La Villa y Puerto de Garadiico <*^
XVI
VICISITUDES DE LA CASTKI.1.ANÍA PERPETUA
En el año de 1726 hallándose pasando revista de ii\spección a las
fortificaciones de la Isla de Tenerife el general de la Artillería, don José
del Rio, trasladóse al lugar de Garachico, reconociendo su torre, en
unión del catellano perpetuo don Juan del Hoyo, conde de Sietefuentes,
del coronel del Tercio del citado lugar, don Gaspar de Ponte Ximénez,
y demás oficiales del mismo, comprobándose su mal estado e indefensa.
En artículos anteriores hemos expuesto las razones económicas
que, desde antiguo, motivaban el que los alcaides del fuerte no atendiesen,
como era su obligación solemnemente pactada con la Corona,
no tan sólo al reparo de las murallas, sino a su artillado y municionamiento.
Pero las deficiencias anotadas por la anterior revista de inspección,
no habían hecho otra cosa sino confirmar un hecho de que ya
tenía conocimienl'» la Comandancia general, toda vez que el titular de
ésta, Marqués de Valhermoso, poco informado acaso de quien fuera la
entidad o persona a cuyo cargo corriera la reparación del castillo, había
dirigido en 31 de agosto de 1723 una carta al Cabildo linerfeño llamándole
la atención acerca del ruinoso estado de la expresada fortaleza (1).
(*) Nuestros lectores nos disculparán si en los capítulos de este trabajo,
algunas veces nos vemos obligados a alterar el orden cronológico, que restableceremos
cuando recojamos en un libro, el contenido total de esta monografía.
(1) En cabildo general de la misma fecha, 31 de agosto de 1723, al que
asistió el propio general Valhermoso, se leyó un documento de éste haciendo
ver a la isla la importancia que tenia el que las fortificaciones de la marina es-
El Consistorio de Tenerife, viendo que quizá por influjos o maniobras
del Conde de Sietefuentes, se intentaba endosarle tamaña carga,
recurrió al Supremo Consejo de Guerra, por medio del diputado de la
Isla, don Alonso Fonseca, residente en Madrid.
El tal Fonseca, que por cierto nunca fué muy remiso para presentar
memoriales en la Corte, lo hizo diligente, manifestando en él que era del
exclusivo cargo de don Juan del Hoyo Solórzano, vecino que había sido
de Gurachico y do sus sucesores, "por allanamiento y especial obligación
que para conseguir título de Castilla hizo a vuestra Real Persona,
cu cuya contemplación lo logró y se intitula Conde de Sietefuentes, de
componer, mantener y reparar en forma de defensa aquel castillo que
llamaban de Garachico, en continuación de la misma obligación que tenía
como descendiente de Mateo Viña Negrón"; que lo mismo habían
practicado los ascendientes del don Juan, ^pero que, últimamente, se
había descuidado ese deber, "hallándose el castillo en el más miserable
estado, por estar incapaz de defensa y, por este medio, expuestos los
vecinos y naturales a las frecuentes diarias invasiones de los moros que
a todas horas los suelen cautivar", según estaba justificado por la inspección
técnica militar y reconocimientos citados por nosotros más arriba,
y que el Conde de Sietefuentes, o sus parciales, intentaban que, por
cuenta de los Propios de la Isla, se reparara el castillo, "exigiéndose a
sus vezinos el importe de ella" (2).
El supremo de Guerra mandó mediante R. C. de 8 de marzo de 1730
que el Conde de Sietefuentes, por sí o por medio de apoderado, se presentase
en la Corte a justificar su derecho. (Leg. 19, A. Municipio lagunero).
