PAGINAS DE LA HISTORIA TINERFEÑA
HISÍiiOS 0[ ú m DE ú
! mm i LA cfiuz
SEGUNDA PARTE
REFACIÓ:
LA forma mis eficiente para completar la historia ya conocida de nueetra
Rt gión, la cual obra se ha limitado, dado ta carácter sintético, a Ha-mar
la atención únicamente sobre lo importante, es destacar los su-
808 locales ocurridos en los pueblos principales de nuestras islas, sucesos to-
>8 que por lo animados y atrayentes, prenden fácilmente en los repliegues ín-nos,
si se quiere, del recuerdo. Y nada existe, a nuestro juicio, más interesan-y
vario en enseñanzas pora el presante y el futuro, como conocer en detalla
( rasgos de h» historia localista, de esa historia tan desdeñada antes por los an-
•es, sin embargo de qun in ella nuo3tro3 abuelos fueron escribiendo, a través
los siglos, sus propios hechos, laudables unos, vituperables los otros. Cabe
itinguir su aspecto de es t espesa red sintética de las h-storias generales o de
iyores vuelos, que producen, a menudo, tedio ala mayoría de las personas
le no sientan la emoción de nuestro pasado.
Cierto que las crónicas locales no presentan una visión completa do los paramas
pretéritos; antes bien sólo suelen aprisionar algunos de sus momentoa
18 o meaos inconexos e incompletos; pero, en cambio, llenos de emotiva moldad,
cuando se logra sacar da! olvido, bajo el viejo polvo de los archivos,
ados y solemnes testigos que figuran en la cabalgata histórica de los tiempos,
personajes y sucesos mas representativos, que han contribuido a dar carácter
opio a nuestro indulariamo, mucho más si se procara no deformar las narra-nes,
como fatalmenle tiene que ocurrir cuando ollas son matizadas por el con.
EPISODIOS HISTÓRICOS DE OROTAVA. Y l'UERTO CRUZ
vencioaalismo patriotero, ein atenerse, en lo poaible, a las íaentes prituarias
recoastrucción, tenieado, además, especial cuidado en separar lo objetivo o i
de lo subjetivo o meramente opinable, circunstancia esta última que por
opinión personal del historiadür, uo está obligado el lector a suscribirla.
En la primera parte de esta serie dedicada a la Villa de la Orotava y i
puerto, no hemos pretendido tanto aparecer—ello sería vanidoso por nue
parte—como eruditos en las histoiiss locales tiuerfeñas, cuanto como mode
colaboradores a la labor, muchas veces silenciosa o inadvertida y siempre i
mente meritoria, de los que se dedican honradamente a las investigaciones
pasado en cualquiera de BUS ramas. Podremos, si acaso, discrepar en la fo!
de apreciar el hecho hietórico, pero nunca desdefiamos la obra personal 8J(
cualquiera que sea su valoración histórica y científi 3a. Pensar de otra sut
valdría tanto como descender al charco cenagoso de la envidia y de la peq
fiez; y no han de incurrir en eatos feísimos defectos quienes, como todos los
conducimos las puntas de nuestra modesta pluma por las estrechas sendas
decoro, tienen el deber de envolver su espíritu en la impoluta toga de su prc
dignidad, como caballeros y como escritores.
En esta segunda parte, pues, hemos de recoger lo más notable de los '.
chos ocurridos en amlnts poblaciones hasta los primeros decenios del XIX, (
niéadonos estrictamente a los datos que hemos recogido en el antiguo arct
del Ayuntamiento de La Laguna, heredero directo e hijo primogénito delac
lar Cabildo de la Isla y la institución epocaria más representativa dentro
marco insular, así como a otroij autecedentes que oportunamente serán cita<
60 el curso de esta monografía, que ahora ofrecemos a nuestros lectores.
