Notas sobre O. Diegro de Muros, Obispo de Canarias
POH I.UIS DTKGO CUSCOY
Hace ya tiempo, an primer intento de investigación sobre este interresante
personaje nos llevó a componer, para incorporarilo a investigaciones que en Galicia
se vendan haciendo, un trabajo fundamenitado en fuenitesi canaTias. Dicho
trabajo, que no llegó a publicarse, provocó, no obstante, en círculoa particulares
una cierta inquietud. Inquietud porque las fuentes cana-rias —par lo meaiios
las consultadas por nosotros—, no aportaban claridad a la desvanecida y aam>-
pleja persionadidad de don Diego de Murosi.
Estas cuartillas de hoy—die aprendiz en estas Mdiesi—traducen, en parte, el
•fitudio realizado entonicas, ampliado con nuevos datos recogidos en esoaroeos
posteriores. Pero ni uno ni otros aan suficientes a esdarecer quién fué don Diego
de Muros, Obispo de Canarias. Y, si aquí se dejan, es con la intención de que
investigadores más doctos y más aifantunados aporten lo que a este intento die
id«-ntificación le falta, y se logre lenoerrar con eJlo en los límite» de tiempo,
persona y hechos, a una personalidad tan fuertemente supJantada.
Hay en torno a don Diego de Muros un aura literaria que seduce a Itodo «4
que a él se aceica.Viera, al halblar de este personaje—"natural de lia Villa dte
Muros de Noya"—, lo pone muy cerca de don Femandlo el CatóJico. Es en Cae-tilla,
en Segovia. A la hora en que Granada, en el Sur, es lun blanco sueño de
rnitiaretes y jardines encantados. A esta Ihora—¿ 1475 ?—don Fernando había lie»
gado a Segovia "bien aipurado con los gastos de sus empresae conltra lo« moros".
Don Diego de Muros se halla en e.sta Ciudad y logra una entrevista con el Rtey
en Ibusca de apoyo :para la fundación die un hospital en Santiago, hospiltal que
pueda servir de refugio a tanto peregprino. A la petición el Rey respondió: "¿Có
mo es eso. Deán? ¿Véisme en el hospital y queréis que hagamos hospitales?"
A lio cilal, el Deán, besándole la nxano, hubo de responder: "Señor: haga V. M.
este servicio a Dios y a su» pobres, y yo lo sacaré del hospital" (1).
(1) Gil Gnez. Dáv.—Teatr. Ecles. Igtles. de Oviedo; pég. 146. (Citado por
Viera: Hi«. Gral. Tom. IV, Irb. XVI, cap. XXVI.)
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domo coins«icu«iicia de esto, «! Mronarca oUavo áel Paipa une Bula <paira li-moarta
». ES clérigo cortesar.o admimotró aquella obra y Saiítiago tuvo »u has-pdtal.
En idioin Diegio die Muroei ee dAn> lia duotUiidad cortesana y l« ener^gía del '
hombre de acció'n, unidas amibas cuaHidadee a dotee de gran inteligencia.
Saibenios que «tstuvo en Roma como secretario del Cardenal Mendoza, siendo
lya doicitaír en ainbo» Derecho» y Canónigo de Santiago. Dicho Cardenal, al
fundar el CoJeigio de Santa Cruz, en Valliadolid, reserva la primera ibeca i>ara
don Dieigo de Murios, colmándole asdmiismo de grandes beneficios eclesiásticos
(2). Fué Chantre de Uibeda, Deán de Jaén, Canónigo de SamtiiagOi, de Sevilla,
die Ovi<edo y de Sigüenza. Siendo Deán de Compostela es elevado a W sede eipi^
oopaü de Caneriae, en 1496.
Diee 'años deisipués^ «n 1506, fué provisto Obispo de Mondoñado, y en 1612
peisó a le Diáceeós ovetense (3).
