ALMOUAREN. 8. 191) Págs. 91 - I O i . CENTRO TEOL<>üICO DE LAS PALMAS
RERUM NOVARUM:
100 AÑOS DE EDUCACION SOCIAL.
EL COMPROMISO SOCIAL DE LOS CATOLICOS
JOSE ALEGREA RAGUES
PROFESOR DE TEOLOGlA MORAL
Al cumplirse los cien años de la publicación de la Rerum Novarum y tratar
de abordar su signficación a lo largo de todo este tiempo, quisiera dar con la
clave que me permita hacer claro, conciso y atractivo este tema que abarca
perspectivas históricas, referencias teológicas, aspectos políticos, concepciones
filosóficas y cuestiones concretas pero tan complejas como la pregunta
reiteradamente presente en los medios de comunicación ¿Debe la lglesia hacer
política? ¿Deben los cristianos intervenir en campos tan complicados como la
política, el sindicalismo, las asociaciones empresariales y agentes económicos?
En la historia dos veces milenaria de una comunidad, la cristiana, que
adeniás reconoce sus antecedentes en la tambiin milenaria historia de otra
comunidad religiosa, la judía, cien años es un periodo muy breve como para
pensar que cambia poco o mucho, y que su futuro está decidido en un sentido
o en otro, pero intentar presentar esos cien años en este breve espacio entraña
la peligrosa necesidad de recurrir a la selección, la sugerencia y, a veces, a
despertar la sensación de simplismo.
Cien años, los últimos cien años del mundo occidental, que han sido los
más vertiginosos de su historia y el mejor exponente del drama humano con
sus aspiraciones y necesidades, complejos de grandeza y culpa, frustraciones
y ansiedades, logros impensables y destrucciones también impensables.
92 JOSE ALEGRE ARAGUES
En estos cien años se han dado grandes revoluciones como las que
afectaron al bloque de Europa Oriental, con sus pretensiones totalitarias. Se
ha dado la dramática experiencia totalitaria de los fascismos como respuesta
a problemas sociales concretos, ha habido una extensa revolución colonial que
no ha encontrado todavia una forma estable de asumir el propio gobierno y
de gestionar eficazmente sus propios intereses.
El hambre ha producido impaciencias y movimientos partidarios de
respuestas rápidas y contundentes: dictaduras militares o sublevaciones
populares organizadas.
Tras las actitudes de los totalitarismos dictatoriales y las actitudes
democráticamente estatalizadoras de nuestras democracias, se esconde el
problema de la concepción del Estado Moderno todavia no resuelto desde la
implantación del nuevo estado surgido de la Revolución Burguesa frente al
Antiguo Régimen. La concepción del Estado tal como aparece en los pensadores
políticos de la Ilustración, tiene tendencias que la impulsan, de la mano de Hegel
y de Marx, a la pretensión de englobar todos los aspectos de la vida humana.
Pero dejando aparte ese problema de fondo, lo cierto es que a la Iglesia
le costó mucho asumir el nuevo mundo que surgia de una Revolución que, entre
otras cosas, se dirigía contra la misma Iglesia por ser uno de los pilares
fundadores del Antiguo Régimen.
El carácter antirreligioso y anticlerical de la nueva clase dirigente junto
a la susceptibilidad de una jerarquía incapaz de entender y aceptar la nueva
realidad, produjo una coexistencia marcada por el mutuo desprecio, la tensión
y la connivencia con los grupos sociales y políticos que estuvieran enfrentados
con la otra parte.
La formación y la actividad del clero no tenían sólidos fundamentos. La
formación en los seminarios, impartida por maestros con insuficiente
preparación científica, superaba escasamente el nivel de un catecismo de
formación popular enseñado en latin. Los sarcedotes preparados en tales centros
eran, sí, virtuosos, pero más apropiados para atender en su iglesias a los fieles
tradicionales que para contactar con un pueblo cada vez más indiferente y
abordar con eficacia los crecientes prejuicios de las clases populares.
Los obispos, por su parte, mostraban cada vez más su tendencia a la
centralización diocesana mediante el refuerzo de los controles, el traslado de
los disidentes sin consideración a sus deseos personales, la multiplicación de
las disposiciones y reglamentos relativos a la disciplina eclesiástica o a la cura
RERUhi NOvkRuM: 100 ANOS DE E i > l i 4 l i O h iu<i.ii E1 CUhlPKOMlSO SOCIAL DE LOS CATOLICOS 93
de almas, y dejando menos iniciativa a sus sacerdotes ('1.
En lugar de pensar de forma nueva los métodos de apostolado, en un
mundo que cambiaba, todo se reducía a institucionalizar aquellos métodos que
habían dado buenos resultados en la primera mitad de siglo. Así, sin tomar
en consideración el fuerte movimiento (e incremento) de población, resultado
de la creciente industralización, se mantenían y aumentaban los cargos pastorales
en las zonas rurales cuando urgía multiplicar las parroquias en los nuevos barrios
urbanos.
