De Bibliografía nobifiaria
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Historia de las casas de Machado y Monteverde en
las islas Canarias por el Dr. don José Peraza de Ayala,
Académico correspondiente de la Real de la Historia,
Madrid. Talleres tipográficos de España-Calpe, S. A.,
1930. Un volumen en 4.° de 256 páginas con fotograbados.
Don José Peraza de Ayala ha tenido la deferencia de enviarnos su
excelente libro titulado "Historia de las casas de Machado y Monteverde",
y su ejemplar tiene para mí un doble valor: el histórico por un lado y
por el otro la cordial dedicatoria del amigo que recuerda una amistad
nacida en el deseo de ambos por la adquisición de la verdad histórica,
araisíad que se forma y cristaliza junto a "Revista de Historia" a la que
hemos consagrado tantos esfuerzos y vigilias.
Lego en los estudios genealógicos por haber orientado mi actividad
por otros senderos dentro del campo de la Historia, reconozco sin embargo,
la importancia capital de su libro por el encadenamiento razonado
hasta el extremo de las descendencias que analiza sin omitir detalle
y como es preciso en tales estudios, y, sobre todo, por la enorme
cantidad de documentos que necesariamente hubo de escudriñar para
esclarecer la vida de esos insignes varones y nobles damas, para adquirir
un dato, una fecha, ,un antecedente, presentándolos redivivos ante
nosotros. Labor que abruma y hace desmayar al que no posea su temple
y aficiones.
Pero no ha sido esto solamente. La abundancia de notas, y los apéndices
que inserta como aclaración, avaloran aún más su obra, acreditándole
de investigador concienzudo e imparcial. Tal es así que considero
su libro como una fuente de gran valor para la historia de nuestro archipiélago,
ya que los hechos de las dos nobles Gasas que estudia pertenecen
al país en que nacieron y, por consiguiente, a nuestra región;
y sus hazañas, y sus empresas, y tantas heroicidades y tanta grandeza,
NÜEVA OBRA D É itUESTRO DIRECTOR 6?
y tanta hidalguía, no son patrimonio de un individuo ni de una familia
ni de una clase, sino que ellas tejen y forman en parte la brillante gesta
d'j un pueblo noble y viril.
Y siendo esto así como lo es, su "Historia de las Gasas de Machado
y Monteverde" es de un valor insospechado, y si atendemos a la crí;-
lioa moderna que la informa, y al saludable rigor científico empleado
en la depuración de hechos y acontecimientos, bien puede afirmarse
que es dentro de su género una de las mejores que se han escrito en
este archipiélago.
ISo sabría emitir un juicio crítico de cada una de las cuestiones y
particularidades que expone en su libro, debido a las causas que ya he
indicado y ahora repito: mi insuficiencia en la ciencia genealógica;
poro el conjunto es un excelente material para la historia del país, y el
prólogo es un trabajo valiosísimo que por sí solo acredita y dá concepto
del erudito avezado a esos estudios.
Y aquí termino. Indudablemente no será esta su última producción
sobre linajes canarios, pues habiendo comenzado con tan buenos auspicios
es fácil preveer que continuará la tarea emprendida; a ello le impulsaría
si tuviera necesidad de acicate, porque así lo requiere nuestra
historia, lo exige la región y lo esperan los estudiosos. Hoy más
que nunca, la patria tiene necesidad imperiosa de hombres que hagan
renacer nuestro pasado glorioso.
B. BONNET.
26-7-931. iHEM.n'itoA F, «UMICIPW.
gxjntftrarión rí:el nít^n blaanrc
Apuntaciones a^'erca dol Arte Heráldico. Tesis presentada
para optar al tílulo do Bacliiller en Filo'so-fía
y Letras en la Universidad Central de Venezuela,
por E. Rubín-Zamora. Caracas. Taller Gráfico, 1930.
"Un blasón roto, aún cubierto de hiedra, empolvado y maltratado
por los años, tiene para mi una significación alta y noble. Tomólo como
señal de virtudes heroicas y dulces, como símbolo de gloriosos sacrificios,
como índice de abnegaciones. No es hito de vanidades ni de hueco
orgullo, sino puerta tras la cual hay varios siglos a las generaciones
nuevas como con el esfuerzo y la virtud se prolongan los grandes hechos.
Paréceme la voz que ordena el sacrificio en los momentos de hondo
desconcierto y de profundo peligro. Es vin canto en honor de los antepasados
y de la estirpe, para edificación de los jóvenes en el espíritu
de la raza y en el ardor guerrero.
"El culto al héroe—que yo querría tan necesario y elevado como
el de aquella religión de la humanidad soñada por Augusto Comte—no
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entraña un desprecio a la democracia creadora-^más bien dá oportunidades
para el mayor número. El héroe no surge del rebaño de esclavos
y cobardes ni se da en épotas de una humanidad envilecida y abyecta,
sino cuando palpita por doquiera la conciencia do la libertad y el
espíritu de la justicia. Con el desarrollo de las aptitudes y el incremento
de las nobles aspiraciones, aparece el hombre valeroso, el hombre firme
en su conciencia sana como una roca—dueño y señor de su voluntad
libre—^el hombre "noble creador de valores" y poseedor en sí mismo
de la llama de la libertad y del poderío, el héroe, en fin.
