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ALMOGAREN. 30. (02). Pág. 59-78. ®CENTRO TEOLÓGICO DE LAS PALMAS CAMBIOS CULTURALES QUE AFECTAN A LA. IGLESIA EN EL ÚLTIMO CUARTO DEL SIGLO XX VICENTE JOSÉ SASTRE GARCÍA, S.J. DIRECTOR DE EL INSTITUTO DE INVESTIGACIÓN EN CIENCIAS SOCIALES VALENCIA INTRODUCCIÓN E1 hombre es un ser cultural. No es un producto de la naturaleza regido por el azar o la necesidad. Es capaz de desarrollar un espacio cultural en el que es posible ser hombre. Su cultura nace, se desarrolla y se mantiene, por la comunicación de conocimientos y experiencias en las prácticas sociales. De este modo entrega a las generaciones siguientes los logros de sus experiencias y conocimientos. Por ello todo cambio cultural afecta a su ser y acompaña a los cambios de la comunicación. La misma Iglesia, que es un hecho cultural, sigue los mismos pasos de la cultura en su nacimiento, desarrollo y permanencia. Esta consideración preliminar es la clave para interpretar la importancia de los cambios culturales como hechos humanos que afectan al ser humano en general y a la Iglesia en particular. De las prácticas comunicativas procede la cultura y procede la Iglesia. Basta recordar que la Iglesia nace de la comunicación que Dios ha querido establecer con el ser humano en la encamación del Hijo de Dios. 60 CAMBIOS CULTURALES QUE AFECTAN A LA IGLESIA EN EL ÚLTIMO CUARTO DEL SIGLO XX De hecho los cambios en las formas de comunicación han afectado a la Iglesia al igual que afectan a la cultura. La Ilustración no hubiera sido posible sin el desarrollo de la imprenta como instrumento de la práctica comunicativa. Los cambios actuales no pueden comprenderse sin el desarrollo de los medios de comunicación de masas. La Iglesia no hubiera nacido ni extendido en el mundo sin la comunicación facilitada por el mundo cultural de la "ecumene". En la cruz se escribió la causa de la muerte de Cristo en las tres lenguas de intercambio comunicativo al uso. No hay que olvidar que lo que no se comunica, culturalmente no existe. Y quien no se comunica culturalmente no existe. Los últimos veinticinco años del siglo pasado significan la eclosión de los medios de comunicación de masas. Se puede decir que de ellos se ha ausentado o no han dejado ausente a la Iglesia. Este. hecho tenía que producir consecuencias muy graves para la comunicación de la fe cristiana y para la Iglesia. La importancia del hecho no es que la Iglesia no se comunica con la cultura actual sino que las formas de comunicación actuales están creando un gran silencio sobre la Iglesia y, además, invaden las formas de comunicación tradicional. Los hechos culturales del último cuarto de siglo no son novedosos en su esencia sino en su extensión. Los cambios en la cultura afectan a la Iglesia no por si mismos sino porque sustituyen el espacio comunicativo, personal y familiar. El escenario social de la comunicación se ha llenado de tal forma que la Iglesia no cabe en él. Además de no caber, no cuadra con el estilo global de las comunicaciones de masas para los que sólo cuenta el poder económico o el político. El estilo de las comunicaciones de masas busca la complicidad de la audiencia que aporta los beneficios de la publicidad removiendo cualquier referencia externa que la distraiga. Ni siquiera permite otros espacios de libertad que no consigan la fidelidad de la audiencia. Antes de entrar en la exposición de cómo los cambios culturales de final de siglo han afectado a la Iglesia quiero indicar que se trata de analizar lo ocurrido en el ultimo cuarto de siglo desde el punto de vista de la sociología cultural. No es mi intención ofrecer estadísticas. Sólo deseo interpretar, desde el pensamiento sociológico, hechos sociales conocidos por todos. 1. EL CARÁCTER AMBIGUO DE LA MODERNIDAD Y SU RENACIMIENTO EN ESPAÑA EN EL ÚLTIMO CUARTO DE XX La "modernidad" como hecho cultural nace con la imprenta y se desarrolla en múltiples direcciones. Su sustancia consiste en poner al individuo en el centro de todo. Se trata de liberar a la persona de todos sus vínculos y VICENTE JOSÉ SASTRE GARCÍA, S.J. 61 reducirla a individuo ante el Estado y el mercado. No acepta referencias externas y la razón es juez supremo que rige la conciencia. Es por tanto una revolución copernicana religiosa por cuanto en siglos anteriores el centro había sido puesto en Dios y a él se refería el hombre y sus vínculos con los demás seres humanos. Ni Dios que se revela ni la Iglesia tienen un lugar en la justificación del comportamiento. Solo el individuo y la pura razón son las bases de la modernidad. Hasta entonces la compresión del individuo, su origen y destino, se fundamentaba en la religión. En la modernidad la religión se fundamenta en el individuo. Ya no es Dios quie~ ilumina la conciencia y la razón del individuo sino la razón del individuo la que da cuenta de Dios. Dios no es el creador del ser humano sino viceversa: el ser humano crea su dios. Desde este punto de vista la sociedad no es un tejido de solidaridades sino un pacto de convivencia. El ser humano no necesita de la sociedad para ser hombre más que 'por motivos prácticos'. Finalmente, puesto que el ser humano precisa salvaguardar sus intereses en la sociedad, es necesario que el individuo renuncie a parte de si mismo en beneficio del Estado, que con sus leyes vigilan lo pactado. Los cambios culturales que emergen lentamente en el siglo XVI y los que se consolidan al final del siglo XX se han fraguado con estos esquemas de pensamiento. Lo nuevo en los últimos años del siglo pasado no son las corrientes culturales opacas a la Iglesia sino que en este periodo se revela hasta qué punto estos planeamientos dejan a la Iglesia fuera del escenario cultural. Eric From comprendió toda la inhumanidad contenida en el marxismo cuando el sistema desarrolló sus prácticas. Según dice este autor la semilla estaba echada pero no imaginaba el árbol que era capaz de producir. La semilla de la modernidad revela su esencia en la post-modernidad de fin de siglo. La cultura de fin de siglo manifiesta el árbol de la modernidad. Su esencia es la autoregulación del individuo y la autosuficiencia en todos sus comportamientos. Esto supone aparcar una visión del hombre en relación y responsabilidad con los demás. Es interesante el cambio semántico realizado en el concepto de persona que pasa a llamarse "individuo" -o el grupo, que se le llama "colectivo"-. Queda fuera de lugar un ser humano abierto a la comunicación en la que el otro y los otros son relevantes. Sobre todo, queda fuera de lugar la comunicación trascendente y la relevancia de Dios. Se ha escrito bastante sobre el hombre postmoderno, débil en su pensamiento y en sus relaciones, sin convicciones en sus comportamientos. Ni la fidelidad ni la promesa tienen sentido sin una comunicación que pueda darles fundamento. La ética es sólo voluntad. Los valores son los que se crean en el presente para sustituirlos mañana según conveniencia. 62 CAMBIOS CULTURALES QUE AFECTAN A LA IGLESIA EN EL ÚLTIMO CUARTO DEL SIGLO XX Así, cuando el individuo se desentiende de la comunicación personal y social, sólo queda la violencia como forma de comunicación y límite de los comportamientos. En ese momento solamente el Estado es capaz de controlar la convivencia con la represión policial. La ética social se reduce a los mínimos pactables o legalizables. La religión y la Iglesia no tienen lugar en este escenario cultural. Su moral es socialmente utópica. N o tiene un espacio reconocido en tal contexto. El límite es el individualismo radical sin religión y sin moral. Friederich Nietsche puede ser un paradigma cultural de fin del siglo XX. En España se puede hablar de un renacimiento de este modo de entender el hombre después de 40 años de hibernación y catarsis en la época de Franco. De este modo, el desarrollo del conocimiento es unidimensional, sin valores ni referencias transcendentes. Además, la nueva cultura tiende a ser monopolizada por los ámbitos de comunicación cultural. La "dynamis" de la modernidad no puede reconocer el pasado más que como arqueología desligada de la vida actual. La ingente actividad de la Iglesia en el desarrollo de los conocimientos en ciencias y humanidades y su contribución al desarrollo social y cultural está muerto en el pasado. El Estado es el único reconocido lugar de encuentro de los intereses ciudadanos, es quien decidirá sobre la comunicación de los conocimientos y la enseñanza. Sólo queda el mundo privado de la familia sobre la que incidirán, en el final de siglo, los medios de comunicación social cómplices del silencio familiar. A) LA MODERNIDAD Y LA IGLESIA EN LOS PAISES EUROPEOS No es posible de hablar de la modernidad sin un análisis de la sociedad europea del siglo XX. Con el avance de la ciencia y la técnica hay que contabilizar dos hechos de máxima violencia y desprecio del ser humano como fueron las dos grandes guerras con otros tantos proyectos de decisión sobre la vida humana en manos del Estado. La semilla de la modernidad en la revolución francesa, juntamente con la enciclopedia ilustrada, inventó formas más "limpias" de ejecución pública. Por la guillotina pasaron numerosas personas con juicios populares. Se sembró la muerte con el beneplácito de los modernos ilustrados. El nacionalsocialismo alemán fue también un proyecto de racionalidad totalitaria y el marxismo se impuso con pretensiones de una visión científica y salvífica de la sociedad. En ambos sistemas vemos ciertos individuos concretos, que con el poder del Estado, llenaron de inhumanidad la Europa moderna. Los intelectuales o miraron hacia otra parte o convivieron con los dictadores manteniéndose en sus cátedras como si el destino de millones de personas no fuera con ellos. Las filosofías que justificaban estas atrocidades no tenían padre desconocido sino que nacieron de la modernidad. VICENTE JOSÉ SASTRE GARCÍA, S.J. 63 En la catarsis de las dos guerras, los intelectuales ilustrados no reaccionaron ante la guerra fría, que amedrentaba el mundo libre, y la izquierda neomarxista no fue capaz de una crítica al muro de Berlín. Raymond Aran tituló uno de sus libros "El opio de los intelectuales" pero su recepción fue el silencio de la razón. Le dijeron que era un intelectual de derechas. Albert Camas hizo lo propio pero el intelectual de izquierdas sufrió la misma suerte. En el siglo XX ¿dónde estaban los intelectuales de la modernidad que defendían al individuo humillado por doquier? En España, Unamuno y Ortega criticaron la razón pura pero fueron reducidos al silencio de los corderos. La secuencia del pensamiento moderno, desde Descartes y Kant, pasa necesariamente por Hegel y Marx y los estados modernos que se crearon bajo su inspiración y patrocinio supusieron el hundimiento de la dignidad humana. Hoy, cuando se habla de "modernizar" hay que precaverse de la seducción de las palabras. Con una perspectiva histórica hay que apostar por la razón y la crítica. Sobre todo, hay que pensar en la dignidad del hombre. Para hablar con precisión de la modernidad y la Iglesia hay que considerarla como un hecho, vario y de aclimatación e interpretación muy diversa, según paises. En Alemania, el movimiento de la Kulturkampf se asocia al Kulturkampf de Bismark, toma una dirección acatólica en un intento de nivelar las diferencias. A los católicos en la Alemania Prusiana no se les permitía el ingreso a las universidades y los ilustrados celebraban el monopolio de la ilustración. La universidad española dejó de enseñar teología o religión cuando en Alemania volvía la teología a la Universidad. En Francia la religión se excluye de las universidades y de lo~ centros de enseñanza, porque debía ser un asunto privado fuera del escenario comunicativo social. La universidad inglesa no daba cabida a la cultura católica. En Irlanda se llegó incluso a prohibir a los católicos la asistencia a las escuelas. Cuando los católicos irlandeses se liberaron de esta discriminación, el Cardenal Newman tuvo que ir a Irlanda para erigir una universidad a la que pudieran tener acceso los católicos porque en la moderna Inglaterra no podían haber universidades católicas. En este contexto, en Estados Unidos, al que emigraban los intelectuales católicos discriminados en Europa por motivos religiosos, se fundan varias decenas de universidades. En España la corriente ilustrada es mayoritariamente anticlerical, no sólo por el poder social de la Iglesia, sino porque el Estado necesitaba llenar las arcas vacías por causa de los derroches cortesanos. Resultaba relativamente fácil que la ingeniería del Estado realizara reformas con los bienes de la Iglesia y que finalmente con la "desamortización" llegaban legalmente a los bolsillos de los cortesanos. 