NUEVAS INVESTIGACIONES
El cronista D. Juan Nüñez de la Peña
(Continuación)
por BUENAVENTURA BONNET Y REVERÓN
Las "Exceliaicias" y la "Conquista"
Apeonan pdbDácajd'a la obira dé Núñez die la Peña ftté utilizada por el escritor
Cristóbal Pérez diei Cristo «¡ni sus Excelencias y Antigüedades da
las siete islas de Canana (22), icomo veremois a loantimuaciÓD.
En la itég:. 3, ^ tratar dlel notnlbre ée las islaa, e6«'m.be Pérez del Cristo:
Quieo^ D. Juan Núñez de la P«ña en la Descripción de la con-quésta
de las Carlfurias (lilb. I,\oaip. I) que s«a Tetnenífe la Casperitt
(22) He aquí su veafldad'ero título: "Exoehencias y antigüedades de
las siete islas de Canaria. Primierm parle, en qu0 se comprehenden las
Excelencias de estáis Islas en los renomb'res que le dio la antigüedad.
Dala a luz don Ohristdval Pérez die al Chriato, Doctor em Sagrada TTieolo-gía,
y natuiral' de la Isla dé Tenerife. Dirígela a el nwy iliuetre oavalleiro
don Josepih de Mesa Lugo y Ayala, Marqués de Torreftienmosa, Marq^ués
dé Adalcázar, Maesti-^ de Canvpo de Infantería Española de él álbito de
Alcántara, y Patrón de 'd Convento de Santo Damiimgo «n la Villa de lia
Orotaua de la lela de Tenerife, -vna de las de Oanarila. Con Idoencia: Bn
Xerez de la Fronitena), por luán Antomio Tarazioiia, Imipregsor de la Ciudad.
Año 1679". Existen ejemplares de esta rara obra en la Biibliot^a del
Inatituto (hoy die la Universidad) y en la de l'a Real Sociedad Ecomónvica
de Amigos del Psís die Tenerife, em. La Laguna. Pérez del Grieto nos da
la fecha era que com^inzó a e>9orílbir su obra cuando haibla d« lias agua« má^
iierales del Archipiélago, dicdendlo: "Y de este géoiero ay otras fuentes oé-
!«br:as 'etti Tenerife, y en la Ma de la Pailma, ladondle el bolean que huvo a
«ü ti^mipo qu» «ato ae escriw, comsiumtó vna bien conocida con el nomibre
de la PViieinte Santa..." Como la igruipción de ¡referencia ocurrió en moviem-bre
ide 1677, y Núñez de la Peñía publdcé su obra on loa loomienzoe de 1676,
ten«roo(i croe a los dos año» eacaso» dé v«r la luz púüUica la Conquista era
ya utildziada ipor Péraz del CWato, que residía en lia Penlnunila,
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de Ptalom«o... La déla d« la Palma cxee Peña que es la Heras, o isla
de Juno de Ptolomeo...
Jjo&go el autior de lais Excelencias lialMIa dte ,1a isla de San, Blandano o
San Borondón. y dice en la pág. 4:
'cuya exMeincia dudada de muidhos se hace cierta con- lo que refiere
Peña (cap. I, fol. 4), y yo diré en otra parte.
Refiriéndoee al origem dte los jiatuirales de eetas ialias, Pérez del Cristo
reicoige también el jiuliicio de nuiestro cxonñista:
Peña dice que los de la Ma de Cainaria vienen de Grano, hijo último
ide Noé, de quien tiwnd esta Ma el nomlbr© de Oaoaria. Y Go-
Tnet, sahrino de Grano, dice pobló a la Gomera... A Tenerife, dice
el mismo Peña, la pobló Quinto Sertorio, romano, y qajie la llamó
así aludiendo a su monte nevado de Teide... A la Isla de la Palma,
dice el mismo, la poblaron españoiies que arribaron a ella... (páginas
7 y 8).
Amjjláaindo este punto escribe Pérez del Grieto:
Si Sertorio llegó a ellas [a las Oanariasi], no lo ddce Plutarco, ni
tenemos hoy la ihástoria de Saiuisitio en que hace mención de éste
deseo de Sertorio. Peña en el lilb, I, loap. II, fol. 18, diee que Lucio
Floro, a quien no tengo a mano, afirma que de hecho paeó con algunos
romanos y españole®; y él, afirma este autor, poibió la Islki de
Tenerife, de donde volvió a Eépaña y le dieron muerte a traición (página
22).
En la cuestión planteada por Pérez del Grósto (23) acerca de si laa
Canarias i90in las ialae Afortuoadia», impugna expresamente a nuesitro cronista
y dice:
Y asi padeció engaño Peña, cuando dijo en isiu Descripción de
(28) Se ha negado a este aiutor la piateiinidad de las Excelencias, atribuyéndosela
a Luis de Anchieta eim funidbmemito serio en que apoyar tal
afirmación. Viera y davijo dice que antee de aalir d« Jeirez habla Anchie-ta
dado a luz «sia obma con gl norobipe di^ Dr. D. .Oristóbal Péirez id»! Gris-tcj,
pero «n esta afiormacióñ hay error, pue» MillaireB Garlo «n au Bio-bxhliografla
aseigura que Anchieta esttaiba «n Tenerife desde el 1678, o
sea antes de pulbilteur«e las Exce>te^nóiias. D. Manuel Osewina Saviñón ase-guira
que de un manusKanlto dte D. Luis, conaerviado por su sobrino D. Jo-íé,
«parece confltimado lo expueato por Vkn^a. Por dltúno, el erudito Mir
llares Garlo, en su oljora ya lbita&, hta dadlo a oomoceír la personalidad d«
D. Oristólbail Pér«z dtel Cristo, catedidtico de Lógica de la Universidad de
Sevilla, d«isvan«oi'eindo un erroír que hialbla ajdlc(uirido veiroisiniilitud a trar
vés dtel tiempo. Indludablennente ¿11 Dr. Pérez ^¡fü Cristo €B él verdadeio
autor da las Excelencias de heos Islas Canarias.
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las Canarias (lilb. I, cap. II, fal. 23) que no se haJlaiá que otras islas
ni provincias hayan tañido nombre de Afortunadas eino las Canarias...
(pág. 26).
También el autor de las Excelencias, al pretendieír damoi&trar quie las
Oanariafi son laa Mas Aitláintioas, por emoontrarse en Tenerife el Monite
Atlainte, escriibe (Trat. III, cap. 11):
Bs bien notorio y oonocido de todos los que huellan con sus nave-gacionee
el Océano y siguen la carrera de Indias, uin monte de la
LsJa de Tenerife llamado Pico de Teidie, a quien Peña llama, con razón,
admiración del mumdo: es tan alto que, comio mdOhos dicen, se
desouibre sesenta Jeguae a la mar antes de llegar a él; tan deleitoso,
que en él nunca ee reconocen loe extremos de verano iri invierno,
eino um oonrtáln'uo canto por iSier habitado de pájiaros caliairioisi,
que todo el año hacen primavera con sus gorjeos y música... (página
68).
Pérez del Oriisto pretendie identificar liaa Camarias con las Islas Gor-gonas
de la leyenda y tamibién a esite fin invoca a Peña inesperadamente.
Oigámoslie en la pág. 91:
FHiera de lo dicho, hallo otra razón para que sean las Canarias
esas Gorgotoas, donde dice Plinio penetró Hannon, y es que en ellas
hallaron cuerpos yertos, lo cual vieine bien con lo que ueabau los
Afortunados Nivarios, como largamente dice Peña (lib. I, cap. IV,
fol. 34), que estoe no usaban dar «epuiltura a los cuerpoe debajo de
tierra, sino con varias indufitrias los mirlaban y ponían: en unas
cuevas apartadas, y de éstos así mirlados ;pudo Hannooi y sius e.oi-dados
llevar las dos pieles que puso en el templo de Juno (24).
