ALMOGAREN. 1. (88) PBgs. 131 142. O CENTRO TEOLOOICO DE LAS PALMAS
LA IGLESIA Y EL DESARROLLO CULTURAL DE
CANARIAS DURANTE EL REINADO DE ISABEL II:
LAS BIBLIOTECAS PARROQUIALES DEL
OBISPO LLUCH Y GARRIGA *
SANTIAGO DE LUXAN MELENDEZ
CATEDRATICO DE HISTORIA DEL
INSTITUTO TOMAS MORALES DE !AS PALMAS
INTRODUCCION
Pretendemos en esta breve comunicación dar algunas claves para valo-rar
el significado de la creacion por parte del Obispo Lluch, de una serie de
bibliotecas populares católicas, situadas en diciocho parroquias de todo el ar-chipiélago
canario, a principios de la década de 1860. Comprender este pro-grama
de afirmación cultural cristiana en sentido positivo (además perseguir
y prohibir, hay que ofrecer una alternativa a la comunidad de creyentes), nos
ha llevado a pasar revista a los principales factores que configuraron la posi-ción
de la Iglesia católica en el terreno de la educación y de la cultura en gene-ral,
en las primeras décadas del siglo XIX. La falta de estudios de base sobre
la enseñanza de la doctrina cristiana en los niveles escolares y parroquiales,
ha restringido nuestro campo de mira, al tratar de situar el contexto en el que
surge esta iniciativa, al mundo del libro y de las bibliotecas. Como hacemos
constar en el texto, nuestro trabajo hubiera podido tener un carácter más ana-lítico
y quizá un mayor alcance, si hubiesemos dispuesto de la documentación
-
(*) Comunicación presentada a las 11 Jornadas de Historia de la Iglesia en Canarias, siglo XIX.
Las Palmas, noviembre de 1988.
132 SANTIAGO DE LUXAN MELENDEZ
administrativa producida con la puesta en marcha de estas bibliotecas o con
elementos de comparación sobre lo ocurrido en otras diócesis.
Debemos reseñar que para la redacción de esta comunicación nos he-mos
servido de resultados obtenidos en otras investigaciones y del estudio del
Boletín Eclesiástico de la Diócesis. Naturalmente, el marco nacional de refe-rencia
para comprender la actividad del Obispo Lluch en la difusión de los "bue-nos
libros", no puede ser otro que la fundación por el P. Claret de la "Her-mandad
de los buenos libros" (1846) y sobre todo, la "Librería Religiosa" de
Barcelona (1848), casi coincidente con su misión en Canarias. '"'
1. LAS BIBLIOTECAS ECLESIASTICAS DE CANARIAS
ANTES DE 1860
El panorama de las bibliotecas de la Iglesia en el archipiélago en el pe-ríodo
de creación del Estado Liberal puede reducirse a tres tipos de institucio-nes.
La importante librería del Seminario Conciliar que tuvo carácter público
hasta 1852. Las modestas bibliotecas de los cabildos catedralicios de Las Pal-mas
y La Laguna, de índole privado. Y las diferentes salas de lectura situadas
en los conventos de las órdenes de Santo Domingo, San Francisco y San Agus-tin,
una gran parte de las cuales fueron enajenados con las medidas desa-mortizadoras.
La primera de ellas, ('1 arranca del programa de creación de bibliote-cas
puesto en marcha por Carlos 111 en 1771, al disponer la formación de las
mismas con los fondos procedentes de los legados que dejaban los obispos fa-llecidos
y las obras recogidas por la expulsión de los jesuitas. Anotemos, que
después de una fugaz instalación en el palacio de la mitra de la plaza de Santa
Ana, quedó definitivamente ubicada en el edificio del seminario. Se tienen no-ticias
de la actuación de su primer bibliotecario ''' y de que inmediatamente
abrió sus puertas al público. En el momento de redactar Millares Torres su
contribución al Diccionario Geográfico-Estadístico de Madoz, advertimos que
había aumentado sus prestaciones públicas, con un horario considerablemente
(**) SANANTONIO MARlA CLARET, Escritosautobiográfjcory espirituales. Madrid, 1959.