El horario del cult<i las costumbres eclesiásticas no se adaptaban a las
condiciones laborales del proletariado industrial y los sacerdotes, de origen rural
en su inmensa mayoría, se sienten más unidos con el sufrido y religioso
campesino que con el descontento y mísero obrero que, emigrado, ha perdido
sus raíces y su religiosidad formal en estos nuevos ambientes laborales ante
los que el agente pastoral de signo tradicional se siente desanimado.
Los trabajadores, arrancados de su medio rural y trasladados a la ciudad
en los entornos insalubres y, a veces, inhumanos de la industria, reciben la
influencia de la cultura urbana y el anticlericalismo de la ciudad y se sienten
abandonados por el clero, lo que en parte, como hemos visto, es cierto.
Pero sólo en parte, porque la nueva situación social que se extiende por
Europa al ritmo de una industrialización que, en etapas y ritmos diversos, va
tomando posiciones, crea realidades de miseria, marginación y explotación de
proporciones masivas y, ahora, además, agrupadas en enormes barriadas junto
a sus lugares de trabajo.
Condiciones ambientales y sanitarias deplorables, jornadas de trabajo
interminables. Miles de niños obligados a trabajar en condiciones similares a
los adultos con horarios laborales de 16 horas"'.
Una parte del clero, sensibilizado, reacciona. Arrastran a grupos seglares
y presionan a los obispos. La sensibilidad cristiana ante la pobreza no está
dormida, la cuestión está en la actitud que debe adoptarse ante ella. Cientos
de grupos y congregaciones religiosas con vocación social surgen y con su labor
de asistencia y su entrega por los más necesitados dan cauce a la preocupación
y sensibilidad de los cristianos por las situaciones de sus contemporáneos pero
sin atentar contra el sistema económico y social establecido.
(1) AIJBERT, R., Hisroria de la iglesia. Heder, Barcelona. vol. VI1, pág. 368.
(2) CRISTOPHE, P. , Para leerla hi.~toriad ela pobreza. Verbo Divina, Esiella 19R9, pag. 202.
La expresividad de los nombres de estas congregaciones: Hermanitas de
los pobres, Hermanas de la caridad, Hijas de la misericordia, Hermanas del
buen socorro, Hermanas de la compasión, Religiosas del buen amor, etc.'La
multitud de sus vocaciones y de sus tareas contribuye a movilizar todo un
dinamismo eclesial al servicio del hombre necesitado desde una visión ya
superada de las relaciones sociales.
En una realidad social nueva, una respuesta antigua que pone al
descubierto la debilidad de la actitud social católica y la pluralidad de posturas
que conviven dentro de la comunidad eclesial.
Para todos es incuestionable el hecho social de necesidad humana.
Pero mientras unos responden desde la beneficencia y la caridad como
un sentimiento y un deber independiente de toda sistematización y ajenas a
un sentido organizado y racionalizado ('1.
Otros, herederos de la tradicional preocupación por el orden, la ley y
el antiguo régimen, contemplan todo el malestar como la consecuencia lógica
del abandono de la religión y la rebelión contra Dios y su representante el Papa.
Y Otros, finalmente, hacen suyo el malestar obrero y proponen soluciones
radicales de cambio dirigidas por la Iglesia; o plantean alternativas económicas
generalmente fracasadas, o buscan la participación y la presión política que
haga posible la reforma por medio de leyes, como ocurrió en 1841, tras una
larga campaña de varios obispos franceses, con la ley que hizo intervenir al
Estado para prohibir el trabajo de los menores de 8 años y limitar a 8 horas
la jornada laboral de los niños entre 8 y 12 años de edad y a 12 horas la de
quienes tuvieran entre 12 y 16 años, lo que supuso un logro social y otro político
al hacer que el Estado liberal interviniera en cuestiones de carácter socio-económico.
Pero ejemplos de este tipo se ven como soluciones extremas, se prefiere
no intervenir y apelar, en cambio, a los buenos sentimientos porque a la
Jerarquía le resulta difícil pasar de un discurso sobre la salvación individual
y trascendente a otro discurso sobre reformas sociales y proyectos políticos.
El siglo XIX está marcado por el signo de las tensiones, los
enfrentamientos entre grupos políticos y sociales y los continuos cambios de
gobierno.
( 3 ) CALVEZ, Y . J . , Couranrs de la p e ~ s é e.? ocialec arhohque, Projet 194 (1985), pags. 32-42.
. , , ,
RERUM NOYARUM: IW AGO? 01 1 l l b < hi ION SOCIAL. EL COMPROMISO 5OCIAL DE LOS CATOLICOS 95
La herencia de la Revolución política e industrial ha introducido elementos
nuevos cuya asimilación tarda en cristalizar Id'.
La nueva cultura de la libertad provoca desgarros y heridas que
difícilmente pueden cicatrizar en un mundo tan tenso.
Al racionalismo ilustrado le sucede la reacción de un romanticismo
pasajero.
A la apropiación de la libertad por parte de la burguesía le sucede la
reacción del mundo obrero que poco a poco se va organizando y prepara la
ruptura social, económica y politica.
