ALMOGAREN. 31. (02). Pág. 127-138. ®CENTRO TEOLÓGICO DE LAS PALMAS
CANARIAS, HACIA AMÉRICA Y ÁFRICA EN LA
SOCIEDAD DEL CONOCIMIENTO DEL SIGLO XXI
MANUEL LOBO CABRERA
RECTOR DE LA UNIVERSIDAD DE LAS PALMAS DE GRAN CANARIA
En estas Jornadas sobre Sociedad del Conocimiento y Teología se nos ha
solicitado que hablemos sobre un tema y unos continentes donde, en algunos de
sus países, la sociedad del conocimiento apenas si se sabe lo que es. De ahí el
hecho que yo me pregunte si la sociedad de la información y los retos que
plantean tienen algo que ver con algunos países de América Latina y menos con
los africanos. ¿Se están desarrollando por igual las nuevas tecnologías en el
conjunto del mundo y, sobre todo, en zonas donde hasta el agua es un bien
escaso? ¿Están sirviendo las mismas para fomentar las relaciones, en plano de
igualdad, entre los pueblos y los hombres de culturas diferentes? ¿Están
contribuyendo por igual a la distribución equitativa de recursos y de bienes?
¿Están ayudando a que los hombres sean más solidarios, y a que unos no exploten
a los otros?
Este es el dilema que se me plantea cuando oigo hablar de Internet, de
tendencias futuras de desarrollo, de sociedad del conocimiento para todos, o de
medios de comunicación en un mundo avanzado. ¿Es esto posible en muchos
países de África e incluso de Hispanoamérica? ¿Es posible el avance de la
sociedad del conocimiento en países y lugares donde la muerte campa a sus
anchas, perpetrada por gobiernos que buscan el enriquecimiento personal y
envilecen a los pueblos con hambres, sed y torturas?
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¿Qué puede hacer Canarias ante países y organizaciones poderosas del
primer mundo para ayudar a paliar los déficits del tercero? Podemos argumentar,
pensar y hacer incluso que nuestra voz pueda oírse, pero los recursos, a veces, a
pesar de nuestra conciencia y de nuestra apuesta por la cooperación y la
solidaridad, tienen que venir de aquellos que propugnan una aldea global para
todos, sin diferencias de credos, de sexos, de color y de raza~
Desde estos puntos de vista mi trabajo no va a tener un carácter técnico,
puesto que de ello se han hecho eco y se harán acreditados especialistas en la
materia a lo largo de las Jornadas. Por ello, deseo que mi intervención se sitúe en
el terreno de la utopía, con los pies sostenidos en la tierra, pero con la mirada fija
en un mundo más justo y solidario, a cuyo servicio pueden colocarse las
oportunidades que nos brinda la sociedad del conocimiento. Del mismo modo
que tuvo que pasar como utópico aquél que en la primera mitad del siglo pasado
se le ocurriese imaginar la posibilidad de un mundo en el que la información
circulase libremente a través de millones de ordenadores conectados por una
telaraña invisible.
Antes de empezar me gustaría recordar, por lo que debemos tener presente,
que Canarias es africana por geografía, europea por cultura y americana por
sentimiento. De África tenemos la prolongación del continente y las aguas que
bañan a ambas orillas; de Europa recibimos nuestro sistema de gobierno, el amor
a la cultura, parte de nuestra sangre y nuestra religión; hacia América hemos
mirado permanentemente y hemos bañado sus tierras con la sangre de miles y
miles de canarios que a lo largo de la Historia han buscado en aquel lugar un sitio
para mejorar, integrándonos allí como si fuéramos parte ineludible de aquella
tierra.
Por ello, para poder hablar de este tema con relación al momento y al lugar
donde nos encontramos, me gustaría dedicar algunas líneas para rememorar
brevemente el pasado y poder enlazarlo con el presente.