Especialmente, pp. 285-6, 322-325, 458-460 y 816-819.
(1) J . INFANTES FLORIDO, Crisis religiosa e Ilustración. Un horizonte desde la biblioteca
de Tavira: ventanal sobrela Iglesia del siglo XVII. Las Palmas, 1981. Y Un seminario de
so siglo: entrela Inquisición y las Luces. Las Palmas, 1977, pp. 97 y SS.
LA IGLESIA Y EL DESARROLLO CULTURAL DE CANARIAS DURANTE EL REINADO DE ISABEL 11.. 133
ampliado '1 entre estas fechas (1845-50) y las de su fundación, recibió como
aportaciones más significativas, el legado del Obispo Tavira y las obras proce-dentes
de los conventos suprimidos. Es necesario escribir que por disposición
del Marqués de la Concordia de 1837, los libros de los de Gran Canaria, tuvie-ron
como destino final el Seminario Conciliar, (4 siendo especialmente relevan-te
la incorporación de los recogidos en el convento de Santo Domingo de esta
ciudad. (3 Respecto al tamaño de la biblioteca, los siguientes datos, apuntan
un crecimiento importante en la década de los cincuenta:
En cuanto a su contenido, se da por descontado que era eminentemente
religioso, pero junto a obras de derecho canónico, teologia dogmática, esco-lástica,
moral, Sagrada Escritura y colecciones de los Santos Padres, hay que
considerar, en 1791, un espacio no despreciable consagrado a filosofía, medi-cina,
matemáticas, historia, geografía y astrología, derecho, etc. "' Con pos-terioridad,
como resultado inmediato del proceso desamortizador, el catálogo
teológico se haría más importante. No debemos olvidar, sin embargo, que du-rante
las primeras décadas del siglo asistieron al seminario, no sólo los futuros
sacerdotes, sino todos aquellos que querían cursar estudios de grado medio
en la ciudad. Finalmente, conviene dejar reseñado que al encargar el Obispo
Codina la dirección de este centro a los jesuitas, esta importante biblioteca per-dió
su dimensión pública, aunque ya habían surgido en la ciudad otras ins-tituciones
que trataron de rellenar este apreciable vacío. '9)
(3) La biblioteca empezó abriendo 3 horas por la mañana y 2 dos por la tarde. En tiempos
de Millares Torres, lo hacía de 9 a 1 y de 3 a 6, respectivamente. Vide Diccionario Geográfico-
Estadistica-Histórico de Espana y sus posesiones de ultramar por P. MADOZ, Madrid
1845-50. Edición facsimil de 1986, p. 179.
(4) Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, leg. 2-46/1.
(5) Ibidem supra 3.
(6) El primero de los datos, nos lo proporciona Infantes Florido. El segundo, está tomado
de la reseña de Millares Torres para el Madoz. Y el tercero, aparece en la respuesta del
obispado a una circular del Ministerio de Gracia y Justicia, reproducida en el "Boletin
Eclesiástico de la DiOcesis dc Canarias y Tenerife" (DOEDC) de 10-VIJ-1860. D. 70.
(7) Idem supra, 1 pp. 40-43.
1.8 .) J. PADILLA. Las bibliotecasPúblicas "las libredas oarticulares en "El Museo Canario"
T. 11 (1880-si), p. 360. Igualmente J. ALONSO MORALES, El Seminario Diocesano en
Canarias. Notas históricas. "Revista de historia", T. XXXll (1968.69). pp. 196 y SS.
19) Es~ecialmentel Gabinete Literario. Santiaea de LUXAN MELENDEZ v M! de los re^
yes HERNANDEZ SOCORRO, ~iblioteca~públicya sp rivadas en Las &lmas hasta la
Segunda República. Comunicación presentada al 1 Congreso de Cultura Canaria. Fuerte-ventura
(Noviembre de 1986).
