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SI CUBA SE PIERDE... UN SUEÑO DE PEDRO CUEVAS PINTO (1898).
José Eduardo Pérez Hernández Licenciado en Historia; Universidad de La Laguna
«[...] Cuba es el ángel custodio de La Palma: Si Cuba se pierde (pobre de nosotros! [...]». El Grito del Pueblo, Santa Cruz de La Palma, Noviembre de 1895.
INTRODUCCIÓN
El conocido como Desastre del 98 ha alcanzado su centenario, ofreciendo a los historiadores la oportunidad de escrutar ampliamente este traumático episodio de nuestra Historia, y resultando, como era de esperar, una copiosa bibliografía al respecto1.
En enero de 1898, Pedro Cuevas Pinto2, un joven abogado y periodista palmero que acaba de abrir su bufete en la calle de Santiago n° 39 de Santa Cruz de La Palma,
1. Cito sólo la bibliografía reciente utilizada en la elaboración de este artículo: ARMERO, ALVARO: Fragmentos del 98. Prensa e información en el año del desastre. Comunidad de Madrid, 1998; BALFOUR, SEBASTIÁN: El fin del imperio español (1898-1923). Ed. Crítica, Barcelona, 1997; CALVO CARILLA, JOSÉ LUIS: La cara oculta del 98. Místicos e intelectuales en la España del fin de siglo (1895-1902). Ed. Cátedra, Madrid, 1998; CALVO POYATO, JOSÉ: El Desastre del 98.166
publica el artículo editorial «Un Sueño» en el segundo número de El Pancista, del cual es su director oficioso y principal redactor 3. Tomando como base este pequeño documento de la época, esto es, un curioso y sugerente artículo periodístico sobre la proyección futura de la Guerra de Cuba -reproducido en el anexo final-, el presente trabajo indaga en la actitud mental de su autor, que subyace en cada línea del texto aquí presentado y en otros posteriores, circunscrita al contexto de las estrechas relaciones palmero-cubanas y de la respuesta que ofrece la burguesía de Santa Cruz de La Palma ante la guerra finisecular.
Se trata, pues, de un pequeño estudio de mentalidades a partir de un documento que encaja perfectamente entre otros de parecida índole, producidos por la burguesía española como reacción emocional a la tragedia del fin de siglo. Pero, además, supone todavía más en el caso de la burguesía canaria, dado lo que Cuba ha representado para muchos habitantes de las islas Canarias a lo largo del XIX y representará aún hasta el primer cuarto del siglo XX : la tierra de promisión que espera al emigrante, que le da los recursos imprescindibles para afrontar las periódicas crisis de subsistencias y para acceder al mercado de la tierra y del agua en el terruño, mediante las remesas y herencias de los emigrados, los ahorros de los retornados y los intensos lazos comerciales; especialmente en la isla de La Palma, cuyos isleños eligen Cuba casi como único destino americano 4. De hecho, no pocos miembros de la burguesía palmense decimonónica deben su posición social a las fortunas adquiridas, por sí o por sus ascendientes , con el tráfico comercial palmero-cubano en barcos propios fabricados en la isla, integrándose a continuación en la élite social que vive en la calle principal de Santa Cruz de La
Ed. Plaza y Janes, Barcelona, 1997; ESLAVA GALÁN, JUAN y ROJANO ORTEGA, DIEGO: La España del 98. El fin de una Era. Ed. Edaf, Madrid, 1997; FUSI, JUAN PABLO y NIÑO, ANTONIO (Eds.): Vísperas del 98. Orígenes y antecedentes de la crisis del 98. Ed. Biblioteca Nueva, Madrid, 1997; PAN-MONTOJO. JUAN (Coord.): Más se perdió en Cuba. España, 1898 y la crisis de fin de siglo. Ed. Alianza, Madrid, 1998; PÉREZ-CISNEROS. ENRIQUE: En torno al «98 cubano. Ed. Verbum. Madrid, 1997; ROMERO TOBAR, LEONARDO (Ed.): El camino hacia el 98 (los escritores de la Restauración y la crisis del fin de siglo). Ed. Visor, Madrid, 1998.
2. Nacido en Los Llanos de Aridane en 1875, hijo del propietario llanense Augusto Cuevas Camacho y de la dama de la élite capitalina María de las Nieves Pinto y Poggio, y muerto en Santa Cruz de La Palma en 1957. Licenciado en Derecho, tuvo inquietudes literarias en su juventud. Prestigioso jurista, fue Decano del Colegio de Abogados y alcanzó puestos relevantes en la política insular, siendo Presidente del Cabildo (1918), Delegado del Gobierno en la isla (1923) y jefe del Partido Insular Demócrata (1923). En junio de 1899 casó en Santa Cruz de La Palma con Josefa Cabrera Martín, hija del comerciante y banquero palmero Juan Cabrera Martín. Cfr. PÉREZ GARCÍA, Jaime: Fastos biográficos de La Palma. Ed. C.E.C.A., tomo I, 1985, p. 61.
3. RÉGULO PÉREZ, Juan: «Los periódicos de la isla de La Palma (1863-1948)», en Revista de Historia, 84. Secretariado de publicaciones de la Universidad de La Laguna, 1948, p.368. La colección de El Pancista, casi completa, se halla en la Hemeroteca del Fondo de Canarias de la Universidad de La Laguna.
4. Vid. PÉREZ HERNÁNDEZ, José Eduardo: «Cuba anhelada: una actitud mental en La Palma, 1850-167
Palma5; otros se enriquecen con actividades mercantiles o con empresas tabaqueras en las ciudades y campos cubanos.
