ALM. 1. 1881. Pbgs 45 - 60. @ CENTRO TEOLOuICO DE LAS PALMAS
LA IGLESIA EN CANARIAS DURANTE LA
2a REPUBLICA. Documentos de prensa. 1931
Hacer historia implica colocar en relación interpretativa los resultados
del estudio de las fuentes. A ninguno de nosotros se oculta la enorme impor-tancia
que tiene, entre las fuentes escritas contemporáneas, la prensa.
Debido por un lado a este factor, y por otro, al interés que siempre ha-bía
despertado en mi el mundo de relaciones Iglesia-2= República, opté por rea-lizar
estudios sobre este tema. El intento se presentó lleno de dificultades dehi-do
a la notable cantidad de periódicos de la época y a la necesaria recogida
de datos en todos ellos. La selección se impuso, afrontando evidentemente el
riesgo de error que esto supone, y nos decidimos por tres periódicos locales
que parecían representar el amplio abanico que va desde la derecha hasta la
izquierda, excluyendo los extremismos. Me refiero al "Defensor de Canarias",
al "Tribuno" y a la "Voz Obrera". Como marco: sólo el año 1931.
El trabajo se presenta dividido en los siguientes capítulos: 1.-
Preliminares. 2.- Quema de conventos. 3.- Las Órdenes religiosas: jesuitas
y hermanas de la Caridad. 4.- Actitud propugnada ante la política. 5.- Discur-sos
o pensamiento político. 6.- La enseñanza. 7.- Jerarquía, vida y pensa-miento.
Cada capítulo aparece precedido de un comentario introductorio y le
sigue la lectura de textos periodísticos en su totalidad, en resumen o reseña.
Unas consideraciones finales cierran la ponencia.
46 IOSE LAVANDERA LOPEZ
Por razones de tipo práctico nos servirá de guía el periódico "Defensor
de Canarias", incluyendo las editoriales de "El Debate", periódico de recono-cida
influencia nacional en los de derecha.
1.- Preliminares: Durante el quinquenio republicano hay que recono-cer
que la conflictividad social es muy débil. Las más de las veces se reducen
a pequeños atentados contra la propiedad privada o ataques ciertamente agre-sivos
contra los medios representativos de las instituciones de derecha, en su
amplia gama de matices. Objeto de estas incidencias fueron las sedes de algu-nos
periódicos, como la que ahora ofrecemos del "Defensor de Canarias".
"No podemos menos que consignar en las columnas de este diario
nuestra decidida protesta ante el incalificable atropello de que fuimos
víctima, y que juntamente con nosotros han sido también los prime-ros
en lamentar los prohombres del movimiento revolucionario en es-ta
capital y cuantos comprenden lo que desdice de la cultura de un
pueblo tal modo de proceder.
Asimismo queremos hacer constar nuestro vivo agradecimiento al
Excmo. Sr. Gobernador Civil D. Bernardino del Vaüe y Gracia, Te-niente
Coronel de la Guardia Civil de esta ciudad, Sr. Guerra del Río
y el Presidente del Cabildo Insular D. Francisco García y üarcia, por
su acertada intervención en el asunto que nos ocupa, evitando que el
asunto adquiriese mayores proporciones. No menos gratitud debemos
a varios, entre ellos D. Fernando González Morales, que supieron per-suadir
a los asaltantes de nuestro periódico para que desistiesen de su
actitud.
Igualmente nuestro sincero reconocimiento a los estimados colegas
locales porque nos han dado una vez más, muestra de su compañeris-mo.
Los que cometieron el atropello que lamentamos no se dieron cuen-ta
de que EL DEFENSOR DE CANARIAS ha inspirado siempre su
campaña en los altos intereses de la ciudad y provincia y particular-mente
del obrero al que ha defendido siempre que las circunstancias
lo han exigido así.
Nuestras campañas contra el monopolio del transporte, en pro del
abaratamiento del fluido eléctrico y en defensa de las señoritas telefo-nistas
de esta central, lo demuestran claramente.
LA IGLESIA EN CANARIAS DURANTE LA 2' REPUBLICA 47
No tuvieron en cuenta los asaltantes, que en este periódico se ganan
la vida unos veinte obreros, los que han estado expuestos a perder el
pan y el de sus hijos por una acción que no queremos calificar.
Para cuantos la realizaron, gente joven, casi chiquillos inconscien-tes
de sus actos, nuestro perdón más comprensivo" (E1 Defensor de
Canarias. 24-4-1931).
2.- La quema de conventos.
La autoridad y el prestigio de Manuel de Tuñón de Lara, nos introduce
acertadamente el tema:
''¿Quién los incendió? -la investigación histórica no ha sabido aún ha-llar
una respuesta completa a esa pregunta. Otra pregunta viene irremediable-mente
a las mentes: ¿a quién benefició la quema de conventos? Bien pudo ser
una provocación de alto estilo, aunque tampoco hay pruebas de ello. Y en las
provocaciones hay hombres destinados a ser víctimas de ellas y que, sin embar-go,
hacen el juego de los provocadores; en este caso bien pudo ser el papel de
Azaña y Domingo.
