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© PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural. ISSN 1695-7121 Vol. 15 N.o 1. Págs. 105-119. 2017 www .pasosonline.org Resumen: Mediante el abordaje de nuevas perspectivas sobre la valorización turística, este trabajo pretende repensar la atractividad del paisaje estepario del norte de la provincia de Tierra del Fuego (Argentina). Para ello se analizan recursos de la geodiversidad ubicados dentro de un área protegida existente, proponiendo así un escenario de prácticas geoturísticas dirigidas a satisfacer necesidades y motivaciones específicas, de manera que eventualmente se propicie una oportunidad especializada de desarrollo. Palabras Clave: Paisaje estepario; Tierra del Fuego; Atractividad; Geoturismo; Desarrollo. Geotourism in the steppe landscape of Tierra del Fuego (Argentina): rethinking its attractiveness Abstract: By addressing new perspectives on tourism development, this paper aims to rethink the attractiveness of the steppe landscape of Northern Tierra del Fuego. In this sense, geodiversity resources located in an existing protected area are analysed, proposing it as a setting for geotourism practices that can satisfy specific needs and motivations, so that in the future a specialized opportunity of development can be fostered. Keywords: Steppe landscape; Tierra del Fuego; Attractiveness; Geotourism; Development. Geoturismo en el paisaje estepario de Tierra del Fuego (Argentina): repensando su atractividad Soledad Natalia Schwarz* UNTDF ‑ CADIC/CONICET (Argentina) Soledad Natalia Schwarz * Lic. en Turismo; Asistente Principal Geografía Física – UNTDF; Becaria CONICET‑UNTDF; E‑mail: sschwarz@untdf.edu.ar 1. Introducción La Isla Grande de Tierra del Fuego (fig. 1), ubicada en el extremo austral de Sudamérica entre 52º27’14” ‑ 55º04’36” lat. S y 65º05’31” ‑ 71º46’05” lon. W. es compartida entre Argentina y Chile. En el sector argentino de Tierra del Fuego (en adelante TDF) se identifican cinco unidades del paisaje (Coronato 2007); una de ellas corresponde a las planicies esteparias, la cual se desarrolla a lo largo de 500.000 has en el sector norte (Bianciotto 2006), incluyendo a la ciudad de Río Grande. En esta área de estudio, el presente trabajo1 tiene como objetivos: 1‑ presentar el geoturismo como una nueva modalidad turística; y 2‑ describir la estepa fueguina y algunos de sus recursos de la geodiversidad. En base a los resultados alcanzados, luego se reflexionará sobre la posibilidad de transformación de una zona, en principio no consolidada como destino turístico (Vereda et al. 2002; Instituto Fueguino de Turismo 2009, 2015), en un escenario favorable para las prácticas geoturísticas que activen una nueva atractividad. El geoturismo está dirigido a satisfacer necesidades y motivaciones específicas en entornos geológicos y geomorfológicos, de manera que se podría, mediante una correcta intervención, propiciar una oportunidad especializada de desarrollo en la zona norte de TDF, aprovechando la actual fragmentación turística y la creciente valorización de múltiples destinos turísticos (Bertoncello 2006). Cabe mencionar que hasta el momento se han hecho algunos estudios turísticos sobre la zona de análisis, como el de Jensen y Bouteiller (2001), quienes realizaron una evaluación del potencial turístico de los establecimientos rurales; también se ha considerado el patrimonio arqueológico de las estancias como recurso turístico (Jensen, Bouteiller y Zeinsteger 2001); por otro lado, Daverio et al. (2001) plantearon un análisis de la estepa y el mar fueguinos en sus dimensiones culturales, teniendo en cuenta el imaginario, la ciencia y el arte; Vereda et al. (2002) presentaron una aproximación turística para la revalorización https://doi.org/10.25145/j.pasos.2017.15.007 PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural. 15 N° 1. Enero 2017 ISSN 1695-7121 106 Geoturismo en el paisaje estepario de Tierra del Fuego (Argentina) de los recursos culturales y los paisajes naturales de Tierra del Fuego; Bianciotto (2006) a través de su libro Los ambientes naturales de la estepa fueguina describe las especies vegetales presentes en esta eco‑región y propone unos itinerarios para interpretar los distintos tipos de vegetación de la estepa. Figura 1. Tierra del Fuego y sus unidades de paisaje. Como puede observarse no se han hecho aproximaciones sobre el uso y potencial turístico del paisaje físico de la zona, a pesar de tratarse de un espacio con recursos de la geodiversidad de gran interés (Schwarz et al. 2013; 2014). A pesar de la hiperespecialidad e hiperespecificación turísticas (testigos de una gran fragmentación), por lo cual todo territorio es un potencial destino turístico que cuenta con atractivos suficientes para satisfacer demandas puntuales y diversificadas, de manera que coexisten y compiten infinidad de lugares valorizados como destinos turísticos (Bertoncello 2006), la zona norte de TDF es un espacio aún no consolidado como un destino capaz de generar flujos turísticos de cierta envergadura (Vereda et al. 2002). En el año 2015, se registraron en la ciudad de Río Grande apenas 52.910 visitantes (Instituto Fueguino de Turismo 2015). El área de estudio presenta un desarrollo incipiente en turismo rural y de pesca. Ambas modalidades se llevan a cabo en un reducido número de estancias y captan mayoritariamente turismo internacional. Es por ello que, y en este mismo sentido, se propone repensar la atractividad del paisaje estepario a partir de nuevas miradas sobre el paisaje y los destinos según el mapa turístico de Argentina (Bertoncello 2006), las nuevas motivaciones de los visitantes (Cohen 2005) y los procesos de activación patrimonial (Almirón et al. 2006; Troncoso 2013), partiendo de la idea de que aunque no es fácil reformular y ampliar PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural. 15 N° 1. Enero 2017 ISSN 1695-7121 Soledad Natalia Schwarz 107 el imaginario paisajístico de una sociedad (Nogué 2007), sobre todo porque el turismo reproduce y refuerza las representaciones dominantes de la realidad (Britton 1991), una correcta estrategia de intervención a través de propuestas geoturísticas podría favorecer la activación de una nueva atractividad de la estepa fueguina que ponga el acento en sus recursos de la geodiversidad. Este trabajo se organiza en cuatro partes: la primera revisa los conceptos de geoturismo, paisaje y geodiversidad; la segunda describe la estepa fueguina y algunos de sus georrecursos, relacionándolos con las ideas de la primera parte; la tercera reflexiona sobre la posibilidad de transformación del paisaje estepario en recurso geoturístico; y la cuarta comprende una serie de conclusiones para repensar la atractividad de este destino. 2. El geoturismo: una nueva modalidad turística en Argentina Las conceptualizaciones sobre geoturismo como modalidad turística han sido revisadas por diversos autores (Carcavilla et al. 2007; 2011 y Millán Escriche 2011). Al no haber una definición formal de la palabra, existen grandes controversias y confusiones sobre su significado (Ollier 2012). Sin embargo, se reconoce que Hose (1995) fue el primero en definirlo: se trata de una modalidad turística basada en la provisión de facilidades y servicios de interpretación que permite a los turistas incorporar conocimiento para el entendimiento de la geología y geomorfología de un sitio (incluyendo su contribución al desarrollo de las Ciencias de la Tierra) más allá de la mera apreciación estética. Hose (2012) refiere a las 3 “g” del geoturismo: geoconservación, geohistoria y geointerpretación. Ruchkys (2007, en Carcavilla et al. 2011:84) entiende al geoturismo como “el segmento de la actividad turística que tiene al patrimonio geológico como principal atractivo y busca la protección por medio de la conservación de sus recursos y de la sensibilización del turista, utilizando la interpretación para volver este patrimonio accesible al público lego y promover la divulgación y desarrollo de las ciencias de la Tierra”. Sadry (2009, en Carcavilla et al. 2011:84) plantea que el geoturismo “es un tipo de turismo basado en el conocimiento, conservación e interpretación de los atributos abióticos de la naturaleza”. Esta idea es compartida por Carcavilla et al. (2011:83) quienes agregan que el geoturismo “debe revelar y descubrir a los visitantes las características particulares de la Tierra”. Dowling y Newsome (2010) plantean que el geoturismo es un nicho dentro del turismo de naturaleza que pone el foco en experimentar las características geológicas del planeta de modo que se promueva un entendimiento ambiental y cultural, valoración y conservación; también lo enmarcan dentro del paradigma de la sostenibilidad haciendo hincapié en la importancia de que este tipo de desarrollo sea localmente y económicamente beneficioso, al mismo tiempo que se protege el patrimonio geológico. Como se observa en estas definiciones, se puede afirmar que las palabras clave del geoturismo son: patrimonio geológico, conservación, interpretación y aprendizaje. Los recursos naturales para el geoturismo incluyen: geoformas, afloramientos rocosos, rocas, sedimentos, suelos y cristales; es decir, componentes físicos del paisaje o recursos de la geodiversidad. ¿Qué significan estos conceptos? Por un lado, Bessé (2010) define al paisaje como una realidad territorial observable desde cierta altura (lo cual implica la activación de un determinado sentido y de una determinada práctica del espacio, caracterizados por la visibilidad, la distancia y la exterioridad), que es construido ideológicamente en base a unos modos de ver y representar al mundo circundante. Asimismo, Mata Olmo (2008) plantea que el paisaje resulta de la articulación de lo físico, lo biológico y lo cultural, tratándose de una diversidad que hasta ahora ha sido eclipsada por la biológica. En este sentido, este trabajo se centra en la parte física del paisaje; éste además puede definirse, siguiendo a Nogué (2007, 2010), como: 1‑ la construcción social anclada en un substrato físico, 2‑ la realidad física y la representación cultural que se hace de ella y 3‑ el tangible geográfico y su interpretación intangible. En cualquier caso, el componente físico es insoslayable y es en el que se centra, por el tipo de abordaje realizado, el presente trabajo. Por otro lado, el término geodiversidad nació como análogo al de biodiversidad, pero su reconocimiento está muy lejos del que posee este último, el cual cuenta con una definición formal ampliamente aceptada y con directivas internacionales que velan por su preservación, y que “políticamente es más asumida hasta ahora e integrada en el todo paisajístico” (Mata Olmo 2008:155). Nieto (2001, en Carcavilla et al. 2007:133) entiende a la geodiversidad como “el número y variedad de estructuras (sedimentarias, tectónicas, geomorfológicas, hidrogeológicas y petrológicas) y de materiales geológicos (minerales, rocas, fósiles y suelos), que