La fonética del silbo gomero
Por Andró CLASSE
Unlverridid de Glasgow.
£1 silbo gfomero es un modo peculiar de comunicación de uso
corriente en La Gomera, una de las Islas Canarias. Es una forma de
español, en que la vibración de las cuerdas vocales es reemplazada
por un intenso silbido, con el propósito de hacer posible la
comunicación a distancia en un terreno abrupto. Se supone que
fue adaptado al español por los conquistadores de la isla, pero que
de hecho los inventores del sistema fueron los gomeros prehispá-nicos,^
quienes usaban un silbo basado en su propio lensfuaje,
acerca del cual se sabe muy poco (Cf. Bibliog^rafía 1, 4, 5, 7, 9).
El silbo gomero no es el único lenguaje silbado del mundo (6,10);
pero, según mis conocimientos, es el único que se basa, no en
rasgos prosódicos, sino en rasgos puramente articulatorios. De
todos modos, no es imposible que puedan hallarse, en alguna
otra parte del mundo, otras muestras de silbidos articulados; pero,
de existir, es seguro que diferirían del silbo gomero sólo en su
base fonética, y que serían idénticas o muy semejantes a éste en
cuanto al mecanismo de su producción.
Hay abundantes referencias a este silbo y, por lo menos, dos
amplios estudios (7, 9). Desgraciadamente no fueron escritos por
' Serian eitos misraoi aborígenes quienes, al mudar de lenguaje, en el curso
de un proceso más bien lento, adaptaron el silbo a su nuevo idioma.—ATote del
Traductor.
[2]
HEMEROTECA P. MUNICIPAL
Santa Cruz de Tenerifi 57
lingüistas, y sus autores quedaron desconcertados ante el problema,
de tal modo, que sólo nos ofrecen alguna sugestión para su
solución. Quedenfelt, suponiendo gratuitamente que el esqueleto
de una palabra o de una frase silbadas consiste en una serie de
notas musicales con algunas modulaciones correspondientes a las
consonantes, ofrece una descripción del silbo muy descarriada (7).
Sus notaciones no corresponden en manera alguna a la realidad,
según pude comprobar cuando las silbé a los silbadores de La Gomera,
quienes no hallaron pies ni cabeza a sus «aires». Verneau
lo comprendió con bastante claridad; había reunido algunas frases
«notadas» por músicos, en una forma similar; pero comprobó que
aquellas melodías, al ser silbadas a los silbadores, les resultaban
completamente ininteligibles. Su experimento era adecuado; pero
las conclusiones que sacó de él no son justas: trabajando bajo la
engañosa ilusión de que cada elemento audible de una frase silbada
había sido reproducido por sus colaboradores musicales, supuso
que ciertos rasgos «subjetivos», intangibles, o acaso algún proceso
telepático, formaban parte de la comunicación silbada. Todo esto
es pura imaginación. Según veremos, no hay nada en el silbo que
no se pueda explicar en términos lingüísticos corrientes.
La investigación presente sigue un camino más sencillo. Gracias
al generoso apoyo de la Fundación Carnegie, fue posible
realizar la encuesta sobre el terreno y recoger numerosas grabaciones
mediante una cinta magnetofónica, con el doble propósito
de obtener material permanente para ser analizado en el labora-rio,
y de controlar el valor del silbo Como medio de comunicación,
sin tener que buscar apoyo en las afirmaciones gratuitas de los
informadores. Con este propósito, los registros de un silbador
fueron repetidos a otros gomeros, a fin de identificar al mismo
tiempo el grado de comprensión conseguido y la rapidez de la
misma. Puede establecerse desde ahora que cuando los informantes
pertenecían a la misma área lingüística las pruebas eran siempre
satisfactorias, cualquiera que fuese el material retrasmitido — y
una gran parte de él tenía que ser muy extraño en la forma, si no
en la sustancia, ya que había sido suministrado en gran parte por
mí mismo. En cambio, si el silbador y el oyente procedían de
partes distintas de la isla, la comprensión tendía a ser más o meno9
58 [3]
imperfecta; con excepción de los mensajes más elementales.
Sobre este punto volveremos más ampliamente luego.
Aparte de hacer registros, decidí aprender el silbo, en la
medida que me lo permitiera el tiempo disponible —tres meses
escasos—, a fin de tener algún conocimiento íntimo, personal y
subjetivo del «lenguaje», para así interpretar los datos físicos más
fácilmente, y distinguir, en lo posible, entre lo significativo y lo
que no lo es en los rasgos presentes en las grabaciones. Me sugirió
esta precaución la observación, a menudo repetida, de que los
silbadores tenían su propio estilo, al igual que los hablantes, y que
podían por lo tanto esperarse variaciones no significativas en
registros individuales. La experiencia me fue después de gran
utilidad y mostró una vez más cuan importante puede ser el conocimiento
activo de una lengua, cuando se trata de analizarla. Una
de las ventajas más inmediatas fue que los oscilogramas obtenidos
a partir de la cinta podían ser oídos mentalmente con toda la precisión
necesaria y podían ser trasladados al español normal, casi
a la vista — mutatis mutandis tal como se lee letra de imprenta.
