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REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 202; 2020, PP. 287-320 287 DOI: https://doi.org/10.25145/j.histcan.2020.202.13 Revista de Historia Canaria, 202; mayo 2020, pp. 287-320; ISSN: e-2530-8270 SURCANDO MARES DE PAPEL Y TINTA. LA PRESENCIA DE CANARIAS EN EL CARTELISMO NAVAL COMERCIAL (1883-1960) (I) José Manuel Padrino Barrera* Resumen En el presente texto damos a conocer el cartel comercial naval y su relación con Canarias entre finales del siglo xix y la conclusión de la pasada década de los cincuenta. Establecemos que su singularidad estriba en la presencia de dos elementos iconográficos que le son propios (el barco motorizado y la imagen corporativa). De igual forma, damos a conocer la primera imagen corporativa de una naviera establecida en el Archipiélago, así como el origen del cartel, su evolución y presencia en el espacio público insular en el seno de una incipiente sociedad de consumo. Finalmente, establecemos tres ámbitos de aparicion de Canarias en este medio de comunicación masivo. Palabras clave: cartel comercial naval, naviera, diseño gráfico, publicidad, Islas Canarias. SAILING SEAS OF PAPER AND INK. THE PRESENCE OF THE CANARY ISLANDS IN THE SHIPPING COMPANIES POSTERS (1883-1960) (I) Abstract In this text we present the shipping company poster and its relationship with the Canary Islands between the end of the 19th century until the conclusion of the 1950s. We esta-blish that its uniqueness lies in the presence of two iconographic elements that are its own (motorized boat and corporate image). Likewise, we present the first design of a shipping company established in the Archipelago, as well as the origin of the poster, its evolution and presence in the insular public space within an incipient consumer society. Finally, we establish three areas of appearance of the Canary Islands in this mass media. Keywords: shipping company poster, shipping company, graphic design, advertising, Canary Islands. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 202; 2020, PP. 287-320 288 1. CONSIDERACIONES PRELIMINARES Avanzado el otoño de 1863, aparecía en la madrileña publicación bimensual Las Canarias: órgano hispano-canario un texto rubricado por A. P. Liovín que bajo el título «Un viaje improvisado» relataba de forma amena y directa su breve visita a Tenerife; narración en la que se prodigaba en elogios hacia esta isla y el archipiélago canario en general. Como trasfondo de su idílica estancia, Canarias se hallaba en un momento crucial que podría condicionar negativamente su desarrollo socioeco-nómico, ya que desde los cenáculos políticos insulares –encabezados por la Junta de Comercio– se combatía la idea planteada por El Lloyd Español y otros periódi-cos de tirada peninsular para que los vapores-correos trasatlánticos dejasen de hacer escala en el Archipiélago y de este modo ahorrar costos al reducir los días de trave-sía hacia las Antillas; con lo que ello comportaría para las relaciones económicas y de emigración de las Islas Canarias respecto a aquel espacio geográfico y, en parti-cular, con Cuba. Este relato periodístico se iniciaba con algunas pinceladas autobiográficas de su autor, en las cuales se sentaban las bases de su profunda convicción de via-jero animado por el conocimiento de territorios y culturas exóticas; momento en el que entra en escena un personaje anónimo canario que le anima a conocer su tierra natal. En este contexto, durante el transcurso de un paseo vespertino por el puerto de Algeciras, nuestro protagonista tuvo la oportunidad de leer en un cartel «el anun-cio de la próxima llegada del vapor francés Marroquín, que debía tocar en Gibraltar y seguir su viaje à Santa Cruz de Tenerife y la ciudad de las Palmas (...)»1, un hecho «fortuito» que despertó en el relator un apetito desmesurado por arribar a Canarias. Llegados a este punto, no vamos a enjuiciar la veracidad del periplo narrado, ni siquiera si su oportuna aparición en el aludido periódico obedecía a una firme voluntad de promocionar las excelencias de archipiélago canario en un momento crucial para la salvaguarda de su comunicación con el exterior. Sin embargo, sí nos centraremos en el proceso de diálogo entablado entre el viajero y el cartel naval comercial, cuya estratégica ubicación, fácil identificación y clara exposición de su contenido había cumplido un objetivo claro, como fue informarlo y persuadirlo, de tal manera que –poco tiempo después– el vapor de Monsieur Liovín bordeaba la península de Anaga, enfilando su proa hacia Santa Cruz de Tenerife, capital del Archipiélago por aquel entonces. Para poder comprender la presencia y desarrollo del cartel naval comercial relacionado con Canarias, se tiene que atender –en principio– a la importancia geo-estratégica que fue adquiriendo este territorio insular a lo largo del siglo xix, dejando de ser un espacio prácticamente aislado respecto a la metrópoli, para convertirse en un nodo fundamental en la compleja trama de líneas de comunicación e intereses * Historiador del arte y técnico artefinal en diseño gráfico. ORCID: 0000-0002-0161- 0447. Email: palmanuel@telefonica.net. 1 Las Canarias: órgano Hispano-Canario, Madrid, 19 de octubre de 1863, p. 211. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 202; 2020, PP. 287-320 289 económicos y políticos de las potencias occidentales, espoleadas por el desarrollo tecnológico que la Revolución Industrial les brindaba2. Además, con la implanta-ción en Canarias del puertofranquismo (1852), sus instalaciones portuarias –únicos espacios de comunicación con el exterior– accedieron a un régimen especial libre-cambista de gran difusión mundial y equiparable a otros enclaves internacionales, los cuales debían su prosperidad a las franquicias aduaneras. Como consecuencia de ello, el archipiélago canario fue integrado de facto en la intrincada red de puertos de recalada y abasto de las navieras que realizaban la travesía transoceánica3, siendo las naves de propulsión mixta (a vela y vapor) las que por aquellas fechas comenzaban a arribar a nuestras costas para proveerse de carbón4. Además, pese a que las últi-mas décadas del xix estuvieron marcadas por la crisis de la cochinilla, esta situación pronto se vio mitigada con el auge y desarrollo de otros ciclos exportadores (papas, plátanos y tomates) y que culminó –ya en la segunda mitad del pasado siglo– con la implantación progresiva del modelo turístico de masas; pero, eso sí, manifestán-dose las correspondientes repercusiones socioeconómicas, políticas y culturales deri-vadas de dos conflagraciones mundiales, el colapso financiero de 1929, una gue-rra civil y el consecuente régimen dictatorial. Un contexto complejo, en continuo proceso de transformación y en el cual el trasiego de mercancías, el flujo migrato-rio y de turistas, los puertos de origen y destino, amén de la tipología de las naves en uso, así como la identificación de las compañías bajo cuyo pabellón navegaban, pueden ser constatados a partir de una singular producción de carteles que desde finales del xix a mediados del xx dan cumplido testimonio de ello. Un arco tem-poral donde también se puede entrever la evolución de las técnicas de impresión y de estilos dominantes en el momento de su ejecución; de la misma manera que la impronta y evolución estilística de sus autores, algunos de los cuales venían acredi-tados por una prolija creación gráfica. Paralelamente, a nuestro parecer, y salvando contadas excepciones, el tratamiento de la publicidad naval comercial como expre-sión plástica, en general, y particularmente la asociada a la producción del cartel, es un «subgénero» que desde el punto de vista de la historiografía nacional no ha sido 2 Como reflejo de ello destacar las mejoras en las dotaciones de los puertos insulares, la paulatina introducción del alumbrado eléctrico público, el desarrollo de las conexiones telegráficas (entre las islas y con otros continentes), la aparición de medios de transporte público propulsados con energía eléctrica, etc. 3 En este sentido, desde comienzos del siglo xix se tiene constancia de la presencia de una incipiente actividad carbonera en los puertos principales de Canarias; no en vano, el primer depósito de este combustible creado en Santa Cruz de Tenerife fue establecido por decreto de 5 de septiem-bre de 1836. Véase, Martín Hernández, Ulises: Tenerife y el Expansionismo Ultramarino Europeo (1880-1919), Aula de Cultura de Tenerife, n.o 5, Cabildo Insular de Tenerife, Santa Cruz de Tene-rife, 1988, p. 189. 4 «El vapor, Atalanta, sigue en este puerto, reparando alguna averia y cargando 100 toneladas de carbon de piedra del depósito», véase El Atlante, Santa Cruz de Tenerife, 8 de enero de 1837, p. 28. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 202; 2020, PP. 287-320 290 tratado con profundidad5; por ello, con el presente texto se pretende contribuir sus-tancialmente a su conocimiento y difusión. Respecto al material sobre el que se ha realizado este estudio, se parte de dos fechas concretas: 1883 y 1960. Efemérides coincidentes con la producción de dos carteles que a nuestro juicio reflejan algunos hechos a tener en consideración. Por un lado, el primer año aludido responde a la identificación cronológica (no estimación) de uno de los ejemplares más antiguos6 [foto 1a]. Se trata de un cartel de carácter anónimo, elaborado en una empresa gaditana y que conjuga una técnica de impre-sión tipográfica y xilográfica. Concretamente, refleja un momento donde la navega-ción mixta (a vela y vapor) se encuentra en su apogeo, al tiempo que el archipiélago canario se emplaza en una encrucijada comunicativa –fruto de la expansión ultra-marina de los imperios coloniales– y donde la coyuntura socioeconómica y polí-tica del momento (local y foránea) también fomentó el fenómeno migratorio hacia otros ámbitos territoriales, amén del incipiente turismo denominado «de salud». Por oposición, como límite temporal más reciente, destaca una obra donde se ponen de manifiesto los logros alcanzados en la técnica de fotocomposición y la producción ófset7 [foto 1. b]. En este caso es un trabajo «de autor», pero concebido en el seno de una agencia de publicidad (extranjera), atendiendo a una campaña promocional concreta, cuando el transporte aéreo ya se ha consolidado como un medio de comu-nicación solvente y capaz de competir con el naval. Ahora, Canarias se ha perfilado como destino turístico con una honda proyección internacional, momento éste en el que tomó carta de naturaleza una imagen estereotipada de la «insularidad», con-cebida décadas atrás y sustentada en tópicos iconográficos recurrentes. Paralelamente, los noventa y nueve carteles consultados [tabla 1] parten de los escasos ejemplares custodiados en instituciones públicas (museísticas, princi-palmente) y colecciones particulares y los alojados en plataformas digitales para su consulta, subasta, compra directa (ya fuere de originales o reproducciones) o, sim-plemente, para ser compartidos a través de las redes sociales8. 5 Exceptuando, eso sí, algún trabajo de finales de la pasada centuria, centrado en la con-textualización y catalogación de singulares repertorios gráficos, como en Conte Domeneq, Diego: Carteles de barcos impresos en la imprenta de la Revista Médica. Cádiz, 1866-1913, Ed. Diario de Cádiz, Cádiz, 1992; o, más recientemente, de forma sucinta y abordada junto con otros medios de locomo-ción en Eguizábal Maza, Raúl: «Carteles de viajes y transportes», catálogo de la exposición Memo-ria de la Seducción. Carteles del siglo xix en la Biblioteca Nacional, Ministerio de Educación, Cultura y Deportes-CajaMadrid, Madrid, 2002, pp. 223-235 y Eguizábal Maza, Raúl: El Cartel en España, Cátedra, n.o 154, Madrid, 2014, pp. 70 y 71; y, finalmente, con un tratamiento escueto, a tenor de la amplitud de la temática que se analiza, en Checa Godoy, Raúl: El Cartel. Dos siglos de publicidad y propaganda, Advook Editorial S.L., Sevilla, 2014, p. 26; y Checa Godoy, Antonio y Garrido Lora, Manuel: Teoría e historia del cartel publicitario, Ed. Síntesis, S.A., Madrid, 2015, p. 52. 6 Concretamente, anunciando al vapor trasatlántico Atlante, que vía Tenerife tenía como puertos de destino La Habana y Nueva Orleans. 7 En este caso se trata de un cartel promocional de cruceros de placer a Canarias de la fran-cesa Compagnie de Navigation Paquet. 8 Ejemplo de ello es la plataforma Pinterest (2010), la cual permite a sus usuarios crear y administrar imágenes de temática muy variada (y entre las cuales también suelen encontrarse peque- REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 202; 2020, PP. 287-320 291 De lo cual se desprende que pese a haber sido un medio de comunicación de producción masiva y que en la actualidad cuenta con una alta representación en el contexto digital, es un hecho palmario la ausencia de grandes colecciones vin-culadas al tema que sirve de eje narrativo a este artículo9. Esta escasez de materia-les podría deberse al carácter efímero del soporte sobre el cual se solía difundir, el papel10. No obstante, llegados a este punto debemos decir que el antedicho mate-rial define al cartel como tal, estando inserto dentro de los medios impresos (junto con libros, revistas y prensa diaria) y de publicidad exterior (outdoor). Igualmente, ños vídeos, algunos de ellos publicitarios), pudiendo ser organizadas en función de sus gustos per-sonales y estableciendo, en consecuencia, una red virtual con otras personas que manifiesten aficio-nes o intereses afines. 9 Excluyendo, en este caso, la relación de ejemplares correspondientes a la mencionada imprenta de la Revista Médica, así como las escasas obras atesoradas en la Biblioteca Nacional de España, Museo de Historia y Antropología de Tenerife, Museu Maritim de Barcelona, Biblioteque National de France, Merseyside Maritime Museum (Liverpool), National Maritime Museum (Gre-enwich), entre otros; además de algún repositorio institucional virtual de ámbito nacional (Biblioteca Virtual de Andalucía) o extranjero (sobre todo relacionado con navieras); amén de alguna colección particular. En este sentido, es interesante la colección de la empresa Veca&Mugo, la cual gestiona un elenco de más de 7000 carteles comerciales de temática dispar: [consulta: 15-iii- 2019] http:// loscarteles.es/la-coleccion/. 10 Aunque, en casos excepcionales, también se imprimieron sobre cartón o lona. Foto 1. Carteles navales comerciales que acotan cronológicamente el presente estudio: a. Compañía de Antonio Martínez de Pinillos, Imprenta de la Revista Médica, Cádiz (1883); y b. Compagnie de Navigation Paquet, Agencie SMAP, Marseille (c. 1960). REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 202; 2020, PP. 287-320 292 se ajustaría a unos formatos específicos –que excluirían la valla publicitaria–, dis-tanciándose también de las consabidas reproducciones bajo el soporte de placas de metal esmaltado, azulejos o pósteres (entendidos éstos como aquel material gráfico o fotográfico que es utilizado solo en el ámbito doméstico, como ornamento y despro-visto de su función informativa y publicitaria)11. Por ello, la singular naturaleza del papel dificultó sobremanera la inalterabilidad del cartel, dando lugar a la desapari-ción de la mayor parte de estas creaciones gráficas12 y a pesar del interés que comen-zaban a despertar algunas unidades entre el público-espectador de su momento13. Por otro lado, podemos establecer que la obra sobre la que se ha trabajado es foránea, concebida y realizada en el exterior del Archipiélago, encontrando dos periodos de producción coincidentes con sendos intervalos temporales: a) Finales del siglo xix hasta el inicio de la década de los 30 del pasado siglo. La producción está asociada a la importancia geoestratégica del Archipiélago en la expansión colonial de las grandes potencias europeas, como espacio de escala y salida de los flujos migratorios, a la recepción del incipiente turismo de salud y a los cultivos de exportación. b) Década de los 30 a finales de la década de los 50 del pasado siglo. Fundamen-talmente, vinculados a la recepción de turistas de la Alemania nazi y, con posterioridad, a la consolidación de Canarias como lugar de destino de un naciente turismo de carácter masivo. Aun así, existen testimonios gráficos y fotográficos donde se aprecian car-teles dispuestos estratégicamente en enclaves concretos de la trama urbana insular y que nos pueden revelar no solo el lugar de ubicación, sino también la fisonomía 11 Acerca de esta última apreciación, véase Eguizábal Maza, Raúl: op. cit. p. 16. 12 Téngase en cuenta que muchos carteles comerciales navales se encolaban directamente sobre la pared u otra superficie habilitada para el caso, superponiéndose a unidades ya ubicadas pre-viamente. Aunque también es cierto que solían encontrarse en el interior de las consignatarias o, más recientemente, en las oficinas de turismo, agencias de viaje y Paradores Nacionales; siendo emplazados en paredes, colgando del techo, así como en escaparates y puertas acristaladas que se podían encon-trar en dichos establecimientos. Del mismo modo que también se hacía uso de ellos en los stands de acontecimientos de promoción turística, ferias o exposiciones internacionales. 13 Como evidente manifestación de la repercusión del cartel como fenómeno social y obra plástica singular, desde finales del xix destacó la edición de tiradas cortas y en formato reducido de ejemplares emblemáticos, siendo también insertados en publicaciones específicas sobre esta temática y que eran destinadas a ávidos consumidores de arte; muchas de las cuales nutrieron los fondos de instituciones públicas y privadas. Además, la celebración puntual de exposiciones dedicadas al cartel comercial –ocasionalmente conformadas por colecciones particulares– ayudó a su difusión, estudio y estima. En este sentido, para el contexto insular, sirvan como ejemplo la exposición 100 Recuerdos en color. Carteles de publicidad comercial en España (1870-1960), que organizó en 2002 la Casa de Colón del Cabildo de Gran Canaria, itinerando por varias islas a lo largo de dicho año y como expre-sión de un recurso de acercamiento del cartel al público insular. Para profundizar más sobre este pro-yecto expositivo, véase Velasco, Carlos: 100 Recuerdos en color. Carteles de publicidad comercial en España (1870-1960) [catálogo de la exposición homónima], Ediciones del Umbral, Madrid, 2002. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 202; 2020, PP. 287-320 293 de algunos ejemplares –de finales del siglo xix y comienzos del xx– [foto 2]. No obstante, y por las razones anteriormente aludidas, no hemos encontrado carteles enmarcados en esta categoría, pertenecientes al espacio temporal que se aborda y que hubiesen sido concebidos e impresos en el ámbito insular; pese a la existencia de una temprana producción gráfica desarrollada en las imprentas isleñas (Tenerife, Gran Canaria y La Palma, esencialmente). Sin embargo, salvo contadas excepcio-nes14, nos llama la atención que en los módulos de promoción de dichas empresas no se explicitase la elaboración de este tipo de trabajos, quedando la producción de carteles como una actividad de naturaleza velada, lo cual pudo haberse sustentado en normativas establecidas en un momento de consolidación del sector de impreso-res, al considerarlos como un cometido «menor»15. 14 Como así se recoge en un anucio de la «Imprenta Benítez» insertado un periódico local y donde, junto a sus reputados artículos de papelería y escritorio, promocionaba también la reali-zación de trabajos tipográficos como los carteles. Véase Unión Conservadora, Santa Cruz de Tene-rife, 1899, p. 4. 15 Sepamos que, en un principio, frente a ciertos productos salidos de la imprenta (como la prensa, los libros y revistas, catálogos, cartas y sobres o albaranes), el cartel entraba dentro del grupo de producciones consideradas en este contexto bajo el nombre de remiendos. Además, dentro de esta denominación también se acogían aquellos trabajos de uso accidental como «las esquelas de Foto 2. a. Pormenor de un fotograbado alemán en el que se representa el emblemático Hotel Internacional de Santa Cruz de Tenerife y un panel con carteles encolados, finales del siglo xix (colección particular); y b. Detalle fotográfico del mismo inmueble con carteles navales comerciales encolados, década de los años 20 de la pasada centuria (colección particular). REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 202; 2020, PP. 287-320 294 2. PRINCIPALES ELEMENTOS ICONOGRÁFICOS DEL CARTEL NAVAL COMERCIAL Desde los inicios de la navegación transoceánica, y sobre todo a partir del desarrollo de las rutas comerciales intercontinentales, fue preciso concretar la identi-ficación del país y la compañía bajo cuya enseña se navegaba16. Situación que cobró un notable protagonismo a partir del siglo xix como consecuencia de las mejoras alcanzadas en la motorización de las embarcaciones y la consolidación internacional de las grandes navieras. Al tiempo, se asistía al tímido nacimiento de una identidad corporativa naval17, que, junto con el propio buque a vapor –símbolo por antono-masia de los logros alcanzados por la técnica en un medio de transporte milenario–, constituyeron dos elementos iconográficos muy recurrentes para el postrero desa-rrollo del cartelismo naval comercial18. En este contexto, el barco de pasaje y carga es protagonista per se. Es el reflejo explícito de los avances tecnológicos acontecidos en el marco de la Revolución Industrial y expresión de los anhelos por alcanzar un diseño con el que conseguir la reducción de los tiempos de travesía, así como la mejora en el confort y la seguri-dad del pasaje. De hecho, su imagen proyectaba la concreción de los avances técni-cos materializados por las naciones que los construyeron; de la misma manera que la representación de la nave motorizada evocaba –en principio– la idea de celeridad en el viaje, así como el progreso y la prosperidad económica para las personas que deseaban acceder a otros territorios de ultramar. Un elemento visual con suficiente poder de persuasión de cara a llamar la atención del potencial usuario. No obstante, casamiento, de difuntos, de muda de domicilio, de dirección de un establecimiento, prospectos, fac-turas, circulares, anuncios, etc., etc, y todo lo demás que no sea obra corriente ó periódico», véase Serra y Olivares, Antonio: Manual completo de la Tipografía Española, Imprenta de los Sres. Mar-tínez y Minuesa, Madrid, 1852, p. 132. 16 Para el caso de España, es destacable una Real Orden del 28 de mayo de 1785, decretada por Carlos III, con la que se buscaba crear una relación de enseñas permanentes que fuesen recono-cibles entre los buques de la Corona, provistas de colores contrastados y fácilmente distinguibles de las utilizadas por otros países y potencias enemigas. Entre otras, destacaron las nuevas banderas y gallardetes para la marina de guerra y mercante, diferentes entre sí y en las que predominaban los colores rojo y gualda. Véase Manzano Lahoz, Antonio: «La bandera nacional: situación, propó-sito y valores en la España de 1843», en Revista de Historia Militar, n.o extraordinario ii, Instituto de Historia y Cultura Militar, Madrid, 2018, p. 24. 17 Si bien se sobreentiende que el arquitecto Peter Behrens (1868-1940) sentó las bases de lo que hoy se conoce por «identidad» o «imagen de marca» en su reputado trabajo gráfico como con-sejero artístico para la Allgemeine Elektrizitäts-Gesellschaft o AEG a comienzos del siglo xx, no es desdeñable el hecho de que en el ámbito que tratamos se atisben elementos reiterativos tendentes a fijar una imagen empresarial estable. 