constituyen el sustrato de una región, sobre las que se PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural. 15 N° 1. Enero 2017 ISSN 1695-7121 108 Geoturismo en el paisaje estepario de Tierra del Fuego (Argentina) asienta la actividad orgánica, incluida la antrópica”. Se trata de una propiedad intrínseca del territorio y un importante atributo que describe el interés geológico de una determinada región. De acuerdo con Dowling y Newsome (2010), probablemente los geoturistas integren un nicho de mercado muy pequeño, aquellos que viajan específicamente para visitar atractivos geológicos. De hecho, Carcavilla et al. (2011) señalan que el turismo geológico se ejerce en la mayoría de los casos de manera inconsciente o involuntaria. Se entiende que esto ocurre por un lado, por las dimensiones temporales, excesivamente grandes, y por las dimensiones espaciales, excesivamente pequeñas, que caracterizan al patrimonio geológico (Águeda Villar y Palacio Suárez‑Valgrande 2004). Sin embargo, existe un número más grande de viajeros que disfruta visitar áreas naturales e incluye al paisaje y las geoformas dentro de los atractivos principales. El geoturista dedicado visita geositios con el propósito de alcanzar educación personal o mejora intelectual así como el disfrute, mientras que el geoturista casual visita geositios en busca de placer y alguna limitada estimulación intelectual. En el caso de la estepa fueguina, ambas categorías de geoturistas podrían encontrar en el paisaje unos recursos de la geodiversidad de alto valor didáctico. Para lograr la apreciación y el aprendizaje, el geoturismo recurre a las visitas independientes a estos recursos geológicos, el uso de geocircuitos y miradores, visitas guiadas, centros de visitantes y materiales para la interpretación como la cartelería. En este punto, y siguiendo distintas acepciones, se puede decir que una gran diferencia entre el geoturismo y otras modalidades turísticas es justamente su función didáctica: enseñar, instruir y exponer con claridad sobre los recursos de la geodiversidad (Millán Escriche 2011). Por último, Carcavilla et al. (2011:82) señaló que “el geoturismo empieza a ser considerado como una gran oportunidad para el desarrollo de zonas eminentemente rurales”. La zona norte de TDF podría transformarse en un gran escenario para estas prácticas, sobre todo porque “la estepa fueguina es sin lugar a dudas un paisaje especial… [que] desde hace más de una centuria, inquieta a científicos y visitantes de todas las latitudes” (Bianciotto 2006:14) y porque si el geoturismo pone en valor el ambiente abiótico de un paisaje natural, entonces “esta mirada abre enormes expectativas sobre los ambientes extra‑andinos y otras áreas poco pobladas de la Patagonia más apartadas del fenómeno turístico, así como enriquecería la diversidad de atractivos de los ambientes montañosos y costeros que actualmente generan la mayor demanda” (Martínez Fernández 2013:64). 3. La estepa fueguina: un potencial escenario geoturístico Las planicies esteparias corresponden a una de las cinco unidades del paisaje fueguino descriptas por Coronato (2007; 2014). Se trata de un paisaje de mesetas y serranías bajas de hasta 400 m s.n.m., formadas por rocas sedimentarias marinas de edad Terciaria con contenido fosilífero de fondo marino, litoral y terrestre, así como por depósitos glaciarios y glacifluviales correspondientes a distintas glaciaciones ocurridas a lo largo del Pleistoceno. Durante el Último Máximo Glacial, hace unos 25.000 años antes del presente, gran parte de la zona estuvo cubierta por grandes masas de hielo, provenientes de la Cordillera Darwin (Chile), que ocupaban el actual Estrecho de Magallanes y las bahías Inútil y San Sebastián. En estas planicies no hay geoformas de erosión glaciaria, pero sí de origen depositacional como grandes arcos morénicos y bloques erráticos. Asimismo, se desarrollan bahías, lagunas salobres, marismas, playas de grava, cubetas de deflación, dunas de arena y arcilla, entre otros. Todos estos elementos del paisaje físico forman parte de la geodiversidad fueguina, algunos de ellos con mayor valor científico, otros escénico, pero definitivamente con alto potencial didáctico. Sin embargo, “el paisaje estepario, aún hoy casi un ilustre desconocido” (Bianciotto 2006:86) hace que estos recursos carezcan de visibilidad y reconocimiento por parte de la población local y también visitante2. Por otro lado, el clima, templado‑frío con influencia oceánica, presenta precipitaciones de hasta 300mm anuales, con vientos constantes del O‑NO, lo que provoca desecación en verano y enfriamiento en invierno. La región es recorrida de O a E por ríos y arroyos meandrosos. Sus cuencas conforman una red hidrográfica que se caracteriza por ser poco densa, con pendientes suaves y escurrimiento de escaso caudal, con vertiente hacia el Atlántico. A esta variada configuración responde el bioma de estepa (imagen 1): ecosistema de vegetación herbácea y arbustiva, con suelos desnudos, clima frío y seco (Cabrera 1976). La estepa fueguina es de pastizales con una preponderancia de coironales y arbustos, así como matas, pastos cortos y vegas (Bianciotto 2006). PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural. 15 N° 1. Enero 2017 ISSN 1695-7121 Soledad Natalia Schwarz 109 Imagen 1: Paisaje estepario en el norte de TDF. A nivel regional, existen incipientes iniciativas geoturísticas en zonas áridas y poco pobladas como la estepa fueguina, particularmente en Patagonia Norte (visitas con guías especializados en recursos paleontológicos principalmente). Sin embargo, “muchos geositios en Patagonia aún esperan reconocimiento y una adecuada planificación para hacer posible su puesta en valor” (Martínez Fernández 2013:68). En el área de estudio, la zona norte de TDF, existe una única área protegida provincial que además fue declarada Sitio RAMSAR: la Reserva Costa Atlántica de Tierra del Fuego. A modo de ejemplo, este trabajo se centra en esta franja costera de 220 km de largo y 28.600 hectáreas que fue creada en 1992 con el objetivo de conservar aves playeras migratorias y sus hábitats. Resulta de interés también la presencia de zonas intermareales fangosas y arenosas, los humedales costeros, marismas y restingas (Loeyemeker et al. 2005). Asimismo, el área protegida cuenta con un valor histórico vinculado, por un lado, al desarrollo y la ocupación de la cultura selk´nam (aborígenes cazadores nómades que ocuparon TDF durante 11000 años aproximadamente) y por el otro, a la colonización europea (fiebre del oro y estancias). Como ya fue expresado, la creación del área protegida puso en valor especialmente la avifauna aun cuando ésta y los sectores aledaños cuentan con otros elementos del paisaje, físicos, de gran relevancia y con elevado potencial geodidáctico, susceptibles de integrar un circuito geoturístico, sobre todo si se tiene en cuenta que en forma paralela a la reserva, transcurre la Ruta Nacional Nº 3, la cual en su mayoría está pavimentada; existen diversos accesos a la costa a través de rutas secundarias, algunas públicas y otras no, los cuales pertenecen a caminos internos en campos privados. Asimismo, y considerando que “la Isla de Tierra del Fuego posee todavía una cantidad enorme de recursos que deben ponerse en valor y en mercado” y que “el entorno (de la zona norte de TDF) permite generar productos que deben estar orientados no a un turismo convencional, sino más bien a un tipo de turismo de intereses especiales, destinado a nichos específicos, motivados por actividades puntuales” (Instituto Fueguino de Turismo 2009:30), el geoturismo se presenta como una oportunidad estratégica. En este sentido, y a través de una ficha de relevamiento creada ad hoc, a continuación se describen3 cuatro recursos de la geodiversidad (fig. 2) identificados mediante salidas de campo y lectura de material cartográfico e imágenes satelitales: península El Páramo (tabla 1), campo de bloques erráticos de Punta Sinaí y acantilados en cuerpo morénico lateral (tabla 2), plataforma de abrasión (tabla 3), y playas fósiles del Pleistoceno (tabla 4). Todas las fotos que se incluyen fueron tomadas por la autora, excepto cuando se indica lo contrario. PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural. 15 N° 1. Enero 2017 ISSN 1695-7121 110 Geoturismo en el paisaje estepario de Tierra del Fuego (Argentina) Figura 2: Recursos de la geodiversidad en Reserva Costa Atlántica. Tabla 1: Península El Páramo Recurso de la Geodiversidad 1: Península El Páramo Coordenadas 53º0’ S ‑ 68º15’ O Acceso 145 km desde la ciudad de Río Grande: 135 km por ruta 3 (90 km de pavimento y 45 km de ripio) y luego 10 km por ruta interna dentro de un campo privado (ripio). Descripción Se trata de una espiga de gravas de 20km de largo que cierra parcialmente a la Bahía San Sebastián por el este. Es de tipo transgresiva, ya que prograda longitudinalmente hacia el sur y lateralmente hacia el oeste. Su principal fuente de aporte habrían sido los depósitos glaciales del Pleistoceno y su desarrollo involucraría dos etapas que abarcan los últimos 5270 años. Durante tormentas o con olas de alta energía se produce sobrelavado en el sector central de la espiga, donde ésta adquiere su mínimo desarrollo. Potencial geodidáctico Posibilidad de enseñar acerca del accionar del oleaje como un agente capaz de crear espigas formadas por materiales gruesos (grava gruesa y bloques) abandonados por antiguos glaciares de la región y a su vez, capaz de erosionar sus propios depósitos durante las tormentas (canibalismo). Fuentes Schwarz et al. 2013; Bujalesky e Isla 2006; Bujalesky 2007. Foto: Kenning (s/f). PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural. 15 N° 1. Enero 2017 ISSN 1695-7121 Soledad Natalia Schwarz 111 Tabla 2: Campo de bloques erráticos en Punta Sinaí y Acantilados en cuerpo morénico lateral Recurso de la Geodiversidad 2: Campo de bloques erráticos en Punta Sinaí y Acantilados en cuerpo morénico lateral Coordenadas 53º24’ S – 68º04’ O Acceso 68 km al norte de la ciudad de Río Grande: 60 km por ruta 3 (pavimento) y luego 8 km por ruta interna dentro de un campo privado (ripio) Descripción El glaciar que fluyó por la depresión Bahía Inútil – Bahía San Sebastián durante la Glaciación Río Cullen (de edad Pleistoceno Medio) formó un cuerpo morénico lateral en el sector. La posición frontal del mismo está sumergida en el Océano Atlántico, 26 km mar adentro y a 70 m de profundidad. La acción eólica ha depositado arenas rellenando las depresiones entre las colinas morénicas; el oleaje marino produce el retroceso de los acantilados y el descubrimiento de los sedimentos glaciales y glacifluviales que componen la morena. En las morenas anteriormente descriptas, la presencia de bloques erráticos es continúa notable: se trata de fragmentos rocosos de litología alóctona, originados probablemente por una gran caída de bloques sobre la superficie del glaciar. Éstos han estado expuestos durante medio millón de años a meteorización