Hemos de advertir que el año anterior había fallecido el primer Conde
df Sietefuentes, don Juan del Hoyo Solórzano, quien precisamente
años antes, según representación que más adelante hizo el Cabildo de
Tenerife a favor de los descendientes de aquél, había reedificado la fortaleza
garachiquense, costeado su artillería y preveídola de pólvora y
municiones. Acudió, pues, a la demanda su hijo y sucesor don Fernando
del Hoyo, segundo conde de Sietefuentes
tuvieran bien atendidas, tanto en su fábrica y artillado como en sus municiones
de guerra y boca, con guarnición suficiente y "bien pagada y vestida", estribando
en ello "el mayor respeto de las naciones que vienen a comerciar en
Islas" y que era lastimoso, según informes que tenía, el estado de las fortificaciones
de Garachico, "siendo preciso poner allí un cabo y 10 soldados como en
los demás". Por último, recordaba a la Corporación que con arreglo al capitulo
XXVII del reglamento del Comercio de Indias de 1718, estaba en la obligación de
atender tales deberes, relacionados con la defensa de Tenerife.
(2) El Municipio de Tenerife, en sesión de 5 de agosto de 1725, había antes
ordenado el regreso a Islas de su apoderado don Alonso Fonseca. En la Se 22 de
marzo de 1730 se le da un voto de gracias por su celo en la Corte por los intereses
del país y "que se le libren los 200 pesos a cuenta de sus salarios y ver con dls-
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Ignoramos el resultado de este recurso, pero lógicamente pensando,
debió haberlo ganado el Cabildo, toda vez que la Gasa de Sietefuen-tes
hemos visto que tenia la ineludible obligación de atender a las necesidades
de la fortaleza del lugar.
En definitiva, continuaron desempeñando sucesivamente la caste-llanía
perpetua de Garachico, además del don Fernando, antes citado,
fallecido en 1747, don Fernando Javier, tercero de su título, que falleció
en 1812 y don Fernando María, cuarto de Sietefuentes, que murió en
1849. Fundamos nuestro aserto en que no hemos encontrado antecedente
alguno por el cual resultara la modificación de tal derecho, al que
vincularon la razón de su título los miembros de tal Casa, aunque de ordinario
residieran en el inmediato pueblo de Buenavista.
XVII
ItA GUARNICIÓN DBL. LUGAR
Garachico, que fué desde remotos tiempos cabecera del Tercio del
Partido, tuvo el regimiento de su nombre desde 1706 y cuando en
1774 el coronel inspector don Nicolás de Mazía Dávalos reorganizó las
Milicias, hizo de los antiguos regimientos de Icod y Garachico uno solo,
con cabecera en este último lugar, si bien hemos de advertir que la
gusto que en sus cartas se ha excedido, usando voces menos correspondientes
a la urbanidad, unión, paz y conformidad que se ha de mantener en este Cabildo,
con S. E. y lo mismo con lo respectivo a otros capitulares, ofendiendo el concepto
y sana intención con que proceden en sus operaciones al mejor fin" y que se
abstuviera de seguir usando los poderes del Cabildo, "en atención al empeño que
demuestra tener en la perseverancia de personarse pr. este cavildo en los
exptes que solicita", subrogando sus poderes en don Damián Qarcía de Busta-mante,
agente de negocios en la Corte.
Como se vé, el Cabildo aunque cohonestándolo con el voto de gracias, desautorizó
a Fonseca, especialmente por el empeño que demostraba en contra del
general Valhermoso, que es sabido venia empleamdo con la Corporación procedimientos
despóticos y, por tanto, se le temía.
El expresado diputado procuraba, con cualquier pretexto, antes de regresar
a Islas, donde seguramente seria blunco del iracundo enojo de Valhermoso, prolongar
su diputación. Asi vemos que en la sesión de 23 de septiembre de 1735, ya
en tiempos del general Emparan, se leyó una carta suya escrita en Madrid, fecha
7 de julio anterior, remitiendo dos Reales despachos mandando que los Coman
dantes generales se atuvieran a las disposiciones vigentes respecto a la propuesta
de los empleos militares y que aquella autoridad Informase en virtud de
que preceptos venían haciendo propuestas para los empleos de capitanes, tenientes
y alféreces de las tropas de a caballo. Una vez relevado Valhermoso, Fonseca
T egresó al país.
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mayoría de sus compañías radicaban en la jurisdicción de Icod, que ya
por entonces excedía en vecindario, riqueza, etc., al propio Garachi-co
(3).
