ALMOGAREN. 27. (20). Pág. 61-79. ®CENTRO TEOLOGICO DE LAS PALMAS
ACTUALIDAD DEL
DE PRAESCRIPTIONE HAERET/CORUM
DE TERTULIANO
ESPERANZA ALCOVER SANCHEZ
PROFESORA DEL CET
l. INTRODUCCION
Todos conocemos hoy personas que dicen creer cosas, que son
lógicamente incompatibles entre sí. Como ha dicho más de un sociólogo, en
nuestro mundo las varias creencias se ofrecen como en un self service, donde
cada comensal se sirve lo que le parece, en una especie de relativismo que no
distingue los valores culinarios y los valores veritativos: si A me gusta, será
porque A es verdadero para mí. Algunos de estos comensales son cristianos
católicos, incluso cristianos fervientes, pero parece que les da igual. Tampoco
les importa si llegan a saber que sus variopintas creencias proceden de sistemas
diferentes: la argumentación genética les deja impasibles. ¿Por qué no puede
un cristiano creer en la transmigración de las almas -por poner un ejemplo muy
frecuente- aunque esta doctrina proceda del hinduismo? ¿Qué tiene que ver
que tal doctrina presuponga un tipo de enlace sustancial entre "alma" y
"cuerpo" totalmente alejado de la noción hebrea, y aun de la cristiana, por
mucho que la platonicemos? (Eso sin mencionar que cae en la falacia del "si yo
fuera caballo" ... ). No comprenden, o no aceptan, que una creencia
62 ACTUALIDAD DEL DE PRAESCRIPTIONE HAERETICORUM DE TERTULIANO
determinada pertenezca a un sistema de creencias, con implicaciones en la
mentalidad general y la vida cotidiana del pueblo que la sustenta.
Otras veces se trata de cristianos generosos pero con poco equipamiento
cultural, que son captados o al menos inquietados por sectas, muchas veces
estrafalarias, que abusan de su buena fe y de su indefensión <tl.
A todos estos les vendría muy bien la lectura del De praescriptione
haereticorum de Tertuliano, recientemente traducido al castellano<2l.
Tertuliano de Cartago (160 aprox.- 220 aprox. <3l) parte de una situación
muy semejante a la nuestra. En Cartago proliferan las herejías; los ocho
capítulos del Adversus omnes haeresis, que aunque probablemente no es de
Tertuliano, sí es de su época y de un ambiente no lejano al suyo <4l, mencionan
las doctrinas de unos veintiocho herejes, agrupados en unas catorce escuelas;
todos aseguran que son cristianos, y que se basan en las Escrituras.
Verdaderamente los que se desconsuelan al ver lo que algunos cristianos
actuales son capaces de creer, podrían consolarse viendo lo que, según
Tertuliano (Praes. 33, 8), creían los "cristianos" pertenecientes a la secta del
hereje Valentín, "en el cual aquel Eón no sé quién, de nombre extraño y que
(encima) no es siempre el mismo (nombre), genera a partir de su Charis a
Sentido y Verdad; y ésto a su vez procrean a partir de ellos a Verbo y Vida, y
luego éstos generan al Hombre y la Iglesia; de esta primera ogdóada de Eones
(1)
(2)
(3)
(4)
Menos mal que el año 2000 ya llegó, y casi pasó, y no sucedió la apocatástasis ni ningún
otro portento. Véase J.A. RODRIGUEZ ROCA, La esperanza cristiana ante la
expectación del final y comienzo del milenio, en Almogaren, 25, 1999.
E. ALCOVER, De praescriptione haereticorum de Tertuliano. Estudios Eclesiásticos, 293
(junio de 2000). Introducción, traducción y notas). He seguido el texto latino del Corpus
Christianorum, a cargo de R.F. REFOULE (Turnhout 1954). (El estudio de la obra
aparece en el número siguiente de la misma revista. Ambos formaban parte de una
memoria de licenciatura en teología, presentada en la U.P. de Comillas bajo la dirección
del profesor G. URIBARRI, en septiembre de 1999). La editorial Ciudad Nueva está
preparando otra traducción. Cuando remito en adelante a notas a la traducción, se
entiende que son a la traducción mía.
Sigo siempre la cronología de FREDOUILLE, Tertullien et la conversion de la culture
antique, París 1972, pp. 487-488. El De praescriptione es una de las primeras obras de
Tertuliano, escrita hacia el año 200, no antes del año 197 ni después del 206.
El último hereje mencionado es Práxeas, al cual sólo conocemos por el Adversus Praxean
de Tertuliano; por eso se le ha atribuido a él. La Edición del C Ch lo publica entre sus
obras, al final, pero advierte en el monitum inicial que "parece que se escribió en Roma,
en tiempos del papa Ceferino, tal vez a su dictado". Ceferino fue papa los añoa 199-217.
Según BERARDINO, Dizionario Patrístico e di Antichitii Cristiana (Roma 1983) artículos
"herejías" e "Hipólito", debe ser un resumen del Syntagma de HIPOLITO, escritor
palestinense de la primera mitad del siglo III (homónimo del Hipólito de Roma que murió
en la persecución de Maximino, entre los años 235-238); BERARDINO cree que
Syntagma no puede ser anterior al año 240. Lo conocemos a través de dos versiones: una
que se subdivide en dos ramas (Epifanio de Salamina y Filastrio de Brescia), donde el
último hereje mencionado es Noeto, y otra, atribuida al papa Ceferino o a Tertuliano (que
es la que viene en el C Ch), en la cual se substituye a Noeto por Práxeas, como más familiar
a los lectores latinos. (Ibídem). La Clavis patrum Latinorum (Darmstadt 1964) lo pone
entre las obras de Tertuliano y no dice más.
ESPERANZA ALCOVER SANCHEZ 63
surgen luego otros diez, y los restantes doce Eones de nombres maravillosos y,
ya en plena fábula, los treinta Eones". Aun descontando lo que nuestro autor
pueda caricaturizar, es un cristianismo un poco raro csl; también lo es el de los
cainitas (mencionados en el Praes. 33, 10), que se oponían al bautismo ...
Muchos cristianos están alarmados: parece que la herejía lo va a inundar
todo. Tertuliano por su parte no está asustado, pero sí malhumorado: "las
herejías sacan su fuerza de la debilidad de algunos, pero no tienen fuerza
alguna si dan con una fe verdaderamente fuerte" (Praes. 2, 8). Por eso al
comienzo de su carrera compone un "Escrito previo acerca de los herejes" c6l,
en el que reúne argumentos varios que pueden aplicarse a las herejías en
general; más que atacar a los herejes, lo que busca es defender a los cristianos,
a los cuales se dirige la obra.
El De praescriptione haereticorum es un escrito muy denso, una obra
maestra, que apela a la vez al sentido moral de los fieles (vosotros no debéis
colaborar con los herejes), a la responsabilidad cristiana (no somos
"propietarios" de nuestra fe), y a la inteligencia humana, que de suyo tiende a
la verdad C7
l.
De entre los muchos argumentos que emplea Tertuliano, vamos a
seleccionar dos, que nos parecen fundamentales: la noción de praescriptio, y el
papel de la regula fidei.
2. LA NOCION DE PRAESCRIPTIO
Tertuliano quiere tranquilizar a los fieles y apartarlos de la pelea. Para
lograr lo primero, repite que, como ya dijo Pablo (1 Cor 11, 19), "es necesario
que haya herejías" (Praes. 4, 6; 5, 2; 30, 4; 36, 7 csJ; 39, 1 y 7). En vez de
asustarnos, "¿no será mejor que recordemos C9l tanto los avisos del Señor como
las cartas de los apóstoles, que ya nos advirtieron que sobrevendrían herejías y
nos señalaron que debíamos huir de ellas( ... )? El Señor enseña que vendrán
"muchos lobos rapaces con piel de ovejas", ¿Qué son esas pieles de ovejas sino
apariencias exteriores del nombre de cristianos?" (4, 1-3). Pues los herejes
dicen ser cristianos, pero no lo son C10l.
(5) Tertuliano da una descripción más amplia en los capítulos 7-18 delAdversus Valentinianos.
(6) En el segundo de los artículos antes citados (IV Conclusiones), justifico esta traducción
para el título del De praescriptione.