18 Dichos recursos visuales también hallaron asiento en otros espacios de difusión gráfica y entre los que destacaban los módulos publicitarios (aparecidos en la prensa y guías de viaje), accio-nes y membretes de empresa, postales, listas de pasajeros, menús, cromos, barajas, etc., constituyendo todos ellos un interesante elenco de recursos integrados en las estrategias de promoción institucional y publicitaria; caracterizándose todos ellos bajo el neologismo de ephemera. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 202; 2020, PP. 287-320 295 el barco también se comportaba como una imagen especular de la sociedad que lo engendró, donde el individuo era acomodado en función de su poder adquisitivo; por lo que el espacio físico de uso y disfrute de las instalaciones venía definido por el estatus económico del pasaje. Razón de más para poner de manifiesto una rea-lidad incontestable: que el barco motorizado también era un medio de comunica-ción donde salían a relucir las sempiternas desigualdades sociales19. De forma paralela, desde las decimonónicas embarcaciones de propulsión mixta (a vela y vapor) hasta las motonaves diésel de los años 50 de la pasada centu-ria, el tratamiento plástico del barco ha ido parejo al desarrollo de las técnicas de impresión. De este modo, en un primer momento la nave se nos revelará como una oscura y plana figura vista siempre desde uno de sus costados (babor o estribor), con un considerable penacho de hollín que llega a solapar parte de la arboladura y siempre navegando en una escueta porción de mar acotada por las dimensiones que le impone la propia ilustración xilográfica. Posteriormente, con la generalización de la cromolitografía, el barco va liberándose de forma paulatina de dicho encorseta-miento formal primigenio, al tiempo que su protagonismo dentro del cartel se irá incrementando progresivamente; porque ahora la nave va a ser representada desde múltiples ángulos de visión, ganando en profundidad y realismo. Del mismo modo, su presencia se ensalza de forma recurrente, estableciéndose sutiles comparativas dimensionales o tecnológicas con otros barcos de menor tamaño o propulsados a vela. Además, con la irrupción de los motores diésel –introducidos paulatinamente a partir de la década de los veinte del pasado siglo–, se puede apreciar una mani-fiesta reducción de los grandes y vaporosos penachos de combustión, al tiempo que la consolidación de los cruceros de placer situaron a la motonave en perfecta comu-nión con el paisaje insular que le sirve ahora de escenario. Sin embargo, llegados a este punto, el pausado transcurrir del tiempo –vinculado al turismo de ocio– deja de lado la ansiada velocidad de épocas pretéritas, pues la celeridad se ha reservado ya a otro medio de comunicación incipiente: el avión de pasajeros. A pesar de ello, el barco comienza a mimetizarse con el entorno, un espacio donde participa como elemento activo, pero no como actor único, siendo asimismo apreciable su progre-siva reducción dimensional. Paradójicamente, los últimos carteles tratados en este estudio –de finales de la pasada década de los cincuenta– utilizaron como imagen corporativa el oscuro perfil recortado de una motonave, en un explícito guiño hacia las primigenias y decimonónicas representaciones de barcos que abrieron el camino a este singular género gráfico. 19 A este respecto, bastante explícitos son los reconocidos prejuicios raciales y de clase que la escritora británica Olivia M. Stone manifestaba en su narración de un viaje realizado a Canarias –a finales del siglo xix– al expresar que «afortunadamente las otras pocas mujeres que había visto en el salón no hicieron acto de presencia durante la travesía», pues –según sigue comentando– «los extranjeros de tercera y cuarta categoría no son compañeros de viaje agradables», véase Stone, Oli-via M.: Tenerife y sus seis satélites, tomo i, Ediciones del Cabildo Insular de Gran Canaria, Las Pal-mas de Gran Canaria, 1995, p. 18. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 202; 2020, PP. 287-320 296 De forma paralela, con el desarrollo de la navegación a vapor, no solo la morfología del barco, la matrícula, el nombre o la enseña nacional identificaban al buque de pasaje y/o mercancías, ya que junto a éstos se desplegaban otras banderas de compañía o sociedad con una destacable variedad cromática; al tiempo que una diversidad de motivos figurativos (geométricos, heráldicos, simbólicos, etc.) y, en muchas ocasiones, coincidentes en color con determinadas partes de la embarca-ción (chimeneas, manguerotes, masteletes, etc.). Una costumbre que también venía a mitigar la monótona coloración del casco y las cubiertas, por lo general, pintadas de negro y blanco, respectivamente20. Además, a través de estos recursos «parlantes» las empresas navales hicieron gala de una identidad corporativa lista para ser difun-dida en todos los mares y puertos de recalada en una muestra, más que patente, de alarde propagandístico y exaltación patriótica. En consecuencia, y en aras de estable-cer un proceso de normalización-estandarización por la multiplicación de entidades surgidas al amparo de este pujante medio de transporte, fue necesario establecer una guía de identificación visual explícita. Por ello, ya desde finales del siglo xix, apare-cieron varias publicaciones en el Reino Unido que, a modo de directorio, ofrecían al interesado una pormenorizada relación gráfica y nominal de las compañías que estaban en activo en el momento de su edición; quedando en este caso singulariza-das por la representación de una bandera, su chimenea, un número de serie, además de un escueto texto que identificaba la correspondiente empresa naval21. A su vez, es notorio resaltar cómo en aras de facilitar al lector una mayor celeridad en el acceso a la información contenida, dichas publicaciones solían presentar en su índice una escueta relación dedicada a la identificación de las navieras por los colores y por los motivos representados en sus enseñas y chimeneas (Index to funnels), abreviándose en consecuencia los tiempos de consulta por parte del interesado. Sabido esto, podemos enunciar que desde finales del siglo xix se tiene cons-tancia de la representación de la identidad corporativa de una naviera con sede en el Archipiélago: la Compañía de Vapores Correos Interinsulares Canarios22 [foto 3 a]. Esta empresa, fundada en 188823 y con sede principal en Las Palmas de Gran Cana-ria, era filial de la consignataria británica Elder Dempster & Co.24. Además, desde 20 Una cuestión que obedecía más a la búsqueda de materiales resistentes a las condiciones ambientales del medio marino que a una generalización de criterios estéticos. A este respecto, véase Lopera, Antonio: Arquitecturas flotantes, Fundación Juanelo Turriano, Madrid, 2015, pp. 79-81. 21 Destacaremos Flags: National and Mercantile-House Flags and Funnels (1883) de James Griffin, The House Flags and Funnels of The English and Foreing Seteamship Companies and Private Firms (c. 1890) de Thomas Reed, Lloyd’s Book of Hose Flags & Funnels of the Principal Steamship Lines of The Word and the House Flags of Various Lines of Sailing Vessels (1904 y 1912), Brown’s Flags and Funnels of British and Foreign Steamship Companies (1926) de F.J.N. Wedge y, finalmente, House Flags & Funnels of British and Foreing Shipping Companies (1937) de E.C. Talbot-Booth, con algu-nas reediciones revisadas y editadas en años postreros. 22 La Justicia, Santa Cruz de La Palma, 16 de marzo de 1899, p. 2. 23 Martín Hernández, Ulises: op. cit., p. 127. 24 Institución mercantil que desde el año 1884 se encontraba operativa en el puerto de Las Palmas de Gran Canaria –aunque, con posterioridad, también en Santa Cruz de Tenerife–, dedi- REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 202; 2020, PP. 287-320 297 un primer momento, La Compañía tenía encomendada la función del trasporte de pasaje, mercancías y correo en el ámbito insular25. Igualmente, años después, esta entidad empresarial seguía aumentando su flota de correíllos (como eran denomi-nados popularmente barcos que navegaban bajo su bandera), presentándose ante la sociedad canaria como una entidad con cierta notoriedad y solvencia para afrontar eficientemente el cometido encomendado en el ámbito de la comunicación entre las islas26. Además, como ejemplo de su manifiesta consolidación en el tráfico marí-timo interinsular, en pocos años la prensa gráfica nacional se hacía eco de la sustan-ciosa ampliación de sus efectivos navales con siete barcos de nueva construcción, cada en un principio a gestionar el abasto de carbón para todos los buques que navegaban de ida o vuelta de América, Australia, Nueva Zelanda, así como África del Sur y Occidental. Véase Davies, Peter N.: Elder Dempster. Precursores del comercio en Àfrica Occidental. 1852-1972 / 1973-1989, Uni-versidad de Las Palmas de Gran Canaria, Las Palmas de Gran Canaria, 2012 [1973], p. 126. 25 Como así expresaba la prensa nacional al exponer que «prestan el servicio postal los dos magníficos vapores de acero León y Castillo y Viera y Clavijo de 674 toneladas de registro cada uno, con 14 millas de marca, iluminada por 67 lámparas Swan y dotados de todos los adelantos modernos y el confort necesario para el transporte de viajeros», en Diario de Avisos de Madrid, 30 de diciem-bre de 1888 p. 3. 26 «Magníficos buques recién construidos para este servicio con máquinas de triple expan-sión, lujosas cámaras, luz eléctrica y todas las comodidades que proporcionan los adelantos moder-nos » en El Heraldo de La Palma, 26 de marzo de 1901, p. 2. Foto 3. a. Bandera de la Compañía de Vapores Correos Interinsulares Canarios (diario La Justicia, 1899); y b. Bandera y chimenea de la misma compañía, según se recoge en Brow’s Flags and Funnels of British and Foreing Steamship Companies (1926) de F.J.N. Wedge. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 202; 2020, PP. 287-320 298 con lo que se ponía de manifiesto el nivel de capital invertido y las expectativas de mercado que se le iban abriendo al exceder –por tonelaje y equipamiento– las con-diciones exigidas por el Gobierno de la nación en el pliego de concurso de arriendo para poder desempeñar eficientemente sus servicios comunicativos27 y razón sufi-ciente por la que esta empresa fue incorporada a las mencionadas publicaciones anteriormente aludidas28 [foto 3 b]. En este caso, la naviera interinsular se identifi-caba mediante una chimenea amarilla junto a la que aparecía una enseña de sinté-tico planteamiento y fácil identificación: un rectángulo de paño blanco, centrado por una estrella roja de cinco puntas cargada con un disco azul. Colores que esta-rán presentes en el Archipiélago hasta el año 1930, momento en el que la Compa-ñía Trasmediterránea se hizo cargo de dicha empresa29. Por añadir solo otro ejemplo de imagen corporativa canaria, citar la deno-minada Naviera de Tenerife, entidad fundada en 1915 y que se dio a conocer en el contexto del comercio frutero insular a través de dos barcos (Anaga y Teno)30; los cuales navegaban bajo un pabellón verde centrado por un monograma amarillo y que estaba conformado por dos iniciales superpuestas (N y T). Bandera que tam-bién quedó consignada para la posteridad en el membrete que encabezaba las accio-nes de esta empresa insular. Un trabajo de impresión local en la que dicha enseña se intercala junto a una tipografía con sombreados y orlas que ponían de manifiesto la pervivencia de la ecléctica ornamentación decimonónica. En cierto sentido fueron éstas, y otras muchas más, las enseñas y colores que durante décadas pregonaron la importancia de los puertos insulares y su proyección internacional31. Además, como se apuntaba con anterioridad, se han expuesto dos elementos visuales de carácter primordial –el buque y la imagen corporativa– que a grandes rasgos se incorporaron y dieron sentido al cartel naval comercial. Un medio expresivo enmarcado dentro de las estrategias de divulgación y proyección externa de las compañías de navegación, al estar considerados como uno de los recursos más utilizados de cara a informar y persuadir a un «público objetivo» surgido al amparo de una incipiente sociedad de consumo. 27 Revista Nuevo Mundo, Madrid, 18 de julio de 1912, p. 20. 28 Véanse, entre otros, el Lloyd’s Book (1912), p. 94 o Wedge, F.J.N: op. cit. p. 22. 29 Diario de Las Palmas, 5 de mayo de 1930. 30 Machado Bonde, Miguel: El sindicato Agrícola del Norte de Tenerife y la FAST. Cien años de la historia del plátano en Canarias (1914-2014), SAT FAST, Tenerife, 2014, pp. 64-71. 31 En este sentido, el poeta grancanario Tomás Morales constataba –ya en la década de los veinte de la pasada centuria y desde la perspectiva del ausente– el «salvaje amor» que sentía por su muelle de Las Palmas y el cosmopolitismo que éste le evocaba: «Yo amo mi puerto, en donde cien raros pabellones / desdoblan en el aire sus insignias navieras, / y se juntan las parlas de todas la naciones / con la policromía de todas las banderas», véase Morales, Tomás: Las Rosas de Hércules, Libro Primero, Madrid, 1922, p. 103. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 202; 2020, PP. 287-320 299 3. EL CARTEL NAVAL COMERCIAL EN CANARIAS 3.1. Origen, génesis compositiva y apropiación del espacio público Es comprensible que tras el proceso de conquista insular (1496), la infor-mación de interés público surgida en el seno de una nueva sociedad en construcción – mayoritariamente iletrada– fuese divulgada por cauces verbales. Y es aquí donde la figura del pregonero cumplía con una función fundamental; pues de su voz par-tían noticias, así como sentencias, ordenanzas y acuerdos emanados de una admi-nistración en ciernes, concurriendo a la sazón a las plazas o a las puertas de los tem-plos para garantizar la correcta transmisión de su mensaje32. Sin embargo, en ocasiones se daba el caso de que no solo se podía contar con la voz como canal de comunicación exclusivo, manifestándose situaciones con-cretas donde la información precisaba ser transmitida de forma escrita. Circunstan-cia ésta que dio lugar a la aparición de los primeros textos informativos de carácter público que pueden ser considerados como un precedente del cartel, y entre los que se encontraban desde una simple lista de precios referentes al género que se vende en un comercio hasta la costumbre de colocar comunicados a la vista de los tran-seúntes con motivo de determinados eventos de ocio, donde se informaba y reca-baba la rúbrica de sus participantes de cara a su cuantificación, así como para dejar con ello constancia del acatamiento tácito de las normas de participación en dichos actos públicos. De esta manera, ya en el siglo xvii, el diccionario de Sebastián de Covarrubias definía el cartel como «el escrito que se pone en tiempo de fiestas por los que han de ser mantenedores de justas, o torneos, o juegos de sortijas, al pie del qual firman los aventureros»33. Definición que en este caso venía a corroborar una tradición ya arraigada en la nueva sociedad insular y ejemplificada en un acuerdo adoptado por el Cabildo de Tenerife (1515) donde no solo por medio de la voz, sino a través del escrito y su correspondiente emplazamiento en un lugar público y visi-ble, se conminaba a la población a rogar y festejar por la salud del monarca, Fer-nando el Católico34. No obstante, junto a la referida acepción, por cartel también se entendía el «libelo infamatorio, q se fixa secretamente en los cantones», una defi- 32 Como así ocurría en San Cristóbal de La Laguna en los albores del siglo xvi: «(...) fue mandado por el señor alcalde mayor Pedro de Vergara apregonar e se apregonó públicamente por Juan Negro, pregonero, público, (...)» en Serra Ràfols, Elías: Acuerdos del Cabildo de Tenerife 1497- 1507, acuerdo 9-10-1501, vol. i, col. Fontes Rerum Canariarum, Exmo. Ayto. de San Cristóbal de La Laguna, Tenerife, 1949, p. 36. 33 Covarrubias, Sebastián de: Tesoro de la Lengua Castellana o española, Madrid, 1611, p. 207. 34 «Se diga misa cantada y se predique, si oviere predicador, por la salud de su Alteza que N. S. guarde e conserve e aquel día se corran toros en la plaza real desta villa do es la capilla de San Miguel e se jueguen cañas y corra sortija e se pongan joyas e se hagan otras maneras de alegría e man-dan que así se pregone e publique», véase Serra Ráfols, Elías y De la Rosa Olivera, Leopoldo: Acuerdos del Cabildo de Tenerife, 1514-1518, acuerdo 13-08-1515, vol iii, col. Fontes Rerum Cana-riarum, Exmo. Ayto. de San Cristóbal de La Laguna, Tenerife, 1965, p. 120. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 202; 2020, PP. 287-320 300 nición relacionada con la palabra pasquín y que, este caso, nos desvía sustancial-mente del tema que tratamos. Tiempo después, en las primeras décadas del siglo xviii, el Diccionario de Autoridades nuevamente definía el cartel como el escrito público, utilizado en un con-texto lúdico, y se volvía a asociar a la palabra pasquín. Además, también se incluían en su acepción aquellos escritos remitidos a un contrincante para entablar un duelo con él, a la par que el texto donde se establecían las condiciones y se especificaba la relación de personas con las que se había de realizar un trueque de prisioneros de guerra. Sin embargo, a ello se añadía otro significado bastante elocuente, como el «papel que se fija en algún paráge público en que se manda, ô se hace saber alguna cosa, para que venga à noticia de todos, y ninguno pueda alegar ignorancia»35, haciéndolo por extensión aplicable también a los términos de bando y edicto. En este contexto viene a colación un acontecimiento reseñado por Lope Antonio de la Guerra y Peña en sus Memorias y relativo a las medidas de actuación determinadas por la administración insular a la hora de erradicar una plaga de langosta que aso-laba la isla de Tenerife, en 178136. Así, con el transcurrir de los años, a mediados del xix, en la definición de cartel se vuelve a insistir en su función y lugar para empla-zarlo, pero con una descripción más sucinta: «Anuncio fijado en sitio público»37. Entendiéndose por anuncio «la noticia que por escrito se da al público, poniendo en conocimiento de la venta de una cosa, las salidas ó entradas de correos, diligen-cias ó buques»38. Como ejemplo de ello, la tinerfeña Línea de Vapores de las Bandas del Sur39, exponía en su reglamento para la administración de a bordo (publicado cuando dio comienzo su actividad mercantil) que para la expedición de billetes de pasaje e información sobre los fletes, los interesados debían acudir a las oficinas que esta empresa tenía en el muelle de Santa Cruz de Tenerife o en Gáldar, para realizar tales cometidos antes de las salidas del barco y «á las horas que estarán señaladas en un cartel permanente, colocado sobre la puerta del despacho»40. Más recientemente, el diccionario de María Moliner introducía a las acepciones aludidas otra más espe-cífica, donde se conjugaba su carácter gráfico, funcionalidad y finalidad: «El escrito o dibujo con un aviso o anuncio, por ejemplo de las obras de teatro o películas que se exhiben, generalmente de gran tamaño, destinado a ser fijado o exhibido en los 35 Diccionario de Autoridades [edición facsímil], tomo i (a-c), vol. 2, Editorial Gredos, Madrid, 1990 [1729], p. 203. 36 Concluyendo que «(...) madaronse fixar papeles paraq.e llegase á noticia de todos...», véase De la Guerra y Peña, Lope Antonio: Memorias. Tenerife en la segunda mitad del siglo xviii, 1780-1792, cuaderno iv, Las Palmas de Gran Canaria, 1959, p. 49. 37 Gran diccionario de la Lengua Española, tomo i, Madrid, 1852, p. 230. 38 Op. cit. p. 551. 39 Empresa que inició su andadura en 1868 y cuyo barco principal –denominado Gua-jara– conectaba los puertos del sur de la isla con los capitalinos de La Gomera y El Hierro, así como los grancanarios de Gáldar y Agaete. 40 El Amigo del País: periódico de la Sociedad Económica de Santa Cruz de Tenerife, Santa Cruz de Tenerife, 30 de octubre de 1868, p. 471. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 202; 2020, PP. 287-320 301 lugares públicos»41. A la par que, como significado más actualizado, al cartel se le define de forma más genérica como la «lámina en que hay inscripciones o figuras y que se exhibe con fines informativos o publicitarios»42. De todo ello se puede extraer que el cartel cumple con una función pri-mordial: informar y publicitar públicamente algo; que –por lo general– consta de dos registros concretos de información (textual y gráfico); y que es un medio que se dirige a su receptor mediante un soporte y códigos determinados que se irán estan-darizando y definiendo con el transcurso del tiempo. En sus inicios, el cartel naval comercial compartía con el anuncio insertado en boletines y prensa escrita numerosos elementos formales comunes. De hecho, mediante dichas noticias breves o gacetillas –localizadas por norma en la última página de las numerosas ediciones periódicas que vieron la luz desde el primer ter-cio del siglo xix– se informaba de forma sintética acerca de los movimientos de buques acaecidos en los puertos nacionales y, particularmente, de los canarios. En estas publicaciones, junto a las fechas de entrada y salida de las naves, también se especificaban las procedencias y destinos que tenían asignadas las embarcaciones, su denominación, apodo (en casos puntuales) y nacionalidad; así como la identifi-cación del capitán, su carga, pasaje y –cuando procedía– el correspondiente con-signatario que formalizaba los fletes. Junto a ello, de forma ocasional, estos textos informativos aparecían con un encabezado en el cual se concretaba el destino y los nombres de las naves, destacados éstos en caracteres en mayúscula o en «caja alta», aunque también se prodigaba resaltarlos en negrita. Una norma que respondía a la necesidad de enfatizar aquellas palabras más relevantes de la información que se presentaba al lector; al tiempo que se podían entrever algunos recursos expresivos con finalidad persuasiva, cuyo fin último era singularizar y dar notoriedad al ser-vicio marítimo que se dispensaba y entre los cuales tenían cabida adjetivos de enal-tecimiento –algunos en modo superlativo– acompañando al tipo de embarcación, especificación de servicios distinguidos, descripción de las características de la nave en aras de mostrar los últimos avances tecnológicos, etc. Recursos todos ellos que a la postre conformaron una relación de clichés bastante habituales en este contexto de la comunicación impresa [Anexo]. Además, de forma progresiva, en dichos reclamos informativos también se fueron introduciendo viñetas con representaciones de barcos [foto 4]. Momento a tener en consideración, sin lugar a dudas, ya que fue un recurso visual que encontró su eco en la estructuración de la información dentro de los carteles navales comer-ciales, siendo un elemento icónico que en la prensa insular halló su pleno desarrollo formal a finales del siglo xix, convirtiendo la sección de gacetillas de las publicacio-nes locales en un variopinto catálogo de embarcaciones a vela y propulsión mixta. 41 Diccionario del uso del español de María Moliner, tomo i (A-G), Ed. Gredos, Madrid, 1991, p. 538. 42 Diccionario de la lengua española, tomo i, Real Academia Española, Madrid, 2001, p. 466. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 202; 2020, PP. 287-320 302 Llegados a este punto, podemos exponer también la importancia del relato de viaje de cara a constatar este tipo de servicios distinguidos que en la mayoría de las ocasiones eran expuestos en los medios de comunicación impresa. Como tes-timonio de ello, cuando en las postrimerías del siglo xix el célebre viajero Jules Leclerq describió su travesía hacia Canarias en el vapor Dom Pedro, manifestaba la buena impresión que le causaba el buque, ahondando en detalles derivados de su diseño interior43. Algunos años más tarde, el periodista británico Isaac Latimer viajó a Canarias y también dejó por escrito la sensación satisfactoria que le produjo la nave a vapor que le servía de transporte, denominada Arawa, al hacer referencia a la escasa vibración que notaba en su desplazamiento44. Sin embargo, no siempre 43 De dicho barco decía que es «el mayor y el más bonito paquebote de la flota de los Char-geurs Réunis. El salón está al mismo nivel de la cubierta, excelente disposición para los países cálidos; todas las maderas son de arce, de color más alegre que la caoba, que es la más corriente empleada. Estos detalles tienen su importancia: en una travesía de varios días, me gusta tener un alojamiento agradable». Véase Leclecq, Jules: Viaje a las islas Afortunadas. Cartas desde las Islas Canarias en 1879, prólogo a cargo de Antonio Rumeu de Armas, Ediciones Idea, Santa Cruz de Tenerife-Las Palmas de Gran Canaria, 2006 [1879], p. 48. 44 Y que, según sus palabras, era consecuencia del novedoso «sistema de motores de triple expansión...» y los cuales –continúa exponiendo– «tienen un fácil funcionamiento y trabajan libres de vibraciones y sacudidas de cualquier tipo, de modo que más tarde, por la ausencia de movimientos, casi no reconocíamos que estábamos a bordo de un barco». Véase Latimer, Isaac: Notas de un viaje a las Foto 4. Gacetilla con viñeta representando un barco de vela. Periódico El Conservador Canario (1 de octubre de 1839). REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 202; 2020, PP. 287-320 303 las referencias a un viaje hacia el Archipiélago en este medio de transporte naútico venían aparejadas de elogios; porque, años después, una expedición suiza a la cabeza de la cual se encontraba el geobotánico Carl Schröter, constataba en su relato la dureza de la singladura en el Villaverde, vapor de la Compañía Trasatlántica Espa-ñola45. En fin, visiones contrastadas que, en el ejemplo menos sugerente, nos acerca más a lo que debía de ser un desplazamiento plagado de contratiempos. Por otro lado, el gran descubrimiento social del siglo xix fue la calle46, un espacio intenso y extensamente explotado por la publicidad, «bombardeando» siste-máticamente al viandante-consumidor, toda vez que se servía de una diversidad de recursos visuales y donde el cartel evidenció unos niveles de protagonismo tan sig-nificativos que se ha llegado a afirmar que la urbe se trastocó en una auténtica gale-ría de arte al aire libre47. Sin embargo, no se debe olvidar la función primordial de dicha expresión gráfica: la información. Por ello, habida cuenta de la pluralidad de anunciantes que concurrían al espacio público, era normal que se estableciese un cierto control en su disposición por parte de las autoridades competentes, como así quedó demostrado en el contexto nacional48. Como era de esperar, y salvando las diferencias respecto a las grandes ciudades europeas, la administración canaria deci-monónica también se había visto obligada a actuar en aras de regular este pujante medio de comunicación, tomando también medidas al respecto49. Junto con ello, como expresión de la notoriedad que había alcanzando la información gráfica en los espacios públicos de finales del siglo xix, destacamos la necesidad que se plan-teó desde el Estado para fiscalizarla, estableciendo distinciones entre los «anuncios publicitarios» y los «anuncios de infomación», referidos estos últimos a estableci- Islas de Tenerife y Gran Canaria (Un Clima de Verano en Invierno), estudio crítico a cargo de Manuel Hernández González, Ediciones Graficolor S.L., La Orotava, Tenerife, 2002 [1887], pp. 20 y 21. 45 Expresando que, para la mayoría de los expedicionarios, el solo hecho de nombrar dicha nave evocaba en su persona «sucesos desagradables: cuerpos desequilibrados, rostros pálidos, gemi-dos surgidos de diminutos camarotes, nauseabundos olores procedentes de la cocina, alimentos ela-borados con aceites malísimos y carentes de energía...». Véase Schröter, Carl: Una excursión a las Islas Canarias, prólogo a cargo de Lázaro Sánchez-Pinto, Ediciones Idea, Santa Cruz de Tenerife-Las Palmas de Gran Canaria, 2007 [1909], p.22. 46 Véase Satué, Enric: El diseño gráfico. Desde los orígenes hasta nuestros días, Alianza Forma, Madrid, 1993, p. 81. 47 Barnicoat, John: Los carteles. Su historia y su lenguaje, Ed. Gustavo Gili, Barcelona, 2000 [1972], p. 6. 48 El Real Decreto de 2 de abril de 1852 establecía normas específicas para el ejercicio de la libertad de imprenta. Así, el art. 96 exponía que «ningún cartel manuscrito, impreso, litografiado, ó bajo cualquiera otra forma que fuere, podrá fijarse en los parajes públicos sin prévio aviso del Gober-nador de la provincia ó de la Autoridad local donde el Gobierno no resida», mientras que el art. 109 se hacía eco de las mediadas punitivas al contravenir dicha disposición, estableciendo que «la fijación de todo cartel sin el permiso competente se castigará con la multa de 200 á 1,000 rs.», véase Real Decreto sobre el ejercicio de la libertad de imprenta, Madrid, 1852, pp. 26 y 27. 49 «Ningún cartel manuscrito, impreso ó litografiado ó de cualquier modo que sea; podrá fijarse en los parajes públicos sin prévio permiso de la autoridad, quién será responsable de las con-secuencias que tuviere esta publicación. Se exceptuan los editores ó anuncios oficiales», véase Bole-tín Oficial de Canarias, n.o 62, 18 de marzo de 1844, p. 3. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 202; 2020, PP. 287-320 304 mientos comerciales y servicios específicos; quedando en este caso libres de cual-quier carga impositiva50. Con todo ello, de lo que no cabe duda es de que nos encontramos ante un concierto visual nacido para la satisfacción de una creciente sociedad de consumo que paulatinamente será seducida con tres recursos gráficos singulares, con forma-tos definidos y de creciente presencia en Canarias: el cartel publicitario [foto 5a]; su variante dimensionalmente aumentada, ubicada por lo general en lugares muy transitados [foto 5b]; y otro medio promocional con vocación de perennidad que, bajo la forma de un panel cerámico [foto 5c], fue muy proclive a perpetuarse en el 50 El Proyecto de la Ley del Timbre del Estado recogía en su artículo 200 que estaban sujetos al pago de un canon pecuniario concreto «todos los anuncios que se fijan en sitios públicos, tranvías, omnibus y demás carruajes públicos, estaciones de ferrocarriles, cafés, tiendas, almacenes y otros loca-les análogos, y los que se pongan en los telones de los teatros», exceptuando de dicho pago los anun-cios «que se fijan en escaparate, portada, acceso e interior de la tienda, taller o almacén, expresando la clase, precio y procedencia de los artículos, siempre que se refieran á los que en el propio local se expendan ó confeccionen; ni los carteles oficiales que obligatoriamenten han de fijar las compañías de ferrocarriles y empresas de diligencias y vapores en sus estaciones y oficinas, respectivamente», véase Boletín Oficial de la Provincia de Canarias, n.o 60, Santa Cruz de Tenerife, 18 de mayo de 1900. Foto 5. a. Cartel publicitario en el exterior de una venta, Tenerife, detalle fotográfico de finales del siglo xix (colección particular); b. Pormenor de una postal en la que se aprecian cartelones comerciales en el muelle de Santa Cruz de Tenerife, cromolitografía de finales del siglo xix (colección particular); y c. Reproducción de un anuncio publicitario cerámico sito en el inmueble que ocupaban los antiguos almacenes Ayala, Santa Cruz de Tenerife, fecha actual (colección del autor). REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 202; 2020, PP. 287-320 305 tiempo, teniendo la propiedad de adaptarse tanto a paredes de inmuebles (fachadas y medianeras) como al mobiliario urbano51. De igual forma, de la selección del soporte para el cartel o su acertado emplazamiento también se derivaba el éxito del mensaje que se quería transmitir. A este respecto, destacan aquellos lugares habilitados dentro de la trama urbana para dicho cometido, momento en el que comienzan a ser distribuidos y conocidos entre la vecindad los paneles o cuadros52. Para corroborar el uso de esta singular solución, existe una fotografía conocida y elocuente [foto 6], de finales del siglo xix, donde se aprecia una esquina del desaparecido Hotel Camacho (sito en Santa Cruz de Tene-rife) con un panel de formato vertical como soporte para varios carteles encolados53. 51 En este caso hacemos referencia a los asientos de la «plaza de los Patos», en Santa Cruz de Tenerife, en cuyos respaldos queda el testimonio publicitario de varias casas comerciales de prin-cipios del siglo xx. 52 Como así se especifica en una nota de prensa local referente a su ubicación en Santa Cruz de Tenerife, expresando que «ya están colocados, y han empezado a utilizarse, los cuadros en que el Ayuntamiento ha dispuesto que se fijen los anuncios y carteles...», Las Canarias: Periódico liberal-reformista, 13 de octubre de 1888, p. 3. 53 Una modalidad que, gracias a la imagen gráfica y fotográfica, también hemos encon-trado en otros lugares de la geografía urbana isular (de entre finales del siglo xix y primeras décadas del xx): en la plaza de Santa Ana de Las Palmas de Gran Canaria, concretamente en una esquina del palacio episcopal, frente a la catedral; en un establecimiento ubicado en la calle de Muro, junto Foto 6. Panel o cuadro con carteles encolados en el exterior del Hotel Camacho, Santa Cruz de Tenerife, finales del s. xix. Archivo de fotografía histórica de Canarias. Cabildo de Gran Canaria (FEDAC). REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 202; 2020, PP. 287-320 306 Además, se trata de una imagen de la que se puede extraer un aspecto bastante reve-lador, aparte de la normalización en la colocación de dichas obras gráficas, como es la presencia de carteles destinados a avisar al transeúnte del tráfico marítimo local e internacional; al tiempo que, en este caso, el hotel se perfilaba como un marco estra-tégico para dotar a estas obras impresas de las funciones que les eran inherentes en un espacio de encuentro entre la ciudadanía y el turista/visitante, en cuyo contexto se les prestaba la más esmerada atención54. Junto con dichos soportes, también destacó el cometido que desempeña-ron los denominados carteles avisadores, los cuales eran portados por personas para anunciar toda clase de asuntos de interés público y entre los cuales el espectáculo ocupaba un lugar a tener en consideración55. En definitiva, salvo matices, y desde un punto de vista estilístico, analizando el escaso material gráfico y fotográfico consultado se puede aseverar que la produc-ción local de carteles (de finales del siglo xix y primeras décadas del xx) seguía las pautas compositivas de algunos modelos foráneos. A la par, tampoco su diseño dife-ría sustancialmente de los acometidos en los referidos anuncios de prensa, así como en publicaciones promocionales, revistas y guías de viaje de dicho periodo. 3.2. Revelando el contexto insular El cartel comercial naval se manifiesta como una expresión plástica singular –que le viene dada por su explícito mérito estético y/o por su antigüedad–, de igual manera que se nos muestra como una interesante fuente de información abordable desde muchas disciplinas; a la par que, como fin último, nos informa y da testimo-nio de un servicio concreto: el tráfico marítimo a motor intercontinental de perso-nas, bienes y servicios. Razón por la cual se engloba dentro del denominado carte-lismo publicitario. Paralelamente, y como se ha venido sugiriendo, Canarias no fue ajena al desarrollo de este medio de comunicación masivo a tenor de su localización geográfica en el Atlántico; y es por ello por lo que, a nuestro parecer, la presencia insular se pone de manifiesto a partir de tres modos de representación concretos. al puente de Piedra sobre el barranco de Guiniguada, en la misma ciudad; o, para el caso de Santa Cruz de Tenerife, en el exterior del antiguo Hotel Alexandra Olsen’s; en una pared en las inmedia-ciones del desaparecido chorro de Puerto Escondido; y, también, en una esquina del ya inexistente Hotel Internacional, junto a la plaza de la Constitución. 54 En este sentido, un anuncio extraído de una publicación local, y referido a dicha entidad de alojamiento eventual, exponía: «Un empleado del Hotel visita á todos los vapores que arriban á este puerto, haciéndose cargo de los equipajes de los viajeros al desembarcar, evitándoles las molestias consiguientes á los señores pasajeros». Véase Noticias del Puerto de Santa Cruz de Tenerife, capital de la provincia de Canarias, Publicación a cargo de la Sociedad La X, Santa Cruz de Tenerife, 1894, p. 56. 55 Estos carteles ambulantes solían disponerse allí donde la concentración de transeúntes era mayor. En este caso, a principios de la pasada centuria se localizaban en los alrededores de Teatro Leal (San Cristóbal de La Laguna), como reclamo explícito para publicitar las funciones de dicha entidad. Véase González Díaz, Francisco: A través de Tenerife, La Laguna, Tenerife, 1923 [1903], p. 174. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 202; 2020, PP. 287-320 307 3.2.1. El textual O aquél en el que solo existe una alusión nominal del Archipiélago, de forma genérica («Canarias», «Islas Canarias»); a un sobrenombre alusivo a este enclave, ya fuere con carácter general («Islas del Atlántico») o manifestando evidentes conno-taciones míticas («Islas Afortunadas»); a una isla concreta («Tenerife», «Gran Cana-ria », «La Palma») o a los puertos capitalinos («Santa Cruz de Tenerife» y «Las Palmas de Gran Canaria», principalmente). A este respecto, también habría que especifi-car que muchas de estas denominaciones vendrían traducidas en la lengua oriunda del público receptor. Asimismo, a este apartado pertenece la mayor parte de la pro-ducción de carteles consultada en el presente texto; partiendo desde las creaciones meramente tipográficas de finales del siglo xix hasta las realizadas para la compa-ñía británica The Union-Castle Mail Steamship Co. Ltd o Union-Castle Line, ya a finales de la década de los cuarenta de la pasada centuria. 3.2.2. El cartográfico Mediante una representación de Canarias en un mapa, plano o globo terrá-queo, apareciendo el Archipiélago como lugar de recalada en determinadas rutas (ya fuese dentro del ámbito colonial africano o como territorio de paso hacia otras áreas de influencia de ultramar); pero, eso sí, asociándose en ambos casos al des-plazamiento de mercancías (cartografía económica), flujos migratorios (cartografía social) y turismo (cartografía del ocio). Además, es reseñable que los carteles eng-lobados en este apartado responden tanto a las estrategias de promoción de una o varias rutas en un espacio territorial concreto y en un momento dado como a una forma de reafirmación del ámbito de actuación de la correspondiente naviera en el contexto mundial. En este sentido, destacaremos –debido a su calidad visual y compositiva– los trabajos realizados para la compañía Norddeutscher Lloyd-Bre-men por Themistokles von Eckenbrecher (c. 1906) y Bernd Steiner (1927). Del mismo modo, y como caso excepcional, en esta categoría se integran también aque-llos carteles promocionales donde las navieras presentaban un mapamundi con la distribución de sus recorridos y puertos de escala y destino. Un tipo de represen-tación gráfica concebida para ser ubicada –principalmente– en oficinas y departa-mentos comerciales de la correspondiente empresa mercantil y en la que subyace una estrategia de promoción institucional para los potenciales clientes que acce-diesen a sus instalaciones. 3.2.3. El tópico isleño O, lo que es lo mismo, de cómo un artista gráfico foráneo intentaba hacer ver a sus compatriotas un territorio geográfica y culturalmente extraño; fundamen-tado –en la mayor parte de los casos– en apreciaciones e interpretaciones persona- REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 202; 2020, PP. 287-320 308 les56. Ello solía quedar plasmado en la representación del paisaje, la flora y fauna que lo ocupan, la climatología que lo singulariza, las gentes que pueblan el territorio, así como los lugares donde residen, amén de sus quehaceres y folclore. Una iconogra-fía seleccionada ex profeso, muy simbólica y vinculada en este caso a la inclusión de Canarias como destino turístico, así como a la concreción de una imagen-reclamo del Archipiélago dentro de una estrategia de promoción concreta. Un recurso visual que desde finales del siglo xix y década de los treinta de la pasada centuria se nos muestra «diluido» junto a otros enclaves isleños del ámbito macaronésico y de la ribera mediterránea; siendo a partir de la década de los cincuenta de la pasada cen-turia cuando acabó por ser explícitamente alusivo a Canarias. Como reflejo de esta dicotomía citar algunos trabajos desarrollados para la compañía germana Hamburg- Süd (Ottmar Anton, 1935) o la francesa Paquet (J. Tonelli, c. 1959). En fin, estos elementos singulares, constitutivos todos ellos de una gran metáfora visual, tendrán su correspondiente impronta en la representación del paisaje canario. A continua-ción los tratamos con detenimiento: – Obviamente, la condición de nuestro archipiélago viene determinada por la pre-sencia de varias islas e islotes rodeados por el mar; un medio acuático que, en consecuencia, determina otro ámbito de no menor importancia estética cuando entra en contacto con la tierra firme: la costa. Al igual que la isla, el espacio costero –fundamentalmente aquel que se revela antropizado– es percibido en el cartel desde el interior del territorio, haciendo partícipe al espectador/turista del panorama que se despliega ante él y convirténdolo en testigo pasivo de su cotidianidad. Además, la costa también se comporta como un espacio de frontera, transición e intercambio; allí donde lo local y lo foráneo interactúan, revelándose la exaltación del «recíproco descu-brimiento ». De hecho, éste es el ámbito por donde acceden los visitantes (principalmente turistas), momento en que hace acto de presencia la nave que los transporta. El barco turístico se manifiesta dentro del paisaje de forma totalmente aséptica. Ora fondeado, ora en proceso de desplazamiento, pero subordinado a la escenificación territorial que le sirve de marco referencial (y por lo tanto dimensional). Además, por norma, ya no hay vaporosas nubes de hollín que distraigan la apreciación de un contexto singular, pues en este momento no interesa dejar constancia la celeridad del transporte derivada de la combustión del carbón –como quedó ejemplificado en épocas anterio-res–; muy al contrario, las «chimeneas mudas» de las motonaves evocan un tiempo más pausado y en consonancia con un disfrute vacacional alejado de la agitación cotidiana de la metrópoli. Paralelamente, la presencia del espacio costero también puede quedar eclipsada por una orografía abrupta, 56 Ello no fue óbice para que la fotografía sirviese de referente visual a la hora de plantear una ilustración determinada, como en su momento daremos a conocer al abordar la obra gráfica del ger-mano Ottmar Anton. Un trabajo desarrollado, principalmente, en la década de los 30 del pasado siglo. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 202; 2020, PP. 287-320 309 revelando un contexto geológicamente accidentado que deviene en el paisaje interior. Son espacios de arena y basalto, rematados por un accidente geo-lógico recurrente: el Teide. Un hito atlántico, perpetuamente nevado, que proclama las bondades y contrastes de la climatología canaria. – La climatología también define el paisaje, lo modela a lo largo del tiempo, creando ámbitos de enorme frescura y vegetación exuberante frente a espacios de extrema sequedad. Canarias es tierra de contrastes, circunstancia ésta por la que se convirtió en el espacio ideal para curar dolencias y reponer fuerzas, lejos de las inclemencias invernales del Viejo Continente57. Así, desde antaño, el Archipiélago se ha definido por la benignidad de su clima. Es el lugar de la «eterna primavera», eslogan de gran predicamento en varias campañas publicitarias de la pasada centuria y que –ya en el siglo xvi– constató el ingeniero cremonés Leonardo Torriani, cuando puso a Canarias «bajo el signo de Cáncer», conjurando con este acto creativo un canto clásico atri-buido a Ovidio y que en su condición de humanista le permitió discernir que las peculiaridades de un clima templado y un territorio fértil venían determinadas por este signo zodiacal asociado al líquido elemento58. En este caso un cangrejo de agua dulce que transmuta la humedad de los vientos alisios para el consuelo y fortuna de los isleños. Además, la representación del clima encuentra su máxima expresión en la presencia de paisajes que rezuman amabilidad cromática. Instantes congelados donde el color habla por sí solo59. Son gamas tonales cálidas, donde predominan los cielos des-pejados o delicadamente degradados, y lugares en los que la luz solar cobra un notable protagonismo, ya fuese al mediodía o con el sol cerca de la línea del horizonte, advirtiéndose en este último caso a través de la proyección de acusadas sombras y superficies luminosamente contrastadas. Y también será la constante presencia del «Astro Rey» (mafiestado de forma directa o indirecta) la razón por el que se acude a Canarias, llegando incluso a con- 57 Como así lo proclamaba en su día una postal británica, de finales del xix, en la que se contrastaba la temperatura durante el invierno boreal entre el Archipiélago y otro espacio urbano del «Viejo Continente»; teniendo a una mujer como protagonista: turista en jornada de baño en una soleada playa de Tenerife y atribulada viandante en una lejana y fría calle europea. 58 Martín Rodríguez, Fernando Gabriel: La Primera imagen de Canarias. Los dibujos de Leonardo Torriani, Colegio Oficial de Arquitectos de Canarias (COAC), Santa Cruz de Tene-rife, 1986, pp. 53-55. 59 En este caso, el británico Harold Lee nos dejó la siguiente impresión cuando arribó a Santa Cruz de Tenerife en las postrimerías del siglo xix: «The blue of the water is intense, and cons-trast delightfully with the dazzling brightness of the town as it basks there in the hot afternoon sunlight». Asimismo, en su visita a la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, describió su singular arquitectura en los siguentes términos: «It is a city of flat-roofed houses, whose white or yellow-cou-lores walls, jutting balconies, green-tinted shutters, and upspringing minaret towers suggest at once an origin in the far past and burning climes», véase Lee, Harold: Madeira and the Canary Islands, a Handbook of Tourists, Lee and Nightingale, Liverpool, 1888, pp. 15 y 19. