ALMOGAREN. 7. (911 Págs. 25 35. O CENTRO TEOLOGlCO DE LAS PALM.4S
VIERA Y CLAVIJO, CLERIGO ILUSTRADO
YOLANDA ARENCIBIA
DOCTORA EN FILOLOGIA
UNIVERSIDAD DE LAS PALMAS DE G.C.
El siglo XVIII, desde nuestra actual perspectiva, se muestra como pilar
básico de la revolución política, social, económica y artística que caracteriza
a la Edad Moderna y que constituye la esencia de la Contemporánea.
Si en las primeras décadas del siglo ya se perciben aires de inquietud que
permiten adivinar nuevos caminos a la luz de la fe en el progreso y de la
convicción del papel decisivo que las ideas han de jugar como instrumento
pedagógico transformador de la sociedad, segun avanza el mismo, estos focos
iniciales van corporeizándose en realidades culturales con nombre propio hoy
consagrados por la tradición. Son estos nombres: Despotismo ilustrado, en el
campo politico; Neoclasicismo, en el estético; Ilustración, en el campo del
pensamiento.
La Ilustración debe tal nombre a su finalidad declarada de disipar las
tinieblas de la humanidad mediante las luces de la razón y, efectivamente, se
ha convertido en la base caracterizadora de la filosofía del siglo, firmemente
asentada en dos principios filosóficos muy del momento: el racionalismo y el
empirismo; es decir, razón y experimentación aunadas.
26 YO1 ANDA AKLNCIEIA
La Ilustración española en comparación con la extranjera es, lo sabemos
todos, tardía, breve y moderada. Tardía porque, a pesar de que va preparándose
en los años precedentes no sin resistencia"', no logra tomar cuerpo, y aún con
timidez, hasta la mitad del siglo para adquirir carta de mayoría de edad
coincidiendo con el reinado de Carlos 111. Es breve porque los aires
revolucionarios extremos que llegan de Francia despiertan recelos, temores;
aconsejan cautela y precaución. Es moderada porque, aun los más sobresalientes
de nuestros ilustrados, son siempre respetuosos con los principios esenciales
de la autoridad política (la Monarquía) y de la eclesiástica (la Iglesia tradicional).
Bien es verdad que la mayoría de estos ilustrados son eclesiásticos y que el poder
disuasorio del Tribunal del Santo Oficio es contundente y eficaz; pero, pese
a todo, nuestros ilustrados, nuestros clérigos ilustrados también, remueven los
obstáculos que, ligados a la religiosidad tradicional, se oponen al progreso de
la ciencia y al bienestar general; hacen causa común contra la presión
inquisitorial, contra el predominio de una enseñanza escolástica mimética y
obscurecedora, contra la superstición, contra la acumulación de riquezas por
el clero ... Y comienzan a promover la reforma de la política educativa; y la
de la administración del estado. Y se esfuerzan en fomentar el desarrollo de
la industria y la agricultura con la consiguiente y novedosa valoración del trabajo
personal. Un conglomerado, en fin, de nuevas reformas que caminan hacia
la secularización de la cultura y hacia la amplitud libertadora de las conciencias.
En ellas algo tuvo que ver la actitud proclive de la dinastía borbónica que supo
favorecer el acusado aunque incipiente desarrollo económico del país mediante
una administración centralista, a la francesa, que, si bien no dejó de tener el
lado negativo que todo centralismo conlleva, fue eficaz para la implantación
de las nuevas ideas y para el fortalecimiento de la dinastía despótica e ilustrada
(entendiendo estos términos en el sentido que el setecientos les da).
El siglo XVIII canario puede quedar encuadrado dentro de los parámetros
generales trazados para el resto de España, siempre con la salvedad que supone
el hecho diferencial de su extrema lejanía de la metrópoli española que se traduce
en escasos contactos con la Península y en estrecha dependencia del exterior,
especialmente de Inglaterra y su comercio. Esta circunstancia va a propiciar
el que sus puertos sean receptores directos de las nuevas ideas que aporta
Inglaterra o Francia, asimiladas rápidamente por una selecta minoría ilustrada
de sus manifestaciones caracteristicas: pensemos, para solo citar algún ~jemplae, n la actitud
inconformista de un Quevedo o en la sociedad que refleja la novela picaresca del XVII.
no sin el recelo y hasta el ataque de los tribunales censores de la época,
especialmente sensibilizados y celosos.