Bajo su oonidiciórv die Obisipo cortesano se le hace aipartícer entre 1A brillanlte
oonaitÍTia que irodeó a don Fernando el Católico cuando »uis esponsales—en Va-
UadoUd— con la Reina dcma Germ&na de Foix, en el año 1505. Y al año siguiente
acompaña el cadáver de don Felipe el Hermoso y asiste a las honras fúnt-bres
de dicho rey.
£1 nombre dé este Prelado va enlazado a caipitulos de la Historia de E!e|iaña:
Francia, Italia, La Santa Liga, don Fernando, d Papa, Navarra, Juan de Alibrit
Y bajo un isigno diploimático, don Diego die Muro» ee enviado —en sutil mi«ión—
cerca de Jxiiain de Albrit que, como rey de Navarra, había desdeñado a La SaiUta
Liga y se Ihabfa acercado a Francia.
TWnibién «e do encomienda, en 1508, y de orden d«l Rey Católico», que asista
en ipalacio a la desgraiciada reina doña Juana, para que la refría persona faena
tratada mgún au raneo y jerarquía.
A f<ray Miíg^el de la Serna «igue don Diego de Muros en la isede £}j>i<3Coi>aI
die Canarias, como XV Obiapo de la misinia. Las Bulas son expedidais con fecha
27 de julio de 1496, en Roma, por Alejandro VI (4). En dichas Bulas e* seguía
dando «1 título de Rubícón «1 Obispo, clero y vai»allas. El mismo Obispo Muros
fÚ«nailo«.escritos de la aiíguiente manera: D. EPS. Rubiscensis (5).
El Obiapo cortesano y diplomático, en un mundo que incendia el RaoMi-miento:
en una Esipaña que principia a'ddctar sus grandes lecciones imperiales
a los ámibitos sin fin de los tienuposi.
(2) Viera.—Op. y loo. cits.
(8) A. Millares.—Historia, Lib. IX, cap. XII, págs. 253 y sgia.-
(4) En el BoJetfn de la Academia Gallega publicó las Bulas el P. Atunasio
López. (Ne 83, pág. 287.)
(5) Viera.—Op. cit. capts. VIII y XV. El número 155 en el Epi«copologio
Canario es el que le atribuye Viera. Hoy conocemos varios prelados mási, de Ru-bicón
y, antes, de las I»las Afortunadas.
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Su llegiaidia<a Canarias coincide caen, con la terminación de la conquisíta d«
laa iisl»s. La Palma haibía isido conquistada en 1492, y aunque en eate 1496—cuando
llega Muros— Fernández de Lugo aún se bate en Tenerife, el doimináo total
sobre esta isla se puede ya dar como ^feftivo. Halla, ipues, su Diócesis acrecentada
en territorios. Con un arcihipiélago que abre sus rosas atlánticas bajo «I
signo de la Oruz y d¡el Pendón de Castilla. A la hora «n que «e mira —con ani-rada.
imperial tanabién— hacia el oeste africano; pues en las poítrimería» del
jiglo XV—con Miuros en Canarias—tiende lugar la posesión nominal de Tagaos
j su reino, «n *íl territorio de Ifni. Roce de imperio sobre la delicada piel de k*
ÍCIB*.
Consta que la aetuacióin' del nuevo Obispo se caracterizó por una aoci<Vn completa
en «u diócesds, afcarcando espacios materiíales y eaipiritualee.
Fuera de l'as islas intervino y-A en fuertes realizaciones. Aparte de lo que d*
él se dice, como Administrador en ¡a. fundación del hospital de Santiag^a, apareas
como agente activo en la construcción del Convetuto de Santo Toimáa, de Avila.
Costea el de Santo Dominga, de Oviedo, y la Coleigiata de Muro». T funda el
Colegio Maiyw de San Salvador en Salamanca.
