Emiliano Tiburcio Moreno: Mirando al Ecumenismo. Cuarenta años después del concilio Tflticano JI
MIRANDO AL ECUMENISMO
Cuarenta años después del concilio Vaticano 11
Emiliano Tiburcio Moreno
Profesor del ISTIC, sede de Gran Canaria
La renovación de las instituciones cristianas, a pesar de que alguno
de los procesos no haya llegado a cristalizar, es una realidad latente en todo
el orbe cristiano.
Los signos de los tiempos, a los que debemos prestar atención, nos hablan
de un nuevo periodo en la relación entre las Iglesias cristianas y también
de una mayor apertura en el diálogo ecuménico e interreligioso.
Un nuevo aletear del Espíritu Santo sobre la humanidad, hace que ésta
despierte de la somnolencia y se reaviven la dimensión espiritual de la persona
y su capacidad relacional.
Nos encontramos en un tiempo, donde terminado el segundo milenio,
el tercero irrumpe cargado de problemas y de quehaceres en la Iglesia. Los
movimientos religiosos y las distintas confesiones de fe se presentan con nuevos
retos para todos los creyentes.
En la conciencia de las Iglesias cristianas gana espacio el convencimiento
de que vivir el Evangelio exige hacer una opción por los pobres, pero
esta opción no se puede realizar en plenitud, mientras los que anuncian el
evangelio no lo hagan desde la unidad. Lo que exige que la ruptura histórica
de Cristo sea restaurada en la misma histórica.
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Jesús instituyó una Iglesia unida que el tiempo separó. El reto que ahora
se presenta es volver a la unidad que en un tiempo se rompió. No podemos
presentarnos ante Cristo, tan divididos como desgraciadamente nos hemos
presentado en el último milenio.
Una nueva llamada a la unidad, está sembrando de inquietudes a lamayoría
de las Iglesias cristianas, que germinan en nuevas actitudes y en nuevos
comportamientos. Donde antes se polemizaba ahora se dialoga, donde antes
había enfrentamiento ahora se aúnan esfuerzos. De la enemistad se ha pasado
a la amistad, a la comprensión y a la colaboración.
La apertura eterna del misterio de Dios al hombre comienza a reflejarse
en la apertura del hombre al hombre. Nada de lo que sucede en la humanidad
nos puede resultar indiferente. El hombre debe mirarse en el espejo de
Dios para percatarse que la historia no se puede hacer sino por caminos de paz
y de amor.
Los movimientos misioneros y las actitudes de todas las Iglesias cristianas
deben ser una búsqueda de la deseada unión de todas la Iglesias. Es
más, la humanidad entera, en la búsqueda constante del sentido de su vivir, debe
constituirse en plataforma de encuentro con la Realidad Absoluta que nos
sostiene.
Todos juntos debemos construir un mundo mejor sobre los pilares de la
justicia y el amor, de forma que, donde no llegue la justicia pueda llegar el
amor. Una humanidad, más unida por el amor, será el reflejo eterno de la presencia
entre los hombres del único Pueblo de Dios.
Los comienzos del ecumenismo.
Fue en los comienzos del siglo XVIII, cuando ciertos espíritus llenos
de buenas intenciones y guiados por el Espíritu de Señor, reaccionan contra la
secuela de violencia y de terror que se desató en Occidente por motivos religiOsos.
Las sociedades europeas se dividieron y de estas divisiones nacieron
enfrentamientos de represión y de muerte, que dieron origen a las guerras de
religión. Las Iglesias cristianas que debían dar testimonio de unidad, se encuentran
profundamente divididas y llenas de odio, provocando el vandalismo
que hizo correr sangre cristiana a raudales.
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Ante tanto dolor y tanta barbarie por la sangre derramada, se hace urgente
buscar una solución.
Como una primera respuesta a la solución del problema se plantea el
método de la "concordia", precedente de lo que después será el movimiento
ecuménico.
El método de la "concordia" nace en 1691 a partir del intercambio epistolar
entre católicos y luteranos alemanes. Por parte católica la representación
la lleva Bossuet, Obispo de Meaux, y por parte luterana Molanus, abad luterano
de Lockum, que será sustituido posteriormente por J. G. Leibniz, de confesión
luterana también pero relacionado con muchos católicos.
La razón de este método está en que Bossuet convencido de la esterilidad
de otros métodos, como el de la controversia, intenta explorar nuevos caminos
que lleven a la unidad. Este nuevo método abrió nuevas e importantes
esperanzas, convencidos los autores de que el movimiento originado debía estar
fundamentado en el respeto recíproco.
Se hace camino partiendo de una interpretación benévola y comprensiva
de las reivindicaciones protestantes, por una parte, y una explicación pedagógica
de los móviles católicos, por otra, que permitiría la concordia que se
había hecho imposible, entre la confesión de Angsburgo y los decretos de
Trento 1
•
De los diálogos epistolares entre Bossuet y Molanus, en primer lugar, y
después entre Bossuet y Leibniz, se deduce la necesidad de caminar hacia una
"Iglesia universal", en cuyo seno hubiese lugar para las diversas expresiones
de vida y de fe cristianas. Es aquí donde se originó la dimensión religiosa del
término ecumenismo, (pues el término ecumenismo tiene otras connotaciones,
como son: la política, la geográfica y la cultural), y con ello se indica la
universalidad del cristianismo, y por tanto de la propia fe y de la Iglesia de
Cristo.
Siglos después surgirá otro método con el nombre de "convergencia"
que nace en las conversaciones de Malina, celebradas en los Países Bajos, durante
los años 1921-1926. Estamos en el pontificado Pío XI, aunque las conversaciones
se iniciaron antes de morir Benedicto XV
1 Cf. JAVIERRE, A. M. Promoción conciliar del diálogo ecuménico. (Madrid 1966)
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Estas conversaciones de tipo privado se realizan entre anglicanos y católicos.
Por los anglicanos conduce el diálogo el venerable Lord Halifax, santamente
obstinado en la unión del anglicanismo y el catolicismo, y cuya vocación
era la de unir.
Por parte católica el conductor de los diálogos es el cardenal Mercier, a
quien el mismo Lord Halifax definía:
"vida gasta en presencia de Dios ... Era el ajuste del equilibrio en
los actos como en las palabras. Mejor aun, yo creo que un rayo
de santidad le permitía penetrar en el espíritu de Cristo. Y era esto
lo que le daba autoridad a sus gestos y a sus palabrasm.
Estos dos hombres, creyentes auténticos, acordaron reunirse, primero
con un grupo de expertos de una y otra Iglesia, y así ver juntos las posibilidades
de la unión y de la convergencia.
Las cuestiones fundamentales que presentaron para tratar fueron: las relacionadas
con la fe, la palabrada Dios, los sacramentos y la disciplina eclesiástica,
temas en los que se llegó a una convergencia muy significativa, sobre todo
en la unión, como manifiesta la proclamación: "Iglesia unida no absorbida".
Con esta fórmula lo que se pretendía era la organización de la Iglesia
anglicana unida, al estilo de la organización sancionada y mantenida por
Roma para las Iglesias Orientales unidas3
•
Gustav Thiels en su reflexión sobre los métodos utilizados a partir del
nacimiento del movimiento ecuménico, el año 191 O, manifiesta que lo que se
debería hacer sería:
Lo primero, la distinción entre las doctrinas fundamentales y las no fundamentales.
La unidad llegaría por la adhesión a las creencias fundamentales,
que constituyen los cimientos de las concordancias y de las divergencias.
Lo segundo, que los elementos en los que se difiere, se sitúen en el método
dialéctico propuesto por Karl Barth en Ámsterdam. Este método procede de
la dialéctica hegeliana con la tesis, antítesis y síntesis, lo cual quiere decir, que
con las afirmaciones y las contra-afirmaciones se llegaría a una tesis común4
•
2 Cf. GUITTON, J. Diálogo con los precursores. Madrid 1963
3 Cf. GONZÁLEZ MUÑANA, M. Hacia la Pascua de la unidad. (Córdoba 1997) IDOs
4 Cf. THILS, G. Historia doctrinal del movimiento ecuménico (Madrid 1968)
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En la actualidad están en auge los métodos teóricos que han desembocado
en el diálogo teológico, que se centran básicamente en el diálogo eclesiológico
utilizado en Lausanne y en Edimburgo, en el cristológico propuesto
en la asamblea de Lund y en el pneumatológico que se utilizó en MontreaP.
Dimensión carismática del ecumenismo
Desde una perspectiva de fe, el ecumenismo se presenta como un Don
del Espíritu Santo a toda la humanidad. Su nacimiento tiene índole carismática
tal como se presenta en el encuentro de Edimburgo en el año de 1910.
En esta cuidad, el Espíritu Santo sorprendió a todas las Iglesias allí reunidas,
mediante la voz de uno de los delegados allí presentes, quien en medio
de la asamblea gritó con potente voz: "vosotros nos habéis mandado misioneros
que nos han dado a conocer a Cristo, por lo que estamos agradecidos. Pero
al mismo tiempo nos habéis traído vuestras distinciones y divisiones. Unos
predican el metodismo, otros el luteranismo, el congregacionalismo o el episcopalismo.
