ALMOOAREN. 2. (88) Pks. 61 - 79. @ CENTRO TEOLOOICO DE LAS PALMAS
DE VUELTAS CON EL "LOCUS" DE LA TEOLOGIA*
A. SERAFIN HERNANDERZO DRIGUEZ
PROFESOR DE TEOLOGIA FUNDAMENTAL DEL CET
PRELUDIO: Las preguntas que no contestaré.
Las Remudas, un día cualquiera.
La plaza se extiende larga como un día sin pan y cae en cascada hasta
el anfiteatro, recorrida a un lado y otro por largos escalones rotos en su centro
con rampas cruzadas por monopatines que estacionan al morir el sol.
El cemento con que está vestida se ve amenazado en su columna verte-bral
por jardines deslucidos y algún banco descomunal del mismo material ra-ra
vez ocupado.
Algunos niños pueblan la calva de cemento mañana y tarde y la llenan
tenuemente de ruidos y risas. Y, casi en los límites, entre los bloques y la pla-za,
justo en los accesos a éstos, se apostan los hijos de la droga: vendedores,
consumidores. Jaco, coca, heroína y esa eterna espera de no se sabe qué'cole-ga,
mientras se lavan la cara con un dulce y blando sueño.
Algún balón rueda y se pitan penaltys mientras al atardecer zumban los
tambores reiterativos ritmos de chácara y carnaval. Es final de verano pero
no demasiado pronto para que las niñas, estuchadas en mallas y con sombre-ros
emplumados, entre en un local vacío, de cancelas desconchadas, al son de
(*) Esta reflexión pretende asumir el reto planteado por nuestro obispo, Ramón Echarrcn,
en la Presentación de la revista (Cf. ALMOGAREN, nP I (junio 1988), pp. 9-26).
62 A. SERAFIN HERNANDEZ RODRIGUEZ
la ilusión siempre reavivada del Coso de Telde o de Las Palmas. Cosen ilusio-nes
con lentejuelas o con el ritmo endiablado de Escalas en Hi-fi de trapos apre-tados
y carmín en los labios en revival de los mitos de la marginalidad. Porque
en los aparcamientos que bailan en torno a la plaza la danza de la miseria se
oye el martille0 de Los Chunguitos, de los Cali o de Tijerita.
Aparcamientos vestidos de rejas y miradas ávidas y temerosas más allá
de las cortinas que ennoblecen la vista hecha tras una ventana.
Los más pequeños del vencindario, que osan romper la puerta de su
jaula-hogar o, los dejados de todas las manos familiares y públicas pululan
entre los matos de los jardines y juegan cien mil veces a la misma guerra con-tra
el olvido de la miseria ... y es que los Magos de Oriente nunca tocaron en
su puerta.
Me miran con el rabillo del ojo en espera de algún gesto. Esbozo una
sonrisa acogedora y se acogen al temor. Cuántas sonrisas han sido el prólogo
de la tragedia, cuántas caricias se usan como monedas para comprar lo que
se haya convenido en llamar abusos deshonestos.
El lenguaje ha perdido significado, los gestos están desestructurados.
Los lazos de sangre, con frecuencia, con demasiada frecuencia, no significan
gran cosa, si no es algún derecho a maltratar en familia ... y no hay otra asig-natura
que aprender, después de haber sido expulsado cien veces del mismo
colegio, que el arte del engaño y del chanchullo: el lenguaje de la supervivencia.
Sus héroes se han forjado en El Salto del Negro y sus epopeyas se reali-zan
en La Garita, en Melenara y en el Sur. Las sagas legendarias y los mitos
tienen nombres cosidos en vena, tienen rostros esculpidos con tinta china so-bre
la piel de sus epigonos. Novisimas tradiciones y racimos de cuentos cabal-gan
de portal en portal sobre los lomos de la imaginación, del morbo, del
esperpento.
Mientras, en algunos "hogares" se cuecen las habas agrias de los gol-pes
y empellones aderezados con gritos y alaridos en un concierto donde los
más jóvenes hacen el gasto.
Lenguaje, sangre, hogar, mitos, ritos y cuentos de una galaxia llamada
infierno.
Marcos levanta la vista, ojos huidizos. Ya sabe lo del "Quemado". ¿Hay
esperanza, hay esperanza para este lado? La palabra salvación ¿tiene algún
contenido, alguna migaja de significado? ¿Se podrá contar alguna vez la his-toria
de un perdedor resucitado o celebrar el rito del pan, cantarle al buen sa-maritano
o proclamar las bienaventuranzas, perdonar las ofensas y besar las
mejillas del malvado o limpiar las lepras y acompañar a los finados o, al me-nos,
en Navidad sembrarán los camellos algún sueño en los jardines de nues-tro
barrio que no vengan en papelinas sino en papel de regalo?
DE VUELTAS CON EL "LOCUS'DE LA TEOLOClA
1. REFLEXIONES GENERALES
1. El sujeto de la fe
Para teología post-conciliar va siendo un lugar común el que sea toda
la comunidad, la "universalidad de los fieles", el sujeto de la fe. La "comnu-nio
fidelium" posee el "sensus fidei" que le posibilita el acto verdadero de
la fe. ('1
También, para la teologia post-conciliar va siendo un lugar común el
que la fe no consiste en un mero asentimiento de una lista de verdades, sino
en un doble movimiento: pasivo y activo que envuelve la existencia de la co-munidad
y de sus miembros en ella.
Hablamos de un doble movimiento porque, por una parte, la comuni-dad
recibe pasivamente una tradición de experiencias hecha lenguaje. Recep-ción
que entraña algún tipo de juicio para ella. Y, por otra, ella la asume
creativamente.
Hablamos de un doble movimiento porque un sentido es ofrecido y rees-crito
novedosamente en la vida de los nuevos creyentes.
Doble movimiento permanente y no dado de una vez para siempre, con-tinuamente
recibido y reescrito en las miles de circunstancias existenciales que
van configurando la historia de las comunidades creyentes.