El once de mayo se produjeron los incendios en Madrid. Veinticuatro
horas después en Andalucía, Valencia y Murcia. Nada ocurrió en Cataluña, y
no debió ser extraña a ese hecho la reunión que celebraron en Barcelona el pre-sidente
Maciá y el arzobispo Vidal y Barraquer.
¿Cuál fue la actitud del gobierno el 11 de mayo? La discusión parece
que giró principalmente (Alcalá Zamora ha aclarado este punto en sus memo-rias)
en torno a la utilización de la Guardia Civil. A ella se opuso Azaña con.
torpeza en la expresión (porque salvado este incidente, y Alcalá Zamora lo con-firma),
Azaña no se opuso por la tarde a la adopción de medidas de seguridad.
En cambio Prieto reaccionó muy bien, y también Largo Caballero; Domingo
había perdido todo equilibrio. ¡Ese recibimiento con los brazos abiertos a Pa-blo
Rada! Carlos Blanco, director general de seguridad, estaba desbordado y
la verdad es que Maura también lo estaba. Por la tarde del día 11 se declaró
el estado de guerra, aunque Maura guardó todas las atribuciones generales pa-ra
intervenir, su impotencia fue sin embargo evidente durante la jornada del
día 12.
Nadie aparece ante la historia como organizador de aquellos motines.
Tal vez no lo hubiese, pero si hubo instigadores que actuaron sobre un reflejo
anticlerical de las masas menos educadas políticamente, reflejo que tenia rai-
48 JOSE LAVANDERA LOPEZ
gambre secular. Pero cabe preguntarse, ¿qué pasó el día antes en el Ateneo?
¿Cuáles fueron los manejos de Pablo Rada y Ramón Franco?" (Tuñón de La-ra,
Manuel: Iglesia y Estado durantela 2" República en Estudios históricos so-bre
la Iglesia española contemporánea, pág. 331 y SS. El Escorial, 1979).
El "Defensor de Canarias" inserta un articulo del diario "El Siglo fu-turo"
sobre el incendio de la calle de la Flor:
"Los diez que quedábamos, juzgamos que ya había llegado nuestra
hora. Los padres dimos la absolución a los hermanos, hicimos noso-tros
nuestro acto de contrición y nos pusimos de rodillas, formando
un pequeño circulo, en espera de la llegada de los que reputábamos
nuestros asesinos.
En esta actitud llegó la turba con sendos palos en las manos y pro-firiendo
gritos. Al vernos, el que hacía de jefe se santiguó con una
emoción que no podía disimular, cayósele al suelo el grueso garrote
que llevaba en la mano, o él mismo lo arrojó al suelo, y dirigiéndose
a las turbas sobre las cuales parecía ejercer un gran ascendiente, dijo:
"Atrás todo el mundo. A estos hombres no se les toca". Los grupos
iniciaron alguna resistencia al mandato. Pero el que hacia de jefe rei-teró
la orden y todos obedecieron.
Nos quedamos otra vez solos, esto es en la misma postura, de rodi-llas,
esperando la llegada probable de otro grupo menos respetuoso.
La muerte la veíamos todos cernerse por allí, si Dios no seguía prote-giéndonos
como hasta entonces tan milagrosamente. A los pocos mi-nutos
por la entrada de la calle de San Bernardo entraron unos núme-ros
de la Guardia Civil y otros tantos de la guardia cívica ... la guardia
nos manifestaba el asombro que les producía nuestra serenidad, pero
preguntándonos adónde iríamos a dormir y cómo viviríamos después
unos hombres inocentes a quienes les habían destruido la casa y deja-do
en la calle" (El Defensor de Canarias; 26-5-1931).
Significativa fue la protesta de los arquitectos catalanes por la violación
del derecho de propiedad y destrucción de edificios valiosos. En un escrito cur-sado
al Jefe del Gobierno decían:
"La asociación de arquitectos de Cataluña, dolorosamente impre-sionados
por los lamentables sucesos en distintas ciudades de España,
con excepción honrosa de las de Cataluña, que han constituido un es-carnio
al derecho de propiedad y representan la pérdida de tesoros ar-
LA IGLESLA EN CANARIAS DURANTE LA 2' REPUBLICA 49
tísticos y bellezas arquitectónicas por las cuales viene esta asociación
obligada a velar, se cree con el deber de unirse a la protesta de la opi-nión
pública y hacer votos por la reconstrucción y rehabilitación de
los edificios destruidos. Esta asociación confía que el Gobierno Pro-visional
de la República, impuesta de la gravedad de la hora presente,
sabrá hacer respetar los derechos de los ciudadanos y de las asociacio-nes
cualesquiera que sean sus opiniones y creencias, así como las tra-diciones
que nos legaron nuestros antepasados y el patrimonio artisti-coy
monumental que es el concurso arquitectónico de gloriosos tiem-pos"
(El Defensor de Canarias; 16-6-1931).
