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© DDeell ddooccuummeennttoo,, llooss aauuttoorreess.. DDiiggiittaalliizzaacciióónn rreeaalliizzaaddaa ppoorr UULLPPGGCC.. BBiibblliiootteeccaa uunniivveerrssiittaarriiaa,, 22001133 EL PAISAJE DE LA PALMA A TRAVÉS DE LAS FUENTES DOCUMENTALES Y NARRATIVAS RESUMEN Ana Viña Brito* Universidad de La Laguna En este artículo realizamos un recorrido por el paisaje de La Palma a través de la Historia, teniendo en cuenta que el paisaje no es tanto el objeto físico como una construcción mental. Una percepción del paisaje palmero a través de las crónicas y la literatura de viajes hasta llegar al actual binomio medioambiente-naturaleza. PALABRAS CLAVE: paisaje, La Palma, historia. SUMMARY «The landscape ofLa Palma via documentary sources and narratives». In this anide we take a trip through the landscape ofLa Palma via History, using the landscape not so much as a physical entity, more as a mental constructo Ir is a view of me La Palma landscape using chronides and travelliterature until we arrive at the present day duo of environment and nature. KEY WORDS: Landscape, La Palma, History. «Donde quiera que uno mira eL escenario es espLéndido» 1, con esta frase tan sugerente definía el viajero inglés Whitford, en el siglo XIX, el paisaje de La Palma. Desde la búsqueda de los paraísos perdidos hasta las preocupaciones medioambientales actuales, vamos a intentar realizar un recorrido por el paisaje a través de la Historia, aunque ante un tema tan amplio fijaremos unos límites cronológicos y espaciales, no con la finalidad de circunscribirnos a un análisis localista, sino local en la máxima acepción del término y centrado en la percepción del paisaje de la isla de La Palma desde el siglo XV hasta la actualidad y, para ello, hemos estructurado la exposición en tres apartados. En primer lugar nos acercaremos, dentro de lo que sea posible, a la definición del término paisaje a nivel general; con posterioridad abordaremos el caso de Canarias y más específicamente el de la isla de La Palma, aunque reflejar el paisaje de la isla es tarea harto complicada. Diferenciaremos varias etapas que, desde nuestro punto de vista, abordan esta temática desde ópticas específicas, motivado en REVISTA DE HISTORIA, 192; abril 2010, pp. 181-197 ... .ID.. © DDeell ddooccuummeennttoo,, llooss aauuttoorreess.. DDiiggiittaalliizzaacciióónn rreeaalliizzaaddaa ppoorr UULLPPGGCC.. BBiibblliiootteeccaa uunniivveerrssiittaarriiaa,, 22001133 N .ID.. parte por las propias fuentes disponibles, pues como ha señalado M. Bloch: «El historiador es siempre esclavo de sus documentos y más que ninguno el que se dedica a los estudios agrarios; so pena de no poder descifrar el jeroglífico del pasado, necesita, casi siempre leer la historia al revés»2. Este segundo bloque lo subdividiremos a su vez en tres grandes períodos que individualizaremos siguiendo un orden cronológico y corresponde, en líneas generales, a los aportes que conocemos a través de las crónicas tanto de autores canarios como extranjeros, a continuación nos centraremos en la literatura de viajes, fundamentalmente de viajeros ingleses, alemanes y franceses que no siempre visitaron personalmente la isla. En el caso de los viajeros franceses, por sólo citar un ejemplo, que refieren datos sobre el paisaje insular, como han señalado Pico y Corbella: entre Le Canarien y las Misceláneas de Berthelot por citar dos de los hitos fundamentales de los autores de esta procedencia, se han encontrado 55 relatos de viajeros de los que s610 dos tuvieron como destino las Canarias, el resto fueron escalas o breves estancias, de ahí que muchos autores reiteren generalidades sin un conocimiento concreto del territorio que describen3. Por último, algunas pinceladas sobre el paisaje en la actualidad, centradas en el binomio medio ambiente-naturaleza. En el tercer epígrafe abordaremos, muy sucintamente, las fuentes documentales para el análisis del paisaje insular en la Historia. ¿Qué es el paisaje? ¿Qué criterios lo definen? ¿Cómo lo percibimos? La palabra paisaje ha arraigado en el lenguaje cotidiano, siendo utilizada cada vez con mayor frecuencia como comodín en ámbitos tan diferentes como la política, la biología, la pintura, la geografía o el urbanismo4, pero es que además la definición de paisaje está condicionada por la instrumentalización que de ella han hecho los poderes públicos para atender a las demandas sociales, económicas o políticas. Si nos remontamos a sus orígenes, el término paisaje surgió en el arte de la pintura, pero su interés como género artístico ha dejado de interesar y la palabra ha sido apropiada por otras disciplinas, lo que es comúnmente aceptado. Hay que tener en cuenta que la idea, bastante extendida en algunos ámbitos, de que no existe paisaje hasta que se acuña el término en el siglo XVI no es aceptable en la actualidad, pues este concepto ya existía por ejemplo en China en el siglo IV e incluso como se . anvina@ull.es. I WHITFORD, J.: Las Islas Canarias. Un destino de invierno (1890). Traducción de Jonay Sevillano Regalado, La Orotava, 2003, p. 73. 2 BLOCH, M.: La historia rural francesa. Barcelona: Editorial Critica, 1978, p. 32. 3 PICO, B. Y CORBELLA, D. (directoras): Viajeros franceses a las Islas Canarias. La Laguna: lEC, 2000. 4 MADERUELO, J.: El paisaje. Madrid: Abada Editores, 2" edición, 2006, p. 9. 5 YARZA LUACES, J.: "La isla en la Edad Media: metáfora e imagen visual», Cuadernos del CEMYR, 3, La Laguna: SPULL, 1995, p. 59. © DDeell ddooccuummeennttoo,, llooss aauuttoorreess.. DDiiggiittaalliizzaacciióónn rreeaalliizzaaddaa ppoorr UULLPPGGCC.. BBiibblliiootteeccaa uunniivveerrssiittaarriiaa,, 22001133 ha afirmado «el paisaje sugerido desde la época helenística alcanza cierto protagonismo »5, aunque bien es verdad que su reconocimiento en Europa no lo encontramos hasta el Renacimiento. El motivo principal por el cual no existía la palabra paisaje en Europa con anterioridad era porque «no se trataba de un objeto físico sino de una constructo mental»6. Actualmente la convención europea define el paisaje como «cualquier parte del territorio tal como es percibida por las poblaciones, cuyo carácter resulta de la acción de factores naturales y/o humanos y de sus interacciones». Si aceptamos esta definición, que cada día cuenta con más adeptos, estamos poniendo el énfasis no sólo en lo puramente visual sino en lo ambiental, paisaje es por tanto «la forma y por ello también la información de la relación entre el hombre y la naturaleza»7. El interés por el paisaje surgirá o se verá potenciado por los viajes, que fueron una de las grandes aportaciones del Renacimiento a la cultura, donde la exploración marítima del Atlántico será fundamental tanto en los denominados viajes imaginarios, como en los imaginados y realesB • Sobre estos viajes han dejado constancia marinos, comerciantes, cosmógrafos, evangelizadores, misioneros, corsarios, negreros y aventureros, una amplia nómina de varias nacionalidades que nos darán su visión particular, pues como señalaba Berthelot: «La naturaleza es como la libertad, cada uno la entiende a su manera»9. La observación directa se conjuga con la visión subjetiva en prácticamente todos los relatos, y en el caso de La Palma podríamos admitir que: «lo escarpado de las montañas, la profundidad de los barrancos, cumbres cubiertas por bosques de pinos y hayas y más abajo en las pendientes laureles, dragos, [ ... ] yel agua de La Caldera» como escribía Verneau10 , han sido los elementos más recurrentes para definir el paisaje de la isla y que muchas veces es un fiel reflejo de la realidad, pues La Palma es una isla montañosa donde encontramos una serie de pisos ecológicos con características definidas o como decía Pérez Vidal «La isla de La Palma es una isla recia, entiscada y viva ... », siendo el pinar la principal formación forestal de la isla. En realidad podemos encontrar un gran abanico de textos con relatos muy variados y siguiendo un criterio cronológico abordaremos en primer lugar, de manera muy esquemática, las referencias a los paraísos del mundo antiguo en las Islas Afortunadas donde el propio hecho de llamar a una isla paraíso «tiene el sentido de 6 ROLDÁN CASTRO, E:"La percepción del entorno en el medio musulmán», Cuadernos del CEMYR, 7, La Laguna: SPULL, 1999, p. 47. 7 ÁLVAREZ SALAS, D.:«Territorio e intimidad: el paisaje en la construcción de la ciudad», ¡¡¡ Simposio Internacional "Comervar e/foturo», Santiago de Compostela, 1977, p. 1-18. s AzNAR VALLEJO, E.: Viajes y Descubrimientos en la Edad Media. Madrid: Editorial Síntesis, 1994. 9 CURELL, c., G. DE URlARTE, C. y OUVER, J.: "El paisaje canario en los relatos de viajeros franceses de la época romántica», Corpo e Paisagem Romanticos. Facultade de Letras da Universidade de Lisboa: Ed. Colibri, p. 211 . 10 VERNAU, R.: Cinco años de estancia en las Islas Canarias. Traducción J.A. Delgado, 5' edic. La Orotava: JADL, 1981. C') .1.0 © DDeell ddooccuummeennttoo,, llooss aauuttoorreess.. DDiiggiittaalliizzaacciióónn rreeaalliizzaaddaa ppoorr UULLPPGGCC.. BBiibblliiootteeccaa uunniivveerrssiittaarriiaa,, 22001133 un medio ambiente bello» 11 • En los primeros momentos la imagen bíblica del Edén y la densidad de los bosques son los aspectos más recurrentes, sobre los que no insistiremos, pues centraremos nuestra exposición a partir del momento de la existencia de la isla en los portulanos, es decir, a partir del momento en que dejan de ser referencias eruditas de los clásicos y se transforman en geografía real, sobre todo en los inicios de la cartografía, cuando las vistas y la representación de los lugares lo son con sentido científico y utilidad técnica, abandonando, al menos en teoría, el mito y la leyenda. Nos interesa señalar sobre todo la valoración de la isla en el contexto de la expansión europea: así para los navegantes del xv lo que más les emocionó fue el arbolado, la notable riqueza forestal que mencionan los primeros europeos; los visitantes, científicos y escritores del XVIlI, sin descartar el interés por los bosques, se centran mucho más en el aspecto exótico del paisaje y en la luz de la isla, aunque tenemos que admitir que, para el caso concreto de La Palma, los relatos de viajeros no son tan abundantes como para las islas centrales, en parte debido a las malas comunicaciones, como aseveraba Florence Du Cane a principios del siglo xx o Gordon Cooper en torno al año 1954. El historiador del Quinientos generalmente reproduce en sus crónicas un retrato ideológico del poder, fabrica una construcción literaria que da un mensaje artístico de cómo debe ser el mundo; la naturaleza de los hombres de los siglos xv y XVI es «un todo sincrético donde se encuentran trazos de metafísica cristiana con un naturalismo de la antigüedad» 12, a diferencia de etapas anteriores donde el explorador medieval había soñado con paisajes y seres maravillosos, mientras que en los inicios de la modernidad los viajeros pensaban mucho más en términos de negocio l 3 • Sólo si tenemos en cuenta el contexto de los autores podremos comprender en todas sus facetas sus percepciones del paisaje, pues grosso modo hasta el siglo XVIII las narraciones literarias que han pretendido describir lugares no han pasado de «locus amoenus», es decir, de reproducir tópicos sobre la imagen de paisajes ideales l4 • En la primera época de las grandes exploraciones marítimas el objetivo científico se ve desplazado por intereses políticos y comerciales, de ahí las sucesivas menciones a la caña de azúcar o a las confituras que se elaboran en la isla. Las alusiones a la abundancia y aspecto exuberante del bosque son frecuentes y reiteradas, pero también se incide en algunas especies comerciales que proporcionan a la tradición culinaria europea nuevas sensaciones gustativas con la introducción de otros productos, como el azúcar, y ello nos permite apreciar, por ejemplo, el consumo de madera y leña de los bosques insulares, piénsese que son necesarios unos 165 kg de 11 H UGHES, J. D.: «Paraísos no mundo Amigo. Dos bosques sagrados as ilhas aforrunadas», Historia e Meio Ambiente O impacto da Expanfao europeia, Funchal: CEHA, 1999, p. 126. 12 BARRETO, L.E: «Gomes Eanes de Zurara e o problema da 'cronica da Guiné">, Stvdia, 47. Lisboa, 1989, p. 317. 13 PAZ SANCHEZ, M. de (coordinador): Flandes y Canarias. Nuestros orígenes nórdicos. Tomo 1, La Laguna: CCPC, 2004, p. 50. 