Más sobre las "Harítnáguadas*'
Hac« poco qu« en esta misma REVISTA DE HISTORIA (núm. 54) publicó
el Sr. Pérez SaavedTa un artículo sobre la "identificación de las Harimáguadas"
*^qüe me ha parecido de grran interés.
Si algo se le pue<ie achacar a Pérez Saavedra, es que tal vez exagere un
poco la importancia de lo ^otémico en la explicación de los factores de cultura.
Porque parece que no sólo se conservan a veces prácticas, totémicas en su ori-
¿en, que han perdido tal valor para el momento en que aparecen documentadas
históricamente; sino también porque no siempre el tótem es explicación y génesis
de hechos culturales primitivos.
Ello no obstante, el artículo de Pérez Saavedra encierra, a mi ver, una concepción
nueva y muy interesante del problema, y ,una interpretación realista
y ajustada del fenómeno.
El propósito de esta» líneas es aportar .il estudio de Saavedra algunas notas
que tengo recogidas sobre el mismo tema.
Las harimáguadas institución ritual
Hace mucho hincapié el Sr. Pérez Saavedra -en la diferenciación entre las
harimáguadas y las vestales o las monjas.
Pero no hay que olvihar que ¿n las siociedades primitivas todos los hechols
importantes de la vida van indisolublemente unidos a prácticas religiosas. Esto
mismo ocurre con las harimáguadas, aomo lo confirman los siguientes textos.
Sedeño (edición de Darlas, pg. 61): "Cuando tenían falta de agua para sais
panes tenían personas recogidas y de buena vida que la pedían poniéndose en
lugares altos que estaban señalados para ello y estas eran como a manera de
monjas..."
Id. pg. 66: "Otra casa está junto a esta muy pintada y grande que servía
de recogimiento de hija« de hombres principales y allí las doctrinaba una mujer
anciana de buena Vida..."
Escudero (Id. pg. •81): "Tenían las casas de las doncellas recogidas que éstas
no salían a parte alguníT, salvo a ibañarse... (llamábanlas) Maguas o Maguadas
y los csipañoles Marimáguadas, que siempre controvertieron el nombre
de las cosas... Estas maguas no salían de su monasterio si no era para pedir a
Dios buenos tiempos..."
Id. pg. 86: "Juraban por estos dos riscos muy solemnemente, a ellos iban en
procesión con ramos y palmas, y las Maguas o vírgenes con vasos de leche para
348
regar; daban voces y alzaban ambas manos y rostros hacia el cielo, y rodeaban
el peñasco y de allí iban al mar y daban con los ramos."
• Abreu Galindo (ed. de la Biblioteca Canaria, pg. 108): "Entre las mujeres
canarias había muchas como religiosas que vivían con recogimiento... llamaban-las
magadas."
La identificación apuntada aquí con las vestales y con las monjas arranca
de las personales concepciones de estos historiadores, que tratan de explicar la.^
semejanzas que'creen ver, y por ello atribuyen a la institución indígena un pn-gen
romano (Sosa) o una procedencia cristiana (Espinosa y Viana).
No puede pretenderse en la elemental vida religiosa indígena una diferenciación
funcional tan precisa, como la monacal cristiana o la de las Vestales romanas;
pero las harimáguadas son sin duda un órgano aunque rudimentario de
la práctica religiosa; si bien su encerramiento tuviera un origen y una función
simultánea social, familiar u orgánico. También los faicanes o fayganes- ("quieran
como obispos") tenían alta función política.
Por lo trascrito es seguro que .entre nuestros aborígenes las harimáguadas
o doncellas recluidas tenían función ritual.
¿Las harimáguad'as eran g^neralles en todo el arthipiélago?
Es común opinión de los historiadores (al parecer seguida por Pérez Saavé-dra),
que las harimáguadas eran propias de Gran Canaria solamente. Si bien
Viana (y siguiéndolo Niiñez.de la Peña), aplicó este nombre e institución a Tenerife,
se ha considerado que^Viana había extendido a esta isla costumbres in-.
digenas de otros sectores del archipiélago.
Convendrá por ello acumular los textos relativos a fenómenos similares,
para averiguar si Viana tuvo razón en la generalización, con el mismo o con
otro nombre.
El pasaje de Viana (ed. de R. Moure, pág. 28), dice así:
"Cuando nacía" alguna criatura
le echaba una mujef, que era su oficio,
agua con gran cuidado en la cabeza,
y allí su nombre propio le ponían,
quedando en parentela con los padres
sin que les fuese permitido o lícito
casar con ella por aquesta causa.
Aunque se entiende por la mayor parte
ser esté oficio propio de la» Vírgenes
que solían llamar Harimág^uadas,
1 y prometían virginal pureza,
las cuales habitaban en clausura .
de grandes cuevas, como en Monasterios,
aquella ceremonia acostumbraban
con intención de simple lavatorio,
. y no de Sacramento de. Bautismo,
pues no se les había predicado."