~7) Tema que toca por la misma época en el De testimonio animae.
8
9
) En mi opinión; puede verse la nota a la traducción.
) memores: 4, 1 y 44, 7, formando inclusión. La memoria cristiana es una pieza importante
para la noción de prae-scriptio. (En adelante, todas las citas que demos pertenecen al De
praescriptione, mientras no se avise otra cosa).
(10) Tertuliano tiene mucho interés en remarcar esto, porque ha observado que los cristianos,
tan fuertes en su fe ante los paganos, se dejan, en cambio, pertubar por los herejes: es
64 ACTUALIDAD DEL DE PRAESCRIPTIONE HAERETICORUM DE TERTULIANO
Los herejes se presentan como muy celosos por la fe: "¿No dijo Cristo:
"buscad y encontraréis"? Venid a buscar con nosotros" <11l. Naturalmente la
búsqueda se hace sobre las Escrituras pues "¿con qué otra base podrían hablar
de las cosas de la fe, sino con los libros de la fe?" (14, 14). Pero luego ellos
hacen trampas, pues modifican las Escrituras y las interpretan a su aire <12l: así
no se puede discutir, puesto que ellos cambian los datos cada vez que les
conviene (14,9). Tal y como algunos herejes emplean las Escrituras, cualquiera
puede extraer cualquier argumento de cualquier escrito preexistente, como
hacen los "homerocentones" en nuestros días (39, 3-5) <13l.
Tertuliano está harto de que los creyentes se dejen embaucar. El no
puede impedir que los herejes se apoyen en la Escritura, pero puede demostrar
que no tienen derecho a hacerlo y, por tanto, los cristianos no deben colaborar
en esa obra, moralmente injusta y perjudicial para su fe, pues en el curso de la
búsqueda, que suele ser inacabable (7, 6-7), muchos cambian de fe sin darse
cuenta. Por eso quiere convencer a los fieles de que no acepten discutir sobre
las Escrituras: sobre no ser ninguna utilidad, Pablo nos lo ha prohibido
(capítulo 16-18). Este es el punto de partida del tratado De praescriptione.
El debate imaginario tiene lugar ante la asamblea cristiana, que es la que
ha de juzgar. Así nuestro autor presenta su obra como si fuera una pieza forense:
los herejes pretenden someter a juicio a la fe, empleando a las Escrituras como
testigos; pero antes hay que dilucidar un punto previo, a saber: ¿acaso tienen
ellos derecho a usar nuestras Escrituras para defender su fe? (15, 3-4)<14l.
(o o o)
(11)
(12)
(13)
(14)
porque éstos se presentan como cristianos. Su apariencia cristiana es una superchería
peligrosa, que Tertuliano quiere destruir. Por eso su repetida afirmación de que los herejes
no son cristianos, en forma cada vez más clara y vehemente: 6, 1-2 (simple insinuatio, con
la auctoritas de Pablo); 14, 10 y 13; 16, 2; 36, 8; 37; 40, 8 hasta el final.
Lo mismo cuenta Ireneo (Adv. haer. 11, 17; 11,92. Migne P.G. vol. 7). Según DANIELOU,
Les origines du Christianisme Latin, París 1978, pp. 153 y 157 este versículo fue muy
importante en la discusión del siglo 11; "es profundamente exacto que los herejes se servían
de él para introducir sus doctrinas". Por eso Tertuliano dedica nada menos que siete
capítulos (8-14) de los 44 que abarca el De praescriptione, a desmontar el uso que los
herejes hacían de este versículo de Mt, presentando su propia exégesis del pasaje.
Marción no admitía el A.T.; y del N.T., sólo admitía el Evangelio de Lucas (véase Adversus
Marcionen IV, 2, 4) y las cartas de Pablo, con varios arreglos de detalle. Valentín aceptaba
toda la Escritura, pero sus interpretaciones eran ciertamente sorprendentes, como ya
hemos podido ver.
Lo mismo dice IRENEO: los gnósticos aprovechan la Escritura como los autores de
centones aprovechan a Homero: qui autem scit Homerica, cognoscet quidem versus,
argumentum auten non cognoscet, el que se sabe a Homero, reconocerá sin duda los versos,
pero no reconocerá el argumento (Adv. haer. 1, 1, 20).
En mi opinión, este "punto previo" responde a la noción jurídica romana de praescriptio:
una cuestión previa, expresada generalmente en forma condicional, que el juez ha de
examinar antes de realizar un juicio determinado; si la circunstancia alegada resulta ser
cierta, se produce un "no ha lugar" que permite zanjar el pleito sin necesidad de debatirlo.
De este modo la praescriptio sustituye un asunto por otro asunto previo, que es lo que
Tertuliano quiere lograr aquí: sustituir el juicio a la fe, en el cual malamente se puede
lograr una victoria segura (19, 1) puesto que los herejes hacen trampas, por un juicio previo
sobre el derecho de los herejes a apelar a las Escrituras para atacar la fe cristiana.Examino
este punto detalladamente en E. ALCOVER, Estudio sobre el "De praescriptione
haereticorum" de Tertuliano, en Estudios Eclesiásticos, 294, 2000.
ESPERANZA ALCOVER SANCHEZ 65
Para resolver este punto previo, Tertuliano aduce un hecho que está
dicho como de pasada, pero yo creo que es la base de toda la argumentación,
un supuesto previo para la praescriptio <
15>: "Pues ( ... ), el orden natural de las
cosas pediría que expusiéramos primero aquel punto, el único que ahora
tenemos que discutir: a quién corresponde la fe misma de la cual son las
Escrituras" (19, 2: quibus competat fides ipsa, cuius sunt scripturae). Es decir:
las Escrituras son "Escrituras de algo" (instrumenta: 38, 2-3 y 8; 40, 7), no
"Escrituras de nada": pues a quien pertenezca ese algo, pertenecerán también
ellas <
16>. Dicho de otro modo: las Escrituras no son un texto neutral que cada
uno puede interpretar como quiera, una especie de novela como "El asno de
oro" de Apuleyo, casi coetáneo y compatriota de Tertuliano, y que debía ser
muy popular en Cartago; no, no: las Escrituras son "Escrituras de una fe": pues
de quien sea esa fe, de ése son las Escrituras. O sea: "Escrituras de una
doctrina" y "doctrina de esas Escrituras" son inseparables, como el pergamino
y las letras que están trazadas en él, que es un ejemplo clásico del Derecho
Romano, o como las dos caras de una misma hoja de papel; mejor aún:
posesión de la fe y posesión de las Escrituras no son más que una misma
posesión, como dice Michaelides, puesto que son bienes indisociables <17>.
Una vez dicho esto, en la ficción jurídica en la que Tertuliano ha situado
su discurso, se supone que el juez preguntaría: "Y de quién es esa fe?". A lo
cual Tertuliano responde: "de la Iglesia". Y el juez tendría que resolver: "pues
de ella son las Escrituras". De modo que ahora nuestro autor tiene que
demostrar que, en efecto, "la fe de las Escrituras" (y por tanto "las Escrituras
de la fe") es de la Iglesia; es lo que va a hacer en el cuerpo del tratado,
empezando en el mismo párrafo 19, 2.
Pues el párrafo continúa: "( ... a quién corresponde la fe misma de la cual
son las Escrituras), a partir de quién, y por medio de quiénes, y cuándo, y a
quiénes se ha entregado esa doctrina por la cual los hombres se hacen
(15)
(16)
(17)
Tan de pasada está dicho que algunos estudiosos no se fijan en él, a lo que colabora cierta
indecisión en la trad~~ión textual. (Véase la nota a la traducción de 19, 2). Yo sigo en este
punto a D. MICHAELIDES, Foi, Ecritures et tradition. Les prescriptipns chez Tertullien,
Théologie 76. Aubier-Montaigne, París 1969, pp. 37-46 y a J.P. MAHE, introducción a su
edición del De carne Christi, S.C. 216. París 1975, pp. 118-120.
En el Derecho Romano se llama instrumenta rei a los elementos accesorios o pertenencias
de un bien principal: por ejemplo la vaina en relación con la espada, el marco en relación
con el cuadro. Estos elementos accesorios (la vaina, el marco) siguen generalmente en las
fuentes jurídicas el mismo destino que la cosa principal (la espada, el cuadro), aunque hay
excepciones. (Véase J. ARIAS RAMOS y J. ARIAS BONET, Derecho Romano,
Editorial Revista de Derecho Privado, en Edersa, Alcobendas 1997, I, pp. 115-116.
