.—Doble aspecto de su actuación al frente de la
misma.—La toma de Cárdela.—La sorpresa de Medina.—
Nuevos hechos militares aquende y allende. - Pacificación
efímera.—La exhoneración del gran Marqués.—Favor
real.—Últimas actividades.
La situación de Pedro de Vera, al ser exhonerado de la alcaldía de
Ximena, ahora formando parte de los estados de D. Enrique de Quzmán,
el ambicioso Duque de Medina Sidonia, era muy difícil. Vecino de una
ciudad donde dominaban sus enemigos y cuyo ambiente le era hostil en
buena parte, en grave aprieto económico, pues sin haber sido nunca hombre
de grandes riquezas pesaban ahora sobre su hacienda gravísimas cargas,
ya que había de satisfacer deudas contraídas durante su magistratura
última, con cinco hijos en edad que los más todavía representaban una
carga, puede decirse que tenía que rehacer su vida sin contar para ello
más que con sus relaciones familiares (que no eran pocas), su situación
social bien definida, con su veinticuatría, que le daba asiento de modo estable
en el consistorio jerezano, y las mercedes de la corona a quien había
servido de modo tan leal y hasta extremos heroicos y que, dejadas entrever
en la siguiente brevísima cédula real de Enrique iV, habrían de quedar
en el papel por la resistencia de sus conciudadanos: Alcaide Pedro de
Vera amigo yo he sabido este caso de Ximena sobre lo cual envió
alia a Alvaro de Castro mi maestre sala para que fable con el Duque
y asimismo con vos. Yo os ruego y mando sea creido. De Madrid.
año 1470 Yo el Rey"-.
1 Citada por VIKRA Y CLAVIJO, Noticias de la historia general de las iskis
Canarias, lib. VII, cap. XVI, pág. 65 n. I*, Santa Cruz de Tenerife, 1940. Se
364
A nada práctico se llegó—la autoridad real había llegado al último
grado del desprestigio—, y fué necesario entonces a Pedro de Vera recurrir
a sus amigos, abanderizándose en aquel sector hacia el cual habla mostrado
siempre simpatías y del cual no había recibido agravios positivos: el
de los señores de la casa de Marchena, a quienes no había servido todavía,
pero con los cuales ligaban a los suyos lazos de cercano parentesco. Esta
decisión era, dadas las circunstancias por que atravesaba Jerez, extrañarse
de su patria, pues dominaban en ella acaso más por la proximidad a Sanlú-car
que por el poder de sus amigos, los partidarios de la casa de Niebla,
y por esta razón la intervención directa del antiguo alcaide de Jimena en
las luchas que en el decenio 1460 a 1470 ensangrentaron más de una y de
dos veces las rúas jerezanas puede decirse nula. En cambio, acaso ningún
otro de sus contemporáneos actuó tan activamente en lo exterior durante
las guerras civiles que con pequeños períodos de descanso llenan el septenio
de 1470-76.
Retirado a la villa serrana de Arcos de la Frontera, cuya alcaidía desempeñaba
por el señor de la misma, jefe nato de la bandería de Marchena,
D. Rodrigo Ponce de León, desde 1470, hasta que los Reyes Católicos le
encargan de la conquista de gran Canaria y la pacificación de las discordias
reinantes entre los conquistadores y señores de aquel archipiélago,
tan codiciado en 1480, este período de la vida de Pedro de Vera, rico particularmente
de contenido, pues es la época en que desarrolla una mayor
actividad conocida y demuestra sus singulares aptitudes para la guerra
de sorpresas, va a ser objeto del estudio presente, un tanto cargado de
detalles y más lleno de lagunas de lo que a primera vista se podría pensar;
y, con el fin de proceder con algún orden, dando una visión de conjunto
de! mismo, vamos a comenzar por establecer su cronología, y estudiarlo
después con el detenimiento posible, agrupando del modo más lógico tos
elementos análogos. Puntos hay en él, como el de los bandos que, de ser
tratado a fondo, exigiría numerosas páginas, pues afortunadamente sobra
materia para hacerlo; pero como tratamos de reunir materiales para la
biografía del conquistador de gran Canaria y no hacer la historia de un interesante
período de la vida jerezana, habremos de contraernos a lo absolutamente
necesario para formar el fondo del cuadro en que se desarrollarán
los hechos, dejando a otros ocuparse de la etiología y desarrollo de
unas luchas tan suicidas.
necesitaba de toda la candidez de Enrique IV para suponer que magnate tan
rencoroso y engreído de su podei- como D. Enrique de Guzmán iba a perdonar
al alcaide de Jimena haber hecho frente con la decisión y energía
que lo hizo a sus ambiciosos proyectos.
365
Ld cronología de la vida de Pedro de Vera de 1470 a 1480, omitidos
los detalles de poca monta, es la siguiente, cuyas pruebas se darán más
adelante, pues está en contradicción con lo afirmado por historiadores que
gozan de autoridad, pero que en esto dejan bastante que desear, y no queremos
avanzar nada de nuevo sin la prueba de lo dicho al canto.
1470. Es nombrado alcaide de Arcos por el Señor de esta villa, Don
Rodrigo Ponce de León, oficio en el que continúa hasta 1480.
1471. Toma parte, a las órdenes del Marqués de Cádiz, en la enlrada
en Jerez, de cuya ciudad se posesiona aquél como su corregidor. Al frente
de una armada formada en Cádiz entra en la ría de Sanlúcar de Barrameda
y quema varios navios de la armada de la casa de Niebla.
1472. Toma parte en la impugnación de la villa de Cárdela, y es herido
en ella. En unión de D. Diego Ponce de León toma parte en la sorpresa
de Medina Sidonia.
1473. En unión del mismo D. Diego Ponce de León toma parte en
una correría por el alfoz de Sanlúcar de Barrameda para castigar los estados
de la casa de Niebla.
1474. Corre la torre de Lopera que estaba por el Duque de Medina
Sidonia sacando una importante cabalgada.
1476. Obtiene licencia real para poder renunciar en uno de sus hijos
la veinticuatría de Jerez y los otros bienes y honores que había recibido
de la corona.
1477. Con motivo de la estancia de los Reyes Católicos en Jerez obtiene
diferentes gracias para sí y para los suyos, que testimonian el favor
que te dispensaban los soberanos, a pesar de su participación en las banderías
como segundo del bando del Marqués-Duque de Cádiz.
1478. En compañía de los caballeros de Jerez realiza una importante
cabalgada en tierra de moros y saca cuantioso botín en ganados.
1479. Realiza otra cabalgada de resultados muy importantes con el
fin de hacer prendas contra los moros, los cuales estaban entonces pacificados
con Castilla.
1480. Antes de partir para la conquista de Gran Canaria, interviene
en la fiscalización del gobierno del corregidor de Jerez Juan de Robles,
su antiguo amigo, acusado gravemente por algunos de los compañeros de
Pedro de Vera.
Iremos ahora por partes.
I
Las banderías de Jerez se habían recrudecido extraordinariamente en
el segundo quinquenio de 1460 a 1470, obligando a los dos magnates, encargados
por Juan II y después por Enrique IV y el infante D. Alfonso de
la gestión de los asuntos públicos en el arzobispado de Sevilla y obispado
366
de Cádiz, a intervenir eficazmente no ya sólo mediante cartas y admoniciones,
que habían perdido toda su fuerza, sino incluso desplazándose el
Duque de Medina Sidonia, en más de una ocasión, para ajustar pacificaciones
que, largamente capituladas y después de prestado el pleito homenaje
de costumbre, eran de bien corta duración en sus beneficiosos efectos.
Conocemos los textos de varias, así como los de una que, redactada
para Sevilla, se generalizó, recibiéndosela en Jerez, y por ellas se comprende
el lamentable estado a que se había llegado, la inseguridad reinante,
la mala administración local y la formación de oligarquías nobiliarias
que pretendían monopolizar en favor propio la dirección de los negocios
públicos. Agrupados los caballeros en dos facciones, que acabaron por
cristalizar en las dos agrupaciones en que se distribuían para los juegos de
cañas, tan en honor en Jerez y fuente abundosa de disputas y discordias,
capitaneaba la primera, esto es, la del puesto de arriba, la casa de Villa-vicencio,
partidaria de la de Niebla, al venirse a la ruptura; en tanto que
los Dávila llevaban la dirección de los de abajo, amigos de los de Mar-chena.
Estas actitudes, que se van delineando a partir de la toma de Ji-braltar,
llegan a ser descaradas, cuando rompen abiertamente D. Enrique
de Guzmán y D. Rodrigo Ponce, al heredar sus casas respectivas, pero
con esta particularidad: que mientras en el que podríamos considerar como
período de gestación la vida llega hacerse imposible por la falta de seguridad
pública, el predominio de los rufianes, apoyados por los caballeros
más principales, que de ellos se valen para imponerse, y un estado de
excitación de ánimos que en cualquier momento y. en especial, apellidando
Zurita o Villavicencio, convierten las rúas y las plazuelas del Jerez
quinquecentista en campos de Agramante, al triunfar el bando de abajo
con la entrada en el corregimiento de la ciudad del Marqués de Cádiz, en
1471, la seguridad se afirma y las reyertas particulares se calman; los
odios continúan y sacarán la cabeza en cuantas ocasiones propicias para
hacerlo se presenten, pero la lucha se proyecta al exterior y la guerra
civil estalló arruinando la comarca en términos tales que un testigo presencial
de los hechos se expresa como sigue: "el Duque y el Marqués
estuvieron tres años en guerras poco más o menos en manera que estaba
toda la tierra perdida por cabsa dellos". Al cabo, el buen sentido o la necesidad
se impusieron y se llegó a un acuerdo, que no hubiera pasado de
una tregua, si la Providencia no hubiese colocado el cetro castellano en
las enérgicas y hábiles manos de los Reyes Católicos, que dieron el golpe
de gracia a los banderizos andaluces con su viaje a Córdoba, Sevilla y
Jerez en 1477^.
2 La historia de los bandos de Jerez está aun por hacer, no obstante
la publicación del rico—en noticias pero indudablemente falto de plan—
367
No es fácil, aunque sería interesante, formar un elenco de los banderizos
de uno y otro puesto en Jerez, al tiempo de figurar en los disturbios
que originaban Pedro de Vera, ni aquí interesa hacerlo. Nos limitamos tan
solamente a consignar que mientras los Dávilas, Villacreces, Zuritas, Ri-quelmes
y Veras, en su casi totalidad, formaban parte de su grupo, le
eran adversos los Villavicencio—aunque con excepciones—, los Carrizo-sas,
los Vargas, los Cabeza de Vaca y todo el dilatado linaje de Hinojosa.
En cuanto a actuaciones de nuestro futuro alcaide de Arcos, su ausencia
casi continua de Jerez explica sobradamente que en las suscripciones de
concordias y asistencias a reuniones de que se nos ha conservado memoria
sea tan problemático, por no decir absolutamente negativo, poder señalar
la suya^.
Un antiguo analista de Jerez, resumiendo la tradición de la ciudad al
hablar del establecimiento del gobierno del gran Marqués en dicha ciudad,
acierta a fijar lapidariamente la significación de Pedro de Vera en este
período de la historia de su patria, cuando escribe sencillamente: "Los
que eran cabezas de la parte del Marqués fueron Juan Riquel 24 y Pedro
de Vera alcaide de Arcos por el Marqués", y como partidario de D. Rodrigo
Ponce y persona de su confianza su actitud queda definida por este
hecho fundamental: el antagonismo absoluto, así personal como político,
con D. Enrique de Guzmán, postura que se robustecía con los profundos
resentimientos que desde su expoliación en Ximena guardaba en su pecho,
en espera de ocasión propicia para tomar satisfacción. Y convenía más a
su carácter enérgico y a su espíritu guerrero acostarse del lado del activo
y caballeresco Marqués de Cádiz, que no de aquel otro magnate, ambi-trabajo
que le consagró el maloírrado investigador D. JtiAN MOUKNO DK
GUERRA, LOS Bandos en Jerez. Los del puesto de ahajo, Madrid, 1929. Materiales
publicados hay en los Anales de Jerez, que publicó años hace «La tradición
jerezana», escritos a mediados del siglo XVIU por BARTOLOMÉ GUTIÉRREZ,
con l')s cuales, y otros aun inéditos, podría intentarse un estudio
de conjunto cuya importancia trascendería de lo local. Esperamos que el
próximo centenario de los Reyes Católicos, que concluyeron con esta pla-ga,
dará ocasión a la publicación de este y otros trabajos parecidos, que
ilustrarán la todavía un poco en mantillas historia comarcal.