(24) La relación que busca pl autor de las Excelencias es inexacta.
El Periplo de Hannon dice respecto a este pasaje: "En la 'extremidad del
Cuerno de Mediodía (Notu Keras, acaeo el golfo de Sberboro actual) había
unía isla parecida a la de que ya hemos haWado, la cual feontenía u|n lago,
y éste encerraba a la vez otra isla habitada por salvajes, que eran en su
mayor parte mujeres com loe cuerpee velludos, a las que nuestros intérpretes
llaman gorillas. Nosotros no pudlilmos coger a los ¡hombres porque huK
yeron a las montañas y ee defendieran arrojando piedras. En cuanto la las
mujeres alcanzamos haeta tres, las cuales mordían y arañaban a sus con-du'otorels,
y no quisieron seguirles. Las matamas, las desolliamoe y llevar
moa siu piel a Cartago..." (Cari Müller, Probegomena a Eos QeograpM
Graeci Minores. Vd. I, páigs. 1-14. CoWc. Didot). Solino escribe a ese
resipecto: "Reipertasique ibi foeiiiinaB aliti pemidiíbate atque ex omnibuis
<íu)ae apparuer^sit captas taim hirtp atque áspero corpore ut ad argumejí'-
tum epectandae tfi. dluarum cuitas núpaculi gratia iniber donaría lunoni su»-
penderit; que duravere usque In témpora; cxcidSi carthiaginensáp".
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Aceirca de La riqxieza de lias Isílefi, tamlbiiién se aipoya en P«ña:
Sea abono de todas ellas la lela de Tenerife, de la cual haiblaado
Peña (<5ap. I, iib. I, fol. 318), e&cribe: Tiene esta Isla imucfhos mayorazgos...
La oual no es ipequeña pirueba de la riqueza de esta Isla,
€01110 mi lo es que don Gabriel Laso de la Vega y Oordova, conde
de PuertoUano y Capitán general que fué de las islas .de Canaria,
por los años de 1666 alega en un memiorial de sus servicios dados a3
Rey, 'conviene a eaber, que consiguió de dicaha isla diese de una vez
a S. M. noventa mil ducadoe... Otra prueba de su riqueza—continúa
Pérez del Cristo—es la pobladón que tiene: porque temiendo 48 leguas
de circunferencia llega su po(blaiOÍ<5in, como dice Peña (fol. 346),
a treinita mil vecinos, y dosoienitas mil personas. No es metnor la
riqueza de Gram Canaria y a su proporción die las demás: con que
por esta parte no deemerecen el renombre de Afortunadas (pág. 29).
Y en la página siiguiente: Quien quiisitere leer ejemplares dé lai
fertilidad de estas islas lea a Peña (Iib. I, caip. III, tfol. 23), y hallará
allí qaie la fanega de trigo de eembradura acude a 100 y 110, y
otras cosas a esta proporción...
Taléis aom las cuefetioneis en qiuie Pérez del Cristo aipeló a la autoridiad
die nueatro cronista. Y no faltain anóini otros paaajes en quie lo aprovecha
sin imencioniarlo. Deisieando eacplácaree soibre los huiertos de las Hespéridas,
«uis manzanas de oro y el dlraigón que IBIS guardaba, escribe lo que sig^e:
Tamibién porque coimo dice el texto dicho [Ovidio], de los hiier-tas
de esas iHIeepérides ee dicen tres cosas entre otras.- La primera,
que tenían man zanas doradas. Lo iseguindo, que un Dragón las guardaba.
IJO tercero, que Hérailes volvió a España con esae manzanas
vencido el Dragón, que estatoa en custodia. Y todo lo hallamoe verificado
en Tenerife y en su valle de Taoro. Porque priimerameoté, si
tomamos esa biistoria como suena, en él bailamos manzanas doradas,
fisto ps, unáis manzanas tan ainigularps que en otras partes no
las hay, causa die llevarse a Inglaterra, Fíandes, Indias y a los puertos
de España; «u color pálido dorado, en lo interior invitan a la roe-ve,
su gusto y fragancia inexplicable, eu tamaño más que ordinario.
Y proeigue: Hallamos tamibién Draigoa, esito ea, unos árboBeis de
este nombre Ibiien particulares, con que cercaban los arbolee de manzanas
de tanta estimación, de que hay miuciiosi en Taoro, fundándose
quizáe en eso el decir quie un D r o ^ era custodia de eisas mianzanais.
Allégase a lo dicho, que todo este valle en lo antiguo tenía el mom-bre
que conserva de Taoro, que víale valle de Oro... (pág. 88).
Todo eato p-oicede tamlbiiéaii d» Núñiez de la Peña (25).
(25) Lo hallamos en el prólogo de la obra publicada por el autor que
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Núñez de la Peña y el P. Sosa
Se ha dicho y ee ha repetido con aiguna frecuencia, a partir de Milla-re
«s Torres (26), que la Conquista de nuesitro historiador dio origein a la
Topografía escrita por el P. So£ia, doe años después de ver la luz a<)uélla,
para impugnarla. Dice Mill'ares:
Advertíase por la vez primera, que «in una cr6niica destdnada a
dar a conocer la historia igeinierail de estas, iedas, se ocupaba su autor
de una sola con preferencáa exclusiva y deliberada, dejando en la
sombra a las demás. Y así era en efeoto. Núñez de la Peña consagra
«u trabajo hisitórlico a einaltacer la iela em que había nacido, Uamán-dala
repetidas veces la más rica, la ¡más fértil, la más poderosa, y fomentando
con i9u imprudeinite predilección el germen de esa rivalá-dad
fuTuesta, que en ©1 porvenir había de dar tan tristes frutos. La
lectura de ese libro, de que circularon entonces numerosoe ejémpla^
res len Ja provincia, produjo un ddaguisto general en aquellos que no
eran hijos de Tetnierife, dando ocafiión a que «e mandfestaisie de una
mamera indiscreite, la gnierra oculta que exietía ya entre las dos i»-
las primcipalee del grupo...
De «se .número era um fraile de la Orden de San Francissoo, 11»-
xnado efl P. fray José de Soea, que con el carácter de predicador
había recorrido el Archipiélago, visiitando sus localidades, haciendo
«ensatas olbeervaciones, tomando notas y recogiendo todos los documentos
y noticias que con la historia del país se relacionaban.
Era esite fraile hijo de Las Palmas, y amante 'apaaionado de la
iftla en que había nacido, por lo qiüe su iinidignaicdián. creció cuando,
al leer las impremeditadas páginas del croinfeta licenciado, se conr
venció del ramgo iiiferior que en edlas ee asigmaba a au Isla predilecta.
Entonces, se dice que, empuñando la .pliuma, ae propuso devolver
a la isla rival los aigravios que .suponía inferidos a la Gran Ca-
«ttudiainoe. Oigamos un fragmento de éste quo confirma cuanto decimos:
"La otra es el bailar hoy en el Valle de Taoro, qlue, eiegíta, parece, quiere
decir Valle dg tanto oro, las manzanas que experimentamos criarse en estos
laempos tan siing'ulares, que por no hallarse en otras partes d» esta cala-dad
se llevan a diferente» reinoe, como a Iniglaterra, Fland«s, Ilndiaa, y a
!©«• puertos de España, que por no poder durar mucho no «e hacen más
provisiones de ellas. Son de odor i>álido o doradas, por dientro son albas
como ni'eve, su gueto y fragancia no es fácil dar comparación; no aaa
muy grandes. Pudo suoed^r que por la estimación que de ellas se hacía las
llamasen de oro, y las cercaeen de unoe árboles que' se dicen dragos..."
(26) Historia g<eneral de las Isiais Canarias. (Introd. pégs. 66-68.