LAS FORTIFICACIONES DEL PUERTO:
Pocos años antes de que el regidor Luzardo Pranchi hubiera planeado 1
cia 1603, los primeros reductos del Puerto de la Orotava, ya la perspicacia y
previsión del visitador que Felipe II había enviado a las islas realengas, I
Alonso Pacheco, al constituirse personalmente, el 13 de febrero de 1699, en
entonces llamado Puerto y Caleta del lugar de la Orotava. asistido del goberi
dor de la Isla, Fernando de Caflizares y de los regidores Francisco Pérez y Ji
Luzardo, en unión de algunos maestros de albafiilería y cantMía (1) cdesp'
que se ovo andado y mirado junto da dho. puerto y caletas i practicado i tre
do sobre ello quedo de aquerdo y consierto y deferido que se hiciese on cub
en una montefia larga que esta junto del dno. puerto y caleta, la qual es en
(1) Los maestros d« construf.ciAn eran Franeisco de Acevedo, Rui Pérez y Manne)
Moría, quienes probtbleinrate fueron los que conitruyeron el primitivo canillo.
IIRVISTA DE HISTORIA
aleta que disen dol burgao y la caleta del Puerto, por ser lugar qne se toma
caleta e otra, e ailí se acordó qae se hiciese un cúbelo, de altor de ainquen-laimos
en alto, i de hueco de treinta pies, i que se hiciese de piedra i cal de
amnsa y con eos cuatro troneras, de cantería, y que el dho. cúbelo tubiese
sobrados con sos vif^as fuertes yrrecms y ladrillos por tabla con su Puerta
lida, y con su baluarte alrrededor que pueda jugar de dentro del nna piesa.
re el cubelfi y el dicho valuarte, el qunl valuarte im de tener sus saeteras, de
tería i cal, y que el dho. Valuart?, aia de tener y tenga de a'tor tiea tops, i
anchor seis palmos» (2),
En la anterior acta,de la que dio fé el tscribai-o do vÍ8Ítfl,Frnn"ÍFco de Ko
se hilo constar b\ convetiiencia do datar al pneiti indicado, do meÜH doce-de
sacres de bronce e igual número de vorscis de hierro, con sus onrrospon-ates
cámaras y la pólvora indispensable, CHÍcalíuido los peritos albüñiles y pero,
que el coste total del baluarte nscenderli a 15 )0 dobins, de la mone la oo-
>Dte en la isla
Aunque el Puerto si^lo tuviera de tal el nombro como dijo Viera, era no
tanti u!\ surgidero pavíi loa nivíos mF^rcintos que entonces traficaban con
lerife, pero habierto a los vi•^'lto,3 docui t )d)í los cuidmotes, la fcecuoncia
qUí- ocurrían temporales en surada hnci\ quo los buqu-'s taviormí que le-anclas
saliendo a alta mar par» cfiípearlns, A pesíir de tales inconvenientes,
pueblos del Valle de Taoro no tenían otro por donde embarc ir «u'' produo -
destinados a la exportaciión, por ser entonces lOco menos qne imposible
isportarlos por tierra a otros puertos más abrgn'l os, a coiistcuencia fie lo pó-
10 que eran los caminos de herraduras y senderos si no mienten las acta? del
)ild(). Fué, poL' tatito, iiidispensíiblo se-juir lunnrntandij, un lo poaiblo, las
Uíicaciones portuences, para salvaguardar, aigú-i tanto, !a seguridad délas
raciones de carga y descarga do mercnn las cort'iendo :i cargo 'le ¡ÜS cuba -
08 de la Villa y sus vecinos, todas las aleii;ioiieí' ¡mprescindib of.nimque por
a de recursos—no eran entonces nuestms islas tan prósperas y ;ieas como
unos las quieren hacer a través de su fantasía—casi nunca estuvieron en
fecto estado de defensa.