Del alcance de este episodio destructor nos puede dar una idea lo suce-dido
en Málaga:
"Málaga contaba con once parroquias para el servicio religioso del
pueblo. Hoy sólo cuenta con una. La del Sagrario, aneja a la Cate-dral.
Todas las demás han perecido o han quedado destrozadas por
el saqueo. En casi todas se han perdido ricas obras de arte, ornamen-tos
valiosos, joyas consagradas al culto. Ardió la parroquia del Per-chel
en cuya Capilla Mayor se admiraba el grandioso altar de ágata.
Las llamas no respelaroii los dos iiiagiiíficos retablos de fray Alonso
Enriquez, debidos al pincel de Alonso Cano. ¿Pero qué iban a respe-tar
allí donde se atrevieron con el crucifijo de Mena? Nada valieron
ante los incendiarios las súplicas de algunas personas amantes del ar-te.
Parece que antes de incendiar el retablo desmembraron el crucifijo
a golpes de hacha. Igualmente pereció en esta Iglesia la célebre talla
de Mena: La Virgen de Belén, una de las obras más sobresalientes del
genial escultor.
Cuando ya era un volcán la iglesia de Santo Domingo, los incendia-rios
sentenciaron a la misma pena la otra parroquia de los percheles,
la del Carmen. Nuevas devastaciones amenazaban el arte de Mena en
esta iglesia. Aquí se encontraba una de las tres imágenes de San José
talladas por el insigne escultor, con la particularidad, la de esta igle-sia,
que el niño Jesús era atribuido a Alonso Cano. Era obra de los
últimos tiempos de Mena. Los muros del templo cubríanlos varios óleos
de bastante mérito, sobre los que discutían los críticos a falta de docu-mentos.
Todo su afán era descabezar las imágenes y buscar el oro co-diciado
que debía estar dentro.
50 JOSE LAVANDERA LOPEZ
En el barrio de la Trinidad se alzaba la parroquia de San Pedro, uno
de los edificios más bellos de Málaga por la pureza del gótico de sus
portadas. Servía de relicario esta iglesia a una insigne joya de Mena,
la Dolorosa hincada de rodillas al pie de la Cruz, llena de noble pate-tismo.
Antes de prender fuego al templo los malhechores se entrega-ron
no sólo al saqueo de imágenes y objetos del culto sino a la profa-nación
de sepulturas.
La parroquia de la Merced fue otra de las que sufrieron incendio.
Las injurias artísticas de este monumento fueron varias. En el altar
mayor había un valioso cuadro de Manriqne de Lara que representaba
la Virgen de las Mercedes, un precioso óleo de San Bruno y la muy
popular imagen del Señor atado a la columna, llamado de los gitanos.
La última de las parroquias incendiadas fue la de San Felipe, que
databa del año 1785. Adornaban este templo grandiosos lienzos del
santo titular atribuidos a Ticiano. Había además en la iglesia cuatro
esculturas de Mena. La de mayor fama era la de Nuestra Señora de
los servitas, una dolorosa de medio cuerpo sobre peana de ángeles.
Luego seguían tres espléndidas tallas de gran tamaño: San José, San
Joaquín y Santa Ana. Las depredaciones sacrilegas no cedieron aquí
a las cometidas en los templos anteriores. Persistían los desvalijadores
en creer que los santos eran escondrijos de caudales y los buscaban
descabezando las imágenes. Muchas cabezas las !levaban consigo co-mo
trofeos de guerra" (El Defensor de Canarias; 26-5-1931).
"El Debate" al respecto se hacía eco de una firme protesta en un am-plio
sector social que no se definía solamente por su adscripción política o so-cial,
sino por su rango cultural:
"Pmce innecesaria nuestra protesta contra los hechos ocurridos en
Madrid y en algunas ciudades de España el lunes y martes de la últi-ma
semana. Con todo haríamos traición a nuestro deber y a nuestra
conciencia si esa protesta no constase aquí levantada y firme. Ciertos
estamos de que ella interpretará el pensamiento de muchos. Y al ha-blar
así no establecemos ninguna separación de campos políticos. Es
cuestión de sensibilidad y de cultura. Los hombres cultos, sean repu-blicanos
o monárquicos, estarán con nosotros. El incendiario es un
tipo repugnante para toda mentalidad civilizada. En cuanto a los be-chos
en sí ahorraremos toda calificación. No existen las palabras pro-pias
para condenar un hecho tan repulsivo y tan triste" (El Debate;
20-5-1931).