134 SANT~AGO DE LUXAN MELENDEZ
Por su parte, las bibliotecas de los cabildos de Las Palmas y La Lagu-na,
eran de uso reservado a los canónigos y naturalmente especializadas en te-mas
religiosos. La de Las Palmas por ejemplo, en derecho canónico, teología
dogmática y moral. La lagunera, tuvo su origen en la donación del que fuera
Obispo de Heraclea D. Esteban Bencomo, mientras que la de Las Palmas, fue
constituyéndose con las sucesivas aportaciones de los miembros del cuerpo ca-pitular.
("' En el caso de esta última, primero el Gabinete Literario,"" y más
tarde el Gobierno provisional del Sexenio Democrático, intentaron en vano abrir
a la sociedad los fondos del Cabildo. "3 No ocurrió lo mismo con los libros
de La Laguna, trasladados, después de los decretos de secularización de 1869,
a la Biblioteca Provincial, donde pudieron ser consultados por los lectores in-teresados
basta su devolución en 1875.'")
En resumen, la Iglesia contribuyó de una manera importante al desa-rrollo
cultural de las islas, manteniendo abierta la biblioteca del Seminario Con-ciliar
que, a fines del Siglo XIX por lo menos, contaba con fondos de interés
no solo desde el punto de vista religioso. Ya en pleno reinado de Isabel 11, ce-rró
sus puertas, en el momento en que algunas sociedades culturales (Gabinete
Literario, Liceo y Sociedad Filarmónica, principalmente) trataron de reavivar
el empobrecido ambiente cultural dando vida a pequeñas bibliotecas, organi-zando
actividades culturales, etc. Como es bien sabido, del Gabinete surgiria
el que fue principal centro de enseñanza de Las Palmas durante el resto del
siglo: el Colegio de San Agustin, y más tarde, el de Señoritas. '14' Por último,
el Estado ensayó sin éxito durante el Sexenio, en una operación poco medita-da,
dar carácter público a las que hasta entonces habían sido librerías de los
canónigos.
(LO) Santiaso de LUXAN MELENDEZ, La senilariración de las bibliotecas eclesiásticas de
Canarias durante el sexenio revolucionario. Ponencia presentada al VlIl Coloquio de His-toria
Canario-Americana. Las Palmas, Octubre de 1988 (en prensa).
(1 1) N. ALAMO, El Gabinete Literario. Crónica de un siglo 1844-1944. Folletón del "Diario
de Las Palmas" (1944.1956). p. 43".
(12) lbidem supra 10.
(13) lbidem y M.G. MARTINEZ, La Biblioteca de la Universidad de La Laguna. Santa Cruz
de Tenerife. 1969.
12. LA OFERTA DE LIBROS RELIGIOSOS: EL EJEMPLO DE
LAS PALMAS
2.1. El comercio del libro: hemos analizado en otra parte las vicisitu-des
del mismo en la capital grancanaria, durante la época isabelina. '15' Es in-teresante
traer a colación que entre las posibilidades que se abrieron a los ciu-dadanos
lectores (en proporción mucho mayor en la ciudad que en el resto de
la isla), de adquirir libros, ocuparon un lugar destacado las materias de ense-ñanza
y de religión. Entre los textos de la primera encontramos, por supuesto,
libros de educación cristiana referidos especialmente a las escuelas de primeras
letras, en los que el aprendizaje de la religión era supervisado por los párro-cos.
'16' A modo de ejemplo, podemos citar el Catecismo de la doctrina cris-tiana
del P. Astete o el de Padre Ripalda, reimpreso en Santa Cruz de Tenerife
en 1861. Precisamente la edición isleña del citado catecismo, sería prohibida
por mandato del Obispo Lluch al contener variantes que se apartaban de la
doctrina de la Iglesia. '17'
El establecimiento de José Urquía, la Imprenta de Isidro Miranda, Ama-ranto
Martinez de Escobar, Juan Lorenzo Ferrer, Pedro Vida1 y la propia Im-prenta
del Boletín Eclesiástico, fueron los principales suministradores de obras
religiosas de la ciudad, a los que habría que añadir, a partir de 1868, el nego-cio
especializado en libros eclesiásticos de Francisco Báez. Vendían de todo,
desde sermones escogidos, novenas, vidas de santos, de la Virgen, calendarios,
pasando por el Brevario Romano, hasta tesis de teología. (18) En cualquier ca-so,
los compradores mayoritarios de este tipo de literatura debieron ser los pro-pios
presbíteros.