"Sólo los que no han entendido a Garlyle y a Nietzsohe encuentran
inconciliables los términos aristocracia y democracia. No obstante, son
factores armónicos de un ideal de dignidad humana de progreso y cultura,
la aristocracia congrega el número de los hombres superiores;
la democracia los produce brindando posibilidades al florecLmiento cada
vez mayor de las facultades del espíritu, gracias a la práctica del
gran principio de la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley".
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Ltt evolución democrática de los tiempos que corrembé, y quizá las
hiperbólicas o fabulosas relaciones de anteriores tratadistas genealógi-t'os,
han hecho que las obras de esta clase, se miren con anticipada prevención
por parte de la mayoría de gentes, que incluso se tienen por ilustradas.
No obstante, aun cuentan, por fortuna, con un reducido y selecto,
si se quiere, número de lectores, recayendo su ipredilección en las mejores,
sobre todo de aquéllos que, exentos de prejuicios de clase, no ven
en esas lecturas un simple y huero muestrario de vanidades nobiliarias,
sino un elemento procesal histórico, que puede y debe tener cabida dentro
de la Sociología, en lo que esta ciencia tiene de enciente y formal,
A tales fines y concepto modernos, eremos que responde perfecta-mfiute
el "Nobiliario Cubano", de que es autor muy competente el ilustrado
Conde de-Vallellano. La lectura de esta obra, que viene a ser algo
así como un precioso relicario que encierra brillantes páginas de la historia
que tejieron los españoles, algunos canarios, en la bella isla de Cuba,
opulenta república antillana y última hija de las desprendidas del
regazo de la Madre inmortal, España, da la impresión de algo original e
,interesante que se aparta—^ya era tiempo—de los cánones arcaicos de la
;Qcnealogía,_substituídos ventajosamente por métodos que, basados en el
EL NÓBILÍ ARIO CUBANO. POR EL CONt)E DE VALLELLANO 69
artf lieurístico previo, son enteramente modernos en cuanto al didaotis-
.mo de exposición, propios, por otra parte, de quien como el Marqués de
Govavrubias de Leiva, que une este título al de Vallellano citado, no sólo
es competente en las intrincadas y raras disciplinas genealógicas y heráldicas,
expuestas en su libro, sino que también es jurisperito en la in-ii'rpretación
del Derecho positivo y diligente propagandista de cuestione-
políticas y sociajes de actualidad, que interesan a la Patria.
El Conde de Vallellano tiene exacto concepto, pues, de la función
social que modernamente debe desempeñar la aristocracia de la sangre;
no es uno de tantos otros que, atrincherados tras de montones de ajpoli-lludos
y gloriosos pergaminos heredados y orgullosos de sus preclaros
•progenitores, no aciertan en la hora presente, a emularlos, ni siquiera
a imitarlos. Es, por eso, sin duda, porque Govarrubias de Leiva al enaltecer
la memoria respetable de los antepasados de su gentil esposa, doña
Míii'ía de la Concepción Guzmán y O'Farrlll, cuarta condesa de Vallellano,
en la efusiva dedicatoria del libro, que ofrenda a sus hijos, tiene huen
cuidado de advertirles paternalmente que el conocimiento de los episodios
relevantes de sus mayores, no debe hacerlos caer—esto viene a decir
poco más o menos—del lado de una estéril y ridicula presunción, sino que
les ^irva de acicate y de superación en la continuidad acendrada del acervo
moral que han heredado intacto de sus abuelos. "
En el "Nobiliario Cubano", ,así llamado porque no se historia sólo la
familia aguada de la Condesa de Vallellano, sino otros linajes que co'n
ella han ido emparentando y entroncando a través de los tiempos, todos
ellos de gran significación y relieve en la "Perla" de las Antillas, eg qui-izá
la obra de este género más importante que hasta hoy ha enriquecido
la Bibliografía hispano-americana, refiriéndonos especialmente a la isla
de Guba, porque otras Repúblicas de nuestra lengua cuentan actualmente
con ilustres autores de obras genealógicas.
• Dos hechos, no más, queremos hacer destacar en el Nobiliario que
.modestamente explayamos, que ya le recomendarían por sí solo; y es
.que su autor jirocura no incurrir en los defectos que son corrientes en
esta ciase de estudios: evita la fraseología altisonante, risible a veces, y
aquel convencionalismo anticientíflco, en virtud del cual los genealogis-tas
clásicos, o serviles imitadores de esta escuela, deforman, tronchan y
ridiculizan la genealogía y la biografía misma, en cuanto éstas tienen de
auxiliares de la Historia, acudiendo a la desacreditada ficción de realzar
imérilcs, cuando no se inventan, ocultando en el barroquismo de una hinchazón
desmedida, todas aquellas tachas, ya específlicas, ora individuales,
que pudieran deslucir el aparatoso edificio levantado^obre la endeble
ha«c de la lisonja y de la adulación, a expensas de prejuicios raciales, que
ÚJ.'ioamente tienen su asiento en mentes cargadas de atavismos inadap-taitles.