64 CAMBIOS CULTURALES QUE AFECTAN A LA IGLESIA EN EL ÚLTIMO CUARTO DEL SIGLO XX En el siglo pasado se achaca a la religión católica el oscurantismo y el retraso económico y cultural. Mientras, la Iglesia creaba escuelas y universidades y promovía la economía social de las cooperativas. En este tiempo la cultura oficial, con el apoyo de la razón ilustrada, ejerce una beligerancia contra la cultura tradicional. En conjunto estos hechos, en parte superados o amortiguados en otros paises, emergen en España a final de siglo como algo nuevo después de un largo tiempo de silencio. En la medida en que la cultura moderna retoma esta orientación anticlerical y laicista y vuelve a ocupar el escenario público (alimentada por los impuestos a la población), se puede decir que es un hecho cultural nuevo o renovado. Es paradigmático que en 2001 un gran periódico publique a toda página la declaración del director del Museo de la Ciencia de España "Me asombra que pueda haber científicos que crean en Dios". O el otro asombro de un rector de universidad que sentenciaba "en la universidad no hay cabida para conocimientos no racionales" (enseñanza de la teología). Los servicios jurídicos de una universidad advertían que una escuela universitaria de titularidad de la Iglesia no seria aprobada por el claustro de profesores con tal titularidad. Se ha visto a un alcalde de una ciudad negar ayuda pública a un programa para acogida de personas sin techo porque era una "institución religiosa y el Estado es aconfesional". Habría que recordar que la Declaración de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas sobre la no discriminación por motivos religiosos es una declaración que tiene como horizonte a Europa con catástrofes bélicas "modernas". Y que en los países más avanzados la Religión está en las Universidades por respeto a la cultura. B) RACIONALISMO Y MODERNIDAD Otra rama del pensamiento moderno formula la autonomía absoluta de la razón. El racionalismo radical reduce la realidad a hechos de razón pura y experimentos técnicos. Ese racionalismo lleva consigo idealismos no menos absolutos. La razón tiene ahora su paradigma en las ciencias exactas y en las ciencias de la naturaleza de las que procede la tecnología Este renacimiento también es nuevo en España cuando en otros países comienza a producirse cierto cansancio. La disputa del positivismo en la Sociología alemana de los años 60 supuso una inflexión en Centroeuropa. En Alemania ya hace casi un siglo que se habla de Geistwisenschaften (las ciencias del espíritu). Este pensamiento sobre los hechos culturales no ha tenido eco en España, al menos cuando se dice con tanto aplomo que en la Universidad no hay cabida para conocimientos no racionales. Con ello se quiere decir que en los medios de la cultura universitaria de final del siglo pasado no es posible pensar ni en la religión ni en la Iglesia. VICENTE JOSÉ SASTRE GARCÍA, SJ, 65 Con la racionalidad desencarnada se desarrolla igualmente la prevalencia absoluta de la naturaleza (positivismos y materialismos absolutos). El último cuarto del siglo XX supone en España, entre la nostalgia y la revancha, el retama de estos vectores culturales. Así la comprensión del ser humano se investiga no en su cultura sino en su condición de natura. Según eso, e imitando al positivista Condorcet, un profesor de universidad puede decimos en España que la "libertad humana" es una "secreción glandular". Esto recuerda los mejores años del criminalista Lombroso para quien no había criminales responsables sino seres humanos con las circunvoluciones cerebrales alteradas. Hubiera sido interesante en este sentido una anatomía de las "hazañas" terroristas. C) EL ESTADO Y EL MERCADO Los modernos saben que el Estado paga sueldos y que el Mercado dividendos. Nadie más puede garantizar estas ventajas. Los ilustrados vieron la "desamortización" o la expulsión de los jesuitas de España, o el ejercicio de la razón de Estado, como el fortalecimiento del poder del Estado y el confinamiento de un pensamiento disidente. La mayor parte de ellos consiguieron la seguridad económica e intelectual en sus puestos de intelectuales funcionarios. Esta generalización no seria justa si no hubiera "honrosas excepciones". Las hay. Los hechos culturales tienen excepciones porque suponen liberad. La pretensión de anulación de cualquier autoridad no manejable o insobornable tiene consecuencias. En el fin del siglo XX la autoridad moral del Evangelio es erosionada por dos poderes-autoridades: El Estado y El Mercado, o lo que es lo mismo, la economía y los Poderes Públicos. La Iglesia como "poder moral" no tiene cabida en estos escenarios. Su referencia superior y trascendente no es susceptible de soborno:s ni paga generosamente a sus colaboradores. Con ello se entiende que la información religiosa en periódicos y medios de comunicación quede aparcada en espacios de compromiso y bajo mínimos en este último cuarto de siglo. La esfera de las comunicaciones se politiza y mercantiliza. Sólo atiende a lo "oficial" o mercantil porque trata de servir a las ideas de quien paga. E) LOS ESPACIOS COMUNICATIVOS DE LA IGLESIA Ante esta corriente de la cultura "oficial", la Iglesia mantendrá su contrapeso con una comunicación "privada" de la cultura cristiana. Mantendrá los espacios de comunicación personal y familiar, en instituciones educativas y en celebraciones propias. Era una línea paralela en conflicto con lo público, pero activa en sus propios ámbitos. Lo novedoso de los últimos veinticinco 66 CAMBIOS CULTURALES QUE AFECTAN A LA IGLESIA EN EL ÚLTIMO CUARTO DEL SIGLO XX · años del fin de siglo es el rápido debilitamiento de los procesos comunicativos · en la transmisión de la fe, en la comunicación familiar y en las instituciones educativas de la Iglesia. En ese tiempo se ha roto el equilibrio de la coexistencia entre cultura religiosa y cultura oficial. La cultura "oficial" se ha convertidito en general. Se desprestigia a los centros educativos católicos "como clasistas" y los que se acogen a la categoría de "concertados" sobreviven con la ayuda al 80% de su - presupuesto vigilando que su enseñanza sea totalmente gratuita. De este modo la descapitalización de un 20% anual obliga a un declive progresivo de las iniciativas de la Iglesia en la ~nseñanza. · En este tiempo se produce la extensión de los estudios universitarios a casi toda la población joven. Este hecho positivo en si, cuando existe el monopolio práctico "oficial", tiene como consecuencia que las nuevas generaciones se alejaron de la Iglesia tanto como lo estaba la universidad pública. La libertad de crear universidades queda casi reducida al Estado y el Mercado. Sólo ellos podían tener recursos para la creación de universidades y las que promovió la Iglesia tienen que soportar, en este periodo, la competencia económica de una universidad sostenida por la presión fiscal del Estado. El mantenimiento de la universidad no-pública soporta con dificultad esta situación. El derecho a la formación universitaria sólo puede ser ejercido en las universidades públicas o bajo la penalización impuesta a las familias de costear por su cuenta la universidad no-pública. Además, la universidad pública no tenía que responder ante la sociedad ni ante el Estado de la calidad de su docencia. 2. CONOCIMIENTO, PLURALISMO Y COMUNICACIÓN El renacimiento tardío de la Ilustración, o si se quiere, la última consecuencia de la razón ilustrada es, al final del siglo pasado, como ya se ha dicho, la postmodernidad. Es decir, la generalización de un sistema cultural en el que los individuos sólo se refieren a si mismos, conviven como una masa solitaria, y sólo el Estado garantiza su seguridad, y garantiza una cultura oficial. Sólo existe un pluralismo individual con difícil coexistencia con la cultura que gestionan los poderes públicos. La cultura en este sistema no es fruto de la comunicación sino de la razón solitaria o la razón del Estado. Así la verdad individual no hace referencia a la verdad de otros. Ni siquiera interesa la verdad de los demás y por lo tanto, sólo interesa el diálogo y la comunicación como instrumentos de estrategia dentro de la nivelación general que nace del Estado. En la nueva cultura no está en cuestión la existencia de Dios. No tiene ningún interés la existencia de Dios. No es cuestión de ateísmo. Porque si Dios VICENTE JOSÉ SASTRE GARCÍA, S.J. 67 existe, no interesa lo que dice ni lo que hace. La revelación como comunicación de Dios al hombre, como propone la Iglesia, no interesa aunque se crea en Dios. Menos aún interesa lo que Dios manda o propone en la tradición cristiana. No interesa que alguien mande si no se puede llevar a los tribunales o ser perseguido por la policía. Así la autoridad moral no es autoridad. Se obedece sólo cuando lo exige una ley con una policía que reprima a los infractores y un aparato judicial que condene a los transgresores. La doctrina de Maquiavelo está en plena consonancia con la visión postmoderna de la autoridad. El sustrato de este comportamiento cultural es la incomunicación del individuo. Este aislamiento sólo requiere normas de tráfico para moverse socialmente. En este esquema no puede entrar la religión formulando instancias superiores, porque no son "legales". El pluralismo proclamado como un principio de libertad sólo vale para quien se atreva a ser diferente en un sistema en el que la igualdad se entiende como recorte de la diferencia. En realidad el "pluralismo" se ha convertido en un "formalismo" que no permite ¡la diferencia real. El pluralismo cultural que se basa en la formación de espacios de conocimiento y enseñanza plurales no es posible cuando en la sociedad en su conjunto se entiende que el que quiera una universidad diferente que se la pague. Es importante recordar que el país del mundo más avanzado en· el conocimiento formó sus instituciones de enseñanza con los intelectuales que en Europa no podían enseñar en las universidades estatalizadas. En España, las instituciones culturales privadas que podrían aportar vocación y empeño en la investigación tenían muy difícil el acceso a los planes de investigación y desarrollo apoyados por la política Estatal. Más aún, dentro de las universidades públicas existen sectores incomunicados, incluso en los llamados grupos de trabajo, en los que domina el individualismo y el monopolio de la información. La cuestión del desarrollo del conocimiento es también un hecho cultural. 3. LA FACTURA DE UNA CONFRONTACIÓN Y EL COMPLEJO DERECHISTA Al final de siglo se lee la confrontación de la guerra española como la victoria de la represión del individuo del que es responsable la "derecha". Así, la Iglesia no está "autorizada" par;;t hablar de libertades. Lo que interesa es el poder fáctico. Sólo cuenta la capacidad de convencer al electorado en el Estado democrático. De este modo se diseñan las campañas de imagen y las estrategias electorales, en las que todo vale según la más ortodoxa doctrina de 68 CAMBIOS CULTURALES QUE AFECTAN A LA IGLESIA EN EL ÚLTIMO CUARTO DEL SIGLO XX Maquiavelo. La autoridad moral molesta sobre todo cuando apela a las conciencias. La voz de la Iglesia española en asuntos de interés general queda al margen. A) UN PROYECTO DE RECONCILIACIÓN El cardenal Tarancón fue el último creyente en el diálogo y la comunicación. Fue la última propuesta seria de una sociedad reconciliada y plural. Pero en el final de siglo ya no se cree en la reconciliación como reconocimiento del otro diferente. Sólo se cree en el poder. Así de escueto y llano. Los partidos políticos que gestionan el poder son los únicos acreditados para conseguirlo y administrarlo. A lo más se puede reconocer al diálogo un valor administrativo y un método de pactos. Tarancón una vez retirado de su papel de reconciliador debía desaparecer y desapareció. Al cardenal de la reconciliación unos le gritaron "Tarancón al paredón", pero los contrarios le pusieron otro paredón que fue el silencio. Todos coincidieron en que el poder no necesita de reconciliadores sino de administradores. Tarancón no se alineó con ningún poder y por ello debía ser aparcado. De este rictus de la sociedad moderna dio cuenta Th.W. Adorno al analizar las consecuencias del allanamiento de todo relieve en las sociedades modernas al acuñar la frase "die werwaltete Gesselschaft", la "sociedad administrada". B) LA ENSEÑANZA Y LA JUSTICIA SOCIAL La libertad de enseñanza que promovió la Iglesia solicitando la enseñanza de la religión según las convicciones religiosas de los padres suscitó un contencioso que no concluyó en este período. Puede que no concluya sino que desaparezca porque ya no habrá contencioso. Hoy los padres ya no pueden decidir sobre la formación religiosa de sus hijos porque deciden sus hijos mismos como individuos. Esta es la novedosa conclusión de finales del siglo XX. La Universidad pública, encerrada en si misma, no necesita del diálogo con el mundo exterior, sólo necesita presupuesto. La autonomía universitaria se ha entendido en el final de siglo como la endogamia en la universidad. Cómo ya se dijo, la universidad en el final de siglo no es responsable ante la sociedad ni ante un conjunto de valores compartidos por los padres de los universitarios ni ante los que la sostienen con sus economías. Tampoco se refiere a un sistema de valores porque los valores se inventan o cambian de acuerdo con intereses. El lenguaje de la Iglesia sobre la Universidad es hoy irrelevante. La desautorización de la Iglesia en los ambientes de la enseñanza universitaria se complementa con la descalificación de su actuación en el mundo laboral. No existe ningún eco cultural para la doctrina social de la VICENTE JOSÉ SASTRE GARCÍA, S.J. 69 Iglesia. Ni en la esfera política ni en la económica ni en la laboral. No se admiten referencias externas a los "agentes sociales". En el mundo laboral el sindicalismo cristiano se tiene por contradictorio. Así, se cierran los espacios a cualquier invitado que rompa el monopolio de la llamada unidad sindical a dos. El poder económico o político no admite nuevos interlocutores y todo se reduce a intercambios de paz social por privilegios. Los templos que en la época de la transición fueron cobijo para los sindicatos se perciben en este tiempo como cosa de usar y tirar. 