A este comentario existencial ('1 de la salvación de Jesús ofrecida en los
brazos de la tradición, llamamos la experiencia de fe de una comunidad.
Es el Espíritu del mismo Jesús el que acompaña y fecunda la nueva en-carnación
de la oferta de salvación en la historia siempre cambiante de las
comunidades.
Al servicio de esta encarnación, al servicio de una encarnación fiel es-tán
el ministerio de los obispos y de los teólogos. Están a su servicio y no susti-tuyen
a los creyentes que son y deben ser los sujetos de su propia fe.
(1) Lumen Gentium 12.
(2) Nos acogemos a la interpretación que hace P. GlSEL de la fides ex auditu como momento
pasivo o anamnesis en el acto de la fe y al concepto producción como momento activo
y profético del acto de la fe. PIERRE GISEL, Verdad y tradición histórica en Iniciación
a la práctica de la Teología. Madrid, 1984, 150-152.
(3) J. M. TILLAR, al hablar de la experiencia de fe lo expresa coma "el comentario que la
vida hace de la palabra" Teologia y vida eclesial en Iniciación a la práctica de la Teología.
Madrid, 1984, 167.
64 A. SERAFIN HERNANDEZ RODRIOUEZ
Ni los teólogos ni los obispos engendran la fe ni la soportan en sus en-debles
brazos sino que cuidan de su apostolicidad, de la fidelidad de la comu-nidad
de creyentes a su origen apostólico.
2. La teologia al servicio de la fe de la comunidad
Si "la teologia (es la) reflexión científica, es decir, discurso critico, me-tódico
y sistemático sobre la fe" ''' de la "conmunio fidelitum" es impesable
una teología que no se realice al interior de la Iglesia, en fidelidad a Cristo,
pero también en fidelidad al hombre histórico que es al que se le hace la oferta
de sentido y que es el que está respondiendo a esa oferta.
Tampoco es pensable una teología entregada como ideología eclesiásti-ca,
o sea, como remedo del discurso de los pastores o de la factica conciencia
de fe del pueblo de Dios. La teologia no puede ni debe renunciar a ser una
interpretación crítica con los rigores que supone el saber crítico.
Ahora bien, este posicionamiento no le pone por encima de las comuni-dades
de los creyentes, sino que precisamente el saber critico de la teología es
un instrumento que se pone en manos de la comunidad para que ella sea más
lúcida y fiel a la salvación ofrecida por Jesús, para que su fe sea más verdade-ra.
La teologia no sustituye el protagonismo de la fe de la comunidad sino que
la hace más lúcidamente creyente.
No debemos olvidar que la "recepción" de la teologia como de los pro-nunciamientos
de los pastores reside en la comunidad que es donde mora el
Espíritu de la Verdad.
3. La teología, un saber de segundo grado
C. Boff, (3 creemos, ha acertado a plantear el estatuto epistemológico
de la teología considerándola como saber de segundo grado.
Entre la fe, entendida como "aprehensión consciente (de la experien-cia)
de Dios" y de la teologia como "aprehensión teórica (de la idea) de Dios
en y por el sistema conceptual" media una ruptura epistemológica.
(4) Informe de la Comisión episcopal para la Doctrina de la fe sobre algunos aspectos de la
situación doctrinal de la Iglesia en España. 2.2. Ecclesia, 18 de junio de 1988, no 2.376,
pág. 31 (927).
(5) Nos referimos a la obra monumental de C. BOFF, Teoiogia de lo Politico. Sus Mrdiacio-nes.
Salamanca, 1980.
(6) Ibidem, 230.
DE YUELTASCONEL "LOCUY DELATEOLOGIA 65
Siguiendo el planteamiento algo mecánico de C. Boff sobre el hacer teo-logía
sostenemos aquí que la fe confesada y vivida por la comunidad es reela-borada
crítica y sistemáticamente desde la positividad de la fe (tradición +
escritura: revelación) dando lugar a un producto realmente teológico que es
ofertado a la comunidad como servicio esclarecedor de su propia y situada fe.
Desde este mismo planteamiento la positividad de la fe o pertinencia
teológica se ve sometida a los rigores de la hermeneútica. Las técnicas herme-néutica~
n o sustituyen a la interpretación o hermenéutica sino que acotan "el
marco donde se produce la donación del sentido". ('1
La teología eleva su vuelo desde la fe confesada en la comunidad para
volver a depositar su producto en medio de la comunidad que merced a este
servicio puede acoger con mayor "verdad" el mensaje de salvación ofertada
y que ya está siendo encarnado por ella.
Muchas preguntas nos quedan por hacer y por contestar en este aparta-do
que hemos titulado como "teologia, saber de segundo grado", pero esta-mos
ahora interesados en resaltar los rigores de este saber. Queremos con ello
decir que el servicio teológico implica un esfuerzo teórico especializado. Pero,
a la vez, estamos interesados en enganchar este saber en la comunidad. De ahí
que continuemos nuestra reflexión afirmando que es la comunidad la que aporta
los temas a pensar y las relevancias.
4. La comunidad creyente aporta los temas a pensar por la teología
Es la comunidad como "oyente de la palabra" la que la encarna en su
momento existencia1 e histórico. Es ella la que apuesta por el sentido ofertado
en Jesús. Es ella la que hace experiencia de la fe en la lucha permanente con
la increencia que le aborda en cada recodo de su caminar histórico. Es ella la
que reza y celebra las alegrías o las elegías de su existencia ante el rostro del
Dios de vivos. Es ella la que canta su fe y trenza plegarias y salmos de acción
de gracias. Es la comunidad y la fe de la comunidad el tema a ser pensado
con las relevancias que cada momento de esa historia discontinua plantea. Son
sus preguntas o sus silencios los que merecen respeto y respuesta.
El teólogo debe husmear la historia de la comunidad rastreando los "ge-midos
inenarrahles" (Rom 8,22) del Espíritu, porque las relevancias no son
fruto del azar o de una lectura selectiva-interesada (aunque no hay ninguna
lectura que no sea interesada (J. Habermas) de la fe de la comunidad. Las re-levancia~
s on los retos que siembra la historia preñada por el Espíritu de Jesús.