Cierto que Suárez de Tanjil, acaso por contemporizar algo
con ese concepto unilateral y ficticio, ¡que sin duda repele su espíritu cultivado
y comprensivo, pero no desairragado todavía lo suficiente en ciertos
ambientes sociales, no rompe en absoluto con la tradición, al rempn-
_éÓ REVISTA DE HISTORÍA .
tar, por ejemplo, el origen de los 0',FarrilI a épocas harto lejanas y de
difícil comprobación, tratándose de genealogías irlandesas e inglesas;
cierlü también que procura disculpar los errores patrióticos que cabe
imputar a algunos miembros de las familias de O'Farrill, ya citada, y Pe-áalver,
al lado de los aciertos y hechos dignamente anemorables realizados
ftor otros; pero como antes expone los acontecimientos imparcial-mente
y tal como se realizaron, queda al lector un amplio margen para
discernir en todo caso, juicios favorables o adversos, independientes de
ia subjetiva labor reivindicadora y digna de los mayores encomios que
intenta el autor, en algunos casos difíciles.
Imposible nos resulta seguir, paso a paso, dentro del estrecho marco
de un artículo para REVISTA DE HISTÜRIA, escrito a la ligera, todas
¡as impresiones que nos sugirió, durante nuestra reciente estancia en
Madrid, una rápida lectura que dimos al "Nobiliario Cubano" y a su curiosísimo
Apéndice, que de poder dar una noticia completa de cuanto encierra
sus eruditas páginas, para mayor conocimiento de nuestros lectores
y del reducido círculo intelectual de los especializados, entre los cuales
esa obra tendrá la favorable acogida que se merece, nos haríamos
aquí eco de las admirables empresas que realizaron los proceres que en
dicho libro figuran^ tales como el notorio relieve que tuvo en el parlamento
y en el Foro, don Francisco de los Santos Guzmán, con descendencia
en Tenerife; las virtudes excelsas y caritativas del arzobispo don Luis
do Peñalver; la integridad y el patriotismo de don Pedro José Calvo, conde
de Buenavista; el de don Francisco Arango y Parreño, insigne benemérito
de la patria en Cuba y uno de los fundadores allí de la Sociedad
patriótica de Amigos del País; la delicadeza y exquisita feminidad de la
ilustre escritora doña María de la Merced Bertrán, condesa de Merlín,
oriunda, por línea paterna, de una familia que'perteneció a los conquistadores
de Gran Canaria; el celo patriótico del general don Francisco Bel.
trán, conde de Santa Cruz de Mopox, que fomentó la población rural cubana,
notable mecenas isleño, además, y modernizador de la técnica azucarera
en las Antillas, como también lo procurara el Dr. don Nicolás Gál-vo,
otro de los promovedores de aquella Económica de Amigos del País y
fundador del primer periódico que vio la luz en la Habana. Por iguales
razones, prescindimos de la cita de otros patricios cubanos no menos
eminentes, como los O'Farrill, las Casas, los O'Reilly, etc., que bien alcanzaron
por sus propios méritos altas jerarquías en la Milicia u ocuparon
elevados cargos dentro de la gobernación del Estado español, ya en
la Metrópoli o en la misma colonia.
No es extraño, por tanto, que esta obra esté reputada por los inteligentes,
no sólo de particular interés para cada una de las veinte y tantas
familias aristocráticas cubanas que en ella figuran, sino de utilidd general
y como una de las fuentes donde se puede recoger datos importan-lísimos
para la historia colonial de aquella isla. Así se explica que el autor
haya ilustrado su obra incluyendo en ella los retratos del actual Eta-bajador
de Cuba, señor García Kolhy, y el de su bella esposa, doña Dolores
Fernández de Kolhy, digno tributo con que el Conde de Vallellano,
EL NOBILIARIO CUBANO, POR EL CONDE DE VALLELLANQ 61
nuestro admirado amigo, ha querido, al mismo tiempo, contribuir a los
nucientes estudios históricos de la joven y floreciente Nación cubana,
aunque en estos momentos pase ésta por trances difíciles, tan cara, por
más de un título, a todos los esipañoles, y de una manera particular a
quien, como el cronista, ha nacido en estas peñas atlánticas, cuya pohla-ción,
ayer como hoy, tanto a contribuido al incremento de la cubana,
oportándole, además, el esfuerzo de su trabajo y, en algunos casos, coadyuvando
a la cultura antillana en varias de sus manifestaciones.
Aunque el Marqués de Govarrubias de Leiva no necesite de nuestro
parabién provinciano con motivo del libro que comentamos, nosotros se
lo otorgamos con suma oomp'ncencia, a título do aficionados al estudio
imparcial de estas materias, rindiéndole el obligado tributo de nuestra
devoción sincera y admirativa.
D. V. DARÍAS Y PADttlOiX.