Una breve referencia acerca de la manera de preparar los
oscilogramas no estará fuera de lugar. Fueron obtenidos directamente
de las cintas registradoras por procedimientos electrónicos.^
El fundamento del circuito es el siguiente. El circuito alimenta el
inscriptor de un oscilógrafo de rayos catódicos. Ahora bien, se
sabe que un silbido está constituido por una oscilación simple,
sin harmónicos de importancia, por lo que el analizador ha de resolver
lo que, en cortos intervalos de tiempo, puede considerarse
aproximadamente como una onda sinusoidal. En el momento en
que el eje X es atravesado en A (fig. 1), el haz del osciloscopio
se dispara y es desviado exponencialmente. El tubo se dispone
de manera que la mancha se desvíe hacia abajo. Cuando la onda
se invierte, la mancha retrocede hacia el eje. El haz no se desvía
nuevamente hasta el momento en que la onda sinusoidal cruza otra
El «utor desea aprovechar eita ocasión para expresar su agradecimiento al
Dr. A. L. Cockroft. del Departamento de Filosofía Natural da la Universidad de
Glasgow, por haber proyecUdo un circuito que funcionó perfectamente.
[41 59
vez el eje en la misma dirección, en el punto B. Por lo tanto, la
desviación total del haz ha sido proporcional al logaritmo del
periodo. Cuando la mancha se fotografía sobre una película que se
desplaza uniformemente frente a ella, se obtiene una curva que da
la altura del tono en cada instante. Este circuito permitió el análisis
de una gran cantidad de material con una rapidez y exactitud
FlG. I.
que no se hubiera logrado por el penoso procedimiento de medir
un gran número de ciclos uno a uno y representar gráficamente los
resultados. Las principales características del silbo, a saber, tono y
duración, quedan mostradas claramente en los oscilogromas (fig. 2).
En cambio, no se registra la intensidad; pero, conjo se verá más
adelante, esto carece de importancia, porque el acento dinámico
no se utiliza en el silbo.
3^00
1600
El mecanismo físico y fisiológico del silbo es de descripción
muy sencilla. Al mismo tiempo que se silba, se intenta articular,
lo más aproximadamente posible, como si se fuera a hablar. Los
métodos de producir el silbido son diversos, pero todos producen
idénticos resultados, excepto en lo referente a la altura absoluta.
No se usan silbidos producidos con los labios, pues no dan ua
60 [51
volumen de silbo adecuado; fuera de ello, he observado las técnicas
sigfuientes:^
1. Se forma un surco profundo y estrecho en el dorso de la
lengua, la cual se empuja contra los dientes superiores. 2. Se
obstruye parte de la abertura de los labios con un dedo. 3. Se
coloca entre los labios un nudillo doblado y el dorso de la lengua
se apoya en él. 4. Se introduce un dedo por un extremo de la
boca y la punta del dedo se apoya sobre el dorso de la lengua.
5. Se introducen en la boca, a una mayor o menor profundidad,
un dedo de cada mano, de modo que se junten sus puntas sobre
la lengua. 6. Se introduce profundamente en la boca el índice o
el dedo meñique, completamente doblados. Con todos estos métodos,
excepto el 5, la otra mano puede ser usada para formar
una especie de bocina. Ahora bien, es evidente que con los órganos
del habla parcialmente inmovilizados como están, la posibilidad
de una articulación, en el sentido normal de la palabra, queda
fuera de consideración: los labios y la parte anterior de la lengua
Fig. 3 (De una fotografía con rayos X)
> En todo» los casos, la punta de la lengua se aplica fuertemente a la base de
los dientes, mientras los /a6ios bien extendidos se mantienen rígidos.
[6] 61
están fijos; los movimientos del paladar blando son insigfnificantes,
puesto que no existen silbidos nasalizados; además la fonación
no tiene parte en el proceso. En términos acústicos esto significa
que todo lo que tenemos es un aparato productor de tonos
silbados, formado por la lengua y los dientes, o por un dedo, la
lengua y los labios, unidos a una cavidad resonante, análoga a
un tubo de esta forma (fig. 4), donde todo está fijo, excepto B,
-iunimsrito et r.mi:
Fig. 4
que representa la parte de la lengua que puede moverse (8).
Aquí pueden darse todos los grados de constricción, desde completamente
cerrado a ampliamente abierto, como también alguna
variación en el punto de estrechamiento, a lo largo del eje antero-posterior
de la boca. La resistencia acústica A es fija. Así el aparato
consiste meramente en un resonador, entonado en una sola
dirección, acoplado a un generador de tonos, que (a) puede producir
un infinito número de notas dentro de los limites de su
capacidad de resonansia; (6) tiene tres mecanismos distintos para
interrumpir el tono: (1) oclusión en B; (2) oclusión de la glotis;
(3) cese de la actividad pulmonar (los tres métodos producen
resultados marcadamente diferentes); (c) pu"ede ser usado para
producir tonos de diversa intensidad. Se ve que estamos lejos de
las complejidades del habla común.
No es necesario entrar en el mecanismo del silbido,^ pero
una ojeada a la fig. 3 mostrará que nuestro símil conviene muy
bien a los hechos. También explica inmediatamente un rasgo
del silbo en apariencia desconcertante, que más adelante mencionaremos:
cuando la serie de vocales [i, e, a, o, u] se susurran, se
oye una serie descendente de tonos, correspondientes a la altura
> Un estudio amplio del tema, experimental y matemático, se hallará en (2).
Cf. Biblioírafía.
62 [7]
de la resonancia de la cavidad bucal para cada vocal, determinada
por la adaptación de la boca por medio de la acción de la articulación.