Cualquier teólogo que se precie de serlo debe no sólo estar inmerso en
una comunidad sino que debe ser un habitual y ávido lector de las biografías
y relatos místicos de las comunidades en su peregrinar en medio de una histo-ria
compartida con otros hombres, en medio de una historia cruzada por tra-gedias
y epopeyas, cruzada por melancolías, cantos de sirenas, sueños, dolor,
rabia y también fiesta. Por una historia "cohabitada" por poderes demonía-c
o ~m, agos, encantadores de serpientes, payasos, profetas y juglares con "án-gel";
vida de sombras, algunas sórdidas, otras lángidas; vidas cotidianas es-critas
con letra menuda o con maltrechos garabatos. Historia cargada de cica-trices,
de antiguas heridas no suficientemente restañadas, de esperanzas no
amortizadas y de logros que son la herencia, el sedimento, el ajuar de los nue-vos
inquilinos, de los hijos de todas las generaciones de la historia.
Efectivamente, cuando hay una comunidad, auténtica comunidad de
fe, la componen las biografías místicas de sus miembros. Biografía que como
definió J. B. Metz es "una biografía mística de la experiencia religiosa, de la
historia personal ante el rostro velado de dio^".'^' Biografías que hay que en-tender
dentro de los relatos comunitarios que cuentan la historia de una comu-nidad
ante el rostro velado de Dios. '9'
Biografías y relatos que se engarzan con las antiguas y nuevas biogra-fías
y relatos de una Iglesia entendida como productora y depositaria de na-rracione~.('~
Nla rraciones que no son sino reediciones de la vieja historia del
Nazareno.
Constituyen estas narraciones: biografías y relatos expresados en un len-guaje
simbólico y poético -en el lenguaje que reescribe la realidad desde su
profundidad, desde la profundidad no dicha en otros lenguajes-"" el lugar
desde donde habla el fundamento de la vida, de la existencia, de la historia,
del ser; desde donde nos habla Dios.
No obstante, hay relatos, cantos y rapsodias que no se sostienen en pie
frente al relato normativo de nuestra fe:
"Sí; existe esta historia de sufrimiento del pueblo, existe este do-lor,
que no es licito instrumentalizar ni siquiera en beneficio de la
-
(8) J. B. METZ, La Fe en la Historia y la Sociedad. Madrid, 1979, 229.
(9) H. COX, en la introducción a su libro La Seducción del Espíritu. Santander, 1979, 7-125
hace una sugerente reflenion sobre los relatos en especial.
(10) J. B. METZ, dedica amplias reflexiones sobre la Iglesia entendida esta como comunidad
narrativa. D.C., 146.16; 174.177; 213-227.
(11) C.f. P. RICOUER, La metáfora viva. Madrid. 1980, 293-343.
DE VUELTAS CON LL -LOCUS" DE LA TEOLOGIA 67
religión, que sólo los cínicos pueden intrepetar como noble y pri-vilegiado,
que lleva a la autonegación y al odio de sí mismo, que
fuerza a pueblos enteros a vivir sin ninguna posibilidad de afirma-ciones
o a buscar afirmaciones delirantes y una identidad ficticia.
Sí, existe este sufrimiento, queno es ningún recuerdo de Dios, que
no es siquiera recuerdo y, por tanto, tampoco alberga ninguna es-peranza.
(12)
Este conjunto de relatos autonegadores del hombre y del Dios de vivos
deber ser suspendido y criticado. La teologia no puede de ninguna manera y
en nombre del hombre y de Dios renunciar a su función crítica.
No obstante, esto no quita un ápice al hecho inapelable de que la co-munidad
de creyentes constituye el "locus" de la teologia y a que sus relatos
constituyen su tema.
5. El "locus" teológico
Según 1. Ellacuría, los pobres son "el lugar más apto para la vivencia
de la fe en Jesús y para la correspondiente praxis de seguimiento". Los pobres
son pues "el lugar más propio para hacer la reflexión sobre la fe, para hacer
teologia cristiana". ('3'
No podemos preguntar si a estas alturas de nuestra reflexión hay algún
modo de congeniar esta afirmación de Ellacuría con las nuestras anteriores so-bre
que el sujeto de la fe es la comunidad cristiana.
Antes que nada debemos aclarar en qué sentido hablamos aquí de "lo-cus".
Tradicionalmente lugar teológico y fuente de la teologia coincidían.
Para nosotros es obvia la referencia esencial a las fuentes (positividad
de la fe) por parte de la teologia, ya que constituye su misma pertinencia, es
decir, hace del discurso teológico un discurso pertinente. Así como considera-mos
tarea de la misma la determinación de su alcance y sentido. Entendemos
a la par que "de algún modo el lugar es fuente, en cuanto que aquel hace que
ésta dé de si esto o lo otro, de modo que gracias al lugar y en virtud de él se
actualizan y hacen realmente presentes unos determinados contenidos". "".
Por otro lado, sabemos que el sentido, como buena noticia "in fieri",
es entregada a los pobres. J. Jeremías llega a afirmar que "el Reino pertenece
únicamente a los pobres". ('j' J. Sobrino nos ha mostrado que los pobres cons-tituyen
"las condiciones objetivas" para experimentar el auténtico Dios cris-tiano.
'16'
Queremos decir con la cita de estos teólogos y otros que se han mani-festado
en el mismo sentido y acerca de la Iglesia de los pobres, que la "con-munio
fidelium pauperum" constituye inclusivamente, no exclusivamente, el
"locus" de la teología.
Los creyentes pobres y los creyentes que viven una real solidaridad con
ellos constituyen el lugar y sus narraciones el tema de la teologia.
Quiero ahora insistir en el carácter creyente del concepto: "conmunio
fidelium pauperum". Son los pobres como comunidad de creyentes los que
se convierten en "locus" de la teología pues son ellos los que se apropian de
la buena nueva de Jesús en la construcción de la liberación. Y es que la libera-ción
a secas no constituye por sí un lugar teológico sino la experiencia de libe-ración
realizada por creyentes.