A estos últimos, va dirigida, especialmente, la sección de novedades,
editoriales que periódicamente aparecia en el Boletín Eclesiástico. Por poner
algunos ejemplos, recordemos: La Biblioteca escogida de la Juventud, al cui-dado
del catedrático de Historia Universal dc la Universidad de Barcelona, D.
(15) S. de LUXAN MELENDEZ y M! de R. HERNANDEZ SOCORRO, Libros. libreros y
librerias en Las Palmas durante los años centrales del Siglo XIX en "Cuadernos de Biblio-teconomia
y Documentación" nP 1 (1988) pp. 13-37.
(16) Esta práctica será recordada por el Obispo Lluch repetidas veces: el 20-1-1860 en la Circu-lar
á los Ven. Curas Párrocos de las diócesis de Canarias y Tenerife sobre la enseñanza
de la doctrina cristiana (BOEDC de 1-11-1860).
El 5-11-1862 (BOEDC de 10-11-1862) y en las conclusiones de las visitas pastorales (BOEDC
de S-IV-1863).
(17) Escrito enviado a los párrocos el 26-IX-1861 (BOEDC de 10-X-1861).
(18) Idem supra 15.
136 SANTIAGO DE LUXAN MELENDEZ
Joaquín Rubio de Ors. (l91 La Biblioteca económica del párroco. El Tesoro
del sacerdote o repertorio de las principales cosas que ha de saber y prácticar
el sacerdote para sacrificarse a si, y santificar a los demás por el, del P. jesuita
José Mach. (21) La Biblioteca de los Padres de las Escuelas Pias, entre cuyos
titulos de destaca el opúsculo: Pío IX y la reforma del gobierno. ("2, O por ú1-
timo, para no alargar en exceso la lista, el folleto del presbítero José Gras,
la Europa y su progreso ante la Iglesia y sus dogmas. C2'J
2.2. La aportación de la Iglesia a la biblioteca pública municipal: entre
1860-9, la ciudad de Las Palmas vivió un pequeño renacimiento cultural, plas-mado
en la creación de una biblioteca pública municipal, que finalmente que-dó
emplazada en el también nuevo Insituto local de Enseñanza Media.'241 Los
volúmenes que formaron la misma fueron entregados por la elite de la ciudad,
entre la que hay que considerar incluida la parte más influyente del estamento
eclesiástico, con su obispo a la cabeza.
La Iglesia podía haber concluido el servicio que rendía a la sociedad
desde la biblioteca del Seminario, pero no puede decirse que quedase al mar-gen
de este nuevo proyecto cultural. Donaron obras a la institución municipal:
el beneficiado archivero del tribunal eclesiástico D. Antonio Ascaso y Orozco.
El provisor general y vicario del mismo organismo, D. Jaime Dachs. El chan-tre
de la catedral D. Francisco Paula Grosa. El doctor en teología D. Antonio
Jiménez Pérez. El maestro de ceremonias D. Ignacio Jiménez. Los hermanos
Teófilo y Emiliano Martínez de Escobar. El arcipreste. D. Domingo Morales
Guedez. El párroco de San Francisco, D. Matías Padrón. El de la Iglesia ma-triz
de San Agustín, D. Salvador Rivero Bethencourt. El secretario de cámara
y gobierno del obispado, D. José Sagalés. El que fuera secretario del Obispo
Romo, D. Domingo Mauricio Rolo. Finalmente, debemos nombrar al Ilmo.
Rmo. Fr. Joaquín Lluch Garriga.
La aportación del Obispo Lluch fue de las más importantes del clero
y consistió en obras bastante recientes, la mayoría de ellas procedentes de
Barcelona:
-
(19) BOEDC de 20-XII-1861, p. 292.
(20) Idem de 30-1-1862.