No terminan aquí los beneficios que Cuba proporciona a la burguesía palmera. En las coyunturas económicas críticas, la clase dominante anima a la emigración campesina no sólo por lo que esta masa sin trabajo supone de amenaza al orden social imperante, sino también debido al pingüe negocio que para los navieros palmeros y sus agentes en toda la isla constituye la exportación de emigrantes en sus buques a partir de los años 1880, sustituyendo de esta manera el vacío dejado por la grana. Así, en noviembre de 1878, una vez sofocada la insurrección cubana y ante los claros síntomas de declive económico por la depreciación de la cochinilla, desde el periódico La Palma se quiere orientar el tráfico migratorio hacia el lugar tradicionalmente más frecuentado por los barcos palmeros: «la emigración, irremediable hoy por desgracia, debe ser a Cuba y nada más que a Cuba»6.
Sin duda que tan estrecha vinculación con Cuba cala profundo en la mentalidad de los palmeros, fruto de la sugestiva imagen de la isla antillana en la vida cotidiana palmense. Por ello, en el imaginario burgués isleño, Cuba es representada como la madre cariñosa que amamanta de sus pechos a su pequeña hija del Atlántico y la acuna en su regazo para darle el calor de la vida7. De ahí que cuando sienta amenazada la españolidad de la colonia antillana ante el imperialismo incipiente de Estados Unidos, especialmente la burguesía palmera reaccione con importantes dosis de nerviosismo, desconsuelo y animosidad contra los yankis.
1. LA PÉRDIDA DE LA MADRE CUBA: SENTIMIENTO DE ORFANDAD
En virtud de la gran deuda de gratitud contraída con la isla de Cuba, en La Palma se vive en un continuo sobresalto desde el comienzo de la insurrección cubana a partir de 1895. En enero de ese año, el periódico liberal El Adalid, de Santa Cruz de La Palma, contempla con preocupación lo que se avecina en la Antilla: «Que Cuba se salve de la tremenda crisis por que atraviesa es la aspiración de todos los palmeros, por que ha sido, y continua siendo, nuestra hermana mayor, nuestra madre...» 8. En noviembre de aquel mismo año, otro periódico de la ciudad palmera, el republicano El Grito del Pueblo, advierte que Cuba es «el ángel custodio» de La Palma y «si Cuba se pierde
1914», en XII Coloquio de Historia Canario-Americana (1996). Tomo II, Cabildo Insular de Gran Canaria, Las Palmas de G.C., 1998, pp. 507-526.
5. PÉREZ GARCÍA, Jaime: Casas y familias de una ciudad histórica: La calle Real de Santa Cruz, de La Palma. Ed. Excmo. Cabildo Insular de La Palma. 1995, pp. 27. 36, 48, 50, 75, 84, etc.
6. «Sección local y provincial» (Sin firma): La Palma, Santa Cruz de La Palma, 17 de noviembre de 1878, pp. 2-3.
7. PÉREZ HERNÁNDEZ, José Eduardo: Art. cit, p. 516.
8. «Asuntos de Cuba» (Sin firma): El Adalid, Santa Cruz de la Palma, 19 de enero de 1895, p.l.168
¡pobre de nosotros!» 9. Cuando la insurrección en Cuba se extiende imparable, un melancólico sentimiento de pérdida arraiga en la burguesía palmera, bajo la epidermis de los optimistas discursos patrióticos y belicistas que ofrece la prensa.
Se ha dicho con acierto que «Canarias, más que ninguna otra parte del territorio español, se ve impactada por la onda expansiva de la guerra cubana», y La Palma más que ninguna otra isla del archipiélago10. La guerra corta temporalmente el cordón umbilical que une Cuba con La Palma, causando un sensible deterioro económico y social en esta última11, que perciben los periodistas palmeros como una irremisible quiebra del mundo idílico conocido hasta entonces. Sin el amparo de la maternal isla antillana -insinúan-, todo el sistema social parece corromperse y desmoronarse en la isla palmera. Diario de Avisos publica varios artículos en los años 1897 y 1898 lamentando el aumento de la criminalidad en la isla (robos y asesinatos), el abandono de las «morigeradas» y «tranquilizadoras» costumbres tradicionales de los isleños y la emergencia de una juventud amoral e irreverente, «de hábitos demasiado libres» 12. En junio de 1898, El Pais lamenta asimismo «la frecuencia con que se verifican los suicidios en esta isla» 13.
Visto lo anterior, se comprende que el afán de noticias en La Palma sobre la guerra de Cuba sea, en efecto, inusitado, increíble, sobre todo desde que Estados Unidos entra en liza. No se habla de otra cosa y la «patriótica ansiedad» exige el suministro constante de lo acontecido en las últimas horas. A fines de mayo de 1898, Diario de Avisos pulsa la expectación del momento en la ciudad palmera:
El público que sólo anhela saber de la guerra, que prefiere antes que nada tener detalles de la lucha que allá en el otro mundo sostenemos, muéstrase descontento por que los telegramas de estos últimos días poco o nada hablan de ella. Hay quien interpre-
9. «Nadie es culpable» (Sin firma): El Grito del Pueblo, n. 1, Santa Cruz de La Palma, 14 de noviembre de 1895, p.2.
10. FERNÁNDEZ EXPÓSITO, José Raúl, CABRERA ACOSTA, Miguel Ángel y FELIPE GONZÁLEZ, Ramón: La prensa burguesa en Canarias ante la guerra de Cuba (1895-1898). Excmo. Cabildo Insular de Tenerife-Centro de la Cultura Popular Canaria, Santa Cruz de Tenerife, 1986, p. 15.
