Vida de don Antonio Aniceto Porlier,
actual Marqués de Bajamar, escrita por él mismo
para instrucción de sus hijos (*)
Como ofrecimos a nuestros lectores en el número 76
de Revista de Historio, publicamos en el presente la
autobiografía, hasta ahora inédita, de nuestro compatriota
el Marqués de Bajamar.— Las notas a pie de página se
deben a nuestro colaborador Dr. Bonnet y Reverón.
Yo nací en la ciudad de La Laguna, capital de la Isla de Tenerife,
una de laia Canarias, en la ñocha del día dieciséis a diecisiete de abril del
año 1722 (1); fui hijo die D. Esteban Porlier, Cónsoil gemeral de Francia,
Caballero de la Rail Orden de San Lázaro y Monte Carnudo (2), y de
D5 Rita de la Luz Dutari y Sopranis, natural die la propia ciudad. Habiendo
fallecido lesta «enana a los doe míES'es de mi nacimiento, quedé huérfano,
ipero mi padre, que fué muy amante de sus hijos, y muy particular-
(*) Hemos modernizado la ortografía para facilitar la lectura del
texto.
(1) Parroquia de la Ganicepoi6n, Lib. 16, fol. 18, v.—^"Bn la oiudfiid
de La Laguna de Tenerife, a veintitrés de abril de mil setecierntos vein-tidés
años. Yo D. Andrés Antonio Alvarez Mazedo, Pteebítero, tenian-te
de Ouira de la Semana que lo es el Lodo. D. Juan Alíomsrf de Torres,
Venerable Beneficiado de esta igleisia parroquiail de Ntra. Sra. dte la Concepción
de esta dicha ciudad, Bauticé a Antonio Aniceto, hijo legítimo de
D. Esteban Porlier, CÓmjsul general de la .nación francesa, y de D* Rita
de la Luz y Sopranis, habiendo nacido el día dieciséis del corriente. Ii\i6
su padrino D. Juan Anitonio Porlier Sopranis. Tiene óleo y crisma y lo firmé.—
Andirés Antonio Alvarez Mazedo".
D. Antonio Porlier nadó en la casa número 64 de la calle de la Carrera,
hoy del Obispo Rey Redondo.
(2) Vio la liuz en Ecoven el 7 de mayo de 1682, y fué bautizado en
lia parroquia de Santa Ana de aquella ciudad. Pasó a la iisla de Tenerife
en los primjeroe años del siglo XVIII, donde casó oom D* Rita Juama
de la Luz Sopranis Dutari el 6 de diciembre de 1706. De este matrimonio
hubo eeis hijo», cuatro varones) y dos bemlbras, el último de los cuales fué
D. Antomio. D. Es.teban Porlier y Du-Ruth fué nombrado por Luis XIV
Cónsul genieraJ de FVarcia en las Canarias, cango que desempeñó hasta su
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mente de éste, qnis fué el mienor de los seis que nacieron ide este matrimonio,
D- María Josefa, D* Felipa, D. Ju^an, D. Esteban, D. José y yo,
puso desde entonces el mayor cuidado em mi crianza yt ^educación, lejer-ciendo
por ai mismo estas dos obligaciones coii esmero y vigilancia.
Teniendo ya la edad de trece <a catorce añoe, me en^dó a Sevilla,
dionida residía entonces imi hermana mayor D* María Joeiefa Porlier, con
su majrido D. Luis Bemítez dle Lugo, Mairquós de la Pliorida, con el fin
de que estodiaae ajllí la Gramática, como lo ejecuté aaistiendo a las aulas
que ejercían los Jesuítas del Colegio de San Hermeínegildio de aquella ciudad,
bajo la dirección de mi citada hermana y cuñado. Pero de.^pués de
alguinoa pocos años de residenicia allí, dispuso mi padre que regresase a
Tenerife a continiuaír el lestudio de la Gramática latina, y a oír los consejos
e instrucciones veribafltisi, que frecuentemente me daba con diulzura, in-gemiidad
y ¡bondad, que le era natural.
En efecto, habienido regresado a su casa continué mi estudio de Gramática
en el Convento de San Agustín de La Laguna, donde cistaiba situada
lia cátedra dle Latdinddad que corría a cargo de D. Jtian Alfonso de Torres,
eclesiástico muy instruido y práctico en la lengua l'atina, y en los
buenos autores de leate idioma.
Concluido, pues, 'el tiempo de este estiidio, y en cuyos intervalos m«
hacía D. Bsteibain escribir por buenas muestras una plana lea eu pnopilo
gabinete y a »u presencia, no creyó dejarme en ©ata sola ocupación los
doce o catorce meses que faltaban para empezar el esituddo de Súmulas,
Lógica y Filosofía para que entrase en niuievo curso de esta Facultad, que
sólo se albre de tree en tres años, y así consideró conveniente emplear este
intervalo en ocupación que fuiese más ventajosa y que produjese mejores
ooasdoiifes de iuistruirme en el conocimiento diel mundo, exte'ndienido
mis luces, adaladas ea el círculo die mi patria.
Así, pues, tomó la reeoltición ée que pasase a Francia en el año idie
17S7, con el encargo a sus corresponsales en aquel Reino de que pasado
un año me hiciesen regresar a Canaria» para que allí empezase y continuase
el estudio de Filosofía; pero que, en la mansión que hiciese en Francia,
cuidasen de mi conducta e instrucción en los ramos de Retórica y
Poesía, L e n ^ a francesa, ibaUe, esigrima, etc.
fallecimiento ocurrido el 15 d^e octulbre de 1739. Su cadáver fué inhumado
en la iglesia de San Francisco (Santa Oruz de Tenerife), frente al altar
de San Luis,
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EJjecTjtóise todo como lo dispueo, y habiendo llegado por septiembre
die dádvo año al Port Luiys, roe reembarqué en ©1 de Morlaix, en Bretaña,
paira regireear a Cádiz, y desde allí a Oamaria®, dondie fui recibido por
mi padre, con las mayore» demostraciones de cariño, por fines del año
de 1738, y a poco tiempo empecé a estudiar Lógica en el Cokgio de Santo
Tomás de la ciudad de La Laguna, bajo la dirección del P. Fr. Tomáis
Wading, y, después de él, con e!I P. Fr. Domingo Rodríguez, Sección de
Artes del mismo Colegio.
Habiendo temido la desgracia de faltarme mi querido padre, que falleció
el día 15 de octubre de 1739, quedé huértfano y al cargo de mi hermano
mayor D. Juan Aíntomo Poriier, en quien recayeron todos los bie-lies
vincdTados y libres de mi casa, y siendo yo entonces um mudhaciho ^
diecisiete laños, tuvieran a bien, así mi citado henmano como mi hermana
D5 Felipa Poriier, mujer de D. Pedro de Nava, Marqués de Villanueva
del Prado, disponer que pasase yo a vivir en casa de didio Marqués, la
que ae halla muy oeroa del Colegio Dominico de Santo Tomás, al que asistía
diariamiente ai estudio de Filosofía, debiendo a la citada mi hermana
el cariño y los oficios de madre, todo el tiempo que me mantuve en ®u
casa, q|ue fué hasta mi venida a España, verificada en el mes de septiembre
de 1744.
Conduídois mis estudios de Filosofía y uin año de Teología en el referido
del 44, resolvió mi hemiajna, con acueido de mi cuñado Villanueva
del Prado, que yo viniese a Eispaña a emprender el estudio y icaaTora dé
Leyes y Cañonea len la Univeaisidad de Salamamca; y, en efecto, me anr-barqué
en Santa Cruz de Tenerife el día 23 de eeptiembr.e de 1744 y lle»-
gué a Cádiz el 4 de octubre del piropio año, recomendado a D. Antonio dte
Herrera, Cande de la Gomera, que venía la casarse con su sobrina la Marquesa
de San Juan de Pi-edras AIKbais.
Puesto yo en Madrid, y acompañado de D. Bartolomé de Casabue-na
(8), que pasó a España con el propio destino de continuar sus estudio*
en SaHamanoa, hicimos compañía de condiscípulos, como antes lo habíamos
«do en ©1 estudio de Filosofía, y resoílvimos, con acueirdo de algu-
(3) Eete personaje fué ,má8 tarde noníbradio Juez Superintendente dte
Indias an estas islas. A él se refiere Viera y Clavijo en una de sus cartas
dirigidas desde Aranjuez al V Marqués de Villanueva del Prado (1774),
en quie le dice: "Me encuentro en este mismo correo com un plieigo del
iseñor D. Antonio Porliier, que habiendo comido por mano de D. Bartolomé
Casatouera, me lo ha dirigido con carta..."
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nos prácticos de las Univeraidaidies de esta Penínsxáa, graduarnioe de Bachiller
en la Univensidad de Alcalá a dar principio al estudio de la "Inis-tituta"
y su comeaita)diQr Arnoído Vinio, que era en aquellos tiempos el
que se seguía en los estudios generales; y, ein efecto, nos trasiladamos a
aquella ciudad en la que pasamos dos cursos, hasta que por el mes de oa-tulhjie
del año de 1746 noe tralariíamos a Sallamanca a continuar el estudio
ya principiado, y adelantado en Alcalá, i©n los dos años anteriores.
