(HEMEROTECA P. MUNtCIPAlj
I Swta Crui te Twwrife J
Tomo III. Aflo VI. '^-"" "^ Abril. Junio 1929.
Director; D. V. DARÍAS Y PADRÓN rr(.»let«rie: J. PERAZA OE AYALA Y VALLABRIOA
La Laguna de T a n a r l f * (Islaa Canariaa)
y Alfonso V
-.»—&-<^>-s—«.-
DOCUMENTOS INÉDITOS
Nada conocíamos hasta hoy de relaciones entre el famoso aventurero
normando, conquistador y señor de Canarias, y los reyes de la Corona
de Aragón, linos documentos inéditos que voy a presentar al interés
do mis lectores (1), nos muestran a Juan de Betlieiicourt en relación con
Alfonso V de Aragón y al mismo tiemj)0 indican que el noble normando
ticudió en busca de recursos, no sólo a Castilla, como era ya sabido, sino
también a los otros [¡aíses cristianos, pues no es probable que el caso de
los subditos de Alfonso V, fuese único.
Las gestas de Juan de Bethencourt son sobrado conocidas entre el
público ilustrado de Canarias, para que sea necesario hacer aquí una exposición
minuciosa de ellas. Sólo voy a indicarlas a grandes rasgos para
llamar la atención sobre ciertos extremos que nqs interesan, especialmente
para la inteligencia de nuestros documentos. La fuente de conocimiento
sobre la expedición de Bethencourt es el famoso libro conocido
por "Le Canarien" y debido a los dos eclesiásticos que acompañaron al
conquistador y a Gadifer de la Salle, su |)rincipal colaborador en la empresa
(2). Pero algunos documentos anteriores y posteriores o esta obra
lundameutal nos hacían conocer ya a los i)rinci[)ales actores del drau\a.
Eü agosto de 1402, el almirante de Francia, ante reclamaciones de los
ingleses j)or actos piráticos cometidos por Juan de Bethencourt. mani-
{!) Debo la indicacitVii do los inisiiios u la bondad del liisloriadoi' señor KRA.N-
<^¡ESE MARTORELL, quien los halló en el curso de otras invesliítaeiones en el
Archivo de la Corona de Aragón, de Harcelona.
(2) Esta famosa crónica, escrita en francés, nos ha llegado cu dws manuscritos,
uQo de ellos sólo conocido desde fines del siglo pasado y que rectifica notable-
164 REVISTA DE HISTORIA
fcstó qu« ésto había dejado la Francia para ir a "las islas Canarias y del
Inflerno", para conquistarlas, según decía. En efecto, por este tiempo el
noble normando había hipotecado sus bienes y organizado la expedición
con el concurso económico de su tío Roberto de Braquemont y el concurso
personal de Gadifer de la Salle, antiguo compañero de armas que
so le juntó en La Rochela. En julio del mismo año 1402 desembarcaron
los aventureros en la isla de Lanzarote, conocida desde mucho tiempo
por los navegantes, acaso desde 1312, fecha probable del viaje de Lanza-roto
Malocello, que le dio nombre, y ahora frecuentada por numerosos
buques, principalmente españoles (andaluces y vizcaínos) dedicados a la
compra o captura de indígenas y al comercio de algunos productos del
país como la madera y la orchilla. Los incidentes de la conquista son
ijien conocidos por "Le Ganarien": Bethencourt deja el mando al de la
Salle y vuelve a Europa para procurarse hombres y dinero en Castilla.
Ello se explica por sus relaciones personales, pues tanto él como su tío
Hraquemont, que además ocupaba lugares importantes en la corte castellana,
estaban emparentados con Gasas influyentes en ella. También
hay que tener en cuenta el estado apolítico de Francia, destrozada por
la guerra de cien años. La conquista, primero de Lanzarote, luego de
Fuerteventura, progresa sin que sean bastante a impedirla contratiempos
tan graves como la traición de Bertín de Berneval o la ruptura de
los dos capitanes y la consiguiente partida de Gadifer. Cuando, en diciembre
de 1405, regresaba Bethencourt para siempre a Europa, dejaba
sometidas y colonizadas bajo el gobierno de su sobrino Maciot, tres d'"
las islas: Lanzarote, Fuerteventura y el Hierro (3). Pero la situación de
Francia, los gastos hechos a crédito para conducir la empresa de Canarias
y también el naufragio de dos buques que regresaban de las islas
cargados de mercancías arruinaron completamente al conquistador.
