ALM0C;ARCN. 21. (99). Pig. 25-37. O CENTRO TEOLOGICO DE 1.AS PALMAS
DIAGNOSTICO DE LA TEOLOGIA
ESPANOLA ACTUAL
JOSEM ANUECLA STROC AVERO
PROFESOR DEL CENTRO TEOLOGICO DE LAS PALMAS
INTRODUCCION
L e o por casualidad en un suplemento cultural la programaci6n de
actividades de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP), a
realizar en su sede de Santander durante los meses del pasado verano de 1999.
Mi sorpresa es ver entre los más variados espacios lectivos, ya sean Cursos
magistrales, Semilzavios, Encuentros o Talleres, uno llamado Escuelas, en el que
se da cabida a la Teología bajo el siguiente epígrafe: "Escuela de Teología: K.
RAHNER-HANS. U. VON BALTHASAR. La teología hoy: nombres e ideas
fundamentales". La dirección aparece encomendada a Olegario GONZALEZ
DE CARDEDAL, Catedrático de Teología en la Universidad Pontificia de
Salamanca y portador de un reconocido currículum intelectual.
En un semanario"' observo un anuncio a toda página de la dniversidad
Católica de Avila; de entre las Licenciaturas, Ingenierías y Diplomaturas que
oferta no hay sitio para la Teología. No se trata de un mal achacable eii
(1) El Czlltclrrrl de La Razdtt, 38, (25 de Julio de 1999) pp. 31
(2) Blanco y Negro. 4.184, (5 de Septiem brc de 1999) pp. 8.
26 UIAGNOSI ICO DE LA TEOLOGIA ESPANOLA ACTUAL
exclusiva al alma máter abulense, también, otras Universidades con igual
identidad creadas recientemente en el Estado español, no incluyen los estudios
teológicos. Para su descargo, posiblemente programarán una serie de cursillos,
cursos menores y otras zarandajas sin reconocimiento académico, para que su
identidad católica no quede en entredicho.
Después de que en el siglo XIX (1852, 1854 y 1868) fueran suprimidas
las Facultades de Teología en las Universidades públicas española^^'^, por Real
Decreto de 13 de enero de 1995 (BOE de 4 de febrero) se reconocen civilmente
los estudios eclesiásticos por parte del Estado Español. Desgraciadamente, la
Teología no ha vuelto a la Universidad española, ni siquiera por la puerta de
atrás (".
A partir de estos datos previos pretendo articular una serie de ideas
dispersas, que durante tiempo me han venido acompañando Ií'. Gracias a la
invitación de la revista ALMOGAREN se me ofrece una oportunidad
irrenunciable, para en medio de mi actual dedicación a la tesis doctoral, hacer
un hueco en el tiempo, repensar, darle forma y plasmar con el rigor y
fundamento que exige todo ensayo de estas características, lo que hasta ahora
no eran sino apuntes deshilvanados acerca de un saber, dedicación y servicio
que no pasa por sus mejores momentos.
1. LA MISERIA DE LA TEOLOG1AI6'
A mediados de los ochenta, me interesé en investigar una línea de
pensamiento"' inspirada en los postulados popperianos, desde los que HANS
(3) Una obra encomiable a este respecto y citada profusamente es, M.A. MARTIN, Lri
supresión de las Fac~l1tade.s rle Teologírr en 10s Universidndes españolas (1845-l855),
Aldecoa, Burgos 1976. El proceso de supresión, iniciado en Cataluña cn 1717 y culminado
en el siglo XIX mediante decreto firmado por el ministro de Fomento, Ruiz de Zorrilla,
constituye un hecho determinante negativamente para la teología española hasta nuestros
días: recluida y alejada del intercambio con el pensamicnto secular. En este proceso
tuvieron mucho que ver los obispos, dcscosos de controlar posibles brotes regalistas y el
temor a la independencia del teólogo.
(4) Atinadamente observa J.R. BUSTO en Situlucirírz nctilal de 1o.r. estudios de teologíu en
Españn en "Estudios Eclesiásticos" 72 (1997). pp. 489-513, que el Real Decreto aludido
reconoce los efectos civiles, pero el título en teología no ha critrado en el catálogo de
títulos oficiales, tampoco se reconoce el acceso desde la licenciatura en Estudios
Eclesiásticos o en Teología a ninguna carrera de segundo ciclo establecida cn el catálogo
oficial de títulos. A lo dicho se añade que. en la Ordcn del Ministerio de Educación y
Ciencia de 24 de julio de 1995 (BOE de 4 de agosto), por la que se regulan las titulaciones
mínimas para ejcrcer la docencia en la ESO y bachillerato se omite a los licenciados en
Estudios Eclesiásticos o en Teología, en cambio se les permite impartir algunas asignaturas
que hayan cursado en su plan de estudios.
