Námero 41. enero » marzo ivao.»n AHO I nnroi
REVISTA DE HISTORIA
HIMEROTECA P. MUNICIPAL
Director-Propietario ^^ ^^ ¿, ^^^^-^f,
DR JOSÉ PERAZA DE AYALA R. VALLABRIGA
Individuo correspondiente de la Real Academia de la Historia
Tomo VI. La Laguna da Tanarlfa (lalas Canaria*) Año XI.
Advertencia
Esta, revista, la pi'imera consagrada a esludios históricos en niies-h'b
provincia, entra hoy, con el presente número, en la segunda época
de su existencia. Fué creada on i9'24 por un grupo de patriotas, amiígos
de la cultura canaria y devotos fervientes de la auténtica tradición de
España; vio la luz piVblica sin interrupción durante diez años y suspen-'
dida en 1984. puede, sin embargo, vanagloriarse de haber sido la única
que subsistió en la nación española, cultivando la genealogía y la heráldica,
después de 1931.
En ningún tiempo tuvo el apoyo oficial, por más que lo solicitase
con insistencia de las entidades públicas de Tenerife, desdén más sen-f>
ible al observar, como ibuenos tinenfeños, el doloroso contraste de nuestras
corporaciones con sus organis.mos similares en Gran Canaria, ya
que éstos contribuían con importantes subvenciones a la revista histórica
de su provincia y daban nota brillante de imiparcialidad y preocupación
cultural ayudando económicamente en mayor escala que nuestra
proipia isla al instituto de Estudios Canarios, residente' en La Laguna.
Una lista de abonados, no muy numerosa, ipero sí entusiasta, pres-tá'hale
su concurso, suscribíanse unos, por antañón patriotismo, otros
por sincera curiosidad científica, algunos ipor respeto al nombre de fa-njilia
heredado, que la Revista exaltaba. La prensa de toda la Región,
' incluso aquella de más opuesta tendencia política, tuvo frases de elogio
y aliento para nuestra obra; ihistoriadores y figuras eminentes de la
Patria y del Extranjero, interesáronse en recibir la publicación isleña
y nos hicieron patentes sus juicios encomiásticos.
¡Pero la desaparición por inexorable ley hiológica de personas venerables,
resto de generaciones que sabían amar filialmente las cosas
de nuestra tierra, y de otro lado el absurdo materialismo que se infil-truba
en todos los sectores sociales, dieron por efecto que las bajas en
la suscripción a REVISTA DE HISTORIA, se ¡produjeran con alguna
frecuencia, vacíos que en un principio dificultaron su marcha y que
por último hicieron obligada su suspensión, no sin antes haber causado
quebrantos económicos a la modesta empresa.
Relegado al olvido casi totalmente el secular espíritu nacional, religioso
e hidalgo, dábase el desolador espectáculo de que aun entre
quienes por su nacimiento o cultura estaban más obligados a mantener
la íradición gloriosa, cayese sin vida todo intento romántico de homenaje
al ayer histórico de la Patria o de vindicación de valores de nues^
trn raza.
Por eso hoy, aprovechando el interés, incluso de carácter mundial,
que por España se siente, y escuchando las instigaciones de bastantes
amigos, antiguos y nuevos colaboradores y abonados—cuyas listas publicaremos
para que su nombre acompañe siempre a REVISTA DE HISTORIA—,
nos decidimos a reanudar la obra, con la misma fe y alteza
d^' miras que en 1924, si bien por el forzado silencio a que hemos estado
iometidos nos parece más caldeado el amor .patrio que nos mueve.
(Confiemos, pues, en una benévola y firme acogida de nuestro pú-ihlico,
alejando de nuestros días el pesimismo de las severas palabras del
ilustre Moure: "Donde esperaba encontrar entusiasmos y auxilios, la indiferencia
y el egoísmo salieron a recibirme, cuando no lo hizo la ignorancia
estulta. Pues, aunque duela confesarlo, hay que decirlo, por si
acaso pueda servir de lección para las generaciones que nos sucedan: el
país no está aún a la altura intelectual que se merece".
Y a propósito de esta cita y de la reaparición de la Revista, justo
es que dediquemos un sentido recuerdo al historiador y sacerdote de sólidas
virtudes, don José Rodríguez Moure, cuya muerte, acaecida en
d996, significa la desaparición de algo muy representativo en la cultu-rfi
y patriotismo insulares. Mitiga el dolor producido por esta pérdida,
la conservación de su obra, y por lo que se refiere a sus trabajos inédi^
tos, celeibramos la circunstancia de ser poseedor de los mismos un antiguo
miembro de esta Gasa, el doctor Tafeares de Nava—'quien los recibió
de manos del extinto cronista como testimonio de singular afecto—, pues
ello iha permitjdo que desde el presente número empecemos a ofrecer a
nuestros lectores ajquella parte de la la.bor de tan prestigiosa pluma que
(hasta hoy no ha sido dada a la publicidad.