LA IGLESIA EN CANARIAS DURANTE LA 2" REPUBLICA 51
"El Señor Maura con explicación tantas veces anunciada cuanto re-tardada,
no ha logrado justificar su inhibición en la bochornosa jor-nada
del 11 de mayo. Aquel día echó el señor Maura sobre sí y no ya
sobre el católico, sino sobre el político y el gobernante, una mancha
indeleble ... aquel día si no le fue posible cumplir con su deber y con
su conciencia, el señor Maura debió dimitir. ¡Dimitir de verdad y mar-charse!
Y a nadie convencerá de lo contrario" (El Debate; 12-1-1932).
"El Tribuno", representante de otro sector social, se debate entre atri-buir
el hecho a los monárquicos o al pueblo justamente incitado:
"No hay duda alguna. La quema de conventos fue obra de los ene-migos
capitales del régimen. Y éstos no pueden ser otros que los mo-nárquicos
exaltados. Los partidarios del poder personal del rey des-tronado.
Pero todo esto nos lo pondrá en claro el Juzgado que entien-de
en el asunto" (El Tribuno; 23-5-1931).
. Otro artículo del mismo periódico lo firma "un atropellado que pide
justicia". Reconoce que el pueblo fue el incendiario. Pero al fin y al cabo ma-yores
males hizo la monarquía, bendecida por el clero. Cita la enormidad de
vidas humanas destrozadas en Africa. En los incendios no se perdió ninguna
vida humana al fin y al cabo (El Tribuno; 27-5-1931).
3.- Las Ordenes religiosas
3.1. Los Jesuitas:
La llamada cuestión religiosa, estaba ampliamente coloreada del famo-so
antijesuitismo. Así leemos en El Debate:
"Para algún periódico es punto esencial, "exigencia mínima", que
en la nueva constitución de España figure la expulsión de la Compa-ñía
de Jesús. No creemos que nadie pensando serenamente, pueda ver
en esta actitud otra cosa que un estallido de la pasión. ~ 'eni e l perió-dico
aludido, ni en otro ninguno, hemos visto un razonamiento, una
exposición de motivos, algo concreto en que apoyar una medida ex-cepcional
y tiránica. Hemos visto que si se repetía el nombre de Car-los
111, que sí se acudía al precedente de un acto de desenfrenado ab-solutismo
que, por razones que el monarca siempre guardó en su real
pecho, arrojó de España a la Compañia ... Bien es verdad que ahora
52 JOSE LAVANDERA WPEZ
también se guardan en los democráticos pechos las razones en que se
apoya la campaña contra los jesuitas" (El Debate; 13-10-1931).
En Las Palmas de Gran Canaria hubo algún incidente, como una mani-festación
ante el colegio de la Compañía. Sin embargo también se pronuncia-ron
voces a su favor, encomiando la labor educativa y social de los jesuitas:
"Según manifestación hecha en la última sesión del Ayuntamiento
por el alcalde accidental se ha telegrafiado al gobierno, pidiendo en
nombre de la ciudad (suponemos), la expulsión de los Rvdos. PP. de
la Compañía de Jesús de Las Palmas.
Por todo comentario preguntamos: ¿Qué crímenes han cometido esos
ciudadanos? ¿Puede un Ayuntamiento provisional hacer tal cosa en
contra del sentir general de la ciudad y de la provincia? ¿Dónde está
la libertad que tanto se predica? El hecho no merece comentario. Por
eso no lo hacemos" (El Defensor de Canarias; 6-5-1931).
El mismo periódico en un largo diálogo entre el periodista y el director
del centro va enumerando las diferentes realizaciones:
"Hemos procurado levantar un centro, donde la juventud canaria
pueda recibir una enseñanza lo más perfecta posible, espiritual, inte-lectual
y física. -Lo veo, qué patios tan anchurosos, qué galerías tan
espaciosas y con esas columnas tan lindas, qué salones de estudios tan
ventilados y qué clases tan alegres.
-Mire acaba de terminarse la instalación del Laboratorio de Quí-mica
y del Gabinete de Física; entre ambos, la clase con gradería a
fin de que los alumnos desde sus puestos puedan ver las experiencias
que el profesor realiza en su mesa, expresamente acondicionada para
tales usos. -Esto es verdaderamente un colegio. Uds. los jesuitas, yo
no sé cómo se las arreglan para tener en todas partes edificios tan her-mosos.
-Le diré a Ud. Ahí cerca está la residencia que nada tiene de her-mosa
ni de cómoda. Pero eso nos interesa menos ..., y no nos urge tan-to
la reforma ..., porque al fin la residencia es para nosotros, el Cole-gio
es para los niños y si viera Ud. lo satisfechos que suelen estar ellos
de su colegio. Se dan cuenta de que un colegio así no se encuentra tan
fácilmente y saben que hasta hay quien envidia a Las Palmas la pose-sión
de un establecimiento de esta clase.
LA IGLESIA EN CANARIAS DUKANTE LA 2' REPUBLICA 53
-Lo creo, por eso les habrán ayudado mucho aquí para levantarlo.