La reforma de abril de 1844 transformó el regimiento provincial
de Garachico en Batallón ligero provincial número 3, pero este Cuerpo
duró muy poco, toda vez que fué suprimido en 1845 y su,fuerza agregada
al de la Orotava número 2, cuya plana mayor radicaba en la villa
de su nombre
Como los batallones ligeros provinciales creados en 1844 no tenían
compañías de granaderos que prestasen servicio en los fuertes, se crearon
en su lugar unas diez y siete compañías en las Islas, de las que correspondió
una a Garachico. Esta clase de milicianos gozaban el privilegio
ide no poder ser movilizados como los de Infantería; pero dotados
de una organización viciosa por falta de jefes naturales que los vigilaran,
sin recibir instrucción adecuada, por estar ya inservibles la
mayoría de los antiguos fuertes y baterías en donde hacer escuelas practicas,
ni siquira sabían la instrucción de Infantería. Vio todos estos defectos
el general Ruiz de Salcedo, cuando desempeñó la Capitanía general,
llamando la atención del Ministerio de la Guerra acerca de tales
anomalías y en Real orden de 18 de febrero de 1876, se mandó disolver
las compañías de artilleros provinciales y que sus Indlvlauos pasasen
a los Cuerpos de Infantería de estas Islas.
Nuestra villa y puerto de Garachico perdió entonces definitivamente
su compañía de artilleros milicianos; pero quizá atendiendo a lo que
había sido, todavía conservó, durante algunos años, una Comandancia
militar a cargo del oficial de milicias más caracterizado de los que residiesen
en la localidad. No gozaba de sueldo alguno por ello; pero se le
abonaba el servicio por entero hasta 1881, como expresamente declaró
la Real orden de 12 de noviembre de 1883.
Cuando el ataque de Nelson a Santa Cruz, el lugar pudo gloriarse de
que unos cuantos hijos suyos, don Esteban Benítez de Lugo, don Francisco
Jorva Calderón y don Rafael Fernández Bignoni, tomaran parte
(3) La organización de cada uno de los regimientos provinciales organizados
por Dávalos consistió en una plana mayor: Coronel, tenienlie coronel, dos ayudantes,
uno de ellos con sueldo continuo, dos subtenientes de bandera, un tambor
mayor y un pífano; estas clases de tropa con sueldo continuo. Una compañía
de granaderos, otra de cazadores y ocho compañías de fusileros.
Cuando la reforma de 1844, el Batallón ligero provincial de O-arachlco, número
3, constaba de ocho compañías distribuidas en toda la demarcación. El llamado
cuadro movilizado de estos nuevos cuerpos, por considerarse su personal en
actividad y con sueldo continuo, se componía de un teniente coronel, primer jefe,
un comandante segundo, un teniente ayudante perteneciente a la escala activa
de Infantería, un sargento brigada, un cabo auxiliar, dos cornetas, y dos soldados.
Como todo este personal tenía que residir en Garachico, donde necesariamente
habría de gastarse sus haberes, es indudable que proporcionaba no pequeñas
ventajas a una localidad poco floreciente entonces.
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activa en la gloriosa defensa, hallando el último de los citados, muerte
honrosa. (4).
Del antiguo regimiento provincial de Garachlco, año de 1785 (31 de
agosto), se encuentra en el archivo municipal de La Laguna, una curiosa relación
de oficiales subalternos, que copiamos a continuación.
Tenientes de Cazadores: D. Antonio Oramas, edad 56 años y 16 días, nacido
en San Juan de la Rambla, calidad "distinguida"; don José de Lara, edad 58
años, 3 mses y 6 días, nacido en el Puerto de la Orotava, calidad distintruida;
don Femando de Monteverde, de 28 años, 3 meses y 6 dias, nacido en Gaarchico,
calidad noble.
Tenientes de fusileros: D. Tomás Benitez del Hoyo, de 28 años, 3 meses y 61
días, natural de Garachlco, calidad noble; don Benito Méndez, de 30 años, 3
meses y 6 dias, natural de Icod, calidad distinguida; don Salvador Hernández
Fajardo, de 43 años y 4 meses, natural de Icod, calidad honrada; don Eslteban
Benitez, de 25 años, 6 meses y 20 dias, natural de Garachlco, calidad noble; don
Lorenzo Key, de 54 años, 3 meses y 7 dias, natural de La Laguna, calidad
honrada; don Bartolomé Medina, de 23 años, 11 meses y 24 dias, natural de la
villa de la Orotava, calidad noble; y agregado don José de Bethencourt y Molina
de 29 años y 6 meses, natural de la Rambla, calidad noble.