11.Crisis de la manufactura del bordado, huelgas de los pescadores de Tazacorte en julio de 1897 y de los cabreros de Santa Cruz de La Palma en noviembre de 1898 contra las tarifas municipales, manifestaciones vecinales en la Villa del Paso contra el remate del impuesto de consumos en julio de 1897, deterioro físico de la ciudad capitalina, etc.; cfr, «Correo interior» (Sin firma): El Pais, Santa Cruz de La Palma, 8 de julio de 1897, p.2 ; «Situación anómala» (Sin firma): Diario de Avisos, Santa Cruz de La Palma, 29 de diciembre de 1897, p.l; «La Bordadora» (Sin firma): El Pais, Santa Cruz de La Palma, 9 de agosto de 1898, pp. 2-3 ; «Sueltos y comentarios» (Sin firma): Diario de Avisos, Santa Cruz de La Palma, 18 de noviembre de 1898, p.l. 12. «Es urgente» (Sin firma): Diario de Avisos, Santa Cruz de La Palma, 29 de julio de 1897, p.l ; «Lo que pasa» (Sin firma): Diario de Avisos, Santa Cruz de La Palma, 4 de diciembre de 1897, p.l ; «Estudiemos» (Sin firma): Diario de Avisos, Santa Cruz de La Palma, 14 de noviembre de 1898, p.l.
13. «Suicidio» (Sin firma): El Pais, Santa Cruz de La Palma, 8 de junio de 1898, p.3.169
te este silencio, mejor dicho, esta aparente calma, como un síntoma tranquilizador, nosotros sin creer que sea por el contrario alarmante, juzgamos que cuando de nuevo nos anuncie el telégrafo que ha empezado otra vez el periodo de actividad habremos llegado al principio del fin y para entonces deseamos para nuestro ejército y nuestra marina la protección que el Dios de las victorias dispensará indudablemente a las causas justas y patrióticas. [...] La atención pública, como deseamos, se encuentra pendiente de las noticias que se reciban, que la Providencia permita que al recibirlas hoy tenga el público motivo de verdadera satisfacción 14.
Toda la ansiedad, la rabia y la impotencia contenidas se canalizan durante los años de la guerra hacia los electrizantes espectáculos gallísticos que, no por casualidad, experimentan un notable resurgimiento en Santa Cruz de La Palma desde 189515. Las dominicales peleas de gallos constituyen entonces un verdadero desahogo de la ansiedad acumulada. Más de una vez el General «Weyler» combate contra el Caudillo «Maceo» en la gallera palmera.
No es ésta, sin embargo, la única diversión que evade de sus preocupaciones a la ciudadanía capitalina, desviando su atención por momentos de la guerra omnipresente. Durante los años bélicos se estrenan en Santa Cruz de La Palma el fonógrafo, el kinetoscopio y el cinematógrafo, éste último en abril de 1898; de vez en cuando también actúa la banda de música del Urcéolo Obrero, en la primavera de 1897 lo hace la compañía dramática de Wenceslao Bueno y en marzo de 1898 la compañía de zarzuela de Guzmán y Bracamonte. Incluso la noche del 29 de marzo, dos miembros de ésta última compañía, junto a varios aficionados palmeros, reestrenan en el teatro capitalino el monólogo Una carta a tiempo, original de Pedro Cuevas Pinto de su etapa peninsular universitaria 16. La vida cotidiana burguesa en la ciudad insular, por tanto, no da muestras de recogimiento y pesadumbre antes del verano del 98. A partir de entonces, sin embargo, la ciudad pasará un año sin espectáculos de ese nivel, hasta la llegada de la compañía circense de Mr. Fissi en el verano de 1899.
Por todo lo dicho hasta aquí, se entiende que Pedro Cuevas Pinto sólo tenga ojos para la isla de Cuba, sin hacer mención alguna de las colonias de Puerto Rico y Filipinas en su relato.
Tal es el contexto sentimental en la isla a la altura de 1898, fecha del artículo periodístico que firma nuestro hombre, base de este estudio. De hecho, el texto del letrado palmero constituye una fantasía evasiva, que responde tanto a la triste realidad vivida de una guerra de incierto resultado, en que se juega el futuro de la maternal isla
14.«Lo del día» (Sin firma): Diario de Avisos, Santa Cruz de La Palma, 24 de mayo de 1898, p.l.
15.«Cosas varias» (Sin firma): El Adalid, Santa Cruz de La Palma, 4 de mayo de 1895, p. 3.
16.Su argumento parece autobiográfico: Un estudiante universitario que gasta en fiestas y orgías los recursos que le envían sus padres, decide enmendarse cuando recibe una carta de su madre. Pide entonces la protección de la Virgen de Las Angustias (de Los Llanos de Aridane) y promete centrarse en sus estudios. Cfr., «Enhorabuena» (Sin firma): Diario de Avisos, Santa Cruz de La Palma, 24 de marzo de 1897. p.l.170
de Cuba por la amenaza del nuevo imperialismo estadounidense, cuanto a la mentalidad isleña, proclive a los sentimientos de soledad, desamparo, ensueño y evasión por la estrechez orográfica y la insularidad 17.
Cuando cese la ocupación norteamericana de Cuba en 1902 y se establezca una república independiente en la isla, siquiera sea bajo la vigilante mirada de su gigante vecino norteño, la representación mental entre los palmeros de una Cuba maternal y acogedora volverá a latir con fuerza. Sirva de ejemplo el conmovedor testimonio de Antonio Ramos y Ramos, periodista y tabaquero de Santa Cruz de La Palma, quien confiesa en agosto de 1911 no conocer ni la mitad de las bellezas de La Palma y apenas haber salido de su isla alguna vez para la de Tenerife, no obstante lo cual, agobiado por la estrechez económica, moral y geográfica de su isla, sólo anhela estar en la madre Cuba, donde están los amigos a quienes escribe, seguro de que le recibirá con los brazos abiertos:
[...] Vehementes deseos, locas ansias de ver y de admirar agitan frecuentemente mi espíritu. Mi imaginación sugestionada labora entonces fantásticas creaciones entre risueños pensamientos de realizables bienes, de perspectivas sublimes que me subyugan y encantan. [...1; y surgen los proyectos de viajes, que animan y razonan la estrechez donde me agito, que fundamentan los reveses y puntadas del bregar sin fruto, entre odios insanos y malquerencias del medio. [...] Yo anhelo, no obtante, más amplitud; horizontes más extensos donde el querer y el poder más me alcancen, y aunados me acompañen. Yo anhelo la variación atrayente de panoramas nuevos, donde gozar éxtasis que adoro. [...] Vosotros, más felices, pisasteis otras tierras: Cuba, la amada isla, que a todos los de acá recibe cariñosa.