África y América, a lo largo de su historia, han estado indisolublemente
unidas a Canarias. Sin embargo, las relaciones y las dependencias entre ambos
continentes y el Archipiélago han sido diametralmente opuestas.
Canarias, por su situación geográfica, está en la latitud propia del
continente africano, aunque culturalmente esté entroncada con el continente
europeo. La historia no escrita marca rasgos comunes con otras del resto del
continente: un amor por la naturaleza, respeto por lo desconocido, culturas cuyo
embrión común reside en un lugar donde convergen todas las fuerzas en la
búsqueda del equilibrio con el entorno como medio y razón de convivencia. La
historia escrita y los restos hallados nos demuestran que la primera población que
tuvo Canarias procedía del continente africano, pero una vez que se asienta en las
islas se aísla y pierde contacto directo con el lugar de origen creando, adaptando
y viviendo de acuerdo a los medios que le impone el ente geográfico.
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Iniciada la conquista, los conquistadores primero y luego la corona
castellana ven en África un lugar a través del cual expandir el ideal imperante en
aquellos momentos. De ahí que tanto Castilla como Portugal tuvieran un interés
destacado por hacerse con Canarias al ver en ellas una cabeza de puente para
poder iniciar la expansión hacia el continente africano. De ahí, que a partir de su
conquista, Canarias se orientó hacia el África atlántica.
Un sentido de depredación a la vez que la conversión incitó a los nuevos
canarios hacia el vecino continente, unido a la actividad pesquera. En el primer
punto, el espíritu depredador se fundamentó en la guerra de frontera. A él se une
una misión fundamentalmente comercial, donde los esclavos son el objeto de la
misma. La razón de las expediciones para la búsqueda de esclavos estaba
justificada por la demanda de mano de obra barata necesaria para poner en
marcha la incipiente economía insular, y por el activo comercio que traía consigo.
Así, el interés de Canarias por una parte de África se fundamentaba en distintas
formas de actuación: la realización de razias y cabalgadas con el objeto de
conseguir botín y esclavos, la realización de operaciones mercantiles con el
intercambio de armas y mercancías por esclavos, a la vez que se practicaba un
comercio de cereales; el establecimiento de pesquerías estacionales o
permanentes y el rescate de esclavos.
Si Berbería, es decir, el África más cercana al archipiélago se ofreció
primero como la zona más importante para el tráfico esclavista insular,
posteriormente Cabo Verde y Guinea vendrán a ser las grandes canteras
humanas. La ampliación de la zona se debió al descubrimiento de América y al
tráfico que implicó sus relaciones con Canarias. Este movimiento mercantil de
seres humanos se mantuvo hasta que por razones de conveniencia política fue
prohibido y ralentizado, mucho más después de la independencia de Portugal. No
obstante, en el siglo XVIII hubo intentos en Canarias de reactivar la trata; se
desprende que la expedición realizada entre 1779 y 1782 a Fernando Po y
Annobon respondía principalmente a esa preocupación. Todo parece indicar que
ese proyecto, que no dio los resultados esperados, era el mismo que estaba
estudiando en 1 784 el marqués de Branciforte, por especial encargo del conde de
Floridablanca. Se trataba, al parecer, en idea del ministro, de organizar un
comercio español de esclavos para proveer de mano de obra las colonias
españolas de América y regularizar aquel mercado, copado por extranjeros.
A la par, Canarias mantenía .relaciones con África, y en especial con la
zona norte, a través del comercio de cereales con Marruecos y, especialmente, a
través de la pesca, situación que se mantuvo en el tiempo hasta que Marruecos
amplió sus aguas jurisdiccionales.
