Notas bibliográficas
JUAN RÉGULO PÉREZ.—Lengua y estilo de Viera
y Clavija. Santa Cruz de Tenerife, Goj'a Ediciones,
1950. Separata de JOSÉ DR VIERA Y CLAVIJO, Historia
de Canarias, Introducción, págB. xci-cviii.
El estudio que aquí queremos anunciar a los lectores de la RHL
forma parte de la introducción del primer tomo de la nueva edición
de las Noticias sobre la Historia General de la Islas de Canarias de
José de Viera y Clavijo, cuya primera edición salió en Madrid en
1772-1783, en cuatro tomos. La nueva edición, impresa en la imprenta
Cutenberg de Santa Cruz de La Palma, un éxito extraordinario
de la vida editorial canaria, constará de tres tomos de más
de 600 páginas cada uno. Ya está terminado el primer tomo. El título
ahora adoptado es simplemente Historia de Canarias, Saludamos
la nueva edición por la excelente presentación exterior y por
el cuidado crítico del texto. La confrontación de textos (el manuscrito
del primer tomo se nos ha canservado en dos redacciones y
además una copia) como la corrección de las pruebas fué encargado
a los profesores, don Juan Régulo Pérez y don Alejandro Cioranes-cu.
La introducción lingüística a la obra de Viera es debida al primero,
persona bien preparada para ello. Estudiando la lengua y el
estilo de este escritor del siglo AVIII, R. P . no se limita a la Historia
de Canarias, sino toma en consideración también el poema Los Meses
y el Dicionario de Historia Natural de las Islas Canarias. Estudia con
el esmero debido la ortografía original del siglo XVIII y las formas
gramaticales, y nos da una lista de cinco páginas de las palabras de
viera que se apartan, formal o semánticamente, del español normativo
actual (a base del Dice, de la Acad.J, en la cual incluye también
las palabras prehispánicas, indicando por corchetes si éatas no
han entrado en la lengua común del Archipiélago. Las palabras prehispánicas
conservadas son nombres de plantas como tataibá y iahi-naste.
Entre las palabras españolas hay expresiones populares como
camisa 'farfolla del maíz', mes de San Juan 'junio'. Camisa en este
sentido es palabra (galaico-)portugucsa, como lo es también la pala-
263
bra millo 'maíz' (port. milhó). La expresión 'mes de San Juan' para
'junio' úsase también en partes de Pianionte en Mentone v en Nizza
(meí de San Gion); cf. además alemán Jehansmond (MecklcnbiMí;),
húngaro szt Iván hava, estonio Jani ku, irlandés mí féile Eoin. La
lengua de Viera es un castellano clásico, con rico tesoro lexical, que
admite canarismos, que en su mayoría son de origen portugués. En
sintaxis son destacables la Europa, la América y otros, con artículo,
y una poca de agua. Lina poca de agua es una mezcla de poca
agua y de un poco de agua. La construcción canaria se usa, según
Cuervo, también en Colombia; cf. portugués moderno unía pouca
de roupa al lado de um pouco de tempo (en francés solamente un peu
de., ital. un pó" di) La Europa, con artículo, será, sigún R. P., influencia
del francés. Quizá se trate tambiéti de una antigua tradición
popular canaria de oiigen portugués.—Concluye el Sr. Régulo
Pérez su estudio con algunas páginas estimulantes sobre la fina ironía
de Viera, en que quiere ver— y con mucha razón—el efecto del
modelo de Voltaire. Sin embargo no basta el modelo; hay que admitir
también cierta disposición espiritual de Viera que. por esin disposición,
86 nos revela un arcediano típico del siglo XVIIL Al final alude
R. P. a cierta semejanza entre el estilo de Viera y el de Marañóti.
Hamburgo Wilhehn GIKSE
SKROIO F. BONNKT.—Í-O Confraternidad de Mareantes
de San Telmo en Oran Canaria. «El Museo
Canario», VIII, 1947, págs. 13-25.
Este trabajo, como los demás aparecidos en este número de «El
Museo Canario>, aunque lleva fecha de hace tres años, no ha visto
la luz hasta el presente. Decimos esto para excusar nuestro aparente
retraso, tratándose de trabajos tan interesantes como el que nos
ocupa.