Se podría esperar &lgo semejante cuando se produce un
silbido con los órjranos de la articulación en posiciones aproximadamente
correspondientes-a las de la articulación de las mismas
vocales. De hecho las cuatro primeras se conforman bien, pero
la [u] se halla desplazada, pues su altura es siempre mayor que la
de la.[a] y la [o], aunque es mucho más baja que la de las vocales
palatales.^ Ahora bien, esto se explica muy fácilmente, pues mientras
los sonidos hablados se diferencian no sólo por la posición
de la lengfua, sino también por la de los labios, las vocales silbadas
se articulan siempre sin modificación de los labios, y el único fac
tor importante es el cambio del volumen total de la cavidad bucal
Ei girado fijo de cierre de los labios en el silbo produce un des
censo uniforme de la altura de la resonancia (en relación a las vo
cales habladas) en todas las vocales que no son normalmente la
bialízadas [i, e, a] o producidas solamente con labialización mo
derada [o, o]. La [u], por el contrario, recibe sólo su grado
normal de labialización y su tono no queda rebajado en relación a
las otras vocales.
Las mismas razones aclaran el hecho de que en partes diversas
de la isla varié el tono medio de nivel considerablemente. En la
mitad norte oscila en torno a 1600'^", en el área de San Sebastián
es notablemente más alto, pues alcanza normalmente 3500'-^". La
explicación debe hallarse en el método de producción del silbido,
dado que en el primer caso la técnica favorita es la (3) de nuestra
numeración, y en el segundo es la (4), (5) y (6), con los dedos bien
metidos. El volumen libre de la boca es netamente mucho mayor
en el primer caso que en los demás, y las resonancias varían de
acuerdo con ello.
Aunque hasta ahora hemos concentrado nuestra atención en
las vocales, está claro que la situación es exactamente la misma
' Eito no se aplica a la semivocal [w], que tiene la forma que muestra la
ñg. 10. La depresión parece ser producida por el relajamiento de la presión del
aliento entre las vocales con un relajamiento muscular anejo.
[81 63
para las consonantes, tanto si comportan como no el contacto de
la lens[ua con el paladar. La nota de resonancia otra vez sólo depende
de dos factores: grado de abertura —que puede ser cero
para las oclusivas y algunas otras consonantes—, y punto de articulación,
que, dentro de estrechos límites, puede ser más o menos
avanzado.
Hasta aqui hemos venido tratando en términos generales de lai
variaciones de altura causadas por el intento de articular los sonidos
del lenguaje normal bajo las condiciones del silbo. Para ser
más precisos necesitamos ahora examinar lo que son estos sonidos
hablados, ya que el silbo se basa en el lenguaje hablado.
El español de La Gomera no difiere apreciablemente del castellano
en lo que concierne a la sintaxis y al vocabulario, aunque
hay algunos rasgos peculiares de Canarias, que no describimos
por no ser importantes para nuestro tema. De otro lado, el fone-tismo
es marcadamente dialectal y en muchos aspectos diferente
del de Madrid. El español hablado en todo el Archipiélago,
excepto en El Hierro, donde la pronunciación es más vecina a la
castellana, suena como un cruce entre andaluz y algunos de los
dialectos suramericanos. Dejando de lado por ahora la cuestión
de la entonación^ y de los rasgos prosódicos, el gomero tiene el
siguiente sistema fonético:^
Vocales: i /e, e/, /a, a/, /o, o, u, a/, u, ai, e¡, au, oi.
Semivocales: / j , dj/, w.
Consonantes: p, /b, ?/, t, /d, 8/, k, /g, T/, f, s, x, m, /n, >)/. 1.
/r,T/,"r.
Las vocales exigen pocos comentarios, [e] es menos cerrada
que en castellano, [s] menos abierta. Muchos hablantes usan una
forma sola de [a], a veces más bien central, pero generalmente
' Es enteramente sui géneria, como en Us demái islas. Su ras^o principal e»
la (alta completa de la entonación suitancialmente nivelada que constituye en
Sfenerat la nota más característica de las unidades de entonación del castellano.
Cf. TOMÁS NAVARRO, Manual y Entonación española.
* Los sonidos entre barras (por ejemplo /b, |)/) son variantes del mismo
fonema.
64 [9]
velar, [o] no es nunca cerrada. La variante [o] no está representada
en el habla de muchos, reemplazada por [a]; la palabra por,
verbigratia, generalmente suena como [par], con una articulación
muy posterior y marcadamente abierta. Cuando [a] y [o] están
en contacto, hay a menudo una marcada asimilación recíproca:
Hablo a Morales puede fácilmente estar representado por: [apla:
morale].
En posición final, [o] aparece a menudo como [u]: el trigo,
p. e., se pronuncia [el trigu].
La semivocal [j] tiene una variante africada [dj] en posición
inicial y después de [n]. Este uso es mucho menos regular que en
Castilla.
El tratamiento de las consonantes nos entretendrá algo más.
En posición final, las consonantes son siempre muy débiles, incluso
más débiles que en español normal, y muchas veces pueden
resultar intercambiables. He observado a menudo las formas siguientes:
Pilar [pilaS], el sur [el sul], comer [komen], ¿el qué?
[er ke], silbo [sirbo], y muchas otros casos, [f] es muy rara: he oido
raramente [santia'fo], pero más [santiago]. Ciertas consonantes parecen
ser impronunciables en posición final: [n] invariablemente
reemplaza a [m] en nombres como Abraham [a^ran] (Esto es normal
en castellano), [k] en palabras extranjeras como block resulta
una muy débil [x]. Incluso la [n] final desaparece a veces casi
enteramente, después de nasalizar la vocal precedente: Ramón
[ramÓTi]. Como se habrá visto, algunos sonidos del castellano no
están representados en gomero. La [^ y la [6], ambas se han perdido,
y su lugar ha sido ocupado por [j] y [s], respectivamente, [s]
es una consonante alveolar con baja resonancia, y puede ser ligeramente
palatalizada, cuando suena a medio camino entre [s] y [J].
