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ALMOGAREN. 28. (01). Pág. 133-151. ®CENTRO TEOLOGICO DE LAS PALMAS LA MUJER IMAGEN DE DIOS ISABEL GOMEZ - ACEBO CENTRO TEOLOGICO DE LAS PALMAS EL LENGUAJE SOBRE DIOS U na afirmación fundamental de la teología de todos los tiempos ha sido colocar la realidad divina más allá de cualquier similitud humana. Dios es siempre superior y distinto de las palabras y conceptos que utilizamos para referirnos a su ser. En pura teoría estas afirmaciones nos obligarían a utilizar un lenguaje abstracto para hablar de El, un lenguaje semejante al del mundo de la física o de la matemática. Sin embargo, la realidad histórica muestra que no ha sido ese el camino. En el campo religioso prima el lenguaje simbólico sobre los demás, una necesidad del ser humano que nunca se ha sentido satisfecho con las abstracciones puras. No bastan los credos para dar razón de nuestra fe con lo que recurrimos a formas sustanciales y visibles para dar cuerpo a esas ideas abstractasC1l. Como dice Víctor Rugo en L'Homme qui rit: "L'expression a des frontieres, la pensée n'en a pas" (la expresión tiene fronteras, el pensamiento (1) M. FARBRIDGE, Studies in biblical and semitic symbolism, Nueva York 1970, p. 3. 134 LA MUJER IMAGEN DE DIOS no). Son, precisamente, la metáfora y el símbolo los que nos permiten salirnos del marco de la expresión para adentrarnos en otros campos más abiertos y por lo tanto más sugerentes. La conclusión formal es que toda religión ha recurrido al mito y al símbolo en su liturgia, ritual y configuración racional. En casi todas encontramos dos tipos de símbolos. En primer lugar, los propios de una comunidad humana específica que mediante un complejo sistema relaciona y entrecruza los significantes religiosos con las relaciones entre los sexos, los sistemas matrimoniales, las instituciones de trabajo, la teoría cosmológica ... toda la vida (2). Por otro, nos encontramos con una serie de denominadores comunes a todas las culturas que son hijos del pseudo-lenguaje del subconsciente y que se conocen con el nombre de arquetipos colectivos. En lo referente al lenguaje sobre Dios coinciden los dos tipos de símbolos en atribuirle metáforas que se corresponden con el mundo de lo masculino y de lo femenino. Dios o los dioses tienen atributos de las dos categorías del ser humano, lo que quiere decir que, desde un acercamiento analógico, Dios comparte rasgos con sus criaturas. Y no proyectamos los mismos rasgos cuando hablamos de varones y de mujeres, pues nuestro inconsciente colectivo suministra categorías diferentes a cada sexo. Algo que hoy no se corresponde con la realidad, pero que perdura en la mente de las personas. Todos sabemos que el polo masculino se relaciona con el cielo, la luz, el infinito, la trascendencia, el final de la historia, la salvación, el reino futuro ... Que los varones están más próximos a la exigencia, a la ley, al juicio, a la vida pública, al mundo exterior. En cambio, las figuras femeninas nos acercan al campo privado, a los recintos cerrados, al cobijo, a la noche, a la ternura y al resguardo. Frente al sol prima la luz lunar y frente al cielo y la trascendencia, la tierra y la inmanencia. En el campo cristiano el propio Santo Tomás decía que se utilizaban varios tipos de lenguaje para hablar de Dios. El metafórico que incluía cuerpos concretos como roca, montaña, fuente -en otros credos serían: vaca, árboles, lechuzas- y el relacional que hablaba de su contacto con las criaturas. Dentro de este mundo relacional maternidad y paternidad se llevan la palma, pues apuntan a los orígenes de la vida uno de los referentes de sentido más importantes de las religiones. Junto a padre y madre son también frecuentes pastor, rey/reina, amigo/a, hermano/a, esposo/a ... Ni que decir tiene que cada cultura proyecta en su dios relacional las formas y modos de vivir los seres humanos en su momento histórico, lo que (2) A VERGOTE, Interpretation du langage religieux, Seuil, París 1974, p. 25. ISABEL GOMEZ- ACEBO 135 afecta a esa imagen de Dios antropomórfica. Las culturas agrícolas colocaron más énfasis en las figuras maternas de Dios con quienes relacionaban la fertilidad de los campos, rebaños e hijos. Las nómadas y beligerantes se relacionaban con dioses guerreros que les ayudaban en sus contiendas. De hecho, en la medida que las mujeres perdieron prestigio social en la tierra, a las diosas les ocurrió algo semejante en los cielos. Las Grandes Diosas Madres del neolítico, en un proceso lento pero inexorable, fueron cediendo protagonismo a los dioses masculinos. Un proceso que se aceleró en la zona del creciente fértil -con tanta influencia en nuestra civilización- por una gran invasión de tribus del norte que no estaban ligadas con la agricultura. Como curiosidad muchos sacerdotes mantuvieron ropas de mujer en el culto y se castraban, lo que algunos han entendido como un intento de imitar el sacerdocio femenino que heredaban <3l. NUESTRA HERENCIA JUDIA ¿Y en nuestro credo? El cristianismo no nació de la nada sino que surge como una rama de la religión judía de la que se desgaja. Incluso nuestro libro religioso que es la Biblia tiene una primera parte, todo el Antiguo Testamento hebreo, común con la religión de Israel. De aquí la importancia de la idea de Dios que nos ha legado esa transmisión. Parece claro que los judíos se alejaron de los mitos cosmogónicos de su entorno en cuanto que la creación se lleva a cabo mediante el uso de la palabra. Queda fuera de ella cualquier tipo de relación sexual. Dios es el soberano que habla: "Hágase" y sus súbditos le obedecen. Yahveh emerge como un Dios asexuado pues es previo al mundo creado y ninguna categoría sirve para definirle. Pero, aunque esta es la teoría en la realidad judía, Yahveh era un dios varón, pues fueron los varones los que conformaron la sociedad con lo que era lógico que lo definieran a su modo. Rey, Padre en alguna ocasión y sobre todo Esposo, han sido los calificativos relacionales que con más frecuencia se le han atribuido. ¿Y las imágenes femeninas? ¿Es una excepción el mundo judío a todas las afirmaciones previas con las que inaugurábamos estas palabras? La verdad es que no se pudieron erradicar del todo. Al principio, porque parece hoy probado que en los primeros siglos de asentamiento en la tierra, Yahveh tenía una compañera en la diosa Ashera <4l. Posiblemente fuera ella en la que los (3) M. STONE, When God was a woman, San Diego 1976, p. 150. (4) Sobre las relaciones de Yahveh con Ashera se pueden consultar entre otros libros: T. BINGEN, Asherah. Goddesses in Israel and the Old Testament, Sheffield 1997; S. MOLYAN, Asherah and the cult of Yahweh in Israel, SBL, Atlanta 1988 y T. FRYMER KENSKY, In the wake ofthe Goddesses, Nueva York 1992. 136 LA MUJER IMAGEN DE DIOS israelitas colocaban todas las esperanzas conectadas con las diosas. Cuando a la vuelta del exilio, el monoteísmo estricto de los sacerdotes de Israel acabó con todas las estelas que apuntaban a la diosa, parecía que el cielo judío se había vaciado de imágenes femeninas para Dios. Pero esa desaparición surgió el efecto de tener que colocar en Yahveh las virtudes que antes lucía su esposa. Y así nos encontramos con que a lo largo de muchos libros del Antiguo Testamento aparecen símiles que comparan a Dios con mujeres o se describen actitudes divinas próximas a las virtudes tradicionalmente calificadas como femeninas. Es sobre todo en el campo de la fertilidad, ligado a las diosas madres en tierras de Canaan, donde tiene que demostrar sus capacidades. Yahveh es un dios de nómadas que ha demostrado saber conducir al pueblo por el desierto pero ¿y los secretos del mundo agrícola? Ya en la tierra prometida Yahveh porfía con los ídolos e insiste en que el pueblo elegido le debe solamente a su persona los frutos de la tierra; la enjundia y la manteca con la que se alimentan los que antes vagaban por el desierto. Unos frutos que nacen gracias a las fuentes del agua, un líquido siempre ligado al mundo femenino y del que Yahveh se declara dueño y señor(5>. Incluso, se afirma en algunos pasajes, que no hubiera existido el pueblo de Israel si Dios no lo hubiera concebido en su seno. Si no lo hubiera parido en medio de los consabidos dolores de parto y no lo hubiera alimentado con su leche para no dejarle morir(6>. La descripción de una maternidad biológica que extraña por el horror del pueblo israelita de presentar a Dios como inmanente pues su santidad tiene como cualidad esencial la separación tajante del mundo creado(7). Junto al mundo biológico también el Dios judío presenta virtudes de mujer que podemos centrar en torno a una serie de temas: cobijo, misericordia y fidelidad. Yahveh, ágil costurera, corta y cose pieles de animales para vestir a manera de ajuar a la pareja inicial cuando abandona el Paraíso, no quiere que cojan frío. En el templo la presencia divina se hace fuerte y numerosos salmos anuncian el deseo de resguardarse bajo las alas de Yahveh en el Sancta Sanctorum: "A la sombra de tus alas me cobijo". El hombre busca otro tipo de calor, un calor distinto del que proporciona la ropa y que es el que emana de Dios. Huye entonces de la luz y del mundo y busca la oscuridad, el resguardo y el calor típicos de la madre. (5) PH. REYMOND, L'eau, sa ie et sa significance dans l'AT, VT, Leiden 1958, explora los diversos significados del agua como origen de la fertilidad. (6) Para ver todas las citas en las que aparece Yahveh en funciones de madre se puede consultar mi libro: Dius también es madre, San Pablo, Madrid 1994. (7) N.H. SNAITH, The distincti. e ideas ofthe Old Testament, Londres, 1947, p. 30. ISABEL GOMEZ- ACEBO 137 La facultad que consideramos femenina de perdonar con facilidad y de estar prontos a echar una mano al que lo necesita, la capacidad de misericordia, se expresa en hebreo mediante el vocablo rahamim. Una palabra que significa entrañas de mujer, útero femenino. Es la misericordia, la experiencia amorosa, que brota espontáneamente ante el fruto de las entrañas. No es casualidad que uno de los calificativos que se utilizan con más frecuencia para designar a Yahveh sea el de dios misericordioso y lento a la ira, un dios que llevó a Israel en su seno no podía ser de otra forma. Junto a esa virtud divina y, casi en plano de igualdad, la fidelidad a ultranza de Dios a su pueblo elegido. Yahveh, como las mujeres madres, permanecen aliado de sus hijos con independencia de sus obras. El poder, la fuerza, la ira, los celos ... priman en la descripción divina. Son los valores que aprecian los varones y que se colocan en Dios. Pero siempre aparece la defensa del débil y muchas veces los salvadores se encarnan en las personas de las que menos se esperaba. El rey David era el más pequeño y en apariencia más débil que todos sus hermanos mayores. Esa debilidad también entra en los sueños que imaginan al futuro Mesías y junto al rey, al profeta y al sacerdote triunfadores, aparece en los Cantos del Siervo de Isaías la figura humilde de un perdedor que consigue la salvación de su pueblo. Una figura más próxima a la vida de las mujeres, que el pueblo tiene empeño en olvidar pero que Jesús tiene bien presente a lo largo de su vida. "Varón y mujer los creó, a su imagen los creó" Gn 1,27. Este texto del Génesis nos permite ver el reverso de la medalla. Ya no se trata de hablar de las metáforas que utilizamos para hablar de Dios ~no de ver en qué medida la vida de las mujeres refleja al Creador, pues en muy pocas ocasiones ha servido de metáfora descriptiva para Dios. Es un texto categórico que sale de la mente del autor sacerdotal: el ser humano se caracteriza por ser imagen de Dios, algo fundamental que no puede ser negado ni alterado por la historia. Todas las segregaciones que se han hecho a lo largo de los siglos contra mujeres, esclavos y otras razas son contrarias a este principio fundamental. Incluso creo que se puede afirmar que esta comunión universal en la imagen divina supone una base antropológica sobre la que deben asentarse unas relaciones de justicia igualitaria La imagen se concebía como un virreinato de Dios en la tierra. En el seno de una sociedad patriarcal era difícil admitir que las mujeres dependientes de los varones en la vida social pudieran tener reconocida una igualdad de dominio para regir el cosmos. El mundo judío no tuvo excesivos problemas para aceptar el texto, pues desde el principio consideraron los rabinos que la semejanza se realizaba en la pareja; en el varón y la mujer