Allí permanecí hasta el de 1752, en el que concluidos los ejercicios públicos
en los actos mayores defendidos en*la Aváa de Cánones y Leyes, con
asistencia de los Doctores y Catedráticos de Salamanca, y raciibido en ella
el grado de Bachiller en Leyes, y después el de Licenciado y de Doctor en
Cánones en la Universiaiad de Avila (4), Ikgué a estaibleceirme en Madrid
con el objeto de coHocarme en algún destino correspondiente a mi carrera,
declarándome pretendiente a plazas togadas de Indias, a que en cierto
modo me obligó el suceso siguiente:
Mi hermano D. Juan deseaba mi colocación en alguna prebenda de la
Iglesia Catedral de Canarias, y al mismo tiempo me lenioargó pasase a Madrid
a solicitaT en la Cámara de CaiStilla la vinculiación de una plaza de
Regidor del Caibildo de la ciudad de La Laguna que le pertenecía; con
(4) La reseña que de los estudios hace Porlier en su autobiografía
podemos ampliarla mediante una certificación impresa expedida en 21 de
junio de 1749 por Diego García de Paredes, notario apostólico y secreta^
rio de la Universidad de Salamanca. Según ella, cursó tres año?, de Artes
. y tres de Teología en el convento de Santo Domingo de l a ciudad de La
Laguna; Académico de San José en la Universidad de Alcalá, con conclusiones
defendidas y argumentos en dicha Academia; dos años de Práctica
Civil en Alcalá; grado de Bachiller en Cánones por la Universidad
de Toledo y su incorporación a la de Salamanca. Dieciséis años de Ks-tudios
Mayores, a saber: seis en Artes y Teología, y diez en Jurisprudencia;
Académico de Profesores Juristas de Salamianoa, explicando ocho
ieociones de la Instituta, obteniendo loe honores de Huésped de dicha
Academia. Grado de Bacfhiller en Leyes por la Universidad de Salamanca
y explicación en el curso 1747-1748; Sustituciones a las cátedras de
Vísperas dé Leyes y Digesto Viejo en el mismo año de 1748; explicación
de extraordinario en el curso de 1748-1749; Académico de Canonistas en
el Colegio Trilingüe de dicha Universidad, donde amplió dos lecciones,
nva. defensa y argumentos; y otra de oposición a cátedras de Leyes de
Salamanca; Diputado de la Uniiversidad; grado de Licenciado y de Doctor
en Cánones por Ávila, nfminf discrepante.—Cfr.: "Títulos y exerci-cios
literarios hechos por el Dr. D. Antonio Porlier, natural de la Oiudiaid
de La Laguna, Isla de Thenerife, Diócesis de Canarias, Opositor a Cáthe-dra'-.
de la Facultad de Leyes en la Universidad de Saflamanca", etc. (Biblioteca
de la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Tenerife.
La Laguna.)
Santa Uui ús ]am,ii 167
este motivo salí de Salurnaaica por junio del año de 43, y con la mira tam-ibién
d¡e pasetender mi colocación em una die cuatro prcbeadiae que había vacantes
,en aquella Ig-lteisiiai, para lio cual preisenité inimiediiaitamieinte memoiria!!;
pero tuve la desgracia de caier «mfermo la losi cuaitro o iseás días de mi Uct-gaiáta,
a la Oorte dle un fuerte itaJbardillo, en ei quie leatuve oleajdlo y sacnai-mentado,
y sim esperamza de vida ei día caitoroe die imi enfermedad, de 1*
qiue Dios qu'so saiKese, a peear die las podas osipeiranzais que habían cornee-
(bidio el médico y lioe demás qule me aisiisitSan. Paisé los dos meses dle jufldo
y aigoeto die aqiieil año «n mi emfermiediad y convaiieceincia, de forma que
hasta pirincipios de octiilbre no pudie laBlir de caea, halbiéndose len este in-tormiedlio
proviisito las cuatro .prebeindiais que estaibau vacanteis, en varios
pretendientes a ellas, y quiedandio yo solo dlestánado por entoinces a promover
la solicitud lencairgadla por mi hermamo de la perpetuidad de su em-plieo
de Regidor, la que se le concedió aimpliamanite, y remitídole los Reales
Deapachos (5) regresé a oontiniuar mis tareas literarias a Salamanca,
«n donde permanecí haista el año de 52, como diejo ya apulntado.
Bate suceso me dteisvió dle la iiniteoción de seguir icarrera eciesiáatica,
puies me parecía que ,nio en vaino había dispuiesto Dios esite accidente, porque
quizá no raie comvendiría aquiell eatadio, y no siendo para ello no me
quedaba otro arbitrio que el de emprender nuevo ruimibo para lograr una
colocación homrosa qu/e no contemplaba desmerecer por los años que llevaba
d'e esitu'dáos, y el crédito adquirido entre los profesores ée aquella
faimosa Universidlad, die loa cuañies algunos me honraron en sus informes
y recamendaiciones en la Corte.
Para íaidiüitar fl conioepito de mi aplicación y prop^agarle entre los eruditos
y giantes dte letras míe hice lugar de asisitir a las Alcademiae y tertuliáis
liteirariai.^, quie en aquella época tabía en Madrid. Concuirría por lais
(5) En efecto, se le recibió por Regidor perpetuo en cabildo de 23 de
octubre de 1753, y obtuvo Real Cédula de preeminencia en 19 de agosto
de 1777. Era capitán de Oaballo» Corazae, y calballero d: las Órdenes d'e
San Lázaro de Jeruisalén y d= Nuestra Señora del Caranan, con las que le
condecoró en 1744 Luis XV. Ejerció, como su padre, el cargo de Cónsul gie-renal
de Francia en estas islas, el cual renunció por ser incompatible con
la poeesdón de los mayorazgos que heredó de su madre en Tenerife y en
Gran Canaria. Un retrato suyo, pintado al óleo, figura en la colección que
posee en La Laguna D. Emilio Sal'azar y Oráa. Nació en esta última ciudad
el 19 de diciembre dj 1711, y fué bautizado el 24 del expreado mes;
ca»ó con D5 Juana de Castilla y jVajn-Damme, en la que hubo un varón
y dos hembras. Falleció el 18 de^ marzo de 1778.
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aadhes a la de D. Agiistín dle Montianio (6), eeorebario de Gracia y Justicia
die la Cámana dte Castdllla, a la que asiatfain la mayor parte die los iite-ratoa
y eruditoe die la Corte. Enibré dei Acadlémico de la Historáa; también
de la Española, y em la Real Acadismiila de Santa Bárbara de Jutistae die
Madrid, en cuyos teatros me di a comocer de muchos sujetos (7), que después
míe dáieiron la majno para entrar ©n la oameina dte la. tog'a, y seguirla
deapués en BU dilatado curso.
Todo eato fué pireciso para suplir la falta de proteooióin con que salí
de rni cajsa, jme® ni temía pariemteis ni personas' que por vínculos de sangre
ni die amisitaid pudieran darme la nuano en esta Corte para euibir el pri-nmer
«scalón. Sólo mi conducta y apüoacióin fueiron las muletas con que a
paeo lento iba granando aJgún terreno, hasta que apoyado por el influjo
del Duque d* Alba, qqe como Preaidlents d'e la Real Academia Española
me conoció el día que me recibí en ella y oyó mii oriaicdóii de gracias, tomó
a su cargo (al parecer) favoreceirme en la barrería d« Indias, en la que
ejiercía ein calddlad de Gran Canciller el emiplieo del Gobierno del Oonisejo,
como lo hizo, iprimeiro en uaa ooaisuita dte la plaza de Piacal de Santa Fe
en segundo lug'ar, y en otra die Hisoal Protector da Indias de la de Charleas,
en la que fui consultadlo con todos los votos, la que se dignó el Rsy
conferirme en fines deil año de 1756.
(6) Era D. Aigustín de Montianio y Luyando (1697-1764) .natural de
Valladolid. Su mayor éxito fu)é el dte fundiador y primer director de la
Real Academia de la Histori'a. Como literato siguió primero el gusto oon-ceptuoso
del siglo XVII; más tairde y en la draimátic'a ae mostró partidiar
rio de la escuela neoclásica francesa, como ise advierte en sus dos tragedias
tituladas Virginia y Ataúlfo (1750-1753).
Guiando Porlier acude a la tertulia de Montiano, ésta había cambiado
de guisto. En una carta que precede a la traducción en verso de la Andró~
maca, de Hacine, hecha por M'angarita Hkkey, dice: "Yo seguí ,alligún
tiempo la opinión de los franceses, pero abracé después la inglesa". 'Este
cambio se refiere al teatro de Dryden y Addisson, pero no al de Shakespeare.
(7) En esta época fué cuando escribió SUSJ trabajos históricos acerca
de las Canarias por encargo de la Academia de la ñistoria, tan conocddoa
por los estudiosos, a saber: Discurso sobre los primeros pobladores ííe
las ísLcLs (fe Canaria, i/ qu/' país era en ios tiempos primifivosi, con la
cuestión de la existencia de In isla Aprósitus; San Borondón o Encam-toda;
Adición sobre la famosa cuestión de la existencia del árbol de loi
isla del Hierro, y Disertación histórica sobre la época del ptimer descubrimiento,
expedición y conquista de tas islas Canarias (1755). Bsta
última obra ha sido impresa por vez primera en la "Biblioteca Canaria"
en el año 1944, como homenaje a su autor, según un maniuscrito que se
conserva en la BiMioteca de la Universidad y áei Instituto, sSgn. 83-8-4.