A la aniquilación del antiguo Estado le sucede la búsqueda de nuevas
formas de estado, a veces totalitarias, que ponga orden y tranquilidad en unas
nuevas estructuras todavía incipientes que tardan en encontrar un nuevo marco
de relaciones donde cada parte pueda ejercer su actividad ateniéndose a una
concepción nueva de si misma y de los demás.
La economia que ya se había emancipado de la moral en el siglo XVII
bajo el absolutismo de estado, establece ahora sus nuevas reglas siguiendo la
libertad de mercado.
La moral se encuentra absorta en sus discusiones sobre el laxismo o el
rigorismo y ajena a los grandes problemas de su tiempo ante los que se siente
incapaz, dadas las bases conceptuales de las que parte.
La Jerarquía busca concretar el marco de su actuación con la firma de
concordatos que reconozcan a la Iglesia su derecho a estar presente en la
sociedad ejerciendo sus antiguas funciones de educación (ya entonces fueron
constantes las tensiones por el reconocimiento de la escuela religiosa), de
asistencia social y de la propiedad de sus bienes para subsistir y hacer efectivos
sus derechos.
Los acontecimientos revolucionarios que se suceden en toda Europa ven
morir a Mons. Affre, arzobispo de París, ejerciendo una labor de mediación,
como consecuencia del tiroteo.
Representante de los cristianos comprometidos socialmente en favor del
mundo obrero y partidario de la función mediadora de la Iglesia, es la expresión
del porvenir inmediato que le espera a esta corriente de cristianos cuando, a
(4) FONSECA, A , Dalla Rivolurione Francese alla "Rerum Novarurn ", Ciu. Cal. 140 (1989)
111, págs. 373-384.
partir de las sangrientas represiones, la burguesía capitalista, movida por el
miedo y por la defensa de sus intereses, se vuelve hacia la Iglesia, a pesar de
todo su volterianismo y anticlericalismo, en quien ve la mejor garantía del orden
establecido.
Ya Ozanam, miembro fundador de las Conferencias de San Vicente de
Paul, tras las sangrientas represiones que se suceden por todo el continente,
habia dirigido esta advertencia a la Europa conservadora, a la vez que intentaba
redefinir una nueva estrategia para el catolicismo social: "Habéis vencido el
motín, no habéis vencido a la miseria. No se ha conseguido nada. Es hora de
reiniciar nuestra causa y mostrar que se puede defender la causa de los
proletarios, dedicarse a aliviar a las clases oprimidas, lograr la abolición de
la pobreza, sin ser solidarios de quienes con sus predicaciones desencadenaron
la tempestad de la represión" c5'.
Por miedo a la violencia, a la represión y a la ruptura del orden
establecido, la Iglesia acepta la colaboración con la burguesía, ganando así
posiciones en el reconocimiento concordatario e institucional, marcando la
ruptura con el socialismo, disminuyendo la influencia que dentro de ella ejercía
el catolicismo social y consagrando un término que es clave para la comprensión
de toda la Doctrina Social de Iglesia: la palabra ORDEN.
La Iglesia, que durante quince siglos se empeñó en fundar primero un
orden en el desorden feudal, en mantenerlo después en los desequilibrios
nacionalistas y religiosos y en su defensa ante los ataques de las revoluciones
modernas, retoma ahora, en el último tercio del siglo XIX el compromiso de
ser una fuerza de cohesión social que aúne, eduque e impulse la acción
humanizadora.
Pero jcómo realizar esta tarea en un mundo nuevo?
Reafirmada la autoridad del Papa con la doctrina de la infalibilidad y
su reconocimiento en la política internacional de Occidente, se podían abordar
de un modo coherente y unitario los problemas del nuevo Orden.
El socialismo, por una parte, siguiendo el ejemplo de la burguesía liberal
con el antiguo régimen, pretendía ahora una nueva ruptura del orden establecido
y la imposición de un nuevo orden proletario tal y como Marx habia dado a
conocer en 1848. Esta ruptura nueva y la imposición de un nuevo orden ateo
no podía conseguir ningún reconocimiento. Nada al margen de Dios.
( 5 ) DUROSELLE, LB., Les debuts du cathoiicismesocial en Fraiance (1812-1870). PUF Paris
1951, pág. 58.
RERUM NOL'AKUM: IW ANOS DE EDUCACION SOCIAL. EL COMPROMISO SOCIAL DE LOS CATOLICOS 97
El liberalismo materialista, aunque habia reconocido la función social
de la religión, debía ser corregido en su indiferencia religiosa de fondo y en
los desequilibrios exagerados que producia en nombre de una libertad que
negaba a los obreros para asociarse y defender sus intereses.
La fe en la razón y el culto al progreso técnico manifiestan su desprecio
a la religión y preconizan un mundo moderno libre de supersticiones pero lleno
de nuevos monumentos de acero que dejen pequeños los antiguos monumentos
religiosos de piedra. La torre Eiffel se erige en 1889 como emblema de esta
mentalidad que adora el progreso.