, NOMBIUMIENTO DE GOBERNADOR DEL
PUERTO; RECLAMA LA VILLA
Loa Capitanes generales de la región, al darse cuenta de lo descuidada»
3 a principios diel siglo XVIU estaban las fortificaciones antes mencionadas,
1 lo cual dicho está que el Puerto de la Cruz, o de la Orotava, estaba a cada
tante expuesto a los atrevidos golpes de mano ds los piratas, máxime cuan-el
puerto de Garachico arruinado por los voleanes y por otros infortunios,
traba francamente en la fase de una inevitable decadencia, recogiendo ea
rte la herencia, su rival, creyeron que su importancia comercial, a la sombra
la cual iba creciendo una población hermosísima, con calles anchas, buenas
izueles y excelentes paseos o malecones junto al mar, traía consigo, por
llave del valle, el aspecto militar o estratégico.
(2) V. Protoe. núm. 3, archiro Rodrigues Honre, Laguna de Tenerife.
EPISODIOS HISTÓRICOS DE OEOTAVA Y PUERTO CRUZ
El general, don Agustín de Robles y Lorenzana, propaso al Rey, según
pone Viera en el tomo III de sus Noticias, que fuese creada además de
plaza de gobernador de las armas del lugar de Santa Cruz, la del Puerto d(
Orotava De aquí fué nombrado por 8. M en 1707, el coronel del regimie
provincial de Icod, D. Marcos de Castro Bethencourt, pero como esto nomb
miento venía a Icsiimar intereses y privilegios, tanto del Cabildo Insolar co
de la Nubleza de la Villa, cuya clase hemos visto en la primera parte, teníi
derecho de elegir, catre los suyos, un alcalde pedÑueo, que a la vez era caí
llano d 1 l'u 'rto, tanto ol uno como la otra, so opusieron a la novedad, si b
hay que advertir que en t^i seno del Consistorio no hubo absoluta unanimi(
y aún el propio Personero general da la Isla, D. Frriucieco José Rlquei y Anj
lo, dejándose llevar de los imperativos de eu austero deber y de su sentido )
triotiemo, llegó a psdir, en sesión muuicipal de 10 Je diciembre de 1707, (
ae diese lns gracias ai general Robles j a la Corte, ;. or tales nombramienl
Prevaleció, dentro de la ilustre Corporación, el voto de ia mayoría, quedaí
designado Personero en la Corto, í). Ángel Vandama, para hacer la contrac
ción, uepocialmente eu cuanto ai nombramiento de gobernador de Santa C
en íavor del coronel O. Juan líuifera y Leiva; la OioUiva nombró su apodb
do eu In Corte, a 1). Juan Frauc" de Franclu. Por íiapl Rey vino, por su i
cédula de £7 do febrero de 1709, en derogar, no obstnnte los informes cont
rios del Capitán general, ambos nombramientos, cancelando sus respectivos
tulos, niauduniio el nuevo general, D. Francisco Chicóo Medina, dar cum|
miento ai mandato regio, quedando satisfechos el (.Cabildo y la Nobleza ore
vense, poro el ya relevado Robles recibió una severa amoueetflción y bastar
disgustadas, de seguro, las poblaciones perjudicadas, eepecialmente el Puerto
la Cruz, que entonces solicitó del Rey que su alcalde uo fuese nombrado
la Villa (3)
(3) La real códu'a Wpiada a la letra, dice: EL REY. Maestro de campo general D. Ai
tin de Koblcs, rte mi Consexo de guerra, govr. y capn. general de las islas de Canarias,
inotiivo de averse uonibiado medmnte representides. Vras. por poverndres. de los Puerto
Sauto Cruz y l>i Üiulava a Un. Junii de Herrera leiva y •"> "'•• Marcos do ("astro Vetancurt
presasteis diialadaoile. en carias do veiole y orlio de llenero, i íes y veinte y dos de juni»
año próximo pasado, la oposin. q. se liasia destus nomliramtos l'or parte de ia Ciudad del.