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Confiíeaio que ©ata primer ipilaza la soldoité ootti viváis aaMiais para dea-cargar
a iind herralalno mayor, que m& asiatía con una raesada de vedmtáciii»-
oo ipesos y algnin otro eoconro eaobraordiimardo de esta eragadóií, que ya diu-iraJba
dletmaedadlo dlesdle mi saiidla die Camarias, lo que me ailigia muohloi,
porquie oonsádteraiba que ®e había casado y que se iba cargando de hijos y
familia. Pero en todo eü largo tiempo áe mi carrera, aiacensoa en ella, hasta
«1 último término en que hoy me hallo, puedo aiaegurar qua cesaron mi»
afanes y pretensdoneis, y que todto lo ha dispaneisito Dios de un modo incoon-prensáble,
con que su bondad' imfinitiai ha querido exaltarme ad¡n la mano
de homibre y de uin miodio inesperado, que solio el Señor es el que lo conoce
y eJ que lo ordena.
En prueba dte esto referiré, pana instruocióai dte mis hijee, algunos pasaje
» die mi vida y carrera, por los que ee verá oorifirmiado lo que an.tea
diejo referido, y de los cuaies haré menicdón opartunamiemibe en la narra-oi6n
sucesiva die loe hedi.as y acontecdmiientos sobrevenidlos dtesde mi destino
a CJharcas haisto, mi regreso a Eisipaña y aiotiial estado en quie me hallo
en lel día.
Recogidos mié despachos salí de Madrid para Cádiz (8) el día 12 de junio
de 1757, y Ikigué a aquel puerto en el propio me», donde me fué preciso
detrnerme hasta ootubire die aqu«l año, por nio halbilitarse haeta entottioes
el navio "San Pedro" que estaiba en carga para Buietnos Aires, y pertenecía
a la Oomipañía de Acharan, emibarcándome em él con dos criados.
lieigado el tiempo dé la siali<Ba de este ibuque, que fué lem dicho mies de
octubre, y ten ed que iba embarcado tamibién, tí capitán ée navio, entonces,
D. Antonio die Ulloa, desitÍTiadk) ail gobierno die Huajicavecilla, los primeros
días de niavegacdón tuvimos calmas y viettutos cointrarios, de forma
quie no pudimos montar loe cabos, y hallándonos todavía en la ense'-
mada noa sobrevino un vendaval tan fuerta que no pudo sufrir ni sobrellevar
el buque, qae por otro lado eisit'aib» tan mal equipado que se iba a la
ronza y nos arrojaba a la cosita, y al arriesigado punto die Arenas gordas,
lo que obligó al capitán a formar una junta de pasajeros para resolveT la
arribada y vu/elita al puerto de Cádiz, como así se hizo por aclamación, y
(8) Aun estaba vigente el monopolio del tráfico con América por el
puerto de Cádiz, según eil privilegio que le otorg'aron los Reyes CatiWlcoa
e^i 23 de aigosto de 1498, que dice textualmente: "Nuestra merced e voluntad
68 que de aquí em adelante los navios e caraveJlas que vengan de leid
Indias, hayan de venir e vengan a descargar a la cibdád de Cádiz, e no a
otro puerto ni lugar alguno".
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con mucho liesigo, ain ipráctica y, oomo dioem, a tientais pudimos milagro-samenite
tom'ar el poiiezto <a, líos odio o diez días de nuestra eaildda die él.
Eate accádenite nue causó mucho traistanno y nuevos y creoidos gastois,
porque ae reconoció que el navio "San Pedro" no estalba en estado de
ba«er viaje, y, por oojiBigtiieiiiite, dSiapusiilerOni loa düeñoa eJ tnaistwirdlo del
can^amianto a otro buque de mayor x>orte ILaimado el "San IgDiacio", que
(pertemiecía a los propios initeresiadx», cuya operación y el hallar quien
«mlbaircaise miencamcías para completaír la canga del nuevo buquie detuvo la
halbUiitacióin y siaildd'a de ésite hasta .x)rincipii06 die (agosto deil año siiguliente
de 1758, y, por conaiguienbe, tuve quie dietenerme en Cádiz toda lesu larga
temporada.
Saüimois, pues, de Cád&z el día 3 de agosto del año die 1758 y a los siete
dUaíi dlivisamos las I^Aas Oamairiías, a beineficio die una biris'a constante que
nos duró algunos día» más. Pero lel 25 de agosto, estattido sobre la costa
die África, la díisitanda die dloscieintas leguais, tuvimioe la dlasgracda de haberse
descubierto fuiego .en el eintrepuente, oausajdio por la imprudencia de
faigunos ma?ineros quie aiprovechando la hora de las cinco de la tarde, en
que todos estálbamos rezando d Rosario (9), bajaron con una luz a sacar
aguardiente die un Ibarrál, lo que hicieron con tan poca precaución que arrimando
demasiado da vela prendió fuego en lei chorro que caía y se comunicó
al resto del ibarrál, que incendiado y derramado sobrie oaJbles, azufre
y otros comlbuisltiblea hubiera incendiado todo el inaivío a no haber siaguido
el dictaimen de un cirujano catalán que itoía de .pasajero, lei cual dijo que
no había otro medio de escapar del riesgo que d de ahogar el fuego cerrando
d escotillón de proa con coichone» mojadlos, y poniendo oontinua-mente
agua sobre ellos hfaista que se oomaiderase estar ya extintguido, lo
que así se hizo, duirandlo el su'Sto y al inicierto estado del fueigo hasta las
nueve de la noche que se empozó a reconocer entilando por el escotillón
y registrando cuidadosamente el entrepuente se aseguró estar todo extin-gTlido,
con lo que oesó el suisto y la oonsternacióin de todos cuantos (noe
halláibamos embarcados.
(9) Era oositumbre muy antigua el rezar en los buques españoléis el
«anto Bosairio después dé la cena, y terminada ésta se cantaba una "Salve
Regina" que era coreada por todos los tripullantea y pasajeros del bu-quie.
De tal costumbre nació la de cantar los pescadores a la Virgen die
Candelairia en este isla su celebrada "Salve de los Mareantee" en la nio»-
cihe del 15 de agosto, y que Rodríguez Moure conisidera una die las compo-sicionea
máis ibellas dedicad'as a la Madre de Dioe.
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Llegamos por último a Montevidleo a los cuatro ineBes y cuatro ditais
d© navegactón, cuyo largo viaje oonisiistió en parte de lo poco andador que
era di jiavío y dte los vientoB contrarios: qu* expeirimieaitaimos \al cortar la
línea, y Habiendo dispuesito yo transportaTime luiego a Buenos Aires, fleté
una lancha en compañía de D. Juan de Foronda, soibrino del Obispo de
aqudla cdudad, que lie llevaiba lias Buláis y el palio del arzabiiapado de Ohar-cas
a que estalba proimo'viido, y en día y nuediio de •navegación por el Río
de la Plata dleaemibarcaimos en didia ciudad.
El Arzobispo me ihiao muy buema acogida, y deade los principios me
convidó a que hidéramiois juntos el viaje por tierra hasta Charcas, en lo
que convine, ipero •esta condeiscie!nd>éncia me puao en el compromiso de dete-temerme
cuatro mesies en aquella ciudad, que fueron los que se detuvo éste
Prellado para preparar y disponer su viaje, que al fin empnendimos en
abril de 1759, dteepués die uinia travesía die otros cuatro mes:® que tardamos
etn el caminio por tierra; y en los primeros días de mi llegada a la
ciudad de la Pl'aita tomé en la Audi^encia la posesión de mi plaza de Pi's-oai,
Protector de Indios de su distrito, habiendo antes pasado por la Villa
de Potosí paira entrar en las Cajas Reaileis l'a Media Ainnata dte mi empleo.
Establecido ya en Charca^s (10) se me recrecieron los gastos de porer
una casa habilitándola de todos los muehlee más pre'cisos para mi residencia
y habitación.
No fué esto lo peor, sino el haberme oom'isionado el Virrey del Perú,
lantea de cumplir el año de la posesión de mi plaza, para que pasara a la
ciudad de Jujuy, distante ciento treinta legua?, a visitar la Caja Real, y
tomar cuenta y residencia a los dos Oíi'ciaiías Reales que la adminiístra-ban,
contra quienes se habían hecho algunas denunciáis de malversación.
Este encargo me causó 'iruevos gaistos y •trastorno en mi casa y quietud;
pero Dios quiso darme acierto para desempeñair tan espinosa comisión
(10) Era el «omibre entonces de la actual capitail de Bolivi'a, y tam-
'bién el de Ohuquisaca, que alguna vez le da Porlder, hasta que en el año
1839 se le cambió por e] de Sucre. Charcas fué la antigua capital de lois
imdiios, y después a.«iento de la Real Aiidiencáai, a la que fué deistinaxlio
nuestro compatriota, que comprendía las provincias de La Paz, Potosí,
Santa Cruz y territorios de Mojo y Cbucuyto. Fué creada en 1559 y en
1776 pafó al Virreinato de Bu:nos Aires; luego, en 1782 se dividió en
ocího inteindcinoiais, y en 1810 se «eparó la de aquel Virreiniato. Chaincais
(hoy Sucre) está enclavada en terreno montuoso y desigual, con ríos caudalosos;
su clima es variabl'a y regularmente siano, aunque propenso a fiebres,
especialmente en verano.
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an 'la que me dietuve nueve mese», y de regreso a Ohaxicas ipaaé y me alojé
en caaia de D* Josefa de Irilbarren, vecina y kaceoidadia dei paiEiblo de
Mojo, donde conocí y traté, aunque solo uin día, a D5 María Josefa da
Asteguieta e Irilbarren, su hija úiñoa, que fué después mi mujer, como lo
exjpreeajré más adielante.