Nosotros os suplicamos que nos prediquéis el Evangelio y dejéis
a Cristo suscitar, en el seno de nuestros pueblos, por la acción del Espíritu
Santo, la Iglesia conforme a sus exigencias y conforme, también, al genio de
nuestra raza, que será la Iglesia de Cristo en Japón, la Iglesia de Cristo en
China, la Iglesia de Cristo en India, liberadas de todos los -ismos-, con que
vosotros cargáis la predicación del Evangelio entre nosotros"6
•
Grito semejante se escuchó en la asamblea del consejo de las Iglesias,
celebrada en Nueva Delhi, cuando un indio lamentándose dijo las siguientes
palabras: "nuestras Iglesias son jóvenes y se aman. ¡No las envenenéis con
vuestras desdichas históricas occidentales de separación!".
La dimensión carismática, dirige la elección de Juan XXIII, como sucesor
en el papado de Pío XII, y ese don se hace más palpable en la convocatoria
de Juan XXIII del Concilio Vaticano 11, donde uno de los principales objetivos
que se marcó el Papa es: "Promover la restauración de la unidad de todos
los cristianosm.
Carismático, en toda profundidad, es el objetivo al que tiende el ecumenismo.
La unión en plenitud de todas las Iglesias cristianas por obra del Espíritu Santo.
5 Cf. GONZÁLEZ MUÑANA, M. Hacia la Pascua .... Pg 100-101
6 Ibidem 103
7 U.R. 1
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Tres movimientos singulares y comprometidos, el CIM (Consejo
Internacional de Misiones), VA (Vida y Acción) y FC (Fe y Constitución), ponen
en marcha el movimiento ecuménico de las Iglesias en Edimburgo en el
año 1910 e irá tomando cuerpo, hasta ser institucionalizado el año 1948 en
Ámsterdam con el nombre de CEI (Consejo Ecuménico de las IglesiasY.
El CEI nace como una sorprendente aventura en el interior del cristianismo
no católico. Un carisma donde se concretan los anhelos sublimes de la
unidad de los creyentes sinceros, abiertos a las mociones del Espíritu Santo.
Con ello las simas de la ruptura comienzan a rellenarse con la masa de los
múltiples actos ecuménicos, que se van originando en el seno de las Iglesias,
para hacer realidad las esperanzas de la unión entre los cristianos.
Este movimiento será levadura para todos los cristianos que buscan vivir
cristianamente en la Iglesia instituida por Jesucristo, lugar de encuentro de
la humanidad en el amor.
El CEI llega a su plenitud, como impulsor del movimiento ecuménico
en Nueva Delhi, en la asamblea allí celebrada en el año 1961, al definirse como:
" una asociación fraternal de Iglesias, que confiesa a nuestro Señor
Jesucristo como Dios y Salvador según las escrituras, y se esfuerza por responder
en armonía, a su común vocación, para la gloria del Único Dios,
Padre, Hijo y Espíritu Santo"9
•
Este espacio se constituye en el lugar de encuentro donde se promueve
el estudio común, fuente de alimentación de la conciencia ecuménica, apertura
a la alianza y a las relaciones de carácter universal con todas las Iglesias
cristianas, donde nace la conversión y la búsqueda de la verdad, como base de
un auténtico diálogo.
El ecumenismo espiritual.
La dimensión espiritual del ecumenismo, tiene un despertar, bastante
temprano, en la Iglesia católica. León XIII instituye la novena de Pentecostés
para "acelerar la obra de la reconciliación de los hermanos separados". Algún
tiempo después, los presbíteros anglicanos Spenser Jones y Paul J. Wattson
inician un octavario para la unión de las Iglesias, que se celebra del 18 al 25
8 Cf. 3" Asamblea Ecuménica de las Iglesias. Varios. Movimiento ecuménico Madrid 1966
9 3" Asamblea de Nueva Delhi. Madrid 1966
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Emiliano Tiburcio Moreno: Mirando al Ecumenismo. Cuarenta años después del concilio Tizticano II
de enero. La idea es muy bien acogida inicialmente, pero al pasarse al catolicismo
P. J. Wattson, esta semana toma un cariz especial, por constituirse en
instrumento del apostolado para la conversión de los no católicos.
Cada día del octavario se pide por una Iglesia particular, pero para los
no católicos, la insistencia de los católicos en que la unidad se hiciera en torno
a la figura del Papa, se constituyo en un obstáculo para participar en el octavario.
Será en la década de 1930-1940, cuando un párroco de Lyón, Paul
Couturier10
, intuya la dificultad que se planteaba para los no católicos a la hora
de orar juntos. Con el apoyo del Obispo instituyó una oración con la que
pudieran orar todos juntos. Esta oración se concretó en los siguientes términos:
"Que nuestro Señor dé a toda la Iglesia en la tierra aquella paz y unidad
que estaba en su mente, y en su propósito cuando, en la víspera de su pasión
oró para que todos san uno".
Son momentos de Kairos, con la intuición maravillosa del p. Couturier
de centrar todo el encuentro en la persona de Jesucristo, punto de confluencia
de toda la humanidad.
De aquí parten los movimientos ecuménicos posteriores, y su evolución
en los últimos sesenta años, han originado los proyectos ecuménicos actuales.
Una experiencia de fe vivida en la vida cotidiana, se cargaba de anhelos
e ilusiones, para que la comunidad de creyentes abriera nuevos caminos
hacia la plenitud ecuménica. Es cierto, que no es algo totalmente nuevo en la
vida de la Iglesia, sino un reencuentro con sus mejores tradiciones.
De los diálogos permanentes del p. Couturier con los exiliados rusos
nace un clima de relación fraternal, que hace que aumente la confianza mutua
y la comunión. Sobre esta base se va edificando la actividad ecuménica y
se liman las rigideces doctrinales y las posiciones intolerantes.
Junto a este movimiento, en los años 30 del siglo pasado, aparece un
movimiento nuevo de gran importancia e influencia en el movimiento ecuménico.
Se trata del movimiento personalista, inspirado por Emmanuel Mounier,
10 El padre Paul Couturier nace en Lyón el29 de julio de 1881 y muere en Lyón el24 de marzo de 1953.
Fue ordenado sacerdote en 1906. En la década de los años recibió en su casa a numerosos refugiados
rusos que huían de Rusia a Occidente. En el trato con dichos emigrantes descubrió la riqueza de la espiritualidad
de aquellos emigrantes ortodoxos.
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que sirvió para aglutinar a católicos, protestante y ortodoxos de la Europa
Occidental. El medio de comunicación entre ellos es la revista Esprit, desde
donde muchos teólogos tratan de impulsar el ecumenismo.
Pero el hecho más importante y decisivo para lanzar el compromiso espiritual
del ecumenismo dentro del catolicismo romano fue, sin duda, la experiencia
que muchos fieles tuvieron durante la segunda guerra mundial
1939-1945.
La lucha, por una parte, contra el nazismo-fascismo, y por otra, evitar
que los judíos fuesen llevados a los campos de concentración, es decir, al exterminio,
son los dos grandes impulsos que mueven la espiritualidad ecuménica.
La década de los años 1930- 1940 se había afianzado como años de encuentro,
de diálogo y de lucha compartida entre todas la Iglesias cristianas.
Pero, será sobre todo, los años de 1939-1945, ante el dolor y la tragedia que
suponen los campos de concentración y las cámaras de gas, donde nazca la necesidad
de la unidad y el descubrimiento del otro, como base de todo diálogo
y punto capital del movimiento ecuménico.
El ecumenismo en la Iglesia Católica
Anteriormente hemos indicado, como Bossuet y Molanus, emprendieron
un camino de diálogo ecuménico para terminar con las guerras de religión.
Habían visto la necesidad de caminar hacia una Iglesia Universal que
acogiera en su seno a las distintas expresiones de vida y de fe cristianas.
Desgraciadamente este movimiento muere y no se conocen otros movimientos
importantes hasta el "movimiento de Oxford", donde se crea "la asociación
para la promoción de la unidad de los cristianos". Era el año de 1875.
Participan en este movimiento anglicanos, católicos y ortodoxos griegos.
En 1864 se prohíbe a los católicos participar en dicha asociación. Pío IX
lo comunica en los siguientes términos: "Que los fieles de Cristo y los varones
eclesiásticos oren por la unidad cristiana, guiados por los herejes y, lo que
es peor, según una intención en gran manera manchada e infectada de herejía,
no puede de ningún modo tolerarse ... Otra razón por la que deben los fieles
aborrecer en gran manera esta sociedad londinense, es que quien a ella se
unen, favorecen el indiferentismo y causan escándalo"11
•
11 Dz 1686-1687
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Al papa Benedicto XV se le informó de una conferencia mundial en la
que participaban todas las confesiones que reconocían a Cristo como Dios y
Salvador. Robert Gardiner, secretario de la comisión, que preparaba dicha
conferencia, informó e invitó a Benedicto XV a la participación de los católicos
en dicha conferencia. Benedicto XV, el 18 de noviembre de 1914 agradeció
la información y la invitación, pero no la aceptó.
Charles Brent, iniciador de Fe y Constitución (FC), esperando un acercamiento
mayor del Benedicto XV y la asistencia de algún delegado, visita
personalmente al Papa invitándole a dicha conferencia. El Papa, después de un
recibimiento amable, y prometerle sus oraciones por el éxito de la conferencia,
volvió a negarse con toda rotundidad.
Las reuniones se celebraron en Lausana del3-21 de agosto de 1927.