849
Es indudable que Viana se inspira en otros historiadores, como se ve por
la frase "se entiende por la mayor parte", pero predominantemente en Espinosa
(ed. 1848, pg. 9); que dice: _
"Acostumbraban cuando alguna criatura nacía llamar a una mujer que lo
tenía por oficio, y ésta echaba agua sobre la cabeza de la criatura; y aquesta
tal mujer contraía parentesco c ^ n ^ s padres de la criatura, de suerte que n,o
era lícito casarse con ella, ni tratar deshonestamente... No'que fuese sacramento,
pues ni lo hacían por tal, ni les -era la ley evangélica predicada, mas era
una ceremonia de lavatorio, que también otras naciones usaron. Pue(ie haberles
quedado esta costumbre y ceremonia desde el tiempo que Blandano y Maclovio
predicaron en estas islas..."
Aunque Espinosa no consrgna el nombre*ni la reclusión délas harimagua-das
garantiza la existencia del hipotético bautismo. Y lo más notable és la atri-bucidn
a Gran Canaria de la misma institución por Gómez Escudero, con la pat-ticularidad
de que la reconoce también comt^ tinerfeña. He aquí sus palabras
(ob. cit. pg. 84): "a los ndñois recién nacidos echaban agua y lababan las cabe-sitas
a modo de bautismo y estas eran mügeres bué'rias y vírgenes, que oran las
Marimáguadas y decían que tenían parentesico como nuestros padrinos, no daban
razón de esta ceremonia y era en Canaria y Tenerife, más no supimos de
oteas isilas, aunque los usos eran comunes."
No podemos, asegurar para las demás islas la existencia del nombre de las
maguadas, ni de su existencia e intervención en el rito del bautizo, ni en la función
pracesional y de rogativas aludi4a por Escudero en el pasaje trascrito anteriormente.
Pero parece que es común a todo el archipiélago, con algunas va-'
riantes tal vez,'el rito del "bayladero" o baladero (1) de las ovejas, que Espinosa
describe para Tenerife (p. 8), así: •
"Mas quando los temporales no acudían y cuando por falta de agua no había
yerva para los ganados: juntaban las ovejas en ciertos lugares, que para
esto estaban dedicados que llamaban el bayladero de las ovejas, y hincando una
vara o lanza en el suelo apartaban las crías de las ovejas y hacían estar las
•madres al derredor de la lanza,dando balidos, y con esta ceremonia entendían los
Vnaturales que Dios se aplacaba y oía el balido de las ovejas y les . proveía de
temporales." . • .
Abreu Galindo (ob. cit. pg. 88) dice de los de Lanzarote que "adoraban a
un. Dios levantando las manos al cielo hacíanle sacrificios en las montañas derramando
leche de cabras con vasos..." y de los del Hierro (p. 62), que "no le
sactificaban (a los dioses) más de rogarles por los temporales... y así cuando
veían tardar las aguas del invierno juntábanse en Bentayca donde fingían estar
'Sus ídolos y alrededor de aquellos pénasele estaban sin comer tres días y con el
\ (1) "Bailadero" se ha dicho corrientemente y son muchos los parajes conocidos
con este nombre. Menéndez Pelayo (IHeterodoxos, tomo 19, 29 edición,
p. 60) con intuición genial previo la forma "baladero", deducciéndola de este texto
de Espinosa. Mi querido amigo D. Buenaveiitura Bonnet, me indica el pasaje
Diario de Zoaznavar que el día 27 de octubre de 1806 dice: "hoy la llaman el
"Bailadero"; i>ero Cristiina Báñez, mujer de Alonso ^ e Matos, cuya era el año
de 1B70, le da el nombre de "Baladero" en su testamento..,"
350 . ^
hambre lloraban y el ganado balaba y ellos daban voces a los ídolos que mandasen
agua..."
El mismo escritor (p. 196) dice que los habitantes de la Palma eran idólatras...
"y en los días que tenían situados para semejantes devociones suyas venían
todos allí alrededor de aquel montón de piedra y bailaban y cantaban endechas...",
lo mismo que dice hacían (pg. 109) los habitantes de Gran Canaria,
pero aquí acompañados de las magadas.
Es indiscutible la coincidencia de todo esto con los pasajes del párrafo anterior.
Caracteres de las harímáguiadas
Señala Pérez Saavedra como caracteres esenciales de las "harimaguadas:
ia reclusión y la purificación prematrimonial.
Pero la reclusión y el previo engorde para el matrimonio, según Abreu Ga-lindo,
era general para todas las doncellas de Gran Canaria (p. 107): "Entre la
gente principal y noble se tenía costumbre con las doncella» que. cuando las
querían casar las tenían echadas treinta días y les daban beberajes de leche
y gofio y otras viandas que ellos solían comer regalándolas para que engordasen.
Y lo mismo era con las demás doncellas."
