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ALMOGAREN 2 (99) Pág. 49-69. O CENTRO TEOLOGICO DE LAS PALMAS LA ESPERANZA CRISTIANA ANTE LA EXPECTACION DEL FINAL Y COMIENZO DEL MlLENlO JOSE ANTONIO RODRIGUEZ ROCA PROFESOR DEL CENTRO TEOLOGICO DE LAS PALMAS INTRODUCCION N o s encontramos en el mundo occidental, según e1 calendario cristiano, ante el final del segundo milenio y el comienzo del tercero. Una mirada hacia atrás, nos contextualizaría en lo que supuso la preparación y posterior desarrollo del referente del primer milenio. En la situación actual habría que afrontar el significado del repuntar de una expectación 'milenarista', con un resurgimiento profético apocalíptico que anuncia una etapa final y la instauración de una realidad nueva. Con el discernimiento desde la fe cristiana pretendemos superar, tanto la visión catastrofista como una futurología optimista. A la vez queremos renovar el anuncio del tiempo de la salvación cristiana en la perspectiva de un caminar hacia adelante, integrados en el tercer milenio. 1. EL ANTES Y EL DESPUES DEL PRIMER MILENIO CRISTIANO 1. EL MILENIO EN EL NUEVO TESTAMENTO En la proclamación cristiana es central la afirmación sobre el futuro. El anuncio central del reino de Dios es tanto una realidad escatológica, como la 50 LA ESPERANZA CRISTIANA ANTE LA EXPECTACION DEL FINAL Y COMIENZO DEL MlLENlO irrupción de su inminente llegada. La descripción que el Nuevo Testamento hace del mismo, no es una representación material de los acontecimientos futuros. Tampoco un cifrado de cálculos sobre el fin. Menos aún el fin próximo del mundo por derrumbamiento catastrófico. Sino que supone un determinado lenguaje, con el cual se quiere expresar la conciencia de que el fin de los tiempos ha comenzado ya (1Cor 7,26). Pero el fin en sí mismo ("se ha terminado el tiempo [ ~ p ó u o ~ ]A" :p 10,6), trasciende la misma historia, será una nueva creación (2Pe 3,13), como plenitud de este mundo (1Cor 15,25-28). El sufrimiento generado por la actual situación (los "dolores de parto": Rom 8,22), se comprende a la luz de esa esperanza de realización plena (2Tes 1,4-7). Y esta esperanza, genera un estilo de vida (1Pe 4,7), un aguardar con paciencia (Sant 5,8). Pero en situaciones de extrema angustia, como la reflejada en el Libro del Apocalipsis, se busca fortalecer el ánimo de los cristianos en tiempos de persecución. Con motivos tomados de Ez 37-38, ante la esperanza en la resurrección, se reclama, al menos, un adelanto del final esperado. Este supondrá el reinado por mil años (Kíhia: Ap 20,4) de Cristo con los mártires y los creyentes, tras superar estos la muerte, con la sujeción de Satanás (v. 2). Aunque habrá un poco de tiempo en que Satanás será liberado (yiupov ~ p ó u o uv: . 3; cf. v.7) para, tras la confrontación final, ser nuevamente sujetado ahora para siempre (v. lo), tras la resurrección final y el juicio (vs. 5.11-15). Así final escatológico se desdobla en las imágenes de un reino mesiánico y de un reino eterno. El primer reino representa el tiempo pleno: el del milenio. Símbolo de la gran abundancia (Ap 5,ll; 20,2-7; 2Pe 3,8; cf. Sal 90,4), en la línea de la representación judía de la salvación en términos terrestres y temporales. Tal como se mantenía en la promesa de permanencia de la dinastía davídica y la realización de su reinado mesiánico (Sal.Sa1. 17,4.30ss; cf. 2Sam 7,16; Sal 89,4) y asumido por el Nuevo Testamento (Lc 1,32s). De forma, que el gran día escatológico no es distinguible de los días históricos de la actuación de Dios (1s 2,12; Am 2,16; 5,18; Sof 1,14s; 2,2s; Jol2,ll; 3,4). También en encontramos la comprensión del proceso que acerca el fin como una lucha contra las potencias cósmicas (Ef 1,21; Col 2,10). El tema lo encontramos presente en la literatura de la época, sobre el encarcelamiento de los astros y las potencias del cielo por la violación de las leyes eternas, hasta la expiación de sus culpas "en el año del misterio" (1Hen. 18,16; en gr. "diez mil años", por corrupción de yuozqpiou por pupíou). En conexión con la tradición sobre los 'ángeles caídos' (1Hen 6,lss; ref. Gén 6,1-4) y su lectura astrológica. Otra aportación vino a orientar una nueva comprensión del fin. Pues al concentrar la expectación en el acontecimiento de Jesucristo, su exaltación lleva al culmen la creación (Col 1,15s.20). Por eso, la esperanza en la JOSE ANTONIO RODRlClJEZ ROCA 51 resurrección en 'el último día' (Jn 6,39s.44.54), dada en toda su radicalidad, supone que 'el día' se manifiesta ya en el prcsente (Lc 4,21; Jn 3,18). La conciencia del cristianismo primitivo de vivir el comienzo del fin, que originariamente era en su carácter histórico, fue pasando, por un lado, a una orientación de concepción intemporal. Con ello, se dio una tendencia a la espiritualización. Por otro lado, el motivo de la temporalización fue haciendo que otra orientación en la esperanza cristiana se fuera integrando progresivamente en el esquema del tiempo. Paralelamente con ello, el juicio tenderá a ser comprendido como destrucción, aniquilación del mundo o realización plena adelantada. 2. EVOLUCION HISTORICA DEL TEMA DEL MILENIO A pesar de la dilación de la venida del fin (lJ, la conciencia de su expectación próxima. de consecuencias éticas, se mantuvo en el cristianismo de los primeros siglos 'i). El tema del milenio fue recogido en el sentido de reconstrucción temporal y espacial ('Nueva Jerusalén') por algunos autores patrísticos (Justino"', Ireneo'", etc.). En el marco creado por la interpretación de Dan y Ap, se hizo como profecías sobre la aparición final del anticri~to'~'. Subrayándose tanto la inminencia, pues "se acerca ya el día de ese juicio", que será "en breve tiempo"'", como la división del tiempo en periodos. A los seis días de la creación le corresponden los seis siglos de la historia humana, durante los cuales "prevalece y domina la maldad" (VII,14,11). Aunque rechazándose el pretender determinar el final de los tiempos, pues "todavía no se ha cumplido el año seis mil"'''. Más aun, no sólo por las discrepancias entre los autores (VI1,24,5), sino sobre todo, por que, en paralelo al día séptimo en el que el Dios bendijo la creación, el séptimo milenio que supondrá la abolición de "toda maldad, reinará durante mil años la justicia"("', menos se ha cumplido. El Apocalipsis de Juan se leía según su sentido encubierto y no según el obvio, rechazándose concepciones que reducían a un reino terrestre, como la de Cerinto o la de Apolinar, era comprendido como participación de los mártires con Cristo en su reino y en su juicio"). Pero, fue adquiriendo su versión más radical, a través de diversas manifestaciones desde grupos judeocristianos tras (1) Así, HERMAS, Past., 9,14,2 habla de "una tregua" con el fin de posibilitar la penitencia; por lo cual, para ARISTIDES, Apol. 16,6: "el mundo se mantiene por las súplicas de los cristianos". (2) Cf. Did., lO,6; 16,lss. (3) JUSTINO, Dlal., X0,5; 81,4; ref. 1s 65,17-25 (4) IRENEO, Adv. haeu., V. 31s. (5) Cf. ORICENES. Cont. Cels.. 111. 32: ref. Dan 7-9. i6\ LACTANCIO. Biv. insr.. VII. 14.3.15 (7) Ibídem, VI^, 14,6; cf. 2Clern~12,l:- (8) Ibídem, VII, 14,ll. Cf. COMODIANO, Instr., 2,gss: Corp. Christ. 128,70. (9) Cf. EUSEBIO, Hist. eccl., VII, 25. 4-6; III,28,2; VI, 42,5; Id., Comm. in 1s 18,64, 18,767s: PL 24,627. 52 LA ESPERANZA CRISTIANA ANTE LA EXPECTACION DEL FINAL Y COMIENZO DEL MILENIO la destrucción de Jerusalén, a la inminencia del fin proclamada por los montanistas. Por un lado, en algún caso, se dató el final para el año 500 (Hipólito), por otro, se conectó la idea con la imagen grecorromano de la edad de oro: "el reino de los justos que dura mil años" ("". Pero, con el constantinismo, esta idea perdió fuerza para centrarse en la realización histórica mediante la sacralización de su gobierno. Posteriormente, una serie de acontecimientos auspiciaron una interpretación apocalíptica: el fin del mundo antiguo, la toma de la ciudad de Roma por Alarico (410)("), la invasión islámica (622: Hégira). Cierta tradición ha dado especial relevancia a una pretendida expectación milenarista del año 1000('2)P.e ro, en concreto, entorno a ese mismo año, solamente existen algunas pocas referencias 'milenaristas', y las interpretaciones en esta línea se deben a la visión romántica del siglo XIX. A pesar de nuevos intentos matizados, como milenarismo retardado, de la misma'"'. Si es cierto que el periodo en torno el año mil supuso grandes cambios y algunos acontecimientos: descomposición del imperio carolingio, reforma cluniacense, fenómenos astronómicos (eclipse en 990 y en 1023, cometa en 1031), movimientos de peregrinación, intento de renovación de monarquía universal (Otón 111 y Silvestre 11), la inquietud ante la espera del milenario de la Pasión (para el 1033), reafirmada por el saqueo de Jerusalén por el califa de El Cairo (1009). También hay que citar el influjo de la lectura de la época del Venerable Beda(I4)c, on su división tradicional del tiempo y su correspondencia con la sexta época, aunque desconociéndose su duración, tras la cual, la séptima se encontraría ya 'fuera del tiempo'. Otra cuestión es la especial relevancia que en los siglos X-XII adquirió los "Comentarios al Apocalipsis" ( 1 5 ' , que incluían el libro de Jerónimo sobre "Comentario del Libro de Daniel". Así como la referencia a algún tratado de la época que refuta la interpretación milenarista("). Esta última, desarrolló el tema de las dos figuras de los testigos que profetizan contra el anticristo (Ap 11,7s), identificándolos con Elías y Enoc("), pero también buscando los indicios de su inminente venida. Ello supuso una inspiración en el Apocalipsis y, en su relectura milenarista de algunos movimientos de revueltas o de resistencia (10) LACTANCIO, Div. inst., VII, 24. (11) Para la comprensión de la destrucción de Roma como un signo mesiánico, véase Ora. Sib., 2,17s; 5,367; 8,37s; LACTANCIO. Div. inst., VII, 25,6ss; COMODIANO, Carm. 805ss: Corp. Christ. 128,103. (12) Cf. E. POGNON, La vida cotidiana en el año 1000, Madrid 1994. (13) Cf. H. FOCILLON, El año mil, Madrid 1987. (14) Cf. BEDA, De temporum ratione, 111, LXVII, LXIX: PL 90,933~s. (15) Cf. H. STIERLIN, Los Beatos de Liébana y el Arte Mozárube, Madrid 1983. (16) Cf. ADSO, Libellus de Antichrisro: PL 101, 1289-1298: ABBON, Liber apologeticus: PL 139,461s; Id., Carta X: PL 139,471. (17) Sobre el tema véase, M. REEVES, Adversarios del Aizticristo: una concepción medieval, en "Concilium" 220 (1988) 459-462. JOSE ANTONIO RODRlGUEZ ROCA 53 mística en el medievo"". Por eso, en el siglo XIII, se reconvierte la lectura del Apocalipsis para venir a informar ahora, sobre el fin del mundo y el tema del Juicio Final (románico), que se manifestaba en actitudes como las de los flagelantes y, especialmente significativa, con la aportación de Joaquín de Fiore en su Evangelio eterno, en el cual anunciaba la inminente venida del tercer reino o etapa (stnt~is),l a del Paráclito, siendo encargada su dirección a unas nuevas órdenes, en concreción (typus) de los dos testigos del Apocalipsis. Ya Agustín de Hipona, dentro de la orientación en algunos padres de la iglesia a una cierta lectura literal del texto de Ap 20, confiesa haber mantenido una interpretación milenarista, debido a la corriente que interpreta la "primera resurrección" (Ap 20,5) de forma terrenal (corpovnlem)~'"'R. etractándose de la miSma (31,) manifiesta que la última etapa del mundo no se sitúa en el futuro, sino que ya comenzó con Jesucristo. Así, el sentido de los 'mil años', es el de los 'últimos tiempos' como designación del mundo con un número perfecto (lo'), para indicar la plenitud del tiempo, su totalidad. El milenio no es, por tanto, en un sentido cuantitativo sino cualitativo de perfección. Desde ahí, para Tomás de Aquino, "la palabra 'milenario' no se refiere a un número determinado de años, sino que designa todo el tiempo presente ... Porque el número mil designa.. . lo universal" 12". Con ello, rechaza abiertamente el milenarismo, calificándolo de opinión herética'"'. En el siglo XVI surge el primer comentario al Apocalipsis(2'), donde se retorna la referencia al séptimo mi le ni^(^^'. También M. Lutero esperaba un inmediato final del mundo apocalíptico, en parte por ello, fue interpretado radicalmente en esta línea por los anabaptistas"'). En el XVIII tenemos a los iluminados, a los camisardos y en el XIX la especulación apocalíptica con motivo de las guerras napoleónicas y, con un grado especial, el alcanzado con el sueño milenarista en los Estados Unidos. Surgen así los precursores del fin del segundo milenio: los Milleristas (W. Miller, 1818), Mormones (1820), Adventistas del Séptimo Día (1845-1860) y Testigos de Jehová (1870.1909). Así como a lo largo del siglo XX, la Iglesia Católica Apostólica, el Movimiento de Retorno de Jesús, los grupos entorno al secreto de Fátima, la Iglesia Universal de Dios (de H.W. Armstrong, 1933) y la declaración en 1945 de A.A. Bailey, sobre la nueva venida de Cristo, que supuso un hito en la espera de una nueva era. (18) Cf. G GONNET, Cflruro.,y Vul~lensece. n lu lgle~rad e la Edad Medta, en "Conciliun~"2 20 (1988), 443-447. (19) Cf. AGUSTIN. Clv. Dei, XX,7.1 respecto a Serrn. 259.2. (20) Cf. Ibídem.. XX. 7.2. (21) TOMAS DE AQUINO, Sth Silpl., q. 77 a. 1 ad 4. O su lectura eclesiológica derivada en q. 77 a. 2 ad 2. (22) Id., In Sent., IV d. 3 q. 1 a. 3. (23) VICTORINO PETRONIO, Scholia in Apocalypsis Beati.7 Joannis: PL 5,317s~. (24) Id.. Frag. de,fabricu n7l~nrliP: L 5,309A; ref. Sal 89,4; Zac 4,10. (25) Cf. E. HONEE, Las iglesias luteranas y los baptistas del siglo XVI, en "Concilium" 220 ( 1988) 449-458. 54 LA ESPERANZA CRISTIANA 4NTE LA bXPECTACION DEL FINAL Y COMIEN70 Dt1 MI1 LNlO De ahí el rechazo que en 1944 el magisterio de la Iglesia"", realizó del milenarismo, incluso del mitigado. De hecho el seudo-mesianismo se da cada vez que se pretende "llevar a cabo la esperanza mesiánica en la historia""". Manteniendo, con ello, la exclusión de la realización del reino mediante un triunfo histórico. Hemos podido comprobar, que el fenómeno del milenarismo en sus muy diversas formas, ha sido un fenómeno constante a lo largo de estos veinte siglos. Por eso, al finalizar el segundo milenio era de esperar un rebrotar del mismo. 