Subtenientes: De Granaderos, don Diego Gallegos, de 31 años, 3 meses y 6
dias, natural del Puerto de Santa Cruz, calidad noble; don Pablo Bethencourt
y Molina, de 21 años, 8 meses y 25 dias, natural del Realejo, calidad noble; don
José de Mesa, de 52 años, 4 meses y 15 dias, natural de la Guanfcha, calidad
honrada; don Pedro Mártir Caraveo, de 62 años, 4 meses y 6 dias, natural de la
Habana, calidad distinguida; de bandera: D. José de León, de 22 años y 16
dias, natural de Icod, calidad noble; don Felipe González Velázquez, de 42 años,
3 meses y 6 días, natural del Tanque, calidad honrada; don José de Castro yf
Torres, de 41 años, 4 meses y 7 dias, natural de Icod, calidad honrada; don Nicolás
Lorenzo Delgado, de 58 años, 3 meses y 22 dias, natural de Icod; don
José de la Cruz Martínez, de 30 años, un mes y 6 dias, natural de San Pedro
Daute, calidad honrada; don Pedro Gamboa Sanabrla, de 43 años, 8 meses y
16 días, natural de la Orotava, calidad honrada; don Nicolás Pantaleón, de
27 años, natural de Garachlco, calidad honrada.
Cadetes: D. Marcos Bethencourt y Molina, de 15 años, natural de la Rambla,
calidad noble; don Marcos Bethencourt y Soler, de 16 años, 10 meses y 23 dias,
de Icod, calidad distinguida; don Ignacio Luis Oramas, de 16 años y 7 meses, de
Realejo de arriba, calidad distinguida; y don Francisco Jorva Calderón, de 12
años, 9 meses y 21 dias, de Garachlco, calidad noble.
Estimamos (V. nuestro trabajo "La Genealogía, la Nobleza y la Heráldica en
Canarias") que las calidades de noble y distinguida son sinónimas; pero la primera
es más concluyente y definitiva.
(4) En el año de 1791 figuraba en la plana mayor del regimiento de Garachlco
el siguiente personal: Coronel, vacante; teniente coronel, Conde del Palmar;
Ídem Ídem agregado, don José Medranda; ayudante mayor de Ejército, que te-
16
XVIII
LA COFRADÍA DE LA SANTA VKBA CRUZ Y MISERICORDIA
El historiador Viera, en el tomo IV de sus ponderadas "Noticias",
nos habla del gran número de Cofradías, Congregaciones y Hermandades
que antiguamente existían adscritas a parroquias y conventos religiosos.
Algunas de ellas, dada la división acentuada de clases de la/
época, eran de tinte nobiliario y aún considerados durante mucho tiempo,
los cargos de Proveedores o priostes, como distintivos de nobleza, si
nos atenemos a muchos expedientes de ingreso en Ordenes militares,
examinados por nosotros en el Archivo histórico nacional.
Desde mediados del siglo XVI fué erigida canónicamente en Gara-chico,
la Cofradía aristocrática de la "Santa Vera Cruz" y elegido su
primer prioste, en 6 de mayo de 1565, el regidor Fabián Viña. A partir de
1641 se convirtió en "Hermandad de Cofrades de la Misericordia y Santa
Cruz" y tenía capilla propia en el convento de San Francisco, del lugar,
que había fundado en 1525 el conquistador Cristóbal de Ponte, bajo el
título de Nuestra Señora de los Angeles. En dicha capilla tenía lugar
la elección de prioste o proveedor, algunas veces con algunos años do
anticipación, recayendo siempre la designación en caballeros de la más
calificada nobleza del lugar. (V. entre otros, el expediente de ingreso
en Calatrava de don Diego Benítez de Lugo, marqués de Celada, año
1692, leg.° 286).
La elección del Prioste y los dos mayordomos de la Cofradía, éstos
dos últimos generalmente entre los de hopa o del estado llano, tenía
lugar con asistencia del Vicario foráneo. Alcalde mayor de la localidad.
