ALMOGAREN. 30. (02). Pág. 303-316. ® CENTRO TEOLÓGICO DE LAS PALMAS
LA IGLESIA Y LA ILUSTRACIÓN
EN CANARIAS
INTRODUCCIÓN
MANUEL HERNÁNDEZ GONZÁLEZ
PROFESOR TITULAR DE HISTORIA DE AMÉRICA
DE LA UNIVERSIDAD DE LA LAGUNA
E1 que redacta estas páginas en el VII Coloquio de Historia-americana
en el año 1986 y el profesor Bethencourt Massieu en el X de 1992 efectuamos
un estudio global de la historiografía sobre la Iglesia en Canarias (1). Desde
esta páginas abordaremos uno de pretensiones más restringidas, centrado en la
Iglesia y la Ilustración. En él, junto con una visión global de las realizaciones
hasta la fecha, plantearemos algunas perspectivas de investigación que quedan
por abordar. En este trabajo abordaremos una sucinta visión cronológica de las
diferentes etapas desde la Preilustración hasta el llamado clero liberal, para
abordarlo más tarde desde perspectivas más concretas. Comentaremos los
trabajos sucintamente y remitiremos al lector generalmente sobre sus
referencias exactas a la bibliografía final.
(1) M. HERNÁNDEZ GONZÁLEZ, La Iglesia en Canarias, en VII Coloquio de Historia
canario-americana, en C. H. C.A., 't. II, Las Palmas de Gran Canaria, 1990, pp. 165-176; A.
BETHENCOURT MASSIEU, Historia de la iglesia en Canarias. Estado de la cuestión, en
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304 LA IGLESIA Y LA ILUSTRACIÓN EN CANARIAS
LA IGLESIA Y PREILUSTRACIÓN
En los orígenes de la ecléctica ideología ilustrada jugó un papel esencial
el clero secular isle"ño, el más crítico con el proceso de exacerbación de las
concepciones devocionales y pietistas, y con la hegemonía en todos los órdenes
de las órdenes regulares, con su imposición de la escolástica como un dogma.
En buena medida, como recoge Viera y Clavijo en su obra manuscrita El
Hieroteo o Tratado histórico de los antiguos honores y derechos del presbítero,
los primeras críticas hacia ese estado de cosas procedieron de los sacerdotes
seculares, precisamente el sector del clero más desdeñado y marginado por el
avance incontestable en el siglo XVII de las órdenes religiosas. Precisamente
por el interés desmedido de la élite social en destacarse socialmente y exhibir
su hegemonía social ante el común, invirtió de forma considerable en el
patronazgo de las comunidades religiosas. La consecuencia fue la postergación
del papel social del clérigo y del párroco. En esa tesitura la redención del papel
transmisor de las máximas doctrinales por parte del presbítero fue vista por
éste como el factor de recuperación del papel central del pastor en la vida
parroquial, tanto en el obispado, con el papel director del Prelado, como en la
iglesia local en el cura de almas. Si embargo ese cambio, que explica justamente
el desarrollo de ese papel reivindicativo y crítico por parte del clero secular,
que tiene sus raíces en su labor en las Sinodales de Cámara y Murga de 1629 y
en las directrices de Bartolomé García Ximénez, está falto todavía de un
estudio que explique la transición hacia lo que se ha venido en llamar
catolicismo ilustrado. Un período de transformaciones que ha recibido la
denominación de Preilustración y que es posible vislumbrarse desde los
últimos años del reinado de Carlos II. En él se pueden apreciar argumentos
críticos frente al tomismo, recuperando la Patrística y la historia eclesiástica y
cuestionando la hegemonía del clero regular en las devociones y prácticas
religiosas.