Creo aquí oportuno recordar las tesis de E. Scbillebeeckx sobre la expe-riencia'"'
o el artículo de J. F. Malherbe sobre el conocimiento de la fe. (lX'
Si soy fiel a su pensamiento me parece que coinciden ambos autores en señalar
que la experiencia cristiana, la experiencia de fe, en absoluto significa una me-ra
implementación de noticias sobre el mundo o la existencia, sino que consis-te
en una manera peculiar de situarse en el mundo, en vivir el mundo de una
manera singular y habitar el mundo como espacio redefinido por la salvación
de Dios que está llegando. Habitar un mundo significa vivirse con una direc-ción
y sentido determinado, con un proyecto y una praxis concreta donde la
experiencia mística y ética no están separadas sino que la una vive de la otra.
La praxis de liberación cristiana no significa un hacer adjetivado, sino
un vivirse como hechura de Dios haciendo sus "mismas obras" (Jn. 5,17). La
liberación cristina es un saberse liberado-liberando. Mística y ética, don y tarea,
(15) J. JEREMIAS, Teologia del Nuevo testamento. Salamanca, 1973, 142. También C. ES-CUDERO,
Devolver el Evangelio a los Pobres. Salamanca, 1978, 270, dice: "Sólo será
buena esa noticia en la medida en que se realice la liberación de los oprimidos".
(16) Nos referimos al rnagnifica capitulo: la experiencia de Dios en la Iglesia de las pobres de
J. SOBRINO, Resuriección de la verdadera Iglesia. Santander, 198 1, 143.176.
(17) Cfr. E. SCHILLEBEECKX, Cristo .v los cristianos. Madrid, 1977, 21-57.
(18) Cfr. J. F. MALHERBE, El conocimiento de la fe, en Iniciación a la Práctica dela reolo-gia.
Madrid, 1984, 92-117.
DE VUELTAS CON EL "I.OCL,S' DE LA TEOLOGIA 69
acción y contemplación, fe y vida, plegaria y contestación caras de una misma
moneda.
Por otra parte, son justamente las narraciones de los pobres: sus luchas
y esperanzas, sus lamentos y gemidos los que harán posible una teologia desde
"el reverso de la historia" (G. Gutiérrez).
Sólo será posible ésta si el lenguaje teológico absorbe el modo geográfi-co
y cultural de existir del pueblo. (I9J
6. Tarea de una teología hecha desde este "locus"
Una teologia hecha desde este "locus" no puede de ninguna manera
renunciar a la dimensión evangelizadora y misionera inherente intrinsecamen-te
a la fe. La experiencia de fe como experiencia de un Dios que salva y de
una historia en vias de salvación, es una experiencia a ser testimoniada y ofre-cida
a todo hombre, pues compartimos una historia común, un hogar y mun-do
común y por otro lado, porque la salvación ofrecida por Dios lo es para
toda la familia humana. No se trata de la experiencia sólo destinada para una
minoría congnitiva sino de una experiencia que quiere y tiene vocación de uni-versalidad,
pues la salvación de Dios es una oferta para todos:
"Los gozos y las esperanzas, las tristezas y angustias del hombre
denuestros días, sobre todo delos pobres y de toda clase de afligi-dos,
son también gozo y esperanza, tristezas y angustias de los dis-cipulos
de Cristo, y nada hay verdaderamente humano que no ten-ga
resonancia en su corazón". 120J
Así pues, una teologia hecha desde la comunidad creyente de los pobres,
no renuncia a la universalidad, sino que busca un terreno común desde donde,
no sólo justificar y fundamentar su discurso (argumentar), sino sobre todo para
ofertar a la globalidad de los hombres la salvación de Jesús (testimoniar). Este
terreno común será necesariamente extra-teológico y el planteamiento se hará
en solidaridad cognoscitivamente democrática con los hombres. (")
(19) Cf. C. CUTIERREZ, La fuerza histórica delospobres. Salamanca, 1987, 217-245. Tam-bién
J. C. SCANNONE, se expresa en términos semejantes: "entie nosotros la ruptura
epistemológica esta implicando también la apertura al pueblo latina-americano y el pasa
por su mediación". Mediación que es la "historia y praxis de un pueblo que es sujeto acti-vo
de su propia palabra, es decir. de su propio lenguaje y racionalidad", Teología de la
liberación y praxis p o ~ u l a r .S alamanca, 1976, 249.
(20) Gaudiurn et p e s , proemio.
(21) J. J. LIMON, Dar Razón de la Esperan=. Cuadernos "lnstitut de Tealogia Fandamen~
tal" no 2, St. Cugat del Valles-Barcelona, 1987, 28.
70 A. SERAFIN HERNANDEZ RODRICUEZ
Ese horizonte común que bien podría ser la común resistencia ante el
hombre amenazado (E. Schillebeeckx) que parece subyacer en las propuestas
humanizadoras presentes en la diversidad irreductible de experiencias, cultu-ras
y tradiciones históricas o, tal vez, el pobre como universal concreto sub
conditionenegativa (Sobrino) ya que el hombre común y general es el no-hombre
o, quizá, el frente común ante el mal (T. Queirnga) en esa dialéctica de lo me-jor
de uno con lo mejor del otro o una antropología no ideal y si convergente,
hecha de un antropocentrismo solidario del sufrimiento y una antropología so-lidaria
de la libertad creadora (Metz-Segundo).
Horizonte ante el cual las tradiciones de experiencias: relatos y biogra-fías
deben mostrar su capacidad cognoscitiva, operativa, crítica y liberado-ra.
(22J
Una teología hecha desde este "locus" debe argumentar la fuerza li-beradora
y donadora de sentido de la salvación acaecida en Jesús y de la que
es depositaria la "communio fidelium pauperum".
Una teología hecha desde este "locus" se sabe ante todo crítico-política.