3 Materiales para hacer un elenco incompleto—de los banderizos
hay en el libro antes citado do IMOHKNO DK GUERRA, LOS Bandos en Jerez.
voi. 2.", en particular, en los documentos publicados por BARTOLOMÉ GUTIÉRREZ;
Historia y anales de Jerez de la Frontera vol. III.", y en las actas
capitulares del último tercio del siglo XV, bien que en su serie existen lagunas
que corresponden precisamente a aquellos años que nos interesarían
más. Pedro de Vera, como en el texto se apunta, apenas si podría identificarse
con alguno de los de su nombre que figura en las pacificaciones,pues
én los casos que hemos intentado hacerlo lia resultado siempre tratarse del
Bermejo o del Jurado, sus próximos i)arientes. Hombro que i)esó en las
banderías, su acción parece haberse desarrollado siempre fuera de su
patria.
368
cioso y rastrero, que pasó a la historia, no como el más inteligente, ni el
más valeroso, ni el más afortunado de sus contemporáneos, sino como el
mayor señor conocido de renta de la Europa de entonces*.
II
Antemural de Jerez y avanzada en la frontera de los moros granadinos
era al finalizar la reconquista la villa de Arcos de la Frontera que,
realenga mucho tiempo, tras los efímeros señoríos del Almirante D. Alonso
Henríquez y del buen condestable Ruy Dávalos, hacía aproximadamente
media centuria había entrado en los dominios de la casa Ponce, por
trueque de su villa de Medellín, reclamada por la Corona*.
Por su situación, que le permitía controlar un ancho campo; por la
importancia de su fortaleza y por la prosperidad de la villa murada, que
se extendía por las faldas de una elevación cortada en tajo sobre una dilatada
y feraz vega regada por el Guadalete, el oficio de alcaide de Arcos
había sido desempeñado por personalidades de relieve, y dentro del cuatrocientos
figuraban en el elenco de aquellos magistrados Antón de Spí-nola,
hijo del embajador de la señoría genovesa en Castilla Micer (Jaspar;
Diego Fernández de Zurita, que después de quedar cautivo en una de sus
entradas por tierras granadinas desempeñaría el cargo de embajador en la
corte nazarí; y Alvaro del Castillejo, cuya gestión, así en lo militar como
en lo administrativo, dejó profunda huella. Ahora, con el recrudecimiento
4 Benito de Cárdenas, notarlo apostólico y hombre que vivió largos
años en Jerez, recoitíió sus impresiones en un trabajo —incompleto por desgracia—
que es la más preciosa contribución a la historia jerezana, desde
la entrada en la ciudad del Marqués de Cádiz hasta muy avanzada la campaña
contra los moros de Granada. Hombre bien informado en general—
esto no excluye algunos errores de detalle y de cronología y algunas lagunas
y omisiones inexplicables para nosotros—, ol haber podido comprobar
la veracidad de muchas de sus afirmaciones con ayuda de documentación
directa le da una autoridad considerable. Fué conocido por algunos
historiadores de Jerez—uno de olios Bartolomé Gutiérrez, que le cita
sin dar su nombre, transcribiéndolo a veces literalmente—pero no ha sido
su texto íntegro del dominio público hasta que MORENO DE (ÍUEKRA lo publicó
en el vol. I." de sus Bandos en Jerez, págs. «7 a 141. Lo utilizaremos
largamente en nuestro estudio.
5 Arcos de la Frontera, más afortunada que otras poblaciones de
la comarca, tiene un historiador meritísimo, que exploró sus archivos y le
consagró una serie de trabajos ricos en documentación y que no han sido
apreciados en lo que merecen. Entre ellos figuran los Apuntes para una historia
de Arcos de ío ÍVonícra justamente alabadospor autoridades como Me-néndez
y Pelayo y Rodríguez Marín y do los que sería de desear se hiciera
una edición, con notas, que los pusiera al alcance de todos los aficionados.
Utilizamos la segunda edición, incluida en la edición—aun no completado
los escritos de D. MIGUEL MANCIIEIÑO Y OLIVARES, Arcos de la Frontera
vol. I. págs. 134-784.
369
de IH8 querellas entre los grandes andaluces y con el vuelo que toman las
expediciones de castigo, así en Berbería como en la Península, era particularmente
interesante a los Ponces, señores de la villa, colocar al frente
de la misma a una persona que a las cualidades militares y de gobierno,
siempre necesarias, uniese el de una adhesión a toda prueba, y nadie más
Indicado que Pedro de Vera, que sin perder de este modo el contacto con
Jerez, su patria, donde residían los más de los suyos y donde tenía bienes
importantes, escapaba a las vejaciones y molestias de sus contrarios, estimulados
con la conocida mala voluntad que al antiguo alcaide de Jimena
tenía el Duque de Medina.
Desconociendo la data exacta así del nombramiento como del comienzo
de la actuación de Pedro de Vera en Arcos, tenemos que contentarnos
con señalar una fecha aproximada de la misma, el año 1470, ya que desde
los comienzos del siguiente tenemos noticia de su presencia en el maravillosamente
situado castillo, que no sabemos si por estos días se remoza y
amplía, puesto que las armas del gran Marqués, unidas a las de su consorte
D." Beatriz Pacheco, si permiten atribuir al primer Duque de Cádiz
la reforma, no nos dicen cuándo tuvo lugar ésta^.
Un doble carácter presenta la actividad del futuro conquistador de
gran Canaria al frente de la villa titular del condado de los señores de la
casa de Marchena: uno, como continuador de la tradición de sus antecesores,
que ejercen una doble acción, política y militar, con respecto a la
frontera, defendiéndola de los ataques de los moros serranos o tomándola
ofensiva y castigando a éstos con una serie de entradas, no solamente de
castigo, sino, con frecuencia, de finalidad económica; y otro, como segun-
6 MANCHEÑO en el apéndice a su Historia cit, pág. 179, incluye una lista
de Akaides, Alcaldes Mayores y corregidores que ha tenido Arcos. Parece hecha
un poco ligeramente, cosa extrafía en hombre tan cuidadoso y reposado, y
así no es de extrañar incluya a Pedro de Vera sólo de 1488 a 1490, apellidándolo
Pedro do Vera Vahados que, como ya se demostró, es una confusión
con un su deudo. Do 1470 a 1488 incluye los alcaides siguientes—sin
citar las fuentes de sus noticias—/^70, Juan García Lozano; 1478, Fernando
Márquez; 1482, Nicolás Fernández de Eojas; 1483, Fernando de Padilla.
Los documentos que luego se insertarán no permiten admitir este elenco
más que en parte—Nicolás Martín de Rojas ciertamente fué alcaide árcense
y en esa fecha - , pero las afirmaciones del mismo Mancheflo en el
texto de su trabajo, v. gr. pág. 335, al hablar de la sorpresa de Medina, que
atribuye en buena parte al alcaide de Arcos Pedro de Vera, en que contradice
a dicho elenco, nos confirman en la idea de que se trata más que de
un trabajo definitivo, de notas tomadas con miras a algo que se irá formando
y que luego se han publicado sin revisarlas ni darles la última mano.
En la puerta del interesante castillo árcense se encuentran todavía las
armas de Ponce y los calderos jaquelados de Pacheco, como testimonio
elocuente de las obras realizadas, así en la fortaleza como en la Misericordia
de la misma ciudad, a expensas de los cónyuges D. Rodrigo Ponce de
León y D." Beatriz Pacheco.
370
do del Marqués D. Rodrigo en las guerras intestinas, que parece haber
prevalecido sobre el primero, en el trienio 1470 a 1473, que es el más
violento que se presenta en el desarrollo de aquéllas. Aprovechando el
personal adiestrado en la guerra de sorpresas por una práctica de toda la
vida y la buena situación topográfica de Arcos, se utiliza a Pedro de Vera
y a su gente para una serie de empresas, coronadas casi todas por el
éxito, en las cuales, si no aparece oficialmente como la primera figura—
que los hermanos del gran Marqués D. Manuel y D. Diego benefician casi
siempre de su nacimiento—, de hecho fueron dirigidas por él, convertido
en el consejero y hombre de confianza del jefe de su bando. La hábil política
que los Ponces siguen en Jerez, en frente de la poco atinada de los
de Niebla, atrayéndose con hábiles matrimonios y con oficios de honra y
provecho a los personajes más influyentes de la comarca, supo aprovechar
las circunstancias adversas que dificultaban la vida del antiguo alcaide de
Cádiz y Jimena y, honrándole cuando se le vejaba y facilitándole medios
de vida cuando la necesidad le apretaba, consiguió atraérselo de modo
definitivo; y así fué desde entonces Pedro de Vera un servidor no solamente
leal, sino habilísimo, dispuesto a sacrificar fortuna, situación y hasta
la vida por quienes se declararon sus amigos en los tiempos turbios''.
Una primera empresa acometida por D. Rodrigo Ponce, arrojado de
Sevilla después de no corta resistencia y de ensangrentar las calles de
aquella ciudad para contrabalancear el triunfo de los de Niebla, fué la
ocupación de Jerez de la Frontera, aprovechando los poderosos y audaces
amigos que allí tenia, su título de corregidor de la misma y la situación
favorable en que le ponía estar confiada a los suyos desde hacía años la
alcaidía del alcázar xericiense. Pedro de Vera, muy al corriente de lo que
en su patria ocurría, fué el sugeridor del proyecto, y, al llegar el momento
de realizarlo—aunque el éxito coronó el intento, pudo haber cfreciJo di-
7 Es curioso ver cómo los del bando de Marchena se habían atraído
a los principales linajes de Jerez por medio de casamientos: D.'' Florentina
Ponce de León, hermana del gran Marqués, estuvo prometida, primero, a
Fernando de Zurita, pariente mayor de esta poderosa casa y teniente de
alcaide del alcázar, y cuando el fallecimiento del novio hizo imposible el
matrimonio, casóla su hermano con el alcaide Juan de Suazo, señor de la
isla y castillo de su nombre y persona de gran peso en Jerez; D. Eutropio
Ponce, hermano también del Marqués, casó con la hija y sucesora del otro
Pedro de Vera el Bermejo, de quien heredó, a más de la considerable for-tuna,
la veinticuatría que le daba asiento y voto en el gobierno de la ciudad;
y, por fln, a Manuel Riquelme, perteneciente a otra de las familias que más
podían y representaban, casáronlo con D."^ Aldonza, hija de D. Pedro Ponce
y sobrina carnal del jefe de esta última casa. No citamos el matrimonio de
O. Francisco Ponce, el hermano menor del gran Marqués, con la nieta del
alcaide Esteban de Villacreces, por haber sido muy posterior en fecha a la
época de que nos estamos ocupando aquí.