En nuestro estudio de síntesis La Ilustración en Canarias (2
) bosquejamos
uno de los capítulos que entendíamos esenciales en la penetración de las ideas
ilustradas durante la Preilustración, la profunda huella e impacto que supuso el
agustinianismo, representado en la escuela agustina, cuya más certera
realización fue la efímera y frustrada Universidad agustina lagunera. En él un
personaje de la talla intelectual de Fray Gaspar de Herrera, junto con otros
notables pensadores e intelectuales agustinos como el icodense Fray Marcos
Alayón o el lagunero Fray Antonio Jacob Machado, trataron de incorporar a
la enseñanza y la doctrina postulados reformadores. Dejamos sentado que era
bien significativo que Herrera dedicara precisamente uno de sus sermones, de
claro contenido regalista, al depurado Fiscal del Consejo de Castilla, Melchor
(2) Tenerife, 1988.
MANUEL HERNÁNDEZ GONZÁLEZ 305
de Macanaz, sin duda el más radical ilustrado del reinado de Felipe V. Lo
mismo podemos decir de Machado en la introducción de los postulados
experimentalistas en las aulas y en Alayón en sus estrechas conexiones con el
más destacado pensador de la Preilustración en las islas, Cristópal del Hoyo
Solórzano, Marqués de la Villa de San Andrés, al que dedica sus versos. No es
casual, por tanto, que los postulados críticos hacia el derroche festivo, hacia la
ingenuidad pietista y devocional tuvieran su campo de cultivo en esta orden
religiosas, cuyas máximas influyeron en ese aristócrata ilustrado. Ese carácter
innovador les llevó a incorporar a sus aulas la enseñanza de la medicina, sin
duda la disciplina más afín y hacia el experimentalismo, que estaba
comenzando a salirse de las ataduras del método hipocrático. Entra
coherentemente dentro de esa perspectiva que fuese su catedrático el irlandés
Domingo Madan, sin duda alguna un experimentalista contumaz; como dejó
manifiesto en sus obras y experiencias renovadoras en el campo de las
epidemias. Este facultativo es precisamente el padre de uno de los clérigos más
representativos del catolicismo ilustrado insular, el Catedrático de hebreo de
los Reales Estudios de San Isidro y Canónigo de la Catedral de Las Palmas,
Agustín Ricardo Madan.
.... j ....
LA EPOCA DORADA DE LA ILUSTRACION
En la época dorada de La Ilustración el clero secular fue sin duda uno
de los más decisivos portaestandartes de tales cambios. Postergado su papel en
la Contrarreforma con el apogeo de los regulares, una parte considerable de él
se integrará en el llamado catolicismo ilustrado, un intento de armonización
entre Razón y Fe que tratarán de plasmar en la práctica diaria. Si bien su mayor
proyección fue el Seminario Conciliar de Las Palmas, el centro difusor por
excelencia de tales postulados, al que nos referiremos al abordar el aspecto
educativo, su dimensión ideológica y su plasmación práctica ocupó un espectro
mucho más amplio.
Sobre este sector, que impulsó el llamado catolicismo ilustrado y que
tuvo en personalidades de la talla de Viera y Clavijo uno de sus más
cualificados representantes, siguen escaseando estudios sistemáticos que
superen el umbral del ámbito estrictamente bibliográfico. En él, lógicamente,
ha desempeñado un papel crucial el realejero, con estudios biográficos como
los de Joaquín Blanco o Romeu Palazuelos o sobre su contribución en la
pedagogía como es el caso de las aportaciones de Olegario Negrín o sobre la
influencia de la cultura francesa, tema abordado por Cioranescu. Sobre su
concepción antropológica del aborigen ha merecido también una monografía
desarrollada por Fernando Estévez. Pero, fuera de ese ámbito, los estudios
sobre el clero secular ilustrado siguen siendo muy fragmentarios. Queda por
306 LA IGLESIA Y LA ILUSTRACIÓN EN CANARIAS
valorar su integración efectiva en el movimiento ilustrado. En él, a pesar de los
trabajos de Romeu Palazuelos, de Paz Sánchez y García del Rosario sobre las
Reales Sociedades Económicas Canarias, no se ha valorado en su justa
dimensión su papel decisivo en su configuración.