'23'
La verdad es la expresión cognoscitiva de la plenitud de vida. La ver-dad
se hace en el camino del desarrollo de esta plenitud. Nuestras narraciones
normativas nos hablan de una plenitud realizada en el hombre Jesús. Plenitud
a la que sólo se a-c cede en el seguimiento de este hombre. Así pues, una teolo-gía
cristiana se alimenta del seguimiento que hacen los creyentes a este Jesús
y oferta críticamente modelos de seguimiento que le posibiliten a la comuni-dad
el acceso a la plenitnd. Como esta plenitud es histórica y se vive en socie-dad,
toda teología debe ser critica y política con intencionalidad práctica.
Debe ser crítica con la praxis de seguimiento que se vive en la comnni-dad
de los pobres. Para semejante operación hecha mano de las mediaciones
analíticas oportunas. Debe ser critica con las ofertas de "modelos de vida"
que se venden en el mercado de la sociedad. Debe ofrecer criterios sobre las
mediaciones necesarias del seguimiento para que éstas estén en función de los
valores evangélicos.
En este sentido la teología se convierte en discurso (logos) de la verdad.
(22) Ibidem, 31.
(23) Cfr. J. B. METZ, o.c., 62-95
DE VUELTAS CON EL "LOCUY' Ut LA TEOLOGIA 7 1
Una teología hecha desde este "locus" debe defender y hacer inter-venir
permanentemente la "memoria passionis", el recuerdo de los sufrimien-tos
no amortizados. '24'
El recuerdo de las lágrimas, del dolor, de las injusticias de todos los
tiempos. El nombre de todas las víctimas, de todos los muertos. Este recuerdo
mantendrá abierta la historia a una plenitud distinta a la del olvido.
Debe recordar los costos de dolor y sentido de todas las praxis. '"' Es
el dolor medida de lo cierto. Es el dolor quien a los proyectos humanos los
libera del dogmatismo, de la clausura.
Son las narraciones insobornables del dolor las que derrotan la apatía:
la cancelación de las preguntas.
Son estas historias sangrantes las que nos obligan a reconocer nuestra
cuota de complicidad y nos liberan de los mecanismos exculpatorios que sus-traen
en último término la historia de nuestras manos y las entregan a un hado
ciego! a un destino forjado por una evolución sin meta. Es la culpa la que nos
obliga a ser sujetos de nuestra historia.
Son, en fin estas historias, las que raclaman "aquí y ya" realizaciones
práxicas que mengüen, al menos, el manantial de las lágrimas.
11. REFLEXIONES CONTEXTUALES
1. La Iglesia canana, nuestro "locus" teológico
Somos conscientes de que el concepto Iglesia Canaria entraña dificulta-des
eclesiológicas. Si definimos a la Iglesia local codo lo hace la Lumen Gen-t
i ~ m 'd~es~de' la eucaristía y la presencia de ésta y de la comunidad por parte
del Obispo(27e' n Canarias debemos hablar de dos iglesias locales. Ahora bien,
si asumimos como punto de partida la Evangelii Nuntiaudi'"' podemos con
razón hablar de Iglesia local como esa porción de humanidad que vive, lucha
y muere en Canarias.
1\.., 24) Cf r T.h.i-d~.e.m.. , .ll.lL. 12R
(25) Hacemos referencia al planteamiento que hace P. BERGER, en Pirámides de Sacrificios.
Etica política y cambio social. Santander, 1979.
(7.6) T.iirn?n i ient i i iv~~~ "m -
\-. , - .. .. . .. - ... . . ..
(271 J.A. ESTRAD)
n, n: '3.
, . i.P onencia sobre La eclesioloeia eucarisfica. Canarias. Navidad. 1987 í o a~
peles multicopiados).
(28) Evangelii Nuntiandi, 62: "esta Iglesia universal se encarna de hecho en las Iglesias particu-lares,
constituidas de tal o cual porción de humanidad concreta, que hablan tal lengua,
son tributarias de una herencia cultural. de una visión del mundo. de un oasado histórico.
de un substrato humano determinado"
72 A. SERAFIN HERNANDEZ RODRIGUEL
Por otro lado, ya entre nosotros F. Bermúdez (29' justificó suficiente-mente
la necesidad y legitimidad de una teología canaria.
Creemos, pues, poder decir que la Iglesia canaria es nuestro "locus"
teológico. Y debido al carácter misionero de toda teología, Canarias se consti-tuye
con toda razón en el objeto de nuestra reflexión teológica. "''
¿Qué queremos decir con que Canarias es objeto de nuestro teologizar
y que la Iglesia canaria es el "locus" teológico de aquellos que entre nosotros
quieren servir a la Iglesia desde este ministerio?
Queremos decir que son los relatos diversos y dispersos de la Iglesia que
vive en nuestras islas el objeto de nuestra reflexión crítica. Queremos decir que
son las narraciones, biografías, cosmovisiones o universos simbólicos produ-cidos
en Canarias los que debemos pensar criticamente a la luz de las narracio-nes
normativas de nuestra fe.
Pero, ¿cuáles son esos relatos, biografías y narraciones?
Creo haber llegado a la pregunta que paraliza el discurso. Creo haber
llegado al punto muerto de las afirmaciones que venimos haciendo en este
articulo.
Y es que cuando hablo de biografías y relatos estoy afirmando que to-do
individuo en Canarias va articulando aunque sea discontinua y fragmenta-riamente
algún proyecto de vida, estoy afirmando que todo pueblo va articu-lando
de manera, a veces, plural y a jirones algún destino y hogar de alguna
manera común.
Mas, entre nosotros estos relatos no estan recogidos, ni coleccionados,
ni pensados. Y un pueblo que no es autoconsciente de su tradición de narra-ciones
y experiencias es un pueblo sin identidad o con una identidad rota. Y
unos canarios sin memoria y sin proyectos biográficos son individuos fragmen-tarios,
rotos.