Todavía la relación de Canarias con África se mantiene en los siglos XIX
y XX a través de los procesos de colonización que se llevan a cabo en Guinea y
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en el África occidental, donde España jugó sus basas en función de los
antecedentes históricos. En efecto, Canarias vuelve a tener importancia para la
política exterior española y nuestros derechos, esgrimidos en el Congreso de
Berlín (1884-85) se apoyan en gran medida en Canarias. A mediados del siglo
XIX se activan las pesquerías canarias en la costa sahariana y comienza un suave
movimiento de población canaria hacia África. Guinea y el Sáhara significaron
para Canarias el mantenimiento de unas relaciones comerciales importantes en
las cuales se involucra una parte importante de la sociedad isleña.
La descolonización de ambos territorios significa la ruptura de siglos de
relaciones, aunque las mismas fueran de dependencia de las zonas africanas con
respecto a Canarias, desde el momento en que se convierte a las islas en la
frontera del continente africano. A partir de 1976 se corta nuestra relación
comercial y humana con África con la vuelta de los isleños y peninsulares a las
islas.
Hoy, además, con los cambios económicos y la integración a Europa es
donde hay que analizar nuestro futuro y el de los pueblos africanos,
estableciéndonos como puente europeo hacia África y viceversa, y ensayar en
nuestras islas un sistema de cooperación integral con nuestros vecinos, donde
ellos encuentren beneficiosos los intercambios. Debemos ser para África una
zona de equipamientos comercial, cultural, educativo, sanitario, turístico y
financiero que nos haga atractivos y deseables. Para conseguirlo es necesario un
mayor conocimiento entre nosotros, una difusión cultural y un compromiso
comercial y económico.
Si esta situación es la que Canarias mantuvo con el continente más
cercano, muy diferente fue la relación mantenida con el continente americano, a
pesar que el descubrimiento fue realizado por Castilla. Así, desde el primer
momento, América significó para las islas un balón de oxígeno donde los
canarios podían buscar mejor fortuna que la que encontraban en las islas. De
hecho, todavía en el siglo XIX se era consciente de que el descubrimiento del
Nuevo Mundo había abierto un campo extenso a la esperanza de las islas
prestando alas a su industria mercantil y al único comercio activo, que se había
llegado a conocer en ellas. En efecto, gran parte de las producciones que se
realizaban en Canarias tenían como destino el continente americano, pero si este
comercio fue importante mucho más lo fue el que América se presentara como
una especie de tierra de promisión para los isleños. De tal manera que cuando las
islas se sumían en las crisis agrarias tan presentes en ella a lo largo de la historia,
América se presentaba como el lugar de refugio y de futuro para grandes capas
de población.
Desde La Florida y California hasta el Cabo de Hornos se abría una
extensa franja a donde los canarios podían emigrar, haciendo suya la tierra y
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trabajando por ella como si fueran criollos, fundando pueblos y gobernando
tierras inhóspitas. Allí, y en igualdad de condiciones con los autóctonos, los
isleños hicieron patria puesto que allí eran recibidos como algo propio por su
estímulo al trabajo, por su adaptabilidad a la tierra y por su querencia hacia el país
que los acogió. Esta emigración, favorecida a veces por la Corona y otras de
manera clandestina, al embarcarse hacia lo desconocido pero con las miras
puestas en el éxito se mantuvo a lo largo de los siglos y en fechas recientes. Así,
podemos decir que el aporte isleño migratorio masivo del último cuarto del siglo
XIX y primer tercio del siglo XX presentó rasgos singulares, estrechando aún
más las relaciones de Canarias con América e incidiendo en los valores políticos
y culturales de la sociedad de la otra orilla. Para ver lo que la emigración significó
para Canarias, diremos que entre 1873 y 1877, es decir, en cinco años, emigraron
hacia el continente americano 17834 personas, siendo el éxodo aún mayor en los
años siguientes, y no fue la presión demográfica la responsable doméstica de la
emigración, sino la primera crisis del modelo capitalista isleño. Entre 1905 y
1917 Canarias presentó de nuevo la tasa migratoria más alta de España,
abandonando Gran Canaria 8634 emigrantes, Tenerife 8549 y La Palma 4049.