Aunque en franca minoria y en un ambiente mayoritariamente hostil
dentro de la Iglesia, el catolicismo social, alemán y francés sobre todo, continúa
su labor infatigable por intentar superar el foso, cada vez mayor, que separa
a la Iglesia y el mundo obrero.
Se había perdido la gran ocasión del Concilio Vaticano 1 para haber
tratado el problema social y sensibilizar de este modo a la mayoría de los
cristianos y la jerarquía debido a su interrupción por la guerra franco-alemana
(1870). Pero la presión y la acción de estos cristianos inquietos sigue.
Las asociaciones católicas obreras de Alemania y los Circulos católicos
obreros de Francia movilizan gran cantidad de asociados a pesar de las
dificultades que les ponen las autoridades políticas y empresariales en sus
respectivos países que no reconocen la libertad de los obreros para asociarse.
Celebran asambleas y establecen sesiones de estudio en donde va apareciendo
una reflexión sistematizada que va a recibir carácter oficial con un nuevo Papa
sensible y "deseoso de acercar la Iglesia y las sociedades contemporáneas",
como él personalmente habia expresado.
El 15 de Mayo de 1891 no significa un cambio de la Iglesia Católica sino
que significa el compromiso oficial de la Iglesia por sensibilizar y educar a los
cristianos para contribuir así a cambiar y mejorar las condiciones de vida de
los hombres, lo cual hará posible grandes cambios en la medida en que esta
sensibilidad y educación social se extienda y profundice.
La encíclica Rerum Novarum recuerda imágenes del pasado que darán
pretexto a los conservadores para afianzarse en sus posiciones, se repite la
convicción de que si los hombres y naciones viviesen cristianamente no seria
necesario crear organizaciones y prever remedios. El trabajo es considerado
como una pesada carga impuesta al hombre como expiación. Y se presenta la
desigualdad, todavia, como la condición natural que a cada uno se le ha
asignado para desarrollar las virtudes correspondientes a esa condición. Que
el rico sea generoso. Que el pobre consolide su resignación. El socialismo es
un "remedio falso".
Pero también la encíclica aporta novedades: Denuncia la "miseria
inmerecida" de los trabajadores. El sentido de salario justo no se establece
mediante un contrato convenido entre partes desiguales sino desde la satisfacción
de las necesidades del obrero juntucon la posibilidad de ahorro para acceder
a la propiedad de un patrimonio que sea expresión de su dignidad y fomente
su responsabilidad.
Es necesario, y esto sería una de las innovaciones con más repercusiones
políticas en su tiempo, reconocer a todos el derecho de asociación para
protegerse y defender sus intereses. Los demócratas alemanes sabrán muy pronto
la importancia de esta afirmación que les permitió, poco después, mantener
su primer congreso y constituirse en partido político.
Y lo más importante es que .se esqablece, de un modo incipiente, la
independencia de las dos sociedades,'Estado e Iglesia., cada una en 'su orden,
lo cual, aunque a duras penas, fue promoviendo un marco de diálogo difícil
y a veces tenso, pero eficaz y fecundo.
Reintroduce, asimismo, el principio del bien común que significa la
introducción de un criterio ético en la política liberal de neutralidad social por
parte del Estado y que obliga a éste a intervenir para salvaguardar los intereses
de todos los ciudadanos, lo mismo que refuerza el sentido de identificación
y fidelidad de los ciudadanos con el Estado.
La Rerum Novarum es el primer documento social de la Iglesia moderna,
inaugura oficilamente un proceso de cambio pero no es más que la primera
piedra de la construcción donde deberá reunirse la misma comunidad
bimilenaria en un edificio nuevo más acorde con la sociedad que ha surgido
tras las revolución filosófica, política, industrial y técnica.
Algunos han confundido el antiguo edificio de la comunidad con el
sentido de fidelidad al mensaje expresado,en los dogmas del Concilio Vaticano
1. Y dado que la encíclica abordaba por primera vez los nuevos problemas desde
un marco conceptual y terminológico antiguo, cada corriente se sintió
respaldada y reforzada en su postura
Era lógico, quince siglos de espiritualidad monacal individualista y de
comprensión de la salvación como algo meramente individual y trascendente
RERUhi NOVARUM IW ANOS U t I-ULCACIUII SOClrlL EL COMPROMISO SOCIAL DE LOS CATOLICOS 99
akmargen del mundo no podían borrarse con la redacción de un documento
que no abordaba este problema de fondo y mantenía una actitud paternalista,
benéfica y clerical de la acción social.
Así, por una parte, el catolicismo social produjo una explosión de
iniciativas que llevó a elaborar proyectos sociales, crear sindicatos y formar
partidos. Hay toda una corriente que busca participar activamente en la vida
política, parlamentaria y sindical para promover medidas legales correctoras
y reivindicaciones organizadas. Se crean Escuelas Sociales para el estudio de
los problemas, sus causas y posibles soluciones.