unidos y no en cada uno de los sexos por separado. Eso es lo que debe reflejar la imagen de Dios, 138 LA MUJER IMAGEN DE DIOS un ser en el que participan por igual los dos sexos que componen el género humano. Desgraciadamente, hasta hoy, no ha sido así. Los recortes cristianos llegaron pronto, de la mano del mismo Pablo. Aunque con el nuevo credo quedaban abolidas las diferencias entre judíos y griegos, amos y esclavos, mujeres y varones (Gál 3,28), el enfrentamiento con la realidad social de Corinto le empujaron al recorte. A las mujeres que exigían llevar el pelo suelto y sin cubrir se les prohíbe con el siguiente argumento: "El varón no debe cubrirse la cabeza pues es imagen y reflejo de Dios; pero la mujer es reflejo del hombre" 1 Co 11,7. Es complicado saber de donde saca Pablo esta afirmación que va en contra del versículo del Génesis. Consuela saber que la exégesis moderna considera que la frase no es de Pablo sino una glosa introducida por un autor posterior. Pero sea de quién sea ahí está. El cristianismo, en realidad, no nos negó la imagen, pero los recortes de Pablo siguieron presentes con mayor o menor fortuna (sJ. Para San Agustín los esposos gozan de la imagen personalmente, mientras que las esposas sólo cuando están acompañadas por su marido (9l. La fuente que más se cita para negar la imagen de Dios en las mujeres es de Santo Tomás. El de Aquino sostiene que, en un sentido primario, gozan de ella los dos sexos, pues se tiene por la inteligencia, pero en sentido secundario: "esa imagen aparece en el varón en una forma que no se da en la mujer, porque el varón es el principio y fin de la mujer, igual que Dios es el principio y fin de la creación" ('"l. Las afirmaciones de Santo Tomás son hijas de la ciencia de la época que consideraba que la semilla del varón incluía todo el código genético del nuevo ser y que la contribución de la mujer se limitaba a ser la tierra que llevaba a término al hijo, el surco donde se depositaba la semilla. Hasta este siglo y los descubrimientos del óvulo y del genoma humano estas ideas siguieron defendiéndose. LA INFLUENCIA GRIEGA En el mundo cristiano, junto a las ideas judías, ejerc10 una gran influencia el pensamiento griego. Las tropas de Alejandro Magno esparcieron por todo su imperio su pensamiento y Palestina no quedó exenta de esos influjos. Los doctrinas filosóficas de Platón y Aristóteles diluyeron aún más las (8) Para profundizar sobre el tema: K.E. BORRESEN, The image of God, Minneapolis 1995; M.C. HOROWITZ, The image of God. Is woman included. HTR 72 (1979), pp.175-206; J. O'FAOLAIN y L. MARTINES, Not in God's image: women in history from the greeks to the ictorians, Nueva York 1973. (9) De Trinitate 12.7.10. (10) Summa Theologica 1.93.4 y l. ISABEL GOMEZ- ACEBO 139 pocas afirmaciones femeninas que aparecen en el AT. Para estos autores la mujer era en todo inferior al varón. Incluso Aristóteles comenta que la mujer es un varón frustrado o deforme. No nos puede extrañar que los últimos libros del AT, ya escritos en griego, muestren unos toques de misoginia que eran menos aparentes en las primeras obras de Israel. De esta época son las descalificaciones a Eva, un personaje que no había sido retomado desde los relatos del Génesis. Pero junto a la descalificación no quiero dejar de aludir a una metáfora que se conoce con el nombre de la Sabiduría personificada, textos en los que Yahveh aparece en figura femenina. Es la presencia de Dios, la Shekinah, quien se disfraza de mujer y se lanza a los caminos, una actitud nada recomendable para una mujer de su época, pero es que a Dios cualquier medio le vale para llamar la atención de los seres humanos. Si hacemos una amalgama de los textos que aparecen en el libro de Proverbios con los del Eclesiástico nos encontramos con una figura divina que suma en su persona los atributos que tradicionalmente se colocan en el mundo masculino y en el femenino < 111 • El ideal para que los hombres imaginen a su Dios. Proverbios 8, todavía sin influencia griega, nos habla de una mujer sabia que no duda en salir a los cruces de los caminos para hacerse ver. No ofrece su cuerpo al viandante, como era de esperar, sino su palabra. "Escuchad, voy a decir cosas importantes. Es recto cuanto sale de mis labios" (Prov 8,6). Y más allá considera que son suyas la inteligencia y la fuerza por eso, gracias a ella, gobiernan los reyes y administran justicia los magistrados. La Sabiduría en forma de mujer le presta a Dios su palabra, su inteligencia, su presencia y todo esto, no ceñido a los muros del hogar sino de puertas afuera. Un relato muy importante para los tiempos en los que vivimos y en los que los roles predeterminados han ido cayendo. El Sirácida retoma el tema, y en medio de un capítulo (el 24) de invectivas contra la mujer, nos habla de la Sabiduría como solícita anfitriona. Esta vez no se aparta de los estereotipos culturales pues estamos en plena influencia griega. Planta su tienda entre los hombres, en un lugar que nos habla de reposo, de descanso y de fertilidad. Su jardín está repleto de árboles, símbolo de la fertilidad femenina. No prohíbe sus frutos sino que los ofrece gratis, consciente que la persona que los pruebe mejorará su vida. Nos invita a entrar en la casa donde ha preparado un gran banquete. Es mujer rica y con criados, pero es ella misma la que dedica tiempo y esmero a cuidar de los preparativos. Hay urgencia en sus palabras: "¡Ven! ¡Come mi comida, bebe mi vino!". Para convencer a los futuros comensales añade una promesa: "Viviréis los que comáis". (11) Los textos fundamentales están en Proverbios 8 y Eclo 24. 140 LA MUJER IMAGEN DE DIOS Son textos que se le aplican a Jesús en el prólogo del evangelio de Juan y que apuntan a que la vida del Maestro no va a seguir las pautas de la civilización androcéntrica. Todos estamos llamados a seguirle potenciando al máximo nuestras cualidades y con independencia del sexo y de sus estereotipos culturales. Lo que hizo él mismo, revelando como nadie la imagen de Dios, y lo que hoy reclamamos las mujeres. LA CIVILIZACIÓN CRISTIANA El Dios que reveló Jesucristo sumaba al señorío de Dios como Padre todopoderoso el corazón de una madre amante. Es en la parábola del Hijo pródigo donde mejor se ven esas cualidades, pues el relato combina el poder y la riqueza del padre con la presencia de la madre que sale al encuentro del hijo, le abraza, no le deja hablar y no le pide cuentas de sus actos. Un modelo de actuación de Dios en la historia que no se caracteriza por el castigo, el juicio y el mérito sino por el perdón y el amor. A lo largo del evangelio vemos como ese Dios, a semejanza de las madres, coloca al más desgraciado en cada momento en el centro de su corazón, pues no busca el engrandecimiento de su causa sino recomponer lo que estaba roto y calentar con su sol. Al propio Jesús, Dios encarnado, le tachan de afeminado porque se declara a si mismo "manso y humilde de corazón", porque muestra cariño por los niños, llora con el sufrimiento humano cuando los varones no deben hacerlo y habla de si mismo como una gallina que ha querido recoger a los polluelos de Israel bajo sus alas, pero éstos no han querido. Antes de morir en la cruz se arrodilla para lavar los pies de sus discípulos, un acto programático propio de mujeres. Y todo esto es porque encarnado en un varón da la espalda al heroísmo machista No creo que desvelo nada nuevo al afirmar que el cristianismo no supo entender la doble faceta de Dios. Primó a Dios Padre olvidando su entraña de madre con lo que generó la imagen del juez rígido, severo y autoritario: un dios del miedo. Pues cuando Dios es sólo Padre y varón está conectado con la ley, el orden y el super ego, con lo que se puede convertir fácilmente en un instrumento de represión (! 2J. El propio Cristo sufrió "una patada para arriba" pues el que vino para salvar al mundo se convirtió en un juez distante del mundo. Este desarrollo tuvo necesidad de echar mano de toda una serie de santos mediadores, de la propia María de Nazaret para salvar esas distancias abismales entre Dios y sus criaturas. (12) V WHITE, Soul and Psyche, Londres 1960, pp. 122-12~. ISABEL GOMEZ- ACEBO 141 Era difícil seguir otro camino pues todo lo que pertenecía al mundo de lo femenino era despreciado. La mujer desde Aristóteles era considerada más materia que el varón, más cuerpo, lo que la convertía en un ser humano de segunda categoría y por ello, incapacitado para reflejar la gloria divina c13l. Los pensadores modernos han seguido la misma línea de reflexión en cuanto que consideraban que el sexo femenino tenía muy poco desarrolladas las facultades racionales. Hegel postulaba que éramos capaces de ser educadas pero no estábamos hechas para estudiar ciencias o filosofía. Incluso consideraba que nuestra diferencia con los varones era semejante a la que existía entre los animales con el ser humano. Mientras que Schopenhauer pensaba que nuestra capacidad abarcaba el mundo de la intuición y de lo inmediatamente presente, pero no podíamos captar el mundo ausente, pasado o futuro c1•l. Ninguno de estos autores fue capaz de comprender que las dificultades del pensamiento de las mujeres venían más por el tipo de educación que recibían que por configuraciones mentales propias de nuestro sexo. Desgraciadamente este tipo de pensamiento ha llegado hasta prácticamente nuestros días, lo que imposibilitaba para que comportamientos o imágenes femeninas tuvieran cabida en la persona de Dios. Un postulado que hasta hace muy poco tiempo nadie cuestionaba, pero dejó de ser así. • EL MOVIMIE¡"lTO FEMINISTA A lo largo de la historia siempre se han levantado voces aisladas que denunciaban el trato y el pensamiento discriminatorio para las mujeres, pero el movimiento no se hizo numeroso hasta finales del siglo XIX, alcanzando un gran impulso a partir de la Segunda Guerra Mundial. Se les pidió entonces a las mujeres que asumieran los trabajos que habían dejado los varones que marcharon a los campos de batalla. Muchas le cogieron el gusto a la vida pública y a la vuelta de la contienda no se resignaron a volver al hogar. Poco a poco, fueron entrando en todos los sectores de la vida pública incluyendo a la jerarquía eclesiástica. Fueron las protestantes las primeras en ordenarse sacerdotes y en asumir cátedras de teología en universidades de los países anglosajones. Entre sus denuncias apareció la crítica contra una teología que definía a Dios, en exclusiva, como un varón. La crítica generó sorpresa, pues era algo tan profundamente calado en la vida cristiana que había dejado de ser cuestión; la (13) (14) He tratado el tema de la consideración material de las mujeres en El cuerpo de la mujer y la tierra, pp. 99-136, M. NAVARRO (ed), Para comprender el cuerpo de la mujer, Verbo Divino, Estella 1996. Philosophy ofrigth, Oxford University Press, N.York 1973, pp. 263-264. 