Tan desesperada fué esta situación económica de Juan de Bethen-mente
al primero, adulterado con objeto de hacer re.saltar el papel de Betliencourt.
en perjuicio del de la Salle. No tenemos ninguna edición crítica a base de l»s do.x
manuscritos. GRAVIER publicó el primero, hoy en la Bibliotheque National de
París, en su obra: Le Ccmarien, Uvre de la conqucte et, conversión des Ccmaries par
Jean de Bethencourt, Rouen 1874, edici ói correcta. Luego MARG'RY publicó el manuscrito
del British Museum con las variante.s del primero en una edición deficiente.
La conquéte et les conquerants des iles Canaries... París 1896. Todavía hay
que tener en cuenta una tercera fuente, de valor ciertamente muy inferior, sobr(
la expedición del noble normando: la tradición histórica profundamente deforma
da que nos transmitieron los autores canarios antes de divulgarse la existencia
de "Le Ganarien", singularmente ABREí: GALINE>0. La comparación crítica de
esta tradición con el libro de la conquista no deja de tener su interés y me propongo
desarrollarla en ocasión oportuna
(3) Pero no la Gomera, a pesar de las contradicciones de autores posteriora
Le Canarien no ofrece duda y además es confirmado por Azurara, que en 1445 la
halla todavía en poder de Ínfleles.
JUAN DE BETHENCOURT Y ALFONSO V DE ARAOÓN 165
court, que le obligó en 1418 (4) a otorgar su poder a su sobrino Maciol
para enajenar las islas tanto conquistadas como por conquistar. El poder
<^s de 17 de octubre y la venta fué escriturada en Sevilla el 15 de noviembre
siguiente, a favor del Conde de Niebla (5).
lista es la versión hasta hoy admitida. Según ella Juan de Bethencourt
dejaba desde este momento de ser señor o rey (como o veces se le
llamó) de Canarias. Y ahora es cuando aparecen nuestros documentos.
Pn completo desacuerdo, aparente o real, con estos hechos.
Se trata de tres letras patentes de Alfonso V, el Magnánimo, rey de
Aragón, expedidas a súplicas del noble Juan de Bethencourt (escrito
"Bet Ancort" y "Betancort), "domini insularum de Canaria", las tres
de 1419.
En la primera, de 21 de febrero, se dirige el rey a todas las autoridades
eclesiásticas y reales de sus dominios, para que obliguen sin excusa
a pagar, al dicho noble o a sus representantes, las cantidades que le
fueron prometidas por diversos sv'ibditos del rey de Aragón, llevados
por los beneficios de las indulgencias que el dicho Bethencourt obtuvo
del Papa a provecho de la comquista que se propuso hacer de las islas
Canarias, "las cuales islas—añade—dicho noble subyugó laudablemente
para el culto de Dios y aumento de la religión cristiana y atrajo muchos
habitantes de ellas al culto de Dios omnipotente y al camino de la
fe católica, con ánimo celoso, haciendo grandes e innúmeras expens&s,
además del derramamiento de sangre" (6).
Por lo que se dice, estas |)ersonas obligadas, ahora se resisten a pagar,
cosa que motiva la súplica de Bethencourt y el mandato del rey. Esta
resistencia al pago, de tan vieja tradición, no se da todavía por vencida
y esto da motivo a las otras dos letras del rey, en las cuales se resuelven
en el mismo sentido dos excei)ciones o excusas presentadas por los morosos.
Una, de 27 de junio del mismo año 1419, sale al paso de diversas
personas laicas de la ciudad y reino de Mallorca, que han "firmado de
derecho", por las cantidades que habían prometido, en pod^r de los oficiales
del Obispo, los cuales han inhibido a los oficiales reales mientras
esté pendiente dicha "firma de derecho". El rey por su parte manda no
• (4) Precisamente el día 8 de enero de este año. Bethencourt había obtenidti
"n salvoconducto del rey de Inglaterra, que sitiaba Rouen. para que pudipseí
salir dos buques fletados por él, uno de 80 toneladas y otro de 40. Esto induce a
!••» Ronciéfe a identificarlos con los buques perdidos al regreso, de que habln
la crónica; la coincidencia es tentadora, pero no hay seguridad (U' que fuesen lo
fnismos: la crónica deja entender el siniestro como ocurrido poco después de'
regreso de Juan de Bethencourt a Norirandia.
(5) Le Can<irien nada nos dice de todo esto. La fuente cs ahora la ínfima»
c»<ín .sobre cuyo es el derecho... de Im Cimoria^, hecha bajo los Reyes Católicos,
(CHIL, Estudios históricos..., II, 542
(6) Archivo de la Corona de Aragón registro 2.609, fol. 85 v. Al final publico
^*te y los otros dos documentos en su texto original.