No bien empecé a disfrutar Ha quietud de mi caisa de vuelta die mi viaje
a Jujuy ouiando al año, poco máe o miemos de tranquilidiadl, recibí uina
Rea:l Cédula en que se me mandaba pasar a Potosí (11) con D. Pedro de
Tagle, Oidor de la Audiencia de Charcas, a visitar en la Casa de la Moneda
de aquella villa los oficios de fundidor j ' ensayador de ella que se liallaiban
enajenadlos de la Corona y diisfrutaJba el Marqués de Escalona, D. F. de
Acuña, sobre cuya adtainisitración y manejo se denunciairon varios cargos
eu el Consejo de Inddas;. Fuéroe, pues, preciso volver a abandonar mi casa
y quietud y emprendler otro miuevo y delicado megocio como fué el de
esta visita, así por lo mucho que hubo que registrar de papeles (antiguas
de más de un eiglo, como de los más modernos y que regían en la actualidad,
que fueron muchos. Pero, ai finí, después de año y medio de deten-oión
se concluyó fiediizmente ell encargo, Be remitieron las actuaciones al
Consejo y me restituí a Charcas a servir el nuevo destino de Oidor, a que
fui promovido durante el tiempo que ocupé eín la comisión de la Casa de
la Moneda, cuya nuev^ graicia me sorprendlió por no esperada ni solicitada
por mi parte.
Cuando me hallaba empílieado en esta comisión se me propuso casamiento
con D* María Josefa de Aisteguieta e Irilbarren (12), a quien yo
había ya visto ai paso por el puielMo y haioieinda de Mojo, y biem infomia-
(11) El centro más célebre de la meseta central de BoHvia es Potosí,
que cuenta hoy con 21.000 ihabitantes, ciudad hoy decaída, pero que debe
a sus minas de plata una reputación envidiable."El cerro del Potosí, explotado
desde 1545 por los españole», tiene una ailtura de 4.663 metros. La
ciudad está a los 4.146. Por ello .sufre excesivas variaciones* de tempera-tuira
y el suelo estéril está desproviisto de vida vegetal y animal. La rariifi-cación
deí aire hace el trabajo y aun la miiismta locomoción pelnosos. Sin
embargo, la extracción de la plata fué seguida con una actividlad asombrosa,
bajo ruestra dominación, y la ciujdad llegó a contar en tiempos de
Porlier con cerca de 300.000 ailmas'.' Después han sobrevenido lais másmáls
dificultades de explotación que ©n tas otras antiguas miijnas del Nuevo
Mundo. Sin embargo. Potosí entrega aun al comercio grussas cantidades
de plata.
(12) Esta dÍBima nació en la ciudad de Sailta (provincia de Tucumán)
el 24 de septiembre de 1745. Era hija de D. Juan Manuel de Asteguieta y
Cortázar, Gobernador de Salta, natural de Laguajrdia (Álava), y de D* Josefa
Sebastiana de Iriba-rTen y Morales, naturall de Pica (Perú).
163
do de laa ciircunstancias de eslta señoiía, de siu, eduioactón, mcMeza. y preni-díus
personaües, a las quie acompañoiban aligunos intereses, me resolví, después
de bien meditadas eatas proposiciones, a tomar estado con dicha señora
y verificado el matrimomio por poder, que coinferí para ello a su tío
D. Anitonio José de Iriibairren, pasé por novieaMbre del año de 1762 al pueblo
de Mojo, para condiucir a mi mujer a Potosí, y desde allí a Chiajrcas,
oamo así ee verificó el año siguáemte de 1764.
Poco tiempo des.pué6 de md regreso a CJhuquisaca, y en el año 17&5ij
me hallé con orden del Virrey del Perú, D. .Maamiel die Aznar, pana que
pasase inmediatamente a la provincia de Ohucuyto y Puno a pacificar la
iniSiuiTreccián una contra otra, acaecidia por düscordiais de las Justicias de
aanbaa, y parcialidades de los Oficiales Reaiies de la pirimera, de lo que
resultó que tomasen las armas, saliesen a caimi>aña y ®e hicieran recíprocamente
la guerra como si fuesien eos naciones enemigas (13), siendo lo
peor que para todo esto mo ae me daban mi auxilios de geoxte armada ni
máa arbitrios que los del respeto y suboírdlinlacién que se debe al Soberamo
y SOIS tribunialcs que lo representan. Ya se deja compreinder el sinsabor,
trastorno y cuidados que me recrecían.
Pues ajpenas descansado y desocupado de los que había experimentado
an las comisiianes pasadas, enitraiba en otra más expuesta y arriesigiada
que las anteriores, con la precisión de dej'ar abandonada mi casa y familia,
y a md mujer embarazada de cinco o seis mesies. Pero el homor y fidelidad
me hicieron vancer estas delicadas y urgentes dificultades y, postergándolo
todo, me puse en camino a principios dedi año de 1766, diri.gién-dome
primero a la ciudad de La Paz, distamte ciento treinta leguas de
Ohardas, para evacuar allí alagunas previas diligencias que <9e me encangaban
en las órdenes comunicadas por el Superior gobd-emo, en cuya viaje sólo
me aoompañajban dos criíados de librea y un escribano para autorizar las
providencias judiciales, las que evacuadas allí me dirigí al pueblo de Ohu-
(13) Estas discordias traían um origen más antiguo. Ya en 1666 se
promovieron escandtdiosas contiendas debidas a la codicia dé los propietarios
de las célebres minas de Laicaeota, distantes tres kilómetros de Puno
y los haJbitantes de dnuouyto, emcendiéndose el furor de los partidos
hasta llegar a destituir al Corregidor que residía en aquel distrito minero,
poír lo cujal el Virrey, que era el Conde de Lemos, pasé personalmente
a restablecer el orden. El territorio de Puno es tan espedid em su matu-raleza
como en sus producoioines. Consta de dos zonas entenamente distintas:
la dfel CoUao, que comprende el hermoso lago Titicaca, y la dé la
Montaña, al Tiorte de la Cordillera Reail.
164
cuyto, capital de esta provincia, donde toinié las que me parecieron i)reci-
Bats, y me encamdné al pueblo de Pumo, reooncdiié los ánimios, estaiblecí la
paz y el bue-n orden con prudencia y miaaweduimbr^, sólo con el respeto y la
autoridad de mi comisión, sin dlearamamiento de samgre y solamente removiendo
a los principales cul-^ados «m esta revolución, a los que depuse de
euis empleos y remití a Liima, a disposición del Virrey, con las sumarias que
formó en amibas provincias', die las que siólo resultó el destierro de algunos
de los ciilipablesi y la oomeocióin de otros que lo eran menoe.
Eetaindo todavía en Ohucuyto concluyendo las actuacionES de esta comisión,
una noche, a las tres die la madruigadia, me vinieron a despertar di-
'ciendo que llamiaiban a la puerta de mii habitación con muciho estréipito, y
que pedían abriesen al Gobemadior de la provincia que tenía que hablarme,
y aiuinque yo me hallaba enfermo había ya algunos días, y la hora era
intempestiva, y podría acaso sier alguna sorpresa, di orden al escribano
que ee acercase a averiguar si era el citado Gobernador el que llamaba,
y asegurándome que era así, dije que le abriesen y que entrase, como así
lo ejecutó. Estando, pues, a mi calbeoera me dijo que despidiese a loe que
esrtaban en el cuarto, como así lo mandé, y quedándonos solos los dos me
entregó oin pliego que en aquella misma hora halbía recibido con un propio,
y que era diel Presidente de la Audiencia de Charcas, el que le encargaiha
me lo entregase a ¡soláis y sin que hubiese náíííe d'eilante.
Bn efecto, lo abrí y ime encontré con las órdiemes para la expulMÓn de
los Jesuítas del puebio de Juli (14), de Ja propia provincia, que adminis^
traban cuatro parroquias de Indios, que componían de dieciséiis a dieciocho
mil almiae.
Bnitei^ado dtel contexto de las Reales órdemes, y de lo que me prevenía
eü Preeidembe de Charcas, dispuse, de acuerdo con el Gobernador de Chu-cuyto.
Marqués de Haro, que fiecretamente y con la mayor reserva previ-
(14) El decreto de expulfión de los Jesuítas ise firmó el 25 de febrero
de 1767, y fué puasto en ejecución en 1- de abril del miemo año. Tal medida
fué propuesta a Carlos III por un Consejo del que formaban parte,
constituyendo una sección derominada "Cámara de Conicieneia", el Arzobispo
de Manila, el Obispo de Ávilia, Pr. Manueil» Pimillos, religioso aigusti-
To, y varios teólogos, acaso influidos por el Conde de Aranda que eia
volteriano. El múmero de Jesnjítas que residían en nuestras posesiones de
TOtramaír ascendía a uinos 2.267. Ni entonces ni después se han exhibido
los testimoinioí9 que demostraran la culpalb'^idad de los expulsados. Lo único
que isabemos es que Carlos III decía r.l Papa "tener pruebas suficien^
tes e indestructibles, pruebas superabundanites para extrañar toda la Orden..."
165
nieae para la noche sigoiáente oalballeríae para él y su comiitiva, y ipara mía
criadas y el escribano de mi oomisióni, y que después de amocheoer emprendiésemos
todos el viaje a dicho pueiblo de Juli, que distaiba dieede el de Ohu-ouyito
catorce o quince legua®, que al amanecer ILig-ase al CoJegio-Parroq.uia
de San Pedro, donde moraban hasta doce Jesiuítas entre curas y junien-tea
de las cuatro parroqiáajs, juntaste la comunidad y le intimase las Reales
Órde/nes de S. M., mantemiéndome yo entre tanto en otro pueblo más inmediato,
para evitar la sorpresa de los indiosi, y aicudir con mi presencia a lo
que pudiera ocurrir, aviróndome todo lo que sobreviniese por propio despa-cfliado
al intento.