142 LA MUJER IMAGEN DE DIOS analogía se había convertido en literalidad. Todavía hoy genera sorna o sonrisas cuando se menciona en círculos no especializados y, aunque muchos lo admiten a nivel de teoría, pocos se relacionan en la oración con un Dios con rasgos de mujer. Y no es indiferente el hecho tanto para la imagen de Dios que tienen los cristianos como para la consideración y la estima de las mujeres. Los estudios del lenguaje han demostrado que éste no es sólo un vehículo de entendimiento sino que configura la realidad. Puede resultar exagerada la ya famosa frase de una teóloga de los Estados Unidos cuando afirmó que "si Dios es varón, los varones son Dios". Pero la exageración no deja de dar que pensar, pues muchas mujeres han pagado en su carne el precio de divinizar al varón. De aquí que una parte de la reflexión de la teología feminista se haya dedicado a pensar a Dios desde la perspectiva de las mujeres, pues la mujer hecha a su imagen representa de forma creatural algo de la perfección del ser divino. Con un profundo respeto nos atrevemos a afirmar que el Dios inefable se parece a nosotras. Es a estas ideas a las que voy a dedicar la última parte de esta exposición. UN DIOS QUE SE PARECE A NOSOTRAS Las imágenes femeninas pueden entrar -y han entrado- en el Dios cristiano por dos caminos: la esposa y la madre. Es cierto que en el matrimonio de la alianza Dios ocupa el lugar del varón, pero no lo es menos que en un matrimonio perfecto se genera una unión que hace de los dos seres una sola carne. La carne del ser humano representada por la mujer se funde en esa alianza esponsal con la realidad de Dios. LA GRAN MADRE l. El inicio de la vida Pero una de las experiencias únicas del mundo femenino es la de la maternidad, una experiencia que no comparten los varones y que conlleva infinidad de mensajes que se pueden trasponer a Dios. En primer lugar, la comprensión de la divinidad como madre que es origen y fuente de todo lo creado. Es la Gran Madre en la que se condensa el arquetipo de lo femenino y la idea del matriarcado, un concepto muy desarrollado en los estados primitivos del ser humano (ls>. (15) Para el estudio psicológico e iconográfico de esta idea E. NEUMANN, The Great Mother, Princeton 1991. ISABEL GOMEZ- ACEBO 143 La imagen se centra en la matriz que a su vez se divide en dos partes. La superior que nos aproxima al mundo del corazón y de los sentimientos, mientras que la inferior nos lleva al mundo subterráneo. En muchos mitos y rituales se representa con el papel de la tierra que espera a ser fructificada. Esa interioridad nos transmite la idea de protección. Dios es entonces como una enorme granada que alberga dentro de su ser un sin fin de granos que somos los seres humanos, incluso todos los seres creados. La transposición a la idea de cuna o de nido se hace sin excesiva dificultad (toJ. Entonces al abrigo se suman el calor y la presencia tranquilizante de la Madre. Me gusta r~cordar unos pequeños versos de Unamuno, el gran literato español, en lucha eterna con la fe. Él expresa estas ideas mucho mejor que yo, pues hablándole a Dios dice: Al corazón sobre tu pecho pones y como en dulce cuna allí reposa lejos del recio mar de las pasiones. Toda la espiritualidad del Sagrado Corazón lleva implícita muchas de estas ideas. Un salvador varón, como es Jesucristo, se identifica con el resguardo que ofrece la madre al hijo que va a dar a luz. Los místicos cuando expresan sus deseos de unión con Dios hablan en términos casi físicos y así, algunos en la Edad Media, conciben el camino de acceso al añorado mundo divino mediante la herida que había hecho la lanza en el costado de Cristo (17). Pero no hace falta ser místicos: calor, cobijo, resguardo, protección ... son sensaciones que nos remiten a aquel tiempo sin problemas en el que habitábamos en el seno materno. De aquí todos los deseos del inconsciente de regreso al útero en los momentos trágicos de la vida. De aquí, también, todos los intentos del hombre religioso de perderse en las simas de Dios cuando se siente acosado por el dolor. La Gran Madre tiene además el atractivo de hacernos conscientes de nuestra fraternidad con todas las criaturas que forman parte del mundo y que han salido de su seno. En el diálogo con Dios no entran sólo los seres humanos sino que se abre una tercera banda que da entrada al mundo animal y mineral. La destrucción de los ecosistemas y el peligro de extinción de muchas especies se convierten en responsabilidad del ser humano, gerente del buen gobierno de la familia creada. 2. El fin de la vida Junto al principio de la vida, su fin. Vivimos en una civilización que ha dado la espalda a la muerte. No queremos enterarnos de que tras unos años de (16) o.c., p. 45. (17) Ver mi libro Dios también es Madre. San Pablo, Madrid 1994, pp. 45-48. 144 LA MUJER IMAGEN DE DIOS vivir en la tierra nos llega nuestro término. Creo no equivocarme al pensar que el origen de ese rechazo proviene del miedo, del salto a un mundo desconocido. Incluso los que tenemos fe recelamos de dar ese paso incierto que nos sume en el abismo. La idea de Dios como Madre puede ayudar en un camino de visión más esperanzada de la muerte. Cuna y ataúd son metáforas semejantes, pues el nacimiento nos lleva inexorablemente a la muerte. Por ello, muchas civilizaciones comparan a las mujeres madres con la tierra en cuanto que ambas generan vida y muchas también contemplan la muerte como ese regreso al útero que nos hizo nacer. "Polvo eres y en polvo te convertirás", decía la antigua liturgia del Miércoles de Ceniza; "nuestras vidas son los ríos que van a dar a la mar que es el morir", cantaba el poeta español. Tierra y agua que en estos dichos se convierten en dos metas que se identifican con la línea de salida, pues de ellas nacemos y a ellas volvemos. La mujer como tierra y como agua, Dios que busca el reencuentro profundo con sus criaturas('">. Desde esta atalaya la muerte pierde parte del miedo con el que se la contempla. Es la vuelta a la madre, al periodo sin preocupaciones, al resguardo y al calor. Es poder descansar definitivamente en los brazos eternos, pues la fe total que colocamos en los brazos de nuestra madre al nacer la traspasamos al Dios del amor. Goethe decía que el ser humano necesita cada día más luz, mientras que para Unamuno nuestra necesidad era de más calor, pues no se muere por la oscuridad sino por el frío. No moriremos nunca mecidos en el regazo del calor eterno, pues la resurrección no es inmortalidad sino la total comunión con Dios después de la muerte (! 9>. Teilhard de Chardin da un paso más cuando contempla al mismo Dios cortando las lianas que todavía unen a las personas con el mundo creado. No somos nosotros sino el propio Dios el que busca y añora ese encuentro. Por eso reza: "Dios mío, hazme comprender (en el momento de mi muerte) que eres tú el que estás partiendo las fibras de mi ser para penetrar en lo profundo de mi sustancia y llevarme al interior de tu persona". Entonces la muerte ya no podrá hacerme daño, pues se habrá convertido para mí en el cuerpo de El que es y del que vendrá, dice el propio Teilhard, enseñándonos a pensar como él (lo>. 3. El alimento materno Vida y muerte están ligadas a la necesidad del alimento pues, cuando éste desaparece, el corazón deja de latir. Esta condición inexorable de comida en nuestras vidas convierte a la lactancia materna en un símil perfecto para (18) G. BACHELARD, La terre et les re eries dure pos, París 1948, pp. 98, 102 y 104 (19) P. WASHBOURN, Feminine symbols and death, en "Theology Today" 22 (1975), p. 245. (20) Cita en la obra anterior p. 248. ISABEL GOMEZ- ACEBO 145 aplicarle a Dios pues, a diferencia de otros animales, el cachorro humano nace totalmente indefenso y necesita el cuidado de su madre o de otra persona para sobrevivir. El símil mantiene la distancia entre la pequeñez de la criatura y la grandeza de su Creador y acentúa la necesidad de la mano divina para mantener el soplo de la vida. La teología cristiana siempre ha enfatizado este alimento, pero colocando el acento en el plano espiritual. La palabra de Dios y su ley eran para los fieles el sustento del alma. Eran en los encuentros de la oración y del diálogo donde el cristiano recibía la comida que su alma iba reclamando. A los poco avezados, a los neófitos espirituales, Dios les iba dando, gota a gota, la leche necesaria para crecer en el camino espiritual. Una leche que sabe dulce al paladar del que sufre aridez espiritual y que añora cuando no la disfruta. "Si alguno tiene sed que venga a mí" (Jn 7,37) dice Jesucristo en el evangelio de Juan. Santa Teresa, en el Camino de Perfección XXXI, imagina su alma como la del niño que mama. Es el propio Jesús el que hace de nodriza, una nodriza que sin que el niño paladee le echa la leche, gota a gota, en la boca "para regalarle" dice la santa. En el Nuevo Testamento, junto al alimento de la primera fase de la vida, se hace alusión a la necesidad de una nutrición sólida en momentos posteriores, en las etapas de la madurez. San Pablo a los fieles de Corinto les considera poco avezados en el mundo religioso, de aquí que en su evangelización les dice: "Os di a beber leche y no alimento sólido, pues todavía no lo podíais soportar" (1 Cor 3,2). Una y otra comida hacen alusión a la palabra de Dios que Pablo transmite. Palabra que para el cristiano no se reduce a la facultad de pronunciar ideas sino que va acompañada de actos puntuales. Creo, que un hombre honrado cuando nos da su pan tiene a Cristo entre los dedos León Felipe Unos versos en los que el poeta identifica la eucaristía con el compartir. El pan del altar se hace uno con la hogaza de la caridad. Toda persona que ha dado de mamar a un niño puede trasponer sus sensaciones a Dios. El Creador que se vacía en aras de otro. Es el momento de la gratuidad total, pues en los primeros días ni siquiera hay la posibilidad de obtener una sonrisa. Son instantes en los que la madre se anula a si misma, no piensa en la falta de sueño, ni en el cansancio sino en la suerte del hijo que pende de su pecho. La .madre alimenta al hijo para que viva, para que sea independiente, para que la abandone, llegado el momento, y forme su propio hogar. Pocas imágenes más atractivas para aplicar a Dios. 146 LA MUJER IMAGEN DE DIOS El cristianismo, además, tiene como oración básica el Padrenuestro. Una plegaria en la que se pide a Dios que nos conceda el pan diario. En este caso se habla del alimento que necesita el cuerpo y se le pide a Dios, como a las diosas de la fertilidad, que las tierras fructifiquen. Estamos haciendo alusión a lo que la teología tradicional llamaba la creación continua: el mundo creado se desvanece si Dios no lo mantiene en vida. El ser humano imagen de Dios y la imposibilidad de actuación divina que no sea inspirando a las personas nos obliga a prestar especial atención a todos aquellos que están faltos de lo necesario. El pan se convierte en un símil de necesidad "no sólo de pan vive el hombre" y los cristianos tenemos que hacer realidad la maternidad divina que proclamamos. Serán entonces nuestros brazos, nuestras caricias y nuestros alimentos el vehículo de transparencia de la Madre divina. EL DIOS INMANENTE Desde los principios del cristianismo el dualismo griego se introdujo en el pensamiento haciendo que todo lo referente a las necesidades del cuerpo se despreciara. Había que cortar todo aquello que nos relacionaba con la materia para primar la parte espiritual. Las doctrinas ascéticas vienen de estas consideraciones, pues privarse de comida, bebida, sueño, ropa, sexo ... hacían a la persona más espiritual y por lo tanto más cercana a Dios. En el otro extremo, el horror a que el ser de Dios se contaminara con la materia le fue alejando de la tierra primando su aspecto trascendente. Si decimos que Dios se parece a nosotras y dentro del género humano los varones son considerados con mayor excelencia por ser más espirituales y racionales, nuestra afirmación afecta a la trascendencia divina (21>. Siendo consecuentes, el hecho de pensar a Dios en femenino introduce todo un factor de inmanencia en su descripción. Deja de ser un ente alejado y pasa a estar profundamente anclado en la realidad. Una filósofa francesa lo llama el trascendental sensible (22J y muchas mujeres teólogas lo vemos formando parte del cosmos, dinamizando en su interior la masa inerte. Dios, entonces, no habita en el cielo sino en el centro cálido de cada ser y todo ello al estilo (21) (22) Esta consideración no es un tema superado. En nuestra tierra D. Manuel Halcón preguntado hace pocos años sobre el posible ingreso de una mujer en la Academia de la Lengua contestó que no sería prudente pues "En la Real Academia tenemos planteados problemas de tipo técnico: términos de Biología, Ciencias Naturales o Económicas". (Revista Telva no 294). Campos que para Halcón estaban excluidos de la mente de las mujeres. El Dr. Marañón no va en otra línea cuando aseguraba que: "Adán nace para el trabajo en el mismo momento en que Eva, nace para la vida del sexo". Tres ensayos para la vida sexual, Madrid 1929, p. 45. L. IRIGARAY, An ethics of sexual difference, Cornwell University Press, p. 124. ISABEL GOMEZ- ACEBO 147 agustiniano que ve a Dios como lo más íntimo de la persona, interior íntimo meo. Entonces damos un paso más proclamando que sólo podemos contemplar lo divino en lo humano y que toda la secularidad es sagrada. Sin considerarnos más materia que los varones, de hecho, nuestro trabajo a lo largo de los siglos ha consistido en cuidar a los cuerpos. Por ello no nos asusta primar la inmanencia de Dios, ni que su concepción materna le involucre en gestar, parir y nutrir al cosmos. No nos asusta que Dios "se contamine" con el mundo material y postulamos el uso de los cinco sentidos para hablar de Dios y con Dios. Hasta ahora sólo hemos utilizado la vista y el oído que tienen un carácter más intelectual y están mejor considerados. Decimos que el hombre está a la escucha de la Palabra y se habla del futuro de los bienaventurados como gozando de la visión beatífica. Nunca olemos, -oler tiene muy mala prensa, pues mientras no se le añada