El clero secular canario es deudor del erasmismo del siglo XVI,
tradición que continuó la Iglesia isleña en su vertiente pastoral en el XVII. De
ahí su carácter esencialmente pastoral, más orientado hacia la práctica de la fe
y las obras que hacia cuestiones dogmáticas y doctrinales. Ahí radica su
insistencia en la virtualidad de la pedagogía y en la cimentación de un culto
severo, desprovisto de boato, con una predicación sencilla y con una
formulación doctrinal clara. Es, por tanto, deudor en un doble plano del
eclecticismo filosófico racionalista, que trata de asimilar la filosofía moderna
cristianizándola, armonizando Razón y Fe, y abriendo sus puertas al desarrollo
de la ciencia moderna sobre el punto de partida de la experiencia, y por otro,
del regalismo episcopalista, que parte de la no aceptación de la infabilidad
papal en materia de fe y costumbres y de la vertebración de una iglesia nacional
a partir de la figura fundamental del párroco dentro de la comunidad local y
que trasciende a los obispos como auténticos representantes de Cristo sobre la
Tierra. Intentó desarrollar, a pesar de sus contradicciones, una religión que
valorase como virtud la producción y la laboriosidad, y no como pecados
consustanciales a la especie humana. Trató de impregnar a la sociedad una
concepción religiosa que armonizase la Razón con la fe y al mismo tiempo
insistiese en la vuelta a la Iglesia primitiva y al estudio de las Sagradas
Escrituras, los Santos Padres y las enseñanzas de los Concilios, en definitiva, la
historia eclesiástica, en abierta oposición al monolitismo de la Escolástica.
Sobre "la rebelión" de los presbíteros bien poco se ha avanzado en los
estudios isleños, especialmente en lo referente a la labor individual, en la
práctica diaria. Este sector del clero que quería restaurar lo que considera la
disciplina primitiva de la Iglesia, que se hallaba interesado en el
desenmascaramiento de las supersticiones y en la racionalización de la fe y las
creencias se planteó una armonización entre la Razón y la Fe. Con singular
eclecticismo se pueden apreciar en la faz diaria de los curatos eclesiásticos que
desarrollaron en sus casas laboratorios y gabinetes de historia natural, que
propusieron ideas innovadoras en la inventiva popular como un Antonio
Porlier gomero que ejerció de sacerdote en La Palma, que lee libros prohibidos
y se relaciona con los revolucionarios franceses, un Pedro Manrique de
idéntico origen, que lo hizo en Taganana o un Matías del Castillo que en su
pueblo natal de La Matanza crea una máquina para elaborar gofio de helechos,
promueve la enseñanza, introduce una fábrica de hilados en el antiguo
hospicio, reforma el órgano de la Catedral de Caracas e incluso supone
resolver la cuadratura del círculo. Los tres chocaron abiertamente con los
MANUEL HERNÁNDEZ GONZÁLEZ 307
postulados devocionales tradicionales y tuvieron agudos conflictos con las
cofradías. Es bien significativo que en su edad adulta los tres desempeñaron
Canongías en Las Palmas, aunque Porlier recaló finalmente en la diócesis
nivariense, en la que fue un agudo contradictor de los Bencomo. Sobre esa
práctica diaria y esa plasmación real de los postulados del catolicismo popular
en el tejido cotidiano de las feligresías queda mucho por ahondar.
LA TRANSICIÓN HACIA EL LIBERALISMO Y LA REACCIÓN
ABSOLUTISTA
Capítulo esencial dentro del estudio del papel de la Iglesia ante la
Ilustración sería el de la evolución ideológica hasta la consolidación definitiva
del régimen liberal en los años 30 del siglo XIX. El impacto de la Revolución
francesa, la invasión napoleónica, el liberalismo de las Cortes de Cádiz y del
Trienio Liberal, las etapas absolutistas, todas estas rápidas transformaciones
socio-políticas originan necesariamente cambios y evoluciones en los puntos de
vista e interpretaciones de la realidad en los diferentes sectores que habían
conformado el movimiento ilustrado. Una óptica bien simplista ha tratado
tradicionalmente de fragmentarlos en liberales y absolutistas a secas, pero un
estudio más sereno verá como en esa gama se encuentran sensibles diferencias
y matices, porque en definitiva en sus puntos de vista y orientaciones pesó
tanto su posición social como el cariz y alcance del liberalismo y el absolutismo.