En las Canarias del XVIII se viven situaciones críticas de diferentes
procedencias (crisis agraria y comercial; consecuencias del regalismo borbónico;
exceso de poder de un clero muy numeroso, improductivo y, en general, mal
formado y por tanto mal formador ...). Esta situación provocó la asunción por
parte de las clases dominantes de la necesidad de una renovación profunda tanto
de las estructuras productivas isleñas como del nivel cultural de todos los
estamentos. En esta nueva actitud las Luces de la Ilustración hallaron caldo
de cultivo bien abonado y fueron incentivo de gran trascendencia"'.
En la Iglesia dieciochesca canaria penetrarán, también, las Luces de la
Ilustración a través de muchos de sus clérigos que tratarán, como lo hará Viera,
de aunar Razón y Fe en pro de un catolicismo proyectado hacia una nueva
sociedad que se asienta en valores que no son los tradicionales y que comienza
a considerar como virtudes deseables el afán de producción, el trabajo y demás
factores que tiendan a mejorar el nivel de vida. El catolicismo ilustrado canario
tropezó con el problema adicional (aunque no privativo de las islas) del bajo
nivel cultural de los clérigos en cuyas manos descansaba todo tipo de enseñanza;
fue problema preocupante en extremo que supieron ver los prelados de la época
y que halla su primera satisfacción con la creación del Seminario Conciliar en
tiempos del Obispo Cervera, ya en 1777. Este Seminario, que nace con aires
modernos, va desarrollándose bajo el impulso de los Obispos Joaquín de
Herrera y Antonio Tavira, principalmente, y llegó a convertirse en el Centro
educativo fundamental del Archipiélago desempeñando las fuiiciones que
hubieran correspondido a la Universidad ['l.
Los contextos generales anteriormente esbozados pueden sernos útiles,
creo, para enmarcar convenientemente la figura de D. José de Viera y Clavijo,
el más representativo de nuestros ilustrados y, a la vez, el más destacado de
los clérigos que en las islas se sintieron alumbrados -y aun deslumbrados-por
las Luces dieciochescas.
(2) Para esta vertiente del tema hay amplia bibliografía. Puede verse como resumen el estudio
de M. HERNANDEZ GONZALEZ La Ilosrración, en Historia Popular de Caiiarias. Centro
de la Cultura Popular, 1988.
(3) Ibidem, cap. 6. Para la situación de la Iglesia, sobre iodo en la segunda imitad del siglo
y especialmente tras la creación del Seminario, vease Uii Se:nNinrio de so si~fo:e i~ri-ci a
Inquisición y las Luces, de JOSE ANTONIO INFANTES FLORIDO, Obispo de Canarias,
El Museo Canario, 1977.
El Viera y Clavijo Ilustrado despertó pronto. Seguramente de manera
inconsciente y paulatina en los años primeros de su residencia en el Puerto de
La Cruz. Nos es fácil hoy imaginar el asombro complacido de nuestro entonces
joven protagonista en aquel ambiente variado y cosmopolita. Allí tuvo ocasión
de disfrutar directamente de una de las mercancías que aquel puerto traficaba:
los libros, a los que tempranamente se aficionó y que condicionarán su
trayectoria personal futura, según él mismo expresa en sus Memorias:
"Sintióse desde luego estimulado de una feliz aplicación a la If!ctura,
y no había clase de libros, fuesen devotos o profanos, de historias
o novelas, de instrucción o diversión, en prosa o en verso, en octavo
o en folio, en que no hallase pasto una curiosidad vaga, sin gusto,
juicio, ni elección. Pero esta curiosidad no era estéril, y se puede
atribuir a cierta necesidad deproducir, e1 esfuerzo de aquellas obras
precoces, que casi desde su infancia tuvo la travesura de
componer" '"'.
