ALMOGAREN. 26. (20). Pág. 115-127. ®CENTRO TEOLOGICO DE LAS PALMAS
LA CONVERSION DE RECAREDO:
LA UNIFICACION DE LA MONARQUIA VISIGODA
EN TORNO AL CATOLICISMO
ISRAEL CAMPOS MENDEZ
UNIVERSIDAD DE LAS PALMAS DE GRAN CANARIA
l. LOS GODOS SABIOS EN HISPANIA
La llegada de los visigodos a la Península Ibérica se produce por primera
vez en el año 415. Provenientes de las regiones orientales de Europa, se
presentaban como garantes del moribundo imperio. Podemos hablar de dos
características claras en ese asentamiento de los siglos V y VI. Se constata que
ocuparon especialmente ciertas ciudades y plazas fuertes de notable interés
estratégico, donde destacan Toledo, Mérida, Barcelona, la Septimania o el
norte peninsular<ll. En estas zonas y en otras como la Bética destaca una fuerte
presencia militar, creándose incluso, nuevos núcleos urbanos, allí donde las
poblaciones locales fueron más hostiles. Junto a esta ocupación militar
necesaria para el control político de la Península, se dio también un
asentamiento de masas de campesinos visigodos, que se establecieron en zonas
como la Meseta, aprovechándose de las grandes propiedades que allí había
desde época romana.
(1) J.M. BLAZQUEZ, et A CASTILLO, Prehistoria y Edad Antigua. Manual de Historia de
España. Madrid 1983, p. 302ss.
116 LA CONVERSION DE RECAREDO: LA UNIFICACION DE LA MONARQUIA VISIGODA EN TORNO AL CATOLICISMO
En conjunto, la población inmigrante no dejó de ser un grupo
minoritario con respecto a la población hispano-romana que los recibía, sin
plantearles demasiados problemas, pero tampoco les abría los brazos en
actitud de acogida. Varios eran los factores que los diferenciaban y pocos los
que podían unirles en un principio: la raza, las costumbres, la cultura, el
derecho y especialmente la religión. Todos ellos se presentaban como
elementos distintivos de dos grupos obligados a coexistir.
Es este elemento, el de la confesión de los visigodos, el que nos va a
ocupar durante la presente comunicación, así que me parece adecuado
remontarnos hasta los orígenes de nuestra materia y recordar cómo entraron
en contacto estos germanos con el cristianismo. Es el propio Isidoro de Sevilla
quien en su Historias de los Godos (8) hace una mención de la conversión de
los godos al cristianismo a manos de un obispo arriano llamado Ulfilas, quien,
además, fue traductor de la Biblia al gótico (2). Los visigodos fueron los
primeros germanos en abrazar el arrianismo a mediados del s. IV, como
consecuencia de su asentamiento dentro del limes del Imperio y el
establecimiento de un foedus con el emperador. Debemos señalar que dicha
evangelización se hizo bajo los auspicios del emperador arriano Valen te (3), por
cuanto el arrianismo visigodo se de~arrolla dentro de las luchas internas dentro
del cristianismo por imponer su ortodoxia sobre las herejías del siglo IV y el
protagonismo que toman los emperadores al apoyar un bando u otro de la
disputa (4l.
El arrianismo se extendió desde los visigodos a las otras tribus
germánicas (francos, burgundios, suevos) que fueron entrando en el territorio
romano, hasta el punto en que acabó por presentarse como un elemento
característico. A medida que el arrianismo dejó de ser una amenaza teológica
para los católicos, los germanos fortalecieron su identidad en torno a su
arrianismo. Era un factor más para asegurar su propia idiosincrasia frente a los
)
(2) I. DE SEVILLA. Historias de los Godos. C. RODRIGUEZ ALONSO (trad.). Centro de
Estudios "San Isidoro", León 1975.
(3) J. ORLANDIS, Historia de la Iglesia, vol l. Madrid 1995, p. 182. También se desarrolla este
capítulo en el libro de E.A. THOMPSON, Los godos en España. Madrid 1971, p. 14. Sobre
la historia del pueblo godo en el momento en que entra en contacto con el Imperio
Romano, es bastante esclarecedor el libro de P. HEATHER, Goths and Romans, 332-489.
Oxford 1991, pp. 80-85.
( 4) Tal vez convenga recordar algunos de los puntos esenciales de la herejía protagonizada por
Arrío de Alejandría y que llevó a la convocatoria del Concilio de Nicea (325) para
condenar sus argumentos. Las dos principales tesis del arrianismo son: l. Negación de la
unidad de la esencia divina en tres personas (la Santísima Trinidad). 2. Cristo es un ser de
naturaleza distinta, aunque semejante al Padre. Los emperadores desarrollaron un papel
importante dentro de estas disputas, puesto que dieron su apoyo en determinados
momentos a los arrianos frente a los católicos; es el caso de Constancia 11 y de Valen te. Por
el contrario, Teodosio realizó una política pro-católica, abandonando el arrianismo. Cfr. L.