Benedicto XV ya había muerto, y la Iglesia católica no tuvo representante
alguno.
Tampoco estuvo oficialmente presente la Iglesia católica en el nacimiento
del CEI (Consejo Ecuménico de las Iglesias) en Ámsterdam el año
1948. Aunque hubo algunos católicos, como periodistas o representantes de
centros ecuménicos, que se hicieron presentes a título personal.
La razón de la ausencia no fue el desinterés de los católicos, pues había
personas con interesadas en estar presentes, pero Roma, por dos veces, los días
5 y 18 de junio, negó toda autorización para asistir.
Las posturas católicas se presentan un tanto rígidas, aunque al parecer
de algunos críticos, no es debido a problemas teológicos-eclesiológicos, sino
de tipo práctico y psicológico. Un acercamiento tímido se da en los tiempos
de León XIII, como vimos anteriormente, cuando se instituye la novena de
Pentecostés para acelerar la reconciliación con los hermanos separados.
Será en el periodo preparatorio del Concilio Vaticano II, año 1961,
cuando se abra la primera puerta para participar en la Asamblea de Nueva
Delhi, donde hubo una representación católica permitida. Cinco cristianos católicos,
representantes de distintas partes del mundo católico estuvieron como
observadores.
El secretario General del Consejo Ecuménico de las Iglesias saludó a
los cinco representantes de la Iglesia católica con las siguientes palabras:
"Hoy se han establecido relaciones no oficiales, pero muy útiles, con el se-
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cretariado especial designado por el papa Juan XXIII para promover la unidad
de todos los cristianos. Damos la bienvenida a los cinco católicos romanos,
autorizados por este secretariado y enviados como observadores a esta asamblea'
012.
A partir de esta asamblea de Nueva Delhi, la Iglesia católica ha estado
presente en todas las asambleas celebradas a nivel de observación.
El año de 1965 se crea una comisión de teólogos católicos y del CEI,
para reflexionar sobre cuestiones doctrinales. El acercamiento se hace más estrecho
en la asamblea de Upsala, a partir de la cual, los teólogos católicos participan
de "pleno iure" en los trabajos.
La colaboración en el programa "Sodepax" (Comisión para la
Sociedad, Desarrollo y Paz) hace que los vínculos adquieran mayor consistencia.
Las VlSltas, de los papas Pablo VI y Juan Pablo 11 al Consejo
Ecuménico de las Iglesias, han hecho que la vecindad se haga más cercana,
cargada de destellos de esperanza ilusionada, en la unión de todas las
Iglesias Cristianas.
Es cierto que la apertura católica al movimiento ecuménico tarda en
concretarse, pero una vez que irrumpe en este campo, lo hace con fuerza, valentía
y alegría. Esto se manifiesta abiertamente en el papado de Juan XXIII
y en el Concilio Vaticano II.
Juan XXIII se había marcado como uno de los principales objetivos del
Concilio Vaticano II, "Promover la restauración de la unidad de todos los cristianos",
como dijimos anteriormente.
Desde estos momentos la Iglesia Católica se vuelca con toda ilusión en
la promoción del movimiento ecuménico. El concilio comienza a celebrarse
en un ambiente de anhelos ecuménicos y de esperanzas en la unión de todas
las Iglesias cristianas.
La respuesta a las invitaciones fraternales de muchos delegados de otras
Iglesias a presenciar los debates, junto con los padres conciliares de todo el
Orbe católico, hace que el concilio Vaticano II revista la condición de ecuménico,
abierto a toda la cristiandad.
12 Texto citado por GONZÁLEZ MUÑANA en Hacia la Pascua de ... Pagll3.
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La importancia que toma el ecumenismo en el Vaticano II se pone de
manifiesto en los distintos documentos conciliares.
La Constitución Lumen Gentium en el capítulo II, al hablar del pueblo
de Dios, hace una referencia expresa a la relación de la Iglesia Católica con la
Iglesias cristianas no católicas 13 y con los no cristianos14
• Todos son Pueblo de
Dios.
La Constitución Gaudium et Spes busca la unión de la Iglesia católica
con toda la familia humana, por ello, el concilio se dirige a todos los hombres,
teniendo presente el mundo creado por Dios y redimido por Cristo, para que
todos los humanos puedan encontrar la plenitud humana en la salvación.
Además de estas dos grandes constituciones el Concilio aporta una importante
declaración sobre la Libertad Religiosa, titulada "Dignitatis
Humanae", donde se proclama con todas las fuerzas la libertad religiosa. Es
obligación de todo ser humano la búsqueda de la verdad y una vez conocida
abrazarla con todas las fuerzas. Dicho documento condena el proselitismo y
considera los derechos que tienen los otros y los deberes de cada uno con los
demás.
En el decreto, dedicado totalmente al ecumenismo, titulado "Unitatis
Redintegratio", se pone de manifiesto, cómo el concilio Vaticano II se tomó,
muy en serio, el problema de la unidad de las Iglesias Cristianas y el de la unidad
en la diversidad de todos los hombres.
Este Decreto se confecciona desde la experiencia real, vivida por las
Iglesias a lo largo de muchos años de su historia, con matices claramente ecuménicos.
De ahí que se insista constantemente en la búsqueda de la unidad.
"Una sola es la Iglesia fundada por Cristo Señor, muchas son, sin
embargo, las Comuniones cristianas que a sí mismas se presentan
como la herencia de Jesucristo( ... ) Siguen caminos diferentes,
como si Cristo mismo estuviera dividido. Esta división contradice
abiertamente la voluntad de Cristo, es un escándalo para
el mundo y daña a la causa santísima de la predicación del
Evangelio a todos los hombres"15
•
13 Cf. Lurnen Gentium no 15.
14 Ibidem no 16.
15 Cf. URn°1
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Esta unidad es entendida en base trinitaria. El Padre envía a su Hijo
Unigénito al mundo. Este ruega al Padre por los creyentes e instituye el sacramento
de la unidad, dándoles el mandamiento del amor mutuo. El Espíritu de
Cristo que se les había prometido es entregado como plenitud del Suceso Pascual.
Se señala el carácter apostólico de la Iglesia en su doble vertiente, en lo
que tiene que ver con la tradición de la fe de los apóstoles y en lo que dice relación
al orden. Pedro es la Piedra a partir de la que se debe edificar la comunidad16.
Pero et Decreto sobre Ecumenismo presenta una característica importante,
en cuanto no es un decreto cerrado, sino que presenta una serie de cuestiones
importantes que merecen la pena profundizarse en los caminos de unidad.
En primer lugar, tenemos los problemas que se relacionan con la celebración
de la fe cristiana y la organización eclesiástica, es decir, el bautismo,
la Eucaristía y el ministerio17
•
En segundo lugar, en el Decreto se ha encontrado el camino para iniciar
el diálogo en lo que se refiere a las preocupaciones de la formación ecuménica
en todos los niveles18.
En tercer lugar, cuando los padres conciliares hablan de la forma de exponer
la doctrina de la fe católica piden, por una parte, que la exposición debe
ser clara y transparente, sin concesiones a la galería. Sólo así puede darse
el diálogo franco y honesto. Por otra parte, el camino a recorrer tiene que estar
empapado en el amor, en la verdad y en la humildad, con el deber de que
19 esté presente el concepto de jerarquía de las verdades .
En cuarto lugar, se debe tener presente, a la hora de la reflexión, las relaciones
con las Iglesias y las comunidades eclesiales separadas de la sede
apostólica romana. No se pueden situar en el mismo plano las Iglesias
Orientales, (Ortodoxas), y las Iglesias y comunidades eclesiales de Occidente
(Anglicanas, Luteranas, Reformadas, etc.)20
•
16 Ibidem n°2
17 Ibidem n° 22
18 Ibidem n°10
19 Cf. UR no 11
20 Ibidem 13-23.
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En el n° 13 de U R, al mencionarse la causas que han llevado a las divisiones
a la Iglesia de Cristo, se indican cuestiones de tipo doctrinal y las relativas
a la estructura eclesial, que traducidas en otros términos, se trata de las
relaciones entre lo universal y lo particular en la vida de la Iglesia. De aquí
nace la diferencia de comprensión sobre la unidad en la Iglesia católica y en
la comunidad de las Iglesias que se agrupan en el Consejo Mundial. Para la
Iglesia católica, la relación se da en la comunión episcopal, en el colegio apostólico,
cuyo centro es el sucesor de Pedro. La circunferencia con los radios
convergiendo en el centro, sería la forma de explicar la unidad y la comunión
en la Iglesia apostólica. Pedro, obispos y fieles.
Mientras que para el CMI (Consejo Mundial de las Iglesias) la unidad
se expresa a nivel local. La unidad se constituye cuando todos los cristianos
en cualquier parte del mundo reconocen el mismo bautismo y se reúnen en
torno a la misma mesa. La unidad va de abajo hacia arriba en el CMI, mientras
que en la Iglesia católica va de arriba hacia abajo.
En la línea de mantener vivo el acercamiento ecuménico, Pablo VI
promulgó, durante los años conciliares ( 1964 ), la encíclica "Ecclesiam
suam", como una invitación universal al diálogo. Juan Pablo 11, en el año
1995 volvía a dar un nuevo impulso al ecumenismo con la encíclica "Ut
Unum Sint".
El ecumenismo un camino abierto a la humanidad.