371
ficultades, casi insuperables—, toma parte principal en la sorpresa y en el
combate que siguió al primer momento de confusión. Dejaremos la palabra
al cronista Cárdenas, ya que los historiadores generales aparecen con menos
garantías de segura información. Dice así en su interesante crónica:
ordeno el Marques con los alcaides e con otros caballeros de venir
a tomar Xeres de la Frontera porque tenia gran parte en ella. Paso esto
en el mes de Julio año de MCCCCLXXI. Sábado por la mailana en amaneciendo
entro el Marques en Xerez a tres de Agosto aflo de MCCCCLXXI
años y prendió a los veinticuatros de Xerez e a otros caballeros de la cibdad
que venian con el Duque y envióles a Marchena en prisiones y entro por
consejo de Juan Riquel veinticuatro de Xerez e por Pedro de Vera alcaide
de Arcos y entraron por la puerta de Rota que la tenia Juan Riquel y por
un postigo que esta entre la puerta de Rota e de Santiago que abrieron los
frailes de la Merced e decían otros tiempos que se habla de abrir un postigo
e que se habia de entrar por alli en Xerez e ansi fue verdad. Vinieron
con el Marques los alcaides que vos dijimos de primero. Entraron con
setecientos de caballo e un dia antes ordenaron los veinticuatros de Xerez
que volasen la cibdad cada noche e los que velaban las torres dormieronse
al alba y entonces entro el Marques en la cibdad e peleo Iñigo López en su
casa con Luis de Pernia firieron a Iñigo López e llevaron al castillo e desde
entonces que se ficieron guerta el Duque y el Marques fasta que los
pusieron en treguas^.
Spínola da otros detalles, que pudo conocer mejor que nadie, por disponer
de fuentes hoy perdidas; pero, pues nada de nuevo agregan a lo ya
conocido acerca de la intervención en el caso del alcaide Vera, pasamos a
otro hecho del mismo, no menos significativo, y en el cual debió poner
todo el odio que profesaba a los Guzmanes. Cárdenas lo calla; pero,
constando por otros conductos seguros, no hay que hacer argumento decisivo
de su silencio.
Llegó a noticias del Marqués D. Rodrigo que en Sanlúcar tenía el
Duque una armada considerable, que podía resultar peligrosa para sus
ciudades marítimas de Cádiz y Rota, y consideró indicado un golpe audaz
que restase fuerzas al enemigo y, al mismo tiempo, fuera de un efecto
moral considerable. Mandó organizar una escuadra con las naves de Jerez,
a las que se sumaron otras de Cádiz, y dio el mando de aquélla al alcaide
8 Cfr. BENITO DK CARDENAS. Memoria y verdadera relación de cosas
acontecidas en esta cibdad y fuera dclla ansi entre cristianos tinos contra otros
como con los moros desde el año de mil y cuatrocientos setenta y uno que entró el
Marqués en Xerez fecha por un hombre muy honrado desta cibdad... Bandos cit.
vol. l.° pAg. 87 y 8- Kl !'• RALLÓN: Historia de Xerez de la Frontera, vol. III."
trat. XIV. cap. XÍI. páff. 567 adopta la versión del suceso del cronista Falencia,
que exagera las fuerzas con la cuales vino el Marqués de Cádiz sobre
Jerez y tomó esta ciudad. Falencia era ya entonces canónigo de la colegial
jerezana del Salvador, pero no residía ordinariamente en su beneficio,
ocupado como estaba siempre en servicio de los Iteyes. Además, amigo de
uno de los bandos, esta simpatía se refleja, y no poco, en sus Décadas.
372
árcense, quien, entrando por el río Guadalquivir, sorprendió a los contrarios,
les echó a fondo unos navios, tomó otros y volvió triunfador a Cádiz,
aunque luego una reacción del corregidor de Sanlúcar, que logró rescatar
algunas naves, enturbiara en algo la alegría de la victoria^. Extraflará ver
a un hombre como Pedro de Vera metido en andanzas marítimas, más su
alcaidía en Cádiz y sus expediciones a allende le habían puesto en condiciones
de dirigir la guerra por mar con la misma facilidad que por tierra.
III
La plaza de Cárdela, hoy desaparecida, constituyó durante siglos la
preocupación de los alcaides arcenses, y aún de los caballeros de Jerez,
por haber sido foco de entradas en sus campos, refugio de bandoleros
musulmanes incontrolables y estar ventajosamente situada, que, a no ser
por abandono de sus guardianes, sólo a costa de pérdidas enormes podría
ser tomada. Así, pues, se comprende el interés con que Jerez recibió la
noticia de estar mal guardada, por haberse ausentado los más de los que
la guardaban a la guerra que en Málaga ardía entre el sultán granadino y
el alcaide malagueño, que conocemos, Alquizote, que terminaría trágicamente
para éste, y el acuerdo que en cabildo presidido por su corregidor
D. Rodrigo Ponce se tomó de convocar a la gente de Arcos y salir aquella
misma noche a sorprender tan importante fortaleza. Unióse a los jerezanos
el alcaide árcense en la noche del domingo 2 de Octubre de 1472,
y, llevando a su frente al Marqués de Cádiz, amanecieron sobre la descuidada
villa musulmana no menos de mil caballos y sobre tres mil peones.
No fué fácil la empresa, y hubieran fracasado, si a la fuerza no se
juntara la astucia, pues, según la leyenda, un pastor mostróles un postigo
viejo que salía a un despeñadero; y, según documentos, valiéronse de un
ardid que aconsejaron los de Arcos y merced a él y al valor de D. Manuel
Ponce de León, que iba en la hueste y mató a uno de los dos jefes de la
defensa, desmoralizando así a los moros, pudieron entrar en Cárdela, el
lunes doce, y al día siguiente podía regresar la hueste a Jerez, cumplido
su objetivo".
9 Falta en CÁRDENAS la noticia de este episodio de la quema de la
armada ducal en el puerto de Bonanza, pero la traen RALLÓN, ÜUTIÉRIIEZ y
loa demás historiadores locales, bien que inspirándo.se maniñestamente en
loa cronistas generales de la época, por lo que su testimonio vale poco para
los detalles nuevos que en sus narraciones se pudieran espigar. Cfr. RA-ixÓN
op. cit. trat. cit. cap. XII. pág. 573.
10 CÁRDENAS habla de la toma de Cárdela muy parcamente, cfr. Cronicón,
pág. 117. RALLÓN, siguiendo al P. Spinola, lo hace más largamente:
cfr. Historia cit. trat. cit. cap. XIV, pág. 583. MANCHEÑO trae dos documentos
interesantes que inserta en diferentes pasajes de sus Apunhs históricoa cit.:
uno la concesión del titulo de ciudad a la hasta entonces villa de Arcos,
873
Cárdenas, que da noticia brevísima y de pasada del éxito de sus conterráneos,
nada apunta acerca de la parte que en él pudo tener el alcaide
árcense; pero cierta carta de merced de D. Rodrigo Ponce, otorgada en
Jerez a 13 de Octubre de 1472, esto es, apenas llegado a su residencia,
se encarga de suplir su silencio, ciertamente extrañísimo. Daremos su
texto, pues sobre no ser larga, la creemos bien expresiva:
Don Rodrigo Ponce de León marques de Cádiz conde de Arcos de la
Frontera señor de Marchena considerando que los que bien y lealmente y
con amor a sus señores sirven sean galardonados y honrados de aquellos
a quienes los tales servicios hacen especialmente los que sus personas ponen
a peligro y trabajo en el riguroso crimen y peligro de los combates por
servir a quien deben y porque por exemplo de los que le tal hacen los que
lo vieren e oleren tengan mas pronta la voluntad con animo vertuoso a
hacer cosas y actos dignos de honor y amor para que dellos haya memoria
perpetua honorable y no solamente ellos pero aun aquellos que dellos nas-cieren
siempre serán honrados y acatados por los tales actos y servicios
virtuosos que asi se hacen y mirando con esto tres cosas la primera quien
es el hace o hacer debe bien o merced y dar galardón a los bienes la otra
quien es aquel a quien la tal merced o galardón se hace y la otra que es
la causa porque se hace la tal merced o galardón por onde acatando los
muchos e buenos servicios e continuos e señalados que vos Pedro de Vera
alcaide de mi villa de Arcos con virtuoso en debido amor me habedes
fecho y facedes de cada dia especialmente porque vos fuisteis causa
porque yo tomase y ganase la villa de Cárdela que estaba en poder
de los moros enemigos de nuestra santa fee católica y me distes el ardid
para cobrar la dicha villa en el combate de lo qual fuistes herido e fue
derramada vuestra sangre en servicio e honor mió y tomaste el combate
de la puerta della e entrastes por alli a la dicha villa por lo qual y en remuneración
dello hago vos merced de diez mil maravedís de juro de here-dat
para vos y para vuestros herederos y sucesores y para aquel o aquellos
que de vos o dellos hovieren causa... situados e puestos en la renta de
almojarifazgo de la mi villa de Arcos desde doce días deste mes de otubre
presente en que estamos deste presente año en el cual dia se gano la dicha
villa... [la fecha en Jerez a 13 de Octubre de 1472]".
Es decir, que contrariamente a la narración de los cronistas, la cédula
copiada afirma los extremos siguientes: a) Pedro de Vera tomó parte prin-pág.
327, y otro la pensión que el Marqués de Cádiz concedió a Juan de
Ayilón Mancheño sobre ol almojarifazgo do aquélla para premiar sus servicios
en la referida toma. Ibid., pág. 370.
11 Este doeumonto, que se conservó en el archivo del Real Convento
de Predicadores de Jerez de la Frontera por haber cedido el juro los Vera
para parte de la dotación de la capilla mayor del referido monasterio que
la comunidad les cedió para entierro—de aquí la falsa noticia que repiten
tras el P. Abreu y Viera y Clavijo muchos escritores de haber fundado
Pedro de Vera aquel monasterio—, ha sido publicado en diferentes ocasiones,
bien que sin ponerlo en valor. Cfr. La nobleza jerezana y la orden de
Predicadores, Sevilla, 1929, pág. 77.
374
cipal en descubrir la forma de entrar en la villa de Cárdela; b) fué uno de
los que combatieron en su postigo y entraron en la plaza; y c) recibió
heridas en la refriega, esto es, que la gloria atribuida al hermano del gran
Marqués, D. Manuel, corresponde en parte a otros, entre ellos a nuestro
alcaide y a su subordinado en Arcos, deudo del alcaide de la enriscada
villa de Zahara, de tristes recuerdos, Juan de Ayllón Macheflo, a quien
el mismo 13 de Octubre concedía D. Rodrigo Ponce tres mil maravedís
de juro sobre la renta del almojarifazgo de Arcos, precisamente por el
servicio que le había prestado aquél, "aviendo grandes días que hu-biades
trabajado—\\db\a la cédula—e trabajasteis en buscar el ardit
e forma para tomar la villa de Cárdela... y enel combate y entrada
en que estuvo su vida en muy grave peligro"'^.
Lástima grande que antes de un año ondeara nuevamente el pendón
del sultán granadino sobre la torre mayor del enriscado castillo de Cárdela.
Entre tanto, los cristianos perdían su tiempo en discutir bizantinamente
las condiciones de su pacificación cada día más difícil.
Entre las mercedes concedidas por Enrique IV al alcaide Pedro de
Vera en época cuya data desconocemos exactamente por no conservarse—
que sepamos—su cédula de concesión, figuró la importantísima de la cesión,
por juro de heredad, íel alguacilazgo mayor de Jerez, al cual se unían las
alcaidías de todas las puertas de la referida ciudad, más la de la cárcel y
el oficio, hasta ahora exento, de alférez mayor de sus milicias, cargo de
tanta honra como provecho, y qué, al quedar vinculado en una persona,
ponía a ésta en condiciones excepcionales de prestigio e influencia. Hombre
cauto y conocedor del ambiente hostil que le rodeaba, no hizo uso de
la merced desde el primer momento el agraciado; pero sabedor de desear
tales oficios para cumularlos con la alcaidía del alcázar, el Marqués de
Cádiz, su amigo y protector, brindóle la cesión de los mismos, ya que los
medios de que D. Rodrigo Ponce podía disponer serían suficientes para
doblegar la oposición de los capitulares jerezanos, que seguramente aminoraría,
al no recaer en ninguno de ellos, con el consiguiente aciecenta-miento
de influencia de su familia, el alguacilazgo. Para la cesión era
necesaria la autorización regia; pero esto, que en otro reinado hubiera
sido probablemente dificultoso de conseguir, pues parecía ser un hito más
ganado en el camino de asentar definitivamente el dominio de los de la
12 Cfr. MANCHEÑO: Apuntes oit., pág. 370. Como ostn merced y la otorgada
a Pedro de Vera se despacharon en el mismo día, la cnneillería dol
Marqués de Cádiz redactó dos documentos muy parecidos en su texto, particularmente
en la exposición de motivos, que induce a confusión j^ lleva
a identiñcarlos cuando no se les lee paralelamente.Sin embargo distinguen
perfectamente el peligro en que uno estuvo sin consecuencias y la herida
que recibió Pedro de Vera.