Las Palmas, ISSS).
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naria, pretenidiemdo enmendar aeí una faJta, can lia premeditada ejecución
de otra.
Do eete patriótico y leal prapóeito, aiuinque imiprudiente e Lndái9-
creto len su forma, nacieron lunas apreciatotes memiarias hisitóricas,
que con el significativo título de "Topografía de la Isla Fortunada
Gran Oainairia, Caibeza de Partido de toda la Proivincia", e,gcribió y
dejó inéditas por los años de 1678. En ellas se leen frases itan expresivas
como éstas: "Gran Canaria siempre olbtuvo ©ate nombre, pop-que,
oomo la haibía criado Dios nueatro Señor para calbeza y superior
de las otras ¡seis islas afortunada*, munoa fué miudaible (27).
Los jüicdos emitidos por eJ Sr. Millares Torres no responden a la realidad,
oomo vamos a deanostnair.
No fué Núñez de la Peña el primero qtie consideró a Tenerife como 16
isla má* rica, fértil y poderosa. Si lleemoe aJ P. Elspimoea vemos que dice
en ell .cap. I:
Entro las eifte islas qtie comúnmiente llaman de Canaria, la mayor,
la más rica, abundosa y fértil e® Tenerife...
Despiué», en 1631, eni «uis Constituciones Sinodales el obispo CámEum
y Mumg'a escrilbe:
Temerife es la iaila mayor, más fuierte, niás avecindada y más ri-
•ca de todafi.
Y a comtiniuaciáD £ » •:
En coneluisión, de las ialaiSi, la mayor, mejor y más pablada y rica
es Tenerife, y de Tenierife «il mejor liugar La Laguna.
Núñez de la Peña no Mzo SÍTIO necoger en eu obra, así lo dice. lae afirmaciones
anteriores, y escribe*.
Es la isla de Tenerife la mayor y la imáe poblada de lais de C¿-
nairia, y más rica por las miudhais viñas y heredamieintois de vino d«
malvasía y vidueños, qiuie es la principal mencadiería que de ella sale
para otros reinos, y por ella tanta, cantidad de dineros y hacienda
reciben sus dueños: es albumdiainte de trigo y l«gumtres; cría miucho
(27) Torres Campos sigue a Millares ouamd'o escribe: "El afán de ensalzar
[Núñez de la Peña] a Tenerife, dleprimáeiido a las otras lelas, ll«v6
al P. Sosa a hacer el elogio de lia Graai Canaria para mostrar las exoel* n>-
cias de ella como "caibeza y isiuperior die las otras eeis Mas AtfortuínadaB'',
y así quedó planteada en el siglo XVTI una lucha de pluma que ha comtri-buMo
a la funesta rivalidad hoy existefnte eintre las' do» idas m&s impoír»
tamtea d^ Archipiélago". (Carácter dV>' la conquista y colonización de lat
islas Canarias. Discurso leído ante la Real Acadlemia de la Historia. Nota
116, pág. 101. Madrid, 1901).
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ganada, tiene de todas fnitas; en condusión, es la más fértil y más
poderosa y de miás gente; aisí lo refiere el señor obispo don Cristóbal
de lia Cámara y Murga, obispo que fué de estas islas, en llias
Constituciones Sinodales, que euis palabras dejo escritas en el capítulo
XI del primer libro, y así no las vuielvo a repetir, allí las vieriá
el lector.
Y luego proisdigiie a«f:
Díjoflas (SU señoría sin paisidn, como forastero, y como quien taii-ta
experienoia de estas islas tenía, pues todas,, has^ta el máí- pequeño
liuigeur de ellas, visitó. Está esta isla en medio de todas como madre;
y si Canaria lo es en el nombre, esta de Tenerife lo es én lae obraa;
oon dinero las hace riicsB, y todae la socorren con sius frutos, que par
murchos que cogen, como la geoite es mucha, muidho más ha menester;
tiene esta isila mucihos mayorazgos que paisan de doecientos y
cinicuenta, los más de a cien mil ducados de principal, y los mieauos
de cinicuenita mil ducados, y mujohos vínculos de a veinte y doce mil
ducados de principal, que rentam muy biem... (Liib. III, cap. I), (28).
Para acusar a Núñez de la Peña de imprudcínte sería necesario Tuegar
la raaMdad y el testimonio de los escritores qoie le precedieron.
Pero, segúin Millares Torres, fué ed' P. Sosa el emicargatík) de iconteetaír
a Núñflz de la Peiñia. Nosotros hemos leído con detención Ja obra dpl fraile
fraticiscano y no hemos enicontlrado ni una palaibra que haga alusión a
uiueietro cronista, ni a la devolución de los agravios de que habla Millares,
y en cuanto a las frases de Sosa, que aquel copia >como única muestra ded
supuesito encono ,die amibos eaoritores, hiemoe de advertir qioe es mayor la
liisonga de Núñez de la Peña a la isla hermiana que las miiSmas palabras
del autor de la Topografía al escrilbir lo que sigue:
Para tratar de la (conquista de da muy inoible e ilustre isla de Xa
Gran Canaria, caJbeza de las demás ielas, y die quien todas tomara
nombre... (cap. XI).
Tampoco es cierto que nu^stoo oroináisita dejara en el olvido a la« de-
(28) En el prólogo dn su Conquista confirma lo expuesto en el texto:
"Y aeí en este sentido puede correr verdad:era, la que decimos fi'cción
de loB antiguos, em nuestroe tiempos, y más cuando en el Valle de Taoiro
Se halla tanta amenidad y riqueza, que en menos de una leigua 'de itietna
€¡n cuadro hay más de diez y ocho maiyorazigoe, desde tres mil ducados
de püata de renta hasta diez mil, fuera de otrae personas rica», que no seiná
fácil hadlaír en tan poca tierra frutas que seían de tanto precio, isino son minas
de oro y plata..." Peña termliía con estas palalbi^as: "No quiero dilatar
leate discurso, no parezca amor a la patria hiperbólico, cuando ee fácil
liallar estas noticias más seguras de quien haya estado en dichae islliaa",
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más islas; lo que Je aovirrió a Núñez de la Peña fué que no le ayudaron
an »u taraibajo de inveetigiacáóin. Así, refiriéndoise a Camaria inoe dioe, se-gim
ya viünios:
QuLaieira dar todos lais iM>ti<:ie;Si; no podré aerlo icabal porque me
faltan miuchas, no por descuido, quie diligfemlci'a sobre ello he hecho,
que all^inoe días que en Ganaría estuve, aunque fué de paso, procuré
tener aJlgunas, y dfesde esta isla la he Ihedho,' enviando a Canaria
por algunos papeles anti^ruos, que he sabido pudieram dar algumias...
Esta inquietud de nuestro cronieta en la baisquioda de documentoe dea-vaaiiece
la laaeveinaedán de Millaires Torras.
Deoiimoe qvie, en la Topografía del P. Soca;, no hemos emicontrado ¡ni
una aJuedAn eiquiíera a Núñez de la Paña; y, etn efecto, «n el prólogo de lia
olbra del fraffle fraociaoamo, que es domide se dan las línea» la aegniár y los
aiuitoree que se van •& impuigmor, señáliainisie las razones que le impulsaron
a componer su lálbro, con laai siguientes ipalabras:
La causa que me lia motivado a inquirir y reoogeir aJigunae notií-icias
de la conquista y entradas que hicieron ío® españoles en esta
isla Gran Canaria y las máe tam antiguas, que además de indicarlo
los .cuadernos en que las hallé ,por lo trazado, obscuro y casi ato
sombra o forma de caracteres, eo deja ver tienen más de cienito y
cincuenta años... es el ver eil olvido de nuestra maturalez^a, y que
con los tiempos y isu ajntigüedad ee van pexxüendo de la memoria las
noticias en sus moradores... Esita es la causa, digo, que me iha obli^
gado (ademáfi del celo honroso de mi patria, para que no pague en
oilvidos del tiempo lo que quizás iha siido descuido de «us hijos) la
juntar en estos cortos icuadermoe lo más verídico, lo más sucinto y
«lairo. Porque leí en eJ mayor filósofo [AiAsitóteles] ^m. el Mbro de
memoria: que la causa de olvidarse las noticias de las cofias que son
necesariais se entiendan y isepan, es porque no las ponen juntas en
parte que estén ape«;ilhidae, para que vengan a noticia de todos...