Al hablar del ecumenismo como un camino de unidad, surgen de forma
inmediata las siguientes preguntas: ¿qué unidad?, ¿para qué sirve la unidad?,
¿una unidad con exclusiones o sin exclusiones?, ¿tienen todos cabida en esta
unidad?, ¿se puede buscar la unidad y al mismo tiempo impedir que otro puedan
formar parte de la nueva comunidad a construir?
La respuesta a estas preguntas nos llevan a adentrarnos en el corazón
del concepto de ecumenismo, que hasta ahora hemos manejado, y desde ese
mismo corazón preguntarnos: ¿el movimiento ecuménico trata de la unión de
los cristianos o de la unidad de todo el pueblo de Dios? ¿Puede el diálogo ecuménico
abrirse a toda la humanidad?
Es bueno, a la altura del movimiento unionista en que nos encontramos,
hacer una indagación que nos permita comprender el término "ecumenismo"
en toda su profundidad y extensión.
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El calificativo ecuménico hace referencia a algo "universal", algo que
se extiende por todo el mundo. Así decimos concilio ecuménico, cuando en él
participan las Iglesias del mundo entero. Pero además, se debe tener en cuenta
que el término ecuménico, no se reduce simplemente a una categoría religiosa,
ni a las instituciones eclesiásticas, sino que el calificativo ecuménico
afecta también al ámbito político, geográfico y cultural.
Al parecer de los expertos en lengua griega clásica, el término ecuménico
tiene su origen en "oikos", que significa lugar habitado, por tanto, lugar
donde hay personas, y en el término "oikía", que significa hogar familiar, es
decir, lo que la familia ha construido para vivir.z1
•
El Nuevo Testamento utiliza el Verbo "oikodomeo" para significar la
construcción de la Iglesia (Cf. Mt. 16, 18) y también señala el proceso de edificación
(Hch. 9, 31 ). El uso que Pablo hace del verbo "oikodomeo", adquiere un
sentido muy importante, como es la constitución de nuevas comunidades cristianas
que es la tarea específica de los apóstoles (2Cor 1 O, 8) aunque en el parecer
de Pablo, también es tarea de todos los cristianos: "por esto, confortaos mutuamente
y "edificaos" los unos a los otros como ya lo hacéis (1 Tes. 5, 11).
El término "oikoumene" del que viene directamente la palabra "ecumenismo"
sintetiza en sí los términos "oikos" y "oikia", pues el primero significa
espacio habitado, y el segundo significa familiaridad de los que lo han
construido y lo habitan22
•
Los escritores griegos clásicos, como Aristóteles, utilizan el término
Oikoumene para oponer la realidad del mundo poblado por los griegos, al espacio
que no se sabía si estaba poblado y quienes eran sus habitantes. Por tanto
"oikoumene" tiene, en primer lugar, un significado con sentido geográfico.
Al emprender Grecia su aventura imperialista con Alejandro Magno,
los griegos toman conciencia de que el mundo habitado era más amplio que
lo pensado con anterioridad.
La dimensión antropológica de la apertura humana a los demás seres,
se constituye en una nueva experiencia que cristaliza en la conciencia del
21 Cf. DE SANTA ANA, J. Ecumenismo y Liberación Madrid 1987.
22 También se debe tener en cuenta que hay otros términos, con las mismas raíces griegas, que indican la
marcha de la casa y su economía. Así tenemos la palabra oikonomos, que sería el mayordomo, y el término
oikonomía, que seria la función del mayordomo prever las necesidades de la casa.
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Emiliano Tiburcio Moreno: Mirando al Ecumenismo. Cuarenta años después del concilio Jizticano JI
hombre, donde se percata, que el mundo habitado es más amplio que lo pensado
originalmente.
Dentro del nuevo territorio hay formas distintas de comunicarse y expresarse,
es decir, hay culturas distintas que entran a formar parte de la nueva
"oikoumene". Lo ecuménico se universaliza en las nuevas tierras y culturas
conocidas. Por tanto, Ecumenismo hace referencia en primer lugar a lo geográfico,
en segundo lugar a lo cultural, y cuando Grecia comienza a declinar
políticamente, con la muerte de Alejandro Magno, y el imperio se divide en
cuatro partes, poco a poco comienza a surgir un nuevo imperio que va a dominar
la cuenca del Mediterráneo. Es el imperio romano
Con el nuevo imperio nace una nueva dimensión del término "oikoumene",
esto es, la dimensión política. Esta nueva dimensión coincide con los
tiempos en que el imperio romano impone su poder a las tierras que bordean,
el llamado "Mare nostrum".
Esta visión universalizada desde el campo de la política aparece frecuentemente
en el nuevo Testamento, como el lugar donde se debe anunciar el
Evangelio, la Buena Noticia. En Mt. 24, 12-24 es el lugar donde se debe proclamar
el Reino, que es el mundo entero. En Me. 13, 10, discurso escatológico,
anuncia que es antes que sucedan estas cosas, es necesario que se proclamen
la buena noticia a todas las naciones.
En Lucas, que es el evangelista que más utiliza el término, lo encontramos
cuando Cesar Augusto mandó por decreto hacer un censo del mundo entero.
(Le. 2,1). En las tentaciones de Jesús en el desierto, le muestra los reinos
de toda la tierra. (Le. 4, 5). En los Hechos de los Apóstoles Ágabo profetiza
el hambre que vendrá sobre toda la tierra. (Hch 11, 28). La gran Artemis es
venerada en la provincia de Asia y en el mundo entero. (Hch 19, 27).
El término "oikoumene", en la forma que se utiliza en el NT tiene casi
siempre un carácter inclusivo, es decir, que abarca no sólo la dimensión religiosa,
sino también lo geográfico, lo cultural y lo político.
Por tanto, hablar de ecumenismo significa tener presentes las cuatro dimensiones
propias de la existencia humana: la espacial o geográfica, la cultural,
la política y la religiosa.
La dimensión espacial nos habla del derecho que tiene toda persona a
un espacio para realizar su vida, y en el que las personas se pueden relacionar
Almogaren 37 (2005) 217-248 231
232
Emiliano Tiburcio Moreno: Mirando al Ecumenismo. Cuarenta años después del concilio Tizticano JI
con la naturaleza y tomar conciencia que hay otros seres con los mismos derechos
que uno mismo.
La dimensión cultural tiene que ver con todas las manifestaciones y expresiones,
mediante las que, todos los humanos de la tierra manifiestan sus relaciones
con los otros y con la naturaleza.
La dimensión política es la forma de institucionalizar el poder en la sociedad,
donde se pone de manifiesto, el grado de organización que un pueblo
alcanza para sí. Está dimensión se encuentra fundamentada sobre el derecho
y el poder, de forma que, cuando el derecho no es apoyado por el poder, el derecho
se muestra débil, y cuando el poder no está vigilado por el derecho se
cae en la dictadura.
Estas tres dimensiones que abarcan lo geográfico, lo cultural y lo político,
tienen mucho que ver con el desarrollo de la dignidad persona humana y
con toda su riqueza23
•
La dimensión religiosa del ecumenismo surge a raíz de las rupturas de
la Iglesia occidental y la oriental y de la ruptura, en el siglo XVI, de las
Iglesias cristianas occidentales.
Será en las correspondencias epistolares entre Bossuet y Molanus, y
después entre Bossuet y JG Leibniz, cuando se institucionalice el término
"ecumenismo", para significar, un camino universal de unión, entre todas la
Iglesias cristianas, e incluso de otros movimientos religiosos no cristianos.
Desde la reflexión de estas dimensiones, nace la necesidad de que en la
universalidad de la Iglesia, se abran espacios que unan las diferentes expresiones
de vida de la comunidad humana24
•
Es cierto, que desde esta perspectiva, nos salimos un tanto del los límites
del ecumenismo como se ha entendido tradicionalmente, movimiento de
unión entre las Iglesias cristianas. Pero, si tenemos en cuenta que la humanidad
constituye el "Pueblo de Dios" y la llamada a la salvación es universal,
hemos de aceptar que el movimiento ecuménico afecta a toda la humanidad.
El movimiento ecuménico tiene un especial significado al hablar de
la unidad de los que confiesan a Jesucristo como el Señor, pero difícilmen-
23 Cf. DE SANTA ANA, J, Ecumenismo ... Pg 18-20
24 Hay abundancia de textos bíblicos apoyando esta dirección. Cf. Ex 22, 20-26. Le 4,25-27.
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Emiliano Tiburcio Moreno: Mirando al Ecumenismo. Cuarenta años después del concilio Tflticano Il
te el conjunto de los pueblos de la tierra podría aceptar al Dios de la unidad,
si quienes dicen creer en él, no muestran con hechos su vivir en unión fraternal.
Hacia el macroecumenismo.
El ecumenismo, visto de forme universal, afectaría a todo el "Pueblo de
Dios", es decir, a todos los hijos del creador. A este ecumenismo se le denomina
"Macroecumenismo".
No se trata con este movimiento de llegar a una fusión de religiones,
con la pérdida de la propia identidad, ni tampoco de la anulación del otro, sino
que se trata del acercamiento mutuo para enriquecernos todos dentro de la
diversidad.
La oración de Jesús narrada por Juan (Jn. 17) constituye el punto de referencia
del movimiento macroecuménico. No se trata en esta unión de una
unión cualquiera, sino, del reflejo de la unión que el Padre tiene con Jesús.