un adjetivo es indicativo de suciedad- gustamos o tocamos a Dios o nos dejamos tocar por El. No es indiferente que nuestro pensamiento haya seguido esos derroteros. La ascética nos ha impedido gozar del mundo creado y gustar de Dios de forma que los cristianos vayamos con la sonrisa por la vida. El tacto, considerado peligroso por sus connotaciones sexuales, se nos ha prohibido, impidiendo su lenguaje mucho más tierno y cercano que las palabras. ¡A las mujeres cuantos hombres de Dios nos han negado el beso o la mano! Todavía hoy, hay órdenes religiosas que tienen prohibido besar y eso que algunas se ocupan de enfermos ¿Cómo se puede atender a una persona necesitada prescindiendo de la ternura que lleva involucrada la caricia? Por otro lado, el olfato nos llevaría fácilmente el encuentro con Dios, pues su presencia se densifica en los lugares con poca agua y mucha basura. Podemos orar con el poeta a ese Dios que se nos hizo trascendente para que se acerque. ¿Por qué no te oigo? ¿Por qué no te veo? ¿Por qué no me hablas? ¿Por qué no te siento? José Bergamín ¿No será que estamos buscando a Dios en el cielo inconscientes de que tenemos su presencia al alcance de la mano y no acertamos a verla? l. EL DIOS INMANENTE SUFRE Un Dios que se parece a nosotras sufre con su creación. La madre lo realiza pronto en el mismo acto de traer el fruto de su vientre a la vida, en los dolores de parto. Dolores que pronto se olvidan cuando el niño descansa en nuestros brazos. Pero no es sólo el dolor físico sino el moral el que acecha a la 148 LA MUJER IMAGEN DE DIOS maternidad. ¿Qué madre no tiene el corazón partido cuando ve a uno de sus hijos sufrir? Precisamente es en la capacidad de dolor donde se mide la capacidad de amar. Si Dios es incapaz de sufrir es más pobre en sus sentimientos que los seres humanos que sabemos las dos cosas: amar y penar. O renunciamos a definir a Dios como amor o tenemos que aceptar que sufra con nosotros y por nosotros. Es una conclusión a la que se llega más por intuición femenina y mística que por fríos análisis racionales. Desgraciadamente en nuestra descripción de Dios la palabra de los filósofos se llevó la palma a pesar de que Jesucristo y el mismo AT soplaban otros vientos. En el AT Dios hizo suyo el llanto de Raquel que lloraba por sus hijos (Jer 31, 15-20); en contextos de guerra padeció la suerte que sufría el pueblo elegido (Jer 48,31,36) y la propia historia de la salvación comienza cuandQ Dios se entristece al ver la suerte del pueblo esclavo en Egipto. Si todo el sufrimiento en el cosmos Dios lo comparte, también la degradación de la condición femenina. Muchas mujeres, las más pobres de los pobres, violadas y maltratadas por las personas con las que conviven se convierten en nuevos Ecce Horno. No sólo en la maternidad sino también en el envilecimiento y el desprecio somos imagen de Dios. Esta vez en la cruz. Si llevamos estas ideas hasta el fin, tenemos que afirmar que buscamos consuelo en Dios, pero nunca pensamos que también su persona necesita ser consolada. Consuelo en obras que mitiguen el dolor de sus criaturas y consuelo en palabras cuando nos relacionamos con El. Eso es la amistad: compartir alegrías y sufrimientos. 2. EL DIOS INMANENTE ES DEBIL Un Dios que se parece a nosotras no tiene poder, pues tradicionalmente las mujeres no lo hemos detentado. Nuestro Dios débil no pasa por el escándalo de un ser todopoderoso que no hace nada por terminar el sufrimiento del mundo que ha creado. Muchas mujeres se han liberado de las proyecciones infantiles sobre la omnipotencia de Dios, conscientes de que nuestro credo no se basa en las acciones de un salvador victorioso sino fracasado. El misterio del Dios amor, que quiere compartir la vida de los seres humanos, es un misterio de debilidad que la historia ha demostrado puede ser mejor que la fuerza. Desde una concepción divina de este tipo es más factible la búsqueda de métodos menos arrogantes y más humildes de evangelización. Un teólogo procesal, Whitehead, nos alerta sobre el hecho de haber olvidado que nuestra religión tiene su base en la cruz. Sus palabras reflejan lo que debe ser nuestro credo. "El cristianismo no enfatiza al cesar gobernante, o al implacable moralista o al inamovible principio del movimiento. Se apoya en ISABEL GOMEZ - ACEBO 149 los elementos tiernos del mundo, que despacio y sin ruido operan mediante el amor; y encuentran sentido en la presente inmediatez de un reino que no es de este mundo. El amor no gobierna y no permanece inmutable; a su vez tiende a ser olvidadizo de la moral. No mira al futuro sino que tiene su recompensa en el presente inmediato" (23>. Junto a las metáforas que nos hablan de Dios como roca, fortaleza, rey, montaña ... ofrecemos otras como nube, tienda, camino, agua. Con ellas nos acercamos a la vulnerabilidad de Dios, al riesgo que asumió al crearnos de fracaso y de abandono. Un riesgo que hoy sabemos se convirtió en realidad cuando muchas personas niegan conocerle, incluso niegan su existencia. "Estoy a la puerta y llamo" es la lógica del amor que no obliga. El poder de Dios no está en El sino en hacernos libres a nosotros de abrir esa puerta que nos lleva a la plenitud. Su convite es de amor persuasivo, pero sin coaccionar. Esta autohumillación de Dios en la impotencia es la que hace posible tanto la libertad humana como la reciprocidad en la relación que Dios establece con los seres humanos. Esta se haría prácticamente imposible desde una figura divina que no estuviera dispuesta a bajar mil escalones para ponerse cerca de su criatura. Este esquema debe servir de ejemplo a la Iglesia, limitándose en su poder, para dejar espacio de diálogo a los cristianos y a los que no lo son (24>. El sufrimiento y la debilidad van acompañados de su pasión por la justicia y de una justa ira cuando ve los derechos humanos pisoteados. Ese enfado genera toda una serie de acciones encaminadas a mejorar lo que no es justo. A las mujeres se nos ha educado a suprimir nuestras iras, a ser pacientes y a soportarlo todo, pero si queremos ser imágenes de Dios tenemos que salir al paso de las situaciones inmorales (25>. Esa ira de Dios por el mal que sufren sus hijos es la mejor comprensión del pecado. No es la ofensa al Creador sino el mal trato que damos a sus criaturas donde está la negatividad. LOS DETRACTORES En principio tanto los sectores tradicionales como los liberales son conscientes de que muchas cosas tienen que cambiar en la Iglesia Católica con respecto a las mujeres. Las imágenes de Dios como madre han tenido éxito en cuanto. que contentaban a los dos bandos. A los más conservadores puesto que apuntalaba la figura de la mujer madre, de la mujer en casa al cuidado del A.N. WHITEHEAD, Process and reality, Free Press, Nueva York 1978, p. 343. J. VITORIA, No tomar el nombre de Dios en ano, en "Iglesia Viva" 203 (2000), p. 34. E.A. JOHNSON, She who is. The mistery of God in feminist theological discourse, Nueva York 1993, p. 257. 150 LA MUJER IMAGEN DE DIOS marido y los hijos. A los más progresistas en cuanto que lo veían como un paso en una buena dirección que exigiría dar muchos más en ese sentido. Con todo ha habido críticas y es bueno conocerlas. Hay personas que no consideran lícito introducir palabras nuevas para hablar de Dios si éstas no aparecen en la Biblia. Si además son femeninas piensan que oscurecen la kénosis divina, el gran salto del poder a la fragilidad humana, un salto que pasaría desapercibido en femenino, pues en las mujeres no somos capaces de ver poder(261 • Pero lo que más recelo produce es hablar de un Dios inmanente. Hay miedo de volver a la Diosa Gaia y a las Grandes Diosas Madres, un concepto del que se separó el pueblo de Israel pues en sus relatos creacionales lo que quiso fue enfatizar la trascendencia divina. Se habla de retroceso en este pensar e imaginar a Dios, pues el Dios matriz es la vuelta a concepciones menos personales y más arcaicas (271. Para mí, en la medida que la materia ha perdido su carácter negativo, nada hay de malo que Dios le infunda vida desde dentro. Pienso, a su vez, que la consideración de que un Dios matriz es menos personal es hija de la vieja teoría que nos concibe a las mujeres como útero y pechos, desprovistas de cabeza. Será el tiempo el que determine si nuestra oferta es válida y enriquece nuestras imágenes de Dios. Cada persona decidirá de momento por si misma. A MODO DE CONCLUSIÓN De cualquier manera muchas cosas tienen que cambiar. Si Dios se parece a nosotras tendrán que declararse santas a más mujeres, pues su vida habrá reflejado la del Creador. De momento sólo representamos el25% de los santos declarados oficialmente por la Iglesia. Incluso, si la maternidad es un espejo de Dios, algunas de esas santas tendrán que ser mujeres casadas ya que al día de hoy la mayoría de las canonizaciones femeninas corresponden a religiosas. También tiene que cambiar el leccionario y la liturgia, pues el porcentaje de varones que celebramos es muy superior al femenino. A lo largo de los siglos heínos traído vida al mundo, hemos dado de beber y de comer, hemos vestido ... el programa de vida que Jesucristo presentó a sus seguidores para alcanzar el reino. El sentimiento, la ternura, la cercanía han formado parte de nuestra actuación, pero son valores universales que se (26) (27) Ver un buen resumen de las críticas a la teología feminista y sus imágenes sobre Dios en el libro de A. KIMMEL ( ed), Speaking the Christian God. The Holy Trinity and the challenge offeminism, Grand Rapids, 1992. J.M. MARDONES, ¿Adónde a la religión? Cristianismo y religiosidad en nuestro tiempo, Santander 1996, p. 87. ISABEL GOMEZ - ACEBO 151 deben impulsar. Estamos en un momento histórico en el que las mujeres nos sentimos llamadas a compaginar la maternidad y el cuidado del hogar con otros quehaceres que nos alejan de nuestras casas. Para que esto sea posible y no se resientan los hijos y las personas mayores a nuestro cargo, pedimos a los varones que nos ayuden en esas cargas que antes eran sólo nuestras. Pensamos que el lavatorio de los pies supuso un convite a seguir ese ejemplo a todos los cristianos con independencia de su sexo. Tras muchos años de recorte las mujeres sabemos que podemos ser iconos de Dios, y no sólo en las características que se corresponden con la presunta feminidad, sino que queremos transparentar a Dios en la administración del mundo, en su inteligencia, en su creatividad, en su relación con otros seres ... Todos los seres humanos podemos ser iconos de Dios en todas sus facultades. Esa imagen en la que fuimos creados se hace flexible y vuelve al donante, pues las personas que hemos recibido ese don nos convertimos en metáfora de lo divino. Es un descubrimiento reciente para las mujeres que queremos compartir con todo el mundo, pues nos llena de satisfacción y de legítimo orgullo. Si somos capaces de ver a Dios en una imagen dual de varón y de mujer crecerá nuestra estima por su ser, pues hay riqueza en el Dios masculino, pero pobreza si no se complementa con el femenino. Por un lado, será la exigencia que nos empuja a superarnos cada día y por otro la certeza de que nuestro hacer va acompañado de una música de fondo, de una nana que promete mecer en el regazo, que habla de cercanía, aporta consuelo y anuncia un final feliz. El que nos convoca a la trascendencia y a la libertad nos nutre, nos cobija y responde con ternura a las caídas en el camino. Si tomamos el riesgo de la aventura, el Dios femenino nos asegura que está con nosotros, pase lo que pase. No es fácil hablar de Dios y siempre hay que hacerlo con respeto y conciencia de la enorme diferencia con los hombres. Platón en el Timeo decía que "descubrir al hacedor y padre de este mundo es una ardua tarea; y cuando lo habéis encontrado es imposible hablar de él ante el pueblo" (28-c9). Nuestra oferta es modesta y sacada de la vida, pero pienso que ofrece una imagen de Dios nueva y atractiva que al ser menos racionalista y más experiencia! se hace más fácil de captar por las personas. Por eso pienso que esta oferta merece la pena y me pregunto cual ha sido nuestra ceguera que nos ha impedido describir a Dios en estos términos antes. Isabel Gómez - Acebo
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Calificación | |
Colección | Revista Almogaren ISTIC |
Título y subtítulo | La mujer imagen de Dios |
Autoría principal | Gómez-Acebo, Isabel |
Entidad | Centro Teológico de Las Palmas |
Publicación fuente | Almogaren. Revista del Centro Teológico de Las Palmas |