En los primeros años de nuestro personaje no podemos dejar de citar
al maestro Feijóo, que fue, para el joven aprendiz de ilustrado que aún era
Viera, algo más que un ejemplo magistral; fue "una ráfaga de feliz claridad
(...) que llegó de improviso a alumbrarle en medio de la noche" de los
"miserables" estudios de "filosofía peripatética y teología escolástica" que
cursaba y que lo puso en disposición de "vivir el siglo de las luces en que muchos
no viven"
Ha despertado ya el Viera y Clavijo ilustrado. Y hace suyo el espíritu
del Siglo de tal modo que, en palabras de D. Simón Benitez, "si acompañamos
a nuestro autor en su labor intelectual -científica, histórica y literaria-habremos
recorrido enteramente el siglo XVIII europeo" '"'.
También es precoz el Viera y Clavijo clérigo: recibe órdenes menores en
1750, a los dieciocho años, en la misma época en que "abría los ojos a la
filosofía y a la crítica demoledora del racionalismo" en palabras del profesor
Cioranescu, quien apunta cierta contradicción entre ambas realidades.
Contradicción que el mismo Cioranescu se apresura a explicar (nos parece que
(4) Memorias que con relación a su vida literaria escribió don José de Viera y Clavija, arcediano
deFuerteventura ... Apendice al Diccionario de Historia natural de las Islas Canarias. Cito
par la edición de M. ALVAR, Excma. Mancomunidad de Cabildos de Las Palmas, 1982;
pág. LIX.
( 5 ) Memorias ... Ed. cit., pig. LX.
(6) SIMON BENITEZ PADILLA, La obra cientifica de Viera y Clavijo, separata de la Historia
de Canarias, de VIERA Y CLAVIJO, Coya ediciones, Sta. Cruz de Tecierife, 1952, p4g. 544.
VIERA Y CLAVIIO. CLLRIGU ZI.USIK.I»O 29
sin demasiada convicción) en reflexión subsiguiente reconocieiido no hallar
motivos para dudar de la sinceridad vocacional de Viera, aún cuando fue
siempre "un cura filósofo" sospechoso e incómodo para la Inquisición porque
se muestra poco proclive a obedecer a ciegas y sí muy amante de lecturas
prohibidas, aunque el Tribunal no halle más indicios de culpabilidad en él que
mostrar una religiosidad diferente de la tradicional -interiorizada y hasta
racionalizada en lo posible-, "poco respetuoso para con la literatura milagrera
(no para con el milagro), para con la credulidad ciega (no para con la fe), para
con el tribunal de la Inquisición (no para con la autoridad de la iglesia.)" "'.
Pero no pretendamos separar en Viera y Clavijo al Clerigo del Ilustrado.
Ambas realidades conforman su personalidad en amalgamada simbiosis, nada
novedosa, por otra parte, en el Siglo de las Luces. Y ambas se traducen en
actividades que conviven en su bio-bibliografía en estrecho contacio nada
perturbador.
Cuando Viera y Clavijo traslada su residencia a La Laguna, en 1756,
ya había recibido órdenes mayores y despuntaba como predicador. Allí ejerce
de ilustrado "a la page" en la tertulia del marqués de Villanueva del Prado,
D. Tomás de Nava y Grimón, donde su elocuencia, su gracia y su atractiva
personalidad, lo convierten en centro de disertaciones y de diversiones, en
recopilador de Actas que difunden "varias noticias instructivas sobre historia
natural, física y literat~ra"'~'e,n redactor de entretenidas Gacetas (las Gacetas
de Daute), y en autor de "travesuras ingeniosas" '"1 como el Poema de los
Vasconautas, o el Elogio del Barón de Pun. Allí, en la enciclopédica biblioteca
del Marqués, estudia, analiza, indaga ... ; se inicia en la investigación histórica
y concibe la idea de su futura Historia de Canarias, seguramente al calor de
la afición de un tertuliante destacado, D. Fernando de la Guerra, luego marqués
de S. Andrés. Allí apunta también su faceta filosófico-científica en la Carta
filosófica sobre la aurora boreal y en el tratado El Herodes de las niñas: las
viruelas. Pero en los mismos años laguneros actúa, también, en su calidad de
clérigo, como secretario de la Junta de La Laguna y consecuentemente redacta
las Actas de las congregaciones y conferencias del clero de La Laguna, sobre
casos de conciencia, sagrados ritos y ceremonias. Además, como importante
contribución a la mejor formación de los jóvenes clérigos, traduce el Traité
de la Doctrine Chretienne et orthodoxe, de Dupin (París, 1703), con un
-
(7) En "Introducción" a su edición Noticias dela Historia general de las Islas Canarias, Goya
ediciones, Sta. Cruz de Tenerife, 1967, (6: ed.), pág. XXIV.