375
casa de Marchena sobre Jerez, no debió ofrecer dificultad mayor reinando
el débil Enrique IV, que de modo ti n benévolo miró siempre así al cedente
como al favorecido con la renuncia y traspaso. Una real cédula enriqueña,
que luego confirmarían los Reyes Católicos y habría de originar no pocos
disturbios y protestas, nos da noticia de lo ocurrido, y vamos a copiar
algunas líneas de la misma, cuyo texto íntegro daremos en apéndice. El
documento está datado en Mérida, a 28 de Agosto de 1482, y el mencionarse
en ella así la anterior concesión de la misma merced al alcaide Vera,
como la renuncia de éste ante escribano público, obliga a poner por lo
menos dentro del año precedente el nombramiento del de Jimena para el
citado oficio concejil de su patria:
por facer bien e merced a vos don Rodrigo Ponce de León marques de
Cádiz conde de Arcos del mi consejo por los muchos e buenos e leales
servicios que me avedes fecho y ende viendo que cumple ansi a mi servicio
es mi merced que de aquj adelante e para syempre jamas mientras biuie-sedes
seades alguasyl mayor de la muy noble e leal cibdad de Xeres de la
Frontera por quanto el alcayde Pedro de Veni renuncio e trespaso en vos
el dicho marques el dicho oficio de aiguasyladgo por su petición e renunciación
synada de escriuano publico segund que yo le fise merced del dicho
oficio de aiguasyladgo mayor desa dicha cibdad con la cárcel y aiguasyladgo
de las [roto] et con las llaves y alcaydias de las puertas de la
dicha cibdad con el aiferasgo della....i^
No teniendo lugar en que colocar esta gracia soberana que muestra
de modo tan elocuente así el aprecio que en la corte se hacía de los servicios
y condiciones, nada comunes del primer agraciado, como la sagacidad
y astuta política del alcaide Vera, que, conociendo perdería la partida él
solo, prefería jugarla por intermedia persona, beneficiándose indirectamente
del agradecimiento del gran Marqués de Cádiz; y, por otro lado,
juzgando no deber omitirla, la ponemos aquí, pues formó parte de las
relaciones que mediaron entre el jefe de la bandería de Marchena y el más
destacado de sus banderizos jerezanos, y aun podría dar pie a sospechar
si la alcaidía árcense, con todos sus provechos, el mantenimiento en el
oficio portantes años de un mismo capitán y las grandes deferencias que
con el futuro gobernador de Canarias se tuvieron en el decenio 1470 a
13 La llpal Cédula enriqueña de traspaso al Marqués de Cádiz del
alí,nincil!\/ir<i mayor de Joroz, despachada en Mérida a 28 de Agosto de
14«2, s(- iMuuiMilia contenida en otra de los Reyes Católicos que la confirman
y ur<rpn su oumplimionto al concojo do .Jerez, que se resistía a admitir
nuevamente dentro do él a D. Rodrigo Ponce de León, inserta en el libro
capitular de USU, fol. 123 y ss. (antiguo 140). La transcripción, aunque defectuosa,
como su simple lectura indica, es, sin embargo, substancialmente
fiel, ya (lue alguna palabra, trocada o mal leída, no altera el sentido del
documento.
376
1480 no fueron debidas en parte a la cesión de un oficio importante que,
desempeflado por un teniente, como lo era la alcaidía del alcázar, consolidaba
el poder de los Condes de Arcos en Jerez, poniendo en sus manos un
sector muy importante de la administración local, pues no hay que perder
de vista que, aunque un tanto alejada de la zona estrictamente polémica,
aquella ciudad continuaba siendo una plaza de guerra antes que nada.
Podría pensarse que esta cesión, hecha a uno de sus hijos—a Diego
Gómez de Vera ya en condiciones de desempefiar el oficio—, hubiera sido
más lógica y acaso no encontrara la oposición que se vislumbra suscitó el
nombramiento del alcaide árcense; pero sería desconocer lo que era el
cabildo jerezano y la psicología del mismo agraciado—desinteresado a
pesar de su fama de codicioso y avaro—, para tachar a éste de desafecto
a los suyos, cediendo un empleo del que seguramente nunca se hubiera
podido posesionar o, posesionado, mantenerse en él.
El negocio se planteó mal cuando en 1482 quiso D. Rodrigo Ponce
hacer uso de la gracia y solicitó de Jerez se le reconociese como su alguacil
mayor perpetuo y sujeto de las demás prerrogativas que la cédula enri-quefía
le había agregado. La protesta fué tan enérgica, desplazándose a la
corte una comisión capitular y tomándose acuerdos tan significativos, que
los prudentes monarcas creyeron conveniente aplazar la decisión definitiva,
que solamente después de fallecido el Marqués-Duque y reduciéndolo a un
mero honor, bien que con repercusión en las rentas de propios concejiles,
llegó a ser algo y, aun eso por la necesidad que los Reyes experimentaban
de agradar a la Duquesa viuda D." Beatriz Pacheco, después de la incorporación
a la corona de la plaza de Cádiz". ¿Qué hubiera sido si Pedro de
Vera, con la enemiga del bando de los de Niebla tan fuerte en su patria,
hubiera intentado se le reconociera como alguacil y alférez vitalicio en
Jerez?
De otras mercedes se hizo mención con anterioridad y no hay por qué
volver sobre lo entonces dicho, pues con lo apuntado hay de sobra para
formarse idea de cómo iba creciendo el prestigio del maltratado alcaide
de Jimena, tanto en la corte como en su bando de la casa de Marchena,
preparando un encumbramiento que no fué duradero—un hado maligno
parece haber intervenido en todos los momentos cruciales de la historia
de nuestro alcaide—, pues lo amargaron contradicciones, afrentas y desgracias
de Índole familiar.
14 En las actas capitulares se encuentra bastante documentación referente
a esta resistencia que Jerez opuso a admitir como su alguacil mayor
ai Marqués de Cádiz, acaso pensando los capitulares que el que había salido
por la puerta entraba ahora por la ventana. RKNITO DE CARDKNAS en su
Crónica la indica, así como RALLÓN, GUTIÉRREZ y otros historiadores locales.
377
Ahora veamos como, apenas repuesto de las heridas recibidas en la
entrada de Cárdela, va a tomar parte Pedro de Vera en una empresa que
le valdrá los mas duros reproches de algunos historiadores de nuestra
época.
Episodio saliente de estos años en que Pedro de Vera desempeñaba
la alcaidía de la villa y castillo de Arcos lo constituye el asalto y toma de
Medina Sidonia, con el cual se vengaban antiguos agravios, y, a la par que
se obtenía una ventaja más moral, por lo ruidoso del caso y las circunstancias
oprobiosas que lo acompaflaron, que militar, pues la ciudad titular
del ducado de los de la casa de Niebla no pasaba de ser, en lo estratégico,
una de tantas plazas avanzadas de la frontera con Granada, abundantes
en la comarca, cuya hegemonía de hecho ejercía Jerez, y, desde Jerez,
su actual corregidor D. Rodrigo Ponce de León. Tres factores parecen
haber intervenido en la determinación de tomar aquella plaza: uno, apagar
con el ruido que esta sorpresa produciría el desagradable efecto producido
por la pérdida de Cárdela, pasada a manos de los granadinos; otro, infligir
un duro castigo al bando de los Quzmanes, cuya moral tendría forzosamente
que padecer gran quebranto, viendo pasada a manos de su contrario,
ya que no Saniúcar de Barrameda, cabeza de hecho de sus numerosos y
extensos estados andaluces, la que servía de base a su dignidad ducal; y,
por fin, aprovechar la ocasión que ofrecía de ser tomada sin gran esfuerzo
ni mayores pérdidas, a causa del descuido en que su alcaide la tenía. Los
cronistas de la época, así locales de Jerez—tal el discreto y puntual Benito
de Cárdenas—, como los generales de Castilla, han consagrado algún
espacio a la narración de un caso que entonces hubo de sobrecoger, por
lo audaz y escandaloso; mas a poco que se les lee, se ve que todos dependen
de una fuente de información común, y que esta fuente no es otra
que el maestrasala Valera, a la sazón alcaide de la vecina villa del Puerto
de Sta. María, en las mejores condiciones para informarse de lo ocurrido,
y, además relacionado, si no tan estrechamente como se supuso con la
familia de la víctima —se ha afirmado el matrimonio de una hija del autor
del Memorial de diversas hazañas con un Basurto—, con los que en la
sorpresa tomaron parte. Así, pues, utilizaremos aquí, falto de documentación
directa, las noticias que así Mosén Diego como el notario Cárdenas
nos dejaron, completándolas y perfilándolas cuanto nos sea posible, para
abordar uno de los episodios de la vida del conquistador de Gran Canaria
que han dado base al siniestro renombre de que en muchos medios, aun
cultivados, todavía gozai**.
15 Recuérdese lo dicho en el estudio anterior al hablar de las recompensas
otorgadas por la corona a Pedro de Vera por su heroico comportamiento
en Jimena.
378
Utilizando las noticias de Mosén Diego, diremos que el motor inmediato
de lo que se hizo fué el antiguo alcaide de Cárdela, Bernal Diañez,
que, asistiendo en la torre de Lopera, ahora en poder del Marqués de Cádiz,
pudo darse cuenta, al realizar su servicio informativo, de las malas condiciones
de defensa en que durante la noche se encontraba la fortaleza de
Medina Sidonia: "El qual [caballero] estando en aquella torre cerca de
Medina e fuese en ynvierno el yva muchas noches por tentar aquella fortaleza
e hallábala a mal recaudo donde no páresela velar mas de un viejo e
la mayor guarda que en ella avia era muchedumbre de perros que de dia
tenían atados y de noche soltaban por la fortaleza. E Bernal Diafiez que
muchas veces venia sintiendo aquellos perros conoscio no se poder escalar
pero con todo no dexaba de venir muchas noches a tentar aquella fortaleza
en la qual era alcaide un caballero llamado Pero Basurto. El qual como
quiera que era casado davase tanto a mugeres que pocas veces dormia en
la fortaleza e a fin de no gastar no tenia gente e todo su gasto era en
caballos e en jaeces de que mucho se presciaba e no tenia mas en la
fortaleza de dos viejos E como la madre deste alcaide oviese gran enojo
de su mal vivir e viese la fortaleza tan mal acompañada e muchas veces
lo oviese reñido ai hijo que ninguna cosa le aprovechaba a fin de que
tomase gente mando matar todos los perros".
Fué poner la mecha a la mina, pues continuando su espionaje el
alcaide de Lopera, pronto supo el desamparo en que quedaba la fortaleza
de Medina, y después de cerciorarse por sí mismo ser asi las cosas, escalándola,
fuese con el cuento al Marqués de Cádiz, esperando que con este
servicio quedaría compensado el deservicio que a los Ronces y aun a toda
la nación había hecho al no defender la fuerte y estratégica villa de
Cárdela.
Y aquí nos encontramos con dos versiones diferentes de un mismo
hecho; una la de Mosén Diego, que pone la dirección de la empresa en
manos de D. Diego Ponce, el hermano del Marqués, y bajo el actual Pedro
de Vera; y otra, la jerezana, que presenta a ambos actuando con completa
independencia y no concede a D. Diego más que haber llegado a Medina
cuando la toma de la fortaleza por el alcaide de Arcos y su gente era un
hecho consumado. ¿Cuál de ellos tiene razón? Oigámosles primero, y
después discutiremos el valor de sus respectivos testimonios.