GARCIA DE VALDEAVELLANO, Historia de España Antigua. Madrid 1985, pp. 247-
250.
ISRAEL CAMPOS MENDEZ 117
romano-católicos, en el peligroso proceso de convivencia entre poblaciones
con mayor bagaje cultural y desarrollo csl.
La convivencia entre las poblaciones arrianas y romano-católicas en la
Península Ibérica, si seguimos a las fuentes de la época, manifiesta una relativa
tranquilidad. Por lo general, los arrianos, especialmente sus reyes y prelados,
mantuvieron relaciones de respeto y tolerancia C6l. Ambas poblaciones tenían
diferenciadas sus responsabilidades y jurisdicciones, por lo que en principio, no
debían producirse choques. Al contrario, como veremos, pronto se entró en un
proceso inexorable de interacción. El poderío militar visigodo era lo que les
había hecho dueños de Hispania, pero la población hispano-romana tenía
muchas cosas que aportar.
2. EL PROCESO DE UNIFICACIÓN
El reino visigodo en la Península Ibérica llega al último cuarto del s. VI
con la impresión de que se han producido sucesos importantes que están
llevando a los visigodos hacia un momento decisivo. La subida al trono de
Leovigildo (572-586) supone el inicio de los cambios más significativos que
harán los visigodos desde su estancia en Europa Occidental. Pasados casi dos
siglos de presencia en la Península y setenta años después de que se gestara el
reino de Toledo, la población germana es consciente de las contradicciones
internas y de las dificultades que existen para lograr la estabilidad del reino.
Las dos poblaciones no pueden continuar en la dinámica de exclusión, cuando
las fuerzas naturales llevan hacia la integración de la una en la otra y la
materialización de la unidad global. En este sentido, el rey Leovigildo intenta
poner en marcha una serie de medidas que posibiliten o encaucen un proceso
asimilativo que ya está en marcha. Así, se tiende hacia la superación de las
diferencias administrativo-jurídicas, por medio de la remodelación de los
códigos jurídicos godos. A través de las guerras de conquista, se logrará el
control efectivo sobre el reino independiente de los suevos en Galicia, la
penetración en las regiones del norte peninsular y limitar la extensión de la
provincia bizantina del levante. Pero, aún habrá un factor donde es necesario
dar un paso decisivo en aras de lograr la total unificación del reino: la unidad
religiosa (7).
(5) Un elemento significativo de este hecho es que los arrianos hablaban del catolicismo como
la "Religión Romana", mientras que el arrianismo era considerado como la "Fe católica".
Convertirse a la fe de Nicea equivalía a hacerse romano, dejar de ser godo. Cfr. E.A.
THOMPSON, op.cit., p. 53.
(6) Ibídem, p. 50.
(7) La unidad religiosa se convirtió en condición indispensable de la unidad ideológica
necesaria sobre la que erigir un reino fuerte y centralizado. Cfr. R. COLLINS, España en
la Alta Edad Media. Barcelona 1986, pp. 72-76.
118 LA CONVERSION DE RECAREDO: LA UNIFICACION DE LA MONARQUIA VISIGODA EN TORNO AL CATOLICISMO
La población había ido superando en la práctica muchas de las
diferencias que los separaban (s>, incluso se sabe de la presencia de población
hispana en el ejército visigodo (9l. En cuestiones de fe, las diferencias más
importantes que separaban a católicos y arrianos, además de las dogmáticas,
eran aquellas que se referían fundamentalmente a los usos litúrgicos. Pero hay
un elemento que sí se convertía en determinante: el enorme ascendente que
tenía sobre la población nativa la aristocracia y los terratenientes, tanto laicos
como eclesiásticos (!oJ. La unificación efectiva debía contar con la colaboración
e implicación de estos estamentos. A su vez, estos personajes, también eran
conscientes de la necesidad que tenían de participar más activamente del poder
fáctico, para poder consolidar y perpetuar su posición. Dejamos planteado
pues, un doble proceso: de un lado, la población visigoda está integrándose por
ósmosis en la forma de vida hispano-romana; de otro, los grandes propietarios
hispanos (entre los que se encuentra la Iglesia) están buscando la forma
práctica de entrar activamente en el marco político implantado por los
visigodos. En este proceso, será la Iglesia Católica la que se convierta en
intermediaria directa entre los intereses de la población hispana y los proyectos
visigodos en torno a la unificación del reino.
El rey Leovigildo era consciente de hacia dónde se estaba dirigiendo la
evolución de su población. Tenía un ejemplo cercano: las otras tribus germanas
que ya habían logrado la unión con los elementos romanos a través del
abandono del arrianismo y el paso al catolicismo 0 1l. En tal sentido, Leovigildo
quiso poner las bases para que se produjera esta unidad global entre invasores
e invadidos, presentando al arrianismo como el marco religioso en el cual se
encontraran los espíritus de los habitantes de la Península. Así tiene sentido lo
que antes comentábamos del acercamiento en materia judicial y el esfuerzo por
hacer más asequible el paso de católicos a la iglesia arriana (l2J. La historiografía
(8) Como se constata en el hecho de que durante el reinado de Leovigildo se deroga una
atávica ley que prohibía los matrimonios mixtos. Esto nos hace pensar que en la práctica
ya no se veía como un obstáculo esta mezcla, al contrario, era fuente de beneficios y
creación de vínculos familiares y políticos.