En las isla», s\i (primera preocupación fué dotar a la capitajl' de la Diócesis
de una hermosa Catedral. Para ello hizo venir de Sevilla al arquitecto Diego
Alonso Motaudc, quien traíió seguidamente los plaíios de la nueva Gaiteáral &»
yos cimienitos se albrieron en 1497. En la misma isla de Gran Canaria funda, en
íMdar, la parroquia de Santiago: en Teror, la de la Virgen del Pino; en Telldé,
'á 4e San Juati'; en Guia, la de la Asunción, y en San Lorenzo, A^knea y, AriK
cem, :pequeñoe templos y capillas.
iSn La Palma, la parroquda de San Salvador, a«{ como en loa fraeiblo» qiae
iban naciendo en el interior de la isla.
En 1499 ise trasiliaida a Tenerife y continúa en esta i^ila su» fund««tone«. En
La Laguna, la igl^la de la Conceipción; en Oandelardaí, la cueva de San Witm; i*
ermita de la Consolación en el Puerto de la Cruz; la« igíleaiag de la Orotava y
de los Realejos. Y según lo exigía el pí^ciimiento de la población de las demáa
iáas, así atendía el Obi-spo las necesidades espirituales; aunque tuvo especial
(predUeoción por la de Tenerife, tanto, CJUP estando en e»ta isla y al tener moiti-cias
de BU nombramiento para Obisipo de Mondoñedo, las tierra* que le halyíain
oorreapondidio en el reparto hecho a raiz de la conquista, y que »6 llamaban ide
Tahodio, ]a« donó a lae iglesias de la Concepción de La Laguna, de Santa Oruc
y de Santiago, del Realejo, pa«andó a llamarse desde entonces Ia« tierras del
ObtepOt
• *•
A las fundaciones siguen los sínodos que reunió. El primero tiene lugar
recién llegado a Canarias. Los Estatutos de Cabildo aprobados llevan fecha Jie
23 de octubre dé 1497. Viera y Clavijo da unas referencias de los mismos (6).
Se detallan hasta 81 conclusionee, que pueden recnunirM así: II, tratan del ortken
de la Igflesia Catedral; 22. de la conducta a seguir por el personal catedralicio en
(6) Op. cit. Libro XVII, cap. V-
I HEMEROTECA P. MUNICIPAl
Santa Cruz de Tenerifs 57
ei coro, en la iglesia, etc.; 38, de las Tnovmas a que deben someterse lo« ibeneñ-oiados,
tanto ea indumentaria co«no en el corte del pelo; 4£, ordenando la corrección
de los li'bn» empleadoe en los oficios, de modo que el Maeatresouéla
entienda en la parte grantatical de lo» misimos y el Ohantre en la-^arte de canto.
Se incluyen detalles de menor im.portaiic¡a: prohibición de entrar en la iglesia
a 'personas iportadoras de es,puertas con carne, pescado, sal, etc.; a moros, infieles
y l«proeos; y ia original prohibición —>para las islas'— de que nadie entrase
con zuecos en la iglesia.
Supone don Agiostín Millaores (7) que Viera y Clavijo, a ipeaar del amipldo
extracto que ide ellas da, no tuvo a la vista tales Constituciones. Dice, en efecto,
que di^ihos Estatuto» o Constituciones fueron halladas en la parroquia de San
Juan Bautista, en Telde —donde ya no se encuentran—, ,por don Joeé María
Zuaznávar, quáen la» cita «xtractadais en su Compendio de la Historia de las Islas
Canarias (8). Dicha Historia, agotada y muy difícil de hallai% fué consultada
por Millares, de quien ee toma el extracto de aquellas oonduaíones, que difieren
4Miatante de laa referidlas, que da Viera.