Cuando hace años dimos cuenta del libro de Antonio Rumeu
Historia de la Previsión Social en España, observamos que la única
institución canaria que estaba incluida en aquel magnífico estudio
era ésta de San Telmo. Su misma rareza nos hizo pensar en una
corporación más religiosa que benéfica, de escasa importancia social.
Sergio Bonnet, a base principalmente del archivo de la misma cofradía,
nos da como un complemento de aquella noticia de Rumeu,
y sus datos ponen en evidencia que, en su mejor época, constituyó
un organismo que jugó un papel de primera magnitud en la vida
de Gran Canaria.
Fu ndada la Confraternidad en 1705. sin ningún carácter forzoso
y con un doble fin religioso y de mutuo auxilio perfectamante equi-
264
librados, pues sus ingresos ordinarios, el 3% de los beneficios de la
pesca, se repartían en dos mitades para los fines indicados, llega
a reunir en la segunda mitad del siglo ingresos de esa procedencia
por valor de 17.000 reales anuales, a los que hay que sumar las
cuantiosas cuotas de entrada y ias rentas de sus bienjs. Todo puramente
voluntario, no obstante lo cual una tercera parte del vecindario
de Las Palmas cotizaba en la confraternidad a la que pertenecían
2.000 vecinos, tripulantes de más de 20 bergantines que pescaban,
como hoy, en la costa frontera de África, aparte los botes
menores.
Esta poderosa institución en un medio social tan falto de garantía
jurídica no podía dejar de despertar codicias. Sin duda atendía
a sus obligaciones mediante auxilios por muerte, por enfermedad,
invalidez y vejez, por pobreza y aun otros como préstamos sin interés
incluso para estudios; pero pronto se acude a la. cofradía para
sacar de ella recursos para cualquier fin, si alguna vez en préstamo,
más a menudo como donativo: la orguUosa Real Audiencia le saca
200 ducados para instalar sus archivos (no le han preocupado tanto,
por desgracia, en tiempos posteriores); la cofradía atiende a obligaciones
de lo que llamamos Junta de Obras del Puerto, de Junta de
Sanidad, de Junta de Guerra, etc, etc.
Al llegar el siglo XIX viene la desbandada, los cofrades se dispersan.
No se ven bastante claros los motivos. La irreligiosidad no
f)uede explicar el abandono de sólidos intereses; acaso influyó más
a intromisión gubernativa que hizo comprender a los cofrades que
el dinero reunido por su trabajo de hormigas iba a dilapidarse en
fines muy importantes pero ajenos a la cofradía. Hubo algún intento
tal vez bien intencionado, como el del corregidor Eguiluz. que
trata de establecer la agremiación forzosa a cambio de extender más
allá de sus fines propios las actividades de la Confraternidad, ampliada
con un Montepío de Mareantes. En fin nos da Bonnet un
capítulo que resulta indispensable en la tal mal conocida historia
social y económica de las Islas, al cual no podemos añadir su paralelo
de Tenerife, destruidos como han sido bárbaramente los archivos
de nuestro puerto.
E. SERRA
A. J. CRONIN.—Oaw Canaria. Traducción de Joaquín
Urdanieta, 377 págs, en 8.°. Editorial Kermes
(México), 1948.
Entre los novelistas actuales figura con destacado relieve A. J.
Cronin. La novela que nos ocupa tiene por escenario principal de
su acción Gran Canaria y Tenerife. El protagonista de la obra es el
265
doctor Harvey, que inventa unos sueros que al ser inyectados a tres
pacientes no producen su eficacia, por hallarse éstos en estado
comatoso, tanto que mueren poco después.
El fracaso de Harvey amarga su vida, y emprende un viaje desde
Inglaterra a Canarias en el vapor «Aureola». Harvey muere enTenerife.
Los personajes secundarios son múltiples.
La novela es de poderoso dramatismo. Los personajes, el ambiente
de a bordo y los diversos panoramas se trazan con maestría,
pues su autor está avezado al manejo de los muñecos novelescos.
El interés de la obra, que resulta un libro ameno, no decae un solo
momento.
Ahora, algunas observaciones acerca de materias que afectan a
Tenerife:
Definición pintoresca: El «gofio> es un cocido hecho con el
maíz (pág. 338).
Descubrimiento geográfico: Al sur de La Laguna está la aldea
Hermosa, regada por un precioso arroyuelo (pág. 203).