También, sin conocerla, yo la amo; también yo desde aquí la admiro y la venero... Las cenizas de mi padre forman parte de su caldeado ambiente; en su vegetación prodigiosa también vive su jugo y en sus poblados su labor de obrero. Nuestro vivir de odios y de luchas, nuestras miserias y estrechuras, arroja incesantemente en ese suelo centenares de hermanos, que allá reviven congraciados con los hijos de Cuba, extensión sublime y rica de nuestra Palma. [...] 18
2. EL MITO ROMÁNTICO NACIONAL EN LA PRENSA PALMERA DEL FIN DE SIGLO
Además de los antedichos rasgos mentales propios de la burguesía insular canaria ante la crisis colonial, existe también toda una mentalidad común compartida por la burguesía española en su conjunto, revelada en la retórica patriotera españolista y en la visión radicalmente maniquea de la guerra cubana19, producto de la asunción desde la
17.PÉREZ VIDAL. JOSÉ: El Romancero en la isla de La Palma. Excmo. Cabildo Insular de La Palma, 1987, p. 40.
18.Antonio R. y Ramos: «Envío». Islas Canarias, La Habana, 20 de septiembre de 1911, p.4.
19.FERNÁNDEZ EXPÓSITO, JOSÉ R. et allí: Op. cit., p.12. Estos autores aseveran que la prensa171
escuela primaria de una idea mitificada de la historia de España; idea construida a lo largo del segundo Diecinueve y que, a no dudar, absorbe nuestro Pedro Cuevas Pinto en su etapa de colegial y bachiller en los años 1880 y primera mitad de la década de 1890.
En efecto, a raíz de la exitosa guerra de España contra Marruecos (1859-1860), emergen los ideólogos del nuevo despertar español; caso del gran retórico Emilio Castelar, quién ensalza aquel hecho bélico como el inicio para España del gran destino que la Providencia le ha confiado por la senda del progreso y la civilización. Así se va conformando la conciencia histórica nacional española, cuyo hito más importante tal vez sea la Historia General de España de Modesto Lafuente (primera edición, 1867), obra muy difundida, de larga vigencia en los programas de enseñanza y que combina un nacionalismo providencialista con una moderada dosis de progresismo, a la que siguen otras historias nacionales similares para consumo escolar y burgués20. Con este estereotipo mental como bagaje, sólo podía resultar ante el conflicto colonial finisecular, de inicio, el ampuloso y jactancioso discurso burgués sobre la inevitable victoria del noble ejército español, exponente de un pueblo aguerrido y heroico, en base al mito inculcado de las «hazañas de la raza», desde Numancia hasta el Dos de Mayo, pasando por Lepanto21. A comienzos de la guerra cubana, por señalar un ejemplo de la isla de La Palma, el joven y rico propietario, también poeta y dramaturgo, Francisco de Cosmelli y Sotomayor escribe para El Adalid un artículo editorial arquetipo de la mentalidad descrita, uno de tantos textos que en el mismo sentido proliferan a lo largo y ancho del país:
[...] España! la Nación invicta cuya triunfadora enseña ondulara en cien combates; cuyas naves llevaran la civilización allende los mares; [...] la vencedora de Pavía y San Quintín; la heroica de Sagunto, Numancia y Zaragoza; la patria de Isabel la Católica y Felipe II [...], hoy herida, hoy doliente, llora su desgracia, pero no desfallece ante la adversidad [...] La «Perla de las Antillas», esa hija predilecta de España, hoy es teatro de una guerra miserable en la que luchan el honor y la indomable valentía española con la bajeza y la cobardía más depravadas de unos cuantos canallas [...]: manada execrable de carniceros lobos, de cobardes hienas que con su presencia asquerosa y sus ahullidos estridentes, prentenden (¡ilusos!) amedrentar y vencer al noble león ibero.
[...] ¿Cómo habéis creído (oh imbéciles! que la nación que supo sostener su independecia contra el aguerrido ejército francés, dominador del mundo, había de temblar ante un puñado de forajidos? )Cómo suponéis que al fin del siglo XIX sea vencida la civilización por la barbarie? [...] Pues sabed que España aún puede, que España aún vale [...] Vosotros no sabéis lo que es el pueblo del 2 de Mayo, porque tanta grandeza no cabe en vuestras raquíticas almas. Los hijos de San Fernando vierten su sangre gota a gota antes que perder su honor; y cuando ya no quedan hombres robustos que opongan sus pechos a las armas enemigas, luchan los ancianos y luchan sus hembras como pan-
burguesa canaria toma una postura tan rotundamente españolista, que hacen gala «de un brío demagógico más decidido, incluso, que el de la prensa burguesa peninsular» [Ibid., pp. 73-74].
20. ALVAREZ JUNCO, José: «La nación en duda», (Coord. Juan Pan-Montojo): Más se perdió en Cuba..., pp.430-435.172
teras del desierto, porque corre en sus venas la heroica sangre de Agustina Zaragoza y María Pita. [...] 22.
A esta íntima convicción en la grandeza nacional por designio de la Providencia, obedece también el relato «un sueño» firmado por Pedro Cuevas Pinto que comentaré extensamente en el capítulo siguiente; un artículo extraordinario en el corpus periodístico insular del fin de siglo, pero cuyo pesimismo sobre el conflicto cubano en el corto plazo no supone, de ninguna manera, una fractura de la concepción romántica de la historia nacional. Si realmente Cuevas Pinto vislumbra la derrota española inmediata no parece responder a otra razón que la de resaltar por contraste su futura grandiosa resurrección, retomando y completando su manifiesto destino providencial. Es improbable, incluso, que nuestro abogado contemple de modo consciente la posibilidad de la derrota hispana, a juzgar por los artículos posteriores al citado, escrito por él, con seudónimo, en su revista El Pancista durante la primavera y el verano de 1898.