11. LA EXPECTACION AL FINAL DEL SEGUNDO MILENIO 1. EL AUGE DE LA PROFECIA APOCALIPTICA Ante la situación actual de crisis de la modernidad, sobre la que ella misma había planteado del estado anterior de las cosas, se genera una visión en profundo trance del mundo actual: angustias de postguerras, conflictos sociales, tragedia ecológicas, tendencia a la evasión o a la depresión, etc. Así los datos son interpretados como de catástrofe cósmica. También la literatura y la cinematografía futurista nos presentan los inminentes peligros del mundo que nos viene. Sería un anuncio apocalíptico por los contactados de la advertencia extraterrestre, en clave de odisea egocéntrica futurista intergaláctica. Pero a la vez, se manifiestan las resistencias constantes del espíritu humano, ante el desquebrajamiento del sistema vigente, a hundirse con él. A la desacralización de las esperanzas colectivas en la modernidad, le ha seguido una escatología individualista de instante inminente. El experimentarse ser humano como ser-en-constante-riesgo, le hace vivir intensamente la precariedad de la existencia sin-futuro, como disolución agnóstica de la vida misma. Con ello surgen los nuevos movimientos sociales, que buscan una alternativa social de sentido, de totalidad, desde opciones sectoriales. Y, en el resurgir de la resacralización, los nuevos movimientos religiosos radicalizan las utopías espirituales. De entre estos últimos, destacamos la orientación escatológica. Así, desde grupos ya clásicamente apocalípticos, surgen hoy en día unas nuevas versiones. El constante anuncio del fin del milenio se hace central para los grupos milenaristas o para los modernos visionarios con sus facultades de clarividencia, que sobresalen, entre otros, E. Swedenbrog (1688-1772). H. (26) Contra el quiliasmo, de ~íjliaS:a rito Oficio 21 Julio 1944. Dz 2296. (27) Catecismo de la Iglesia Católica, Madrid 1992, n" 676. JOSE ANTONIO KODRIGUEZ ROCA 55 Heindcl (1 865-1919) y C.G. Jung'?'). Especial relevancia cobra el próximo fin de este mundo, en gran número de los que se dicen contactados por extraterrestres, como la Misión Rama. También la tradición oriental, que ejerce u11 fuerte influjo en occidente, nos habla de un movimiento de flujo y reflujo de la Naturaleza, que la nueva física parecería confirmar con el ritmo cósmico de creación-destrucción, en un proceso de disminución hasta la contracción ('"l. Pero, para éstos, el actual rechazo de este mensaje de advertencia implicaría una segunda caída, aún más grave que la primera. De esta forma, el castigo apocalíptico supondría la caída definitiva. Así "las fuerzas del mal están decididas a destruir la humanidad.. . El gran conflicto.. . , entre el bien y el mal, está a punto de entrar en su momento de crisis final"""'. Aún así, se cree que hay una posibilidad, pues desde la pretendida función mediadora de la Fraternidad en las Ordenes esotéricas, se produce la misión del anuncio de la Nueva Era y, con ello, el despertar a los que están dormidos en estos 'últimos días'. Esta realidad se corresponde con las Escuelas Espirituales hierofánicas, que enseñan ese conocimiento. Estas se manifiestan visible, aunque esotéricamente, en las Ordenes Iniciáticas o en toda Agrupación Espiritual auténtica. Ellas se presentan como la tercera y última fase, pues la fecha de su aparición marca el comienzo del fin (el Lectorium Rosicr~rcianunz en 1951). Por eso, se expresa bajo el movimiento universal de la Nueva Era (New nge). 2. LAS FUENTES DEL VATICINIO CONTEMPORANEO Sin duda un punto de partida para el vaticinio contemporáneo es el género profético-apocalíptico de la Biblia '"' y la literatura apócrifa, de "visiones que no son para esta generación, sino para una lejana, que han de venir" (1 Hen. 1,2). Especialmente, el Apocalipsis de Juan constituye, como el gran libro de las Revelaciones, una referencia fundamental. Pues, las iglesias de los capítulos del 1,4 al 3,22, vendrían a expresar todo el desarrollo histórico de la Iglesia desde el periodo de la expansión apostólica (Efeso), hasta el del juicio (Laodicea: "Mirad que estoy a la puerta y llamo": Ap 3,20). Este se encontraría en conexión con otras referencias bíblicas que preanuncian el fin, como son: las guerras (Mt 24,6: extendiéndose hoy), los terremotos (Mc 13,8: de gran frecuencia en la actualidad), la predicación del evangelio por todo el mundo (28) Así, "habría que espcrar en los próximos años o decenios sucesos misteriosos" (C.G. JUNG. Consi(2errrciones sohrr la historia actual. Madrid 1968.38). Sobre todo. la figura del "Anticristo. cuya venida puede ser predicha a base de razones asirológicasn (Id., ~&uesta a Joh, México 1992, 104). (29) Entre sus represcntantes, Tcosofismo, Hare Krishna, Brama Kumaris, etc. (30) Asociación de las Iglesias Cristianas Adventistas del Séotimo día. Folleto, Madrid 1972. (31) Entre otros. 1s 24, r-6; Zac 3,s: Dan 7; Lc 21,25. 56 LA ESPEKANZA CRISTIANA ANTE LA EXPECrAClON DEL FINAL Y COhlIENZO DEI MILENIO (Mt 24,14: ya realizado), extensión de la apostasía y la falta de fe (2Tes 2,3: típico alejamiento masivo de nuestra época), falsos profetas (Mc 13,6; Mt 24,11: en amplia expansión) y la aparición del anticristo (1Jn 2,18; 4,3; 2Jn 7: constatable por declaraciones mesiánicas). Igualmente se buscan datos a través de la piramidología, conocimientos matemáticos y astronómicos de la Gran Pirámide, que recorrería toda la historia de la humanidad. La entrada al primer pasadizo correspondería desde el 4-5 agosto de 1914 a 10-11 noviembre 1918; el segundo sería hasta 1936, como la fecha del inicio del fin. La antecámara, llamada la Tregua del Caos, acabaría en 1928 y la entrada de la cámara del Rey iría desde 1936 al 2030. Por tanto, el fin se determinaría entre el 2001 y el 2030. Resurgen también otras vías, desde el rescate de pretendidas profecías históricas. Especial dedicación se da a los vaticinios de San Malaquías, Mael Maedoc Ua Morgair, de Armag (Irlanda) en 1094, dado que presentan un listado cronológico de Papas, que comenzando con Celestino 11 (1143-1144), hacen que los últimos tiempos sean identificados de la siguiente manera: el 110. De Labore Solis: Juan Pablo 11 (1979-?), el 111. De Gloria Olivae: (?), y el 112. Petrus Romanus. Respecto a este último y definitivo, se dice que Malaquías anunciaría el fin del mundo en torno al año 2000, cuando proclama: "In persecutione extrema sacrae romanae ecclesiae sedebit Petr~lsR omanus". Especialmente en las XII centurias de Nostradamus (1503-1566), se cree que presentan unas secuencias cronológicas, que van desde 1975 a 1990, contabilizando según el tiempo bíblico("'. Ocupan así dos tercios de las mismas el siglo XX y muestran como fin del último ciclo, la fecha de 1999 (fin de la Era de Piscis). Ante ella, se daría una previsión de guerras, nuevos países, cambios en la tierra, caída de meteorito, guerras 'nucleares', cisma, nuevo régimen, cambios climáticos, aparición del anticristo, etc. Es el momento de la última conflagración, antes de que comience la edad de oro (Era de Acuario). De forma que "el año 1999 siete meses. Del cielo vendrá un gran Rey de espanto: Resucitar al gran Rey de Angolmois, antes después Marte reinar por buena dicha" (Cent. X,72). Sobre todo, "veinte años del reino de la Luna transcurridos, siete mil años otro tendrá su monarquía: Cuando el Sol coja sus días de infortunio, entonces, cumplida y consumada mi profecía" (Cent. I,48). Si la luna representa a la Iglesia, 20 años como jubilares son 20 siglos, que contabilizados desde su fundación, corresponderían con el año 2000. "El anticristo tres muy pronto aniquilado, 26 años sangre durará su guerra" (Cent. VIII,27), luego aproximadamente para el año 2026. (32) Pues se dice que "constituye~i vaticinios perpetuos desde hoy a 3797" (Nostradamus. Preface. en J.Ch. de FONTBRUNE, Nostrudamus, Barcelona 19911', 3). Si desde Adán a Jesucristo pasaron 4757 años y la carta fue cscrita en 1555, resultaría como fin del ciclo 6999, es decir, el año 1999. JOSE ANTONIO KODKIGUEZ ROCA 57 A estos textos ya clásicos, se completan con un número innumerable de videntes y profetas, entre otros: Catalina de Siena (1347-1380), Juan Bosco (1815-1888), R. Steiner (1861-1925), T. Neumann (1898-1962), P. Pío de Petricina (1887-1968), F. Kowalska (1905-1938). Los cuales vendrían apoyados por sus visiones, arrobamientos, éxtasis, raptos y vuelos, como manifestaciones que legitiman sus presagios y anuncios. Una de estas vías revelatorias serían los sueños de acontecimientos venideros. Respecto a éstos últimos, se considera a San Juan Bosco como aquél quien han jugado el papel más relevante, citándose unos 153, de los cuales el tenido en el año 1870 sobre el vaticinio de la caída de París y Roma, y con ellas, hace un llamamiento al Papa ante la discordia y el próximo despojamiento de Roma, anunciando la guerra, la peste y el hambre, y concluye: "Estas cosas deberán venir inexorablemente una después de la otra ... La iniquidad está consumada, el pecado tendrá fin y, antes de que transcurra dos plenilunios del mes de las flores, el iris de la paz aparecerá sobre la tierra.. . En todo el mundo aparecerá un sol tan luminoso cual nunca se ha visto.. ., ni se volverá a ver hasta el último día" '"1. También Juan Bosco nos daría las indicaciones: de marzo de 1991 o 2010, la de abril 1980,1991 y 2018; se daría nuevamente coincidencia en fechar en torno al año 2000. Presentan también especial significación las predicciones de las apariciones de Fátima (1917) a A. L~cía' '~E)n. ellas se preanuncia "el brazo castigador de su Hijo sobre el mundo" y la promesa de conversión y consagración de Rusia, apoyado por el portento del sol. Es el denominado 'tercer secreto'. Un caso derivado del secreto de Fátima, pero de una confluencia significativa, es el de los hermanos G. y F. Bongiovanni1"), que inspirados por su maestro E. de Siracusa (1919), ejercen un 'apostolado apocalíptico'. Como enviados de Dios y anticipadores de su venida, anuncian el retorno de Cristo en conexión con la revelación del secreto de Fátima. Este consta de tres secretos en tres partes: en la segunda mitad del siglo XX podrá venir un gran castigo si no se convierten, se dará una profunda crisis de la Iglesia, retornará Jesús, como Jefe de los seres ultradimensionales de civilizaciones evolucionadas, a construir una supercivilización en la tierra, fuera de toda religión. El cataclismo final acaecerá por el impacto de un objeto celeste. Por tanto, se hace un llamamiento a la corrección de los comportamientos y al arrepentimiento, pues quien no cambie será eliminado por la acción judicial de Cristo (salvaciónlcastigo). La 'cuenta atrás' ya ha sonado. Estamos ante el anuncio de un apocalipsis y sus signos ya están entre (33) G.B. LEMOYNE (ed.), Memorie Biografiche del venerabile Don Giovanni Bosco IX, 'lorino 1917, 783. Cf. F. Villanueva (trad.), Los sueños de Don Bosco, Madrid 1958; R. FIERRO (ed.), Biografia y Escritos de San Juan Bosco, Madrid 1955. (34) Cf. J. VENANCIO (trad.), El Mensaje de Fátima. Habla Lucía, Madrid 1989". (35) Cf. G. y F. BONGIOVANNI, La desobediencia de Fátima, Extracto de Nonsiamosolo 4 (1989). 58 LA ESPERANZA CRISTIANA ANTE LA EXPECTACION DEL FINAL Y COMIENZO DEL MILENIO nosotros: la conjura de silencio del poder de los estados, el rechazo de los pueblos ricos, el reinado de Satán en los grandes puestos de este mundo. Estaríamos ante una invitación a la salvación antes de que llegue el castigo de Dios, que todavía puede ser retenido, antes de que Cristo instaure su reino sobre la tierra. Conectan con este caso los nuevos 'mensajeros', que a través de preanuncios extraterrestres, cumplirían hoy una misión semejante a la del Bautista, la de anunciar el retorno de Jesús. Igualmente, las interpretaciones de grupos esotéricos toman ese tono apocalíptico. Si parecería que la inminencia de la Parusía ha sido rechazada por el cristianismo tradicional, la nueva religiosidad hace una fuerte llamada al advenimiento del pre-milenarismo. Es la proclamación de la Nueva Era Definitiva, en la cual nada del antiguo orden permanecerá, sino que será la reconducción de la Creación a su origen, hacia la unidad originaria. Pues, "según la gnosis esenia, los maestros secretos e invisibles de este planeta están a punto de ponerse manos a la obra para que, ante el vacío en que ha quedado una parte considerable de la humanidad debido a la religión que se extingue"('h'. 3. EL ANUNCIO DE LA ETAPA FINAL Y LA INSTAURACION APOCALIPTICA La etapa final de la historia es presentada como una armonización, donde el final (escatología) y el comienzo (protología) coinciden identificándose. Estamos ante la disposición conveniente de las diferencias y contrarios (postura dialéctica), que origina una armonización totalizadora del universo. Lo cual permite pensar en las fases cíclicas de destrucción-creación. Este Cósmico Plan, por su carácter secreto (esotérico), conlleva un discernimiento, una 'especulación' apocalíptica. Pues la gnosis es la sabiduría que comprende las realidades pasadas y presentes, pero sobre todo las futuras. La diferenciación apocalíptica entre la atadura-captura de su 'destrucción' (cf. 1s 24,91; Ap 20,1), nos fija un período en el que es desencadenado Satán (Ap 20,7ss). "El Adversario está ahora donde tiene que estar, en las tinieblas, en su universo negro, en la tierra"'"'. Así, Satán que primero fue arrojado a la tierra, luego lo fue al inframundo (cf. Lc 10,18: los 1000 años de la era de Piscis), después será 'desatado'. Estamos ante la teoría del rnillenium y sus signos precursores. Ya sea en cuanto a la fecha: los 10.000 años (1Hen. gr. 18,16), duración ilimitada (Sal.Sa1. (36) E. EVSING, La gran impostura, Barcelona 1981,113-114. (37) C. RODRIGUEZ MAFFIOTE, El ángel cuido, SIC de Tenerife 1985, 164. Para los Testigos de Jehová, el texto de Ap 12,7-9,12 del descenso del diablo ocurrió en la Primera Guerra Mundial, cf. ¿Vencerá el bien algunri vez u1 mal?, en "Atalaya" 3 (1993) 5-7. .