Todavía entre 1942 y 1959 salieron de las islas unos 15200 emigrantes, muchos
de ellos ilegales, que tenían como destino Venezuela, gracias a que la clase
política de aquel país propiciaba la modernización del mismo mediante la
inversión de los beneficios del petróleo en la diversificación de la estructura
productiva.
En estos años, el emigrante embarcaba en los barcos que se aproximaban
de noche a la costa, constituyendo este embarque ilegal una de las páginas más
heroicas de nuestra historia migratoria, y consistía en navegar directamente desde
las islas hasta las costas de Venezuela en veleros y motoveleros, hacinados en las
cubiertas y bodegas de los mismos igual que en los barcos negreros. Las cartas
de los emigrantes de la época muestran el sentido de su ida. Así, uno de ellos, en
una carta enviada a sus familiares dice:
"Reconozco, sin embargo, que es gran trabajo y de mucho dolor
apartarse los hombres de sus parientes, amigos y pueblo, y que con
el paso de los años cuesta más vivir en estas tierras lejanas y
distintas, sin las cosas y las palabras que siempre fueron de uno;
pero por mucho peor tengo no haber cosa que comer ni tener agua
para la sed'.
Pero aquí como en África, los cambios económicos y, sobre todo,
políticos, han hecho que la situación haya cambiado drásticamente y que en
Canarias se haya pasado en poco tiempo de ser una tierra donde se expulsaba
población a convertirse en receptora de emigrantes.
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Esta situación se ha trocado en las últimas décadas como consecuencia del
calor de la economía en nuestras islas y de la situación que están atravesando los
países que pierden población.
En los momentos actuales se están planteando distintas iniciativas en
función de la propia situación que vive Canarias y que vive gran parte de la
población del continente africano y americano. A la vez, se han producido unos
cambios en estas relaciones que supone la afirmación de la sociedad del
conocimiento, puesto que con las nuevas tecnologías ya no existe la distancia
física sino que la distancia se reduce a los segundos necesarios para mantener una
comunicación por correo electrónico, para enviar un archivo o documento, o para
mantener una videoconferencia, de tal manera que el intercambio de información
se desarrolla en tiempo real y con una posibilidad de feed-back inmediata, a la
vez que permite el trabajo en colaboración, descentralizado y con dispersión
geográfica.
Tan importante como el acceso a la propiedad de los medios de producción
se ubica ahora el acceso a la información, lo que abre puertas para aquellos que
históricamente han carecido de lo primero, pero que pueden utilizar lo segundo
como instrumento de desarrollo y de progreso en mayores cotas de libertad y
bienestar. Esto puede producirse porque la materia económica de intercambio ya
no son bienes materiales, sino que la materia económica de intercambio es la
información y los servicios de valor añadido conectados al manejo de la
información, de tal manera que la economía del conocimiento abre nuevos
mercados y permite la aparición de nuevos actores.
En principio, la información no tiene fronteras y logra el efectivo acceso
universal a la información a la vez que puede tener consecuencias impredecibles
en la consecución del equilibrio de oportunidades de innovación y de distribución
del conocimiento de personas y países.
¿Con estas premisas podemos llegar a un proceso de cooperación con
África y América? La respuesta es afirmativa, pero para ello debemos conocer el
entorno de ambos continentes. En distintos países africanos se viven situaciones
de conflicto permanente, donde miles de personas pierden la vida o son
deliberadamente mutiladas. Así, por ejemplo, en Sierra Leona y en Nigeria miles
de personas han muerto ya, miles de viviendas han sido incendiadas y miles de
familias han sido desplazadas de sus hogares. En otras zonas, como Guinea
Ecuatorial, muchos de sus habitantes escapan del país huyendo del régimen
represivo, y aunque Guinea cuenta con cuantiosas ayudas del estado español, las
mismas no contribuyen a mejorar el espíritu democrático ni a acabar con la
represión. En zonas más cercanas, como Mauritania, además de la terrible
pobreza que asola al país, continúa la represión y encarcelamiento de los líderes
de la oposición y defensores de los derechos humanos. Así mismo, allí, la
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expulsión, esclavitud, tortura y asesinatos de miles de mauritanos de raza negra
desde 1989 por parte de los dirigentes musulmanes de raza blanca continúa hoy
en día.