En efecto, a cosa del medio día siíguiiente recibí aviso de dicho Gobernador,
en que me participaba que sabedore® los indios de esta novedad se
habían conmovido y alterado de forma que temía ajiguna insurrección, y
que, por lo tanto, imiportaría mucho mi presencia en aqueil pueblo con cuyo
respeto podría contenerse y apaciguarse este alboroto. Al punto monté a
caballo, acompañado so5o d? mi escribariO actuario y dos criados, dirigiém-dome
sin más escolta a Juli, adonde llegué al anochecer, halla^ndo a todo
el pueblo corriendo por las calles, dando gritoe, aJaridos y sollozos, y repitiendo
en su 'lengua las quejas de quie se les quitasen susí Padres, que aeí
llamiajban a estos regulaxee.
Yo me fui a apear a las Oasas Opitularee, que estaiban sdtuadais en
frente del Ooleigio-Parroquia de San Pedro; hice lla,mar a los cuatro caciques
de las cuatro paircialidad'ee d3 quie se componía la población, las amonesté
suavemente, aunque con algunas amenazáis, a que contuvieran aqijs-
Ua conmoción y que hiciesen rcitirar a sus casas la miütitujd de imdioe' e
indias que se habían juntado en el atrio espacioso de la iglesia de San Pedro,
como me lo ofrecieron ejecutar, y evacuada esta diligencia ma encaminó
al Colegio aooim,pañado de loe caciques, pasando por medio de la multitud
que ocuipaiba todo el atrio, sin más arma que un látágo que llevaiba len
la mamo, con el que di umo u otro latigazos a loei primeros que encontré,
que ÍTOpedían el .paso, y volviéndome a los caciques les dije en voz alita
que hiciesen retirar a eus casas a aquellas igentes. Este pasaje infundió
resipeito y temor, como se experimentó a la hora poco después, en que cesó
el tumulto. Se apagó el incendio de los árninMe y quedó todo el pueblo
sosegado y sin que ya sie sintiese iningún clamor y ialarido.
Habiendo Ueigado al Ck^leg'io de San Pedro hollé em él al Goibernador,
de quien míe informé del estadio de las diligenciaisi que había prtacticado
166
y dispasdcionos tomadas para la salida de loe Padires a las veirtticuiatno
horas, como lo prevenían las Reales Órdenes, a lo que me coinitestó qu«
todo €É»taba dispuesto para ©1 día siíguiente a las ocho de la mañana; pero
reflexionando yo que en aquel día y hora ise suscitaría mucho alboroto y
conmoción, y otras más graves resultas que exaltarían los ánimos de
aquiBilIos indios con la lastimosa presencia de los expulsos, tuve por cont-venients
que ,il punto y con el mayor sigilo se aprontasen las caballeríaa
r.ecesiarias para la ealida de los Padrea y demás que debían acompañarlos,
y que ésta se anticipase a las dos de la mañana, para que todo estuviese
verificado mucho antee de las ocho del día señalado de antemiar.o, y die
que ya temían moticia los indios. AJSÍ suicedid, puie» antes 3e áioha hora ya
se habían atropado en el atrio de San Pedro multitud da indios de amibos
sexois quie ee quedaron sorprendidos con la noticia de que habían caminado
los Padree, lo que fué caiuisa de que muchos iempreindderaln el camino
por donde habían salido, con_ el fin de verlos (15), lo que no pudierwn
conseíguir por estar muy adelantados en su marcha, 'oon lo que hubiecxxn
que retroceder.
Sosegado ya y tralnquilo el pueiblo, verificada la salida de los Jesuítae,
encomendadas las cuatro Parroquias a clérigos secularís, que dispuse
viniesjen a administrarlas ínterim el Obispo de la Paz nomibraee sacerdotes
idóneos, y diadas otra« providencias g^ibernativas, efticargué al Gobernador
dé la provincia, que eira el principal comisionado para eeta expul-sión,
quedase allí hasta concluir los inventarios y demás diligeinciais que
disponían las Realee Ordenes de S. M. (16), pues yo isólo fui 'auxiliario
papa verificar con paz y quietud este grave negocio, como me lo previno
el Presidenite de Cüharcas, lo que evacuado felizmemte no tenía ya más que
(16) En Méjico, Perú, CJhile, Paraguay y FilipinaB fueron, como en
la PaniíiBulia, «anprendidos los Jesuítas en sus Ooli¿igios y residencias en
un rmiisimo día y hora, ocupados sus papeles, arrestados y embarcadas
aru« personas. Se temió su resiatenciía «n lae Misionea, donde eran casi
adorados por loa nuevos convertidos—escribe Sismondi—; mas, por
el contrario, manifestaron gran reisignacióni y firmeza que nayabam, «n
heroísmo. La viva descripción que hace Porlier como actor en la expulsión
de los Jesuítas de Juli, en que marra !a deisesperaición y tristeaa dB
los indios nil conocer el destierro de aquellos religiosos, confirman lae pa^
labras del historiador fraTOsé».
(16) Se creía que la riqueza, de la Orden era grande en laa Indias
orientalles y occidentales, particularmente las de estas últimas; pero de
unta invewtjigación oficial hecha poco ante? de la expulsión resultó que no
pasaibam de treinta los pueblas que en aquellos países estalban a su cango',
que sus biene.? hallábanse agobiados de deudas, y que el producto total de
167 1 ,'„ ^ ^
hacer, y me [restituí a loa odho días de mi salida a CJhucuyto, donde m^^^
llamaiban los deimás encargos de mi prLTiera y principal comisiAn.
A pocos días de mi regreso me hallé con la no esperada noticia de mi
promooióln a la plaza de Fiscal de lo Civil de la Audiencia Pretorial de
Lima que ipor muchos motivos me fué ibaistante siensiible, ya por al trastorno
de mi casa y familia, con el grave atraso de nuevos gastos ds viajes
dilatados y costosos, levantar casa, volverla a poner de Inuievo, perder los
auxilios con que nos asistía d«sde Mojo mi suegra D* Josefa da Iribarren,
con otros incoinvenientea políticos que se me seiguían, resolví, conoluída la
comisión de Cühucuyto, retroceder a Oharcae para tomar, de acuerdo con
mi mujer, la deliberación convendemte, y regresado a mi caisa, donde esipe-ré
a mi esposa, que durante mi ausencia hiabía pasado a Mojo a acompañar
a su niiadTe, me resolví a hacer desde aquella Audiemcia una representación
a S. M. pidiendo me mantuviese en la plaza de Oidor que servía,
relevándome de la Fiscalía de Lima; a cuya instancia no tuvo S. M. a
bien condeseender, y me mandó que, sin embargo de mis razones y fun-'
dameritos expuestos, pasnee a servir la PiscaJía por convenir así a eu Real
servicio, c;n cuya virtud emprendí mi viaje a aquella capital con toda mi
familia por junio del año de 1769, dirigiéndome a Fagra, y de allí al puerto
de Arica, donde me embarqué para el del Callao, habiendo llegado por
mediados de septiembre a la capital de Lima, y tomado posesión de dicho
empleo a los pocos días de mi arribo.
Dn todo el tiempo que sei^ví en el laborioso ministerio de Fiscal, comprendía
el Virreiriato del Perú todos los distritos de- las Audiencias de
Lima, Ohile y Charca.», por no hail¡>eTse creado todlavía el nuevo Virreinato
de Buenos Aires (17), que descargó al primero de más da la mitad de los
negocio», y, por consiguiente, en el tietnipo que yo serví eran tantos qa»e
un «solo hombre no podía despaidh'ajrlo» y tañerlos corrientes aino trabajando
de día y de nodhe, como a mí me sucedía, resultá/ndome aligún quebranto
«in mi salud y, principalmente, habiéndioseme aumentado un principio de
sordera que me causaron los aires fríos e iraipetuopos que experimenté al
la hierba, tabaco y frutos que cogían no llegaba a un millón de reále».
Eso mismo confirmaron más tarde los inventarios qu» se levaTktarom en
las casas de los expulsados en América, a que se refiere Porfiar em su
autobiografía.
(17) Véase lo que dijimos en la rota 10. Bl Virreinato de Buenos Aire
» se creó en 1776, fedha posterior al nomibramiento de Porlier como Pi«^
cali en la Audiencia dé Lima.
168
pasar la cordillera del Perú, que media entre lae provincias de Oharoas y
la idle Fagrra y poierto de Arica, que, según el ddiotameín de los cirujanos
y profesor.es, fué un parálisis que fe comitrajo en el oído derecho, y del
que era imposible verificar caira radicail, como ihaeta ahora lo experimento,
y me ha causado desde entoinces la mayor mortificació/n, que he procurado
sobrellevar con paciencia y resignación, consáderalndo que Dios es
eJ que así lo ha dispuefAo por los altos fines que no alcanzamos.
Contimié la pemosa tarea del despacho die mi Fiscalía, tsin agente Fiscal
que me ayudase, y que no me permitieron las circuinstancdas nomibrar-le,
hasta fines del año de 1774 (18), que hallándome convidado a un día
de campo por un Oidor de aquella Audiencia a una chacra o hacienda suya
inmediata a la ciudad, y a la cual concurriieron otroe varioiS ministros
y el Asesor del Virrey, D. José Perfecto de Salas, advertí qvi; entre todos
anadiaban susurrando, sin que, yo pudiese comprender ni el asunto r,i eí
motivo. Pero no faltó aligumo que se me acercase y dijese que la materia
sobre que se hablaba era Ja inioticia que el correo de Tierra Firme de aquel
día había traído de habérseme conferido la plaza de Fifccal del Con.-ejo die
Indias, por lo tocante a Nueva España. Y a peisiar de que yo m;e negaba a
creerlo por no tener noticia aliguma, ni haber practicado diligencia, (ni
pretensión a ella, insistían ¡en la verdad de la noticia, y quizá es persua-diieron
a que yo la ocultaiba cuidadiosaimenite.