En el clero secular esa transición derivará en dos sectores claramente
diferenciados, el liberal y el absolutista. El primero creerá factible la forja de
un clero liberal. Apoyará la donstitución gaditana por cuanto preserva el
catolicismo como la religión oficial, al mismo tiempo que propugnara la
tolerancia y reserva exclusivamente a los obispos la reprehensión serena y no
violenta de los creyentes. Creía que era factible la conversión de los curas y los
obispos en garantes del nuevo orden convertidos en difusores en el pueblo de
los ideales de fusión de Razón y Fe, de su transformación en ciudadanos
productivos y útiles, al mismo tiempo que buenos cristianos que destierran los
prejuicios y las supersticiones. Sin embargo la supresión de los diezmos, cuya
continuidad defenderán con ahínco, privará de base social a tal ideología en su
seno. El otro sector, del mismo origen y orientación, encabezado por los
hermanos Bencomo, evolucionará hacia el absolutismo por cuanto se considera
escéptico de la integración de sus postulados en el liberalismo. Estima que tal
fusión no es factible y sólo se puede defender la continuidad del pensamiento
ilustrado desde la pervivencia del Antiguo Régimen. Como recogerá uno de
sus más significados ideólogos, antiguo galicano y lector de Opstraet, Santiago
Bencomo, la religión idílica de los ángeles sobre la Tierra que habían
propugnado en el pasado sólo había traido el distanciamiento de los fieles de
la Iglesia, por lo que había que preservar antes que nada la religiosidad
popular, a pesar de sus supersticiones e ignorancia. Sin embat:go ese
308 LA IGLESIA Y LA ILUSTRACIÓN EN CANARIAS
absolutismo, como reflejan sus integrantes, desde Martínez de Fuentes a
Pereira Pacheco o el mismo Pedro Bencomo, continuará con su proyección
ilustrada y no será recalcitrante y visceral, procurando la continuidad de las
máximas ilustradas experimentalistas y no estimulando una severa represión
de todo lo que oliese a novedad. En ese afán y preocupación por la ciencia que
les llevó a apoyar Liceos como el de Berthelot o Auber o continuar con un
constante afán por saber, leer y proyectar reformas tienen elementos similares
al de la élite tradicional. En definitiva, sus proyectos nada tienen que ver con
los del más rancio absolutismo reaccionario que postula la vuelta a "la
ortodoxia tomista" y el destierro del frontal del racionalismo, posición ésta que
sólo encontrará eco en la isla en algunos funcionarios peninsulares y en el clero
regular dominico, cuyo máximo valuarte será Fray Cristóbal López.
Sobre este período abundan particularmente los estudios biográficos,
ceñidos sobre todo sobre los clérigos que ejercieron como diputados
doceañistas. Sobre éstos, además del trabajo clásico de Moya Jiménez y las
aportaciones más recientes de Marcos Guimerá en sus Diputados Doceañistas
las aportaciones han sido numerosas sobre el antiguo fraile exclaustrado
gomero Ruiz de Padrón, aunque todavía quedan por esclarecer etapas todavía
oscuras de su vida. Desde el trabajo de Trujillo Cabrera, que sigue la senda
emprendida un siglo antes por Villalba Hervás, nuestra aportación sobre la
influencia de la revolución norteamericana en su pensamiento, y muy
especialmente la rica documentación aportada por López Caneda sobre su
etapa inquisitorial, su magisterio parroquial gallego, su proceso eclesiástico y
su biblioteca, ha modificado sensiblemente el conocimiento sobre este preclaro
representante del clero liberal español. Sobre una personalidad contradictoria,
pero no menos rica en matices, como fue la del icodense Santiago Key y
Muñoz, la biografía de Viloplaya ha esclarecido su crucial etapa sevillana. Pero
resulta paradójico y no menos ilustrativo de esa complejidad que el firmante
del manifiesto de los persas, que legitimó la reacción absolutista de Fernando
VII, fuera hermano del primer Ministro de Hacienda de la República de
Venezuela, contradicción que le escandalizó y de la que dejó un claro
testimonio en su correspondencia. Sobre Gordillo, su bibliografía se ha
enriquecido recientemente con la biografía abordada por su paisano Pedro
González Sosa, si bien olvida aspectos trascendentales de su vida como
Canónigo en la Perla de las Antillas como es la de su militancia en el
liberalismo exaltado, que le llevó a ser Regidor del ayuntamiento habanero, su
doctorado y proyección reformista en la Universidad habanera y sus escritos
ilustrados sobre migración, en lo que levantó su voz crítica contra la esclavitud,
al tiempo que promovía el traslado de familias canarias (3J.