Si siguiéramos enumerando países a lo largo de la costa atlántica nos
encontraríamos con situaciones similares. Ante esta situación, ¿qué podríamos
hacer? Sabemos que existen instituciones que ayudan, sobre todo, a mujeres y
niños, para que puedan integrarse de nuevo en la sociedad y llevar una vida lo
más normal posible. En otros casos, la solidaridad efectiva está muy
condicionada al régimen político vigente que actúa como conseguidor y
manipulador de las iniciativas procedentes del exterior. Incluso, en algunos países
de mayoría católica, la propia Iglesia podría tener un papel más independiente
pero rozando los límites de la propia seguridad e integridad fisica.
Canarias, que ha mantenido contactos históricos con estos países, se
encuentra a caballo de una encrucijada de caminos, y cuando hablamos en
Canarias de los avances de la sociedad del conocimiento hemos de volver la cara
hacia aquellos que están aún muy lejos de soñar siquiera con esa posibilidad. En
los últimos años, Canarias ha intensificado sus relaciones comerciales con el
continente africano y ha llevado a cabo estudios para desarrollar nuevos
proyectos en esos países. De hecho existe, por parte de la clase política y
empresarial, un intento de penetración comercial en África, pero hay que
reconocer que son intentos débiles en tanto que no hay ni ha habido una
continuidad en los mismos. En concreto, en el año 1994 hubo un intento de una
delegación empresarial que pretendía beneficiarse de las ayudas europeas al
desarrollo que afectaban a Marruecos, saldándose con el establecimiento de tres
empresas españolas, que no canarias, en suelo marroquí. De estas tres empresas
sólo dos permanecen en el país, lo cual demuestra la debilidad de dichos intentos.
Habría que destacar también las intenciones primarias de nuestros
inversores, con el objetivo más presente del negocio que de la cooperación y el
desarrollo. Así, mientras se sigan dando estas iniciativas no habrá posibilidad de
despegue social y económico en África, sobre todo, si tenemos en cuenta que la
desestabilización interesada del continente africano es uno de los obstáculos más
importantes en la normalización y continuidad de las relaciones de todo tipo entre
las islas y gran parte de los países de interés para Canarias, que son los del
entorno y los comercialmente desarrollados y que sirven de lanzaderas
comerciales-culturales.
Existe, por otro lado, una serie de inconvenientes en África que impiden el
desarrollo de muchos países para conectar con nuestro Archipiélago, como la
reducción de la superficie regable en el continente desde 1998, el estancamiento
de los recursos pesqueros desde 1989, a la vez que se ha producido una caída de
la natalidad y un descenso de la actividad laboral a consecuencia del SIDA y de
las enfermedades infecto-contagiosas.
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Podemos augurar que el mundo ha cambiado y seguirá cambiando en su
percepción de lo justo y lo injusto. Desde esta óptica, la globalización ha sacado
a relucir lo mal repartido que están los medios de salud, la riqueza y la
producción. Posiblemente, la desordenada caída de las tensiones entre bloques
haya precipitado el abandono que determinados países sufren hoy en día. La
colaboración, sin duda interesada, que se prestaba a una serie de países desde la
antigua URSS, no ha sido sustituida por ninguna otra acción de gobierno ni
organismo internacional alguno, lo cual presenta una vuelta al pasado en muchas
áreas en temas tan vitales como la salud, la enseñanza, la agricultura, la industria,
las infraestructuras, etc.