Surgen-fondos de previsión social que garanticen unos mínimos de
subsistencia en la ancianidad o invalidez. Algunas compañías de seguros actuales
tienen su origen en esta época, aunque la evolución de la historia social las
haga difícilmente reconocibles.
De la necesidad de conocer la situación real del mundo obrero y su
identificación con él surgirán movimientos que preconizan la solidaridad de
vida y de condiciones de trabajo dando origen, a comienzos de siglo, al primer
movimiento de curas obreros y a la movilización de grandes grupos de obreros
que reclamaban sus derechos con la misma fuerza que proclamaban su fe.
Pero de otra parte, se produce un nuevo choque que pone en evidencia
la resistencia mayoritaria de la comunidad eclesial a asumir estos cambios y
orientaciones porque, con mucha lógica, no corresponden a las prioridades de
los cristianos según el esquema de moral individual que desde el siglo IV se
predicaba en la Iglesia.
La crisis modernista expresa el encuentro de la enseñanza eclesiástica
tradicional con las nuevas ciencias religiosas que se habían constituido, lejos
del control de la ortodoxia, y a veces frente a ella, a partir de un principio
entonces revolucionario: la aplicación de los métodos positivos a unos terrenos
considerados ajenos como eran la Biblia y la historia de la Iglesia.
Fue un nuevo enfrentamiento entre progresistas e integristas, entre
innovadores y restauradores que condenaban cualquier acercamiento, incluso
metodológico, de los católicos al mundo moderno y llegaban a acusar de herejía
a los que pensaran de modo distinto a ellos. Se acentuó la división de dos
tendencias dentro del catolicismo que, con diferente peso, todavía hoy está
presente ''l.
(6) CAMPANINI, C., IImovim?nto caliolico fra tradizioneemodernirá, RTM 16 (1984). págs.
359-374.
100 lOSE ALEGRE ARAGUES
Como antes con el Syllabus, ahora consiguen, con sus presiones, la
condena de cualquier innovación teológica y litúrgica en el decreto Lamentabili
y la Encíclica Pascendi en 1907.
Fue una victoria del integrismo que consiguió la condena de cualquier
forma de organización social y politica así como del liberalismo. Esto trajo
consigo la confusión de lo moderno con lo modernista, la ortodoxia con el
inmovilismo, la integridad de la doctrina con el integrismo religioso.
No pudo evitar, sin embargo, el avance de los estudios bíblicos e históricos
que harían posible el nacimiento de una nueva teología y la extensión lenta
pero progresiva del catolicismo social que va consolidando 'su presencia
minoritaria e influyente en los ambientes sociales comprometidos políticamente.
Este crecimiento va a recibir un fuerte incremento, cuando después de
la primera guerra mundial, Pío XI publica Ubi arcano Dei (23 de Diciembre
1922) donde recoge las iniciativas sociales de los católicos desde León XIII y
traza las grandes líneas que van a ser la columna vertebral en torno a la que
se articule y organice la actuación social y politica de los católicos.
Junto a la Acción Católica general que sensibiliza y forma a los
voluntarios cristianos que quieran asumir una función externa y comprometida
de su fe, surgen los movimientos especializados que, por sectores, profesiones
y niveles de edad, van a realizar una gran labor de captación, educación y
preparación de futuros líderes obreros, políticos y patronales.
Se sientan las bases que, desde una plataforma integradora, encauzarán,
iniciativas, aspiraciones y compromisos, hacia su organización política en
partidos y sindicatos cristianos, de amplio arraigo en varios paises europeos
y muy sometidos al control eclesiástico a través de la educación jerárquica y
de los delegados episcopales encargados de velar por su ortodoxia y obediencia.
Con ellos se daba cauce al compromiso social de la fe y se hacía patente
en el mundo moderno y las estructuras sociales la presencia de una Iglesia que
quería participar corporativamente en la implantación de un tipo de sociedad
más acorde con el mensaje evangélico y la directrices del Magisterio.
Porque si el socialismo ateo significaba una ruptura del orden y la
implantación de un nuevo sistema materialista y totalitario ya condenado,
también el liberalismo económico degeneraba en la tiranía del capitalismo que
acumula poder y recursos en unas pocas manos y origina luchas y tensiones
en el mundo obrero con sus crisis periódicas, entre los mismos capitales por
RERUhl NOVARUM: IDC AVOS DE EDUCACION SOCI,\L ti COMPROMISO SOCIAL DE LOS CATOLICO5 101
adquirir la hegemonia politica y entre los estados por defender exclusivamente
los intereses de sus súbditos,
Esta era la experiencia de la crisis de los años 30 que llevó a Pío XI en
la publicación de la Quadragessimo Anno (1931) a condenar taxativamente el
imperialismo del dinero, a afirmar el principio de subsidiariedad y a solicitar
de los cristianos su esfuerzo por la "justicia social", expresión que aparece
por primera vez, para designar una mejor distribución de los recursos y la
participación en el progreso que con su esfuerzo contribuyen a crear los obreros.
¿Es una tercera via confesional y alternativa a capitalismo y socialismo
lo que se pretende? "'.