4. LA EMERGENTE "PROGRESÍA" El enfrentamiento interno ha debilitado a la Iglesia en el ámbito cultural y social. El progresismo utópico se concentró en la crítica severa a las instituciones eclesiales y a sus representantes. El diálogo entre opciones cristianas sólo era factible en las páginas de los periódicos interesados. Este disenso interno en la Iglesia siempre fue bienvenido en los periódicos "modernos" de fin de siglo. En realidad contribuían a debilitar socialmente a la Iglesia, que era de lo que se trataba. La "progresía" cristiana tuvo siempre una vertiente política, algunos se desplazaron al comunismo y otros a "cristianos por el socialismo". Estos últimos recibieron su compensación por los servicios prestados ocupando cargos o empleos. Otros, con una componente más utópica, volvieron al silencio porque la denuncia profética no debía ejercerse con el nuevo régimen pero el régimen una vez consolidado en el poder no sólo los ignoró sino que los devolvió a la sacristía. Mientras tanto, la llamada "Iglesia oficial" perdía energías y se sentía desautorizada para hablar de lo concreto. El refugio en la abstracción llevó al destino de las papeleras muchos de sus documentos. En ese periodo se echó de menos el liderazgo de los católicos e incluso de sus propios pastores para afrontar cuestiones concretas. Cualquier insinuación de la jerarquía se tachaba como contraria al progreso. Cuando los intelectuales en Europa analizaban el "desencanto del progreso" la palabra mágica en este final de siglo español es "progreso". La dirección del progreso más bien significaba "ruptura" y casi se centraba en la descalificación de los imperativos morales de la doctrina de la Iglesia y su pensamiento social y político. Esta descalificación llegó a lo moral, lo político y lo económico-social. En lo moral se ridiculizó a la Iglesia con su propuesta de responsabilidad en las relaciones sexuales. Bajo la apariencia de la lucha contra el SIDA se 70 CAMBIOS CULTURALES QUE AFECTAN A LA IGLESIA EN EL ÚLTIMO CUARTO DEL SIGLO XX promocionó la idea de que la única prevención eficaz consistía en repartir preservativos a los jóvenes, como si éstos tuvieran ya una responsabilidad madura. Naturalmente tenían que prevenirse, pero , igualmente se acostumbraron a una sexualidad sin la dimensión humana de la responsabilidad. La Iglesia también fracasó en proponer un espacio de dignidad para las relaciones propias del compromiso familiar. Cuando en otros países un film se calificaba X para no ser distribuido en los canales públicos de televisión, se le hacía el honor diciendo que España era la más progresista de Europa o el mundo. En lo político se desautorizó a la Iglesia cuando intentó hablar de la corrupción. El cardenal Tarancón, ya retirado, cuando se le ocurrió hablar del tema, a las pocas horas el mismo presidente del gobierno hizo pública la declaración de que la Iglesia no estaba autorizada a denunciar ninguna corrupción. En lo social, Cáritas, que nació con el compromiso de promover la justicia, cuando atendía a la ayuda al necesitado se la descalificada por ejercer la "beneficencia" trasnochada, y cuando se ocupaba de la justicia se señalaba que se metía en política o pisaba a los sindicatos. Pero los sindicatos sabían muy bien utilizar los estudios de Cáritas sobre la pobreza como instrumento de reivindicación, aunque se repartían discretamente el poder para que no cupiera un sindicato cristiano. En este tiempo la libertad sindical se bloqueó para los cristianos con el reparto de libertades entre dos. El reparto no sólo se refería al escenario del poder sindical sino cualquier tipo de prebendas que pudieran pactarse con el poder político o económico. La paz social podía ser objeto de transacciones a favor del aparato sindical. 5. LOS NACIONALISMOS TARDÍOS Se puede decir que los absolutismos y nacionalismos radicales nacen de la mano de la modernidad. Con tales nacionalismos se alimentaron las grandes guerras en las que era exaltado el poder morir por la nación. La idea de la intolerancia en un país o la opresión de las minorías se podía ejercer libremente con la doctrina de la no-intromisión en asuntos de otras naciones. Hasta el final de las dos grandes guerras la solidaridad internacional era cuestión de alianzas políticas entre grandes bloques para administrar el poder sobre los pueblos. Quienes no se alineaban eran sistemáticamente hostigados. La guerra fría se desenvolvía haciendo amigos con ayudas económicas y eso era el límite de la solidaridad. Tanto el imperialismo anterior como sus formas posteriores de relación entre los Estados no tuvieron en los intelectuales ilustrados la crítica que era esperable. La única crítica al uso debía concentrarse en el tópico del imperialismo americano. VICENTE JOSÉ SASTRE GARCÍA, S.J. 71 Las doctrinas sobre la solidaridad para el desarrollo de Ía encíclica Populorum Progressio no tuvieron eco en el final del siglo pasado. Y esto a pesar que el Papa Pablo VI intervino en la tribuna de las Naciones Unidas para apuntalar su moral en tiempos de crisis de la Organización. Como en los buenos tiempos del nacionalismo del siglo XVI se utilizaba a la Iglesia en los nuevos nacionalismos tardíos. La Iglesia debía defender la identidad de los pueblos Es cierto que en algunos momentos la Iglesia de algunos países de dejó embarcar en esta aventura, pero ello fue a costa de su libertad y en contra de los principios que siempre ha profesado. Los nuevos nacionalismos buscan el apoyo de la Iglesia pero el nacionalismo no ha dejado de cortejar su colaboración como una pieza más de un juego estratégico. En el momento en que la Iglesia quiere mantener la independencia es ninguneada y si no mantiene la independencia es desprestigiada. Su singladura en la sociedad como interpelación entre estos dos polos es casi imposible. El nacionalismo no tiene espacios neutrales, hay que estar contra él o a favor de él. Eso ha perjudicado a la Iglesia en muchas circunstancias del final del siglo XX. 6. LA TRANSICIÓN AL CONCILIO VATICANO 11 Se puede decir con verdad que ningún otro país de tradición católica hizo esfuerzo semejante para asimilar la nueva compresión de la Iglesia nacida del Concilio Vaticano 11. Aún antes de concluir el Concilio ya se llevó a cabo una gran consulta sociológica en todo el país para calibrar el impacto de la reforma litúrgica y promover un cambio sin traumas y con una transición evolutiva. El hecho mayor de la asimilación del Concilio y actualización de la Iglesia Española tuvo lugar con el imaginativo esfuerzo de la Asamblea Conjunta de Obispos y Sacerdotes. Todas las diócesis españolas realizaron una consulta de opinión a todos los sacerdotes. Su temática comprendía un abanico de 242 cuestiones en las que el clero podía formular sus opiniones sobre su propio ministerio así como su visión de los cambios que debían introducirse en la Iglesia Española. El proceso se extendió también a los laicos. Los obispos tuvieron una visión real y amplia de la realidad de la Iglesia en España, sin intermediarios. De este análisis salieron análisis, reflexiones y propuestas dialogadas en los grupos de sacerdotes, en las diócesis y en una Asamblea de todos los obispos y representantes de los sacerdotes. Este acontecimiento tenía que haber marcado el último cuarto de siglo, de no suscitar demasiados temores en los políticos y a algunos intelectuales de 72 CAMBIOS CULTURALES QUE AFECTAN A LA IGLESIA EN EL ÚLTIMO CUARTO DEL SIGLO XX izquierdas y de derechas. Bajo la presión de estos poderes cayó sobre ella una nube de invierno que dejó congelado todo el proceso de actualización conciliar de la Iglesia Española, y su papel de estar presente en la vida social española. El cardenal Tarancón, impulsor de esta Asamblea, se quedó casi en solitario en la transición al régimen de libertades y a su alrededor vio una mediocridad cansada de agitar problemas internos y externos. La Asamblea Conjunta y los movimientos nacidos del Concilio pusieron a revisión la identidad de parte del clero. Tenían que caer las hojas sin vitalidad y cayeron. Un porcentaje de clero se secularizó pero la catarsis de las secularizaciones no contribuyó a iniciativas nuevas ni a mirar el post-concilio con la misma ilusión que impulsó la celebración de la Asamblea Conjunta. La subsiguiente falta de vocaciones dejó a la Iglesia española a las puertas del siglo XXI con pocas energías para afrontar el nuevo milenio. Cuando cesa el carisma ocupa su lugar la administración. También ha cambiado mucho el escenario y hoy la Iglesia Española debe despertar en busca de su papel. 7. INCORPORACIÓN DE LA MUJER AL TRABAJO EXTRADOMÉSTICO La mujer como transmisora de la vida y los valores religiosos ha sido siempre una clave en el nacimiento del cristiano. El nacimiento cultural del niño ha estado en manos de la mujer. En el final del siglo XX, la mujer ha entrado en la esfera del trabajo remunerado. El nacimiento cristiano ya no está en sus manos porque las tiene ocupadas en trabajar por cuenta ajena. Este no es un hecho que lamentar en si mismo sino en sus consecuencias porque no ha sido calculada la importancia y transcendencia de la ruptura de la relación entre la madre y sus hijos. No es que la mujer no tenga derecho al trabajo sino que hoy casi no tiene derecho a ser madre. El problema está en que no se ha buscado hacer compatible su trabajo por cuenta ajena con la misión por cuenta propia de educar a sus hijos. Este ha sido un fenómeno que se ha manifestado principalmente en el último cuarto del siglo XX. Una mujer tiene derecho a ser trabajadora y a ser madre pero no se ha conseguido armonizar los dos derechos. Consecuencia de ello ha sido el descenso de la natalidad hasta situar a España en uno de los últimos puestos de los países del mundo en capacidad para reponer su población con nuevas generaciones. En este período se inicia igualmente la ruptura de la transmisión cultural familiar. El espacio comunicativo de la familia queda vacío o invadido por los medios de comunicación social, internet incluido. Los hijos a edades tempranas tienen que convivir en ambientes culturales no familiares. La industria del ocio ocupa los demás tiempos libres. El proceso de inculturación (introducción en VICENTE .JOSÉ SASTRE GARCÍA, S.J, 73 las formas de vida y valores) han salido del medio familiar. Este es uno de los hechos culturales que afectan más de lleno a la Iglesia Española. La biografía-paradigma hasta el presente consistía en que el cristiano daba razón de su fe después de haberla aprendido de sus padres. A través de las distintas crisis del conocimiento encontraba que su fe era razonable y podía dar razón de ella. Así llegaba a consolidarse su personalidad cristiana. A final del siglo XX la fe no se aprende de los padres porque de ellos se aprenden muy pocas cosas. En la familia se ha roto la connatural comunicación por la que los hijos aprenden lo importante de sus vidas. 8. LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN ENTRE EL ESTADO Y EL MERCADO La generalización de la transmisión cultural por los medios de comunicación de masas ha ocupado, en este tiempo, todo el escenario de la comunicación. La cultura ha dejado de tener su transmisión natural por la comunicación personal en el seno de las comunidades elementales como la familia o de comunidades intermedias independientes del Estado y el Mercado. La consecuencia de estos hechos es que el Estado y el Mercado mantienen el control de la comunicación de masas. El primero porque debe conseguir o mantener el poder y el segundo porque las comunicaciones son un negocio con grandes beneficios si consiguen mantener a los clientes audiovisuales. Los medios tienen su referente en la audiencia. Y la audiencia tiene escasos grados de libertad cuando el medio se propone seducir al consumidor. A la sociedad española a finales del siglo XX se le propone no tener complejos. Por "no tener complejos" y ser "persona liberada" se entiende conducirse por impulsos y no por normas morales o compromisos asumidos o adquiridos; esto significa moverse sin márgenes de referencia. Con la lógica de la postmodernidad no tener complejos es no aceptar un referente externo a la conciencia. El bien y el mal son objeto de decisiones puntuales que ahora son así y luego pueden ser lo contrario. Con ello se desvirtúa cualquier forma de compromiso consigo mismo, o con los demás. Tampoco es posible prometer o seguir un proyecto de vida ante la seducción o la contrariedad. Un productor de medios puede usar la transgresión de lo digno u honorable, incluso de lo educado, mientras las leyes no digan lo contrario y consiga su objetivo de mantener la audiencia. Más aún, debe ser trasgresor de lo tradicional porque de ese modo despierta el interés del consumidor. Fisgar en la vida privada o introducirse en lo nunca visto. Romper las estructuras culturales de los valores compartidos es un aliciente para los medios de comunicación de masas a quienes no les importa que se debilite la conciencia. Esos son los nuevos maestros de las nuevas generaciones (siempre con excepciones). 