(29).
Dweiphiée de lo tramaorito, hemoia de ipreigirntaír: ¿De dómde han podido
«toduoir el Sr. Millairee Torree y quienieis le haia a e ^ i d o que el P. Sosa ré-fnta
a Ntkftes de ]« Pefb ? I Qué mngammito o taadaanmito serio exi&te paira
(29) Topografía de la isla aforturtoda Gran Canaria, cftbeza dtt
partido de toda la provincia compre*nñwi de tes siete islas llamadas
vulgarmente Afortunadas. Su antigüedad, conquista e invasior<>is; euis
puiertas, iplayais, murallas y castSlloe'; con cierta relaei&n dte sus defensas,
feacrita en la M. N. y Muy Leal dudad' Real de Las Palmáis, por un hijo
sayo este año de 1678. (Imp. Isleña, 1849. Prólogo, II-VI).
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soeljeiner un auipueeito del q-ue no aparece base en que ítpoyairio? Conitee-taremoe
quie inán(graio.
Millai'es lo que pretendió, enfrentando a Peña y a Sosa, fué el demas-trar
que existía rivaJádad enitre amibas áelas, desde aquellos tiempas; pero
tal Ihedho mo es cierto. Posiblemenite este histloriadoír ¡no leyó con cuidado
a ambos oranáistae, y míenos aún a Núñez de la Peña. Quiieo justifíoar llae
d«savenienicdaa por la capitalidad del archipiélago, en su época, buscando-
1«8 luin origein remoto y cayó en un anacrooiisimo que hoy Ib arítica dieb«
rodhazar por inexacto.
La tercera redaccióm de la "Conquista"
Pronto conoció Núñez de la Peña que su obra iimipreaa en 1676 era de-fectuoiaa,
y para «ubsamar eufi errores eecribió Idea de la Conquista de
Citas islats de Canaria, últimamente añadida y enmendada, año de 1679.
Se t r a ta de una aeríe de aidicione» y emmiendlais a su historia, cuyo origi^
nal «stó en poder de nuestro aimigo D. José Vicente de Buergo, y perv-teneció
a. D. Lope Amtondo de la Ghierra y Peña (30).
Eiste erudito, al trazar la biografía de nuestro loromieta, dice:
Nimguno conoció mejor que Núñez de lia Peña isus erratae. NQ
he visto cosa que no le note, en cuanto a la verdad de los bechois,
que no la haya visto reformada en igius ma¡nuis«rdto8... La Conquista
la volvió a refundir de todo punto, y ©1 año de 1679 ya tenía muchoe
mamotretos para sacarla coareígida y añadidia era otra impresión.
Vieira y Clavijo, feiguáendo a D. Lope y refiíriéndose a la obra impresa
an 1676, dSoe:
Pero no se puede disamular que aquel tos-oro no era bastante y
que publicó la obra antes de temeiila en aazéin. Con efecto, ya la
(30) Viera y davijo en el prólogo del' primer tomo de .sus Noticiaé
«sicribe aeerlca de eeta tercera reidacdóm: "D. Juan Núñez de la Peña, que
aotwevivié algunos año» a la imprestón de eu citad© libro, conoció sus proh
píos errores, y diego de eu puño varios apuntes en que los confesaba y enmendaba.
Bs verdtad que laiqucJlos errores corren todiaivía libremente por
el mundo, mientras las retrsictaciones y correcciones están ocultas en loa
diesvanes de cierta pequeña 'büWioteca; pero tal smele ser él destino dé Xa
verdad". Millaree Torres nos dice en su Introducción a la Historia general
de las Islas Canarias que dicho manusOTto estaba en la biblioteca da
D. Lope Aiitonio de la Guerra y Peña, d'el cual poseía notáis. IToy día esa*
notas de Millares figuran en eü Museo Oanario, donde iae hemos visito.
(Sig. V i n - C . - l O ).
21
había dado a luz, cuando vio el maniuiscrito de Fray Aibreu Galindo,
cuando tuvo notida de la hiatoria fuanoasa de Bontíier y Levenier,
y cuiaaido llegaron a sus manos otros dimpiresoe y papeles impoirtaiites
qae le desemigañaroin de suis errores. Sin embargo, niraguno los conoció
mejor que él miíamo, ni nadie le h» notado coea. sustamcial en orden
a lia exactitud de loe h«(cihic(9, que no se halle enmendado en los
manonscritois que poeteriormente trabajó para refundir y añadir a su
obma por los añcxs de 1679...
Albreu Gailindo le proipopcioinó numerosoa datos sobre la comquiiisita de
la isila de Gran Canana, de la que se lam'Mitaba anteriormente Núñez de
la Peña no poseer documentos. Las deeiavenenioiajs entre Rejóta, Aligaiba,
"51 deán Beimúdiez y el capitán Pedro de Vera las incluye em su nlueva
redaccáóin tomadlas di© G<aili™io, asi como la conquista de La Palma, con
la defantsa heroica del vaJiieaite Tajnauísú y la traáclKin de que fué víctímia,
6iin mencionar otro® iacoTiitecimlentois menos notalbleg.
El Canarien puiblicado ipor P. Bergieron en 1630, también fué fftira im-pontanitísima
fuemte que utilizó «uestro cronista. En eif cap. Vil d«ll ma-imusorito
die 1679esicriibie:
Nota que um libro de la conquista dte Bethencourt hecho por lo3
. capellamiee Bomitier y Le Berriiel dice qiuie fué desde el año 1402 has-
, ta el de 1406, que en coso® antiguas eisi menester coTiocer los mejores
fundamentos y que poco importa que haya equivoca)ción como
inio se teniga en eli hilo de la historia que los oajpellanéfi refieren *'3
lo más isufbstaaiidail de eista miamera...
No podemos menos que destacar un hecho interasantísiimo dientro de
la hÍÉitorioigitafía canaria, a salber, que es Núñez de lia Peña ei qué primerio
estudia y extracta, incorporándolo a nuestra historia regional, el Canarien
puMicado por Bergeron. Ese punto nos lleva a la cuestión dé ai nuestro
icronista oooiiocía el franoée (31), o «i se valió de una triadiutíkiión OBS-tellajna,
acaso la inédita del generan liuia Fernámdez de Córdolha y Are»,
(31) Creemos firmemionto; que Núñez de la Peña no conoció el fran-icée,
y se comprond'e que fuera aisi ya qiue en las dlisciplinas do' su época
no figuraiba el estudio de las lenguas vivas. No puede decirse lo mismo del
latín, indispensaiblo para el otstudio de la filosofía escolástica y de la Teología.
Nuestro loronista da frecuentes muestras de su conocimiento, eo-piando
y traduciendo párrafos enteros de autores clásicos. Es- muy tsígmi-filcativo
que di texto diel Canarien traducido por Femáindez de Córdoba
ílgarara en la biblioteca del convento aigusitimo de La Laguna; allí p^do
consuitarlo Núñez de la Peña, y más tarde Viera y Clavijo que frecuejíte-mente
lo cita con eJ homlbrc die "manuscrito ¡ambiguo".