(21) Idem de 5-IV-1863.
(22) ldem de 15-VII-1863.
(23) ldem de 15 y 25-IX-1863.
(24) S. de LUXAN MELENDEZ y M1 de R. HERNANDEZ SOCORRO, La creación de una
Biblioteca Municipal en Las Palmas 1860-1869: una página mal conocida de la vida cultu-ral
de la ciudad en el siglo XJX. En "Anuario de Estudios Atlánticos" (en piensa).
P. Ramón BULDU, Historia de la Iglesia de España. Barcelona, Imp. Pons,
1856.
F. SCIO DE SAN MIGUEL La Santa Biblia. Barcelona, Imp. Pons, 1853.
P. Félix, Conferencias Predicadas en Nuestra Sra. de París, Madrid, 1858.
J. RUBIO y ORS, Manual deE1ocuencia Sagrada. Barcelona, Imp. Pons, 1858.
W. Cobbet, Historia de la Reforma Protestante en Inglaterra e Irlanda. Bar-celona,
Imp. de los herederos de la V. Plá. 1850.
Del mismo autor, Nuevas cartas de Willian Cobbet a los ministros de Inglate-rra
e Irlanda. Barcelona, Imp. de los herederos de la V. Plá, 1850. ("'
El resultado de esta colaboración de lo más selecto del clero, del que
hemos ofrecido como botón de muestra la contribución del prelado de la dió-cesis,
fue que la naciente Biblioteca Municipal, presentase en sus anaqueles una
importante partida de obras religiosas, el tercer grupo más numeroso tras me-dicina
y literatura. Se trataba de escritos de teología, biblias, libros de culto,
vidas de santos, historia de la Iglesia. (16)
2.3. La presencia de obras de religión en las bibliotecas particulares:
un factor a tener presente a la hora de estudiar las manifestaciones de la litera-tura
religiosa en la sociedad canaria, es, sin lugar a dudas, la existencia de la
misma en las bibliotecas particulares de personas no vinculadas al clero. Aún
en los gabinetes de lectura de los ilustrados, este tipo de obras tenia una pre-sencia
determinante. Naturalmente, en este caso, las preocupaciones de la Iglesia
se dirigían más a velar por la ortodoxia de las mismas. Recordemos, como el
Marqués de Villanueva del Prado tenia, a fines del siglo XVIII, 92 títulos reli-giosos
de un total de 400.'27' También ocuparon un lugar preferente en la pe-queña
librería del pintor y proyectista grancanario Manuel Ponce de León y
Falcón. (28) Como otras bibliotecas, la suya reunía las biblias de Scio y Torres
Amat; obras de historia de las religiones, como la del Clavel, traducida del
francés por N.V. Magán en 1845; de teología, como el diccionario del Abate
Bergier; vidas de santos, de la Virgen, de Jesucristo, así como algún libro de
lírica religiosa, entre los que hay que destacar el Album Religioso, una de las
muestras más importantes del Romanticismo católico español.
\--, -~- --- . - .
6 ldem sirnra 7.4 ,..\ - ~.-r.- ~... . ~ ~ ~
(27) INFANTES FLORIDO, Crisis religiosa ..., p. 44-5.
(28) M! de R. HERNANDEZ SOCORRO y S. de LUXAN MELENDEZ, Las Bibliotecaspar-titulares
como fuente oara la historia de cultura: la oeoueña lihreria de D. Manuel Ponce ~ ~~~~~~~ . . ~ ~~ ~~~~~~~~~ ~~ ~ ~~~ ~~ - ~~~~~
de León y Falcón, un ariista canano delsiglo XIX. En "Tebeto" nP 1(1988), pp. 273-334.
138 SANTCAGO DE LUXAN MELENDEZ
3. LA JERARQUIA ECLESIASTICA Y LA CIRCULACION DE LIBROS
EN LAS ISLAS
No tenemos espacio en esta breve comunicación para adentrarnos en
el papel que le cupo a la cabeza de la Iglesia insular como censor de la literatu-ra
impresa. A título indicativo, podemos referirnos a la preocupación mani-festada
por el Obispo Lluch, en relación a la ortodoxia de los libros religiosos.
