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© PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural. ISSN 1695-7121 Vol. 14 N.o 5. Págs. 1267-1280. 2016 www .pasosonline.org Resumen: El año 2014 se ha cumplido el trigésimo aniversario de la teorización de los “lieux de mémoire” por parte del historiador francés Pierre Nora. A lo largo de este tiempo, se ha consolidado en Europa un modelo de puesta en valor patrimonial para los lugares de memoria, ligados, sobretodo, a las guerras mundiales y el Holocausto. Francia ha sido, con la entrada del nuevo siglo, quien ha desarrollado un modelo teórico que relaciona dicho patrimonio memorial con la práctica turística. No es casualidad, pues ha surgido fruto del bagaje práctico de numerosos años de experiencia, lo que reafirma a su modelo de “tourisme de mémoire” como la referencia a nivel mundial. España, a causa de un retraso sociopolítico de décadas con respecto a sus homónimos occidentales, no ha comenzado hasta estos últimos años a reivindicar sus espacios de memoria, relacionados con la memoria histórica de la Guerra Civil y la Dictadura. El caso catalán, pionero en cuanto a la implementación de una estrategia turística, ha sentado las bases de un modelo emergente. Palavras Clave: Turismo de memoria; memoria histórica; memoria democrática; espacios de memoria; Cataluña. Historical memory heritagisation: between social duty and tourism strategy. Remarks on the Catalan case. Abstract: 2014 has marked the thirtieth anniversary of the “lieux de mémoire” theory formulation by the French historian Pierre Nora. Throughout this period, a heritage enhancement model for the places of memory, mainly linked to the World Wars and the Holocaust, has become established in Europe. With the beginning of the new century, France has developed a theoretical model which connects said memorial heritage with the tourism practice. It is not by chance, since it has arisen due to the practical knowledge obtained from many years of experience, which reaffirms its “tourisme de mémoire” model as a worldwide reference. Spain, because of a decades‑long sociopolitical delay as compared with its Western counterparts, has not started to claim its places of memory, linked to the historical memory from the Civil War and the dictatorship, until these last few years. The Catalan case, ground‑breaking regarding the implementation of a tourism strategy, has laid the foundations for an emergent model. Keywords: Memorial tourism; Historical memory; Democratic memory; Places of memory; Catalonia. La patrimonialización de la memoria histórica: entre el deber social y la estrategia turística. Apuntes sobre el caso catalán. David González Vázquez* Universitat de Barcelona David González Vázquez * Doctorando en el programa de Didáctica de las Lenguas, las Ciencias, las Artes y las Humanidades (línea de investigación en Didáctica del Patrimonio, las Artes y el Turismo Cultural) de la Facultad de Educación de la Universitat de Barcelona; E‑mail: david.glez81@gmail.com 1. Introducción Los espacios de memoria, o conscience sites, son aquellos lugares con valor histórico gracias a representar el testimonio de un pasado trágico. Dichos lugares han conocido una progresiva patrimonialización y puesta en valor gracias las numerosas aproximaciones científicas sobre los mismos, que han acabado suscitando un interés general más allá del ámbito académico España en su conjunto, con la entrada al S.XXI, está viviendo un auténtico “momento memoria” (Saz, 2007), concepto que sirve para definir el estado que atraviesa la sociedad española al respecto de la proliferación de aportaciones que, desde todas las disciplinas de las ciencias sociales, se están desarrollando para investigar acerca de la memoria histórica. A tal punto se ha llegado fruto de la PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural. 14 N° 5. Octubre 2016 ISSN 1695-7121 1268 La patrimonialización de la memoria histórica: entre el deber social y la estrategia turística culminación del cambio de paradigma sufrido por la memoria colectiva en España, pasando de la memoria de los caídos por Dios y por España a la reparación de aquellos que durante largas décadas permanecieron en el olvido de los derrotados. “El proceso de recuperación de la memoria histórica es el fenómeno político más relevante acaecido en España en los últimos tiempos” (Escudero, 2011a: 7). Fruto de esta importancia como proceso político, también, se entiende que estemos hablando de un objeto de estudio ampliamente recurrente, y como tal, la interdisciplinar ciencia turística debe acabar abordándolo. 