(9) G. GARCIA HERRERO, El Reino visigodo en la concepción de Julián de Toledo, en
AA.VV. Antigüedades cristianas, lengua e historia XII. Murcia 1995, p. 403.
(10) Sobre el papel desempañado por estas elites locales es muy esclarecedor el artículo de L.
GARCIA MORENO, Elites e Iglesia Hispana en la transición del Imperio romano al reino
visigodo. En J.M. CANDA U et ALII, La Conversión de Roma, cristianismo y paganismo.
Madrid 1990, p. 244ss.
(11) Es el caso en primer lugar de los francos, quienes durante el reinado de Clodoveo (496) se
convirtieron al catolicismo y lograron aunar las fuerzas de la Galia para reducir el reino
visigodo de Tolosa. También habían aceptado a la Iglesia Católica los burgundios de
centroeuropa (516). Por último, estaba la conversión de los suevos (559-563), lo que
constituía una amenaza directa para la estabilidad del reino arriano visigodo. Cfr. J.
ORLANDIS, op. cit., p. 185.
(12) Este es el significado del Sínodo arriano de Toledo del año 580, donde los obispos arrianos
junto con el rey legislan una serie de medidas encaminadas a facilitar el bautismo de los
católicos que quisieran pasarse al arrianismo. Así como también, se redefinen algunos de
los puntos esenciales de las tesis de Arria, dando concesiones a las críticas que los católicos
habían realizado desde siempre al arrianismo. Cfr. L. GARCIA DE VALDEAVELLANO,
op. cit., p. 287.
ISRAEL CAMPOS MENDEZ 119
nos ha mostrado que en la práctica, estas medidas de Leovigildo no lograron el
éxito que se esperaba. Al contrario, parece evidente que la población visigoda
se encontraba embarcada en un acercamiento cada vez más claro hacia el
catolicismo y la aceptación de la forma de vida hispano-romana. De aquí que
no nos extrañe comprobar que uno de los personajes más importantes de esta
época, en tanto fue cronista de los hechos que estamos relatando, Juan de
Biclaro, fuera un visigodo convertido al catolicismo. Thompson sostiene la
teoría que la población visigoda se estaba pasando de forma progresiva al
catolicismo, pudiendo encontrar incluso obispos visigodos que antes del año
589, ya estaban al frente de diócesis católicas <13J.
Pero habrá un episodio que va a precipitar el curso de los
acontecimientos. Leovigildo había adoptado la práctica de asociar al trono a
sus dos hijos, Hermenegildo y Recaredo, con el fin de consolidar su poder y su
dinastía dentro de la inestable y levantisca clase aristocrática visigoda <14J. En el
año 579, Hermenegildo que estaba al mando de la región de la B~tica
(Andalucía y Extremadura) se declara en rebeldía y rechaza la autoridad de su
padre. El capítulo de la rebelión de Hermenegildo ha sido tratado desde
siempre por los historiadores que han querido estudiar esta época y cada uno
ha ido sacando sus conclusiones. Cabe destacar un hecho que hace especial esta
rebelión, Hermenegildo se convierte al catolicismo durante su estancia en
Sevilla y se presenta, por tanto, como valedor de la población católica frente a
la dominación de los arrianos. Este factor es el que más ha sido tenido en
cuenta por la historiografía. Si bien, los autores contemporáneos a los
acontecimientos (Isidoro de Sevilla y Juan de Biclaro) lo silencian por
completo y lo presentan como un tirano que se ha alzado contra el poder
legítimo del rey (aunque sea éste arriano) (lsJ. Sin embargo, Hermenegildo pasó
a la historia de la Iglesia como un mártir católico muerto a manos de la ·
persecución arriana y la actitud tiránica de un padre sanguinario<16l.
(13)
(14)
(15)
(16)
Para Thompson, este sería el significado del Sínodo de Toledo de 580, un intento de
facilitar la vuelta atrás de los visigodos que ya habían dado el paso hacia el catolicismo.
Cfr., op. cit., p. 52ss.
Basta recordar el hecho que en la monarquía visigoda el derecho de sucesión no estaba
legislado, por lo que, frecuentemente, los reyes llegaban al trono por medio de la
usurpación y asesinato del anterior rey. Sólo en contadas ocasiones se pudo consumar la
sucesión dinástica, aunque ésta no logró superar la segunda generación. Este fue un
episodio constante durante todo el reino visigodo de Toledo y que después de la
conversión al catolicismo tuvo implicaciones importantes.