14 MADERUELO, ob. cit., p. 140. © DDeell ddooccuummeennttoo,, llooss aauuttoorreess.. DDiiggiittaalliizzaacciióónn rreeaalliizzaaddaa ppoorr UULLPPGGCC.. BBiibblliiootteeccaa uunniivveerrssiittaarriiaa,, 22001133 leña para fabricar 1 arroba de azúcar y aproximadamente 200 tm de leña corresponde a 1 ha de bosque. Se destaca sobremanera en estos relatos algunas referencias que llamaron la atención de los visitantes, como por ejemplo las observaciones sobre los pájaros canarios que serían posteriormente objeto de comercio y fueron también plasmados en obras pictóricas, sobre todo flamencas, por la especial vinculación con estas islas, lo mismo que algunas especies vegetales, como el drago, la orchilla, la pez o la baga de laurel que fue muy apreciada en Flandes, destino principal de las exportaciones palmeras en la décimo sexta centuria. Estas apreciaciones genéricas nos invitan a pensar en el paisaje insular y los cambios acaecidos tras la colonización de nuevas áreas por parte de los europeos que alteraron radicalmente el paisaje, y mucho más en espacios reducidos como los insulares, y a ello aluden los cronistas de los siglos xv y XVI, quienes insisten en que la intervención humana condicionó la fauna y la flora. En todas las referencias a la isla encontramos, independientemente de la época que abordemos, dos elementos recurrentes: la notable riqueza vegetal y el agua. Respecto a la vegetación, como ha señalado recientemente M. de Paz, la historia de Canarias es también la historia de sus vegetales, ya sean productivos o con valor simbólico l5; o como decía Abreu Galindo: «era tan copiosa de yerbas y árboles, hasta la cima de la cumbre, que en verano era tan intenso el olor a la fragancia de las flores, que tres leguas de mar de noche alcanzaba ... »16, y lo mismo en lo referente al agua «de sus grietas manan aguas dulces, saladas, sulfurosas, ferruginosas, las que reuniéndose en el barranco de las Angustias forman el denominado ríO», como relataba Arribas Sánchezl7• Las primeras referencias al paisaje podemos encontrarlas incluso antes de la conquista e incorporación a la Corona. En la primitiva crónica de la conquista o Le Canarien, tanto en el relato de Gadifer como en el de Jean de Bethencourt, se alude al paisaje de La Palma en los términos que por su interés reproducimos: Fondearon freme a un río que cae al mar y allí cargaron agua para todo el viaje. La isla es muy elevada, provista de grandes bosques, tiene mucha población y es abrupta. Sus habitantes son carnívoros y sólo se alimentan de carne [afirmación que realiza también Zurara]. Es la isla más agradable de cuamas hemos encontrado aquílB • Descripción semejante se aprecia en el relato de Bethencourt: La isla de Palmas, la más adelantada por la parte del océano, es más grande de lo que figura en el mapa. Es muy alta y escarpada, cubierta de grandes arboledas de 15 DE PAZ, ob. cit., p. 14 16 ABREU CALINDO, J. de: Historia de la conquista de las siete Islas Canarias. Santa Cruz de Tenerife: Coya ediciones, 1977, p. 26l. 17 AruuSAS y SANCHEZ, c.: A través de las Islas Canarias. Santa Cruz de Tenerife: Aula de Cultura del Cabildo de Tenerife, 1993, p. 169. 18 Le Canarien. Retrato de dos mundos. La Laguna: lEC, 2006, p. 128. ." .ID.. © DDeell ddooccuummeennttoo,, llooss aauuttoorreess.. DDiiggiittaalliizzaacciióónn rreeaalliizzaaddaa ppoorr UULLPPGGCC.. BBiibblliiootteeccaa uunniivveerrssiittaarriiaa,, 22001133 UI .C.I.O. g a: m ,;¿ :> ~ distintas especies, como pinos, dragos y otros árboles que dan leche de gran valor medicinal y tienen hojas de diferentes clases. Por el centro corre un gran río, las tierras son muy buenas para todos los cultivos y hay abundantes pastizales. La isla tiene mucha población, pues no ha sido tan saqueada como las demás, son gentes hermosas y se alimentan sólo de carne. Es el lugar más agradable que hemos encontrado por aquí, pero está a trasmano, ya que es el más alejado del continente. La teoría de que la isla de La Palma era el punto más alejado del continente se mantuvo aproximadamente hasta 1724, tras el establecimiento del primer meridiano en la isla de El Hierro por el astrónomo Louis Feuillé, sin duda uno de los primeros en la realización de exploraciones científicas en este Archipiélago. Ya desde la primera crónica, Le Canarien, aparecen calificativos y menciones que se repetirán con posterioridad, entre los que destacamos expresiones como: isla muy fuerte, isla alta, manantiales, especies vegetales como pinos, laureles, dragos y árboles de leche medicinal, orchilla, helechos, etc., lo mismo que se relata la buena salud y longevidad de sus habitantes. Llama la atención en esta primera mención la apreciación de que La Palma «es muy alta y escarpada, más grande de lo que figura en el mapa», lo que indica el previo conocimiento de la isla, tal como aparece recogido en ambos manuscritos. Se alude a la existencia del río donde se aprovisionaron, lo que pone de manifiesto la vinculación con el agua como elemento imprescindible y que será otro de los aspectos mencionados por sucesivos cronistas y viajeros en sus descripciones o evocaciones de La Palma: « ... abundantes manantiales de agua brotan en distintos puntos de las montañas y se precipitan hacia el centro del barranco ... »19. Respecto a la denominación de la isla siempre, salvo una vez, aparece isla en plural como en el mapa Mediceo, en el de los hermanos Pizzigani, en el propio Atlas catalán de 1346 se la menciona en plural como «Insola di palme» o en el planisferio de Viladestes de 1413, en que se representaba el contorno de la isla bastante ajustado a la realidad. Otro de los epítetos empleados es el de «isla brava», aunque en este caso puede referirse tanto a su orografía como a sus gentes, tal como recogen los cronistas y hechos de la conquista. Sirva como ejemplo la crónica de Zurara20 , de mediados del siglo xv, que alude a la agilidad de los habitantes de La Palma entre los peñascos con motivo del desembarco que lusitanos y gomeros hicieron en esta isla para la captura de esclavos. Los planteamientos vertidos en la crónica de Guinea, así como los expuestos por Diogo Gomes, tendrán reflejo posteriormente en otros autores como Valentim Fernandes. En ocasiones encontramos cómo se vuelve de nuevo a referencias al mundo antiguo, que siguen vivas en los cronistas, a fin de explicar alguna de las características de la Isla, como se observa en Abreu Galindo, que al mencionar La Palma la denomina «isla alta» y la pone en relación con «Juno 19 CARBALLO W ANGOEMERT, B.: Las Afortunadas. Ayuntamiento de Los Llanos de Aridane y CCPC, 1990, p. 135. 20 Z URARA, G. Eanes de: Cronica dos feitos notáveis que se passaram na conquista de Guiné por mandado do Infante D. Henrique. Tomo 1, Lisboa, 1978. © DDeell ddooccuummeennttoo,, llooss aauuttoorreess.. DDiiggiittaalliizzaacciióónn rreeaalliizzaaddaa ppoorr UULLPPGGCC.. BBiibblliiootteeccaa uunniivveerrssiittaarriiaa,, 22001133 que quiere decir el aire, pues sus cumbres como las de La Gomera están en la región del aire»21. La mayoría de los autores, independientemente de la época, recogen en sus escritos menciones a los árboles y bosques de la isla y, en realidad, a los aspectos botánicos, como es el caso de Torriani, que asocia el nombre de la isla «a lo verde de sus selvas»22, pero estas alusiones a la vegetación no se limitan, como ya hemos señalado, a esta primera etapa sino que es una constante en todos los relatos y expediciones posteriores, como lo demuestran por ejemplo las afirmaciones de Berthelot en 1829: en La Caldera hemos encontrado los más hermosos árboles de Canarias en presencia de estos vegetales seculares en las profundidades de aquel vallejo volcánico, da uno por bien empleadas las fatigas y los peligros que ha sido necesario vencer para llegar a este antiguo cráter23 . Aparte de las mencionadas crónicas de Le Canarien, de Zurara, etc., en esta primera época, podemos encontrar indirectamente en otros relatos alusiones al paisaje y a la naturaleza, como podría ser una escueta observación aportada por Münzer, que no estuvo en las islas, al cultivo de la caña de azúcar, que por la fecha de su obra debía referirse a las plantaciones de caña de Gran Canaria, pues en aquellos momentos las otras islas productoras estaban en los inicios de la colonización. Referencias al paisaje insular están presentes en la obra de Bocaccio, cuando menciona el viaje de Nicolosso da Recco y nos dice que La Palma es una isla de grandes montañas rocosas y abundantes lluvias. Por supuesto los cronistas de estas centurias inciden en estos mismos aspectos y añaden algunas apreciaciones singulares que podemos vincular a lo simbólico, como observamos en Alonso de Santa Cruz, en 1526, cuando al describir la vegetación y la altura de las montañas hace referencia al maná «que hay muchos que afirman que se cogía en ella antes que se conquistase la isla ... ». Lo mismo sucede en el caso de Frutuos024, en 1567, que en su exposición señala que los isleños hablaban de este maná. Con anterioridad, Abreu Galindo al narrar la pérdida de árboles en 1545 por causa del ganado yespecialmente de los conejos, nos dice que otra de las consecuencias fue que «el maná dejó de caer». Cabe citar, por último, el caso de Torriani quien manifiesta que «Encima de los montes de los Andenes, que son los más altos, cae algunas veces buenísimo maná»25. Aunque la base para conocer las descripciones del paisaje insular en este primer siglo de la colonización son las crónicas, también podemos encontrar algunas noticias puntuales en individuos que por motivos muy variados se acercan a la 21 MARTfN RODRfGUEZ. EG.: Santa Cruz de La Palma. La ciudad renacentista. Santa Cruz de Tenerife: CEPSA. 1995. p. 21. 22 Ibidem. 23 BERTHELOT, S.: Árboles y bosques, Ed. ] A. Delgado Luis (Reeclición). La Orotava, 1995, p. 62. 24 FRUTUOSO, G. de: Las Islas Canarias ((De Saudade da Yerra»). La Laguna: lEC, 1964. 2) TORRlANl, L.: Descripción e Historia del Reino de las Islas Canarias, Traducción, introducción y notas por A. Cioranescu. Santa Cruz de Tenerife: Goya ediciones, 1978. p. 223. © DDeell ddooccuummeennttoo,, llooss aauuttoorreess.. DDiiggiittaalliizzaacciióónn rreeaalliizzaaddaa ppoorr UULLPPGGCC.. BBiibblliiootteeccaa uunniivveerrssiittaarriiaa,, 22001133 CIO .C.IO. isla y dejan constancia de su experiencia. Vamos a referirnos a dos factores alemanes que nos aportan alguna visión del paisaje insular en los primeros años del XVl26. El motivo que llevó a estos dos personajes a dirigirse a La Palma se debió a razones estrictamente económicas, pero a través de sus relatos podemos entrever el paisaje que encontraron, pues hay que tener en cuenta que la explotación silvÍcola en los inicios de la colonización afectó notablemente al paisaje. Nos referimos a Lucas Rem, factor de los Welser, que permaneció en la hacienda de Tazacorte una semana, en el año 1509, y proclama la necesidad de ejecutar las conducciones de agua y poner en cultivo toda la tierra para hacer rentable esta propiedad, proporcionándonos una visión fugaz de la zona. El otro caso es el del alemán Mollwo, a través del cual conocemos un informe de los herederos de Johan Biess relativo a las mismas plantaciones de La Palma. Su relato nos da idea de los terrenos de cultivo y de los abundantes volúmenes de madera yaguas que estas propiedades consumían27• Sin ser conscientes de ello, ofrecen una descripción fidedigna y ajustada del paisaje agrario de la fachada oeste de La Palma que, por otra parte, ofrecía muchas posibilidades y por ello se lo reservan para sí los primeros colonizadores. Encontramos otros autores del XVI que aún son más parcos en las referencias al paisaje, como es el caso de Benzoni en 1541, Cadamosto que hizo una pequeña escala en la isla sin bajar a tierra, Nichols, Schmidel o el cosmógrafo A. Thevet, de mediados del XVI, entre otros. Todos ellos repiten los mismos esquemas, pues no olvidemos que la percepción del paisaje obedece a una ideología, a unos cánones de belleza, a unos principios estéticos28 • En líneas generales, podemos afirmar que las alusiones al paisaje están presentes tanto en aquellos que recalan en la isla y la visitan como en los que llegan de paso y prácticamente no van más allá de la capital insular. Éste fue el caso de Méndez Nieto, en 1561, o el caso de Leonard Plukenet, que accidentalmente llegó a la isla a fines del XVI Y recolectó plantas que llevó a Inglaterra29• Algo semejante podemos observar a fines del XVIII en la campaña de Baudin a tierras australes, recogiendo en su manuscrito un dibujo de la costa de La Palma; o de los que la conocen por tratos comerciales como Nichols, que escribe: «la isla es fértil en vino y azúcar y produce poco trigo». Los autores del XVII siguen la misma dinámica en cuanto a las descripciones de la isla, como podemos observar en el alemán Olfert Dapper, que nos dice «es pequeña pero fértil, tiene mucho azúcar y otros frutos, abundante en leche y queso y sobresale por el comercio del vino»30. Coppier, en su relato de 1645, centra su 26 SARMIENTO PÉREZ, M.: Las islas canarias en los textos alemanes (1 49 4-1865). Las Palmas de Gran Canaria: Anroart ediciones, 2005, y Viña Brito, A.: «Lucas Rem y la tierra maldita», Anuario de Estudios Atldnticos, 56. Las Palmas de Gran Canaria, 2010, pp. 115-138. 27 VIÑA BRlTO, A.: «La Hacienda de Tazacorre (La Palma}», Anuario de Estudios Atldnticos, 50. Las Palmas de Gran Canaria, 2004, p. 545-587. 28 ROLDÁN CASTRO, ob. cit., p. 47. 29 OUVER FRADE, J. Y RELANc lO MENÉNDEZ, A. (ed.): El descubrimiento científico de las Islas Canarias. La Orotava: Fundación Canaria Orotava de Historia de la Ciencia, 2007, p. 17. 30 SARMIENTO, ob. cit., p. 59. © DDeell ddooccuummeennttoo,, llooss aauuttoorreess.. DDiiggiittaalliizzaacciióónn rreeaalliizzaaddaa ppoorr UULLPPGGCC.. BBiibblliiootteeccaa uunniivveerrssiittaarriiaa,, 22001133 atención en la existencia de unos pájaros que se alimentan del perfume y del néctar de las flores como las abejas. En general abundan las narraciones y percepciones de visitantes muy variados y con finalidades muy diversas, como se advierte en una expedición de monjes capuchinos, datada en 1680, y de la que nos dejó constancia Pedro Blanes. En dicho escrito se alude a los montes y barrancos junto a la pobreza de los campesinos y la cortesía y galantería de los caballeros31 . Si bien el cambio fundamental en la percepción del paisaje se producirá en la siguiente centuria, a partir de la cual los libros de viaje marcarán la pauta, como veremos posteriormente, el paisaje y los hechos costumbristas son una constante en los textos de la mayoría de nuestros visitantes. No tenemos más que releer las crónicas, los libros de viajes y, por supuesto, los relatos de los viajeros empeñados en expediciones científicas para observar toda una serie de influencias comunes; en el caso de Tenerife es la visita al Teide y en La Palma a la Caldera de Taburiente, mencionada en reiteradas ocasiones, sea o no visitada, e invariablemente acompañada de expresiones tales como: «donde quiera que uno mira el escenario es espléndido», o «el encanto del bosque aumenta con el canto de los pájaros»32. Este lirismo es sustituido en los viajeros post románticos por descripciones ya de mayor rigor científico en las que se alude a los distintos pisos de vegetación que encuentran; pues no olvidemos que muchos de los viajeros utilizan la botánica como excusa para viajar y, en este sentido, La Palma fue considerada como un verdadero paraíso por muchos botánicos33. Junto a la importancia de las especies vegetales a la que dedican buena parte de sus textos, algunos autores refieren la calidad del aire, que como señaló Angel Luque en el prólogo a la edición de la obra de Herman Christ, puede ser premonitoria de la observación astronómica moderna34. Las noticias relativas a la pureza del aire y a los efectos medicinales de las islas, en general, y de La Palma, en particular, son abundantes a partir del siglo XIX, y así es reconocido tanto por los que vienen de Europa como por los que moran en las islas. Es lo que se colige de las afirmaciones vertidas por Cipriano de Arribas cuando dice: «respírase allí un aire tónico y puro, embalsamado por aquellas emanaciones de aquella vegetación especial»35, o P.J. de las Casas que sostenía que en la isla había dos fuentes medicinales: el Charco Verde y la Tajana36. Esta idea de la bondad del clima y la ausencia de enfermedades ya se 31 BLANES, P. de: Viaje del puerto de Salou al de Cddiz y las Islas Canarias. Año 1680, Edición y traducción de José A. Delgado Luis, La Orotava, 1995. 