(8) Memorias ..., pág. LX.
(9) Memorias ..., pág. LXII.
importante prólogo, reflejo de sus inquietudes sobre la enseñanza ""'.
Mientras, desempeña las funciones normales de eclesiástico y destaca como
sermoneador de maneras algo atildadas que merece de sus enemigos el
sobrenombre burlón de "el abate Viera" y la acusación de decir misas con
ademanes de un Arlequín.
1770 supone un importante cambio en la vida de nuestro personaje al
trasladarse a Madrid, como preceptor del joven marqués del Viso; supone
también el inicio de una fructífera etapa que se prolongará durante catorce años.
Alli se muestra como un dómine cortesano de cuidadas maneras y de elegante
presencia que se acomoda fácilmente al boato de la casa y que sabe hkcerse
apreciar en los medios cultos por sus cualidades de literato y sabio. Pero allí
también sabe cumplir perfectamente sus tareas de instructor, traduciendo del
francés para su alumno tratados de lógica, de ética, de historia ... como lo
hicieran Bossuet y Fenelon, mientras trabaja denodadamente en la redacción
de la Historia cuyo primer tomo se publicará en 1772, en 1773 el segundo y
en 1776 el tercero. El tomo cuarto verá la luz en 1783 ya en vísperas del regreso
a su tierra.
La movilidad de los personajes de la Corte dará ocasión a nuestro
acomodado clérigo para conocer distintas tierras de España y para exponer
sus habilidades literarias en un género muy del gusto ilustrado: los libros de
viajes, afición que tendrá ocasión de cultivar en los años sucesivos con moti\,o
de nuevos viajes, esta vez al extranjero: Franciaen 1777, Italia y Centroeuropa
al año siguiente. Es fácil suponer la complacencia de nuestro ilustrado en estas
salidas de España que colmarán su natural curiosidad, que le permitirán lucir
su vestimenta "de abate a la francesa con coleta y rabat""", que le pondrán
en contacto directo con la lengua y la cultura galas que tanto admiraba, y que
le proporcionará conocimientos muy provechosos, como los derivados de
distintos cursos de Física, de Historia natural, de Química y de Mineralogia
que tiene ocasión de seguir en París y que aumentarán su ya antigua afición
por las ciencias experimentales. Aquí tuvo la suerte de coincidir con D. Antonio
José de Cabanillas, que llegará a ser un ilustre botánico y con quien sostendrá
nutrida correspondencia en adelante. Cioranescu en la "lntroduccióii" que
realiza a la edición de las cartas de ambos ilustrados"" destaca la importancia
de esta relación no sólo como fuente de conocimiento sobre "la vida privada,
los estudios y trabajos, el carácter y la personalidad de uno de los más ilustres
-
(10) Véase Monseiior INFANTES FLORIDO. ob. cit., págs. 22-33.
(11) Diario del viaje a Europa. Cito por S. BENITEZ PADILLA, ob. cit., pág. 47,
(12) Aula de Cultura de Tenerife, 1881.
científicos del Siglo de las luces", sino como curiosa y aleccionadora introducción
al estudio de la sociedad ilustrada y afrancesada de principios del XVIII.