-
F. BERMUDEZ, Hacia una reologia Canaria (Lección inaugural). Las Palmas, 1980.
Somos conscientes de que el carjcter contextual de la teología no liquida sino que exige
su catolicidad: "Sólo la comunidad histórica universal en el tiempo y en el espacio garanti-za
laactuacióncompletade la plenitud salvifica de la palabra de Dios; por ello, la apertura
a la Palabra total implica la apertura a la unidad de las otras camunidades". 1. ELLACU-RIA,
Conversión de la Iglesia al Reino de Dios, Santander, 1984, 274. También C. GEF-FRE:
"La Teología se enraiza siempre en una práctica concreta. Pera corre el riesgo de
convertirse en ideologia ... si no se mantiene en diálogo con las otras interpretaciones del
cristianismo en cl tiempo y en el espacio. Una teología universal resulta impasible en la
Iglesia hoy. Pero toda teología debe tender a manifestar la universalidad de la fe cristia-na"
C. GEFFRE, El cristianismo ante el rie.íso de la inrerpretación, Madrid, 1984, 94-95.
DE VUELTAS CON EL "LOCUS" DE LA TEOLOGIA 73
Creemos una tarea urgentísima la de coleccionar y analizar esas conste-laciones
de narraciones, esas cosmovisiones y sus factores configuradores.
2. Demarcando la tarea
Hace algún tiempo entre nosotros algunos pretendieron reconstruir nues-tra
identidad y proyectos de futuro desde las tradiciones prehispánicas. Ahora
este proyecto y relato ha manifestado su fracaso histórico.
No fuimos conscientes del carácter clausurado y discontinuo de la his-toria.
Creíaiiios que el futuro estaba en la protología, en las aguas cristalinas
de un principio inmaculado e intacto de contaminaciones colonizadoras. Mien-tras
se realizaba la batalla arqueológica los factores determinantes de la histo-ria
contemporánea continuaban su labor modeladora.
Hoy lo canario (como pre-hispánico) parece arrinconado a un romanti-cismo
de consumo caro en las clases medias.
Por otro lado, vivimos nosotros, también, la agonía de los grandes re-latos
y proyectos de la historia: el socialismo como gran relato no tiene escri-tores
ni rapsodas en Canarias. La utopía igualitaria de futuro no resiste el em-bate
del discurso presentista. También es verdad, entre nosotros, la posmo-dernidad
de la calle que tan brillantemente describe J. M. Mardones. '"'
Es necesario, pues, volver "al duro fundamento" (L. Wittgenstein), de-bemos
volver a los hechos mismos.
- Resulta ya tópico decir entre nosotros que debemos analizar el im-pacto
del turismo en las islas, en unas islas como las nuestras donde la econo-mía
parece estar centrada en el sector servicios. La desestructuración del mun-do
de valores, del lenguaje, de las tradiciones y mitos de unos hombres y mu-jeres
que hasta ayer mismo vivían otra cultura es de tal orden y magnitud que
merecen cualquier esfuerzo reflexivo. Del mismo modo y en igual orden de im-portancia
se encuentran las subculturas urbanas de los barrios periféricos pro-ducto
de la acumulación de población de diversos estratos en las ciudades ca-pitalinas.
Acumulaciones humanas de reciente factura, que continuamente se
multiplican y extienden.
Se hace necesario estudiar la producción cultural en nuestras islas. No
sólo la oferta oficial y su impacto o la oferta de los medios cercanos a posicio-
(31) J. M. MARDONES, El desafio de la posmodernidad al cristianismo, (Cuadernos fe y se-cularidad).
Santander-Madrid, 1988, 7-8.
74 A. SERAFIN HERNANDEZ RODRICUEZ
nes nacionalistas, sino además la hecha por el corte inglés, las librerías, los
videoclubs, la prensa, las fiestas populares-turísticas, por las escalas en Hi-fi ...,
los ritos y mitos del viernes al domingo. Se hace necesario estudiar a fondo
las instituciones educativas y su clamoroso fracaso escolar ...
-Resulta ya tópico entre nosotros hablar de la despolitizacióu en Ca-narias.
Del carácter marcadamente minoritario y conservador del voto. De la
desertización en el campo de instituciones intermedias: asociaciones, apas ...
y de la poquísima participación vecinal en ellas. Esa despreocupación y des-confianza
ante las instituciones de poder. Esa dejación del destino de la socie-dad
canaria en manos de terceros incontrolados. Esa renuncia sistemática a
asumir el propio futuro. Habría que estudiar el descrédito de la autonomía y
sus instituciones. Ese insularismo canibal que nos devora. La irracionalidad
y la falta de proyectos politicos guiados por valores éticos en la práctica habi-tual
del poder. EL patético estado de falta de plausibilidad social de los parti-dos,
sindicatos y organizaciones. Su fragmentación y propuestas de futuro: esas
narraciones que proponen escribir al pueblo. Y habría que estudiar todo ello
buscando honradamente cómo estos factores configuran las narraciones y bio-grafías
de los canarios. Decimos esto por lo penoso que resulta la falta de aná-lisis
entre las organizaciones e instituciones politicas y la entrega sistemática
de los analistas a una fidelidad enfermiza a sus propias instituciones y organi-zaciones,
signo entre otras cosas de una razón mezquina y haragana.
- Ya es tópico entre nosotros hablar de la fragilidad de una economía,
como la muestra, montada fundamentalmente sobre el turismo y que no rein-vierte
en propuestas alternativas. Del precio que se paga en el menos común
de los mercados. De la elevadísima tasa del paro, de la situación precaria de
los trabajadores frente a la monocorde oferta del mercado de trabajo basada
en contratos temporales, de la huída de los beneficios al extranjero, del super-deterioro
ecológico, de unos servicios sociales en receso alguno de los cuales,
como el sanitario, se aproxima a la total ruina. Ya es tópico hablar de un nue-vo
crac que ya se adivina a la vuelta de la esquina. Pero debemos, además,
repensar cómo estos factores de inestabilidad, de riqueza y probreza alternan-tes
y discontinuas, cómo este factor de una economía en manos extrañas, có-mo
esta sensación de fatalismo frente a los males endémicos ... configura el
universo simbólico de los canarios.