(5) A esta serie de ideas me ha parecido bien darle el nombre de diagnóstico, porque el
artículo en su conjunto señala algunos síntomas y signos que, por seguir el sentido médico
que entraña el término, alectan a modo de enfermedad a la teología espaliola actual.
(6) M. de CERTEAU empleó esta expresión para designar la situación a que se veía abocada
la teología tras la crisis de la metafísica y el éxito de las ciencias riel hombre; como
JOSE MANUEL CASTRO CAVERO 27
ALBERT afirmaba la miseria de la teología y"' discutía a cara de perro con
HANS KUNG, a propósito de sus dos obras más conocidas: Christ sein (1974)
y Existiert Gott? (1978). El estatuto de la teología definido por el racionalismo
crítico no difiere del que le concede la postmodernidad, pongamos por caso a
G. VATTIMO. Al ateo H. ALBERT le interesa la religión como fenómeno
cultural y como intento humano de "orientación en el mundo y de
conformación de la vida", que no puede ser ignorado "si se desea lograr una
comprensión plena del espíritu humano" '"l. Al "medio creyente" G.
VATTIMO "") le gustaría regresar a su fe perdida, pero a condición de
secularizarla tanto que sea imposible diferenciar entre sus deseos propios y la
fidelidad a la herencia actualizada del mensaje cristiaiio.
En las últimas décadas, a la teología, y con ella a los teólogos, la primera
dificultad que se les presenta no es la exposición parcial o sistemática de sus
contenidos propios ante el auditorio cultural de nuestro tiempo; si así fuera
estaríamos de enhorabuena, porque tendríamos un buen trecho de camino
andado en este complejo inundo de la comunicación de las ideas. La dificultad,
o mejor dicho el problema, es que de principio nos sabemos deslegitimados por
los poderes fácticos de la cultura y, lo mismo, por las rna~as " 'E~s. la hora de la
insignificancia teológica (l", tanto ad intra como ad extra. Según parece, el
nuevo patrón asignado a la teología es el surrealista Barón de Manchhausen, o
mejor todavía, nuestro Don Q~lijote(l e la Mancha.
(...) consecuciicia la teología queda despojada de la condición de ciencia en el seiitido moderno
del término y se la admite sicinpre que descubra su vcrdadei-a vocación, memoria del
Evangelio, experiencia de la vida cristiaiia y conciencia ci-ítica de la le personal y colectiva,
LLI nis se re (le lrr thhologie, qi~esrio~izl rc~ologir~~en~ e". Leltre" 182 (1973). cit. por E.
VILANOVA, nvt. cit., 426.
(7) Se trata del Ilainado "racionalismo crítico". a decir de Schillebecckx, una de las corrientes
principales del pensailiieiito dc nuestro tiempo (Cristo y los crislirrno.~G. rrrciii y libertrrd,
Ediciones Cristiandad, Madrid 1982. pág. 65 1). En mi opiiii6n la teología no le ha prestado
atención, desaprovcchando con este desprecio comprender mejor los resortes y causas de
las manifestaciones más actuales de indircrericia religiosa.
(8) H. ALBERT, Ln n7i.seriir cie lii teolofiín. Editorial Alfa. Barcelona 1982.
(9) Ibídcm, 7.
(10) En su obra Creer qlre se cree. Ediciones Paidós, Barcelona I996, pág. 95. Más reciente su
artículo: Pensnnzirnro dhhil, reolo,~írrfi rerie, en "ABC Cultural" 405, (30 de octubre de
1999) p. 31.
(1 1) Cada vez más supeditadas a un tipo de sociedad de satisfacción instantánea. Un aiiálisis
reciciite desde la sociología de la cultura lo encontramos en "Coiiciliuin" 282 (1999).
(12) Reparemos en las fechas de cada artículo, para comprciidei- cóino se prolonga la penosa
andadura de la teología actual. Para A. FIERRO. Cnnlbio y ctlestiorlnntiento (le 10 teologí~i,
en "Coi~cilium" 135 (1978) 246: "El teólogo contemporáneo ve su discurso desplazado,
dislocado: más aún, propiamente cxiliado de un espacio sociopolítico que hace
problemática la existencia inisma de su producto". Años más tarde. E. VILANOVA. La
teologín en Espnñn, en "Revista Española de Teología" 50 (1990) 427. escribía que la
teología española vive inarginada, análoga a la que se produce en general para el
intelectual en una sociedad de masas". Los problemas que acucian a la teología parecen
desprenderse de su identidad.
DIAGNOS 1 ICO Dt LA TFOl OGlA ESPANOLA ACTUAL
Si la teología está afectada de miseria, ni que decir tiene que quienes nos
dedicamos a movernos (pensar) en sus coordenadas, padecemos idéntica
afección. Ser teólogo en España supera lo comúnmente repetido con respecto
al oficio de escritor, el llorar. Los teólogos, y la teología con ellos, han sido
expulsados de la república de las letras y, también, de la afectividad con la que
debieran ser acogidos por la comunidad creyente. Leyendo el libro reciente del
que es editor J. BOSCH("', se puede descubrir que no es un caso o dos el de
quienes dedicados al trabajo intelectual teológico, docencia, publicaciones,
conferencias.. . reniegan de ser considerados como teólogos de oficio. Todavía
es mucho el peso de un pasado infortunado y de un presente precario.
