Ensayo sobre aisrunos aspectos de la antigua
toponimia de Canarias
En las investigaciones históricas referentes a épocas primitivas en
las que los ipueblos estudiados carecen de literatura o ésta se reduce a
iriscritpciones indescifradas, ha jugado siempre un papel importante el
dato toponímico. Pueden escribirse volúmenes enteros—tengo acopiado
material para un ensayo en este sentido—destacando el valor sugestivo
y comprobatorio de los nombres de lugar en los diversos problemas
geográfico-históricos. Las supervivencias hispánicas en Jamaica, Trinidad
y en el Sur de los Pastados Unidos, desde Florida y Alaibama al Colorado
y Cabo Mendocino; la intervención de las diversas reigiones
])cninsulares en la América hisjmnica y Filipinas; la mayor vitalidad del
•ndigenismo, juntamente con el predominio jesuítico, en el Paraguay;
las exploraciones .portuiguesas en África y las holandesas, vascas, portuguesas
y castellanas en Oceanía, en territorios hoy sumergidos en dominio
británico o francés; la mayor o menor densidad del elemento mu-suimán
en España y Portugal; la influencia dominante del factor irlandés
en el primitivo cristianismo anglo-sajón; el empuje eslavo, tan bien
csludiado por Luis Leger, desde Pomcrania a Morea, desde los Séliia^
voni de Venecia hasta los Vendos de Lusacia, desde el Frlul a Leipzig,
que hizo necesaria la obra de Carlo-Magno en Dinamarca, Marca de
Brandeburg y Oste-reich; las "Marcas" carolingias frente a los árabes,
que lueigo se convierten en "Castillas"—una en el Duero, otra en el Mediterráneo—
o "Extremaduras"—una en Soria, otras dos en el Tajo—y
representan 'penosas estabilizaciones de la Reconquista; una Ukraina,
que es una "extremadura" eslava frente a las hordas asiáticas; la colonización
zarista y germánica en el norte del mar Negro y su reciente
transforfnación marxistoide; las modas alemana o francesa en los palacios
zaristas y los progresos del paneslavismo; el renacer catálioo-pola-
í-'o de Silesia frente al Kulturkampf de Bismarok y sus consecuencias en
1919; las colonizaciones sajonas y francesas en Transilvania y el Banat;
el "hakaiismo" en Posnania; las fases igerniánica y eslava de Bohemia
desde Garlos IV a Fernando I. y desde Huss y Podiebrad a Palacky y
Massaryk; los esfuerzos de imperialismo italiano para eliminar el ger-inanismo
al Norte de Trento; la antigüedad de la influencia veneciana
en Dalniacia, Tzerna-gora (Montenegro) y Skiperia o Albania; la,(persistencia
del antiguo helenismo en el Mediterráneo y de la helenización
niacedónica de Egipto y Asia occidental; la evolución del helenismo
bizantino, más ortodoxo que clásico, que convirtió el Egeo, "el mar de
Cabras" (Aigaios Pélagos) en un "sagrado" (Ilaghios) mar; el moderno
nacionalismo de Kemal Atta-Turk; el renacimiento del "maal" en No-i'iieiga;
tantos y tantos problemas histórico-geográficos, de todos los países
y épocas, adquieren en el reflejo toponomástico una concreción y
nna plasticidad notables.
Pero, especialmente, cuando se trata de remotos antecedentes, de
f'uesiiones aborígenes, de misteriosas estirpes y oscuros pueblos desaparecidos
total o parcialmente, el "toponoma" adquiere una preciosa
Valoración. Un Bolgary del Volga conserva aún el testimonio de unos
primitivos biílgaros urálicos, anteriores a la marea eslava en la Europa
centro-oriental; unos Apeninos desafían en el centro del Mediterrá-
'leo, como recuerda Ballesteros Beretta, el paso de dos o tres ¡grandes
ííivilizaciones, mostrando su remoto parentesco céltico con los PeninoS'
de Gran Bretaña, y evocando aquella gran expansión gálica, anterior
a la latina, de la que son igualmente retazos fósiles los nombres de Por-iugal,
Galicia, la Galatia asiática (con inolvidable reflejo en el arte
greco-romano) y la Galitzia polaca, emparentadas con los restos más
vitales del gales, el cornugalés (extinguido e nel siglo XVIII) y el ga»!
de Irlanda. Para no .prolongar la consideración de este aspecto, bastará
recordar la obra clásica de G. de líumboldt sobre los primitivos habitantes
de la Península.
El "toponoma" es a la filología y a la literatura histórica, lo que
í^ün a la arqueología los restos fósiles humanos del cuaternario, maigni-
^'icamento estudiados por Obermaier. Y así la moderna lingüística ita-
Ijana-^recientemente Bertoldi—busca en la escabrosa Cerdefia ó al pie
dfl Gáucaso y el Pirineo los residuos del primitivo filón idiomático y
Ptiiloo de Europa.
En el difícil ¡problema de los aborígenes de estas islas "Afortunadas"
no ha faltado la consideración toponímica. Algo vislumbró ya el
Ib
viejo A'breu Galindo, rumiando, al parecer, los resabios "guanches" de
1M patria de San Agustín. Gorge Glass puntualizó mejor esta orientación
a fines del XVIII, y el ilustre S. Berthelot, en su fundamental obra de
1842, dice (1) refiriéndose a los nombres de lu-gar y de persona que "nos
dPvanviers avaient trop negligés et no sont pas sans importance".
;En consecuencia, donde Abreu, Espinosa, Glass, Viera, Bory de St.
Vincent solo encuentran algo más de cien vocablos, Berthelot puede
presentar lista de unas mil voces integrantes del antiguo vocabulario
canario.
OOON DE APRAIZ
(Continuará).
iLa Laguna, 10 de febrero.
(1) V. p. 179 de su "Hist. Nat Il«s Cans.": "De l'ancien laiiigagc des habi-tants
de l'ancShipel Cañarien".