-Muchisimo. Abrióse una suscripción entre personas caritativas que
se comprometieron a cooperar con una cantidad mensual, trimestral,
anual; se recogieron limosnas sueltas, ofrecidas no solamente por per-sonas
ricas y pudientes, sino aún por criadas. Una de éstas entregó
las primeras cinco pesetas con que se contó para la obra.
Los jesuitas dirigen, sostienen, alientan las Conferencias de San Vi-cente
de Paúl, tanto de caballeros como de señoras, los cuales visitan
a domicilio semanalmente 120 familias y les dejan bonos para comes-tibles
y medicinas.
Hay además en la residencia de los jesuitas un patronato de artesa-nos,
respecto del cual nos han facilitado los siguientes datos del curso
1929-1930. Matriculados 607, asistencia media 230. Profesores 28, de
los cuales son maestros nacionales 10, estudiantes de carrera 12 y va-rios
de diversas profesiones ... éstas y otras muchas más de las que ha-blamos
en otras ocasiones son las obras que llevan a cabo los jesuitas
en Las Palmas, por eso no es extraño que soliciten la expulsión de es-tos
religiosos, porque odian a la Iglesia Católica, su doctrina y su mo-ral"
(El Defensor de Canarias; 6-5-1931 y 17-7-1931).
La "Voz Obrera" de significación izquierdista adopta otra postura que
va desde la congratulación a la petición de expulsión. Asi en las siguientes edi-toriales;
9-5-1931, Congratulación de la "Voz Obrera" con el telegrama del
Ayuntamiento solicitando la expulsión de la Compañia de Jesús.
23-5-1931. Gran editorial firmado por Salvador Trujillo Pérez pidien-do
la expulsión de los salesianos.
7-10-1931. Las páginas 2 y 3 están dedicadas a escritos anticlerica-les,
especialmente contra religiosos y jesuitas.
4-11-1931. Largo escrito de Suárez Cabral exigiendo la verdadera Re-pública.
Piensa que no se ha cumplido el programa socialista en cuan-to
a suprimir la dotación del clero, confiscación de bienes y disolu-ción
de todas las comunidades religiosas.
"El Tribuno", el 13 de mayo de 1931, aludiendo al "Defensor de Cana-rias",
intenta aducir razones de por qué se pide la expulsión de la Compañía
54 JOSE LAVANDERA WPEZ
de Jesús. Parte de que fueron expulsados de los Paises Bajos, de Francia, de
Venecia, e incluso suprimidos por el Papa durante cuarenta años. Todo el argu-mento
se basa en que cuando el rio suena agua trae. Y el 14 de mayo de 1931,
en otra editorial, habla contra las ovejas descarriadas del clero. Cita a los curas
de Telde, Teror y Capellán del cementerio de Las Palmas. Pide que ponga or-den
el Sr. Sucarrat. En cuanto a los jesuitas "que se vayan, lo desean sus leales
amigos".
3.2. Las Hijas de la Caridad.
Entre las congregaciones femeninas religiosas la persecución fue más des-piadada
con las monjas de los conventos de clausura. La labor de las Hijas de
la Caridad siempre obtuvo más respeto y consideración. Así destacando su tra-bajo
en el hospital, leemos:
"En la planta principal 2' y 3e' piso están los enfermos, que se dis-tribuyen
en 22 espaciosas salas limpias, ventiladas, y una crujía largui-sima
con mucha luz y esmerado aseo. La primera pregunta la hacemos
a una hermana de la Caridad, que encontramos en una de las salas:
¿Cuántos enfermos hay aquí? -Unos doscientos de ambos sexos.
¿Clases de enfermedades? -De todo: enfermedades generales, infec-ciosas,
venéreas, de cirugía, etc Todos ellos, como Ud. puede ver, se-parados
por sexos, enfermedades, edades. Los niños están en la sala
de arriba, recientemente construida y bien acondicionada.
En la misma planta y en la parte posterior se encuentra el Asilo del
Socorro, para recogimiento de pobres mujeres sin familia y jóvenes
abandonadas y en peligro de perversión. Las contamos. Son en la ac-tualidad
unas veinte.
Sobre estas dependencias, visitamos las destinadas a Casa de Ma-ternidad,
para el servicio de obstetricia. Hay unas seis camas para ca-sos
urgentes, entre otras que vimos ocupadas. Contigua a ésta se en-cuentra
la sala llamada de la Cuna, donde hay unas veinte cunitas,
limpias y provistas de sus correspondientes mosquiteros. Son para los
niños expósitos" (El Defensor de Canarias; 6-7-1931).
4.- Actitud propugnada por parte eclesiástica ante la política.