Algún malestar revela esta explicitación; a mi entender, que por el cauce
de la teología aún bajan las aguas turbulentas. Los años de crisis ya se pueden
contar por décadas y en esta circunstancia el acontecimiento especialmente
extraordinario del Concilio Vaticano 11 se encuentra como paradigma. La crisis
arrastra antecedentes, hasta el extremo de que más bien me parece que nunca
se ha superado del todo, pensemos en polémicas desafortunadas como las
surgidas en torno al Modernismo, la interpretación bíblica, la Nouvelle
Théologie, la encíclica H~lmanae vitae . . . o el mismo Concilio Vaticano 11 en su
momento y en su desarrollo posterior.. . ('".
2. DIAGNOSTICO DE LA TEOLOGIA ESPAÑOLA ACTUAL
Los párrafos previos me sirven de apoyo para defender mi tesis sobre la
situación de la teología española en los años posteriores al último Concilio. La
(13) J. BOSCH (Ed.), Hirrorin de Ir1 teologírr espciñola. Cllnderrio vida y pensnmirnro son
insepartrbles.. . , Ed. Verbo Divino, Estella 1999.
(14) Nos interesa el punto de vista de los teólogos que desempeñaron un papcl fundamental en
la realización del Vaticano 11. Su mirada arrancará con la perspectiva del pasado. del
momento cumbre en las aulas conciliai-es y de lo quc sc ha dado en llamar postconcilio. Así
en K. RAHNER, Sigr?ificrrdopernzanente riel Va/icano 11, eii "Selecciones dc Teología" 121
(1992), p. 34, encontramos el siguiente juicio teñido de pesimismo: "Lo que en el
postconcilio ha emanado de la Congregación romana dc la Fc, aunque, sin su impulso,
conserva algún rastro de la teología conciliar. resulta demasiado neoescolástico en su
temeroso rechazo de los intentos teológicos contemporáneos, excesivamente receloso y
poco crcativo en las cuestiones que se plantea la teología actual. Se trata de uiia teología
que se pone a la defensiva, que advierte y prohibe, pero que no es capa7 de apoyar de tal
forma sus advertencias y prohibiciones e n sí acaso no siempre injustificadas ni inútiles-con
razones sacadas dc un contexto vivo y amplio de toda la fe, que resultc comprensible
para quienes están dispuestos a pensar y a vivir de esa fe". Si el párrafo anterior pei-tenece
a un artículo fechado en 1979 para la revista "Stiininen der Zeit". años más tarde se
agudira su juicio crítico, como puede leerse en El inviertio de la Iglesia, en Cnrtn n los
Iglesit~s (San Salvador). donde afirma que: "en la Iglcsia actual reina un conservadurismo
que no está de acucrdo con el espíritu del Concilio" A pesar de esta crítica tan ácida y
frustrante. queda un lugar para la esperana, como repite de igual manera el otro gran
teólogo del Concilio, el dominico y tardíamente nombrado cardenal Y. CONCAR en la
entrevista que le realizó G. ZIZOLA y publicada como su Tesitlmento (Cf., Scleccior7cs de
Teología 138 (1996), pp. 96-98).
JOSt MANlJEL CASI KO CAVERO 29
actualidad a la que me remito en este diagnóstico teológico es postconciliar, con
el Vaticano 11 siempre como lugar de referencia.
En España, o como quiera que se llame al conjunto de
nacionalidades que han formado un Estado durante quinientos
años("1, la teología y el oficio de teólogo, desde Trento a nuestros
días, ha sido lo mcis parecido a un páran~o""', salvo rarísimas y
contadas excepciones. Si bien el Concilio Vaticano II trajo nuevos
impulsos, estos se han frustrado en su mayor parte; basta
preguntarse, para certificar este juicio, sobre la recepción de los
textos conciliares por el Pr~ebloy pueblos de Dios.
Si, como me han invitado a reflexionar, delimito el tiempo a las tres
últimas décadas, el juicio cambia naturalmente y con mayor fortuna, pero no
para sentirnos orgullosos. La teología continúa siendo clerical, hecha y dirigida
académicamente con vistas a los candidatos al sacerdocio; por el contrario, los
proyectos de formación para los seglares y religiosas resultan ser palos al aire,
de indiscutible buena voluntad.