Esto ocurre sólo en posición prevocálica, pues en cualquier otro
caso desaparece por completo y se representa por una prolongación
de la vocal precedente, casi imperceptible, o es reemplazada
por una ligera aspiración, que a veces puede ser sonora: tus
hermanos [tu* ermanu*" ]. La jota castellana [x] es reemplazada
por una especie de [h] no muy vigorosa: Justin [hu^'tin] o también
[utin]. El grupo gw se reduce siempre a [w] en cualquier posición:
la guagua [la wawa].
[10] 65
Todas estas peculiaridades se mantienen en la forma silbada
del español gomero, cosa que ha de tenerse en cuenta, porque
alg^unas ambigfüedades aparentes corresponden realmente a confusiones
similares en el lenguaje hablado, sin detrimento apreciable
para la inteligibilidad. Por ejemplo, el hecho de que [r, 1, n, ñ, 8]
sean idénticas en el silbo, no es cosa que preocupe a gentes que
a menudo confunden [r, 1, n, ñ, ^ en su habla. De tales «choques
fonéticos» se hablará más en la descripción de la fonética del
silbo. Pero para estimar su importancia, cualquiera puede hacer
el experimento: si en una página de prosa española corriente se
coloca un signo arbitrario en lugar de todas las consonantes que
tienen tina forma silbada idéntica, se observará que la inteligibilidad
apenas disminuye. Este estado de cosas sería inconcebible, si se
tratara de un lenguaje con un sistema fonético complicado, como
el inglés, el ruso o el francés. Incluso se desprecian en muchos
sistemas taquigrafíeos, un tanto rudos pero bastante efectivos, ciertas
distinciones fonéticas que a primera vista parecerían vitales,
sin grave perjuicio para lo inteligibilidad. A este respecto el
silbo gomero es del todo igual a un buen sistema taquigráfíco,
como el de Gregg, y nunca he encontrado a dos silbadores competentes
que no pudieran comunicarse por silbo tan rápidamente y
con tanta perfección como por medio de la palabra hablada. Esto
se debe en parte a la frecuencia relativa de ocurrenoia en el
habla de los distintos sonidos en español; y algunas cifras no estarán
fuera de lugar. Las vocales constituyen un S0% del material
fonético, y su distribución está lejos de ser uniforme: [a] 32%,
[o] 20,8%, [e] 20%, [i] 12%, [u] 7,2%. Cada consonante tiene una
frecuencia media de 2,2% respecto a todos los sonidos. Las seis
oclusivas, con 2,3%, están cerca de la media; pero las demás
muestran distribuciones muy desiguales: [n] con 5,62% presenta
una marcada preponderancia; mientras al otro extremo de la escala
hay consonantes como la [f] que son poco usadas. En el diccionario
de Martínez Amador las palabras que comienzan con [f]
llenan 28 páginas de un total de 968, esto es, menos del 3% del
total, y muchas de estas palabras son del tipo de filósofo, raramente
usadas en el silbo. Se sigue de estas consideraciones que
el material fonético del español es restringido de tal manera, que
RHC, 5
66 [11]
hay una posibilidad de que una palabra escogida al azar conste de
una combinación de unos pocos sonidos frecuentes, con preponderancia
de [a, o, e, n]. Por ello en un gran número de casos el
esqueleto vocálico de la palabra, especialmente si el acento se indica
o puede ser deducido, será suficiente para asegurar su identi-fícación.
Por ejemplo el esquema a-a-o con ritmo proparoxítono
puede solamente indicar, en lo que se me alcanza, una de las siguientes
palabras: cántaro, pájaro, sábado, bárbaro, acaro, álamo,
báratro, bávaro, cálamo, cámaro, gálato, párrafo, rábano, ráspano,
vándalo, zángano. De éstas cántaro, pájaro, sábado y acaso bárbaro
son las únicas que pueden darse en una conversación silbada,
ya que todas las demás o son literarias y científicas o corresponden
a ideas ajenas a la isla. Palabras corrientes como rábano, ráspano,
zángano no se usan, ya que las cosas que representan se desconocen
en La Gomera, según creo. Tampoco parece que aquí se use
cámaro. Es difícil imaginar un contexto en que la palabra dada
no pueda ser escogida entre las cuatro posibles, una vez insertadas
las consonantes, aunque éstas fuesen más imprecisas de lo que
realmente son.
De los demás rasgos fonéticos, el acento es en gomero usual-mente
muy fuerte, y las sílabas acentuadas tienden a ser pronunciadas
con una altura muy por encima del nivel medio. En consecuencia,
casi nunca se oyen los largos trechos llanos característicos
del castellano. La cantidad es muy uniforme, y no hay gran diferencia
entre larga y breve. Esto está en violento contraste con la
característica del silbo: el ritmo esdrújulo (proparoxítono) se marca
mucho más en el lenguaje silbado que en el hablado; cántaro
se dice y se silba De esta forma
el silbador distingue, acaso de modo inconsciente, pero de todas
maneras muy eficiente, las palabras normalmente acentuadas (acento
en la penúltima o en la última sílaba, según la constitución fonética
de la palabra) de los esdrújulos, sin recurrir a las variaciones
de la intensidad.