Nota sobresaliente es la llamada unánime al acatamiento ante los pode-res
constituidos. Asi,el "Defensor de Canarias", el 25 de mayo de 1931, inserta
una circular del prelado, recomendando respeto y obediencia a los poderes cons-tituidos,
de la cual entresacamos:
"Las actuales circunstancias determinadas por el cambio del régi-men
en la gobernación del estado y el cumplimiento del deber pasto-ral
en relación con ellas, procediendo de manera expresa a las instruc-ciones
recibidas de la Santa Sede por medio de Nunciatura Apostóli-ca,
nos obligan a recomendar para su más fácil cumplimiento a nues-tros
amados sacerdotes, a los religiosos y fieles católicos en general,
el respeto que se debe a los poderes constituidos y la obediencia a sus
disposiciones mientras no estuvieren en oposición manifiesta con la
Ley de Dios Nuestro Señor, pues así lo exige el mantenimiento del or-den
y la razón del bien común.
Digna de toda alabanza la docilidad comprensiva e ilustrada de nues-tro
venerado clero secular y regular, abrigamos la firme esperanza de
que ésta se acentúe, estrechándose todavía si cabe los lazos de la disci-plina,
de la unión y caridad, ante los acontecimientos ocurridos en
nuestra patria, sintiendo como por instinto de saludable conservación,
la alta conveniencia o más bien la necesidad ineludible de la sumisión
completa y fiel observancia de las normas, consejos y orientaciones
emanadas de sus pastores. Y en primer término las de su pastor Su-premo,
Jerarca de la Iglesia Universal'!
Y en "El Debate" de 15 de abril de 1931:
"Desde ayer existe la 2= república española. La República es la for-ma
de gobierno establecida de hecho en nuestro país. En consecuen-cia
nuestro deber es acatarla. Hace algunos meses publicábamos un
artículo en el cual razonábamos el deber de sumisión a los Poderes
de hecho, y apoyábamos nuestras tesis en textos inequívocos del in-mortal
León XIII. Aquellos textos merecen ser reproducidos hoy por-que
es claro que la doctrina lo mismo vale para la Monarquía que pa-ra
la República.
Los cambios políticos suceden muchas veces a crisis violentas, muy
frecuentemente sangrientas, en medio de las cuales los gobiernos an-teriores
desaparecen de hecho. Sobreviene un período anárquico y muy
pronto el orden público es trastornado desde sus cimientos. Entonces
"una necesidad social" se impone a la nación, la cual debe remediar-la
sin dilaciones. Esta necesidad social justifica la creación y la exis-
tencia de nuevos gobiernos, sea cualquiera la forma que ellos adop-ten,
puesto que la hipótesis en que discurrimos, estos nuevos gobier-nos
son necesariamente requeridos por el orden público porque es im-posible
que haya orden público sin un gobierno que lo establezca".
Se establece como criterio incuestionable para un católico la fidelidad
al magisterio apostólico. Así leemos:
"Normas por las que debe votar un católico. EL VOTO. He aquí
las normas dadas en 1911 por la Santa Sede a los católicos españoles.
En la norma Za se obliga a los buenos católicos a apoyar a los candi-datos
católicos, y si no hub'iere candidato católico, debe apoyarse a
cualquier otro que ofrezca garantías para el bien de la Religión y de
la Patria. Así lo enseña y escribe Pío X, entre otros documentos en
su carta al Cardenal Aguirre, y así lo enseña en múltiples documentos
y ocasiones el Pontífice reinante.
Esta misma es la voz del episcopado. Monseñor Freppel en sus céle-bres
pastorales, el Emmo. Cardenal Reig en su famosa pastoral de 1919,
y el actual Primado Emmo. Cardenal Segura en su áureo documento
de 1930, insisten con toda clase de argumentos y preceptos para que
los católicos acudan a las elecciones y voten a aquellos candidatos que
se presenten con el carácter de católicos, y si no los hay, a los que ofrez-can
garantías de defender los sagrados intereses de la Religión y de
la Patria.
Voten en presencia de Dios y según su conciencia al candidato más
idóneo; y absténganse de vender el voto, porque es una inmoralidad.
Los que compran el voto hacen un acto ilícito y los que lo venden co-meten
una indignidad" (El Debate; 15 de abril de 1931).
Y en editorial titulada "Por lo que valga" el "Defensor de Canarias"
anima a la participación política del clero:
"En las próximas elecciones para Cortes constituyentes se presen-tará
como candidato el párroco D. Leandro del Río.
Este es un hermoso ejemplo que imitar, ante el cual no cabe duda
de que otros sacerdotes que se consideren en posesión de las necesa-rias
facultades económicas desde luego pues las intelectuales y mora-les
son indiscutibles en el clero español, acudirán a engrosar las filas
del ejército que se organice, ya que la lucha ha de ser enconada, o de
LA IGLESIA EN CANARIAS DURANTE LA 2" REPUBLICA 57
no serles posible, coadyuven a que lo hagan otros que carezcan de
medios.