Nombre y apellidos del Conquistador: Alonso Cortés de Luego.
Descubrimiento heráldico: El escudo de armas del Conquistador
ostenta un cisne en vuelo (pág. 227), y en Hermosa está el palacio
de los Lugos, conocido con el nombre de La casa de los cisnes.
Hallazgo histórico: El conquistador fué herido en la Plaza de
Matanzas, de Tenerife.
Dato para una fGuía de Tenerife*: La Catedral de Tenerife está
en Santa Cruz (pág. 178).
Nuevo hotel en La Orotava: El hotel San Jorge (pág. 116).
f^ista panorámica: El Teide se ve mejor desde Santa Cruz que
desde Las Palmas (pág. 98).
Itinerario: Se necesita un día para llegar desde Las Palmas a La
Orotava y otro para arribar a Santa Cruz ípág. 32).
Con datos tan exactos como los transcritos muy bien pudiera
escribir el Sr. Oronin una magnífica «Guía de Tenerife».
S. PADRÓN AGOSTA
Mir.UET, SUAREZ MIRANDA.—EÍ Árbol de la Virgen
(Pinus eanariensis), 77 págs. en 8°y ocho láminas.
Las Palmas de Gran Canaria, 1948.
Don Miguel Suárez Miranda, fino devoto de la Patrona de Gran
Canaria y canónigo de la catedral de Las Palmas, trata en esta obra
de un manuscrito existente en el archivo de la basílica de Nuestra
Señora del Pino, que se titula Información rendida en abril y mayo
de 1684 con motivo de haberse caído el Pino en que apareció la Mila'
grosísima Imagen de Ntra. Sra. con el mismo título
266
Aunque el señor Suárez Miranda no describe el códice, cosa que
debió haber hecho, reproduce íntegro el texto del mismo. En éste
resalta toda la angustia de la isla cuando ocurrió el acaecimiento
que motiva la int'ormacióíi, acaecimiento que se pinta con todas
sus circunstancias y detalles y con los nombres de las personas que
tomaron parte en los actos que con tal ocasión se realizaron.
El mayor interés del opúsculo estriba en el relato de la serie de
vicisitudes porque pasó el códice, que estuvo a punto de perderse
deíinitivamente.
El señor Suárez Miranda en Notas traza rasgos biográficos de
los personajes que cita en su obra y cuyos nombres son: don Francisco
Henríquez de Quintana, don Andrés Vélez, don l^omingo
Pantaleón Alvarez de Abreu, don Juan Manuel Marrero Falcón, don
Andrés Romero Xuárez Calderín, don .\iitonio de la Rocha, don
José de la Rocha Alfaro, don Manuel Verdugo Alviturría, don Antonio
Martínez de la Plaza, don Domingo Navarro del Castillo, don
Mateo Poncp de Vargas, don Juan Rodríguez de Quintana, don
Bartolomé García-Ximénez Rabadán, fray Valentín Moran y don
Francisco Xavier Delgado Yenegas.
Subraya el autor que fué don Domingo Pantaleón Alvarez de
Abreu quien donó a la catedral de Las Palmas el cuadro de San
Sebastian que ésta posee, obra del pintor Quintana, y cuyo marco
hizo el flamenco José Wilscur, domiciliado en La Laguna.
De los datos biográficos a que venimos refiriéndonos, son los
más importantes y los más amplios los que atañen a don Antonio
Lorenzo de la Rocha Béthencourt, citado por nuestro amigo el catedrático
y sagiiz investigador don Antonio Rumeu de Armas en
dos artículos insertos hace años en el diario «La Tarde» sobre los
arquitectos laguneros don Diego y don Antonio Eduardo.
Tras las huellas de don Antonio de la Rocha anduvimos, aunque
sin éxito, en los archivos de Tenerife, cuando estábamos consagrados
a exhumar la memoria de los artistas canarios de pasadas épocas.
Según los datos del señor Suárez Miranda, don Antonio Lorenzo
de la Rocha Béthencourt nació en 1708 en Las Palmas, donde
murió en 178.3. Era de ascendencia portuguesa y siguió la carrera
de las armas, en la que obtuvo el grado de coronel. Fué arquitecto
de la actual basílica de Nuestra Señora del Pino por encargo del
Iltmo. Obispo de Canarias don Fray Valentín Moran, además de ser
obra suya el Hospital de San Martín, de la ciudad de Las Palmas.