Hermano mayor saliente y escribano público, con gran número de distinguidos
confraternos.
nía el empleo de gobernador de las armas del Puerto de la Orotava, don Juan
Creagh y Oabrint; capitán, segundo ayudante, don Nicolás Molina.
Capitanes: de Cazadores: D. Domingo del Hoyo; de Ejército y fusileros:
D. Antonio de Ponte; de fusileros: D. Gaspar Fernández; de granaderos: don Miguel
Jorva Calderón; de fusileros: don Antonio Méndez; idem: don Fernando
Mendoza; idem: don Nicolás de Torres; idem: don José de Molina; Ídem: don
Antonio Monteverde y capitán agregado, en comisión en Cádiz: don José Be-thencourt.
Tenientes: de Ejército y cazadores: don Antonio Gramas; de fusileros: doíi
Alonso Benítez; don Esteban Benítez de Lugo; don Lázaro Key y don Bartolomé
de Molina.
Subtenientes: de cazadores: don Pablo Bethencourt; de Ejército y fusileros:
don José de Mesa; don Pedro Martin Caraveo; don Felipe González; don José de
Castro; don Nicolás Lorenzo; don José Martínez; don Nicolás de León y don Pedro
Gamboa, con licencia en Caracas.
Cadetes: don José Hernández, don Ignacio Gramas, don Francisco Jorva,
don Agustín Jorva, don Antonio Jorva, con licencia en Caracas; don Eugenio
Franchi, don Francisco León y don Baltazar de Molina.
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Eran claveros del tesoro y archivo de la Cofradía, la Justicia real,
el Vicario y Prioste, cuyo cargo era anual y debía dotar las fiestas de'
la Circunscisión y la Invención de la Cruz, considerándolo como un honor
la persona que lo ostentaba (5).
Otras familias hidalgas más modestas, se creían desairadas, con razón,
al no poder alternar con las principales en un culto que debiera ser,
en todos tiempos, modesto, por la alta significación fraterna que entraña
la Cruz, que un día se alzara en la cumbre del Gólgota. Ello dio origen
en todas partes a disgustos, que fueron cortados en el primer tercio
del siglo XVIII, cuando el Consejo de Castilla declaró, a instancia y reclamación
del diputado por Tenerife, don Alonso Fonseca, "que no habiendo
especial privilegio, no se debía esthnai' leflal, que los que fuesen
Priostes, lo alegasen como acto distintivo do nobleza".
En lo sucesivo la Cofradía siguió celebrando las festividades estatutarias
hasta bien entrado el XIX, pero sin que los Priostes, que continuaron
siendo elegidos entre los principales hijos de Garachico, pudiesen
alegar ningún derecho nobiliario. Por otra parte, los cofrades de la
Misericordia en todos lados gozaban de preciadas exenciones, tales como
no tomar parte en ningún servicio esencialmente militar, (alardes, velas,
centinelas, etc.); adenuís de las consabidas gracias espirituales que son
corrientes en estos organismos piadosos, de tanto relieve e importancia
en aquella fecha. Eran funciones privativas de tales confraternos,
el enterrar a los muertos y atender benéficamente a ciertos necesitados.
XIX }
KL. DERRAMB DEL TIXO
El genio comercial de los ingleses, a la sazón émulo del holandés
que asimismo verificó en nuestras islas transaccioties mercantiles, fijóse
en el negocio de nuestros vinos de malvasía y aprovechando nn
momento de respiro amistoso entre España e Inglaterra, en cuyo trono
había sido restaurado Carlos II Estuardo, varios armadores ingleses
constituyeron hacia 1660, en Londres, una Compañía denominada de
Canarias, con el fin de explotar el negocio de nuestros entonces tan
afamados vinos. Es de advertir que los hijos de Albión en esto de fundar
compañías comerciales monopolizadoras, eran .maestros, porque su historia
comercial está llena de instituciones de esa índole.