y erosión por abrasión eólica y marina. En total hay aproximadamente unos 100 bloques distribuidos en 20km2 pero sólo algunos de ellos se encuentran sobre la playa dentro de la Reserva. Potencial geodidáctico Posibilidad de enseñar el poder erosivo y de transporte de glaciares que ya han desaparecido debido a la ocurrencia de grandes cambios climáticos de orden natural y a escala planetaria durante el Pleistoceno; enseñar las formas del relieve por depositación glacial y sus características; enseñar el poder erosivo de las olas del mar, producto de la existencia de viento, y el consecuente retroceso de los acantilados; enseñar la composición mineral y génesis de uno de los tres tipos de roca (las ígneas) –poco frecuentes en la provincia. Fuentes Schwarz et al. 2013; Coronato et al. 1999; Coronato et al. 2004; Schwarz et al. 2014. PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural. 15 N° 1. Enero 2017 ISSN 1695-7121 112 Geoturismo en el paisaje estepario de Tierra del Fuego (Argentina) Tabla 3: Plataforma de abrasión en Cabo Auricosta Recurso de la Geodiversidad 3: Plataforma de abrasión en Cabo Auricosta Coordenadas 54º01’ S – 67º20’ O Acceso 49 km al sur de la ciudad de Río Grande: 48 km por ruta 3 (pavimento) y 1 km por camino secundario (ripio) Descripción Tanto en Cabo Auricosta como en Ensenada La Colonia (53º53’ S – 67º32’ O), se descubre durante la bajamar una plataforma de abrasión marina, en contraste con las playas de arena y grava. Se trata de dos amplias plataformas formadas en areniscas limoarcillosas marinas de ambientes profundos con abundantes concreciones, a partir de la erosión marina sobre los acantilados. Potencial geodidáctico Posibilidad de enseñar el poder erosivo de las olas del mar, producto de la existencia de viento, y el consecuente retroceso de los acantilados; enseñar la composición mineral y génesis de uno de los tres tipos de roca (las sedimentarias). Fuentes Schwarz et al. 2013; Bujalesky 2007; Tabla 4: Playas fósiles del Pleistoceno Recurso de la Geodiversidad 4: Playas fósiles del Pleistoceno Coordenadas Entre 53º50’ S – 67º34’ O y 54º05’ S – 67º13’ O Acceso Diversos accesos directos al sur de la ciudad de Río Grande, a la vera de la ruta 3. Descripción Entre el Cabo Peñas y el Cabo Ewan se reconocen 4 niveles de playas fósiles del Pleistoceno que se encuentran a 6, 12, 38 y 53 m s.b.t (metros sobre berma de tormenta). El material que compone estas paleoplayas fue provisto por depósitos glacifluviales correspondientes a glaciaciones del Pleistoceno medio y luego fueron retrabajadas y recicladas varias veces durante los episodios interglaciales. La preservación de estos niveles de playas elevadas indica un ascenso tectónico relativamente uniforme para la región durante el Pleistoceno. Potencial geodidáctico Posibilidad de enseñar las variaciones del nivel del mar por movimientos eustáticos y glacioisostáticos (hundimientos y posteriores ascensos de la corteza por liberación del peso que ejercieron las grandes masas de hielo durante el Pleistoceno); enseñar a través de los fósiles, la variabilidad de la fauna de invertebrados marinos costeros. Fuentes Schwarz et al. 2013; Bujalesky e Isla 2006. PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural. 15 N° 1. Enero 2017 ISSN 1695-7121 Soledad Natalia Schwarz 113 Estos recursos de la geodiversidad son tan sólo algunos ejemplos de un posible amplio abanico de recursos con alto potencial geodidáctico, susceptibles de conformar un circuito geoturístico en la zona norte de TDF. Con una correcta intervención, podrían dejar de ser sólo “geoformas y curiosidades del paisaje que muchas veces el visitante detecta pero no puede apreciar en su total dimensión” (Martínez Fernández 2013:68) para transformarse en verdaderos atractivos que permitan comprender, a través de la historia natural de la región, la evolución y dinámica de procesos naturales más globales. Conocer con qué recursos de la geodiversidad se cuenta es el primer paso para pensar en una propuesta geoturística. Indiscutiblemente éstos tienen valor científico y potencial didáctico; sin embargo, poseer un gran repertorio de ellos no garantiza su atractividad, dado que ésta es socialmente construida recurriendo a intereses específicos, hábitos, modas, costumbres (Almirón et al. 2006). Aunque “el valor estético y escénico de determinados elementos del patrimonio geológico puede convertirlos en recursos turísticos” (Carcavilla et al. 2011:81), esto no es suficiente para hablar de geoturismo. No sólo los atractivos no son atributos per se de los lugares sino que además muchas veces es necesario acondicionar un lugar en función de su real o potencial consumo turístico conforme a las demandas de los visitantes, adecuando y generando bienes y servicios, normativas, equipamiento, entre otros (Troncoso 2013). Si bien este trabajo no tiene como objetivo analizar la aptitud turística de la estepa fueguina, cabe hacer mención sobre algunas cuestiones vinculadas a la potencialidad de la zona, las cuales se recogen del Plan Estratégico de Turismo Sustentable de la Provincia de Tierra del Fuego (Instituto Fueguino de Turismo 2009) y del Anuario Estadístico de Turismo Provincial (Instituto Fueguino de Turismo 2015): a) la zona norte de TDF representa cabalmente la imagen que los turistas de mercados lejanos tienen en su imaginario: cielos diáfanos, horizontes distantes, la unión de la meseta patagónica con el Océano Atlántico, un clima extremo caracterizado por el frío y el viento, en definitiva el carácter agreste de un paisaje escasamente poblado que le da también su belleza peculiar al lugar; este paisaje coincide con el del imaginario colectivo sobre la región de la Patagonia, y esto es un alto valor a destacar; b) la localidad de acceso al paisaje estepario es la ciudad de Río Grande; la misma cuenta con una buena infraestructura de servicios públicos e incipientes servicios turísticos; entre ellos ocho establecimientos de alojamiento que reúnen 295 plazas, diez agencias de viajes y un aeropuerto internacional.; c) Río Grande posee en su entorno recursos naturales de alto valor paisajístico y simbólico lo que se traduce en un sitio con mucho potencial para el desarrollo de productos turísticos destinados a nichos puntuales. Asimismo, su ubicación es estratégica para el turismo terrestre; d) en la localidad se registraron un total de 52.910 visitantes en el año 2015; e) Río Grande puede jugar un rol importante en el mercado turístico sin quitar protagonismo a otros sitios, complementándose con el resto de la isla y generando productos distintos a los demás. Para ello hay que sumarle valor, estructurando oferta, tanto de servicios turísticos como de actividades para el turista. Una forma de sumar valor a la región es aumentando la visibilidad de sus recursos de la geodiversidad a través de una transformación territorial. A través de la 3 “g”, Hose (2012) plantea estrategias para el desarrollo del geoturismo y la puesta en valor de sus georrecursos: 1‑ geoconservación (emergente Ciencia de la Tierra que promueve el reconocimiento de la importancia de los geositios para el desarrollo sustentable), 2‑ geohisoria (narrativa sistemática de descubrimientos, eventos, personajes e instituciones geológicos y geomorfológicos), y 3‑ geointerpretación (arte o ciencia de determinar y comunicar el significado de geositios, eventos y localidades). En este sentido, se plantea que las visitas independientes y también guiadas, los itinerarios temáticos, los miradores y los materiales para la interpretación (cartelería, folletería, libros, etc.) sirven para revelar el significado de los rasgos de la geodiversidad presentes en un territorio concreto. Orientar estas estrategias para definir y ejecutar un geocircuito implica modificar la materialidad del espacio, lo que conllevaría a un proceso de turistificación (Knafou 1996) de la estepa fueguina, como resultado de su puesta en valor. Asimismo, implementar un circuito geoturístico implica diseñar e implementar cartelería interpretativa; ésta funciona como un “marcador” de los georrecursos, lo que de alguna forma se constituye en un signo. Este conjunto de signos coadyuva a la construcción de la mirada del observador ya que precisamente PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural. 15 N° 1. Enero 2017 ISSN 1695-7121 114 Geoturismo en el paisaje estepario de Tierra del Fuego (Argentina) ésta se construye a partir de aquellos (Urry 1996); es lo que Britton (1991) denomina markers. Los markers permiten visibilizar los recursos, haciendo que los mismos adquieran significancia. Para ello se deben articular mecanismos institucionales que sacralicen estos recursos y les otorguen significados (significados que son subjetivos y que responden a ciertos grupos/individuos). A modo de ejemplo, se propone incluir en la zona descripta cartelería interpretativa (imagen 2) que dé cuenta de los procesos naturales aprovechando el potencial geodidáctico de cada recurso de la geodiversidad presentado, recurriendo a vocabulario ameno, con mapas, esquemas y fotografías. Imagen 2: Ejemplo de cartelería interpretativa instalada en el sector sur de TDF. Asimismo, se podrían diseñar carteles indicativos que pongan de manifiesto la singularidad e importancia del paisaje observado. Referencias como Usted está parado sobre una morena glaciaria formada hace más de un millón de años o Aquel bloque fue empujado por un gran glaciar a lo largo de más de 200 km o Cuidado! Este acantilado retrocede día a día por acción del oleaje marino. En este sentido, tal como lo plantea Britton (1991), el Estado tiene un rol importante en la gene‑ración del paisaje estepario como destino especializado con un nuevo significado. A través del Plan Estratégico de Turismo Sustentable de la Provincia de TDF, el gobierno local ha manifestado interés en implementar estrategias de desarrollo por cuanto reconoce que “gran parte de la zona norte constituye un destino potencial, receptor de flujos turísticos, con un abanico de productos turísticos factibles de ser desarrollados”. Por otro lado, la existencia de una universidad nacional en la provincia con carreras de grado en Turismo y en Geología, augura posibilidades de intervención concretas en este sentido. 