32 WHITFORD, Ob. cit., p. 85. 33 SANTOS GUERRA, A.: Vegetación y Flora de La Palma. Santa Cruz de Tenerife: Interinsular Canaria, 1983. 34 CHRlST, H.: 1998. Un viaje a Canarias en primavera». Traducción Karla Reimers Suárez y Ángel Hernández Rodríguez, Las Palmas de Gran Canaria: Cabildo Insular de Gran Canaria, 1998, p. X. 35 ARRIBAS, Ob. cit., p. 168. 36 CASAS PESTANA, P.J. de: La isla de San Miguel de La Palma. Su pasado, su presente y su porvenir. Edición facsímil. Santa Cruz de La Palma: Cabildo Insular de La Palma y Museo de Historia de la Educación «Rayas», 2004, p. 31. (¡ al .c.:o. ~ [2 5 w o U) ¡ « ~ ::s w o w ~ ~ ---.J W © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2013 o .G.I recogía en Abreu Galindo, quien manifestaba «después que la isla es de cristianos, no ha habido pestilencia ni enfermedad de contagio, antes los que venían heridos, guarnecían y sanaban ... »37. Pero no sólo el paisaje interior de la isla está presente en los escritos de quienes la visitan, sino también la percepción que tenían de su fisonomía: «el cielo despejado nos permitió ver y gozar del bello panorama ofrecido por la isla a nuestros ojos», afirmaba Arribas. En la misma línea describe Smith su llegada a La Palma «la tierra parece solo un acantilado escarpado, tenemos la cumbre a una cercanía amenazadora»38, e incluso Whitford a fines del XIX nos da su visión particular de La Palma, pues para él la isla tenía «forma parecida a la de una pera, sobre un mapa esta elevada vértebra rocosa parece la vara de un pastor, donde el final corvo lo forma el célebre cráter conocido como La Caldera»39. A este respecto, G. Glas manifestaba sobre el aspecto de La Palma, «cuando se acerca a la costa de la isla le aparecerá con la forma de una silla de montar» y también apuntaba que «la isla a dos leguas de distancia patece un bosque entero, los pinos ascienden a tal altura que pueden servir de mástiles para los barcos»4o. En la misma línea se encuentran las sensaciones trasmitidas por A. Coquet «por encima de nosotros la montaña se eleva súbitamente tapizada por hermosos bosques de un verde oscuro»41. También a principios del siglo :xx, J. Pitard describe el manto de nubes de Cumbre Nueva42. A todo ello habría que añadir las referencias a las caletas y embarcaderos de la isla, desde las descripciones de Torriani con su mapa de La Palma hasta los sucesivos derroteros de los ingenieros militares, que plasman la silueta insular y sus accidentes principales, sobre todo a partir de la segunda mitad del XVII Y posterior-mente. Desde principios del siglo XVIII se produce un cambio sustancial en las referencias al paisaje de las islas. Es la época fundamental de los Libros de viajes, donde el viajero aportaba mucho al dejar constancia por escrito de lo que se apreciaba de la sociedad isleña de entonces. Por otro lado cabe reseñar que a partir de ese momento la descripción de los archipiélagos pasan a ser documentos geográficos y se convierten en vehículos de transmisión de conocimientos. En el romanticismo la naturaleza adquiere gran importancia en la literatura, la búsqueda de lo sublime y la fascinación ante un paisaje distinto y espectacular va a ocupar un papel importante y, tal como han señalado los especialistas en el 37 ABREU GALINDO, ob. cit., p. 289. 38 SMITH, Ch.: Diario de un viaje a las Islas Canarias en 1815. Traducción Cristina Hansen. Estudio preliminar por Per Sunding y Amoldo Santos. La Orotava: Fundación Canaria Orotava de Historia de la Ciencia, 2005, p. 95. 39 WHITFORD, ob. cit., p. 73. 40 GLAS, G.: Descripción de las Islas Canarias, Traducción C. Aznar Acevedo, 2a edición. La Laguna: lEC, 1982pp. 93 Y 97. 41 COQUET, A.: Una excursión a las Islas Canarias. Traducción ].A. Delgado. La Orotava: ]ADL,1982. 42 OUVER, ob. cit., p. 279. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2013 tema, la narración del viaje es una de las primeras manifestaciones literarias basada tanto en la observación directa como en la visión subjetiva. En la literatura de viajes el autor narra con su peculiar estilo, objetiva o subjetivamente, la opinión que le merecen los paisajes y costumbres de una región43. Las temáticas más repetidas siguen siendo: la orografía, la vegetación, la magnificencia de La Caldera, pero también se hacen eco comúnmente de la importancia de otros elementos como el Pino de la Virgen. Otra serie de temas que se reconocen en los textos son: la imagen mítica del archipiélago, la posición y condiciones climáticas. Así ocurre en el relato descriptivo de Brown con referencias al roque Idafe, aunque también hace alusión, al igual que otros viajeros, a la importancia de los paisajes costumbristas y la descripción de los habitantes: aspecto físico, religiosidad, vestimenta, carácter, bondad y hospitalidad de los que contamos con excelentes trabajos que no reiteraremos y, por supuesto, se siguen haciendo alusiones a la mítica isla de San Borondón, aunque también será objeto de atención la vulcanología insular, un tema no nuevo pero si recurrente. Los volcanes de la isla aparecen mencionados desde la Endechas a Guillén Pe raza, que aludían posiblemente a la erupción del volcán de la montaña de Tacande o montaña Quemada, 1430 ó 1440, y suponían que había un minero de azufre, hasta las anotaciones que, por ejemplo, encontramos en Torriani, testigo de la erupción del volcán de Tajuya o Tehuya acontecida en 1585. Este autor relata la llegada del volcán al mar y la salida de unos hombres en su barca para comprobar lo que pasaba: ... estos hombres por poco se quedaron ahogados, porque hasta diez millas el agua era tan caliente, que no sólo derretía la pez de los botes, sino que los peces de toda aquella región cubrían las olas, cocidos por el gran calor de las mismas ... 44• En la relación de Sprats, de 1667, se refiere a la erupción del volcán de Martín o Tigalate, que tuvo lugar en 1646 y dejó sumida en la pobreza a la población del lugar por los daños ocasionados en los lugares de pasto, pinares, así como la destrucción de viviendas, datos que también son recogidos por Núñez de la Peña. De igual modo el viajero alemán Ehrmann, en el siglo XVIII, alude a la erupción del volcán de San Antonio, de 1677, del que tenemos referencias de algunas víctimas, destrucción de viviendas, pasto para el ganado y que sepultó la Fuente Santa a donde acudían enfermos no sólo del Archipiélago sino de Europa y América para mejorar sus enfermedades de la piel. Este autor reseña además el relieve de La Caldera y sus barrancos «algunos se utilizan para moler molinos de azúcan>; nos habla de la producción de azúcar y confituras así como de las exportaciones de vino, miel y resina de drago; pero aún va más allá cuando relata el estado en que se encontraba 43 GARc lA P EREZ, J.L.: Viajeros ingleses en las Islas Canarias durante el siglo XIX. Santa Cruz de Tenerife: Caja General de Ahorros de Canarias, 1988, p. 23. 44 TORR!ANI, L.: Descripción de las Islas Canarias. Traducción, introducción y noras por A. Cioranescu. Santa Cruz de Tenerife: Cabildo Insular de Tenerife, 1999, p. 300. ( ... .e.n. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2013 el bosque, indicando que en otro tiempo la cumbre de la isla contaba con un excedente de árboles. Las descripciones que encontramos en los relatos de viajes nos proporcionan grandes conocimientos de la historia natural de las Islas como estamos viendo en el caso de la vulcanología histórica. Un buen ejemplo nos lo ofrece el testimonio del corsario Dralsé de Grand-Pierre, testigo junto a su tripulación de la erupción del volcán del Charco en 1712: «el 12 de octubre se acercaron a la montaña humeante y vieron que seguía escupiendo fuego»45. La vulcanología ha sido uno de los aspectos que más llamó la atención de cuantos visitaron la isla, aun antes de los trabajos de von Buch, que «internacionalizó» la Caldera de Taburiente. No podemos dejar de mencionar en esta suscinta relación de autores del siglo XVIII a Louis Feuillé (1724). Este astrónomo y naturalista alude, por ejemplo, a los perfiles de La Palma, al volcán de la montaña de las Cabras46; o a Georges Glas (1764), cuyo capítulo relativo a La Palma ha sido recientemente analizado por EJ. Castill047. Glas nos proporciona una visión realista de los riachuelos del interior de La Caldera, de su vegetación: laureles, pinos de tea, pero también menciona aspectos históricos que copia en gran medida de Abreu Galindo. En el siglo XlX se incrementan las noticias relativas al paisaje insular, pues contamos con varias referencias a las vivencias y percepciones que sobre el paisaje de la Isla nos dejaron quienes la visitaron en esa centuria. El viaje estuvo motivado por el interés científico y con ese objeto sobresalieron, entre otros: Berrhelot, Von Buch, que exploró por primera vez la geología insular, o Lyell, considerado el padre de la geología moderna y que encontró fósiles durante su estancia de 14 días en La Palma. Traemos a colación una descripción de La Caldera realizada por von Buch, que N puede servir de paradigma del paisaje de este marco geográfico: .e.n. Vista desde arriba, la Caldera presenta una perspectiva no menos impresionante que desde abajo. Su espantosa profundidad, que entonces se puede abarcar en su totalidad, le da el aspecto de un abismo tan inmenso que será muy raro que se encuentre otro igual en la superficie de la tierra [ ... ] ¿Dónde se puede encontrar algo tan prodigioso Dónde existe un cráter con un círculo tan gigantesco ... ?48 . En este siglo también tenemos constancia de otros autores, quizá menos conocidos y que muchas veces reiteran lo ya dicho por quienes les precedieron. Es el caso de Leonhard (1894), que nos habla del paisaje escarpado de la isla y de sus árboles «que son los más altos del archipiélago» y hace un recorrido por las erupciones volcánicas, que toma directamente de lo relatado por von Buch. Algo parecido 45 PICO y CORBELLA, ob. cit., pp. 90-95. 46 FEUILLt, L.: El viaje del astrónomo y naturalista Louis Feui/té a las Islas Canarias (J 724), por M.A. Puig Samper y E Pelayo. Santa Cruz de Tenerife: CCPC, 1997, p. 166. 47 CASTILLO, EJ. : «George Glas y su obra A Description of [he Canary Islands. Notas al capítulo XI», Estudios Generales de La Palma, 2. Santa Cruz de La Palma, 2006, pp. 493-523. 48 OUVER, ob. cit., p. 129. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2013 se puede decir de Whitford, Christ o Smith. Este último señala, por ejemplo, en su Diario a las Islas Canarias de 1815, que desde la salida del valle se divisan algunos de los campos de azúcar verde de Argual y en otro pasaje afirma que las confituras que se elaboran en la isla «son famosas y constituyen platos completos»49. También cabe mencionar a van Fritsch, quien describe con detalle la salida de la capital insular hacia «la banda», a fines del siglo XIX y habla de los vestigios prehispánicos descubiertos en La Caldera, constituyendo este paraje «la curiosidad más notable de La Palma». En esta larga lista de ilustres visitantes no podemos dejar de mencionar a J. Leclerq, considerado el primer turista, a D'Avezac que insiste en lo accidentado del terreno, las zonas de vegetación o la singularidad del Pino de la Virgen. Vernau, en su descripción de la isla, también se refiere a lo escarpado de sus montañas y la profundidad de sus barrancos, así como al hecho de que las cumbres estaban cubiertas de bosques, pinos, hayas y más abajo laureles, dragos, etc. Por supuesto, son imprescindibles las referencias aportadas en épocas más cercanas por: Olivia Stone, que presta una especial atención al mundo rural, Charles Edwards o Alfred Sarnler Brown, cuya obra llegó a convertirse en un manual indispensable para muchos viajeros que vinieron a Canarias50, y a otros autores menos conocidos que acudieron a La Palma movidos por un interés científico mucho más específico, como el ornitólogo Tristram. Una vez cotejadas las fuentes de los siglos XVI y XVII, da la impresión que hasta el siglo XVIII las narraciones que pretendieron describir lugares y paisajes no pasaron del «locus amoenus»51, es decir, de reproducir tópicos sobre la imagen de paisajes muchas veces ideales y que se transformará a partir de esta centuria producto del romanticismo y ya en el XIX podemos decir que el paisaje es visto por los ojos de los científicos. Pero no sólo era el cientificismo sino que, como ha señalado J.L. García52, también los artistas se sintieron atraídos por estas islas. Canarias interesaba por su paisaje y su luz, que le confería un carácter exótico, lo que supuso una atracción para los artistas de gusto romántico e incluso para aquellos que inmersos en el realismo captaban la belleza de una naturaleza extraña para lo que era habitual a los ojos de los europeos. Es decir, fijaron su atención en el paisaje pero también en los motivos costumbristas. Hay que reseñar asimismo la importancia del grabado, el gran vehículo difusor de imágenes en el XIX53. En esta técnica artística es obligado citar a Williams que supo plasmar perfectamente el paisaje canario al mismo tiempo que el costumbrismo, concediéndole una gran importancia al fondo paisajístico y a la reproducción de los detalles botánicos. 