Entre la prensa isleña finisecular, El Pancista, cuyo lema es «Patria y Justicia»-«Derecho y Moralidad», y que de facto dirige Pedro Cuevas Pinto con 23 años, representa al periodismo satírico y juvenil 2\ Se trata de una revista quincenal - Diario, a partir del noveno número- editada en la capital insular desde enero hasta julio de 1898,
21. Ibídem, pp. 407-409.
22. F.C.S.: «España», El Adalid, n.l 61. Santa Cruz de La Palma, 23 de noviembre de 1895, p.l. Este discurso exaltado continúa intacto en la primavera de 1898 con motivo de la entrada de Estados Unidos en la guerra: Un muera a los yankis, «raza inhumana» que amenaza «a nuestra invencible España», y una advertencia: «...tened presente que del mismo modo que derrotamos a Napoleón, el guerrero por excelencia, ante cuya presencia se estremeció el Universo entero,derrotaremos a esa horda de hombres traicioneros y cobardes que no saben lo que piensan y mucho menos lo que hacen....» [ Pitipín: «¡Mueran los yanquées!». El Zurriago, Santa Cruz de La Palma, 24 de abril de 1898, p.3]. Nuevamente Francisco de Cosmelli llama en un acto público a vencer con bravura o caer con honor numantino [ F de Cosmelli y Sotomayor: «Españoles... A luchar! », El Pancista. Santa Cruz de La Palma. 20 de mayo de 1898, p.l] Y tras la debacle de Santiago de Cuba, el maestro de escuela de Los Llanos Teobaldo de las Casas y Sena se harta de insultar a los estadounidenses: «¡Ah, perros yankées, a cuyos cuellos sólo lleváis puesto el collar de vuestro vil dinero!», «¡canallas!», «¡piratas!». «¡¡LADRONES!!», «venid ¡A ROBAR A CUBA, BANDIDOS!!»..., después de lo cual concluye con una arenga patriótica en que salen a relucir Lepanto, Sagunto, Numancia, Alcolea, San Quintín y 1808. [ T.C.S.: «A terminar con honra», El Grito del Pueblo, Santa Cruz de La Palma, 17 de julio de 1898, p 1].
23. En los últimos y decisivos años de la guerra, la prensa palmera oscila entre el seguidismo partidista y el látigo de los jóvenes desencantados. Si Liberal de La Palma (1897-1898) y su oponente conservador El Pais (1896-1899) reproducen en la isla el enfrentamiento político mutuo sostenido por liberales y conservadores en Madrid, en el cual la cuestión cubana es un arma arrojadiza más para zaherir desde la oposición al bando contrario en el poder (autonomía o guerra, Weyler sí o no, etc.), los demás, es decir, el republicano El Grito del Pueblo (1895-1899), el insularista Diario de Avisos (1890 en adelante) y los azotes juveniles El Pancista (1898) y El Zurriago (1898-1899), en mayor o menor medida, se muestran reacios a comulgar con la política centralista y caciquil imperante, y con los políticos de ese sistema, que juzgan farsantes; unos, cuneros encasillados por el gobierno central; otros, camarillas que trafican en la isla con influencias y favores exigidos a sus numerosas clientelas electorales para colocar a los primeros y beneficiarse de ello a continuación.173
de crítica irónica contra los políticos del sistema y la corrupción administrativa del país, juzgados culpables de la crisis colonial24. En este sentido y desde su primer número, El Pancista hace renuncia expresa de toda pretensión formal al uso, ofreciendo en su lugar guiños delatores de la realidad social percibida: dar «mucho bombo á todo el que nos dé dinero», defender los intereses particulares de la Redacción y no apoyar otra política que «la que nos proporcione destinos de veinte mil reales arriba» 25.
Sin embargo, el joven Cuevas Pinto cree aún en el sistema político de la Restauración; los que fallan -dice- son los propios políticos, a menudo una caterva de vividores corruptos que sólo buscan llenar sus estómagos y que están profanando el honor de la patria, mientras que lo que el país necesita son hombres de moral íntegra26, y es misión de la prensa -he aquí un objetivo de su publicación- educar a la futura generación, los «regeneradores del mañana», en las ideas salvadoras de España 21. La fe en la juventud futura aparece también en su «sueño», como se verá. Al borde de la guerra con los Estados Unidos, Cuevas vuelve a desvelar su talante positivo: «tengo la firme creencia de que no estallará». Cree ciegamente que la Providencia Divina ha trazado para España una meta elevada en justa proporción a su sempiterna grandeza, ante la que nada puede hacer Estados Unidos en su inferioridad histórica:
[...] y no habiendo en América Historia posible sin culto a España, por que no hay allí punto ninguno que no tenga el sello de nuestro pensamiento, ni sitio alguno que no tenga la marca de nuestro glorioso recuerdo, repito que no creo en la realidad de la guerra. [...] Ahora bien, ya que el Gobierno se prepara, ya que se ha confundido con el deseo general, ya que está colocándose en situaciones que ha debido tener tiempo há, para desde las alturas del poder hacer ver a los jingos americanos que aquí no se les tiene miedo, nosotros, es decir, el pueblo español, ese pueblo sin igual, que puede amedrentar al más grande del Universo con una sola voz, la de leer mi Historia, debe dar pruebas hoy más que nunca de que es prudente y no cobarde, reflexivo y no charlatán, esforzado sin ostentación, decidido sin temor, pobre pero pundonoroso y heroico, y que unido en férreo lazo por el sentimiento de la Patria, aborrece la guerra, pero acepta gustoso todos los sacrificios que la honra nacional le imponga y que irá a donde se le lleve con el valor de los que tienen su fe en Dios y la convicción de la santidad de su causa 28.