Aquí queda enunciado un importantísimo principio exegético, que Tertuliano formula
para la fe católica, pero nosotros hoy podemos y debemos extender a otras religiones:
cualquier texto perteneciente a una determinada tradición religiosa, sólo puede ser
interpretado con arreglo a lo que esa tradición entienda como verdadero; si se le saca de
su tradición, el texto se vuelve irrelevante e inexpresivo; pues el texto en cuestión no es
"texto" a secas, sino "texto de tal fe"; si se le quita la "tal fe", se le quita también el "es":
se le des-sustancia; no se trata sólo de un deber de respeto, sino de pura lógica.
66 ACfUALIDAD DEL DE PRAESCRIPTIONE HAERETICORUM DE TERTULIANO
cristianos. Pues donde resulte estar la verdad de la disciplina y de la fe cristiana,
allí estará la verdad de las Escrituras y de sus exposiciones, y de todas las
tradiciones de los cristianos" (19, 2-3). De este modo Tertuliano convierte su
alegato jurídico-teológico en una exposición histórica, que desarrolla en el
capítulo 20: la Iglesia es la legítima poseedora de "la fe de las Escrituras",
porque a ella se la confiaron los apóstoles. Por eso la Iglesia es "apostólica": el
fundamento de su derecho es la apostolicidad(18J. (Pero ella es "poseedora", no
"propietaria": la Iglesia tiene un depositum -capítulo 25- que está obligada a
conservar fielmente en beneficio de los que vengan detrás; por eso
precisamente no puede dejarse arrebatar la "fe de las Escrituras" (ni las
"Escrituras de la fe"): porque no es suya.
La apostolicidad se desenvuelve sin interrupción, en una traditio
continua, que abarca tres etapas: desde Cristo a los apóstoles; desde los
apóstoles a las iglesias "apostólicas" que ellos fundaron, y que todavía
subsisten hoy (en el "hoy" de Tertuliano): Corinto, Filipos, Efeso, Esmirna,
Roma (32, 2; 36, 2) (19J; desde estas iglesias "apostólicas" (en sentido fuerte) a
las iglesias que ellas mismas fundaron, en vida de los apóstoles o después de
morir ellos, y a las que se siguen fundando cada día (32, 7), pasando "de una en
otra el sarmiento <2o¡ de la fe y las simientes de la doctrina" (20, 5). Por lo cual
"también ellas mismas serán consideradas apostólicas, como nuevos brotes de
las iglesias apostólicas" (20, 6).
"Por eso, sigue Tertuliano, a partir de aquí presentamos una cuestión
previa (praescriptio ): si el Señor Jesucristo envió a sus apóstoles a predicar, no
hay que acoger a otros predicadores más que a los que Cristo estableció, puesto
que tampoco al Padre le conoce otro sino el Hijo, y aquél a quien el Hijo se lo
ha revelado, ni parece que el Hijo se lo haya revelado a otros más que a los
apóstoles, a los cuales envió a predicar; (a predicar), ciertamente, lo que les
había revelado" (21, 1-2). Es la primera praescriptio <21¡: si Cristo envió a unos
apóstoles determinados, no hay que escuchar a otros <22¡. Los predicadores
(18)
(19)
(20)
(21)
(22)
Por eso dice R.F. REFOULÉ, Tertullien. Traité de la prescription contre les héretiques.
Introduction, texte critique et notes de R.F. REFOULE. Traduction de P. DE
LABRIOLLE. S.C. 46. París 1957, pp. 29-32, que la apostolicidad es el tema fundamental
del De praescriptione. Esta introducción, pp. 11-86, es quizá el estudio más claro, ordenado
y completo que he consultado.
Uno de los aspectos más interesantes de la lectura de Tertuliano es lo cerca que está de los
orígenes; a pesar de lo cual presenta una Iglesia muy estructurada, muy hecha.
traducem: mugrón; sarmiento que, sin cortarlo de la vid, se entierra para que arraigue; es
una alusión a Jn. 15,2-5.
Así la llama Tertuliano. Se discute qué es lo que Tertuliano entiende por praescriptio y
cuántas hay en el De praescriptione. En la nota 14 de este trabajo he expresado
someramente lo que creo que es. Sobre la segunda cuestión, mi opinión es que hay dos,
más una cuestión previa (la de 19, 2 a). Lo estudio detenidamente en Estudios Eclesiásticos
294,2000.
Ni siquiera discutir con ellos, pues Pablo lo ha prohibido. (Capítulo 16; véanse las notas a
la traducción).
ESPERANZA ALCOVER SANCHEZ 67
heréticos, cuyas doctrinas se oponen a las de los apóstoles, han llegado
después: luego no hay que escucharlos <23l.
En cuanto a "qué cosas predicaron ellos, esto es, qué cosas Cristo les
reveló, también aquí presentaré cuestión previa <24l: que no debe examinarse de
otro modo sino a través de las mismas iglesias que fundaron los propios
apóstoles, predicándoles ellos mismos, tanto primero de viva voz, como suele
decirse, como después a través de sus cartas" (21, 3). Es la segunda praescriptio:
si los apóstoles fundaron unas iglesias determinadas, no hay que acudir a otras.
"Si esto es así, concluye Tertuliano, es por tanto igualmente claro, que
toda doctrina que respira al unísono con aquellas iglesias apostólicas que son
las matrices y fuentes originales de la fe, debe ser considerada como
perteneciente a la verdad, ya que contiene sin duda lo que recibieron las
iglesias de los apóstoles, los apóstoles de Cristo, Cristo de Dios; y que debe, en
cambio, ser juzgada previamente como procedente de la mentira, toda doctrina
que tenga algún sabor contra la verdad de las iglesias y de los apóstoles de
Cristo y de Dios. Nos queda, pues, por demostrar si esta doctrina nuestra, cuya
regla de fe hemos expuesto arriba <25
), debe ser considerada como procedente de
la tradición de los apóstoles, y, por este mismo hecho, las otras (doctrinas)
vienen de la mentira. Estamos en comunión con las iglesias apostólicas porque
en nada difiere nuestra doctrina de la suya: este es el testimonio de la verdad
(21, 4-7) (26
).
Por su parte los herejes tampoco se atreven a decir que Cristo se
equivocara. Para explicar la diferencia, a veces asombrosa, que hay entre sus
doctrinas y la de la "gran iglesia", los gnósticos apelan a una cadena de
doctores que se remontaría hasta los apóstoles <27l y que sería transmisora de
una enseñanza oral esotérica (sólo para algunos). Habría, pues, en el origen
dos enseñanzas cristianas: una general y para todos, y otra para los iniciados.
Tertuliano se opone diametralmente a todo esoterismo.
(23~ (24
(25
(26)
(27)
Es la praescriptio novitatis, formulación clara y breve de la apostolicidad.
Praescribam.
En el capítulo 13, cerrando así solemnemente la primera parte del tratado. Volveremos
sobre ello más adelante.
En 20, 8 ha dicho que "prueban la unidad la comunicación de la paz, y el nombre de la
fraternidad, y las marcas recíprocas de la hospitalidad" (communicatio pacis et appellatio
fraternitatis et contesseratio hospitalitatis). Véase la nota a la traducción.
Según una carta que el gnóstico Ptolomeo dirige a una tal Flora hacia el año 165. (Citada
por Y.M.J. CONGAR, La tradición y las tradiciones, en Dinar, San Sebastián 1964, p. 162,
nota 56. Frente a esto los católicos se esfuerzan en establecer listas cronológicas de los
obispos, al menos los de las sedes más importantes; la successio episcoporum se entiende
como signo y garantía de la apostolicidad de la doctrina. Véase CONGAR, op.cit., p. 132,
nota 57, citando a HEGESIPO. También BERARDINO, op.cit., artículos "sucesión"
(apostólica) y "listas episcopales". Tertuliano se suma a esta tendencia geneal en el
capítulo 32.