Obtenido privilegio real en Madrid, la Compañía londinense se apresuró
a enviar a Tenerife sus agentes y factores, quienes, naturalmente,
(5) Varios caballeros canarios, entre ellos don Pedro de Ayala y Rojas, de
la orden de Santiago en 1675, don Pranclsco de Ponte y Llarena, de la misma orden
en 1678, y otros, justificaron como acto positivo de nobleza el haber sido sus
ascendientes priostes de la Santa Cruz.
puestos de acuerdo, ejercieron un irritante monopolio, apoyados por el
Capitán general, conde de Puerto Llano, lo cual dio lugar por inmediato
resultado una gran depreciación en los precios de los caldos, porque a
medida que aumentaba la oferta, se procuraba disminuir, cautelosamente,
la demanda, arruinándose los cosecheros y, por consiguiente, el
país.
Asi transcurrió un lustro, hasta que el Cabildo de Tenerife, alentado
como estaba por la Real Audiencia de Canaria, se lió la manta a la
cabeza, como aquél que dice, y en 1666, según nos da a conocer Niiñez
de la Peña, tomó el grave y trascendental acuerdo de que los miembros
de la Compañía inglesa fuesen extrañados de Islas y que ningún propietario
vitícola osase vender sus caldos, bajo severas penas, a tales factores
y corresponsales.
Tal medida heroica y, desde luego, poco legal, porque el Municipio
carecía de atribuciones para tomar medidas de tal índole y que quebrantaban
pactos internacionales y hasta principios del derecho de gentes,
fué, desde luego, bien vista por la opinión. Irritados tan justamente, por
otra parte, como estaban los ánimos y envalentonados por el acuerdo
municipal, cometieron a guisa de represalias, diversos excesos en Ga-raohico
y en el Puerto de la Orotava.
Una cuadrilla de trescientos a cuatro cientos enmascarados, que
el vulgo bautizó con el mote de "clérigos", cierta noche de los primeros
días de agosto, en el lugar de Garachico, principal centro entonces de
los depósitos de vino malvasía, violentaron las puertas de las bodegas,
destruyendo luego los toneles y barricas llenas de vino, derramando
sus contenidos, formándose arroyos en las calles, "y sucede—dice
Viera—una de las inundaciones más extrañas que se pueden leer en los
anales del mundo". Por este hecho, aquella época tan calamitosa se denominó
la del "Derrame del vino", siendo su teatro más sobresaliente
©1 rieo puerto.
'No vieron bien lo acaecido los extranjeros perjudicados, ni tampoco
el conde de Puertollano, su protector, llegando por influjo del último,
que informó bien su queja, a obtener de Madrid una Real cédula, cuyo
cumplimiento se demoró tanto por la Audiencia como por el Cabildo,
que hicieron sendas representaciones. Dieron éstas por resultado la derogación
de una medida que tanto perjuclicaba el interés agrícola tiner-feño,
el cual defendió con cívica gallardía el juez de Apelaciones de Canaria
don. Martín Bazán de la Ralde, víctima, por ello, de las iras del
Conde de Puertollano, quien fué desautorizado por la reina-gobernadora
doña Ana de Austria en real cédula de 25 de octubre de 1666, mandándole,
además, que, de acuerdo con otra real cédula de 26 de mayo
del mismo año, que pasara inmediatamente a presidir la Audiencia, no
ausentándose de la misma "por pretexto ninguno, sin expresa real orden,
o caso de ser invadida alguna de las islas". Otra disposición real, (25
de octubre 1666), desautorizóle de nuevo en sus contiendas con el Corregidor
Miraval, a quien había multaido.
51
' ' ! • XJX
LA VISITA DEL EKNKRAL Y SU RESIDENCIA
Don Gabriel Lasso de la Vega y Córdoba, conde de PuertoUano, caballero
de la orden de Santiago, gobernador y capitán general de las
islas de Canaria, había de quedar pronto todavía mucho más mal parado,
a pesar de la defensa que en la Corte le había hecho su suegro, don
Diego Fernando de Argote. Este solicitó de la Reina, después de la visita
de Santos, que el yerno continuara en Islas ejerciendo su despótico cargo
el tiempo regular, pero sin lograrlo.