24. Sin duda Pedro Cuevas Pinto imita con su publicación a la madrileña revista satírica Gedeón, que debe leer asiduamente desde su época universitaria, la cual constituye un «furibundo anatema contra el gobierno y los yanquees»; cfr., PALENQUE, María: «La poesía y los conflictos coloniales en la prensa española ilustrada y gráfica del fin de siglo (1895-1900)», (Leonardo Romero Tobar, ed.) El camino hacia el 98..., p.272.
25. La Redacción: «¡Nuestro fin!», El Pancista, Santa Cruz de La Palma, 5 de enero de 1898, pp. 1-2.
26. El Estudiante PECEPE: «Lo que faltan son hombres», El Pancista, Sta. Cruz de La Palma, 20 de marzo de 1898, pp. 43-44.
27. El Estudiante PECEPE: «Reflexión». El Pancista, Santa Cruz de La Palma, 20 de marzo de 1898. pp. 44-45.
28. El Estudiante PECEPE: «Cuestión de actualidad», El Pancista, Santa Cruz de La Palma, 5 de abril de 1898, pp. 49-50.174
Todavía en vísperas del estallido bélico hispano-norteamericano y en las semanas siguientes al mismo, nuestro joven letrado afina su exaltación patriótica en artículos para El Pancista cargados de prepotencia y orgullo: basta sólo el grito de un español para desmayar al yanki bruto y beodo; los yankis han querido la guerra porque no son gente y la respuesta española es bien clara, victoria o muerte 29.
Pero en el verano de 1898, tras la derrota de Cervera en la bahía de Santiago de Cuba, el mito de la grande e invicta España se desploma de golpe para la gran mayoría de sus creyentes, desvelando la triste realidad de un país sin imperio -en la Era de los imperios que dan prestigio y nombradía a quienes los detentan-, aislado y descendido «de repente» a la categoría de potencia menor. El desconcierto en Pedro Cuevas Pinto, aferrado a aquella sobredimensionada ilusión, debe ser considerable. De hecho, resulta significativo que El Pancista cese de publicarse a fines de aquel fatídico mes de julio, apenas constatada la pérdida de la guerra por España. Cuevas Pinto, sin embargo, retoma las tareas periodísticas al año siguiente, primero colaborando en Diario de Avisos y luego dirigiéndolo entre noviembre de 1899 y enero de 1901. Después, dada la ausencia de su persona en la prensa isleña de las primeras décadas del siglo XX -al menos de la que se conserva- parece probable el asentamiento de sus ímpetus juveniles para centrarse en su carrera profesional, sin por ello abandonar a la larga la política.
Cabe preguntarse si nuestro hombre hubiera suscrito en agosto de 1898 la ensoñación descrita en el mes de enero anterior. Este historiador así lo cree, pues hay indicio de que Cuevas sostiene la validez de su futurible por la vía de la Regeneración, en base a algunas colaboraciones suyas en Diario de Avisos y al talante regeneracionista de esta publicación . Es de suponer que durante su etapa de estudiante universitario en la Península, hasta 1897, Cuevas leyera a los intelectuales de Regeneracionismo (Mallado, Ganivet, Unamuno, Macías Picavea, Moróte, Costa, Azorín, etc.), activos a lo largo de la década de 1890, y asumiera buena parte de sus postulados antes, durante y después de 1898. Lo cierto es que la prensa insular se hace eco de las ideas regeneracionistas de un modo evidente desde el segundo semestre de 1898 y a lo largo de 1899, llegando la prensa más radical a plantear la temida -por las clases dominantes30 - disolución del sistema de la Restauración 31.
29. Sucesivamente: El Estudiante PECEPE: «Los yankees», El Pancista, Santa Cruz de La Palma, 20 de abril de 1898, pp. 61 -62; El Estudiante PECEPE: «Demostración lógica de que los yankees no son gente», El Pancista, n.l 11, Santa Cruz de La Palma, 10 de mayo de 1898, p.l; El Estudiante PECEPE: «Dos juramentos», El Pancista, Santa Cruz de La Palma, 12 de mayo de 1898, p.l. Pedro Cuevas es el caso típico del burgués de lengua belicosa, pero ausente en la práctica de cualquier compromiso militar. No sólo evitó el servicio de las armas en su reemplazo de 1894, alegando enfermedad y marchando a estudiar leyes a la Península, sino que tampoco se alistó en el Cuerpo de Voluntarios Armados de Santa Cruz de La Palma, cuando fue formado en la primavera de 1898 para hacer frente a una posible invasión norteamericana [ Nicolás Sosa Lorenzo: «Edicto», El Noticiero, Santa Cruz de La Palma, 25 de agosto de 1894, p.3; y Archivo Municipal de Santa Cruz de La Palma: Legajo 571, Carpeta Única ].
30. Juan Pro Ruiz plantea la hipótesis de que la clase dominante española buscó la guerra con Estados Unidos, a sabiendas de que no podía ganarla, con el objetivo de minimizar los costes políticos de la175
3. UN SUEÑO DE DESAGRAVIO PROVIDENCIAL
El artículo «Un Sueño» , publicado por Pedro Cuevas Pinto el 20 de enero de 1898 en El Pancista, propone una proyección futurista en cuatro tiempos, con ímpetu juvenil, sobre el resultado de la guerra de Cuba y la suerte a largo plazo de los contendientes en la misma.