Isidoro resta todo protagonismo a Hermenegildo, siendo una simple anécdota dentro del
reinado de Leovigildo: venció, además, después de someterle a un asedio, a su hijo
Hermenegildo, que trataba de usurparle el mando [Hermenegildum deinde filium imperiis
sui, tyrannizantem obsessum exsuperavit ... ] I. DE SEVILLA, Historia de los Godos, 49.
Fue en Roma, donde desde el papado se fomentó esta visión del hijo de Leovigildo.
Después de morir en prisión, fue proclamado santo, aunque en España no fue venerado
hasta la edad media. Un ejemplo de la imagen que ha prevalecido de Hermenegildo la
podemos encontrar en un manual de Historia de la Iglesia publicado en 1888 y escrito por
el obispo de Segorbe, F. AGUILAR: los españoles se levantaron contra la opresión,
poniendo a su frente a Hermenegildo desligado de las promesas que había hecho en Sevilla
por haber el gobierno faltado a su palabra; pero el pueblo fue vencido por el ejército real, y
Hermenegildo preso cuando huía a Francia a guarecerse al lado de los parientes de su
esposa, fue encerrado en una cárcel de Tarragona y martirizado en la Pascua de 586 por
negarse a comulgar de mano de un obispo arriano, p. 262.
120 LA CONVERSION DE RECAREDO: LA UNIFICACION DE LA MONARQUIA VISIGODA EN TORNO AL CATOLICISMO
La historiografía moderna ha profundizado mucho más en el asunto
dando lugar a una serie de teorías, que vienen a coincidir en un punto central:
la rebelión de Hermenegildo no puede limitarse a un mero enfrentamiento
entre visigodos arrianos e hispanos católicos. Thompson <17l rechaza esta imagen
de un enfrentamiento entre godos y romanos, puesto que es evidente que no
todos los católicos apoyaron la postura de Hermenegildo (como se deduce de
la opinión que se tendrá de él en autores católicos), como también hubo godos
que estuvieron divididos a la hora de tomar parte por un bando u otro.
Orlandis <18l también matiza el carácter exclusivamente religioso del alzamiento
del hijo de Leovigildo y centra la atención sobre el carácter eminentemente
regional de la revuelta (mediodía peninsular). García de Cortazar 09l ve en el
conflicto claras implicaciones políticas (búsqueda del consenso entre los
visigodos) más que razones específicamente religiosas (la propia reticencia de
los católicos españoles en declararlo santo). Pero quien penetra más a fondo en
la desmitificación de la acción de Hermenegildo es Collins <20l, quien declara
que es erróneo pensar que la rebelión se debió a que éste se había convertido
al catolicismo. Según su estudio, el bautizo católico de Hermenegildo por parte
de Leandro, obispo de Sevilla, no pudo ser antes del año 582, por lo que los
intereses debieron de ser otros. El primogénito se habría alzado frente a su
padre con la intención de crear un estado independiente, buscando para ello en
primer lugar el apoyo de las capas aristocráticas, creando una coalición de los
enemigos de Leovigildo para suplantarlo <21l. Si su renuncia al arrianismo fue
sincera no lo podemos saber, pero lo cierto es que tenía unas implicaciones
político-propagandísticas evidentes. Fue un intento por atraerse al importante
contingente hispano-romano presente en la Bética. En parte lo logró, pero no
le llegó a servir de mucho. La relativa independencia de Hermenegildo duró
sólo lo que tardó su padre en dirigir sus fuerzas hacia el sur. Los apoyos de
su e vos y bizantinos se diluyeron (o fueron comprados) y el efímero reino
católico de Sevilla desaparecía junto con su nuevo rey.
Si cobra importancia la rebelión de Hermenegildo es por las
consecuencias que directas que va a provocar. En primer lugar, supuso la
posibilidad de acceso al trono de su hermano Recaredo, quien hasta ese
~m (19)
(20)
(21)
E.A. THOMPSON, op. cit., p. 124ss.
J. ORLANDIS, op. cit., p. 80.
L.A. GARCIA DE CORTAZAR, Historia de España. La época medieval. Alfaguara, vol.
II. Madrid 1988, p. 43ss.
R. COLLINS, op. cit., pp. 68-74.
J.L. MARTIN, Historia de España, Il. Barcelona 1986, p. 11. La característica principal del
reinado de Leovigildo va a estar en sus esfuerzos unificadores en aras de fortalecer una
monarquía centralista y potente. Esto provocó no pocos recelos y tensiones entre el resto
de la clase nobiliaria. La aristocracia visigoda dejó sentir su actitud frente al centralismo
de inspiración justiniana del rey. También estaba presente el pulso político entre las otras
fuerzas presentes en territorio peninsular (bizantinos y suevos) que tuvieron su papel en el
conflicto.