No obstante, diferentes acuerdos internacionales plantean alguna luz de
esperanza confiando en los acuerdos de la cumbre de Johannesburgo, entre los
cuales se plasmaba la lucha contra la pobreza con acciones de tales como
aumentar el número de habitantes que tenga acceso al agua, desarrollo de
energías renovables al menos para un 15% de la población afectada y comercio y
globalización.
Se nos presenta ahora, en este milenio y en las actuales circunstancias, una
valiosa oportunidad para, en el marco de la economía global, apostar por una
solidaridad global y para dejar, como ha ocurrido en los últimos años, de vivir de
espaldas al continente africano, en todos los sentidos.
El pueblo canario no puede eludir su responsabilidad ni negar su apoyo al
desarrollo, la instauración de regímenes democráticos, los procesos de paz y
reconciliación, el respeto a los derechos humanos, la acción de la justicia, la
defensa de las mujeres y demás colectivos vulnerables, la erradicación del
hambre, de la pobreza, de enfermedades, en países tan cercanos geográficamente
y cuando cada día son más por las personas de allí procedentes que llegan a
nuestras costas y residen entre nosotros.
Estas personas que llegan a nuestro archipiélago bien vía pateras bien vía
puertos y aeropuertos, provienen de países tanto africanos como americanos,
expulsados por la escasez de recursos, por el hambre, las enfermedades, las
persecuciones y los sistemas dictatoriales.
Algunos de estos países tienen una gran riqueza en recursos naturales, tales
como oro, diamantes, petróleo, ganado y grandes extensiones de tierra, pero lo
cierto es que cuanto más rico es el país, más pobre es y más sufre la población
civil. Otros países están iniciando procesos de "normalización", tales como las
recientes celebraciones de elecciones democráticas o la creación de tribunales
internacionales para juzgar crímenes de guerra. De ahí la importancia de dotar a
estos procesos de una financiación adecuada y sostenible.
Ante esto, es casi de urgencia declarar el Archipiélago Canario como zona
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fronteriza y desarrollar ese status como paso de mercancías y de personas hacia
el resto del mundo. Del mismo modo, y manteniendo incluso la vertiente
comercial, Canarias, por su posición geográfica y estratégica ya conocida y por
el aumento de la sensibilidad de sus habitantes con respecto a África y a América
Latina, debe convertirse en plataforma de formación y de cooperación para el
desarrollo.
Las universidades de nuestras islas, y en especial la de Las Palmas de Gran
Canaria, están en posición muy ventajosa respecto a otras. Por su situación y
formación deben ser quienes deben abanderar y protagonizar, con los recursos
necesarios, el desarrollo en su zona de influencia: intercambio para la formación,
inversión docente en África y América, aplicación de algunos de los resultados
de la investigación tales como desalación y energías' renovables, a la par que
asesoramiento a los inversores-empresarios en sus proyectos en ambos
continentes y seguimiento de los mismos. Las Universidades debemos exigir
confianza y continuidad a los poderes locales, tanto en Canarias como en los
países donde se actúe, como garante de la cooperación.
Debemos y tenemos la obligación de promover el intercambio paulatino de
mentalidad en las generaciones futuras del concepto comercio-cooperacióndesarrollo,
creando instituciones u organismos encargados de analizar áreas tales
como migraciones, enfermedades de las poblaciones, cooperación, recepción y
distribución, así como campañas informativas.
En este sentido, la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria ya ha
iniciado este camino. En octubre de 1998 participé como representante de la
institución en la Conferencia Mundial sobre Educación Superior, convocada por
la UNESCO, con la presencia de más de 4.000 personas agrupadas en
delegaciones procedentes de 180 países. Allí se debatió el papel de las
Universidades en el campo de la cooperación en el desarrollo del Sur y, en
especial, de África y América Latina. Las conclusiones indican que un país que
carezca de instituciones de educación superior e investigación adecuadas, que
formen a una masa crítica de personas cualificadas y cultas, no podrá garantizar
un auténtico desarrollo endógeno y sostenible; los países en desarrollo y los
países pobres, en particular, no podrán acortar la distancia que los separa de los
países desarrollados. El intercambio de conocimientos, la cooperación
internacional y las nuevas tecnologías pueden brindar nuevas oportunidades para
reducir esta disparidad.