4. Repensando la atractividad del paisaje estepario: reflexiones sobre su posible transformación La naturaleza y el ambiente están ligados con ciertas valoraciones de naturalezas deseables y/o apropiadas; a lo largo del tiempo estas concepciones han ido cambiando como resultado de transfor‑maciones en la sociedad, la cual produce, reproduce y transforma diferentes naturalezas y diferentes PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural. 15 N° 1. Enero 2017 ISSN 1695-7121 Soledad Natalia Schwarz 115 valores a través de diversas prácticas sociales (Macnaghten y Urry 1998). No siempre se han valorado los mismos recursos de la naturaleza ni ésta ha evocado las mismas representaciones, las cuales se construyen geográfica, histórica y socialmente, de manera que contextos históricos específicos han marcado la relación entre naturaleza y sociedad. Lo mismo ocurre con el paisaje: no sólo se trata de un concepto polisémico sino que además no todos los paisajes gozan de la misma valoración y visibilidad. Nogué (2007) plantea que sólo se ven aquellos que se desean ver; cuando no se entiende un paisaje, se lo mira pero no se lo ve; esto ocurre porque socialmente las personas están estructuradas para ver ciertos paisajes, aquellos que no cuestionan los arquetipos paisajísticos predominantes. Se parte de la idea de que existe una concepción negativa sobre el paisaje estepario y que ésta podría haber sido alimentada, entre otros, por relatos de viajeros y valoración de paisajes arquetípicos. No es objetivo de este trabajo profundizar sobre las representaciones que evocan estos paisajes, sólo se dirá que el imaginario colectivo sobré qué paisajes son bellos y cuáles no (la montaña como lo sublime, pintoresco y bello), no ha favorecido la percepción sobre esta zona de planicies esteparias. Y estos mismos paisajes son los que se ponen al servicio de la práctica turística que consume vistas panorámicas en tanto atractivos constitutivos del producto turístico (Zusman 2009). Sin embargo, aunque “los paisajes de referencia que se desprenden del arquetipo paisajístico mayoritario siguen hoy marcando la pauta, es cierto que algunas acertadas decisiones tomadas en el ámbito de las políticas territoriales y ambientales y también de la estrategias turísticas han dado su fruto y han permitido incorporar al club de los paisajes de referencia estereotipados algunos paisajes inexistentes hace solamente treinta años” (Nogué 2007:380). En este marco, y asumiendo que el turismo se constituye en una estrategia para el desarrollo local (Bertoncello 2006), se considera que el geoturismo puede ser una alternativa sustentable para incorporar un novedoso paisaje a las prácticas turísticas especializadas actuales, permitiendo comprender y aprehender (motivaciones propias de la sociedad de conocimiento actual) los fenómenos y procesos que modelaron el relieve actual. De esta manera, el geoturismo se presenta como una oportunidad para satisfacer las necesidades del visitante y para posicionar la zona norte de Tierra del Fuego como un destino turístico especializado. Dado que no hay una sólo mirada del turista sino muchas, y que varían según la sociedad, el grupo social y el periodo histórico (Urry 1996), así como la montaña pasó de la penumbra a la gloria (Nicolson 1959), la estepa también puede transformarse en un posible escenario de nuevas prácticas turísticas; sobre todo si se tiene en cuenta que la estepa fueguina, como parte de Patagonia –sin duda una región de gran auge turístico‑, evoca imágenes asociadas, por un lado, a manifestaciones de naturaleza intocada, de gran belleza y excepcionalidad, y por el otro, a tranquilidad y lejanía (Almirón, en Bertoncello 2008). Mastrocola (2011:1) plantea que “los paisajes de la Patagonia que presentan características áridas y semiáridas, son cada vez más valorados como escenarios para el desarrollo del turismo y la recreación. Estas áreas naturales son denominadas comúnmente desiertos, como sinónimo de paisajes desolados y vacíos, pero en realidad este calificativo es totalmente erróneo. Por el contrario, estas extensas áreas poseen características únicas y presentan gran diversidad de vida como así también rasgos geológicos”. Aunque los recursos que resaltan del elenco de atractivos patagónicos responden a ideales de belleza en función del proyecto de construir una identidad nacional sobre la base de bellezas naturales, y por ende los bosques y las montañas son/fueron los paisajes privilegiados (Scarzanella 2002), en la actualidad, toda la naturaleza prístina tiene valor intrínseco. De hecho, cualquier paisaje, en este contexto, es susceptible de convertirse en atractivo turístico. Esto podría ser así ya que en el mundo contemporáneo, híbrido y posmoderno, se admite la existencia de múltiples versiones, se niega la unicidad y se rompen los grandes relatos –razón, ciencia, progreso‑ dando cuenta de la actual fragmentación de la percepción de la realidad (Cohen 2005) y posibilitando la valoración de paisajes no arquetípicos. Los apelativos naturaleza‑soledad‑lejanía vertebran la valorización turística de Patagonia (Almirón et al. 2007) y en este caso, la estepa como medio rural, antes era pensada como un espacio de producción, aislado y tradicionalista; ahora podría comenzar a pensarse como un espacio de consumo (Posada, 1999) donde puedan satisfacerse demandas específicas. Britton (1991) plantea que el turismo como rasgo de la cultura de consumo y vida moderna, genera que en la sociedad capitalista el ocio se consuma y organice en base a distintos grupos de interés con búsquedas particulares. De hecho, Cohen (2005) propone pensar en una clase de turista, el turista en las márgenes, el cual se caracteriza por el turismo extremo, la excitación y la emoción por los lugares alejados, siendo individuos sofisticados y persistentes que gastan grandes sumas de dinero en regiones periféricas y regiones inhóspitas. Este nuevo turista se enmarca dentro del “turismo postfordista” ya que PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural. 15 N° 1. Enero 2017 ISSN 1695-7121 116 Geoturismo en el paisaje estepario de Tierra del Fuego (Argentina) protagoniza nuevas modalidades turísticas alternativas, orientadas a demandas puntuales y específicas (Marchena s/f en Bertoncello 2002). El geoturista puede considerarse un turista en las márgenes, con motivaciones muy particulares. Debido a la alta fragmentación social y al consumo diferenciado, se pueden generar desarrollos turísticos heterogéneos y exacerbados. Éstos implican pensar en una nueva configuración del mapa turístico de Argentina, donde todo territorio tiene potencial turístico y donde existen infinidad de lugares valorizados que coexisten y compiten con los tradicionales (Bertoncello 2006). De esta manera, a través de la valorización de la naturaleza, la preservación y/o la patrimonializa‑ción, pueden generarse mecanismos para la atractividad haciendo que todo territorio se diferencie de los otros, redefiniéndose constantemente en función de la creación y destrucción de esa atractividad (Bertoncello 2006). Si se logra hacer coincidir una nueva atractividad de la estepa fueguina con los valores y demandas de las sociedades de origen, entonces podría darse una valorización turística que, junto con la inter‑vención de agentes económicos y políticos, pueda influir en la construcción de una nueva atractividad (Bertoncello 2002). 5. Conclusiones El paisaje estepario de la zona norte de TDF cuenta con recursos de la geodiversidad de alto valor didáctico que podrían integrarse mediante un circuito geoturístico en la oferta local activando una nueva atractividad. Reflexionar sobre esta posibilidad no tendría sentido si no fuera para pensar en una estrategia de desarrollo, donde el geoturismo se presenta como una alternativa para propiciar sostenibilidad en sus tres ejes: económica, por el desarrollo de bienes y servicios que implica; ambiental, por la protección de los recursos de la geodiversidad que promueve y el bajo impacto de las actividades que impulsa; y social, por la construcción de una nueva mirada sobre el paisaje y por el entendimiento que propicia sobre nuestro planeta, divulgando las Ciencias de la Tierra, y fomentando el encuentro entre comunidades de origen y anfitriona. Como fuera expresado al inicio del trabajo, existe una oportunidad única de propiciar nuevas miradas sobre el paisaje estepario. Como lo han planteado diversos autores –entre ellos Britton (1991) y Bertoncello (2006)‑, el turismo sin duda es un fenómeno que atraviesa múltiples dimensiones y que puede utilizarse como una estrategia para enfrentar la situación económica y social, transformando la materialidad de un lugar. Diseñar un circuito geoturístico sin duda implicaría modelar el espacio y eventualmente podría traducirse en una reestructuración de la economía local. Además de identificar los recursos de la geodiversidad presentes, diseñar un circuito geoturístico mediante cartelería interpretativa y markers así como implantar miradores, contar con equipamiento turístico para facilitar la estadía de los visitantes y propulsar mecanismos para la activación de estos recursos, es primero necesario construir socialmente una nueva mirada sobre la estepa fueguina, aunque tal vez esta nueva mirada pueda ser el resultado de una estetización y turistificación correctamente planificada e implementada. El geoturismo podría en el caso de la zona norte de Tierra del Fuego convertirse en un elemento central para la competencia territorial (Britton 1991) al diferenciar el lugar y posicionarlo frente a otros. Podría inclusive transformarse en el primer destino geoturístico de la región y complementarse con otros atractivos geológicos y geomorfológicos de Patagonia. Bianciotto (2006:14) se pregunta sobre la zona norte de TDF: “cómo es y por qué inquieta una monotonía que no es tal y que resulta tan diversa como para maravillarse de sus particularidades”; él mismo se responde: “ante la contemplación de estas llanuras surge, en primera instancia, la monotonía del paisaje… hay una generalidad casi monótona, monocromática, pero con singularidades, que confieren al paisaje una complejidad creciente a medida que observamos con detalle” (Bianciotto 2006:13). Se ha intentado a través de este trabajo contribuir al descubrimiento de estas particularidades, creyendo que los geoturistas pueden ser observadores detallistas en el paisaje estepario. 7. Agradecimientos A Andrea Coronato y Rodolfo Bertoncello por la lectura del manuscrito, todas sus sugerencias y apreciaciones. PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural. 15 N° 1. Enero 2017 ISSN 1695-7121 Soledad Natalia Schwarz 117 Bibliografía Águeda Villar, José A. y Palacio Suárez‑Valgrande, Jaime 2004. “El Patrimonio Geológico: ese gran desconocido”. En Nuche del Rivero, Rafael (editor). Patrimonio geológico de Galicia. Ed. ENRESA. Madrid, España: 18‑31. Almirón, Analía 2008. “Turismo, naturaleza y sociedad en la Patagonia Argentina”. En Bertoncello, Rodolfo (comp.). Turismo y geografía. Lugares y patrimonio natural‑cultural de la Argentina. Ed. Ciccus. Buenos Aires, Argentina: 63‑90. Almirón, Analía; Bertoncello, Rodolfo; Troncoso, Claudia 2006. “Turismo, patrimonio y territorio. 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Título y subtítulo | Geoturismo en el paisaje estepario del norte de Tierra del Fuego (Argentina): una estrategia para repensar su atractividad |
Autor principal | Schwarz, Soledad Natalia |
Entidad | Universidad de La Laguna. Instituto de Ciencias Políticas y Sociales |
Publicación fuente | Pasos: Revista de Turismo y Patrimonio Cultural |
Numeración | Volumen 15. Número 01 |
Sección | Artículo |