ISRAEL CAMPOS MENDEZ 121
momento estaba al mando de la provincia Narbonense y haciendo frente a los
intentos de los católicos francos por apoderarse de esa región. Pero,
principalmente, provocó que Leovigildo adoptara una actitud más activa en su
política unificadora, tanto política como religiosamente. Antes de ir hacia el
territorio sublevado, el ejército real visigodo acudió a Galicia para acabar con
el último reducto suevo, que había manifestado su apoyo a Hermenegildo. Con
esta victoria, ya sólo quedaba fuera de control visigodo la provincia bizantina
de Spania y las tribus vasco-cántabras. En lo religioso, sabemos que hasta antes
del año 579, la actitud arriana hacia el catolicismo había sido tolerante y poco
proselitista (todo lo contrario de la católica que desde mitad del siglo VI había
continuado una campaña antiarriana fomentada por el clero proveniente del
norte de Africa). Al convertirse su hijo al catolicismo, Leovigildo presiona para
que el arrianismo sea tomado como la religión oficial y en torno a la cual se
produzca la unidad espiritual del pueblo peninsular <22l. Pero el carácter
minoritario de los arrianos y el factor anacrónico de querer presentar al
arrianismo como religión nacional (especialmente cuando todos los demás
germanos arrianos ya se han pasado al catolicismo) hicieron que el ptogriüna
unificador del rey, aunque acertado, fuera inviable <
23l.
Cuando Recaredo llega al trono en el año 587, era más que evidente que
el problema principal con el que se encontraba giraba en torno a consolidar la
unidad del reino en su última vertiente: la espiritual. Si seguía por la línea
marcada por su padre, entraría en un pulso constante con la gran mayoría de
su población. Así que (volviendo a dejar a un lado la sinceridad de la
conversión) <24
) Recaredo opta por renunciar definitivamente del arrianismo y
ejerciendo el exemplum regís convertir a su nación en un reino católico <
25l. Su
(22)
(23)
(24)
(25)
Curiosamente, la leyenda negra que se ha creado en torno a estas disposiciones de
Leovigildo han dado lugar a una imagen del rey como perseguidor de los católicos,
profanador de Iglesias y hereje contumaz. Isidoro de Sevilla al mismo tiempo que lo alaba
como conquistador y prudente, lo critica como tirano que se mantuvo en el error de la
impiedad, que ensombreció la gloria de sus virtudes (Historia de los Godos, 49). Podríamos
volver aquí al Manual del obispo de Segorbe para ver una semblanza del rey Leovigildo
que no tiene desperdicio: desde este momento la persecución a los católicos se hizo cruel y
desembozadamente; desterróse a los obispos, saqueáronse las iglesias, las gracias y los
privilegios otorgados por reyes anteriores fueron abolidos, las concesiones hechas en 580 se
retiraron, y hasta a los sacerdotes se obligaba a rebautizarse. (Cfr., p. 263).
Sobre las disposiciones de Leovigildo para presentar al arrianismo como Iglesia de todos
los súbditos nos remitimos a L. GARCIA DE VALDEAVEALLANO, op. cit., pp. 289-
292, quien, además, hace una valoración crítica del fracaso unificador del rey. R. Coilins
hace un balance del estado en el que se encontraba el arrianismo en este momento: la
debilidad de la posición del arrianismo en el s. VI y la rapidez con que desapareció a partir
de 589 sugieren que se hallaba en decadencia y que su efímero florecimiento durante el
reinado de Leovigildo fue en gran parte artificial. (Op. cit., p. 76).
En tal sentido, habría que destacar el protagonismo ejercido aquí también por Leandro,
obispo de Sevilla, quien ya había estado detrás de la decisión de Hermenegildo y había
llegado a ir hasta Bizancio para buscar apoyos a su causa.
Recaredo eligió un marco especial para escenificar su decisión. En 589, convocó un
Concilio en Toledo (el III desde la presencia visigoda en España) donde hizo una
declaración de fe y que fue corroborada por una gran parte de los obispos arrianos y de la
122 LA CONVERSION DE RECAREDO: LA UNIFICACION DE LA MONARQUIA VISIGODA EN TORNO AL CATOLICISMO
decisión tenía unas consecuencias políticas y sociales imposibles de eludir <
26
l.
Principalmente porque suponía la culminación de un proceso de integración
entre dos poblaciones extrañas que a medida que habían estado conviviendo se
habían ido influyendo la una en la otra <27l.
3. CONSECUENCIAS DE LA CONVERSIÓN AL CATOLICISMO
Hubo dos claros protagonistas de estos acontecimientos. De un lado
tenemos al nuevo monarca. Recaredo había tenido muy presente los episodios
realizados por su hermano y por su padre. El nuevo rey era continuador de la
línea marcada por Leovigildo encaminada a asegurar la unidad y fortaleza del
reino. Más aún, fue consciente de que no podía seguir dejando a un margen el
potencial de la mayoría religiosa de su país deseosa de participar en las tareas
de gobierno. Al mismo tiempo, Recaredo desarrolla un programa político
encaminado a presentar una imagen nacional firme y estable. Si los visigodos
habían entrado en Hispania como representantes oficiales del Imperio, había
llegado el momento de que, desaparecido el Imperio Romano de Occidente,
asumieran su propio protagonismo y se consolidara la idea de una nación
gótica independiente de la tutela del Imperio Romano de Oriente. Un hecho
significativo lo encontramos en la firma que pone Recaredo en su confesión de
fe. Firma con el praenomen Flavius (que era el de la dinastía constantiniana),
con lo que se está presentando como verdadero sucesor político de los
emperadores romanos, y más concretamente de los emperadores cristianos <28l.