(3) Sobre ello, véase, M. HERNÁNDEZ GONZÁLEZ, La emigración canaria a América
(1765-1824), Tenerife, 1996. Ibídem. Diego Correa, un liberal canario ante la emancipación
ariJericana, Tenerife, 199,2. El escrito d¡;; Gordillo aparece reproducido en M. PAZ
SANCHEZ y M. HERNANDEZ GONZALEZ, La escla itud blanca, Tenerife, 1993.
MANUEL HERNÁNDEZ GONZÁLEZ 309
Una obra clave para entender el clero liberal canario sigue siendo la
monumental y documentada biografía de Graciliano Afonso de Armas Ayala.
Pero siguen faltando estudios de conjunto sobre esa etapa. Sólo intentamos
aproximarnos a ello en el artículo sobre Clero liberal y masonería en el primer
tercio del siglo XIX y en las síntesis bibliográficas ya citadas. Más precario aún
el panorama sobre el clero absolutista, en el que queda pendiente un estudio
en profundidad sobre esa familia de clérigos que tanta trascendencia tuvo en la
historia eclesiástica de las primeras décadas del siglo XIX, los Bencomo, de la
que sólo balbuceamos un estudio sobre la evolución ideológica de Santiago, el
canónigo canariense y obispo de Astorga. Por lo demás, en esa órbita sólo han
sido abordados estudios biográficos sobre Pereira Pacheco, como el ya clásico
de Manuela Marrero y Emma González Yanes, al que le sumamos el nuestro
en la reciente edición de la Historia de Tegueste del Prebendado y el que
emprendimos sobre el Catedrático del Seminario Conciliar de Las Palmas,
párroco de Garachico, Canónigo de la diócesis lagunera y Rector de su
Universidad, Francisco Martínez de Fuentes, en la edición de sus Usos,
costumbres y fiestas de Gran Canaria en el siglo XVIII, al que le había
precedido el de Juan Manuel Castañeda sobre su etapa en la capital nivariense.
En la falta de estudios de conjunto llama poderosamente la atención la
ausencia de estudios sobre el Cabildo Catedralicio canariense, una institución
clave en el desarrollo de la ideología ilustrada y sin duda alguna, un valladar
frente al absolutismo en los años postreros de la reacción absolutista
capitalizada por Cristóbal Bencomo. Salvo las biografías de Viera y Afonso, ya
citadas, bien poco se ha avanzado, salvo la añeja de Padrón Acota sobre
Jerónimo de Roo. Personalidades de la talla del herreño Casañas y Frías siguen
demandando un estudio biográfico. Otro tanto cabe decir del tinerfeño tras su
constitución en 1817.
El episcopologio, sin embargo, contrasta seriamente frente a esa escasez
de estudios del Cabildo. Además del de Delgado Venegas de Aranda Doncel,
y la visita de Martínez de la Plaza estudiada por Lavandera, resalta por encima
de todo la figura de Antonio Tavira Almazán, estudiada en un principio por
Saugnieux y objeto de exhaustivos estudios desde múltiples perspectivas por
parte de Monseñor Infantes Florido, desde el horizonte de su biblioteca hasta
su visita pastoral, su más reciente obra. Pero su obra capital es Tavira
¿Alternativa de Iglesia? Supone una documentada reflexión sobre su
episcopado con grandes concomitancias sobre el actual modelo de Iglesia a
partir de la trayectoria y el ejemplo de su paisano.