¡OSE AhVI'<>NIOR ODRlGCiEZ ROCA 59 17,4); o en cuanto a las señales precursoras: luces en el cielo (cometa Halley: 1910, 1986, 2062; meteoro: 1968; ~Ovni s?) ,g ran cruz en el cielo (jcomo nubes?), enfermedades (¿sida? ¿peste?), fenómenos fisicocósmicos: actividad solar, mutaciones en la materia, langostas (maquinarias metálicas de guerra), estrella (bomba atómica), choque planetario, predicaciones y falsos profetas, etc. Nos encontramos ante una visión de augurios catastrofistas. Pero lo decisivo, para esta interpretación, es que ya en la actualidad se está cumpliendo, a través de un poder real de acabamiento, y con ello, se mostraría lo necesario que es pasar por el sufrimiento (los dolores escatológicos). El sufrimiento implicaría un elemento de purificación, pues este acontecimiento actual, además, conllevaría la gran lucha apocalíptica. Lógicamente, tal planteamiento permite la versión satanista. Estaríamos ante la segunda venida de Satanás, la implantación definitiva de su reinado. Así comenzaría una nueva y plena realización del reinado del Malíi". Pero en la versión general, antes de la Nueva Era Definitiva, entraríamos en el Periodo del Anticristo. La presencia del Anti-Cristo comenzaría a ser anunciada en nuestro mundo, incluso se dice poder encontrarlo en la propia Iglesia (cf. 1Jn 2,18)"". Y es que el fin sería obra de una entidad angélica destructora (Lucifer) y, a su vez, su propia destrucción. Lucifer tiene una base espacial con inmensas naves, contra ella se provocará la batalla de Armagedón (Ap 16) en el cielo, la cual supondrá su derrota, y con ella, la energía demoníaca será anulada en su totalidad. Es éste el tiempo previo de la Parusía, el de los precursores cósmicos, pues nos encontraríamos, analógicamente, en una época semejante a la del Precursor. Unos con la idea de Elías Artista, como una adaptación de la construcción bíblica, viene a designar una forma del Espíritu de inteligencia. De este provendría precisamente la misión de la unificación de todas las religiones en una sola. Para otros dependería de la figura de Henoc, testigo del binario universal, padre simbólico de la Rosacruz. Hay quienes lo vinculan con la de Micael, Espíritu mensajero enviado por Cristo para hacer comprender el impulso crístico. Pero también, con personajes contemporáneos, así, Eugenio de Siragusa es el ángel anunciador del tiempo final, pues fue Juan Bautista. Respecto a la realidad que se va a implantar, para unos será en esta misma tierra o en otro planeta. Conectan con este planteamiento los (38) Cf. B. BORCHET, La segiindo venitln tie Sntcinás, en "Concilium" 103 (1975) 451-45.8. "Parece como si precisamentc el iiitento de hacer que el bien triunCc definitiva y absolutamente, provocase una peligrosa acumulación dc mal, y con ello, una catástrofe" (C.G. JUNG, Respuexto a .lob, México 1992. 65). (39) Para F. SANCHEZ QUINTANA. El retorno del Hijo del hombre 1-11. Madrid 1990, 122, los siete reyes de Ap 17,9-11 son los siete primeros papas dc este siglo. Pero, además, se habla de u11 octavo que "era pero ya no es" (Ap 17,8), éste sería el actual Papa. Así el Hijo del hombre entablará la lucha con este considerado anti-papa. 60 LA ESPERANZA CRISTIANA ANTE LA EXPEClACION DEL FINAL Y COMIENZO DEL MlLENlO Mormones, al presentar la Parusía como restauración tribal en contexto Americano, e instauración de un reino teocrático (Morrnorz, 1 Nefi 13,18). Igualmente, los Testigos de Jehová, para los cuales la tierra fue hecha para siempre (ref. Sal 104,5), y el fin del mundo no es, por tanto, de la tierra sino de los malvados, tras el cual Jesús gobernará desde los cielos sobre la nueva tierra paradisiaca como Rey. Sólo 144.000 privilegiados irán al cielo como corregentes (ref. Ap 14,l-3; Heb 12,22)1J"). Para otros es u11 acontecimiento que supone una espiritualización. Es esta interpretación la más dominante. pero a su vez presenta diversos niveles explicativos. Los hay para quienes la humanidad está entrando en una nueva iniciación, una fase de mayor espiritualización, pero inserta en este mundo. "Lo escatológico en realidad, trata de esta vida, aquí, ahora, de este mundo en su dimensión más profunda"(-"'. Dando un paso más, hay quienes suponen una nueva revelación de Cristo, una mayor compenetración de la fuerza crística, un mayor influjo de su campo; pues "la manifestación de este nuevo campo es designado en la Biblia como 'el regreso de Cristo' " l"). Pero también hay quienes localizan el acontecimiento en una realidad absolutamente espiritual. Así, más que nuevo descenso sería un ascenso de los Hombres Nuevos al plano espiritual, lo cual explicaría que el segundo Advenimiento no suponga una nueva reencarnación. Tal acontecimiento se retarda, con lo cual surge el clásico problema del retraso de la Parusía. Las propuestas de solución son: porque se ha dado un aplazamiento corto, mediante el redescubrimiento de nuevas fechas, o porque ya tuvo lugar aunque de forma oculta, en forma de manifestación no pública o perceptible para todos, como recurso a una fase del proceso apocalíptico, así como por medio de visiones apocalípticas. Por las cuales dicen constatar la entrada de Cristo en el santuario de los Cielos, que no había tenido lugar todavía, para realizar el juicio inquisitivo. Tal retraso se debería a algún obstáculo, como el de la no observancia de la Ley o la falta de respuesta (Asociación para la Unificación del Cristo mundial). También, de forma histórica, ya habría ocurrido en alguna reencarnación o personificación. Como la de Sathya Sai Baba, Baha'ulláh'"), o aún oculta en el Dueño del Mundo el 7 julio 1952. Este último constituiría "la figura que viene" (cf. Mc 1,7; Jn 1,27), que incluso no sería él mismo, sino su energía transformadora. Pues mientras que Cristo "vendrá sobre una nube" (Mc 14,62 par.) pero no nacerá, el segundo (40) Cf. Ustedp~tedvei virpara siempre en elpuraiso en la tierra, New York 1982, 14.124; ¿Podrá sobrevivir este milndo?, Folleto, Madrid 1992; ¿Qué creen los testigos de .lehová?, Folleto, Madrid 1987, 3ss. (41) J.A. SHA, El Padrenuestro de lcz Nueva Era, Barcelona 1991,60. (42) J. VAN RIJCKENBORGH, El Hombre Nuevo, Madrid 1989,331. (43) Cf. G. TOWNSHEND, Cristo y Baha'uiláh, Buenos Aires 1983'. JOSE AN I-ONIO KODRIGUPZ ROCA 6 1 mesías del fin de los tiempos (Ap 19,lls) nacerá de una mujer (Ap 12,5) '4q. Para algunos la figura de esta Parusía es identificada con el Maestro de Justicia, pues según Sal 110,l-2.5 Jesús queda excluido. Versiones de corte más oriental responden a la figura del Dalai Lama, etc. A su vez, desde los grupos de 'mutación' de la Nueva Era, la 'parusía' representa la superación de la etapa de Jesús, que en clave astrológica'"" es representado por el Pez (Era de Piscis: Mt 4,19; 12,40: 13,47; 15,36, etc.), que sustituyó al mitraísmo de la Era de Aries. Aquí el fin del mundo es entendido como conclusión de una fase, una civilización o cultura, como fin de unas ideas y concepciones, de una cosmovisión. Desde el planteamiento oriental, el movimiento constante de fases de creación (Brahma), de conservación (Vishnú) y de destrucción (Shiva) apuntaría, en esta fase actual, a la edad sombría que se está consumando (hinduismo). Por tanto, el Día del Juicio será el del Reposo (Paranirvana), después de la Disolución Universal (Mahbpvahya), no la ai~iquilacións ino la ausencia absoluta de forma (nirvana). Desde la perspectiva de la sucesión de Budas, donde el posterior al séptimo constituye el último Buda Síntesis, Maitreya el destructor. A las versiones orientales se les une la confluencia de la Nueva Física, resultando que estaríamos ante la proximidad de una nueva oscuración señalada por un cataclismo, a través del cual el progreso hacia el mal absoluto que nuestra civilización sustenta, sería detenido. Además, cada vuelta de la evolución cósmica, estaría destinada al desarrollo de uno de los siete aspectos del Hombre. Si la actual ha supuesto el desarrollo de la inteligencia, la próxima será la lucha contra las inclinaciones físicas y el desarrollo de las dimensiones espirituales. Una versión subraya la idea de 'rapto' para liberar de la catástrofe a los verdaderos creyentes, que en versión mística-gnóstica supone una especie de apocalíptica realizada. "Jesús, el Maestro, prometió volver; y la Cristificación está ahora aquí entre los ho~nbres"(~~l. Por tanto, se afirma que la Era de Piscis ha terminado. Esta época habría sido el periodo de lo espiritual y místico, de los grandes movimientos religiosos. (44) Cf. C.G. JUNG, Respuesta a Job, México 1992, 95s. Por eso, la vuelta de Jesús es entendida, por algunos, como reencarnación (reí'. Jn 21,21s), cf. F. SANCHEZ QUINTANA, El inminente retorno del Hijo del hombre 1-11, Madrid 1990, 7. 13. 148, y, en concreto, el ser identificado con Juan Miguel, que se empezó a manifestar desde 1989 (pág. 35). Para otros. Jesús fue cl precursor del segundo Mesías, dado que su ministerio concluyó con el anuncio de la venida dcl Hijo del hombre, que hoy se ha realizado (Iglesia de la Unificación). (45) La eras suelen distribuirse de la siguiente manera: Tauro (4320-2160 a.c.: toro). Aries (2160 a.c.-0: carnero), Piscis (0-2160 d.C.: pez), Acuario (2160-4320), cf. P. RIFFARD, Era Zorliacal, en Diccionario del esoterismo, Madrid 1987, 141s. Sobre la fecha pi-ecisa del comienzo de la era de psicis se diversifican las opiniones: 1932 (Cayce), 1962 (AMORC), etc. (46) R. SWINBURNE, Cristificacicín, Buenos Aires 1980', 22. 62 LA ESPERANZA CRISTIANA ANTE LA tXPECTACION DEL FINAL Y COMIENZO DEL MILENIO Especialmente representada por el cristianismo que sacrifica al Cordero, anterior signo zodiacal de Aries. El cristianismo se dice que toca a su fin y comienza la Era de Acuario. Entonces aparecerá "Cristo como el Precursor de la Era de Acuario" 'O7'P.a samos del agua al aire, saliendo del enclaustran~iento terrestre hacia el universo. La apocalíptica viene a suponer una visión optimista de la Nueva Era. En ella se dará, se está dando, la manifestación más intensa del Espíritu de la verdad. La armonía, la confraternidad, en definitiva, un futuro hermoso. Es la Era del Cristo Cósmico, es decir, Cristo para y en todos, el paso a la cuarta dimensión, al estado angélico. En opinión mayoritaria, hemos descubierto que más que el fin absoluto se proclama el fin de un ciclo. "Este Retorno está más cerca que nunca, es inminente, y cambiará todo. Nosotros no predecimos el inminente fin del mundo, sino la llegada de un Mundo Nuevo" '.'". Pues en la declaración de Cristo: "estoy hasta el fin" (Mt 28,20), ese final no es telos sino synteleia, fin de un periodo y comienzo de otro. 111. DISCERNIMIENTO DESDE LA ESCATOLOGIA CRISTIANA Al momento de evaluar el milenarismo en sus diversas versiones, valorando los parámetros fundamentales en los que se mueve, lo haremos desde el discernimiento de la escatología cristiana. Precisando su concepción sobre la temporalidad y definitividad de la salvación. 1. NUEVAS RESPUESTAS ANTE LA INCERTIDUMBRE Ante la experiencia contemporánea de crisis, la actual percepción de la realidad adquiere un significado de definitividad y, por ello, de acabamiento. Pues las formas de percibir lo último, al hacérnoslo presente, configura nuestra concepción de la historia y con ello a nosotros mismos. Entonces, el futuro se convierte en clave fundamental para interpretar la realidad presente. Así, algunos sectores de la sociedad actual mantienen, con diferencias, posiciones que se mueven entre una apocalíptica catastrofista y una futurología optimista. Además, el impacto de estas teorías hacen que tengan una alta influencia en la opinión pública. En ellas resultan posicionamientos ante la realidad que van desde la prolongación de este orden social por la pretensión de posesión del futuro en un utopismo secularizado, a la radicalización escatológica, que terminar aniquilando a la misma por su disolución en la interioridad. (47) A.A. BAILEY. La reriparición de Cristo, Málaga 1987,72, de forma que Cristo en 1945 ya habría anunciado su intención de aparecer. Según B. Greme. en 1977 salió Cristo de su retiro en el Himalaya y, se anuncia ya el Día de la Declaración. (48) ORDEN DEL TEMPLE, Introducción (I los nzisterios del Cristo, Madrid 1987,379. JOSE ANTONIO RODRIGUEZ ROCA 63 Aunque el valor del vaticinio no debe ser excluido, en cuanto expresa preocupación por el futuro, si debe serlo el caso que se pretenda una relación causal entre el mismo y su cumplimiento. Además, hay que diferenciarlo de la profecía, la cual se centra en el presente, aunque, por eso mismo, posibilita la prospectiva de futuro. Pues, "únicamente puede saber acerca del futuro lo que se deja entrever en su expresión histórico-salvífica del presente"'"". En este sentido, la escatología cristiana, en continuidad con el profetismo evangélico, es constitutivamente conciencia crítica. Por ello, revaloriza el "presente en cuanto revelado y proyectado hacia su auténtico porvenir" ""', pero también ese futuro prefigura el presente, por lo que promueve la transformación de este inundo. 2. LA ESPERANZA CRISTlANA El evangelio cristiano, en continuidad con la inminente llegada del reino proclamada y realizada por Jesús (Mc 1,15), anuncia la cercanía del fin (TELOS: lCor 10,ll). Y, esto, en el advenimiento de Cristo en gloria (2Tes 1,9s). Pero a laiez, también asumiendo la orientación de Jesús al excluir las señales del cielo (oqy~iouM: c 8, l l s par.) y los cálculos sobre el fin, enseña que aunque hay que mantener la vigilancia, el tiempo del fin es imprevisible (1Tes 5,lss) y, por eso, rechazable toda alarma de inminencia (2Tes 2,ls). Con ello, quiere dejar el futuro en las manos de Dios: "no os preocupéis del mañana" (Mt 6,34), pues sólo Dios sabe el día (cf. Mc 13,32s). Así, ese carácter inminente (1Tes 5,2s) no significa su irrupción definitiva ahora, pues "el fin no es inmediato" (Lc 21,9), sino que se constituye en un llamamiento urgente a la toma de posición ante la decisión tomada por Dios. Respecto a la cita del milenio en el Apocalipsis, ésta ha tenido diversas explicaciones ["!, desde la milenarista cronológica, que habla de un interregno terrenal o espiritual, pasando por la eclesiológica, que lo aplica al tiempo de la Iglesia y la escatológica-simbólica, que expresa el establecimiento definitivo del reino. Aunque cualquier texto permite diversas lecturas según los sentidos tradicionales aplicados, propiamente el Apocalipsis relee los acontecimientos que estaba viviendo las comunidades cristianas. La batalla de 20,7-10'í2 contra (49) K. RAHNER. Principios teolúgicos ríe la hernienéccticn de 10s declarnciones escatolúgicas, en Id., Escritos de Teologin IV, Madrid 1961. 