Al querer Dios reunir a todos sus hijos, quiere que su unión sea un reflejo
del mismísimo misterio de Dios. Entrar en el movimiento macroecuménico
es entrar en un movimiento de unión de toda la humanidad, es un zambullirse
en el amor de Dios, abierto a toda la humanidad.
Desde ahí, queramos o no, hay que comenzar lo que se está llamando
el otro movimiento ecuménico. Es decir, no sólo debe partirse desde las iglesias
instituciones, desde los teólogos o desde la base, sino también, y muy particularmente,
desde ese estilo de vida alternativo con que explota cada mañana
nuestra tierra
Monseñor José Antonio Infantes Floridd5
, en sus reflexiones sobre el
ecumenismo declara: "hay también un nuevo concepto de ecumenismo en
profundidad. Ecumenismo va a significar de aquí en adelante, una actitud
constante y abierta de no cerrarse en un círculo y de no excluir a nadie del
mismo. Lo cual no obsta para el concepto de verdadera Iglesia. Porque nada
hay más opuesto al concepto de verdadera Iglesia que el concepto de círculo
férreo0026
•
25 Monseñor José Antonio Infantes Florido fue Obispo de la diócesis de Canarias desde diciembre de
1967- 1978. Después es nombrado Obispo de la diócesis de Córdoba hasta su jubilación. Fallece en noviembre
de 2005.
26 INFANTES FLORIDO, J. A Iglesia y actualidad (Córdoba 1992) pg.29.
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1 233
234 1
Emiliano Tiburcio Moreno: Mirando al Ecumenismo. Cuarenta años después del concilio Tilticano JI
Un proyecto ecuménico popular, con apertura universal, comienza a
abrirse en torno a Jesucristo. Es la expresión comunitaria que reúne en torno
a Jesús a judíos y gentiles, hombres y mujeres, pobres y ricos, sabios e ignorantes.
Para el Nazareno la "buena nueva" consistía en la llegada del Reino, y
este Reino es el punto central de la unión de toda la humanidad, y que "ya está
en medio de nosotros". (Le 17, 20-21).
Por tanto, la unidad que Jesús pidió para sus discípulos estaba en función
de que el mundo creyese en el anuncio de la "buena nueva", y por tanto
la unidad no se constituye en un absoluto, sino que lo preferente es el Reino.
El proyecto ecuménico popular toma cuerpo a partir del momento en
que en situaciones concretas, hombres y mujeres de todas las convicciones se
unen para hacer realidad lo que Jesús nos aportó, es decir, el Reino.
Es cierto, que muchas veces no se ve claro esa presencia del Reino, pero
el Reino no viene aparatosamente, no se podrá decir: "está aquí o está allí"
(Le. 17, 20-21), y decirlo será una presunción humana. Lo cierto es, que a partir
de criterios de caridad, de libertad y de amor a los pobres se puede esperar
que en estos movimientos se de la cercanía de Dios.
Ahora bien, es justamente la proximidad de Dios lo que caracteriza la
presencia de Reino en los pueblos de toda la tierra. Aquí está el fundamento
para hablar del "Macroecumenismo" y del camino hacia una religión universal,
que es hacia donde camina toda la humanidad con su cabeza, Cristo, cuando
Él sea todo en todos.
Juan Bosch dirá con acierto: "Siempre ha acompañado al movimiento
ecuménico la convicción de que la unidad de la Iglesia, no es algo que termina
en ella misma, sino que está llamada a ser fermento de unidad para toda la
humanidad. Por ello, junto a la irrenunciable tarea de resolver las cuestiones
doctrinales que separan las Iglesias, la lucha por transformar la realidad del
mundo dividido, marcado por las rupturas a causa de la guerra, la pobreza, las
injurias, la degradación del medio ambiente, constituyen también uno de los
signos distintivos del ecumenismo"27
•
Por tanto, el ecumenismo no sólo debe buscar la unidad de las Iglesias,
sino que debe hacer un mundo más habitable, donde la persona humana puede
realizar en plenitud las dimensiones esenciales de su existencia. No tendrá
27 BOCH, J. y MÁRQUEZ, C. 100 Fichas de Ecumenismo (Burgos 2004) Ficha 11.
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Emiliano Tiburcio Moreno: Mirando al Ecumenismo. Cuarenta años después del concilio Vaticano ll
mayor significado el ecumenismo, si parte de la humanidad no encuentra un
mundo habitable.
La unión de todos los hijos de Dios, es decir, el Pueblo de Dios será
irrealizable humanamente, si el movimiento ecuménico no es capaz de llegar
mediante la oikoumene a una tierra habitable para todos los hombres.
La Iglesia de Jesús se abre así, de forma universal a toda la humanidad.
El movimiento ecuménico, desde sus cuatro dimensiones, tiene un especial
significado en la unidad, que se centra y se concentra en la unión de todo el
genero humano en Jesús, como Señor de toda la creación.
El "Macroecumenismo", acercamiento de todos los hombres para llegar
a una religión universal, y por tanto a la unión; más que un empeño de
hombres es un empeño de Dios.
El camino hacia la religión universal tiene un doble fundamentado: en
primer lugar, en la acción del Espíritu Santo, que es quien conduce e inspira
el movimiento macroecuménico; y en segundo lugar, porque la historia humana
está impulsada por su propio devenir a llegar a un movimiento de convergencia
y de encuentro de toda la humanidad.
Desde estos horizontes, se profundiza en la fe en un solo Dios, y el monoteísmo
trinitario adquiere una fuerza racional, a través de la cual, se hace
más comprensible la religión universaF8
•
La Iglesia, que se define como sacramento de salvación universal para
los hombres en Jesucristo, es el lugar de plenitud salvífica. Dios, el inagotable,
se manifiesta de forma progresiva a los hombres, dentro del proceso histórico
que nos lleva a la Parusía. En este proceso, el misterio del Dios trinitario,
se hace apertura total a la humanidad, pero esta, incapaz de captar la inmensidad,
sólo a sorbos pequeños se adentra en la apertura universal de Dios.
El Dios sin horizontes es lo contrario a todo hermetismo, y el
Macroecumenismo no es una canonización del pluralismo confesional, sino
que es una forma de gozar de los distintos grados de pertenencia a la Iglesia
dentro de la humanidad.
28 RATZINGER, J. Fe, Verdad y Tolerancia (Salmanca 2005). Se refleja claramente en esta obra del Papa
actual, Benedicto XVI, la perspectiva hacia la religión universal única, concretada en el cristianismo,
como religión donde se sintetiza la fe y la razón. El cristianismo realiza una desmitologización, que lleva
a la victoria del conocimiento y al mismo tiempo al resplandor de la verdad. Por esta razón, el cristianismo
debe considerarse como universal, y por tanto, dirigido a todos los pueblos.
Almogaren 37 (2005) 217-248 235
236
Emiliano Tiburcio Moreno: Mirando al Ecumenismo. Cuarenta años después del concilio Yáticano I1
Pablo VI en la encíclica "Ecclesiam Suam", en el apartado tercero, donde
se habla de la Iglesia y el mundo, presenta una estratificación de la humanidad,
donde esta, con distintas intensidades puede encontrar "ecos" de Dios.
La inmensidad adimensional de Dios en su misterio se constituye en el
centro motor del amor divino, misterio inefable del don de sí mismo, donde
todo ser tiene su fundamento.
Del centro adimensional surge una fuente divina que empapa todos los
estratos y los diviniza. Es la humanidad de Cristo. En Cristo Jesús la humanidad
y la divinidad se abrazan en una sola persona, de forma que la divinidad
queda humanizada y humanidad queda divinizada. La participación de la humanidad
en la divinidad de Cristo, es la que debe llevar a los humanos a la expresión
más profunda de la religión universal.
El siguiente estrato vendría constituido por los que profesan la fe en
Cristo, como Hijo eterno del Padre. La comunión en la misma fe, en la misma
esperanza y en la misma caridad es el fundamento o el principio constitutivo,
donde el Pueblo de Dios encontraría la fuerza divina para sobreponerse
a lo que separa a los creyentes en Cristo. Las divisiones se quemarían
en el fuego del amor y el Evangelio engendraría una nueva vida para
encontrarnos todos juntos en la voluntad de Cristo, que quiere que todos seamos
uno. No más Iglesias cristianas desunidas cuando todos confesamos
que Jesús es el Señor.
Otro estrato más externo, pero formando siempre parte del Pueblo de
Dios, pues Cristo los adquirió con su sangre, aunque ellos no lo reconozcan, es
la parte de la humanidad que adora al Dios único y Supremo, al mismo que nos
referimos todos los cristianos. Esta parte del pueblo de Dios está formada por
los hebreos, hermanos mayores en el monoteísmo, los musulmanes y las grandes
religiones afroasiáticas. En todos ellos hay valores espirituales y morales
que deben acercarnos a ellos en fraternidad y libertad. Aunque sus formulaciones
estén muy lejos de las nuestras son hijos del Mismo Dios y Padre.
Un último estrato está constituido por aquellos, y son muchos; que dentro
de la humanidad no profesan ninguna religión o incluso se confiesan ateos.
