EDITORIAL
Con la aparición de este número extraordinario de ALMOGAREN
queremos dar por finalizada la publicación del total de los trabajos presenta-dos
en las V JORNADAS DE HISTORIA DE LA IGLESIA EN CANA-RIAS,
1993. La salida a la luz de estas páginas ha sido posible gracias a la
generosa colaboración económica de la Viceconsejería de Cultura, a quien
manifestamos nuestro más sincero agradecimiento.
Las ponencias y comunicaciones que ahora se publican intentan seguir
dando cumplimiento al objetivo de nuestro departamento, es decir, el estudio
e investigación de las distintas áreas de la historia de la Iglesia en Canarias,
con la esperanza de que en un futuro se pueda ofrecer una síntesis más
amplia y esclarecedora de la misma.
Así en el campo del estudio de las mentalidades abierto en nuestra
región con los trabajos de Galván Tudela, Hernández González, Felipe Ber-múdez
y otros, se ofrece una valiosa contribución con las aportaciones de
Aranda Mendíaz, Caballero Mujica y Esteban Alemán tratando temas tan
interesantes como la actitud ante la muerte, la expresividad religiosa de la
fiesta del Corpus o el novedoso estudio de Mujer y convento en Las Palmas
del siglo XVII.
En cuanto a historia de las instituciones, Pedro Quintana Andrés refle-xiona
en profundidad sobre la composición y gestión del Cabildo Catedral de
Canarias en el siglo XVIII, continuando así una línea de investigación abierta
por Macías Hernández sobre los diezmos. El clero regular, factor tan impor-tante
para los estudios de nuestra historia y hasta el presente tan deficiente-mente
tratado, se enriquece con el minucioso trabajo del P. J. García sobre la
Orden de Santa Clara.
Las relaciones Iglesia-Estado se encauzan y materializan en España a
través del Patronato Regio, institución estudiada con tanta competencia por
el profesor Bethencout Massieu. Y es en este campo donde contamos con las
extraordinarias colaboraciones de González Alonso y Matías Díaz sobre la
significativa figura del obispo García Jiménez, personaje que descuella no
sólo por el tiempo de permanencia en la Diócesis, sino sobre todo por las
múltiples intervenciones que tuvo en la sociedad de su época. También en
este ámbito y en relación con sus tesis sobre las relaciones Iglesia-Estado en
el pontificado del Obispo Verdugo, Artiles Sánchez enmarca magistralmente
este problema en torno al símbolo emblemático del pendón de la conquista.
Y por último, Gómez Pamo, trata de forma, creemos que exhaustiva, la
heráldica episcopal de Cámara y Murga.
Finalmente en cuanto al legado artístico, tema que ha sido tratado con
bastante amplitud en todas las jornadas, contamos con estudios tan intere-santes
en este campo como los de García Santana y Concepción Rodríguez.
La comunicación de Arvelo Gil enriquece notablemente la ya no desprecia-ble
serie de estudios sobre asistencia social en Canarias y el conocimiento de
las fuentes recibe ahora de manos de Rodríguez Calleja una ayuda, como
eslabón inestimable, en torno al desconocido mundo de los archivos parro-quiales.
Al ver ahora ya cumplidos nuestros deseos con la edición íntegra de las
ponencias y comunicaciones de las V Jornadas de historia de la Iglesia en
Canarias tenemos la sensación de haber salido de una "casa", el mundo del
siglo XVII, lleno de enorme contenido y color, que invita a regresar nueva-mente
a su estudio y a profundizar en todas sus dimensiones. Ojalá se cum-plan
estos deseos en el futuro.