Fué cumdiendo esta novedad len toda la ciudad, y a pocos días recibí
cartas de la Corte que lo asieguraban, pero TÍO eran de oficio, sino de par-ticular'es,
hasta que pasado como cosa de un mes llegaron por fin éstas
a mis majnos, con lo que fué ya precáso no disimular más y pensar sólo
(18) A pesar de los múltiples inegooios en que niues.tiro compatriota
iMb^rvenía, le quedaba aun tiempo para leer las Nnticins. de Viera y
davijo y expresarle su afecto por las Camairiae. A su vez, el futuro arca-diiano
de Fuertevemtura le decía desde Aramjuez al V Marqués de Villa-nueva
del Prado: "El primer tomo d'e nuestra Historia di6 gusto en eü P«-
rú. Me encuentro en este misimo correo comí un pliego del señor D. Antomio
Porlier... Paiso a V. S. ulna coipia en fe de que no dejará de leer con imu-cho
gusto este elogio de un compatriota de tanto mérito, cuya cordial
aprobación no sólo es en abono de mi trabajo, simo también un rinro testimonio
del tierno amor que conservn a nuestras Islas. ¿Qué no se pueden
ellas prometer de su Ministerio? Parece que a su facha todavía estalba
muy remoto de pensar en venir a Europa. Es regular que a la hora de ésta
e? haya puesto en marcha..." La carta de Porlier asi del 18 de septiembre
de 1773; la de Viera lleva como data el 5 de mayo dé 1774, y nuestro
compatriota se entera de su traalado a España a fines de ese mismo año
de 1774.
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en disponer mi viaje a España, como aeí lo ejecuté apalabrando con el car
pitan del navio namibrado lel "Bujem Oonaejo", pertenecieaite a la casa <ile
Uatariz, de Cádiz, mi viaje en didio buque, como así se verificó, eMbaaS
cánidome en «1 Callao de Lima con toda mi familia: mi mujer, cuatro bajos,
tiiea varones y una hemibra, que falleció de virueliae a bordo (19), y
doe criados, ©1 día 3 de febrero de 1774, cuyo viaje verificamos haJbdendo
dlaidio fondk) en Cádiz éí día 4 de julio del mismio año, donde me detuve basta
miediados de agosto para descansar de los contratiemipas del viaje de
mar, y que pasase lo más riguroso del verano, y llegar a Madrid a filn
de agosto, como así se verificó, y a los pooos días de mi ill'egad'a itomé
posesión de mi emipleo en el Goneiejo.
En esite TriLbunál continué «1 despacho de mi ministerio, y al año »ii-guiente
de 1776 fué nombrado Minisitro de Indias, por muerte de D. Julián
de Arriaiga, que lo servía, D. José de Gálvez, Consejero y Camarisita de
dicho Oonsiejo, a quiefti dteibí amiftad y confianza, y me ocupaiba en varios
asuntos de sai Ministerio con D. Francisco Machado (20), Contador y Ministro
del propio Tribunal. Un día, entre otros, me dijü Gálvez que yo debía
haber eidio condecorado con la Cruz pensionada de Carlos III al tiempo
de iiu creación, y que para reparar esta falta preparase mis (paipeleis
para las prurabas, cuando se me agraciase cotn esta merced, lo que me puso
en la precisión de ocurrir a Canarias, dte donde ise míe remitieron los
que allí se encolntraron.
Para probar completamente me fué preciso ocurrir a París y a la ciudad
de BourgEB, como lo hice, de donde vinieron todos los que se refieren
en el impreso que maindé formar con el título de Gcncnlogia dr l/i fami-
(19) Se llamaba Juana María; era 1.a segurda en el ordsn de naxá-mieinto,
y la úniaa hija que tuvo.
(20) El compañero de Porlier se llamaiba D. FYanci«o Javier Machado
Fiesco, y, como aquél, inatural de la ciudad de La Laguna. Estuvo
en Nue\'a España con D. José Gálvez, citado por Porlier en varitas ocasiones;
fuié luego Secretario del Virreiniato de Méjico, y más tarde pasó la
la Paníneula, donde destmipeñó el cargo de Intend'cnte de Cuenca y fué
exaltado al empleo de Ministro y Contador geneirial del Supremo Consejo
de Indias. Ixt hizo célebre su Mamorial prrscniadn al. Rey nurstro señor
por las islos de Canaria, rn qnr haricndo presente stis méritos y servú
rios, y los de sus naturales, manifiestan eí lastimosa estado a que se
hallan revliteidas por la falta de comercio de svs frutos y restricciones,
crecidos derechos y otros gravámenes del qu£ hacen en América., suphj-ciando
se ll"s conceda proponer en el Real Consiejn de las hidias l.os medios
para su alivio y qnr acrisolados en aq^nel Tribunal, se consulten
a S. M. Madrid, 1758.' (Apud. Viera).
170
lia noble de Portier (21), que he repartido, autorizado, a mis hijos y parientes
de Canarias, y se halla taimbién en el Diccionario de la Nobleza
de Francia, ad tomo XI, verbo Portier del Suipiíemento, y verificada la gra-
<!ia de una Cruz pensionada que «staiba vacante, me la puso como Gran
Canciller ei Patriarca de las Indias, Cardenal de la Cerda y San Carlos,
en fehriero de 1777 (22).
Corrió esto así, siguiendo el curso de mis tareas em la Fiíacalíia, la que
tuve que despachar por espacio de má« de un año, jutitamente con la del
Perú, que estaba vacante per muerte die D. Pedro de Pina y Mazo, hasta
la llegada a ESspaña de D. Joeé de Cistue, Oidor que era dfe Méjico, nombrado
paa-a ella, verificada, seigúin me puedo acordar, entrado ya el año
de 1779. Y en el siguiíente de 1780, «ín igie'stióm ni diliígenlcia alguna, me
hallé noimibrado Camarista de India* con el sueldo y dotación de estas pla-ziaa,
haibiéndonne posesiohadlo en ella por junio de dicho año.
A esta iKieva ocupación se me recreció la de la asistencia en dos días
de cada semana a la junta die Leyes, mamdada erigir para el examen y
arreglo de las de India», y su recopilación, trabajo muy prcüijo y delicar
do, durando cada f>esión las mdismas ti^es horas en que se ocupaba el Oon-
Bejo. Garrió esto aeí, hasta que por muerte de D. José de Gáilvez, acaiaci-dla
en jumo de 1787, me hallé repentinamente noanlbrado Minlstno de Gracia
y Justicia d^e Indias, cuya noticia me dio la noche antes de pasarmie ©1
oficio el Miníatro de Estado, Comdie de Floridabla-nca (28), que me citó «
(21) En la Real Sociedad Económica de Amigos deli País de Tenerife
se comaerva un ejemplar de este folleto, que consta de 8i3 páigiinas infolio.
Su verdadero título es: Gyenealoglu de la familia noble de Portier, de la
cual una rama se halla establecida i*n París y la otra fin España; forí
monia sobre las ejecutorias, papeles y documentos auténticos que en
ella se citan. Madrid. Imprenta de Andrés Ramírez, año MI>CCLXXIX.
(22) La Orden de Carlos III lleva como divistei Virtutp et mérito, y
con ella condecoró el monarca a la Familiia Rfal y a tos peirsomajes' más
distinguidos de la Corte. En la Reail Cédula de su insititución' se dispoinía
que fuera «u patrona la Virgen In,m'acul«da, y que el jefe y Gran Maestre
de ella fuera .siempre el Rey de España. Señala, además, las circunstancias
que han dte tener las diversas cüases de caballerosi, y la® insignias que
deben usar, y previene todo lo reílativo al gobierno de la Ordeim. Pon* au
divisa estaba destinada a premiar servicios relevaintes y no cualidades dIe
uacinñanto, paira los cuales existíain ya las antiguas órdlenifts Militares.
Fué aprobada por el Pontífice mediante Bula expedidla en el año 1772.
(23) D. José Moñino. Conde de Floridablanoa, nadó en Murcia el
año 1730, y murió em Sevilla el 20 de diciembre de 1808. Siguió la cairrera
d«i foro, «eñallénd'ose por isua ideas neigaMptas; protegido por el Marqués
de Bsqiuilacíhe fué -nombrado flaca! del Consejo de Castilla, domde adquirió
gran reputación por <sa informe sobre él asunto de la expulsión de lois
171
su Secretaría para, aquella noche. Sorprendióme esta inesperada noveda<*,
no por el honor que me resuítaiba ée esta eleccáóm, sino por la inquiíetud
y trastorno en mi orden d'e vida ya enitahlada y en el peso que iba a descargar
aobre mis débiles hoim'bres, y así me quejé en aquella ocasión de
que no se me hubiese prevenido, ni avisado de antemano, que yo acaeo
huibiera representado mi poca aiptítud para el desempeño de tan importante
cairgo, a lo que sólo me respondió que eí Rey lo había así r»-
suelto y que ya echaba firmado por S. M. el Real Decreto, que se me remitiría
el oficio al día siguiente, con lo que no tuve más remedio que
presentarme en dicJio día a ibesar la mano aJ Rey y a las demás personas
peíaleis acompañado dtel cdtadk) Milniatro de Estado.