guna y Villa de la orotava l'ondcr.indo q. solo se movian por lins. l'arliculares la fliqueta di
i'riviiejios qe. aleJa^^ln y las ri.zons. que os parecía se devian ni:inlcner estos goveruies. di
armas, y en iiitelixe'ticia de Itodo y de lo que en rontrario ^n ne|>resen'ailo las dlias. (iiud
Villa, he iiesuelto no suiistan los uoiiibranilos. hechos en los dbos. Un. Juo de herrera y lei
Iin. Marcos de Casiro Velaniurt tU' govcinadores de las Amias de los dos lieíeridos t'uerto
SantaC.ru/ y la orotaví y que estinguióuiiose ej-tos em|iii'oi, se (hiinrolen íus títulos, pues
liecoDorido q. si pernianecioseii i'udiin resultar graves iniumvenienles y ser contra ios l'i
Icxios concedidos adlia Ciudad y Vila. qf. se OSITVO lo qu • se » pralicadu siempre eu la Ul
Thono, en quanto a la conservan- desús i'revilexms como lo h in rxecutado viHstros antee
res y se excuse la prctCD». Inlro.lucid.i por p.irte del puerto ile 11 nrot<iva a Im de quedar eseí
to del nomhiamifitilo de ahalde ipio II.ICG I I Vi^la en vecino soyo, por itener ttamvien inco;
iiienie y .•'er on perjuicio de lor. l'revilexiosde la vilta, de qu • e.-iareis advertido para su pm;
cumiil nto., leiiiendü asi ni.'smo ent(!iidiilO ijue a sido digno de severa lieprexen"' lo quí a
callado en alguno de los puntos que se tlocau eu hras. caitas j l'aiieles, por las inidiíiosas lie
sent;i"»s. qe. sohri) olí os abéis hecho y Tor los atropellamienlos q'. execulado contra
Aud». usurpando la jurisdijs ordinaria, de Madriit a veynte y siete de febrero de mili sete
nueve as. Yo el KbY Por mandada del Key nro. Sr Un. Juan de ¿lizondo*.
REVISTA DB HISTORIA
REEDIFICACIÓN DEL CASTILLO
ITUENSE; INCIDENCIAS ORIGINADAS:
Paralela a la anterior cueatión. surgió otra relativa a la reedificación del
úllo priacipat del Puerto, particular éete, que el historiador Viera omite en-mente
en en Historia. Era a la sazón cabo principal del baluarte, por nom-
OQiento de S. M., el alférez Rodrigo de Vera, quien a causa del mal estado
que se encontraban el castillo y demás baterías puestas bajo su cuidado, ele-ana
representación al Rey, produciendo una especie de queja contra la Villa
a Orotava, porque no se cuidaba de reparar el castillo y sus baterías. COD-ramoB
nosotros que algunas influencias debieron jugarse en contra del mo-
;0 querellante que, sin duda alentado por algún poderoso, habla tenido
adacia de malquistarse de tal manera con los caballeros de la Villa, porque
¡onsejo supremo de la Guerra destituyó al celoso Vera, mediante acordada
!2 de agosto de 1708, disponiendo, sin embargo, que el Capitán general Ro-
: obligaae a la Villa de la Orotava, para que ejecutara en el Puerto, las obras
eparación necesarias.
loLles y Lorenzana no fué remiso en ejecutar la orden de la Superioridad,
uniendo inmediatamente a los vecinos de la Villa que nombrasen personas
, con el carácter legal de apoderados, se pusiesen de acuerdo con su autori-acerca
del modo, costo y forma de dichas fortificaciones. Efectuada la con-ncia
el 21 de diciembre siguiente, fueron en ella tomadas las providencias
isarias, aprontándose los 4.000 reales en que se justipreciaron las obras,que-ido
apercibidos los vecinos de la Villa, ncerca de la obligación que tenían
I lo futuro, de sufragar los gastos que originara el entretenimiento de los
illoa del Puerto de la Orotava.