En una significativa pastoral de 14 de febrero de 1861, leemos por ejemplo:
"Bien sabeis, hijos queridos, el gr~visimo disgusto que nos causó
la noticia de que circulaban en esta ciudad multitud de libros y fo-lletos
impresos en el estrangero, y que plagados de los más abomi-nables
errores se dirigen a contaminar la pureza de nuestra fe".(29'
El prelado, concluia su pastoral, solicitando a los fieles la entrega de
ese material impreso, portador del sello de la reprobación de la Iglesia, a sus
respectivos párrocos. "" Recordemos también el incidente del Catecismo Ri-palda,
cuya edición de Santa Cruz de Tenerife, sería retirada. La introducción
de libros de extranjero quedaría regulada por R.O. publicada en el Boletín Ecle-siástico
de 10 y 20 de agosto de 1862. El Dr. Chil, que fue víctima del celo
por la pureza de la doctrina, como el mismo cuenta en sus Estudios, explica
que muchas obras de ciencias y letras que nada tenían que ver con la religión,
fueron confiscadas por este motivo. De todos modos, no duda en afirmar, que
los libros que arribaban por la via de las franquicias, eran casi siempre recibi-dos
por sus destinatarios. Y quiere ver en el Obispo Lluch, un sentimiento más
de guardar las formas que otra cosa, pues su superior ilustración era por todos
reconocida. 1"' Coincidiendo sin embargo, con un movimiento de reacción ca-tólica,
observable en otras diócesis, algunas obras, como La Judia Errante o
Los Miserables de Victor Hugo, u2' merecieron la reprobación de la jerarquía.
4. LA IGLESIA Y EL PLEITO INSULAR POR LA CREACION DE UN
CENTRO DE SEGUNDA ENSENANZA EN LAS PALMAS
Solamente vamos a mencionar este asunto que hemos estudiado en otro
lugar, (33) puesto que es conveniente recordar que a partir de las disposicio es
gubernamentales de 1843, el Seminario Conciliar quedó exclusivamente deli-
(29) BOEDC de 20 y 28-11-1861, PP. 37 y SS.
(30) Una lista de los libros que se entregaran aparece en las pp. 42- 3
(31) Estudios Históricos, Climatoldgicos y Patológicos de las Islas Canarias. Museo Canalo;
Ms inédito nP 11, f. 2.253.
(32) BOEDC de 25-111-1863, pp. 73-4. De 30-VI-1862, pp. 141-2. Y de 15-VI-1863, pp. 86-7.
(33) Idem supra 14.
LA IGLESIA Y EL DESARROLLO CULTURAL DE CANARlAS DURANTE EL REINADO DE ISABEL 11.. 139
cado a los alumnos que iban a seguir la carrera sacerdotal, y como consecuen-cia
de ello, la ciudad emprendería un largo Camino por dotarse de un centro
público de grado medio que no llegaría hasta 1868. Destacamos esta cuestión,
porque, a partir de estas fechas, se solicitaría repetidas veces la supresión del
centro eclesial.
5. LA CREACION DE LAS BIBLIOTECAS PARROQUIALES POR EL
OBISPO LLUCH. ALGUNAS CLAVES PARA SU COMPRENSION
El Ilmo. y Rmo. Fr. Joaquín Lluch, antiguo catedrático de teología mo-ral
del Seminario Conciliar de Barcelona, (34' tomó posesión de la diócesis el
16-1-1859 iniciando inmediatamente una visita pastoral por todo el archipiéla-go.
1") Resultado de ese primer contacto con sus feligreses, y de acuerdo con
lo que hemos manifestado sobre la importancia de velar por la ortodoxia cató-lica,
amenazada, entre otras cosas, por la introducción de libros extranjeros,
por las lecturas peligrosas ... se trazó un programa de fomento de la instruc-ción
y educación cristiana del pueblo, en el que deberían jugar un papel fun-damental
las bibliotecas parroquiales:
"Uno de los medios de que nos hemos de valer en los tiempos ac-tuales
para cumplir con nuestra misión de moralizar las socieda-des
y salvar las almas de nuestros prójimos, es fomentar la instruc-ción
y educación cristiana del pueblo, facilitándole buenas lectu-ras.