En e4 año die 1779 tuve la deiagrpacia de perder a mi amada esposa
D5 Mairía Josefa de Aisteguieta, que falleció el día 26 <íe marzo de dicho
año, a los treinta y dos die au edad. No puedo .ponderar el vivo dolor y
sentimiento que me causó este infausto acaecimiento, cuya pena no «e me
apairtaba um punto de la imaiginación, y sóJo Dios, y el entreigarme ciegamente
en sus manos, y pedirle continuamente me diera conformidad eom
sus divinas e inescnitaibles diisposiciones, pudo ser la única áncora que
me aalvase de este naufragio al que no huibiera podido reeistir en lo ha-miaño,
pues de este gol^ie imprevisto perdí mi consuelo, mi comipañía, mi
descanso en los cuidados de mi casa, hijo® yl familia, y el (buen ejemplo
qiue me daban daarifunenibe sus virtudes y talento, quedando yo, por otro
lado, solo, con la precisa atenoióm de mis tres hijos, teniendo el mayor da
elloB die seia a siete años, entregadios a la dirección y cuidado de loe orladlas,
y yo distraído, continuamente ocupado en el desempeño de las prín-cipáleia
oibiligackynes die mi Ministerio en el servicio de mi plasa de Fiscal.
Aunque me mantuve viudo y sin pemsar «n que hallase remedio a tantos
cuddados qxie me oprimían, no podfa sufrir sim mucho doJor eJ abandono
y descuido en qne ae hallaban mis hijos, de loe cuales puse al nuayor,
Bsbéban, «n «a Colegio de la Escuela Pía, y conservé los otros dos a mi
lado, parqtie su oorba edad no permitía tomar con ellos la pipopia resoludón,
y pasaík» «sí cuativ años, a persuasdóin y consejo de algunos amigos míos
Jesuíta». Tvté lluego embajador en Roma y subió al fin ai Ministerio die
Estado, desempeñando tal alto .puesto hasta el reinado d* Carlos IV, con
gram provecho para la Nación. En esa época es cuamdo lo trata Porlier.
La g^ftrUa de la Independe'ncía lo sacó de Murcia, dondfe í^e había retirado,
para ooupaír la piresioenda de la Jumta Ocnitrali, en cuyo cargo le sorpreí*-
ddó <ki muerte.
172
da carácter y empleos, que me aoooisejaban tomase musvamenite eatadio
para que a l ^ im señora de pirendas y virtud entrase al gobiernio de aú
casa y al cuidado y atención de mis hijo®, ee me hi»o por uno de ellos la
propueaiba de una sieñora de Pam(p¡lona (24), que a la seizón estaba en
Madrid con su i>ad¡re D. Fetmaoido María Daoiz, de edad de treinta y dos
años, hermana de la Comdeea del Asadto, hoy viuda, y de la Marquesa de
LujgTos de Granada, a cuyo efecto me facUitaron la ocasión de verüa y
tratarla, de cuyas resultas s's procedió al convenio de este enlace con sai
padre, y ai cabo »e verificó el caaamiento en la parroquia de San Sebastián
de Madrid el día 6 de julio de 1782.
Poco aprovechó este remedio, pues esta señora, después de una larga
enfermedad de tres años, falleció en Madrid el día 23 de dicietmbre de 1805,
estando casado en según días nupcias veintádóis años, ein dejar hijois de
•este matrimomo, con lo que volví a quedar viudo óomo nie mainbengo, habiendo
en aquel intermedio de mi seiguindo matrimonio puesto en carrera
a mis hijos con el honor y distinguidoB empleos que hoy tienen, y que TK)
refiero porque ellos, para quienes hago estos apuintes, lo saben y procuran
secundar las ideas e intenciones de su padre, que nada ha omitido de
eu parte para su colocación y adelantamiento en sus diversas carreras
(25).
(24) El nombre que acaeo por deiscuido omite PocHer, era el de
D9 María Jerónima Daoiz y Guendica, dama noble de lai Bainda de María
Luisa, hija de D. Femando MS Daoiz, del Consejo da S. M., Oidor de 1»
Cámara de Compto® de Navarra, etc., y de D5 María Josefa Guendica, hija
de D. Luis, de la ordten de Saáitiíagor. De «ate matrimbmio no tuvo hijos
Ponlier.
(25) Sus hijos fueron: D. Esteban, D. Rosendo y D. Antonio. Ya dijimos
que su única hija mulrió die viruelas «m edad temprama. D. Esteban
fué Mariscal de Campo, Caballero de Santiago, Gran Cruz de San Hermenegildo
y Cruz de San Femando; murió célibe. D. Roeemdo Ikigó a Brigadier
de la Armada, era Caballero de Santiaigo, y asistió a' varias expieidB»-
doTiieg navaleía contra lo®' enemigos de la Corona. Falleció en el Claibo Jd«
Hornos, víctima del naufragio de su navio "San Telmo", que íormabia'
parte de uina diviaión naval encomendada a su mando con destino al Perú;
también soltero. D. Antonáo continuó la Casa, y fué Oficial de la Secretaría
de Estado y del I>es'padho Universal de Gracia y J\iisticia de Indias,
Maestrante de Sevilla y Calballero de la orden dle Cados III.
De este caballero y de su mujer D* María Euigenia de Miñano y Ramírez
de Zurita nacjeroiní D. Donato, cuarto Marqués, y D5 Juana, espoea
del Mariscal de Campo D. Francisico de Ustariz. D. Donato caeó con «u tía
DS-Josefa de Miñano e Irigoyen, con quiem tavo, emtre otros hijos, a D. Antonio,
quinto Marqués, marido de D* Maitildle Laisquetty y Oaetro, ,piadre«
éetas deil finado sexto Marqués D. Antonio, muerto em Cordla (Navarra)
el 13 de eniero de 1941, quie, de su matrimonio con DS Aurelia de TJg'airl»
173
Volviendo, pues, d* esta digreaió-n al punto de mi nuevo destino en el
Ministerio dte Lndias., tomé jiosesaóin de leete empleo a que fui destinado
por la d%niaxáóii del "^fy D. 'Can^loB III, en el quie continiué hasta su la-
Uecimiento acaecido el 14 de diciembre de 1788 (26), dieibiemdo a S. M. en
todo este tiempo la mayor confianza, y benignidad, de que me dio bastan-tea
pnielbas, hasta haber publicado por sí mismo, y con otroa, la expresión
de que no había errado la elección que hi¿o en mí para ocupar tan grave
encango, y habiendo eiucedido «n el trono su hijo primogénito el señor
D. Canlos IV fui nombrado ^KXT este norevo monarca Consejero de Bstadto
el día de su proclamación en Madrid, sin haber hecho i'nsinuación alguwa
ni solicitar esfta oondecoracián-.
'Continué así despachando los negocios de mi primer ministerio hasta
•el mes de aibril de 1790, en eil cual Ifuí nombrado para servir tambiíin el
Miniaterio de Gracia y Justicia d* España (27) que tuvo a bien S. M. unir
y Travers, dlejó treie hijos: D* Bmállála, casadla con D. Migueil VilUwiueva y
Labayetn; D* Matüide, inujeir de D. Luis Baállo y Maneo; y D. Antomáo,
fléptimo y actual MarquáH de Bajamiar y Conde de Casa-Lasquetty, espoao
de D* Miaría Jarava y Azmar.
(26) Bn ese mismo año, y por iniciativa de Porlier, Carlos III expidió
la Real Cédula de 17 de agosto por la que se crealba un Jardín de Aclimatación
de plantas en esta isla de Tenerife. La soiberana dieposición ha
sido ya publicada, i>ero la carta que nuestro Ministro dirige al VI Marqués
de Vülanueva del Prado ha permanecido inédita, y tiene la juigosa frescura
del momento y de la épocaí Dice así: "Querido sobrino: En este correo recibirás
urna real orden dirjigida por mi Ministerio, en la eu;al te encanga
S. M. el esstablecimienjto de u'n plliantío de semillas de Asia y América, que
desea el Rey ,preisperen eji Biíropa, como ?« ha verificado con aliguinas,
aumque no con todiais por lo riguroso de ¡la cetación de los inviernos, y se
cree que «iendo efe temperamento más adecuado podrá conseguirse más
bien- laihí lio que aquí es difícil lograr. Yo espero que hecho caiTí^o de la
olWigación que tenemo-s de servir al Soiberano, procures desempeñar estla
comisión con ©1 esmero que corresponde, comumijcándome de oficio todo
lo que fie adelanite em esta materia y loa progresos que hagam las plantas,
especialmenite la* de ios mangos, qiw siobre ser unía fruta deliciosa,
puede fácilmente transportarse aquí desde eF«s ií?las... En el correo venadero
te remitiré otro cajoncito con los duplicados, y añadiré algunas otras
semillas que ro pueden ir ahora..."
(27) La exaltación ds Porlier a Ministro de Gracia y Justicia llenó
die júbilo a Teaierife, por ser el primer hijo de Cainiariav<! que ejercía tan
elevado carigo. La iniciativa de un homenaje a nuestro compatriota partió
de la Real Sociedad Económica de Amigos deJ Plaís, que le ¡había Uiom-brado
s'u Director deisde el año 1789 (sesión del 11 de septiembre 1788).