[12] 67
En la conversación corriente la articulación es a menudo laxa,
y llegfa íhicluso hasta ser borrosa; muy raramente es clara del todo.
Por lo general es mucho más precisa en el silbo que en el habla.
Estos rasgos son universales en el español de la población
campesina de la isla. Sin embargo, no deberá inferirse que haya
una sola forma de español gomero. Pequeña como es la isla,
posee varios dialectos, a causa de las dificultades de comunicación,
y existen dos áreas lingüísticas principales, con algunas subdivisiones.
Las diferencias son principalmente prosódicas y conciernen
a la velocidad de la dicción, al tono, al grado de energía de la articulación,
así como a diferencias en la pronunciación de unas pocas
palabras individuales. Tal, por ejemplo, el nombre Policarpo es
[polikarpo] en levante y [polikarpjo] en otras partes. Estos rasgos
se reflejan en el silbo, el cual se puede reconocer con facilidad a
cuál de los dos tipos pertenece. Uno y otro, aunque son básicamente
idénticos, difieren principalmente en la altura absoluta,
velocidad de la dicción y tratamiento de las vocales átonas, las
cuales en el norte son a menudo silbadas a altura media, y no son
siempre mutuamente inteligibles, hasta el punto, según me informó
un silbador experto, que él necesitó tres o cuatro días para
alcanzar sufíciente práctica en el estilo de silbar de otras partes
de la isla, a Bn de comprender cualquier cosa que ellos le silbasen.
Ramón Medina, de El Cedro, silbó a un amigo de Hermigua
[ke si me a ^ito la ka^ra ke me falta] (que si me has visto la cabra
que me falta), y fue comprendido inmediatamente; pero un registro
de esta frase, oído por Esteban Herrera, de El Molinito, fue
entendido como [ke si me a ^ito la ka^ra... pasar]. Confusiones
como ésta no ocurren nunca entre silbadores de la misma región.
Conviene señalar que el silbo del levante es por regla general más
fácilmente comprensible para los del norte que el silbo del norte
para los nativos de San Sebastián. La explicación es, probablemente,
que mientras en el levante la altura de las vocales silbadas
es casi constante en todas las posiciones, en otras partes hay tendencia
a emitir las átonas a menor altura, lo que puede oscurecer
el signiBcado de [i] y [e]; al mismo tiempo, la influencia de la entonación
puede ser muy marcada. En algunos casos las vocales
próximas al comienzo o al fínal de los grupos suenan normalmente
68 [13]
bajas: [pepito], silbado de esta forma, puede ser confundido con
[pakito] para un oído de San Sebastián, y [tarde] al final de Sfrupo
puede sonar como un no. existente *[tarbo]. No daremos más
noticias de este dialecto particular, sino que basaremos nuestros
análisis en el silbo de Esteban Herrera Padrón, que es un ejecutante
perfecto y puede ser tomado como representante del mejor
tipo de silbo. He aqui una descripción de los fenómenos básicos
del silbo gomero.
VOCALES: Ya nos hemos referido a los principios de emisión
de las vocales, pero resulta necesario hacer alg^una ampliación.'
No debe pensarse que cada vocal tiene un tono fijo, pues cada
una ocupa cierta anchura de banda, que varía poco, según los
distintos silbadores. Además los silbadores, aun siendo de la
miíma área, presentan diferencias en el tono medio, debidas tanto
a diferencias anatómicas como a particularidades de producción
de tono. £1 primer puntó es el más importante: la [i] es invariablemente
silbada tan alta como pueda combinarse con un máximo
de fuerza (más allá de cierta altura el tono es demasiado agudo
para ser oído de lejos). Solamente ciertas consonantes alcanzan un
poco más de altura. La [e], por el contrario, varia claramente dentro
de amplios límites, y la altura real del sonido la determinan el
contexto fonético y factores prosódicos. Las vocales de/%^ifo tenderán
siempre a estas alturas relativas; pero ea Pepe las dos [e] no
serán silbadas el mismo nivel. Se oye siempre
a causa de que la segunda vocal es larga en el silbo, y aunque
esto no hace que se produzca ninguna diferencia,de fuerza en el
silbo, la energía sobrante de la articulación induce un esfuerzo muscular
superior con una elevación concomitante de la lengua. Del
mismo modo [e] alcanza a veces la altura asociada normalmente
con [i], en posición final, cuando no hay riesgo de ambigüedad.
En por la tarde todos mis sujetos de El Molinito y Lomo Fragoso
silbaron la [e] Bnal en el límite superior del registro, [i] y [e]
ocupan entonces la banda superior, pero no tienden a confundirse.
m 69
La banda inferior la ocupan [u, a, o]. Como en el habla, pueden
darse casos de confusión entre estas vocales, pero normalmente
sus alturas están dispuestas en orden descendente y [u] casi
nunca es desplazada. En [komo te jama tu], [u] era siempre más
alta que [a], sin alcanzar nunca el nivel superior. Pero [a] y [o] a
menudo se pisan el terren», cuando no hay posibilidad de confusión.