166 REVISTA DE HISTORIA
respetarla, llegando, si es ])reciso, a ejecutar los bienes de los interesados.
El otro mandamiento reai, de 23 de agosto, dirigido como el primero
a todas las autoridades eclesiásticas y civiles y nominativamente a los vegueres
de Vic y Manresa, insiste en las mismas órdenes después de una
nueva exposición de los méritos contraídos por dictio Juan de Bethen-court
y del carácter de las indulgencias del Pontífice, que se dice constituyeron
un ^ubsidíuin vwbluin crudíí, un subsidio de cruzada, y que
"con la esperanza de dichas promesas, el dicho noble llevó a cabo dicha
empresa, con el favor de Dios". Ahora el subterfugio aducido es que
dichas indulgencias han sido revocadas ])or el camarlengo (camerarius)
del Papa, "el cual no puede hacer tal en ningún modo—dice el rey—y si
lo hizo no vale" (7).
nel examen de estos documentos, lo que en primee lugar llama la
atención es el desacuerdo entre la venta de las islas, hecha en 1418, por
Maciot de Bethencourt con autorización de su tío, y el título de Señor
de Canarias que éste último se adjudica todavía en 1419. Esta venta de.
Maciot no deja de ofrecer dificultades. Kl poder dado por Juan de Bethencourt
a su sobrino, otorgado en Granville la Teinturiére, su residencia,
a 17 de octubre de 1418, es citado en una extensa Información
auténtica sobre cuyo es i»! deretílio áe> la Isla de Lanzarotí? y conquislHv»
de las Canarias, hecha por orden de los Reyes Católicos en 1477, con
motivo de discusiones entre los habitantes de Lanzarote y sus señores,
los Herrera (8). Se dice en ella que el poder fué redactado en latín, según
el señor de la venta otorgada en Sevilla en noviembre de 1418, por
Maciote de Betaneorte en nombre de Juan de BiSitancorte cuyo protnira-dor
so, siegund se contiene en una carta de procuración escripta en jier-gamino
de cuero en latyn, firmada e í^gnada d,e notario a]>o<^ólico, e|l
traslado de la qual, 8a<^^ado con abtoridad de jue/., yo luego entrego a vos
señor iD. Enrique, Conde dé Niebla. Desgraciadamente el original y el
traslado se habían ya extraviado en 1477, pues no fueron aducidos y copiados
en la información. Pero Viera y Clavijo, escribiendo en el siglo
XVIII, dice, refiriéndose al mismo pod(>r, que "lo he leído original en una
carta de pergamino y lo he traducido del francés en castellano. Estaba
en manos de D. Pedro Acedo Bethencourt, presbítero de Canaria, residente
en Madrid, año de 1777. Por él declaraba Juan de Bethencourt haber
dado comisión a Maciot y a Monseñor de Sandomille para enajenar
sus islas de Canaria, reservando i)ara sí y sus herederos la de Fuerte-ventura,
y el título del Señorío de todas, con homenaje al rey de Castilla"
'1) ídem, id., fs. 116 v.° y 12() V.". Son notables las palabras "brutos infideles
cíinarios" con las cuales el documento de 23 de agosto designa a los indígenas de las
islas.
(8) Esta información ha sido publicada en dos trozos; la pat-to documental
[XM- CHIL, ob. cit„ II, y la parte testifical, que Ohil creía perdida, por TORRES CAMPOS:
Carácter (le la. conquista y colonización (le Camtrins, 1901. Ambas se conservan
en El Escorial y, en una buena copia, en la Real Biblioteca, de Madrid.
j JUAN DE BETHENCOURT Y ALFONSO V DK ARAGÓN 167
(í)). No conocía Viera la InfoFiiww'ión auténiica referida y, como vemos,
los (latos que nos da sobre el documento por él visto resultan muy poco
concordantes con los suministrados por dicha Información hasta el punió
de resultar imposible identificarlos. ¿Es falso uno de ellos o lo son los
dos? A mayor abundamiento, otros historiadores caiuirios (Abreu Galludo,
Niíñez de la Peña) dan referencias del famoso poder que estñn en
desacuerdo con la venía de 1418 y con el supuesto original visto })or
Viera. En efecto, estos autores sulistituyen Lanzarole a Fuorteventura,
como isla reservada y no hal)lan del manlenimiento del señorío en las
'estantes. Indudablemente la Información nos suministra el documento
digno de mayor crédito, ¡¡ero está en contradicción todavía con el tílulo
de DominiKS insvularuní dc< Címaria dado a Uethencourt por Alfonso de
Aragón. Aun que admitiésemos la versión de Viera, siempre sería seguro
que la reclamación de dineros hecha i)or el normando y sus rejiresen-lanles
no tenía por finalidad la prosecución de la conquista, que ya no
f""a suya. ¿Fué, ]nics, engañado Alfonso el Magnánimo, que no se cansii
de avalar las pretensiones de Bethencourt? Es lo más jiroliable. l'ero
conviene no olvidar las dudas sobre el poder exhibido jior Maciot en
Sevilla. La sospecha de falsedad es vieja y en todo cas'o es iiermitido dudar
de la buena fe del sobrino del conquistador, que vendió dos o tit^K
ViP'cps el dominio de las islas, la última al famoso ]jríncii)e línrique el
Navegante. En tal caso Juan de Betliencourl se creería todavía, en 141!).