Dicha CJorporación acordó en 15 de juBÍo de 1790, al conocer la deíá^na-ción
de Porliier al Ministrrio, celebrar eil día 27 d«l mes expreií^ado urna
misa solemne coi: rermón, que predicó el M. R. P. FVay Antonio Re^nniond,
con Te-Deum, en la parroqui» de la Concepción, donde fué hautizado;
«e invitó y asistieron el Cabildo Insular, represertacione- del Real Oonsu-
174
jtnvtamente al que yo servía de Indias, y desde eíe tiempo deepaché ipxxn-tualmervte
uno y otro, en cuyo intermedio tuvo a 'bian eJ Rey condecorarme
ícon la merced de Título de Castilla con djenaminacián de Marqués de
t
Bajamar, libre ófi lanzas y medias annata», psnpfttuamente ,pa(ra mí y mis
hijos, y isuceisores en él (28); lo que ejecutó S. M. motu proprio, y -gin nin-gxmB,
solicitud die parte mía, como iigualniente siucedió en una promoción
de Caballeros Grandes Cruces de la Real Orden de Cario® III, en la que
me aigració igoiatoiente S. M. con una die ellas eti principioe del año
de 1792.
Lleigó iK>r fin el día 10 de julio de este miamo año d)e 1792 (29), en el
que cumplí los cinco de Ministerio que comeron desde el propio día, mes y
año de 1787 hasta, el citado de 1792, y en aquella noche me llamaron loa
Beyes a su cuarto, en donde me diijeiron, de palabra, que consideraban el
peeo que llevaba en el Minieterio y que habían dáspuesto aliviarme de él
oolocándome en destino de menos gravamen y ocupación, como sería para
mí el Gobierno del Consejo de Indias, que a la. aaaón ee hallaba vacante,
conservándome el eueldo que glosaba de Mi'iid8it3K>, loe empleos, honores,
uniforme y entradas en Palacio, y de atender a mi» hijos en sus respectivas
carreras, con otras beniígneis exprest o.n«B que no me dejaron otro ar-biitirio
que el de poetrairme a los,pies de sma Majesitadies, diEu^lea reipetidas
lado, el Clero parroquial y laia Coimutnidajdes reüigiosas. Se disiposo también
que en la noche del 26 se iluminaran las í'acihadias de las oasae de los
aocios, y ee rogó a las iglesiais y convantos dieran los repique^ acostumr
brados.
(28) La Real Carta se expidió el 12 de mayo de 1791. Meses después
sería cuando costeó la edición castellama de la obra de Jaimes HairriB,
Urstona literaria de la Edad Media, traducida del francés!, en la que
aparece el retrato del Marqués pintado por Goya, aisumto de que ya nos
ocupamos en e] número anterior de Revista de Historia al eiscriblr la recensión
de la abría de D. Vicente Castañeda Libros con ilustraciones de
Goya.
(29) Mese? antes de cesar en el cargo d= Ministro de Grada y Justicia
obtuvo la creación de la primera Univers'idad de Canarias, akanzan'-
do de Carlos IV la Real Céduüa de 11 de marzo de 1792, aisí como el Breve
de Pío V (25 de mayo); y fué también Porlier quien ettnitió informe fa^
vorable para su inistalación en La Laguna (29 de diciembre) en contra de
la pretensión de Gran Canaria. El cronista D. José Rodríguez Mottre, en
su concienzudo estudio Historia de las Universidades Canarias escrübe a
este respecto: *La isla de Tenerife, que había hedho una aoHa represemta-ción
en esta expediente, desde luego creyó debía el beneficio ototenid/o,
después de Dios y el Rey, a la influencia de su compatriota D. Antonio
Porlierr, que hacía poco tiempo hiabía llegado a la cumbre del Ministerio...
esta creencia en eu raíz es una verdad demostrada..." (Ob. cit., ,pág. 41).
175
gracias por .esta nueva prnieiba de «u bomdaidl y de quedar eatisfechofi de
mis istervicios «n los Ministerdos que hasta eratoncee había ejercido.
Retirado de 61, y tornad la posesión del .mievo destino del Grobiorao
óei Consejo de Indiaia (30), he oontimiado en él hasta el día de hoy, gobernándolo
con paz, dulzura y celo, y creo que a satiafaccióíi de todos los
que lo comiponen y han compuesto en los quince años que lo presido, porque
lo que ha pedido remedio y advertencia ae ha conseguido por medio
del ejemplo, la persuasión, la bondad' y franqueza con que m(e he maloe-jado,
tirando en mis insinuaciones interiores a persuadir la importancia
de la unión y conformidad, de que resulta si«n;ipre en el público el respeto
del Tribunad, su crédito, opinióini y confianza, sobre que descansa la
del púiWico (31).
Posteriormente, y en el año pasado de 1806, se dignó «1 Rey, a representación
mía, concederme, por Reial Decrieto die 4 de mayo de dicho año,
el usufructo y libre adiministracdón de la Dehesa nombrada "Requena la
Vieja", de su real heredamiento día Aranjuez, para mí, mi hijo y demás
sucesores en el Título de Castilla por la voluntad de S. M., cuyo BJeal De^
creto refiere todos mis anteriores siervicios y es una ejecutoria de ellos,
como se puede reconocer die su tenor (32).
(30) A partir del año 1793 isie imprimieron sus Discursos exhortatorios,
que cada año pronunció como Gobernador dfel Supremo Consejo de
Indias, hasta el año 1806. (¡MILLARES ORLO, Bih-bibl.iografía de escritoras
naturales de las Islas Canarias, páge. 425-427, Madrid, 1932).
(31) Yia en este alto puesto (1793) rcigialó a la iglesia de la Conce(p-ción
de La Laguna, dondtí fué baiutizado, la imiagnffica custodia que se conserva
aún. Es una Obra de orfebrería de elegainte talla, "con su círcuflo
de niubcB, espigaisi y oabecitaiS de ángeles que rodeaní el virül, de un gusto
exquiísdito, estando el sol arpoyado en un haz de espigas que abraza un
querubín, el cual descansa sobre la tiuibe en que remata el tallo sobre e|
pie redando, adornado con tres figuras langéüdca's adorantes y mectellones
plateadoB en relieve con motivos bíblicos y uno de los tetramorfos diefl
águila". (Cfr. Revista de Historia, enero-marzo 1925).
(32) Porlier termina su autobiografía en el año 1807._En él siguicm-te
estalla el levantamiento contra los franceisies, y el 8 de juinio estaba en
Bayona junto a Femando VII y Carlos IV formando parte de la diiputa-ción
del Consejo de Indias, pues así lo exigía su elevado c»rgo. El discurso
áe felicitación de la Grandeza aü instruso JOsé disgustó a Napoleón y
bulbo de rehacerse. El de Porlier, acaso más encuibierto que el de los Grandes,
esquivó el reconocimiento claro y ¡sencillo, limitándosie por falta de autoridad,
según mamifestaba, a expresar sus deseos. En todos dominaba
dewto espíritu de ambigüedad, atentos aquellos españoles a no comprometerse
en ningún sentido, ni contra la insurrección que ya haJbía eistallado
ni contra ell nuevo igobiemo que se entronizttuba. Ño olbstante, la JuntSi
Suprema de Sevilla dispuso en 1809 la confiscación de sus bienes, que más
176
He reca/pituHiado hasta aquí los principales sucesos áe mi vida, los que
he creído convejiáente dejar eecritos para instrucción de mis hijos, no solo
con ei fin die qu,e loa tenjífan presieiiteis para su gobierno en una parte
tan suibatamcial como ee la de saber de boca de •sa padre todos loe hechos
de sw vida y carrera, sino tamibién para que si en ellos encuentran alig'o
que imitar lo ejecuten, que acaso leis eervirá ipaira que comprendan que
non est volentis ñeque currentis sed Dei miserentis, ei ser Mices efl
este murado y en el otro, y que aunque estleimoe obligiados a poner de nuest
r a parte todkw loe medios que suigiere la razón y dicta la prudencia, ejecutado
esto, «Ólo debemos esperar del Altíaiino loa dlomes y beneficioe que
8u inescrutable piediad y miaeiricardia tuviere a ibien concedernos, conservando
siempre en nuestro pecho la conformidad y resignación con su divina
voluntad.
Feíciho en Madrid a 25 de mayo de 1807.
EL MARQUÉS DE BAJAMAR
BIBLIOGRAFÍA
VIERA Y IGLAVI.IO, Noticias de la historia genaral de) las islas Caruxr
rias, tomo IV (Biblioteca de Autores Canarios). La biografía está inspira^
da en el manus»crito Noticias sobre D. Antonio Porlier, copiada de uüna
nota escrita, lal parecer, por el miamo Porüeír, en Madrid, para Viera. (Ar-dhivo
de El Museo Canario, "Colección de Docuonentos", pátgs. 57-58.
Apud. Millares Cario).
D. Antonio Porlier. Artículo anónimo y poco exacto, según Millares,
pulblioado en la "Ilustración de Canarias", toino I, p&gs. 69-70. 1882.
Reseña biográfica publicada en el diario liagunero "La Información"
(18 abril 1918).
TABARES DE INAVA, Gerwalogia de los Marqueses dr Bajamar, en lia
"Revista de Historia y de Genealogía española", Miadrid. (NúmeroB corres-pondientee
a los meses de mayo y juriio de 1919, pág». 192-201).
DARÍAS PADRÓN, El Marqués de Bajamar, en Revista de Historia.
(Enero-anarzo de Í926, págs. 162-155).
TABARES DE NAVA. Carta puiblicada en Revista de Historia. (Abril-junio
de 1926, págs. 46-49).
MILLARES GARLO, Bio-bibliografía de escritores naturales de las ú-las
Canarias (págs. 423-428, Madrid, 1932).
tarde le fueron devueltos; y retirado de la vida pública falleció en Madrid
el 7 de febrero de 1813 ya iionagenario. Hombre dotado de una clara inte-liglencia
alcanzó loe más altos honores, siendo de notar su modestia, su vida
ejemplar y el espíritu criatiano que se advierte en toda su auto'biognafía.