Hay que decir que este tipo de «visiones premonitorias» no son raras en la prensa española -madrileña- de la época, y constituyen las más de las veces un modo ingenioso de cultivar el mito romántico de la grandeza histórica hispana, visto en el capítulo precedente. Así tenemos, por ejemplo, una predicción para el siglo XX publicada en Los Debates en mayo de 1898, según la cual se levantará una unión europea desde Portugal hasta Rusia y Turquía para castigar la osadía y la ambición de los yankis por haber iniciado «una guerra de razas»32 . Alguna vez impera también el pesimismo, tal que la visión futurista de Nilo María Fabra para La Ilustración Española y Americana en noviembre de 1898, que titula «La Yankeelandia»33. No obstante, predomina el talante optimista: La Correspondencia Militar tiene fe, en agosto de 1898, que el ejército regenerará a España; por las mismas fechas Blanco y Negro asevera que el imperio español ha bajado desde el siglo XVII escalón tras escalón hasta su mina, pero tendrá que «aprender a subirlos de nuevo» ; y ante el qué hacer ahora, El Globo no duda en noviembre de 1898 que España se levantará de nuevo «cuando llegue la hora de ello, cuando Dios se ha servido» 34.
pérdida de las colonias, pues temía más un levantamiento republicano que desestabilizara el régimen monárquico constitucional vigente desde 1876. De esta manera, el Desastre abrió ciertamente una crisis de confianza en el sistema político, criticado por ineficaz y corrupto, pero no pasó a mayores. El sistema no quebró, aunque sí entró en una lenta agonía, pues la crítica ideológica acabó haciendo mella, sacando a la luz sus problemas y defectos silenciados hasta entonces; críticas que no pudieron ser ignoradas por la clase política y acabaron exigiendo de ésta reformas y cambios reales. Cfr., PRO RUIZ, Juan: «La política en tiempos del Desastre», (Coord. Juan Pan-Montojo): Más se perdió en Cuba..., pp. 156-157 y 162.
31. El vocablo de moda. «Regeneración», es utilizado por el periódico conservador El Pais para atacar a los gobernantes en la situación liberal [«Por Patriotismo» (Sin firma): El Pais, Santa Cruz de La Palma, 19 de octubre de 1898, p.l] El republicano El Grito del Pueblo condena la actuación del gobierno liberal en la guerra y manifiesta su esperanza de que llegue el día en que se destruya de raíz «el pernicioso régimen» que ha llevado a España a la mina [«Empecemos» (Sin firma): El Grito del Pueblo, Santa Cruz de La Palma, 26 de marzo de 1899, p.2] Por su parte. Diario de Avisos, con un «fuera con ellos» dirigido a conservadores, liberales, carlistas, republicanos y socialistas, defiende que la salvación de España vendrá de la fuerza del pueblo [«Medita Pueblo / X» (Sin firma): Diario de Avisos, Santa Cruz de La Palma, 5 de septiembre de 1899, p. 1]
32.ARMERO, Alvaro: Op. cit., p.92.
33. Ibídenu pp. 184-185. Para Fabra el mundo del siglo XXIV será el siguiente: Todo el continente americano se llama Yankeelandia, poblado por la raza anglosajona, pues los latinos y los indígenas americanos son razas ya extinguidas. Su gobierno está constituido por la compañía comercial «Sucesores de McKinley y Cía», sociedad de explotación en comandita: su ejército, de veinte millones176
Cuevas Pinto es de los optimistas, aunque en su ensueño vislumbra a corto plazo -año 1900- una situación penosa muy parecida a la que realmente tendrá lugar: ni el ejército español ni el tardío proyecto de autonomía del ministro Moret (julio de 1897) pueden detener la insurrección. En enero de 1898 entiende que la intervención «poco enmascarada» de Estados Unidos será decisiva en el curso de la guerra35, pero no imagina que los hechos se precipitarán aquel mismo año con la implicación directa de los norteamericanos tras la voladura del Maine (febrero), seguida de la derrota de la escuadra española en la bahía de Santiago de Cuba (julio) y la capitulación final (diciembre).
Sí es más clarividente respecto del estado de cosas que resultarán de la derrota española. Su fe en el castigo providencial para quienes subvierten el orden lógico de las cosas y su conciencia del emergente Imperialismo estadounidense, le llevan a vaticinar que Cuba será libre e independiente de España, para caer esclava y dependiente de los Estados Unidos. En efecto, a la ocupación inicial de la isla caribeña por los norteamericanos, estipulada en el Tratado de París y que se prolonga hasta 1902, sigue la Enmienda Platt, vigente hasta 193436, que impone el derecho de intervención en Cuba para el futuro (nueva ocupación de 1906 a 1909, control sobre los gobiernos cubanos); tradición que interrumpe la Revolución en 1959.
Movido por un fuerte anhelo de justicia providencial, Pedro Cuevas Pinto viaja en el tiempo para situar su ensoñación un siglo después de los años que preceden al Desastre. Naturalmente sus predicciones a largo plazo no deben verse más que como un desahogo patriótico, producto de la mitificación decimonónica de la historia de España, carentes de análisis profundo y circunscritas a una concepción cíclica de la historia. Seguramente el lector no podrá evitar una mueca al conocer el destino que, para los años 1996 y 1997, nuestro hombre augura al gigante Imperio en progresión que hoy sigue siendo Estados Unidos de América.
de soldados, posee alta tecnología militar, esto es, «armamento lanzarrayos»; su religión es el dólar y sus leyes se basan en «la fuerza en todas sus manifestaciones». Yankeelandia tiene colonias en Europa, Asia, África y Oceanía; su política exterior consiste en «la explotación del Universo por el yankee». MJbídem, pp. 146, 151 y 184.
35.Cuevas sabe en enero de 1898 que la guerra se complica, que los rebeldes avanzan imparables; sabe también de los conflictos diplomáticos recién abiertos entre EEUU y España, alimentados por la prensa sensacionalista norteamericana que defiende el intervencionismo (las apetencias estadounidenses por Cuba son evidentes desde mediado el siglo XIX). Ambos hechos marcan el final de la etapa optimista y el comienzo de la etapa de amargura en la opinión pública española; vid. PÉREZ LEDESMA, Manuel: «La sociedad española, la guerra y la derrota», (Coord. Juan Pan-Montojo): Más se perdió en Cuba..., pp.91-149; asimismo, CALVO POYATO, José: Op. cit., pp. 41-47 y 90-92. Sobre las humillantes provocaciones norteamericanas habla ya la prensa palmera algunos días antes del artículo de Cuevas: Icognito: «Crónica», Liberal de La Palma, Santa Cruz de La Palma, 8 de enero de 1898, pp. 1-2.