señor eminente de las islas \)ov lo menos, y como tal hablaría.
Por otra parte, si seguimos la relación de la vida de Bethencourt.
generalmente aceptable, contenida en "I^e Ganarien", vemos que en elhi
no se habla de ninguna relación del caudillo normando con la Sede
Apostólica hasta después de realizada la conquista. Es en 1406 que Juan
de Bethencourt. recomendado por el rey de Castilla, se ])resenta (siempre
según la crónica), al Papa de Boma,"Inocencio Vil y obtiene de él
l'i creación del obispado de Rubioóii. origen del obisjiado de Canarias
(hoy icon sede en Las Palmas) y otros favores como el nombramiento
del Prelado por él ¡iropuesto, Aliterto de las Casas, pariente lejano del
conquistador. Ahora bien, la creación de este obispado la conocemos do-cumentalmente,
pero no en 1400, sino que es otorgada a 7 de julio de
1405 por Benedicto Xlll, el Pajia de Aviñón. Otras bulas del mismo año
y del mismo Papa nombran obispo a Fray Alonso de Barrameda, que no
debió tomar posesión, ya que en 1414 el proj)io Benedicto XIII le absuel-
"^•'' de la suspensión en que ha incurrido por no haber acudido ni ol)ispadt)
y se le manda que vaya a él en seguida.
Las dos versiones, la de la crónica y la documental, no parecen avenirse,
pero todavía en los documentos del Magnánimo se dice una cosa
(9) VIERA Y OliAVIJO: NoiiciaiK de U{ Hisloria gcnernl de Uks islas Cimarinx,
'772-83. ed. de Sta. Cruz, 1863, vol. IV, p. 39. notn. Desgraciadamente tampoco
Viera transcribo el documento que cita, su texto IMI original o en su traducción. .\ca-so
sería posible hallarlo entro los papeles del docto presbítero, que ignoro si se han
perdido.
168 REVISTA BE HISTORIA
distinta: que contando con las indulgencias pontificias y con sus productos
es como Bethencourt emprendió la conquista de Canarias; hasta se
dice que estasjndulgencias eran un subsidio de Cruzada para esta coaquista.
Pero la contradicción entre la crónica y las bulas pontificias, probablemente,
es solo aparente. Desde 1403 Castilla había vuelto a la obediencia
de Aviñón, en la cual se mantuvo hasta 1415, pero siempre de
manera llucluante. El viaje a Roma, contado con detalles diversos, no
es probablemente una fantasía, sino una muestra do estos cambios que
dan por resultado una doble creación del obispado y un doble nombramiento
de obispos, que todavía produce otros incidentes que ya no nos
interesan en este momento. En cuanto a lo que Juan de Bethencourt dice
por boca del rey de Aragón sobre las indulgencias, es probablemente
exagerado. Lo más verosímil es qu« esta concesión pontificia fuese gestionada,
lo más pronto, cuando el noble normando viene por primera vez
a España a pedir auxilios al rey de Castilla (1402) y acaso todavía más
tarde, pues entonces todavía no había vuelto el reino a la obediencia de
Benedicto XIII. Seguramente las indulgencias fueron concedidas por las
mismas fechas de la primera creación del obispado por parte de este Papa
(1405), o sea cuando la empresa de Bethencourt era ampliamente comenzada,
aunque fuese lejana todavía la conquista de las islas mayores.
Tanto este punto de las relaciones de Bethencourt con la Santa Se-dp,
como el antes discutido de su enajenación del señorío del Archipiélago,
si reciben nueva luz con los documentos que ahora publicamos,
no quedan por ellos suficientemente aclarados. No hay que desconfiar,
no obstante, de conseguirlo algún día: tanto el Archivo Vaticano como
el notarial de Sevilla pueden guardarnos muchos hallazgos, ])ues no han
sido ni de mucho despojados sistemáticamente.
ELIAS 9ERRA RAFOLS.
Prof. en la Universidad de La Laguna.
(Continuará.)
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