49 SMITH, ob. cit., pp. 100 Y 96 respec[ivameme. 50 NICHOLAS, E. : Canarias. Traducción E. Abad y prólogo de J.J. Jiménez. Sama Cruz de Tenerife: Ediciones IDEA, 2007, pp. 16-1 7. 51 MADERUELO, ob. cit., p. 140. 52 GARCIA, ob. cit., p. 203. 53 fdem, p. 228. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2013 : .... Pero fue Berthelot quien nos ha dejado las impresiones más fundamentadas y no exentas de cierto lirismo, así señala «por sus caracteres propios, los montes canarios compuestos de árboles siempre verdes se experimenta el bienestar y adecuación indecible »54. Este mismo autor, en sus Misceláneas, nos da una visión de la isla de La Palma: En el centro de la isla se encuentra un valle solitario de aspecto impresionante al que los naturales llaman La Caldera; los peñascos que la rodean alzan sus crestas hasta unos 5.000 pies por encima del fondo de este abismo [ ... ] los escarpes, cortados a pico, cierran por el norte y el este el acceso al recinto, al poniente el desfiladero de Adamacansis constituye una abrupta rampa [ ... ] por el sur las montañas se desgarran dejando una profunda cortadura que se prolonga hasta la costa, es el barranco de Las Angustias [ ... ]la Caldera desplegó en torno nuestro sus formidables murallas. Jamás había contemplado espectáculo más sublime. Los viajeros seleccionan aquellos aspectos del paisaje que les resultan más llamativos, bien por su aspereza, bien por su atractivo. Para La Palma, han sido La Caldera, el Pino de la Virgen, que encontramos en la descripción de Berthelot, en la de van Buch, y en la de la mayoría de los viajeros que visitaron la isla como la ya mencionada Florence du Cane o, con anterioridad, Verneau, ya que, como escribe José Luis García, la literatura de viajes es «como un espejo retrospectivo, que refleja ángulos inéditos de nuestro pasado y complementa nuestra historiografía»55. En el siglo xx se agudiza el interés por el paisaje vegetal en su vertiente más comercial, buena muestra de ello encontramos en las descripciones sobre el estado de la isla a través de los memoriales a la Corona o en las quejas vertidas por los medios de comunicación como las recogidas por la Crónica Palmera o el Germinal, entre otros. Estos rotativos criticaban la indiferencia de las autoridades ante la degradación de la riqueza forestal con apropiaciones indebidas del monte por particulares y talas escandalosas. Esta centuria coincide también con la aparición de estudios científicos como los de Ortuño y Ceballos, iniciándose una nueva etapa sobre la evolución histórica del paisaje vegetal: geomorfología, clima, vegetación, acciones humanas: repartimientos, explotación maderera, aprovechamientos forestales, tierras de cultivo, ganadería, conservación y repoblación, sequía, incendios, temporales, etc., aunque también habría que señalar que en el mundo actual los universos insulares se ven más como enclaves estratégicos militares, como centros turísticos o como zonas francas de comerci056. Será precisamente el turismo uno de los factores del incremento de la literatura, crónicas y guías de viajes, sirva como ejemplo la publicación de Margaret D'Este relativa a Canarias57. 54 BERTHELOT, ob. cit., p. 50 . BERTHELOT, S.: Miscel.dneas canarias. Traducción M. Suárez Rosales y estudio crítico M. Hernández, E Lemus editor. La Laguna, 1997, p. 149. 55 GARCfA, ob. cit., p. 34. 56 MART(NEZ, ob. cit., p. 1I. 57 CASTILLO, EJ. : «Apuntes de literatura de viajes: Margaret O 'Este», Estudios Generales de La Palma, 2. Santa C ruz de La Palma, 2006, pp. 525-563. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2013 Durante la segunda mitad del siglo XX la fuerte presión ejercida sobre el territorio alterará sustancialmente el paisaje insular, como consecuencia del inicio del turismo y la consiguiente especulación del suelo, sin olvidar las nuevas erupciones volcánicas como la de San Juan, denominada también de Nambroque o del Duraznero, que se produjo en 1949, y posteriormente, en 1971, la del Teneguía. Es en este período cuando se hacen más frecuentes lo que podríamos denominar crónicas de viaje o guías de viaje como la de E. Nicholas. Esta viajera relata, en 1952, las bellezas de Santa Cruz de La Palma, nos habla de sus fiestas, pero también comenta que «en las afueras de Santa Cruz el país es silvestre e indomable [ ... ] también está bien surtido de agua»58, señalando las rutas a seguir por los visitantes, entre la que se encuentra la visita obligada a La Caldera. En la misma línea, la crónica del viaje del periodista neoyorquino John Harms, en 1965, presenta una visión optimista al señalar, por ejemplo, que el turismo de La Palma tenía muy buenas perspectivas dada su belleza paisajística59. Se ha producido a partir del siglo XXI un renovado interés por el paisaje desde un punto de vista medioambiental y del desarrollo sostenible con la declaración de la isla como Reserva Mundial de la Biosfera y la labor que lleva a cabo este organismo en cumplimiento de los cometidos que le fueron conferidos para preservar el equilibrio ecológico de un espacio tan frágil y reducido como es el contexto insular. Si las crónicas y los libros de viajes constituyen una de las vías para conocer la evolución del paisaje en un entorno concreto, objetiva o subjetivamente, también la documentación nos permite entrever los sucesivos cambios acaecidos en el espacio, fundamentalmente a través de las preocupaciones que los habitantes de períodos concretos nos trasmiten. Bien es verdad que las fuentes documentales son muy exiguas, pero a través de nuevas preguntas podemos aproximarnos a la evolución histórica del paisaje de La Palma. La riqueza de esta isla siempre ha estado vinculada al agua y a sus montes, pues eran éstos los factores imprescindibles para el desarrollo de una agricultura de exportación como fue la caña de azúcar en los primeros momentos y los sucesivos cultivos hasta llegar al plátano. Prácticamente desde los inicios de la colonización podemos observar la preocupación de las autoridades por el mantenimiento de la superficie de montes, pues no cabe duda que su explotación afectó en gran medida al paisaje al igual que sucedió en otras islasGO, pues los conquistadores vieron muchas posibilidades en el paisaje y lo utilizaron en provecho propio. Las principales fuentes documentales que nos permiten conocer cómo era el paisaje insular son fundamentalmente los Repartimientos, que nos aportan una ;8 NICHOLAS, ob. cit., 2007. ;9 GONZÁLEZ CRUZ, 1.:«Visiones de La Palma y su gente en siete textos ingleses», Estudios Generales de La Palma, 2, Santa de La Palma, 2006, pp. 607-628. 60 LOBO, M., SANTANA, ].M. y RODlÚGUEZ, A.L.: Los usos de la madera: Recursos forestales en Gran Canaria durante el siglo XVI. Las Palmas de Gran Canaria: Cabildo Insular de Gran Canaria, 2007, p. 85. 1ft .G..I © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2013 g a: m ,~ :> ~ visión de la organización social de! espacio desde principios de! siglo XVI poniendo de manifiesto los sucesivos cambios acaecidos sobre todo durante e! siglo XVIII en e! período de «hambre de tierras». Por supuesto, hemos de acudir a los protocolos notariales a través de los cuales podemos estudiar diferentes tipos de contratos para extracción de maderas, obtención de pez, pero también para la puesta en cultivo de nuevas tierras, conducciones de aguas, etc. La legislación, tanto e! ordenamiento general como las ordenanzas concejiles, nos permite entrever la evolución de! paisaje y así sabemos las zonas acotadas, las licencias de talas y exportaciones como las exportaciones de leña y madera a Gran Canaria en 1527-28 fijadas en 20.000 Qm6 1 ; o la licencia concedida en 1560 para exportar madera a Gran Canaria «que fue cortada en la zona de Los Sauces»62; tipos de maderas, como e! viñátigo y barbusano, muy apreciadas por su altura y resistencia a la podedumbre al agua63, el til para cajas de azúcar, e! pino para brea, e! almácigo, considerado por sus propiedades medicinales, etc. Si nos adentramos en los informes y memoriales que se remiten a la Corona en todo e! Antiguo Régimen, podemos observar la constante preocupación por e! mantenimiento de! arbolado y las frecuentes quejas por su tala. Sirva como ejemplo un informe realizado a principios de! XVIII, en e! que se señalaba que «faltando pinos viejos, hayas y brezos, se emplean nuevos para fábricas de casas y pajeros, e! corte de jubrones para parrales y latas de andamio para la cría de gusanos de seda», lo que suponía anualmente la tala de unos 6.000 pinos, e! consumo se incrementaba para la quema de aguardiente, fábrica de teja, losa y ladrillos, que no bajaba de 3.000 árboles, a lo que habría que unir la madera necesaria para la obtención de brea, la construcción de barcos, unido al consumo diario de leña y carbón64• Desde principios de! XIX encontramos varias disposiciones de la Audiencia ordenando restituir a los montes lo usurpado, pero esto no es algo novedoso sino que ya aparecía mencionado desde etapas anteriores, junto a la necesidad de cuidar e! arbolado para tener agua, como se recogía en los Estarutos de! Heredamiento de Argual y Tazacorte, y todo ello se complementaba con la necesidad de efectuar nuevas plantaciones. También la documentación nos informa, por ejemplo, de la actividad volcánica, como en e! caso del volcán de Tajuya, en 1585, a través de un manuscrito redactado por e! escribano de! cabildo con testimonio de varias personas, entre ellos la del alcalde de Los Llanos. Referencias documentales al volcán de Martín, del siglo XVII, aparecen en los acuerdos de! cabildo de La Palma, e informes como los de! capitán Diego de Guisla en e! manuscrito relativo al volcán de El Charco, de 1712, que aportó interesantes datos a falta de descripciones precisas. 61 RIvERO SuAREz, B.: EL azúcar en Tenerife (1496-1550). La Laguna: IEC, 1990, p. 99. 62 LOBO, ob. cit., p. 148. 63 fdem, p. 106. G4 LORENZO R ODRíGUEZ, J.B.: Noticias para la Historia de La Palma, tomo 2, Santa Cruz de La Palma: Caja de Ahorros, 1997, p. 53. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2013 Igualmente la documentación nos proporciona noticias que nos permiten conocer algunos cambios acaecidos en el paisaje como consecuencia de voraces incendios, tan frecuentes en la isla. Sirva como muestra el que tuvo lugar el 21 de agosto de 1802, que destruyó «más de 20.000 árboles en el pinar grande de Fuencaliente »65. También nos proporciona información sobre avenidas, como la del barranco de Las Angustias a mediados del siglo XVI, que destruyó parte de las plantaciones de caña en los márgenes del barranco, o la del barranco de Tenisca, el 12 de diciembre de 1744, que puso en peligro la población de Tazacorte, haciendo grandes destrozos en las haciendas, ingenios y ermitas. En definitiva, la documentación nos permite conocer los distintos usos del espacio y las transformaciones que de ellos se derivan; sirva como ejemplo el aprovechamiento de La Caldera para ganadería, «el ganado que es menester para la carnicería de la ciudad se cría en La Caldera», la obtención de pez o el repartimiento de la dehesa de El Mocanal para cultivos66 entre otros, lo que sin duda nos acerca a la evolución del paisaje insular a través de la Historia. En muchas ocasiones se habla del paisaje de la isla como una unidad cuando, con propiedad, sería más apropiado individualizar distintos tipos: paisaje agrario, urbano, cultural, etc. En nuestra exposición, realizada de forma diacrónica, nos hemos decantado por una visión global, centrada fundamentalmente en las crónicas y libros de viajes, que nos muestran la visión que desde fuera se percibía de la isla y que era la que trasmitían a sus lugares de origen, aunque, por supuesto, para poder aproximarnos a la evolución histórica del paisaje insular sea también imprescindible el análisis de las fuentes documentales. Así sabemos que, desde los primeros momentos y a pesar del deterioro de los montes por la acción antrópica, no se condena el uso del monte, sino el abuso y aprovechamiento excesivo de especies arbóreas protegidas para fines no justificados o lucrativos. A través de estas páginas hemos intentado mostrar, de manera muy sucinta, la percepción que del paisaje insular se ha tenido en diferentes etapas, pues la valoración del paisaje es cultural y aprendida67, aunque la necesidad de explicar la historia desde un punto de vista medioambiental nació y ha ido desarrollándose a medida que ha ido creciendo nuestro conocimiento sobre los desastres medioambientales y recurrir a la perspectiva histórica puede abrir paso a la revisión crítica del diagnóstico sobre la situación medioambiental. Como señalaba .Álvarez Salas68, «de la misma forma que el paisaje acumula historia nos habla de ella». 65 LORENZO, ob. cit. , p. 359. 66 VIÑA B RJTO, A. : «La conflictividad, entre el Concejo de La Palma y los vecinos, por la dehesa de El Mocanal en el primer cuarto del siglo XVI», El Museo Canario, XJ L, Las Palmas de Gran Canasia, 2004, pp. 365-379. 67 MARTrNEZ DE PISÓN, E.: «Ciencia del paisaje y su relación con la sociedad,), Agricultura y Sociedad, 27, 1981 , pp. 9-32. 68 ÁLVAREZ S ALAS, ob. cit., p. 50. ,.. .e.n.