Numeración | Número 28 |
Tipo de documento | Artículo |
Lugar de publicación | Las Palmas de Gran Canaria |
Editorial | Instituto Superior de Teología de las Islas Canaria |
Fecha | jun-01 |
Páginas | pp. 133-151 |
Materias | Religión ; Dios ; Mujer |
Formato digital | |
Tamaño de archivo | 810396 Bytes |
Texto | ALMOGAREN. 28. (01). Pág. 133-151. ®CENTRO TEOLOGICO DE LAS PALMAS LA MUJER IMAGEN DE DIOS ISABEL GOMEZ - ACEBO CENTRO TEOLOGICO DE LAS PALMAS EL LENGUAJE SOBRE DIOS U na afirmación fundamental de la teología de todos los tiempos ha sido colocar la realidad divina más allá de cualquier similitud humana. Dios es siempre superior y distinto de las palabras y conceptos que utilizamos para referirnos a su ser. En pura teoría estas afirmaciones nos obligarían a utilizar un lenguaje abstracto para hablar de El, un lenguaje semejante al del mundo de la física o de la matemática. Sin embargo, la realidad histórica muestra que no ha sido ese el camino. En el campo religioso prima el lenguaje simbólico sobre los demás, una necesidad del ser humano que nunca se ha sentido satisfecho con las abstracciones puras. No bastan los credos para dar razón de nuestra fe con lo que recurrimos a formas sustanciales y visibles para dar cuerpo a esas ideas abstractasC1l. Como dice Víctor Rugo en L'Homme qui rit: "L'expression a des frontieres, la pensée n'en a pas" (la expresión tiene fronteras, el pensamiento (1) M. FARBRIDGE, Studies in biblical and semitic symbolism, Nueva York 1970, p. 3. 134 LA MUJER IMAGEN DE DIOS no). Son, precisamente, la metáfora y el símbolo los que nos permiten salirnos del marco de la expresión para adentrarnos en otros campos más abiertos y por lo tanto más sugerentes. La conclusión formal es que toda religión ha recurrido al mito y al símbolo en su liturgia, ritual y configuración racional. En casi todas encontramos dos tipos de símbolos. En primer lugar, los propios de una comunidad humana específica que mediante un complejo sistema relaciona y entrecruza los significantes religiosos con las relaciones entre los sexos, los sistemas matrimoniales, las instituciones de trabajo, la teoría cosmológica ... toda la vida (2). Por otro, nos encontramos con una serie de denominadores comunes a todas las culturas que son hijos del pseudo-lenguaje del subconsciente y que se conocen con el nombre de arquetipos colectivos. En lo referente al lenguaje sobre Dios coinciden los dos tipos de símbolos en atribuirle metáforas que se corresponden con el mundo de lo masculino y de lo femenino. Dios o los dioses tienen atributos de las dos categorías del ser humano, lo que quiere decir que, desde un acercamiento analógico, Dios comparte rasgos con sus criaturas. Y no proyectamos los mismos rasgos cuando hablamos de varones y de mujeres, pues nuestro inconsciente colectivo suministra categorías diferentes a cada sexo. Algo que hoy no se corresponde con la realidad, pero que perdura en la mente de las personas. Todos sabemos que el polo masculino se relaciona con el cielo, la luz, el infinito, la trascendencia, el final de la historia, la salvación, el reino futuro ... Que los varones están más próximos a la exigencia, a la ley, al juicio, a la vida pública, al mundo exterior. En cambio, las figuras femeninas nos acercan al campo privado, a los recintos cerrados, al cobijo, a la noche, a la ternura y al resguardo. Frente al sol prima la luz lunar y frente al cielo y la trascendencia, la tierra y la inmanencia. En el campo cristiano el propio Santo Tomás decía que se utilizaban varios tipos de lenguaje para hablar de Dios. El metafórico que incluía cuerpos concretos como roca, montaña, fuente -en otros credos serían: vaca, árboles, lechuzas- y el relacional que hablaba de su contacto con las criaturas. Dentro de este mundo relacional maternidad y paternidad se llevan la palma, pues apuntan a los orígenes de la vida uno de los referentes de sentido más importantes de las religiones. Junto a padre y madre son también frecuentes pastor, rey/reina, amigo/a, hermano/a, esposo/a ... Ni que decir tiene que cada cultura proyecta en su dios relacional las formas y modos de vivir los seres humanos en su momento histórico, lo que (2) A VERGOTE, Interpretation du langage religieux, Seuil, París 1974, p. 25. ISABEL GOMEZ- ACEBO 135 afecta a esa imagen de Dios antropomórfica. Las culturas agrícolas colocaron más énfasis en las figuras maternas de Dios con quienes relacionaban la fertilidad de los campos, rebaños e hijos. Las nómadas y beligerantes se relacionaban con dioses guerreros que les ayudaban en sus contiendas. De hecho, en la medida que las mujeres perdieron prestigio social en la tierra, a las diosas les ocurrió algo semejante en los cielos. Las Grandes Diosas Madres del neolítico, en un proceso lento pero inexorable, fueron cediendo protagonismo a los dioses masculinos. Un proceso que se aceleró en la zona del creciente fértil -con tanta influencia en nuestra civilización- por una gran invasión de tribus del norte que no estaban ligadas con la agricultura. Como curiosidad muchos sacerdotes mantuvieron ropas de mujer en el culto y se castraban, lo que algunos han entendido como un intento de imitar el sacerdocio femenino que heredaban <3l. NUESTRA HERENCIA JUDIA ¿Y en nuestro credo? El cristianismo no nació de la nada sino que surge como una rama de la religión judía de la que se desgaja. Incluso nuestro libro religioso que es la Biblia tiene una primera parte, todo el Antiguo Testamento hebreo, común con la religión de Israel. De aquí la importancia de la idea de Dios que nos ha legado esa transmisión. Parece claro que los judíos se alejaron de los mitos cosmogónicos de su entorno en cuanto que la creación se lleva a cabo mediante el uso de la palabra. Queda fuera de ella cualquier tipo de relación sexual. Dios es el soberano que habla: "Hágase" y sus súbditos le obedecen. Yahveh emerge como un Dios asexuado pues es previo al mundo creado y ninguna categoría sirve para definirle. Pero, aunque esta es la teoría en la realidad judía, Yahveh era un dios varón, pues fueron los varones los que conformaron la sociedad con lo que era lógico que lo definieran a su modo. Rey, Padre en alguna ocasión y sobre todo Esposo, han sido los calificativos relacionales que con más frecuencia se le han atribuido. ¿Y las imágenes femeninas? ¿Es una excepción el mundo judío a todas las afirmaciones previas con las que inaugurábamos estas palabras? La verdad es que no se pudieron erradicar del todo. Al principio, porque parece hoy probado que en los primeros siglos de asentamiento en la tierra, Yahveh tenía una compañera en la diosa Ashera <4l. Posiblemente fuera ella en la que los (3) M. STONE, When God was a woman, San Diego 1976, p. 150. (4) Sobre las relaciones de Yahveh con Ashera se pueden consultar entre otros libros: T. BINGEN, Asherah. Goddesses in Israel and the Old Testament, Sheffield 1997; S. MOLYAN, Asherah and the cult of Yahweh in Israel, SBL, Atlanta 1988 y T. FRYMER KENSKY, In the wake ofthe Goddesses, Nueva York 1992. 136 LA MUJER IMAGEN DE DIOS israelitas colocaban todas las esperanzas conectadas con las diosas. Cuando a la vuelta del exilio, el monoteísmo estricto de los sacerdotes de Israel acabó con todas las estelas que apuntaban a la diosa, parecía que el cielo judío se había vaciado de imágenes femeninas para Dios. Pero esa desaparición surgió el efecto de tener que colocar en Yahveh las virtudes que antes lucía su esposa. Y así nos encontramos con que a lo largo de muchos libros del Antiguo Testamento aparecen símiles que comparan a Dios con mujeres o se describen actitudes divinas próximas a las virtudes tradicionalmente calificadas como femeninas. Es sobre todo en el campo de la fertilidad, ligado a las diosas madres en tierras de Canaan, donde tiene que demostrar sus capacidades. Yahveh es un dios de nómadas que ha demostrado saber conducir al pueblo por el desierto pero ¿y los secretos del mundo agrícola? Ya en la tierra prometida Yahveh porfía con los ídolos e insiste en que el pueblo elegido le debe solamente a su persona los frutos de la tierra; la enjundia y la manteca con la que se alimentan los que antes vagaban por el desierto. Unos frutos que nacen gracias a las fuentes del agua, un líquido siempre ligado al mundo femenino y del que Yahveh se declara dueño y señor(5>. Incluso, se afirma en algunos pasajes, que no hubiera existido el pueblo de Israel si Dios no lo hubiera concebido en su seno. Si no lo hubiera parido en medio de los consabidos dolores de parto y no lo hubiera alimentado con su leche para no dejarle morir(6>. La descripción de una maternidad biológica que extraña por el horror del pueblo israelita de presentar a Dios como inmanente pues su santidad tiene como cualidad esencial la separación tajante del mundo creado(7). Junto al mundo biológico también el Dios judío presenta virtudes de mujer que podemos centrar en torno a una serie de temas: cobijo, misericordia y fidelidad. Yahveh, ágil costurera, corta y cose pieles de animales para vestir a manera de ajuar a la pareja inicial cuando abandona el Paraíso, no quiere que cojan frío. En el templo la presencia divina se hace fuerte y numerosos salmos anuncian el deseo de resguardarse bajo las alas de Yahveh en el Sancta Sanctorum: "A la sombra de tus alas me cobijo". El hombre busca otro tipo de calor, un calor distinto del que proporciona la ropa y que es el que emana de Dios. Huye entonces de la luz y del mundo y busca la oscuridad, el resguardo y el calor típicos de la madre. (5) PH. REYMOND, L'eau, sa ie et sa significance dans l'AT, VT, Leiden 1958, explora los diversos significados del agua como origen de la fertilidad. (6) Para ver todas las citas en las que aparece Yahveh en funciones de madre se puede consultar mi libro: Dius también es madre, San Pablo, Madrid 1994. (7) N.H. SNAITH, The distincti. e ideas ofthe Old Testament, Londres, 1947, p. 30. ISABEL GOMEZ- ACEBO 137 La facultad que consideramos femenina de perdonar con facilidad y de estar prontos a echar una mano al que lo necesita, la capacidad de misericordia, se expresa en hebreo mediante el vocablo rahamim. Una palabra que significa entrañas de mujer, útero femenino. Es la misericordia, la experiencia amorosa, que brota espontáneamente ante el fruto de las entrañas. No es casualidad que uno de los calificativos que se utilizan con más frecuencia para designar a Yahveh sea el de dios misericordioso y lento a la ira, un dios que llevó a Israel en su seno no podía ser de otra forma. Junto a esa virtud divina y, casi en plano de igualdad, la fidelidad a ultranza de Dios a su pueblo elegido. Yahveh, como las mujeres madres, permanecen aliado de sus hijos con independencia de sus obras. El poder, la fuerza, la ira, los celos ... priman en la descripción divina. Son los valores que aprecian los varones y que se colocan en Dios. Pero siempre aparece la defensa del débil y muchas veces los salvadores se encarnan en las personas de las que menos se esperaba. El rey David era el más pequeño y en apariencia más débil que todos sus hermanos mayores. Esa debilidad también entra en los sueños que imaginan al futuro Mesías y junto al rey, al profeta y al sacerdote triunfadores, aparece en los Cantos del Siervo de Isaías la figura humilde de un perdedor que consigue la salvación de su pueblo. Una figura más próxima a la vida de las mujeres, que el pueblo tiene empeño en olvidar pero que Jesús tiene bien presente a lo largo de su vida. "Varón y mujer los creó, a su imagen los creó" Gn 1,27. Este texto del Génesis nos permite ver el reverso de la medalla. Ya no se trata de hablar de las metáforas que utilizamos para hablar de Dios ~no de ver en qué medida la vida de las mujeres refleja al Creador, pues en muy pocas ocasiones ha servido de metáfora descriptiva para Dios. Es un texto categórico que sale de la mente del autor sacerdotal: el ser humano se caracteriza por ser imagen de Dios, algo fundamental que no puede ser negado ni alterado por la historia. Todas las segregaciones que se han hecho a lo largo de los siglos contra mujeres, esclavos y otras razas son contrarias a este principio fundamental. Incluso creo que se puede afirmar que esta comunión universal en la imagen divina supone una base antropológica sobre la que deben asentarse unas relaciones de justicia igualitaria La imagen se concebía como un virreinato de Dios en la tierra. En el seno de una sociedad patriarcal era difícil admitir que las mujeres dependientes de los varones en la vida