La negación de Dios, ya teórica o práctica, es normalmente equivocada y
no responde nunca a las exigencias de la totalidad de la persona. Es un "dogma
ciego", que degrada y destruye a la persona, pues es la sofocación de su
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Emiliano Tiburcio Moreno: Mirando al Ecumenismo. Cuarenta años después del concilio Tilticano 11
propio principio que es el Dios vivo. También esta humanidad es "pueblo de
Dios", pues de él depende creacionalmente y también por ellos murió
Jesucristo en la cruz.
Sólo cuando no haya diferenciación de hombres en función de su raza,
color, religión, sexo; cuando no haya ricos ni pobres, esclavos ni libres, cuando
la libertad haya llegado a todos y todos seamos uno en Cristo, entonces y
sólo entonces habremos llegado a la plenitud del ecumenismo.
Estos círculos concéntricos que ideó Pablo VI como forma de estar la
humanidad en relación a Dios, significa la comunión de Dios con la humanidad
y la humanidad con Dios y entre sí. De este pueblo universal es Jesucristo
la Cabeza que nos injerta en el mismo Dios.
"En este sentido, -Dirá Monseñor Infantes Florido- el ecumenismo
es tanto como abrir más y más el círculo, como acrecentar
continuamente los lazos familiares, como ofrecer a los otros, en
todo tiempo, la mano a la fraternidad. Es lógico que haya quedado
atrás la idea del ecumenismo como mero contacto que se tiene
en un momento dado y se termina. Todo lo que sea buscar un
sentido pleno para la vida de todos los hombres, eso es ecumenismo.
Porque el verdadero sentido pleno de la vida está en
Dios"29
•
Desde esta perspectiva, puede surgir el problema de la identidad institucional
de la Iglesia, pero es precisamente este verdadero ecumenismo el que
mantiene la identidad institucional, pues la identidad de la Iglesia es el mantenerse
como signo de salvación universal, por eso, el elemento constante del
ecumenismo será la unidad en la universalidad.
El ecumenismo en la diócesis canariense
El ecumenismo como camino de unidad implica el compromiso de todos
los cristianos. Se impone el despojarse de sí mismo, el liberarse de los
propios apegos, el dejar el mundo de las propias seguridades para con una sana
indiferencia, generadora de libertad, indagar la voluntad de Dios. Debemos
roturar la tierra de nuestros corazones para que la llovizna de la acción del
Espíritu penetre hasta lo más hondo de nuestro ser.
29 INFANTES FLORIDO, J. A. Iglesia y ... pg. 30.
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238
Emi1iano Tiburcio Moreno: Mirando al Ecumenismo. Cuarenta años después del concilio ráticano 1!
La unidad en el ecumenismo, sólo es posible, si arranca de la conversión
del corazón y de la santidad de vida30
, junto con una actitud orante al estilo
de Cristo que oró al Padre con ardor la víspera de su muerte: "Padre que
todos sean uno" (Jn. 17, 21).
La conversión del corazón, desde el reconocimiento humilde de
nuestros pecados y los ajenos lleva a la comunión con Dios y a la apertura
a nuestros hermanos, lo que implica que el caminar por la senda del
ecumenismo lleva la exigencia de vivir en una radical fidelidad al evangelio.
K. Barth afirma: "El camino hacia la unidad de la Iglesia, tanto si parte
de un lado, como si parte de otro, no puede ser otro que la renovación. Pero
renovación significa arrepentimiento, y arrepentimiento significa conversión,
no conversión de los otros sino conversión propia"31
•
Sólo la permanencia en una actitud cerrada en sí mismo genera "el pecado
que es el cáncer de la unión de los cristianos'm. Mientras que "cuanto
más estrecha es la comunión con el Padre, el Verbo y el Espíritu, más íntima
y fácilmente podrá aumentar la fraternidad mutua"33
•
La comunión de los santos, que profesamos en el símbolo de la fe, se
realiza en función del amor a Dios y a los hermanos, y de este amor nace el
deseo y la esperanza de la unidad. El amor se constituye, por tanto, en comunión,
corriente profundísima que da vida e impulso al proceso de unión34
•
"Este amor, -según Juan Pablo II- halla su expresión más plena en la
oración comúnms. Pues en la comunidad orante, Cristo está presente en medio
de la comunidad y ora en nosotros, con nosotros y por nosotros.
Es desde la perspectiva del amor universal de Dios, es desde donde se
puede captar, en toda su amplitud, la universalidad del movimiento ecuménico.
La Iglesia, y con ella la religión, tienden a ser una y única, como uno y
único es el misterio de Dios que las sostiene.
30UR8
31 BARTH, K. Relexiones sur le deuxiéme concile du rátican JI Ginebra 1962.
32 SÁNCHEZ VAQUERO, J. Ecurnenismo. Manual de Formación Ecuménica. (Madrid 1968).
33 Cf. URno 7
34 Cf. Ut Unum sint (29).
35 Ibídem
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Emiliano Tiburcio Moreno: Mirando al Ecumenismo. Cuarenta años después del concilio fizticano JI
Primeros pasos del ecumenismo en Canarias
El quehacer ecuménico en la Diócesis de Canarias está profundamente ligado
en sus comienzos a la figura de Obispo J. A. Infantes Florido, quien impulsó
el movimiento ecuménico desde que llegó a la Diócesis. Diciembre 1967.
Eran los primeros años posconciliares, y los corazones de los creyentes
vibraban con la esperanza de la unión de las Iglesias cristianas. Aires frescos
venían de Roma y un mundo nuevo parecía comenzar a renacer.
D. Heraclio Quintana presentaba en el Eco de Canarias el miércoles 24
de enero de 1979 un trabajo titulado: "diez años de ecumenismo" (1968-
1978), que correspondía a los 1 O años que estuvo Infantes Florido como
Obispo de la Diócesis, hasta que fue trasladado a Córdoba. En este trabajo se
nos presenta en perspectiva lo que fueron estos 1 O años del movimiento ecuménico36.
Parte D. Heraclio de la vivencia intensa que se tuvo del ecumenismo
durante esta década, aunque, muchas veces, no exento de problemas. Por eso
comparará el movimiento ecuménico en el espíritu, con el río Guadiana en su
fluir por las tierras de la mancha. Así se expresa D. Heraclio: "el movimiento
ecuménico es como un río subterráneo en el interior de los espíritus, que corre
a un ritmo incontrolable. En cualquier momento puede aflorar a la superficie
y en cualquier otro perdérsenos de vista"37.
El movimiento ecuménico es una semioscuridad donde las luces y las
sombras son constantes. Unas veces parece que la unión es ya una realidad y
otras parece ausentarse en la oscuridad. De todas formas, el movimiento ecuménico
se encuentra impulsado por el Espíritu Santo y es él quien lo llevará a
término.
Confiados en esa asistencia del Espíritu se crea una comisión de sacerdotes
y seglares, cuyos primeros trabajos van a cristalizar en la edificación del templo
ecuménico, "el Salvador", en la playa de Ingles, que se inauguró el año 1971.
El Templo, cuya finalidad es la acogida de los turistas que visitan las
Islas para descansar, es el espacio donde se anima a los fieles a vivir su fe durante
el tiempo de su permanencia, en comunión con sus respectivas comuni-
36 QUINTANA, Heraclio. El Eco de Canarias. ( 24 enero 1979)
37 QINTANA, Heraclio, Eco de ... 24 enero 1979.
A1mogaren 37 (2005) 217-248 239
240
Emiliano Tiburcio Moreno: Mirando al Ecumenismo. Cuarenta años después del concilio Tilticano II
dades, sacerdotes y pastores. Son momentos de diálogo abierto y de enriquecimiento
cultural y espiritual. Así el Templo se constituye en un lugar privilegiado
para el quehacer ecuménico de la Diócesis. Lugar de encuentro de distintas
Iglesias cristianas procedentes de toda Europa.
Entre las Iglesias que utilizan los servicios del Templo ecuménico están:
la católica de las distintas naciones europeas como (España, Francia, Irlanda,
Inglaterra, Italia, Holanda, etc.), Iglesias de otras confesiones cristianas como
(Luterana, Evangélica, La Escandinava, Holandesa Reformada, etc.). Cada una
de ellas tiene su sacerdote o pastor responsable de la comunidad.
Según la información del Rector del templo, el Rvdo D. Jesús Marqués,
a lo largo de la semana se realizan distintas celebraciones, cultos y reuniones,
y actividades culturales y lúdicas. El Templo dispone también de salón multiuso
que posibilita todo tipo de encuentros.
En distintos momentos del año se realizan celebraciones ecuménicas,
como son: celebración por la Paz, el 31 de diciembre, día de san Silvestre,
Octavario de oración por la unión de los cristianos, Vía Crucis interconfesional,
el Viernes Santo, etc.
También hay momentos para el Macroecumenismo, encuentro con musulmanes
y judíos y otras personas que en momentos existenciales profundos,
buscan dar sentido a su vida. Es en esta realidad del Templo donde se concretiza
el quehacer ecuménico de la Diócesis, en donde irradian esperanzas en la
oración y en el sentimiento.
Los actos ecuménicos se inician en el año 1968 con una gran celebración
de la Palabra en la Santa Iglesia Catedral. A partir de esta celebración ha
habido siempre dos celebraciones, una al principio y otra al fin de la semana
por la unión de los cristianos.
Un dato digno de reseñar, en el ecumenismo de la Diócesis, es que el
movimiento ecuménico no se cierra sobre sí, sino que se abre como una cauce
natural para dar paso de inmediato al diálogo interreligioso, o lo que es lo
mismo, al movimiento macroecuménico.