Se^Ti^n Millares mandá}>a!ie en ellas abrir en cada parroquia libros de bau-lismo,
expresando en cada aliento día, mes y año, nombres del bautizado, de
padires, abuelos y padrinos. Fundándose ""fen la poca gente que había en la isl»",
y en la necesidad de disminuir parentesco espiritual, se ordenaba asistiesen como
padrinos una persona de cada sexo. Prohibía los desórdenes que llevaba cori'-
fdgo el derecho de asilo en ilos templos, y se prevenía a los párrocos, "90 pena
de cuatro florines de oro del cuño dé Aragón", que remitiesen anualmente di
Obispado (padrón de los vecinos de su feligresía, con nota expresiva de lo» que
habfan cumplido con el precepto pascual y de loe que no, para lanzar a Oísitois últimos
fuera de la iglesia como excomulgados. Disponíase que en cada parroquia ee
fijasen en tablas o pergaminos, para instrucción de loe fie'les, loe Artículo» de la
Fe, los Sacramentos y Mandaimientos, Tos siete pecados mortales. Obras de Misericordia,
Virtudes teologales y oardinalles, los Dones del Bbptritu Santo, losi
cinco isentidos y los casos reservado» al Obispo, que eran: homicidio, iperjiurio
en Juicio, aborto voluntario, matrimomio clandestino, retención de diezmos y primicias
y sentencias de excomunión. Prohibíase n los presbíteros, diáconos y sub-ifiíáiconos,
y a clérigos df órdenes menores, llevar coletos, debiendo usar cabello
redondo hasta media oreja, hátoito muy modesto, ropas no muy cortasi, ni muy
coloradas, ni verde claro; r.i zapatos blancos, ni cintos dorados o pSateados, ni
9«da, excepto e«i lo» forros de los capirotesi. No se permitía a lo» mismos llevar
luto por ncufie ni dejatrse crecer la barba más die un me». Abundaba iamlbiián tffn
dispoeiolones morallzadoro».
La contradicción entre este resumen y «I anterior, dado por Viera, es «oJo
apnrénte. PAdlmente se ve que lo» estaítirtos resumidos por «1 célebre Arcediaí-rto
de Fúetteverttuwi se reflwrwn «xcíusivamente *il rfcglmen interior d'e la !gl«-
(7) Op. cit. Libro XII, p á ^ 263 y sgts.
(8) Pág. 21. Esta obra, impresa en Madrid, en 1816, fué reeditada en Santa
Gna d« Tenerife, Romero, 184ÍS. Pero es tan rara tma como otra edicito. De
la (primera hay un ejemplar en el Mtiseo Canario.
6i& y a 8a»s ipTwbend'aidos y servidores; anientraa las Oonstltuicioines conservadad
•por Zuaznávar se ocupan de temae más amplios referentes al culto y a la enae-ñamsa
relicrioaa en todo el Obiispado. Por lo dem&S' no es cierto que Viera IH> ipu-ddese
loonocer el texto de los Estatutos de 1497: ise conservaban en el Archivo
de la Catedral de Las Paümais íntegros en un cuaderno en vi.tel'&, que suponemo»
todavía existe, aunque desgraciadiamentc sean inéditos. Cuanto a tas Constitu-cdones
del Obispado, es probable que vsean las miamas de 150€ a que luego moa
referimos. En todo caso son más paras todavía, pues perdida la copia da Telde,
solo queda el extracto de Zuaznávar y un fragmento inconupleto de ellas quei
haWa en dicho Archivo Capitular, según un índice antiguo. .
Parte importante de estas Constituiciones es aquella en que se' ordenaba al
cura de cada, parroquiano «u «ustítuto—tuvie«e en cada iglesia un ciénego o
sacristán docto que enseñase a los niños a leer, escribir y contar; lesi explicase
la dkwtrina cristiama, la obediencia a los ipadres y el ejercicio de las buenas ¡coa-tumfbres,
aimonestando a los vecinos en la obligación de enviar *U8 hijos a Hia
igilesia para recibir esta instruocLón iprimaria. Sin duda es esta la primera directriz
pedagógica que encabezaría una Historia de la Educaci&n en lae údas.
En 23 de agosto de 1498 principia a celebrar con su Cabildo visita igenenal
y ordena tres nuevas Constituciones encaminadas ad nvejor ordem interno de la
Diócesi».
En 149i9, hallándose en La La^^una, publica un edicto, y dice en éd que va a
hacer inquisición. La primera dejación tiene lugar el 29 de abril contra varios
vecinos de Tenerife y La Palma "por (palabras blasfematoria»".