Siguiendo estos criterios, en la Universidad de Las Palmas de Gran
Canaria contamos con un Vicerrectorado de Relaciones Internacionales que está
ordenando nuestros objetivos en materia de cooperación con África y América
Latina, plasmándose así en el Plan Estratégico que aprobó el Consejo de
Gobierno de la institución. Entre las acciones que ya estamos desarrollando se
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encuentra la participación activa en las Cátedras Unitwin-UNESCO desde que se
inició el programa en 1991, liderando la red ISA con Universidades de Portugal
y Latinoamérica, y otras cuatro Cátedras de gestión ambiental, turismo,
tecnologías de la información y salud con países de Latinoamérica y la región
noroccidental de África.
Junto a ello, en octubre de 2002, hemos iniciado una primera experiencia
de acudir a Marruecos· conjuntamente con el Gobierno canario y numerosos
empresarios, lo que ha llevado a la germinación de varios proyectos de
cooperación con diversas universidades del reino alauita para lo que se solicitan
fondos nacionales y europeos previstos para tales acciones. Esta iniciativa
pretende repetirse en otros países africanos como son Senegal, Mauritania o Cabo
Verde, o aquellos de América Latina en los que se den similares condiciones.
Todas est9-s acciones, guiadas por la misma reflexión de quien fuera
Director de la División de Educación Superior de la UNESCO, Marco Antonio
Di as, quien, refiriéndose al papel que debían jugar las universidades españolas en
el ámbito de la cooperación internacional, decía:
"Todas estas medidas van dirigidas a una cooperación que debe
apuntar a mejorar la calidad de la Universidad. Pero no hay que
olvidar que antes de preguntar qué tipo de Universidad se quiere
construir, hay que analizar y decidir qué tipo de sociedad
queremos ayudar a establecer. Este nuevo orden se anunció en
1989 con la caída del comunismo y, en realidad, ¿qué era?, ¿era un
nuevo orden del nuevo imperio mundial, un nuevo orden de
dominación, total, exclusivo, o un nuevo orden de cooperación, de
intercambio, que busca una nueva fórmula de convivencia dentro
de la humanidad?".
Como diría un célebre cómico, la situación es "desesperada pero no
grave". Es hora de actuar, la situación si puede ser grave, si no es ya, para
millones de africanos, cercanos y humanos, aunque algo diferentes en lo cultural.
El conocimiento mutuo, el trato de igual a igual, la mezcla de individuos
en el futuro, harán que por fin nos demos cuenta de que vivimos en un mundo de
mestizaje, debiéndonos comportar coherentemente, erradicando la xenofobia y el
racismo.
Tenemos la posibilidad de actuar y de ser un ejemplo. Hay que invertir en
el desarrollo y la democratización de los países de nuestro entorno y contribuir de
esta manera a que las personas puedan vivir dignamente en paz y libertad y que
no se vean abocadas a huir y a perder la vida en esa huida.
Lo enunciado hasta aquí son principios generales, pero si entramos
directamente en el mundo de las tecnologías y de la sociedad de la información,
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hemos de planteamos que si hasta ayer Canarias ha explotado bienes perecederos
o sometidos a ciclos variables que han metido a la economía canaria en repetidos
períodos de subsistencia, ahora tenemos la oportunidad de trabajar con un único
bien de exportación no perecedero y no sometido a ciclos variables como es la
inteligencia, el conocimiento, la información, de tal manera que Canarias pueda
convertirse en una fuente sin límites que puede ofrecer a americanos y africanos
servicios de valor añadido vinculados a la sociedad del conocimiento, pues en eso
seguimos siendo la puerta europea más cercana de América y África, de tal
manera que nos convirtamos en el lugar que pueda ofrecer y dar a los africanos y
a los americanos lo que estos necesitan ir a buscar a Europa. ·
Para ello, desde Canarias se ha de promover la universalización de la
infraestructura de comunicaciones, empezando primero por la conexión de todas
las islas del Archipiélago a la máxima velocidad y con el mínimo caudal a las
grandes infraestructuras de redes mundiales de información.