La publicación de documentos episcopales canarios emprendida por
Francisco Caballero Múgica ha acometido en su tomo III de lleno en el período
de la Preilustración Canaria. Constituye una fuente de primera mano para el
estudio de la dimensión pastoral del episcopado isleño.
310 LA IGLESIA Y LA ILUSTRACIÓN EN CANARIAS
Sobre la labor de los prelados isleños en América sólo podemos reseñar
el estudio sobre la actitud política ante la Emancipación del obispo de
Arequipa Luis González de la Encina, antiguo Director del Seminario
Conciliar de Las Palmas, debida a Lohmann Villena.
En la vertiente de la proyección económica de la Iglesia destaca por
encima de todo el exhaustivo estudio de Vicente Suárez Grimón sobre la
propiedad eclesiástica en Gran Canaria a fines del Antiguo Régimen. Un
estudio no correspondido en otros marcos insulares, con la excepción del
artículo de Acosta Barros sobre las capellanías de El Hierro.
Sobre los curatos y las divisiones parroquiales son dignos de señalarse
los trabajos del profesor Bethencourt Massieu sobre el pilonaje y sobre la
división parroquial de Fuerteventura. Pero sigue habiendo un gran vacío sobre
las reformas que se abordan en otras islas en este período como es el caso de
Gran Canaria, Tenerife o La Gomera.
LAS ÓRDENES RELIGIOSAS
El estudio sistemático del papel desempeñado por el clero regular
canario en la difusión de las ideas ilustradas sigue siendo una asignatura
pendiente. En 1984 abordamos la contribución que en ese sentido
representaban los agustinos en el caso orotavense como la orden ilustrada por
excelencia, al ser la más permeable a la penetración del catolicismo ilustrado<4l.
En ese mismo año presentamos un estudio biográfico sobre uno de sus más
firmes valladares, el icodense Fray José González de Soto, introductor en las
aulas de la física experimental y el atomismo, secretario de la Junta Suprema
de Canarias y redactor del Correo de Tenerife <sl.
La tesis doctoral del profesor Julián Escribano Garrido sobre los jesuitas
sigue siendo una fuente de primer orden para el estudio de la Preilustración
Canaria. En ella destaca ese prolífico jesuita andaluz, autor de la inédita
Semihistoria de la Compañía en Canarias, que se relacionó con Feijoó y al que
aportó los materiales canarios para su vasto Teatro erudito. En cuanto a otros
aspectos de las órdenes regulares deben reseñarse los trabajos del profesor
Bethencourt Massieu sobre el fracaso de la instalación de los bethlemitas en
Canarias por los dictados de la política regalista y sobre la supresión de los
hospicios conventuales por similar argumentación. Desde la perspectiva de la
crítica antilustrada debe reseñarse el estudio de Eloy Benito Ruano sobre el
(4) M. HERNÁNDEZ GONZÁLEZ, Los con entos de La Orota a, La Orotava, 1984.
(5) Las contradicciones del clero regular ilustrado canario: la personalidad de Fray José
González de Soto", en VI C.H.C.A., Las Palmas de Gran Canaria, 1986.
MANUEL HERNÁNDEZ GONZÁLEZ 311
orotavense Fray Manuel Fernández Sidrón, autor de obras manuscritas en las
que contradice abiertamente los postulados del benedictino asturiano.
LA ENSEÑANZA Y LAS BIBLIOTECAS
Sobre la órbita educativa destacan en primer lugar los estudios sobre ese
centro de renovación en todos los órdenes que fue el Seminario Conciliar de
Las Palmas, desde el pionero de Alonso Morales, siguiendo por el de Infantes
Florido, el de más agudo estudio ideológico hasta el más reciente de
Hernández Corrales. Mucho es lo que se ha avanzado al respecto sobre ese
centro de formación eclesiástica que nació con una decidida vocación ilustrada
con su apertura a la física experimental, al destierro de todo dogma filosófico,
su insistencia en la historia eclesiástica y su afán renovador en todos los
órdenes que le llevó a incorporar los estudios de agricultura. Sin embargo,
queda por abordar una visión sobre sus enseñanzas, sobre el origen geográfico
y social y la proyección de sus profesores y alumnos, que no ha sido abordada
en profundidad por los anteriores trabajos.