En 1500 recayó sentencia favorable al Cabildo en pleito que sostenía con
nuestro obii^o Muros, a ipropósito de una huerta.
El jueves 26 de febrero de 1S06 comenzó a "facer sinode e vi^tación j^ene-raJ",
juntamente con sa Cabildo, asi en lo eapiritual como en lo temiporail. En
las nueva« Constituciones «e establece que las rentas de los diezmo» respecto a
ganados, >miel, cera, manteca, lana, sangre de dirago, aves, hortalizas y hierbais
de pastos, se arrendasen para San Juan, y las demás rentas en Navidad, excepto
la del trigo, que debía pagarle en septiembre, el vino en San Martín y los
azúcares en diciembre.
Por otro lado, prohibía a vicarios, beneficiados y ciwa» ejerc^ el caiigo de
arrendatarios, porque con ello se distraerían de ama sagradas obligaciones.
Esta es la última huella que deja el prelado de su paso por la Diócesis de
Canarias.
Se habla de don Diego de Muros escritor, y se le hace autor d« una HU|<H
ría de la Conquista de Granada y de un Tratado polémico contra Martin I^utero.
Este último le valió un Breve honorífico de Leóo X, dado en 31 de mayo dé
1522 (9).
(9) Cristóbal de la Cámara y Mtiriga.-^''Constitueione8 Synodales del Obi»*
po de Canaria»". Fol. *17 V.
Lucio Marineo SIculo, habla asi del Obisipo: "Si España tuviera mochos Muios,
los miuros de lias casa® de los pobres no eetaTían derribadla»" (10).
Después de todo cuanto se ha dicho, ¿safoemosi, en realidad, qaién fué don
tWegfo de Muros, Obisipo de Canarias?...
En esta breve recopilación nada se quiere dar por definitivo: la imodestia
del piTopósito tampoco lo permite. Con que esto sirviera para mover auténticas
inv«i9tiigaciones J»erfa suficiente.
Que hay en tomo a don Die^ de Muros una densa niebla, ilo confirman las
notas que sdi^ruen:
Poír lo menois se conocen tres Diegos de Muros, los tres oUisipos, naturalee
de la imlsma comarca y casi contemipoTáneo»: uno, Obisipo de Canarias, otro de
Tuy y Ciudad Rodrigo y un tercero de Mondoñedo y Oviedo.
TréUez (11) dice: "Don Diego de Miuiros, quarto del nombre; este prelado
fué (priimero Obispo de Camairias, y, siéndolo de Oviedo, fundé en Salamanca el
Colegio Mayor, que por esta razén se llama de Oviedo, y dexó mudhas insd^nes
nnentiorias, habiemdo entrado a ocupar esta siilla año 1512." Este autor hace con«-
tar que a Muros sigue en la «ede episcopaJ de Oviedo don Francisco de 'Mendo-ía,
alio 1524. Si eso fué así, hasta el año anterior estuvo Muro? al frente tíié
aquella DiAcesls, y quizás murió ocupándola, ya que Tréllez no le señala trabado,
no obstante hacerlo generalmente con los d*m&s'preladas'.'
Lafuente, en su Historia ÍBclesliütica (Tom. III, p&g. 180), atribuye al ')bis-po
de Oviedo la fundación de dicho Colegio Mayor, en SálEÍimancá,'él aRj IMV.
(j&nidara, en *U Nobiliario de Galicia (p&g. 189), dice lo que sigue: "El marto
colegio de San Salvador de Oviedo, en Salamanca, lo fundó D. Ddeigo de' Maros,
Ó'bisí>o de Oviedo, y muy emparentado con las mayores c&sas de Oaíicia,
que se precian de tenerlo por pariente... Era sexto nieto de Juasn Sintihe* ^a1
donado..."
iPero d que fué Ohi.spo de Mondoñedo en 1&06 y de Oviedo en 1518 pudo
haiber siido Obispo de Canarias?... El Doctor Galindez Carvajal, cronista de loa
Reyes CJatólicos, decía para 1492: "Víspera de Todos los Santos mUiió don Bel-trán
de la Cueva... y Pray Diego de Mur.os, fraile de la Merced, Obisipo de Ciudad
Rodrigo, tío, hermano de su- padre, de D. Diego de Muros, Obisipo de Oviedo
que es hoy..." (12).