El monarca católico se presentaba como cabeza de la Iglesia y dejaba
patente su interés por asumir la obligación que tiene el príncipe de ocuparse no
sólo de los asuntos temporales, sino también de los espirituales. Desde este
momento, la línea que separaba los asuntos de la Iglesia de los de la monarquía
fue desapareciendo, produciéndose una característica del Estado y la sociedad
visigoda a partir de su conversión al catolicismo. El rey se apropiaba la
( ... )
(26)
(27)
(28)
aristocracia germana. Isidoro de Sevilla hace una transcripción de esta declaración de fe
nicena. Sobre el desarrollo de este concilio, significación y asistentes nos remitimos a R.
COLLINS, op. cit., p. 9ss. y J.L. MARTIN, op. cit., p. 11.
Estas implicaciones político-administrativas habían estado y estuvieron presentes en el
paso al catolicismo de todos los demás reyes germánicos, desde Clodoveo de los francos,
hasta Wladimiro de Kiev en el 988. Eran conversiones de arriba abajo donde quedaba en
un segundo lugar la labor catequética o el grado de formación de los nuevos fieles
católicos. Para una visión de conjunto de este fenómeno en el continente europeo nos
remitimos a E. MITRE FERNANDEZ, La Implantación del Cristianismo en una Europa
en transición (c.380-c.843), en AA.VV. VII Semana de Estudios Medievales. Nájera 1996,
pp. 199-215.
GARCIA DE CORTAZAR, fundamenta la decisión de Recaredo en el aumento
sustancial del número de godos católicos en los últimos veinte años, junto con los otros
intereses políticos ya señalados, o p. cit., p. 43ss.
A. BARBERO AGUILERA, La Sociedad Visigoda y su entorno histórico. Madrid 1992,
pp. 9-15.
ISRAEL CAMPOS MENDEZ 123
capacidad para decidir dónde y cuándo se hacían los Concilios, que pasaron a
ser un órgano consultivo sometido a la voluntad del monarca de turno <29l. Las
propiedades de la Iglesia se vieron aumentadas por la devolución de las
pasadas confiscaciones y la colaboración entre poder civil y eclesial en
cuestiones fiscales (como queda reflejado en el canon XVIII del III Concilio de
Toledo). Recaredo y sus sucesores no dudaron en servirse de la Iglesia Católica
para ejercer su monarquía. Tanto en lo ideológico, para fortalecer su posición
y lograr la identificación de toda la población con un mismo proyecto nacional,
como para obtener beneficios prácticos en cuestión de cotas de poder e
ingresos económicos.
La otra gran protagonista de este episodio fue sin duda la Iglesia
Católica española. Concretada en su jerarquía episcopal, tomó un papel activo
en los acontecimientos que llevaron a la definitiva unificación del reino
visigodo en aras de lograr una sola nación. Ya comentamos antes el interés
evidente que tenían las elites hispanas por implicarse en el ejercicio del poder
en manos de los visigodos. La iglesia era consciente de los beneficios que se
podrían desprender de la consolidación de una monarquía fuerte y
centralizada, aunque, como bien señala Collins <30!, no estaba dispuesta a
aceptarlos de manos de un rey arriano. De ahí que trabajara en el proyecto de
lograr la conversión del rey y posteriormente implicarse de lleno en la
consolidación de esta unión nacional. Desde el momento en que Recaredo se
pasa al catolicismo, la Iglesia se convierte en Iglesia Nacional, recibe los bienes
de las diócesis arrianas y acoge el clero que logra adaptarse. Los obispos
asumen la obligación de conservar unidos estos dos pueblos dentro de la nueva
fe. Colaboran directamente en la política estatal, sancionando con su autoridad
eclesial las decisiones que el rey les presenta a discutir en los Concilios (31).