Sus restos descansan en el santuario de Nuestra Señora del Pino.
Tales notas biográficas sobre este autor han sido para nosotros,
que tanto deleite sentimos por la búsqueda y reconstrucción del
pasado artístico de Canarias, una gran sorpresa, cuyo deleite, como
se darán cuenta los lectores de «Revista de Historia», se trans-parenta
a través de esta recensión.
267 5 /'
FA Árbol de la Virgen (Pinus Canariensis), del señor Suárez Mi-\"\
randa, es digno de figurar entre los trabajos curiosos de la biblio- s^
grafía canana.
S. PADRÓN AGOSTA
CARLOS MEDINA DE MATOS.—A^OWCÍOS históricas
de la ciudad de Arucas, 35 págs. en 8.° y una lámina.
Talleres tipográficos de «La Provincia», Gran
Canaria, 19óO.
El señor Medina de Matos ha hecho una interesante monografía
histórica, que abarca desde la Arucas prehispánica hasta la Arucas
que en 1894 fué declarada ciudad.
Ante el pensamiento del lector desñla la génesis y desenvolvimiento
de la población historiada Creación de parroquias y fundación
de conventos y ermitas con los nombres de sus fundadores
y las fechas en que se erigen. Una de las partes más curiosas es
aquella en que explica el señor Medina el porqué de cada uno de
todos los nombres de los barrios de Arucas, desde Cerrillo hasta
/.os López.
Descríbense las principales fiestas del pueblo, y se consignan
ios nombres de todos sus párrocos desde 1556 y de todos sus alcaldes
desde 1601 hasta nuestros días. Tampoco taita la historia detallada
da las capellanías de su iglesia.
Además, recógense muchedumbre de datos curiosos e inéditos.
La obra supone una larga y paciente labor; pero adolece de un defecto
esencial.' la ausencia completa de notas, aunque el señor Medina
de Matos cita englobadas en el prólogo las fuentes que utilizo.
Si el autor hubies- cuidado de fundamentar con las correspondientes
citas sus Noticias históricas de la ciudad de Arucas, conforme
lo exige la investigación histórica, mucho hubiera ganado su
monografía.
g. PADRÓN ACOSTA
LUIS yiostfiLOSao.—Estrella polar. Edición de
M. Tarquis, [Santa Cruz de] Tenerife, 1950.
El editor don Miguel Tarquis García ha inaugurado, con laudable
propósito, su «Colección Teide», de autores canarios, que
comprende tres secciones; Poetas y ensayistas contemporáneos, Clá'
sicos canarios y Libros raros y curiosos.
La «Colección Teide» merece la calurosa acogida de todos los
isleños amantes de nuestros valores literarios. Ella viene a llenar el
208
vacío que dejaron la <Colección para 30 bibliófilos», de Juan Manuel
Trujillo y la «Colección Mástil» del Frente de Juventudes, lá
primera de Las Palmas, y la segunda, de Santa Cruz, aunque la
«Colección Teide> abarca un campo más amplio, pues no se ciñe
tan sólo a la poesía, como se deduce de las secciones en que está
dividida.
El cuaderno que nos ocupa es el 2.° de la sección Poetas y ensayistas
contemporáneos; está primorosapmente impreso, y su portada
ostenta una fina viñeta, hecha con la peculiar gracia con que sabe
hacer sus dibujos el artista Alfredo Reyes Darias.
Luis Montelongo, que nace en Santa Cruz de Tenerife en 1922,
reúne bajo el rótulo Estrella polar once composiciones, cuyos títulos
son: ¡No quiero volver los ojosf, Alegoría vespertina, Me gusta el mar
azul. Entonces..., Canción añeja, Estrella polar. Romance de la colegiala,
Audacia, Mi juventud y yo, Ella es así y Ofrenda.
La aparición de Luis Montelongo en nuestra pequeña república
de las letras es reciente, y su personalidad de poeta, apenas conocida,
ya que polo ha publicado tres o cuatro composiciones en la
prensa local, y éstas sotre temas de circunstancias principalmente,
a través de las cuales con dificultad puede vislumbrarse el perfil
auténtico del artista.
Estrella potar demuestra qué nos hallamos ante un verdadero
poeta, de juventud y de brío, con entronque en raíces egregias de
la mágica encina moderna: Antonio Machado, Juan Ramón Jiménez
y Federico García Lorca.