Bullía en aquellos tiempos en el corazón de la Diócesis, el buscar caminos
de encuentro entre todas las confesiones religiosas. Con singular importancia
destaca el p. Heraclio el encuentro celebrado en el "gabinete
Literario" con la participación de las comunidades locales no cristianas: "ja-
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Emiliano Tiburcio Moreno: Mirando al Ecumenismo. Cuarenta años después del concilio Tilticano li
ponesa, árabe, india, judía, cuyos cónsules y responsables acogieron la idea
entusiásticamente y organizaron un verdadero espectáculo de música, canción
e imagen, además de ilustrarnos con sendas disertaciones sobre las vivencias
religiosas en sus respectivos países0038
•
Por el templo ecuménico han pasado personalidades de las distintas
confesiones religiosas. Pero lo más importante, por ser lo menos institucional,
son los contactos interconfesionales que se realizan fuera de la semana de la
oración por la unidad. El encuentro empapado en libertad y espontaneidad hace
que el Templo se constituya en la casa de todos, donde la sonrisa abre la
puerta, el diálogo fluye como comunicación y comunión, la disponibilidad se
hace ofrecimiento entre uno y otros, en definitiva, es en encontrarse con la casa
habitable para todos. Aquí el misterio trinitario de Dios se constituye en el
punto central de la unidad. Hay una captación de la voluntad del Padre que
quiere reunir a todos sus hijos entorno a su Hijo Unigénito.
En estos momentos de presencia divina en medio de la comunidad se
hace patente el eco de la llamada a la conversión, que no está en que unos conviertan
a otros, sino en convertirnos todos a la verdad total.
Una serie de entrevistas, a las que he tenido acceso, marcan también el
pensamiento del movimiento ecuménico en la Diócesis. En el año 197 5
Margarita Sánchez Brito entrevista, en la hoja del lunes, Al Obispo Infantes
Florido, a la pregunta sobre el momento actual del ecumenismo responde:
"nos encontramos pasando lo que se llamaría el deshielo ( ... ) una etapa histórica,
que gracias a Dios está ya anunciando una primavera de encuentros
mejores y más profundos. Yo diría que nos encontramos, sobrepasando el deshielo
y los sentimientos, en la etapa del encuentro a otro nivel más profundo".
Este nivel más profundo es el nivel del encuentro y del diálogo teológico,
en el se da el intercambio de investigaciones y aportaciones mutuas. Se debe
profundizar en el centro doctrinal propiamente revelado y se debe limpiar
el Dogma de todos los dogmatismos.
A una nueva pregunta de la periodista, interesándose si han aparecido
signos nuevos en el ecumenismo, responde con agilidad, dejando traslucir sus
profundas convicciones ecuménicas: "sí, la amistad. Hay mucha más amistad
y más afecto. ( ... ). Se ha ganado mucho en la amistad, en el diálogo, en la
38 QUINTANA, Heraclio, El eco de ... 24 enero 1979
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242
Emiliano Tiburcio Moreno: Mirando al Ecumenismo. Cuarenta años después del concilio ráticano JI
comprensión, en la oración, y yo diría también, en la respuesta a las motivaciones
que el Espíritu Santo está teniendo en todo el mundo".
En esta entrevista la amistad se abraza con la caridad rompiendo fronteras
para irrumpir en la acción, y así estar todos más unidos al lado de los más
pobres y más necesitados. La caridad nos adentra en lo profundo del ser, donde
la caridad se funde con la verdad. Ahí desaparecen todas las apariencias y en el
amor de Dios se descubre toda la verdad de Cristo, tal como él la ha revelado.
El año 1980, cuando ya había cambiado de sede episcopal D. José
Antonio Infantes Florido, nos encontramos con una nueva entrevista de
Margarita Sánchez Brito, en este caso con el Rector del Templo, que en estos
momentos era, D. Francisco Martel, quien presenta, en primer lugar, el momento
ecuménico que está viviendo la Diócesis. Después de señalar el carácter
singular de las Islas por el fenómeno turístico, intenta remarcar con toda
claridad, como el ecumenismo es una de las vocaciones más profundas de las
Islas. "Ninguna otra región de España, como la nuestra, está mejor preparada
para realizar el tema del Ecumenismo".
La situación en que se encuentra el movimiento ecuménico en los años
ochenta, es la toma de conciencia de que la Iglesia católica debe salir al encuentro
de las demás Iglesias. Pablo VI abre las puertas del Vaticano y las
puertas de otras Iglesias se le abren a él.
A la pregunta que le hace la periodista ¿el ecumenismo es un reto de la
Iglesia? D. Francisco Martel responde: <<Sí, lo es. La Iglesia ya no puede parar.
La Iglesia tiene que agotar todos los medios y confiar en que no son los
seres humanos los que van a abrir el camino. Pero, sí nos toca sudar hasta el
final para que después el Espíritu Santo abra la puerta, que no sabemos cual
es, una puerta hay allí, pues está es la voluntad de Jesús cuando dice, "que todos
sean uno". Y la voluntad de Jesús debe realizarse>>.
Canarias es un lugar inmejorable para vivir el movimiento ecuménico.
Aquí se da el espacio para el encuentro de las distintas confesiones religiosas
de las naciones del mundo. Aquí se vive la amistad en diálogo, aquí se regenera
el pensamiento y se abre a los demás. Aquí las Iglesias se abren al Amor,
que es la puerta fundamental, por donde toda la humanidad se encontrará.
Los últimos horizontes sobre el ecumenismo, en nuestra Diócesis, los
tenemos de manos del rector del Templo, D. Jesús Marqués. En un artículo del
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18 de julio de 2005, titulado: Experiencia ecuménica en el plan trienal, constata
como las nuevas condiciones existenciales del hombre de hoy, han llevado,
en algunas zonas turísticas, a una estrecha convivencia entre hermanos de
diferentes confesiones cristianas y de otras religiones.
El templo del Salvador se constituye en el lugar, por excelencia, donde
se aviva la dimensión espiritual de la persona, donde se vive plenamente la fe,
donde se alimenta la comunión fraterna, donde el diálogo se abre para todos
y con todos. En definitiva, es el lugar donde reina la alegría familiar de los hijos
de Dios.
Estas celebraciones y encuentros es lo que se conoce como ecumenismo
de base. Aquí, manifiesta D. Jesús Marqués se ha superado, de alguna forma,
lo de "separados", se intenta quemar etapas para que la unidad sea una realidad,
esto lleva a convivir en armonía y tolerancia, como un adelanto de la
unión de las Iglesias oficiales y libres de Europa. "Es un quemar etapas, para
que la unidad se realice lo antes posible. Hay susurros que se preguntan ¿por
qué no?, ¿qué nos falta? Nos sentimos todos uno". Es la ilusión del Pueblo de
Dios por vivir la unión fraternal.
El pensamiento ecuménico del obispo Infantes Florido.
El alma mater del movimiento ecuménico posconciliar en la Diócesis,
sin duda alguna, fue el Obispo D. José Antonio Infantes Florido, que nos dejó
su pensamiento en las exhortaciones, que cada año hacía en enero, con motivo
de la semana por la unión de los cristianos.
En carta escrita el 18 de enero de 1968 manifiesta su deseo de cumplir
el compromiso católico en todos sus aspectos, es decir, en todo lo que se refiere
a la oración, al mutuo conocimiento, al mutuo respeto y al diálogo fraterno
y constructivo.
La voluntad de Cristo ( Jn. 1 7, 21) se hace cada día más imperiosa, y el
Espíritu Santo hace cada día más viva la promesa de que ese momento histórico
debe llegar. Estamos en tiempos de rogar al Señor intensamente para que
se produzca la deseada unidad. Esto lo decía convencido de la unción cristiana
que habíamos recibido y de nuestra inserción en Cristo por el Bautismo.
En el Bautismo nos hemos unido a Cristo y formamos su cuerpo místico,
fundamentando nuestro nuevo ser. Pero el transcurso de los tiempos, la
unidad se ha ido destruyendo por la dispersión cristiana.
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Cristo es uno y fuente de unidad, y exige que todos vivamos unidos,
hasta el punto de formar todos una familia revestida de Cristo, donde "ya no
hay judío ni griego, esclavo ni libre, hombre ni mujer, todos seremos uno en
Cristo Jesús" (Gal. 3, 28). Pero por desgracia "la división ha penetrado en la
base de la sociedad, en el centro de la familia, encontrándonos situaciones en
que la fe, lejos de anudar a los esposos por el Sacramento del Matrimonio, es
precisamente lo que los divide"39
•
Todos somos cooperadores de Dios (Cf. ICor 3, 9), por lo que estamos
llamados a ser constructores de unidad.
El camino a seguir, según Infantes Florido, para conseguir esta unidad, no
puede se otro que la Sagrada Escritura, en ella podemos caminar a la plenitud
de la verdad divina, y en este camino hay un maestro de la Verdad, que es el
Espíritu Santo, que es el que enseña a la comunidad de fieles congregados en
comunión. La Sagrada escritura no es sólo para escucharla, sino también para
vivirla y desarrollarla, y sobre sus cimientos construir la Unidad en la Verdad40
•
Pero si la Sagrada Escritura es el camino, la Eucaristía es la Plenitud.