social pudieran tener reconocida una igualdad de dominio para regir el cosmos. El mundo judío no tuvo excesivos problemas para aceptar el texto, pues desde el principio consideraron los rabinos que la semejanza se realizaba en la pareja; en el varón y la mujer unidos y no en cada uno de los sexos por separado. Eso es lo que debe reflejar la imagen de Dios, 138 LA MUJER IMAGEN DE DIOS un ser en el que participan por igual los dos sexos que componen el género humano. Desgraciadamente, hasta hoy, no ha sido así. Los recortes cristianos llegaron pronto, de la mano del mismo Pablo. Aunque con el nuevo credo quedaban abolidas las diferencias entre judíos y griegos, amos y esclavos, mujeres y varones (Gál 3,28), el enfrentamiento con la realidad social de Corinto le empujaron al recorte. A las mujeres que exigían llevar el pelo suelto y sin cubrir se les prohíbe con el siguiente argumento: "El varón no debe cubrirse la cabeza pues es imagen y reflejo de Dios; pero la mujer es reflejo del hombre" 1 Co 11,7. Es complicado saber de donde saca Pablo esta afirmación que va en contra del versículo del Génesis. Consuela saber que la exégesis moderna considera que la frase no es de Pablo sino una glosa introducida por un autor posterior. Pero sea de quién sea ahí está. El cristianismo, en realidad, no nos negó la imagen, pero los recortes de Pablo siguieron presentes con mayor o menor fortuna (sJ. Para San Agustín los esposos gozan de la imagen personalmente, mientras que las esposas sólo cuando están acompañadas por su marido (9l. La fuente que más se cita para negar la imagen de Dios en las mujeres es de Santo Tomás. El de Aquino sostiene que, en un sentido primario, gozan de ella los dos sexos, pues se tiene por la inteligencia, pero en sentido secundario: "esa imagen aparece en el varón en una forma que no se da en la mujer, porque el varón es el principio y fin de la mujer, igual que Dios es el principio y fin de la creación" ('"l. Las afirmaciones de Santo Tomás son hijas de la ciencia de la época que consideraba que la semilla del varón incluía todo el código genético del nuevo ser y que la contribución de la mujer se limitaba a ser la tierra que llevaba a término al hijo, el surco donde se depositaba la semilla. Hasta este siglo y los descubrimientos del óvulo y del genoma humano estas ideas siguieron defendiéndose. LA INFLUENCIA GRIEGA En el mundo cristiano, junto a las ideas judías, ejerc10 una gran influencia el pensamiento griego. Las tropas de Alejandro Magno esparcieron por todo su imperio su pensamiento y Palestina no quedó exenta de esos influjos. Los doctrinas filosóficas de Platón y Aristóteles diluyeron aún más las (8) Para profundizar sobre el tema: K.E. BORRESEN, The image of God, Minneapolis 1995; M.C. HOROWITZ, The image of God. Is woman included. HTR 72 (1979), pp.175-206; J. O'FAOLAIN y L. MARTINES, Not in God's image: women in history from the greeks to the ictorians, Nueva York 1973. (9) De Trinitate 12.7.10. (10) Summa Theologica 1.93.4 y l. ISABEL GOMEZ- ACEBO 139 pocas afirmaciones femeninas que aparecen en el AT. Para estos autores la mujer era en todo inferior al varón. Incluso Aristóteles comenta que la mujer es un varón frustrado o deforme. No nos puede extrañar que los últimos libros del AT, ya escritos en griego, muestren unos toques de misoginia que eran menos aparentes en las primeras obras de Israel. De esta época son las descalificaciones a Eva, un personaje que no había sido retomado desde los relatos del Génesis. Pero junto a la descalificación no quiero dejar de aludir a una metáfora que se conoce con el nombre de la Sabiduría personificada, textos en los que Yahveh aparece en figura femenina. Es la presencia de Dios, la Shekinah, quien se disfraza de mujer y se lanza a los caminos, una actitud nada recomendable para una mujer de su época, pero es que a Dios cualquier medio le vale para llamar la atención de los seres humanos. Si hacemos una amalgama de los textos que aparecen en el libro de Proverbios con los del Eclesiástico nos encontramos con una figura divina que suma en su persona los atributos que tradicionalmente se colocan en el mundo masculino y en el femenino < 111 • El ideal para que los hombres imaginen a su Dios. Proverbios 8, todavía sin influencia griega, nos habla de una mujer sabia que no duda en salir a los cruces de los caminos para hacerse ver. No ofrece su cuerpo al viandante, como era de esperar, sino su palabra. "Escuchad, voy a decir cosas importantes. Es recto cuanto sale de mis labios" (Prov 8,6). Y más allá considera que son suyas la inteligencia y la fuerza por eso, gracias a ella, gobiernan los reyes y administran justicia los magistrados. La Sabiduría en forma de mujer le presta a Dios su palabra, su inteligencia, su presencia y todo esto, no ceñido a los muros del hogar sino de puertas afuera. Un relato muy importante para los tiempos en los que vivimos y en los que los roles predeterminados han ido cayendo. El Sirácida retoma el tema, y en medio de un capítulo (el 24) de invectivas contra la mujer, nos habla de la Sabiduría como solícita anfitriona. Esta vez no se aparta de los estereotipos culturales pues estamos en plena influencia griega. Planta su tienda entre los hombres, en un lugar que nos habla de reposo, de descanso y de fertilidad. Su jardín está repleto de árboles, símbolo de la fertilidad femenina. No prohíbe sus frutos sino que los ofrece gratis, consciente que la persona que los pruebe mejorará su vida. Nos invita a entrar en la casa donde ha preparado un gran banquete. Es mujer rica y con criados, pero es ella misma la que dedica tiempo y esmero a cuidar de los preparativos. Hay urgencia en sus palabras: "¡Ven! ¡Come mi comida, bebe mi vino!". Para convencer a los futuros comensales añade una promesa: "Viviréis los que comáis". (11) Los textos fundamentales están en Proverbios 8 y Eclo 24. 140 LA MUJER IMAGEN DE DIOS Son textos que se le aplican a Jesús en el prólogo del evangelio de Juan y que apuntan a que la vida del Maestro no va a seguir las pautas de la civilización androcéntrica. Todos estamos llamados a seguirle potenciando al máximo nuestras cualidades y con independencia del sexo y de sus estereotipos culturales. Lo que hizo él mismo, revelando como nadie la imagen de Dios, y lo que hoy reclamamos las mujeres. LA CIVILIZACIÓN CRISTIANA El Dios que reveló Jesucristo sumaba al señorío de Dios como Padre todopoderoso el corazón de una madre amante. Es en la parábola del Hijo pródigo donde mejor se ven esas cualidades, pues el relato combina el poder y la riqueza del padre con la presencia de la madre que sale al encuentro del hijo, le abraza, no le deja hablar y no le pide cuentas de sus actos. Un modelo de actuación de Dios en la historia que no se caracteriza por el castigo, el juicio y el mérito sino por el perdón y el amor. A lo largo del evangelio vemos como ese Dios, a semejanza de las madres, coloca al más desgraciado en cada momento en el centro de su corazón, pues no busca el engrandecimiento de su causa sino recomponer lo que estaba roto y calentar con su sol. Al propio Jesús, Dios encarnado, le tachan de afeminado porque se declara a si mismo "manso y humilde de corazón", porque muestra cariño por los niños, llora con el sufrimiento humano cuando los varones no deben hacerlo y habla de si mismo como una gallina que ha querido recoger a los polluelos de Israel bajo sus alas, pero éstos no han querido. Antes de morir en la cruz se arrodilla para lavar los pies de sus discípulos, un acto programático propio de mujeres. Y todo esto es porque encarnado en un varón da la espalda al heroísmo machista No creo que desvelo nada nuevo al afirmar que el cristianismo no supo entender la doble faceta de Dios. Primó a Dios Padre olvidando su entraña de madre con lo que generó la imagen del juez rígido, severo y autoritario: un dios del miedo. Pues cuando Dios es sólo Padre y varón está conectado con la ley, el orden y el super ego, con lo que se puede convertir fácilmente en un instrumento de represión (! 2J. El propio Cristo sufrió "una patada para arriba" pues el que vino para salvar al mundo se convirtió en un juez distante del mundo. Este desarrollo tuvo necesidad de echar mano de toda una serie de santos mediadores, de la propia María de Nazaret para salvar esas distancias abismales entre Dios y sus criaturas. (12) V WHITE, Soul and Psyche, Londres 1960, pp. 122-12~. ISABEL GOMEZ- ACEBO 141 Era difícil seguir otro camino pues todo lo que pertenecía al mundo de lo femenino era despreciado. La mujer desde Aristóteles era considerada más materia que el varón, más cuerpo, lo que la convertía en un ser humano de segunda categoría y por ello, incapacitado para reflejar la gloria divina c13l. Los pensadores modernos han seguido la misma línea de reflexión en cuanto que consideraban que el sexo femenino tenía muy poco desarrolladas las facultades racionales. Hegel postulaba que éramos capaces de ser educadas pero no estábamos hechas para estudiar ciencias o filosofía. Incluso consideraba que nuestra diferencia con los varones era semejante a la que existía entre los animales con el ser humano. Mientras que Schopenhauer pensaba que nuestra capacidad abarcaba el mundo de la intuición y de lo inmediatamente presente, pero no podíamos captar el mundo ausente, pasado o futuro c1•l. Ninguno de estos autores fue capaz de comprender que las dificultades del pensamiento de las mujeres venían más por el tipo de educación que recibían que por configuraciones mentales propias de nuestro sexo. Desgraciadamente este tipo de pensamiento ha llegado hasta prácticamente nuestros días, lo que imposibilitaba para que comportamientos o imágenes femeninas tuvieran cabida en la persona de Dios. Un postulado que hasta hace muy poco tiempo nadie cuestionaba, pero dejó de ser así. • EL MOVIMIE¡"lTO FEMINISTA A lo largo de la historia siempre se han levantado voces aisladas que denunciaban el trato y el pensamiento discriminatorio para las mujeres, pero el movimiento no se hizo numeroso hasta finales del siglo XIX, alcanzando un gran impulso a partir de la Segunda Guerra Mundial. Se les pidió entonces a las mujeres que asumieran los trabajos que habían dejado los varones que marcharon a los campos de batalla. Muchas le cogieron el gusto a la vida pública y a la vuelta de la contienda no se resignaron a volver al hogar. Poco a poco, fueron entrando en todos los sectores de la vida pública incluyendo a la jerarquía eclesiástica. Fueron las protestantes las primeras en ordenarse sacerdotes y en asumir cátedras de teología en universidades de los países anglosajones. Entre sus denuncias apareció la crítica contra una teología que definía a Dios, en exclusiva, como un varón. La crítica generó sorpresa, pues era algo tan profundamente calado en la vida cristiana que había dejado de ser cuestión; la (13) (14) He tratado el tema de la consideración material de las mujeres en El cuerpo de la mujer y la tierra, pp. 99-136, M. NAVARRO (ed), Para comprender el cuerpo de la mujer, Verbo Divino, Estella 1996. Philosophy ofrigth, Oxford University Press, N.York 1973, pp. 263-264. 