74 CAMBIOS CULTURALES QUE AFECTAN A LA IGLESIA EN EL ÚLTIMO CUARTO DEL SIGLO XX En este contexto de la cultura mediática la religión no tiene sentido. Es un complejo más. Y por si fuera poco es un complejo intolerante porque propone formas de vida que implican normas, valores y una referencia a Dios y a los demás humanos como hijos de Dios. La tolerancia, que propone esta nueva cultura de diseño, consiste en que todo vale, es lo mismo y da lo mismo. 9. LA IRRUPCIÓN DE LA INDUSTRIA DEL OCIO El ocio, la fiesta y la diversión han sido siempre hechos sociales comunicativos. La Iglesia impuso el ocio y la fiesta por ser un espacio comunicativo liberador. La sustancia del ocio consiste en que el trabajo vincula a la persona a la naturaleza, le sujeta al reino de la necesidad, y le sustrae la libertad y la comunicación con otros seres humanos. La fiesta y el ocio festivo en la modernidad han dejado de ser participación de una comunidad de personas. La ruptura de los vínculos de necesidad que propiciaba el ocio ha sido superada por la ruptura de los vínculos interhumanos de la nueva cultura del ocio. La fiesta y la diversión se han convertido en productos de la industria de la cultura. Son efecto de una actividad que persigue retornos económicos. La fiesta y el ocio se compran y se venden sin más restricciones que la captación del consumidor. En una zona industrial de Hamburgo había una antigua fábrica de maquinaria pesada. Hoy ha sido reconvertida en naves que alojan una actividad bajo el nombre "International Kultur Fabrik". Se trata de un centro de producciones culturales de ocio. Sus productos son distribuidos por los medios de comunicación y servidos a los centros de ocio para el consumo mundial. Para los consumidores de los productos de la industria de la cultura no hay límites ni el espacio ni el tiempo. En los hogares o familias, de camino, en el trabajo, en la ciudad o en despoblado, una persona puede dejar abierta su conciencia a los productos culturales que ofrecen los medios de comunicación. Además, el ocio de evasión ha encontrado un tiempo propio en los fines de semana. Sus clientes más asiduos son los jóvenes, a los que se les mantiene noche y día en un ambiente en el que se inculturan al margen del resto de la sociedad y con todos los medios de la adicción y el consumo de estimulantes. Gran parte de las generaciones jóvenes pasan el fin de semana fuera de sus casas en un ambiente de aislamiento del medio ambiente cultural, familiar o social. En estos santuarios del ocio la comunicación entre personas es escasa, porque el ambiente audiovisual no permite la conversación frente a un elevado volumen de sonido, ni siquiera mantener la atención al hilo de un diálogo. El centro de referencia son las emociones o la expresión corporal en un ambiente que constituye un mundo aparte. VICENTE JOSÉ SASTRE GARCÍA, S.J. 75 Este ambiente de evasión del contexto familiar y social está también al margen de la Iglesia. Así, la industria del ocio crea una cultura en la que se valora la evasión y las emociones dejando al margen las tradiciones religiosas y culturales, cuyos actos participativos siguen teniendo lugar en los fines de semana en los que, generalmente, participan los adultos. Este hecho es decisivo para comprender la ruptura cultural en las generaciones jóvenes y la creación de un mundo propio al margen de la Iglesia. 10. EL DIFÍCIL MANTENIMIENTO DE COMUNIDADES CULTURALES CRISTIANAS En este fin de siglo, el problema de la permanencia de las comunidades cristianas no es un caso distinto de otro tipo de comunidades culturales. Cualquier comunidad de personas en la post-modernidad está sometida a la disgregación. Existe el movimiento centrifugo de huida de compromisos y la participación en una comunidad de personas implica siempre algún compromiso. Para la modernidad el hombre y sus libertades individuales no hacen referencia a una comunidad de personas. En estas circunstancias comienzan a emerger agrupaciones o "colectivos" en función del consumo o de intereses particulares. Los espacios de relación social se configuran como sistemas de agrupamientos con motivos prácticos de alimentación, vivienda, deportes, espectáculos y otros eventos, parte de los cuales son promovidos por intereses económicos. En las últimas décadas, las comunidades cristianas se convierten poco a poco en encuentros horizontales de personas de la misma edad. Una edad relativamente avanzada que ha sido socializada en espacios de comunicación compartidos. Por lo general no existen ejes transversales de distintas generaciones sino de una sola generación. Es una generación que se mantiene de un año para otro, y cada año que pasa es mayor. La Iglesia está profundamente afectada por este hecho. Más aún, se introducen en su propia casa comportamientos que se alejan de "la comunión" que es mucho más que "agrupación". La disociación interior en la Iglesia procede igualmente del aislamiento de los grupos y personas que la componen. Resulta difícil repartir y asumir papeles dentro de una comunidad eclesial. Así se trasbocan los papeles en función de una nivelación que borra las diferencias. De este modo se desdibuja la visión de San Pablo de que todos tienen carismas diferentes y que con ellos se enriquece el cuerpo de la Iglesia. Como fruto de esta nueva relación interna, el teólogo desea juzgar y decidir como el obispo, y el obispo aparca a los teólogos; el laico quiere decidir como cura y el cura prescinde de los laicos; pocos aceptan la corrección fraterna y todos se afanan 76 CAMBIOS CULTURALES QUE AFECTAN A LA IGLESIA EN EL ÚLTIMO CUARTO DEL SIGLO XX en ser corregidores; la Iglesia no cuida a los intelectuales y los intelectuales no cuidan a la Iglesia. A la natural impertinencia de los jóvenes se responde con otra impertinencia. Aunque esta descripción tenga mucho de caricatura, es una caricatura de la realidad en la que se exageran algunos rasgos. EL SIGLO XXI La historia de la humanidad ha pasado por crisis mayores y la Iglesia también. Pero ello no puede conducir a esperar con paciencia tiempos nuevos. La fe en el hombre y la fe en la Iglesia son, para el cristiano, dos puntos de apoyo inconmovibles. Pero la tarea que nos incumbe no es quedarnos en el punto de apoyo y esperar. La fe en el hombre debe conducir a la comprensión de su dimensión cultural y con ello tratar de abrir nuevos caminos o recuperar los antiguos que le devuelvan al ser humano su imagen propia. La fe en la Iglesia no debe interpretarse como si una misteriosa lluvia tuviera que descender para renovar sobrenaturalmente a la comunidad cristiana y hacer que en ella vuelva a florecer la vocación de los jóvenes y la estabilidad interna de las familias. Con todos los recursos disponibles hay que introducirse en el misterio de la Iglesia, y dejarse envolver por la presencia de Jesucristo resucitado, verdaderamente Dios y verdaderamente hombre. Y así, comprender que esa unión salvadora se refiere igualmente a la Iglesia. Acabamos de estrenar un siglo y se nos impone una seria reflexión sobre la Iglesia y la cultura. El final del siglo pasado está anunciando el agotamiento de la modernidad. La post-modernidad aparece como una herencia sin sucesores. La crisis de comunicación que afecta a las personas individuales ha contagiado a la Iglesia. La comunicación instrumental en busca de intereses ha desnaturalizado los procesos comunicativos. Ahora la Iglesia debe empeñarse en una comunicación transparente. Debe mostrarse a si misma sin trampa ni cartón, sin miedo alguno a reconocer su debilidad y a manifestar su grandeza. Hoy la Iglesia debe ser capaz de seducir al ser humano abandonado a sí mismo. Cuanto más en peligro de naufragio se encuentra la condición humana, más atrayente es un mensaje de salvación. Los sustitutivos religiosos tienen hoy un gran mercado porque el hombre de nuestro tiempo se encuentra con las alas recortadas y quiere volar. El papel de la Iglesia consiste en generar una comunicación limpia y no distorsionada por estrategias o intereses de corto alcance y duración. El ser humano es demasiado grande y digno para que no pueda despertar. Los pensadores modernos que dijeron que habían despertado del sueño de las creencias religiosas han sometido a la cultura en un sueño más profundo. También tiene que despertar. VICENTE JOSÉ SASTRE GARCÍA, S.J. 77 Tres ámbitos de comunicación deben ser despertados con urgencia: 1) La transparencia en la comunicación con Dios. 2) La comunicación entre los cristianos en el cuerpo social de la Iglesia. 3) La comunicación transparente de la Iglesia con los hombres de nuestro tiempo y los creadores de la nueva cultura. Este empeño es de largo recorrido. En el siglo XXI tiene que empezar esta "nueva evangelización" y puede que a lo largo de cien años la semilla de esta nueva comunicación no alcance a ser el árbol que esperamos. La cultura cambia en periodos de larga distancia. Las etapas del desarrollo de la cultura se cuentan por siglos. 1) La comunicación con Dios debe ser el primer empeño de la Iglesia. Renovar la oración es la primera de las exigencias cristianas en el mundo que viene. Toda la vida de la Iglesia es un empeño y un don para la comunicación con Dios, empezando por sus signos comunicativos que son los sacramentos. Ellos han de mostrar la transparencia de la comunicación con Dios. El cristiano del futuro o es un místico o será apisonado por la fuerza de los intereses de los poderes de este mundo. En la Iglesia ha habido en los últimos siglos más ascética que mística. Más voluntarismo y búsqueda de medios eficaces que empeño en el encuentro y comunicación con Dios. El teólogo Kart Rahner en un escrito sobre la espiritualidad antigua y la actual señalaba que el cristiano del futuro debería ser un místico o no habría futuro para el cristiano (Escritos de Teología VII, p. 25). La Iglesia ha de proponerse una vitalidad interna basada en la comunicación con su Señor porque esa es su más profunda esencia. Ese es el principio de su vitalidad. La Iglesia tiene su origen en el hecho de que Dios se haya comunicado a los hombres, nos haya ofrecido la Buena Noticia de Jesucristo y nos haya abierto la capacidad de formar comunidades de personas en las que la presencia de Cristo nos abre las puertas de la comunicación con Dios. Todo el ser y actuar de la Iglesia ha de brotar de este principio o su destino es la muerte. 2) Los medios de comunicación de masas dejarán de seducir y perderán su capacidad de enajenar en función de una reacción de la conciencia. Cuando el ser humano aturdido por el ruido de los medios de comunicación busca el encuentro humano como objeto fundamental de su conocimiento, el cristiano nuevo será capaz de seducir con la transparencia de Dios. El cristiano que lleve en sus entrañas la imagen de Dios invisible ha de ser un paradigma de libertades y fidelidades. Así mostrará un hombre nuevo no por una solidaridad voluntarista sino por la dinámica de la caridad y el amor. La exaltación del individuo aislado y solitario, incomunicado y abandonado al borde del camino va a necesitar de nuevo al samaritano que le cure y vende las heridas. No es posible que un cristiano en comunión con Dios no se sienta en comunión con los hombres. Esa comunicación con Dios sería falsa si no se comunicara a los demás. Un dios acondicionado a la propia piedad que no genera una comunicación con los demás es un dios falso. 78 CAMBIOS CULTURALES QUE AFECTAN A LA IGLESIA EN EL ÚLTIMO CUARTO DEL SIGLO XX 3) La cultura monótona y unidimensional dejará de ser el TODO y una sociedad pluri-cultural se abrirá paso para mostrar la diferencia. El hombre diferente ya no será arrinconado por la masificación o nivelado por la fuerza de un totalitarismo cultural. Dejará de estar acorralada la diferencia en las formas de ser hombre libre del monopolio del Estado y el Mercado. Los "hidden persuaders" de la postmodernidad serán desenmascarados por el poder de la crítica que debe despertar a la razón. El ser humano finalmente podrá decidir sobre lo que más le conviene. Y lo que más le conviene es salir de la cárcel y quitarse la armadura, que como decía el gran sociólogo Max Weber, le impide avanzar por los mundos que vienen en busca de la Imagen perdida del Dios invisible. "No andéis cabizbajos bajo el desánimo, como si lo justo estuviera concluido, antes bien reunidos buscad en común lo que a todos en común conviene". Carta anónima a Diognetes del siglo l. Vicente José Sastre García, S.J.