424. (50) Ibídem. IV, 428. (51) Cf. R. SCHNACKENBURG. Reino y reinodo de Dios, Madrid 1967, 315-322; J.P. CHARLIER, Comprender el npocnlipsis 11, Bilbao 1993, 145-168, aplica al tiempo de Jesús, con su resurrección como fin de la acción Satánica que había reaparecido en su ministerio (tres días y mcdio: Ap 1 1,9, como posible alusión). (52) Recogiendo. ampliando y subsumiendo lo narrado sobre el tema en Ap 14,14-20; lh,12-16; 17,14; 19,14s. 64 LA ESPERANZA CRISTIANA ANTE 1.A EXPECTACION DEI. FINAL Y COMIFNZO DEL MlLENlO Satán es el último nivel del conflicto contra Roma, expresión histórica del poder deshumanizador del mismo. Dios ya ha dictado su sentencia contra ella (Ap 18,20ss). Aunque también, con ello, se señala la esperanza última. Pues estamos ante "la hora de la prueba que está apunto de llegar" (Ap 3,10). Así se mueve entre la realidad actual y la futura escatología consumada. Por eso, si la tradición había existido muy diversos números para expresar el fin, el Apocalipsis eligió el de 1000, como cifra de Dios (2 Pe 3,8). "Por lo mismo, no sirven estos pasajes para determinar las señales precursoras del fin del mundo ... no hay nada, pues, que indique ni remotamente si la parusía está cerca o muy lej~s"'"~P. or tanto, aquí el fin no tiene un sentido cronológico, sino que constituye una expresión del drama teológico. El texto del Ap 20, con su preanuncio en 19.1 lss, expresa la comunión de la comunidad eclesial con los mártires, privilegiando su condición, adelanta el carácter de bienaventurados. El convencimiento de la victoria final es plasmado aquí en términos terrestres, en categorías espacio-temporales, como su impacto histórico que se adelanta. Es decir, la construcción literaria, apoyada por la cosmovisión de la época, hace que la división en planos espaciales o dimensiones aparezca como segmentos temporales. Estamos, por tanto, ante la esperanza del acontecimiento final de la resurrección, que da sentido a la entrega de los mártires y que a la vez, empieza a expresarse dentro de este mundo como 'resurrección primera' (AP 20s). 4. EL TIEMPO DE LA SALVACION CRISTIANA Del advenimiento de Jesucristo, proclama la fe cristiana su parusía. Término que significa llegada, presencia manifiesta; como el latino adventus, es decir, lo que se hace manifiesto. Pues bien, la parusía no es un apéndice superfluo o sobre añadido a la fe cristiana, sino soporte mismo de toda la fe en Cristo y de su comprensión. Pues "en el cristianismo el tiempo tiene una importancia fundamental.. . en Jesucristo.. . el tiempo llega a ser una dimensión de Dios", dado que "la eternidad ha entrado en el tiempo" "". En primer lugar, al comprender el pasado, se nos muestra como Cristo se ha manifestado en el tiempo de Jesús de Nazaret. "Al llegar la plenitud de los tiempos" (Gál 4,4), acaeció en nuestra historia la natividad de Jesucristo. Acontecimiento que celebramos todos los años, pero en ella, "no se celebra un acontecimiento pasado, que ocurrió una vez y pasó, sino algo presente, que es (53) S. BARTINA, La escatologia del Apocalipsis, en "Estudios Bíblicos" 3-4 (1962) 300s. (54) JUAN PABLO 11, Terfio millennio ndvenierzte, 10.9; Firles et ratio, 12: "el Eterno entra en el tiempo, el Todo se esconde cn la parte". Cf. O. CULLMANN, Cristo y el fiempo, Barceloiia 1968. JOSE ANTONIO RODRIGIJEZ ROCA 65 al mismo tiempo comienzo de un futuro eterno que se nos acerca. Es la fiesta del nacimiento de la eterna j~ventud"'~". En "el final de los días" (Heb 1,2), aparece Jesús de Nazaret identificándose con las esperanzas del reino de Dios que él vinculó a su propia persona. Cuando proclamaba: "hoy se ha cumplido" ( d y ~ p o uL: c 4,21), el reinado de Dios se hacía por su medio actuante entre nosotros. Así lo escatológico se nos muestra, no como un tema más de la predicación de Jesús, sino como la dimensión que define su misión y su persona. Lo escatológico constituía su forma de entender a Dios como Padre, hacia el cual vivió totalmente orientando toda su existencia. Para Jesús el futuro, permaneciendo como tal futuro que hay que esperarlo esperanzadamente, se adelanta de forma interpeladora a nuestro presente, para ser asumido trasformándolo según el horizonte que el mismo nos muestra. En segundo lugar, al experimentarle en nuestro propio presente, Jesucristo es proclamado por los creyentes a lo largo del tiempo. Pues el último día, el final de los días &OK&TTJ: Jn 6,39s. 44. 54; 12,48), la Hora de Jesús, se verificó ya en la cruz y dio lugar al comienzo del mundo venidero. Pasó la noche y vino el día que se prolonga y, con ello, el último día se constituyó en el primero de la semana de la nueva humanidad (Jn 20,1.19). Más aún, ese primer día hace referencia al mismo Cristo, que fue el don dado desde los tiempos eternos (cf. 2Tim 1,9). Con Jesucristo resucitado, la resurrección esperada para el fin se ha adelantado en el tiempo, pero eso no significa una ausencia, como si nos hubiera abandonado con su ascensión, sino la mayor de las presencias y cercanías. Con la resurrección de Jesús, ha llegado para nosotros el fin de los tiempos (1Cor 10,11; 1Pe 1,20), en cuanto ha comenzado con la primicia de Cristo, que ha sido el primero, el primogénito (Col 1,18). El final ya se ha puesto en marcha con la Pascua de Jesús. Más aún, cuando "el final de la historia ha llegado ya a nosotros y la renovación del mundo está ya decidida de manera irrevocable e incluso de alguna manera real está ya por anticipado en este mundo" ''". Jesucristo resucitado constituye el fundamento y el modo de la experiencia de su presencia entre nosotros, al decirnos: "Yo estaré con vosotros todos los días hasta la consumación de los tiempos" ( o u v t ~ h ~zioCa ~a i o u o ~ : Mt 28,20) y, a la vez, supone el objetivo último de nuestra esperanza (Col 1,27), que anticipa su parusía. Pues "no se ha perdido nada de él ni de su vida; todo (55) K. RAHNER, Navidad, fiesta de eterna jclventud, en Id.. Escritos de Teología VII, Madrid 1969,135. (56) LG 48, cf. Cateci.smo de ILI Iglesiu Catúlica, Madrid 1992. n. 670. 66 LA t S P t K A N / A CRISTIANA ANTE LA EXPL< TA( ION D t L FINAL Y COMIENZO DEL MILENIO ha quedado; y por ello 'vuelve de nuevo', se muestra y muestra que todo ha quedado" ("'. En tercer lugar, al mirar hacia el futuro, Jesucristo constituirá la plenitud total del tiempo. Es precisamente el prefacio de la liturgia de adviento el que nos advierte: "Quien al venir por primera vez en la humildad de nuestra carne realizó el plan de redención.. . para que cuando venga de nuevo en la majestad de su gloria.. . podamos recibir los bienes prometidos que ahora, en vigilante espera, confiamos alcanzar". El fin ( ~ i p aq~ue) h a comenzado con la pascua de Cristo, alcanzará con su parusía la plenitud (.tÉho~)d e la resurrección y triunfo del amor''*'. Pues Dios se nos ha mostrado en la resurrección de Jesús, como el dador de vida, por lo cual, lo propio suyo es proyectarse hacia el futuro""'. Así, desde la orientación histórica que tuvo Jesús de vivir centrado en Dios, ahora se orienta definitivamente asimismo y a todo lo existente hacia Dios, para que "sea todo en todos" (1Cor 15,2528). Por medio de Jesucristo se dará la recapitulación (Ef 1,lO: a u a~&$ a h a t ó od)e toda la creación y él mismo se constituye en el futuro de todo ser humano. Con ello, el futuro es captado en el presente como certeza en la vida misma y es acogido como una tarea a desarrollar. De tal forma, que tanto el presente como el futuro son nuestros (cf. 1Cor 3,22). Pues solamente a la luz del futuro prometido se hace posible ver el mundo como historia salvífica. Jesucristo y los creyentes estamos constituidos por una dimensión esencialmente futura. Porque la parusía es la consumación de la vida de Jesús y la orientación de la vida de los creyentes. La parusía no es ni temporalización ni eternización sin más, pues si lo último acaece en el tiempo no pondrá fin al mismo, pero si cae en la eternidad no realizará el fin del tiempo'""'. No se da una desaparición del tiempo como en el monismo, ni una incompatibilidad entre el tiempo y la eternidad como en el dualismo, sino que el fin de la historia acaece en el tiempo, sin disolverse en la eternidad. Al ser inhabitado el ser humano y el universo en plenitud por Dios, el tiempo que comenzó al 'principio' de la creación, se eterniza de forma relativa y compartida en la misma eternidad de Dios. Por eso, la parusía no es una nueva entrada de Cristo en el tiempo, sino la consumación del mismo. No es (55) K. RAHNER, Navidad fiesta de eterna jciventlrd. en Id., Escritos de Teología VII, Madrid 1969,135. (56) LG 48. cf. Carecisr?zo de la Iglesirr Crrtólica, Madrid 1992, n. 670. (57) Cf. K. RAHNER, Volverh. en Escritos de Teología VII, Madrid 1969, 193. (58) Cf. J. RATZINGER, Escatología. Barcelona 1980, 199. (59) Cf. P. TILLICH, Teología sisrenzática 11, Salamanca 1970, 161.221. (60) CI. J. MOLTMANN, Teología tie la esperanza, Salamanca 1972. 295s; Id., El camino de Jeslicri.sto. Salamanca 1993, 428s. JOSE ANTONIO RODRIGUEZ ROCA 67 simplemente la vuelta de Cristo como un acto de repetición de algo que ya ha sucedido, sino de la plenitud de su presencia'"". Tampoco ese final está fijo ni predeterminado, pero a la vez si muestra la densidad del tiempo que es irreversible. No es un día de desgracia, sino de salvación, que debe ser vivido en confianza y no en temor. Constituye el grandioso triunfo de la justicia y el amor. Pues no hay más juicio que el de la salvación de Dios, un juicio acorde con el Evangelio que es una 'buena noticia'. Pues el mundo es juzgado en la manifestación del amor de Dios. Correspondiéndose con la misión de Jesús que era definida por él mismo como salvadora y no como juicio condenatorio (Lc 5,31s). En definitiva, el futuro de Cristo es el futuro de toda la humanidad, en cuanto cuerpo del cual él es la Cabeza (Ef 1,lO). Jesús resucita no sólo para sí mismo, sino para hacer algo, se le confiere una misión postpascual: llevar a término la misión que el Padre la había encomendado, ahora con nueva cualidad. Así quedamos asociados a su destino final, pues el fin no es sólo una plenitud individual, sino especialmente, la plenitud colectiva, sin la cual no sería posible la individual. Por eso, decía Orígenes"? "Si tú, que eres miembro, no puedes tener una satisfacción plena mientras falte un miembro, tanto más nuestro Señor, que es la cabeza y el autor de este cuerpo, no será plenamente dichoso mientras esté privado de ciertos miembros de su cuerpo ... El no quiere, por tanto, recibir su plena gloria sin ti". Con todo ello, se genera un caminar constante dada la tensión entre el tiempo presente y el tiempo que está por venir. Pues la espera brota de la promesa de quien es fiel, y es esta esperanza la que conecta el pasado con el presente a la luz del futuro. Estamos entre la reserva escatológica y su anticipación, pues a nosotros no nos "toca conocer los tiempos y el momento que ha fijado el Padre" (~póvoufci ~a i p 6 u cH: ch 1,7), para la consumación. El reino futuro de Dios en el nuevo tiempo, se relaciona esencialmente con el reino duradero de Dios en este tiempo. Pues ahora estamos en la aurora de la consumación del mundo'"": Dado que la luz resplandece en medio de las tinieblas, que ha llegado la hora de la cosecha en el estéril trabajo, que nos ha alcanzado la primavera pues la higuera reverdece en el invierno, que se ofrece el vino y el traje nuevo para la fiesta en medio del duelo, que se entrega a los niños el pan y el agua de la vida paradisíaca ante la orfandad y, ahora, se ofrece la paz de Dios entre las contiendas. Por eso, también el futuro definitivo no es producto exclusivo del esfuerzo humano, sino prioritariamente un don de Dios. Mantenemos así la (61) Cf. K. RAHNER, Escnfologia, en Id. (dir.), Sacrnment~irnm undi 11, Madrid 1972,653-663. (62) ORIGENES, Hom. Lev., 7. (63) Cf. J. JEREMIAS, Teoiogin del Nuevo Testamento, Salamanca 1977, 126ss. 68 LA ESPERANZA CRISTIANA ANTE LA EXPECTAClON DEL FINAL Y COMIENZO DEL MlLENlO tensión entre el presente hecho experiencia por el pasado y el por-venir novedoso. Y es el Espíritu de Jesús resucitado el que constituye esa realidad última en toda su riqueza en anchura y en profundidad. Del Espíritu es el fin del tiempo (Hch 1,6s) y la experiencia del mismo produce sus frutos, que son: "amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, templanza" (Gá15,22s), pues la espera genera un estilo de vida. Aprovechemos "bien el tiempo presente" (Col 4 3 , pues "la salvación está más cerca" (Rom 13,ll). CONCLUSION De nuevo nos confrontamos con el futuro, pero ¿qué futuro? Estamos en el marco de profundas transformaciones de las perspectivas de futuro, ante la desaparición de un mundo y sus esperanzas y la emergencia de otro, sin que sepamos todavía cuales son sus utopías. Podemos estar moviéndonos ente la individualización y una universalización integral, cosmoteándrica '"'l. En el tercer milenio y ante las diversas degradaciones de la espera, debemos sostener la adhesión esperanzada a Jesucristo("). Porque hay que mantener la fidelidad en la esperanza de su por-venir. Pues "nunca nos limitamos al presente. Anticipamos el futuro.. . Apenas pensamos en el presente, y si lo hacemos, es tan sólo para encender en él la luz de que queremos disponer en el futuro. Nunca el presente es meta.. . únicamente el futuro es nuestra meta"(66). El tiempo no es, por tanto, algo exterior, sino la dimensión interna de cada persona. Así, a mayor experiencia de la temporalidad y su precariedad, mayor cuestionamiento experimentamos sobre el futuro. Vivir es esperar. La conciencia utópica es la que marcha por delante, lo que hoy se llama en las ciencias sociales 'prospectiva'. Pues bien, la fe cristiana tiene que ver mucho con el futuro, tanto que explica el sentido de la expresión: 'tener fe en Jesucristo'. Dado que "cree en Cristo quien espera en Cristo y le ama. Pues, quien tiene fe sin esperanza ni amor, cree que hay Cristo, pero no cree en Cristo" 'h7). La esperanza es el caminar hacia la plenitud en una relación de confianza, en el encuentro entre dos libertades que se aman: Dios en Jesucristo y el ser humano. Por eso, la esperanza progresa y se desarrolla por su misma historicidad, pero con una estructuración pascual, pues ese evolucionar hacia el (64) Cf. R. PANIKKAR, La visión cosmoteándrica: el sentido religioso emergente del tercer milenio, en "Selecciones de Teología" 125 (1993) 63-72. (65) Así, lo afirma JUAN PABLO 11, Tertio millennio adveniente, 42: "el objetivo prioritario del jubileo que es el fortalecimiento de la fe y del testimonio de los cristianos". (66) PASCAL, Pensamientos, Madrid 1984,172. (67) AGUSTIN, Sermo 144,2 de verbis Ev. Jo 1 6 8 PL 38,788. JOSE ANTONIO RODRIGUEZ ROCA 69 fin, como complejidad y concentración máxima de la convergencia final de paz, aunque con una tensión extrema que nada tiene que ver con un milenarismo terrestre en el fin de los tiempos'"). Sino que es movido por el Espíritu de Jesucristo resucitado y constituye como objetivo del encuentro, al mismo Cristo. También, por eso mismo, es una revolución del presente por la 'espera a~tiva''~''p,u es el mundo nuevo y la criatura nueva no son otras realidades distintas, sino estas mismas renovadas y recreadas (2Pe 3,13). José Antonio Rodríguez Roca (68) Cf. TEILHARD DE CHARDIN, La energia humana, Madrid 1967'. 348 y nota 8. (69) E. BLOCH, El principio esperanza 1, Madrid 1977. 61.