Tipo de documento | Artículo |
Lugar de publicación | El Sauzal, Tenerife |
Editorial | Universidad de La Laguna |
Fecha | Enero 2017 |
Páginas | pp. 0105-0119 |
Materias | Turismo ; Patrimonio cultural ; Publicaciones periódicas ; Geoturismo ; Naturaleza ; Paisaje ; Estepa ; Argentina |
Enlaces relacionados | Enlace a la revista: http://www.pasosonline.org/es/ |
Copyright | http://biblioteca.ulpgc.es/avisomdc |
Formato digital | |
Tamaño de archivo | 503000 Bytes |
Texto | © PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural. ISSN 1695-7121 Vol. 15 N.o 1. Págs. 105-119. 2017 www .pasosonline.org Resumen: Mediante el abordaje de nuevas perspectivas sobre la valorización turística, este trabajo pretende repensar la atractividad del paisaje estepario del norte de la provincia de Tierra del Fuego (Argentina). Para ello se analizan recursos de la geodiversidad ubicados dentro de un área protegida existente, proponiendo así un escenario de prácticas geoturísticas dirigidas a satisfacer necesidades y motivaciones específicas, de manera que eventualmente se propicie una oportunidad especializada de desarrollo. Palabras Clave: Paisaje estepario; Tierra del Fuego; Atractividad; Geoturismo; Desarrollo. Geotourism in the steppe landscape of Tierra del Fuego (Argentina): rethinking its attractiveness Abstract: By addressing new perspectives on tourism development, this paper aims to rethink the attractiveness of the steppe landscape of Northern Tierra del Fuego. In this sense, geodiversity resources located in an existing protected area are analysed, proposing it as a setting for geotourism practices that can satisfy specific needs and motivations, so that in the future a specialized opportunity of development can be fostered. Keywords: Steppe landscape; Tierra del Fuego; Attractiveness; Geotourism; Development. Geoturismo en el paisaje estepario de Tierra del Fuego (Argentina): repensando su atractividad Soledad Natalia Schwarz* UNTDF ‑ CADIC/CONICET (Argentina) Soledad Natalia Schwarz * Lic. en Turismo; Asistente Principal Geografía Física – UNTDF; Becaria CONICET‑UNTDF; E‑mail: sschwarz@untdf.edu.ar 1. Introducción La Isla Grande de Tierra del Fuego (fig. 1), ubicada en el extremo austral de Sudamérica entre 52º27’14” ‑ 55º04’36” lat. S y 65º05’31” ‑ 71º46’05” lon. W. es compartida entre Argentina y Chile. En el sector argentino de Tierra del Fuego (en adelante TDF) se identifican cinco unidades del paisaje (Coronato 2007); una de ellas corresponde a las planicies esteparias, la cual se desarrolla a lo largo de 500.000 has en el sector norte (Bianciotto 2006), incluyendo a la ciudad de Río Grande. En esta área de estudio, el presente trabajo1 tiene como objetivos: 1‑ presentar el geoturismo como una nueva modalidad turística; y 2‑ describir la estepa fueguina y algunos de sus recursos de la geodiversidad. En base a los resultados alcanzados, luego se reflexionará sobre la posibilidad de transformación de una zona, en principio no consolidada como destino turístico (Vereda et al. 2002; Instituto Fueguino de Turismo 2009, 2015), en un escenario favorable para las prácticas geoturísticas que activen una nueva atractividad. El geoturismo está dirigido a satisfacer necesidades y motivaciones específicas en entornos geológicos y geomorfológicos, de manera que se podría, mediante una correcta intervención, propiciar una oportunidad especializada de desarrollo en la zona norte de TDF, aprovechando la actual fragmentación turística y la creciente valorización de múltiples destinos turísticos (Bertoncello 2006). Cabe mencionar que hasta el momento se han hecho algunos estudios turísticos sobre la zona de análisis, como el de Jensen y Bouteiller (2001), quienes realizaron una evaluación del potencial turístico de los establecimientos rurales; también se ha considerado el patrimonio arqueológico de las estancias como recurso turístico (Jensen, Bouteiller y Zeinsteger 2001); por otro lado, Daverio et al. (2001) plantearon un análisis de la estepa y el mar fueguinos en sus dimensiones culturales, teniendo en cuenta el imaginario, la ciencia y el arte; Vereda et al. (2002) presentaron una aproximación turística para la revalorización https://doi.org/10.25145/j.pasos.2017.15.007 PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural. 15 N° 1. Enero 2017 ISSN 1695-7121 106 Geoturismo en el paisaje estepario de Tierra del Fuego (Argentina) de los recursos culturales y los paisajes naturales de Tierra del Fuego; Bianciotto (2006) a través de su libro Los ambientes naturales de la estepa fueguina describe las especies vegetales presentes en esta eco‑región y propone unos itinerarios para interpretar los distintos tipos de vegetación de la estepa. Figura 1. Tierra del Fuego y sus unidades de paisaje. Como puede observarse no se han hecho aproximaciones sobre el uso y potencial turístico del paisaje físico de la zona, a pesar de tratarse de un espacio con recursos de la geodiversidad de gran interés (Schwarz et al. 2013; 2014). A pesar de la hiperespecialidad e hiperespecificación turísticas (testigos de una gran fragmentación), por lo cual todo territorio es un potencial destino turístico que cuenta con atractivos suficientes para satisfacer demandas puntuales y diversificadas, de manera que coexisten y compiten infinidad de lugares valorizados como destinos turísticos (Bertoncello 2006), la zona norte de TDF es un espacio aún no consolidado como un destino capaz de generar flujos turísticos de cierta envergadura (Vereda et al. 2002). En el año 2015, se registraron en la ciudad de Río Grande apenas 52.910 visitantes (Instituto Fueguino de Turismo 2015). El área de estudio presenta un desarrollo incipiente en turismo rural y de pesca. Ambas modalidades se llevan a cabo en un reducido número de estancias y captan mayoritariamente turismo internacional. Es por ello que, y en este mismo sentido, se propone repensar la atractividad del paisaje estepario a partir de nuevas miradas sobre el paisaje y los destinos según el mapa turístico de Argentina (Bertoncello 2006), las nuevas motivaciones de los visitantes (Cohen 2005) y los procesos de activación patrimonial (Almirón et al. 2006; Troncoso 2013), partiendo de la idea de que aunque no es fácil reformular y ampliar PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural. 15 N° 1. Enero 2017 ISSN 1695-7121 Soledad Natalia Schwarz 107 el imaginario paisajístico de una sociedad (Nogué 2007), sobre todo porque el turismo reproduce y refuerza las representaciones dominantes de la realidad (Britton 1991), una correcta estrategia de intervención a través de propuestas geoturísticas podría favorecer la activación de una nueva atractividad de la estepa fueguina que ponga el acento en sus recursos de la geodiversidad. Este trabajo se organiza en cuatro partes: la primera revisa los conceptos de geoturismo, paisaje y geodiversidad; la segunda describe la estepa fueguina y algunos de sus georrecursos, relacionándolos con las ideas de la primera parte; la tercera reflexiona sobre la posibilidad de transformación del paisaje estepario en recurso geoturístico; y la cuarta comprende una serie de conclusiones para repensar la atractividad de este destino. 2. El geoturismo: una nueva modalidad turística en Argentina Las conceptualizaciones sobre geoturismo como modalidad turística han sido revisadas por diversos autores (Carcavilla et al. 2007; 2011 y Millán Escriche 2011). Al no haber una definición formal de la palabra, existen grandes controversias y confusiones sobre su significado (Ollier 2012). Sin embargo, se reconoce que Hose (1995) fue el primero en definirlo: se trata de una modalidad turística basada en la provisión de facilidades y servicios de interpretación que permite a los turistas incorporar conocimiento para el entendimiento de la geología y geomorfología de un sitio (incluyendo su contribución al desarrollo de las Ciencias de la Tierra) más allá de la mera apreciación estética. Hose (2012) refiere a las 3 “g” del geoturismo: geoconservación, geohistoria y geointerpretación. Ruchkys (2007, en Carcavilla et al. 2011:84) entiende al geoturismo como “el segmento de la actividad turística que tiene al patrimonio geológico como principal atractivo y busca la protección por medio de la conservación de sus recursos y de la sensibilización del turista, utilizando la interpretación para volver este patrimonio accesible al público lego y promover la divulgación y desarrollo de las ciencias de la Tierra”. Sadry (2009, en Carcavilla et al. 2011:84) plantea que el geoturismo “es un tipo de turismo basado en el conocimiento, conservación e interpretación de los atributos abióticos de la naturaleza”. Esta idea es compartida por Carcavilla et al. (2011:83) quienes agregan que el geoturismo “debe revelar y descubrir a los visitantes las características particulares de la Tierra”. Dowling y Newsome (2010) plantean que el geoturismo es un nicho dentro del turismo de naturaleza que pone el foco en experimentar las características geológicas del planeta de modo que se promueva un entendimiento ambiental y cultural, valoración y conservación; también lo enmarcan dentro del paradigma de la sostenibilidad haciendo hincapié en la importancia de que este tipo de desarrollo sea localmente y económicamente beneficioso, al mismo tiempo que se protege el patrimonio geológico. Como se observa en estas definiciones, se puede afirmar que las palabras clave del geoturismo son: patrimonio geológico, conservación, interpretación y aprendizaje. Los recursos naturales para el geoturismo incluyen: geoformas, afloramientos rocosos, rocas, sedimentos, suelos y cristales; es decir, componentes físicos del paisaje o recursos de la geodiversidad. ¿Qué significan estos conceptos? Por un lado, Bessé (2010) define al paisaje como una realidad territorial observable desde cierta altura (lo cual implica la activación de un determinado sentido y de una determinada práctica del espacio, caracterizados por la visibilidad, la distancia y la exterioridad), que es construido ideológicamente en base a unos modos de ver y representar al mundo circundante. Asimismo, Mata Olmo (2008) plantea que el paisaje resulta de la articulación de lo físico, lo biológico y lo cultural, tratándose de una diversidad que hasta ahora ha sido eclipsada por la biológica. En este sentido, este trabajo se centra en la parte física del paisaje; éste además puede definirse, siguiendo a Nogué (2007, 2010), como: 1‑ la construcción social anclada en un substrato físico, 2‑ la realidad física y la representación cultural que se hace de ella y 3‑ el tangible geográfico y su interpretación intangible. En cualquier caso, el componente físico es insoslayable y es en el que se centra, por el tipo de abordaje realizado, el presente trabajo. Por otro lado, el término geodiversidad nació como análogo al de biodiversidad, pero su reconocimiento está muy lejos del que posee este último, el cual cuenta con una definición formal ampliamente aceptada y con directivas