Y bien, ¿no acudirá a esta cruzada ningún sacerdote canario? No
lo creo. Contamos en nuestro clero con más de uno y más de dos po-seedores
no sólo de preclaro talento y profunda sabiduría, sino de arre-batadora
elocuencia con que, lo mismo consiguen adentrándose en
nuestra alma gustar las mieles del amor divino, que mostrarnos con
su inflexible dialéctica el camino de la verdad; y con las nobles galas
del lenguaje despertar en nuestros corazones el más vivo entusiasmo
generador de altas empresas" ("El Defensor de Canarias"; 6-7-1931).
5. Pensamiento politico.
"El Defensor de Canarias" en editorial sobre el Estado Laico, nos pare-ce
definir acertadamente lo que en sectores de derecha se sentía:
"Los católicos que el 21 de junio próximo van a tener en la mano
el arma electoral para designar los representantes que en la asamblea
constituyente han de decidir del porvenir de España en lo religioso y
en lo social, deben meditar la enorme responsabilidad de conciencia
que van a contraer en el momento de acercarse a las urnas o en el caso
que dejen incumplido el deber de votar en defensa de su fe y convic-ción.
No creemos que nadie sea tan insensato que alegue ignorancia
o indiferencia y menos optimismo, por la labor legislativa que la asam-blea
constituyente ha de realizar. El programa revolucionario es bien
claro. Es el programa de todos los revolucionarios liberales, en cuyos
labios los conceptos de tolerancia y libertad tienen este significado:
persecución.
Ya se apunta lo que el futuro régimen será en orden a la libertad
de la Iglesia; la repercusión inmediata que tendrán en la ley el sectaris-mo
anticatólico y la clerofobia. En el Estado Laico esas son las carac-terísticas.
Y su síntesis se halla en la impía frase de Viviani: "apague-mos
las luminarias del cielo".
Ordenes religiosas, manifestaciones externas del culto y de la fe, en-señanza
y cuanto importa a la formación católica de la juventud y del
pueblo, quedará sometido a los preceptos que imponga el voto de la
mayoría en las Cortes constituyentes. Y tal será la ley que a todos ha
de imponer y todos nos veremos obligados a cumplir como ley de la
República, que no reconoce a Dios en el Estado, que le arroja de él
y que se declara independiente de todo poder espiritual y ajeno a la
autoridad de la Iglesia, con cuyos jerarcas y ministros ya se ha decla-rado
que los representantes del poder civil no tendrán otra relación
que la que imponga la más elemental cortesía.
Corre aprisa el sectarismo anticatólico y clerófobo en hacer notar
su fuerza y su desdén a la Iglesia. Le parece que se demora el momen-to
de hacer sentir su odio. Y así "El socialista" de Madrid reclama
ya que se quiten de las escuelas públicas los cmcifijos y las imágenes
para no despertar en la infancia el más leve sentimiento religioso, en
cuanto de la acción docente oficial dependa. Sirviendo así el cruel axio-ma
de Lenín: "la religión es el opio del pueblo".
La nacionalidad española es un producto de la fe católica; toda la
historia de la patria está cimentada en el sentimiento católico; todas
las grandes empresas colectivas han tenido por móvil y han sido im-pulsadas
por la fe. Renegar de ellas es renegar de las más puras glorias
nacionales; truncar la historia y hundir al pueblo en las tinieblas de
la incredulidad rompiendo todo nexo con el pasado, gracias al cual
el nombre de España tiene lugar preeminente en el concierto de las
naciones que han colaborado a la civilización universal. En las Cortes
constituycntcs se va a votar todo esto; sí, el estado católico lo va a de-jar
de ser con todas las consecuencias dolorosas de que en nuestro tiem-po
son ejemplo las naciones cuyos poderes públicos han declarado la
guerra a la Iglesia de Cristo.
En el programa constituyente de la República el primer punto es és-te:
ruptura con la Iglesia; laicismo oficial; separación de la Iglesia del
Estado; sumisión de la Iglesia a la soberanía del poder civil. Negación
de la autoridad espiritual sobre los poderes temporales" ("El Defen-sor
de Canarias"; 6 de mayo de 1931).
6.- La Enseñanza.