Pero tal vez podamos concretar un poco más las aportaciones de la
Iglesia Católica hispana a la consolidación del poder real visigodo y al
desarrollo de una conciencia de unión nacional entre los pobladores de la
(29)
(30)
(31)
Continua así la lista de Concilios con sede en Toledo, que se reunían bajo mandato real y
para decidir sobre temas que éste les había entregado con anterioridad (el famoso
thomus). A menudo, los obispos eran presididos por el rey en persona que asistía a las
sesiones, junto con nobles y consejeros reales. Las decisiones de los concilios debían a su
vez ser sancionadas por el propio rey una vez concluido. El modelo del Concilio de Toledo
como asamblea política y religiosa, hay que buscarlo en el precedente inmediato del
concilio reunido en Toledo en 580, en los concilios ecuménicos de la Iglesia celebrados
hasta entonces y en las asambleas constituidas por notables laicos y eclesiásticos que
existían entre los godos. Para ver más sobre el papel de los diferentes concilios, la
legislación que en ellos se generó, etc. nos remitimos a: A. BARBERO AGUILERA, op.
cit., p. 9; J.L. MARTIN, op. cit., p. 96ss; E.A. THOMPSON, op. cit., p. 317ss. J. ORLANDIS,
La vida en España en tiempo de los godos. Madrid 1995, p. 115.
R. COLLINS, op. cit., p. 141.
Nunca se atrevieron a desobedecer las indicaciones del tomo. De las dos partes que
formaban los concilios, la Corona era la dominante y la Iglesia la dominada. Cfr. E.A.
THOMPSON, op. cit., p. 320.
124 LA CONVERSION DE RECAREDO: LA UNIFICACION DE LA MONARQUIA VISIGODA EN TORNO AL CATOLICISMO
Península. Ya hemos señalado el papel desempeñado por los Concilios de
Toledo (32> como cámaras de consulta a donde el rey acudía para refrendar con
la autoridad eclesiástica sus propias decisiones de gobierno. La jerarquía
episcopal desarrolló al mismo tiempo un importante trabajo ideológico con la
intención de fortalecer la figura de la monarquía como institución llamada a
conseguir la unidad real y la gloria de Hispania, y también ser garantía del
orden interno y la prosperidad. En este sentido debemos entender el
significado de la práctica de la unción real (33>. El concepto de preselección
divina del monarca, desarrollado en el Imperio Romano cristiano del s. IV, fue
aceptado explícitamente en la España visigoda. De esta manera, la Iglesia
participaba directamente de la sucesión monárquica, ya que la unción
implicaba también la posibilidad de legitimar o no el acceso al trono de un
nuevo rey, especialmente cuando las prácticas sucesorias entre los visigodos no
se caracterizaban por la estabilidad y el respeto de los derechos de sucesión (34>.
Cuando un rey nuevo accedía al trono por métodos poco claros (y así hubo
muchos ejemplos) se apresuraba a convocar un Concilio en el cual los obispos
sancionasen con su autoridad sus actuaciones y diesen un respaldo divino a su
monarquía.
Si bien, esta es una participación directa de la Iglesia en la consolidación
de la unión nacional lograda tras la conversión de Recaredo, también hubo una
labor ideológica más sutil, pero con una importancia enorme. Nos referimos a
la elaboración de una concepción del poder y de la idea de nación que tuvo
como máximos exponente a miembros del episcopado, entre ellos Isidoro de
Sevilla y Juan de Biclaro. Estos dos autores son las fuentes directas más
importantes que tenemos para conocer los acontecimientos que estamos
estudiando, pero a la vez fueron los transmisores de un sentir nacional, que yo
creo estaba latente en el pueblo. Isidoro de Sevilla deja traslucir en sus
Historias la idea de que Hispania ya se ha desligado completamente de su
dependencia imperial, para comenzar una nueva etapa en la que los godos
(32)
(33)
(34)
Sin contar con los dos primeros concilios celebrados en Toledo pero aún bajo monarcas
arrianos, en total hubo XVI Concilios convocados por los reyes y discutiendo temas
propuestos por estos. El último Concilio tuvo lugar bajo el reinado de Vitiza en 704.
Sobre la unción real hay distintas opiniones en torno a la fecha exacta en que se consolidó
como práctica habitual en la coronación. Se barajan los concilios IV(633) y VI(638) como
fechas posibles para el establecimiento de la unción real. Para ver más sobre el significado
e implicaciones de la unción, véase J. ORLANDIS, op cit., p. 198; A. BARBERO
AGUILERA, op. cit., p. 68ss.
Generalmente, la sucesión entre los visigodos había estado marcada por lo que desde
Roma se llamó morbo gótico, es decir, el asesinato del rey y la subida al trono del
conspirador. El pueblo germano nunca logró afirmar la idea de sucesión dinástica,
enfrentada con la tradición ancestral de la elección. En tal sentido, la Iglesia Católica
prefirió el principio sucesorio hereditario por los peligros de la elección, pero por razones
políticas inmediatas se veía obligada a aceptar la sucesión efectiva. La Iglesia estaba
interesada en la sucesión pacífica y la estabilidad global del reino. Cfr. A. BARBERO
AGUILERA, op. cit., p. 27.
ISRAEL CAMPOS MENDEZ 125
están llamados a marcar el nuevo rumbo (Js>. De ahí que sea necesario
consolidar la unión nacional a través de la unidad religiosa (JóJ. Pero el hermano
de Leandro (37
> no destaca sólo por su labor historiográfica, sino principalmente
por sus trabajos teóricos. Reflexiona sobre la idea del poder y se detiene a
establecer los parámetros por los cuales debe regirse el rey en el desarrollo de
sus funciones (38>.