De su poesía brotan las imágenes como flores de granado. La
temática florece con brotes de reciente primavera: la ansiedad febril,
el amor que surge del fondo abisal, la ideación simbólica del
crepúsculo, las verdades sobrenaturales, cuyo deseo traspasa su alma
como un alto misterio azul; el mar, tendido cual tentadora invitación
al peregrinaje; el mundo de su infancia y de su juventud,
que abre a fuer de pomo de íntimas fragancias; y, al fin, lo trágico,
el viaje que todos «haremos para nunca volver».
Unas veces se alza su categoría de descripcionista, como ocurre,
entre otras composiciones, en Alegoría vespertina y Canción añeja,
en la que canta:
y en las zarzas que cubren toda la senda
acaso esté dormida la flor de una leyenda,
la rústica balada de un cuento pastoril.
Otras, la voz del pasado retorna y estremece su numen, cual
sucede en Mi juventud y yo:
De no sé qué remota lejanía
aquella voz lejana que no ha muerto
me llama todavía...
269
Mas es en la teiíiática amorosa donde consigue sus mejores
aciertos, sus rasgos más originales:
Mi vida marcha sin rumbo '
por lontananzas perdidas,
y la rosa de los vientos
tiene su aguja partida.
¡Hubieses estado blanca
como una novia sin pénasl
con tu garganta ceñida
con mi collar de sorpresas.
Entonces yo te esperaba
por el camino más cerca.
Mi Juventud y yo rezuma reminiscencias de Antonio Machado.
Y en Entontes... se adentra en la poeáía de Federico García Lorca:
El viento cortaba rosas
con su cuchillo de seda.
Cuida Montelongo con esmero del ritmo, de la música de sus
composiciones. ¿Quién no siente el poderoso valor rítmico que late
en Estrella polar?
Acaso su poesía más acabada sea Ella es así, donde se encuentran
estrofas tan bellas como ésta:
Que su sonrisa tiene la forma
de una granada
de luna roja,
con sus pequeños granos de espuma
que se han clavado
como una media luna de estrellas
hobre 8u boca.
Raudales de poesía delgada, íntima, con temblor de luna llena
sobre lunas de espejos, fluye del Romance de la colegiala:
Se posó sobre el espejo
de la lámina encantada
la luciérnaga nocturna,
la luciérnaga de plata;
la penumbra de la alcoba
se rompió con su llegada.
Es el romance de la luna divina y de la luna humana. El choque
de la luz entre el satélite y el azogue, elevado por el arte del
hombre a la categoría de astro, astro de saloncB y de alcoba. El
270
Romance de la colegiala tiene el sortilegio de las antiguas cornuco-copias,
que reflejaron, en su lámina encantada y ceñida de límites
de oro, colias y miriñaques, ropillas y charreteras, púrpuras y brocados.
¡Oh, la poesía de los viejos palacios, donde los espejos duermen
su sueño ae siglos, quietos y brumosos en los doraaos límites!
Con Estrella polar incorporase Luis Montelongo al movimiento
de la poesía joven de nuestra época, que tan magníficas
concreciones presenta en poetas de Gran Canaria y de Tenerife,
más pujantes y copiosas en aquella isla que en ésta.
S. PADRÓN AGOSTA
ANTONIO MARTÍ.— Cuando regreté... (Tenerife,
(1975). Novela irónica. Imprenta de Curbelo, Laguna,
1950, 128 págs. en 8.° menor y 15 grabados.
De 1924 a 1932 hubo en Tenerife un apogeo de novelística isleña.
En 1924, Ildefonso Maffiotte funda «La Novela Regional»,
que inicia con una suya titulada En Arguayo.
En 1925, Leoncio Rodríguez, bajo el rótulo «Publicaciones de
La Pren8a>, da a la estampa una serie de novelas de diversos autores:
Destino, de Francisco Cañellas; Daniela, de José Manuel Gui-merá;
El loco de la playa, de Leocadio Machado; La vida, juego de
naipes, Rosalba y Las lágrimas de Camella, de Benito Pérez Armas;
En la paz de las tumbas, de José García; El inglés argentino, de Víctor
Zurita, y Estos niños de ahora, de Joaquín Fernández Pajares
(Jacinto Terry).