internacionales que velan por su preservación, y que “políticamente es más asumida hasta ahora e integrada en el todo paisajístico” (Mata Olmo 2008:155). Nieto (2001, en Carcavilla et al. 2007:133) entiende a la geodiversidad como “el número y variedad de estructuras (sedimentarias, tectónicas, geomorfológicas, hidrogeológicas y petrológicas) y de materiales geológicos (minerales, rocas, fósiles y suelos), que constituyen el sustrato de una región, sobre las que se PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural. 15 N° 1. Enero 2017 ISSN 1695-7121 108 Geoturismo en el paisaje estepario de Tierra del Fuego (Argentina) asienta la actividad orgánica, incluida la antrópica”. Se trata de una propiedad intrínseca del territorio y un importante atributo que describe el interés geológico de una determinada región. De acuerdo con Dowling y Newsome (2010), probablemente los geoturistas integren un nicho de mercado muy pequeño, aquellos que viajan específicamente para visitar atractivos geológicos. De hecho, Carcavilla et al. (2011) señalan que el turismo geológico se ejerce en la mayoría de los casos de manera inconsciente o involuntaria. Se entiende que esto ocurre por un lado, por las dimensiones temporales, excesivamente grandes, y por las dimensiones espaciales, excesivamente pequeñas, que caracterizan al patrimonio geológico (Águeda Villar y Palacio Suárez‑Valgrande 2004). Sin embargo, existe un número más grande de viajeros que disfruta visitar áreas naturales e incluye al paisaje y las geoformas dentro de los atractivos principales. El geoturista dedicado visita geositios con el propósito de alcanzar educación personal o mejora intelectual así como el disfrute, mientras que el geoturista casual visita geositios en busca de placer y alguna limitada estimulación intelectual. En el caso de la estepa fueguina, ambas categorías de geoturistas podrían encontrar en el paisaje unos recursos de la geodiversidad de alto valor didáctico. Para lograr la apreciación y el aprendizaje, el geoturismo recurre a las visitas independientes a estos recursos geológicos, el uso de geocircuitos y miradores, visitas guiadas, centros de visitantes y materiales para la interpretación como la cartelería. En este punto, y siguiendo distintas acepciones, se puede decir que una gran diferencia entre el geoturismo y otras modalidades turísticas es justamente su función didáctica: enseñar, instruir y exponer con claridad sobre los recursos de la geodiversidad (Millán Escriche 2011). Por último, Carcavilla et al. (2011:82) señaló que “el geoturismo empieza a ser considerado como una gran oportunidad para el desarrollo de zonas eminentemente rurales”. La zona norte de TDF podría transformarse en un gran escenario para estas prácticas, sobre todo porque “la estepa fueguina es sin lugar a dudas un paisaje especial… [que] desde hace más de una centuria, inquieta a científicos y visitantes de todas las latitudes” (Bianciotto 2006:14) y porque si el geoturismo pone en valor el ambiente abiótico de un paisaje natural, entonces “esta mirada abre enormes expectativas sobre los ambientes extra‑andinos y otras áreas poco pobladas de la Patagonia más apartadas del fenómeno turístico, así como enriquecería la diversidad de atractivos de los ambientes montañosos y costeros que actualmente generan la mayor demanda” (Martínez Fernández 2013:64). 3. La estepa fueguina: un potencial escenario geoturístico Las planicies esteparias corresponden a una de las cinco unidades del paisaje fueguino descriptas por Coronato (2007; 2014). Se trata de un paisaje de mesetas y serranías bajas de hasta 400 m s.n.m., formadas por rocas sedimentarias marinas de edad Terciaria con contenido fosilífero de fondo marino, litoral y terrestre, así como por depósitos glaciarios y glacifluviales correspondientes a distintas glaciaciones ocurridas a lo largo del Pleistoceno. Durante el Último Máximo Glacial, hace unos 25.000 años antes del presente, gran parte de la zona estuvo cubierta por grandes masas de hielo, provenientes de la Cordillera Darwin (Chile), que ocupaban el actual Estrecho de Magallanes y las bahías Inútil y San Sebastián. En estas planicies no hay geoformas de erosión glaciaria, pero sí de origen depositacional como grandes arcos morénicos y bloques erráticos. Asimismo, se desarrollan bahías, lagunas salobres, marismas, playas de grava, cubetas de deflación, dunas de arena y arcilla, entre otros. Todos estos elementos del paisaje físico forman parte de la geodiversidad fueguina, algunos de ellos con mayor valor científico, otros escénico, pero definitivamente con alto potencial didáctico. Sin embargo, “el paisaje estepario, aún hoy casi un ilustre desconocido” (Bianciotto 2006:86) hace que estos recursos carezcan de visibilidad y reconocimiento por parte de la población local y también visitante2. Por otro lado, el clima, templado‑frío con influencia oceánica, presenta precipitaciones de hasta 300mm anuales, con vientos constantes del O‑NO, lo que provoca desecación en verano y enfriamiento en invierno. La región es recorrida de O a E por ríos y arroyos meandrosos. Sus cuencas conforman una red hidrográfica que se caracteriza por ser poco densa, con pendientes suaves y escurrimiento de escaso caudal, con vertiente hacia el Atlántico. A esta variada configuración responde el bioma de estepa (imagen 1): ecosistema de vegetación herbácea y arbustiva, con suelos desnudos, clima frío y seco (Cabrera 1976). La estepa fueguina es de pastizales con una preponderancia de coironales y arbustos, así como matas, pastos cortos y vegas (Bianciotto 2006). PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural. 15 N° 1. Enero 2017 ISSN 1695-7121 Soledad Natalia Schwarz 109 Imagen 1: Paisaje estepario en el norte de TDF. A nivel regional, existen incipientes iniciativas geoturísticas en zonas áridas y poco pobladas como la estepa fueguina, particularmente en Patagonia Norte (visitas con guías especializados en recursos paleontológicos principalmente). Sin embargo, “muchos geositios en Patagonia aún esperan reconocimiento y una adecuada planificación para hacer posible su puesta en valor” (Martínez Fernández 2013:68). En el área de estudio, la zona norte de TDF, existe una única área protegida provincial que además fue declarada Sitio RAMSAR: la Reserva Costa Atlántica de Tierra del Fuego. A modo de ejemplo, este trabajo se centra en esta franja costera de 220 km de largo y 28.600 hectáreas que fue creada en 1992 con el objetivo de conservar aves playeras migratorias y sus hábitats. Resulta de interés también la presencia de zonas intermareales fangosas y arenosas, los humedales costeros, marismas y restingas (Loeyemeker et al. 2005). Asimismo, el área protegida cuenta con un valor histórico vinculado, por un lado, al desarrollo y la ocupación de la cultura selk´nam (aborígenes cazadores nómades que ocuparon TDF durante 11000 años aproximadamente) y por el otro, a la colonización europea (fiebre del oro y estancias). Como ya fue expresado, la creación del área protegida puso en valor especialmente la avifauna aun cuando ésta y los sectores aledaños cuentan con otros elementos del paisaje, físicos, de gran relevancia y con elevado potencial geodidáctico, susceptibles de integrar un circuito geoturístico, sobre todo si se tiene en cuenta que en forma paralela a la reserva, transcurre la Ruta Nacional Nº 3, la cual en su mayoría está pavimentada; existen diversos accesos a la costa a través de rutas secundarias, algunas públicas y otras no, los cuales pertenecen a caminos internos en campos privados. Asimismo, y considerando que “la Isla de Tierra del Fuego posee todavía una cantidad enorme de recursos que deben ponerse en valor y en mercado” y que “el entorno (de la zona norte de TDF) permite generar productos que deben estar orientados no a un turismo convencional, sino más bien a un tipo de turismo de intereses especiales, destinado a nichos específicos, motivados por actividades puntuales” (Instituto Fueguino de Turismo 2009:30), el geoturismo se presenta como una oportunidad estratégica. En este sentido, y a través de una ficha de relevamiento creada ad hoc, a continuación se describen3 cuatro recursos de la geodiversidad (fig. 2) identificados mediante salidas de campo y lectura de material cartográfico e imágenes satelitales: península El Páramo (tabla 1), campo de bloques erráticos de Punta Sinaí y acantilados en cuerpo morénico lateral (tabla 2), plataforma de abrasión (tabla 3), y playas fósiles del Pleistoceno (tabla 4). Todas las fotos que se incluyen fueron tomadas por la autora, excepto cuando se indica lo contrario. PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural. 15 N° 1. Enero 2017 ISSN 1695-7121 110 Geoturismo en el paisaje estepario de Tierra del Fuego (Argentina) Figura 2: Recursos de la geodiversidad en Reserva Costa Atlántica. Tabla 1: Península El Páramo Recurso de la Geodiversidad 1: Península El Páramo Coordenadas 53º0’ S ‑ 68º15’ O Acceso 145 km desde la ciudad de Río Grande: 135 km por ruta 3 (90 km de pavimento y 45 km de ripio) y luego 10 km por ruta interna dentro de un campo privado (ripio). Descripción Se trata de una espiga de gravas de 20km de largo que cierra parcialmente a la Bahía San Sebastián por el este. Es de tipo transgresiva, ya que prograda longitudinalmente hacia el sur y lateralmente hacia el oeste. Su principal fuente de aporte habrían sido los depósitos glaciales del Pleistoceno y su desarrollo involucraría dos etapas que abarcan los últimos 5270 años. Durante tormentas o con olas de alta energía se produce sobrelavado en el sector central de la espiga, donde ésta adquiere su mínimo desarrollo. Potencial geodidáctico Posibilidad de enseñar acerca del accionar del oleaje como un agente capaz de crear espigas formadas por materiales gruesos (grava gruesa y bloques) abandonados por antiguos glaciares de la región y a su vez, capaz de erosionar sus propios depósitos durante las tormentas (canibalismo). Fuentes Schwarz et al. 2013; Bujalesky e Isla 2006; Bujalesky 2007. Foto: Kenning (s/f). PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural. 15 N° 1. Enero 2017 ISSN 1695-7121 Soledad Natalia Schwarz 111 Tabla 2: Campo de bloques erráticos en Punta Sinaí y Acantilados en cuerpo morénico lateral Recurso de la Geodiversidad 2: Campo de bloques erráticos en Punta Sinaí y Acantilados en cuerpo morénico lateral Coordenadas 53º24’ S – 68º04’ O Acceso 68 km al norte de la ciudad de Río Grande: 60 km por ruta 3 (pavimento) y luego 8 km por ruta interna dentro de un campo privado (ripio) Descripción El glaciar que fluyó por la depresión Bahía Inútil – Bahía San Sebastián durante la Glaciación Río Cullen (de edad Pleistoceno Medio) formó un cuerpo morénico lateral en el sector. La posición frontal del mismo está sumergida en el Océano Atlántico, 26 km mar adentro y a 70 m de profundidad. La acción eólica ha depositado arenas rellenando las depresiones entre las colinas morénicas; el oleaje marino produce el retroceso