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Calificación | |
Colección | Revista Almogaren ISTIC |
Título y subtítulo | La esperanza cristiana ante la expectación del final y comienzo del milenio |
Autoría principal | Rodríguez Roca, José Antonio |
Entidad | Centro Teológico de Las Palmas |
Publicación fuente | Almogaren. Revista del Centro Teológico de Las Palmas |
Numeración | Número 25 |
Tipo de documento | Artículo |
Lugar de publicación | Las Palmas de Gran Canaria |
Editorial | Instituto Superior de Teología de las Islas Canaria |
Fecha | dic-99 |
Páginas | pp. 049-069 |
Materias | Religión ; Iglesia; Escatología |
Formato digital | |
Tamaño de archivo | 883261 Bytes |
Texto | ALMOGAREN 2 (99) Pág. 49-69. O CENTRO TEOLOGICO DE LAS PALMAS LA ESPERANZA CRISTIANA ANTE LA EXPECTACION DEL FINAL Y COMIENZO DEL MlLENlO JOSE ANTONIO RODRIGUEZ ROCA PROFESOR DEL CENTRO TEOLOGICO DE LAS PALMAS INTRODUCCION N o s encontramos en el mundo occidental, según e1 calendario cristiano, ante el final del segundo milenio y el comienzo del tercero. Una mirada hacia atrás, nos contextualizaría en lo que supuso la preparación y posterior desarrollo del referente del primer milenio. En la situación actual habría que afrontar el significado del repuntar de una expectación 'milenarista', con un resurgimiento profético apocalíptico que anuncia una etapa final y la instauración de una realidad nueva. Con el discernimiento desde la fe cristiana pretendemos superar, tanto la visión catastrofista como una futurología optimista. A la vez queremos renovar el anuncio del tiempo de la salvación cristiana en la perspectiva de un caminar hacia adelante, integrados en el tercer milenio. 1. EL ANTES Y EL DESPUES DEL PRIMER MILENIO CRISTIANO 1. EL MILENIO EN EL NUEVO TESTAMENTO En la proclamación cristiana es central la afirmación sobre el futuro. El anuncio central del reino de Dios es tanto una realidad escatológica, como la 50 LA ESPERANZA CRISTIANA ANTE LA EXPECTACION DEL FINAL Y COMIENZO DEL MlLENlO irrupción de su inminente llegada. La descripción que el Nuevo Testamento hace del mismo, no es una representación material de los acontecimientos futuros. Tampoco un cifrado de cálculos sobre el fin. Menos aún el fin próximo del mundo por derrumbamiento catastrófico. Sino que supone un determinado lenguaje, con el cual se quiere expresar la conciencia de que el fin de los tiempos ha comenzado ya (1Cor 7,26). Pero el fin en sí mismo ("se ha terminado el tiempo [ ~ p ó u o ~ ]A" :p 10,6), trasciende la misma historia, será una nueva creación (2Pe 3,13), como plenitud de este mundo (1Cor 15,25-28). El sufrimiento generado por la actual situación (los "dolores de parto": Rom 8,22), se comprende a la luz de esa esperanza de realización plena (2Tes 1,4-7). Y esta esperanza, genera un estilo de vida (1Pe 4,7), un aguardar con paciencia (Sant 5,8). Pero en situaciones de extrema angustia, como la reflejada en el Libro del Apocalipsis, se busca fortalecer el ánimo de los cristianos en tiempos de persecución. Con motivos tomados de Ez 37-38, ante la esperanza en la resurrección, se reclama, al menos, un adelanto del final esperado. Este supondrá el reinado por mil años (Kíhia: Ap 20,4) de Cristo con los mártires y los creyentes, tras superar estos la muerte, con la sujeción de Satanás (v. 2). Aunque habrá un poco de tiempo en que Satanás será liberado (yiupov ~ p ó u o uv: . 3; cf. v.7) para, tras la confrontación final, ser nuevamente sujetado ahora para siempre (v. lo), tras la resurrección final y el juicio (vs. 5.11-15). Así final escatológico se desdobla en las imágenes de un reino mesiánico y de un reino eterno. El primer reino representa el tiempo pleno: el del milenio. Símbolo de la gran abundancia (Ap 5,ll; 20,2-7; 2Pe 3,8; cf. Sal 90,4), en la línea de la representación judía de la salvación en términos terrestres y temporales. Tal como se mantenía en la promesa de permanencia de la dinastía davídica y la realización de su reinado mesiánico (Sal.Sa1. 17,4.30ss; cf. 2Sam 7,16; Sal 89,4) y asumido por el Nuevo Testamento (Lc 1,32s). De forma, que el gran día escatológico no es distinguible de los días históricos de la actuación de Dios (1s 2,12; Am 2,16; 5,18; Sof 1,14s; 2,2s; Jol2,ll; 3,4). También en encontramos la comprensión del proceso que acerca el fin como una lucha contra las potencias cósmicas (Ef 1,21; Col 2,10). El tema lo encontramos presente en la literatura de la época, sobre el encarcelamiento de los astros y las potencias del cielo por la violación de las leyes eternas, hasta la expiación de sus culpas "en el año del misterio" (1Hen. 18,16; en gr. "diez mil años", por corrupción de yuozqpiou por pupíou). En conexión con la tradición sobre los 'ángeles caídos' (1Hen 6,lss; ref. Gén 6,1-4) y su lectura astrológica. Otra aportación vino a orientar una nueva comprensión del fin. Pues al concentrar la expectación en el acontecimiento de Jesucristo, su exaltación lleva al culmen la creación (Col 1,15s.20). Por eso, la esperanza en la JOSE ANTONIO RODRlClJEZ ROCA 51 resurrección en 'el último día' (Jn 6,39s.44.54), dada en toda su radicalidad, supone que 'el día' se manifiesta ya en el prcsente (Lc 4,21; Jn 3,18). La conciencia del cristianismo primitivo de vivir el comienzo del fin, que originariamente era en su carácter histórico, fue pasando, por un lado, a una orientación de concepción intemporal. Con ello, se dio una tendencia a la espiritualización. Por otro lado, el motivo de la temporalización fue haciendo que otra orientación en la esperanza cristiana se fuera integrando progresivamente en el esquema del tiempo. Paralelamente con ello, el juicio tenderá a ser comprendido como destrucción, aniquilación del mundo o realización plena adelantada. 2. EVOLUCION HISTORICA DEL TEMA DEL MILENIO A pesar de la dilación de la venida del fin (lJ, la conciencia de su expectación próxima. de consecuencias éticas, se mantuvo en el cristianismo de los primeros siglos 'i). El tema del milenio fue recogido en el sentido de reconstrucción temporal y espacial ('Nueva Jerusalén') por algunos autores patrísticos (Justino"', Ireneo'", etc.). En el marco creado por la interpretación de Dan y Ap, se hizo como profecías sobre la aparición final del anticri~to'~'. Subrayándose tanto la inminencia, pues "se acerca ya el día de ese juicio", que será "en breve tiempo"'", como la división del tiempo en periodos. A los seis días de la creación le corresponden los seis siglos de la historia humana, durante los cuales "prevalece y domina la maldad" (VII,14,11). Aunque rechazándose el pretender determinar el final de los tiempos, pues "todavía no se ha cumplido el año seis mil"'''. Más aun, no sólo por las discrepancias entre los autores (VI1,24,5), sino sobre todo, por que, en paralelo al día séptimo en el que el Dios bendijo la creación, el séptimo milenio que supondrá la abolición de "toda maldad, reinará durante mil años la justicia"("', menos se ha cumplido. El Apocalipsis de Juan se leía según su sentido encubierto y no según el obvio, rechazándose concepciones que reducían a un reino terrestre, como la de Cerinto o la de Apolinar, era comprendido como participación de los mártires con Cristo en su reino y en su juicio"). Pero, fue adquiriendo su versión más radical, a través de diversas manifestaciones desde grupos judeocristianos tras (1) Así, HERMAS, Past., 9,14,2 habla de "una tregua" con el fin de posibilitar la penitencia; por lo cual, para ARISTIDES, Apol. 16,6: "el mundo se mantiene por las súplicas de los cristianos". (2) Cf. Did., lO,6; 16,lss. (3) JUSTINO, Dlal., X0,5; 81,4; ref. 1s 65,17-25 (4) IRENEO, Adv. haeu., V. 31s. (5) Cf. ORICENES. Cont. Cels.. 111. 32: ref. Dan 7-9. i6\ LACTANCIO. Biv. insr.. VII. 14.3.15 (7) Ibídem, VI^, 14,6; cf. 2Clern~12,l:- (8) Ibídem, VII, 14,ll. Cf. COMODIANO, Instr., 2,gss: Corp. Christ. 128,70. (9) Cf. EUSEBIO, Hist. eccl., VII, 25. 4-6; III,28,2; VI, 42,5; Id., Comm. in 1s 18,64, 18,767s: PL 24,627. 52 LA ESPERANZA CRISTIANA ANTE LA EXPECTACION DEL FINAL Y COMIENZO DEL MILENIO la destrucción de Jerusalén, a la inminencia del fin proclamada por los montanistas. Por un lado, en algún caso, se dató el final para el año 500 (Hipólito), por otro, se conectó la idea con la imagen grecorromano de la edad de oro: "el reino de los justos que dura mil años" ("". Pero, con el constantinismo, esta idea perdió fuerza para centrarse en la realización histórica mediante la sacralización de su gobierno. Posteriormente, una serie de acontecimientos auspiciaron una interpretación apocalíptica: el fin del mundo antiguo, la toma de la ciudad de Roma por Alarico (410)("), la invasión islámica (622: Hégira). Cierta tradición ha dado especial relevancia a una pretendida expectación milenarista del año 1000('2)P.e ro, en concreto, entorno a ese mismo año, solamente existen algunas pocas referencias 'milenaristas', y las interpretaciones en esta línea se deben a la visión romántica del siglo XIX. A pesar de nuevos intentos matizados, como milenarismo retardado, de la misma'"'. Si es cierto que el periodo en torno el año mil supuso grandes cambios y algunos acontecimientos: descomposición del imperio carolingio, reforma cluniacense, fenómenos astronómicos (eclipse en 990 y en 1023, cometa en 1031), movimientos de peregrinación, intento de renovación de monarquía universal (Otón 111 y Silvestre 11), la inquietud ante la espera del milenario de la Pasión (para el 1033), reafirmada por el saqueo de Jerusalén por el califa de El Cairo (1009). También hay que citar el influjo de la lectura de la época del Venerable Beda(I4)c, on su división tradicional del tiempo y su correspondencia con la sexta época, aunque desconociéndose su duración, tras la cual, la séptima se encontraría ya 'fuera del tiempo'. Otra cuestión es la especial relevancia que en los siglos X-XII adquirió los "Comentarios al Apocalipsis" ( 1 5 ' , que incluían el libro de Jerónimo sobre "Comentario del Libro de Daniel". Así como la referencia a algún tratado de la época que refuta la interpretación milenarista("). Esta última, desarrolló el tema de las dos figuras de los testigos que profetizan contra el anticristo (Ap 11,7s), identificándolos con Elías y Enoc("), pero también buscando los indicios de su inminente venida. Ello supuso una inspiración en el Apocalipsis y, en su relectura milenarista de algunos movimientos de revueltas o de resistencia (10) LACTANCIO, Div. inst., VII, 24. (11) Para la comprensión de la destrucción de Roma como un signo mesiánico, véase Ora. Sib., 2,17s; 5,367; 8,37s; LACTANCIO. Div. inst., VII, 25,6ss; COMODIANO, Carm. 805ss: Corp. Christ. 128,103. (12) Cf. E. POGNON, La vida cotidiana en el año 1000, Madrid 1994. (13) Cf. H. FOCILLON, El año mil, Madrid 1987. (14) Cf. BEDA, De temporum ratione, 111, LXVII, LXIX: PL 90,933~s. (15) Cf. H. STIERLIN, Los Beatos de Liébana y el Arte Mozárube, Madrid 1983. (16) Cf. ADSO, Libellus de Antichrisro: PL 101, 1289-1298: ABBON, Liber apologeticus: PL 139,461s; Id., Carta X: PL 139,471. (17) Sobre el tema véase, M. REEVES, Adversarios del Aizticristo: una concepción medieval, en "Concilium" 220 (1988) 459-462. JOSE ANTONIO RODRlGUEZ ROCA 53 mística en el medievo"". Por eso, en el siglo XIII, se reconvierte la lectura del Apocalipsis para venir a informar ahora, sobre el fin del mundo y el tema del Juicio Final (románico), que se manifestaba en actitudes como las de los flagelantes y, especialmente significativa, con la aportación de Joaquín de Fiore en su Evangelio eterno, en el cual anunciaba la inminente venida del tercer reino o etapa (stnt~is),l a del Paráclito, siendo encargada su dirección a unas nuevas órdenes, en concreción (typus) de los dos testigos del Apocalipsis. Ya Agustín de Hipona, dentro de la orientación en algunos padres de la iglesia a una cierta lectura literal del texto de Ap 20, confiesa haber mantenido una interpretación milenarista, debido a la corriente que interpreta la "primera resurrección" (Ap 20,5) de forma terrenal (corpovnlem)~'"'R. etractándose de la miSma (31,) manifiesta que la última etapa del mundo no se sitúa en el futuro, sino que ya comenzó con Jesucristo. Así, el sentido de los 'mil años', es el de los 'últimos tiempos' como designación del mundo con un número perfecto (lo'), para indicar la plenitud del tiempo, su totalidad. El milenio no es, por tanto, en un sentido cuantitativo sino cualitativo de perfección. Desde ahí, para Tomás de Aquino, "la palabra 'milenario' no se refiere a un número determinado de años, sino que designa todo el tiempo presente ... Porque el número mil designa.. . lo universal" 12". Con ello, rechaza abiertamente el milenarismo, calificándolo de opinión herética'"'. En el siglo XVI surge el primer comentario al Apocalipsis(2'), donde se retorna la referencia al séptimo mi le ni^(^^'. También M. Lutero esperaba un inmediato final del mundo apocalíptico, en parte por ello, fue interpretado radicalmente en esta línea por los anabaptistas"'). En el XVIII tenemos a los iluminados, a los camisardos y en el XIX la especulación apocalíptica con motivo de las guerras napoleónicas y, con un grado especial, el alcanzado con el sueño milenarista en los Estados Unidos. Surgen así los precursores del fin del segundo milenio: los Milleristas (W. Miller, 1818), Mormones (1820), Adventistas del Séptimo Día (1845-1860) y Testigos de Jehová (1870.1909). Así como a lo largo del siglo XX, la Iglesia Católica Apostólica, el Movimiento de Retorno de Jesús, los grupos entorno al secreto de Fátima, la Iglesia Universal de Dios (de H.W. Armstrong, 1933) y la declaración en 1945 de A.A. Bailey, sobre la nueva venida de Cristo, que supuso un hito en la espera de una nueva era. (18) Cf. G GONNET, Cflruro.,y Vul~lensece. n lu lgle~rad e la Edad Medta, en "Conciliun~"2 20 (1988), 443-447. (19) Cf. AGUSTIN. Clv. Dei, XX,7.1 respecto a Serrn. 259.2. (20) Cf. Ibídem.. XX. 7.2. (21) TOMAS DE AQUINO, Sth Silpl., q. 77 a. 1 ad 4. O su lectura eclesiológica derivada en q. 77 a. 2 ad 2. (22) Id., In Sent., IV d. 3 q. 1 a. 3. (23) VICTORINO PETRONIO, Scholia in Apocalypsis Beati.7 Joannis: PL 5,317s~. (24) Id.. Frag. de,fabricu n7l~nrliP: L 5,309A; ref. Sal 89,4; Zac 4,10. (25) Cf. E. HONEE, Las iglesias luteranas y los baptistas del siglo XVI, en "Concilium" 220 ( 1988) 449-458. 54 LA ESPERANZA CRISTIANA 4NTE LA bXPECTACION DEL FINAL Y COMIEN70 Dt1 MI1 LNlO De ahí el rechazo que en 1944 el magisterio de la Iglesia"", realizó del milenarismo, incluso del mitigado. De hecho el seudo-mesianismo se da cada vez que se pretende "llevar a cabo la esperanza mesiánica en la historia""". Manteniendo, con ello, la exclusión de la realización del reino mediante un triunfo histórico. Hemos podido comprobar, que el fenómeno del milenarismo en sus muy diversas formas, ha sido un fenómeno constante a lo largo de estos veinte siglos. Por eso, al finalizar el segundo milenio era de esperar un rebrotar del mismo. 