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Calificación | |
Colección | Revista Almogaren ISTIC |
Título y subtítulo | Cambios culturales que afectan a la Iglesia en el último cuarto del siglo XX |
Autoría principal | Sastre García, Vicente José |
Entidad | Centro Teológico de Las Palmas |
Publicación fuente | Almogaren. Revista del Centro Teológico de Las Palmas |
Numeración | Número 30 |
Tipo de documento | Artículo |
Lugar de publicación | Las Palmas de Gran Canaria |
Editorial | Instituto Superior de Teología de las Islas Canaria |
Fecha | jun-02 |
Páginas | pp. 059-078 |
Materias | Religión ; Iglesia ; Cultura |
Formato digital | |
Tamaño de archivo | 836237 Bytes |
Texto | ALMOGAREN. 30. (02). Pág. 59-78. ®CENTRO TEOLÓGICO DE LAS PALMAS CAMBIOS CULTURALES QUE AFECTAN A LA. IGLESIA EN EL ÚLTIMO CUARTO DEL SIGLO XX VICENTE JOSÉ SASTRE GARCÍA, S.J. DIRECTOR DE EL INSTITUTO DE INVESTIGACIÓN EN CIENCIAS SOCIALES VALENCIA INTRODUCCIÓN E1 hombre es un ser cultural. No es un producto de la naturaleza regido por el azar o la necesidad. Es capaz de desarrollar un espacio cultural en el que es posible ser hombre. Su cultura nace, se desarrolla y se mantiene, por la comunicación de conocimientos y experiencias en las prácticas sociales. De este modo entrega a las generaciones siguientes los logros de sus experiencias y conocimientos. Por ello todo cambio cultural afecta a su ser y acompaña a los cambios de la comunicación. La misma Iglesia, que es un hecho cultural, sigue los mismos pasos de la cultura en su nacimiento, desarrollo y permanencia. Esta consideración preliminar es la clave para interpretar la importancia de los cambios culturales como hechos humanos que afectan al ser humano en general y a la Iglesia en particular. De las prácticas comunicativas procede la cultura y procede la Iglesia. Basta recordar que la Iglesia nace de la comunicación que Dios ha querido establecer con el ser humano en la encamación del Hijo de Dios. 60 CAMBIOS CULTURALES QUE AFECTAN A LA IGLESIA EN EL ÚLTIMO CUARTO DEL SIGLO XX De hecho los cambios en las formas de comunicación han afectado a la Iglesia al igual que afectan a la cultura. La Ilustración no hubiera sido posible sin el desarrollo de la imprenta como instrumento de la práctica comunicativa. Los cambios actuales no pueden comprenderse sin el desarrollo de los medios de comunicación de masas. La Iglesia no hubiera nacido ni extendido en el mundo sin la comunicación facilitada por el mundo cultural de la "ecumene". En la cruz se escribió la causa de la muerte de Cristo en las tres lenguas de intercambio comunicativo al uso. No hay que olvidar que lo que no se comunica, culturalmente no existe. Y quien no se comunica culturalmente no existe. Los últimos veinticinco años del siglo pasado significan la eclosión de los medios de comunicación de masas. Se puede decir que de ellos se ha ausentado o no han dejado ausente a la Iglesia. Este. hecho tenía que producir consecuencias muy graves para la comunicación de la fe cristiana y para la Iglesia. La importancia del hecho no es que la Iglesia no se comunica con la cultura actual sino que las formas de comunicación actuales están creando un gran silencio sobre la Iglesia y, además, invaden las formas de comunicación tradicional. Los hechos culturales del último cuarto de siglo no son novedosos en su esencia sino en su extensión. Los cambios en la cultura afectan a la Iglesia no por si mismos sino porque sustituyen el espacio comunicativo, personal y familiar. El escenario social de la comunicación se ha llenado de tal forma que la Iglesia no cabe en él. Además de no caber, no cuadra con el estilo global de las comunicaciones de masas para los que sólo cuenta el poder económico o el político. El estilo de las comunicaciones de masas busca la complicidad de la audiencia que aporta los beneficios de la publicidad removiendo cualquier referencia externa que la distraiga. Ni siquiera permite otros espacios de libertad que no consigan la fidelidad de la audiencia. Antes de entrar en la exposición de cómo los cambios culturales de final de siglo han afectado a la Iglesia quiero indicar que se trata de analizar lo ocurrido en el ultimo cuarto de siglo desde el punto de vista de la sociología cultural. No es mi intención ofrecer estadísticas. Sólo deseo interpretar, desde el pensamiento sociológico, hechos sociales conocidos por todos. 1. EL CARÁCTER AMBIGUO DE LA MODERNIDAD Y SU RENACIMIENTO EN ESPAÑA EN EL ÚLTIMO CUARTO DE XX La "modernidad" como hecho cultural nace con la imprenta y se desarrolla en múltiples direcciones. Su sustancia consiste en poner al individuo en el centro de todo. Se trata de liberar a la persona de todos sus vínculos y VICENTE JOSÉ SASTRE GARCÍA, S.J. 61 reducirla a individuo ante el Estado y el mercado. No acepta referencias externas y la razón es juez supremo que rige la conciencia. Es por tanto una revolución copernicana religiosa por cuanto en siglos anteriores el centro había sido puesto en Dios y a él se refería el hombre y sus vínculos con los demás seres humanos. Ni Dios que se revela ni la Iglesia tienen un lugar en la justificación del comportamiento. Solo el individuo y la pura razón son las bases de la modernidad. Hasta entonces la compresión del individuo, su origen y destino, se fundamentaba en la religión. En la modernidad la religión se fundamenta en el individuo. Ya no es Dios quie~ ilumina la conciencia y la razón del individuo sino la razón del individuo la que da cuenta de Dios. Dios no es el creador del ser humano sino viceversa: el ser humano crea su dios. Desde este punto de vista la sociedad no es un tejido de solidaridades sino un pacto de convivencia. El ser humano no necesita de la sociedad para ser hombre más que 'por motivos prácticos'. Finalmente, puesto que el ser humano precisa salvaguardar sus intereses en la sociedad, es necesario que el individuo renuncie a parte de si mismo en beneficio del Estado, que con sus leyes vigilan lo pactado. Los cambios culturales que emergen lentamente en el siglo XVI y los que se consolidan al final del siglo XX se han fraguado con estos esquemas de pensamiento. Lo nuevo en los últimos años del siglo pasado no son las corrientes culturales opacas a la Iglesia sino que en este periodo se revela hasta qué punto estos planeamientos dejan a la Iglesia fuera del escenario cultural. Eric From comprendió toda la inhumanidad contenida en el marxismo cuando el sistema desarrolló sus prácticas. Según dice este autor la semilla estaba echada pero no imaginaba el árbol que era capaz de producir. La semilla de la modernidad revela su esencia en la post-modernidad de fin de siglo. La cultura de fin de siglo manifiesta el árbol de la modernidad. Su esencia es la autoregulación del individuo y la autosuficiencia en todos sus comportamientos. Esto supone aparcar una visión del hombre en relación y responsabilidad con los demás. Es interesante el cambio semántico realizado en el concepto de persona que pasa a llamarse "individuo" -o el grupo, que se le llama "colectivo"-. Queda fuera de lugar un ser humano abierto a la comunicación en la que el otro y los otros son relevantes. Sobre todo, queda fuera de lugar la comunicación trascendente y la relevancia de Dios. Se ha escrito bastante sobre el hombre postmoderno, débil en su pensamiento y en sus relaciones, sin convicciones en sus comportamientos. Ni la fidelidad ni la promesa tienen sentido sin una comunicación que pueda darles fundamento. La ética es sólo voluntad. Los valores son los que se crean en el presente para sustituirlos mañana según conveniencia. 62 CAMBIOS CULTURALES QUE AFECTAN A LA IGLESIA EN EL ÚLTIMO CUARTO DEL SIGLO XX Así, cuando el individuo se desentiende de la comunicación personal y social, sólo queda la violencia como forma de comunicación y límite de los comportamientos. En ese momento solamente el Estado es capaz de controlar la convivencia con la represión policial. La ética social se reduce a los mínimos pactables o legalizables. La religión y la Iglesia no tienen lugar en este escenario cultural. Su moral es socialmente utópica. N o tiene un espacio reconocido en tal contexto. El límite es el individualismo radical sin religión y sin moral. Friederich Nietsche puede ser un paradigma cultural de fin del siglo XX. En España se puede hablar de un renacimiento de este modo de entender el hombre después de 40 años de hibernación y catarsis en la época de Franco. De este modo, el desarrollo del conocimiento es unidimensional, sin valores ni referencias transcendentes. Además, la nueva cultura tiende a ser monopolizada por los ámbitos de comunicación cultural. La "dynamis" de la modernidad no puede reconocer el pasado más que como arqueología desligada de la vida actual. La ingente actividad de la Iglesia en el desarrollo de los conocimientos en ciencias y humanidades y su contribución al desarrollo social y cultural está muerto en el pasado. El Estado es el único reconocido lugar de encuentro de los intereses ciudadanos, es quien decidirá sobre la comunicación de los conocimientos y la enseñanza. Sólo queda el mundo privado de la familia sobre la que incidirán, en el final de siglo, los medios de comunicación social cómplices del silencio familiar. A) LA MODERNIDAD Y LA IGLESIA EN LOS PAISES EUROPEOS No es posible de hablar de la modernidad sin un análisis de la sociedad europea del siglo XX. Con el avance de la ciencia y la técnica hay que contabilizar dos hechos de máxima violencia y desprecio del ser humano como fueron las dos grandes guerras con otros tantos proyectos de decisión sobre la vida humana en manos del Estado. La semilla de la modernidad en la revolución francesa, juntamente con la enciclopedia ilustrada, inventó formas más "limpias" de ejecución pública. Por la guillotina pasaron numerosas personas con juicios populares. Se sembró la muerte con el beneplácito de los modernos ilustrados. El nacionalsocialismo alemán fue también un proyecto de racionalidad totalitaria y el marxismo se impuso con pretensiones de una visión científica y salvífica de la sociedad. En ambos sistemas vemos ciertos individuos concretos, que con el poder del Estado, llenaron de inhumanidad la Europa moderna. Los intelectuales o miraron hacia otra parte o convivieron con los dictadores manteniéndose en sus cátedras como si el destino de millones de personas no fuera con ellos. Las filosofías que justificaban estas atrocidades no tenían padre desconocido sino que nacieron de la modernidad. VICENTE JOSÉ SASTRE GARCÍA, S.J. 63 En la catarsis de las dos guerras, los intelectuales ilustrados no reaccionaron ante la guerra fría, que amedrentaba el mundo libre, y la izquierda neomarxista no fue capaz de una crítica al muro de Berlín. Raymond Aran tituló uno de sus libros "El opio de los intelectuales" pero su recepción fue el silencio de la razón. Le dijeron que era un intelectual de derechas. Albert Camas hizo lo propio pero el intelectual de izquierdas sufrió la misma suerte. En el siglo XX ¿dónde estaban los intelectuales de la modernidad que defendían al individuo humillado por doquier? En España, Unamuno y Ortega criticaron la razón pura pero fueron reducidos al silencio de los corderos. La secuencia del pensamiento moderno, desde Descartes y Kant, pasa necesariamente por Hegel y Marx y los estados modernos que se crearon bajo su inspiración y patrocinio supusieron el hundimiento de la dignidad humana. Hoy, cuando se habla de "modernizar" hay que precaverse de la seducción de las palabras. Con una perspectiva histórica hay que apostar por la razón y la crítica. Sobre todo, hay que pensar en la dignidad del hombre. Para hablar con precisión de la modernidad y la Iglesia hay que considerarla como un hecho, vario y de aclimatación e interpretación muy diversa, según paises. En Alemania, el movimiento de la Kulturkampf se asocia al Kulturkampf de Bismark, toma una dirección acatólica en un intento de nivelar las diferencias. A los católicos en la Alemania Prusiana no se les permitía el ingreso a las universidades y los ilustrados celebraban el monopolio de la ilustración. La universidad española dejó de enseñar teología o religión cuando en Alemania volvía la teología a la Universidad. En Francia la religión se excluye de las universidades y de lo~ centros de enseñanza, porque debía ser un asunto privado fuera del escenario comunicativo social. La universidad inglesa no daba cabida a la cultura católica. En Irlanda se llegó incluso a prohibir a los católicos la asistencia a las escuelas. Cuando los católicos irlandeses se liberaron de esta discriminación, el Cardenal Newman tuvo que ir a Irlanda para erigir una universidad a la que pudieran tener acceso los católicos porque en la moderna Inglaterra no podían haber universidades católicas. En este contexto, en Estados Unidos, al que emigraban los intelectuales católicos discriminados en Europa por motivos religiosos, se fundan varias decenas de universidades. En España la corriente ilustrada es mayoritariamente anticlerical, no sólo por el poder social de la Iglesia, sino porque el Estado necesitaba llenar las arcas vacías por causa de los derroches cortesanos. Resultaba relativamente fácil que la ingeniería del Estado realizara reformas con los bienes de la Iglesia y que finalmente con la "desamortización" llegaban legalmente a los bolsillos de los cortesanos. 