¿Es un cuerpo doctrinal entendido como conjunto de verdades y valores
sociales que poner en práctica y estrechamente unidos a las verdades de fe de
donde el Magisterio sacaría, a modo de autoiizado intérprete, ideas y formas
que establecer en el mundo?
Pío XII recoge esta pretensión y habla por primera vez de "Doctrina
Social de la Iglesia" en el mensaje de Pentecostés de 1941.
Juan XXIII descarta que la "Doctrina Social de la Iglesia" pretenda ser
una tercera via en su encíclica Mater et Magistra de 1961 y explicita un principio
fundamental que, a la vez que recoge el sentir implicito de los documentos
anteriores, recoge, sobre todo, lo que la nueva teología, condenada y reprimida
desde finales del siglo XIX, había puesto en el centro de su reflexión: el Hombre.
Para Juan XXIII "El hombre es fundamento, causa y fin de todas las
instituciones sociales" (MM 218).
La traumática experiencia de la primera guerra mundial y los fenómenos
que la acompañaron supuso grandes cambios en la sociedad. Fue como una
explosión de las graves crisis sociales e ideológicas que se venían preparando
y significó la inauguración de una nueva etapa revolucionaria, nacionalista y
totalitaria que junto a las gravosas condiciones económicas impuestas a los
vencidos y a la concepción hegeliana del Estado como encarnación del espíritu
absoluto que sobrepone el concepto de nación a los intereses del individuo,
preparó una etapa estatalista y totalitaria que condujo a una segunda y más
traumática experiencia de la brutalidad del hombre contra el hombre.
La experiencia de los campos de concentración, el descubrimiento de las
cámaras de gas, la destrucción de las poblaciones, el enfrentamiento cruel y
(7) SANZ DE DIEGO, R.M., Niideologia n i "lercera via" Doc r r f~aparala acción, R. Fom.
Soc. 43 (1988), pigs. 345~368.
102 JOSE AI.EURE ARAGUES
sangriento de las guerras civiles, ya no sólo las condiciones de pobreza sino
la manipulación de los grupos sociales menos favorecidos en beneficio de los
intereses geopoliticos y económicos de los grandes consorcios industriales e
ideológicos enfrentados, supuso un desgarro en el alma occidental que preparó
un cambio rotundo en la reflexión de la teología dogmática y en la relación
con otras confesiones religiosas.
¿Cómo se puede justificar un orden que conduce a estas tragedias?
icorno seguir aceptando un sentido natural de la desigualdad que al
final pone a los desfavorecidos en condiciones de instrumento al servicio de
los intereses de los grandes?
Urgía una reflexión profunda desde el dolor, el sufrimiento y la pobreza
de las víctimas. Era necesario reafirmar con fuerza, desde nuevos principios,
la dignidad de todos los hombres.
Urgía, a su vez, encontrar un nuevo enfoque que acentuara el sentido,
valor y responsabilidad moral de los acontecimientos mundanos.
No era posible no ya la indiferencia ante estos hechos, ni siquiera su
compresión como algo supeditado a la propia salvación individual.
Si la salvación religiosa es ajena a los problemas históricos del ser humano
y sólo predica resignación histórica y esperanza trascendente a las victimas del
mundo, éste no será religioso ni creyente.
Las reflexiones teológicas hechas desde el campo de concentración en el
papel de víctima (caso de D. Bonhoeffer) pusieron en el centro de atención
de las preocupaciones y de la teología un nuevo protagonista. El ser victima,
reducido a su más dramática expresión de lo que es el ser humano, pero a la
vez encumbrado a la más dramática imagen del Dios hecho victima humana,
torturado y asesinado como los pobres del mundo. El Jesús histórico, objeto
de las investigaciones bíblicas e históricas positivas, con los nuevos métodos
de exégesis que descubrieron los géneros literarios de la Biblia, se convierte en
el Jesús teológico cuando asume la tortura, el dolor, el sufrimiento y la muerte
de las víctimas del mundo para darles sentido y esperanza desde la resurrección.
En el fondo es dar pleno sentido al significado humano de Jesús que,
encarnado en el mundo, en la historia y en el hombre cultural concreto, asume
estas realidades tal como son para, desde dentro y desde su aceptación previa,
transformalas después.
Pero éste era un cambio demasiado profundo para dejarlo a la libre
tensión de las corrientes cristianas.
Hablar del sentido teológico del mundo y de la historia, hablar de la vida
histórica del hombre como ámbito donde ya se manifiesta y experimenta la
salvación, dar sentido histórico y social a la salvación de Dios de modo que
se viera la espiritualidad del mundo a la vez que se acentuara el carácter material
de la salvación, implicaba un cambio de perspectiva teológica de tales
di&nsiones que se corría el riesgo de promover una nueva forma de arrianismo.