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 202; 2020, PP. 287-320 310 vertirse en protagonista exclusivo en alguna ocasión, como así se ejemplifica en un trabajo del germano Fritz Kück (1934). – De la interacción del clima con el territorio cobra protagonismo la vegetación –autóctona o alóctona–, en su estado natural o ubicada como elemento ornamental, cuando la actividad humana la dispuso en espacios habilitados a este efecto (ya fuere en pérgolas, parterres o descolgándose por muros enca-lados). A este respecto, las especies locales como la palmera canaria (Phoenix canariensis), el drago (Dracaena draco) o el cardón (Euphorbia canariensis), en ocasiones compartirán su espacio vital con otros ejemplares introducidos por el hombre en el paisaje insular con una finalidad económico-productiva: como la pitera (Agave americana L.), la tunera (Opuntia maxima Mill) o la platanera (Musa acuminata). O, simplemente, con un propósito estético y singularizada en la buganvilla (Bougainvillea spectabilis). – El elemento faunístico también encuentra su espacio de representación, asociado en ciertos casos a las actividades humanas, como los animales de tiro y carga (de raza bovina o asnal) o especies en su medio natural, como la gaviota patiamarilla (Larus michahellis atlantis). Sin embargo, por encima de ellos se constata la relevancia del canario (Serinus canaria), animal oriundo de la Macaronesia, de reputado conocimiento internacional. Además, debido a su homonimia con nuestro territorio insular, se llegó a convertir en referente icónico en más de una campaña promocional, llegando incluso a ser perso-nificado: vestido con indumentaria típica, tocando instrumentos musicales o interactuando con los humanos. – En lo concerniente a la arquitectura, se revela un deseo manifiesto por conjugar en el hábitat insular los elementos constructivos vernáculos con replanteamien-tos ad hoc. De este modo, si por un lado se prodigan inmuebles modulares con cubierta de teja árabe, paramentos enjalbegados y vanos cubiertos con obra de carpintería –en algunos casos sustentados en la fotografía para recrear algún núcleo poblacional determinado–, ello no impidió la introducción de anacronismos constructivos fruto de la inventiva del autor del cartel. – La representación humana en este contexto es fundamentalmente local. Hay au-sencia evidente de turistas. El «espécimen insular» es promocionado como parte integrante del paisaje; ya fuere dedicado a sus cometidos cotidianos (y siempre vinculados al sector primario), mostrando carencias evidentes en infraestructuras básicas y que se explicitan en el acarreamiento de mercancías con animales domésticos, así como cargando sobre la cabeza recipientes de loza artesanal local; o inmersos en momentos de asueto (descansando o dialogando), como participando en representaciones folclóricas (en bailes tradicionales con el acompañamiento de instrumentos musicales y siempre ataviados con indumentarias típicas o reinterpretaciones de las mismas). Pero el isleño también presenta unos caracteres raciales concretos, predominando la tez broncínea y los cabellos morenos. A este respecto, se puede decir que algunos de los carteles que dan a conocer este «tipo racial local» fueron REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 202; 2020, PP. 287-320 311 diseñados en la Alemania nazi60. Asimismo, la mujer también va a ser utili-zada como expícito reclamo promocional con una carga sexual manifiesta. En definitiva, todos estos ámbitos reiterativos y de representación se perfi-lan como recursos que quedarán integrados dentro de las complejas estrategias de «llamada de atención» y «captación de la atención» del público objetivo o clincher61. 4. CONCLUSIONES Como ya expresamos con anterioridad, el cartel comercial naval ha sido objeto de una escasa atención en los círculos académicos nacionales, a pesar de ser una fuente inestimable de información susceptible de ser tratada desde una perspec-tiva multidisciplinar. En este sentido, una causa evidente de la inexistencia de estu-dios concretos sobre este medio de comunicación masivo se encuentra en la ausen-cia de colecciones relevantes de carteles nacionales que aborden este género. A ello habría podido contribuir el delicado soporte sobre el que se suelen imprimir –muy expuesto a las agresiones de los agentes ambientales–, lo que complicó sustancial-mente su conservación; su gran dispersión, por el hecho de estar vinculados a todos aquellos puertos y países donde los buques salían, hacían escala o arribaban; ade-más del escaso interés que como objeto de colección pudieron haber tenido en un momento dado. Empero, en la actualidad, junto con algunas instituciones públicas y privadas que se distribuyen a lo largo y ancho de la geografía mundial, los reposi-torios digitales de imágenes que abundan en la red se han convertido –intenciona-damente o no– en pequeñas pinacotecas virtuales; pudiendo el interesado acceder a la más variopinta relación de obras singulares atesoradas distintas partes del mundo. En lo que respecta a Canarias, la relación de carteles vinculados a navieras que ha sido tratada en el presente texto se ciñen a una serie de características que ponemos en consideración en las siguientes líneas: a) Hasta finales del siglo xix, la mayor parte de la obra consultada es anónima, se incluye dentro de la impresión de carácter tipográfico y de ella solamente se conoce el nombre del impresor o de la empresa que lo imprimió. Ello no excluye que a partir de la generalización de la cromolitografía y la im-plementación de este novedoso sistema de reproducción gráfica por parte de artistas (dibujantes y pintores, principalmente) comiencen a aparecer las denominadas «obras de autor», reconocidas en este caso por su firma o por el hecho de estar concebidas en el seno de una agencia de publicidad. 60 En este sentido, existe una producción de carteles muy nutrida, derivada de la presen-cia en nuestro territorio de cruceros del Tercer Reich, incluso con posterioridad al año 1936, en el transcurso del alzamiento militar contra el Gobierno de la Segunda República. 61 Véase Checa Godoy, Antonio y Garrido Lora, Manuel: op. cit., 2015, pp. 27 y 28. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 202; 2020, PP. 287-320 312 b) Existe un mayor peso de la producción foránea frente a la nacional, mientras que la local es, hasta la fecha, inexistente. Eso sí, salvando una interesante colección vinculada a una imprenta gaditana, la mayor parte de los carteles consultados y que promocionaban sus correspondientes periplos con arribo o escala en Canarias fueron realizados en el extranjero. c) La imagen gráfica y fotográfica ha sido clave para constatar su presencia en el contexto urbano insular (de las islas capitalinas, fundamentalmente) y con una cronología de finales del siglo xix y principios del xx. Al tiempo que se constata su correspondencia tipológica con muchos carteles comerciales navales que se venían realizando fuera de las Islas Canarias. d) La génesis formal del cartel naval comercial va aparejada a la aparición de anuncios modulares o gacetillas en publicaciones periódicas de principios del siglo xix. Pudiéndose encontrar similitudes compositivas en la organización de la información, así como en la retórica persuasiva. e) La información en este tipo de carteles también se ciñe a los códigos de comu-nicación al uso. Pudiendo encontrar dos ámbitos de implementación: 1) el registro textual, que en principio buscaría identificar y singularizar el servicio que se oferta; y 2) el registro gráfico, cuya relevancia va unida al desarrollo de los sistemas de impresión, pasando desde las pequeñas viñetas xilográficas de finales del siglo xix a las impresiones a cuatro tintas en ófset de la década de los cincuenta de la pasada centuria. f) Dentro del registro gráfico del cartel comercial naval, cobran protagonismo dos unidades singulares que creemos que le otorgan sentido como tal: – La imagen corporativa de la naviera que se promociona. Perfilada como un elemento identitario que desde un primer momento se irá definiendo no solo a partir de la bandera de la compañía y su correspondiente escudo, sino también a través de otros recursos parlantes que toman carta de naturaleza en distintos ámbitos del barco, así como en otros medios de difusión al uso (p.ej., en la papelería). En este apartado debemos resaltar la localización de la primera imagen corporativa de una naviera (1899) que, en principio, circunscribió su ámbito de actuación en el contexto insular: la Compañía de Correos Vapores Interinsulares Canarios. – La nave motorizada. Desde las decimonónicas embarcaciones de propul-sión mixta (a vela y vapor) hasta las motonaves diésel de los años 50 del siglo pasado, la embarcación se nos revela bajo múltiples aspectos por destacar: barco de ilusionados emigrantes, nave de empresarios en busca de fortuna en territorios coloniales, transporte marítimo postal, acarreo naval de frutos desde tierras exóticas, recurso comu-nicativo interinsular o buque de placer y recreo. g) Si bien es cierto que los primeros carteles obedecen a una función meramente informativa y no publicitaria, muy al contrario de lo que tradicionalmente se ha manifestado, creemos que en el cartelismo naval comercial ya se asiste REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 202; 2020, PP. 287-320 313 a concierto de recursos retóricos y de comunicación no textual, donde el barco y la imagen corporativa manifiestan por sí solas un notable poder de persuasión de cara a un público objetivo concreto. h) Atendiendo a los registros de información expuestos, los carteles comerciales navales consultados pueden presentar las siguientes modalidades: – Cartel tipográfico con predominio exclusivo de la composición con tipos metálicos y/o de madera. – Cartel tipográfico con viñeta xilográfica ocasionalmente firmada por el grabador. – Cartel cromolitográfico donde el autor interviene en la elaboración com-pleta de la obra: ilustración + tipografía. – Cartel cromolitográfico donde el autor solo aporta una imagen (pintura) y no interviene en el trabajo tipográfico, el cual se añade a poste-riori con tipos móviles (madera o metal) al existir una reserva en la impresión. – Cartel ófset donde el autor interviene en el diseño (ilustración + tipografía). – Cartel ófset donde el autor solo trabaja en una parte del cartel (pintura, fotografía o fotomontaje), con una reserva para la introducción de información complementaria mediante técnica de reimpresión. i) La presencia de Canarias en el cartel naval comercial del periodo que abarca este trabajo se establece a partir de tres ámbitos de representación definidos y que, a su vez, lo singularizan: el textual, el cartográfico y el tópico insular. Recibido: 10-5-2020; aceptado: 11-6-2020 TABLA 1 Y ANEXO TABLA 1: RELACIÓN DE CARTELES NAVALES COMERCIALES (1883-1960) Fecha Naviera Autor Impresor Técnica Dimensiones Barco 1. 1883 Antonio Martínez de Pinillos Anónimo Revista Médi-ca (Cádiz) Tipografía Xilografía 89 × 65 cm Apolo 2. 1887 Compagnie Francaise de Navigation a Va-peur «Chargeurs Réunis» Anónimo E. Buttner- Thierry (Paris) Cromolitografía 67 × 71 cm Parana 3. c. 1887 Compañía Trasat-lántica Anónimo S.I. Compañía Trasatlántica Tipografía Xilografía 128 × 88 cm Alfonso xiii 4. 1888 Compagnie Francaise de Navigation a Va-peur «Chargeurs Réunis» Frédéric Hugo d’Alési Lemercier & Cie. (Paris) Cromolitografía 76 × 50 cm Parana 5. 1889 Societé Général de Transports Mariti-mes a Vapeur Anónimo Imprimerie Marseillaise (Marseille) Cromolitografía Tipografía 105 × 67 cm Aquitaine Grance Provence 6. c. 1891 Compagnie Gene-ral Trasatlantique Anónimo Imprimerie Moncharmont (Paris) Tipografía Xilografía 118 × 86 cm X (*)7. 1892 Vapores Trasat-lánticos Pinillos, Sáenz y Cía. Anónimo Revista Médi-ca (Cádiz) Tipografía Xilografía 130 × 65 cm (dividido en dos pliegos) Miguel M. Pinillos (*)8. 1892 Vapores Trasat-lánticos Pinillos, Sáenz y Cía. Anónimo Revista Médi-ca (Cádiz) Tipografía Xilografía 130 × 65 cm (dividido en dos pliegos) Conde Wifredo (*)9. 1893 Vapores Trasat-lánticos Pinillos, Sáenz y Cía. Anónimo Revista Médi-ca (Cádiz) Tipografía Xilografía 130 × 65 cm (dividido en dos pliegos) Conde Wifredo 10. 1893 La Veloce Nave-gazione Italiana a Vapore Anónimo Lit. Succ. Do-yen (Torino) Cromolitografía Tipografía 88 × 64 cm Nord-Ame-rica (*)11. 1895 Vapores Trasat-lánticos Pinillos, Sáenz y Cía. Anónimo Revista Médi-ca (Cádiz) Tipografía Xilografía 130 × 65 cm (dividido en dos pliegos) Catalina (*)12. 1895 Vapores Trasat-lánticos Pinillos, Sáenz y Cía. Anónimo Revista Médi-ca (Cádiz) Tipografía Xilografía 130 × 65 cm (dividido en dos pliegos) Conde Wifredo (*)13. 1895 Vapores Trasat-lánticos Pinillos, Sáenz y Cía. Anónimo Revista Médi-ca (Cádiz) Tipografía Xilografía 130 × 65 cm (dos pliegos) Martín Sáenz 14. 1895 Compagnie Francaise de Navigation a Va-peur «Chargeurs Réunis» Anónimo Im. Rue Marx (Paris) Cromolitografía 40 × 30 cm Flota de 34 embarca-ciones que navegaban bajo esta bandera REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 202; 2020, PP. 287-320 315 15. 1895 Peninsular and Oriental Steam Navigation Com-pany Alfred Simpson Andrew Reid & Co. (New-castle) Cromolitografía 60 × 40 cm Lusitania 16. c. 1895 Compagnie Francaise de Navigation a Va-peur «Chargeurs Réunis» Monograma STC Imp. E. Marx (Paris) Cromolitografía 40 × 30 cm X (*)17. 1896 Vapores Trasat-lánticos Pinillos, Sáenz y Cía. Anónimo Revista Médi-ca (Cádiz) Tipografía 88 × 65 cm Conde Wifredo (*)18. 1896 Vapores Trasat-lánticos Pinillos, Sáenz y Cía. Anónimo Revista Médi-ca (Cádiz) Tipografía 88 × 65 cm Catalina (*)19. 1896 Vapores Trasat-lánticos Pinillos, Sáenz y Cía. Anónimo Revista Médi-ca (Cádiz) Tipografía 88 × 65 cm Martín Sáenz 20. 1898 Peninsular and Oriental Steam Navigation Com-pany F/S (Alfred Simpson) Andrew Reid & Co. (New-castle) Cromolitografía 60 × 40 cm X 21. 1900 Societé Général de Transports Mariti-mes a Vapeur David Dellepiane Moullot Fils (Marseille) Cromolitografía Tipografía 74 × 64 cm Salta 22. c. 1900 La Veloce Nave-gazione Italiana a Vapore Anónimo Torino Lit. (Torino) Cromolitografía 99 × 69 cm Flota de 13 embarca-ciones que navegaban bajo esta bandera (*)23. 1901 Vapores Pinillos Izquierdo y Cª. Anónimo Revista Médi-ca (Cádiz) Tipografía Xilografía 130 × 65 cm (dos pliegos) Conde Wifredo (*)24. 1901 Vapores Pinillos Izquierdo y Cª. Anónimo Revista Médi-ca (Cádiz) Tipografía Xilografía 130 × 65 cm (dos pliegos) Miguel M. Pinillos (*)25. 1901 Vapores Pinillos Izquierdo y Cª. Anónimo Revista Médi-ca (Cádiz) Tipografía Xilografía 130 × 65 cm (dos pliegos) Pío ix 26. c. 1902 Peninsular and Oriental Steam Navigation Com-pany John Hassall The Lamson Agency Ltd. (London) Cromolitografía 102 × 63 cm Ophir Orontes (*)27. 1904 Pacific Steam Navigation Cª. Anónimo Revista Médi-ca (Cádiz) Tipografía 88 × 64 cm Galicia 28. 1904 Norddeutscher Lloyd, Bremen Hans Rudof Schulze Meisenbach, Rifarth & Co. (Berlin) Cromolitografía 104 × 65 cm Kaiserin Ma-ria Theresia (*)29. 1904 Vapores Pinillos Izquierdo y Cª. Anónimo Revista Médi-ca (Cádiz) Tipografía Xilografía 130 × 65 cm (dos pliegos) Miguel M. Pinillos Catalina (*)30. 1904 Vapores Pinillos Izquierdo y Cª. Anónimo Revista Médi-ca (Cádiz) Tipografía Xilografía 130 × 65 cm (dos pliegos) Martín Sáenz 31. c. 1904 Pacific Line of Ro-yal Mail Steamers Anónimo Sin identificar Cromolitografía 104 × 65 cm Orduña (*)32. 1905 Vapores Pinillos Izquierdo y Cª. Anónimo Revista Médi-ca (Cádiz) Tipografía Xilografía 130 × 65 cm (dos pliegos) Conde Wifredo 33. 1906 Norddeutscher Lloyd, Bremen Themis-tokles von Eckenbre-cher Wilhelm Jönt-zen (Bremen) Cromolitografía 37,5 × 26,7 cm X REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 202; 2020, PP. 287-320 316 34. 1909 Vapores Pinillos Izquierdo y Cª. Anónimo Imprenta de las Hijas de Niel (Cádiz) Cromolitografía Tipografía 67 × 48 cm Martin Sáenz 35. 1910 Alfred Holdt & Co., Liverpool (The Blue Funnel Line) Norman Wilkinson No consta Cromolitografía 101 × 64 cm Ascanius 36. 1910 Lloyd Sabaudo J. M. Pase-nas Viñeta del barco realizada por «Foto-grabados Bastard» Sobrinos de López Robert y Cº. (Barce-lona) Tipografía 138 × 74 cm Principe di Udine 37. c. 1910 Vapores Trasat-lánticos Españoles de A. Folch y Cª., Barcelona Anónimo No consta Cromolitografía 89,5 × 66 cm José Gallart 38. c. 1910 Sociedad de Nave-gación e Industria (Barcelona) Anónimo Sin Identificar Tipografía 88 × 64 cm Delfín y Hespérides 39. c. 1910 Sociedad de Nave-gación e Industria (Barcelona) Anónimo Sin Identificar Tipografía 88 × 64 cm Atlante y Hespérides 40. c. 1911 Pinillos Izquierdo y Ca. Anónimo No consta Cromolitografía 102 × 63 cm Balmes 41. 1913 Yeoward Line Richard Oliver T. Forman & Sons, Notthingham (London & Liverpool) Cromolitografía 93 × 60 cm Ardeola II 42. c. 1913 Yeoward Line Richard Oliver T. Forman & Sons, Notthingham (London & Liverpool) Cromolitografía 102 × 64 cm Ardeola II 43. 1916 Pinillos Izquierdo y Ca. Anónimo Sin Identificar Cromolitografía Tipografía 119 × 82 cm Cádiz 44. c. 1916 Pinillos Izquierdo y Ca. Anónimo Sin Identificar Cromolitografía Tipografía 119 × 82 cm Valbanera 45. 1920 Compagnie Belge Maritime du Congo Louis Royon E. Stockmans & Cº. (Anvers) Cromolitografía 100 × 62 cm Albertville 4 46. 1920 Norddeutscher Lloyd, Bremen Bernd Steiner Sin Identificar Cromolitografía 72 × 55 cm X 47. c. 1920 Compañía Trasat-lántica Española Anónimo Talleres Gráfi-cos El Siglo xx (Barcelona) Cromolitografía Tipografía 138 × 69 cm Infanta Isabel de Borbón 48. c. 1920 Hamburg- Südamerikanische Dampschifffahrts- Gesellschaft Ottmar Anton OffsetDruck Foster&Borries (Hamburg- Zurickau) Ófset 96,5 × 66 cm Cap Arcona 49. c. 1920 Pacific Line of Ro-yal Mail Steamers Anónimo Andrew Reid & Co. (New-castle) Cromolitografía 102 × 62 cm Oropesa 50. c. 1922 Yeowad Line Anónino No consta Cromolitografía 92,5 × 60,5 cm Avoceta 51. 1925 Holland West Afrika Lijn, Am-sterdam E. van Hove Sin Identificar Cromolitografía 100 × 67 cm X REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 202; 2020, PP. 287-320 317 52. 1926 Compagnies Fabre & Fraissinet Anónimo Moullot Fils (Marseille) Cromolitografía 111 × 77 cm X 53. 1928 Königlisch Ho-lländischer Lloyd, Amsterdam C.M. Van Roessel & Co. (Amster-dam) Cromolitografía 98 × 60 cm X 54. 1928 Union-Castle Line Odin Ros-senvinge No consta Cromolitografía Tipografía 100 × 64 cm Carnavon Castle 55. 1930 Compagnie de Navigation Paquet Anónimo Audry – Edit. (Marseille) Fotocomposi-ción Ófset 38 × 27 cm X 56. 1930 Compagnie Géné-ral Trasatlantique Jan Auvigne Editions L’Atlantique Ófset 98 × 63 cm X 57. 1930 Peninsular and Oriental Steam Navigation Com-pany James Creig The Lamson Agency, Ltd. (London) Cromolitografía Tipografía 101 × 69 cm X 58. 1930 Blue Star Line Norman Wilkinson Mc Corquoda-le & Cº Limi-ted (London) Ófset 40 × 69 cm X 59. 1930 Hamburg-Ame-rika Linie Ottmar Anton Offsetdruck «Habuva» Dörschel & v. Witzleben (Hannover) Ófset 83 × 60 cm Oceana 60. 1930 Compagnie de Navigation Paquet Max Ponty Les Suc. De Hachard Ófset 100 × 62 cm X 61. c. 1930 Union-Castle Line Daphne Padden Sin Identificar Ófset 95 × 63 cm X 62. 1931 Union-Castle Line Charles Shepard (SHEP) The Baynard Press (London) Ófset 101,5 × 63,5 cm X 63. 1933 Peninsular and Oriental Steam Navigation Com-pany James Greig The Lamson Agency Ltd., (London) Ófset 101 × 64 cm Viceroy of India 64. 1933 Hamburg-Ame-rika Linie Ottmar Anton Sin Identificar Ófset 101 × 64 cm Milwaukee 65. 1934 Norddeutscher Lloyd, Bremen Fritz Kück Drucker Jönt-zen (Bremen) Ófset 120 × 84 cm Arucas Orotava 66. 1934 Norddeutscher Lloyd, Bremen Fritz Kück Drucker Jönt-zen (Bremen) Ófset 120 × 84 cm Arucas Orotava 67. 1934 Hamburg- Südamerikanische Dampschifffahrts- Gesellschaft Ottmar Anton No consta Ófset 84 × 59 cm Monte Rosa 68. 1934 Hamgurg-Ame-rika Linie Ottmar Anton Mühlmeister & Johler (Hamburg) Ófset 101 × 64 cm Milwaukee 69. c. 1934 Oldemburg-Por-tugiesische Dam-pfschiffs- Rhederei, Hamburg Ottmar Anton Offsetdruck Gehr. Sta-lung A. G. Oldemburg, (Hamburg) Ófset 60 × 44 cm X 70. 1935 Nordeutscher Lloyd, Bremen Fritz Kück Drucker Jönt-zen (Bremen) Ófset 86 × 59 cm X 71. 1935 Hamburg- Südamerikanische Dampschifffahrts- Gesellschaft Otmar Anton No consta Ófset 84 × 59 cm Monte Rosa REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 202; 2020, PP. 287-320 318 72. 1935 Deutschen Afrika Lininen Ottmar Anton No consta Ófset 82 × 50 cm X 73. c. 1935 Hamburg Ame-rika Linie Ottmar Anton No consta Ófset 120 × 85 cm Cordillera Oceana 74. 1936 Hamburg- Südamerikanische Dampschifffahrts- Gesellschaft Otmar Anton Drucker August Scherl (Berlin) Ófset 120 × 85 cm Monte Rosa 75. 1936 Hamburg-Ame-rika Linie Albert Fuss Drucker J. Olsen Ófset 92 × 60 cm X 76. 1936 Hamburg- Südamerikanische Dampschifffahrts- Gesellschaft Otmar Anton Drucker August Scherl (Berlin) Ófset 120 × 85 cm Monte Rosa 77. 1936 Compagnie Gènè-rale Trasatlantique Jean Au-vigne Editions L’Atlantique Ófset 101 × 61 cm X 78. 1937 Nordeutscher Lloyd, Bremen Hugo Feldt-mann No consta Ófset 100 × 65 cm Columbus 79. 1937 Nordeutscher Lloyd, Bremen Fritz Kück Sin Identificar Ófset 85 × 60 cm General von Steuben 80. 1937 Deutschen Afrika Linien Ottmar Anton No consta Ófset 82 × 50 cm X 81. 1938 Hamgurg-Ame-rika Linie Albert Fuss Mühlmeister & Johler (Hamburg) Ófset 118 × 84 cm St. Louis 82. 1938 Hamgurg-Ame-rika Linie Hein Kaske Sin Identificar Ófset 118 × 84 cm Milwaukee 83. 1939 Deutsche Afrika- Linien Henning Koeke No consta Ófset 85 × 60 cm X 84. 1947 Union-Castle Line James Creig Printed in England Ófset 100 × 63 cm Capetown Castle 85. 1947 Union-Castle Line Frank Hen-ry Mason Printed in England Ófset 101 × 63 cm Capetown Castle 86. 1949 Bergen Steamship Company Harry Hudson Rodmell Sin Identificar Ófset 35 × 22 cm Venus 87. c. 1950 Compagnie Mari-time Belge Willy E. Braeckman Agence Mariti-me Internatio-nel, (Anvers) Ófset 100 × 63 cm X 88. c. 1950 Bergen Steamship Company Raymond Tooby No consta Ófset 102 × 64 cm Venus 89. 1953 Hapag-Lloyd Anónimo No consta Ófset 100 × 65 cm Italia 90. 1958 Compagnie de Na-vigation Fraissinet & Ciprien Fabre Roger Chapelet No consta Ófset 112 × 78 cm Géneral Manguin 91. c. 1958 Compagnie de Navigation Paquet Anónimo SMAP (Mar-seille) Ófset 99 × 63 cm X 92. 1959 Compagnie de Navigation Paquet N. Revost SMAP (Mar-seille) Ófset 47 × 30 cm X 93. 1959 Compagnie de Navigation Paquet N. Revost SMAP (Mar-seille) Ófset 99 × 63 cm X 94. c. 1959 Compagnie de Navigation Paquet J. Tonelli SMAP (Mar-seille) Ófset 49 × 32 cm X 95. c. 1959 Compagnie de Navigation Paquet J. Tonelli SMAP (Mar-seille) Ófset 48 × 30 cm X REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 202; 2020, PP. 287-320 319 96. 1960 Compañía de Na-vegación Ybarra Guillaume Villemot Publicité Hublot Baille (Paris) Ófset 50 × 32 cm Cabo San Vicente 97. 1960 Compagnie de Navigation Paquet Alain Gauthier SMAP (Mar-seille) Ófset 47 × 30 cm X 98. 1960 Compagnie de Navigation Paquet Fotogra-fía de E. Defosses SMAP (Mar-seille) Ófset 100 × 62 cm Mermoz 99. 1960 Compagnie de Navigation Paquet Anónimo SMAP (Mar-seille) Fotomontaje Ófset 100 × 62 cm X (*) Fuente: Conte Domenec, Diego: Carteles de barcos impresos en la imprenta de la Revista Médica. Cádiz, 1866-1913, Cádiz, 1992. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 202; 2020, PP. 287-320 320 ANEXO RELACIÓN DE ANUNCIOS EN PRENSA PERIÓDICA El Atlante, Santa Cruz de Tenerife, 1 de enero de 1837, p. 4. PARA LA HABANA. Saldrá del puerto de la Orotava el 18 de Enero, el bien acreditado Bergantin Español NEPTUNO, Capitan Arozena. Admite pasage-ros de cámara y cubierta, á los que ofrece las comodidades y abundante rancho que han distinguido á este buque. Lo despacha D. Francisco G. de Ventoso. El Eco del Comercio, Santa Cruz de Tenerife, 20 de diciembre de 1857, p. 2. PARA PUERTO RICO Y LA HABANA. Saldrá dentro de pocos dias la acreditada fragata española «NIVARIA», clavada, empernada y forrada de cobre. Admite carga y pasageros de flete y pago para ambos puntos, á quienes su capitan D. Juan Castro ofrece un esmerado trato. Lo despacha en Santa Cruz D. Francisco Garcia. El Canario: periódico de literatura, comercio, industria, noticias e intereses materiales, Las Palmas de Gran Canaria, 1 de abril de 1859, p. 3. PARA LA GUAIRA. Saldrá el 10 de abril la hermosa y acreditada fragata clipper francesa NAPOLEÓN III. Admite pasageros de cámara y entrepuente en su espacioso local, en donde tendrán la gran ventaja de tener todo su equipaje á su lado. Admite tambien un resto de carga. Su agente en esta ciudad D. Juan Mendoza. La Opinión, Las Palmas de Gran Canaria, 11 de noviembre de 1873, p. 3. El bergantín LAS PALMAS saldrá directamente para la Habana del 20 al 25 del corriente. Su capitán D. Francisco Rodríguez. Admite carga y pasajeros á los que dará el esmerado trato que tiene acostumbrado.