11. LA EXPECTACION AL FINAL DEL SEGUNDO MILENIO 1. EL AUGE DE LA PROFECIA APOCALIPTICA Ante la situación actual de crisis de la modernidad, sobre la que ella misma había planteado del estado anterior de las cosas, se genera una visión en profundo trance del mundo actual: angustias de postguerras, conflictos sociales, tragedia ecológicas, tendencia a la evasión o a la depresión, etc. Así los datos son interpretados como de catástrofe cósmica. También la literatura y la cinematografía futurista nos presentan los inminentes peligros del mundo que nos viene. Sería un anuncio apocalíptico por los contactados de la advertencia extraterrestre, en clave de odisea egocéntrica futurista intergaláctica. Pero a la vez, se manifiestan las resistencias constantes del espíritu humano, ante el desquebrajamiento del sistema vigente, a hundirse con él. A la desacralización de las esperanzas colectivas en la modernidad, le ha seguido una escatología individualista de instante inminente. El experimentarse ser humano como ser-en-constante-riesgo, le hace vivir intensamente la precariedad de la existencia sin-futuro, como disolución agnóstica de la vida misma. Con ello surgen los nuevos movimientos sociales, que buscan una alternativa social de sentido, de totalidad, desde opciones sectoriales. Y, en el resurgir de la resacralización, los nuevos movimientos religiosos radicalizan las utopías espirituales. De entre estos últimos, destacamos la orientación escatológica. Así, desde grupos ya clásicamente apocalípticos, surgen hoy en día unas nuevas versiones. El constante anuncio del fin del milenio se hace central para los grupos milenaristas o para los modernos visionarios con sus facultades de clarividencia, que sobresalen, entre otros, E. Swedenbrog (1688-1772). H. (26) Contra el quiliasmo, de ~íjliaS:a rito Oficio 21 Julio 1944. Dz 2296. (27) Catecismo de la Iglesia Católica, Madrid 1992, n" 676. JOSE ANTONIO KODRIGUEZ ROCA 55 Heindcl (1 865-1919) y C.G. Jung'?'). Especial relevancia cobra el próximo fin de este mundo, en gran número de los que se dicen contactados por extraterrestres, como la Misión Rama. También la tradición oriental, que ejerce u11 fuerte influjo en occidente, nos habla de un movimiento de flujo y reflujo de la Naturaleza, que la nueva física parecería confirmar con el ritmo cósmico de creación-destrucción, en un proceso de disminución hasta la contracción ('"l. Pero, para éstos, el actual rechazo de este mensaje de advertencia implicaría una segunda caída, aún más grave que la primera. De esta forma, el castigo apocalíptico supondría la caída definitiva. Así "las fuerzas del mal están decididas a destruir la humanidad.. . El gran conflicto.. . , entre el bien y el mal, está a punto de entrar en su momento de crisis final"""'. Aún así, se cree que hay una posibilidad, pues desde la pretendida función mediadora de la Fraternidad en las Ordenes esotéricas, se produce la misión del anuncio de la Nueva Era y, con ello, el despertar a los que están dormidos en estos 'últimos días'. Esta realidad se corresponde con las Escuelas Espirituales hierofánicas, que enseñan ese conocimiento. Estas se manifiestan visible, aunque esotéricamente, en las Ordenes Iniciáticas o en toda Agrupación Espiritual auténtica. Ellas se presentan como la tercera y última fase, pues la fecha de su aparición marca el comienzo del fin (el Lectorium Rosicr~rcianunz en 1951). Por eso, se expresa bajo el movimiento universal de la Nueva Era (New nge). 2. LAS FUENTES DEL VATICINIO CONTEMPORANEO Sin duda un punto de partida para el vaticinio contemporáneo es el género profético-apocalíptico de la Biblia '"' y la literatura apócrifa, de "visiones que no son para esta generación, sino para una lejana, que han de venir" (1 Hen. 1,2). Especialmente, el Apocalipsis de Juan constituye, como el gran libro de las Revelaciones, una referencia fundamental. Pues, las iglesias de los capítulos del 1,4 al 3,22, vendrían a expresar todo el desarrollo histórico de la Iglesia desde el periodo de la expansión apostólica (Efeso), hasta el del juicio (Laodicea: "Mirad que estoy a la puerta y llamo": Ap 3,20). Este se encontraría en conexión con otras referencias bíblicas que preanuncian el fin, como son: las guerras (Mt 24,6: extendiéndose hoy), los terremotos (Mc 13,8: de gran frecuencia en la actualidad), la predicación del evangelio por todo el mundo (28) Así, "habría que espcrar en los próximos años o decenios sucesos misteriosos" (C.G. JUNG. Consi(2errrciones sohrr la historia actual. Madrid 1968.38). Sobre todo. la figura del "Anticristo. cuya venida puede ser predicha a base de razones asirológicasn (Id., ~&uesta a Joh, México 1992, 104). (29) Entre sus represcntantes, Tcosofismo, Hare Krishna, Brama Kumaris, etc. (30) Asociación de las Iglesias Cristianas Adventistas del Séotimo día. Folleto, Madrid 1972. (31) Entre otros. 1s 24, r-6; Zac 3,s: Dan 7; Lc 21,25. 56 LA ESPEKANZA CRISTIANA ANTE LA EXPECrAClON DEL FINAL Y COhlIENZO DEI MILENIO (Mt 24,14: ya realizado), extensión de la apostasía y la falta de fe (2Tes 2,3: típico alejamiento masivo de nuestra época), falsos profetas (Mc 13,6; Mt 24,11: en amplia expansión) y la aparición del anticristo (1Jn 2,18; 4,3; 2Jn 7: constatable por declaraciones mesiánicas). Igualmente se buscan datos a través de la piramidología, conocimientos matemáticos y astronómicos de la Gran Pirámide, que recorrería toda la historia de la humanidad. La entrada al primer pasadizo correspondería desde el 4-5 agosto de 1914 a 10-11 noviembre 1918; el segundo sería hasta 1936, como la fecha del inicio del fin. La antecámara, llamada la Tregua del Caos, acabaría en 1928 y la entrada de la cámara del Rey iría desde 1936 al 2030. Por tanto, el fin se determinaría entre el 2001 y el 2030. Resurgen también otras vías, desde el rescate de pretendidas profecías históricas. Especial dedicación se da a los vaticinios de San Malaquías, Mael Maedoc Ua Morgair, de Armag (Irlanda) en 1094, dado que presentan un listado cronológico de Papas, que comenzando con Celestino 11 (1143-1144), hacen que los últimos tiempos sean identificados de la siguiente manera: el 110. De Labore Solis: Juan Pablo 11 (1979-?), el 111. De Gloria Olivae: (?), y el 112. Petrus Romanus. Respecto a este último y definitivo, se dice que Malaquías anunciaría el fin del mundo en torno al año 2000, cuando proclama: "In persecutione extrema sacrae romanae ecclesiae sedebit Petr~lsR omanus". Especialmente en las XII centurias de Nostradamus (1503-1566), se cree que presentan unas secuencias cronológicas, que van desde 1975 a 1990, contabilizando según el tiempo bíblico("'. Ocupan así dos tercios de las mismas el siglo XX y muestran como fin del último ciclo, la fecha de 1999 (fin de la Era de Piscis). Ante ella, se daría una previsión de guerras, nuevos países, cambios en la tierra, caída de meteorito, guerras 'nucleares', cisma, nuevo régimen, cambios climáticos, aparición del anticristo, etc. Es el momento de la última conflagración, antes de que comience la edad de oro (Era de Acuario). De forma que "el año 1999 siete meses. Del cielo vendrá un gran Rey de espanto: Resucitar al gran Rey de Angolmois, antes después Marte reinar por buena dicha" (Cent. X,72). Sobre todo, "veinte años del reino de la Luna transcurridos, siete mil años otro tendrá su monarquía: Cuando el Sol coja sus días de infortunio, entonces, cumplida y consumada mi profecía" (Cent. I,48). Si la luna representa a la Iglesia, 20 años como jubilares son 20 siglos, que contabilizados desde su fundación, corresponderían con el año 2000. "El anticristo tres muy pronto aniquilado, 26 años sangre durará su guerra" (Cent. VIII,27), luego aproximadamente para el año 2026. (32) Pues se dice que "constituye~i vaticinios perpetuos desde hoy a 3797" (Nostradamus. Preface. en J.Ch. de FONTBRUNE, Nostrudamus, Barcelona 19911', 3). Si desde Adán a Jesucristo pasaron 4757 años y la carta fue cscrita en 1555, resultaría como fin del ciclo 6999, es decir, el año 1999. JOSE ANTONIO KODKIGUEZ ROCA 57 A estos textos ya clásicos, se completan con un número innumerable de videntes y profetas, entre otros: Catalina de Siena (1347-1380), Juan Bosco (1815-1888), R. Steiner (1861-1925), T. Neumann (1898-1962), P. Pío de Petricina (1887-1968), F. Kowalska (1905-1938). Los cuales vendrían apoyados por sus visiones, arrobamientos, éxtasis, raptos y vuelos, como manifestaciones que legitiman sus presagios y anuncios. Una de estas vías revelatorias serían los sueños de acontecimientos venideros. Respecto a éstos últimos, se considera a San Juan Bosco como aquél quien han jugado el papel más relevante, citándose unos 153, de los cuales el tenido en el año 1870 sobre el vaticinio de la caída de París y Roma, y con ellas, hace un llamamiento al Papa ante la discordia y el próximo despojamiento de Roma, anunciando la guerra, la peste y el hambre, y concluye: "Estas cosas deberán venir inexorablemente una después de la otra ... La iniquidad está consumada, el pecado tendrá fin y, antes de que transcurra dos plenilunios del mes de las flores, el iris de la paz aparecerá sobre la tierra.. . En todo el mundo aparecerá un sol tan luminoso cual nunca se ha visto.. ., ni se volverá a ver hasta el último día" '"1. También Juan Bosco nos daría las indicaciones: de marzo de 1991 o 2010, la de abril 1980,1991 y 2018; se daría nuevamente coincidencia en fechar en torno al año 2000. Presentan también especial significación las predicciones de las apariciones de Fátima (1917) a A. L~cía' '~E)n. ellas se preanuncia "el brazo castigador de su Hijo sobre el mundo" y la promesa de conversión y consagración de Rusia, apoyado por el portento del sol. Es el denominado 'tercer secreto'. Un caso derivado del secreto de Fátima, pero de una confluencia significativa, es el de los hermanos G. y F. Bongiovanni1"), que inspirados por su maestro E. de Siracusa (1919), ejercen un 'apostolado apocalíptico'. Como enviados de Dios y anticipadores de su venida, anuncian el retorno de Cristo en conexión con la revelación del secreto de Fátima. Este consta de tres secretos en tres partes: en la segunda mitad del siglo XX podrá venir un gran castigo si no se convierten, se dará una profunda crisis de la Iglesia, retornará Jesús, como Jefe de los seres ultradimensionales de civilizaciones evolucionadas, a construir una supercivilización en la tierra, fuera de toda religión. El cataclismo final acaecerá por el impacto de un objeto celeste. Por tanto, se hace un llamamiento a la corrección de los comportamientos y al arrepentimiento, pues quien no cambie será eliminado por la acción judicial de Cristo (salvaciónlcastigo). La 'cuenta atrás' ya ha sonado. Estamos ante el anuncio de un apocalipsis y sus signos ya están entre (33) G.B. LEMOYNE (ed.), Memorie Biografiche del venerabile Don Giovanni Bosco IX, 'lorino 1917, 783. Cf. F. Villanueva (trad.), Los sueños de Don Bosco, Madrid 1958; R. FIERRO (ed.), Biografia y Escritos de San Juan Bosco, Madrid 1955. (34) Cf. J. VENANCIO (trad.), El Mensaje de Fátima. Habla Lucía, Madrid 1989". (35) Cf. G. y F. BONGIOVANNI, La desobediencia de Fátima, Extracto de Nonsiamosolo 4 (1989). 58 LA ESPERANZA CRISTIANA ANTE LA EXPECTACION DEL FINAL Y COMIENZO DEL MILENIO nosotros: la conjura de silencio del poder de los estados, el rechazo de los pueblos ricos, el reinado de Satán en los grandes puestos de este mundo. Estaríamos ante una invitación a la salvación antes de que llegue el castigo de Dios, que todavía puede ser retenido, antes de que Cristo instaure su reino sobre la tierra. Conectan con este caso los nuevos 'mensajeros', que a través de preanuncios extraterrestres, cumplirían hoy una misión semejante a la del Bautista, la de anunciar el retorno de Jesús. Igualmente, las interpretaciones de grupos esotéricos toman ese tono apocalíptico. Si parecería que la inminencia de la Parusía ha sido rechazada por el cristianismo tradicional, la nueva religiosidad hace una fuerte llamada al advenimiento del pre-milenarismo. Es la proclamación de la Nueva Era Definitiva, en la cual nada del antiguo orden permanecerá, sino que será la reconducción de la Creación a su origen, hacia la unidad originaria. Pues, "según la gnosis esenia, los maestros secretos e invisibles de este planeta están a punto de ponerse manos a la obra para que, ante el vacío en que ha quedado una parte considerable de la humanidad debido a la religión que se extingue"('h'. 3. EL ANUNCIO DE LA ETAPA FINAL Y LA INSTAURACION APOCALIPTICA La etapa final de la historia es presentada como una armonización, donde el final (escatología) y el comienzo (protología) coinciden identificándose. Estamos ante la disposición conveniente de las diferencias y contrarios (postura dialéctica), que origina una armonización totalizadora del universo. Lo cual permite pensar en las fases cíclicas de destrucción-creación. Este Cósmico Plan, por su carácter secreto (esotérico), conlleva un discernimiento, una 'especulación' apocalíptica. Pues la gnosis es la sabiduría que comprende las realidades pasadas y presentes, pero sobre todo las futuras. La diferenciación apocalíptica entre la atadura-captura de su 'destrucción' (cf. 1s 24,91; Ap 20,1), nos fija un período en el que es desencadenado Satán (Ap 20,7ss). "El Adversario está ahora donde tiene que estar, en las tinieblas, en su universo negro, en la tierra"'"'. Así, Satán que primero fue arrojado a la tierra, luego lo fue al inframundo (cf. Lc 10,18: los 1000 años de la era de Piscis), después será 'desatado'. Estamos ante la teoría del rnillenium y sus signos precursores. Ya sea en cuanto a la fecha: los 10.000 años (1Hen. gr. 18,16), duración ilimitada (Sal.Sa1. (36) E. EVSING, La gran impostura, Barcelona 1981,113-114. (37) C. RODRIGUEZ MAFFIOTE, El ángel cuido, SIC de Tenerife 1985, 164. Para los Testigos de Jehová, el texto de Ap 12,7-9,12 del descenso del diablo ocurrió en la Primera Guerra Mundial, cf. ¿Vencerá el bien algunri vez u1 mal?, en "Atalaya" 3 (1993) 5-7. .