22
que diéhió ejexjutarla dnirante sai mando «n Canarias (1638-1643) y cuya
copia iajparece en el majniisicTÍito 88-2/17 de la Büblioteioa Provinicial! y defl
Instituito <de lia haigxina (hoy <le le, Uuiáversidad).
De todle« suertes ee irniouiestioin'ablie el haber sido Núñez die la Peña el
primero qaie •utüilMÓ la Cróirioa fraínicesa. A ésite le signe Mailín y Quibas,
en 1694:
SegTiiremas en un todo la hiisitoria de un clérigo francés Cape-íllán
STiiio de Mossen Juan, que le asietió haste su muerte, de que
hizo un tractado en su lenigiuia imprasso... (Lib. oaip. FV).
Más taiide, el hiatoriadar Pedro Agmstín del Castalio y Ruiz de Verga-ra,
en su Descripción histórica (1789),, dice en au prólogo al lector:
No habiendo tenido otro favoralble enouentro que el de la historia,
que en len,gTia franceisia escrilbieron de los he»hos de Mons. Juam
de Betiheincourt 6iu,s icapellanes Pr. Piedro Bontier y Juan Leverrier
en estae islats...
Sólo porque todos estos autores permanecían inéditos' pueden expli-carae
Jas siiguient©,s palalxras de Viera y Clavijo an ei próüog-o del primer
tomo de aus Noticias:
Y como hasta ahora no se han puiblioado lae importantes noticias
que contiene [la hiiBtorlila francesa de Juan dte Bethencourt] ni
en nuestro idioma nd en nuestras isl>a8, debo creer qtie míe lectores
no dejarán de leer,, con d placer que trae consigo la novedad, todo
el libro cuarto y parte del tepcero de la presente oihna...
Viera y davijo conoció loe mlaniuecritos de Núñez de la Peña ooii loa
extractos del Catnarien; tamibdén conoció tos obras de Marín y Cubas y la
de D. Pedro A. del Caistillo. La actilhidl del que fué arcedSatno de Pueite-ventura
se nos antoja \m¡ poco jadamciosa cuando emite loe juicios ajnte-rioras.
La Idea de la Conquista de estas islas de Canaria no representa sino
una ampUiacióo tan sólo del libro primero de la edición de 1676 publidado
por Núñez de la Peña. Coiista de diez y seis capítulos que tienen el mismo
orden y los mismos epígnafeis en ambas redacciones^, como puede compro-banse
con un simipíle cotejo. El manuscrito es un voltamen de 65 foíios.
El capítulo máis exteneo es el VII, que lleva el: sifuifemite título: "Del
desoubrimier.to die las iMas i merced que siu miagestad hiao dellas, trasp«f-
Bos y conquista de las de Lanzarote, Fuertevemtuira, Gomera i Hierpo".
23
En este capítulo se extinacta la obra de B«!r|geron. El cap. XI trata d« la
oanquiísta de Gran Canaria, y el XIII: "De como sus magestad'es: hicieran
asdenbo ocui D. Alonso Fernámdea die Lug!o de la conquista de tas islae dier
Teinerife i de la Palma, y como fué conquistadla la ddoha isla d'e la Palma".
Las amipliaoianes de asoe dos capítuños han sido tomadas de la obra
de ATxreiu Gal indio.
La teroera y última produccáón hiistóricia de Núñez de lia Peña aeria
oonveniente pulblicarla, patea 'oampJeta lá edición de 1676 (32). Creemos
que eete isería el mejor homienaje que pudiera rendírsele,.
Dijimoe que Vi«ra y Clavijo impugnó aceíbamenite la obra impreca die
Núñez die la Peña; no obstante :9Bibemios qjue oomoció la tereera redacción
de nuestro cronista a la que jmdo (haberse, referido. Siin embargo no lo
hizio, complaciénidiose eai eeñalar los defectos de lia edicióni de 1€76 isiin te-nier
en cuenta que necesariameinite un ensayo de la hiétoria ganenal del
ArcihipáéLago habría de contener abuandantes enroreis, Veamos lo que el
autor do las Noticias escribe acerca die la coniquisita de Lanzarote y Fuer-tevenitura:
Cualquiera que coin deeeo de instruii»g en las antigüedades die
las ialae Caniarias, hiuibiere leído la historia de D. Juan Núñez de la
Peña, puede creer que ha pasado por la vista una fábula. Sería ^cij
perdonar a este croniísta suis eirrores sofbre la verdadera época de la
entrada de Bethenoouirt el Grande ea ellae, aunque la retardó qiüinr
<je año», por iser desctiiido de casi todos nuestros escritores regnícolas:
¿mafi, cómo ise le podrá disimiular ni a él ni a su antecesor Antonio
de Viana, haiber trastornado eil teatro de las primeras hazañas,
de modo que suponen oonquistada la isla de Fuerteventura anteis
que la de Langarote ? ¿ Cómo que quiten la Gomeira y el Hierro de
entre los trofeos d« Bethencourt, para poneirlos entre los dft Hemájii
Peiraza? ¿Y cómo, en fin, que no dud«n vendernos por suceso^averiguados
6u« imaginacionea y faJtas d« mejores notíicáaa?
Pudiena acaso emprenderse la apoloigía de astos historiadores
dioianido que, a la verdad, no halbíaai tenido a mano la obra <le Bcm-
(82) Esa id^ea ya la expuso el historiador Millanes Torras con cetas
palabras: "Es de lamentar que los editores que en 1847 publicaron efl
Samita Oruz die Tenerife una nueva edición dte esta ofera, no hubietsen abto>
nido copia de aquellae correcciones depurando ooin ©lia® el tejcto, y ouim<
pliendo así la votontad die ®u autor". (Páig. 66, nota 1).
24
tiex y L€v«rrier, ¡por ser esta ua'a iplieaa esicrita en francés que no
vio la luz hasta el año 1630, pero tampoco la halbía leído el P. Fray
Jiian áe Albreu Galindo cuando escribía su historia, y, sin embargro,
fué tan exacto en inquirir las antigüedadfia áe nuestras islas, que en
lo isustanciaj rara vez dásicrepa de los autores ifiiance'ses (33). Eül que
6ie tOTnare la tarea de comibinar cuianito Núñiez de la Peña nos re-fíiere
por lo toteante a la reduocián de Fuierteventura y Lanzaroite,
con lo que voy a decir, creeirá ain dudla que escribimos la historia
de dos paíseá muy divensoe.
Bn la sumisión de Gran Canaria, se observa en Vieira una punzainte ironía
contra muesitro hiistordiadior. Oi^ámoisle;:
Sería de diesear que nuestro cramsta Núñez de la Peña hubiese
instruido al pútolioo de las memorias sobre que compuisio «eta parte
de la historia de las Canaria». Todos los documemtoe que nos quedan
de la remota antigüedad ocinnidein en quie el golpe deciaivo dé
la loonquista se logró siLn dieTtramamiemjto de sangre, debiéndose
linicamente a la ¡negociación de D. Fernando Ghian.arteme, y a la
oandescendemicia de loa canarios. Sin embargo, vemos que nuestro
autor, desipués de haber inicuirrido en vairiios errores, se figuró una
batalla campal, preoedida de cierto «ermóoi muy enéngico del obispo
(en el cual prometía a loa españoJeo dos premio», dos coronae y dos
palmas); de una confesión y icomunión general y de fervorosas arar
cionee, rogativas y lágrimas. Hiaoe coinistar las huestes enemigas die
máe de sieaenta mil bárbaros, cuando los cristianos no llegaban a ocho-icdentos
hombres. Dispone que Peduo de Vera marche eobre la es-
• palda de un gallardo bruto andaiiuiz y que le siga el ilustrf&imo
D. Juan die Fría» con el pelndón real, que el Alférez mayor (sin saberse
cómo) le había icedddo...
Pama .muestra es feuficáenite lo tranacrito, pues loomfirma lo dicho ante-riorimenifce.