68 ACTUALIDAD DEL DE PRAESCRIPTIONE HAERETICORUM DE TERTULIANO
Los herejes, como no pueden negar el punto inicial de la doctrina, lo que
niegan es la transmisión: los apóstoles no lo sabían todo, o no dijeron todo a
todos, o las iglesias entendieron mal. Tertuliano rebate sucesivamente estas
teorías en los capítulos 22 a 29, con ayuda de la Escritura y del sentido común:
¿cómo que los apóstoles no lo sabían todo? ¿Tan brutos eran y tan mallos
eligió el Señor? ¿Y el Espíritu Santo, que el Señor prometió, tampoco sirvió
para nada? ¿Los apóstoles, que hablaban libremente en las plazas y en las
sinagogas, se callaban luego cosas cuando estaban en casa? Pues no sé cómo
lograron convertir a nadie, si daban la doctrina a cachitos ...
En estas páginas campea la chispeante ironía del autor: "Por lo que yo
sé, (los apóstoles) a nadie temían, ni la violencia de los judíos ni la de los
gentiles. Tanto más libremente predicarían en la iglesia los que no callaban en
las sinagogas ni en los lugares públicos. Ciertamente no habrían podido
convertir a los judíos ni atraer a los paganos, si no hubieran expuesto
ordenadamente lo que querían que creyeran. Con mucha más razón no habrían
sustraído nada a las iglesias ya creyentes, para confiárselo en privado a unos
pocos. Y por mucho que algunas cosas las discutían entre los de casa, por
decirlo así, no es creíble que fueran tales como para dar lugar a una nueva regla
de fe, distinta y contraria a la que todas las iglesias declaraban públicamente,
de modo que un Dios profesaran en la iglesia, otro en casa; una substancia
atribuyeran a Cristo en público, otra en secreto; una esperanza en la
resurrección anunciaran delante de todos, otra ante unos pocos; (y esto)
mientras ellos mismos suplicaban en sus cartas que todos hablaran una misma
y sola cosa, y que no hubiera cismas ni disensiones en la Iglesia, puesto que
tanto Pablo como los otros enseñaban la misma doctrina" (26, 6-11).
Haciendo una reductio ad absurdum, Tertuliano finge ceder, en el
capítulo 28: "Pero admitamos que todas (las iglesias) se equivocaron, que
también el apóstol se engañó al dar testimonio sobre algunas <
28l; que el Espíritu
Santo no veló sobre ninguna para guiarla a la verdad, (él que) para esto fue
enviado por Cristo y para esto fue pedido al Padre, para ser maestro de la
verdad. El mayordomo de Dios, el vicario de Cristo, descuidó su oficio,
dejando que las iglesias entendieran en el entre tanto <29
) otras cosas, creyeran
otras cosas distintas de lo que El mismo predicaba a través de los apóstoles.
Pero ¿es verosímil que tantas y tan importantes iglesias hayan errado el camino
(para confluir) en una misma fe? Ningún acontecimiento aleatorio (Jo)
(28)
(29)
(30)
En el capítulo anterior ha reconocido que Pablo censura a algunas iglesias (citando Gál3,
1; 5, 7; 6; 1 Cor 3, 1-2; 8, 6; pasajes en los cuales se apoyan los herejes). ¡Pero también alaba
a otras ... !
lnterim: mientras (Cristo volvía). A mi entender hay una alusión a la parábola de Mt 24,
45 y SS.
Eventus. Es una imagen del juego de los dados, al que tan aficionado eran los romanos:
varios jugadores, tirando al azar, es difícil que saquen todos el mismo número. Este
ESPERANZA ALCOVER SANCHEZ 69
(repartido) entre muchos da un solo resultado: el error en la doctrina de las
iglesias debería haber introducido variaciones (entre ellas). Lo que, sostenido
en muchos lugares diferentes, resulta ser uno, no ha sido discurrido (3!J, sino
entregado por tradición. ¡Atrévase alguno a decir que erraron los que iniciaron
la tradición!".
De este modo Tertuliano desemboca en el tema de la Tradición: los
apóstoles son los únicos "acreditados" oficialmente por el Señor para difundir
su doctrina (al ser los únicos, tendrán que ser veraces, so pena de llamar
mentiroso a Cristo y al mismo Dios). ¿Cuándo tuvo lugar esa acreditación? En
Mt 28, 19, cuando les dijo "id y enseñad" (citado textualmente en 20, 3; citado
libremente en 21, 2 y aludido al final de la obra, en 44, 9). Las iglesias que los
apóstoles fundaron (y que aún existen cuando escribe Tertuliano) son las
únicas a quienes ellos a su vez confiaron la doctrina: luego las "Escrituras de
esa doctrina" son suyas y de nadie más, en virtud del "argumento previo" de
19, 2. Las demás iglesias son también "apostólicas" por la comunión en la
misma doctrina, como ha dicho en 20, 5 y ss. Si los herejes, que han llegado
después <
32l, quieren participar en la misma vida y los mismos derechos (20, 8-9),
no tienen más que profesar la misma doctrina <33l.
Pero algunas doctrinas heréticas son antiguas, del tiempo de los
apóstoles: luego la praescriptio novitatis no se les aplica... Cierto, dice
Tertuliano, algunas son de entonces, y ya fueron condenadas por los apóstoles,
luego siguen estando condenadas ahora: el capítulo 33 presenta a los apóstoles
condenando doctrinas de su época que ahora son profesadas por tal o cual
secta. El autor desemboca así en el dilema de 34, 6-9; si las herejías de ahora
son las mismas de entonces, ya fueron condenadas entonces; si son otras, caben
dos posibilidades: a) si dicen lo mismo que decían aquéllas, ya fueron
condenadas; b) si dicen cosas distintas, también están condenadas, por ser
tardías <3•l. Porque si dijeran lo mismo que dicen las iglesias todas (las
"católicas"), estarían en paz y comunión con ellas: lo cual no ocurre, como dirá
en 42, 10. (Véanse también 30, 2)<35l.
( ... )
(31)
(32)
(33)
(34)
(35)
argumento que yo llamo "de frecuencia estadístisca", se ha empleado muchísimo en la
apologética posterior: si "tantas y tan grandes iglesias" (28, 1) hubieran caminado al azar
en su búsqueda de la verdad, no habrían acabado confluyendo todas en el mismo punto.
Erratum. Tertuliano juega con los dos sentidos de errare: "caminar errante" y "cometer un
error".
Como decíamos en la nota 23, es la formulación de la praescriptio novitatis (prescripción
de novedad, o "de anterioridad y posterioridad"): Cristo envió a sus apóstoles entonces;
los apóstoles fundaron iglesias entonces: vosotros, herejes, habéis llegado después. (Por lo
menos Marción y Valentín, que son los peores, son de anteayer, como sabe todo el mundo
y Tertuliano recuerda en el capítulo 30).
En el Adversus Marcionem, I, 20, 1 Tertuliano exclama con ironía: "¡Oh Cristo,
pacientísimo Señor, que durante tantos años soportaste que tus p;tlabras se predicaran al
revés, hasta que vino Marción a ayudarte!" (Citado por REFOULE, op.cit., p. 125, nota 1).
Ya avisaron los propios apóstoles que vendrían después de ellos errores nuevos y
desconocidos.
El mismo Señor, como sabía lo que iba a ocurrir, profetizó en la parábola del trigo y la
cizaña que primero sería la buena doctrina y luego el error (capítulo 31).
70 ACTUALIDAD DEL DE PRAESCRIPTIONE HAERETICORUM DE TERTULIANO
Y todas estas condenas, como la "acreditación" apostólica de Mt 28, 19,
constan por escrito: son, pues, un prae-scriptum en el sentido literal y
etimológico de la palabra: un documento previo que puede aportarse en un
litigio y condiciona la actuación del juez.
Tertuliano está convencido de que al acabar su alegato cualquier juez
imparcial tendría que fallar a su favor. Pero en la realidad el juez ante el cual
habla Tertuliano no es ningún magistrado romano(36>, sino la entera comunidad
de los fieles: pues en tal caso más obligados están a fallar a su favor (37>, ya que
son los apóstoles los que iniciaron la traditio: ellos son los auctores de las
iglesias cristianas: fundadores, legisladores y jueces (38>; poseen las auctoritas que
les confirió Cristo el día de la Ascensión, según Mt 29,19; por tanto su juicio es
vinculante para los cristianos: cuando ellos lo pronunciaron, ahora (cuando
Tertuliano escribe) y siempre (es el semel de 44, 9).