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Calificación | |
Título y subtítulo | El paisaje de la Palma a través de las fuentes documentales y narrativas |
Autoría principal | Viña Brito,Ana |
Publicación fuente | Revista de historia canaria |
Numeración | Número 192 |
Sección | Artículos |
Tipo de documento | Artículo |
Lugar de publicación | La Laguna (Santa Cruz de Tenerife) |
Editorial | Universidad, Servicio de Publicaciones |
Fecha | 2010 |
Páginas | pp. 181-198 |
Materias | Arte ; España ; Canarias ; Historia ; Lingüística ; Publicaciones periódicas |
Enlaces relacionados | Página web: http://publica.webs.ull.es/publicaciones/lista-volumenes/revista-de-historia-canaria/ |
Copyright | http://biblioteca.ulpgc.es/avisomdc |
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Texto | © DDeell ddooccuummeennttoo,, llooss aauuttoorreess.. DDiiggiittaalliizzaacciióónn rreeaalliizzaaddaa ppoorr UULLPPGGCC.. BBiibblliiootteeccaa uunniivveerrssiittaarriiaa,, 22001133 EL PAISAJE DE LA PALMA A TRAVÉS DE LAS FUENTES DOCUMENTALES Y NARRATIVAS RESUMEN Ana Viña Brito* Universidad de La Laguna En este artículo realizamos un recorrido por el paisaje de La Palma a través de la Historia, teniendo en cuenta que el paisaje no es tanto el objeto físico como una construcción mental. Una percepción del paisaje palmero a través de las crónicas y la literatura de viajes hasta llegar al actual binomio medioambiente-naturaleza. PALABRAS CLAVE: paisaje, La Palma, historia. SUMMARY «The landscape ofLa Palma via documentary sources and narratives». In this anide we take a trip through the landscape ofLa Palma via History, using the landscape not so much as a physical entity, more as a mental constructo Ir is a view of me La Palma landscape using chronides and travelliterature until we arrive at the present day duo of environment and nature. KEY WORDS: Landscape, La Palma, History. «Donde quiera que uno mira eL escenario es espLéndido» 1, con esta frase tan sugerente definía el viajero inglés Whitford, en el siglo XIX, el paisaje de La Palma. Desde la búsqueda de los paraísos perdidos hasta las preocupaciones medioambientales actuales, vamos a intentar realizar un recorrido por el paisaje a través de la Historia, aunque ante un tema tan amplio fijaremos unos límites cronológicos y espaciales, no con la finalidad de circunscribirnos a un análisis localista, sino local en la máxima acepción del término y centrado en la percepción del paisaje de la isla de La Palma desde el siglo XV hasta la actualidad y, para ello, hemos estructurado la exposición en tres apartados. En primer lugar nos acercaremos, dentro de lo que sea posible, a la definición del término paisaje a nivel general; con posterioridad abordaremos el caso de Canarias y más específicamente el de la isla de La Palma, aunque reflejar el paisaje de la isla es tarea harto complicada. Diferenciaremos varias etapas que, desde nuestro punto de vista, abordan esta temática desde ópticas específicas, motivado en REVISTA DE HISTORIA, 192; abril 2010, pp. 181-197 ... .ID.. © DDeell ddooccuummeennttoo,, llooss aauuttoorreess.. DDiiggiittaalliizzaacciióónn rreeaalliizzaaddaa ppoorr UULLPPGGCC.. BBiibblliiootteeccaa uunniivveerrssiittaarriiaa,, 22001133 N .ID.. parte por las propias fuentes disponibles, pues como ha señalado M. Bloch: «El historiador es siempre esclavo de sus documentos y más que ninguno el que se dedica a los estudios agrarios; so pena de no poder descifrar el jeroglífico del pasado, necesita, casi siempre leer la historia al revés»2. Este segundo bloque lo subdividiremos a su vez en tres grandes períodos que individualizaremos siguiendo un orden cronológico y corresponde, en líneas generales, a los aportes que conocemos a través de las crónicas tanto de autores canarios como extranjeros, a continuación nos centraremos en la literatura de viajes, fundamentalmente de viajeros ingleses, alemanes y franceses que no siempre visitaron personalmente la isla. En el caso de los viajeros franceses, por sólo citar un ejemplo, que refieren datos sobre el paisaje insular, como han señalado Pico y Corbella: entre Le Canarien y las Misceláneas de Berthelot por citar dos de los hitos fundamentales de los autores de esta procedencia, se han encontrado 55 relatos de viajeros de los que s610 dos tuvieron como destino las Canarias, el resto fueron escalas o breves estancias, de ahí que muchos autores reiteren generalidades sin un conocimiento concreto del territorio que describen3. Por último, algunas pinceladas sobre el paisaje en la actualidad, centradas en el binomio medio ambiente-naturaleza. En el tercer epígrafe abordaremos, muy sucintamente, las fuentes documentales para el análisis del paisaje insular en la Historia. ¿Qué es el paisaje? ¿Qué criterios lo definen? ¿Cómo lo percibimos? La palabra paisaje ha arraigado en el lenguaje cotidiano, siendo utilizada cada vez con mayor frecuencia como comodín en ámbitos tan diferentes como la política, la biología, la pintura, la geografía o el urbanismo4, pero es que además la definición de paisaje está condicionada por la instrumentalización que de ella han hecho los poderes públicos para atender a las demandas sociales, económicas o políticas. Si nos remontamos a sus orígenes, el término paisaje surgió en el arte de la pintura, pero su interés como género artístico ha dejado de interesar y la palabra ha sido apropiada por otras disciplinas, lo que es comúnmente aceptado. Hay que tener en cuenta que la idea, bastante extendida en algunos ámbitos, de que no existe paisaje hasta que se acuña el término en el siglo XVI no es aceptable en la actualidad, pues este concepto ya existía por ejemplo en China en el siglo IV e incluso como se . anvina@ull.es. I WHITFORD, J.: Las Islas Canarias. Un destino de invierno (1890). Traducción de Jonay Sevillano Regalado, La Orotava, 2003, p. 73. 2 BLOCH, M.: La historia rural francesa. Barcelona: Editorial Critica, 1978, p. 32. 3 PICO, B. Y CORBELLA, D. (directoras): Viajeros franceses a las Islas Canarias. La Laguna: lEC, 2000. 4 MADERUELO, J.: El paisaje. Madrid: Abada Editores, 2" edición, 2006, p. 9. 5 YARZA LUACES, J.: "La isla en la Edad Media: metáfora e imagen visual», Cuadernos del CEMYR, 3, La Laguna: SPULL, 1995, p. 59. © DDeell ddooccuummeennttoo,, llooss aauuttoorreess.. DDiiggiittaalliizzaacciióónn rreeaalliizzaaddaa ppoorr UULLPPGGCC.. BBiibblliiootteeccaa uunniivveerrssiittaarriiaa,, 22001133 ha afirmado «el paisaje sugerido desde la época helenística alcanza cierto protagonismo »5, aunque bien es verdad que su reconocimiento en Europa no lo encontramos hasta el Renacimiento. El motivo principal por el cual no existía la palabra paisaje en Europa con anterioridad era porque «no se trataba de un objeto físico sino de una constructo mental»6. Actualmente la convención europea define el paisaje como «cualquier parte del territorio tal como es percibida por las poblaciones, cuyo carácter resulta de la acción de factores naturales y/o humanos y de sus interacciones». Si aceptamos esta definición, que cada día cuenta con más adeptos, estamos poniendo el énfasis no sólo en lo puramente visual sino en lo ambiental, paisaje es por tanto «la forma y por ello también la información de la relación entre el hombre y la naturaleza»7. El interés por el paisaje surgirá o se verá potenciado por los viajes, que fueron una de las grandes aportaciones del Renacimiento a la cultura, donde la exploración marítima del Atlántico será fundamental tanto en los denominados viajes imaginarios, como en los imaginados y realesB • Sobre estos viajes han dejado constancia marinos, comerciantes, cosmógrafos, evangelizadores, misioneros, corsarios, negreros y aventureros, una amplia nómina de varias nacionalidades que nos darán su visión particular, pues como señalaba Berthelot: «La naturaleza es como la libertad, cada uno la entiende a su manera»9. La observación directa se conjuga con la visión subjetiva en prácticamente todos los relatos, y en el caso de La Palma podríamos admitir que: «lo escarpado de las montañas, la profundidad de los barrancos, cumbres cubiertas por bosques de pinos y hayas y más abajo en las pendientes laureles, dragos, [ ... ] yel agua de La Caldera» como escribía Verneau10 , han sido los elementos más recurrentes para definir el paisaje de la isla y que muchas veces es un fiel reflejo de la realidad, pues La Palma es una isla montañosa donde encontramos una serie de pisos ecológicos con características definidas o como decía Pérez Vidal «La isla de La Palma es una isla recia, entiscada y viva ... », siendo el pinar la principal formación forestal de la isla. En realidad podemos encontrar un gran abanico de textos con relatos muy variados y siguiendo un criterio cronológico abordaremos en primer lugar, de manera muy esquemática, las referencias a los paraísos del mundo antiguo en las Islas Afortunadas donde el propio hecho de llamar a una isla paraíso «tiene el sentido de 6 ROLDÁN CASTRO, E:"La percepción del entorno en el medio musulmán», Cuadernos del CEMYR, 7, La Laguna: SPULL, 1999, p. 47. 7 ÁLVAREZ SALAS, D.:«Territorio e intimidad: el paisaje en la construcción de la ciudad», ¡¡¡ Simposio Internacional "Comervar e/foturo», Santiago de Compostela, 1977, p. 1-18. s AzNAR VALLEJO, E.: Viajes y Descubrimientos en la Edad Media. Madrid: Editorial Síntesis, 1994. 9 CURELL, c., G. DE URlARTE, C. y OUVER, J.: "El paisaje canario en los relatos de viajeros franceses de la época romántica», Corpo e Paisagem Romanticos. Facultade de Letras da Universidade de Lisboa: Ed. Colibri, p. 211 . 10 VERNAU, R.: Cinco años de estancia en las Islas Canarias. Traducción J.A. Delgado, 5' edic. La Orotava: JADL, 1981. C') .1.0 © DDeell ddooccuummeennttoo,, llooss aauuttoorreess.. DDiiggiittaalliizzaacciióónn rreeaalliizzaaddaa ppoorr UULLPPGGCC.. BBiibblliiootteeccaa uunniivveerrssiittaarriiaa,, 22001133 un medio ambiente bello» 11 • En los primeros momentos la imagen bíblica del Edén y la densidad de los bosques son los aspectos más recurrentes, sobre los que no insistiremos, pues centraremos nuestra exposición a partir del momento de la existencia de la isla en los portulanos, es decir, a partir del momento en que dejan de ser referencias eruditas de los clásicos y se transforman en geografía real, sobre todo en los inicios de la cartografía, cuando las vistas y la representación de los lugares lo son con sentido científico y utilidad técnica, abandonando, al menos en teoría, el mito y la leyenda. Nos interesa señalar sobre todo la valoración de la isla en el contexto de la expansión europea: así para los navegantes del xv lo que más les emocionó fue el arbolado, la notable riqueza forestal que mencionan los primeros europeos; los visitantes, científicos y escritores del XVIlI, sin descartar el interés por los bosques, se centran mucho más en el aspecto exótico del paisaje y en la luz de la isla, aunque tenemos que admitir que, para el caso concreto de La Palma, los relatos de viajeros no son tan abundantes como para las islas centrales, en parte debido a las malas comunicaciones, como aseveraba Florence Du Cane a principios del siglo xx o Gordon Cooper en torno al año 1954. El historiador del Quinientos generalmente reproduce en sus crónicas un retrato ideológico del poder, fabrica una construcción literaria que da un mensaje artístico de cómo debe ser el mundo; la naturaleza de los hombres de los siglos xv y XVI es «un todo sincrético donde se encuentran trazos de metafísica cristiana con un naturalismo de la antigüedad» 12, a diferencia de etapas anteriores donde el explorador medieval había soñado con paisajes y seres maravillosos, mientras que en los inicios de la modernidad los viajeros pensaban mucho más en términos de negocio l 3 • Sólo si tenemos en cuenta el contexto de los autores podremos comprender en todas sus facetas sus percepciones del paisaje, pues grosso modo hasta el siglo XVIII las narraciones literarias que han pretendido describir lugares no han pasado de «locus amoenus», es decir, de reproducir tópicos sobre la imagen de paisajes ideales l4 • En la primera época de las grandes exploraciones marítimas el objetivo científico se ve desplazado por intereses políticos y comerciales, de ahí las sucesivas menciones a la caña de azúcar o a las confituras que se elaboran en la isla. Las alusiones a la abundancia y aspecto exuberante del bosque son frecuentes y reiteradas, pero también se incide en algunas especies comerciales que proporcionan a la tradición culinaria europea nuevas sensaciones gustativas con la introducción de otros productos, como el azúcar, y ello nos permite apreciar, por ejemplo, el consumo de madera y leña de los bosques insulares, piénsese que son necesarios unos 165 kg de 11 H UGHES, J. D.: «Paraísos no mundo Amigo. Dos bosques sagrados as ilhas aforrunadas», Historia e Meio Ambiente O impacto da Expanfao europeia, Funchal: CEHA, 1999, p. 126. 12 BARRETO, L.E: «Gomes Eanes de Zurara e o problema da 'cronica da Guiné">, Stvdia, 47. Lisboa, 1989, p. 317. 13 PAZ SANCHEZ, M. de (coordinador): Flandes y Canarias. Nuestros orígenes nórdicos. Tomo 1, La Laguna: CCPC, 2004, p. 50. 