En 1928, Eduardo Diez del Corral funda «Novelistas Canarios»,
Editorial Triarte, y en ella inseríanse las siguientes: La fantasma del
Valle, de Leocadio Machado; Nido entre retamas y Los milagrps de
San Roque, de Antonio Martí: Por el pueblo humilde, de Ángel
Acosta; Historia de una criada y La cuhanita, de Juan Pérez Delgado
(Nijota); La iluminada de Candelaria, de Domingo Cabrera (Carlos
Cruz); Los guanches en el cabaret, de Elfidio Alonso; El crimen
de la calle del Castillo y Cuando rompa el volcán, de Felipe P. Ra-vina;
Un fracasado, de Jesús M." Perdigón; Cuando una canaria
quiere..., de Eduardo Diez del Corral; Un rato a locos, de Antonio
Domínguez; Charleston, de José María Benítez Toledo; Por qué se
mató César Vial, de Pedro Pinto de la Rosa; Fuego en tu casa, de
Pajares.
En torno a estos años, que se clausuran en 1932, aparecen otras:
El ovillo, de José Rodríguez Moure; El milagro del tapiz, de Mariano
Vico; Vencida, de María Béthencourt de Vivanco; La efigie de cera,
de José Béthencourt Padilla; En tierra atlántica y Las abnegaciones
271
de una esposa, de Fidela Díaz; Flor de loa campos, de Francisco
Dorta (Alfredo Fuentes); Bajo el sol de Tenerife, de Antonio Ribot,
qne incluye en ella esta copla suya, que vale por todo lo que él ha
escrito:
Por querer a otra mujer
ya no me besa mi madre,
¡qué delito tan pequeño
y qué castigo más grande!
Asimismo son de esta época Regocijo, de Severo Curia Fernández;
Las manchas del destino, de José Clavijo Torres; Maldita y
Mercedes Ribera, de Manuel Fernaud; Guirgo, de Aureliano Martínez
Urribary: La margarita agorera, de Alberto Pérez Hidalgo; Ráfagas,
de Felipe P. Ravina, etc.
Nacen estos años bajo los auspicios de haber obtenido en Madrid,
en 1924, el premio nacional de Literatura el escritor de Gran
Canaria Claudio ae la Torre, por En la vida del señor Alegre, novela
rebosante de gracia, de un humorismo tan fino, que a veces
nos recuerda a Dickens.
Aduzco estos precedentes, al tratar de Cuando regresé..., T^OT-que
en 1928, en la publicación de Diez del Corral, diose a la luz la
novela de Antonio Martí Tenerife, 1950 {Historia de cosas conocidas),
que ilustró Paco fiorges, a la que anima un propósito similar
al de la que nos ocupa.
La trama novelesca de Martí en 1928 redúcese a que Francisco
Avellaneda emigra a América, donde balU un protector en la pec'
sona de Stefani, que lo nombra heredero universal de 9ua bienes,
con el cometido de inquirir dónde está au padre el doctor Stefani.
Avellaneda, después de pasar veintidós años en América, retorna a
Tenerife, donde se topa con su amigo Fernando Giloca, y, al fin,
con el doctor Stefani, que no es otro que el popular y enigmático
personaje conocido en Santa Cruz con el nombre oscuro de Sam-burgo,
que agoniza en una sala del Asilo.
Pretéxtase el argumento para exponer las reformas urbanísticas
que la capital necesita y que Giloca le va señalando como existentes
en 1950 y ejecutadas durante su ausencia.
La fábula de Martí en 1950 estriba en que Anselmo Fernández,
patadas veinticinco antas en América, regresa a nuestra iala en busca
de una hija auya, fruto de adúlteros amores. Al arribar, con
Fernando Roldan, que desde allá le acompaña, queda sorprendido
ante el esplendoroso auge que ha cobrado la capital iaieña. Ma» este
proj^reso sólo fué un sueno de Anselmo, al que despierta de su
pesadilla Fernanda Roldan, cuando el bnque se aproxima a las cw
tas d« Añaza.
272
Cuando regresé... no significa otra cosa que un programa de las
tranaformaciones de que debe ser objeto Santa Cruz, si quiere ponerse
a la altura que su privilegiada situación geográfica le brind»,
y al rango que asume de capital atlántica, asentada entre la confluencia
de dos mundos.