Y toda la espiral del consumo que nos atenaza y el positivismo chato,
el funcionalismo y la burocracia administrativa y legal y el hambre que asoma
y la marginalidad, la droga, las familias desarticuladas, los malos tratos ... van
DE VUELTAS CON EL "LOCUS' DL LA TEOLOGIA 75
configurando mundos de valores, galaxias de sentido, de significados diversos
y plu~ales.
Factores nuevos que se apelotonan con las tradiciones de experiencias
en que nos vivíamos los canarios y que las reconfiguran de tal modo que pode-mos
afirmar vivir en una Canarias distinta a la de hace tan sólo unos años y
de vivir en Canarias diversas.
Podemos y debemos preguntarnos cómo los cristianos canarios vivimos
la propuesta de Jesús en medio y participando de estas cosmovisiones:
¿Cómo articulamos los cristianos canarios de manera diversa y con fre-cuencia
fragmentaria y sólo en el ámbito privado nuestra biografía ante el ros-tro
velado de Dios?
¿Cuál es el conjunto de narraciones, no muchas veces homologables ni
armonizables, que producen las comunidades cristianas en Canarias?
¿Cuál es la oferta de relato institucional en ambas diócesis? ¿Cuál va
siendo la oferta que se les va haciendo a los creyentes canarios para tejer su
biografía con el mensaje de Jesús?
¿Qué significado siguen teniendo entre nosotros los ritos y mitos de nues-tra
tradición de experiencias creyentes?
¿Qué valores están siendo ofertados a las diversas cosmovisiones que
conviven en Canarias?
¿Cuál es el impacto de los factores configuradores de los universos sim-bólicos
dentro de la experiencia religiosa?
Debemos estudiar los planes pastorales de ambas diócesis, sus proyec-tos
cara al futuro, proyectos que se pide sean narrados por los creyentes. Hay
que reflexionar sobre las instituciones eclesiales, sus agentes, sobre las institu-ciones
comunitarias, grupos, etc. Estudiar nuestras celebraciones y ritos dive-sos,
sobre todo los marianos, festivo-patronales, etc., y cómo todos éstos con-figuran
la biografía de los creyentes canarios ...
Debemos reflexionar sobre los ámbitos de cogestión de los creyentes,
los marcos abiertos de diálogos entre biografías y relatos diversos ...
Pero no tomaríamos vuelo alguno si sólo coleccionáramos e interpretá-ramos
cuentos, biografías y narraciones sin ser capaces de confrontarlos críti-camente
y sin ser lo suficientemente osados para proponer nuevas parábolas
de futuro, metáforas sobre una Canarias aún no dicha.
76 A. SERAFIN HERNANDEL RODRIGUEZ
3. Pequeño alegato a favor de una ética civil para Canarias
Cuando tratamos de situar las tareas para llevar a cabo una teología
en Canarias, no hemos querido dar la impresión de que éstas sean todas las
que debe haber ni que nada se haya estado haciendo justamente hasta ahora.
Semejante postura no denotaría sino un craso desconocimiento de la realidad
y un presntuosismo de dimensiones gigantescas. No es ésta nuestra intención.
Pretendemos más bien reiterar una urgencia, sobre todo para el campo
teológico donde, por otra parte, ya se han estado elaborando reflexiones de
cierta importancia. Bastaría recordar aquí las Jornadas de Historia de la Igle-sia
canaria, las Jornadas de Tereca, la larga lista de lecciones inaugurales en
el Centro Teológico (CET), las tesis doctorales y tesinas elaboradas por profe-sores
del CET, las tesis que aun están en fase de elaboración, las diferentes
y a veces multitudinarias reflexiones, mesas redondas y conferencias llevadas
a cabo en el CET. Esta misma revista y las publicaciones del Departamento
de Filosofía. Las actividades del seminario de la diócesis de Tenerife o las del
Santurio de la Candelaria, amén de muchas reflexiones hechas por institucio-nes
de tanto calibre como la de Cáritas o la de los movimientos apostólicos
y el Achamáu. A lo que habría que sumar las obras publicadas entre nosotros
por investigadores religiosas y nuestros obispos. Estos esfuerzos de diversa ín-dole
y factura, más o menos sitemáticos y con rigor intelectual desigual deben
continuar.
No obstante, nuestro alegato no sólo quiere recordar la necesidad de
estas reflexiones sino sobre todo la calidad de las mismas: su "locus" y rigor.
También queremos mencionar aquí, aunque sólo sea genéricamente y
como muestra, el esfuerzo que se está llevando a cabo desde diversas instan-cias
civiles en las que están inmersos algunos colegas nuestros: El EDElC en
su primera época, el Club de prensa canaria, el Centro de Cultura Popular,
algunos colegios profesionales, el Ayuntamiento de Agüimes y Vecindario, el
Instituto de Arucas, el Departamento de Antropología de la Facultad de Filo-sofía
de la Universidad de la Laguna, las Cajas de Ahorro, los Cabildos ...
Sin embargo, creemos no mentir si afirmamos que muchos profesiona-les
están encerrados en el círculo de lo inmediato, de lo funcional y, a veces,
interesados si, pero sólo de cara a llevar a cabo una operación tan extendida
como deseada, nos referimos a la operación de "trepa".
Muchas reflexiones no están guiadas por un "interés emancipador" ""
sino por intereses de partidos o sindicatos cada vez más corporativistas. Los
(32) Cfr. J. HABERMAS, C~nocimientoe inteiér, Madrid. 1986, 318~324.
DE VUELTAS CON EL "IOCL'SDE LA TEOLOClA 77
colegios tanto los de un siglo como los de otro acostumbran a moverse por
intereses profesionales. Las instituciones con frecuencia sólo buscan cumplir
programaciones hechas para tiempos muy reducidos acompañadas de reflexio-nes
acerca de problemas inmediatos o cubrir intereses de rápida rentabilidad
política. Algunas otras reflexiones sólo buscan aumentar curriculum u ocupar
tal o cual estante en el departamento, o sencillamente rodearse de epigonos
entregados a las propias doctrinas.