de los acantilados y el descubrimiento de los sedimentos glaciales y glacifluviales que componen la morena. En las morenas anteriormente descriptas, la presencia de bloques erráticos es continúa notable: se trata de fragmentos rocosos de litología alóctona, originados probablemente por una gran caída de bloques sobre la superficie del glaciar. Éstos han estado expuestos durante medio millón de años a meteorización y erosión por abrasión eólica y marina. En total hay aproximadamente unos 100 bloques distribuidos en 20km2 pero sólo algunos de ellos se encuentran sobre la playa dentro de la Reserva. Potencial geodidáctico Posibilidad de enseñar el poder erosivo y de transporte de glaciares que ya han desaparecido debido a la ocurrencia de grandes cambios climáticos de orden natural y a escala planetaria durante el Pleistoceno; enseñar las formas del relieve por depositación glacial y sus características; enseñar el poder erosivo de las olas del mar, producto de la existencia de viento, y el consecuente retroceso de los acantilados; enseñar la composición mineral y génesis de uno de los tres tipos de roca (las ígneas) –poco frecuentes en la provincia. Fuentes Schwarz et al. 2013; Coronato et al. 1999; Coronato et al. 2004; Schwarz et al. 2014. PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural. 15 N° 1. Enero 2017 ISSN 1695-7121 112 Geoturismo en el paisaje estepario de Tierra del Fuego (Argentina) Tabla 3: Plataforma de abrasión en Cabo Auricosta Recurso de la Geodiversidad 3: Plataforma de abrasión en Cabo Auricosta Coordenadas 54º01’ S – 67º20’ O Acceso 49 km al sur de la ciudad de Río Grande: 48 km por ruta 3 (pavimento) y 1 km por camino secundario (ripio) Descripción Tanto en Cabo Auricosta como en Ensenada La Colonia (53º53’ S – 67º32’ O), se descubre durante la bajamar una plataforma de abrasión marina, en contraste con las playas de arena y grava. Se trata de dos amplias plataformas formadas en areniscas limoarcillosas marinas de ambientes profundos con abundantes concreciones, a partir de la erosión marina sobre los acantilados. Potencial geodidáctico Posibilidad de enseñar el poder erosivo de las olas del mar, producto de la existencia de viento, y el consecuente retroceso de los acantilados; enseñar la composición mineral y génesis de uno de los tres tipos de roca (las sedimentarias). Fuentes Schwarz et al. 2013; Bujalesky 2007; Tabla 4: Playas fósiles del Pleistoceno Recurso de la Geodiversidad 4: Playas fósiles del Pleistoceno Coordenadas Entre 53º50’ S – 67º34’ O y 54º05’ S – 67º13’ O Acceso Diversos accesos directos al sur de la ciudad de Río Grande, a la vera de la ruta 3. Descripción Entre el Cabo Peñas y el Cabo Ewan se reconocen 4 niveles de playas fósiles del Pleistoceno que se encuentran a 6, 12, 38 y 53 m s.b.t (metros sobre berma de tormenta). El material que compone estas paleoplayas fue provisto por depósitos glacifluviales correspondientes a glaciaciones del Pleistoceno medio y luego fueron retrabajadas y recicladas varias veces durante los episodios interglaciales. La preservación de estos niveles de playas elevadas indica un ascenso tectónico relativamente uniforme para la región durante el Pleistoceno. Potencial geodidáctico Posibilidad de enseñar las variaciones del nivel del mar por movimientos eustáticos y glacioisostáticos (hundimientos y posteriores ascensos de la corteza por liberación del peso que ejercieron las grandes masas de hielo durante el Pleistoceno); enseñar a través de los fósiles, la variabilidad de la fauna de invertebrados marinos costeros. Fuentes Schwarz et al. 2013; Bujalesky e Isla 2006. PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural. 15 N° 1. Enero 2017 ISSN 1695-7121 Soledad Natalia Schwarz 113 Estos recursos de la geodiversidad son tan sólo algunos ejemplos de un posible amplio abanico de recursos con alto potencial geodidáctico, susceptibles de conformar un circuito geoturístico en la zona norte de TDF. Con una correcta intervención, podrían dejar de ser sólo “geoformas y curiosidades del paisaje que muchas veces el visitante detecta pero no puede apreciar en su total dimensión” (Martínez Fernández 2013:68) para transformarse en verdaderos atractivos que permitan comprender, a través de la historia natural de la región, la evolución y dinámica de procesos naturales más globales. Conocer con qué recursos de la geodiversidad se cuenta es el primer paso para pensar en una propuesta geoturística. Indiscutiblemente éstos tienen valor científico y potencial didáctico; sin embargo, poseer un gran repertorio de ellos no garantiza su atractividad, dado que ésta es socialmente construida recurriendo a intereses específicos, hábitos, modas, costumbres (Almirón et al. 2006). Aunque “el valor estético y escénico de determinados elementos del patrimonio geológico puede convertirlos en recursos turísticos” (Carcavilla et al. 2011:81), esto no es suficiente para hablar de geoturismo. No sólo los atractivos no son atributos per se de los lugares sino que además muchas veces es necesario acondicionar un lugar en función de su real o potencial consumo turístico conforme a las demandas de los visitantes, adecuando y generando bienes y servicios, normativas, equipamiento, entre otros (Troncoso 2013). Si bien este trabajo no tiene como objetivo analizar la aptitud turística de la estepa fueguina, cabe hacer mención sobre algunas cuestiones vinculadas a la potencialidad de la zona, las cuales se recogen del Plan Estratégico de Turismo Sustentable de la Provincia de Tierra del Fuego (Instituto Fueguino de Turismo 2009) y del Anuario Estadístico de Turismo Provincial (Instituto Fueguino de Turismo 2015): a) la zona norte de TDF representa cabalmente la imagen que los turistas de mercados lejanos tienen en su imaginario: cielos diáfanos, horizontes distantes, la unión de la meseta patagónica con el Océano Atlántico, un clima extremo caracterizado por el frío y el viento, en definitiva el carácter agreste de un paisaje escasamente poblado que le da también su belleza peculiar al lugar; este paisaje coincide con el del imaginario colectivo sobre la región de la Patagonia, y esto es un alto valor a destacar; b) la localidad de acceso al paisaje estepario es la ciudad de Río Grande; la misma cuenta con una buena infraestructura de servicios públicos e incipientes servicios turísticos; entre ellos ocho establecimientos de alojamiento que reúnen 295 plazas, diez agencias de viajes y un aeropuerto internacional.; c) Río Grande posee en su entorno recursos naturales de alto valor paisajístico y simbólico lo que se traduce en un sitio con mucho potencial para el desarrollo de productos turísticos destinados a nichos puntuales. Asimismo, su ubicación es estratégica para el turismo terrestre; d) en la localidad se registraron un total de 52.910 visitantes en el año 2015; e) Río Grande puede jugar un rol importante en el mercado turístico sin quitar protagonismo a otros sitios, complementándose con el resto de la isla y generando productos distintos a los demás. Para ello hay que sumarle valor, estructurando oferta, tanto de servicios turísticos como de actividades para el turista. Una forma de sumar valor a la región es aumentando la visibilidad de sus recursos de la geodiversidad a través de una transformación territorial. A través de la 3 “g”, Hose (2012) plantea estrategias para el desarrollo del geoturismo y la puesta en valor de sus georrecursos: 1‑ geoconservación (emergente Ciencia de la Tierra que promueve el reconocimiento de la importancia de los geositios para el desarrollo sustentable), 2‑ geohisoria (narrativa sistemática de descubrimientos, eventos, personajes e instituciones geológicos y geomorfológicos), y 3‑ geointerpretación (arte o ciencia de determinar y comunicar el significado de geositios, eventos y localidades). En este sentido, se plantea que las visitas independientes y también guiadas, los itinerarios temáticos, los miradores y los materiales para la interpretación (cartelería, folletería, libros, etc.) sirven para revelar el significado de los rasgos de la geodiversidad presentes en un territorio concreto. Orientar estas estrategias para definir y ejecutar un geocircuito implica modificar la materialidad del espacio, lo que conllevaría a un proceso de turistificación (Knafou 1996) de la estepa fueguina, como resultado de su puesta en valor. Asimismo, implementar un circuito geoturístico implica diseñar e implementar cartelería interpretativa; ésta funciona como un “marcador” de los georrecursos, lo que de alguna forma se constituye en un signo. Este conjunto de signos coadyuva a la construcción de la mirada del observador ya que precisamente PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural. 15 N° 1. Enero 2017 ISSN 1695-7121 114 Geoturismo en el paisaje estepario de Tierra del Fuego (Argentina) ésta se construye a partir de aquellos (Urry 1996); es lo que Britton (1991) denomina markers. Los markers permiten visibilizar los recursos, haciendo que los mismos adquieran significancia. Para ello se deben articular mecanismos institucionales que sacralicen estos recursos y les otorguen significados (significados que son subjetivos y que responden a ciertos grupos/individuos). A modo de ejemplo, se propone incluir en la zona descripta cartelería interpretativa (imagen 2) que dé cuenta de los procesos naturales aprovechando el potencial geodidáctico de cada recurso de la geodiversidad presentado, recurriendo a vocabulario ameno, con mapas, esquemas y fotografías. Imagen 2: Ejemplo de cartelería interpretativa instalada en el sector sur de TDF. Asimismo, se podrían diseñar carteles indicativos que pongan de manifiesto la singularidad e importancia del paisaje observado. Referencias como Usted está parado sobre una morena glaciaria formada hace más de un millón de años o Aquel bloque fue empujado por un gran glaciar a lo largo de más de 200 km o Cuidado! Este acantilado retrocede día a día por acción del oleaje marino. En este sentido, tal como lo plantea Britton (1991), el Estado tiene un rol importante en la gene‑ración del paisaje estepario como destino especializado con un nuevo significado. A través del Plan Estratégico de Turismo Sustentable de la Provincia de TDF, el gobierno local ha manifestado interés en implementar estrategias de desarrollo por cuanto reconoce que “gran parte de la zona norte constituye un destino potencial, receptor de flujos turísticos, con un abanico de productos turísticos factibles de ser desarrollados”. Por otro lado, la existencia de una universidad nacional en la provincia con carreras de grado en Turismo y en Geología, augura posibilidades de intervención concretas en este sentido. 