Escribe discretamente Mosén Diego: "e luego el marques mando
llamar luego a D. Diego su hermano e a Pedro.de Vera alcayde de Arcos
a los quales dio gente escogida de sus cryados e mandóles que siguiesen
a Bernal Dyañez haziendo fama que yban a tierra de moros por hazer algún
hecho señalado. E asi D. Diego partió de Gerez la primer noche de Navidad
e tomo el camino de la cibdad de Arcos e anduvo dos dias por los
montes por desatinar la gente. E la tercera noche de navidad que fue a
veinte e siete del mes de diciembre del afio susodicho llego a la fortaleza
de Medina e como la noche fuese mui escura e hiziese gran niebla no
379
fueron sentidos. E D. Diego mando al alcaide Pedro de Vera que siguiese
a Bernal Diañez y enbio con ellos cien escuderos hombres principales para
que fuesen a poner las escalas e D. Diego quedo con toda ta otra gente
de cavallo e de pie para socorrer disque la fortaleza fuese escalada
media legua o algo mas''^^- Por su parte, Benito de Cárdenas dice con
más concisión y quizá fiándose más de la memoria que controlando la
exactitud de sus noticias, reflejo de la opinión general: "Fué Pedro de
Vera el alcaide de Arcos con los caballeros de Arcos e de Marchena e con
los peones a Medina Sidonia a la furtarpara el Marques de Cádiz"" y no
es preciso ser un lince para darse cuenta de cuan diverso modo relacionan
este escandaloso suceso con nuestro futuro conquistador de gran Canaria.
Para el primero, Pedro de Vera no es otra cosa que el simple ejecutor de
un designio ajeno y aun su actuación quedó sometida a la dirección de
quien por su mayor deudo con el Marqués de Cádiz asumía la autoridad
superior; para el segundo, la gloria total de la empresa con las alabanzas
o censura que mereciera corresponde al alcaide de Arcos que la planea, la
dirige y la realiza. Sin embargo, aun descontando lo que pueda haber de
literario en la narración del cronista de los Reyes Católicos, atento no
solamente a la exactitud del detalle sino también a completar el cuadro.
creemos que su amplia narración se corresponde mejor con la realidad que
no la concisa afirmación del protonotario jerezano. Y continuemos nuestra
labor poniendo a dos columnas, por que mejor pueda apreciarse cómo,
coincidiendo en lo substancial, ambos historiadores difieren en lo que aquí
más nos interesa, esto es, en la parte que corresponda a Pedro de Vera en
la sorpresa. Como desgraciadamente nos faltan los cuadernos capitulares
jerezanos de estos afios, y los historiadores locales se limitan a copiar con
no mucha exactitud la narración de Cárdenas, a quien unas veces, sin
citarlo, y otras, haciéndolo, tomaron por mentor, completándolo con noticias
no siempre ajustadas a la verdad, muy poca será la utilidad que podrán
prestarnos el P. Rallón y el farragoso Bartolomé Gutiérrez.**
16 Utilizamos la relación de MOSÉN DIROO DE VAI.ERA, en su Memorial
de diversas hazañas, cap. LXXXII, pág. 236 y as., entre otras razónos, porque
os la fuente en que bebieron los historiadores que con posterioridad se
ocuparon del suceso, y por parecemos más ecuánime que el cronista Pa-loncia,
poco amigo de los Basurto. Es lástima haya desaparecido la documentación
coetánea y que el historiador de Medina Sidonia, Martínez Delgado
omita por completo un suceso tan destacado de la historia de la referida
ciudad, bien que conocido el plan de su obra no resulta extrafia la
omisión.
17 Cfr. CÁRÜENAS, Cronicón cit., pág. 90 y ss. Es bastante parco en
noticias.
18 Se ha dicho que en el archivo de la casa Basurto hoy en la del
Marqués de Casa Vargas Machuca -se encuentran documentos referentes n
la pérdida de Medina y a las reparaciones prestadas por D. Rodrigo Ponce
de León a los familiares del alcaide muerto en la sorpresa de Medina. Los
380
Texto de Mesen Diego Texto de Benito de [ardenas
e pusieron las escalas al
castillo a media noche e entraron
dentro en el castillo
por consejo de un hombre e
tomaron las velas e les tomaron
luego las llaves de
la fortaleza e abrieron la
puerta del postigo y entro
gente farta y no los sintieron
porque el alcaide non
estaba en la fortaleza que
estaba en la villa abajo e
después que los sintieron
comenzaron a pelear con el
alcaide de Medina Bartolomé
de Basurto e non fallo
consigo sino muy poca gente
que non quisieron pelear
por que el los deshonraba
e a'.li murió el e un viejo y
luego D. Diego que estaba
muy cerca por la mañana el
martes de pascua de navidad
con algunos de Xerez a
caballo entro en la villa.
E luego el Marques con
el pendón de la ciudad
enantes que se pusiese el sol
entro dentro de la villa e
lo recibieron bien e dio a
Pedro de Vera todo lo de
Basurte y el alcaidía e quedo
por alcaide e tornóse el
hemos buscado con cuidado en 61 y podemos decir, con la seguridad que
nos da una investigación a fondo, que ni ahora existen, ni existían hace un
siglo, cuando con sumo cuidado y por persona muy hábil se hizo el magnífico
protocolo de los vínculos de la casa. Y allí hemos podido comprobar
lo que hay de fabuloso en el matrimonio de uno do los señores de la casa
con una hija do Mosén Diego de Valera^ de (juien indudablemente descienden
los Basurto, pero al través de su nieto el comendador Diego de Valera
o Diego Verdugo, que fué jurado en Jerez y una de cuyas hijas casó en
esta ciudad.
La qual [fortaleza] se escalo sin ser
sentidos e como ya estuviesen encima e
la vela que andaba rondando llegase a
ellos sin sentir ni ver cosa alguna con la
grande escuridad fue luego preso e pusiéronle
los puñales a los pechos diziendo
que lo matarían si vozes diese. E luego
subió la gente toda e dos o tres fueron
con aquella vela ala torre del omenage e
mandáronle que llamase diziendo que el
alcaide venia el qual dormía fuera de la
fortaleza. E dos pages que en la torre
estavan abrieron la puerta creyendo que
el alcaide venia los cuales fueron luego
presos e amenazados que callasen e dieron
lias llaves de la fortaleza a Pedro de
Vera el qual fue luego a abrir el postigo
por el cual entro D. Diego con toda la
gente que de fuera avia quedado. E de
todo lo dicho ningunu cosa se sintió por
la madre del alcaide ni por su muger ni
por los esclavos y esclavas que en la
fortaleza estaban.
Sabida esta nueva por el Marques
ovo grande alegría e mando repicar las
campanas esalio déla cibdaddeXerez con
quatrocientos de caballo e fuese a Medina
Sidonia. Llegado ala cibdad los vecinos
della le salieron a rescibir e le besaron
la mano como si fuera su señor natural...
El Marques dexo por alcaide en la fortaleza
de aquella cibdad a un hermano
381
de Pedro de Vera llamado Martin Gómez Marques otro dia martes a
y escomendo la justicia a Francisco de la cibdad de Xerez Orde-
Vera jurado de la cibdad de Xerez... y naron algunos vecinos de
estas cosas asi hechas el Marques se vot- dar a Medina al Marques e
vio a Gerez e mando que Pedro de Vera le aconsejaron dello, lunes
tomase todos los bienes del alcaide Pero en la noche a veinte y sie-
Basurto por le satisfacer de quando el te de diviembre aflo de
Duque tomo a Ximena teniéndola este M CCCC.LXIH ailos...
Pedro de Vera donde entonces Pedro
Basurto ovo todos sus bienes...
Coincidiendo en un punto substancial, cual es el de que la ejecución
de la primera parte de la sorpresa, esto es, el apoderarse delcastillo situado
en lo mas alto de la ciudad y fuera de ella, corrió por cuenta del alcaide
árcense, continúan las diferencias entre ambas narraciones, en lo que toca
a la organización de la administración de Medina, cuando los vecinus de
ésta en vista de su situación, y mal contentos del gobierno ducal, decidieron
en la noche del 27 de Diciembre aceptar el dominio del jefe de la casa
de Marchena. Según Cárdenas, quedó la alcaidía juntamente con la hacienda
del alcaide Basurto, en poder de Pedro de Vera, justa compensación
asi de la ofensa recibida del de Niebla, cuando le quitó por malos medios
la alcaidía de Ximena, como del daño que a su hacienda se había inferido
al quedar para el codicioso Basurto cuanto aquél entonces poseía. Según
Valera, si hubo una compensación económica por lo de Ximena, adjudicando
al despojado entonces los bienes del que lo despojó, y ahora había
sufrido el justo castigo de su mal proceder, y aun hubieron de ser muy
tenidos en cuenta los servicios prestados al bando de los Ponces por el
futuro conquistador de gran Canaria, al proveer el gobierno de Medina,
dejándolo en manos de deudos muy próximos del mismo, cuales fueron el
antiguo alcaide del alcázar jerezano Martín Gómez de Vera, su hermano
y el conocido jurado de la misma ciudad Francisco de Vera, su sobrino,
se dejó al alcaide árcense en su alcaidía, donde prestaba eminentes servicios,
sin encomendarle el cuidado y defensa de una plaza recién conquistada y
que podía presumirse serla atacada por su antiguo señor, si éste era sensible
a una afrenta tan considerable. Y confirman lo dicho por el Maestresala de
los Católicos, que desde su alcaidía de la fortaleza de Sta María del Puerto
pudo estar muy al tanto de cuanto ocurría en Medina el hecho cierto de la
continuación del alcaide Vera en Arcos y la ausencia por estos días de
Jerez de su hermano Martín y de su sobrino Francisco.*^
19 Martín Gómez de Vera hermano del alcaide de Arcos desempefíaba
la alcaidía del alcázar de Jerez por delegación del propietario del oficio
D. Juan Ponce de León, Conde de Arcos, al tiempo de la proclamación en
382
Un detalle precioso omite Cárdenas, en su concisa noticia, que vamos
a tomar de la un tanto desordenada narración de Mosén Diego: la muerte
del alcaide Basurto y la entereza espartana de su madre, que ponen la
nota vibrante y trágica en este luctuoso episodio. Copiamos sus palabras,
terminando con ellas esta concisa exposición.
E la tercera noche de navidad en que la fortaleza se escalo como
D. Diego mandase a toda la gente del marques que en la fortaleza estaba que
diesen una gran grita y el alcayde la oyese vino como hombre turbado con
fasta cincuenta a sesenta hombres e llegado cerca de la fortaleza salieron
algunos de las que en ella estaban e comentaron a pelear. Y el alcaide
Diego de Basurto como hombre desesperado metióse tanto en los enemigos
queriendo quebrar una cadena de la puente levadiíja que fue herido de una
lanzada por la boca que le paso el colodrillo de que luego súpito murió...