14 MADERUELO, ob. cit., p. 140. © DDeell ddooccuummeennttoo,, llooss aauuttoorreess.. DDiiggiittaalliizzaacciióónn rreeaalliizzaaddaa ppoorr UULLPPGGCC.. BBiibblliiootteeccaa uunniivveerrssiittaarriiaa,, 22001133 leña para fabricar 1 arroba de azúcar y aproximadamente 200 tm de leña corresponde a 1 ha de bosque. Se destaca sobremanera en estos relatos algunas referencias que llamaron la atención de los visitantes, como por ejemplo las observaciones sobre los pájaros canarios que serían posteriormente objeto de comercio y fueron también plasmados en obras pictóricas, sobre todo flamencas, por la especial vinculación con estas islas, lo mismo que algunas especies vegetales, como el drago, la orchilla, la pez o la baga de laurel que fue muy apreciada en Flandes, destino principal de las exportaciones palmeras en la décimo sexta centuria. Estas apreciaciones genéricas nos invitan a pensar en el paisaje insular y los cambios acaecidos tras la colonización de nuevas áreas por parte de los europeos que alteraron radicalmente el paisaje, y mucho más en espacios reducidos como los insulares, y a ello aluden los cronistas de los siglos xv y XVI, quienes insisten en que la intervención humana condicionó la fauna y la flora. En todas las referencias a la isla encontramos, independientemente de la época que abordemos, dos elementos recurrentes: la notable riqueza vegetal y el agua. Respecto a la vegetación, como ha señalado recientemente M. de Paz, la historia de Canarias es también la historia de sus vegetales, ya sean productivos o con valor simbólico l5; o como decía Abreu Galindo: «era tan copiosa de yerbas y árboles, hasta la cima de la cumbre, que en verano era tan intenso el olor a la fragancia de las flores, que tres leguas de mar de noche alcanzaba ... »16, y lo mismo en lo referente al agua «de sus grietas manan aguas dulces, saladas, sulfurosas, ferruginosas, las que reuniéndose en el barranco de las Angustias forman el denominado ríO», como relataba Arribas Sánchezl7• Las primeras referencias al paisaje podemos encontrarlas incluso antes de la conquista e incorporación a la Corona. En la primitiva crónica de la conquista o Le Canarien, tanto en el relato de Gadifer como en el de Jean de Bethencourt, se alude al paisaje de La Palma en los términos que por su interés reproducimos: Fondearon freme a un río que cae al mar y allí cargaron agua para todo el viaje. La isla es muy elevada, provista de grandes bosques, tiene mucha población y es abrupta. Sus habitantes son carnívoros y sólo se alimentan de carne [afirmación que realiza también Zurara]. Es la isla más agradable de cuamas hemos encontrado aquílB • Descripción semejante se aprecia en el relato de Bethencourt: La isla de Palmas, la más adelantada por la parte del océano, es más grande de lo que figura en el mapa. Es muy alta y escarpada, cubierta de grandes arboledas de 15 DE PAZ, ob. cit., p. 14 16 ABREU CALINDO, J. de: Historia de la conquista de las siete Islas Canarias. Santa Cruz de Tenerife: Coya ediciones, 1977, p. 26l. 17 AruuSAS y SANCHEZ, c.: A través de las Islas Canarias. Santa Cruz de Tenerife: Aula de Cultura del Cabildo de Tenerife, 1993, p. 169. 18 Le Canarien. Retrato de dos mundos. La Laguna: lEC, 2006, p. 128. ." .ID.. © DDeell ddooccuummeennttoo,, llooss aauuttoorreess.. DDiiggiittaalliizzaacciióónn rreeaalliizzaaddaa ppoorr UULLPPGGCC.. BBiibblliiootteeccaa uunniivveerrssiittaarriiaa,, 22001133 UI .C.I.O. g a: m ,;¿ :> ~ distintas especies, como pinos, dragos y otros árboles que dan leche de gran valor medicinal y tienen hojas de diferentes clases. Por el centro corre un gran río, las tierras son muy buenas para todos los cultivos y hay abundantes pastizales. La isla tiene mucha población, pues no ha sido tan saqueada como las demás, son gentes hermosas y se alimentan sólo de carne. Es el lugar más agradable que hemos encontrado por aquí, pero está a trasmano, ya que es el más alejado del continente. La teoría de que la isla de La Palma era el punto más alejado del continente se mantuvo aproximadamente hasta 1724, tras el establecimiento del primer meridiano en la isla de El Hierro por el astrónomo Louis Feuillé, sin duda uno de los primeros en la realización de exploraciones científicas en este Archipiélago. Ya desde la primera crónica, Le Canarien, aparecen calificativos y menciones que se repetirán con posterioridad, entre los que destacamos expresiones como: isla muy fuerte, isla alta, manantiales, especies vegetales como pinos, laureles, dragos y árboles de leche medicinal, orchilla, helechos, etc., lo mismo que se relata la buena salud y longevidad de sus habitantes. Llama la atención en esta primera mención la apreciación de que La Palma «es muy alta y escarpada, más grande de lo que figura en el mapa», lo que indica el previo conocimiento de la isla, tal como aparece recogido en ambos manuscritos. Se alude a la existencia del río donde se aprovisionaron, lo que pone de manifiesto la vinculación con el agua como elemento imprescindible y que será otro de los aspectos mencionados por sucesivos cronistas y viajeros en sus descripciones o evocaciones de La Palma: « ... abundantes manantiales de agua brotan en distintos puntos de las montañas y se precipitan hacia el centro del barranco ... »19. Respecto a la denominación de la isla siempre, salvo una vez, aparece isla en plural como en el mapa Mediceo, en el de los hermanos Pizzigani, en el propio Atlas catalán de 1346 se la menciona en plural como «Insola di palme» o en el planisferio de Viladestes de 1413, en que se representaba el contorno de la isla bastante ajustado a la realidad. Otro de los epítetos empleados es el de «isla brava», aunque en este caso puede referirse tanto a su orografía como a sus gentes, tal como recogen los cronistas y hechos de la conquista. Sirva como ejemplo la crónica de Zurara20 , de mediados del siglo xv, que alude a la agilidad de los habitantes de La Palma entre los peñascos con motivo del desembarco que lusitanos y gomeros hicieron en esta isla para la captura de esclavos. Los planteamientos vertidos en la crónica de Guinea, así como los expuestos por Diogo Gomes, tendrán reflejo posteriormente en otros autores como Valentim Fernandes. En ocasiones encontramos cómo se vuelve de nuevo a referencias al mundo antiguo, que siguen vivas en los cronistas, a fin de explicar alguna de las características de la Isla, como se observa en Abreu Galindo, que al mencionar La Palma la denomina «isla alta» y la pone en relación con «Juno 19 CARBALLO W ANGOEMERT, B.: Las Afortunadas. Ayuntamiento de Los Llanos de Aridane y CCPC, 1990, p. 135. 20 Z URARA, G. Eanes de: Cronica dos feitos notáveis que se passaram na conquista de Guiné por mandado do Infante D. Henrique. Tomo 1, Lisboa, 1978. © DDeell ddooccuummeennttoo,, llooss aauuttoorreess.. DDiiggiittaalliizzaacciióónn rreeaalliizzaaddaa ppoorr UULLPPGGCC.. BBiibblliiootteeccaa uunniivveerrssiittaarriiaa,, 22001133 que quiere decir el aire, pues sus cumbres como las de La Gomera están en la región del aire»21. La mayoría de los autores, independientemente de la época, recogen en sus escritos menciones a los árboles y bosques de la isla y, en realidad, a los aspectos botánicos, como es el caso de Torriani, que asocia el nombre de la isla «a lo verde de sus selvas»22, pero estas alusiones a la vegetación no se limitan, como ya hemos señalado, a esta primera etapa sino que es una constante en todos los relatos y expediciones posteriores, como lo demuestran por ejemplo las afirmaciones de Berthelot en 1829: en La Caldera hemos encontrado los más hermosos árboles de Canarias en presencia de estos vegetales seculares en las profundidades de aquel vallejo volcánico, da uno por bien empleadas las fatigas y los peligros que ha sido necesario vencer para llegar a este antiguo cráter23 . Aparte de las mencionadas crónicas de Le Canarien, de Zurara, etc., en esta primera época, podemos encontrar indirectamente en otros relatos alusiones al paisaje y a la naturaleza, como podría ser una escueta observación aportada por Münzer, que no estuvo en las islas, al cultivo de la caña de azúcar, que por la fecha de su obra debía referirse a las plantaciones de caña de Gran Canaria, pues en aquellos momentos las otras islas productoras estaban en los inicios de la colonización. Referencias al paisaje insular están presentes en la obra de Bocaccio, cuando menciona el viaje de Nicolosso da Recco y nos dice que La Palma es una isla de grandes montañas rocosas y abundantes lluvias. Por supuesto los cronistas de estas centurias inciden en estos mismos aspectos y añaden algunas apreciaciones singulares que podemos vincular a lo simbólico, como observamos en Alonso de Santa Cruz, en 1526, cuando al describir la vegetación y la altura de las montañas hace referencia al maná «que hay muchos que afirman que se cogía en ella antes que se conquistase la isla ... ». Lo mismo sucede en el caso de Frutuos024, en 1567, que en su exposición señala que los isleños hablaban de este maná. Con anterioridad, Abreu Galindo al narrar la pérdida de árboles en 1545 por causa del ganado yespecialmente de los conejos, nos dice que otra de las consecuencias fue que «el maná dejó de caer». Cabe citar, por último, el caso de Torriani quien manifiesta que «Encima de los montes de los Andenes, que son los más altos, cae algunas veces buenísimo maná»25. Aunque la base para conocer las descripciones del paisaje insular en este primer siglo de la colonización son las crónicas, también podemos encontrar algunas noticias puntuales en individuos que por motivos muy variados se acercan a la 21 MARTfN RODRfGUEZ. EG.: Santa Cruz de La Palma. La ciudad renacentista. Santa Cruz de Tenerife: CEPSA. 1995. p. 21. 22 Ibidem. 23 BERTHELOT, S.: Árboles y bosques, Ed. ] A. Delgado Luis (Reeclición). La Orotava, 1995, p. 62. 24 FRUTUOSO, G. de: Las Islas Canarias ((De Saudade da Yerra»). La Laguna: lEC, 1964. 2) TORRlANl, L.: Descripción e Historia del Reino de las Islas Canarias, Traducción, introducción y notas por A. Cioranescu. Santa Cruz de Tenerife: Goya ediciones, 1978. p. 223. © DDeell ddooccuummeennttoo,, llooss aauuttoorreess.. DDiiggiittaalliizzaacciióónn rreeaalliizzaaddaa ppoorr UULLPPGGCC.. BBiibblliiootteeccaa uunniivveerrssiittaarriiaa,, 22001133 CIO .C.IO. isla y dejan constancia de su experiencia. Vamos a referirnos a dos factores alemanes que nos aportan alguna visión del paisaje insular en los primeros años del XVl26. El motivo que llevó a estos dos personajes a dirigirse a La Palma se debió a razones estrictamente económicas, pero a través de sus relatos podemos entrever el paisaje que encontraron, pues hay que tener en cuenta que la explotación silvÍcola en los inicios de la colonización afectó notablemente al paisaje. Nos referimos a Lucas Rem, factor de los Welser, que permaneció en la hacienda de Tazacorte una semana, en el año 1509, y proclama la necesidad de ejecutar las conducciones de agua y poner en cultivo toda la tierra para hacer rentable esta propiedad, proporcionándonos una visión fugaz de la zona. El otro caso es el del alemán Mollwo, a través del cual conocemos un informe de los herederos de Johan Biess relativo a las mismas plantaciones de La Palma. Su relato nos da idea de los terrenos de cultivo y de los abundantes volúmenes de madera yaguas que estas propiedades consumían27• Sin ser conscientes de ello, ofrecen una descripción fidedigna y ajustada del paisaje agrario de la fachada oeste de La Palma que, por otra parte, ofrecía muchas posibilidades y por ello se lo reservan para sí los primeros colonizadores. Encontramos otros autores del XVI que aún son más parcos en las referencias al paisaje, como es el caso de Benzoni en 1541, Cadamosto que hizo una pequeña escala en la isla sin bajar a tierra, Nichols, Schmidel o el cosmógrafo A. Thevet, de mediados del XVI, entre otros. Todos ellos repiten los mismos esquemas, pues no olvidemos que la percepción del paisaje obedece a una ideología, a unos cánones de belleza, a unos principios estéticos28 • En líneas generales, podemos afirmar que las alusiones al paisaje están presentes tanto en aquellos que recalan en la isla y la visitan como en los que llegan de paso y prácticamente no van más allá de la capital insular. Éste fue el caso de Méndez Nieto, en 1561, o el caso de Leonard Plukenet, que accidentalmente llegó a la isla a fines del XVI Y recolectó plantas que llevó a Inglaterra29• Algo semejante podemos observar a fines del XVIII en la campaña de Baudin a tierras australes, recogiendo en su manuscrito un dibujo de la costa de La Palma; o de los que la conocen por tratos comerciales como Nichols, que escribe: «la isla es fértil en vino y azúcar y produce poco trigo». Los autores del XVII siguen la misma dinámica en cuanto a las descripciones de la isla, como podemos observar en el alemán Olfert Dapper, que nos dice «es pequeña pero fértil, tiene mucho azúcar y otros frutos, abundante en leche y queso y sobresale por el comercio del vino»30. Coppier, en su relato de 1645, centra su 26 SARMIENTO PÉREZ, M.: Las islas canarias en los textos alemanes (1 49 4-1865). Las Palmas de Gran Canaria: Anroart ediciones, 2005, y Viña Brito, A.: «Lucas Rem y la tierra maldita», Anuario de Estudios Atldnticos, 56. Las Palmas de Gran Canaria, 2010, pp. 115-138. 27 VIÑA BRlTO, A.: «La Hacienda de Tazacorre (La Palma}», Anuario de Estudios Atldnticos, 50. Las Palmas de Gran Canaria, 2004, p. 545-587. 28 ROLDÁN CASTRO, ob. cit., p. 47. 29 OUVER FRADE, J. Y RELANc lO MENÉNDEZ, A. (ed.): El descubrimiento científico de las Islas Canarias. La Orotava: Fundación Canaria Orotava de Historia de la Ciencia, 2007, p. 17. 