Sobre la enseñanza elemental existen algunos estudios, aunque con
escaso empleo de fuentes eclesiásticas, como los de Santana Pérez y Monzón
Perdomo. Sobre las escuelas parroquiales contamos con el específico que
citamos en la bibliografía. Sobre las escuelas de patronato destacan las
aportaciones de Vicente Suárez Grimón. Una visión de conjunto del panorama
educativo nos la ha proporcionado Bethencourt Massieu. Sobre la enseñanza
conventual nuestros estudios sobre los cenobios de La Orotava y sobre la
educación monástica abrió el camino. La jesuita ha sido abordada por
Escribano Garrido en su tesis doctoral sobre la proyección de esta orden en las
islas. Los estudios de gramática en La Laguna y la lucha por su control entre
los agustinos y los jesuitas ha sido analizada por Francisco Salas Salgado. Sobre
la proyección pedagógica de Viera y Clavija contamos con las aportaciones de
Ole gario Negrín Fajardo. En el ámbito de la enseñanza universitaria el reciente
y documentado trabajo de la profesora Núñez Muñoz, con empleo de fuentes
primarias, continúa la línea emprendida por Escobedo y Rodríguez Moure.
En el ámbito de las bibliotecas los trabajos se centran en las particulares
de algunos clérigos, como las del Obispo Tavira, rigurosamente abordada por
Infantes Florido en un libro capital para el estudio de las fuentes de la
Ilustración o por Manuel Lobo en su aportación sobre la del prelado palmero
Domingo Pantaleón Álvarez de Abreu. López Caneda nos ha desvelado la de
Ruiz de Padrón en la última etapa de su vida. De esa forma se completa una
perspectiva clerical que se aúna a los trabajos emprendidos sobre las
bibliotecas de la élite ilustrada, como fue la publicación de los libros en
312 LA IGLESIA Y LA ILUSTRACIÓN EN CANARIAS
castellano y francés de la de los Marqueses de Villanueva del Prado o las
conventuales. Pero queda mucho por estudiar al respecto para tener una idea
de conjunto de las fuentes de la Ilustración. Sólo algunos destellos de lo que
constituye el rico tesoro bibliográfico del Seminario Conciliar de Las Palmas
fueron explicitados en el libro sobre esa institución de Infantes Florido. Luxan
se introdujo en el estudio de la lectura de libros prohibidos en este período y
Alzola en el expediente inquisitorial sobre la Novena a la Virgen del Pino de
Diego Álvarez de Silva en 1755. Pero bibliotecas de la talla de la de Agustín
Ricardo Madan, en buena medida depositada en la Biblioteca de la
Universidad de La Laguna, con su rico fondo hebreo y holandés o la de
Bernardo Valois Bethencourt nos hablan de la riqueza bibliográfica del clero
ilustrado. Armas Ayala en su Graciliano Afonso se aproximó también a ese
significativo caudal. Pero necesitamos estudios sobre bibliotecas del clero
ilustrado de a pie para entender realmente de que fuentes bebió en su práctica
diaria y en que medida intentó proyectar sus conocimientos.
LA RELIGIOSIDAD
Finalmente, en el campo de la religiosidad en la época ilustrada, junto
con los trabajos sobre ella que hemos emprendido y que aparecen en el
apéndice bibliográfico, en los que abordamos la esfera de las creencias, las
fiestas, la vida cotidiana y la muerte, podemos reseñar las aportaciones del
profesor Fajardo Espínola en su tesis doctoral sobre la Hechicería y brujería en
la Edad Moderna. Desde una perspectiva jurídíca Manuel Aran da Mendiaz se
ha introducido en los testamentos grancanarios del siglo XVIII.
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Pedro Quinta Andrés