De vuelta a Madrid, Viera y Clavijo se convertirá en divulgador de los
saberes adquiridos, bien en sesiones cortesanas dedicadas a distinguidos
aficionados, bien en composiciones poético-científicas (como el tratado de
química en octavas reales Los aires fixos), bien en el gabinete particular que
logra instalar en el palacio de su amigo el marqués de Santa Cruz. Pero Viera
tiene siempre tiempo para escribir; y es ahora cuando recibe un premio de la
Academia por su Elogio de Felipe V, rey de España magnífico texto que tuvo
la alegría de ver traducido al francés- y también cuando produjo un tratado
de contenido eclesiástico lleno de erudición, anécdotas y citas que lleva por
título el Hyeroteo o tratado de los antiguos honores y dereclios del presbirerado,
para que no faltara una muestra del Viera clérigo en los años madrileños, del
cual por otra parte se conservan algunos sermones en estilo oratorio
contundente, lleno de emotividad y de apasionamiento. Aún en Madrid, en
1783, ve premiado por la Academia, de nuevo, uno de sus más bellos textos:
el Elogio de don Alonso Tostado, obispo de Avila.
En 1784 se instala, ya definitivamente, en Las Palmas de Gran Canaria
en su calidad de arcediano de Fuerteventura, cargo que había logrado dos años
antes. Fue triste la despedida de sus amigos madrileños y alegre el recibimiento
de sus hermanos en la isla. No está demasiado claro para sus biógrafos los
verdaderos motivos de su decisión. ¿Desengaño de la corte? ¿Simple deseo de
una vida descansada con los suyos, como él mismo dice? ¿Y por qué no buscar
un acomodo digno eri La Laguna, donde tantos amigos tenia? Su amigo don
Fernando de Guerra se queja de esta decisión en carta dolorida y le expone
su intención de apoyar la creación de un nuevo obispado en la ciudad tineifeña,
del cual él sería el primer obispo, idea que Viera se apresura a desechar.
En su nuevo destino, la actividad de Viera es enorme en calidad y en
cantidad. Como eclesiástico revisa el estatuto capitular del cabildo catedral,
realiza una relación de sus actas y un inventario del archivo catedralicio; describe
el templo catedral en bello texto, escribe himnos y sermones panegiricos entre
los que destaca la oración fúnebre con motivo de la muerte de Carlos 111, "el
más cálido y más intelectualmente apasionado elogio del difunto rey" en
palabras de Joaquín Blanco "'1. Como profesor dirige el colegio de San
(13) Cito par Carlos 111 y Las Islas Canarias de ANTONIO M. GONZALEZ PADRON, Reai
Sociedad Económica de Amigos del País, Las Palmas de Gran Canaria, 1988. pág. 130.
En este libro se reproduce el texto de la Oracion fUnebre en edición facsimilai. En edicion
modernizada aparece en el Lomo Homenaje a Carlos 111, Instituto de Estudias Canarios,
La Laguna, Tenerife, 1988, con introducción y notar de A. ROhilEU PAI.AZUELOS.
Ambos textos parten de la impresian realizada por MIGUEL ANGEL BAZZANTI, La
Laguna, 1970.
32 YOIANDA i\KLN< !U!-\
Marcial "para mozos de coro de la santa Iglesia Catedral de Canaria" cuyos
estatutos y plan redacta. Como literato escribe, entre otras composiciones, el
poema en octavas El nuevo Can mayor o constelación canaria (conjunto de
elogios a trece canarios ilustres) y traduce importantes obras del francés:
poemas, ensayos, teatro trágico ... entre ellas La Heriade de Voltaire,
demostrando una vez más su constante admiración por lo galo y por su egregio
representante "4'. Como científico ve colmada sus aficiones en su propio
"gabinetito de Historia Natural del pais, mis máquinas fisico-químicas, mis
libros y mis ocupaciones eclesiásticas, después de haber fabricado y dispuesto
un cuarto muy hermoso y alegre, que pudiera parecer bien en Francia o en
Italia"f15' y redacta numerosos "papeles" de divulgación especializada al calor
de la Sociedad Económica de Amigos del País de esta ciudad. Pertenece a esta
etapa de Las Palmas una de las obras más importantes del autor, su ingente
Diccionario de Historia Natural de las Islas Canarias, donde se muestra como
verdadero científico que compendia saberes extraidos de la investigación,
comprobados científicamente de la realidad y presentados de manera directa
con un sé, conozco, he comprobado como ha indicado el profesor Alvar en
el prólogo a su magnífica edición de la obra u6'. Como hombre, estos años
últimos le aportan relajada tranquilidad para sus devociones y para sus deseadas,
a veces, indolencias (").