'36)
El hecho insular, el altísimo índice de analfabetismo de sus moradores,
no se escapaban a la mente del recién llegado obispo, que con este proyecto,
podemos decir que adelantaba a la Iglesia en casi una década al esfuerzo que
el Estado emprendió, teniendo como base las escuelas primarias, con la crea-ción
de las llamadas bibliotecas populares en 1869. '"'
Tres fuentes distintas suministrarían el material impreso a las pequeñas
bibliotecas de la Iglesia: de un lado, los procedentes de la "Librería religiosa"
&
(34) BOEDC de 10-1-1861, pp. 2-4.
(3h) S. de LUXAN MELENDEZ, y MP de R. HERNANDEZ SOCORRO, Fuerteventura en
, la 'o~re ma deLas Palmas durante la éooca isabelina. En las 111 Jornadas de Estudlos sobre Lanzarote y Fuerteventura "~eptiembre de 1987 (en prensa).
(36) BOEDC de 11-11-1860, p. 95.
(37) F. PICATOSTE, Memoria sobre las Bibliotecas Populares, Madrid, Imp. Nacional, 1870
y N. DIAZ Y PEREZ, Las Bibliotecas de España en sus relaciones con la educación popu-lar
y la instrucción pública, Madrid, 1885, 2 h d .
140 SANTIAGO DE LUXAN MELENDEL
de Barcelona. De otro, los que constituían la biblioteca particular del propio
prelado. Y por último, todos aquellos que los fieles quisieran voluntariamente
donar. Contamos con pruebas de que el Obispo recibia paquetes de libros de
procedencia barcelone~a."~T'a mbién sabemos, que como otros antecesores en
el cargo, ofreció su biblioteca al Seminario Conciliar, si bien es verdad que
no se agotó aquí su interés por la difusión de los libros, recuérdese la entrega
a la Biblioteca Municipal, y a diferentes presbíteros de la diócesis:
"Los libros de su magnífica biblioteca, después de haber reparti-do
algunas obras entre varios eclesiásticos de esta Diócesis, los ha
dejado para la biblioteca pública del Seminario Conciliar, que se
halla enriquecida con más de 1.130 volúmenes dados por S.E.I.,
entre los que figura la colección completa de los padres griegos y
latinos, compuesta de 300 tomos en folio, y otras muchas obras
de indisputable mérito". (39)
No puede decirse, por tanto, que el pintor Ponce de León, eligiera co-mo
fondo para su retrato los anaqueles de la biblioteca simplemente como me-ra
ambientación escénica, sino que el artista estaba reflejando la importancia
que el Obispo concedía a los libros. '") Con la pequeña ayuda inicial del pre-lado,
se esperaba que el celo de los párrocos y la generosidad de los fieles hi-ciese
el resto:
"Espero del celo eilustración de V. queprocurará aumentar el nú-mero
de obras de esta biblioteca parroquial, manifestando a sus
feligreses su objeto e importancia, e indicándoles que recibiría con
singular complacencia todos los libros de que los particulares ten-gan
a bien desprenderse para utilidad del público y aumento de di-cha
biblioteca". id')
Se trataba de fomentar la circulación de libros escogidos entre los fieles
con el fin de que pudiesen leerlos en sus casas. Por ese motivo, algunas obras
se entregaron duplicadas, e incluso triplicadas. El cuidado y celo con que el
Obispo quería llevar adelante sus propósitos queda reflejado en los detalles
administrativos:
- l
Libros, libreros y librerias, ob. cit.
Rasgos de generosidad de nuestro Excmo. e Ilmo. Sr. Obispo D. Fray Joaquin Lluc y
Garriza. En BOEDC de 25-IV-1869, p. 72. 4 M! de R. HERNANDEZ SOCORRO, Contribución al estudio dela retraiistica scleslá ti
caen Canarias durante el Sjelo XIX. Comunicación oresentada a las Jornadas de ~ i s t o j i a ~ ~~~
de la l&ia del Sigo XIX i ~ a s ~ ~ a l mNaosv,i embre de 1988).
ldem supra 36, p. 96.