142 LA MUJER IMAGEN DE DIOS analogía se había convertido en literalidad. Todavía hoy genera sorna o sonrisas cuando se menciona en círculos no especializados y, aunque muchos lo admiten a nivel de teoría, pocos se relacionan en la oración con un Dios con rasgos de mujer. Y no es indiferente el hecho tanto para la imagen de Dios que tienen los cristianos como para la consideración y la estima de las mujeres. Los estudios del lenguaje han demostrado que éste no es sólo un vehículo de entendimiento sino que configura la realidad. Puede resultar exagerada la ya famosa frase de una teóloga de los Estados Unidos cuando afirmó que "si Dios es varón, los varones son Dios". Pero la exageración no deja de dar que pensar, pues muchas mujeres han pagado en su carne el precio de divinizar al varón. De aquí que una parte de la reflexión de la teología feminista se haya dedicado a pensar a Dios desde la perspectiva de las mujeres, pues la mujer hecha a su imagen representa de forma creatural algo de la perfección del ser divino. Con un profundo respeto nos atrevemos a afirmar que el Dios inefable se parece a nosotras. Es a estas ideas a las que voy a dedicar la última parte de esta exposición. UN DIOS QUE SE PARECE A NOSOTRAS Las imágenes femeninas pueden entrar -y han entrado- en el Dios cristiano por dos caminos: la esposa y la madre. Es cierto que en el matrimonio de la alianza Dios ocupa el lugar del varón, pero no lo es menos que en un matrimonio perfecto se genera una unión que hace de los dos seres una sola carne. La carne del ser humano representada por la mujer se funde en esa alianza esponsal con la realidad de Dios. LA GRAN MADRE l. El inicio de la vida Pero una de las experiencias únicas del mundo femenino es la de la maternidad, una experiencia que no comparten los varones y que conlleva infinidad de mensajes que se pueden trasponer a Dios. En primer lugar, la comprensión de la divinidad como madre que es origen y fuente de todo lo creado. Es la Gran Madre en la que se condensa el arquetipo de lo femenino y la idea del matriarcado, un concepto muy desarrollado en los estados primitivos del ser humano (ls>. (15) Para el estudio psicológico e iconográfico de esta idea E. NEUMANN, The Great Mother, Princeton 1991. ISABEL GOMEZ- ACEBO 143 La imagen se centra en la matriz que a su vez se divide en dos partes. La superior que nos aproxima al mundo del corazón y de los sentimientos, mientras que la inferior nos lleva al mundo subterráneo. En muchos mitos y rituales se representa con el papel de la tierra que espera a ser fructificada. Esa interioridad nos transmite la idea de protección. Dios es entonces como una enorme granada que alberga dentro de su ser un sin fin de granos que somos los seres humanos, incluso todos los seres creados. La transposición a la idea de cuna o de nido se hace sin excesiva dificultad (toJ. Entonces al abrigo se suman el calor y la presencia tranquilizante de la Madre. Me gusta r~cordar unos pequeños versos de Unamuno, el gran literato español, en lucha eterna con la fe. Él expresa estas ideas mucho mejor que yo, pues hablándole a Dios dice: Al corazón sobre tu pecho pones y como en dulce cuna allí reposa lejos del recio mar de las pasiones. Toda la espiritualidad del Sagrado Corazón lleva implícita muchas de estas ideas. Un salvador varón, como es Jesucristo, se identifica con el resguardo que ofrece la madre al hijo que va a dar a luz. Los místicos cuando expresan sus deseos de unión con Dios hablan en términos casi físicos y así, algunos en la Edad Media, conciben el camino de acceso al añorado mundo divino mediante la herida que había hecho la lanza en el costado de Cristo (17). Pero no hace falta ser místicos: calor, cobijo, resguardo, protección ... son sensaciones que nos remiten a aquel tiempo sin problemas en el que habitábamos en el seno materno. De aquí todos los deseos del inconsciente de regreso al útero en los momentos trágicos de la vida. De aquí, también, todos los intentos del hombre religioso de perderse en las simas de Dios cuando se siente acosado por el dolor. La Gran Madre tiene además el atractivo de hacernos conscientes de nuestra fraternidad con todas las criaturas que forman parte del mundo y que han salido de su seno. En el diálogo con Dios no entran sólo los seres humanos sino que se abre una tercera banda que da entrada al mundo animal y mineral. La destrucción de los ecosistemas y el peligro de extinción de muchas especies se convierten en responsabilidad del ser humano, gerente del buen gobierno de la familia creada. 2. El fin de la vida Junto al principio de la vida, su fin. Vivimos en una civilización que ha dado la espalda a la muerte. No queremos enterarnos de que tras unos años de (16) o.c., p. 45. (17) Ver mi libro Dios también es Madre. San Pablo, Madrid 1994, pp. 45-48. 144 LA MUJER IMAGEN DE DIOS vivir en la tierra nos llega nuestro término. Creo no equivocarme al pensar que el origen de ese rechazo proviene del miedo, del salto a un mundo desconocido. Incluso los que tenemos fe recelamos de dar ese paso incierto que nos sume en el abismo. La idea de Dios como Madre puede ayudar en un camino de visión más esperanzada de la muerte. Cuna y ataúd son metáforas semejantes, pues el nacimiento nos lleva inexorablemente a la muerte. Por ello, muchas civilizaciones comparan a las mujeres madres con la tierra en cuanto que ambas generan vida y muchas también contemplan la muerte como ese regreso al útero que nos hizo nacer. "Polvo eres y en polvo te convertirás", decía la antigua liturgia del Miércoles de Ceniza; "nuestras vidas son los ríos que van a dar a la mar que es el morir", cantaba el poeta español. Tierra y agua que en estos dichos se convierten en dos metas que se identifican con la línea de salida, pues de ellas nacemos y a ellas volvemos. La mujer como tierra y como agua, Dios que busca el reencuentro profundo con sus criaturas('">. Desde esta atalaya la muerte pierde parte del miedo con el que se la contempla. Es la vuelta a la madre, al periodo sin preocupaciones, al resguardo y al calor. Es poder descansar definitivamente en los brazos eternos, pues la fe total que colocamos en los brazos de nuestra madre al nacer la traspasamos al Dios del amor. Goethe decía que el ser humano necesita cada día más luz, mientras que para Unamuno nuestra necesidad era de más calor, pues no se muere por la oscuridad sino por el frío. No moriremos nunca mecidos en el regazo del calor eterno, pues la resurrección no es inmortalidad sino la total comunión con Dios después de la muerte (! 9>. Teilhard de Chardin da un paso más cuando contempla al mismo Dios cortando las lianas que todavía unen a las personas con el mundo creado. No somos nosotros sino el propio Dios el que busca y añora ese encuentro. Por eso reza: "Dios mío, hazme comprender (en el momento de mi muerte) que eres tú el que estás partiendo las fibras de mi ser para penetrar en lo profundo de mi sustancia y llevarme al interior de tu persona". Entonces la muerte ya no podrá hacerme daño, pues se habrá convertido para mí en el cuerpo de El que es y del que vendrá, dice el propio Teilhard, enseñándonos a pensar como él (lo>. 3. El alimento materno Vida y muerte están ligadas a la necesidad del alimento pues, cuando éste desaparece, el corazón deja de latir. Esta condición inexorable de comida en nuestras vidas convierte a la lactancia materna en un símil perfecto para (18) G. BACHELARD, La terre et les re eries dure pos, París 1948, pp. 98, 102 y 104 (19) P. WASHBOURN, Feminine symbols and death, en "Theology Today" 22 (1975), p. 245. (20) Cita en la obra anterior p. 248. ISABEL GOMEZ- ACEBO 145 aplicarle a Dios pues, a diferencia de otros animales, el cachorro humano nace totalmente indefenso y necesita el cuidado de su madre o de otra persona para sobrevivir. El símil mantiene la distancia entre la pequeñez de la criatura y la grandeza de su Creador y acentúa la necesidad de la mano divina para mantener el soplo de la vida. La teología cristiana siempre ha enfatizado este alimento, pero colocando el acento en el plano espiritual. La palabra de Dios y su ley eran para los fieles el sustento del alma. Eran en los encuentros de la oración y del diálogo donde el cristiano recibía la comida que su alma iba reclamando. A los poco avezados, a los neófitos espirituales, Dios les iba dando, gota a gota, la leche necesaria para crecer en el camino espiritual. Una leche que sabe dulce al paladar del que sufre aridez espiritual y que añora cuando no la disfruta. "Si alguno tiene sed que venga a mí" (Jn 7,37) dice Jesucristo en el evangelio de Juan. Santa Teresa, en el Camino de Perfección XXXI, imagina su alma como la del niño que mama. Es el propio Jesús el que hace de nodriza, una nodriza que sin que el niño paladee le echa la leche, gota a gota, en la boca "para regalarle" dice la santa. En el Nuevo Testamento, junto al alimento de la primera fase de la vida, se hace alusión a la necesidad de una nutrición sólida en momentos posteriores, en las etapas de la madurez. San Pablo a los fieles de Corinto les considera poco avezados en el mundo religioso, de aquí que en su evangelización les dice: "Os di a beber leche y no alimento sólido, pues todavía no lo podíais soportar" (1 Cor 3,2). Una y otra comida hacen alusión a la palabra de Dios que Pablo transmite. Palabra que para el cristiano no se reduce a la facultad de pronunciar ideas sino que va acompañada de actos puntuales. Creo, que un hombre honrado cuando nos da su pan tiene a Cristo entre los dedos León Felipe Unos versos en los que el poeta identifica la eucaristía con el compartir. El pan del altar se hace uno con la hogaza de la caridad. Toda persona que ha dado de mamar a un niño puede trasponer sus sensaciones a Dios. El Creador que se vacía en aras de otro. Es el momento de la gratuidad total, pues en los primeros días ni siquiera hay la posibilidad de obtener una sonrisa. Son instantes en los que la madre se anula a si misma, no piensa en la falta de sueño, ni en el cansancio sino en la suerte del hijo que pende de su pecho. La .madre alimenta al hijo para que viva, para que sea independiente, para que la abandone, llegado el momento, y forme su propio hogar. Pocas imágenes más atractivas para aplicar a Dios. 146 LA MUJER IMAGEN DE DIOS El cristianismo, además, tiene como oración básica el Padrenuestro. Una plegaria en la que se pide a Dios que nos conceda el pan diario. En este caso se habla del alimento que necesita el cuerpo y se le pide a Dios, como a las diosas de la fertilidad, que las tierras fructifiquen. Estamos haciendo alusión a lo que la teología tradicional llamaba la creación continua: el mundo creado se desvanece si Dios no lo mantiene en vida. El ser humano imagen de Dios y la imposibilidad de actuación divina que no sea inspirando a las personas nos obliga a prestar especial atención a todos aquellos que están faltos de lo necesario. El pan se convierte en un símil de necesidad "no sólo de pan vive el hombre" y los cristianos tenemos que hacer realidad la maternidad divina que proclamamos. Serán entonces nuestros brazos, nuestras caricias y nuestros alimentos el vehículo de transparencia de la Madre divina. EL DIOS INMANENTE Desde los principios del cristianismo el dualismo griego se introdujo en el pensamiento haciendo que todo lo referente a las necesidades del cuerpo se despreciara. Había que cortar todo aquello que nos relacionaba con la materia para primar la parte espiritual. Las doctrinas ascéticas vienen de estas consideraciones, pues privarse de comida, bebida, sueño, ropa, sexo ... hacían a la persona más espiritual y por lo tanto más cercana a Dios. En el otro extremo, el horror a que el ser de Dios se contaminara con la materia le fue alejando de la tierra primando su aspecto trascendente. Si decimos que Dios se parece a nosotras y dentro del género humano los varones son considerados con mayor excelencia por ser más espirituales y racionales, nuestra afirmación afecta a la trascendencia divina (21>. Siendo consecuentes, el hecho de pensar a Dios en femenino introduce todo un factor de inmanencia en su descripción. Deja de ser un ente alejado y pasa a estar profundamente anclado en la realidad. Una filósofa francesa lo llama el trascendental sensible (22J y muchas mujeres teólogas lo vemos formando parte del cosmos, dinamizando en su interior la masa inerte. Dios, entonces, no habita en el cielo sino en el centro cálido de cada ser y todo ello al estilo (21) (22) Esta consideración no es un tema superado. En nuestra tierra D. Manuel Halcón preguntado hace pocos años sobre el posible ingreso de una mujer en la Academia de la Lengua contestó que no sería prudente pues "En la Real Academia tenemos planteados problemas de tipo técnico: términos de Biología, Ciencias Naturales o Económicas". (Revista Telva no 294). Campos que para Halcón estaban excluidos de la mente de las mujeres. El Dr. Marañón no va en otra línea cuando aseguraba que: "Adán nace para el trabajo en el mismo momento en que Eva, nace para la vida del sexo". Tres ensayos para la vida sexual, Madrid 1929, p. 45. L. IRIGARAY, An ethics of sexual difference, Cornwell University Press, p. 124. ISABEL GOMEZ- ACEBO 147 agustiniano que ve a Dios como lo más íntimo de la persona, interior íntimo meo. Entonces damos un paso más proclamando que sólo podemos contemplar lo divino en lo humano y que toda la secularidad es sagrada. Sin considerarnos más materia que los varones, de hecho, nuestro trabajo a lo largo de los siglos ha consistido en cuidar a los cuerpos. Por ello no nos asusta primar la inmanencia de Dios, ni que su concepción materna le involucre en gestar, parir y nutrir al cosmos. No nos asusta que Dios "se contamine" con el mundo material y postulamos el uso de los cinco sentidos para hablar de Dios y con Dios. Hasta ahora sólo hemos utilizado la vista y el oído que tienen un