Fueron igualmente atendidos por la Villa, en cuanto a otras obras hechas
08 oaatlUos portuenses, los requerimientos del general D. Francisco Chacón,
) al prevenir nuevos reparos el general D. Juan de Mur, que exigió para la
ición, una nueva gavela de 12 000 reales, la Villa se resistió entonces a se-
• dando tan frecuentes y onerosas ayudas, que, en cierto modo, eran supe-es
a la capacidad contributiva de los vecinos, ya fueran altos o bajos, alegan-en
cambio, que no era de su obligación el seguir costeando las fortificaciones
Puerto de la Cru'., sino de la del Cabildo insular, por cuanto éste poseía en
lisma Orotava, en calidad de propios comunales, las dehesas de Taoro, que
tuaban unos mil escudos anuales y que la misma Villa quería reservar sus
3Í08 recursos para la construcción de una cárcel, de la cual carecía entera-ite.
Estas razones, aunque no tuvieran e! peso del derecho escrito, detuvieron
ueutáneamente, a lo que parece, la cuestión.
^ACE LA CUESTIÓN. PLEITOS
TRE EL CABILDO Y LA VILLA:
Por muy complaciente que con las personalidadei más destacadas de la Vi-luisieta
ser el general Mur y Aguerre, algo pesaron, al fin, sobre su conden-
EPISODIOS HI8TORIC08 DE QROTAVA Y PUERTO CRUZ l
oia, 80S deberes de representante en Islas del Gobierno eentral, como princii
responsable de la defensa de todo el territorio de sa mando. En 1719 volvió
instar a )a Villa para que aomentase o mejorase, al menos, las fortificaciones
sa puerto, excusándose de nuevo aquélla, aunque ahora hizo uso de otras ra:
Des, en tanto manifestó que los anteriores Genéreles habien acudido, para ei
plearla en las defensas permanentes de la lela, a la mesa del 1 por 100 que T
neriie venía voluntariamente tributando. Mandó entonces Mur que el Vcec
de la Guerra informase sobre el asunto, verificándolo dicho funcionario en :
de diciembre, en sentido contrario a lo «legado por la Orotava, por cuanto al
maba la Veeduría que el Rey únicamente costeaba de loe 2.000 pesos del arb
trio del 1 por 100, los caetil/os cuyo personal era de real nombramiento, sin q
en ningún tiempo coutase que de tal crédito ee invirtiese cosa alguna en eqx¡
líos cuyos empleados fuesen de nombramiento de ciudades. Villas y señores.
Esto era lo legal y vigente, aferrándose al informe del Veedor, como mi
grosa tabla de salvación, el Onhildo de la Isla, que entrampado siempre, agob
do por sus propias cargas militares, religiosas y concejiles, temblaba ante la a
la idea de que sus cuantiosos Propios fueran mermados de alguna manera y
que decir hay que se opuso decididamente a los puntos de vista de la Villa. M
pasó el voluminoso expediente a los asesores de la Comandancia, los cuales ft
rocde unánime parecer, en dictamen evacuado el27 de enero de 1721,que los (
balleros y vecinos de la Villa y su distrito, estaban en la obligación de cont
buír con las cantidades necesarias, para las fortificaciones del Puerto de
Crus.
Escudado el general Mur con los anteriores informes, or leñó a raja tal
en IB expresada fecha, que en el preciso término de quince días, ee apronta
la cantidad de 15.815 reales, aunque arbitrando aquello'^ recursos que fueri
más cómodos para su ejecucióu.bien entendido que su orden no había de qued
en suspenso, aunque la Villa apelase; y por lo tocante a otras pretensiones c
la Orotava, que se hiciese remisión a Madrid del expediente general, citándos
además, a cabildo general.
Eran aquellos tiempos harto contradictorios; la .severidad de los mandat
se codeaba con la benevolencia y los procedimientos expeditivos y autoritari(
alternaban con los laxos o de vista gorda. La Villa siguió adelante su apelacK
en la corte; pero el general Mur no mantuvo su auto conminatorio, ni menos 1:
so remisión alguna de los autos ¿Blandura? ¿Apatía? No lo sabemos.