Para disimular un poco sus tropiezos en el nvaiido y deseando demorar
su traslado a Gran Canaria, imaginó una revista de inspección a
los Tercios de las Milicias tinerfcñas, Así recibiría, de paso, los homenajes
de los pueblos del tránsito, tan respetuosos siempre con los Generales,
a quienes, por lo menos, temían.
Partió de La Laguna, con gran golpe de lucida comitiva, en mayo
de 1667 (todavía no había llegado el visitador Santos), dirigiéndose al
lugar de Garachico. Este se dispuso a recibirle dignamente, haciéndole
lo más grata posible su estancia y disputándose la nobleza local el cortesano
honor de agasajarle y atenderle. No pensaba entonces el confiado
Conde, en que el nublado en su contra, arrociaba en Madrid.
Un escuadrón, o compañía de tropas de a caballo, a las órdenes de
Su capitán don Martín del Hoyo 'Calderón, le salió al encuentro, para
rendirle los primeros honores, mientras que dentro de la localidad estaba
formado el Tercio de Garachico, mandado por su maestre de campo
don Cristóbal de Ponte Suárez, luego primer marqués de la Quinta Roja.
Su fuerza era de unos 1.500 hombres.
Del 18 al 21 de mayo en que subió el General a Icod de los Vinos
para continuar su revista, Garachico estuvo de fiestas e incluso hubo el
día 19 una fiesta de toros, organizada por el maestre de campo don Fernando
del Hoyo, señor de la villa de Santiago, espectáculo taurino aquél
que nunca fué corriente en islas, aunque consta que se celebraron algunos
con motivo de ciertas festividades, en distintas épocas. Dias inolvidables
aquellos en que el lugar se vio más concurrido que de ordinario
por forasteros, atraídos por los festejos v por la singular presencia
del Conde PuertoUano (6).
(6) Por cierto que Icod no quiso ser menos que Garachico, recibiendo al
QwieTal con Iluminarias nocturnas, vítores, bailes, festines, comedias, recitado de
poesías y otras manifestaciones populares de alegría. También aquí revisto el
General al tercio local, compuesto de 1450 hombres, con su maestre de campo,
don Bartolomé Benitez de la Cuevas a su cabeza, según la relación msinuscrita
de don Luis Vergara Alzóla.
La revista finó en La Laguna, después de haber hecho las de Orotava y Realejos,
el 28 de mayo, revistando los tercios de Laguna, Oüimar y Tacoronte, terminando
con lucido torneo en que llevó la primacía de la sortija, don Cristóbal
de Ponte Suárez.
52
Creciendo el clamorio de Tenerife ante la Corte, por los atropellos
del Conde de Puertollano, que había chocado con algunas personas de
relieve, entre ellas con el regidor don Benito Viña de Vergara, jefe de
la facción en contra, a quien había pretendido desterrar a Lanzarote,
informando a Madrid que debía ser extrañado de las islas, en unión
de cinco eclesiásticos, decidió a la Reina gobernadora, a propuesta de
la Cámara de Castilla, comisionar en R. C. de 6 de mayo de 1667, al consejero
don lorenzo Santos de San Pedro para que pasara a nuestra región,
"a la averiguación y castigo de los e2cces08 cometidos en aquellas Islas
contra algunos ingleses, ajustamiento del comercio, procurando extinguir
la Compañía formada por ingleses: Restablecer la quietud y sosiego
de las Islas y averiguación de los encuentros que hubo entre el Conde
de Puertollano, gobernador de ellas y los Ministros de la Audiencia y el
Corregidor de Tenerife". (V. leg.° 86, año 1670, A. H. N.)
El padre franciscano Fr. José de Sosa en su conocida Topografía,
menciona la anterior comisión de Santos y el destierro del Juez de Apelaciones
de Canaria. Bazán "por ser quien con mayor valor le hacía
punta (a Puertollano) en defensa de estas islas, acerca de una cédula
que con relaciones siniestras, habían alcanzado unos ingleses del Consejo
sobre el trato de los vinos, cosa que a S. M. no le estaba bien, y menos;
a sus vasallos leales los isleños". Más adelante, agrega: "la cual cédula
no surtió efecto sabiendo S. M. la verdad..."