Hemos recorrido hitos principales de la biobibliografia de Viera y Clavijo.
Añadamos ahora algunas pinceladas resaltadoras de su personalidad.
Rememorábamos hace un momento las palabras del propio Viera cuando
indicaba su innata "curiosidad lectora" atribuida - d e c í a "a cierta necesidad
de producir". Estos dos rasgos de sus años tempranos que el autor reconoce
desde la atalaya de la senectud en que redacta las Memorias, "curiosidad y
necesidad de producir", -ambos inherentes al ilustrado- serán los más
característicos de su biografía; porque no otra cosa que el ejercicio de indagar
(14) Véase en torno al tema el interesante trabajo del profesor CIORANESCU Viera y Clavija
y la cultura francesa, en Estudios de literatura comparada, La Laguna, 1954.
(15) Carta al Marqués de Santa Cruz. Cita por ROMEU PALAZUELOS, Biografia de Viera
y Clavjjo a través de sus obras, Aula de Cultura de Tenerife, 1981, pág. 91.
(16) Excma. Mancomunidad de Cabildos de Las Palmas, 1982.
(17) "...V. le preguntará últimamente y le dirá qué hago, en qué meocupo, enque meencanto.
Y le responderá que en nada ( . ) que sigo el mismo plan de vida que nos proponíamos
en Madrid, esto es, de quietud, silencio, indolencia y filosofia, que, exceptuando esto último,
dicen que es por esencia la vida del canónigo". Carta a D. Alonso de Nava, de 28 de
noviembre de 1781. Cito por ROMEU PALAZUELOS, ob. cit., pág. 89.
para producir llena sus años desde la precoz redacción de la Vida del noticioso
Jorge Sargo cuando -según confesión p r o p i a contaba sólo catorce años,
hasta los últimos escritos: Papel sobre fumigaciones, de 1912, un año antes
de morir, tal vez el último de sus escritos.
Anotémoslo: una novela y una obra de divulgación cientifica abren y
cierran su obra. Son reflejo sintomático y condensado de sus vocaciones:
creación literaria sin otra intención que el divertimento literario mismo; afán
didáctico inherente a su condición de clérigo ilustrado; inclinación cientifica
personal asentada en las bases del racionalismo experimentado que la Ilustración
exigía.
Recordemos una creación de nuestro autor en que se aúnan sabiamente
las tres facetas anteriormente apuntadas: Las bodas de las plantas, soberbio
poema en cuarenta y siete octavas reales y canto único. En él la base cientifica
cimenta el riguroso contenido, la intención docente añade estructuracióri y tono
eficaces, y la envoltura literaria aporta gracia poética para aligerar el didactismo
y la sustancia textual. En el desarrollo temático de la composición, las relaciones
reproductoras de las plantas están indicadas en claro paralelismo con las
humanas, expresadas siempre con una atractiva mezcla de realismo y delicadeza.
En su estructura poética, el texto descansa en una amplia prosopopeya mediante
la cual la flor se muestra como novia recata y ansiosa a la ver, que, a un tiempo,
cela y abre las dulzuras destinadas al feliz Himeneo. Como muestra, sólo una
octava:
No lo dudéis: la flor es una boda.
El cáliz es el tálamo y el lecho;
Los pétalos, lúcidos y de moda,
Son las cortinas, que el capullo han hecho,
Y el gran misterio encubren; la aula toda
Se perfuma de olores hasta el techo;
Y el néctar, que la abeja allí codicia,
Es el pan de la boda, y la delicia.