Nadie negará la oferta tan variada de cursos y otros sucedáneos, pero a
costa de la falta de nivel; por esta causa, a posteriori, no se obtiene el
reconocimiento académico que los diferencie de una tomadura de pelo("I. Esto
ocasiona malestar en quienes, como Penélope, la mujer de Ulises, se ven
obligados a tejer y destejer, al descubrir que su esfuerzo nace urgido como
reflexión sobre la fe, se les presenta como exigencia de corresponsabilidad
eclesial, pero las diferencias llegan más tarde cuando ninguna institución
académica reconozca el esfuerzo, teniendo que volver a estudiar lo mismo o
parecido sin solución de continuidad.
Mientras esta situación de una teología paralela no se solucione, y por
ahora parece que no, el futuro que se adelanta es una repetición de lo
establecido, en condiciones de miseria, una teología alicorta, no preocupada de
abrir horizontes y dar respuestas, sino encasillada (estabulada) para cumplir
expedientes.
(15) 0 . GONZALEZ DE CARDEDAL, también repara en estc aspecto polémico de la
identidad española, cn su nrt. cit.. p. 7.
(16) Véase la nota siguiente. Como anécdota sobradamente significativa puedo contar quc, al
implicarme con la tesis doctoral, mientras buscaba un teológo español contemporáneo
sobre el que centrar la investigación, quien en principio iba a ser cl director me iba
descartando cada nombre propuesto, unos por carecer de pensamiento propio, otros por
ser simples recopiladores. Para mi apoyo traigo las siguicntes publicacioncs recientes de
autores extranjeros: R. WINLING, Lo teologíri riel siglo XX (1945-I980), Ed. Sígueme,
Salamanca 1987 y G. BOF, Teologí~c~a trílica. Dos mil rrños de hisroricr, de ideas, de
~ersonaies.S an Pablo. Madrid 1095. no citan a ninnún teólogo esnañol: R. GIBELLINI.
¿a teoligíi delsiglo XX, Sal ~cr rae, '~antande1r9 98: cita a J. ALFARO, '~G. ONZALEZ
DE CARDEDAL, R. PANIKKAR y JON SOBRINO.
(17) ¿,Cómo, si no, explicar las diferencias en los planes de estudios, contenidos y créditos, quc
median entre los Institutos Superiores dc Ciencias Religiosas y los de Estudios
Eclesiásticos?
DIA<iNOSTICO DE 1.A TEOI.OGIA ~ S P A N O L AA CI LlAL
Vuelvo a los datos publicados por la prensa con ocasión de los cursos
para el verano de 1999 en la UIMP. Triste, pero real. A la hora de titular una
actividad académica importante carecemos de teólogos españoles para cumplir
con el guiónuh'. Si alguien piensa que toda nuestra teología es importada, no
está afirmando barbaridad alguna. Como consecuencia tenemos que, si los
teólogos hablan para ellos y entre ellos, es decir copian o imitan modelos de
reflexión, elaborarán una teología corporativa, abstracta, ajena a la
fundamentalidad del discurso teológico: servir a la comunidad en el proceso de
actualización personal de la fe. La teología precisa con absoluta elementalidad
una labor creativa, impregnada por el sentido del tacto""'; de ignorarse este
supuesto el resultado no es diferente al papel collage. La contextualización de
la teología bebe del misterio de la encarnación, del cual pretende desentrañar
las consecuencias de lo divino en la realidad humana, en palabras de ZUBIRI,
la deiformación.
Remitamos a la historia. En el concilio Vaticano 1 (1869-1870) los
obispos y teólogos españoles participantes causaron una pobrísima
impresión("". Estaban fuera de la realidad. ¿Se puede decir algo peor? Casi un
siglo después, en el concilio Vaticano 11 (1961-1965), la situación no sólo no
mejora sino que coge a nuestros obispos y teólogos a contrapié con el programa
conciliar. El Cardenal Vicente ENRIQUE Y TARANCON en sus Confesiones
escribe lo siguiente:
"La convocatoria del Concilio Vuticuno II, en 1959, cogió a
todo el mu n d o por sorpresa. En España la sorpresa , f ~ m~ uec ho
nzayor"("'.
El análisis de un historiador de la teología española tan prestigioso como
el monje benedictino E. VILANOVA resulta esclarecedor:
(18) El último gran teólogo español, a juicio de O. GONZALEZ DE CARDEDAL, cs Sncírez
(1548-I617), en nrt. cit., p. 7, 11. 3.
(19) Corrigiendo el excesivo dominio (tirrrnici) de los sentidos de la vista y el oído para
encontrar a Dios, ZUBIRI, que propone nada mcrios que once se~itidosd, ejó escrita una
dc las reflexiones más lúcidas a tener en cuenta por la teología: lo que Dios tiene de
inanifestativo es serlo en forma audio-táctil, a un tiempo como noticia y nuda presencia
por tanteo. "Es como si Dios en su tensicín dináinica estuviera no dejándose ver. pero sí
haciéndo sentir inmediatamente su nuda presencia en una especie de llamadas con los
nudillos en la puerta del hombre" (X. ZUBIRI, El honihre y Dios, Madrid 1985', p. 190).