64 CAMBIOS CULTURALES QUE AFECTAN A LA IGLESIA EN EL ÚLTIMO CUARTO DEL SIGLO XX En el siglo pasado se achaca a la religión católica el oscurantismo y el retraso económico y cultural. Mientras, la Iglesia creaba escuelas y universidades y promovía la economía social de las cooperativas. En este tiempo la cultura oficial, con el apoyo de la razón ilustrada, ejerce una beligerancia contra la cultura tradicional. En conjunto estos hechos, en parte superados o amortiguados en otros paises, emergen en España a final de siglo como algo nuevo después de un largo tiempo de silencio. En la medida en que la cultura moderna retoma esta orientación anticlerical y laicista y vuelve a ocupar el escenario público (alimentada por los impuestos a la población), se puede decir que es un hecho cultural nuevo o renovado. Es paradigmático que en 2001 un gran periódico publique a toda página la declaración del director del Museo de la Ciencia de España "Me asombra que pueda haber científicos que crean en Dios". O el otro asombro de un rector de universidad que sentenciaba "en la universidad no hay cabida para conocimientos no racionales" (enseñanza de la teología). Los servicios jurídicos de una universidad advertían que una escuela universitaria de titularidad de la Iglesia no seria aprobada por el claustro de profesores con tal titularidad. Se ha visto a un alcalde de una ciudad negar ayuda pública a un programa para acogida de personas sin techo porque era una "institución religiosa y el Estado es aconfesional". Habría que recordar que la Declaración de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas sobre la no discriminación por motivos religiosos es una declaración que tiene como horizonte a Europa con catástrofes bélicas "modernas". Y que en los países más avanzados la Religión está en las Universidades por respeto a la cultura. B) RACIONALISMO Y MODERNIDAD Otra rama del pensamiento moderno formula la autonomía absoluta de la razón. El racionalismo radical reduce la realidad a hechos de razón pura y experimentos técnicos. Ese racionalismo lleva consigo idealismos no menos absolutos. La razón tiene ahora su paradigma en las ciencias exactas y en las ciencias de la naturaleza de las que procede la tecnología Este renacimiento también es nuevo en España cuando en otros países comienza a producirse cierto cansancio. La disputa del positivismo en la Sociología alemana de los años 60 supuso una inflexión en Centroeuropa. En Alemania ya hace casi un siglo que se habla de Geistwisenschaften (las ciencias del espíritu). Este pensamiento sobre los hechos culturales no ha tenido eco en España, al menos cuando se dice con tanto aplomo que en la Universidad no hay cabida para conocimientos no racionales. Con ello se quiere decir que en los medios de la cultura universitaria de final del siglo pasado no es posible pensar ni en la religión ni en la Iglesia. VICENTE JOSÉ SASTRE GARCÍA, SJ, 65 Con la racionalidad desencarnada se desarrolla igualmente la prevalencia absoluta de la naturaleza (positivismos y materialismos absolutos). El último cuarto del siglo XX supone en España, entre la nostalgia y la revancha, el retama de estos vectores culturales. Así la comprensión del ser humano se investiga no en su cultura sino en su condición de natura. Según eso, e imitando al positivista Condorcet, un profesor de universidad puede decimos en España que la "libertad humana" es una "secreción glandular". Esto recuerda los mejores años del criminalista Lombroso para quien no había criminales responsables sino seres humanos con las circunvoluciones cerebrales alteradas. Hubiera sido interesante en este sentido una anatomía de las "hazañas" terroristas. C) EL ESTADO Y EL MERCADO Los modernos saben que el Estado paga sueldos y que el Mercado dividendos. Nadie más puede garantizar estas ventajas. Los ilustrados vieron la "desamortización" o la expulsión de los jesuitas de España, o el ejercicio de la razón de Estado, como el fortalecimiento del poder del Estado y el confinamiento de un pensamiento disidente. La mayor parte de ellos consiguieron la seguridad económica e intelectual en sus puestos de intelectuales funcionarios. Esta generalización no seria justa si no hubiera "honrosas excepciones". Las hay. Los hechos culturales tienen excepciones porque suponen liberad. La pretensión de anulación de cualquier autoridad no manejable o insobornable tiene consecuencias. En el fin del siglo XX la autoridad moral del Evangelio es erosionada por dos poderes-autoridades: El Estado y El Mercado, o lo que es lo mismo, la economía y los Poderes Públicos. La Iglesia como "poder moral" no tiene cabida en estos escenarios. Su referencia superior y trascendente no es susceptible de soborno:s ni paga generosamente a sus colaboradores. Con ello se entiende que la información religiosa en periódicos y medios de comunicación quede aparcada en espacios de compromiso y bajo mínimos en este último cuarto de siglo. La esfera de las comunicaciones se politiza y mercantiliza. Sólo atiende a lo "oficial" o mercantil porque trata de servir a las ideas de quien paga. E) LOS ESPACIOS COMUNICATIVOS DE LA IGLESIA Ante esta corriente de la cultura "oficial", la Iglesia mantendrá su contrapeso con una comunicación "privada" de la cultura cristiana. Mantendrá los espacios de comunicación personal y familiar, en instituciones educativas y en celebraciones propias. Era una línea paralela en conflicto con lo público, pero activa en sus propios ámbitos. Lo novedoso de los últimos veinticinco 66 CAMBIOS CULTURALES QUE AFECTAN A LA IGLESIA EN EL ÚLTIMO CUARTO DEL SIGLO XX · años del fin de siglo es el rápido debilitamiento de los procesos comunicativos · en la transmisión de la fe, en la comunicación familiar y en las instituciones educativas de la Iglesia. En ese tiempo se ha roto el equilibrio de la coexistencia entre cultura religiosa y cultura oficial. La cultura "oficial" se ha convertidito en general. Se desprestigia a los centros educativos católicos "como clasistas" y los que se acogen a la categoría de "concertados" sobreviven con la ayuda al 80% de su - presupuesto vigilando que su enseñanza sea totalmente gratuita. De este modo la descapitalización de un 20% anual obliga a un declive progresivo de las iniciativas de la Iglesia en la ~nseñanza. · En este tiempo se produce la extensión de los estudios universitarios a casi toda la población joven. Este hecho positivo en si, cuando existe el monopolio práctico "oficial", tiene como consecuencia que las nuevas generaciones se alejaron de la Iglesia tanto como lo estaba la universidad pública. La libertad de crear universidades queda casi reducida al Estado y el Mercado. Sólo ellos podían tener recursos para la creación de universidades y las que promovió la Iglesia tienen que soportar, en este periodo, la competencia económica de una universidad sostenida por la presión fiscal del Estado. El mantenimiento de la universidad no-pública soporta con dificultad esta situación. El derecho a la formación universitaria sólo puede ser ejercido en las universidades públicas o bajo la penalización impuesta a las familias de costear por su cuenta la universidad no-pública. Además, la universidad pública no tenía que responder ante la sociedad ni ante el Estado de la calidad de su docencia. 2. CONOCIMIENTO, PLURALISMO Y COMUNICACIÓN El renacimiento tardío de la Ilustración, o si se quiere, la última consecuencia de la razón ilustrada es, al final del siglo pasado, como ya se ha dicho, la postmodernidad. Es decir, la generalización de un sistema cultural en el que los individuos sólo se refieren a si mismos, conviven como una masa solitaria, y sólo el Estado garantiza su seguridad, y garantiza una cultura oficial. Sólo existe un pluralismo individual con difícil coexistencia con la cultura que gestionan los poderes públicos. La cultura en este sistema no es fruto de la comunicación sino de la razón solitaria o la razón del Estado. Así la verdad individual no hace referencia a la verdad de otros. Ni siquiera interesa la verdad de los demás y por lo tanto, sólo interesa el diálogo y la comunicación como instrumentos de estrategia dentro de la nivelación general que nace del Estado. En la nueva cultura no está en cuestión la existencia de Dios. No tiene ningún interés la existencia de Dios. No es cuestión de ateísmo. Porque si Dios VICENTE JOSÉ SASTRE GARCÍA, S.J. 67 existe, no interesa lo que dice ni lo que hace. La revelación como comunicación de Dios al hombre, como propone la Iglesia, no interesa aunque se crea en Dios. Menos aún interesa lo que Dios manda o propone en la tradición cristiana. No interesa que alguien mande si no se puede llevar a los tribunales o ser perseguido por la policía. Así la autoridad moral no es autoridad. Se obedece sólo cuando lo exige una ley con una policía que reprima a los infractores y un aparato judicial que condene a los transgresores. La doctrina de Maquiavelo está en plena consonancia con la visión postmoderna de la autoridad. El sustrato de este comportamiento cultural es la incomunicación del individuo. Este aislamiento sólo requiere normas de tráfico para moverse socialmente. En este esquema no puede entrar la religión formulando instancias superiores, porque no son "legales". El pluralismo proclamado como un principio de libertad sólo vale para quien se atreva a ser diferente en un sistema en el que la igualdad se entiende como recorte de la diferencia. En realidad el "pluralismo" se ha convertido en un "formalismo" que no permite ¡la diferencia real. El pluralismo cultural que se basa en la formación de espacios de conocimiento y enseñanza plurales no es posible cuando en la sociedad en su conjunto se entiende que el que quiera una universidad diferente que se la pague. Es importante recordar que el país del mundo más avanzado en· el conocimiento formó sus instituciones de enseñanza con los intelectuales que en Europa no podían enseñar en las universidades estatalizadas. En España, las instituciones culturales privadas que podrían aportar vocación y empeño en la investigación tenían muy difícil el acceso a los planes de investigación y desarrollo apoyados por la política Estatal. Más aún, dentro de las universidades públicas existen sectores incomunicados, incluso en los llamados grupos de trabajo, en los que domina el individualismo y el monopolio de la información. La cuestión del desarrollo del conocimiento es también un hecho cultural. 3. LA FACTURA DE UNA CONFRONTACIÓN Y EL COMPLEJO DERECHISTA Al final de siglo se lee la confrontación de la guerra española como la victoria de la represión del individuo del que es responsable la "derecha". Así, la Iglesia no está "autorizada" par;;t hablar de libertades. Lo que interesa es el poder fáctico. Sólo cuenta la capacidad de convencer al electorado en el Estado democrático. De este modo se diseñan las campañas de imagen y las estrategias electorales, en las que todo vale según la más ortodoxa doctrina de 68 CAMBIOS CULTURALES QUE AFECTAN A LA IGLESIA EN EL ÚLTIMO CUARTO DEL SIGLO XX Maquiavelo. La autoridad moral molesta sobre todo cuando apela a las conciencias. La voz de la Iglesia española en asuntos de interés general queda al margen. A) UN PROYECTO DE RECONCILIACIÓN El cardenal Tarancón fue el último creyente en el diálogo y la comunicación. Fue la última propuesta seria de una sociedad reconciliada y plural. Pero en el final de siglo ya no se cree en la reconciliación como reconocimiento del otro diferente. Sólo se cree en el poder. Así de escueto y llano. Los partidos políticos que gestionan el poder son los únicos acreditados para conseguirlo y administrarlo. A lo más se puede reconocer al diálogo un valor administrativo y un método de pactos. Tarancón una vez retirado de su papel de reconciliador debía desaparecer y desapareció. Al cardenal de la reconciliación unos le gritaron "Tarancón al paredón", pero los contrarios le pusieron otro paredón que fue el silencio. Todos coincidieron en que el poder no necesita de reconciliadores sino de administradores. Tarancón no se alineó con ningún poder y por ello debía ser aparcado. De este rictus de la sociedad moderna dio cuenta Th.W. Adorno al analizar las consecuencias del allanamiento de todo relieve en las sociedades modernas al acuñar la frase "die werwaltete Gesselschaft", la "sociedad administrada". B) LA ENSEÑANZA Y LA JUSTICIA SOCIAL La libertad de enseñanza que promovió la Iglesia solicitando la enseñanza de la religión según las convicciones religiosas de los padres suscitó un contencioso que no concluyó en este período. Puede que no concluya sino que desaparezca porque ya no habrá contencioso. Hoy los padres ya no pueden decidir sobre la formación religiosa de sus hijos porque deciden sus hijos mismos como individuos. Esta es la novedosa conclusión de finales del siglo XX. La Universidad pública, encerrada en si misma, no necesita del diálogo con el mundo exterior, sólo necesita presupuesto. La autonomía universitaria se ha entendido en el final de siglo como la endogamia en la universidad. Cómo ya se dijo, la universidad en el final de siglo no es responsable ante la sociedad ni ante un conjunto de valores compartidos por los padres de los universitarios ni ante los que la sostienen con sus economías. Tampoco se refiere a un sistema de valores porque los valores se inventan o cambian de acuerdo con intereses. El lenguaje de la Iglesia sobre la Universidad es hoy irrelevante. La desautorización de la Iglesia en los ambientes de la enseñanza universitaria se complementa con la descalificación de su actuación en el mundo laboral. No existe ningún eco cultural para la doctrina social de la VICENTE JOSÉ SASTRE GARCÍA, S.J. 69 Iglesia. Ni en la esfera política ni en la económica ni en la laboral. No se admiten referencias externas a los "agentes sociales". En el mundo laboral el sindicalismo cristiano se tiene por contradictorio. Así, se cierran los espacios a cualquier invitado que rompa el monopolio de la llamada unidad sindical a dos. El poder económico o político no admite nuevos interlocutores y todo se reduce a intercambios de paz social por privilegios. Los templos que en la época de la transición fueron cobijo para los sindicatos se perciben en este tiempo como cosa de usar y tirar. 