4. Repensando la atractividad del paisaje estepario: reflexiones sobre su posible transformación La naturaleza y el ambiente están ligados con ciertas valoraciones de naturalezas deseables y/o apropiadas; a lo largo del tiempo estas concepciones han ido cambiando como resultado de transfor‑maciones en la sociedad, la cual produce, reproduce y transforma diferentes naturalezas y diferentes PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural. 15 N° 1. Enero 2017 ISSN 1695-7121 Soledad Natalia Schwarz 115 valores a través de diversas prácticas sociales (Macnaghten y Urry 1998). No siempre se han valorado los mismos recursos de la naturaleza ni ésta ha evocado las mismas representaciones, las cuales se construyen geográfica, histórica y socialmente, de manera que contextos históricos específicos han marcado la relación entre naturaleza y sociedad. Lo mismo ocurre con el paisaje: no sólo se trata de un concepto polisémico sino que además no todos los paisajes gozan de la misma valoración y visibilidad. Nogué (2007) plantea que sólo se ven aquellos que se desean ver; cuando no se entiende un paisaje, se lo mira pero no se lo ve; esto ocurre porque socialmente las personas están estructuradas para ver ciertos paisajes, aquellos que no cuestionan los arquetipos paisajísticos predominantes. Se parte de la idea de que existe una concepción negativa sobre el paisaje estepario y que ésta podría haber sido alimentada, entre otros, por relatos de viajeros y valoración de paisajes arquetípicos. No es objetivo de este trabajo profundizar sobre las representaciones que evocan estos paisajes, sólo se dirá que el imaginario colectivo sobré qué paisajes son bellos y cuáles no (la montaña como lo sublime, pintoresco y bello), no ha favorecido la percepción sobre esta zona de planicies esteparias. Y estos mismos paisajes son los que se ponen al servicio de la práctica turística que consume vistas panorámicas en tanto atractivos constitutivos del producto turístico (Zusman 2009). Sin embargo, aunque “los paisajes de referencia que se desprenden del arquetipo paisajístico mayoritario siguen hoy marcando la pauta, es cierto que algunas acertadas decisiones tomadas en el ámbito de las políticas territoriales y ambientales y también de la estrategias turísticas han dado su fruto y han permitido incorporar al club de los paisajes de referencia estereotipados algunos paisajes inexistentes hace solamente treinta años” (Nogué 2007:380). En este marco, y asumiendo que el turismo se constituye en una estrategia para el desarrollo local (Bertoncello 2006), se considera que el geoturismo puede ser una alternativa sustentable para incorporar un novedoso paisaje a las prácticas turísticas especializadas actuales, permitiendo comprender y aprehender (motivaciones propias de la sociedad de conocimiento actual) los fenómenos y procesos que modelaron el relieve actual. De esta manera, el geoturismo se presenta como una oportunidad para satisfacer las necesidades del visitante y para posicionar la zona norte de Tierra del Fuego como un destino turístico especializado. Dado que no hay una sólo mirada del turista sino muchas, y que varían según la sociedad, el grupo social y el periodo histórico (Urry 1996), así como la montaña pasó de la penumbra a la gloria (Nicolson 1959), la estepa también puede transformarse en un posible escenario de nuevas prácticas turísticas; sobre todo si se tiene en cuenta que la estepa fueguina, como parte de Patagonia –sin duda una región de gran auge turístico‑, evoca imágenes asociadas, por un lado, a manifestaciones de naturaleza intocada, de gran belleza y excepcionalidad, y por el otro, a tranquilidad y lejanía (Almirón, en Bertoncello 2008). Mastrocola (2011:1) plantea que “los paisajes de la Patagonia que presentan características áridas y semiáridas, son cada vez más valorados como escenarios para el desarrollo del turismo y la recreación. Estas áreas naturales son denominadas comúnmente desiertos, como sinónimo de paisajes desolados y vacíos, pero en realidad este calificativo es totalmente erróneo. Por el contrario, estas extensas áreas poseen características únicas y presentan gran diversidad de vida como así también rasgos geológicos”. Aunque los recursos que resaltan del elenco de atractivos patagónicos responden a ideales de belleza en función del proyecto de construir una identidad nacional sobre la base de bellezas naturales, y por ende los bosques y las montañas son/fueron los paisajes privilegiados (Scarzanella 2002), en la actualidad, toda la naturaleza prístina tiene valor intrínseco. De hecho, cualquier paisaje, en este contexto, es susceptible de convertirse en atractivo turístico. Esto podría ser así ya que en el mundo contemporáneo, híbrido y posmoderno, se admite la existencia de múltiples versiones, se niega la unicidad y se rompen los grandes relatos –razón, ciencia, progreso‑ dando cuenta de la actual fragmentación de la percepción de la realidad (Cohen 2005) y posibilitando la valoración de paisajes no arquetípicos. Los apelativos naturaleza‑soledad‑lejanía vertebran la valorización turística de Patagonia (Almirón et al. 2007) y en este caso, la estepa como medio rural, antes era pensada como un espacio de producción, aislado y tradicionalista; ahora podría comenzar a pensarse como un espacio de consumo (Posada, 1999) donde puedan satisfacerse demandas específicas. Britton (1991) plantea que el turismo como rasgo de la cultura de consumo y vida moderna, genera que en la sociedad capitalista el ocio se consuma y organice en base a distintos grupos de interés con búsquedas particulares. De hecho, Cohen (2005) propone pensar en una clase de turista, el turista en las márgenes, el cual se caracteriza por el turismo extremo, la excitación y la emoción por los lugares alejados, siendo individuos sofisticados y persistentes que gastan grandes sumas de dinero en regiones periféricas y regiones inhóspitas. Este nuevo turista se enmarca dentro del “turismo postfordista” ya que PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural. 15 N° 1. Enero 2017 ISSN 1695-7121 116 Geoturismo en el paisaje estepario de Tierra del Fuego (Argentina) protagoniza nuevas modalidades turísticas alternativas, orientadas a demandas puntuales y específicas (Marchena s/f en Bertoncello 2002). El geoturista puede considerarse un turista en las márgenes, con motivaciones muy particulares. Debido a la alta fragmentación social y al consumo diferenciado, se pueden generar desarrollos turísticos heterogéneos y exacerbados. Éstos implican pensar en una nueva configuración del mapa turístico de Argentina, donde todo territorio tiene potencial turístico y donde existen infinidad de lugares valorizados que coexisten y compiten con los tradicionales (Bertoncello 2006). De esta manera, a través de la valorización de la naturaleza, la preservación y/o la patrimonializa‑ción, pueden generarse mecanismos para la atractividad haciendo que todo territorio se diferencie de los otros, redefiniéndose constantemente en función de la creación y destrucción de esa atractividad (Bertoncello 2006). Si se logra hacer coincidir una nueva atractividad de la estepa fueguina con los valores y demandas de las sociedades de origen, entonces podría darse una valorización turística que, junto con la inter‑vención de agentes económicos y políticos, pueda influir en la construcción de una nueva atractividad (Bertoncello 2002). 5. Conclusiones El paisaje estepario de la zona norte de TDF cuenta con recursos de la geodiversidad de alto valor didáctico que podrían integrarse mediante un circuito geoturístico en la oferta local activando una nueva atractividad. Reflexionar sobre esta posibilidad no tendría sentido si no fuera para pensar en una estrategia de desarrollo, donde el geoturismo se presenta como una alternativa para propiciar sostenibilidad en sus tres ejes: económica, por el desarrollo de bienes y servicios que implica; ambiental, por la protección de los recursos de la geodiversidad que promueve y el bajo impacto de las actividades que impulsa; y social, por la construcción de una nueva mirada sobre el paisaje y por el entendimiento que propicia sobre nuestro planeta, divulgando las Ciencias de la Tierra, y fomentando el encuentro entre comunidades de origen y anfitriona. Como fuera expresado al inicio del trabajo, existe una oportunidad única de propiciar nuevas miradas sobre el paisaje estepario. Como lo han planteado diversos autores –entre ellos Britton (1991) y Bertoncello (2006)‑, el turismo sin duda es un fenómeno que atraviesa múltiples dimensiones y que puede utilizarse como una estrategia para enfrentar la situación económica y social, transformando la materialidad de un lugar. Diseñar un circuito geoturístico sin duda implicaría modelar el espacio y eventualmente podría traducirse en una reestructuración de la economía local. Además de identificar los recursos de la geodiversidad presentes, diseñar un circuito geoturístico mediante cartelería interpretativa y markers así como implantar miradores, contar con equipamiento turístico para facilitar la estadía de los visitantes y propulsar mecanismos para la activación de estos recursos, es primero necesario construir socialmente una nueva mirada sobre la estepa fueguina, aunque tal vez esta nueva mirada pueda ser el resultado de una estetización y turistificación correctamente planificada e implementada. El geoturismo podría en el caso de la zona norte de Tierra del Fuego convertirse en un elemento central para la competencia territorial (Britton 1991) al diferenciar el lugar y posicionarlo frente a otros. Podría inclusive transformarse en el primer destino geoturístico de la región y complementarse con otros atractivos geológicos y geomorfológicos de Patagonia. Bianciotto (2006:14) se pregunta sobre la zona norte de TDF: “cómo es y por qué inquieta una monotonía que no es tal y que resulta tan diversa como para maravillarse de sus particularidades”; él mismo se responde: “ante la contemplación de estas llanuras surge, en primera instancia, la monotonía del paisaje… hay una generalidad casi monótona, monocromática, pero con singularidades, que confieren al paisaje una complejidad creciente a medida que observamos con detalle” (Bianciotto 2006:13). Se ha intentado a través de este trabajo contribuir al descubrimiento de estas particularidades, creyendo que los geoturistas pueden ser observadores detallistas en el paisaje estepario. 7. Agradecimientos A Andrea Coronato y Rodolfo Bertoncello por la lectura del manuscrito, todas sus sugerencias y apreciaciones. PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural. 15 N° 1. Enero 2017 ISSN 1695-7121 Soledad Natalia Schwarz 117 Bibliografía Águeda Villar, José A. y Palacio Suárez‑Valgrande, Jaime 2004. “El Patrimonio Geológico: ese gran desconocido”. En Nuche del Rivero, Rafael (editor). Patrimonio geológico de Galicia. Ed. ENRESA. Madrid, España: 18‑31. Almirón, Analía 2008. “Turismo, naturaleza y sociedad en la Patagonia Argentina”. En Bertoncello, Rodolfo (comp.). Turismo y geografía. Lugares y patrimonio natural‑cultural de la Argentina. Ed. Ciccus. Buenos Aires, Argentina: 63‑90. Almirón, Analía; Bertoncello, Rodolfo; Troncoso, Claudia 2006. “Turismo, patrimonio y territorio. 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