A renglón seguido, quiero dejar coiistancia de la atención que ha merecido el pensamiento
zubiriano por parte de la teología y filosofía de la liberación, espacio en el que ha
desempeñado una labor reconocida el ascsi~iado1 . ELLACURIA (Cf., F. NINO, Ln praxis
histórica tic lihertrcitjn o'rri(~t~ l~~rn.~r rnz(lie~ X~tnrvriorr Z~lhirie, n "Cuadernos Salmantinos
de Filosofía" XX (1993). ~ á ~26s3-.29 1: J.A. ESTRADA. Lrr infllrencin de Zuhiri en la
teologírr (le ln liheración,'eA "~royeccióri" 45 (1998), pp. 285-296):
(20) V. CARCEL ORTI. en R. GARCIA VILLOSLADA (Dir.), Historio (le Irr Iglrsirr en
E S ~ L IV~, UBA, C, Madrid 1979, p. 257 SS.
(21) V. ENRIQUE Y TARANCON, Confesiories. Ed. PPC, Madrid 1996, p. 216.
32 DIAGNOSTICO DE LA TEOLO<;IA ESPANOLA ACrUAL
teología e Iglesia aislada de las demás Iglesias europeas? Otro dato: las
respuestas que enviaron los obispos y también las Universidades Pontificas
Españolas (Comillas y Salamanca, además de las Facultades teológicas de Oña,
San Cugat y Granada), ponían de manifiesto la pobreza teológica en la que se
vivía, dándose la triste impresión de ignorar las grandes líneas de la intuición
de JUAN XXIII, si me apuran, no tengo inconveniente en admitir, la
resistencia al soplo del EspírituQiJ.
Una dato más que ilustra la realidad. En una carta de Y. CONGAR a E.
VILANOVA (20 de septiembre de 1989), le relata el gran teólogo dominico
francés el siguiente episodio:
"Je me rnpelle une fois qui a été pour moi un peu pénible: c'était
une grande discussion entre un théologien espagnol -pour autant
que je me souvienne, c'était le Pére Llnmera- et Karl Rahner.
Llamera -si c'est lui toutes fois- pouvait discuter: distinguo
majorenz, subdistinguo, nego minorem, etc.. . 11 aurait pu discuter
ainsi, je crois, au moins pendant deux jours et deux nuits;
interminable! tres fort, mais aussi tres scolastique".
Sabidos estos aspectos, se hace oportuno admirar la recepción del
Vaticano 11 en España, porque, dándose tan enorme distancia entre los
contenidos conciliares y la realidad española, nuestra iglesia se entregó con
generosidad a una tarea de actualización con todas las consecuencias. El
rechazo inmediato al Concilio se dio en otros lugares de donde procedían los
impulsos renovadores, Francia, Italia, Suiza, Alemania . . . monseñor
LEFEVBRE no cuajó en España y motivos "" había de forma y manera
suficientes para que se hubiera concretado algún cisma.
(25) Las respuestas enviadas por el episcopado cspañol postulaban entre otras cuestiones,
nuevos dogmas como el de la mediación de María (17 obispos). condenaciones al
marxismo. comunismo y capitalismo liberal, condenar el modernismo, las opiniones
opuestas y seguir en la línea doctrinal marcada por la encíclica Humani Generis (26
obispos); urgii- a la disciplina clcrical (celibato, sotana. uso del coche o motocicletas ...).
Las respuestas de los obispos españoles se c~icuentran en Acto er Docun7entn Concilio
Oecrtmenico Vrrticuno 11 rrpptrrurztlo. Series 1 (Antepreparatoria). Vol. 11: Concilia el vota
episcoporltm erpraelntorctm. París 11 (Europa). (Ciudad del Vaticano 1980). págs. 113-479.
Sobre esta cuestión se han elaborado excele~itestr abajos como: M. ALCAL A, Concilio,
posrconcilio y espiscopnrio español. en "Razón" y Fe 221 (1985). pp. 399-410, y J.M.
LABOA, Los obispos espalloles ante el Vaticano 11, en "Miscelánea Comillas" 44 (1986),
pp. 45-68.
(26) Motivos no solamente eclesialcs sino también políticos, tal como describe en sus
Confesiones el cardenal Tarancón: aunque con Pío XII se logró firmar el Concordato
(1953) las relaciones dcl Régimen de Franco con la Santa Sede nunca fucron satisfactorias.