E muerto dixo Pedro de Vera a su madre y hermanas que estaban en un
palacio encerradas que lo tomasen alia que estaua muerto. Respondió la
madre que el que le mato lo pusiese en cobro sin sonar voz alguna ni hazer
ningún sentimiento. E afirmóse que los muebles que le robaron valían mas
de un quento...^"
En resumen, la toma por sorpresa de Medina Sidonia, si ciertamente
constituye un episodio saliente de la vida de Pedro de Vera y de
su actuación en las banderías entre Ponces y Quzmanes, que por estos
años ensangrentaban toda la baja Andalucía, no se la puede considerar
como empresa exclusivamente suya, ni hacerla base de una acusación
contra él por la muerte del alcaide Basurto. Perfectamente localizada
cronológicamente en el día 27 de Diciembre del año ¡472, si en su realización
le estuvo encomendado lo más delicado, cual fué la ejecución de la
sorpresa, único medio hábil para conseguir con presteza y sin grandes
pérdidas lo que se pretendía, no le pertenecen ni la preparación de la
misma, ni su iniciativa, ni aún la dirección oficial de la operación, encomendada
a D. Diego Ponce de León, el hermano más querido del gran
Marqués de Cádiz, a quien quizá se quiso dar realce, beneficiándole déla
experiencia y arrojo del alcaide árcense, que sería su segundo, pero que,
en realidad, habría de correr con la organización de todo. Que en la afrenta
Jerez de Enrique IV. Existe el acta capitular del acto; pero, por ser de más
fácil consulta, damos la referencia del P. Rallón, que sigue paso a paso la
narración contenida on aquel documento. (ífr. JÍALLÚN Hislaria..de.. Jerez,
trat. XIII., cap. XXXVI., pág. 212. El jurado Francisco do Vera os bien conocido
eu la historia local por su intervención en muchas de las cuestones
surgidas en estos años, especialmente en las banderías. Ni uno ni otro aparecen
presentes en Jerez, en los meses que siguen a la ocupación de Medina
Sidonia, y aunque la documentación es fragmentaria constituye ello un
poderoso indicio en favor do la veracidad de Mosén Diego y en contra de
Benito de Cardonas, que parece haber sufrido utia confusión. Al fin la cosa
quedó dentro de una misma familia.
20 Cfr. VALERA: Memorial de diversas hazañas, cap. LXXXil, Edic.
Carriazo.
que se infería a la casa de Niebla haya encontrado una satisfacción a los
agravios recibidos en Jimena—Pedro de Vera era padre y tanto le apretaron
que hubo de empeñar a sus hijos en poder de un amigo circunstancial
pero que por intereses y religión en cualquier momento podría convertirse
en adversario—y esto le haya estimulado, lo creemos seguro y muy en
consonancia con su psicología, así como el que haya querido beneficiarse
en lo posible con el saco que se podía presumir seguiría a la entrada y
cobrarse asi, si no en todo, al menos en parte de lo que injustamente le
quitaron en otro tiempo y cuyo poseedor vendría a sus manos, de lograrse
lo que se pretendía. Pero pues ni él mató personalmente a Basurto, ni la
leyenda del despeñamiento de éste son cosa sostenible en buena critica,
serla injusto sacar de aquí una acusación, ya que estas muertes eran una
consecuencia lógica de la lucha y nadie sabia al comenzarla qué destino
estaba reservado a cada uno. En cuanto a la valoración de lo actuado
personalmente por el alcaide de Arcos, creemos que debe ser considerado
como el eje de todo lo obtenido, pues si de la relación de los coetáneos se
desprende dirigió el escalo y fué parte principal en la ocupación del arriscado
castillo medinense, de la atención que el gran Marqués tuvo con los
suyos entregando la alcaidía de la fortaleza, esto es, la autoridad militar
de la ciudad conquistada a su hermano Martín Gómez de Vera y la alcaldía
de la justicia a su sobrino Francisco de Vera, con preferencia a tantos
otros caballeros jerezanos de su bandería, que hubiesen deseado cualquiera
de esos oficios, se desprende que había interés en premiar servicios inmediatos
y, después de compensar pérdidas añejas, renunciando a lo mejor
del botín—que eso significó el abandono de la cuantiosa hacienda de
Basurto—se hizo obra grata al alcaide árcense, dejando entre los de su
sangre los oficios principales de la futura administración de la ciudad ducal
de Medina Sidonia, bajo el dominio de los Ponces.
Algunos años más tarde estas liberalidades pesaron sobre la economía
de los señores de Marchena, pues, pacificados los bandos, hubo de compensar
el Marqués de Cádiz a los sucesores del alcaide Basurto por lo que
perdieron en la sorpresa de Medina, donándoles treinta y cuatro caballerías
de tierra en Campix, que vinculadas permanecieron en la casa hasta que
las leyes desamortizadoras acabaron con semejantes instituciones.'*
V
Los años 1473 y 1474. aunque testimonian la misma orientación en las
actividades del alcaide Vera, son menos ricos de contenido—a lo menos
21 Dice así el P. RALLÓN en su Historia cit., trat. XV, pág. 592. Con él
coincide en lo substancial Bartolomé Gutiérrez, aunque añadiendo algún
otro detalle inexacto.
384
que sepamos—, y marcan un compás de espera en armonía con las treguas
que entre ambos bandos establecen algunos mediadores, en espera de
resultados más duraderos. Gracias a Benito de Cárdenas, el cronista local
que ha salvado tantas noticias interesantes para la historia jerezana, podemos
dar algunos datos seguros, que no serían difíciles de ampliar, si las investigaciones
emprendidas pudieran extenderse a ciertos fondos documentales
intangibles hasta el presente. Como antes hemos hecho, nos limitaremos
a copiar sus palabras, apostillándolas tan solamente cuando sea necesario.
Dice así refiriéndose a una entrada hecha en 1473 por campos de la corte
ducal de los de Niebla Sanlúcar de Barrameda:
Estando el Marques en Xerez envió a D. Diego su hermano e a Pedro
de Vera alcaide de Arcos a correr a Sanlúcar e tomaron seis caballos e
mucha gente de a pie e muchas bestias que estaban cavando en sus viñas
e todo lo mando llevar el Marques a Arcos porque Sanlúcar era del Duque.
Acaeció lunes ocho dias de Marzo de MCCCCLXXIII.'-'^
Se trata, como se ve, de una simple operación de castigo dirigida a
mantener el decaimiento moral en el otro bando más que a conseguir objetivos
militares. Continúa el dualismo entre los hermanos del gran Marqués
y su alcaide en Arcos.
Mayor importancia revistió la hostilización de la torre de Lopera,
caída ahora en manos de los de Niebla, que acabó por caer en las de los
de Marchena, merced a un astuto ardid del alcaide Vera. Dejaremos hablar
de nuevo al notario Cárdenas:
"En este mes e año [Marzo y 1474] fue Pedro de Vera a correr una
torre que se llama Lopera que estaba por el Duque e tomo unos bueyes e
salieron caballeros de Utrera que estaban en resguardo dellos e pelearon
e desbarataron a Pedro de Vera e le prendieron algunos caballeros e
mataron a uno de Sevilla. En este dicho mes tomaron dos hombres desta
torre tomólos Pedro de Vera alcaide de Arcos e por engaño que el les fizo
e partido en Arcos soltólos que se fuesen a la torre. E están de Payo de
Ribera que era suya mirando las cavas que facia, quedóse uno de los dichos
dos hombres en la torre e subioxel otro luego e alzáronse con la torre e
fuyo luego Payo de Ribera a pie e luego vino Pedro de Vera que estaba
en celada que ansí lo habia consultado con los hombres e fue la nueva
luego a Sevilla al Duque e salió fasta Utrera e lugo se volvió porque
estaba Pedro de Vera dentro. Vino la nueva al Marques e salió fuera de
Xerez con la gente fasta la torre de Diego Diaz porque decían que tenia
cercado a Pedro de Vera e de allí se volvió porque no era verdad. Tomóse
a veinticuatro de marzo.*"
El interés que mostró D. Rodrigo Ponce en ir en auxilio de su alcaide
de Arcos es buen testimonio de la valía de los servicios prestados por el
último a su bando.
22 Cfr. BENITO DE CÁRDENAS. Cronicón, cit. pág. 333.
23 Cfr. CÁRDENAS, Cronicón cit. pág. 333.
385
VI
Tantas luchas, con las consecuencias que en lo económico se derivaron
de ellas, llegando a dificultarse en extremo la vida no sólo por la enorme
carestía de lo absolutamente necesario, sino por faltar los primeros productos
a causa del abandono de los campos, obligaron a aceptar una paz
que por forzada no fué muy sincera, como el tiempo lo demostró. En vista
de que ninguno de los dos bandos rivales podía sobreponerse al otro, pues
si el de los Niebla tenía el número y el dinero de su parte, en el otro no
faltaron ni la inteligencia ni el valor, comenzaron las conversaciones, que
llegaron a adquirir importancia, cuando surgió el mediador respetado por
las dos partes y capaz de hacerse oir por sobre el fragor de las pasiones.
El cronista Cárdenas nos ha dejado una relación un tanto pintoresca de los
hechos y por esto mismo vamos a preferirla a las de otros historiadores
más solemnes y conocidos.
Era venido—escribe—un Conde de Tendilia de Castilla que vino por
mandado del Rey e del Maestre de Santiago para los facer amigos. Era
hermano de la del Adelantado tio de la Duquesa hermano de su madre.
Anduvo tanto este Conde del uno al otro fasta que los hizo amigos al
Duque y al Marques e se abrazaron e se fueron a Marchenilla e se concertaron
de se meter en un palacio ellos e otros dos caballeros para se concertar
e fuesen buenos amigos.
Convinieron en poner en manos de dos comisarios, que fueron el
Adelentado y Fabrique Portocarrero, Medina y Lebrija, de los estados del
de Medina Sidonia; y Arcos y Conguardados, habiéndose devuelto previamente
Medina y el Castellar, aunque hubo dificultades, pues no fué tan
fácil que los abanderizados pasaran por lo que sus cabezas ajustaban, y el
interés particular y el odio era lo que mantenía coherentes a aquellos, las
paces se asentaron, y como consecuencia de ella Iñigo López y los otros
amigos de la casa de Medina, presos en Marchena desde que el gran
Marqués había entrado en Jerez, se vieron libres y hechos amigos: "todos
los caballeros que andaban afuera por el Marques de Xerez vinieron a la
ciudad y los del Marques fueron a Sevilla y fueron buenos amigos".**
Precisamente de estos años es una cabalgada de la cual encontramos
una mención imprecisa—carece de indicaciones cronológicas—en el testamento
de Juan de Herrera, otorgado ante Sebastián Qaytan en 19 de Septiembre
de 1507, que reza así: Primeramente al Duque de Cádiz e sus
herederos.... se ha de descontar que me dio el dicho Duque en el Puerto
de Sta Maria de una cabalgada que saco el gobernador Pedro de Vera
en el Almoneda fsic, ¿por Alemein?) por su mandado una mora que en mi
24 Cfr. CAKDENAS, Cronicón cit. pág. 92-93.
386
se remato en cincuenta doblas castellanas"^*. Ahora bien esto ha tenido
que ser en la época en que D. Rodrigo Ponce gobernaba en Jerez, esto
es, de 1471 a 1477, y como los tres primeros años no fueron tiempo indicado
para salir fuera de la zona polémica a buscar aventuras de dudosa
resultado allende el mar no resultará arbitrario colocar esa entrada en
Berbería pasado 1474. A reserva, siempre, de lo que pudiera decir alguna
fuente hasta ahora desconocida.