Nó pirade tomaree la práctica de los baños reservados en ausencia de hom-"
bres, y la falta de trato non estos en lugares aislados, como práctica purificado-ra,
porque Espinosa señala (p. 9) que estaba prohibido bajo pena de muerte en
Tenerife hablar a una mujer en despoblado o decirle en poblado palabras deshonestas;
y Sedeño (p. 70) que al bañadero de las mujeres ningún hombre podía
ir so pena de muerte, idea repetida por Gómez Escudero (p. 81") para las
harimag^uadas.
De todo lo apuntado podemos indicar como caracteres de las harimaguadas
los siguientes: ' ,
a) eran doncellas recluidas temiporalmente,
'b) sometidas a educación y engorde y tal vez prácticas purificadoras,
c) que por su importancia tenían funciones rituales en la embrionaria religión
indígena, como bautizo, ceremonia'de rogativas, etc..
d) que se preparaban para contraar matrimonio, y
e) que existían al menos en Gran Canaria y Tenerife, y probablemente en
la9<demá,s islas también
Examen del nombre "harimaguadas"
Esta denominación que parece sólo de Gran Canaria, (sin que podamos saber
si se llamaban así o de otro modo las doncellas tinerfeñas), aparece escrito
de las siguientes formas: "Harimaguadas", "Harimaguadas", "maguadas", "ma-gadas"
y "maguas".
La variante "marimaguadas" (ya tomada a burla.por Escudero), es indu-.
dablemente una errada lectura y una falsificación hispánica de "harimaguada",
851
pero el primer componente de esta segunda forma no puede consider'arse como
un postizo, sino cual elemento de valor notable en el habla indíg-ena.
Corrientemente han empleado los escritores l a forma "maguada" (la variante
"magada" es posiblemente en la fonética hispánica cf. Gante; guante, y
para más ejemplos mi "Miscelánea Guanche"), que alterna con "maguas".
Esta alteVnaneia nos prueba que la forma primitiva indígena debió seí en
singular "máguad" (con acento en la inicial), conforme tengo probado para casos
similares en mi citada obra y en "Puesto de Canarias en la Investigación
iingüística" (p. 38). Esta forma ("máguad") explica perfectamente "maguas",
por caída de final impropia en la base fonética española, .y "maguada" por adición
de vocal paragógicr. para impedirla, y en la trasmisión escrita arcaica la
pérdida del acento.
De ^pdo esto deducimos que en el habla indígena la forma en cuestión sería
en singular "harimáguad", y en plural "harimáguadán" (con h inicial aspirad]
» y esdrújula).
Ahora bien; si la forma fonética es segura, la morfología y el valor semántico
de esta palabra son muy problemáticos.
Parece seguro que se trata de un compuesto que podemos separar en "hari-
Iiiáguad", pero no poseemos (hasta hora) forftias de sentido preciso que poderle
aproximar, y sólo caben hipótesis. He aquí algunas.
a) Si relacionamos el primer elemento de "hari-máguad", con "harid-amat"—
muchas cabras=rebaño, y con "hará"—jaira, cabra; no se vé bien el
sentido, si estas últimas formas no significaban etimológicamente "la recluida"
(por excelencia) (2), animal estabulado, e t c . . De ser así podríamos interpretar
"hari-mágTiad" = "recluida—doncella".
b) Pero si relacionamos el segundo elemento "máguad", con formas como
"amagar"—cueva»—encierro (Cf. Miscleánea Guanche); entonces aun con
el mismo valor, el sentido de cada elemento sería totalmente contrapuesto: "harimáguad"
= " joven—enclaustrada", o "jóvenes^reunidas".
c) El elemento "hari" pudiera aproximarse al "haruvici" de la endecha
canaria de Torriani, donde está el sentido de "casarse" con bastante seguridad,
y entonces interpretaríamos "hari-máguad" = "cáisadera—^joven".
d) Pero si en ese mismo elemento queremos ver una variante del primer
componente de "Eranhoranhan" = espíritu, divinidad; nos veríamos precisados a
dar a "harimáguad" un sentido especialmente religiostr^y traducirla por "divina
doncella", "espiritual joven" o sacerdotisa.
Desgraciadamente el estudio lingüístico de esta voz no nos permite de se-guro
precisar él valor primitivo de la institución de las harimáguadas. Esperemos
nuevos descubrimientos.
• J. ALVAREZ DELGADO.
(2) Este sentido coincide notablemente con las formas que yo mismo he
acercado en "Miscelánea Guanche" y "Puesto de Canarias" pertenecientes al
acervo mediterráneo (cf. REVISTA DE HISTORIA, núm. 53 y obras citadas).
Me han indicado que en ciertas zonas de Canarias se llama "jaira" a la cabra
encerrada, la del estajílo (otra coincidencia), y no a las sueltas de manada. En
Tenerife es forma usada también por los cabreros de cumbre y de manada,
•