Juan XXIII, siendo nuncio en París tuvo diiicultades para viajar a España. El cardenal
Montini cra persona rzorl grata para el Régimen español; su elección como Papa disgustó
al Gobierno que lo había declarado enemigo de España (pág. 274s). La situación de las
relacioiies Gobierno-Salita Sede se iba deteriorarido cada vez más en los años sesenta,
relaciones complejas, enigmáticas y de mutua desconfianza. Las relaciones entre la Iglesia
y el Gobierno eran competencia del Ministerio de Justicia. A finales de los sesenta
ocupaba esta plaza Antonio M. de Oriol y Urquijo, "hombre religiosísimo" pero falto de
luces para entender los cambios de los tiempos. Tanto Oriol como la eminencia gris de ese
Ministerio, el católico Alfredo López, "había11 seguido con enorme recelo el desarrollo del
JOSF MANUEL CASTRO CAVERO 33
Vistos los antecedentes, es hora de pasar al panorama posterior al
C~nc i l io'~h'a~s,t a llegar a la actualidad. Los años inmediatamente posteriores
al Vaticano 11 supusieron momentos de entusiasmo, actualización, la
recuperación de un hermoso tiempo definitivamente perdido, ponerse a la
altura de los tiempos y de las comunidades cristianas más atentas al soplo del
Espíritu. Fue un período no de creatividad sino de acogida de las corrientes
sancionadas en el Concilio. No fue un tiempo de brillantez. Pasado aquel
momento, la teología española se acomodó en cierto conformismo de
repetición o continuidad. Estos motivos son la causa de que, a mi entender, la
teología postconciliar española carezca de figuras intelectuales. Entre las
causas no pueden suponerse ni una preparación deficitaria, ni la falta de
personas de valía. La verdadera causa reside en que dedicarse a la teología es
un oficio que nadie quiere y si alguien muestra interés recibe un cordial
desprecio O".
(...) Concilio", Ics parecía que en él habían triunfado nada menos que los enemigos de España
(pág. 269). Entre los motivos cclcsiales podemos reseñar la afinidad de los obispos
españoles con el grupo denominado "inirioría", integrado por personalidades de la Curia
romana, Italia y América Latina y agrupados en el Coetus Internacionalis Patrum; se
aferraban a la estabilidad de la Iglesia. a su carácter monárquico,a la integridad de la fc.
Fueron un factor de obstrucción, ocasional-on algunas ambigüedades en los textos e
hicieron que el diálogo con el mundo pasara a veces a segu~idop lano (Cf. R. AUBERT. en
AA.VV., Nllevn Historia de In Iglesicr, V, Cristiandad, Madrid 1984. p. 558).
(27) Dos obras importantes por el objetivo que se pla~itea~lai, reflexión veinte y veinticinco
años después acerca de los resultados obtenidos y las cuestiones pendientes. una editada
por C. Floristán y J.J. Tamayo. adecuada al ámbito español, la otra editada por R.
Latourelle, conlo proyecto de tres instituciones universitarias dc la Compañía de Jesús.
Ambas quedan recogidas en la bibliografía al final del artículo.
(28) Uno dc los motivos que, a mi entendel- han bloqucado el desarrollo de la teología abierta
con el Concilio, dando lugar a expresiones como "invierno eclcsial" (K. Rahner) o
restauración, se debe a las carencias formativas que presentamos los ficlcs católicos;
motivo suficiente para que no se haya creado una co~icicnciac atólica conciliar, que hiciera
inviable cualquier medida contraria al espíritu y la letra del Concilio. Unicamente conozco
una investigación llevada a cabo en 10 que fue la República Federal de Alemania, y con
más detalle en la dióccsis dc Limbourg, donde se estudia la rccepción del Concilio
Vaticano 11 (O. HAHN, Ln riception del Vatican II dans le diocese de Limho~lrg
(Allemagne). RSR 8711 (1999). pp. 27-55). En nuestro país sc ha publicado algún artículo,
pero sobre aspectos parciales, en concreto la evolución de la liturgia, por ejemplo, D.
BOROBIO. La 'recepción' de In reforn~n lirtirgicn. De la rcfornzn (dada) n la reforma
(recibida), eii "Pliase" 137 (1983). pp. 377-401; C. FLORISTAN, ¿Por qllé ln lit~lrgia rio
llega n l p u ~ ~ b l oe?n, "Ra7ón y Fe" 236 (1997), pp. 239-243); A. M. UNZUETA, Kzticrrno II
e Iglesia locrrl. Recepcirín de la eclesiologia conciliar en la dirícesis de Bilbao, Desclée de
Brouwe Bilbao 1994. Desde la diócesis de Canarias, uno de mis colegas, S. DIAZ
SANTANA ha escrito lo siguiente: "En relación con la recepción del Vaticano 11 cn
nuestra Dióccsis el trabajo cstá por hacer", para acto seguido prcscntar las aportaciones
realizadas al respecto ("¿a recepcibn de la eclesiología del Vaticano 11 cn la diócesis de
Canarias...". en "Almogaren" 17 (1995), págs. 11-55). Entre otras publicaciones, unas más
centradas en los aspectos de la recepción en general y otras, en el significado del término
y su importancia eclesial: G. ALBERIGO, y J.P. JOSSUA, (Eds.), La recepción del
Vnricano II, cn "Cristiandad", Madrid 1987; A. ANTON, La recepción del Concilio
Vcrticano II y de su eclesiologín, n los veinte años de su conclusión y de cara al tercer milenio
de la Iglesia, en Id., El misterio de la Iglesia, 11, BAC, Madrid 1987, págs. 833-951; Y.