Viera y Qavijo demuestra una enemiga ostensiible contra nuias^
t ro cronáata, no obstante eeguiTilo en mucihas ocasioniea como fuente indubitada;
y por lo demás su reSato de la remdición final de lols canarios cotn
(33) Inmeoesairio nos parece adveírtír que nuestro eromista, por dea-conocier
otrais fuentes, signe al poeta Viana. EJn cuanto a la exaiotitud de
Aibreu4,Galindo acaso es debida a que conocería la información hecha
en 1685 iKw Mateo Betlhenoourt, en la que obran dioouimientois expedidos
por el Parlamento de París en 1501; entre ellos um extracto del libro de
Juam y referente a la conquista d.e las islas, o sea el Canañen plublicada
deapuéé por Bergeron, y que Viera y CJlavijo creyó era dieaoonotíido pOB
nuestros Mstorladorea. Dicha información la bemoa viisto en el archivo dej
Museo Canario y una copia de eae documento olbra en la biihlioteca del
filiado Marqués die AcialcÁzar, y de ella poeeemoB una transferipción.
25
el discurso de FerimiMlo Giianarteme no ee mucho más seguro que el de
Núñez de lia Peña (34).
Genealogía y heráldica
Las aictividad>ei9 de muestro historiador d«rivairon principíailinente hacia
lois campos de la genealogía y de la heráildica. A eiste profpósito decía
D. Lope de la Guerra:
Sus obras geineaiI<5igiioafi o Arbole» hechas de su matao no es poisi-ble
que quepan en tantas tomos como los del Cardenal de Lucas. Por
su muerte dejó la mayor parte de estos ariginaleie al convento de San
Agustín da la ciludad de La Laguna, para que el que necesitase alguna
cita o noticia diese limosina para una misa; pero un fraile pro-cuirador
que llamaban Pr. Agustín de Torres, que aibuisó de estofa
papeles para haicer genealoigíaa y nobles por el sonido de los apellidos
a cuantos Je pagaban, vendió taimibién mucha parte de esos cuadernos
y oomoinicó otros. Pero aún exubsisten muchos en dicho convento.
Viera y CJlavijo confirma lo traniscirito, ¡pues hablando de Núñez de la
Peña nos dice:
Tuvo valor de pasar por eu vista y sacar provecho de las fundaciones,
capellanía», mayorazgos, sucesiones, pruebae de hábitos y
testamentos para aquellas indaigtaciones genealóigicas que componi-drían
mudhos volúmemes en folio si se juntaaen.
Y en otro párraío «scrilbe:
Sabemos que con este continuo trabajo de leer letras antiguas
y de escribir tantas cartapacios de su puño, perdió la vSista (35), pe-
(34) Los errores del icroniata licenciado fueron ©1 resultado de informaciones
rquivacadas. Por el contrario, vemos que al tratar de la cons-quista
de Tenerife, Vüera omite el capítulo que dedica a las demás islaa
con el epígrafe Eqxtivocaciomrs dr Núñn de la Peña, demostrando esto
que la investigación del cronista satisfizo al autor de la» Noticias.
(35) Es una creencia vulgar, aunque falsa, que la lectura constante
de escritos antiguas produce la ceguera. Las documentos que Núñez de la
Peña estudia y transcribe pertenecían a siglo y. cuarto anSteriores a
^ tiempo, y eso no significa demasiada antigüedad. La escritura ea-toncee
usaida en Castilla y eti las Canarias era la cortesana y la procesal
: la primjera ise utilizó en los documentos referentes a las aictas, reales
Iciédiulas, despachos, y era muy legible a pesar de sus abreviaturas; la procesal
era de uso exclusivo em las escribanías, y con ella «stiaba famillan-zjado
nuestro cronista, dadlas stus aficiones, lo que le daba una prátetica
grande en su l©c*tura y atenuaba el esfuerzo para entendiérla. Sospecha^
mos que la ceguera le provino de otra causa, posiblemente la vejez.
26
ro <iue ooffMervó entera la memoria, especialmente la de las genealogías
y abolengos, por Isus cuales, hablando ooin toda proipiedad, tenía
una pasión ciega. Las geneáLogías le ocupaiban, le alimentabami,
le hacíafn! estiimiaibile y temilble, pues Ihabía hallado ein ellas los medios
de mandfestar su gratitud o d© despicairee de sus agravios.
Sin embazigo, oreemoB exaigerado eate último juicio del tEmtor de laa
Noticias. Óigannos lo que dáioe el miiamo Núñez de la Pieña aJl haMor dd
tos pensónae que obtuvieron repartimientos en Tenerife;
No haga el curioso lector reparo en los que van esioritos primejio,
en que tengan más preeminencia que los últimoc, que en mi concepto
a todos tengo por hidalgos y nobles, y el que ;nio lo fuere, no me
toca singularizarlo, que mi natuiral es de honrar, y <no de vituperar...
(Pin del libro primero).
ABÍ vemos que nuesitro croniista nomc^ abrigó el deseo de la venganza,
nd de la ofensa; por ell contrario, tendía a favorecer. En el caso de Bartolomé
Benítez iteniemos un ejemplo, en el qii© termina por decir:
Lo más isegnro será lo que en estas 'materias cada uno tiene jue-tificado
por sus pasados, en que no puede haber taaito error, por
cuya oauísia 'cada uno tiene obligación más precisa a procurar las noticias
de 6US mayares, porque los extraños con facilidad adquieren
las malas afectadas com pasión, que con este vicio nunca corren
muy verdaderas, y las buenas isUelen menospreciar teniéndoias por
dificultoeíais, sienido para lias unas de frágil memoria y para las
otras de eterna retentiva.
A eate razoniamiento sigue uina esipecie die diacunso moral del croniata
que ioo podemos menos de traaiscribir: Dice así:
Dolor bien «enaiible de la huimaina natiioraleza que ae sustenta de
la envidia y se enferma de la caridad, dell mal del prójimo se alegra,
del bien se enitrdatece; trocadas van estas «uertes. «i antes del últi^
mo lance no llega ej desengaño, la pretensión de ganar por ano
ciento va perdida y más el conispiguir caudal paira entrar ein la patria
con decoro; adonde la epividia no tiene lugar, siempre la caridad
ee lleva el supremo tromo, la tristeza se halla desterrada, la alegría
triunfa, unos a otros se animan a la verdadera ,rjob!eza de la
caridad a quien todas las virtudes acompañan (S6); en fin, no ee
bien seguir este diecuinso porque es de otro intento, (páig. 188).
(36) Acaso estas reflexiones morales de Núñez de la Peña acerca de
la envidia están inspiradas en el P. Espinosa, quei dice: "Tal os el vicio die
la envidia que no tiene respeto alguno, ni a lo humano ni a lo divino, quie
en_ todo halla que envidiar. Ee Vicio dáaJbólico, pues de él nació, y fué el
primero que ©n ejecución do puso, pues por eiiwidia del demonio «mtró la
27
Los trabajos gen^al'óigikos de Núñez de la Peña se encaientran en loa
siigiui«ntee icentros: Biblioteca muinicipal de Santa Cruz de Tenerife: Noticias
y árboles genealógicos, 11 cuadernios en folio, fra^meaitarioa,
(Sig. V-S-SS). Biblioteca provincial (hoy de la Universidad): Quademo'
de algunos árboles copiados del original de don Juan Niíñez de la Peña,
cOn algunos aditamentos de las mismas familias. Ein foMo, letra del
aiglio XVIII, 199 foQe., (Sign. 83-1-15). En la misma Biblioteca: AbecedOr
rio de los apellidos qwe se encuentran <?n los cuadernos de árboles qu0
hay de don Juan Núñcz de la Pefia, chronista general, fiocho por sus tetras
y númaros que allí se miran, etc., y cada cuaderno está foliado según
las fojas qioe tiene (37). (Ma. em foL Ibiii., 83-1-16). EiiWioteca de la
Real Sociiedad Bconómica de Amigois del País de Temeirife: Árboles genealógicos.