Así la [a] de manteca será silbada en el fondo de la serie,
ya que esta palabra no puede confundirse con un inexistente
*[manteko]. Pero al llamar Antonia se observará escrupulosamente
la diferencia entre las dos vocales, dando a la [a] una dirección
generalmente ascendente, mientras a la [o] de Antonio se le dará
una inflexión descendente. £1 acento propio de la forma hablada
se reflejará también en el tono: [a^ajo] es
a. a O
mucho más a menudo que
a a
Me parece conveniente tratar en este lugar la cuestión de
la entonación, puesto que afecta exclusivamente a las vocales y
particularmente a las vocales graves. Se pueden percibir sólo
dos tipos de entonación, uno para las preguntas y otro para todos
los demás tipos de frases. En ambos casos es sólo la última
vocal la que resulta afectada. La última vocal del grupo final es
siempre prolongada considerablemente. Cuando se trata de una
pregunta, recibe una ligera inflexión ascendente (una subida súbita
correspondería a una consonante), y en el caso de que sea una
vocal de la banda grave, la altura puede ser considerablemente
elevada, sin alcanzar nunca el nivel de la banda superior (fig. 5).
La [e] al final de una pregunta subirá también ligerameale, pero la
[i] apenas será afectada. Los otros tipos de frase terminan con su
70 [15]
última vocal en posición normal, excepto la [a], que es generalmente
silbada tan baja como [o]. Todas tienen una tendencia
descendente, excepto alguna vez la [i] y la [e], que pueden mantener
su nivel.
soga
aaoo
2600
2400
2200
2000
laoo
1100'
1400-
I200.
1000-
800
;Sg k e nr» •
200
/ " \ ^ ^
^
Fig. 5. El silbo de Hermigua.—Se trata del final de una preg'unta
y la [a] llejra realmente al nivel de las [e] de [ke me]
(N. B.: los números = '^ ")
Los diptongos [ai, ei, oi] etc. son tratados exactamente como
pares de vocales en hiato, en que la altura salta bruscamente de
una a otra. No hay señal de deslizamiento y, por tanto, no hay
verdadero diptongo. La razón es que tales deslizamientos se reservan
para las consonantes. En [a Sonde fite tu oi] el grupo [uoi]
^^£- hace •• . \ I |. y no . •. \ y ' "-' i que corres-u
o i u O n
pondería a [tuon] o a algo semejante.
Incluso en el silbo del levante, con su cuidadosa enunciación
de vocales, sería erróneo sugerir que existe algo como tonos fijos
para cada una de las vocales, excepto [i], y [a] y [o] finales. Cada
silbador tiene su estilo individual y el único rasgo signifícativo
(<fonémico») es la altura relativa de las vocales dentro del grupo.
En el curso de una lección tomada de Esteban Herrera, yo mismo
[16] 71
he silbado «a Esteban, tráeme el caballo» a su satisfacción.^ Repetí
la frase una sexta más bajo, y él solamente dijo «Clarito»,
sin ningún otro comentario. Pequeñas variaciones dentro del nivel
normal son toleradas por todos los silbadores e incluso no importan
las trasposiciones de frases completas.
CONSONANTES: Como hemos visto, las vocales pueden ser
expresadas con absoluta precisión, pero las consonantes son otra
cosa. Hay que recalcar ante todo que el sistema se basa enteramente
en el fonetismo del español gomero y en manera alguna en
su fonología. Por ejemplo, puesto que [d] y [3] no se diferencian
fonológicamente, podría pensarse que un silbo bastaría para representar
las dos, pero no es así: |se ve que los silbadores, no están
familiarizados con Trubetzkoyl En <a donde fuiste tú> la primera
[d] es silbada como una fricativa (continua) y la segunda como una
oclusiva. Ocurre siempre así en situaciones semejantes: no se
tiene en cuenta la oposición fonológica, y únicamente importan
los rasgos fonéticos.
Debido a las limitaciones de articulación condicionadas por
el silbo, las oclusivas presentan una ordenación menos regular
que en el habla. Se nota sobre todo una oposición basada en la
sonoridad, [p] y [k] son acústicamente casi idénticas, excepto en
proximidad, [p] es producida por una interrupción súbita del tono,
sin que las vocales vecinas sean afectadas ni aun en sus límites.
No me fue posible averiguar si esa interrupción de tono es causada
por la oclusión de la glotis o por una detención súbita de la
respiración, ya que los silbadores se.sienten singularmente desconcertados
cuando se pretende describir su arte; pero mi instructor
aprobaba mi «articulación», cuando yo usaba el cierre de la glotis
en mis ensayos, y no quedaba satisfecho cuando no lo hacía así.
La limpieza de su propio «ataque» sugería también el uso de la
glotis, [k] se articula exactamente como en el habla, y en proximidad
del silbador puede distinguirse de [p], aunque no a distancia.*
> Lof buenos silbadores son extremadamente exigentes y no toleran la mis
insignificante desviación respecto a la reproducción correcta.
' Cuando se recuerda que en algunos dialectos del inglés P] puede sustituir
a cualquier otiusiva sorda en posición final e intervocálica, se comprenderi que
esto no es una fructífera fuente de ambigüedad.
72 [17]
[t], en cambio, es enteramente distinta de las otras dos oclusivas
sordas. Se articula, como la [d], con cierre completo y tan adelante
como lo permita la inmovilización del extremo de la leng^ua.
No se intenta cerrar la producción de aire, y el resultado acústico
es que, en posición intervocálica (la normal dentro del grupo), la
vocal precedente acaba en una subida abrupta que alcanza la
máxima altura posible, y cesa de repente, al alcanzar la lengua
el paladar; tras un breve intervalo de silencio, sigue una bajada
igualmente abrupta hasta la vocal siguiente, bajada larga, si se trata
de una vocal grave, breve, si se trata de [i] o de [e]. Inicialmente el
primer deslizamiento puede ser omitido, aunque hay una tendencia
a prefijar a la [t] un tono breve sin significado, para completarla.