La llamada del amor nos compromete a todos en acciones de futuro, la cooperación
intereclesial de estar al lado de los pobres y los marginados de nuestra
sociedad, afirma los lazos del entendimiento y de la cordialidad. Pero el
punto clave de la unidad está en la intercomunicación eucarística.
"Es aquí, - dirá monseñor Infantes Florido- en la Eucaristía, donde más
se siente el desgarro de la Iglesia, es en la mesa del Señor donde destacan los
puestos vacíos, sin duda alguna porque se reconoce que la Eucaristía es el culmen
y la meta de la sacramentalidad eclesial"41
• Y por ser meta y culmen no
puede ser algo inmediato.
El trabajo ecuménico es un trabajar para un futuro cierto e incierto a la
vez, dirá el Obispo. Incierto, porque no sabemos ni el día ni la hora. Cierto,
porque es el mismo Espíritu el que impele hacia la Unidad. No importan los
éxitos ni los fracasos, debemos proseguir en nuestros esfuerzos. Por ello mirando
al campo recuerda la siembra y la siega en las siguientes palabras: "El
ecumenismo forma también parte de la singular labranza de Dios. Nuestra
39 INFANTES FORIDO; J. A. Boletín del Obispado de Canarias. Enero 1969, pg53
40 Cf. INFANTES FLORIDO, J. A. Boletín del Obispado de Canarias. Enero 1971, pg. 73
41 INFANTES FLORIDO, J. A. Boletín del Obispado de Canarias. Enero 1972 pg. 22
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Emiliano Tiburcio Moreno: Mirando al Ecumenismo. Cuarenta años después del concilio Tizticano JI
aportación personal es necesaria en lo que, en términos evangélicos, llamaríamos
la siembra; pues la semilla -la Palabra y la Gracia- crece por sí sola.
Tiene su fuerza íntima, germinal, sin que dependa de nosotros ni el crecimiento
ni la maduración"42
•
Un nuevo aletear del Espíritu Santo está dando origen a ciertos barruntos
ante la nuevas formas de espiritualidad, que se ponen de manifiesto en los movimientos
carismáticos, en las comunidades pentecostales, en el florecimiento del
estudio sobre los místicos, todo ello indica las inquietudes por llegar a la plenitud
de la vida espiritual, con el deseo firme de conocer y amar mejor al Espíritu Santo.
El horizonte parece clarear y la vigilancia debe acechar a lo que se mueve
dentro y fuera de la Iglesia. Hay una nueva frontera que abrir, un nuevo
campo que explorar que nos puede llevar a la plenitud de la de la libertad y de
la verdad y en ellas confesar que Cristo es el Señor3
•
En el año 1975, en la exhortación, con motivo de la semana de oración
por la unidad de los cristianos, Infantes Florido, entrevé un incierto grado de
unión, entre los cristianos, por el que debemos dar gracias a Dios.
"Nos conocemos más, nos respetamos, nos reunimos en oración y diálogo,
tomamos conciencia cada vez más clara de la incomprensión de nuestros
enfrentamientos pasados, sentimos el deseo de la reconciliación, se responde
con prontitud a las inspiraciones del Espíritu Santo en variedad de carismas
y mociones en pro del movimiento ecuménico; en fin, se toma
conciencia de responsabilidad en todos los niveles a cerca de la unidad cristiana"
44. Todo ello se debe conservar en espíritu de amor y de fraternidad,
mientras llega el momento deseado.
El año 1976 el título la exhortación se presenta con tintes alarmantes:
"Dificil momento del Ecumenismo". Pero, la exhortación como tal se abre
con un grito de esperanza: "No sería el ecumenismo un camino abierto por el
Espíritu Santo si no llevara consigo la esperanza. Es decir, que la meta de la
Unidad está ahí, la tenemos frente a frente, como llamada apremiante y como
realización posible"45.
42 Ibídem. Enero 1973 pg. 59
43 Cf. INFANTES FLORIDO Boletín de la Diócesis de Canarias. Enero 1974, pgs 73-76
44 INFANTES FLORIDO, J. A. Boletín de la Diócesis de Canarias Enero 1975, pg 81
45 INFANTES FLORIDO, J. A. Boletín de la Diócesis de Canarias. Enero 1976, pg. 10
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La causa del momento dificil por el que pasa el ecumenismo, según el
Señor Obispo, se debe: "a que se ha tomado como punto de llegada lo que no
es más que un respiro", por eso invita a reemprender la marcha con nuevos
bríos.
Nuevamente, en el año 1977, se hace reflejo de esos ánimos bajo el
símbolo de la semilla oculta46
• No podemos, en el camino ecuménico, dar lugar
al cansancio ni al desánimo. A nosotros lo que nos pide el Señor es el esfuerzo
de sembrar.
La sensación de que damos vueltas a una noria cansina, sin agua y sin
estímulo que la mueva, debe ser superada. No podemos escondernos en la inutilidad
del esfuerzo del mito de Sísifo.
Nuevas aspiraciones deben nacer en la mente y en el corazón para hacer
posible la unidad tan deseada.
El año 1978, la Semana de la Unidad de los Cristianos, tiene un nuevo
contexto. El catolicismo, en España deja de ser la religión del Estado, y todas
las confesiones religiosas serán iguales ante la ley. Esto supone que el tema
del ecumenismo en España, debe ser enfocado desde nuevas perspectivas, en
relación a la nueva situación, que se va a vivir en nuestra Nación.
La conciencia, de que detrás de los posibles articulados constitucionales,
existe el hecho religioso en sí, lleva a promocionar el hecho religioso, lo
que desemboca en un concepto más amplio del ecumenismo, que es lo que hemos
llamado el macroecumenismo. No son momentos de miedo ni de temor,
sino que es la hora cumbre de la evangelización del mundo moderno. Es la
apertura universal del ecumenismo a todos los hombres de buena voluntad.
El pensamiento del obispo Infantes Florido no queda cerrado en las exhortaciones
citadas, su pensamiento tiene horizontes mucho más amplios,
hasta el punto que el gusto por el ecumenismo, va con él a donde el Señor lo
lleve, es decir, que el obispo Infantes Florido, siente su vocación ecuménica
en el "hondón" de su ser, e irá progresando y ensanchando los cauces por donde
la humanidad pueda encontrarse.
En la revista Ecclesia publica un artículo, que después se recogerá en el
libro "Iglesia y Actualidad", titulado el "otro" ecumenismo, donde pone cla-
46 Cf. INFANTES FLORIDO, J.A. Boletín de la Diócesis de Canarias. Enero. 1977 pgl7-19
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ramente de manifiesto que el ecumenismo no ha seguido la evolución prevista,
sino que ha sido un movimiento de sorpresas, comenzó con una confrontación
de credos y ahora nos encontramos con una encrucijada que gravita sobre
dos centros, el de las cuestiones doctrinales y religiosas y el de la calidad
de vida y los derechos humanos. Desde aquí, querámoslo o no, hay que comenzar
lo que se llama el otro movimiento ecuménico. Que debe partir, no solo,
de las instituciones, iglesias y teólogos sino también desde es estilo de vida
alternativo que explota cada mañana e nuestra tierra. La tarea en pro de la
unidad cristiana se ve interpelada por la situación del mundo de hoy y del
hombre que se ha movido.
"Por ello, -dice Infantes Florido- el ecumenismo debe hacer un
alto, para situarse en un nuevo horizonte, y reflexionar sobre lo
que está sucediendo: el desplazamiento de todo un mundo asentado
sobre una determinada antropología"47
•
Hay, por tanto, un nuevo posicionarse en el concepto de ecumenismo,
en cuanto el concepto de ecumenismo no es algo definitivamente hecho,
ni definitivamente comprendido. El elemento constante del ecumenismo
será siempre la llamada a la unidad en la universalidad. Pero esta
actitud estará siempre en revisión, para que también pueda encajar en la
unidad, ese otro elemento propio de la universalidad que es la pluralidad4'.
Dos llamadas urgentes laten en el ecumenismo de nuestros días:
1 a) Tratar a los demás como queremos que ellos nos traten a nosotros,
en un diálogo abierto y fraterno.
2a) Tomar conciencia de que todas las religiones del mundo deben ponerse
al servicio de la vida y de la paz, desde la opción por los más débiles.
Concluiremos diciendo, que el ecumenismo no busca solamente el diálogo
y la unión de las Iglesias cristianas, sino que tiene un sentido mucho más
amplio en la unión de toda la humanidad. El término ecumenismo debe desarrollarse
en sus cuatro dimensiones: geográfica, cultural, política y religiosa.
Debemos reconocer que estamos ante una nueva forma de posicionarnos ante
el ecumenismo.
47 Cf. INFANTES FLORIDO, J.A. Iglesia y actualidad (Córdoba 1992) pgsll-14.
48 Ibidem pgs 30-31
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Como consecuencia de esta nueva concepción del ecumenismo se debe
tener presente que hay otros espacios abiertos al ecumenismo como son el
ecumenismo ecológico y el ecumenismo de la emigración.
El ecumenismo no es una meta, sino un camino. La meta es el fin del
camino, que es la unión de toda la humanidad entre sí y con Dios.
Emiliano Tiburcio Moreno
BIBLIOGRAFÍA
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CONCILIO VATICANO II. Decreto Unitatis Tedintegratio
CONCILIO VATICANO II. Declaración Dignitatis humanae
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