VII
La política de pacificación interior adoptada por los Reyes Católicos,
como supuesto indispensable de las magnas empresas que proyectaban,
aconsejó el desplazamiento, primero de la Reina y después de D. Fernando,
a las ciudades de Córdoba, Sevilla y Jerez, como el medio más indicado
para terminar con tas banderías andaluzas y reducir a la obediencia
a los revoltosos magnates de la casa de Córdoba y de las de Arcos y Niebla,
que mantenían encendida la tea de la discordia. Fecundo en resultados
y fruto de una hábil política y discreta gestión de la reina, ayudada
por el obispo gaditano gobernador de la archidiócesis hispalense D. Pedro
Fernández de SoHs, resultó el desplazamiento; y después de venidos a
concierto, así el Duque de Medina Sidonia como el Marqués de Cádiz,
quedaba por liquidar un asunto sumamente delicado, pues del acierto o
error con que se procediera dependía no poco el que aquella pacificación
fuese o estable o solamente uno de tantos compases de espera, en un luchar
que periódicamente se recrudecía. Había que sacar de Jerez a Don
Rodrigo Ponce, bien hallado en el alcázar de aquella ciudad y respaldado
por su título de corregidor de la misma; y, por otra parte, no convenía
enajenar su voluntad; y, armonizando ambas cosas, decidieron los Católicos
trasladarse a la ciudad del vino, coloreando sus verdaderas intenciones
con el pretexto de honrar a los dos grandes, hasta ahora en lucha, visitando
sus ciudades. El viaje fué célebre, y el Cura de los Palacios nos
ha conservado una relación de él que se ha popularizado; en Sanlúcar, el
de Medina Sidonia hizo gala de su enorme fortuna, obsequiando a los Soberanos,
que por tierra se dirigieron al vecino santuario de Sta. María de
Regla, donde, satisfecha su devoción, comieron, y de aquí siguieron a
Rota, en cuyo bello castillo-palacio les recibieron los Marqueses de Cádiz,
haciendo D. Rodrigo ostentación de su carácter y generosidad. La
entrada en Jerez fué solemne, y en ella procuró el corregidor extremar la
25 Utilizamos una copia de la ópoca que para en el archivo del Marqués
de Casa Vargas-Machuca, Fondos Herrera. Ha sido publicado, pero
con numerosas erratas de imprenta que vician su lectura e inducen a errores
importantes, por Moreno de Guerra en el vol. II.° de Bandos en Jerez,
pág. 110 a 118. El pasaje copiado, a la p. 111.
387
nota, si bien el haber llegado de noche los príncipes debió deslucir en algo
lo preparado; aposentáronse en el alcázar, que dejó el Marqués pasándose
a casa de uno de sus amigos, el veinticuatro Fernán Ruiz Cabeza de Vaca;
comieron con el corregidor en su posada al día siguiente de la entrada
—7 de Octubre de 1477—y presenciaron los regocijos preparados y en
los cuales se manifestó cuan hondo era el mal de la discordia y cómo florecía
y fructificaba amargamente en cuanto la ocasión se presentaba. Dejaremos
la palabra a Cárdenas, a quien confirman documentos directos.
E después el Marques cumplió con los Reyes e los convido a comer
en su posada a los Reyes e lidiaron seis toros a la puerta de Rota e lidiaron
cuatro a la puerta del Real e ficieron muchos placeres todos loa caballeros
desta ciudad e después del juego de la tarde ovieron enojos los fijos
de Garcia Davila con los Zuritas principalmente Sancho de Zurita con
Martin Davila e decindio el rey de donde estaba mirando e cabalgo en un
caballo y el Marques con el a los meter en paz, e luego a ruego del Marques
no procedió contra ellos e los desterró para Castilla a donde sus altezas
quisieron y estuvieron fuera de la cibdad^^.
No todos eran fiestas, pues entretanto amigaban los Reyes al Marqués
con su hermano D. Manuel, con quien estaba airado desde que éste
intentó desposeerle por sorpresa de su villa de Marchena, y tras de tantear
la voluntad de D. Rodrigo, tenían a raya al de Medina Sidonia, que
desde Sanlúcar urgía se llamase a él y a los suyos a Jerez, convenciéronse
de la incompatibilidad entre los señores de Niebla y Marchena y la absoluta
necesidad de alejarlos y de disminuir su poder. Y sobrevino lo que el
Marqués de Cádiz esperaba, pero con caracteres que burlaron su previsión,
y fué que como escribe Cárdenas, testigo presencial de los hechos:
Estando el Rey Don Fernando e la Reina Doña Isabel en la clbdad
de Xerex puso en sus alcázares y en la cibdad un corregidor e alcaide de-
11a que se llama Juan de Robles e puso dos alcaides y un alguacil e quito
los alcaides que tenia el Marques y era alguacil Juan de las Cañas por el
Marques e quitóle el alcázar al Marques que era de sus abuluengos e dio-lo
al Corregidor... e quitóle todos los puertos cuanto tenia del Rey sino a
Cáliz que le dejo^'.
26 Cfr. CdiiiENAS, Cromcón pág. 94-96. Coinciden con él todos los otros
historiadores locales y aun los extrafíos por lo cual preferimos su texto.
El detallo de la contienda de Sancho de Zurita—carácter inquieto contra el
cual tuvo que proceder Jerez desterrándolo y aun amenazándolo de muerte—
con los Davila está confirmado con la cédula conmutadora del destierro,
que primero fué a Fuenterrabía y de allí se trasladó a Badajoz, la cual
hemos visto en el archivo del Marqués de Campo Real y pensamos publicar
en estudio especial sobre los juegos de caflas acostumbrados en Jerez.
Además, en el registro del sello, cuyo índice fué publicado por Gonzalo
Ortiz de Montalbán, Valladolid 1935, aparece al n" 3013. fol. 479. pág. 357
con fecha de 15 de Diciembre de 1477 la mención del referido documento.
27 Cfr. CAKDENAS, Cronicón cit. pág. 96. Sobre la tenencia de la alcaldía
,388
Por estos días, bien que en la relación de los presentes al recibimiento
de los soberanos no figure, hallóse presente el alcaide de Arcos, Pedro de
Vera, afectado más que ningún otro caballera jerezano en cuanto ocurría a
su jefe el Marqués D. Rodrigo. Precisamente en estos días firmaron los
soberanos la revocación de cierta merced hecha a su escudero Rodrigo
Deza, mencionándole, y de entonces debió datar el favor real de que comienza
a gozar y que culminara en su elección para terminar la conquista
de Canarias y, tras de su remoción de la capitanía de éstas, en el nombramiento
de proveedor del ejército real, en los últimos años de la guerra
contra los granadinos. Amargos, sin embargo, debieron ser para él aquellos
días en los cuales
salió el Marques de Calis... [de la ciudad] que habia seis aflos que tenia
a Xerez como cosa suya e salieron con el Marques furtos caballeros de
Xerez. E este mismo día salió la Marquesa de Xerez para se ir a Rota
porque lo mando el Rey e Reyna que non quedase ninguno del Marques en
Xerez e salió después de vísperas con toda su casa e se fue a Rota pensando
que los Reyes le habían de volver el alcázar al Marques^**.
Se equivocaron en esto los previsores, pues ya D. Rodrigo Ponce difícilmente
volverá a la ciudad de que pudo creerse dueño, y sus relaciones
con la misma serán, en general, poco agradables, pues a todas las pretensiones
que el señor de la casa de Marchena creyó daba base su antigua
hegemonía opuso Jerez la más enérgica y a veces no del todo justificada
resistencia.
Pedro de Vera, amigo y segundo del gran Marqués de Cádiz, hubo
de sufrir—no sabemos si pacientemente—con estos contratiempos, que
hay que traducir en humillaciones. Su carrera se truncaba de nuevo y, retirado
a su alcaidía, tuvo que orientarse ahora en el sentido de desplegar
una gran actividad contra los moros fronterizos, organizando cabalgadas
de tanto honor como provecho, así en la Península, como suponemos del
otro lado del estrecho, en Berbería. Y, cuando menos lo esperara, vendría
la provisión de los Reyes a sacarle de su semidestierro, para ponerle
al frente de una empresa de carácter nacional, que aparecía como de difícil
logro.
del alcázar por D. Juan Ponce de León y su hijo el Marqués D. Eodrigo,
existen numerosas menciones en la documentación capitular, que no transcribimos
por considerarlo innecesario. Cárdenas en esto, como en casi
todo lo que dice, estaba bien informado.
28. Cfr. CÁRDENAS, Cronicón, pág. 96. El Marqués volvió a Jerez en
varias ocasiones, pero siempre de pasada, hospedándose en el monasterio
de San Francisco, con cuyos religiosos tuvo gran intimidad, así como Pedro
de Vera la tenía con los de Sto. Domingo, en cuyo monasterio se alojaba
cuando venía a Jerez desde su alcaidía de Arcos, buena prueba de que ni
él ni sus parientes inmediatos tenían casa abierta en la primera de las ciu-
389
VIH
Los Reyes Católicos, al igual que Enrique IV, su predecesor, parecen
haber mirado con benevolencia los servicios prestados a la corona por el
alcaide de Arcos, según parece desprenderse de algunas noticias seguras
que se han podido ir reuniendo. Las mercedes enriqueñas de la concesión
del alguacilazgo mayor de Jerez con el alferazgo mayor de sus milicias,
que se le agregaba para prestigiar más al agraciado, y la donación del Berrueco—
el antiguo castillo de Estrella—con cien caballerías de tierra en
derredor habían provocado grandes protestas—el beneficiado contaba con
enemigos poderosos y además la envidia hacía grandes estragos entre los
que se sentaban en el consistorio jerezano—y, en la revisión a que sometieron
los nuevos soberanos las prodigalidades de su predecesor, hubiesen
naufragado, de no haberse tenido consideración especial al antiguo alcaide
de Jimena. Y así no solamente no se anularon, sino que del proceso re-visional
salieron, confirmada y reconocida la transmisión, la gracia del alguacilazgo,
y confirmada, bien que con cierta disminución en la tierra
donada—a todas luces excesiva—, la del Berrueco. Dos reales cédulas, la
segunda de las cuales está datada el 13 de Abril de 1477, época en la cual
malquisto con los Reyes el Marqués de Cádiz no se puede atribuir a su
intervención la gracia regia, lo demuestran y armonizan bien con la licencia
concedida al alcaide para poder renunciar en sus hijos la veinticuatría
de que gozaba en Jerez e incluso alguna otra disposición que a primera
vista podría interpretarse desfavorablemente. Así, pues, el futuro conquistador
de Canarias era ventajosamente conocido en la corte de los nuevos
soberanos y se contaba por éstos para el futuro con las cualidades
militares de aquél y con su lealtad a prueba del mayor de los sacrificios.
Entretanto, dedicado él a su alcaidía, escribía algunas páginas más de su
brillante historia militar.
Caracteres de expedición guerrera de envergadur;', más que de cabalgada,
revistió la entrada que, mancomunado con el corregidor jerezano
Juan de Robles, ya malquisto con mucl^os de los caballeros de la ciudad,
hizo el alcaide árcense en Mayo de 1478. EJenito de Cárdenas, que tomó
parte en ella—e fui yo Benito de Cárdenas con estos caballeros con
un caballo, se cuida de consignar en su crónica—, nos ha dejado el relato
siguiente, estampa brillante de una época:
fiados citadas. Los Royos suavizaron ol riííor de su primora proliihicióu
por haberla quebrantado el de Medina Sidonia, con ocasión do pasar de
Sanlúcar a visitar sus almadrabas de la costa, con cuyo motivo entró en
Jerez, siendo recibido por sus partidarios con sonidos niuostras do roso-cijo.
CÁHDENAS, Cronicón, pág. í)7 y 98. En estudio sobre el Maniuós do Cádiz,
corregidor de Jerez, que tenemos entre manos, nos ocuparemos do este y
otros detalles no exentos de interés.
390
Salió el corregidor Juan de Robles con la cibdad de Xerez para se ir
a juntar con el alcaide Pedro de Vera en Arcos para ir a tierra de moros
para facer prenda por las vacas de Juan Riquel veinticuatro de Xerez que
llevo el mariscal que tenia a Zahara e las llevo a tierra de moros e partieron
luego esa noche todos los caballeros de Arcos e fuese delante Juan
Riquel e un fijo de Pedro de Vera con los caballeros de Arcos e con otros
de Xerez que eran por todos cien caballos los que entraron por Cárdela e
fueron fasta cerca de Ronda e sacaron quinientas vacas y bueyes e sacaran
mas sinon porque llovió aquella mañana e fizo gran niebla e salieron por
el puerto cerca de Agrasalema e alli en aquel puerto estaban todos los
otros caballeros con el pendón de Xerez e de alli partieron con la cabalgada
e venimos por junto de Zahara e salió el Mariscal e non fizo nada que
tenia obra de cincuenta rocines e fui yo Benito de Cárdenas con estos
caballeros en un caballo partimos de Xerez miércoles a catorce de Mayo
año de MCCCCLXXVilI. Volvieron los caballeros a Xerez viernes primero
e dejaron la cabalgada a Juan Riquel para destrocar^**.