carácter más intelectual y están mejor considerados. Decimos que el hombre está a la escucha de la Palabra y se habla del futuro de los bienaventurados como gozando de la visión beatífica. Nunca olemos, -oler tiene muy mala prensa, pues mientras no se le añada un adjetivo es indicativo de suciedad- gustamos o tocamos a Dios o nos dejamos tocar por El. No es indiferente que nuestro pensamiento haya seguido esos derroteros. La ascética nos ha impedido gozar del mundo creado y gustar de Dios de forma que los cristianos vayamos con la sonrisa por la vida. El tacto, considerado peligroso por sus connotaciones sexuales, se nos ha prohibido, impidiendo su lenguaje mucho más tierno y cercano que las palabras. ¡A las mujeres cuantos hombres de Dios nos han negado el beso o la mano! Todavía hoy, hay órdenes religiosas que tienen prohibido besar y eso que algunas se ocupan de enfermos ¿Cómo se puede atender a una persona necesitada prescindiendo de la ternura que lleva involucrada la caricia? Por otro lado, el olfato nos llevaría fácilmente el encuentro con Dios, pues su presencia se densifica en los lugares con poca agua y mucha basura. Podemos orar con el poeta a ese Dios que se nos hizo trascendente para que se acerque. ¿Por qué no te oigo? ¿Por qué no te veo? ¿Por qué no me hablas? ¿Por qué no te siento? José Bergamín ¿No será que estamos buscando a Dios en el cielo inconscientes de que tenemos su presencia al alcance de la mano y no acertamos a verla? l. EL DIOS INMANENTE SUFRE Un Dios que se parece a nosotras sufre con su creación. La madre lo realiza pronto en el mismo acto de traer el fruto de su vientre a la vida, en los dolores de parto. Dolores que pronto se olvidan cuando el niño descansa en nuestros brazos. Pero no es sólo el dolor físico sino el moral el que acecha a la 148 LA MUJER IMAGEN DE DIOS maternidad. ¿Qué madre no tiene el corazón partido cuando ve a uno de sus hijos sufrir? Precisamente es en la capacidad de dolor donde se mide la capacidad de amar. Si Dios es incapaz de sufrir es más pobre en sus sentimientos que los seres humanos que sabemos las dos cosas: amar y penar. O renunciamos a definir a Dios como amor o tenemos que aceptar que sufra con nosotros y por nosotros. Es una conclusión a la que se llega más por intuición femenina y mística que por fríos análisis racionales. Desgraciadamente en nuestra descripción de Dios la palabra de los filósofos se llevó la palma a pesar de que Jesucristo y el mismo AT soplaban otros vientos. En el AT Dios hizo suyo el llanto de Raquel que lloraba por sus hijos (Jer 31, 15-20); en contextos de guerra padeció la suerte que sufría el pueblo elegido (Jer 48,31,36) y la propia historia de la salvación comienza cuandQ Dios se entristece al ver la suerte del pueblo esclavo en Egipto. Si todo el sufrimiento en el cosmos Dios lo comparte, también la degradación de la condición femenina. Muchas mujeres, las más pobres de los pobres, violadas y maltratadas por las personas con las que conviven se convierten en nuevos Ecce Horno. No sólo en la maternidad sino también en el envilecimiento y el desprecio somos imagen de Dios. Esta vez en la cruz. Si llevamos estas ideas hasta el fin, tenemos que afirmar que buscamos consuelo en Dios, pero nunca pensamos que también su persona necesita ser consolada. Consuelo en obras que mitiguen el dolor de sus criaturas y consuelo en palabras cuando nos relacionamos con El. Eso es la amistad: compartir alegrías y sufrimientos. 2. EL DIOS INMANENTE ES DEBIL Un Dios que se parece a nosotras no tiene poder, pues tradicionalmente las mujeres no lo hemos detentado. Nuestro Dios débil no pasa por el escándalo de un ser todopoderoso que no hace nada por terminar el sufrimiento del mundo que ha creado. Muchas mujeres se han liberado de las proyecciones infantiles sobre la omnipotencia de Dios, conscientes de que nuestro credo no se basa en las acciones de un salvador victorioso sino fracasado. El misterio del Dios amor, que quiere compartir la vida de los seres humanos, es un misterio de debilidad que la historia ha demostrado puede ser mejor que la fuerza. Desde una concepción divina de este tipo es más factible la búsqueda de métodos menos arrogantes y más humildes de evangelización. Un teólogo procesal, Whitehead, nos alerta sobre el hecho de haber olvidado que nuestra religión tiene su base en la cruz. Sus palabras reflejan lo que debe ser nuestro credo. "El cristianismo no enfatiza al cesar gobernante, o al implacable moralista o al inamovible principio del movimiento. Se apoya en ISABEL GOMEZ - ACEBO 149 los elementos tiernos del mundo, que despacio y sin ruido operan mediante el amor; y encuentran sentido en la presente inmediatez de un reino que no es de este mundo. El amor no gobierna y no permanece inmutable; a su vez tiende a ser olvidadizo de la moral. No mira al futuro sino que tiene su recompensa en el presente inmediato" (23>. Junto a las metáforas que nos hablan de Dios como roca, fortaleza, rey, montaña ... ofrecemos otras como nube, tienda, camino, agua. Con ellas nos acercamos a la vulnerabilidad de Dios, al riesgo que asumió al crearnos de fracaso y de abandono. Un riesgo que hoy sabemos se convirtió en realidad cuando muchas personas niegan conocerle, incluso niegan su existencia. "Estoy a la puerta y llamo" es la lógica del amor que no obliga. El poder de Dios no está en El sino en hacernos libres a nosotros de abrir esa puerta que nos lleva a la plenitud. Su convite es de amor persuasivo, pero sin coaccionar. Esta autohumillación de Dios en la impotencia es la que hace posible tanto la libertad humana como la reciprocidad en la relación que Dios establece con los seres humanos. Esta se haría prácticamente imposible desde una figura divina que no estuviera dispuesta a bajar mil escalones para ponerse cerca de su criatura. Este esquema debe servir de ejemplo a la Iglesia, limitándose en su poder, para dejar espacio de diálogo a los cristianos y a los que no lo son (24>. El sufrimiento y la debilidad van acompañados de su pasión por la justicia y de una justa ira cuando ve los derechos humanos pisoteados. Ese enfado genera toda una serie de acciones encaminadas a mejorar lo que no es justo. A las mujeres se nos ha educado a suprimir nuestras iras, a ser pacientes y a soportarlo todo, pero si queremos ser imágenes de Dios tenemos que salir al paso de las situaciones inmorales (25>. Esa ira de Dios por el mal que sufren sus hijos es la mejor comprensión del pecado. No es la ofensa al Creador sino el mal trato que damos a sus criaturas donde está la negatividad. LOS DETRACTORES En principio tanto los sectores tradicionales como los liberales son conscientes de que muchas cosas tienen que cambiar en la Iglesia Católica con respecto a las mujeres. Las imágenes de Dios como madre han tenido éxito en cuanto. que contentaban a los dos bandos. A los más conservadores puesto que apuntalaba la figura de la mujer madre, de la mujer en casa al cuidado del A.N. WHITEHEAD, Process and reality, Free Press, Nueva York 1978, p. 343. J. VITORIA, No tomar el nombre de Dios en ano, en "Iglesia Viva" 203 (2000), p. 34. E.A. JOHNSON, She who is. The mistery of God in feminist theological discourse, Nueva York 1993, p. 257. 150 LA MUJER IMAGEN DE DIOS marido y los hijos. A los más progresistas en cuanto que lo veían como un paso en una buena dirección que exigiría dar muchos más en ese sentido. Con todo ha habido críticas y es bueno conocerlas. Hay personas que no consideran lícito introducir palabras nuevas para hablar de Dios si éstas no aparecen en la Biblia. Si además son femeninas piensan que oscurecen la kénosis divina, el gran salto del poder a la fragilidad humana, un salto que pasaría desapercibido en femenino, pues en las mujeres no somos capaces de ver poder(261 • Pero lo que más recelo produce es hablar de un Dios inmanente. Hay miedo de volver a la Diosa Gaia y a las Grandes Diosas Madres, un concepto del que se separó el pueblo de Israel pues en sus relatos creacionales lo que quiso fue enfatizar la trascendencia divina. Se habla de retroceso en este pensar e imaginar a Dios, pues el Dios matriz es la vuelta a concepciones menos personales y más arcaicas (271. Para mí, en la medida que la materia ha perdido su carácter negativo, nada hay de malo que Dios le infunda vida desde dentro. Pienso, a su vez, que la consideración de que un Dios matriz es menos personal es hija de la vieja teoría que nos concibe a las mujeres como útero y pechos, desprovistas de cabeza. Será el tiempo el que determine si nuestra oferta es válida y enriquece nuestras imágenes de Dios. Cada persona decidirá de momento por si misma. A MODO DE CONCLUSIÓN De cualquier manera muchas cosas tienen que cambiar. Si Dios se parece a nosotras tendrán que declararse santas a más mujeres, pues su vida habrá reflejado la del Creador. De momento sólo representamos el25% de los santos declarados oficialmente por la Iglesia. Incluso, si la maternidad es un espejo de Dios, algunas de esas santas tendrán que ser mujeres casadas ya que al día de hoy la mayoría de las canonizaciones femeninas corresponden a religiosas. También tiene que cambiar el leccionario y la liturgia, pues el porcentaje de varones que celebramos es muy superior al femenino. A lo largo de los siglos heínos traído vida al mundo, hemos dado de beber y de comer, hemos vestido ... el programa de vida que Jesucristo presentó a sus seguidores para alcanzar el reino. El sentimiento, la ternura, la cercanía han formado parte de nuestra actuación, pero son valores universales que se (26) (27) Ver un buen resumen de las críticas a la teología feminista y sus imágenes sobre Dios en el libro de A. KIMMEL ( ed), Speaking the Christian God. The Holy Trinity and the challenge offeminism, Grand Rapids, 1992. J.M. MARDONES, ¿Adónde a la religión? Cristianismo y religiosidad en nuestro tiempo, Santander 1996, p. 87. ISABEL GOMEZ - ACEBO 151 deben impulsar. Estamos en un momento histórico en el que las mujeres nos sentimos llamadas a compaginar la maternidad y el cuidado del hogar con otros quehaceres que nos alejan de nuestras casas. Para que esto sea posible y no se resientan los hijos y las personas mayores a nuestro cargo, pedimos a los varones que nos ayuden en esas cargas que antes eran sólo nuestras. Pensamos que el lavatorio de los pies supuso un convite a seguir ese ejemplo a todos los cristianos con independencia de su sexo. Tras muchos años de recorte las mujeres sabemos que podemos ser iconos de Dios, y no sólo en las características que se corresponden con la presunta feminidad, sino que queremos transparentar a Dios en la administración del mundo, en su inteligencia, en su creatividad, en su relación con otros seres ... Todos los seres humanos podemos ser iconos de Dios en todas sus facultades. Esa imagen en la que fuimos creados se hace flexible y vuelve al donante, pues las personas que hemos recibido ese don nos convertimos en metáfora de lo divino. Es un descubrimiento reciente para las mujeres que queremos compartir con todo el mundo, pues nos llena de satisfacción y de legítimo orgullo. Si somos capaces de ver a Dios en una imagen dual de varón y de mujer crecerá nuestra estima por su ser, pues hay riqueza en el Dios masculino, pero pobreza si no se complementa con el femenino. Por un lado, será la exigencia que nos empuja a superarnos cada día y por otro la certeza de que nuestro hacer va acompañado de una música de fondo, de una nana que promete mecer en el regazo, que habla de cercanía, aporta consuelo y anuncia un final feliz. El que nos convoca a la trascendencia y a la libertad nos nutre, nos cobija y responde con ternura a las caídas en el camino. Si tomamos el riesgo de la aventura, el Dios femenino nos asegura que está con nosotros, pase lo que pase. No es fácil hablar de Dios y siempre hay que hacerlo con respeto y conciencia de la enorme diferencia con los hombres. Platón en el Timeo decía que "descubrir al hacedor y padre de este mundo es una ardua tarea; y cuando lo habéis encontrado es imposible hablar de él ante el pueblo" (28-c9). Nuestra oferta es modesta y sacada de la vida, pero pienso que ofrece una imagen de Dios nueva y atractiva que al ser menos racionalista y más experiencia! se hace más fácil de captar por las personas. Por eso pienso que esta oferta merece la pena y me pregunto cual ha sido nuestra ceguera que nos ha impedido describir a Dios en estos términos antes. Isabel Gómez - Acebo |
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