30 SARMIENTO, ob. cit., p. 59. © DDeell ddooccuummeennttoo,, llooss aauuttoorreess.. DDiiggiittaalliizzaacciióónn rreeaalliizzaaddaa ppoorr UULLPPGGCC.. BBiibblliiootteeccaa uunniivveerrssiittaarriiaa,, 22001133 atención en la existencia de unos pájaros que se alimentan del perfume y del néctar de las flores como las abejas. En general abundan las narraciones y percepciones de visitantes muy variados y con finalidades muy diversas, como se advierte en una expedición de monjes capuchinos, datada en 1680, y de la que nos dejó constancia Pedro Blanes. En dicho escrito se alude a los montes y barrancos junto a la pobreza de los campesinos y la cortesía y galantería de los caballeros31 . Si bien el cambio fundamental en la percepción del paisaje se producirá en la siguiente centuria, a partir de la cual los libros de viaje marcarán la pauta, como veremos posteriormente, el paisaje y los hechos costumbristas son una constante en los textos de la mayoría de nuestros visitantes. No tenemos más que releer las crónicas, los libros de viajes y, por supuesto, los relatos de los viajeros empeñados en expediciones científicas para observar toda una serie de influencias comunes; en el caso de Tenerife es la visita al Teide y en La Palma a la Caldera de Taburiente, mencionada en reiteradas ocasiones, sea o no visitada, e invariablemente acompañada de expresiones tales como: «donde quiera que uno mira el escenario es espléndido», o «el encanto del bosque aumenta con el canto de los pájaros»32. Este lirismo es sustituido en los viajeros post románticos por descripciones ya de mayor rigor científico en las que se alude a los distintos pisos de vegetación que encuentran; pues no olvidemos que muchos de los viajeros utilizan la botánica como excusa para viajar y, en este sentido, La Palma fue considerada como un verdadero paraíso por muchos botánicos33. Junto a la importancia de las especies vegetales a la que dedican buena parte de sus textos, algunos autores refieren la calidad del aire, que como señaló Angel Luque en el prólogo a la edición de la obra de Herman Christ, puede ser premonitoria de la observación astronómica moderna34. Las noticias relativas a la pureza del aire y a los efectos medicinales de las islas, en general, y de La Palma, en particular, son abundantes a partir del siglo XIX, y así es reconocido tanto por los que vienen de Europa como por los que moran en las islas. Es lo que se colige de las afirmaciones vertidas por Cipriano de Arribas cuando dice: «respírase allí un aire tónico y puro, embalsamado por aquellas emanaciones de aquella vegetación especial»35, o P.J. de las Casas que sostenía que en la isla había dos fuentes medicinales: el Charco Verde y la Tajana36. Esta idea de la bondad del clima y la ausencia de enfermedades ya se 31 BLANES, P. de: Viaje del puerto de Salou al de Cddiz y las Islas Canarias. Año 1680, Edición y traducción de José A. Delgado Luis, La Orotava, 1995. 32 WHITFORD, Ob. cit., p. 85. 33 SANTOS GUERRA, A.: Vegetación y Flora de La Palma. Santa Cruz de Tenerife: Interinsular Canaria, 1983. 34 CHRlST, H.: 1998. Un viaje a Canarias en primavera». Traducción Karla Reimers Suárez y Ángel Hernández Rodríguez, Las Palmas de Gran Canaria: Cabildo Insular de Gran Canaria, 1998, p. X. 35 ARRIBAS, Ob. cit., p. 168. 36 CASAS PESTANA, P.J. de: La isla de San Miguel de La Palma. Su pasado, su presente y su porvenir. Edición facsímil. Santa Cruz de La Palma: Cabildo Insular de La Palma y Museo de Historia de la Educación «Rayas», 2004, p. 31. (¡ al .c.:o. ~ [2 5 w o U) ¡ « ~ ::s w o w ~ ~ ---.J W © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2013 o .G.I recogía en Abreu Galindo, quien manifestaba «después que la isla es de cristianos, no ha habido pestilencia ni enfermedad de contagio, antes los que venían heridos, guarnecían y sanaban ... »37. Pero no sólo el paisaje interior de la isla está presente en los escritos de quienes la visitan, sino también la percepción que tenían de su fisonomía: «el cielo despejado nos permitió ver y gozar del bello panorama ofrecido por la isla a nuestros ojos», afirmaba Arribas. En la misma línea describe Smith su llegada a La Palma «la tierra parece solo un acantilado escarpado, tenemos la cumbre a una cercanía amenazadora»38, e incluso Whitford a fines del XIX nos da su visión particular de La Palma, pues para él la isla tenía «forma parecida a la de una pera, sobre un mapa esta elevada vértebra rocosa parece la vara de un pastor, donde el final corvo lo forma el célebre cráter conocido como La Caldera»39. A este respecto, G. Glas manifestaba sobre el aspecto de La Palma, «cuando se acerca a la costa de la isla le aparecerá con la forma de una silla de montar» y también apuntaba que «la isla a dos leguas de distancia patece un bosque entero, los pinos ascienden a tal altura que pueden servir de mástiles para los barcos»4o. En la misma línea se encuentran las sensaciones trasmitidas por A. Coquet «por encima de nosotros la montaña se eleva súbitamente tapizada por hermosos bosques de un verde oscuro»41. También a principios del siglo :xx, J. Pitard describe el manto de nubes de Cumbre Nueva42. A todo ello habría que añadir las referencias a las caletas y embarcaderos de la isla, desde las descripciones de Torriani con su mapa de La Palma hasta los sucesivos derroteros de los ingenieros militares, que plasman la silueta insular y sus accidentes principales, sobre todo a partir de la segunda mitad del XVII Y posterior-mente. Desde principios del siglo XVIII se produce un cambio sustancial en las referencias al paisaje de las islas. Es la época fundamental de los Libros de viajes, donde el viajero aportaba mucho al dejar constancia por escrito de lo que se apreciaba de la sociedad isleña de entonces. Por otro lado cabe reseñar que a partir de ese momento la descripción de los archipiélagos pasan a ser documentos geográficos y se convierten en vehículos de transmisión de conocimientos. En el romanticismo la naturaleza adquiere gran importancia en la literatura, la búsqueda de lo sublime y la fascinación ante un paisaje distinto y espectacular va a ocupar un papel importante y, tal como han señalado los especialistas en el 37 ABREU GALINDO, ob. cit., p. 289. 38 SMITH, Ch.: Diario de un viaje a las Islas Canarias en 1815. Traducción Cristina Hansen. Estudio preliminar por Per Sunding y Amoldo Santos. La Orotava: Fundación Canaria Orotava de Historia de la Ciencia, 2005, p. 95. 39 WHITFORD, ob. cit., p. 73. 40 GLAS, G.: Descripción de las Islas Canarias, Traducción C. Aznar Acevedo, 2a edición. La Laguna: lEC, 1982pp. 93 Y 97. 41 COQUET, A.: Una excursión a las Islas Canarias. Traducción ].A. Delgado. La Orotava: ]ADL,1982. 42 OUVER, ob. cit., p. 279. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2013 tema, la narración del viaje es una de las primeras manifestaciones literarias basada tanto en la observación directa como en la visión subjetiva. En la literatura de viajes el autor narra con su peculiar estilo, objetiva o subjetivamente, la opinión que le merecen los paisajes y costumbres de una región43. Las temáticas más repetidas siguen siendo: la orografía, la vegetación, la magnificencia de La Caldera, pero también se hacen eco comúnmente de la importancia de otros elementos como el Pino de la Virgen. Otra serie de temas que se reconocen en los textos son: la imagen mítica del archipiélago, la posición y condiciones climáticas. Así ocurre en el relato descriptivo de Brown con referencias al roque Idafe, aunque también hace alusión, al igual que otros viajeros, a la importancia de los paisajes costumbristas y la descripción de los habitantes: aspecto físico, religiosidad, vestimenta, carácter, bondad y hospitalidad de los que contamos con excelentes trabajos que no reiteraremos y, por supuesto, se siguen haciendo alusiones a la mítica isla de San Borondón, aunque también será objeto de atención la vulcanología insular, un tema no nuevo pero si recurrente. Los volcanes de la isla aparecen mencionados desde la Endechas a Guillén Pe raza, que aludían posiblemente a la erupción del volcán de la montaña de Tacande o montaña Quemada, 1430 ó 1440, y suponían que había un minero de azufre, hasta las anotaciones que, por ejemplo, encontramos en Torriani, testigo de la erupción del volcán de Tajuya o Tehuya acontecida en 1585. Este autor relata la llegada del volcán al mar y la salida de unos hombres en su barca para comprobar lo que pasaba: ... estos hombres por poco se quedaron ahogados, porque hasta diez millas el agua era tan caliente, que no sólo derretía la pez de los botes, sino que los peces de toda aquella región cubrían las olas, cocidos por el gran calor de las mismas ... 44• En la relación de Sprats, de 1667, se refiere a la erupción del volcán de Martín o Tigalate, que tuvo lugar en 1646 y dejó sumida en la pobreza a la población del lugar por los daños ocasionados en los lugares de pasto, pinares, así como la destrucción de viviendas, datos que también son recogidos por Núñez de la Peña. De igual modo el viajero alemán Ehrmann, en el siglo XVIII, alude a la erupción del volcán de San Antonio, de 1677, del que tenemos referencias de algunas víctimas, destrucción de viviendas, pasto para el ganado y que sepultó la Fuente Santa a donde acudían enfermos no sólo del Archipiélago sino de Europa y América para mejorar sus enfermedades de la piel. Este autor reseña además el relieve de La Caldera y sus barrancos «algunos se utilizan para moler molinos de azúcan>; nos habla de la producción de azúcar y confituras así como de las exportaciones de vino, miel y resina de drago; pero aún va más allá cuando relata el estado en que se encontraba 43 GARc lA P EREZ, J.L.: Viajeros ingleses en las Islas Canarias durante el siglo XIX. Santa Cruz de Tenerife: Caja General de Ahorros de Canarias, 1988, p. 23. 44 TORR!ANI, L.: Descripción de las Islas Canarias. Traducción, introducción y noras por A. Cioranescu. Santa Cruz de Tenerife: Cabildo Insular de Tenerife, 1999, p. 300. ( ... .e.n. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2013 el bosque, indicando que en otro tiempo la cumbre de la isla contaba con un excedente de árboles. Las descripciones que encontramos en los relatos de viajes nos proporcionan grandes conocimientos de la historia natural de las Islas como estamos viendo en el caso de la vulcanología histórica. Un buen ejemplo nos lo ofrece el testimonio del corsario Dralsé de Grand-Pierre, testigo junto a su tripulación de la erupción del volcán del Charco en 1712: «el 12 de octubre se acercaron a la montaña humeante y vieron que seguía escupiendo fuego»45. La vulcanología ha sido uno de los aspectos que más llamó la atención de cuantos visitaron la isla, aun antes de los trabajos de von Buch, que «internacionalizó» la Caldera de Taburiente. No podemos dejar de mencionar en esta suscinta relación de autores del siglo XVIII a Louis Feuillé (1724). Este astrónomo y naturalista alude, por ejemplo, a los perfiles de La Palma, al volcán de la montaña de las Cabras46; o a Georges Glas (1764), cuyo capítulo relativo a La Palma ha sido recientemente analizado por EJ. Castill047. Glas nos proporciona una visión realista de los riachuelos del interior de La Caldera, de su vegetación: laureles, pinos de tea, pero también menciona aspectos históricos que copia en gran medida de Abreu Galindo. En el siglo XlX se incrementan las noticias relativas al paisaje insular, pues contamos con varias referencias a las vivencias y percepciones que sobre el paisaje de la Isla nos dejaron quienes la visitaron en esa centuria. El viaje estuvo motivado por el interés científico y con ese objeto sobresalieron, entre otros: Berrhelot, Von Buch, que exploró por primera vez la geología insular, o Lyell, considerado el padre de la geología moderna y que encontró fósiles durante su estancia de 14 días en La Palma. Traemos a colación una descripción de La Caldera realizada por von Buch, que N puede servir de paradigma del paisaje de este marco geográfico: .e.n. Vista desde arriba, la Caldera presenta una perspectiva no menos impresionante que desde abajo. Su espantosa profundidad, que entonces se puede abarcar en su totalidad, le da el aspecto de un abismo tan inmenso que será muy raro que se encuentre otro igual en la superficie de la tierra [ ... ] ¿Dónde se puede encontrar algo tan prodigioso Dónde existe un cráter con un círculo tan gigantesco ... ?48 . En este siglo también tenemos constancia de otros autores, quizá menos conocidos y que muchas veces reiteran lo ya dicho por quienes les precedieron. Es el caso de Leonhard (1894), que nos habla del paisaje escarpado de la isla y de sus árboles «que son los más altos del archipiélago» y hace un recorrido por las erupciones volcánicas, que toma directamente de lo relatado por von Buch. Algo parecido 45 PICO y CORBELLA, ob. cit., pp. 90-95. 46 FEUILLt, L.: El viaje del astrónomo y naturalista Louis Feui/té a las Islas Canarias (J 724), por M.A. Puig Samper y E Pelayo. Santa Cruz de Tenerife: CCPC, 1997, p. 166. 47 CASTILLO, EJ. : «George Glas y su obra A Description of [he Canary Islands. Notas al capítulo XI», Estudios Generales de La Palma, 2. Santa Cruz de La Palma, 2006, pp. 493-523. 48 OUVER, ob. cit., p. 129. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2013 se puede decir de Whitford, Christ o Smith. Este último señala, por ejemplo, en su Diario a las Islas Canarias de 1815, que desde la salida del valle se divisan algunos de los campos de azúcar verde de Argual y en otro pasaje afirma que las confituras que se elaboran en la isla «son famosas y constituyen platos completos»49. También cabe mencionar a van Fritsch, quien describe con detalle la salida de la capital insular hacia «la banda», a fines del siglo XIX y habla de los vestigios prehispánicos descubiertos en La Caldera, constituyendo este paraje «la curiosidad más notable de La Palma». En esta larga lista de ilustres visitantes no podemos dejar de mencionar a J. Leclerq, considerado el primer turista, a D'Avezac que insiste en lo accidentado del terreno, las zonas de vegetación o la singularidad del Pino de la Virgen. Vernau, en su descripción de la isla, también se refiere a lo escarpado de sus montañas y la profundidad de sus barrancos, así como al hecho de que las cumbres estaban cubiertas de bosques, pinos, hayas y más abajo laureles, dragos, etc. Por supuesto, son imprescindibles las referencias aportadas en épocas más cercanas por: Olivia Stone, que presta una especial atención al mundo rural, Charles Edwards o Alfred Sarnler Brown, cuya obra llegó a convertirse en un manual indispensable para muchos viajeros que vinieron a Canarias50, y a otros autores menos conocidos que acudieron a La Palma movidos por un interés científico mucho más específico, como el ornitólogo Tristram. Una vez cotejadas las fuentes de los siglos XVI y XVII, da la impresión que hasta el siglo XVIII las narraciones que pretendieron describir lugares y paisajes no pasaron del «locus amoenus»51, es decir, de reproducir tópicos sobre la imagen de paisajes muchas veces ideales y que se transformará a partir de esta centuria producto del romanticismo y ya en el XIX podemos decir que el paisaje es visto por los ojos de los científicos. Pero no sólo era el cientificismo sino que, como ha señalado J.L. García52, también los artistas se sintieron atraídos por estas islas. Canarias interesaba por su paisaje y su luz, que le confería un carácter exótico, lo que supuso una atracción para los artistas de gusto romántico e incluso para aquellos que inmersos en el realismo captaban la belleza de una naturaleza extraña para lo que era habitual a los ojos de los europeos. Es decir, fijaron su atención en el paisaje pero también en los motivos costumbristas. Hay que reseñar asimismo la importancia del grabado, el gran vehículo difusor de imágenes en el XIX53. En esta técnica artística es obligado citar a Williams que supo plasmar perfectamente el paisaje canario al mismo tiempo que el costumbrismo, concediéndole una gran importancia al fondo paisajístico y a la reproducción de los detalles botánicos. 