Un tomo a folio.
D. Lope de la GuerBa escribe en la biografía de nuestro cronii^ta:
Yo tenía un cuaderno aibuñtado (que no sé dónde para) que sé-lo
'Contenía enmeindacdones y adiciones a lais genealogías de su im-proeo.
Paireee que eeite cuaderno ha sido encontrado no hace mucho en uu
desván, ,i>or ei ya nomibrado D. José Vicente d* Buergo.
Si SU3 trabajos genealógicos le hicieron célebre (38) no fué menor su
renombre en el estudio de la Heráldica; así vemos que dejó un libro en que
aiparecían d i t a jados de su mainio loa escudos de arnuais die las fiamiliías de lafl
muerte en lia redondez de la tierra, porque por ver que el homibre era criado
para gozar di^ aquella gloria que él no haibía alcanzado, le fué motivo
de tratar de engañarle y echarlo del Paraíso..." (Lib. III, cap. 17).
(37) Las dos piezas indicadas «n el texto han sido reunidas en un
solo tomo encuadernado a 'oosita del Dr. D. Tomás Tabares de Nava, ini-tíativa
plausible que evita la dpsaparicióin de los documentos quV' toda^
vía existen y facilita su coiiiSiulita.
(88) Confirma este aserto el VI marqués de Villanueva del Prado,
D. Alonso de Nava, cuando en la genealogía que escribió de su familia
y que se conserva inédita, dice: "Kran en aquel tíeimpo los Itegidores las
peiisona's más condecoradas y respetadas de la Isla, tanto por la autoridad
extendida de que gozaba el Ayuntamiento, que hizo de aquel siglo
[XVI] y en parte del aiíguiente la felicidad de la Patria, como por ad
haberse introducido todavía en ésta otros empleos y dignidades... tan
cierta ei3 aq'uella observación que el Catálogo de loe Regidores que puso
eJ CJronista' de estas islas D. Jualn Núñez de. la Peña en su obra de la dea-cripción
de ellas, y en el cual tocó algúai tanto de la& descendencias, es
el mejor Nobiliario que tenemos d^ País, y al que van a buscar sus aseen-
28
ifclais, oon las correspondientes notas, y Idel- cual tomaría la deacripcióiii die
los Ibiasomea que inserta en el cap. VI d^ libro III. Induidaiblemente en
aquellos tiempoe era conitag'ioea la pretensión nolbüilairia, y Núñez de lia
Peüía la padeció tajiubiém IbusicaiMio un reonoto e imagimario origein a su
aipedlido. Oiigámoaile:
Peña.—Los die este apellido son muy antiguos caibadleros, desdie
el tiempo del rey D. Peilayo, porque, eeignin las histapias de España,
fueran tres herroanios desceffidieinites da tuno de los treg Reyes Ma-g-
os; fuieron inaituralias de la cdudiad' de Jaffa, en Aiaibiía, los «ualea
con mudhas riquezas die piedras preoiosias y oro vilnieron a España
a visitar a Santiago, después de haber esitado en Jeruealén y Roma.
Y babiendio hallado a Eispaña conqoíisitadia de los moros fucíran a
visitar al rey D. Pelayo, a quiein le ofrecieron muchas riquezae pama
que emípeziasie la reatauración die España. Estos loaballetros hioieiroQ
muchas hazañas dignae d© memoria.
A contim/uación el cirianj«ta ñama un müag^. DSoe así:
Bsitando el rey D. Pelayo ein cfl cerco de Leóini, Jos moros pusieron
una imagen de muestra Señora encima de la murailla, de quien
hacían muidho esoarnio y mienospreoío por dar a los crietianos que
sentir. Haibiéndose visto de parte de loe eríistianos isie afláigían mucho,
pero como no podían ¡remediarlo, todo era acomjogairse. En esta
ocasión los tres hermanos se fueron cerca de la muralla, diciendo a
voces que en ellos se vengasen, y no en la imagen de nueetra Señora:
con estas ansias, que no estarían un cuarto de hora, cayó la muralla,
trayéndose los moros comsiigo hechos pedazos, y los trasi hermarjos,
q*ue eistaban debajo de las murallas, recihieron a nuestra Señora en
sus brazos sin hacerles mal ninguno, y la trajeron al rey D. Pelayo...
Loe tres hermanos determinaran quedarse en Eispaña, yendo umo a Asturias,
el otro haJbitó en las ^montañlae de Oaetillia la Vieja, ein Medina de
Ponaar; el terceiro ae fué al Valle de Mena (89).
dientas todas la* Casáis distinguidas de Tenerife..." i(Bi!b. de la Real So-ciedad
Económica de Amigos del País de Tenerife: Casa de Nava. Noble*-
za y servicios, tomo I). Hasta lo? tiempos de eiete procer, era todavía Nú-ñ
«z de la Peña el oráculo de los genealogistas.
(39) Entre líos asuntos que Peña anota en sus Memorias al preparar
el viiaje a Esplaña, en 1684, consiigina el isiguieffite itiiniemario que se propondría
realizar: "De la cíiudadi de Bimgois a Medina die Pomar ay catorce le>-
iguas; de la villa de Pomar a .lia villa de la Cerca ay media legua; de lia
dlciha villa de Medina de Pomar al vaJlle de Mena ay tres leguas; die la
dlioha villa de Pomar a ia villa do Oña ay oinoo leguas; dte dicha villa
de Medina de Pomar a Berriel ay catorce leguas. En la villa de la Cerca
vive un clérigo que llaman el Ldo. D. Juan Núñez de la Peña, que en «ste
año de 1684 será de .edad de cuarenta Años poco más o menos".
29
Sxiis iprimienas anrnas, diioe Peña, eon tres estrellas die oro «in
campo azul, porque se dice ser iiesoerodieintas de los tres Reyfts Ma-goB,
loomo quieda dicho. I>eisipués Pelayo les añiadió debajo dig lai9
tres estrellas un pedazo de muro o ceiva die oro; loe que tiflmein su
casa solarieg'a en la villa de Oña, meirindiad de Bureba, arzcvbiispa--
do de Biirgos, tieiniein por ajrmas e(n campo de eaimgre tras lestrellaia
da oro sobro unas peñas, y delbajo un pedazo de tniuro de plata; lo»
del Valle de Mena suelen, traer por armas un escudo partido de amiba
abajo, a la mamo diereiclha em campo de plata urna peña veirde, y en
la diestra en campo azul una pistrella de plata con ocho puntas...
Núñez dte la Peña termina dddemido:
Solo he querido traer estas aintSigüedadiee del apellido Peña, por
lo que en él soy interesado, y demás por raoomoceír que roudhos de
^0^
Facsímile de la firma y del blasón de Núñez de la Peña,
tomados de la primera redacción de su «Conquisto»
loe más nobles y ricos de ««&tas issilas les toca IKJT aüpunia pairtf asite
aipellido. De los demáls no es fáwil, porque sarfa inecesario muchots
llibwxs para ello; y aaí mi lomáisiáni no ea culpable, qu© ai le|ctor le
suplico no se embarace £in coíiwederme el peirdóm, poI^qule «do he puesto
esta rejiación quie aumique por ©lias isolamemite no se ptoeden dibujar
«con perfeodón, \yoir lo miemos aervirá a cada umo de noiticifls dto
sus armas; también adivúieirto por esta ntósma irelacién que un aipe-llildo
suele temer ddfereinicias em lias amnas, como por eiste d$ Peña
sie puede -ver, que las han ueadio oon tanitas diifeFencias, y asi es
dáficulítogo de ajuistar «sita mateiria, aunque ae hícieiran libros con
mmiciho cuidado.