Los primeros atisbos de esta problemática los encontramos reflejados
en "El Defensor de Canarias" de 8 de junio de 1931, protestando enérgicamente
por la retirada del crucifijo de la escuela de Arrecife. El mismo periódico a 18
de mayo de 1931 inserta un modelo de solicitud a fin de que los padres exijan
ensefianza religiosa para sus hijos. Es sin embargo en "El Debate" del 11 de
septiembre de 1931 donde encontramos claramente definida la postura de un
gran sector eclesiástico sobre este tema:
LA IGLESIA EN CANARIAS DURANTE LA Z1 REPUBLICA 59
"Las tres gracias. Esas tres gracias de laicismo, obligatoriedad y gra-tuidad
no hay que buscarlas reunidas, simultáneas, en ninguna cons-titución
verdaderamente moderna, sino en la doctrina de los laicizan-tes
franceses de 1880 a 1900. Cuando una Constitución admite la en-señanza
oficial laica, admite también al mismo tiempo la enseñanza
religiosa en establecimientos privados. Esto podemos llamar la teoría
constitucional del siglo XIX, y a este espíritu responden las leyes fun-damentales
de Honduras, Brasil, Guatemala. Contra esta constitucio-nalidad
del siglo XIX existe la reacción del repartimiento proporcio-nal;
es decir el Estado reparte su presupuesto de instrucción entre to-dos
los ciudadanos de edad escolar, y entrega la parte proporcional
a cada escuela, a razón de los alumnos que educa, sin distinción de
escuelas laicas o religiosas. La distincion toda hacerla a los padres,
en uso a su perfecto derecho a educar a sus hijos según su leal saber
y entender. Este principio rige en el citado artículo de la constitución
alemana, rige en Holanda, en Bélgica, en Inglaterra, en Chile, y hasta
en la Argentina hay presentada al Parlamento una ley de reparto pro-porcional".
7.- Jerarquía. Vida. Pensamiento.
No se puede hablar de la Iglesia sin distinguir oportunamente entre el
pueblo creyente y el clero. Incluso este segundo hay que dividirlo entre clero
alto (Cardenales, Arzobispos y Obispos) y clero bajo (sacerdotes seculares y
religiosos).
"De momento interesa destacar la actitud del clero alto porque fue el
primer responsable de la postura que la Iglesia española adoptó ante la Repú-blica.
Conviene separar del resto de los obispos al grupo de los metropolitanos
formado por tres cardenales, Segura (Toledo), Ilundáin (Sevilla), Vidal (Tarra-gona),
cinco arzobispos: Zacarías Martínez (Santiago), Remigio Gandásegui
(Valladolid), Manuel de Castro (Burgos), Prudencio Melo (Valencia), Rigober-to
Doménech (Zaragoza) y el obispo de Jaén Basulto, que tras la muerte del
Cardenal Casanova, Arzobispo de Granada, represhntaba en la conferencia de
metropolitanos a los obispos de dicha provincia. Más tarde al ser expulsado
el Cardenal Segura, la provincia eclesiástica de Toledo estuvo representada por
el obispo de Sigüenza, Eustaquio Nieto Martín.
Puede decirse que este reducido grupo de prelados se dio cuenta inme-diatamente
del cambio radical que se había efectuado en el país. Expulsado
60 JOSE LAVANDERA LOPEZ
Segura quedan Ilundáin, hombre de gran preocupación social, y Vidal y Barra-quer,
quizá el obispo más dispuesto a dialogar con el nuevo sistema, porque
su formación menos eclesiástica y clerical que la de los restantes prelados le
permitía reconocer sin dificultades que la soberanía del Estado radicaba en las
Cortes Constituyentes" (CARCEL ORTI V., en Historia de la Iglesia en Espa-ña.
Tomo V. Editorial Católica. Madrid 1980, p. 346).
Consideraciones finales.
La proclamación de la 2" República, en abril de 1931, inició la fase más
dramática de la historia contemporánea de España y de su Iglesia. Como pais
europeo occidental, cuyos intelectuales e instituciones jurídicas estaban a tono
con las normas más avanzadas del liberalismo europeo, España había pasado
por los más refinados sistemas representativos durante más de cien años. Era
habitual que las innovaciones políticas precedieran al desarrollo económico y
social o a la transformación cultural general. Ningún otro pais del mundo con
tan limitado nivel de desarrollo general, trató con tanta persistencia de mante-ner
formas políticas tan avanzadas.
En contra de lo que han afirmado a menudo los comentaristas hostiles,
la respuesta de la Iglesia católica distó mucho de ser de una animosidad inque-brantable.
Dado que otros gobiernos marchaban firmemente hacia formas más
avanzadas de política liberal y radical, una república democrática con razona-bles
garantías de libertad para la Iglesia no habría sido precisamente el peor
contexto para las instituciones religiosas. Experiencias recientes con países tan
distintos como la Unión Soviética, Italia y México, agregadas al lamentable de-rrumbamiento
de la monarquía española, no hacían sentir a los dirigentes de
la Iglesia ninguna avidez por entrar en combate con el nuevo sistema español.
Que la República decidiera lanzarse a un ataque frontal contra la Iglesia
se debió al predominio temporal de la izquierda, en conjunción con las frustra-ciones
y abusos de la generación precedente. El feroz anticlericalismo de la dé-cada
republicana se basaba desde luego en las doctrinas anticlericales básicas
del siglo anterior y en la frustrada ofensiva anticlerical de los años 1901-1912
(STANLEY G. PAYNE. E1 Catolicismo Español. Editorial Planeta. Barcelona
1984. Pág. 194).