El tratado podría terminar aquí. Pero el arte y el brío del autor no le
permiten detenerse; no basta con desbancar al adversario: hay que pasar al
contraataque: "Con estos argumentos hemos desafiado y vencido a todas las
herejías, sean posteriores a los apóstoles o coetáneas con ellos, con tal que sean
opuestas a las doctrinas de los apóstoles; sean señaladas por ellos en general, o
en particular, con tal que hayan sido condenadas; que se atrevan a responder
también ellas, lanzando algunas prescripciones (39> semejantes contra la doctrina
nuestra" (35, 1).
Desde que Cristo y los apóstoles trajeron al mundo la plenitud de la
verdad, el campo de la verdad no ha sido un terreno baldío: la Iglesia lo ha
ocupado, y ha rendido los debidos frutos (los que ha enumerado en 29, 2:
evangelización, bautismos, obras de la fe, ministerios, coronas del martirio); la
asiste, pues, el derecho del primer ocupante (35, 3) (40>: ¿cómo pueden los
(36)
(37)
(38)
(39)
(40)
En mi opinión, el autor tiene muy en cuenta Mt 5, 26 y 1 Cor 6, 1-6: los cristianos no deben
acudir a los tribunales paganos: ellos tienen su propia Ley (la regula fidei, como diremos
luego) y su propia fides; lo que deben hacer no es saberse las leyes paganas, sino ser
memores de las palabras de Cristo y de los apóstoles (4, 1 y 44, 7, enmarcando todo el
tratado).
Es decir, a favor de la Iglesia, si recordamos la situación inicial: la Herejía pretende
arrebatar a la Iglesia las Escrituras para construir con ellas sus doctrinas propias, y
Tertuliano defiende a la Iglesia: si los herejes quieren tener doctrinas propias, que se
busquen unas Escrituras propias, en vez de estropearnos las nuestras. Pues cada Escritura
edifica su Iglesia: la Iglesia es de la doctrina, no al revés (29, 7). Véase la nota a la
traducción de 29, 7 y a la de 38, 5. ,
Los apóstoles como auctores aparecen en 6,4 y 37,4. MICHAEELIDES, op.cit., p. 94, nota
55) véase también pp. 95-99) aporta los significados de auctor: autor de un libro (en
nuestro caso, los escritos del N.T.), doctor, testigo, garante, fundador de una estirpe (la
cristiana: los cristianos son famuli Dei), creador de un derecho (los que comparten los
cristianos en 20, 9), persona que posee auctoritas. Ciertamente los apóstoles son auctores
de nuestra fe en todos estos sentidos.
Praescriptiones.
A mi juicio, aquí empieza la metáfora tomada del derecho de propiedad, que casi todos los
estudiosos reconocen en el capítulo 37. (Véanse las notas a la traducción. Lo estudio en
detalle, en Estudios Eclesiásticos 294, 2000.
ESPERANZA ALCOVER SANCHEZ 71
herejes pretender echarla? En el capítulo 37 Tertuliano se encara directamente
con ellos:
-"¿Quiénes sois? ¿Cuándo y de dónde habéis llegado? ¿Qué hacéis en
lo mío, si no sois de lo mío? ¿Con qué derecho, Marción, talas mi bosque?
¿Con qué permiso, Valentín, desvías el agua de mis fuentes? ¿Con qué
autoridad, Apeles, mueves las lindes de mi campo? [La posesión es mía]. ¿Por
qué sembráis y metéis vuestro ganado aquí a vuestras anchas, vosotros (que
sois) ajenos? Mía es la posesión, la ocupo desde antiguo, la ocupo antes que
vosotros; son firmes (los documentos de) mis orígenes (41¡, (extendidos) por los
propios autores, a los cuales perteneció el bien (en litigio) (42¡. 5 Yo soy el
heredero de los apóstoles. Tal como ellos dispusieron en su testamento, tal
como lo confiaron a mi fidelidad (43!, tal como lo sellaron con juramento, así lo
mantengo yo. 6 A vosotros, ciertamente, os desheredaron siempre, y os
echaron fuera como extraños, como enemigos. 7 Pero ¿de dónde (os viene a
vosotros), herejes, (el ser) extraños y enemigos de los apóstoles, sino de la
oposición de vuestra doctrina, la cual cada uno de vosotros, según su capricho
y yendo contra los apóstoles, ha inventado, o ha recibido de otros?".
3. EL PAPEL DE LA REGULA FIDEI O "REGLA DE FE"
Es otro tema importante en el De praescriptione.
Hacia el final del prefacio de este tratado, Tertuliano concluye su
comentario del "buscad y encontraréis" diciendo: "Busquemos, pues, en lo
nuestro y entre los nuestros (44¡ y sobre lo que es nuestro, e (investiguemos) sólo
lo que puede venir a pública discusión sin que padezca la regla de fe" (12, 5).
Y añade solemnemente: "Pues existe una regla de fe, ( ... ) a saber: aquella
según la cual creemos" (13, 1).
(41)
(42)
(43)
(44)
Origenes firmas. Son los origines de 32,1 y los census de 32, 2. Ahora se añade el matiz de
que son firmas, constantes, o sea, sin interrupción alguna a partir de los propios
fundadores.
Durante el imperio se había ido extendiendo a los fundos provinciales, con el nombre de
longi temporis praescriptio o longae possessionis praescriptio, el tradicional derecho
romano de adquisición por usucapio. La Ley exigía que la ocupación hubiera sido
ininterrumpida durante un período largo de tiempo (un mínimo de diez o veinte años
según los casos), que hubiera un iustus titulus (motivo justificado) para ella, y ausencia de
dolo o violencia en el origen. (Véase ARIAS RAMOS, op.cit., I, pp. 264-269). En la
argumentación de Tertuliano queda claro que las Escrituras (y la verdad cristiana, cuyo
instrumentum son las Escrituras), no son una res nullius (35, 3); pertenecen a Dios, Cristo,
los apóstoles. (Por este orden: 21, 4; 37, 1). Pero los apóstoles ya murieron. Por eso
Tertuliano habla a continuación de la herencia: los apóstoles son los auctores primitivos, a
los cuales pertenecía la res en litigio, y la Iglesia es su legítima heredera.
Sicut fidei commiserunt: tal como instituyeron ellos el fideicomiso. En mi opinión
Tertuliano alude aquí claramente al fideicommissum familiae (los cristianos son famuli
Dei, como ya hemos dicho) relictum. (Véanse ARIAS RAMOS, op. cit., I, pp. 850-857; A
TORRENT, Fideicommissum familiae relictum, en Universidad de Oviedo 1975. Lo
estudio despacio en Estudios Eclesiásticos, 294, 2000.
No entre los herejes, que son enemigos de nuestra fe (12, 1-4).
72 ACTUALIDAD DEL DE PRAESCRJPTIONE HAERETICORUM DE TERTULIANO
A continuación la expone detalladamente: "Que hay un solo Dios, y no
existe ningún otro fuera del creador del mundo, el cual ha sacado todas las
cosas de la nada, mediante su Palabra, emitida al principio de todo. Que esta
Palabra, llamada Hijo Suyo, bajo el nombre de Dios fue vista de varios modos
por los patriarcas, fue siempre oída en los profetas <45¡; por último, desde el
Espíritu de Dios Padre y por su poder, descendió sobre la Virgen María y,
hecha carne en su seno y nacida de ella, vivió con el nombre de Jesucristo. Que
más adelante predicó una Nueva Ley y una nueva promesa del Reino de los
Cielos, realizó milagros, fue clavado en la cruz, resucitó al tercer día y,
arrebatado a los cielos, se sentó a la derecha del Padre, envió la fuerza vicaria
del Espíritu Santo que impulsa a los creyentes, vendrá con toda su claridad
para entregar a los santos el fruto de la vida eterna y las promesas celestiales,
y para condenar a los profanos al fuego perpetuo, después de realizar la
resurrección de ambos grupos, junto con la restitución de la carne" (13, 2-5).