El nombre del Mariscal de Zahara evoca una de las más siniestras
figuras que en este período de los bandos andaluces figuran y que por su
falsía, su avaricia y su crueldad podría ponerse en parangón con aquellos
siniestros señores gallegos cuya reducción a términos legales costó tanto
a los Reyes Católicos. Pedro de Vera, que en más de una ocasión hubo
de enfrentarse con él, seguramente lamentó no haber podido entrar en
batalla a la vuelta de la anterior cabalgada.
De otra tenemos noticias—muy breve por cierto—que tuvo lugar en
el año siguiente de 1479 y fué fructuosa, así en lo económico como en el
sector político De ella escribe el cronista Cárdenas como sigue:
Entró Pedro de Vera alcaide de Arcos a correr tierra de moros e
sacaron cerca de novecientas vacas e algunas yeguas e cerca de cincuenta
bueyes e mataron fartos moros e trujeron la cabalgada a Arcos e non la
partieron porque la traian por prendas porque eran paces puestas por los
Reyes. Fue esto en el mes de Noviembre año de M CCCC.LXXIX"".
Ya por entonces estaba con el pie en el estribo, como suele decirse,
pues en los primeros días de Febrero del año siguiente se capitulaba la
expedición para la conquista de Canaria, en que la parte militar correría
de cuenta del alcaide árcense; sin embargo, no por eso se desinteresaba
de los asuntos locales, ni prescindía de prestar atención en los asuntos
relacionados con su facción o con personas de su familia. Precisamente
días antes de salir para la conquista con ocasión de la venidii a Jerez de
un pesquisidor que tenía por misión poner en claro lo que pudiera haber
de verdad en las graves acusaciones que contra el corregidor Juan de
Robles había formulado ante los Reyes una comisión de capitulares de
29 Cfr. CÁRDENAS, Cronicón, pág. 118.
30 Cfr. CÁRDENAS, Cronicón, pág. 1'21.
391
la ciudad, entre los cuales se encontraban el antiguo alcaide de Gibraltar
Esteban de Villacreces y su próximo deudo el alcaide Francisco de Vera,
actúa con la diligencia y no sabemos si eficacia características en él, según
testifica el tantas veces mencionado Benito de Cárdenas en su preciosa
crónica:
Vino el pesquisidor a Xerez de la Frontera martes a cinco dias del
mes de junio año de MCCCC.LXXX años que enviaron los Reyes... Fue
[ron] el pesquisidor y el alcaide Vera y otros caballeros a Cádiz a fazer
pesquisa de lo del trigo que sacaba Juan de Robles cuando eran guerras
con Portugal..."
El odiado corregidor pudo salir indemne de la peligrosa encrucijada
en que sus subordinados le pusieron, y Pedro de Vera muy pocos dfas
después embarcaba en el vecino Puerto de Sta. María rumbo a las Afortunadas,
según con todo detalle el mismo Cárdenas se cuida de consignar,
como acontecimiento que hizo entonces época:
Partió Pedro de Vera para ir al Puerto sábado primero de Julio año
de M.CCCCLXXX aílos para ir a Canaria a tomar la isla por mandado
de los Reyes e llevo farta gente a pie e treinta de caballo. Embarco en el
Puerto viernes siete deste mes y año susodicho'^.
Dejó aquí, en espera de coyuntura favorable para embarcarse, a dos
de sus hijos, Rodrigo y Fernando de Vera, de triste memoria ambos, por
distintos conceptos, quienes antes de mucho habían de reunirse con él,
interviniendo en el desenlace de la dramática historia de Juan de Rejón,
mientras el primogénito, Diego Gómez de Vera, continuaba en la Península
las huellas de su progenitor, desde su silla del consistorio jerezano y tomando
parte en la desgraciada entrada del alcaide de Rota Mosén Juan
Sánchez de Cádiz, cuando Azemmour estuvo unas horas en poder de
castellanos.
La conquista de Canarias marca un hito divisorio en la historia de
Pedro de Vera, y lo marca también en nuestro modesto trabajo, sobre este
nuestro abuelo, indicándonos debemos hacer un alto en ellos. Sin embargo,
como aunque no completas, poseemos muchas noticias interesantes que
pueden coordinarse y servir de base así a otras investigaciones, vamos a
intentar una segunda parte a este ensayo, tomando como punto de partida
el retorno del famoso capitán a la Península, esperando que el bien prepa-
31 Cfr. CÁRDENAS, Cronicón, págs.110-111. Juan de Robles, que no era
demasiado escrupuloso ni limpio de manos en su gobierno, fué repetidamente
acusado ante los Reyes, quienes siempre lo sostuvieron, especialmente
cuando, cautivo en las Axarciuias, los capitulares do Jerez aprovecharon
la coyuntura para darse autoridades propias.
32 Cfr. CÁRDENAS, Cronicón, pág. 101. Rectifica, como se ve, a los historiadores
canarios en lo que se refiere al puerto de donde salió Pedro de
Vera, en su primera expedición para las Islas.
392
rado equipo de investigadores con que cuenta la historiografía canaria,
cuyas bellas producciones sinceramente admiramos, llene el vacio, y para
el próximo centenario de los Reyes Católicos podamos enjuiciar serenamente
la tan acremente discutida actuación de aquel que logró fijar definitivamente
en lacorona castellana el florón preciosísimo de la Gran Canaria.
Aquí, una vez más, tenemos que escudarnos tras aquello de que non
ontnia possumus omnes,
APÉNDICE
Real cédula de los Reyes Católicos incluyeudo otra de
Enrique IV por la que se concede el alguacilazgo mayor de
Jerez al Marqués de Cádiz. Libro capitular de 1483, fol. 123
y ss. [antiguo 140]
Don enrrique por la gracia de dios rey de castilla, de león, de toledo,
de galisya, de seuilla, de cordoua, de murcia, de jaén, del alharue, de
algesira, de gibraitar e señor de biscaya e de molina por faser bien en
merced a vos don rodrigo ponce de león marques de cadis conde de arcos
del mi consejo por los muchos e leales seruicios que me avedes fecho y
ende viendo que cumple asy a mj seruicio es mi merced que de aquj adelante
e para syempre jamas mientras biuiesedes seades alguasyl mayor de
la muy noble e leal cibdad de xerez de la frontera por quanto el alcayde
pedro de vera renuncio e traspaso en vos el dicho marques el dicho oficio
de alguasyladgo por su petición e renunciación sygnada de escriuano
publico segund que yo le fise merced del dicho ofisio e es my merced que
tengays el dicho oficio de alguasyladgo mayor desa dicha cibdad con la
carsel y alguasyladgo de las—roto—et con las llaves y alcaydias de las
puertas déla dicha cibdad con el alferasgo della e lo useys el dicho ofisyo
de alguasylasgo por vos e por vuestros lugartenientes e ayades e Uevedes
los salarios e derechos al dicho ofisyo de alguasyladgo anexos e pertenes-cientes
e por esta my carta mando al concejo corregidor, allcalldes e
veynte e quatros e jurados e caualleros y escuderos e oficiales y omes
buenos de la dicha cibdad de Xeres que a vos consyentan de aquj adelante
e a cada uno dellos que vos ayan e resciban por my alguasyl mayor déla
dicha cibdad y usen con vos de dicho oficio o con quyen vuestro poder
ovyere para ello e vos den e recudan o fagan recudir e dar con todos los
derechos e salaryos al dicho oficio annexos e pertenescyentes e que por
rrason del podades aver e llevar segund que lo usaron para los alguasyles
pasados que fueron de la dicha cibdad bien e compiydamente en guysa que
os non mengüenlo en cosa alguna ca yo por la presente vos rescibo al
dicho oficio de alguasyladgo y al uso y exercicio del et vos do por esta
facultad para usar del e lo exercer por vos e por los dichos vuestros lugares
tenientes como quier que por los dichos consejos e oficiales o por algunos
dellos non seades rescebido al dicho oficio de alguasyladgo e que (non)
vos guarden e fagan guardar todas las honrraas e gracias e mercedes e
franquesas e libertades e prerrogativas esensiones e preeminencias e todas
las otras cosas e cada una dellas que por rrason del dicho ofisyo de alguasyladgo
podedes e deuedes auer e gosar e vos deuen ser guardadas e que
393
vos non pongan nin consyentan poner enello nin en parte dello embargo
nj contrario alguno e es mi merced que tengades con el dicho oficio de
aíguasyladgo boz y boto ene! cabildo e ayuntamiento déla dicha cibdad
e tanta quitación como cada uno de allcaide mayor dellos todos segund
que lo han e tienen cada uno délos allcaldes mayores déla dicha cibdad e
que sea demandada la dicha vuestra vos e boto segund que se demandare
e rescibiere de cada uno délos veynte e quatro regidores que seades
presente en todas las cosas que se fisyeren e hordenaren enel dicho cabildo
e ayuntamiento e a bien e pro déla dicha cibdad e en qualquier manera que
ayades de firmar e firmedes en todas las cosas e mandamientos e proui-siones
que firmar acordaren los dichos regidores de la dicha cibdad segund
que cada uno dellos lo fazer puede por razón délos dichos oficios por
quanto asy cumple a my seruicio e que vos guarden e cumplan esta dicha
merced que vos yo fago del dicho oficio e todo lo que conel susodicho es
segund que enesta my carta se contiene e vos non vaya ny pasen ny consyentan
yr nyn pasar contra ella njn contra parte de ella en algund tiempo
nin por alguna manera syn embargo que por parte déla dicha cibdad sea
puesto enel dicho ofisyo de aíguasyladgo de lo rodar cada año en los
vesynos della ny que sea opuesto de los dichos bos e boto e quitación e
alferadgo e alcaydias de puertas e las otras cosas coiitenydas enesta my
merced de que vos yo fago merced que sean anexas al dicho aíguasyladgo
no lo fueren ny ayan seydo fasta aqui ny embargante cualquier merced o
mercedes que de los dichos oficios yo aya fecho e faga qualesquier otras
personas ny embargante asy mismo qualosquier leyes de mis reynos e usos
e costumbres e preuillejos dellos e de la dicha cibdad de xeres ny otras
cosas qualesquier que en contrario de !o susodicho sean o ser puedan o lo
pudiesen perjudicar en cualquier manera que yo de mi propio motivo e
cierta ciencia e poderio real asoluto dispongo— sic por dispenso—con todo
ello como rey e señor e lo revoco e abogo e derogo en quanto aesto atañe
o atañer [pueda] porque mi voluntad es que se faga e cumpla lo en en esta
my carta [continuada] y cada cosa e parte della porque asy cumple a my
servicio y los unos ny los otros non fagades nin fagan ende al por alguna
manera so pena de la my merced y de privación délos oficios e de confiscación
de los bienes de los que lo contrario fisyeren para la my cámara so
la qual dicha pena mando a my escriuano mayor del cabildo de la dicha
cibdad de xeres que con un voto o con dos o los que en ello fuere pase
esta my carta e la de por pasada e non resciba dende ny adelante los votos
délos que lo contrario dixeren syn mi lisensia e mandado e ningunas otras
cosas del regimiento déla dicha cibdad e demás por que qualquier o qualesquier
por quien fyncare de lo asy faser e complyr mando al ome que los
esta my carta mostrare que los emplase que parescan ante my e en la my
corte doquier que yo este del dia que los emplasare en quinse dias primeros
syguientes so la dicha pena e acada uno so la qual mando a qualquier
escriuano publico que para esto fuere llamado que de al que la mostrare
testimonyo signado con su sygno porque yo sepa como se cumple my
mandado, dada en la cibdad de merida a veynte e ocho dias del mes de
agosto año del nascimiento de nuestro saluador ihesu crispto de mili e
quatrocientos e setenta e dos años==yo el rey--juan de ouiedo secretario
de nuestro señor el rey lo fise escreuir por su mandado=Juan safra chan-seller
registrada.