CONGAR. Ln recepción conlo realidad eclesiológicci, en "Concilium" 77 (1972), pp. 57-86;
G. DENZLER, A~trorirlad y recepción de las resolnciones conciliares e17 la cristiandrrci, en
"Conciliu~n" 193 (1983), págs. 20-30: R. LATOURELLE, (Ed.), Vuticano II. Balance y
DIAGNOS 1 IC'O DE LA l'tOLO<;IA ESPANOLA ACTLIAI
Llegado a estos términos, entiendo que la teología española se
caracteriza por la voluntad, la penuria y la deslzfección, de quienes nos
dedicamos al noble oficio de pensar críticamente, y al no menos servicio
cristiano de actualizar el diálogo de la fe con la cultura.
Me explico. Voluntad: porque entre el clero, las religiosas y seglares, se
dan condiciones que van más allá del voluntarismo. Se crean Universidades
Católicas y no busquen, entre ellas no hay facultad de teología. Esto es lo más
grave, ni los mismos católicos españoles creemos en la necesidad de estimular
estas instituciones académicas. Penuria: porque hacer teología es llorar, se
tiene que acompañar de otro trabajo que permita vivir y, de este modo, al
teólogo nadie le negará su condición de trabajador a desta,jo, como los
subcontratados de la construcción. Desafección: porque está mal visto por
quienes (comunidad cristiana) más debiera importarles una tarea tan servicial
y, sin embargo, tan desagradecida, tan escasamente dignificada. La
dignificación empieza por dejar de considerar al teólogo como un vividor,
reconociéndole que su dedicación es trabajosa, exigente, no rentable
económicamente ('"'. Me sumo al diagnóstico de O. GONZALEZ DE
CARDEDAL:
"El aconzylejanziento, la pereza, la incuria, 10 falta de apoyo
~oc ial ,e clesial y culturul a los teólogos hispnnicos" es la razón
nzuyor de que no hayamos creado teología propia y en cambio no
hayanzos puesto límites a una zmportación, enti¿ndase
tratlucciones, excesiva
(...) l~erspectiv~r.E~d. . Sígueme, Salamanca 1990. Continuando con este razonamiento, me
permito hablar de una recepción y teología paralela. de una parte los 'entendidos' y
aqucllas personas que se han preocupado (y han puesto todos los medios) por formarse,
de otra. la recepción y tcología superada. caduca, ajcria al E~pírituy a los signos de los
tiempos, atrincherada en la religiosidad popular de las capas sociales más tradicionales,
también de los inás sencillos, y que sirvc de pantalla y bunker a los sectores más
conservadores de la Iglcsia. La recepción es una tarca tan decisiva e11 la vida de la Iglesia,
que la Iglesia entera participa por- ella en cl coiicilio. y éstc no termina eii rigor con la
asainblea-dc los obispos (J. RATZINGER): CONGAR aporta un conccpto ligado al que
nos ocupa, la re-rcccpción. para dcsignar la rclormulación de una fórmula dogmática e
interpretación de una forma llueva. Cf. G. DENZLER. art: c.. 26, n. 11 y 27.
(29) Véase al rcspecto el artículo de J.R. BUSTO SAIZ, Sirllncitjr~ trctzlnl de los esttldios de
teolo~in Esprrfin. en "Estudios Eclesiásticos" 72 (1997). pp. 489513. Desde su
perspectiva de profesor universitario y como decano de la Facultad de Teología de la
Universidad "Comillas", aprecia quc la remuneración del profesorado de teología es una
cuestión pendiente, que no dche soslayarse pues de lo contrario los centros terminarán por
derrumbarse sobre los pocos profesores jóvenes quc se van incorporando (p. 497 S). En
relación con esto, si se acusa a la teología española de estar más pendiente de traducciones
extranjeras que de la producción propia, de leer más a teólogos ccntroeuropeos que
nacionales. no hasta coi1 señalar el problema. cs preciso apuntar las causas: no podemos
competir con la dedicación a la que se entregan en otros lugares. Para mí esta es una de las
causas, enrairada ya cri los sucesos dcl siglo XIX. que por no superarse es raíz de un rnal
ya convertido en crónico para la Iglesia española.
(30) O. GONZALEZ DE CARDENAL. art., c.. 15.