Y concluye: "Esta regla, una vez establecida por Cristo, como vamos a
probar, no contiene entre nosotros <46
) cuestión alguna, sino las que suscitan las
herejías y que producen a los herejes" (13, 6).
Más adelante, en 36, 4-5, expone la regla de fe de la Iglesia de Roma, de
forma breve pero suficiente, para que se vea que no contiene diferencia
esencial con la de Cartago: "Junto también con las iglesias africanas, unidas en
comunión con ella, conoce a un solo Señor, Dios, creador del universo, y a
Cristo Jesús, nacido de la virgen María, Hijo de Dios Creador, y la resurrección
de la carne; asocia la Ley y los Profetas con los escritos evangélicos y
apostólicos <47
), y ahí bebe su fe; la sella con el agua, la reviste con el Espíritu
Santo, la alimenta con la eucaristía, la recomienda con el martirio ( ... )". De
este modo Tertuliano enmarca el cuerpo de su tratado entre dos menciones de
la regla de fe <48
).
En relación con la regla de fe de Tertuliano, hay que examinar tres
puntos: su relación con un posible credo oficial; su papel en la exégesis
cristiana; su carácter de norma suprema.
(45)
~46)
47)
48)
Tertuliano cree que las apariciones de Yahvé en el A.T., así como lo que manda decir a los
profetas, tienen que ser apariciones del Verbo, no del Padre, puesto que "a Dios nadie le
ha visto jamás" (Jn 1, 18). Lo explica con detalle en Adversus Marcionem II, 27, 3 y ss.; III,
16, 5; IV, 10, 3 y Adversus Praxean 16, 2 y ss. (Véanse G. URIBARRI, Las teofanías
veterotestamentarias, en Miscelánea Comillensis 52, 1994, pp. 305-319.
La iglesia de Cartago.
O sea: une y acepta el A.T. y el N.T., contra Marción.
Tertuliano formula la regula fidei otras dos veces a lo largo de su obra: en Adversus
Praxean 2, 1 y en De virginibus velandis 1,3. Pueden verse las cuatro cuidadosamente
cotejadas en URIBARRI, Tertuliano, en Prax. 1,2. Una lectura con apoyo en la retórica
clásica, en Estudios Eclesiásticos 71, 1996, p. 377. El comentario, especialmente referido al
texto de Prax., ocupa las pp. 378-383.
ESPERANZA ALCOVER SANCHEZ 73
RELACION DE LA REGULA FIDEI CON UN POSIBLE CREDO OFICIAL
Se ha discutido mucho la relación de la regula fidei de Tertuliano con un
posible credo oficial. Dado que las cuatro formulaciones no son iguales,
aunque las cuatro son plenamente ortodoxas, tal relación necesariamente ha de
ser bastante laxa. J.N.D. KELLY ha estudiado atentamente el tema (49l,
llegando a la conclusión de que en los siglos II y III todavía no existe un credo
oficial (50J; en cada iglesia hay varios credos, de uno, dos y tres miembros. En
cambio las preguntas bautismales presentan una fórmula fija o casi fija, de
acuerdo con la orden de Mt 28, 19, ya en tiempos de Justino. Sobre este modelo
se forman los primeros credos que llegan a cristalizar(51 J.
Ciñéndonos al De praescriptione, la formulación de 13,2-5 es muy larga
para ser un credo; la de 36, 5 quizá se prestaría más, aunque le falta el
crucifixus ... , passus ... , mortuus, La regula de 13, 2-5 parece más un resumen
catequético semejante a los de IGNACIO (52l. En algunas partes se parece
mucho a la Traditio de HIPO LITO (53J. pero en otras se separa mucho; tampoco
es igual que la de IRENEO (54J. Claramente trimembre, está redactada toda en
estilo indirecto, dependiendo del profiteamur de 13, 1 (55J; lo cual quizá nos
permitiría distinguir entre las afirmaciones fundamentales, escritas en
infinitivo, y las ampliaciones en participio(56J. Parece que cada autor, dentro de
un núcleo común, destaca o añade lo que le parece, según la intención del
momento.
En opinión de KELLY "por más que Tertuliano no conociera ningún
credo oficial, se estaba sirviendo con notable libertad de fórmulas que habían
adquirido un grado de fijeza considerable". Tal vez estuviera pensando en el
cuestionario bautismal, o en sumarios de fe más o menos estereotipados
(49)
~~l) 52
53
54
(55)
(56)
Primitivos credos cristianos, Salamanca 1980. Véanse también B. SESBOÜÉ y J.
WOLINSKY, El Dios de la salvación, en Secretariado Trinitario, Salamanca 1995, en las
pp. 64-72 puede verse un buen resumen del desarrollo histórico de las confesiones de fe
desde el N.T. hasta Ireneo.
SESBOÜÉ, op. cit., p. 62 parece dudarlo. (O es que no emplean la misma terminología).
KELLY, op. cit., pp. 119-124; 151.
Cit. por KELLY, pp. 90-91.
KELLY, pp. 63-64.
Adv. haer, I, 10, 48. J. COLLANTES, La fe de la Iglesia Católica, B.A.C. Madrid 1986,
p. 848.
¿Quizá.sugiriendo la imagen de los catecúmenos recitando la regula? Como cuenta J.
DANIELOU, La catequesis en los primeros siglos, Madrid 1975, pp. 38-54, en los siglos II
y III cuando los catecúmenos estaban ya bastante preparados para el bautismo, el obispo
les hacía solemne entrega del credo (traditio symboli); luego el mismo obispo se lo
explicaba artículo por artículo durante varios días, y por fin cada uno de ellos tenía que
recitarlo de memoria delante del obispo (redditio symboli). Para CONGAR, op. cit., p. 57,
la realidad designada con las expresiones traditio y redditio symboli, es tan antigua como
la Iglesia misma; CONGAR cita dos textos de Tertuliano: De spectaculis 4 y De corona 3.
Anque praedicasse y fecisse, que parecen estar destacados por el contexto e intención del
De praescriptione, no aparecen en los ejemplos paralelos de otros Padres. Pueden verse las
citas en KELLY: JUSTINO, p. 61, IGNACIO, pp. 90-91, HIPOLITO, p. 64,
POLI CARPO, p. 93 y IRENEO, p. 10.
74 ACTUALIDAD DEL DE PRAESCRIPTIONE HAERETICORUM DE TERTULIANO
(análogos al "canon de la verdad" de IRENEO), que se usaban en la
instrucción de catecúmenos. Esto explicaría tanto la fijeza de ciertos rasgos
como la libertad en las variaciones <57l. Estamos aún en ese "tiempo de gran
fluidez" que dice SESBOÜÉ <58l.
EL PAPEL DE LA REGULA FIDEI EN LA EXEGESIS CRISTIANA
Todos los estudiosos están de acuerdo en que para Tertuliano la exégesis
tiene que sujetarse a la regla de fe; mejor dicho: no puede ir contra ella: 12,5;
14, 1, 4-5. Esta norma es una regla de oro para toda la exégesis católica, desde
las discusiones con los reformadores protestantes hasta la Constitución DEI
VERBUM (párrafo 12).
En el siglo II los Padres latinos cultivan la exégesis mucho menos que los
griegos. Pero a Tertuliano su magnífica formación jurídica y retórica <59
) le ha
enseñado que cualquier texto escrito admite variedad de interpretaciones. Por
eso aconseja a los suyos no entablar pelea sobre un terreno tan poco seguro
(19, 1).
En la Roma pagana no hay tradición de exégesis de textos religiosos <60J;
pero la hay, y mucha, de interpretación de textos y documentos legales: las
arcaicas Doce Tablas y los edictos de los pretores <61
\ más los documentos que
produce la complicada vida económica romana. La interpretación de los
"estados de la causa", la contraposición entre la letra de la ley o documento y
la voluntad del legislador, la interpretación de leyes ambiguas, la forma de
templar el ius con la aequitas, etc., se aprenden en todas las escuelas de retórica
y se ejercitan cada día en el foro.
Cuando Tertuliano se vea sumergido en la discusión de textos, por las
circunstancias de su iglesia y por su propio carácter, es lógico que acuda a estos
recursos <62l, que aplica con la mayor naturalidad: es "la materia, el tiempo, el
modo" de 10,1; son los "tiempos, personas, causas" de 24,2; son las múltiples
praelibationes, praestructiones, praemunitiones, que traban y relacionan entre sí
(57~ (58
(59
(60)
(61)
(62)
Op. cit., pp. 106-112. La cita está en las pp. 111'112.