1:) Los párrocos deberían retirar sus respectivos lotes en la Secretaria de Cá-mara
y Gobierno recibiendo el correspondiente recibo.
2P) Llevarían un registro con los nombres y apellidos de los feligreses que re-quiriesen
los servicios de esta pequeña biblioteca circulante.
3P) Remitirían los 15 primeros días de enero de cada año, nota del número
de sus volúmenes y cuantas noticias pudiesen contribuir al precio del es-tado
de las mismas.
Desgraciadamente no hemos podido consultar esta documentación, que
si existió, sería una fuente inestimable para conocer el contenido de las distin-tas
bibliotecas, el resultado práctico de su existencia al poder comprobar el mo-vimiento
de las mismas, así como la identidad de las personas que formaban
parte con un cierto nivel cultural (como era saber leer), de la comunidad pa-rroquial.
w21 En cuanto a los fondos fundacionales, ya hemos indicado algu-na
pista sobre su posible contenido al referirnos al comercio del libro, a la con-tribución
de la Iglesia a la Biblioteca Municipal. Seguramente el estudio de la
propia librería del Obispo, puede ser otro camino de acercamiento no desde-ñable.
Y desde luego, el catálogo de la Librería religiosa de Barcelona.
Con el plan de Lluch, se pretendía ubicar en las parroquias principales
del archipiélago, gabinetes de lectura cristiana. De ellas, siete corresponderían
a Gran Canaria (San Juan de Telde, Agüimes, Teror, Arucas, Gáldar, Guia,
Agaete), cuatro a Tenerife (Santa Cruz, Realejo alto, Icod y Guia), y uno por
cada isla menor (Arrecife de Lanzarote, La Oliva en Fuerteventura, La Pal-ma,
Valverde en El Hierro y San Sebastián de La Gomera). Nos falta constan-cia
documental de que así se hiciese, aunque unos meses después, en respuesta
a una circular del Ministerio de Gracia y Justicia, se ofrecía el balance de 18
bibliotecas parroquiales, creadas a principios del año 1860, con un total de 562
volúmenes y la noticia de que alguna estaba recibiendo un considerable aumento.
143 Aún puede ser un argumento más para corroborar su existencia real, un
suelto del Boletín Eclesiástico de 1868, cuando el prelado abandonó la dióce-sis,
en el que se exponía como uno de los rasgos de generosidad del mismo,
la creación a sus espensas de varias bibliotecas parroquiales para la instruc-ción
popular. Id&).
(42) A este respecto realizarnos indagaciones sin resultado en las parroquias de San Juan de
Telde y de Arucas.
(43) BOEDC de 10-V11~1860, pp. 90.1.
(44) lbidern supra 39.
142 SANTIAGO DE LUXAN MELENDEZ
Concluyamos: La situación de analfabetismo que aislaba aún más al
archipiélago, el clirfia de posibles influencias de libros que procedentes del ex-tranjero
llegaban a sus puertos con el consiguiente menoscabo de la ortodo-xia,
la falta de una educación cristiana de base, la necesidad de contrarrestar
el naciente anticlericalismo dando un fuerte impulso a la cultura popular, Ile-varon
a este obispo catalán a poner en marcha un servicio de préstamos de
libros que contasen con el beneplácito de la Iglesia:
"La impiedad ha sembrado la zizaña en nuestras islas por medio
de los malos libros, deber es de los ministros del Señor, arrancarla
de las inteligencias por la lectura de los buenos. Se nos acusa a los
eclesiásticos de enemigos de la ilustración y progreso de los pue-blos,
demos un mentís a nuestros acusadores, fundando bibliote-cas
populares que sean otras tantas oficinas de ilustración y pro-greso
cristiano". "')
Santiago de Luxán Meléndez
(45) Ibidem supra 41