4. LA EMERGENTE "PROGRESÍA" El enfrentamiento interno ha debilitado a la Iglesia en el ámbito cultural y social. El progresismo utópico se concentró en la crítica severa a las instituciones eclesiales y a sus representantes. El diálogo entre opciones cristianas sólo era factible en las páginas de los periódicos interesados. Este disenso interno en la Iglesia siempre fue bienvenido en los periódicos "modernos" de fin de siglo. En realidad contribuían a debilitar socialmente a la Iglesia, que era de lo que se trataba. La "progresía" cristiana tuvo siempre una vertiente política, algunos se desplazaron al comunismo y otros a "cristianos por el socialismo". Estos últimos recibieron su compensación por los servicios prestados ocupando cargos o empleos. Otros, con una componente más utópica, volvieron al silencio porque la denuncia profética no debía ejercerse con el nuevo régimen pero el régimen una vez consolidado en el poder no sólo los ignoró sino que los devolvió a la sacristía. Mientras tanto, la llamada "Iglesia oficial" perdía energías y se sentía desautorizada para hablar de lo concreto. El refugio en la abstracción llevó al destino de las papeleras muchos de sus documentos. En ese periodo se echó de menos el liderazgo de los católicos e incluso de sus propios pastores para afrontar cuestiones concretas. Cualquier insinuación de la jerarquía se tachaba como contraria al progreso. Cuando los intelectuales en Europa analizaban el "desencanto del progreso" la palabra mágica en este final de siglo español es "progreso". La dirección del progreso más bien significaba "ruptura" y casi se centraba en la descalificación de los imperativos morales de la doctrina de la Iglesia y su pensamiento social y político. Esta descalificación llegó a lo moral, lo político y lo económico-social. En lo moral se ridiculizó a la Iglesia con su propuesta de responsabilidad en las relaciones sexuales. Bajo la apariencia de la lucha contra el SIDA se 70 CAMBIOS CULTURALES QUE AFECTAN A LA IGLESIA EN EL ÚLTIMO CUARTO DEL SIGLO XX promocionó la idea de que la única prevención eficaz consistía en repartir preservativos a los jóvenes, como si éstos tuvieran ya una responsabilidad madura. Naturalmente tenían que prevenirse, pero , igualmente se acostumbraron a una sexualidad sin la dimensión humana de la responsabilidad. La Iglesia también fracasó en proponer un espacio de dignidad para las relaciones propias del compromiso familiar. Cuando en otros países un film se calificaba X para no ser distribuido en los canales públicos de televisión, se le hacía el honor diciendo que España era la más progresista de Europa o el mundo. En lo político se desautorizó a la Iglesia cuando intentó hablar de la corrupción. El cardenal Tarancón, ya retirado, cuando se le ocurrió hablar del tema, a las pocas horas el mismo presidente del gobierno hizo pública la declaración de que la Iglesia no estaba autorizada a denunciar ninguna corrupción. En lo social, Cáritas, que nació con el compromiso de promover la justicia, cuando atendía a la ayuda al necesitado se la descalificada por ejercer la "beneficencia" trasnochada, y cuando se ocupaba de la justicia se señalaba que se metía en política o pisaba a los sindicatos. Pero los sindicatos sabían muy bien utilizar los estudios de Cáritas sobre la pobreza como instrumento de reivindicación, aunque se repartían discretamente el poder para que no cupiera un sindicato cristiano. En este tiempo la libertad sindical se bloqueó para los cristianos con el reparto de libertades entre dos. El reparto no sólo se refería al escenario del poder sindical sino cualquier tipo de prebendas que pudieran pactarse con el poder político o económico. La paz social podía ser objeto de transacciones a favor del aparato sindical. 5. LOS NACIONALISMOS TARDÍOS Se puede decir que los absolutismos y nacionalismos radicales nacen de la mano de la modernidad. Con tales nacionalismos se alimentaron las grandes guerras en las que era exaltado el poder morir por la nación. La idea de la intolerancia en un país o la opresión de las minorías se podía ejercer libremente con la doctrina de la no-intromisión en asuntos de otras naciones. Hasta el final de las dos grandes guerras la solidaridad internacional era cuestión de alianzas políticas entre grandes bloques para administrar el poder sobre los pueblos. Quienes no se alineaban eran sistemáticamente hostigados. La guerra fría se desenvolvía haciendo amigos con ayudas económicas y eso era el límite de la solidaridad. Tanto el imperialismo anterior como sus formas posteriores de relación entre los Estados no tuvieron en los intelectuales ilustrados la crítica que era esperable. La única crítica al uso debía concentrarse en el tópico del imperialismo americano. VICENTE JOSÉ SASTRE GARCÍA, S.J. 71 Las doctrinas sobre la solidaridad para el desarrollo de Ía encíclica Populorum Progressio no tuvieron eco en el final del siglo pasado. Y esto a pesar que el Papa Pablo VI intervino en la tribuna de las Naciones Unidas para apuntalar su moral en tiempos de crisis de la Organización. Como en los buenos tiempos del nacionalismo del siglo XVI se utilizaba a la Iglesia en los nuevos nacionalismos tardíos. La Iglesia debía defender la identidad de los pueblos Es cierto que en algunos momentos la Iglesia de algunos países de dejó embarcar en esta aventura, pero ello fue a costa de su libertad y en contra de los principios que siempre ha profesado. Los nuevos nacionalismos buscan el apoyo de la Iglesia pero el nacionalismo no ha dejado de cortejar su colaboración como una pieza más de un juego estratégico. En el momento en que la Iglesia quiere mantener la independencia es ninguneada y si no mantiene la independencia es desprestigiada. Su singladura en la sociedad como interpelación entre estos dos polos es casi imposible. El nacionalismo no tiene espacios neutrales, hay que estar contra él o a favor de él. Eso ha perjudicado a la Iglesia en muchas circunstancias del final del siglo XX. 6. LA TRANSICIÓN AL CONCILIO VATICANO 11 Se puede decir con verdad que ningún otro país de tradición católica hizo esfuerzo semejante para asimilar la nueva compresión de la Iglesia nacida del Concilio Vaticano 11. Aún antes de concluir el Concilio ya se llevó a cabo una gran consulta sociológica en todo el país para calibrar el impacto de la reforma litúrgica y promover un cambio sin traumas y con una transición evolutiva. El hecho mayor de la asimilación del Concilio y actualización de la Iglesia Española tuvo lugar con el imaginativo esfuerzo de la Asamblea Conjunta de Obispos y Sacerdotes. Todas las diócesis españolas realizaron una consulta de opinión a todos los sacerdotes. Su temática comprendía un abanico de 242 cuestiones en las que el clero podía formular sus opiniones sobre su propio ministerio así como su visión de los cambios que debían introducirse en la Iglesia Española. El proceso se extendió también a los laicos. Los obispos tuvieron una visión real y amplia de la realidad de la Iglesia en España, sin intermediarios. De este análisis salieron análisis, reflexiones y propuestas dialogadas en los grupos de sacerdotes, en las diócesis y en una Asamblea de todos los obispos y representantes de los sacerdotes. Este acontecimiento tenía que haber marcado el último cuarto de siglo, de no suscitar demasiados temores en los políticos y a algunos intelectuales de 72 CAMBIOS CULTURALES QUE AFECTAN A LA IGLESIA EN EL ÚLTIMO CUARTO DEL SIGLO XX izquierdas y de derechas. Bajo la presión de estos poderes cayó sobre ella una nube de invierno que dejó congelado todo el proceso de actualización conciliar de la Iglesia Española, y su papel de estar presente en la vida social española. El cardenal Tarancón, impulsor de esta Asamblea, se quedó casi en solitario en la transición al régimen de libertades y a su alrededor vio una mediocridad cansada de agitar problemas internos y externos. La Asamblea Conjunta y los movimientos nacidos del Concilio pusieron a revisión la identidad de parte del clero. Tenían que caer las hojas sin vitalidad y cayeron. Un porcentaje de clero se secularizó pero la catarsis de las secularizaciones no contribuyó a iniciativas nuevas ni a mirar el post-concilio con la misma ilusión que impulsó la celebración de la Asamblea Conjunta. La subsiguiente falta de vocaciones dejó a la Iglesia española a las puertas del siglo XXI con pocas energías para afrontar el nuevo milenio. Cuando cesa el carisma ocupa su lugar la administración. También ha cambiado mucho el escenario y hoy la Iglesia Española debe despertar en busca de su papel. 7. INCORPORACIÓN DE LA MUJER AL TRABAJO EXTRADOMÉSTICO La mujer como transmisora de la vida y los valores religiosos ha sido siempre una clave en el nacimiento del cristiano. El nacimiento cultural del niño ha estado en manos de la mujer. En el final del siglo XX, la mujer ha entrado en la esfera del trabajo remunerado. El nacimiento cristiano ya no está en sus manos porque las tiene ocupadas en trabajar por cuenta ajena. Este no es un hecho que lamentar en si mismo sino en sus consecuencias porque no ha sido calculada la importancia y transcendencia de la ruptura de la relación entre la madre y sus hijos. No es que la mujer no tenga derecho al trabajo sino que hoy casi no tiene derecho a ser madre. El problema está en que no se ha buscado hacer compatible su trabajo por cuenta ajena con la misión por cuenta propia de educar a sus hijos. Este ha sido un fenómeno que se ha manifestado principalmente en el último cuarto del siglo XX. Una mujer tiene derecho a ser trabajadora y a ser madre pero no se ha conseguido armonizar los dos derechos. Consecuencia de ello ha sido el descenso de la natalidad hasta situar a España en uno de los últimos puestos de los países del mundo en capacidad para reponer su población con nuevas generaciones. En este período se inicia igualmente la ruptura de la transmisión cultural familiar. El espacio comunicativo de la familia queda vacío o invadido por los medios de comunicación social, internet incluido. Los hijos a edades tempranas tienen que convivir en ambientes culturales no familiares. La industria del ocio ocupa los demás tiempos libres. El proceso de inculturación (introducción en VICENTE .JOSÉ SASTRE GARCÍA, S.J, 73 las formas de vida y valores) han salido del medio familiar. Este es uno de los hechos culturales que afectan más de lleno a la Iglesia Española. La biografía-paradigma hasta el presente consistía en que el cristiano daba razón de su fe después de haberla aprendido de sus padres. A través de las distintas crisis del conocimiento encontraba que su fe era razonable y podía dar razón de ella. Así llegaba a consolidarse su personalidad cristiana. A final del siglo XX la fe no se aprende de los padres porque de ellos se aprenden muy pocas cosas. En la familia se ha roto la connatural comunicación por la que los hijos aprenden lo importante de sus vidas. 8. LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN ENTRE EL ESTADO Y EL MERCADO La generalización de la transmisión cultural por los medios de comunicación de masas ha ocupado, en este tiempo, todo el escenario de la comunicación. La cultura ha dejado de tener su transmisión natural por la comunicación personal en el seno de las comunidades elementales como la familia o de comunidades intermedias independientes del Estado y el Mercado. La consecuencia de estos hechos es que el Estado y el Mercado mantienen el control de la comunicación de masas. El primero porque debe conseguir o mantener el poder y el segundo porque las comunicaciones son un negocio con grandes beneficios si consiguen mantener a los clientes audiovisuales. Los medios tienen su referente en la audiencia. Y la audiencia tiene escasos grados de libertad cuando el medio se propone seducir al consumidor. A la sociedad española a finales del siglo XX se le propone no tener complejos. Por "no tener complejos" y ser "persona liberada" se entiende conducirse por impulsos y no por normas morales o compromisos asumidos o adquiridos; esto significa moverse sin márgenes de referencia. Con la lógica de la postmodernidad no tener complejos es no aceptar un referente externo a la conciencia. El bien y el mal son objeto de decisiones puntuales que ahora son así y luego pueden ser lo contrario. Con ello se desvirtúa cualquier forma de compromiso consigo mismo, o con los demás. Tampoco es posible prometer o seguir un proyecto de vida ante la seducción o la contrariedad. Un productor de medios puede usar la transgresión de lo digno u honorable, incluso de lo educado, mientras las leyes no digan lo contrario y consiga su objetivo de mantener la audiencia. Más aún, debe ser trasgresor de lo tradicional porque de ese modo despierta el interés del consumidor. Fisgar en la vida privada o introducirse en lo nunca visto. Romper las estructuras culturales de los valores compartidos es un aliciente para los medios de comunicación de masas a quienes no les importa que se debilite la conciencia. Esos son los nuevos maestros de las nuevas generaciones (siempre con excepciones). 