EDITORIAL
Nuestro número tres sale a la luz en un contexto marcado por tres reali-dades:
Universidad, Europa, Sínodo.
El debate de la UNIVERSIDAD está suponiendo, en Canarias, un con-flicto
en el que todas las instituciones culturales y eclesiales se han tenido que
posicionar y definir. Desde la vocación universitaria de nuestro Centro Teoló-gico,
apoyamos todo lo que de reivindicación por una verdadera Universidad
se está proclamando y potenciando. El problema no está en la sede de los rec-torados
-se ha sobredimensionado este asunto, con buena dosis de manipula-ción
por parte de diversos grupos políticos y sociales- sino en que tengamos
una auténtica Universidad en las Islas. Bien dotada en medios y en personal,
con una proyección de servicio a la cultura canaria. Y, sobre todo, como ha
dicho nuestro Obispo Ramón Echarren, abogamos por unos estudios superio-res
abiertos, en la práctica, a las clases populares y a las islas menos favoreci-das.
Esto es lo importante y por esto apostamos.
No se puede construir Canarias utilizando la Universidad como bande-ra
de división y de enfrentamiento fraternal, resucitando el viejo "pleito insu-lar".
La causa de la Universidad ha de unirnos a todos los que amamos al
Archipiélago, en un esfuerzo de solidaridad. En esta línea de mutua estima y
de empeño compartido, los trabajos de Aurelio Feliciano y Luis Nos, profeso-res
del Centro de Estudios Teológicos de Tenerife, y de Marifé Núñez, cate-drática
de la Universidad de La Laguna, son colaboraciones que nos honran
y que agradecemos profundamente.
EUROPA significa para nosotros la invitación, el reto a una apertura
más allá de las fronteras insulares. Al aparecer ALMOGAREN ya nos decían
algunos colegas peninsulares que no nos cerráramos en el Archipiélago, que
abriéramos siempre nuestros brazos y nuestras páginas a otros ámbitos cultu-rales
y eclesiales fuera de Canarias. Que eso de clausurarse sobre sí mismos,
además de infecundo, es algo ya superado.
Estamos totalmente de acuerdo con estas indicaciones. Porque refuer-zan
nuestras convicciones editoriales. En el ideario de ALMOGAREN figura,
desde su génesis, el afán de articular lo canario y lo universal. Estamos en un
mundo en que lo uno y lo otro pueden y deben articularse. Un espíritu amplio
y universal, desde el reconocimiento y la valoración de lo propio, de lo nues-tro,
sabiendo que tenemos algo que recibir de los demás y algo que aportar
también.
Ya decíamos en nuestro primer número que en Canarias se funden lo
cristiano, lo canario y lo europeo, en síntesis pacífica y fecunda, lo cual está
expresado en la misma palabra ALMOGAREN, "casa de oración" primera
de los misioneros cristianos en estas islas, según el lenguaje de los aborígenes.
Con los temas y firmas de este tomo queremos significar esa amplitud
de miras, como talante y estilo de ALMOGAREN. Nos referimos especialmente
ahora a las contribuciones de Castro Alfín, de la Universidad Complutense
de Madrid, de Sagrario ~ o l l á np,r ofesora invitada en el CET, titulada en Lo-vaina,
y de Antonio Bravo, que trabaja actualmente en Lyon, Francia.
SINODO. El contexto eclesial de las islas esta determinado por esta rea-lidad
sinodal: En la Diócesis de Tenerife se acaba de celebrar la Asamblea Dio-cesana
del Plan de Acción Pastoral y en la Diócesis de Canarias se pone en
marcha el Sínodo Diocesano, cuyas sesiones plenarias se prevé celebrar a lo
largo del año 1991.
Ambos acontecimientos nos colocan en clima sinodal, invitados por nues-tros
Obispos Damián y Ramón a hacer camino juntos, a buscar ilusionada-mente
los nuevos derroteros de nuestro quehacer eclesial en las Islas Canarias
para los próximos anos. Nuestras Iglesias Diocesanas en estado de asamblea
pueden traer a las Islas un nuevo Pentecostés, un rebrotar de la acción del
Espíritu de Jesús Resucitado en nuestro terruño insular.