La novela de ahora, como la de antes, acusa intensidad dramática
al violarse el secreto de la fábula.
La prosa de Cuando regresé... fácil, ligera, salpicada de motivos
humorísticos, coloca a su autor entre los más amenos cultivadores
del periodismo isleño de nuestra época.
8. PADRÓN AGOSTA
LUIS DIEGO CUSCOY.—Ñola» arqueológicas. Algunos
ejemplos de cerámica decorada. «Boletín de
Educación», Inspección provincial de Enseñanza
Primaria de Santa Cruz de Tenerife, 1949, ns. 3 4,
ps. 48-60.
Esta nota no es sólo de divulgación, como supusimos al verla,
sino que en ella, además de distinguir varios procedimientos decorativos
en la alfarería indígena (las líneas incisas, las series de
triangulitos o circulitos excisos, las impresiones digitales), se da a
conocer el hallazgo de un gánigo que permite apreciar un tema
completo: un galón de trazos horizontales y verticales, de 5 cm. de
ancho, junto al borde del vaso. Una interesante fotografía de los
típicos bordes dentados, el más general de los motivos decorativos
de esta cerámica, y dos dibujos avaloran esta nota tan breve como
nutrida.
E. S.
MARÍA TERESA DB ROJAS.--/nrfice y extractos del
Archivo de protocolos de la Habana. Primer tomo
1578-1585. La Habana, 1947; segundo tomo 1586-
1587. La Habana, 1950.
Fruto de meritísima y paciente labor de su autora son hasta
ahora estos dos primeros volúmenes de un proyecto más ambicioso,
cuyas orientación y dirección han sido debidas a nuestro paisano y
destacado paleógrafo el Dr. Jenaro Artiles.
«Revista de Historia» recoje la noticia de su publicación, por-ue
a travéa de las fichas transcritas la huella de los canarios en
uba es muy patente. Isleños de familias de viejo arraigo, como los t
273
Abreu, Ascanio, Cabrejas, Calderón, La Cova, Guerra, Guisla, Pimienta,
Salgado, Van de Walle y otros que, si bien no consta su
origen, indudablemente procedían de Canarias, como unos Cabrera
Betancor, pasaron por las escribanías cubanas de fines del XVI.
Tanto para quien haya de estudiar la emigración desde nuestro
Archipiélago hacia América, como para el historiador de su comercio,
este índice, tiene un interés evidente. En la época que abarcan estos
dos volúmenes llegaban a Cuba «brea de las Islas» y «vino de las
Islas>, especialmente este último producto, y nótese cómo ya entonces
«las Islas» por antonomacia en las Indias eran las Canarias. Uno
de los que más hicieron correr la pluma de los escribanos cuyos
protocolos extracta la autora es Francisco Díaz Pimienta, vecino de
La Palma, maestre del navio «La Concepción» y, más tarde, maestre
y dueño de «El Espíritu Santo», con los que hacía constantes viajes
a La Habana. Su vida, como la de tantos otros, sigue con bastante
seguridad a lo largo de estos extractos, que puede servir para completar
la biografía del padre del almirante de su apellido, con quien
no parece dudoso puede identificarse aquel maestre.
La búsqueda ae datos concretos la facilitan cuidados índices.
Sólo hemos notado, en lo que a Canarias se refiere, que en el de
lugares menciona una ciudad de Velia, como de este Archipiélago,
cuando en el extracto del documento no se dice, ni podía decir,
tal cosa.
L. R. O.
A. MATILLA. —Catálogo de la colección de Órdenes
generales de Rentas (Aportaciones para la Historia
de los tributos y del comercio españolea). Tomo I (Siglo
XVIII). Madrid, 1950.
El autor, director del Archivo y Bibliotecas centrales del Ministerio
de Hocienda, publica en este primer volumen 5.994 fichas de
documentos existentes en el centro que dirije, y aunque parezca,
por la redacción del título, que sólo comprende las del siglo XVIII.
es más extenso, pues comienza con una Bula de 1.228. Entre ellos
extracta 49 relativos a tributos y comercio de Canarias, comprendidos
entre los años 1717-1794, como iguajmente varios relativos a la
extinción de la que fué moneda privativa de las Islas. Muchos de
ellos han sido conocidos por nuestros historiadores; no obstante,
quien en el futuro quiera historiar esta materia deberá consultar
este útil catáloso.
* I. R. O.