De una carta ológrafa, sin fecha, ipero que se da como seiguro haberse escrito
en 1606, dirigida desde Alcalá al Rey Católico por el Obispo de Ciudad Ro
drigo: "Muy Christianfsimo Señor: Besadas humildemente las Reales manos de
V. al. le hago saber como el día de la Madalena rescebimos las cartas de v. oJ.
hedhais en Rontiveros. Tardaron tanto a causa quel mensagero era del Obispo de
Canarias y fué primero a Toledo" (18). Por la fecha, el mensajero muy bien po
día ser de Murois.
(10) Epístolas. Lib. 12 (citado por Viera).
(11) Asttirias Ituetrada, Tom. I, pág. 489.
(12) Biblioteca Ribadeneira, Tom. 70, pág. 146. ¿Cuándo eacribltl Gálíndez?
(13) Rodríguez Villa.—"La Retna'doña Juana la Loca", pé«. i6&
60
Don Diego dn Muros, Qbis'po de Tuy y de Ciudad Rodrigo, es ibien coiuKido,
cuya Vida daiba en 1919 el P. Fray Guillermo Vázquez Núñez. Ckxnócense, además
otros, interesantes episodios de la vidia die este prelado (14).
Consta que el 22 de mayo de 1502 el Otoiapo de Mondoñedo concurrió con
otros 'prelados—en Toledo—a la jura de los príncipes don Felipe y doña Juana
como herederos de los reines de Caistilla y León. Este mismo Obispo, em 1506,
aaiate en Burgos al' reconocimiento del cadáver de don Felipe, que ee hallalba
depositado en la Cartuja de Mirañores.
En 1602 «sitaba Miuros en Canarias, y en 1506 "comenzó a facer sínodo".
Por todo ello no parece probable que se hallara presente en los esiponsailes de
don Fernando el Católico con doña Germana de Folix—1505—, aunque pudio asistir
a los fui^raJes de don Felipe el Htermoso, pues éstos se celebraron en di-cienubre
ide U50&, fecha que se da del traslado de Muros de la Diócesis de Canarias
a la de Mondoñedo.
Calmara y Murga (16) ^.bunda en extremos que se conocen ampliamente
por Viera, pues é&te sigue a la letra lo que aquel autor conisigna en su obra.
Sin emibargo, e« curioso hacer notar que ya en el tiempo que Viera escribió 0U
Historia, la verdadera personalidad del Obispo Muros inquietaba. Viera mismo
dice: "Es co>sa notable que un autor como D. Nicolás Antonio, bablando de
nuestro D. Diego Muros, hubiese dudado formalmente si acaso fué Obispo d'e
Canarias o no lo fué. E<a verdad que confiesa que Gil González Dávila lo da por
sentado en 9U Teatro üclesiástíco de España, pero cree al mis<mo tiempo, o que
este escritor lo equivocó con otro, o que en lugar de escribir Obispo de Mondoñedo
eacribió Obiapo de Canarias" (16).
En esta confusión de homónimos que quede «amo prinve^a duda la de Nico-láa
Antonio.
Inrvestiígacionea gallegas han diemostrado que don Diego de Muros, Obiapo
d« Mondoñedo y de Oviedo, fué compañero del de Canarias en da fundación de
la Uníversiidaid compostelana; que fué el héroe de la anécdota con el Rey Católico
para la fundación del Hospital de Santiago; que fué, en fin, el que acompañó
a Roma al Cardenal Mendoza. El Obispo dé Canarias fué eobrino del Obis^
po die Tuy. Hay dudas con respecto al Obispo «scritor, pues se «upone que no
fué el de Canarias, sino el de Oviedo.