Resulta paradigmático en nuestros días del debate universitario. Nos re-ferimos
al debate por las dos universidades completas. El modo en como se
ha llevado a cabo el tema ha generado tal grado de irracionalidad, de conflicti-vidad,
de insolidaridad entre las islas que amenaza de muerte al proyecto his-tórico
de crear Canarias. Y, en el fondo de todo el planteamiento de los parti-dos
y organizaciones políticas sólo se esconde una mera cuestión de rentabili-dad
electoral.
Creemos que todo esto, lo que está demandando, es la necesidad de ir
logrando, entre nosotros, canchas de debate desde valores éticos sobre los te-mas
que nos afectan. Valores éticos que aportarían las diversas tradiciones cul-turales
o cosmovisiones, entre otras la nuestra. Valores éticos a consensuar.
Nos estamos refiriendo aqui a ese terreno común y extra-teológico del
que hablamos con anterioridad. Terreno que compartimos en solidaridad cog-noscitivamente
democrática con los hombres de las islas.
Nos estamos refiriendo aqui a una ética consensuada, en un consenso
libre del imperialismo de "los subsistemas de acción racional con respecto a
libre del poder, que permita inyectar dentro de la racionalidad ins-trumental
"normas intersubjetivamente vigentes" '341 gracias a ese mismo con-senso.
Claro está que esto implicaría en los participantes de este debate ciertas
convicciones: '"1
"La moral civil descansa en la convicción de que es verdad que
los hombres son seres autolegisladores, que es verdad que por ello
tienen dignidad y no precio, que es verdad que la fuente de nor-mas
morales sólo puede ser un consenso en el que los hombres re-conozcan
recíprocamente sus derechos, que es verdad, por último,
(33) J. HABERMAS, Ciencia y técnica como ideologia, Madrid, 1984, 71
(34) Ibidem. 68.
(35) A estasconvicciones J. L. SEGUNDO, fe antrapológica: El hombre de hoy ante .Jesús de
Nazaret, Madrid, 1982, 13-179.
A. SERAFIN HERNANDEL RODRlGUEL
que el mecanismo consensual no es lo único importante en la vida
moral, porque las normas constituyen un marco indispensable, pero
no dan la felicidad. Y los hombres -esto también es verdad- tien-den
a la felicidad". '16'
Claro está que esto supone un posicionamiento previo, una dialéctica:
la dialéctica de lo mejor de nosotros con lo mejor de lo demás en un frente
común: todos contra el mal. 1")
Se trataría de ir elaborando unos mínimos éticos que vayan configuran-do
la sociedad canaria y sus instituciones. Se trata de ir elaborando apuntes pa-ra
una parábola de futuro para Canarias y a la vez abrirnos al debate de fondo:
al debate antropológico. Al debate sobre los máximos: bosquejar ideales de hom-bre
y mujer para Canarias, de felicidad desde el arte, la ciencia y la religión;
desde esa trama de tradiciones que configuran la vida cotidiana. Os'
En este debate, nosotros los creyentes no renunciamos a nuestra identi-dad:
"el mucho más cristiano". 09' Ni la teología se disuelve ya que participa
en el diálogo desde sus peculiaridades aportando, eso sí, razones práxicas hu-manizadoras
que avalen nuestras propuestas. De ahí la necesidad de una teo-logía
crítico-político con interés práxico-liberador, y de una teología que reins-taure
y defienda la "memoria passionis".
Y justamente, la peculiaridad de nuestros relatos y la especificidad de
nuestro "locus" reivindican en este espacio de consenso la presencia de los no-sabios,
de los pobres y miserables, con sus biografías y relatos cargados de do-lor,
explotación, abandono y lucha. Las experiencias cristianas y nuestras na-rraciones
demandan un espacio para su "racionalidad", un puesto en la mesa
común del diálogo.
Pero, sobre todo, habrá espacio de debate y de diálogo si se repolitiza
nuestra sociedad: si no se sustrae sistemáticamente las decisiones a los ciuda-danos,
si se repueblan nuestras islas de instituciones intermedias, si se reinven-tan
plataformas de gestión ciudadana. Y es que, si la democracia muere, con
ella desaparece la posibilidad de cualquier futuro humano para las islas.
(36) ADELA CORTINA, Etica rninirna, Madrid, 1986, 146.
(37) Cf. T. QUEIRUGA, Creo en Dios Padre, Santander, 1986, 15-69.
(38) Cf. ADELA CORTINA, o.c., 150.
(39) T. QUEIRUGA, o.c., 187.
DE VUELTAS CON EL "LOCUS" DE LA TEOLOClh 79
POSLUDIO
Las Remudas, Jiuámar, Polígono de San Cristóbal, Cruz de Piedra, el
Polvorín ... barrios con los estigmas de la inhumanidad:
"Si; existe esta.historia de sufrimiento del pueblo, existe este do-lor,
que no es licito instrumentalizar ni siquiera en en beneficio de
la religión, que sólo los cínicos pueden interpretar como noble y
privilegiado, que lleva a la autononegación y al odio de simismo,
que fuerza a pueblos enteros a vivir sin ninguna posibilidad de afir-mación
o a buscar afirmaciones delirantes y una identidad ficticia.
Si; existe este sufrimiento, que no es ningún recuerdo de Dios, que
no es siquiera recuerdo y, por tanto, tampoco alberga ninguna es-peranza
".
"Hay un limite en la aproximación teológica al sufrimiento delpue-blo
(. ..) E1 limite se hace evidente en esos sufrimientos que la teo-logía
no puede ya compartir. Ante tales sufrimientos el argumento
teológico debe interrumpirse. Y la teología debe limitarse a seguir
narrando la historia sagrada prácticamente, esto es, estando a un
mismo tiempo dispuesta a salvar efectivamente". '41'
A. Serafín Hernández Rodríguez
-
(40) J. B. METZ, o."., 153.
(41) Ibidem, 161.