Lá [t] nunca es final. La [d] es tratada idénticamsnte. Sólo ocurre
en posición inicial absoluta o después de [I] o una nasal, como en
el habla, [b] y [g] son tratadas como [p] y [k], respectivamente,
pero al ser el ataque más suave (desde luego no hay oclusión de
la glotis en el caso de la [b]), existe una distinción perceptible.
Desde cerca, a algunos silbadores puede oírseles un zumbido ruidoso
con la laringe; las cuerdas vocales están muy próximas una a
otra y la presión del aire en la boca es reducida. No hay impresión
de un acento, como ocurre con las oclusivas sordas, [tj*] se
articula como en el habla, pero mucho más atrás; el intervalo de
silencio es bastante más largo que en el caso de [t]; el descenso
perceptible comienza más bajo y en consecuencia es más corto,
[m] se caracteriza por una depresión en la línea melódica, y la
inflexión tonal es acompañada de una debilitación considerable
del aire, tanto si el silbador relaja el paladar blando como si no
(ambos métodos son corrientes). A distancia parte, del arco es
inaudible, pero la dirección de la línea excluye la posibilidad de
confusión con una oclusiva. Cuando [m] ocurre detrás de una
vocal aguda, hay una ruptura apreciahle después de la vocal y el
descenso se pierde (cf. figs. 2 y 6). La [9\ es tratada en forma semejante,
pero la caída en altura es mucho mayor, y generalmente
eSva consonante es «sonora» del principio al fin (fíg. 6).
Seguidamente llegamos a un grupo de consonantes que pueden
ser tratadas en conjunto, ya que s*n idénticas en el silbo:
[n, ñ, 1, j , r, f, d]. De éstas [n, ñ] se diferencian ocasioifalroente de
[18] 73
tr a e m e t a p (ka)
lig. 6
las otras, pero todas se caracterizan en posición intervocálica por
una subida, seguida inmediatamente por una caída, cuando las
vocales circunvecinas son del mismo nivel (fis^. 7). Si las vocales
mjmtr lililí
ma jx a n a p or i a (tarje) kj e r e n
Fig. 7 Fig' 8
PH |PP|||IIMlll«||||||||||m
O X a I m
Figr. 9. Nótete que U [x] o [h] eitá vocalizada
son agudas, el espacio d* la consonante es más estrecho (fíg. 8).
El grupo vocal aguda -\- consonante + vocal grave, o a la inversa,
reduce el descenso del lado de la vocal aguda hasta casi desaparecer
(fíg. 2) (En todos los casos el escalón de deslizamiento es
mucho menos abrupto que cuando dos vocales están en contacto,
y el efecto acústico es marcadamente diferente). Las nasales se
distinguen ocasionalmente de las otras consonantes de esta serie
por una interrupción del tono en el extremo superior del escalón
74 [19]
en posición intervocálica, pero no hay riesg^o de confusión con
[t] o [d], que tienen descensos más abruptos. Parece en realidad
tratarse sólo de una peculiaridad individual, y Esteban solamente
lo hacía con [ñ] después de [i].
Las fricativas sordas son tratadas de modo diferente. La [s]
(cuando va seguida de una vocal grave) a primera vista parece
asemejarse a la [t] (recuérdese que la [s] es siempre prevocálica),
debido a que la lengua sube y con ella el tono; seguidamente
viene una interrupción, y tras ella la lengua se mueve hacia el
punto de articulación de la vocal siguiente. Pero después de un
examen más preciso, se notan importantes diferencias: (a) el tono
no sube tanttí como en la [t]; (6) el descenso o escalón es menos
brusco. La [f] y la [x] tienen la misma forma, pero la [f] es siempre
«sorda», y la [x] tan pronto puede ser «sonora» como no serlo
(Rgs. 5 y 9). La [w] consta de una inflexión hacia abajo seguida
de un levantamiento (fig. 10).^
Las consonantes son intervocálicas en una gran mayoría de
casos; ello quiere decir que generalmente se oyen completas. Incluso
un vocativo aparece prefijado invariablemente por un prolongado
[a:] [a: federiko], de modo que una consonante inicial
resulta de hecho una consonante intervocálica, con grandes ventajas
para la distintividad. Las consonantes finales son raras, y a
menudo se pierden. Solamente se silban siempre [r, 1, n], que
aparecen representadas sólo por su curva inicial.
' Se habrá notado que lai curvas (o diagramas) muettran una duración muy
corta para las vocales no finales, pero debo advertir que suenan mucho más largas
de lo que parecen en relación con las consonantes.
[20] 75
Nos queda por hablar de los grupos de consonantes, que son
muy simples y poco numerosos. (Raramente son complejos en
español hablado.) La mayoría de ellos son articulados normalmente,
pero los grupos con [r] necesitan una explicación especial.
El grupo de oclusiva + [r] se resuelve simplísimamente
mediante la desaparición completa de la [r]: tráeme es silbado
[taeme] sin la menor modificación de la [t] o de la vocal siguiente
(fig. 6). Aunque parezca sorprendente, ello no produce al parecer
la menor confusión. Grupos como [tr] y [dr] en realidad necesitan
ser silbados raramente. Otros, como [pr] y [kr], lo serian fácilmente,
pero con facilidad podrían confundirse con [pj] y [kj], por
lo que la [r] se suprime. Ante consonante la [r] es silbada, y en
palabras como puerco es claramente audible, [rt] constituye una
excepción, y así la [r] de puerto es inaudible y queda confundida
coala curva ascendente de la [t]. Después de [n], la [r] es silbada,
pero no muy claramente audible, puesto que las diferencias de
nivel son muy ligeras [enrike]; su ausencia parece no afectar a la
inteligibilidad en gran manera. También en posición intervocálica
la caída de una [r] a menudo parece no importar: Federico silbado
como [fedeiko] es comprendido perfectamente.