Por último, citiaremos otra prodiuociAn die Núñe» de la Peña referemite
a ig«m.€BÍogíais y Wasanies, tiibulada: Libro de la Hazenda del mayorazgol
y bienes vinculados que instituyó y fundó el sieñor Francisco Benítet
de Lugo, regidor que fué de esta isla de TenerHife...
30
D. Agustín Alvarez Rixo (40) que vio esa obra, hoy deeconocidia, es-cadbe:
El Libro de la Hatanda del mayorazgo, etc., es tuna abra mianiu»-
crita, fornada em peng-amino, de ipap,eil grueso y mayor de a foJio ar-dijiario,
rayado en amibas margenas de aJto a bajo, por lo que ge conoce
que, emcuadeirnado en el extranjero como libro Abecedario die ©o-mercdo
y por sai duradero y bu«n paipei, lo aplicaron al fin qiue en el
título se expresa. Cada casilla tiene cuarenta reniglonee, dÜBtribuído»
en 18 párrafos que contribuyen a la mayor claridad de las materias
por lais irefeirencias que íes preciso hacej- de unos a otros, y S95 páginas.
Algunas de éstas, 'cosa de diez fojas, quedaran en blanico, de las
cuales han arrancado parte, y tal vez las dej<5 el asjoritar para Ue-jiarlas
con anotaciones o árboiI.e(6 genealógicos, puesto que la obna
contiene treinta de estos y setentla blasonas de diferentes apellidos
y familias relativas y einitromcadas con loa señores Benítez de Lugo
del Durazino, además de los otros aacudoe miayoras reiuinidos en y»-
rios cuarteleis que están a las primeirais fojaisi, y son los úlnicos que
se hallain con cimera y adornos colaterajles.
Al finalizar la parte escrita (pág. 247) dice:
... y para llenan" el resto deste libro se oopianrán los escudos die
armas que a dliichos señoree lies toioain por loiSi apollidos de suis mart
yores, con relación de los metales y icolores die Cada uino, sacados die
historíate y libros y blazoniee y f ees de Riefye® die armas, todo escrito
de mi mano y letra, fecho en la hacienda del EKiraznio, térmimo de
la Villa de la Orotava, en 24 de junio, día did g'lorioiso precursor
San Joan Baptista mi devoto, del año do 1681.—^loam Núñez de la
Peña.
Por último, TMieatro icrocáisita oompufio tam/bdién un Mibro de las Capellanía*
exfetenite» eo lia isla d« Tenerife, oan euis fundaciones y árboles correspondientes
plam siaber los llamaiíos a eWais. Afirma D. Lope de la Gule-rra
que había oído halbllar de e®e lilbro, "del que s61io he visto aligunos bo-rraid'oireis
que pairacen aparato para dMia obra, que mo sé ai existe". Adlei-más,
qU'Cdó inédito un libro en que ih'albía dálbujado de su mano las escudos
de lamnafi de lae familias do las Mías, con algunas breves notae (41).
(40) Este investigador desteribe d libro de referencda en un maaius-crito
fechado en el 1849, existente en el Museo Carnario.
(41) "Este libro—dice D. Lope—lo tenía fl Dr. D. Femando de la
Guerra y Ayala, beneficiado de loe Remedio®, examinador sinodal, etc., quip
murió él 7 de julio de 1756. Lo prestó y no ha vuelto a parecer".
31
ilmipoisáiMe aegiuir jyaso a paso la emoinne iaJbor de este hombre ea todos
los raímos de au aotívidaid. Su biógrafo di<ae qoie prepárate "un opúecu-
Jo de liagí funcionéis reaües que ae halbiaia cellelhriado en üla pairrroquia de
los Remedios de La Laig^na. "Ho visto fragmentos de esta obra—dice D. Lope—^
y ipieiiiso tuvo su origen( ouamdo kw alitenciados sobre la fuiiicd6n de
dasaigravios". Asimíemo "parece tnaibajaba en haoer una edicióin de lias
prinicdpailiets Oédulas que estám em los lilbroB del Ayantamienito. Temgo luffi
firagmiento de esta oibra", eiscrilbe D. Lope.
Otra producción notaible fué el libro de lias Ordenanzas de la Isla d&
Ttenerife, en la que consitam por orden todos los laouerdoe que 'no estaban
revocados y formaban un cuerpo jurídico, que concluyó emi 1670. "Este libro—
escribe su biógrafo—sulbsiiaite aún, y hubiera «do miuy útü q¡ue lo
hubieran impreso". Ya dijimos que ha sddo editado recieintejnente a cargo
del Instituto de Bstudioe Ganamos, por D. Jasé Pieraza de Ayala.
TamMéin redaotó uinia Relación dfdi volcán de La Palma, año de 1667,
que a(egTÍn Viena y Olavijo ee imprimió con ej título dte MemorHas históri-qoí;
y otro con ^ ruibro Relación de los horrorosos ten^/níOtos y volcal^
nes de fuego que han reventado ,en la isla de TeKnerife, años de 170i y'
1705. Acaso a esta obrla se referJa D. Lope de la Guerra al decir: "Una relación
del Voikán de Güímar sé que S'g imprimió... pero no la 'he visto; tengo
ell "Diario" de «site suceso de letra del mismo Peña".
MúltipleB 8on los escritos d^e carácter religioso, especíaliniente sobre
«H Cristo de La Laguna, orftgen áfii donvemito de San Miguiel de las Vücto-riais,
f iestee oeJiebradas en La Laguna con .motivo del nacimáeinito del Príncipe
D. Luis I, coiincidienido con lias del Oriisto. Ds niotalble el historial á^
la Cofradía de la Sangre, en la Iglesia de San Agustín, y de máximo init©-
lée la copia d©l título de Adelantado expedido por los Reyes Católicos a
favor de D. Alonso Fernández de Lugo, de letra del propio Peña, etacom-trado
recientemente en «1 archivo de los Guerra, y hoy propiedlad del
Sr. Buergo.
La ourioeád^ad de Núñez de la Peña por conocerlo todo le llevó a copiar
y extractar moticdaB «áema» la sus estudioe predilectos. He aquí algunas
ouertionies que anota en las priimeras págimas del manuecrito conservado
en la Reial Sociedad Boonióináoa de Amigos del País de Tenerife:
La Indicción.—Para saber las fieetas movibles del añoj—Las cuatro
témporas.—Loa plaraetas.—De lais «dadee del Mundo.—Regla para
«aber qué horas habrá de luna.—Reigla para .saber a qué hora eal^
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dirá la lluna de noch«, del Uoinio em adieiamitej—Para «aiber ciiando gs
día d« Pascua de Refetuinreidcióüi peirpeitiulani«nte.
Todas estas cueetioinieis iaa entresacó niuiestiio cnonii'sta del llilbro de Cosme
Grómiez de Tejadiar, titulado Fihosofia .N^atural. A oomitiimiacián transcribe
la "Regla perpetiia piara conjeturar la fertilidad die cada año poa
au Áureo Número". DÍÓIBI—dice Peña—eíl P. Mtro. Hsqmvel, ^catedrático
dle Prima die esta Univensidlajd' die Alcalá de Heniajras.
A Núñiez de lia Peña se le premió istu celo relligiaso inombrándolo Fami-
Mar del Samito Oficdo d 20 die septiemibre dte 1698. Por su lialbor histórica
y \por ftua traibajos genleallógicas olbtuvo ej codiciado títuülo die Croniísta g«-
BeraJ de los Reinoa die Oafirtilla y León, quie le fué eixipediido én 23 dé ju-mio
dtt 1701, umdo a 'unia ipenisdómi die dioBioitíntosi pesos. Gtelardanes a umia
vida entera de fe probada y tr alba jo asiduo.