Deligente la Villa en lo que creía ser razonable y patriótica defensa local
elogioso ejercicio de sus reivindicaciones, designó un apoderado en la Cor*
Aquél hizo presentación de un memorial ante el Consejo de Guerra, en el co
exponírt que la Villa había fortificado el Puerto de la Cruz y que venía maní
niendo todo a su costa, pretendiendo ahora, por las razones que aducía, qnel
atención corriese en lo sucesivo a cargo del Cabildo de la Isla. Se adjuntaba
memorial, una certificación del condestable del castillo de San Telmo, Clauc
Imán Roberto, en la que se ponía de manifiesto la argente necesidad del repa
no tan sólo de las fortificaciones, sino el renuevo y montaje de su artillería {•
Pero con estos argumentos, la Villa quedó prendida en sus propias redes.
(4) La certiflcación del «ondestable llevaba la fecha de 25 de enero de 1725 ; en ella
10 REVISTA DE HISTORIA
El Cabildo de Tenerife tanpoco permanecía ocioso anta los altea orgaDÚ*
)8 de la Corte. Francisco López de Iglesias, en nombre del Regidor perpetuo
apoderado de la isla D. Alonso Fona^ca Mecía, presentó otro escrito al Supre-
) de Guerra, que llevaba la firma del Ledo. D. Salvador de Afi^uiar y Valcár*
, en que se limitaba a pedir el cumplimiento del auto del general Mar y qaa
$cutadt>s que fuesen a costa de la Villa, las reparaciones de los castillos del
lerto, que se hiciese remis'ón a Madrid, de los consabidos autos.
No vayamos a creer que el Real y ¡áupremo Consejo de Guerra miró este
jnto con el interés que Tenerife iududabiemente le concedía Eran harto vas •
i todavía los límites de nuestro Imperio y múltiples los asuntos que se acumulan
en Eue ealas de justicip para que llamaüun luucho la atención las defensas
I una isla perdida en la travesía del Atláulico, de modo que vino a resolveraa
cuestión años rcée tarde (auto de 19 de enero de 1721], en cuya resolución se
cvtDÍa que de ser cierta la narración de la parte que representaba al cabildo, el
pitan general de nuestras ielaa habría de haoer «qe. la Villa de la Orotava y
distrito concurra con lu necesario para las fortificaciones qe. en él se.expresaa
íjecutado dé cuenta, obrando conforme a dorecho». Dicho auto, triunfo que
Cabildo pudo entonces apuntar en su haber, aunque muchos capitulares co-
) vecinos de la Orotava, salieran perdiendo, obtuvo plena confirmación real el
de Febrera siguiente, bajo pena de 50.000 maravedises a sus contravea-
•es.
La real cédula del Consejo de Gutrra, que fué comunicada al nuevo co*
indante general, marqués de Vfilhermoso, fué presentada al Cabildo lagunero
sesión de 27 de juüo siguiente, quedando entonces la Villa en situación no
ly favorable, con el Consistorio de Tenerife y acaso todavía peor con el vecin-rio
del Puerto, que ansiaba no depender de la Orotava en otro orden de cosau
no hemos apuntado antes.
•NCIERTO ENTRE EL CABILDO Y LA VILLA:
Durísima y gravosa coyunda significaba para la Villa y su término, espe-
Imente para la clase pudiente o distinguida, el seguir soportando, por mucho
e fuera su patriotismo y su lealtad al Rey, nobles sentimientos que eoto' cea
lu inseparables, los gastos excesivos correspondientes al reparo y entreten!-
ento de los castillos y baterías, mucho mas cuando en aquella época era di
ti, dificilísimo, convertir en moneda (escasa y adulterada por ios mismos
Tcaderes), los productos de la tierra, que eran los de la industria vinícola y
cosecha de granos, prescindiendo nbora de otrob renglones cumo el pecuario,
ínos lucrativos, por el egcnso valor que adquirían en el mercado insular.