JOSE MANUEL CASTRO CAVERO 35
CONCLUSIONES
Esto dicho, nos hacemos cargo de una serie de conclusiones que
iluminan el trasfondo de la experiencia cristiana actual. Si individual o
comunitariamente se descuida la reflexión teológica, en un tiempo
relativamente breve se manifestarán evidentes síntomas de necrosis: a)
incapacitación para mostrar su fe y entenderla conforme al discurrir de los
tiempos; b) desacierto en sus propuestas de evangelización interna o externa;
c) desprecio al diálogo con la cultura; d) miedo a la adopción de opciones de
progreso; e) cobijo en posturas tradicionalistas; f) preferencia por respuestas
que van desde el sincretismo, a la indiferencia, el abandono.. .
Sobre el oficio de teólogo, si me han seguido hasta estas líneas, habrán
visto mi insistencia en presentarlo como servidor; más propiamente,profetn. Su
servicio pasa por quemarse las cejas, encallecer los codos y rascarse los
bolsillos. No puede ser de otro modo para quien se consagra vocacionalmente
a estudiar y reflexionar con el objetivo de actualizar la fe; una herencia recibida
y que precisa ser comprendida y captada su fuerza de iluminación (tarea
hermenéutica o, siguiendo a GADAMER, de fusión de horizontes). El oficio
de la teología (1 P 3,15) lleva a que, la comunidad no se cierre sobre sí misma,
se mantenga en actitud crítica y en el diálogo con la cultura no se nos caiga la
cara de vergüenza. Esto último, porque ignoremos con insultante
insensibilidad las preocupaciones y preguntas fundamentales de las mujeres y
hombres contemporáneos, prójimos nuestros.
El impulso conciliar, que supuso un cambio de época eclesial (K.
RAHNER), propició el pluralismo interno de la teología. De unos años a esta
parte asistimos a lo que se ha dado en llamar la crisis de identidad teológica. La
versión académico-científica ha perdido relevancia en función de una teología
adjetivada según los centros de interés: política, de la liberación, feminista,
asiática, africana, de las religiones.. . Da la impresión de que la teología es un
saber impensable. De todos modos siempre se podrán esperar más frutos de la
di-versidad teológica que del páramo del uni-formismo. Desde este
convencimiento se puede afirmar que la teología ha de ser crítica y universal,
pluralista, sinfónica y recíproca, de correlación (") y con enormes dosis de
sensibilidad.
Con el Concilio Vaticano 11 la teología católica dejó de ser un saber
reservado a los clérigos y órdenes religiosas masculinas. Un número
considerable de religiosas y religiosos, pero sobre todo de seglares, mujeres y
hombres, durante estas tres décadas se han dedicado al estudio de la teología.
No siempre ha sido una tarea bien programada. El mayor defecto ha sido, a mi
entender, la proliferación de cursos sin entidad, deslavazados, sin articulación
con las entidades académicas correspondientes. El efecto conseguido ha sido,
(31) En el sentido que expuso P. TILLICH. por preocuparse de hablar el lenguaje de aquellos
a quienes se dirige, a partir de las inquietudes que atenazan al sujeto de hoy, urgar en sus
intuiciones, conducir hacia Dios que aporta respuestas de salvación.
36 DIAGNOSTICO DE LA TEOLOCIA ESPANOLA ACrllAl
precisamente, el contrario: la saturación de la buena voluntad de las personas
y el hartazgo a causa de una oferta carente de alicientes, reiterativa y
formalista.
No he querido elaborar una antología teológica, que nombre o ignore a
cambio de inconfesables prejuicios. A quien busque ubicarse en la maraña
teológica de autores, títulos y publicaciones de cabecera, tengo que decirle que
ese material ya existe'"). Es cierto que la teología no se mueve sin hombres y,
afortunadamente mujeres, dedicados a una labor ingrata a ojos de algunos,
pero tremenda y apasionadamente gozosa. Para redundar en esta apreciación
me remito al testimonio de un teólogo que ignorarlo tiene delito, E.
SCHILLEBEECKX, un teólogo que al final de su vida puede escribir con
coraje que ha sido eso, un teólogo feliz ("1.
Hasta aquí mi personal diagnóstico de la teología española
contemporánea. Se me pueden apreciar rastros de pesimismo o desencanto tal
vez, y es cierto, tanto como las ansias de esperanza sentidas como
apoderamiento, desde las cuales no cesa mi mirada crítica y constantemente
entusiasmada. Cualquier análisis que se emprenda no puede ser ajeno al
Vaticano 11, a las ilusiones que creó y a las frustraciones ocasionadas en su
aplicación posterior (Ecclesia sancta simul et semper purificanda).
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(32) Al final del artículo remito a una bibliografía general 'en la que se pueden encontrar
trabajos de detalle sobre este apartado. Junto a las obras citadas tairibién pueden servir los
textos publicados bajo el título: Iritroducción a la teología.
(33) E. SCHILLEBEECKX, Soy un teólogo feliz, Sociedad de Educación Atenas. Madrid
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JOSE MANUEL CASTRO CAVERO 37
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José Manuel Castro Cavero