49 SMITH, ob. cit., pp. 100 Y 96 respec[ivameme. 50 NICHOLAS, E. : Canarias. Traducción E. Abad y prólogo de J.J. Jiménez. Sama Cruz de Tenerife: Ediciones IDEA, 2007, pp. 16-1 7. 51 MADERUELO, ob. cit., p. 140. 52 GARCIA, ob. cit., p. 203. 53 fdem, p. 228. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2013 : .... Pero fue Berthelot quien nos ha dejado las impresiones más fundamentadas y no exentas de cierto lirismo, así señala «por sus caracteres propios, los montes canarios compuestos de árboles siempre verdes se experimenta el bienestar y adecuación indecible »54. Este mismo autor, en sus Misceláneas, nos da una visión de la isla de La Palma: En el centro de la isla se encuentra un valle solitario de aspecto impresionante al que los naturales llaman La Caldera; los peñascos que la rodean alzan sus crestas hasta unos 5.000 pies por encima del fondo de este abismo [ ... ] los escarpes, cortados a pico, cierran por el norte y el este el acceso al recinto, al poniente el desfiladero de Adamacansis constituye una abrupta rampa [ ... ] por el sur las montañas se desgarran dejando una profunda cortadura que se prolonga hasta la costa, es el barranco de Las Angustias [ ... ]la Caldera desplegó en torno nuestro sus formidables murallas. Jamás había contemplado espectáculo más sublime. Los viajeros seleccionan aquellos aspectos del paisaje que les resultan más llamativos, bien por su aspereza, bien por su atractivo. Para La Palma, han sido La Caldera, el Pino de la Virgen, que encontramos en la descripción de Berthelot, en la de van Buch, y en la de la mayoría de los viajeros que visitaron la isla como la ya mencionada Florence du Cane o, con anterioridad, Verneau, ya que, como escribe José Luis García, la literatura de viajes es «como un espejo retrospectivo, que refleja ángulos inéditos de nuestro pasado y complementa nuestra historiografía»55. En el siglo xx se agudiza el interés por el paisaje vegetal en su vertiente más comercial, buena muestra de ello encontramos en las descripciones sobre el estado de la isla a través de los memoriales a la Corona o en las quejas vertidas por los medios de comunicación como las recogidas por la Crónica Palmera o el Germinal, entre otros. Estos rotativos criticaban la indiferencia de las autoridades ante la degradación de la riqueza forestal con apropiaciones indebidas del monte por particulares y talas escandalosas. Esta centuria coincide también con la aparición de estudios científicos como los de Ortuño y Ceballos, iniciándose una nueva etapa sobre la evolución histórica del paisaje vegetal: geomorfología, clima, vegetación, acciones humanas: repartimientos, explotación maderera, aprovechamientos forestales, tierras de cultivo, ganadería, conservación y repoblación, sequía, incendios, temporales, etc., aunque también habría que señalar que en el mundo actual los universos insulares se ven más como enclaves estratégicos militares, como centros turísticos o como zonas francas de comerci056. Será precisamente el turismo uno de los factores del incremento de la literatura, crónicas y guías de viajes, sirva como ejemplo la publicación de Margaret D'Este relativa a Canarias57. 54 BERTHELOT, ob. cit., p. 50 . BERTHELOT, S.: Miscel.dneas canarias. Traducción M. Suárez Rosales y estudio crítico M. Hernández, E Lemus editor. La Laguna, 1997, p. 149. 55 GARCfA, ob. cit., p. 34. 56 MART(NEZ, ob. cit., p. 1I. 57 CASTILLO, EJ. : «Apuntes de literatura de viajes: Margaret O 'Este», Estudios Generales de La Palma, 2. Santa C ruz de La Palma, 2006, pp. 525-563. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2013 Durante la segunda mitad del siglo XX la fuerte presión ejercida sobre el territorio alterará sustancialmente el paisaje insular, como consecuencia del inicio del turismo y la consiguiente especulación del suelo, sin olvidar las nuevas erupciones volcánicas como la de San Juan, denominada también de Nambroque o del Duraznero, que se produjo en 1949, y posteriormente, en 1971, la del Teneguía. Es en este período cuando se hacen más frecuentes lo que podríamos denominar crónicas de viaje o guías de viaje como la de E. Nicholas. Esta viajera relata, en 1952, las bellezas de Santa Cruz de La Palma, nos habla de sus fiestas, pero también comenta que «en las afueras de Santa Cruz el país es silvestre e indomable [ ... ] también está bien surtido de agua»58, señalando las rutas a seguir por los visitantes, entre la que se encuentra la visita obligada a La Caldera. En la misma línea, la crónica del viaje del periodista neoyorquino John Harms, en 1965, presenta una visión optimista al señalar, por ejemplo, que el turismo de La Palma tenía muy buenas perspectivas dada su belleza paisajística59. Se ha producido a partir del siglo XXI un renovado interés por el paisaje desde un punto de vista medioambiental y del desarrollo sostenible con la declaración de la isla como Reserva Mundial de la Biosfera y la labor que lleva a cabo este organismo en cumplimiento de los cometidos que le fueron conferidos para preservar el equilibrio ecológico de un espacio tan frágil y reducido como es el contexto insular. Si las crónicas y los libros de viajes constituyen una de las vías para conocer la evolución del paisaje en un entorno concreto, objetiva o subjetivamente, también la documentación nos permite entrever los sucesivos cambios acaecidos en el espacio, fundamentalmente a través de las preocupaciones que los habitantes de períodos concretos nos trasmiten. Bien es verdad que las fuentes documentales son muy exiguas, pero a través de nuevas preguntas podemos aproximarnos a la evolución histórica del paisaje de La Palma. La riqueza de esta isla siempre ha estado vinculada al agua y a sus montes, pues eran éstos los factores imprescindibles para el desarrollo de una agricultura de exportación como fue la caña de azúcar en los primeros momentos y los sucesivos cultivos hasta llegar al plátano. Prácticamente desde los inicios de la colonización podemos observar la preocupación de las autoridades por el mantenimiento de la superficie de montes, pues no cabe duda que su explotación afectó en gran medida al paisaje al igual que sucedió en otras islasGO, pues los conquistadores vieron muchas posibilidades en el paisaje y lo utilizaron en provecho propio. Las principales fuentes documentales que nos permiten conocer cómo era el paisaje insular son fundamentalmente los Repartimientos, que nos aportan una ;8 NICHOLAS, ob. cit., 2007. ;9 GONZÁLEZ CRUZ, 1.:«Visiones de La Palma y su gente en siete textos ingleses», Estudios Generales de La Palma, 2, Santa de La Palma, 2006, pp. 607-628. 60 LOBO, M., SANTANA, ].M. y RODlÚGUEZ, A.L.: Los usos de la madera: Recursos forestales en Gran Canaria durante el siglo XVI. Las Palmas de Gran Canaria: Cabildo Insular de Gran Canaria, 2007, p. 85. 1ft .G..I © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2013 g a: m ,~ :> ~ visión de la organización social de! espacio desde principios de! siglo XVI poniendo de manifiesto los sucesivos cambios acaecidos sobre todo durante e! siglo XVIII en e! período de «hambre de tierras». Por supuesto, hemos de acudir a los protocolos notariales a través de los cuales podemos estudiar diferentes tipos de contratos para extracción de maderas, obtención de pez, pero también para la puesta en cultivo de nuevas tierras, conducciones de aguas, etc. La legislación, tanto e! ordenamiento general como las ordenanzas concejiles, nos permite entrever la evolución de! paisaje y así sabemos las zonas acotadas, las licencias de talas y exportaciones como las exportaciones de leña y madera a Gran Canaria en 1527-28 fijadas en 20.000 Qm6 1 ; o la licencia concedida en 1560 para exportar madera a Gran Canaria «que fue cortada en la zona de Los Sauces»62; tipos de maderas, como e! viñátigo y barbusano, muy apreciadas por su altura y resistencia a la podedumbre al agua63, el til para cajas de azúcar, e! pino para brea, e! almácigo, considerado por sus propiedades medicinales, etc. Si nos adentramos en los informes y memoriales que se remiten a la Corona en todo e! Antiguo Régimen, podemos observar la constante preocupación por e! mantenimiento de! arbolado y las frecuentes quejas por su tala. Sirva como ejemplo un informe realizado a principios de! XVIII, en e! que se señalaba que «faltando pinos viejos, hayas y brezos, se emplean nuevos para fábricas de casas y pajeros, e! corte de jubrones para parrales y latas de andamio para la cría de gusanos de seda», lo que suponía anualmente la tala de unos 6.000 pinos, e! consumo se incrementaba para la quema de aguardiente, fábrica de teja, losa y ladrillos, que no bajaba de 3.000 árboles, a lo que habría que unir la madera necesaria para la obtención de brea, la construcción de barcos, unido al consumo diario de leña y carbón64• Desde principios de! XIX encontramos varias disposiciones de la Audiencia ordenando restituir a los montes lo usurpado, pero esto no es algo novedoso sino que ya aparecía mencionado desde etapas anteriores, junto a la necesidad de cuidar e! arbolado para tener agua, como se recogía en los Estarutos de! Heredamiento de Argual y Tazacorte, y todo ello se complementaba con la necesidad de efectuar nuevas plantaciones. También la documentación nos informa, por ejemplo, de la actividad volcánica, como en e! caso del volcán de Tajuya, en 1585, a través de un manuscrito redactado por e! escribano de! cabildo con testimonio de varias personas, entre ellos la del alcalde de Los Llanos. Referencias documentales al volcán de Martín, del siglo XVII, aparecen en los acuerdos de! cabildo de La Palma, e informes como los de! capitán Diego de Guisla en e! manuscrito relativo al volcán de El Charco, de 1712, que aportó interesantes datos a falta de descripciones precisas. 61 RIvERO SuAREz, B.: EL azúcar en Tenerife (1496-1550). La Laguna: IEC, 1990, p. 99. 62 LOBO, ob. cit., p. 148. 63 fdem, p. 106. G4 LORENZO R ODRíGUEZ, J.B.: Noticias para la Historia de La Palma, tomo 2, Santa Cruz de La Palma: Caja de Ahorros, 1997, p. 53. © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca universitaria, 2013 Igualmente la documentación nos proporciona noticias que nos permiten conocer algunos cambios acaecidos en el paisaje como consecuencia de voraces incendios, tan frecuentes en la isla. Sirva como muestra el que tuvo lugar el 21 de agosto de 1802, que destruyó «más de 20.000 árboles en el pinar grande de Fuencaliente »65. También nos proporciona información sobre avenidas, como la del barranco de Las Angustias a mediados del siglo XVI, que destruyó parte de las plantaciones de caña en los márgenes del barranco, o la del barranco de Tenisca, el 12 de diciembre de 1744, que puso en peligro la población de Tazacorte, haciendo grandes destrozos en las haciendas, ingenios y ermitas. En definitiva, la documentación nos permite conocer los distintos usos del espacio y las transformaciones que de ellos se derivan; sirva como ejemplo el aprovechamiento de La Caldera para ganadería, «el ganado que es menester para la carnicería de la ciudad se cría en La Caldera», la obtención de pez o el repartimiento de la dehesa de El Mocanal para cultivos66 entre otros, lo que sin duda nos acerca a la evolución del paisaje insular a través de la Historia. En muchas ocasiones se habla del paisaje de la isla como una unidad cuando, con propiedad, sería más apropiado individualizar distintos tipos: paisaje agrario, urbano, cultural, etc. En nuestra exposición, realizada de forma diacrónica, nos hemos decantado por una visión global, centrada fundamentalmente en las crónicas y libros de viajes, que nos muestran la visión que desde fuera se percibía de la isla y que era la que trasmitían a sus lugares de origen, aunque, por supuesto, para poder aproximarnos a la evolución histórica del paisaje insular sea también imprescindible el análisis de las fuentes documentales. Así sabemos que, desde los primeros momentos y a pesar del deterioro de los montes por la acción antrópica, no se condena el uso del monte, sino el abuso y aprovechamiento excesivo de especies arbóreas protegidas para fines no justificados o lucrativos. A través de estas páginas hemos intentado mostrar, de manera muy sucinta, la percepción que del paisaje insular se ha tenido en diferentes etapas, pues la valoración del paisaje es cultural y aprendida67, aunque la necesidad de explicar la historia desde un punto de vista medioambiental nació y ha ido desarrollándose a medida que ha ido creciendo nuestro conocimiento sobre los desastres medioambientales y recurrir a la perspectiva histórica puede abrir paso a la revisión crítica del diagnóstico sobre la situación medioambiental. Como señalaba .Álvarez Salas68, «de la misma forma que el paisaje acumula historia nos habla de ella». 65 LORENZO, ob. cit. , p. 359. 66 VIÑA B RJTO, A. : «La conflictividad, entre el Concejo de La Palma y los vecinos, por la dehesa de El Mocanal en el primer cuarto del siglo XVI», El Museo Canario, XJ L, Las Palmas de Gran Canasia, 2004, pp. 365-379. 67 MARTrNEZ DE PISÓN, E.: «Ciencia del paisaje y su relación con la sociedad,), Agricultura y Sociedad, 27, 1981 , pp. 9-32. 68 ÁLVAREZ S ALAS, ob. cit., p. 50. ,.. .e.n. |
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