74 CAMBIOS CULTURALES QUE AFECTAN A LA IGLESIA EN EL ÚLTIMO CUARTO DEL SIGLO XX En este contexto de la cultura mediática la religión no tiene sentido. Es un complejo más. Y por si fuera poco es un complejo intolerante porque propone formas de vida que implican normas, valores y una referencia a Dios y a los demás humanos como hijos de Dios. La tolerancia, que propone esta nueva cultura de diseño, consiste en que todo vale, es lo mismo y da lo mismo. 9. LA IRRUPCIÓN DE LA INDUSTRIA DEL OCIO El ocio, la fiesta y la diversión han sido siempre hechos sociales comunicativos. La Iglesia impuso el ocio y la fiesta por ser un espacio comunicativo liberador. La sustancia del ocio consiste en que el trabajo vincula a la persona a la naturaleza, le sujeta al reino de la necesidad, y le sustrae la libertad y la comunicación con otros seres humanos. La fiesta y el ocio festivo en la modernidad han dejado de ser participación de una comunidad de personas. La ruptura de los vínculos de necesidad que propiciaba el ocio ha sido superada por la ruptura de los vínculos interhumanos de la nueva cultura del ocio. La fiesta y la diversión se han convertido en productos de la industria de la cultura. Son efecto de una actividad que persigue retornos económicos. La fiesta y el ocio se compran y se venden sin más restricciones que la captación del consumidor. En una zona industrial de Hamburgo había una antigua fábrica de maquinaria pesada. Hoy ha sido reconvertida en naves que alojan una actividad bajo el nombre "International Kultur Fabrik". Se trata de un centro de producciones culturales de ocio. Sus productos son distribuidos por los medios de comunicación y servidos a los centros de ocio para el consumo mundial. Para los consumidores de los productos de la industria de la cultura no hay límites ni el espacio ni el tiempo. En los hogares o familias, de camino, en el trabajo, en la ciudad o en despoblado, una persona puede dejar abierta su conciencia a los productos culturales que ofrecen los medios de comunicación. Además, el ocio de evasión ha encontrado un tiempo propio en los fines de semana. Sus clientes más asiduos son los jóvenes, a los que se les mantiene noche y día en un ambiente en el que se inculturan al margen del resto de la sociedad y con todos los medios de la adicción y el consumo de estimulantes. Gran parte de las generaciones jóvenes pasan el fin de semana fuera de sus casas en un ambiente de aislamiento del medio ambiente cultural, familiar o social. En estos santuarios del ocio la comunicación entre personas es escasa, porque el ambiente audiovisual no permite la conversación frente a un elevado volumen de sonido, ni siquiera mantener la atención al hilo de un diálogo. El centro de referencia son las emociones o la expresión corporal en un ambiente que constituye un mundo aparte. VICENTE JOSÉ SASTRE GARCÍA, S.J. 75 Este ambiente de evasión del contexto familiar y social está también al margen de la Iglesia. Así, la industria del ocio crea una cultura en la que se valora la evasión y las emociones dejando al margen las tradiciones religiosas y culturales, cuyos actos participativos siguen teniendo lugar en los fines de semana en los que, generalmente, participan los adultos. Este hecho es decisivo para comprender la ruptura cultural en las generaciones jóvenes y la creación de un mundo propio al margen de la Iglesia. 10. EL DIFÍCIL MANTENIMIENTO DE COMUNIDADES CULTURALES CRISTIANAS En este fin de siglo, el problema de la permanencia de las comunidades cristianas no es un caso distinto de otro tipo de comunidades culturales. Cualquier comunidad de personas en la post-modernidad está sometida a la disgregación. Existe el movimiento centrifugo de huida de compromisos y la participación en una comunidad de personas implica siempre algún compromiso. Para la modernidad el hombre y sus libertades individuales no hacen referencia a una comunidad de personas. En estas circunstancias comienzan a emerger agrupaciones o "colectivos" en función del consumo o de intereses particulares. Los espacios de relación social se configuran como sistemas de agrupamientos con motivos prácticos de alimentación, vivienda, deportes, espectáculos y otros eventos, parte de los cuales son promovidos por intereses económicos. En las últimas décadas, las comunidades cristianas se convierten poco a poco en encuentros horizontales de personas de la misma edad. Una edad relativamente avanzada que ha sido socializada en espacios de comunicación compartidos. Por lo general no existen ejes transversales de distintas generaciones sino de una sola generación. Es una generación que se mantiene de un año para otro, y cada año que pasa es mayor. La Iglesia está profundamente afectada por este hecho. Más aún, se introducen en su propia casa comportamientos que se alejan de "la comunión" que es mucho más que "agrupación". La disociación interior en la Iglesia procede igualmente del aislamiento de los grupos y personas que la componen. Resulta difícil repartir y asumir papeles dentro de una comunidad eclesial. Así se trasbocan los papeles en función de una nivelación que borra las diferencias. De este modo se desdibuja la visión de San Pablo de que todos tienen carismas diferentes y que con ellos se enriquece el cuerpo de la Iglesia. Como fruto de esta nueva relación interna, el teólogo desea juzgar y decidir como el obispo, y el obispo aparca a los teólogos; el laico quiere decidir como cura y el cura prescinde de los laicos; pocos aceptan la corrección fraterna y todos se afanan 76 CAMBIOS CULTURALES QUE AFECTAN A LA IGLESIA EN EL ÚLTIMO CUARTO DEL SIGLO XX en ser corregidores; la Iglesia no cuida a los intelectuales y los intelectuales no cuidan a la Iglesia. A la natural impertinencia de los jóvenes se responde con otra impertinencia. Aunque esta descripción tenga mucho de caricatura, es una caricatura de la realidad en la que se exageran algunos rasgos. EL SIGLO XXI La historia de la humanidad ha pasado por crisis mayores y la Iglesia también. Pero ello no puede conducir a esperar con paciencia tiempos nuevos. La fe en el hombre y la fe en la Iglesia son, para el cristiano, dos puntos de apoyo inconmovibles. Pero la tarea que nos incumbe no es quedarnos en el punto de apoyo y esperar. La fe en el hombre debe conducir a la comprensión de su dimensión cultural y con ello tratar de abrir nuevos caminos o recuperar los antiguos que le devuelvan al ser humano su imagen propia. La fe en la Iglesia no debe interpretarse como si una misteriosa lluvia tuviera que descender para renovar sobrenaturalmente a la comunidad cristiana y hacer que en ella vuelva a florecer la vocación de los jóvenes y la estabilidad interna de las familias. Con todos los recursos disponibles hay que introducirse en el misterio de la Iglesia, y dejarse envolver por la presencia de Jesucristo resucitado, verdaderamente Dios y verdaderamente hombre. Y así, comprender que esa unión salvadora se refiere igualmente a la Iglesia. Acabamos de estrenar un siglo y se nos impone una seria reflexión sobre la Iglesia y la cultura. El final del siglo pasado está anunciando el agotamiento de la modernidad. La post-modernidad aparece como una herencia sin sucesores. La crisis de comunicación que afecta a las personas individuales ha contagiado a la Iglesia. La comunicación instrumental en busca de intereses ha desnaturalizado los procesos comunicativos. Ahora la Iglesia debe empeñarse en una comunicación transparente. Debe mostrarse a si misma sin trampa ni cartón, sin miedo alguno a reconocer su debilidad y a manifestar su grandeza. Hoy la Iglesia debe ser capaz de seducir al ser humano abandonado a sí mismo. Cuanto más en peligro de naufragio se encuentra la condición humana, más atrayente es un mensaje de salvación. Los sustitutivos religiosos tienen hoy un gran mercado porque el hombre de nuestro tiempo se encuentra con las alas recortadas y quiere volar. El papel de la Iglesia consiste en generar una comunicación limpia y no distorsionada por estrategias o intereses de corto alcance y duración. El ser humano es demasiado grande y digno para que no pueda despertar. Los pensadores modernos que dijeron que habían despertado del sueño de las creencias religiosas han sometido a la cultura en un sueño más profundo. También tiene que despertar. VICENTE JOSÉ SASTRE GARCÍA, S.J. 77 Tres ámbitos de comunicación deben ser despertados con urgencia: 1) La transparencia en la comunicación con Dios. 2) La comunicación entre los cristianos en el cuerpo social de la Iglesia. 3) La comunicación transparente de la Iglesia con los hombres de nuestro tiempo y los creadores de la nueva cultura. Este empeño es de largo recorrido. En el siglo XXI tiene que empezar esta "nueva evangelización" y puede que a lo largo de cien años la semilla de esta nueva comunicación no alcance a ser el árbol que esperamos. La cultura cambia en periodos de larga distancia. Las etapas del desarrollo de la cultura se cuentan por siglos. 1) La comunicación con Dios debe ser el primer empeño de la Iglesia. Renovar la oración es la primera de las exigencias cristianas en el mundo que viene. Toda la vida de la Iglesia es un empeño y un don para la comunicación con Dios, empezando por sus signos comunicativos que son los sacramentos. Ellos han de mostrar la transparencia de la comunicación con Dios. El cristiano del futuro o es un místico o será apisonado por la fuerza de los intereses de los poderes de este mundo. En la Iglesia ha habido en los últimos siglos más ascética que mística. Más voluntarismo y búsqueda de medios eficaces que empeño en el encuentro y comunicación con Dios. El teólogo Kart Rahner en un escrito sobre la espiritualidad antigua y la actual señalaba que el cristiano del futuro debería ser un místico o no habría futuro para el cristiano (Escritos de Teología VII, p. 25). La Iglesia ha de proponerse una vitalidad interna basada en la comunicación con su Señor porque esa es su más profunda esencia. Ese es el principio de su vitalidad. La Iglesia tiene su origen en el hecho de que Dios se haya comunicado a los hombres, nos haya ofrecido la Buena Noticia de Jesucristo y nos haya abierto la capacidad de formar comunidades de personas en las que la presencia de Cristo nos abre las puertas de la comunicación con Dios. Todo el ser y actuar de la Iglesia ha de brotar de este principio o su destino es la muerte. 2) Los medios de comunicación de masas dejarán de seducir y perderán su capacidad de enajenar en función de una reacción de la conciencia. Cuando el ser humano aturdido por el ruido de los medios de comunicación busca el encuentro humano como objeto fundamental de su conocimiento, el cristiano nuevo será capaz de seducir con la transparencia de Dios. El cristiano que lleve en sus entrañas la imagen de Dios invisible ha de ser un paradigma de libertades y fidelidades. Así mostrará un hombre nuevo no por una solidaridad voluntarista sino por la dinámica de la caridad y el amor. La exaltación del individuo aislado y solitario, incomunicado y abandonado al borde del camino va a necesitar de nuevo al samaritano que le cure y vende las heridas. No es posible que un cristiano en comunión con Dios no se sienta en comunión con los hombres. Esa comunicación con Dios sería falsa si no se comunicara a los demás. Un dios acondicionado a la propia piedad que no genera una comunicación con los demás es un dios falso. 78 CAMBIOS CULTURALES QUE AFECTAN A LA IGLESIA EN EL ÚLTIMO CUARTO DEL SIGLO XX 3) La cultura monótona y unidimensional dejará de ser el TODO y una sociedad pluri-cultural se abrirá paso para mostrar la diferencia. El hombre diferente ya no será arrinconado por la masificación o nivelado por la fuerza de un totalitarismo cultural. Dejará de estar acorralada la diferencia en las formas de ser hombre libre del monopolio del Estado y el Mercado. Los "hidden persuaders" de la postmodernidad serán desenmascarados por el poder de la crítica que debe despertar a la razón. El ser humano finalmente podrá decidir sobre lo que más le conviene. Y lo que más le conviene es salir de la cárcel y quitarse la armadura, que como decía el gran sociólogo Max Weber, le impide avanzar por los mundos que vienen en busca de la Imagen perdida del Dios invisible. "No andéis cabizbajos bajo el desánimo, como si lo justo estuviera concluido, antes bien reunidos buscad en común lo que a todos en común conviene". Carta anónima a Diognetes del siglo l. Vicente José Sastre García, S.J. |
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