Llegado Santos San Pedro a Islas, suspendió a Puertollano el 14 de
agosto de 1667 y no le devolvió el mando, hasta el 10 de noviembre del
año siguiente. Dedicóse con ahinco a resolver la cuestión principal, disolviendo
la Compañía comercial inglesa, pasando sus miembros a simples
comerciantes, después de muchos debates y negociaciones. Fueron
firmadas las bases del acuerdo en 22 de septiembre de 1667. (7).
XXI
EL PUERTO DEL LUGAR
Informado el Comandante general don Francisco José de Emparan,
del lastimoso estado en que se encontraba el puerto de Garachico, que
ya apenas era una sombra de lo que antes había sido, aunque continuaba
residiendo en él una buena parte de la nobleza tinerfeña, intentó que
(7) Fueron las siguientes: 1.° Los cosecheros no podrían vender cada pipa
de vino malvasia a más de 55 ducados ni menos de 45; 2.° Tales precios correrían
por una plsuso de seis años,, prorrogables a voluntad de las partes; 3.° Los
mercaderes ingleses darían a conocer los precios de sus géneros o manufacturas
o también podrían fijarle precio definitivo; 4.° Quedarían los particulares en entera
libertad de cambiar sus vinos por géneros o viceversa; 5.° Quedaría disuelta
la Compañía de Londres y 6." Suplicar al Rey, por medio del Visitador don
Lorenzo Santos, la aprobación de las anteriores bases. Asi lo hizo el Monarca en
su real cédula de 27 de febrero de 1668.
6d
por los vecinos, puestos de acuerdo con el capitán y alcalde mayor, don
Francisco Jorva Calderón, se descombrase el cegado puerto; pero ello
era empresa superior a los recursos del abatido pueblo. De este proyecto
se llegó a dar cuenta en cabildo insular de 20 de febrero de 1737, por
boca del regidor don Pablo Pestaña, en los momentos en que, precisamente,
se deliberaba, según veremos en nuestros apuntes históricos sobre
la Orotava, respecto de la reforma y ampliación del muelle de Puerto
de la Cruz, que junto con el de Santa Cruz monopolizaban el tráfico mercantil
tinerfeño.
El puerto de Garachico continuaba cegado impidiendo toda operación
de carga y descarga en su muelle, tanto que cu una ocasión en que
el Comandante general don Andrés Bonito, yendo a bordo de un barco
patroneado por Sebastián de Herrera, conduciendo granos y otros mantenimientos
para facilitar al vecindario, víctima de una gran escasez,
por más que lo intentó, no pudo desembarcar, teniendo que ir de arribada
forzosa a la isla de la Gomera.
El taponamiento portuario originaba graves perjuicios al lugar, por
no poder desarrollar ninguna actividad comercial, porque ni siquiera
podía cubrir el corto repartimiento que con arreglo a su producción
vitícola y demás, le correspondía embarcar en el registro de Indias, no
siendo fácil a los cosecheros y productores conducirlo por vía terrestre
al puerto de Santa Cruz, "y muchas veces pr. este motivo—dice un acta
capitular cabildeña—llega tarde o no llega la carga j¿ se vé aquel pueblo
obligado a despoblarse y se halla ya quasi en estos términos, pues
de cinco comps. que tenía el lugar, la más numerosa no tiene más de
14 y otras 4 o 5".
Doloroso era, pues, el cuadro que, a mediados del XVIII, presentaba
el pueblo garaohiquense, con gran pena de sus hijos más destacados,
cuyo patriotismo se evidenció en cabildo general abierto celebrado en
la ciudad de La Laguna el 24 de abril de 1741, presidido por el Corregidor
don Francisco de Valenzuela Albarracín, en cuya magna asamblea
se trataron de problemas interesantes, cuando el representante de Garachico,
coronel don Lázaro Alvarez de Abren, solicitó que de la masa
destinada al reparo de fortificaciones, se invirtiera alguna cantidad para
descombrar y limpiar el puerto de Garachico, cuya apurada situación
y ruina puso de relieve ante el Consistorio. Pero ocurría entonces,
como hoy, que no hay peor sordo que aquél que no quiere oir.
Dncio V. DARÍAS Y PADRÓN
Madrid, enero de 1932.