36. Sobre la Enmienda Platt, véase PÉREZ-CISNEROS. Enrique: Op. cit., pp. 121-134.177
El joven abogado palmero sueña una España de nuevo «rica y poderosa» en 1995, pero su orgullo patrio le pide más: vuelve a ser imperial, comenzando por su dominio sobre Portugal y Gibraltar, y Cuba regresa voluntariamente al regazo materno37. Recordando la humillante soledad con que afrontara la guerra colonial, España se mantiene siempre sola, altiva y autosuficiente, sin aceptar alianzas con un Mundo rendido por el respeto y la admiración.
Acertadamente intuye que Estados Unidos no se detendrá con lo conseguido en el siglo XIX, que proseguirá su afán imperialista («su ambición desmedida», «su avaricia y soberbia»), y para pararle los pies le busca un formidable rival... decimonónico: Inglaterra, que en 1898 todavía es la primera potencia mundial. No puede siquiera imaginar las posibilidades futuras que habrá de alcanzar Rusia.
Incluso al afirmar que «los hijos de Cuba, desangrados y robados por los Estados Unidos» y «cansados ya de ser explotados por el gobierno del Capitolio» se rebelan y triunfan en el año 1996, nuestro letrado anticipa sin querer lo que será la Revolución cubana.
Según Pedro Cuevas Pinto, la Historia habrá de repetirse por justo designio de la Divina Providencia. El eterno retorno devolverá a España parte de su grandeza imperial y a los Estados Unidos la posición desarticulada y subyugada que tenía antes del 4 de julio de 1776.
ANEXO
UN SUEÑO, DE PEDRO CUEVAS PINTO (1898) /
1900.
No bastaron los heroicos esfuerzos del ejército español; no bastaron tampoco las reformas autonómicas del Sr. Moret; los insurrectos sólo aspiraban á la independencia; no tenían fuerzas para triunfar, pero contaron con el apoyo poco enmascarado de los norteamericanos, y al fin salieron vencedores; Cuba era libre, independiente, gracias á la traición de los yankees.
Los insurrectos de buena fé, aquellos que habían peleado con la creencia en sus corazones, de que los pueblos cuando llegan á su mayor edad, cuando cuentan con elementos propios de vida deben gobernarse por sí, quisieron formar una república libre, independiente, la de ¡a estrella solitaria. ( Pero fueron en vano todos sus esfuerzos ! Los insurrectos de malafé, los negros asalariados, no luchaban por ninguna idea, sino pagos por los Estados Unidos, y á ellos se entregaron como mansos corderos.
37. Para las élites españolas del XIX las pérdidas coloniales del país en dicha centuria no se ven como irreversibles, pues hay la creencia de que los lazos culturales e ideológicos seculares entre las colonias y su metrópoli han de bastar para que aquéllas vuelvan al redil, cfr. BALFOUR, Sebastián: Op. cit., pp. 11-12 y 72.178
Cuba no había ganado nada; pasaba de los brazos de una dulce y cariñosa madre, á los crueles y ambiciosos de una madrastra; de España á los Estados Unidos; sus fértiles campos arrazados por el incendio, no producían; sus pintorescos ríos aun dejaban ver sus aguas rojas por la sangre de los mártires españoles; los hórridos chacales de la manigua se revolvían enfurecidos por el olor á muertos que aun despedían las variadas selvas; todo era hambre y miseria, desolación y llanto, en aquel país descubierto por Colón para martirio y desesperación de la madres españolas.
II 1995.
España, mi patria querida, había sufrido grandes trastornos, fuertes sacudidas; nuevas generaciones saturadas de moralidad y de amor á la patria habían regido sus destinos; la generación que gobierna hoy cuenta con una numerosa escuadra; las arcas del tesoro público guardan millones de millones de duros; en Portugal y en el Peñón el viento juega con la bandera nacional; la tierra de los héroes, la madre de las epopeyas más admirables, volvía á ser rica y poderosa; los desendientes de los insurrectos cubanos, cuando oian el nombre de España, escondían la cara entre las manos; de Europa y de América venían constantes embajadas solicitando su alianza, la España del 96 y del 97 no puede hacer alianza con nadie; sola estuvo entonces y sola vivirá eternamente, contestaban sus honrados ministros.
III 1996.
La rica República norte americana, cegada siempre por su ambición desmedida, había hecho una reclamación injusta al gobierno inglés , cambiadas varias notas, un ultimátum de los yankees dio origen á una guerra de la que salió arruinada y maltrecha la nación norteamericana. Los estados descontentos por el fracaso de la guerra, hacían revoluciones diarias.
Los hijos de Cuba, desangrados y robados por los Estados Unidos, para sostener la guerra con Inglaterra y cansados ya de ser explotados por el gobierno del Capitolio, se insurreccionaron, triunfaron y , libres de la terrible tutela de aquel pueblo casi cadáver, justo castigo de sus traiciones, acordaron unánimemente volver sus ojos al regazo materno y España, que siempre se venga perdonando como Cristo, les abrió sus cariñosos brazos y les concedió el dulcísimo nombre de madre, que las madres nunca recuerdan las ingratitudes de los hijos.
IV
1997.
La gran República de los Estados Unidos, víctima de su avaricia y soberbia, se desmoronó por completo y desapareció del concierto de los pueblos, bajo las conquistas de Inglaterra.
Sobre sus ruinas y escombros flotan á manera de fuegos fatuos, cuatro luces brillantes, que semejan los espíritus de Lincoln, Franklin, Washington y Edisson, maldiciendo la conducta de los torpes gobernantes.
P. Cuevas Pinto: «Un sueño», El Pancista, Santa Cruz de La Palma, 20 de enero de 1898, pp.1-2].