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Título y subtítulo | Surcando mares de papel y tinta : la presencia de Canarias en el cartelismo naval comercial (1883-1960) (I) |
Autoría principal | Padrino Barrera, José Manuel |
Entidad | Universidad de La Laguna. Facultad de Geografía e Historia e Historia del Arte y Filosofía |
Publicación fuente | Revista de historia canaria |
Numeración | Número 202 |
Sección | Artículos |
Tipo de documento | Artículo |
Lugar de publicación | La Laguna (Santa Cruz de Tenerife) |
Editorial | Universidad La Laguna. Servicio de Publicaciones |
Fecha | 2020 |
Páginas | pp. 287-320 |
Materias | Arte ; España ; Canarias ; Historia ; Lingüística ; Publicaciones periódicas ; Carteles ; Comercio marítimo ; Siglo XIX ; Siglo XX |
Enlaces relacionados | Enlace a la revista: https://www.ull.es/servicios/publicaciones/publicacion/revista-de-historia-canaria/ |
Copyright | http://biblioteca.ulpgc.es/avisomdc |
Formato digital | |
Tamaño de archivo | 955392 Bytes |
Texto | REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 202; 2020, PP. 287-320 287 DOI: https://doi.org/10.25145/j.histcan.2020.202.13 Revista de Historia Canaria, 202; mayo 2020, pp. 287-320; ISSN: e-2530-8270 SURCANDO MARES DE PAPEL Y TINTA. LA PRESENCIA DE CANARIAS EN EL CARTELISMO NAVAL COMERCIAL (1883-1960) (I) José Manuel Padrino Barrera* Resumen En el presente texto damos a conocer el cartel comercial naval y su relación con Canarias entre finales del siglo xix y la conclusión de la pasada década de los cincuenta. Establecemos que su singularidad estriba en la presencia de dos elementos iconográficos que le son propios (el barco motorizado y la imagen corporativa). De igual forma, damos a conocer la primera imagen corporativa de una naviera establecida en el Archipiélago, así como el origen del cartel, su evolución y presencia en el espacio público insular en el seno de una incipiente sociedad de consumo. Finalmente, establecemos tres ámbitos de aparicion de Canarias en este medio de comunicación masivo. Palabras clave: cartel comercial naval, naviera, diseño gráfico, publicidad, Islas Canarias. SAILING SEAS OF PAPER AND INK. THE PRESENCE OF THE CANARY ISLANDS IN THE SHIPPING COMPANIES POSTERS (1883-1960) (I) Abstract In this text we present the shipping company poster and its relationship with the Canary Islands between the end of the 19th century until the conclusion of the 1950s. We esta-blish that its uniqueness lies in the presence of two iconographic elements that are its own (motorized boat and corporate image). Likewise, we present the first design of a shipping company established in the Archipelago, as well as the origin of the poster, its evolution and presence in the insular public space within an incipient consumer society. Finally, we establish three areas of appearance of the Canary Islands in this mass media. Keywords: shipping company poster, shipping company, graphic design, advertising, Canary Islands. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 202; 2020, PP. 287-320 288 1. CONSIDERACIONES PRELIMINARES Avanzado el otoño de 1863, aparecía en la madrileña publicación bimensual Las Canarias: órgano hispano-canario un texto rubricado por A. P. Liovín que bajo el título «Un viaje improvisado» relataba de forma amena y directa su breve visita a Tenerife; narración en la que se prodigaba en elogios hacia esta isla y el archipiélago canario en general. Como trasfondo de su idílica estancia, Canarias se hallaba en un momento crucial que podría condicionar negativamente su desarrollo socioeco-nómico, ya que desde los cenáculos políticos insulares –encabezados por la Junta de Comercio– se combatía la idea planteada por El Lloyd Español y otros periódi-cos de tirada peninsular para que los vapores-correos trasatlánticos dejasen de hacer escala en el Archipiélago y de este modo ahorrar costos al reducir los días de trave-sía hacia las Antillas; con lo que ello comportaría para las relaciones económicas y de emigración de las Islas Canarias respecto a aquel espacio geográfico y, en parti-cular, con Cuba. Este relato periodístico se iniciaba con algunas pinceladas autobiográficas de su autor, en las cuales se sentaban las bases de su profunda convicción de via-jero animado por el conocimiento de territorios y culturas exóticas; momento en el que entra en escena un personaje anónimo canario que le anima a conocer su tierra natal. En este contexto, durante el transcurso de un paseo vespertino por el puerto de Algeciras, nuestro protagonista tuvo la oportunidad de leer en un cartel «el anun-cio de la próxima llegada del vapor francés Marroquín, que debía tocar en Gibraltar y seguir su viaje à Santa Cruz de Tenerife y la ciudad de las Palmas (...)»1, un hecho «fortuito» que despertó en el relator un apetito desmesurado por arribar a Canarias. Llegados a este punto, no vamos a enjuiciar la veracidad del periplo narrado, ni siquiera si su oportuna aparición en el aludido periódico obedecía a una firme voluntad de promocionar las excelencias de archipiélago canario en un momento crucial para la salvaguarda de su comunicación con el exterior. Sin embargo, sí nos centraremos en el proceso de diálogo entablado entre el viajero y el cartel naval comercial, cuya estratégica ubicación, fácil identificación y clara exposición de su contenido había cumplido un objetivo claro, como fue informarlo y persuadirlo, de tal manera que –poco tiempo después– el vapor de Monsieur Liovín bordeaba la península de Anaga, enfilando su proa hacia Santa Cruz de Tenerife, capital del Archipiélago por aquel entonces. Para poder comprender la presencia y desarrollo del cartel naval comercial relacionado con Canarias, se tiene que atender –en principio– a la importancia geo-estratégica que fue adquiriendo este territorio insular a lo largo del siglo xix, dejando de ser un espacio prácticamente aislado respecto a la metrópoli, para convertirse en un nodo fundamental en la compleja trama de líneas de comunicación e intereses * Historiador del arte y técnico artefinal en diseño gráfico. ORCID: 0000-0002-0161- 0447. Email: palmanuel@telefonica.net. 1 Las Canarias: órgano Hispano-Canario, Madrid, 19 de octubre de 1863, p. 211. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 202; 2020, PP. 287-320 289 económicos y políticos de las potencias occidentales, espoleadas por el desarrollo tecnológico que la Revolución Industrial les brindaba2. Además, con la implanta-ción en Canarias del puertofranquismo (1852), sus instalaciones portuarias –únicos espacios de comunicación con el exterior– accedieron a un régimen especial libre-cambista de gran difusión mundial y equiparable a otros enclaves internacionales, los cuales debían su prosperidad a las franquicias aduaneras. Como consecuencia de ello, el archipiélago canario fue integrado de facto en la intrincada red de puertos de recalada y abasto de las navieras que realizaban la travesía transoceánica3, siendo las naves de propulsión mixta (a vela y vapor) las que por aquellas fechas comenzaban a arribar a nuestras costas para proveerse de carbón4. Además, pese a que las últi-mas décadas del xix estuvieron marcadas por la crisis de la cochinilla, esta situación pronto se vio mitigada con el auge y desarrollo de otros ciclos exportadores (papas, plátanos y tomates) y que culminó –ya en la segunda mitad del pasado siglo– con la implantación progresiva del modelo turístico de masas; pero, eso sí, manifestán-dose las correspondientes repercusiones socioeconómicas, políticas y culturales deri-vadas de dos conflagraciones mundiales, el colapso financiero de 1929, una gue-rra civil y el consecuente régimen dictatorial. Un contexto complejo, en continuo proceso de transformación y en el cual el trasiego de mercancías, el flujo migrato-rio y de turistas, los puertos de origen y destino, amén de la tipología de las naves en uso, así como la identificación de las compañías bajo cuyo pabellón navegaban, pueden ser constatados a partir de una singular producción de carteles que desde finales del xix a mediados del xx dan cumplido testimonio de ello. Un arco tem-poral donde también se puede entrever la evolución de las técnicas de impresión y de estilos dominantes en el momento de su ejecución; de la misma manera que la impronta y evolución estilística de sus autores, algunos de los cuales venían acredi-tados por una prolija creación gráfica. Paralelamente, a nuestro parecer, y salvando contadas excepciones, el tratamiento de la publicidad naval comercial como expre-sión plástica, en general, y particularmente la asociada a la producción del cartel, es un «subgénero» que desde el punto de vista de la historiografía nacional no ha sido 2 Como reflejo de ello destacar las mejoras en las dotaciones de los puertos insulares, la paulatina introducción del alumbrado eléctrico público, el desarrollo de las conexiones telegráficas (entre las islas y con otros continentes), la aparición de medios de transporte público propulsados con energía eléctrica, etc. 3 En este sentido, desde comienzos del siglo xix se tiene constancia de la presencia de una incipiente actividad carbonera en los puertos principales de Canarias; no en vano, el primer depósito de este combustible creado en Santa Cruz de Tenerife fue establecido por decreto de 5 de septiem-bre de 1836. Véase, Martín Hernández, Ulises: Tenerife y el Expansionismo Ultramarino Europeo (1880-1919), Aula de Cultura de Tenerife, n.o 5, Cabildo Insular de Tenerife, Santa Cruz de Tene-rife, 1988, p. 189. 4 «El vapor, Atalanta, sigue en este puerto, reparando alguna averia y cargando 100 toneladas de carbon de piedra del depósito», véase El Atlante, Santa Cruz de Tenerife, 8 de enero de 1837, p. 28. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 202; 2020, PP. 287-320 290 tratado con profundidad5; por ello, con el presente texto se pretende contribuir sus-tancialmente a su conocimiento y difusión. Respecto al material sobre el que se ha realizado este estudio, se parte de dos fechas concretas: 1883 y 1960. Efemérides coincidentes con la producción de dos carteles que a nuestro juicio reflejan algunos hechos a tener en consideración. Por un lado, el primer año aludido responde a la identificación cronológica (no estimación) de uno de los ejemplares más antiguos6 [foto 1a]. Se trata de un cartel de carácter anónimo, elaborado en una empresa gaditana y que conjuga una técnica de impre-sión tipográfica y xilográfica. Concretamente, refleja un momento donde la navega-ción mixta (a vela y vapor) se encuentra en su apogeo, al tiempo que el archipiélago canario se emplaza en una encrucijada comunicativa –fruto de la expansión ultra-marina de los imperios coloniales– y donde la coyuntura socioeconómica y polí-tica del momento (local y foránea) también fomentó el fenómeno migratorio hacia otros ámbitos territoriales, amén del incipiente turismo denominado «de salud». Por oposición, como límite temporal más reciente, destaca una obra donde se ponen de manifiesto los logros alcanzados en la técnica de fotocomposición y la producción ófset7 [foto 1. b]. En este caso es un trabajo «de autor», pero concebido en el seno de una agencia de publicidad (extranjera), atendiendo a una campaña promocional concreta, cuando el transporte aéreo ya se ha consolidado como un medio de comu-nicación solvente y capaz de competir con el naval. Ahora, Canarias se ha perfilado como destino turístico con una honda proyección internacional, momento éste en el que tomó carta de naturaleza una imagen estereotipada de la «insularidad», con-cebida décadas atrás y sustentada en tópicos iconográficos recurrentes. Paralelamente, los noventa y nueve carteles consultados [tabla 1] parten de los escasos ejemplares custodiados en instituciones públicas (museísticas, princi-palmente) y colecciones particulares y los alojados en plataformas digitales para su consulta, subasta, compra directa (ya fuere de originales o reproducciones) o, sim-plemente, para ser compartidos a través de las redes sociales8. 5 Exceptuando, eso sí, algún trabajo de finales de la pasada centuria, centrado en la con-textualización y catalogación de singulares repertorios gráficos, como en Conte Domeneq, Diego: Carteles de barcos impresos en la imprenta de la Revista Médica. Cádiz, 1866-1913, Ed. Diario de Cádiz, Cádiz, 1992; o, más recientemente, de forma sucinta y abordada junto con otros medios de locomo-ción en Eguizábal Maza, Raúl: «Carteles de viajes y transportes», catálogo de la exposición Memo-ria de la Seducción. Carteles del siglo xix en la Biblioteca Nacional, Ministerio de Educación, Cultura y Deportes-CajaMadrid, Madrid, 2002, pp. 223-235 y Eguizábal Maza, Raúl: El Cartel en España, Cátedra, n.o 154, Madrid, 2014, pp. 70 y 71; y, finalmente, con un tratamiento escueto, a tenor de la amplitud de la temática que se analiza, en Checa Godoy, Raúl: El Cartel. Dos siglos de publicidad y propaganda, Advook Editorial S.L., Sevilla, 2014, p. 26; y Checa Godoy, Antonio y Garrido Lora, Manuel: Teoría e historia del cartel publicitario, Ed. Síntesis, S.A., Madrid, 2015, p. 52. 6 Concretamente, anunciando al vapor trasatlántico Atlante, que vía Tenerife tenía como puertos de destino La Habana y Nueva Orleans. 7 En este caso se trata de un cartel promocional de cruceros de placer a Canarias de la fran-cesa Compagnie de Navigation Paquet. 8 Ejemplo de ello es la plataforma Pinterest (2010), la cual permite a sus usuarios crear y administrar imágenes de temática muy variada (y entre las cuales también suelen encontrarse peque- REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 202; 2020, PP. 287-320 291 De lo cual se desprende que pese a haber sido un medio de comunicación de producción masiva y que en la actualidad cuenta con una alta representación en el contexto digital, es un hecho palmario la ausencia de grandes colecciones vin-culadas al tema que sirve de eje narrativo a este artículo9. Esta escasez de materia-les podría deberse al carácter efímero del soporte sobre el cual se solía difundir, el papel10. No obstante, llegados a este punto debemos decir que el antedicho mate-rial define al cartel como tal, estando inserto dentro de los medios impresos (junto con libros, revistas y prensa diaria) y de publicidad exterior (outdoor). Igualmente, ños vídeos, algunos de ellos publicitarios), pudiendo ser organizadas en función de sus gustos per-sonales y estableciendo, en consecuencia, una red virtual con otras personas que manifiesten aficio-nes o intereses afines. 9 Excluyendo, en este caso, la relación de ejemplares correspondientes a la mencionada imprenta de la Revista Médica, así como las escasas obras atesoradas en la Biblioteca Nacional de España, Museo de Historia y Antropología de Tenerife, Museu Maritim de Barcelona, Biblioteque National de France, Merseyside Maritime Museum (Liverpool), National Maritime Museum (Gre-enwich), entre otros; además de algún repositorio institucional virtual de ámbito nacional (Biblioteca Virtual de Andalucía) o extranjero (sobre todo relacionado con navieras); amén de alguna colección particular. En este sentido, es interesante la colección de la empresa Veca&Mugo, la cual gestiona un elenco de más de 7000 carteles comerciales de temática dispar: [consulta: 15-iii- 2019] http:// loscarteles.es/la-coleccion/. 10 Aunque, en casos excepcionales, también se imprimieron sobre cartón o lona. Foto 1. Carteles navales comerciales que acotan cronológicamente el presente estudio: a. Compañía de Antonio Martínez de Pinillos, Imprenta de la Revista Médica, Cádiz (1883); y b. Compagnie de Navigation Paquet, Agencie SMAP, Marseille (c. 1960). REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 202; 2020, PP. 287-320 292 se ajustaría a unos formatos específicos –que excluirían la valla publicitaria–, dis-tanciándose también de las consabidas reproducciones bajo el soporte de placas de metal esmaltado, azulejos o pósteres (entendidos éstos como aquel material gráfico o fotográfico que es utilizado solo en el ámbito doméstico, como ornamento y despro-visto de su función informativa y publicitaria)11. Por ello, la singular naturaleza del papel dificultó sobremanera la inalterabilidad del cartel, dando lugar a la desapari-ción de la mayor parte de estas creaciones gráficas12 y a pesar del interés que comen-zaban a despertar algunas unidades entre el público-espectador de su momento13. Por otro lado, podemos establecer que la obra sobre la que se ha trabajado es foránea, concebida y realizada en el exterior del Archipiélago, encontrando dos periodos de producción coincidentes con sendos intervalos temporales: a) Finales del siglo xix hasta el inicio de la década de los 30 del pasado siglo. La producción está asociada a la importancia geoestratégica del Archipiélago en la expansión colonial de las grandes potencias europeas, como espacio de escala y salida de los flujos migratorios, a la recepción del incipiente turismo de salud y a los cultivos de exportación. b) Década de los 30 a finales de la década de los 50 del pasado siglo. Fundamen-talmente, vinculados a la recepción de turistas de la Alemania nazi y, con posterioridad, a la consolidación de Canarias como lugar de destino de un naciente turismo de carácter masivo. Aun así, existen testimonios gráficos y fotográficos donde se aprecian car-teles dispuestos estratégicamente en enclaves concretos de la trama urbana insular y que nos pueden revelar no solo el lugar de ubicación, sino también la fisonomía 11 Acerca de esta última apreciación, véase Eguizábal Maza, Raúl: op. cit. p. 16. 12 Téngase en cuenta que muchos carteles comerciales navales se encolaban directamente sobre la pared u otra superficie habilitada para el caso, superponiéndose a unidades ya ubicadas pre-viamente. Aunque también es cierto que solían encontrarse en el interior de las consignatarias o, más recientemente, en las oficinas de turismo, agencias de viaje y Paradores Nacionales; siendo emplazados en paredes, colgando del techo, así como en escaparates y puertas acristaladas que se podían encon-trar en dichos establecimientos. Del mismo modo que también se hacía uso de ellos en los stands de acontecimientos de promoción turística, ferias o exposiciones internacionales. 13 Como evidente manifestación de la repercusión del cartel como fenómeno social y obra plástica singular, desde finales del xix destacó la edición de tiradas cortas y en formato reducido de ejemplares emblemáticos, siendo también insertados en publicaciones específicas sobre esta temática y que eran destinadas a ávidos consumidores de arte; muchas de las cuales nutrieron los fondos de instituciones públicas y privadas. Además, la celebración puntual de exposiciones dedicadas al cartel comercial –ocasionalmente conformadas por colecciones particulares– ayudó a su difusión, estudio y estima. En este sentido, para el contexto insular, sirvan como ejemplo la exposición 100 Recuerdos en color. Carteles de publicidad comercial en España (1870-1960), que organizó en 2002 la Casa de Colón del Cabildo de Gran Canaria, itinerando por varias islas a lo largo de dicho año y como expre-sión de un recurso de acercamiento del cartel al público insular. Para profundizar más sobre este pro-yecto expositivo, véase Velasco, Carlos: 100 Recuerdos en color. Carteles de publicidad comercial en España (1870-1960) [catálogo de la exposición homónima], Ediciones del Umbral, Madrid, 2002. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 202; 2020, PP. 287-320 293 de algunos ejemplares –de finales del siglo xix y comienzos del xx– [foto 2]. No obstante, y por las razones anteriormente aludidas, no hemos encontrado carteles enmarcados en esta categoría, pertenecientes al espacio temporal que se aborda y que hubiesen sido concebidos e impresos en el ámbito insular; pese a la existencia de una temprana producción gráfica desarrollada en las imprentas isleñas (Tenerife, Gran Canaria y La Palma, esencialmente). Sin embargo, salvo contadas excepcio-nes14, nos llama la atención que en los módulos de promoción de dichas empresas no se explicitase la elaboración de este tipo de trabajos, quedando la producción de carteles como una actividad de naturaleza velada, lo cual pudo haberse sustentado en normativas establecidas en un momento de consolidación del sector de impreso-res, al considerarlos como un cometido «menor»15. 14 Como así se recoge en un anucio de la «Imprenta Benítez» insertado un periódico local y donde, junto a sus reputados artículos de papelería y escritorio, promocionaba también la reali-zación de trabajos tipográficos como los carteles. Véase Unión Conservadora, Santa Cruz de Tene-rife, 1899, p. 4. 15 Sepamos que, en un principio, frente a ciertos productos salidos de la imprenta (como la prensa, los libros y revistas, catálogos, cartas y sobres o albaranes), el cartel entraba dentro del grupo de producciones consideradas en este contexto bajo el nombre de remiendos. Además, dentro de esta denominación también se acogían aquellos trabajos de uso accidental como «las esquelas de Foto 2. a. Pormenor de un fotograbado alemán en el que se representa el emblemático Hotel Internacional de Santa Cruz de Tenerife y un panel con carteles encolados, finales del siglo xix (colección particular); y b. Detalle fotográfico del mismo inmueble con carteles navales comerciales encolados, década de los años 20 de la pasada centuria (colección particular). REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 202; 2020, PP. 287-320 294 2. PRINCIPALES ELEMENTOS ICONOGRÁFICOS DEL CARTEL NAVAL COMERCIAL Desde los inicios de la navegación transoceánica, y sobre todo a partir del desarrollo de las rutas comerciales intercontinentales, fue preciso concretar la identi-ficación del país y la compañía bajo cuya enseña se navegaba16. Situación que cobró un notable protagonismo a partir del siglo xix como consecuencia de las mejoras alcanzadas en la motorización de las embarcaciones y la consolidación internacional de las grandes navieras. Al tiempo, se asistía al tímido nacimiento de una identidad corporativa naval17, que, junto con el propio buque a vapor –símbolo por antono-masia de los logros alcanzados por la técnica en un medio de transporte milenario–, constituyeron dos elementos iconográficos muy recurrentes para el postrero desa-rrollo del cartelismo naval comercial18. En este contexto, el barco de pasaje y carga es protagonista per se. Es el reflejo explícito de los avances tecnológicos acontecidos en el marco de la Revolución Industrial y expresión de los anhelos por alcanzar un diseño con el que conseguir la reducción de los tiempos de travesía, así como la mejora en el confort y la seguri-dad del pasaje. De hecho, su imagen proyectaba la concreción de los avances técni-cos materializados por las naciones que los construyeron; de la misma manera que la representación de la nave motorizada evocaba –en principio– la idea de celeridad en el viaje, así como el progreso y la prosperidad económica para las personas que deseaban acceder a otros territorios de ultramar. Un elemento visual con suficiente poder de persuasión de cara a llamar la atención del potencial usuario. No obstante, casamiento, de difuntos, de muda de domicilio, de dirección de un establecimiento, prospectos, fac-turas, circulares, anuncios, etc., etc, y todo lo demás que no sea obra corriente ó periódico», véase Serra y Olivares, Antonio: Manual completo de la Tipografía Española, Imprenta de los Sres. Mar-tínez y Minuesa, Madrid, 1852, p. 132. 16 Para el caso de España, es destacable una Real Orden del 28 de mayo de 1785, decretada por Carlos III, con la que se buscaba crear una relación de enseñas permanentes que fuesen recono-cibles entre los buques de la Corona, provistas de colores contrastados y fácilmente distinguibles de las utilizadas por otros países y potencias enemigas. Entre otras, destacaron las nuevas banderas y gallardetes para la marina de guerra y mercante, diferentes entre sí y en las que predominaban los colores rojo y gualda. Véase Manzano Lahoz, Antonio: «La bandera nacional: situación, propó-sito y valores en la España de 1843», en Revista de Historia Militar, n.o extraordinario ii, Instituto de Historia y Cultura Militar, Madrid, 2018, p. 24. 