Op. cit., p. 63.
Los estudiosos no han llegado a un acuerdo sobre si fue abogado (más bien causidicus) o
no: pero todos reconocen su enorme cultura, general y jurídica. Pueden verse
FREDOUILLE, op. cit., p. 175; R. BRAUN, Approches de Tertullien,p. 6; R.D. SIDER,
Ancient Rhetoric and the art of Tertullien, Oxford 1971, p. 1; J.L. ALLIE, L'argurnent de la
Prescription dans le Droit Rornain, en Apologetique et en Théologie dogrnatique, Ottawa
1940, p. 29. La noticia de EUSEBIO, vir et legurn et institutionibus Rornanorurn
peritissirnus, es tardía.
Los salios entonan sus arcaicos textos sin entender lo que dicen, pero el rito es igualmente
válido.
Sobre todo desde la compilación del llamado "Edicto perpetuo", realizado por Julio
Salviano por encargo del emperador Adriano.
Según SIDER, op. cit., pp. 17, 86 y 97, Tertuliano aplica a las Escrituras las normas de
interpretación de las "cuestiones legales".
ESPERANZA ALCOVER SANCHEZ 75
las partes de la obra. Así Tertuliano aplica a la tarea hermenéutica su
competencia literaria, retórica y jurídica, campos cuyas áreas se interpenetran
en el saber antiguo.
Tertuliano admite y practica dos métodos exegéticas: el literal y el
alegórico, aunque prefiere el primero; su ideal, las más veces logrado, es
obtener de los textos certeza y claridad <63l. Pero a veces la interpretación literal
conduce a resultados absurdos y entonces hay que interpretar spiritaliter.
Naturalmente la interpretación alegórica se aplica más al A.T. que al N.T.
Como dice P. SINISCALCO <
64l, Tertuliano distingue la alegoría (un
procedimiento que usa el escritor sagrado) y la interpretación alegórica (un
procedimiento hermeneútico, que usa el intérprete del texto). Pero la
interpretación literal es la mejor, siempre que sea posible: cada pasaje debe
tomarse en su sentido original e interpretarse según la situación en la que fue
escrito <65
). Y hay que atender al significado propio de las palabras (25, 9) y al
contexto literario (25, 6).
En caso de dificultades, si algún pasaje resulta oscuro o ambiguo, hay
que leerlo a la luz de los que, refiriéndose al mismo asunto, sean claros; pues
los distintos pasajes de la Escritura son coherentes entre sí, en virtud del
principio de la unidad de la Escritura.
Este principio de la unidad de la Escritura, que ha llegado hasta nuestros
días (DEI VERBUM 12) presidía ya la exégesis rabínica; así Jn 10, 35 lo pone
en boca de Jesús, discutiendo con los doctores de la Ley: si la Escritura dice
( ... ), "y no puede fallar la Escritura", ¿cómo decís vosotros ... ? Este principio
tiene una gran trascendencia teológica: como toda la Escritura tiene el mismo
autor, a saber: Dios mismo, toda habla de lo mismo y se refiere a lo mismo, a
saber: la verdad cristiana (o judía, en su caso), luego no puede contradecirse.
Por este principio de la unidad de la Escritura, cada parte de ella recibe sentido
en relación al todo. Por eso el que no posea el todo (el que no comparta la fe)
no puede entender cada pasaje; y por eso también, la exégesis de la Escritura
tiene que sujetarse a la regla de fe, formulación manejable del conjunto de esa
verdad que, con muchas más palabras<66l, Dios nos muestra en la Escritura.
Por desgracia, no todos los pasajes de la Escritura son igualmente claros.
Tertuliano sabe que en la Escritura hay también ambiguitas, obscuritas,
(63)
(64)
(65)
(66)
J.H. WASZINK, Tertullians principies and methods of exegesis. En W.R. SCHOEDEL y
R.L. WILKEN (editores), Early Christian Literature and the Classical Intellectual
Tradition, F.S. Robert M. Grant, pp. 17-31. Beauchesne, París 1979, pp. 27-28; también 19.
Appunti sulla terminologia esegetica di Tertulliano. En La terminología esegetica
nell'antichitá, pp. 103-122. (Atti del Primo Seminario di antichita cristiane, Bari 1984,
editados por Edipuglia, Bari 1987), p. 120.
Los capítulos 8 al 12 del De praescriptione glosando a Mt 7,7 ("buscad y encontraréis"),
son un excelente ejemplo del método exegético de Tertuliano.
Adaptadas a "las circunstancias, las personas y los asuntos" (24, 3).
76 ACfUALIDAD DEL DE PRAESCRIPTIONE HAERETICORUM DE TERTULIANO
sombras (14, 1). Si se presentan dudas sobre algún pasaje concreto, la Escritura
se explica por la propia Escritura, o sea, unos pasajes se aclaran con otros, en
virtud del mismo principio de unidad. WASZINK <67¡ dice que la Escritura es
como el testigo en un juicio: para conocer los hechos, el juez pregunta a los
testigos: si hay varios testigos (o sea, varios pasajes de la Escritura) y sus
testimonios no son acordes, prevalecen los más sobre los menos, y los claros
sobre los dudosos. Por eso Tertuliano reprocha a los herejes que empleen
pauca adversus plura (Adversus Praxean 20, 3; los pocos (pasajes) contra los
muchos). Es decir, el testimonio múltiple prevalece sobre el único o escaso
(que es uno de nuestros criterios de historicidad). el testimonio seguro y claro
sobre el dudoso o ambiguo.
De todos modos para hablar de la fe no hay más remedio que apoyarse
en la Escritura <68¡. Por eso Tertuliano busca una norma objetiva que permita
distinguir una interpretación adecuada de una inadecuada, y la encuentra en la
regla de fe <69¡. La exégesis debe sujetarse a la regla de fe, como medida de
seguridad epistemológica para no acabar leyendo contra nuestros propios
intereses <70).
El cristiano puede tratar de aclarar las "sombras" de la Escritura, si lo
desea: siempre habrá entre los suyos algún experto (exercitatus: 14, 2) para
ayudarlo. Pero tampoco conviene exagerar: "el Señor dijo: "tu fe te ha
salvado", no el ser experto en las Escrituras" (14, 3). En caso de duda, una vez
que uno ya profesa la regla de fe, vale más saber de menos que saber de más
(14, 2) <71¡. La fe tiene su ley, y nosotros tenemos nuestra salvación en la
observancia de esa ley: "no saber nada que vaya contra la regla de fe, es saberlo
todo" (14, 5).
Como he dicho en otra parte <n), la regla de fe tiene una doble
funcionalidad: con relación a las doctrinas, funciona como un criterio de
~~~~
(69)
(70)
(71)
(72)
Op. cit., p. 19.
Como ya dijo Tertuliano en 14, 14: "¿Con qué otra base podrían hablar de las cosas de la
fe sino con los libros de la fe?".
G. URIBARRI, Tertuliano, Prax, 1-2. Una lectura con apoyo en la retórica clásica, en
Estudios Eclesiásticos 71, 1996, pp. 361-396, p. 375.
Cierto que, como dice WASZINK, op. cit., p. 26, no todo en la interpretación de la
Escritura puede resolverse apelando a la regla de fe; la regla de fe se refiere a las veritates
de la fe, y hay detalles escriturísticos dudosos que no son relevantes para la fe (como ha
dicho, por ejemplo en 14,1); pero esos detalles no le preocupan a Tertuliano, aunque tenga
su opinión sobre ellos: lo que le importa es la veritas fidei.
Tertuliano, que ha visto muchos desastres como consecuencia de exégesis gnósticas
totalmente descabelladas, como dice WASZINK, op. cit., p. 21, mantendrá esta prudencia
hasta el final. En el De pudicitia, 9,22, que es una de sus últimas obras, dirá: sed malumus
in scripturis minus, si forte, sapere quam contra (pero en las Escrituras preferimos, si acaso,
saber menos que saber contra ellas (Cit. por R.P.C. HANSON, Notes on Tertullians
Interpretation of Scripture. The Journal of Theological Studies. Nova Series 12, 1961, pp.