¡OSE AhVI'<>NIOR ODRlGCiEZ ROCA 59 17,4); o en cuanto a las señales precursoras: luces en el cielo (cometa Halley: 1910, 1986, 2062; meteoro: 1968; ~Ovni s?) ,g ran cruz en el cielo (jcomo nubes?), enfermedades (¿sida? ¿peste?), fenómenos fisicocósmicos: actividad solar, mutaciones en la materia, langostas (maquinarias metálicas de guerra), estrella (bomba atómica), choque planetario, predicaciones y falsos profetas, etc. Nos encontramos ante una visión de augurios catastrofistas. Pero lo decisivo, para esta interpretación, es que ya en la actualidad se está cumpliendo, a través de un poder real de acabamiento, y con ello, se mostraría lo necesario que es pasar por el sufrimiento (los dolores escatológicos). El sufrimiento implicaría un elemento de purificación, pues este acontecimiento actual, además, conllevaría la gran lucha apocalíptica. Lógicamente, tal planteamiento permite la versión satanista. Estaríamos ante la segunda venida de Satanás, la implantación definitiva de su reinado. Así comenzaría una nueva y plena realización del reinado del Malíi". Pero en la versión general, antes de la Nueva Era Definitiva, entraríamos en el Periodo del Anticristo. La presencia del Anti-Cristo comenzaría a ser anunciada en nuestro mundo, incluso se dice poder encontrarlo en la propia Iglesia (cf. 1Jn 2,18)"". Y es que el fin sería obra de una entidad angélica destructora (Lucifer) y, a su vez, su propia destrucción. Lucifer tiene una base espacial con inmensas naves, contra ella se provocará la batalla de Armagedón (Ap 16) en el cielo, la cual supondrá su derrota, y con ella, la energía demoníaca será anulada en su totalidad. Es éste el tiempo previo de la Parusía, el de los precursores cósmicos, pues nos encontraríamos, analógicamente, en una época semejante a la del Precursor. Unos con la idea de Elías Artista, como una adaptación de la construcción bíblica, viene a designar una forma del Espíritu de inteligencia. De este provendría precisamente la misión de la unificación de todas las religiones en una sola. Para otros dependería de la figura de Henoc, testigo del binario universal, padre simbólico de la Rosacruz. Hay quienes lo vinculan con la de Micael, Espíritu mensajero enviado por Cristo para hacer comprender el impulso crístico. Pero también, con personajes contemporáneos, así, Eugenio de Siragusa es el ángel anunciador del tiempo final, pues fue Juan Bautista. Respecto a la realidad que se va a implantar, para unos será en esta misma tierra o en otro planeta. Conectan con este planteamiento los (38) Cf. B. BORCHET, La segiindo venitln tie Sntcinás, en "Concilium" 103 (1975) 451-45.8. "Parece como si precisamentc el iiitento de hacer que el bien triunCc definitiva y absolutamente, provocase una peligrosa acumulación dc mal, y con ello, una catástrofe" (C.G. JUNG, Respuexto a .lob, México 1992. 65). (39) Para F. SANCHEZ QUINTANA. El retorno del Hijo del hombre 1-11. Madrid 1990, 122, los siete reyes de Ap 17,9-11 son los siete primeros papas dc este siglo. Pero, además, se habla de u11 octavo que "era pero ya no es" (Ap 17,8), éste sería el actual Papa. Así el Hijo del hombre entablará la lucha con este considerado anti-papa. 60 LA ESPERANZA CRISTIANA ANTE LA EXPEClACION DEL FINAL Y COMIENZO DEL MlLENlO Mormones, al presentar la Parusía como restauración tribal en contexto Americano, e instauración de un reino teocrático (Morrnorz, 1 Nefi 13,18). Igualmente, los Testigos de Jehová, para los cuales la tierra fue hecha para siempre (ref. Sal 104,5), y el fin del mundo no es, por tanto, de la tierra sino de los malvados, tras el cual Jesús gobernará desde los cielos sobre la nueva tierra paradisiaca como Rey. Sólo 144.000 privilegiados irán al cielo como corregentes (ref. Ap 14,l-3; Heb 12,22)1J"). Para otros es u11 acontecimiento que supone una espiritualización. Es esta interpretación la más dominante. pero a su vez presenta diversos niveles explicativos. Los hay para quienes la humanidad está entrando en una nueva iniciación, una fase de mayor espiritualización, pero inserta en este mundo. "Lo escatológico en realidad, trata de esta vida, aquí, ahora, de este mundo en su dimensión más profunda"(-"'. Dando un paso más, hay quienes suponen una nueva revelación de Cristo, una mayor compenetración de la fuerza crística, un mayor influjo de su campo; pues "la manifestación de este nuevo campo es designado en la Biblia como 'el regreso de Cristo' " l"). Pero también hay quienes localizan el acontecimiento en una realidad absolutamente espiritual. Así, más que nuevo descenso sería un ascenso de los Hombres Nuevos al plano espiritual, lo cual explicaría que el segundo Advenimiento no suponga una nueva reencarnación. Tal acontecimiento se retarda, con lo cual surge el clásico problema del retraso de la Parusía. Las propuestas de solución son: porque se ha dado un aplazamiento corto, mediante el redescubrimiento de nuevas fechas, o porque ya tuvo lugar aunque de forma oculta, en forma de manifestación no pública o perceptible para todos, como recurso a una fase del proceso apocalíptico, así como por medio de visiones apocalípticas. Por las cuales dicen constatar la entrada de Cristo en el santuario de los Cielos, que no había tenido lugar todavía, para realizar el juicio inquisitivo. Tal retraso se debería a algún obstáculo, como el de la no observancia de la Ley o la falta de respuesta (Asociación para la Unificación del Cristo mundial). También, de forma histórica, ya habría ocurrido en alguna reencarnación o personificación. Como la de Sathya Sai Baba, Baha'ulláh'"), o aún oculta en el Dueño del Mundo el 7 julio 1952. Este último constituiría "la figura que viene" (cf. Mc 1,7; Jn 1,27), que incluso no sería él mismo, sino su energía transformadora. Pues mientras que Cristo "vendrá sobre una nube" (Mc 14,62 par.) pero no nacerá, el segundo (40) Cf. Ustedp~tedvei virpara siempre en elpuraiso en la tierra, New York 1982, 14.124; ¿Podrá sobrevivir este milndo?, Folleto, Madrid 1992; ¿Qué creen los testigos de .lehová?, Folleto, Madrid 1987, 3ss. (41) J.A. SHA, El Padrenuestro de lcz Nueva Era, Barcelona 1991,60. (42) J. VAN RIJCKENBORGH, El Hombre Nuevo, Madrid 1989,331. (43) Cf. G. TOWNSHEND, Cristo y Baha'uiláh, Buenos Aires 1983'. JOSE AN I-ONIO KODRIGUPZ ROCA 6 1 mesías del fin de los tiempos (Ap 19,lls) nacerá de una mujer (Ap 12,5) '4q. Para algunos la figura de esta Parusía es identificada con el Maestro de Justicia, pues según Sal 110,l-2.5 Jesús queda excluido. Versiones de corte más oriental responden a la figura del Dalai Lama, etc. A su vez, desde los grupos de 'mutación' de la Nueva Era, la 'parusía' representa la superación de la etapa de Jesús, que en clave astrológica'"" es representado por el Pez (Era de Piscis: Mt 4,19; 12,40: 13,47; 15,36, etc.), que sustituyó al mitraísmo de la Era de Aries. Aquí el fin del mundo es entendido como conclusión de una fase, una civilización o cultura, como fin de unas ideas y concepciones, de una cosmovisión. Desde el planteamiento oriental, el movimiento constante de fases de creación (Brahma), de conservación (Vishnú) y de destrucción (Shiva) apuntaría, en esta fase actual, a la edad sombría que se está consumando (hinduismo). Por tanto, el Día del Juicio será el del Reposo (Paranirvana), después de la Disolución Universal (Mahbpvahya), no la ai~iquilacións ino la ausencia absoluta de forma (nirvana). Desde la perspectiva de la sucesión de Budas, donde el posterior al séptimo constituye el último Buda Síntesis, Maitreya el destructor. A las versiones orientales se les une la confluencia de la Nueva Física, resultando que estaríamos ante la proximidad de una nueva oscuración señalada por un cataclismo, a través del cual el progreso hacia el mal absoluto que nuestra civilización sustenta, sería detenido. Además, cada vuelta de la evolución cósmica, estaría destinada al desarrollo de uno de los siete aspectos del Hombre. Si la actual ha supuesto el desarrollo de la inteligencia, la próxima será la lucha contra las inclinaciones físicas y el desarrollo de las dimensiones espirituales. Una versión subraya la idea de 'rapto' para liberar de la catástrofe a los verdaderos creyentes, que en versión mística-gnóstica supone una especie de apocalíptica realizada. "Jesús, el Maestro, prometió volver; y la Cristificación está ahora aquí entre los ho~nbres"(~~l. Por tanto, se afirma que la Era de Piscis ha terminado. Esta época habría sido el periodo de lo espiritual y místico, de los grandes movimientos religiosos. (44) Cf. C.G. JUNG, Respuesta a Job, México 1992, 95s. Por eso, la vuelta de Jesús es entendida, por algunos, como reencarnación (reí'. Jn 21,21s), cf. F. SANCHEZ QUINTANA, El inminente retorno del Hijo del hombre 1-11, Madrid 1990, 7. 13. 148, y, en concreto, el ser identificado con Juan Miguel, que se empezó a manifestar desde 1989 (pág. 35). Para otros. Jesús fue cl precursor del segundo Mesías, dado que su ministerio concluyó con el anuncio de la venida dcl Hijo del hombre, que hoy se ha realizado (Iglesia de la Unificación). (45) La eras suelen distribuirse de la siguiente manera: Tauro (4320-2160 a.c.: toro). Aries (2160 a.c.-0: carnero), Piscis (0-2160 d.C.: pez), Acuario (2160-4320), cf. P. RIFFARD, Era Zorliacal, en Diccionario del esoterismo, Madrid 1987, 141s. Sobre la fecha pi-ecisa del comienzo de la era de psicis se diversifican las opiniones: 1932 (Cayce), 1962 (AMORC), etc. (46) R. SWINBURNE, Cristificacicín, Buenos Aires 1980', 22. 62 LA ESPERANZA CRISTIANA ANTE LA tXPECTACION DEL FINAL Y COMIENZO DEL MILENIO Especialmente representada por el cristianismo que sacrifica al Cordero, anterior signo zodiacal de Aries. El cristianismo se dice que toca a su fin y comienza la Era de Acuario. Entonces aparecerá "Cristo como el Precursor de la Era de Acuario" 'O7'P.a samos del agua al aire, saliendo del enclaustran~iento terrestre hacia el universo. La apocalíptica viene a suponer una visión optimista de la Nueva Era. En ella se dará, se está dando, la manifestación más intensa del Espíritu de la verdad. La armonía, la confraternidad, en definitiva, un futuro hermoso. Es la Era del Cristo Cósmico, es decir, Cristo para y en todos, el paso a la cuarta dimensión, al estado angélico. En opinión mayoritaria, hemos descubierto que más que el fin absoluto se proclama el fin de un ciclo. "Este Retorno está más cerca que nunca, es inminente, y cambiará todo. Nosotros no predecimos el inminente fin del mundo, sino la llegada de un Mundo Nuevo" '.'". Pues en la declaración de Cristo: "estoy hasta el fin" (Mt 28,20), ese final no es telos sino synteleia, fin de un periodo y comienzo de otro. 111. DISCERNIMIENTO DESDE LA ESCATOLOGIA CRISTIANA Al momento de evaluar el milenarismo en sus diversas versiones, valorando los parámetros fundamentales en los que se mueve, lo haremos desde el discernimiento de la escatología cristiana. Precisando su concepción sobre la temporalidad y definitividad de la salvación. 1. NUEVAS RESPUESTAS ANTE LA INCERTIDUMBRE Ante la experiencia contemporánea de crisis, la actual percepción de la realidad adquiere un significado de definitividad y, por ello, de acabamiento. Pues las formas de percibir lo último, al hacérnoslo presente, configura nuestra concepción de la historia y con ello a nosotros mismos. Entonces, el futuro se convierte en clave fundamental para interpretar la realidad presente. Así, algunos sectores de la sociedad actual mantienen, con diferencias, posiciones que se mueven entre una apocalíptica catastrofista y una futurología optimista. Además, el impacto de estas teorías hacen que tengan una alta influencia en la opinión pública. En ellas resultan posicionamientos ante la realidad que van desde la prolongación de este orden social por la pretensión de posesión del futuro en un utopismo secularizado, a la radicalización escatológica, que terminar aniquilando a la misma por su disolución en la interioridad. (47) A.A. BAILEY. La reriparición de Cristo, Málaga 1987,72, de forma que Cristo en 1945 ya habría anunciado su intención de aparecer. Según B. Greme. en 1977 salió Cristo de su retiro en el Himalaya y, se anuncia ya el Día de la Declaración. (48) ORDEN DEL TEMPLE, Introducción (I los nzisterios del Cristo, Madrid 1987,379. JOSE ANTONIO RODRIGUEZ ROCA 63 Aunque el valor del vaticinio no debe ser excluido, en cuanto expresa preocupación por el futuro, si debe serlo el caso que se pretenda una relación causal entre el mismo y su cumplimiento. Además, hay que diferenciarlo de la profecía, la cual se centra en el presente, aunque, por eso mismo, posibilita la prospectiva de futuro. Pues, "únicamente puede saber acerca del futuro lo que se deja entrever en su expresión histórico-salvífica del presente"'"". En este sentido, la escatología cristiana, en continuidad con el profetismo evangélico, es constitutivamente conciencia crítica. Por ello, revaloriza el "presente en cuanto revelado y proyectado hacia su auténtico porvenir" ""', pero también ese futuro prefigura el presente, por lo que promueve la transformación de este inundo. 2. LA ESPERANZA CRISTlANA El evangelio cristiano, en continuidad con la inminente llegada del reino proclamada y realizada por Jesús (Mc 1,15), anuncia la cercanía del fin (TELOS: lCor 10,ll). Y, esto, en el advenimiento de Cristo en gloria (2Tes 1,9s). Pero a laiez, también asumiendo la orientación de Jesús al excluir las señales del cielo (oqy~iouM: c 8, l l s par.) y los cálculos sobre el fin, enseña que aunque hay que mantener la vigilancia, el tiempo del fin es imprevisible (1Tes 5,lss) y, por eso, rechazable toda alarma de inminencia (2Tes 2,ls). Con ello, quiere dejar el futuro en las manos de Dios: "no os preocupéis del mañana" (Mt 6,34), pues sólo Dios sabe el día (cf. Mc 13,32s). Así, ese carácter inminente (1Tes 5,2s) no significa su irrupción definitiva ahora, pues "el fin no es inmediato" (Lc 21,9), sino que se constituye en un llamamiento urgente a la toma de posición ante la decisión tomada por Dios. Respecto a la cita del milenio en el Apocalipsis, ésta ha tenido diversas explicaciones ["!, desde la milenarista cronológica, que habla de un interregno terrenal o espiritual, pasando por la eclesiológica, que lo aplica al tiempo de la Iglesia y la escatológica-simbólica, que expresa el establecimiento definitivo del reino. Aunque cualquier texto permite diversas lecturas según los sentidos tradicionales aplicados, propiamente el Apocalipsis relee los acontecimientos que estaba viviendo las comunidades cristianas. La batalla de 20,7-10'í2 contra (49) K. RAHNER. Principios teolúgicos ríe la hernienéccticn de 10s declarnciones escatolúgicas, en Id., Escritos de Teologin IV, Madrid 1961. 