¿Cuál fué, pues, el veirdadtero don EHeigo de Muro», Oibispo die Caoa-riais?...
Ya concluido este trabajo lleiga a nuestro poder uno, em extremo interesamite,
que firnma el entrañable amigo Dr. Fenraín Boiuza-Brey Trillo: Los Guillelmez de
Bendaña y la genealogía de D. Diego de Muros, Obispo de Mondoñedo y Oviedo
("BoJetín de la Comisión de Manuimentos de Orense", múmeros 244^245).
Bouza-^Bireo'',—gran señor en el paisaje intelectual de su tierra— había intentado
incorporaír a las investigaciones gallegas noticias canarias sobre D. Die-
(14) Conde de Santibáñez del Río.—Art. pob. en "La lUf««", r.i f24.
(15) Op. c i t pig. 314 y agts.
(16) Viwra.—Op. c i t ; Tom. IV. «ág. « .
«1
go de Miuros II, Obispo de estas Islas. Un particular intercambio de notas sirvió,
«i no )para aclarar extremos desvaídos, sí para mantener viva la curiosidad
en torno »1 tema y al i>erííonaje. Muchas de aquellas notas de entomoes, informan
el trabajo nuestro dte hoy, campuesito casi en torno a ellas.
El primer páiTafo de la dwumentada investijíacjón de Bouza-Br-ey dice:
"Un caso de üiomommia triple, tan frecuente en jía^sadas éjiocas « causa de to
moda o influencia de un nombre llevado por persona de notoriedad, ha dado lli-g'aír
a un embro'llo geneailógico que s61o a fuerza de iniblicar documentos puede
dieshacerse. A faiciiliitar esa labor propendien estas notas, aunque no alcancen k
esclarecer del todo la penumbra que todavía rond'a en torno dfe tres figuras emi-nientes
que, de vida casi siTicrónica, han llevado el nombre d^e Diego de Mirras y
deaenr>eñado cargos eclesiásticos de relieve, hijos de Galicia todos tres» La* noticias
que aportamos dicen más particuilarmcnte del tercer Diego de Muros,' el
cdfundador d«l Estudio-Viejo d* Santiago, el único escritor entr« lo« varón**
del mismo nombre, el mercedario cuyos méritos exceden toda ponderación."
Más adelante añade: "Don Diego de Muros, terrero en orden cronoilógico de
este nainlbre, de la Orden de la Mercod y de ila Iglesia de Jaén, canónigo de Santiago,
Deán de su Cabildo Catedral, .\rcc(liuno de Carmona, en la Iglesia d(e
Sevilla: emlbajador del Rey Cató'lico ante Juan Ailbret de Navairra, fundador del
Hospital de Santiago, instituido por los RR. Don Fernando y Doña Isabel; fundador
del Colegio de Santa Cruz dé Valladolidí, empresa que 'le confió el gran
Cardenal Mendoza; fundador del Colegio de Oviedo en Salamanca, cofundad*)r
del Colegio Viejo de Santiago, Presidente del Comsejo Real, Obispo de Moraío-ñedo
y Oviedo, y escritor insignic, entre otros títulos, era sobrino de Don. Diego
de Muros, Obispo dte Tuy—que tanto intenvino en las luchas intestinajs que jier-turibalban
a Galicia en el siglo XV—, por ser dicho Obispo de Tuy hermano' de
su padre."
De 'la extensa bilblioigrafía aducida por dicho autor do» trabajos ofrecen
partictflar interés: "Don Diego de Muro^, OlbLspo die Tuy y de Ciudad-Rodrigo,
de la Orden de lia Merced (1405-1*92", Madirid, 1919, por Fray Guillewno Várl-gwez
Núñeí. Y "D. Diego de Mwros II, Otñsipo de Canarias", por el P. Atamwio
L6p«z, in Boj. de la Real Academia Gallega, nüm. 83, 1914.