Tal es el material fonético del silbo. El rasgo más llamativo
de este modo peculiar de comunicación es que no parece contener
ninguna oposición de las que pueden ser llamadas fonológicas,
según usualmente comprendemos esta palabra: la trasposición de
un fonetismo en otro deja de lado prácticamente todo rasgo distintivo
fonológico. Ello hace que uno se pregunte cuál pueda ser
el modo de interpretación del silbo. Lo que sigue es sin duda
nada más que una especulación, a causa de que me fue imposible
precisar los hechos sobre esta materia por medio de mis amigos
gomeros. Pero dando por supuesto que mi aprendizaje tiene alguna
semejanza con respecto al de ellos, puede imaginarse que
en los primeros grados del aprendizaje del silbo la comprensión
ocurre como sigue: la audición de varias alturas de tono se asocia
con los movimientos fisiológicos que pueden producirlos. Estos
movimientos son a la vez asociados a los movimientos de la articulación
del habla normal y las imágenes verbales que los acompañan.
Las asociaciones están expuestas a ser incompletas; pero, como he-
76 [21]
mos sugerido antes, las ambigüedades fonéticas en español no comportan
necesariamente incomprensiones. Por otra parte, en la comunicación
hablada normal reconocemos esquemas, más que sonidos
individuales, los cuales no son a menudo claramente percibidos,
y esto corresponde a las ambigüedades observables en el silbo,
donde todo es oído (lo que no es el caso del habla), pero no todas
las oposiciones están presentes. En el silbo, entonces, un rasgo
pertinente, la altura —ligeramente ayudado por la cantidad—,
juega el papel principal, representado en el habla por toda una
serie de oposiciones múltiples. Algo semejante puede obtenerse
en los códigos de señales; podríamos, si nos sintiésemos inclinados
a ellb, desarrollar un código fonético binario, siguiendo el
modelo del Morse, que fuese perfectamente inteligible deapués
de pocos minutos de estudio, con solo un tipo de oposición:
por ejemplo: larga-breve o grave-aguda. Pero el silbo no es un
código; no se basa en ninguna convención establecida, y parece
tan espontáneo como el habla misma, si es que el habla lo es.
Para los gomeros es, en realidad, precisamente habla. Pero se
trata de una forma de habla sobre la que no se puede desarrollar
una fonología.
BIBLIOGRAFÍA RESUMIDA
1. BONTIER et LE VERRIER, Le Canarien, cap. LXVII,
2. G. BuRNiNGTON BROWN, The Vortex Moiion Causing Edge-tone;
y
3. G. BURNINGTON BROWN, The Mechanism of Edge-tone Pro-duciion,
«Proceedings ot the Physical Rociety», 1937, págs.
495-507; 508-521.
4. GREGORIO CHIL Y NARANJO, Estudios... tomo II, p. 175, Las
Palmas de Gran Canaria.
5. KARLFRJTSCH, Mitteilungen... (1867, citado por VerneauX
[22] 77
6. C. MAISTRE, A travers l'Afrique céntrale, du Congo au Niger,
Paris, 1895.
7. M. QUEDENFELDT, P/eifsprache auf der Insel Comerá, «Ver-handlungfen
der Berliner Anthropologischen Gesellschaft»,
1887, páas. 731-741.
8. K. N. STEVENS and A. S. HOUSE, Development of a Quantí-tative
Description of Vowel Articulatlon, «Journal of the
Acoustical Society of America», XXVII, N" 3, mayo de 1955.
9. P. VERNEAU, Le Langage sans paroles, «L'Anthropologie»,
1925, págs. 161-168.
10. G. M. COWAN, Mazateco Whistle Speech, «Language», XXIV,
1948, págs. 280-286.
Hay otras muchas referencias al silbo gomero, pero poco que
sea de alguna utilidad. Quedelfeldt y Verneau son las principales
fuentes (aunque a menudo no reconocidas).
(Traducción del ingles, con permiso del autor, por J. /?. P-)
* * *
Notas d«l traductor
Primera.—Por carecer la imprenta de si^os correspondientei a lot usados
por el autor, que son los de la Asociaci¿n Fonética Internacional, ponemos los
cuatro sustitutivos siguientes:
dj para la palatal fricativa sonora, como sn 'enyesó'.
3 para la interdental fricativa sonora, como en 'cruc/o'.
-f para la variante de la velar fricativa sonora.
Tj para la velar nasal sonors, como en 'cinco'.
Segunda.—Este artículo fue publicado por su autor en «Archivum Linfuisti-cum
», de Glasgow, Escocia, vol. IX, fase. 1, pág^s. 44 a 61, con el titulo Phonetics
of the Silbo Gomero. En otros lugares ha dado a conocer el mismo tema en artículos
de divulgación cientifica, de los que conocemos: The Whistled Language of
La Gomera en «Scientist American», abril de 1957, yol. 196, núm. 4; Extraño
lenguaje silbado en las Islas Canarias, en «El Correo de la Unesco», noviembre
de 1957, y 7**8 Silbo: whistle language of La Gomera, en «The New Scientist»,
30 de enero de 1958, todos abundantemente ilustrados.