EDITORIAL
El año 1998 ha sido un año apretado de conmemoraciones y aniversa-rios.
Desde los cincuenta años de la Declaración Universal de los Derechos
Humanos a los cien del desastre del noventa y ocho, pasando por otros even-tos
más domésticos y familiares como los ciento cincuenta años de la llegada
del P. Claret a estas islas canarias y con él un despertar del Evangelio del que
todavía hoy muchos mayores guardan la memoria recibida de sus inmediatos
antepasados.
En cuanto a los derechos humanos, es verdad, que aún nos rastreamos
por sus laderas, sin lograr ascender a la cima. Pero, sin duda alguna, -como
afirmaba Juan Pablo 11 en su mensaje al presidente de la Asamblea de la
ONU- "ha sido uno de los más valiosos y significativos documentos de la his-toria
del derecho, pues ha contribuido de forma decisiva al desarrollo del dere-cho
internacional; ha interpelado a las legislaciones nacionales y ha permitido
que millones de hombres y mujeres vivan de manera más digna".
Los primeros estudios que encontramos en la presente edición de
ALMOGAREN tratan de situarnos en el marco global en el que han aconte-cido
algunos de los hechos que han marcado nuestra historia colectiva: el neo-liberalismo.
A él nos acercamos a través de dos artículos sobre el tema: el de
Luis de Sebastián y el de Ildefonso Camacho. Previamente el profesor Alonso
Morales desarrolla un tema clave para esta época: el desafío ético, para el que
ofrece dos claves referenciales: la compasión y el disenso. Sigue el de Jesús
Alvarez sobre el Padre Claret y su siglo que nos conecta directamente con un
personaje eclesial de gran repercusión en el ámbito de la iglesia local, y el artí-culo
de Teresa Murillo sobre la obra social del obispo Cueto en su afán de
paliar las consecuencias negativas que el desastre del noventa y ocho provocó
en nuestra provincia.
Junto al apartado ESTUDIOS, recuperamos antiguas secciones de
ALMOGAREN: DOCUMENTOS y RECENSIONES que, dado el volumen
de otros números, no pudieron publicarse con regularidad. El artículo de José
L. Guerra sobre el espacio de la celebración cristiana que encontramos en el
apartado de COLABORACION está en estrecha relación con la celebración
del aniversario de la llegada del Padre Claret a Las Palmas, pues con ese moti-vo,
la Catedral de Santa Ana de esta ciudad abrió de nuevo sus puertas al culto,
después de pasar por la restauración y adaptación de su espacio litúrgico.
A punto de cruzar el umbral del segundo milenio es imprescindible ali-mentar
nuestra memoria histórica para así urgir las cuestiones pendientes y
apuntalar las conquistas realizadas. Por ello, aceptamos tan valiosos legados y
deseamos que fructifiquen para la felicidad de todos.
Mientras y, a medida que los medios de comunicación nos sirven cada
día la fatídica ración de tensiones, guerras, violaciones sistemáticas de aquella
Declaración que festejamos, quede aquí constancia de nuestra convicción,
expresada con las mismas palabras del Papa: "en el fuerte contraste entre ricos
insensibles y pobres necesitados de todo, Dios está de parte de estos últimos.
Por ello, también nosotros queremos estar de esta parte".