Si hay que resaltar el sentido humano de Dios que la nueva exégesis
descubre con entusiasmo en la Biblia, si hay que profundizar en el sentido y
las consecuencias que tiene la Encarnación de Jesús, si hay que destacar el hecho
de que Jesús es también hombre, si la teología debe ser también antropología
y si todo, al finali debe estar al servicio del hombre concreto y necesitado que
será detectado por la sociologia. Si hay que hacer todo eso que va a suponer
un trauma para la gran mayoría de la Comunidad, es necesario convocar un
Concilio "para hacer presente a la Iglesia en el mundo y su mensaje sensible
a la razón y al corazón del hombre, empeñado en la revolución técnica del siglo
XX". Y asi lo convoca Juan XXIII.
La acción social de los cristianos habia echado en falta la base teológica
que hiciera del compromiso social no sólo una respuesta sensible a las personas
necesitadas sino una tarea moral fundamental empeñada, desde una perspectiva
solidaria y no individual, en la transformación.8el mundo y de sus estructuras
injustas que son las causantes de la pobreza y la necesidad
Esa nueva base la había aportado, tras un largo periodo de condenas,
represión y silencio, la corriente moderna de teologia que ve recogidas en el
Concilio todas sus propuestas básicas. El triunfo le corresponde ahora a quienes
propugnan diálogo con el mundo moderno y una forma nueva de estar presente
entre los hombres.
"Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres
de nuestro tiempo, sobre todo, de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez
gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discipulos de Cristo". Dirá el
más conocido documento del Concilio, la Constitución Gaudium er Spes en
su comienzo (N! 1) "l.
(8) SPIEKER, M., Ubicación en la reologia católica dela D.S.I., TitrN 15 11987), pags. 5-9.
(9) MOSCHETTI, S., La legitima auronomia delle realla terrene, Civ. Cal. 135 (1984) IV,
Pags. 428-440.
104 JOSE ALEGRE ARAUUES
A Pablo VI le correspondió la tarea de poner en marcha la renovación
moderando los entusiasmos de quienes pretendían aplicar inmediatamente las
orientaciones y tratando de hacer que las corrientes integristas asumieran
paulatinamente el cambio sin que se provocasen tensiones y rupturas.
En la encíclica Populorum Progressio (1967) saca las conclusiones del
Concilio en materia social y, al reconocer la autonomía del mundo, de la historia
y de los distintos sectores de la vida, proclama que no es misión de la Iglesia
hacer cosas y cambiar las estructuras sino educar y preparar a los hombres para
que sean ellos, en su autonomia y compromiso, quienes lo hagan.
Esto suponía la renuncia a la confesionalidad de los partidos y sindicatos
cristianos dejando a la libertad de cada uno la elección del grupo donde realizar
el compromiso socio-político y teniendo como referencia el sentido religioso
donde se origina y motiva. Así se reconoce a la fe como fuente de la dimensión
política del creyente y al hombre moderno del siglo XX la madurez de ser él
quien decida dónde y cómo realizarla.
Dramático fue para muchos este criterio de renunciar a las propias
organizaciones sociales y políticas confesionales donde tantos esfuerzos se
habían volcado y por las que era posible tener constancia y control de una acción
social católica vertebrada. Su nostalgia todavía aparece en nuestros días, bajo
formas distintas, en quienes desearían la constitución de grupos con los que
emprender una acción decidida de los creyentes para erradicar o introducir
cuestiones concretas o para poder reconcer la propia presencia y eficacia.
A quienes formamos parte de esta comunidad, pero que también somos
miembros de la sociedad eficiente y tecnológica, nos resulta difícil distinguir
y hacer nuestra la distinción bíblica entre eficacia y fecundidad, se nos contagia
el automatismo eficiente y robotizado cuando nuestra imagen es la semilla lenta
e incierta, pero que crece y transforma desde dentro contando con el entorno
en que ha caído.
Añadirá Pablo VI que aunque es propio del Magisterio oficial dar el
sentido de los acontecimientos es "muy difícil pronunciar una palabra ... y
aportar una solución con valor universal" (O.A. 4) dada la pluralidad de
situaciones que ha constatado en sus viajes, de ahí la importancia de que cada
comunidad analice, denuncie y actúe allí donde está presente teniendo como
referencia el Evangelio y "las enseñanzas sociales de la Iglesia" (O.A. 4).
Fue con esta carta apostólica Octogessima Adveniens (1971) y no con
una encíclica como conmemoró el ochenta aniversario de la Rerurn Novarurn.
R E R UM NOYARIiM: 100 A ~ O SDE EDUCACIO"I 5ULIrAl t i CUXIPROMISO SOCIkL DE LOS CATOLICOS 105
Quizá la polémica surgida a raiz de la publicación de la Humanae Vitae
aconsejaba otro tipo de documento.
Sea cual fuere la causa, en este hecho se expresaba el estado de asimilación
y evolución de los cambios en la comunidad y la pervivencia de una mentalidad
preconciliar, pues mientras se propugnaba una interpretación literal y rigurosa
de la Humanae Vitae en un tema tan propio de la moral individual anterior
como era el campo de la sexualidad, se alentaba, por parte de algunos, otra
interpretación más abierta en los temas de moral social.