273-279, 275
Estudios Eclesiásticos 294, 2000, p. 525.
ESPERANZA ALCOVER SANCHEZ 77
demarcación, que separa lo que es "cristiano" de lo que no (3,5) <73l. Con
relación a la exégesis, funciona como un criterio de falsación, que separa lo
verdadero (o indiferente, si es un detalle sin importancia) de lo falso. Esta
segunda función es cuestión de pura lógica: si la Escritura es "Escritura de la
fe", y la fe se puede condensar en un conjunto breve de proposiciones, nada
que sea incompatible con tal conjunto puede ser admitido como interpretación
de la Escritura <74J. Mejor dicho: no es que no pueda ser admitido, es que en
verdad no lo es, en virtud del principio de la unidad de la Escritura; digamos
que "fragmento dado de la Escritura", "equivalencia hermenéutica de ese
fragmento" y "proposición correspondiente de la regla de fe", no pueden ser
incompatibles entre sí.
Los autores discuten en qué relación está la regula fidei con el total de
la Escritura. El mejor resumen es el de URIBARRI: las reglas de fe "nacieron
para cubrir una necesidad de la vida interna de la Iglesia: proponer de una
manera condensada lo esencial del contenido de la fe" <75l. Más adelante sirven
también como arma contra los herejes, puesto que son una "formulación
objetiva, normativa y vinculante de la quintaesencia de la fe de la Iglesia" <76J.
CARACTER DE NORMA SUPREMA DE LA REGULA FIDEI
Además la regula fidei es instituta a Christo (establecida por Cristo: 13,
6); tradita (entregada por tradición: 21, 6; 27, 1; 28, 3; 37 1), no discurrida a
fuerza de pensar (28, 3). Por eso "se remonta a los apóstoles y, mediante ellos,
al mismo Cristo. De ahí su carácter de autoridad suprema, indiscutible" <77l.
Regula viene de rego, regir; como dice REFOULÉ <78l, no es más que la
traducción de Kavrov y conserva siempre un sentido fundamental de "norma",
Este valor resalta especialmente en la solemne afirmación de 13, 1: "pues existe
una regla de fe"; o sea: "existe una regla que rige nuestra fe"<79J. También en 12,
5 y 14, 4-5 resalta su valor normativo.
(73)
(74)
(75)
m~ (79)
A mi juicio, no tendría sentido tachar aquí a Tertuliano de autoritario o de fanático.
Naturalmente Tertuliano cree que "cristiano" y "verdadero" se identifica; pero en las
comillas de "cristiano" están involucradas más cosas; cualquier grupo humano con un
mínimo de coherencia tiene unos criterios de demarcación de la pertenencia al grupo.
Sobre este paP.~l, de la regla de fe como una especie de manifiesto fundacional del grupo,
véase SESBOUE, op. cit., p. 59 (aunque él emplea otra teminología).
¿De cuántas "fes" es "Escritura" la Escritura? De una nada más (unum et certum aliquid:
9, 3), luego no puede avalar a ninguna otra.
Tertuliano, Prax. 1-2, pp. 373-376. La citada textual es de la p. 374. También es bueno
Refoulé, pp. 50-53.
URIBARRI, art. cit., p. 374.
Ibídem.
O p. cit., p. 52.
Entiendo decididamente fidei como genitivo objetivo. Véase también R. BRAUN, Deus
Cristianorum. Recherches sur le vocabulaire doctrinal de Tertullien, P.U.F. París 1962, p.
451, nota 4. Para BRAUN, op. cit., pp. 446 y 450-452, Tertuliano emplea la expresión
regula fidei con el doble carácter de "norma" y "definición resumida", como las regulae
iuris o las reglas de los gramáticos; tiene siempre un aspecto normativo y se impone como
78 ACTUALIDAD DEL DE PRAESCRIPTIONE HAERETICORUM DE TERTULIANO
Por eso lo mismo sirve para distinguir si la fe de tal o cual persona o
iglesia pertenece al campo de la Iglesia o al de la herejía (3, 2. 5), que para
distinguir una interpretación escriturística verdadera de una falsa, que para
comprobar si la atribución apostólica de tal o cual libro es auténtica o no c8o¡. La
regla de fe es como la clave de bóveda de todo el conjunto eclesial.
LABRIOLLE observa que su autenticidad está garantizada por el acuerdo
unánime de las iglesias c8n.
Los dos pasajes paralelos 21, 4 y 37, 1 presentan la cadena
ininterrumpida de la traditio: la doctrina que han recibido "las iglesias de los
apóstoles, los apóstoles de Cristo, Cristo de Dios". Los herejes se permiten
"elegir" sus creencias (6, 2-3 c82
); 37,7; 42, 7-8); nosotros, la humilde iglesia de
Cristo, no elegimos nada: aceptamos con agradecida fidelidad (6, 3-4).
Si Tertuliano tuviera otro talante, podría terminar así su tratado; pero
sin duda se le da mejor la ironía que la ternura. Y cierra su discurso de esta
forma: los herejes tienen además un comportamiento desastroso (capítulos 41-
43) cs3¡; lo cual es muy natural, puesto que "la disciplina es índice de la doctrina"
(43, 2). A nosotros, en cambio, la misma seriedad de nuestra conducta nos sirve
"de prueba adicional para comprobar la verdad; apartarse de la cual no
conviene a nadie que se acuerde del juicio futuro, en el cual todos nosotros
tendremos que estar en pie ante el tribunal de Cristo, dando cuenta en primer
lugar de nuestra fe misma" (44, 1).
Los herejes son tan insensatos que suponen que el Señor podrá entonces
aceptar las excusas de ellos, mientras que a los que "acordándose (memores)
de las advertencias del Señor y de los apóstoles, se han mantenido firmes en la
fe íntegra", les responderá (44, 7): "Había anunciado yo claramente que los
maestros de la mentira vendrían en mi nombre y el de los profetas y los
apóstoles, y había encargado a mis discípulos avisaros lo mismo. Había
confiado a mis apóstoles de una vez por todas (semel) el evangelio y la doctrina
de la misma regla de fe. Pero como vosotros no creíais, me ha parecido bien
después cambiar algunas cosas. Había prometido la resurrección también de la
carne C
84l, pero luego he reflexionado, (viendo) que no podría cumplirlo. Me
( ... )
(80)
(81)
(82)
(83)
(84)
una ley. Por eso decíamos en la nota 36 que los cristianos se rigen por su propia Ley (la
regla de fe), no por las leyes paganas: los cristianos forman una nueva familia, una nueva
ciudad.
Como dice CONGAR, op. cit., pp. 67-72, refiriéndose al canon de la Escritura: si en un
texto que pasa por ser del apóstol X aparece algo que contradice a la regla de fe, la Iglesia
no lo "recibe". (Se entiende que es mentira que lo escribiera el apóstol X).
La crise montaniste, París 1913, p. 305.
Como dice el autor, oXpems viene de atpÉO!lat elegir, preferir; "con una palabra griega se
llama "herejías", que, traducido, significa "elección", principalmente por la elección que
uno emplea para establecerlas o para aceptarlas" (6, 2).
Hoy nos parece de mal estilo el recurrir al argumento ad hominem, pero en la retórica
antigua era habitual.
No sólo del espíritu, como creían Marción, Apeles y Valentín, según ha dicho en 33, 4.
ESPERANZA ALCOVER SANCHEZ 79
había mostrado nacido de una virgen, pero después me pareció que eso estaba
feo. Había llamado Padre al que hace el sol y la lluvia, pero me ha adoptado
otro padre mejor. Os había prohibido dar oídos a los herejes, pero me he
equivocado" ( 44, 8-11 ). "Cabe dentro de lo posible, sigue Tertuliano, que
opinen tales cosas los que se desvían del camino recto y no se guardan del
peligro que acecha a la verdadera fe" (44, 12)<85l.
Esperanza Alcover Sánchez
(85) Todavía el autor añade un pequeño epílogo: "Pero ahora hemos tratado en general de
todas las herejías, que deben ser apartadas de toda discusión sobre las Escrituras mediante
prescripciones (praescriptionibus) seguras, justas y necesarias. Más adelante, si la gracia de
Dios me favorece, responderemos también a algunas en particular.