Partiendo de aquí debemos aspirar a la universalización del acceso a las
redes de información. En Canarias, propiciando la existencia de centros públicos
de acceso masivo a estas redes de información; en África y América, propiciando
e incentivando la creación de acuerdos de cooperación que posibiliten el acceso
de sectores productivos y núcleos poblacionales significativos de dichos países a
las redes de información, mediante el diseño e implementación de políticas
públicas innovadoras, con el objetivo que desde Canarias podamos contribuir con
nuestro grano de arena a que la brecha tecnológica, la desigualdad en esta materia
entre el Norte y el Sur sea cada vez menor.
Otro tema de no menor interés es la puesta en marcha de la alfabetización
digital mediante la promoción de políticas públicas para la formación en TIC's en
los países de África y América. Así, desde Canarias, se deberían propiciar los
instrumentos y los mecanismos para que los conocimientos públicos disponibles
en los ámbitos canarios se vuelquen en la red y sean accesibles a amplios sectores
de las poblaciones africanas y americanas, con la tendencia a poner su acervo de
recursos académicos en el dominio público, en el camino hacia la consideración
del conocimiento como un "bien común público".
Canarias, por tanto, debe implicarse en las políticas de formación como
parte de la cooperación para el desarrollo de América y África, apoyándose y
diseñándose políticas que propicien acciones de formación semipresencial y a
distancia que favorezcan a sectores de población africanos y americanos.
Las acciones de cooperación y formación a través de la red deben
incorporar un sello distintivo de lo canario, el valor añadido que les otorga estar
pensadas, formuladas y realizadas por personas imbricadas en una realidad
geográfica, cultural y sentimental que los hace especialmente sensibles a las
necesidades y expectativas de los pueblos de África y América. Cooperando al
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mismo tiempo para la consolidación de acciones favorecedoras del desarrollo
integral de sus destinatarios y de su inserción crítica en la sociedad del
conocimiento. Compartir ideas, crear conocimiento entre varios y después poder
llevarlas a cabo conjuntamente es un proceso que refuerza lazos de confianza y
retroalimenta avances en la cooperación para el desarrollo.
Así, y con relación a América, del mismo modo que las carabelas, las
naves, las flotas y los hombres partían desde Canarias hacia las Indias, y que
luego desde allí retomaban contribuyendo a ir construyendo y reforzando los
lazos sentimentales y emocionales que nos unen con América, los instrumentos
que pone a nuestra disposición la sociedad del conocimiento son un oportunidad
para fomentar el estrechamiento y la consolidación de redes de cooperación
solidaria favorecedoras del desarrollo y la comunicación intercultural entre
individuos, pueblos y culturas.
La promoción de proyectos de teleasistencia o telemedicina es sólo un
ejemplo de lo que se puede hacer en este amplio campo. Las políticas de
solidaridad, voluntariado, cooperación o las desarrolladas por organizaciones no
gubernamentales también pueden globalizarse aprovechando las ventajas de la
red.
En la medida en que se promueva que la sociedad del conocimiento·haga
accesible la mayor información al mayor número de personas, y en la misma
medida en que es la información el valor económico de intercambio, se propiciará
la posibilidad de que se contribuya a una distribución equitativa de bienes y
recursos.
Desde este lugar, desde esta utopía, imagino y sueño un mundo mejor por
y para todos.
Manuel Lobo Cabrera