La figura literaria que descansa en la base de este poema supera al poema
en sí para alcanzar también a la dedicatoria que de él hace el autor. Lo dedica
a un feliz matrimonio de nombres bien floridos (don Pedro de la Huerta el
marido, doña Rosa, su mujer, Jacinto el hijo), dueños de una finca en San
José de la Vega. En la configuración literaria de la dedicatoria u n so neto-la
ternura y la amistad se arropan en el fino humor que brinda la coincidencia
de nombres y tema para trazar la bella imagen poética de un edénico paraíso
hecho realidad terrena:
Ved aquí un paraíso sin serpiente
Donde no hay fruta al gusto prohibida,
Donde todo árbol es árbol de vida
Su Adán agricultor, su Eva inocente;
Sus cherubines, sin espada ardiente;
Llaman a cuantos el placer convida
A una tierra, que riega dividida
En cuatro arroyos la perenne fuente.
Eran en otra edad estos recintos,
Por falta de benéficos sudores,
De espinas y de abrojos laberintos;
Pero le han hecho ya sus poseedores,
Huerta con Rosas Huerta con Jacintos
Vara de San Joséph llena de flores.
Hemos hablado de ternura, de amistad, de sentido del humor ... lemas
que conducen a la faceta humana de nuestro personaje. ¿Cómo era el hombre
Viera? Nos ha sido pintado como pensador vitalista, a veces eufórico, a veces
desengañado. Como analizador de la realidad con sonrisa escéptica, la mayoría
de las veces. Se ha destacado la altivez y el desdén con que parece contemplarse
desde el clásico retrato que de él nos ha legado Carnicero. Se ha destacado
su tendencia a la cómoda tranquilidad, a la "modorra" isleña aparsimoniada,
al lujo, a la buena mesa. Se le ha comparado risica y psicológicamente coi1
Voltaire: cuerpo enjuto y febril; temperamento débil y enfermizo ... ras:os éstos
que aparecen condensados en las estrofas del retrato literario que, en forma
de soneto, le hizo el poeta Verdugo:
Este clérigo inquieto y cortesano
que traduce a Voltaire y a Cristo reza
tiene en su enjuto rostro la firmeza
y la astucia de un viejo castellano.
No aspira a ser obispo; si arcediano;
cimenta en el estudio su grandeza
buscando la verdad y la belleza ...
Es poeta, filósofo y cristiano.
Espíritu insaciable y luininoso,
sondea en el pasado, y victorioso
nos lega de Canarias la alta Historia;
en ella, cada página admirable
es un recio sillar, firme, inmutable,
para el gran monumento de su gloria
Podríamos apuntar nuevas pinceladas al retrato: el gran sentido de la
amistad y de la gratitud que parece demostrar la nutrida correspondencia que
Viera sostiene con deudos, con amigos, con benefactores, con maestros; su
propensión hacia las pequeñas vanidades personales; su gusto por detalles de
moda femenina y masculina; su atención galante hacia las damas reflejada en
diversas composiciones entre las que destaca el soneto dedicado a la joven
marquesa del Viso ("O del Danubio ninfa bella y rara, /Copia, erividia y honor
de sus pensiles, /mayo te adora y tus diez y ocho abriles 'hoy corona coi1
rosas de tu cara (. . .)".
Como escritor, destaca en Viera la extraordinaria maestría de su pluma,
en la que las cualidades básicas de corrección y exactitud iio Ic irnpiden ser
sabiamente amoldable a los diferentes registros que el tema requiera: así su
estilo será brillante en textos como el Elogio de Don Alonso el Tosiado,
estructurado, siguiendo los dictados que la retórica-clásica exige, y no exento
de emoción encomiástica y emulativa hacia el destinatario; y será eficazmente
didáctico, riguroso, y preciso en el Diccionario de Histoi-ia natui-al; y en la
Historia de Canarias, añadirá a las cualidades anteriores la retlexión personal
directa surgida al hilo de los Iiechos que han conforrnado la realidad de las
islas; y su estilo se revestirá de soltura y gracia en las cartas a familiares y ainigos:
y sabrá, además, ser burlón y Iúdico en las coplillas dedicadas al clima de La
Laguna.
Fue Viera y Clavijo, un hombre de su siglo que creyó firmemente en loi
ideales que la Ilustración proponia, que los vivió profundamente, y que en ellos
enmarcó su vivir personal, su vocación profesional y su ingente y variadisirria
obra.
Yolanda Arencibia