A los ochenta años de la publicación de la primera encíclica social y tras
una larga labor educativa, con la Humanae Vitae aparecia en toda su crudeza
la lentitud de esta labor y la resistencia que encuentra en la mentalidad del
cristiano medio educado durante mil quinientos años en una concepción
individual, espiritualista y escatológica de la salvación.
Menos resistencia encuentra en las comunidades nuevas o en aquellas cuya
tradición anclada en la religiosidad popular la convierte en expresión viva de
las angustias, desesperanzas y necesidades básicas, pues en ellas la fe se vive
desde la pobreza, lo que la hace impulsora de caminos de liberación, en unos
casos, y, en otros, de rebeldía, pero siempre de cauce que recoge las situaciones
vitales de los pueblos proporcionando esperanza histórica y fuerza para
descubrir la dignidad de los rechazados y olvidados y, desde la dignidad, la
reivindicación de sus derechos.
Nada tiene de extraño, pues, que en estas nuevas comunidades marcadas
por la pobreza surja un nuevo concepto de teologia que une la reflexión bíblico-dogmática
con el análisis socio-económico y resalta los aspectos materiales e
históricos de la salvación a la vez que coloca al pobre en el centro de la reflexión
y como protagonista de su historia y de la evangelización "O'.
El pobre, precisamente por su pobreza, (nos dirá la teología de la
liberación) igual que la primera comunidad bíblica en su situación de esclavos,
lo mismo que la primera comunidad cristiana en su condición de pobreza de
medios, es quien disfruta de la profundidad humana que le permite relativizar
los instrumentos humanos de lujo y de poder y centrar el sentido de la historia
en la búsqueda de soluciones reales e importantes para tantos seres humanos
que carecen de lo necesario mientras otros tienen que buscar soluciones al exceso
de comida y bienes "'l.
(10) SANZ DE DIEGO, R.M., Teología dela Liberacion - Doctrina Social dela Iglesia, RazFe
214 (1986). pigs. 116-125.
(1 1) CAMACHO, l., ¿Sigue reniendo senfido hoy Iiablar de D.S.I.?. RarFe 218 (1988). págs.
185~198.
106 JOSE ALEGRE ARAGUES
¿Cómo encontrar comida, escuela y asistencia sanitaria?
¿Cómo adelgazar y dónde esconder el dinero ahorrado?
Estas son las preguntas que marcan la diferencia de nuestro mundo. Estas
son las preguntas que condicionan la vida de fe de la comunidad cristiana.
Por eso Juan Pablo 11, al cumplirse el noventa aniversario de la Rerum
Novarum (1981), sensible al problema de tantos millones de trabajadores y en
un momento en que el mundo se ahogaba en una grave crisis de empleo como
consecuencia de la crisis del petróleo, dedica su primera encíclica social al
problema del trabajo. En Laborem Exercens (1981) lo eleva a la categoría de
participación creativa con el Dios creador, acentúa el aspecto humano del
trabajo poniéndolo por encima del capital y recordando que detrás de cada
cifra de parados hay personas y familias cuya vida depende, para tener un cierto
sentido de autonomía y dignidad, de un puesto de trabajo que los demás
podemos promover indirectamente a través de nuestra participación política
y económica en las estructuras sociales. Crear trabajo es la nueva forma de
ayuda y solidaridad con el hermano necesitado.
En la Sollicitudo Rei Socialis (30-12-1987) nos invita a vivir la fe en la
preocupación por las condiciones lamentables de tantos pueblos atrapados en
los graves problemas de la deuda externa, el hambre, el paro, la violencia y
la destrucción del medio ambiente, mientras en otros crece el materialismo,
el consumo de lujo y florece el comercio mundial de armamento.
Para el cristiano, nos dirá en el N. 29, la decisión, entre los muchos modos
de vida que puedan elegirse, debe orientarse claramente hacia la solidaridad
con los pobres, de forma que ésta sea su opción preferente, porque en ellos
encontrará la imagen real del Dios que Jesús nos vino a presentar.
Como en los primeros tiempos se vuelve a hablar de "la Iglesia de los
pobres".
Como en los primeros tiempos que se representaba a Jesús con la imagen
del cordero, víctima inocente que vence ala fuerza y la arrogancia del dragón
romano. El pantocrátor monástico y medieval, señor y salvador del mundo
con poder y majestad, que vela por el orden del universo y cuya última
representación fueron las gigantescas imágenes del Sagrado Corazón de Jesús
erigidas a finales del XIX y principios del XX en tantas ciudades y pueblos
del mundo, ha dado paso a la imagen del Crucificado y del Ecce Homo que
el filósofo Nieztsche utilizara como expresión ridícula del hombre superado
y oprimido. Esta es la imagen que la comunidad de los creyentes en Jesús
reconoce como la expresión más dramáticamente humana de un Dios humano
y presente entre los hombres para significar su identificación con los más
necesitados y para convocarnos a la humanización de un mundo que, como
Goliat, pretende ser de superhombres.
José Alegre Aragübs