4. CONCLUSIONES
Los acontecimientos de fines del siglo VI en España son consecuencia de
un proceso que había comenzado en el momento mismo en que los invasores
visigodos se asentaron en un territorio donde eran minoría frente a la
población nativa. Los recelos y la hostilidad de un principio van evolucionando
hacia la convivencia y la mutua influencia. Era sólo cuestión de tiempo que
cada una de las comunidades fuese integrando elementos de la otra. Aunque
como en todo proceso de transferencia cultural, una civilización siempre tiene
más que aportar. Los visigodos entraron en un proceso de romanización
inevitable, en cuanto que al asentarse en España comenzó a cambiar su
tradicional estilo de vida. Los elementos que en principio se convirtieron en
factor de diferenciación se fueron diluyendo hasta llegar finalmente al capítulo
religioso. Como ya dijimos, el arrianismo fue símbolo de identidad para los
germanos, pero con el tiempo se convirtió en un anacronismo. El cronista Juan
de Biclaro es el ejemplo práctico de la aceptación de este proceso por parte de
los visigodos. Convertido al catolicismo, se dedica a elaborar una historia de la
nación gótica indisolublemente asociada a la mayoría católica.
En el otro lado, se encuentra la población hispano-romana representada
en sus intereses por las elites laicas y religiosas. Superado el golpe de ver cómo
(35)
(36)
(37)
(38)
J. FONTAINE matiza esta idea: intentó convencer a los lectores de su "De origine
Gothorum" de la continuidad legitima entre la España romana y un reino hispanogodo ya
tan cristianizado como el Imperio romano del siglo IV. Cfr. J. FONTAINE, ISIDORO DE
SEVILLA, Padre de la cultura europea. En J.M. Candau et ALII, La Conversión de Roma.
Cristianismo y Paganismo. Madrid 1990, p. 272.
Todo esto lo vemos aún más claro en el prólogo de su obra cuando escribe De laus Spaniae
que viene a ser la aceptación católica del protagonismo visigodo en el reino y la superación
de la etapa romana.
Para ver la influencia que pudo ejercer Leandro, obispo de Sevilla sobre su hermano
menor Isidoro, sugerimos el artículo ya citado de J. FONTAINE (n. 35), pp. 263-265.
En las Etimologías, nos ofrece esta interesante reflexión: la palabra rey viene de regir (reges
a regendo ); pues como sacerdote viene de santificar, así rey viene de regir, y no rige el que no
corrige. Los reyes, pues, conservan su nombre obrando rectamente y lo pierden pecando; de
aquí aquel proverbio entre los antiguos: Rex eris si recte facias, si non facias, no eris.
(Etimologías, libro 9, III, 4-5). En Isidoro perdura la antigua doctrina de que el gobernante
es siempre representante de Dios, del cual recibe el poder, como lo desarrolla en su libro
de las Sentencias. Sobre la teoría isidoriana del rey y del poder nos remitimos a A.
BARBERO AGUILERA, op. cit., p. 20ss y C. RODRIGUEZ ALONSO, op. cit., p. 19.
126 LA CONVERSION DE RECAREDO: LA UNIFICACION DE LA MONARQUIA VISIGODA EN TORNO AL CATOLICISMO
el imperio se había desmoronado y desaparecido bajo el poderío militar
germano, no pueden permanecer al margen de las decisiones que les afectan.
En tal sentido, toma cuerpo la convicción de que su futuro está ahora en manos
godas y con ellos hay que trabajar para velar por sus intereses. Con el III
Concilio de Toledo, la población hispano-romana, dirigida por obispos y
abades, se integra en la maquinaria estatal hasta el punto de que llega a
producirse cierta confusión entre la Iglesia y el Estado visigodo.
Ambas comunidades colaboran en un proyecto común que será el de
una nación católica, con intereses comunes y objetivos compartidos. La Iglesia
Católica se convierte en iglesia nacional, sin romper sus vínculos con Roma,
aunque en la práctica sus relaciones son bastante escasas (39>. La monarquía se
presenta como una institución estable (a pesar de sus vaivenes sucesorios) y
capaz de mantener firme la unión política y religiosa conseguida. Con el
tiempo, se logrará expulsar definitivamente a los bizantinos y resistir las
envestidas francas en la provincia Narbonense.
La Iglesia Católica había sido capaz de volver a implicarse de lleno en
los órganos decisivos de la política hispana, aunque para ello hubiera tenido
que pagar un coste muy elevado: renunciar a su independencia para colaborar
estrechamente con la monarquía y lograr mantener la estabilidad de la nación
hispano-goda.
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(39) Basta señalar que la carta que comunicaba al papa Gregario Magno la conversión de
Recaredo al catolicismo no le llegó hasta pasados cuatro años del suceso.
ISRAEL CAMPOS MENDEZ 127
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Israel Campos Méndez