17 Si bien se sobreentiende que el arquitecto Peter Behrens (1868-1940) sentó las bases de lo que hoy se conoce por «identidad» o «imagen de marca» en su reputado trabajo gráfico como con-sejero artístico para la Allgemeine Elektrizitäts-Gesellschaft o AEG a comienzos del siglo xx, no es desdeñable el hecho de que en el ámbito que tratamos se atisben elementos reiterativos tendentes a fijar una imagen empresarial estable. 18 Dichos recursos visuales también hallaron asiento en otros espacios de difusión gráfica y entre los que destacaban los módulos publicitarios (aparecidos en la prensa y guías de viaje), accio-nes y membretes de empresa, postales, listas de pasajeros, menús, cromos, barajas, etc., constituyendo todos ellos un interesante elenco de recursos integrados en las estrategias de promoción institucional y publicitaria; caracterizándose todos ellos bajo el neologismo de ephemera. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 202; 2020, PP. 287-320 295 el barco también se comportaba como una imagen especular de la sociedad que lo engendró, donde el individuo era acomodado en función de su poder adquisitivo; por lo que el espacio físico de uso y disfrute de las instalaciones venía definido por el estatus económico del pasaje. Razón de más para poner de manifiesto una rea-lidad incontestable: que el barco motorizado también era un medio de comunica-ción donde salían a relucir las sempiternas desigualdades sociales19. De forma paralela, desde las decimonónicas embarcaciones de propulsión mixta (a vela y vapor) hasta las motonaves diésel de los años 50 de la pasada centu-ria, el tratamiento plástico del barco ha ido parejo al desarrollo de las técnicas de impresión. De este modo, en un primer momento la nave se nos revelará como una oscura y plana figura vista siempre desde uno de sus costados (babor o estribor), con un considerable penacho de hollín que llega a solapar parte de la arboladura y siempre navegando en una escueta porción de mar acotada por las dimensiones que le impone la propia ilustración xilográfica. Posteriormente, con la generalización de la cromolitografía, el barco va liberándose de forma paulatina de dicho encorseta-miento formal primigenio, al tiempo que su protagonismo dentro del cartel se irá incrementando progresivamente; porque ahora la nave va a ser representada desde múltiples ángulos de visión, ganando en profundidad y realismo. Del mismo modo, su presencia se ensalza de forma recurrente, estableciéndose sutiles comparativas dimensionales o tecnológicas con otros barcos de menor tamaño o propulsados a vela. Además, con la irrupción de los motores diésel –introducidos paulatinamente a partir de la década de los veinte del pasado siglo–, se puede apreciar una mani-fiesta reducción de los grandes y vaporosos penachos de combustión, al tiempo que la consolidación de los cruceros de placer situaron a la motonave en perfecta comu-nión con el paisaje insular que le sirve ahora de escenario. Sin embargo, llegados a este punto, el pausado transcurrir del tiempo –vinculado al turismo de ocio– deja de lado la ansiada velocidad de épocas pretéritas, pues la celeridad se ha reservado ya a otro medio de comunicación incipiente: el avión de pasajeros. A pesar de ello, el barco comienza a mimetizarse con el entorno, un espacio donde participa como elemento activo, pero no como actor único, siendo asimismo apreciable su progre-siva reducción dimensional. Paradójicamente, los últimos carteles tratados en este estudio –de finales de la pasada década de los cincuenta– utilizaron como imagen corporativa el oscuro perfil recortado de una motonave, en un explícito guiño hacia las primigenias y decimonónicas representaciones de barcos que abrieron el camino a este singular género gráfico. 19 A este respecto, bastante explícitos son los reconocidos prejuicios raciales y de clase que la escritora británica Olivia M. Stone manifestaba en su narración de un viaje realizado a Canarias –a finales del siglo xix– al expresar que «afortunadamente las otras pocas mujeres que había visto en el salón no hicieron acto de presencia durante la travesía», pues –según sigue comentando– «los extranjeros de tercera y cuarta categoría no son compañeros de viaje agradables», véase Stone, Oli-via M.: Tenerife y sus seis satélites, tomo i, Ediciones del Cabildo Insular de Gran Canaria, Las Pal-mas de Gran Canaria, 1995, p. 18. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 202; 2020, PP. 287-320 296 De forma paralela, con el desarrollo de la navegación a vapor, no solo la morfología del barco, la matrícula, el nombre o la enseña nacional identificaban al buque de pasaje y/o mercancías, ya que junto a éstos se desplegaban otras banderas de compañía o sociedad con una destacable variedad cromática; al tiempo que una diversidad de motivos figurativos (geométricos, heráldicos, simbólicos, etc.) y, en muchas ocasiones, coincidentes en color con determinadas partes de la embarca-ción (chimeneas, manguerotes, masteletes, etc.). Una costumbre que también venía a mitigar la monótona coloración del casco y las cubiertas, por lo general, pintadas de negro y blanco, respectivamente20. Además, a través de estos recursos «parlantes» las empresas navales hicieron gala de una identidad corporativa lista para ser difun-dida en todos los mares y puertos de recalada en una muestra, más que patente, de alarde propagandístico y exaltación patriótica. En consecuencia, y en aras de estable-cer un proceso de normalización-estandarización por la multiplicación de entidades surgidas al amparo de este pujante medio de transporte, fue necesario establecer una guía de identificación visual explícita. Por ello, ya desde finales del siglo xix, apare-cieron varias publicaciones en el Reino Unido que, a modo de directorio, ofrecían al interesado una pormenorizada relación gráfica y nominal de las compañías que estaban en activo en el momento de su edición; quedando en este caso singulariza-das por la representación de una bandera, su chimenea, un número de serie, además de un escueto texto que identificaba la correspondiente empresa naval21. A su vez, es notorio resaltar cómo en aras de facilitar al lector una mayor celeridad en el acceso a la información contenida, dichas publicaciones solían presentar en su índice una escueta relación dedicada a la identificación de las navieras por los colores y por los motivos representados en sus enseñas y chimeneas (Index to funnels), abreviándose en consecuencia los tiempos de consulta por parte del interesado. Sabido esto, podemos enunciar que desde finales del siglo xix se tiene cons-tancia de la representación de la identidad corporativa de una naviera con sede en el Archipiélago: la Compañía de Vapores Correos Interinsulares Canarios22 [foto 3 a]. Esta empresa, fundada en 188823 y con sede principal en Las Palmas de Gran Cana-ria, era filial de la consignataria británica Elder Dempster & Co.24. Además, desde 20 Una cuestión que obedecía más a la búsqueda de materiales resistentes a las condiciones ambientales del medio marino que a una generalización de criterios estéticos. A este respecto, véase Lopera, Antonio: Arquitecturas flotantes, Fundación Juanelo Turriano, Madrid, 2015, pp. 79-81. 21 Destacaremos Flags: National and Mercantile-House Flags and Funnels (1883) de James Griffin, The House Flags and Funnels of The English and Foreing Seteamship Companies and Private Firms (c. 1890) de Thomas Reed, Lloyd’s Book of Hose Flags & Funnels of the Principal Steamship Lines of The Word and the House Flags of Various Lines of Sailing Vessels (1904 y 1912), Brown’s Flags and Funnels of British and Foreign Steamship Companies (1926) de F.J.N. Wedge y, finalmente, House Flags & Funnels of British and Foreing Shipping Companies (1937) de E.C. Talbot-Booth, con algu-nas reediciones revisadas y editadas en años postreros. 22 La Justicia, Santa Cruz de La Palma, 16 de marzo de 1899, p. 2. 23 Martín Hernández, Ulises: op. cit., p. 127. 24 Institución mercantil que desde el año 1884 se encontraba operativa en el puerto de Las Palmas de Gran Canaria –aunque, con posterioridad, también en Santa Cruz de Tenerife–, dedi- REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 202; 2020, PP. 287-320 297 un primer momento, La Compañía tenía encomendada la función del trasporte de pasaje, mercancías y correo en el ámbito insular25. Igualmente, años después, esta entidad empresarial seguía aumentando su flota de correíllos (como eran denomi-nados popularmente barcos que navegaban bajo su bandera), presentándose ante la sociedad canaria como una entidad con cierta notoriedad y solvencia para afrontar eficientemente el cometido encomendado en el ámbito de la comunicación entre las islas26. Además, como ejemplo de su manifiesta consolidación en el tráfico marí-timo interinsular, en pocos años la prensa gráfica nacional se hacía eco de la sustan-ciosa ampliación de sus efectivos navales con siete barcos de nueva construcción, cada en un principio a gestionar el abasto de carbón para todos los buques que navegaban de ida o vuelta de América, Australia, Nueva Zelanda, así como África del Sur y Occidental. Véase Davies, Peter N.: Elder Dempster. Precursores del comercio en Àfrica Occidental. 1852-1972 / 1973-1989, Uni-versidad de Las Palmas de Gran Canaria, Las Palmas de Gran Canaria, 2012 [1973], p. 126. 25 Como así expresaba la prensa nacional al exponer que «prestan el servicio postal los dos magníficos vapores de acero León y Castillo y Viera y Clavijo de 674 toneladas de registro cada uno, con 14 millas de marca, iluminada por 67 lámparas Swan y dotados de todos los adelantos modernos y el confort necesario para el transporte de viajeros», en Diario de Avisos de Madrid, 30 de diciem-bre de 1888 p. 3. 26 «Magníficos buques recién construidos para este servicio con máquinas de triple expan-sión, lujosas cámaras, luz eléctrica y todas las comodidades que proporcionan los adelantos moder-nos » en El Heraldo de La Palma, 26 de marzo de 1901, p. 2. Foto 3. a. Bandera de la Compañía de Vapores Correos Interinsulares Canarios (diario La Justicia, 1899); y b. Bandera y chimenea de la misma compañía, según se recoge en Brow’s Flags and Funnels of British and Foreing Steamship Companies (1926) de F.J.N. Wedge. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 202; 2020, PP. 287-320 298 con lo que se ponía de manifiesto el nivel de capital invertido y las expectativas de mercado que se le iban abriendo al exceder –por tonelaje y equipamiento– las con-diciones exigidas por el Gobierno de la nación en el pliego de concurso de arriendo para poder desempeñar eficientemente sus servicios comunicativos27 y razón sufi-ciente por la que esta empresa fue incorporada a las mencionadas publicaciones anteriormente aludidas28 [foto 3 b]. En este caso, la naviera interinsular se identifi-caba mediante una chimenea amarilla junto a la que aparecía una enseña de sinté-tico planteamiento y fácil identificación: un rectángulo de paño blanco, centrado por una estrella roja de cinco puntas cargada con un disco azul. Colores que esta-rán presentes en el Archipiélago hasta el año 1930, momento en el que la Compa-ñía Trasmediterránea se hizo cargo de dicha empresa29. Por añadir solo otro ejemplo de imagen corporativa canaria, citar la deno-minada Naviera de Tenerife, entidad fundada en 1915 y que se dio a conocer en el contexto del comercio frutero insular a través de dos barcos (Anaga y Teno)30; los cuales navegaban bajo un pabellón verde centrado por un monograma amarillo y que estaba conformado por dos iniciales superpuestas (N y T). Bandera que tam-bién quedó consignada para la posteridad en el membrete que encabezaba las accio-nes de esta empresa insular. Un trabajo de impresión local en la que dicha enseña se intercala junto a una tipografía con sombreados y orlas que ponían de manifiesto la pervivencia de la ecléctica ornamentación decimonónica. En cierto sentido fueron éstas, y otras muchas más, las enseñas y colores que durante décadas pregonaron la importancia de los puertos insulares y su proyección internacional31. Además, como se apuntaba con anterioridad, se han expuesto dos elementos visuales de carácter primordial –el buque y la imagen corporativa– que a grandes rasgos se incorporaron y dieron sentido al cartel naval comercial. Un medio expresivo enmarcado dentro de las estrategias de divulgación y proyección externa de las compañías de navegación, al estar considerados como uno de los recursos más utilizados de cara a informar y persuadir a un «público objetivo» surgido al amparo de una incipiente sociedad de consumo. 27 Revista Nuevo Mundo, Madrid, 18 de julio de 1912, p. 20. 28 Véanse, entre otros, el Lloyd’s Book (1912), p. 94 o Wedge, F.J.N: op. cit. p. 22. 29 Diario de Las Palmas, 5 de mayo de 1930. 30 Machado Bonde, Miguel: El sindicato Agrícola del Norte de Tenerife y la FAST. Cien años de la historia del plátano en Canarias (1914-2014), SAT FAST, Tenerife, 2014, pp. 64-71. 31 En este sentido, el poeta grancanario Tomás Morales constataba –ya en la década de los veinte de la pasada centuria y desde la perspectiva del ausente– el «salvaje amor» que sentía por su muelle de Las Palmas y el cosmopolitismo que éste le evocaba: «Yo amo mi puerto, en donde cien raros pabellones / desdoblan en el aire sus insignias navieras, / y se juntan las parlas de todas la naciones / con la policromía de todas las banderas», véase Morales, Tomás: Las Rosas de Hércules, Libro Primero, Madrid, 1922, p. 103. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 202; 2020, PP. 287-320 299 3. EL CARTEL NAVAL COMERCIAL EN CANARIAS 3.1. Origen, génesis compositiva y apropiación del espacio público Es comprensible que tras el proceso de conquista insular (1496), la infor-mación de interés público surgida en el seno de una nueva sociedad en construcción – mayoritariamente iletrada– fuese divulgada por cauces verbales. Y es aquí donde la figura del pregonero cumplía con una función fundamental; pues de su voz par-tían noticias, así como sentencias, ordenanzas y acuerdos emanados de una admi-nistración en ciernes, concurriendo a la sazón a las plazas o a las puertas de los tem-plos para garantizar la correcta transmisión de su mensaje32. Sin embargo, en ocasiones se daba el caso de que no solo se podía contar con la voz como canal de comunicación exclusivo, manifestándose situaciones con-cretas donde la información precisaba ser transmitida de forma escrita. Circunstan-cia ésta que dio lugar a la aparición de los primeros textos informativos de carácter público que pueden ser considerados como un precedente del cartel, y entre los que se encontraban desde una simple lista de precios referentes al género que se vende en un comercio hasta la costumbre de colocar comunicados a la vista de los tran-seúntes con motivo de determinados eventos de ocio, donde se informaba y reca-baba la rúbrica de sus participantes de cara a su cuantificación, así como para dejar con ello constancia del acatamiento tácito de las normas de participación en dichos actos públicos. De esta manera, ya en el siglo xvii, el diccionario de Sebastián de Covarrubias definía el cartel como «el escrito que se pone en tiempo de fiestas por los que han de ser mantenedores de justas, o torneos, o juegos de sortijas, al pie del qual firman los aventureros»33. Definición que en este caso venía a corroborar una tradición ya arraigada en la nueva sociedad insular y ejemplificada en un acuerdo adoptado por el Cabildo de Tenerife (1515) donde no solo por medio de la voz, sino a través del escrito y su correspondiente emplazamiento en un lugar público y visi-ble, se conminaba a la población a rogar y festejar por la salud del monarca, Fer-nando el Católico34. No obstante, junto a la referida acepción, por cartel también se entendía el «libelo infamatorio, q se fixa secretamente en los cantones», una defi- 32 Como así ocurría en San Cristóbal de La Laguna en los albores del siglo xvi: «(...) fue mandado por el señor alcalde mayor Pedro de Vergara apregonar e se apregonó públicamente por Juan Negro, pregonero, público, (...)» en Serra Ràfols, Elías: Acuerdos del Cabildo de Tenerife 1497- 1507, acuerdo 9-10-1501, vol. i, col. Fontes Rerum Canariarum, Exmo. Ayto. de San Cristóbal de La Laguna, Tenerife, 1949, p. 36. 33 Covarrubias, Sebastián de: Tesoro de la Lengua Castellana o española, Madrid, 1611, p. 207. 34 «Se diga misa cantada y se predique, si oviere predicador, por la salud de su Alteza que N. S. guarde e conserve e aquel día se corran toros en la plaza real desta villa do es la capilla de San Miguel e se jueguen cañas y corra sortija e se pongan joyas e se hagan otras maneras de alegría e man-dan que así se pregone e publique», véase Serra Ráfols, Elías y De la Rosa Olivera, Leopoldo: Acuerdos del Cabildo de Tenerife, 1514-1518, acuerdo 13-08-1515, vol iii, col. Fontes Rerum Cana-riarum, Exmo. Ayto. de San Cristóbal de La Laguna, Tenerife, 1965, p. 120. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 202; 2020, PP. 287-320 300 nición relacionada con la palabra pasquín y que, este caso, nos desvía sustancial-mente del tema que tratamos. Tiempo después, en las primeras décadas del siglo xviii, el Diccionario de Autoridades nuevamente definía el cartel como el escrito público, utilizado en un con-texto lúdico, y se volvía a asociar a la palabra pasquín. Además, también se incluían en su acepción aquellos escritos remitidos a un contrincante para entablar un duelo con él, a la par que el texto donde se establecían las condiciones y se especificaba la relación de personas con las que se había de realizar un trueque de prisioneros de guerra. Sin embargo, a ello se añadía otro significado bastante elocuente, como el «papel que se fija en algún paráge público en que se manda, ô se hace saber alguna cosa, para que venga à noticia de todos, y ninguno pueda alegar ignorancia»35, haciéndolo por extensión aplicable también a los términos de bando y edicto. En este contexto viene a colación un acontecimiento reseñado por Lope Antonio de la Guerra y Peña en sus Memorias y relativo a las medidas de actuación determinadas por la administración insular a la hora de erradicar una plaga de langosta que aso-laba la isla de Tenerife, en 178136. Así, con el transcurrir de los años, a mediados del xix, en la definición de cartel se vuelve a insistir en su función y lugar para empla-zarlo, pero con una descripción más sucinta: «Anuncio fijado en sitio público»37. Entendiéndose por anuncio «la noticia que por escrito se da al público, poniendo en conocimiento de la venta de una cosa, las salidas ó entradas de correos, diligen-cias ó buques»38. Como ejemplo de ello, la tinerfeña Línea de Vapores de las Bandas del Sur39, exponía en su reglamento para la administración de a bordo (publicado cuando dio comienzo su actividad mercantil) que para la expedición de billetes de pasaje e información sobre los fletes, los interesados debían acudir a las oficinas que esta empresa tenía en el muelle de Santa Cruz de Tenerife o en Gáldar, para realizar tales cometidos antes de las salidas del barco y «á las horas que estarán señaladas en un cartel permanente, colocado sobre la puerta del despacho»40. Más recientemente, el diccionario de María Moliner introducía a las acepciones aludidas otra más espe-cífica, donde se conjugaba su carácter gráfico, funcionalidad y finalidad: «El escrito o dibujo con un aviso o anuncio, por ejemplo de las obras de teatro o películas que se exhiben, generalmente de gran tamaño, destinado a ser fijado o exhibido en los 35 Diccionario de Autoridades [edición facsímil], tomo i (a-c), vol. 2, Editorial Gredos, Madrid, 1990 [1729], p. 203. 36 Concluyendo que «(...) madaronse fixar papeles paraq.e llegase á noticia de todos...», véase De la Guerra y Peña, Lope Antonio: Memorias. Tenerife en la segunda mitad del siglo xviii, 1780-1792, cuaderno iv, Las Palmas de Gran Canaria, 1959, p. 49. 37 Gran diccionario de la Lengua Española, tomo i, Madrid, 1852, p. 230. 38 Op. cit. p. 551. 39 Empresa que inició su andadura en 1868 y cuyo barco principal –denominado Gua-jara– conectaba los puertos del sur de la isla con los capitalinos de La Gomera y El Hierro, así como los grancanarios de Gáldar y Agaete. 40 El Amigo del País: periódico de la Sociedad Económica de Santa Cruz de Tenerife, Santa Cruz de Tenerife, 30 de octubre de 1868, p. 471. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 202; 2020, PP. 287-320 301 lugares públicos»41. A la par que, como significado más actualizado, al cartel se le define de forma más genérica como la «lámina en que hay inscripciones o figuras y que se exhibe con fines informativos o publicitarios»42. De todo ello se puede extraer que el cartel cumple con una función pri-mordial: informar y publicitar públicamente algo; que –por lo general– consta de dos registros concretos de información (textual y gráfico); y que es un medio que se dirige a su receptor mediante un soporte y códigos determinados que se irán estan-darizando y definiendo con el transcurso del tiempo. En sus inicios, el cartel naval comercial compartía con el anuncio insertado en boletines y prensa escrita numerosos elementos formales comunes. De hecho, mediante dichas noticias breves o gacetillas –localizadas por norma en la última página de las numerosas ediciones periódicas que vieron la luz desde el primer ter-cio del siglo xix– se informaba de forma sintética acerca de los movimientos de buques acaecidos en los puertos nacionales y, particularmente, de los canarios. En estas publicaciones, junto a las fechas de entrada y salida de las naves, también se especificaban las procedencias y destinos que tenían asignadas las embarcaciones, su denominación, apodo (en casos puntuales) y nacionalidad; así como la identifi-cación del capitán, su carga, pasaje y –cuando procedía– el correspondiente con-signatario que formalizaba los fletes. Junto a ello, de forma ocasional, estos textos informativos aparecían con un encabezado en el cual se concretaba el destino y los nombres de las naves, destacados éstos en caracteres en mayúscula o en «caja alta», aunque también se prodigaba resaltarlos en negrita. Una norma que respondía a la necesidad de enfatizar aquellas palabras más relevantes de la información que se presentaba al lector; al tiempo que se podían entrever algunos recursos expresivos con finalidad persuasiva, cuyo fin último era singularizar y dar notoriedad al ser-vicio marítimo que se dispensaba y entre los cuales tenían cabida adjetivos de enal-tecimiento –algunos en modo superlativo– acompañando al tipo de embarcación, especificación de servicios distinguidos, descripción de las características de la nave en aras de mostrar los últimos avances tecnológicos, etc. Recursos todos ellos que a la postre conformaron una relación de clichés bastante habituales en este contexto de la comunicación impresa [Anexo]. Además, de forma progresiva, en dichos reclamos informativos también se fueron introduciendo viñetas con representaciones de barcos [foto 4]. Momento a tener en consideración, sin lugar a dudas, ya que fue un recurso visual que encontró su eco en la estructuración de la información dentro de los carteles navales comer-ciales, siendo un elemento icónico que en la prensa insular halló su pleno desarrollo formal a finales del siglo xix, convirtiendo la sección de gacetillas de las publicacio-nes locales en un variopinto catálogo de embarcaciones a vela y propulsión mixta. 41 Diccionario del uso del español de María Moliner, tomo i (A-G), Ed. Gredos, Madrid, 1991, p. 538. 42 Diccionario de la lengua española, tomo i, Real Academia Española, Madrid, 2001, p. 466. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 202; 2020, PP. 287-320 302 Llegados a este punto, podemos exponer también la importancia del relato de viaje de cara a constatar este tipo de servicios distinguidos que en la mayoría de las ocasiones eran expuestos en los medios de comunicación impresa. Como tes-timonio de ello, cuando en las postrimerías del siglo xix el célebre viajero Jules Leclerq describió su travesía hacia Canarias en el vapor Dom Pedro, manifestaba la buena impresión que le causaba el buque, ahondando en detalles derivados de su diseño interior43. Algunos años más tarde, el periodista británico Isaac Latimer viajó a Canarias y también dejó por escrito la sensación satisfactoria que le produjo la nave a vapor que le servía de transporte, denominada Arawa, al hacer referencia a la escasa vibración que notaba en su desplazamiento44. Sin embargo, no siempre 43 De dicho barco decía que es «el mayor y el más bonito paquebote de la flota de los Char-geurs Réunis. El salón está al mismo nivel de la cubierta, excelente disposición para los países cálidos; todas las maderas son de arce, de color más alegre que la caoba, que es la más corriente empleada. Estos detalles tienen su importancia: en una travesía de varios días, me gusta tener un alojamiento agradable». Véase Leclecq, Jules: Viaje a las islas Afortunadas. Cartas desde las Islas Canarias en 1879, prólogo a cargo de Antonio Rumeu de Armas, Ediciones Idea, Santa Cruz de Tenerife-Las Palmas de Gran Canaria, 2006 [1879], p. 48. 44 Y que, según sus palabras, era consecuencia del novedoso «sistema de motores de triple expansión...» y los cuales –continúa exponiendo– «tienen un fácil funcionamiento y trabajan libres de vibraciones y sacudidas de cualquier tipo, de modo que más tarde, por la ausencia de movimientos, casi no reconocíamos que estábamos a bordo de un barco». Véase Latimer, Isaac: Notas de un viaje a las Foto 4. Gacetilla con viñeta representando un barco de vela. Periódico El Conservador Canario (1 de octubre de 1839). REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 202; 2020, PP. 287-320 303 las referencias a un viaje hacia el Archipiélago en este medio de transporte naútico venían aparejadas de elogios; porque, años después, una expedición suiza a la cabeza de la cual se encontraba el geobotánico Carl Schröter, constataba en su relato la dureza de la singladura en el Villaverde, vapor de la Compañía Trasatlántica Espa-ñola45. En fin, visiones contrastadas que, en el ejemplo menos sugerente, nos acerca más a lo que debía de ser un desplazamiento plagado de contratiempos. Por otro lado, el gran descubrimiento social del siglo xix fue la calle46, un espacio intenso y extensamente explotado por la publicidad, «bombardeando» siste-máticamente al viandante-consumidor, toda vez que se servía de una diversidad de recursos visuales y donde el cartel evidenció unos niveles de protagonismo tan sig-nificativos que se ha llegado a afirmar que la urbe se trastocó en una auténtica gale-ría de arte al aire libre47. Sin embargo, no se debe olvidar la función primordial de dicha expresión gráfica: la información. Por ello, habida cuenta de la pluralidad de anunciantes que concurrían al espacio público, era normal que se estableciese un cierto control en su disposición por parte de las autoridades competentes, como así quedó demostrado en el contexto nacional48. Como era de esperar, y salvando las diferencias respecto a las grandes ciudades europeas, la administración canaria deci-monónica también se había visto obligada a actuar en aras de regular este pujante medio de comunicación, tomando también medidas al respecto49. Junto con ello, como expresión de la notoriedad que había alcanzando la información gráfica en los espacios públicos de finales del siglo xix, destacamos la necesidad que se plan-teó desde el Estado para fiscalizarla, estableciendo distinciones entre los «anuncios publicitarios» y los «anuncios de infomación», referidos estos últimos a estableci- Islas de Tenerife y Gran Canaria (Un Clima de Verano en Invierno), estudio crítico a cargo de Manuel Hernández González, Ediciones Graficolor S.L., La Orotava, Tenerife, 2002 [1887], pp. 20 y 21. 45 Expresando que, para la mayoría de los expedicionarios, el solo hecho de nombrar dicha nave evocaba en su persona «sucesos desagradables: cuerpos desequilibrados, rostros pálidos, gemi-dos surgidos de diminutos camarotes, nauseabundos olores procedentes de la cocina, alimentos ela-borados con aceites malísimos y carentes de energía...». Véase Schröter, Carl: Una excursión a las Islas Canarias, prólogo a cargo de Lázaro Sánchez-Pinto, Ediciones Idea, Santa Cruz de Tenerife-Las Palmas de Gran Canaria, 2007 [1909], p.22. 46 Véase Satué, Enric: El diseño gráfico. Desde los orígenes hasta nuestros días, Alianza Forma, Madrid, 1993, p. 81. 47 Barnicoat, John: Los carteles. Su historia y su lenguaje, Ed. Gustavo Gili, Barcelona, 2000 [1972], p. 6. 48 El Real Decreto de 2 de abril de 1852 establecía normas específicas para el ejercicio de la libertad de imprenta. Así, el art. 96 exponía que «ningún cartel manuscrito, impreso, litografiado, ó bajo cualquiera otra forma que fuere, podrá fijarse en los parajes públicos sin prévio aviso del Gober-nador de la provincia ó de la Autoridad local donde el Gobierno no resida», mientras que el art. 109 se hacía eco de las mediadas punitivas al contravenir dicha disposición, estableciendo que «la fijación de todo cartel sin el permiso competente se castigará con la multa de 200 á 1,000 rs.», véase Real Decreto sobre el ejercicio de la libertad de imprenta, Madrid, 1852, pp. 26 y 27. 49 «Ningún cartel manuscrito, impreso ó litografiado ó de cualquier modo que sea; podrá fijarse en los parajes públicos sin prévio permiso de la autoridad, quién será responsable de las con-secuencias que tuviere esta publicación. Se exceptuan los editores ó anuncios oficiales», véase Bole-tín Oficial de Canarias, n.o 62, 18 de marzo de 1844, p. 3. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 202; 2020, PP. 287-320 304 mientos comerciales y servicios específicos; quedando en este caso libres de cual-quier carga impositiva50. Con todo ello, de lo que no cabe duda es de que nos encontramos ante un concierto visual nacido para la satisfacción de una creciente sociedad de consumo que paulatinamente será seducida con tres recursos gráficos singulares, con forma-tos definidos y de creciente presencia en Canarias: el cartel publicitario [foto 5a]; su variante dimensionalmente aumentada, ubicada por lo general en lugares muy transitados [foto 5b]; y otro medio promocional con vocación de perennidad que, bajo la forma de un panel cerámico [foto 5c], fue muy proclive a perpetuarse en el 50 El Proyecto de la Ley del Timbre del Estado recogía en su artículo 200 que estaban sujetos al pago de un canon pecuniario concreto «todos los anuncios que se fijan en sitios públicos, tranvías, omnibus y demás carruajes públicos, estaciones de ferrocarriles, cafés, tiendas, almacenes y otros loca-les análogos, y los que se pongan en los telones de los teatros», exceptuando de dicho pago los anun-cios «que se fijan en escaparate, portada, acceso e interior de la tienda, taller o almacén, expresando la clase, precio y procedencia de los artículos, siempre que se refieran á los que en el propio local se expendan ó confeccionen; ni los carteles oficiales que obligatoriamenten han de fijar las compañías de ferrocarriles y empresas de diligencias y vapores en sus estaciones y oficinas, respectivamente», véase Boletín Oficial de la Provincia de Canarias, n.o 60, Santa Cruz de Tenerife, 18 de mayo de 1900. Foto 5. a. Cartel publicitario en el exterior de una venta, Tenerife, detalle fotográfico de finales del siglo xix (colección particular); b. Pormenor de una postal en la que se aprecian cartelones comerciales en el muelle de Santa Cruz de Tenerife, cromolitografía de finales del siglo xix (colección particular); y c. Reproducción de un anuncio publicitario cerámico sito en el inmueble que ocupaban los antiguos almacenes Ayala, Santa Cruz de Tenerife, fecha actual (colección del autor). REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 202; 2020, PP. 287-320 305 tiempo, teniendo la propiedad de adaptarse tanto a paredes de inmuebles (fachadas y medianeras) como al mobiliario urbano51. De igual forma, de la selección del soporte para el cartel o su acertado emplazamiento también se derivaba el éxito del mensaje que se quería transmitir. A este respecto, destacan aquellos lugares habilitados dentro de la trama urbana para dicho cometido, momento en el que comienzan a ser distribuidos y conocidos entre la vecindad los paneles o cuadros52. Para corroborar el uso de esta singular solución, existe una fotografía conocida y elocuente [foto 6], de finales del siglo xix, donde se aprecia una esquina del desaparecido Hotel Camacho (sito en Santa Cruz de Tene-rife) con un panel de formato vertical como soporte para varios carteles encolados53. 51 En este caso hacemos referencia a los asientos de la «plaza de los Patos», en Santa Cruz de Tenerife, en cuyos respaldos queda el testimonio publicitario de varias casas comerciales de prin-cipios del siglo xx. 52 Como así se especifica en una nota de prensa local referente a su ubicación en Santa Cruz de Tenerife, expresando que «ya están colocados, y han empezado a utilizarse, los cuadros en que el Ayuntamiento ha dispuesto que se fijen los anuncios y carteles...», Las Canarias: Periódico liberal-reformista, 13 de octubre de 1888, p. 3. 53 Una modalidad que, gracias a la imagen gráfica y fotográfica, también hemos encon-trado en otros lugares de la geografía urbana isular (de entre finales del siglo xix y primeras décadas del xx): en la plaza de Santa Ana de Las Palmas de Gran Canaria, concretamente en una esquina del palacio episcopal, frente a la catedral; en un establecimiento ubicado en la calle de Muro, junto Foto 6. Panel o cuadro con carteles encolados en el exterior del Hotel Camacho, Santa Cruz de Tenerife, finales del s. xix. Archivo de fotografía histórica de Canarias. Cabildo de Gran Canaria (FEDAC). REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 202; 2020, PP. 287-320 306 Además, se trata de una imagen de la que se puede extraer un aspecto bastante reve-lador, aparte de la normalización en la colocación de dichas obras gráficas, como es la presencia de carteles destinados a avisar al transeúnte del tráfico marítimo local e internacional; al tiempo que, en este caso, el hotel se perfilaba como un marco estra-tégico para dotar a estas obras impresas de las funciones que les eran inherentes en un espacio de encuentro entre la ciudadanía y el turista/visitante, en cuyo contexto se les prestaba la más esmerada atención54. Junto con dichos soportes, también destacó el cometido que desempeña-ron los denominados carteles avisadores, los cuales eran portados por personas para anunciar toda clase de asuntos de interés público y entre los cuales el espectáculo ocupaba un lugar a tener en consideración55. En definitiva, salvo matices, y desde un punto de vista estilístico, analizando el escaso material gráfico y fotográfico consultado se puede aseverar que la produc-ción local de carteles (de finales del siglo xix y primeras décadas del xx) seguía las pautas compositivas de algunos modelos foráneos. A la par, tampoco su diseño dife-ría sustancialmente de los acometidos en los referidos anuncios de prensa, así como en publicaciones promocionales, revistas y guías de viaje de dicho periodo. 3.2. Revelando el contexto insular El cartel comercial naval se manifiesta como una expresión plástica singular –que le viene dada por su explícito mérito estético y/o por su antigüedad–, de igual manera que se nos muestra como una interesante fuente de información abordable desde muchas disciplinas; a la par que, como fin último, nos informa y da testimo-nio de un servicio concreto: el tráfico marítimo a motor intercontinental de perso-nas, bienes y servicios. Razón por la cual se engloba dentro del denominado carte-lismo publicitario. Paralelamente, y como se ha venido sugiriendo, Canarias no fue ajena al desarrollo de este medio de comunicación masivo a tenor de su localización geográfica en el Atlántico; y es por ello por lo que, a nuestro parecer, la presencia insular se pone de manifiesto a partir de tres modos de representación concretos. al puente de Piedra sobre el barranco de Guiniguada, en la misma ciudad; o, para el caso de Santa Cruz de Tenerife, en el exterior del antiguo Hotel Alexandra Olsen’s; en una pared en las inmedia-ciones del desaparecido chorro de Puerto Escondido; y, también, en una esquina del ya inexistente Hotel Internacional, junto a la plaza de la Constitución. 54 En este sentido, un anuncio extraído de una publicación local, y referido a dicha entidad de alojamiento eventual, exponía: «Un empleado del Hotel visita á todos los vapores que arriban á este puerto, haciéndose cargo de los equipajes de los viajeros al desembarcar, evitándoles las molestias consiguientes á los señores pasajeros». Véase Noticias del Puerto de Santa Cruz de Tenerife, capital de la provincia de Canarias, Publicación a cargo de la Sociedad La X, Santa Cruz de Tenerife, 1894, p. 56. 55 Estos carteles ambulantes solían disponerse allí donde la concentración de transeúntes era mayor. En este caso, a principios de la pasada centuria se localizaban en los alrededores de Teatro Leal (San Cristóbal de La Laguna), como reclamo explícito para publicitar las funciones de dicha entidad. Véase González Díaz, Francisco: A través de Tenerife, La Laguna, Tenerife, 1923 [1903], p. 174. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 202; 2020, PP. 287-320 307 3.2.1. El textual O aquél en el que solo existe una alusión nominal del Archipiélago, de forma genérica («Canarias», «Islas Canarias»); a un sobrenombre alusivo a este enclave, ya fuere con carácter general («Islas del Atlántico») o manifestando evidentes conno-taciones míticas («Islas Afortunadas»); a una isla concreta («Tenerife», «Gran Cana-ria », «La Palma») o a los puertos capitalinos («Santa Cruz de Tenerife» y «Las Palmas de Gran Canaria», principalmente). A este respecto, también habría que especifi-car que muchas de estas denominaciones vendrían traducidas en la lengua oriunda del público receptor. Asimismo, a este apartado pertenece la mayor parte de la pro-ducción de carteles consultada en el presente texto; partiendo desde las creaciones meramente tipográficas de finales del siglo xix hasta las realizadas para la compa-ñía británica The Union-Castle Mail Steamship Co. Ltd o Union-Castle Line, ya a finales de la década de los cuarenta de la pasada centuria. 3.2.2. El cartográfico Mediante una representación de Canarias en un mapa, plano o globo terrá-queo, apareciendo el Archipiélago como lugar de recalada en determinadas rutas (ya fuese dentro del ámbito colonial africano o como territorio de paso hacia otras áreas de influencia de ultramar); pero, eso sí, asociándose en ambos casos al des-plazamiento de mercancías (cartografía económica), flujos migratorios (cartografía social) y turismo (cartografía del ocio). Además, es reseñable que los carteles eng-lobados en este apartado responden tanto a las estrategias de promoción de una o varias rutas en un espacio territorial concreto y en un momento dado como a una forma de reafirmación del ámbito de actuación de la correspondiente naviera en el contexto mundial. En este sentido, destacaremos –debido a su calidad visual y compositiva– los trabajos realizados para la compañía Norddeutscher Lloyd-Bre-men por Themistokles von Eckenbrecher (c. 1906) y Bernd Steiner (1927). Del mismo modo, y como caso excepcional, en esta categoría se integran también aque-llos carteles promocionales donde las navieras presentaban un mapamundi con la distribución de sus recorridos y puertos de escala y destino. Un tipo de represen-tación gráfica concebida para ser ubicada –principalmente– en oficinas y departa-mentos comerciales de la correspondiente empresa mercantil y en la que subyace una estrategia de promoción institucional para los potenciales clientes que acce-diesen a sus instalaciones. 3.2.3. El tópico isleño O, lo que es lo mismo, de cómo un artista gráfico foráneo intentaba hacer ver a sus compatriotas un territorio geográfica y culturalmente extraño; fundamen-tado –en la mayor parte de los casos– en apreciaciones e interpretaciones persona- REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 202; 2020, PP. 287-320 308 les56. Ello solía quedar plasmado en la representación del paisaje, la flora y fauna que lo ocupan, la climatología que lo singulariza, las gentes que pueblan el territorio, así como los lugares donde residen, amén de sus quehaceres y folclore. Una iconogra-fía seleccionada ex profeso, muy simbólica y vinculada en este caso a la inclusión de Canarias como destino turístico, así como a la concreción de una imagen-reclamo del Archipiélago dentro de una estrategia de promoción concreta. Un recurso visual que desde finales del siglo xix y década de los treinta de la pasada centuria se nos muestra «diluido» junto a otros enclaves isleños del ámbito macaronésico y de la ribera mediterránea; siendo a partir de la década de los cincuenta de la pasada cen-turia cuando acabó por ser explícitamente alusivo a Canarias. Como reflejo de esta dicotomía citar algunos trabajos desarrollados para la compañía germana Hamburg- Süd (Ottmar Anton, 1935) o la francesa Paquet (J. Tonelli, c. 1959). En fin, estos elementos singulares, constitutivos todos ellos de una gran metáfora visual, tendrán su correspondiente impronta en la representación del paisaje canario. A continua-ción los tratamos con detenimiento: – Obviamente, la condición de nuestro archipiélago viene determinada por la pre-sencia de varias islas e islotes rodeados por el mar; un medio acuático que, en consecuencia, determina otro ámbito de no menor importancia estética cuando entra en contacto con la tierra firme: la costa. Al igual que la isla, el espacio costero –fundamentalmente aquel que se revela antropizado– es percibido en el cartel desde el interior del territorio, haciendo partícipe al espectador/turista del panorama que se despliega ante él y convirténdolo en testigo pasivo de su cotidianidad. Además, la costa también se comporta como un espacio de frontera, transición e intercambio; allí donde lo local y lo foráneo interactúan, revelándose la exaltación del «recíproco descu-brimiento ». De hecho, éste es el ámbito por donde acceden los visitantes (principalmente turistas), momento en que hace acto de presencia la nave que los transporta. El barco turístico se manifiesta dentro del paisaje de forma totalmente aséptica. Ora fondeado, ora en proceso de desplazamiento, pero subordinado a la escenificación territorial que le sirve de marco referencial (y por lo tanto dimensional). Además, por norma, ya no hay vaporosas nubes de hollín que distraigan la apreciación de un contexto singular, pues en este momento no interesa dejar constancia la celeridad del transporte derivada de la combustión del carbón –como quedó ejemplificado en épocas anterio-res–; muy al contrario, las «chimeneas mudas» de las motonaves evocan un tiempo más pausado y en consonancia con un disfrute vacacional alejado de la agitación cotidiana de la metrópoli. Paralelamente, la presencia del espacio costero también puede quedar eclipsada por una orografía abrupta, 56 Ello no fue óbice para que la fotografía sirviese de referente visual a la hora de plantear una ilustración determinada, como en su momento daremos a conocer al abordar la obra gráfica del ger-mano Ottmar Anton. Un trabajo desarrollado, principalmente, en la década de los 30 del pasado siglo. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 202; 2020, PP. 287-320 309 revelando un contexto geológicamente accidentado que deviene en el paisaje interior. Son espacios de arena y basalto, rematados por un accidente geo-lógico recurrente: el Teide. Un hito atlántico, perpetuamente nevado, que proclama las bondades y contrastes de la climatología canaria. – La climatología también define el paisaje, lo modela a lo largo del tiempo, creando ámbitos de enorme frescura y vegetación exuberante frente a espacios de extrema sequedad. Canarias es tierra de contrastes, circunstancia ésta por la que se convirtió en el espacio ideal para curar dolencias y reponer fuerzas, lejos de las inclemencias invernales del Viejo Continente57. Así, desde antaño, el Archipiélago se ha definido por la benignidad de su clima. Es el lugar de la «eterna primavera», eslogan de gran predicamento en varias campañas publicitarias de la pasada centuria y que –ya en el siglo xvi– constató el ingeniero cremonés Leonardo Torriani, cuando puso a Canarias «bajo el signo de Cáncer», conjurando con este acto creativo un canto clásico atri-buido a Ovidio y que en su condición de humanista le permitió discernir que las peculiaridades de un clima templado y un territorio fértil venían determinadas por este signo zodiacal asociado al líquido elemento58. En este caso un cangrejo de agua dulce que transmuta la humedad de los vientos alisios para el consuelo y fortuna de los isleños. Además, la representación del clima encuentra su máxima expresión en la presencia de paisajes que rezuman amabilidad cromática. Instantes congelados donde el color habla por sí solo59. Son gamas tonales cálidas, donde predominan los cielos des-pejados o delicadamente degradados, y lugares en los que la luz solar cobra un notable protagonismo, ya fuese al mediodía o con el sol cerca de la línea del horizonte, advirtiéndose en este último caso a través de la proyección de acusadas sombras y superficies luminosamente contrastadas. Y también será la constante presencia del «Astro Rey» (mafiestado de forma directa o indirecta) la razón por el que se acude a Canarias, llegando incluso a con- 57 Como así lo proclamaba en su día una postal británica, de finales del xix, en la que se contrastaba la temperatura durante el invierno boreal entre el Archipiélago y otro espacio urbano del «Viejo Continente»; teniendo a una mujer como protagonista: turista en jornada de baño en una soleada playa de Tenerife y atribulada viandante en una lejana y fría calle europea. 58 Martín Rodríguez, Fernando Gabriel: La Primera imagen de Canarias. Los dibujos de Leonardo Torriani, Colegio Oficial de Arquitectos de Canarias (COAC), Santa Cruz de Tene-rife, 1986, pp. 53-55. 59 En este caso, el británico Harold Lee nos dejó la siguiente impresión cuando arribó a Santa Cruz de Tenerife en las postrimerías del siglo xix: «The blue of the water is intense, and cons-trast delightfully with the dazzling brightness of the town as it basks there in the hot afternoon sunlight». Asimismo, en su visita a la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, describió su singular arquitectura en los siguentes términos: «It is a city of flat-roofed houses, whose white or yellow-cou-lores walls, jutting balconies, green-tinted shutters, and upspringing minaret towers suggest at once an origin in the far past and burning climes», véase Lee, Harold: Madeira and the Canary Islands, a Handbook of Tourists, Lee and Nightingale, Liverpool, 1888, pp. 15 y 19. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 202; 2020, PP. 287-320 310 vertirse en protagonista exclusivo en alguna ocasión, como así se ejemplifica en un trabajo del germano Fritz Kück (1934). – De la interacción del clima con el territorio cobra protagonismo la vegetación –autóctona o alóctona–, en su estado natural o ubicada como elemento ornamental, cuando la actividad humana la dispuso en espacios habilitados a este efecto (ya fuere en pérgolas, parterres o descolgándose por muros enca-lados). A este respecto, las especies locales como la palmera canaria (Phoenix canariensis), el drago (Dracaena draco) o el cardón (Euphorbia canariensis), en ocasiones compartirán su espacio vital con otros ejemplares introducidos por el hombre en el paisaje insular con una finalidad económico-productiva: como la pitera (Agave americana L.), la tunera (Opuntia maxima Mill) o la platanera (Musa acuminata). O, simplemente, con un propósito estético y singularizada en la buganvilla (Bougainvillea spectabilis). – El elemento faunístico también encuentra su espacio de representación, asociado en ciertos casos a las actividades humanas, como los animales de tiro y carga (de raza bovina o asnal) o especies en su medio natural, como la gaviota patiamarilla (Larus michahellis atlantis). Sin embargo, por encima de ellos se constata la relevancia del canario (Serinus canaria), animal oriundo de la Macaronesia, de reputado conocimiento internacional. Además, debido a su homonimia con nuestro territorio insular, se llegó a convertir en referente icónico en más de una campaña promocional, llegando incluso a ser perso-nificado: vestido con indumentaria típica, tocando instrumentos musicales o interactuando con los humanos. – En lo concerniente a la arquitectura, se revela un deseo manifiesto por conjugar en el hábitat insular los elementos constructivos vernáculos con replanteamien-tos ad hoc. De este modo, si por un lado se prodigan inmuebles modulares con cubierta de teja árabe, paramentos enjalbegados y vanos cubiertos con obra de carpintería –en algunos casos sustentados en la fotografía para recrear algún núcleo poblacional determinado–, ello no impidió la introducción de anacronismos constructivos fruto de la inventiva del autor del cartel. – La representación humana en este contexto es fundamentalmente local. Hay au-sencia evidente de turistas. El «espécimen insular» es promocionado como parte integrante del paisaje; ya fuere dedicado a sus cometidos cotidianos (y siempre vinculados al sector primario), mostrando carencias evidentes en infraestructuras básicas y que se explicitan en el acarreamiento de mercancías con animales domésticos, así como cargando sobre la cabeza recipientes de loza artesanal local; o inmersos en momentos de asueto (descansando o dialogando), como participando en representaciones folclóricas (en bailes tradicionales con el acompañamiento de instrumentos musicales y siempre ataviados con indumentarias típicas o reinterpretaciones de las mismas). Pero el isleño también presenta unos caracteres raciales concretos, predominando la tez broncínea y los cabellos morenos. A este respecto, se puede decir que algunos de los carteles que dan a conocer este «tipo racial local» fueron REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 202; 2020, PP. 287-320 311 diseñados en la Alemania nazi60. Asimismo, la mujer también va a ser utili-zada como expícito reclamo promocional con una carga sexual manifiesta. En definitiva, todos estos ámbitos reiterativos y de representación se perfi-lan como recursos que quedarán integrados dentro de las complejas estrategias de «llamada de atención» y «captación de la atención» del público objetivo o clincher61. 4. CONCLUSIONES Como ya expresamos con anterioridad, el cartel comercial naval ha sido objeto de una escasa atención en los círculos académicos nacionales, a pesar de ser una fuente inestimable de información susceptible de ser tratada desde una perspec-tiva multidisciplinar. En este sentido, una causa evidente de la inexistencia de estu-dios concretos sobre este medio de comunicación masivo se encuentra en la ausen-cia de colecciones relevantes de carteles nacionales que aborden este género. A ello habría podido contribuir el delicado soporte sobre el que se suelen imprimir –muy expuesto a las agresiones de los agentes ambientales–, lo que complicó sustancial-mente su conservación; su gran dispersión, por el hecho de estar vinculados a todos aquellos puertos y países donde los buques salían, hacían escala o arribaban; ade-más del escaso interés que como objeto de colección pudieron haber tenido en un momento dado. Empero, en la actualidad, junto con algunas instituciones públicas y privadas que se distribuyen a lo largo y ancho de la geografía mundial, los reposi-torios digitales de imágenes que abundan en la red se han convertido –intenciona-damente o no– en pequeñas pinacotecas virtuales; pudiendo el interesado acceder a la más variopinta relación de obras singulares atesoradas distintas partes del mundo. En lo que respecta a Canarias, la relación de carteles vinculados a navieras que ha sido tratada en el presente texto se ciñen a una serie de características que ponemos en consideración en las siguientes líneas: a) Hasta finales del siglo xix, la mayor parte de la obra consultada es anónima, se incluye dentro de la impresión de carácter tipográfico y de ella solamente se conoce el nombre del impresor o de la empresa que lo imprimió. Ello no excluye que a partir de la generalización de la cromolitografía y la im-plementación de este novedoso sistema de reproducción gráfica por parte de artistas (dibujantes y pintores, principalmente) comiencen a aparecer las denominadas «obras de autor», reconocidas en este caso por su firma o por el hecho de estar concebidas en el seno de una agencia de publicidad. 60 En este sentido, existe una producción de carteles muy nutrida, derivada de la presen-cia en nuestro territorio de cruceros del Tercer Reich, incluso con posterioridad al año 1936, en el transcurso del alzamiento militar contra el Gobierno de la Segunda República. 61 Véase Checa Godoy, Antonio y Garrido Lora, Manuel: op. cit., 2015, pp. 27 y 28. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 202; 2020, PP. 287-320 312 b) Existe un mayor peso de la producción foránea frente a la nacional, mientras que la local es, hasta la fecha, inexistente. Eso sí, salvando una interesante colección vinculada a una imprenta gaditana, la mayor parte de los carteles consultados y que promocionaban sus correspondientes periplos con arribo o escala en Canarias fueron realizados en el extranjero. c) La imagen gráfica y fotográfica ha sido clave para constatar su presencia en el contexto urbano insular (de las islas capitalinas, fundamentalmente) y con una cronología de finales del siglo xix y principios del xx. Al tiempo que se constata su correspondencia tipológica con muchos carteles comerciales navales que se venían realizando fuera de las Islas Canarias. d) La génesis formal del cartel naval comercial va aparejada a la aparición de anuncios modulares o gacetillas en publicaciones periódicas de principios del siglo xix. Pudiéndose encontrar similitudes compositivas en la organización de la información, así como en la retórica persuasiva. e) La información en este tipo de carteles también se ciñe a los códigos de comu-nicación al uso. Pudiendo encontrar dos ámbitos de implementación: 1) el registro textual, que en principio buscaría identificar y singularizar el servicio que se oferta; y 2) el registro gráfico, cuya relevancia va unida al desarrollo de los sistemas de impresión, pasando desde las pequeñas viñetas xilográficas de finales del siglo xix a las impresiones a cuatro tintas en ófset de la década de los cincuenta de la pasada centuria. f) Dentro del registro gráfico del cartel comercial naval, cobran protagonismo dos unidades singulares que creemos que le otorgan sentido como tal: – La imagen corporativa de la naviera que se promociona. Perfilada como un elemento identitario que desde un primer momento se irá definiendo no solo a partir de la bandera de la compañía y su correspondiente escudo, sino también a través de otros recursos parlantes que toman carta de naturaleza en distintos ámbitos del barco, así como en otros medios de difusión al uso (p.ej., en la papelería). En este apartado debemos resaltar la localización de la primera imagen corporativa de una naviera (1899) que, en principio, circunscribió su ámbito de actuación en el contexto insular: la Compañía de Correos Vapores Interinsulares Canarios. – La nave motorizada. Desde las decimonónicas embarcaciones de propul-sión mixta (a vela y vapor) hasta las motonaves diésel de los años 50 del siglo pasado, la embarcación se nos revela bajo múltiples aspectos por destacar: barco de ilusionados emigrantes, nave de empresarios en busca de fortuna en territorios coloniales, transporte marítimo postal, acarreo naval de frutos desde tierras exóticas, recurso comu-nicativo interinsular o buque de placer y recreo. g) Si bien es cierto que los primeros carteles obedecen a una función meramente informativa y no publicitaria, muy al contrario de lo que tradicionalmente se ha manifestado, creemos que en el cartelismo naval comercial ya se asiste REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 202; 2020, PP. 287-320 313 a concierto de recursos retóricos y de comunicación no textual, donde el barco y la imagen corporativa manifiestan por sí solas un notable poder de persuasión de cara a un público objetivo concreto. h) Atendiendo a los registros de información expuestos, los carteles comerciales navales consultados pueden presentar las siguientes modalidades: – Cartel tipográfico con predominio exclusivo de la composición con tipos metálicos y/o de madera. – Cartel tipográfico con viñeta xilográfica ocasionalmente firmada por el grabador. – Cartel cromolitográfico donde el autor interviene en la elaboración com-pleta de la obra: ilustración + tipografía. – Cartel cromolitográfico donde el autor solo aporta una imagen (pintura) y no interviene en el trabajo tipográfico, el cual se añade a poste-riori con tipos móviles (madera o metal) al existir una reserva en la impresión. – Cartel ófset donde el autor interviene en el diseño (ilustración + tipografía). – Cartel ófset donde el autor solo trabaja en una parte del cartel (pintura, fotografía o fotomontaje), con una reserva para la introducción de información complementaria mediante técnica de reimpresión. i) La presencia de Canarias en el cartel naval comercial del periodo que abarca este trabajo se establece a partir de tres ámbitos de representación definidos y que, a su vez, lo singularizan: el textual, el cartográfico y el tópico insular. Recibido: 10-5-2020; aceptado: 11-6-2020 TABLA 1 Y ANEXO TABLA 1: RELACIÓN DE CARTELES NAVALES COMERCIALES (1883-1960) Fecha Naviera Autor Impresor Técnica Dimensiones Barco 1. 1883 Antonio Martínez de Pinillos Anónimo Revista Médi-ca (Cádiz) Tipografía Xilografía 89 × 65 cm Apolo 2. 1887 Compagnie Francaise de Navigation a Va-peur «Chargeurs Réunis» Anónimo E. Buttner- Thierry (Paris) Cromolitografía 67 × 71 cm Parana 3. c. 1887 Compañía Trasat-lántica Anónimo S.I. Compañía Trasatlántica Tipografía Xilografía 128 × 88 cm Alfonso xiii 4. 1888 Compagnie Francaise de Navigation a Va-peur «Chargeurs Réunis» Frédéric Hugo d’Alési Lemercier & Cie. (Paris) Cromolitografía 76 × 50 cm Parana 5. 1889 Societé Général de Transports Mariti-mes a Vapeur Anónimo Imprimerie Marseillaise (Marseille) Cromolitografía Tipografía 105 × 67 cm Aquitaine Grance Provence 6. c. 1891 Compagnie Gene-ral Trasatlantique Anónimo Imprimerie Moncharmont (Paris) Tipografía Xilografía 118 × 86 cm X (*)7. 1892 Vapores Trasat-lánticos Pinillos, Sáenz y Cía. Anónimo Revista Médi-ca (Cádiz) Tipografía Xilografía 130 × 65 cm (dividido en dos pliegos) Miguel M. Pinillos (*)8. 1892 Vapores Trasat-lánticos Pinillos, Sáenz y Cía. Anónimo Revista Médi-ca (Cádiz) Tipografía Xilografía 130 × 65 cm (dividido en dos pliegos) Conde Wifredo (*)9. 1893 Vapores Trasat-lánticos Pinillos, Sáenz y Cía. Anónimo Revista Médi-ca (Cádiz) Tipografía Xilografía 130 × 65 cm (dividido en dos pliegos) Conde Wifredo 10. 1893 La Veloce Nave-gazione Italiana a Vapore Anónimo Lit. Succ. Do-yen (Torino) Cromolitografía Tipografía 88 × 64 cm Nord-Ame-rica (*)11. 1895 Vapores Trasat-lánticos Pinillos, Sáenz y Cía. Anónimo Revista Médi-ca (Cádiz) Tipografía Xilografía 130 × 65 cm (dividido en dos pliegos) Catalina (*)12. 1895 Vapores Trasat-lánticos Pinillos, Sáenz y Cía. Anónimo Revista Médi-ca (Cádiz) Tipografía Xilografía 130 × 65 cm (dividido en dos pliegos) Conde Wifredo (*)13. 1895 Vapores Trasat-lánticos Pinillos, Sáenz y Cía. Anónimo Revista Médi-ca (Cádiz) Tipografía Xilografía 130 × 65 cm (dos pliegos) Martín Sáenz 14. 1895 Compagnie Francaise de Navigation a Va-peur «Chargeurs Réunis» Anónimo Im. Rue Marx (Paris) Cromolitografía 40 × 30 cm Flota de 34 embarca-ciones que navegaban bajo esta bandera REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 202; 2020, PP. 287-320 315 15. 1895 Peninsular and Oriental Steam Navigation Com-pany Alfred Simpson Andrew Reid & Co. (New-castle) Cromolitografía 60 × 40 cm Lusitania 16. c. 1895 Compagnie Francaise de Navigation a Va-peur «Chargeurs Réunis» Monograma STC Imp. E. Marx (Paris) Cromolitografía 40 × 30 cm X (*)17. 1896 Vapores Trasat-lánticos Pinillos, Sáenz y Cía. Anónimo Revista Médi-ca (Cádiz) Tipografía 88 × 65 cm Conde Wifredo (*)18. 1896 Vapores Trasat-lánticos Pinillos, Sáenz y Cía. Anónimo Revista Médi-ca (Cádiz) Tipografía 88 × 65 cm Catalina (*)19. 1896 Vapores Trasat-lánticos Pinillos, Sáenz y Cía. Anónimo Revista Médi-ca (Cádiz) Tipografía 88 × 65 cm Martín Sáenz 20. 1898 Peninsular and Oriental Steam Navigation Com-pany F/S (Alfred Simpson) Andrew Reid & Co. (New-castle) Cromolitografía 60 × 40 cm X 21. 1900 Societé Général de Transports Mariti-mes a Vapeur David Dellepiane Moullot Fils (Marseille) Cromolitografía Tipografía 74 × 64 cm Salta 22. c. 1900 La Veloce Nave-gazione Italiana a Vapore Anónimo Torino Lit. (Torino) Cromolitografía 99 × 69 cm Flota de 13 embarca-ciones que navegaban bajo esta bandera (*)23. 1901 Vapores Pinillos Izquierdo y Cª. Anónimo Revista Médi-ca (Cádiz) Tipografía Xilografía 130 × 65 cm (dos pliegos) Conde Wifredo (*)24. 1901 Vapores Pinillos Izquierdo y Cª. Anónimo Revista Médi-ca (Cádiz) Tipografía Xilografía 130 × 65 cm (dos pliegos) Miguel M. Pinillos (*)25. 1901 Vapores Pinillos Izquierdo y Cª. Anónimo Revista Médi-ca (Cádiz) Tipografía Xilografía 130 × 65 cm (dos pliegos) Pío ix 26. c. 1902 Peninsular and Oriental Steam Navigation Com-pany John Hassall The Lamson Agency Ltd. (London) Cromolitografía 102 × 63 cm Ophir Orontes (*)27. 1904 Pacific Steam Navigation Cª. Anónimo Revista Médi-ca (Cádiz) Tipografía 88 × 64 cm Galicia 28. 1904 Norddeutscher Lloyd, Bremen Hans Rudof Schulze Meisenbach, Rifarth & Co. (Berlin) Cromolitografía 104 × 65 cm Kaiserin Ma-ria Theresia (*)29. 1904 Vapores Pinillos Izquierdo y Cª. Anónimo Revista Médi-ca (Cádiz) Tipografía Xilografía 130 × 65 cm (dos pliegos) Miguel M. Pinillos Catalina (*)30. 1904 Vapores Pinillos Izquierdo y Cª. Anónimo Revista Médi-ca (Cádiz) Tipografía Xilografía 130 × 65 cm (dos pliegos) Martín Sáenz 31. c. 1904 Pacific Line of Ro-yal Mail Steamers Anónimo Sin identificar Cromolitografía 104 × 65 cm Orduña (*)32. 1905 Vapores Pinillos Izquierdo y Cª. Anónimo Revista Médi-ca (Cádiz) Tipografía Xilografía 130 × 65 cm (dos pliegos) Conde Wifredo 33. 1906 Norddeutscher Lloyd, Bremen Themis-tokles von Eckenbre-cher Wilhelm Jönt-zen (Bremen) Cromolitografía 37,5 × 26,7 cm X REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 202; 2020, PP. 287-320 316 34. 1909 Vapores Pinillos Izquierdo y Cª. Anónimo Imprenta de las Hijas de Niel (Cádiz) Cromolitografía Tipografía 67 × 48 cm Martin Sáenz 35. 1910 Alfred Holdt & Co., Liverpool (The Blue Funnel Line) Norman Wilkinson No consta Cromolitografía 101 × 64 cm Ascanius 36. 1910 Lloyd Sabaudo J. M. Pase-nas Viñeta del barco realizada por «Foto-grabados Bastard» Sobrinos de López Robert y Cº. (Barce-lona) Tipografía 138 × 74 cm Principe di Udine 37. c. 1910 Vapores Trasat-lánticos Españoles de A. Folch y Cª., Barcelona Anónimo No consta Cromolitografía 89,5 × 66 cm José Gallart 38. c. 1910 Sociedad de Nave-gación e Industria (Barcelona) Anónimo Sin Identificar Tipografía 88 × 64 cm Delfín y Hespérides 39. c. 1910 Sociedad de Nave-gación e Industria (Barcelona) Anónimo Sin Identificar Tipografía 88 × 64 cm Atlante y Hespérides 40. c. 1911 Pinillos Izquierdo y Ca. Anónimo No consta Cromolitografía 102 × 63 cm Balmes 41. 1913 Yeoward Line Richard Oliver T. Forman & Sons, Notthingham (London & Liverpool) Cromolitografía 93 × 60 cm Ardeola II 42. c. 1913 Yeoward Line Richard Oliver T. Forman & Sons, Notthingham (London & Liverpool) Cromolitografía 102 × 64 cm Ardeola II 43. 1916 Pinillos Izquierdo y Ca. Anónimo Sin Identificar Cromolitografía Tipografía 119 × 82 cm Cádiz 44. c. 1916 Pinillos Izquierdo y Ca. Anónimo Sin Identificar Cromolitografía Tipografía 119 × 82 cm Valbanera 45. 1920 Compagnie Belge Maritime du Congo Louis Royon E. Stockmans & Cº. (Anvers) Cromolitografía 100 × 62 cm Albertville 4 46. 1920 Norddeutscher Lloyd, Bremen Bernd Steiner Sin Identificar Cromolitografía 72 × 55 cm X 47. c. 1920 Compañía Trasat-lántica Española Anónimo Talleres Gráfi-cos El Siglo xx (Barcelona) Cromolitografía Tipografía 138 × 69 cm Infanta Isabel de Borbón 48. c. 1920 Hamburg- Südamerikanische Dampschifffahrts- Gesellschaft Ottmar Anton OffsetDruck Foster&Borries (Hamburg- Zurickau) Ófset 96,5 × 66 cm Cap Arcona 49. c. 1920 Pacific Line of Ro-yal Mail Steamers Anónimo Andrew Reid & Co. (New-castle) Cromolitografía 102 × 62 cm Oropesa 50. c. 1922 Yeowad Line Anónino No consta Cromolitografía 92,5 × 60,5 cm Avoceta 51. 1925 Holland West Afrika Lijn, Am-sterdam E. van Hove Sin Identificar Cromolitografía 100 × 67 cm X REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 202; 2020, PP. 287-320 317 52. 1926 Compagnies Fabre & Fraissinet Anónimo Moullot Fils (Marseille) Cromolitografía 111 × 77 cm X 53. 1928 Königlisch Ho-lländischer Lloyd, Amsterdam C.M. Van Roessel & Co. (Amster-dam) Cromolitografía 98 × 60 cm X 54. 1928 Union-Castle Line Odin Ros-senvinge No consta Cromolitografía Tipografía 100 × 64 cm Carnavon Castle 55. 1930 Compagnie de Navigation Paquet Anónimo Audry – Edit. (Marseille) Fotocomposi-ción Ófset 38 × 27 cm X 56. 1930 Compagnie Géné-ral Trasatlantique Jan Auvigne Editions L’Atlantique Ófset 98 × 63 cm X 57. 1930 Peninsular and Oriental Steam Navigation Com-pany James Creig The Lamson Agency, Ltd. (London) Cromolitografía Tipografía 101 × 69 cm X 58. 1930 Blue Star Line Norman Wilkinson Mc Corquoda-le & Cº Limi-ted (London) Ófset 40 × 69 cm X 59. 1930 Hamburg-Ame-rika Linie Ottmar Anton Offsetdruck «Habuva» Dörschel & v. Witzleben (Hannover) Ófset 83 × 60 cm Oceana 60. 1930 Compagnie de Navigation Paquet Max Ponty Les Suc. De Hachard Ófset 100 × 62 cm X 61. c. 1930 Union-Castle Line Daphne Padden Sin Identificar Ófset 95 × 63 cm X 62. 1931 Union-Castle Line Charles Shepard (SHEP) The Baynard Press (London) Ófset 101,5 × 63,5 cm X 63. 1933 Peninsular and Oriental Steam Navigation Com-pany James Greig The Lamson Agency Ltd., (London) Ófset 101 × 64 cm Viceroy of India 64. 1933 Hamburg-Ame-rika Linie Ottmar Anton Sin Identificar Ófset 101 × 64 cm Milwaukee 65. 1934 Norddeutscher Lloyd, Bremen Fritz Kück Drucker Jönt-zen (Bremen) Ófset 120 × 84 cm Arucas Orotava 66. 1934 Norddeutscher Lloyd, Bremen Fritz Kück Drucker Jönt-zen (Bremen) Ófset 120 × 84 cm Arucas Orotava 67. 1934 Hamburg- Südamerikanische Dampschifffahrts- Gesellschaft Ottmar Anton No consta Ófset 84 × 59 cm Monte Rosa 68. 1934 Hamgurg-Ame-rika Linie Ottmar Anton Mühlmeister & Johler (Hamburg) Ófset 101 × 64 cm Milwaukee 69. c. 1934 Oldemburg-Por-tugiesische Dam-pfschiffs- Rhederei, Hamburg Ottmar Anton Offsetdruck Gehr. Sta-lung A. G. Oldemburg, (Hamburg) Ófset 60 × 44 cm X 70. 1935 Nordeutscher Lloyd, Bremen Fritz Kück Drucker Jönt-zen (Bremen) Ófset 86 × 59 cm X 71. 1935 Hamburg- Südamerikanische Dampschifffahrts- Gesellschaft Otmar Anton No consta Ófset 84 × 59 cm Monte Rosa REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 202; 2020, PP. 287-320 318 72. 1935 Deutschen Afrika Lininen Ottmar Anton No consta Ófset 82 × 50 cm X 73. c. 1935 Hamburg Ame-rika Linie Ottmar Anton No consta Ófset 120 × 85 cm Cordillera Oceana 74. 1936 Hamburg- Südamerikanische Dampschifffahrts- Gesellschaft Otmar Anton Drucker August Scherl (Berlin) Ófset 120 × 85 cm Monte Rosa 75. 1936 Hamburg-Ame-rika Linie Albert Fuss Drucker J. Olsen Ófset 92 × 60 cm X 76. 1936 Hamburg- Südamerikanische Dampschifffahrts- Gesellschaft Otmar Anton Drucker August Scherl (Berlin) Ófset 120 × 85 cm Monte Rosa 77. 1936 Compagnie Gènè-rale Trasatlantique Jean Au-vigne Editions L’Atlantique Ófset 101 × 61 cm X 78. 1937 Nordeutscher Lloyd, Bremen Hugo Feldt-mann No consta Ófset 100 × 65 cm Columbus 79. 1937 Nordeutscher Lloyd, Bremen Fritz Kück Sin Identificar Ófset 85 × 60 cm General von Steuben 80. 1937 Deutschen Afrika Linien Ottmar Anton No consta Ófset 82 × 50 cm X 81. 1938 Hamgurg-Ame-rika Linie Albert Fuss Mühlmeister & Johler (Hamburg) Ófset 118 × 84 cm St. Louis 82. 1938 Hamgurg-Ame-rika Linie Hein Kaske Sin Identificar Ófset 118 × 84 cm Milwaukee 83. 1939 Deutsche Afrika- Linien Henning Koeke No consta Ófset 85 × 60 cm X 84. 1947 Union-Castle Line James Creig Printed in England Ófset 100 × 63 cm Capetown Castle 85. 1947 Union-Castle Line Frank Hen-ry Mason Printed in England Ófset 101 × 63 cm Capetown Castle 86. 1949 Bergen Steamship Company Harry Hudson Rodmell Sin Identificar Ófset 35 × 22 cm Venus 87. c. 1950 Compagnie Mari-time Belge Willy E. Braeckman Agence Mariti-me Internatio-nel, (Anvers) Ófset 100 × 63 cm X 88. c. 1950 Bergen Steamship Company Raymond Tooby No consta Ófset 102 × 64 cm Venus 89. 1953 Hapag-Lloyd Anónimo No consta Ófset 100 × 65 cm Italia 90. 1958 Compagnie de Na-vigation Fraissinet & Ciprien Fabre Roger Chapelet No consta Ófset 112 × 78 cm Géneral Manguin 91. c. 1958 Compagnie de Navigation Paquet Anónimo SMAP (Mar-seille) Ófset 99 × 63 cm X 92. 1959 Compagnie de Navigation Paquet N. Revost SMAP (Mar-seille) Ófset 47 × 30 cm X 93. 1959 Compagnie de Navigation Paquet N. Revost SMAP (Mar-seille) Ófset 99 × 63 cm X 94. c. 1959 Compagnie de Navigation Paquet J. Tonelli SMAP (Mar-seille) Ófset 49 × 32 cm X 95. c. 1959 Compagnie de Navigation Paquet J. Tonelli SMAP (Mar-seille) Ófset 48 × 30 cm X REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 202; 2020, PP. 287-320 319 96. 1960 Compañía de Na-vegación Ybarra Guillaume Villemot Publicité Hublot Baille (Paris) Ófset 50 × 32 cm Cabo San Vicente 97. 1960 Compagnie de Navigation Paquet Alain Gauthier SMAP (Mar-seille) Ófset 47 × 30 cm X 98. 1960 Compagnie de Navigation Paquet Fotogra-fía de E. Defosses SMAP (Mar-seille) Ófset 100 × 62 cm Mermoz 99. 1960 Compagnie de Navigation Paquet Anónimo SMAP (Mar-seille) Fotomontaje Ófset 100 × 62 cm X (*) Fuente: Conte Domenec, Diego: Carteles de barcos impresos en la imprenta de la Revista Médica. Cádiz, 1866-1913, Cádiz, 1992. REVISTA DE HISTORIA CANARIA, 202; 2020, PP. 287-320 320 ANEXO RELACIÓN DE ANUNCIOS EN PRENSA PERIÓDICA El Atlante, Santa Cruz de Tenerife, 1 de enero de 1837, p. 4. PARA LA HABANA. Saldrá del puerto de la Orotava el 18 de Enero, el bien acreditado Bergantin Español NEPTUNO, Capitan Arozena. Admite pasage-ros de cámara y cubierta, á los que ofrece las comodidades y abundante rancho que han distinguido á este buque. Lo despacha D. Francisco G. de Ventoso. El Eco del Comercio, Santa Cruz de Tenerife, 20 de diciembre de 1857, p. 2. PARA PUERTO RICO Y LA HABANA. Saldrá dentro de pocos dias la acreditada fragata española «NIVARIA», clavada, empernada y forrada de cobre. Admite carga y pasageros de flete y pago para ambos puntos, á quienes su capitan D. Juan Castro ofrece un esmerado trato. Lo despacha en Santa Cruz D. Francisco Garcia. El Canario: periódico de literatura, comercio, industria, noticias e intereses materiales, Las Palmas de Gran Canaria, 1 de abril de 1859, p. 3. PARA LA GUAIRA. Saldrá el 10 de abril la hermosa y acreditada fragata clipper francesa NAPOLEÓN III. Admite pasageros de cámara y entrepuente en su espacioso local, en donde tendrán la gran ventaja de tener todo su equipaje á su lado. Admite tambien un resto de carga. Su agente en esta ciudad D. Juan Mendoza. La Opinión, Las Palmas de Gran Canaria, 11 de noviembre de 1873, p. 3. El bergantín LAS PALMAS saldrá directamente para la Habana del 20 al 25 del corriente. Su capitán D. Francisco Rodríguez. Admite carga y pasajeros á los que dará el esmerado trato que tiene acostumbrado. |
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