Lo que uo pudo rtsulvwr una bien eutencJídH hermandad entre los pueblos,
ii¿o la propia conveniencia de ids bolsiiíos, Cnai siempre vacíos de contantea
uñantes uionedae, y qu.: el hombre ts casi siempre man pródigo de su sangre,
e de EU dinero. Estuuióee entre todos una fórmuia, que a cambio de renuu-
•resaba que de fns quince piezas que habln, oi ce estnlian desmontadas e inütiies, sirviéndole
canieuie iie lu.aro; (¡iie ci iitiui.ie levín.i/o ipí ra ii'lo de >au Telmo consistía en unos chañes
tueltos; que de lustiueve Ciiñoiiesque liabiuen ei mnelie, ocho yacían desmontados yciu*
.orrejóa ^areoíu de liare y sin ias ujuuíciones precisas. V. arch. oipal. Laguua. seo, de legajos.
EPISODIOS HISTORIÓOS DE OROTAVA Y PUERTO CRUZ 1
m n e por parte de la Villa, a RUS constantes reivindicaciones a las dehesas
BUS aledafios, quedase para siempre exenta de contribuir a las fortiñcacionos
«u inmediato puerto.
En cabildo general celebrado en la Laguna el día 6 de moyo de 1730,
oaasa de las personales instigaciones del general Valhermoso, ?e nbrió cHmi
para una momentánea, al menos, avenencia entre el Municipio insu'ar y la >
Ua, secundada en esta población, por uonde sus personBÜda'ilps iii«3 dogthcac
y figura preeminente, por el cargo que desempeñaba, dentro clel Cabildo, el i
ronel del regimiento provincial de la localidad, D. Franciaco Nicolás de Valcí
eel, regidor y alférez mayor de la Isla. Puesto de acuerdo este aujoto distingt
do, con los de su clase, presentó escrito al Tenieule de la ViÜa pifUét-doe citt
a una junta de vecinos encaroinada a dar su consentimiento y aprobación p(
cobservancia y establecimiento de lo acordado» en la cnpital de i * ls\a.
Mandó convocar el Teniente, que lo era el Lodo. D. Francisco Alvanz
Ledesma, la solicitada junta, celebrándose el día 14 de Mayo por la tarde en
ermita de San Roque, bajo la presidencia de squollii autori lad, dando fó de
misma el escribano Joeó Eetóvez y Gramas, estando presentes los al^iiaci
reales Juan Felipe y Juan Miguel. Excusado es decir que en la ermita so ce
gregó lo más granado de la población, lo miemo que algunos elementos popu
res (5).
La referencia textual de algunos particulares del neta, toda ella llena
elogios cortesanos para el Marqués de ValberraoBo, nos evita hacer por nuos
propia cuenta, la resefia de tan importante reuuióu. He aquí loa más esencial
«que estándose siguiendo eutre el Cabildo de la Isla y esta dha. Villa el pío
Dotorio sobre en quien debía subsistir la obligación de fortificar el Puerto de
Cruz de ella y de conservar y mantener sus fortiñcaciones, cuyos autos pend
en el Real y Supremo Consejo de la Guerra, siendo esta dependencia del cui(
do y costo que se deja conocer para ambas partes, que la han llevado con
empefio correspondiente a su gravedad, se h» expresado el celo superior *
Ezcmo sefior Marqués de Valhermoso, tente, gral. de los Rs. ejércitos, comt
dantegral. de estas Islas y i^residente de la Rl. Audiencia de ellas, con los Q
vivos deseos de compoutrla, como en todos lances se aplica su gran pruden
y rectitud, y movido dho. Cabildo de la mism i intencióu y eficaz impulso, co;
prendiendo los fnvorables efectos do causa e interéi' público a que ee dirige,
juntó el día seis del corriente en congreso general se resolvió y acordó en p
no consistorio, transigir y concordar con tal f enecimto. la dha. dependencii
litigio y todos cuanto son incidentes y dependiente, y pudieran ser en los ci
dos autos y otros cualesquiera que hfista el día so b'yan movido entre aml
portes, con tai prevención qae esta dha. Villa ratificase lo acordado y dgcrel
do en dho Cabildo, apartándose de cualquiera otro quo tenga y pudiere ter
(5) De loí asistnntcs rj la reunión de yecinos, suscribieron el acta, además del Ledo,
rareí de Ledesma, l>. Kr.<ncisco iÑ. de Valcárcel, 11. Diego Martínez de Alarcóo, D. Gabriel J
Román y Manrique, D. Kartolomé A. Henitez de Aponte, D.José BenfUf de Lugo, D. Pedro F.