424. (50) Ibídem. IV, 428. (51) Cf. R. SCHNACKENBURG. Reino y reinodo de Dios, Madrid 1967, 315-322; J.P. CHARLIER, Comprender el npocnlipsis 11, Bilbao 1993, 145-168, aplica al tiempo de Jesús, con su resurrección como fin de la acción Satánica que había reaparecido en su ministerio (tres días y mcdio: Ap 1 1,9, como posible alusión). (52) Recogiendo. ampliando y subsumiendo lo narrado sobre el tema en Ap 14,14-20; lh,12-16; 17,14; 19,14s. 64 LA ESPERANZA CRISTIANA ANTE 1.A EXPECTACION DEI. FINAL Y COMIFNZO DEL MlLENlO Satán es el último nivel del conflicto contra Roma, expresión histórica del poder deshumanizador del mismo. Dios ya ha dictado su sentencia contra ella (Ap 18,20ss). Aunque también, con ello, se señala la esperanza última. Pues estamos ante "la hora de la prueba que está apunto de llegar" (Ap 3,10). Así se mueve entre la realidad actual y la futura escatología consumada. Por eso, si la tradición había existido muy diversos números para expresar el fin, el Apocalipsis eligió el de 1000, como cifra de Dios (2 Pe 3,8). "Por lo mismo, no sirven estos pasajes para determinar las señales precursoras del fin del mundo ... no hay nada, pues, que indique ni remotamente si la parusía está cerca o muy lej~s"'"~P. or tanto, aquí el fin no tiene un sentido cronológico, sino que constituye una expresión del drama teológico. El texto del Ap 20, con su preanuncio en 19.1 lss, expresa la comunión de la comunidad eclesial con los mártires, privilegiando su condición, adelanta el carácter de bienaventurados. El convencimiento de la victoria final es plasmado aquí en términos terrestres, en categorías espacio-temporales, como su impacto histórico que se adelanta. Es decir, la construcción literaria, apoyada por la cosmovisión de la época, hace que la división en planos espaciales o dimensiones aparezca como segmentos temporales. Estamos, por tanto, ante la esperanza del acontecimiento final de la resurrección, que da sentido a la entrega de los mártires y que a la vez, empieza a expresarse dentro de este mundo como 'resurrección primera' (AP 20s). 4. EL TIEMPO DE LA SALVACION CRISTIANA Del advenimiento de Jesucristo, proclama la fe cristiana su parusía. Término que significa llegada, presencia manifiesta; como el latino adventus, es decir, lo que se hace manifiesto. Pues bien, la parusía no es un apéndice superfluo o sobre añadido a la fe cristiana, sino soporte mismo de toda la fe en Cristo y de su comprensión. Pues "en el cristianismo el tiempo tiene una importancia fundamental.. . en Jesucristo.. . el tiempo llega a ser una dimensión de Dios", dado que "la eternidad ha entrado en el tiempo" "". En primer lugar, al comprender el pasado, se nos muestra como Cristo se ha manifestado en el tiempo de Jesús de Nazaret. "Al llegar la plenitud de los tiempos" (Gál 4,4), acaeció en nuestra historia la natividad de Jesucristo. Acontecimiento que celebramos todos los años, pero en ella, "no se celebra un acontecimiento pasado, que ocurrió una vez y pasó, sino algo presente, que es (53) S. BARTINA, La escatologia del Apocalipsis, en "Estudios Bíblicos" 3-4 (1962) 300s. (54) JUAN PABLO 11, Terfio millennio ndvenierzte, 10.9; Firles et ratio, 12: "el Eterno entra en el tiempo, el Todo se esconde cn la parte". Cf. O. CULLMANN, Cristo y el fiempo, Barceloiia 1968. JOSE ANTONIO RODRIGIJEZ ROCA 65 al mismo tiempo comienzo de un futuro eterno que se nos acerca. Es la fiesta del nacimiento de la eterna j~ventud"'~". En "el final de los días" (Heb 1,2), aparece Jesús de Nazaret identificándose con las esperanzas del reino de Dios que él vinculó a su propia persona. Cuando proclamaba: "hoy se ha cumplido" ( d y ~ p o uL: c 4,21), el reinado de Dios se hacía por su medio actuante entre nosotros. Así lo escatológico se nos muestra, no como un tema más de la predicación de Jesús, sino como la dimensión que define su misión y su persona. Lo escatológico constituía su forma de entender a Dios como Padre, hacia el cual vivió totalmente orientando toda su existencia. Para Jesús el futuro, permaneciendo como tal futuro que hay que esperarlo esperanzadamente, se adelanta de forma interpeladora a nuestro presente, para ser asumido trasformándolo según el horizonte que el mismo nos muestra. En segundo lugar, al experimentarle en nuestro propio presente, Jesucristo es proclamado por los creyentes a lo largo del tiempo. Pues el último día, el final de los días &OK&TTJ: Jn 6,39s. 44. 54; 12,48), la Hora de Jesús, se verificó ya en la cruz y dio lugar al comienzo del mundo venidero. Pasó la noche y vino el día que se prolonga y, con ello, el último día se constituyó en el primero de la semana de la nueva humanidad (Jn 20,1.19). Más aún, ese primer día hace referencia al mismo Cristo, que fue el don dado desde los tiempos eternos (cf. 2Tim 1,9). Con Jesucristo resucitado, la resurrección esperada para el fin se ha adelantado en el tiempo, pero eso no significa una ausencia, como si nos hubiera abandonado con su ascensión, sino la mayor de las presencias y cercanías. Con la resurrección de Jesús, ha llegado para nosotros el fin de los tiempos (1Cor 10,11; 1Pe 1,20), en cuanto ha comenzado con la primicia de Cristo, que ha sido el primero, el primogénito (Col 1,18). El final ya se ha puesto en marcha con la Pascua de Jesús. Más aún, cuando "el final de la historia ha llegado ya a nosotros y la renovación del mundo está ya decidida de manera irrevocable e incluso de alguna manera real está ya por anticipado en este mundo" ''". Jesucristo resucitado constituye el fundamento y el modo de la experiencia de su presencia entre nosotros, al decirnos: "Yo estaré con vosotros todos los días hasta la consumación de los tiempos" ( o u v t ~ h ~zioCa ~a i o u o ~ : Mt 28,20) y, a la vez, supone el objetivo último de nuestra esperanza (Col 1,27), que anticipa su parusía. Pues "no se ha perdido nada de él ni de su vida; todo (55) K. RAHNER, Navidad, fiesta de eterna jclventud, en Id.. Escritos de Teología VII, Madrid 1969,135. (56) LG 48, cf. Cateci.smo de ILI Iglesiu Catúlica, Madrid 1992. n. 670. 66 LA t S P t K A N / A CRISTIANA ANTE LA EXPL< TA( ION D t L FINAL Y COMIENZO DEL MILENIO ha quedado; y por ello 'vuelve de nuevo', se muestra y muestra que todo ha quedado" ("'. En tercer lugar, al mirar hacia el futuro, Jesucristo constituirá la plenitud total del tiempo. Es precisamente el prefacio de la liturgia de adviento el que nos advierte: "Quien al venir por primera vez en la humildad de nuestra carne realizó el plan de redención.. . para que cuando venga de nuevo en la majestad de su gloria.. . podamos recibir los bienes prometidos que ahora, en vigilante espera, confiamos alcanzar". El fin ( ~ i p aq~ue) h a comenzado con la pascua de Cristo, alcanzará con su parusía la plenitud (.tÉho~)d e la resurrección y triunfo del amor''*'. Pues Dios se nos ha mostrado en la resurrección de Jesús, como el dador de vida, por lo cual, lo propio suyo es proyectarse hacia el futuro""'. Así, desde la orientación histórica que tuvo Jesús de vivir centrado en Dios, ahora se orienta definitivamente asimismo y a todo lo existente hacia Dios, para que "sea todo en todos" (1Cor 15,2528). Por medio de Jesucristo se dará la recapitulación (Ef 1,lO: a u a~&$ a h a t ó od)e toda la creación y él mismo se constituye en el futuro de todo ser humano. Con ello, el futuro es captado en el presente como certeza en la vida misma y es acogido como una tarea a desarrollar. De tal forma, que tanto el presente como el futuro son nuestros (cf. 1Cor 3,22). Pues solamente a la luz del futuro prometido se hace posible ver el mundo como historia salvífica. Jesucristo y los creyentes estamos constituidos por una dimensión esencialmente futura. Porque la parusía es la consumación de la vida de Jesús y la orientación de la vida de los creyentes. La parusía no es ni temporalización ni eternización sin más, pues si lo último acaece en el tiempo no pondrá fin al mismo, pero si cae en la eternidad no realizará el fin del tiempo'""'. No se da una desaparición del tiempo como en el monismo, ni una incompatibilidad entre el tiempo y la eternidad como en el dualismo, sino que el fin de la historia acaece en el tiempo, sin disolverse en la eternidad. Al ser inhabitado el ser humano y el universo en plenitud por Dios, el tiempo que comenzó al 'principio' de la creación, se eterniza de forma relativa y compartida en la misma eternidad de Dios. Por eso, la parusía no es una nueva entrada de Cristo en el tiempo, sino la consumación del mismo. No es (55) K. RAHNER, Navidad fiesta de eterna jciventlrd. en Id., Escritos de Teología VII, Madrid 1969,135. (56) LG 48. cf. Carecisr?zo de la Iglesirr Crrtólica, Madrid 1992, n. 670. (57) Cf. K. RAHNER, Volverh. en Escritos de Teología VII, Madrid 1969, 193. (58) Cf. J. RATZINGER, Escatología. Barcelona 1980, 199. (59) Cf. P. TILLICH, Teología sisrenzática 11, Salamanca 1970, 161.221. (60) CI. J. MOLTMANN, Teología tie la esperanza, Salamanca 1972. 295s; Id., El camino de Jeslicri.sto. Salamanca 1993, 428s. JOSE ANTONIO RODRIGUEZ ROCA 67 simplemente la vuelta de Cristo como un acto de repetición de algo que ya ha sucedido, sino de la plenitud de su presencia'"". Tampoco ese final está fijo ni predeterminado, pero a la vez si muestra la densidad del tiempo que es irreversible. No es un día de desgracia, sino de salvación, que debe ser vivido en confianza y no en temor. Constituye el grandioso triunfo de la justicia y el amor. Pues no hay más juicio que el de la salvación de Dios, un juicio acorde con el Evangelio que es una 'buena noticia'. Pues el mundo es juzgado en la manifestación del amor de Dios. Correspondiéndose con la misión de Jesús que era definida por él mismo como salvadora y no como juicio condenatorio (Lc 5,31s). En definitiva, el futuro de Cristo es el futuro de toda la humanidad, en cuanto cuerpo del cual él es la Cabeza (Ef 1,lO). Jesús resucita no sólo para sí mismo, sino para hacer algo, se le confiere una misión postpascual: llevar a término la misión que el Padre la había encomendado, ahora con nueva cualidad. Así quedamos asociados a su destino final, pues el fin no es sólo una plenitud individual, sino especialmente, la plenitud colectiva, sin la cual no sería posible la individual. Por eso, decía Orígenes"? "Si tú, que eres miembro, no puedes tener una satisfacción plena mientras falte un miembro, tanto más nuestro Señor, que es la cabeza y el autor de este cuerpo, no será plenamente dichoso mientras esté privado de ciertos miembros de su cuerpo ... El no quiere, por tanto, recibir su plena gloria sin ti". Con todo ello, se genera un caminar constante dada la tensión entre el tiempo presente y el tiempo que está por venir. Pues la espera brota de la promesa de quien es fiel, y es esta esperanza la que conecta el pasado con el presente a la luz del futuro. Estamos entre la reserva escatológica y su anticipación, pues a nosotros no nos "toca conocer los tiempos y el momento que ha fijado el Padre" (~póvoufci ~a i p 6 u cH: ch 1,7), para la consumación. El reino futuro de Dios en el nuevo tiempo, se relaciona esencialmente con el reino duradero de Dios en este tiempo. Pues ahora estamos en la aurora de la consumación del mundo'"": Dado que la luz resplandece en medio de las tinieblas, que ha llegado la hora de la cosecha en el estéril trabajo, que nos ha alcanzado la primavera pues la higuera reverdece en el invierno, que se ofrece el vino y el traje nuevo para la fiesta en medio del duelo, que se entrega a los niños el pan y el agua de la vida paradisíaca ante la orfandad y, ahora, se ofrece la paz de Dios entre las contiendas. Por eso, también el futuro definitivo no es producto exclusivo del esfuerzo humano, sino prioritariamente un don de Dios. Mantenemos así la (61) Cf. K. RAHNER, Escnfologia, en Id. (dir.), Sacrnment~irnm undi 11, Madrid 1972,653-663. (62) ORIGENES, Hom. Lev., 7. (63) Cf. J. JEREMIAS, Teoiogin del Nuevo Testamento, Salamanca 1977, 126ss. 68 LA ESPERANZA CRISTIANA ANTE LA EXPECTAClON DEL FINAL Y COMIENZO DEL MlLENlO tensión entre el presente hecho experiencia por el pasado y el por-venir novedoso. Y es el Espíritu de Jesús resucitado el que constituye esa realidad última en toda su riqueza en anchura y en profundidad. Del Espíritu es el fin del tiempo (Hch 1,6s) y la experiencia del mismo produce sus frutos, que son: "amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, templanza" (Gá15,22s), pues la espera genera un estilo de vida. Aprovechemos "bien el tiempo presente" (Col 4 3 , pues "la salvación está más cerca" (Rom 13,ll). CONCLUSION De nuevo nos confrontamos con el futuro, pero ¿qué futuro? Estamos en el marco de profundas transformaciones de las perspectivas de futuro, ante la desaparición de un mundo y sus esperanzas y la emergencia de otro, sin que sepamos todavía cuales son sus utopías. Podemos estar moviéndonos ente la individualización y una universalización integral, cosmoteándrica '"'l. En el tercer milenio y ante las diversas degradaciones de la espera, debemos sostener la adhesión esperanzada a Jesucristo("). Porque hay que mantener la fidelidad en la esperanza de su por-venir. Pues "nunca nos limitamos al presente. Anticipamos el futuro.. . Apenas pensamos en el presente, y si lo hacemos, es tan sólo para encender en él la luz de que queremos disponer en el futuro. Nunca el presente es meta.. . únicamente el futuro es nuestra meta"(66). El tiempo no es, por tanto, algo exterior, sino la dimensión interna de cada persona. Así, a mayor experiencia de la temporalidad y su precariedad, mayor cuestionamiento experimentamos sobre el futuro. Vivir es esperar. La conciencia utópica es la que marcha por delante, lo que hoy se llama en las ciencias sociales 'prospectiva'. Pues bien, la fe cristiana tiene que ver mucho con el futuro, tanto que explica el sentido de la expresión: 'tener fe en Jesucristo'. Dado que "cree en Cristo quien espera en Cristo y le ama. Pues, quien tiene fe sin esperanza ni amor, cree que hay Cristo, pero no cree en Cristo" 'h7). La esperanza es el caminar hacia la plenitud en una relación de confianza, en el encuentro entre dos libertades que se aman: Dios en Jesucristo y el ser humano. Por eso, la esperanza progresa y se desarrolla por su misma historicidad, pero con una estructuración pascual, pues ese evolucionar hacia el (64) Cf. R. PANIKKAR, La visión cosmoteándrica: el sentido religioso emergente del tercer milenio, en "Selecciones de Teología" 125 (1993) 63-72. (65) Así, lo afirma JUAN PABLO 11, Tertio millennio adveniente, 42: "el objetivo prioritario del jubileo que es el fortalecimiento de la fe y del testimonio de los cristianos". (66) PASCAL, Pensamientos, Madrid 1984,172. (67) AGUSTIN, Sermo 144,2 de verbis Ev. Jo 1 6 8 PL 38,788. JOSE ANTONIO RODRIGUEZ ROCA 69 fin, como complejidad y concentración máxima de la convergencia final de paz, aunque con una tensión extrema que nada tiene que ver con un milenarismo terrestre en el fin de los tiempos'"). Sino que es movido por el Espíritu de Jesucristo resucitado y constituye como objetivo del encuentro, al mismo Cristo. También, por eso mismo, es una revolución del presente por la 'espera a~tiva''~''p,u es el mundo nuevo y la criatura nueva no son otras realidades distintas, sino estas mismas renovadas y recreadas (2Pe 3,13). José Antonio Rodríguez Roca (68) Cf. TEILHARD DE CHARDIN, La energia humana, Madrid 1967'. 348 y nota 8. (69) E. BLOCH, El principio esperanza 1, Madrid 1977. 61. |
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