Llareaa Carrasco y l'efia, I». Antonio Home de Kr.inchi y Lugo, ü. l'ablo Atfaro, D. Miguel F
nando Benilez de Lugo, Jerónimo José Prieto del Hoyo Ayala, Lorenzo Ru z López dd Álamo, 1
lipe González Leonardo, Uuf naventura Nicolás de Tarraga, I azaro González Borges, Mateo Gon
Jez Meneses y Juan tJonzáiez 'losta. Hiio de testigo, Antonio Toribio Bslévez j Oran
V. areh. uipal.'citudo, s e . citada.
12 REVISTA DE HISTORIA
bre la preteasión de Propio*, y coDsideraodo esta dba. Villa los motivos qae
cen conveaieote la aceptacióa de la expresada resolucióa y acaerdo, oayas
jividualidadcs ha sigDífícado el dbo. Alfz. mor. Por tanto, repitiendo los dejos
recoDcciniientos a dho. Ezmo. eefior Comandante gral. y más llena expre-
•n correspondiente a la resolución y acuerdo del dho. Cabildo, que en su COD«
'tada providencia ha hecho nuevo manifiesto de los intentos que le conducen
)1 ouiveríal bencf * de toda la Isla y particular estimación desta República,
itifícaban y ratificaion entorainte. eu cuanto pueda tocarle, lo acordado por el
ado Cabildo de seis del corriente, y se apartaban y apartaron y a los que en
alante sucedieren, de cualquiera acción que esta dha. Villa tenga o pudierA
ler a los Propios qe. pretendía tocarle, según y como en dho. acuerdo se pre-me,
y hacen ei desestimto que se requiera del dho. pleito y de todos los que
sta dho. dia se hayan movido entre el dho. Cabildo y todos los vecinos de esdicha
Villa, para no reproducirlo en tiempo alguno, en fuerza de lo contenido
dho. cabildo, ordenado a dejar perpetuamte. asegurada a esta dha. Villa lú
9 O idemnt de la obligación y carga de dha». fortificaciones y su conservación, en
e se intentaba constituirle, y aei para extensión deeta ratificación, allanamto. y
lusacción, que necesitare otorgar instrumento dan, psra este efecto, su poder
iplio y bastante con lo incidente y dependiente, al Coronel de infantería de
ciudad de Canaria, Dn. Jaau Bapta. de Franchis, caballero de la Orden de
cántara, y a Dn. Miguel de Nava y Aguilar...»
El coronel Fraochi, en nombre de la Villa que representaba, presentó en
bildo de 20 do mayo, un escrito eolicitando se diera comisión a los regidores
}utados para que, en unión de en colega en la representación, don Miguel de
iva, se celebrara la correspondietile escritura de concierto, que por entonces
]to convenia a la Orotava, para dedicar todo su esfuerzo a la construcción de
parroquia de San Juan Bautista, además de solicitar en su día la ayuda del
bildo, como se hizo varias veces. Aüos antes, como se verá, también había
lunciado, por una cuestión de amor propio nobiliario, a la elección de aloal*
del Puerto de la Cruz, con gran regocijo de los porteños.
Dacio V. DARÍAS PADRÓN.
(Continuará).