2. El deber de memoria como el origen de la patrimonialización de los espacios de memoria. El concepto de memoria está directamente ligado al de recuerdo, estamos hablando, por tanto, de lo opuesto al olvido. Dicho olvido, o mejor dicho, la lucha contra el mismo, es la principal razón para potenciar los procesos de recuperación de la memoria histórica. Al respecto de esa lucha contra el olvido nace el deber de memoria. Tiene su origen en la difusión pedagógica del mundo escolar ya en los años 50, pero no es hasta finales de los 70 cuando se consolida como ente autónomo gracias al auge y promoción de la memoria de la Shoah, llegando en la actualidad a convertirse en una suerte de religión de homenaje a las víctimas (Lalieu, 2001). El desenlace de este proceso hasta el punto mencionado ha hecho que en muchos casos se pueda hablar de banalización de la memoria, donde el deber pasa a convertirse en inercia, perdiendo así todo espíritu crítico. Pero más allá de este recorrido histórico, lo cierto es que la aplicación del deber de memoria se entiende como la necesidad de inscribir el horror vivido en la memoria colectiva, para así darle una oportunidad al futuro mediante el trabajo contra el olvido. El hecho de que las naciones, dentro de su propio sistema de valores, recuerden más los pasados gloriosos que los traumáticos, hace del deber de memoria un elemento necesario en todas las sociedades modernas (Todorov, 1999). Gracias al deber de memoria, de hecho, las instituciones son conscientes de la responsabilidad que recae sobre ellas para llevar a cabo políticas de recuperación de la memoria histórica. Entendiendo este deber no como el reconocimiento banal de una gran parte de la sociedad que juega el papel de víctimas en la historia, sino como la necesidad de reconocimiento de aquellas ideas que hicieron a dicha parte de la sociedad convertirse en víctimas (Vinyes, 2009). La fuerte aparición a nivel social de este deber de memoria ha provocado que cada ciudadano se haya convertido en el propio historiador de sí mismo (Nora, 1984), colaborando con una suerte de democrati‑zación del proceso de conocimiento histórico que acaba provocando el interés general en los temas del pasado, así como el acercamiento a todos eso lugares de memoria que nos transportan tiempo atrás. Así pues, el proceso de acercamiento al pasado por parte de las masas que fomenta el arraigo del deber de memoria, puede ser considerado como uno de los elementos clave a la hora de establecer porque los espacios de memoria han acabado convirtiéndose en lugares atractivos al público. De hecho, no podemos entender los procesos de puesta en valor turística de los espacios de memoria sino es relacionándolos con el concepto de deber de memoria. No deja de ser un tema polémico, pues el turismo puede ser señalado como uno de los causantes de la mencionada banalización de la memoria, privilegiando el desarrollo económico en clave turística sobre la función de difusión memorial. El turismo de memoria, sin embargo, es un concepto ligado indefectiblemente al de deber de memoria, lo que permite dejar de lado posibles discusiones sobre cuál de sus vertientes debería priorizarse. El desarrollo económico y la recuperación y difusión de los valores emanados de la memoria del espacio en cuestión están estrechamente relacionados y no se entienden el uno sin el otro (Hertzog, 2013). El concepto de “lieux de mémoire” nace de la mano del historiador francés Pierre Nora (1984), quien con una tesis que rompió con todo, estableció que dichos lugares de memoria iban más allá de lo físico y tangible. Junto a lugares como el Panteón o el Arco de Triunfo, Nora consiguió afirmar que la historia de la vida o la Marsellesa también son lugares de memoria (Colomines; Villarroya, 2007). Desglosó, además, los lugares de memoria en tres categorías básicas; materiales, simbólicos y funcionales, pero en ningún caso se trataba de una clasificación cerrada, pues con posterioridad otros autores han incluido y modificado nuevas modalidades de espacios de memoria (Ferrándiz, 2011). Aún con esta amplitud definitoria, el hecho es que en la práctica un espacio de memoria suele ser un lugar relacionado con un hecho trágico (Bourgon, 2013). Existe, pues, un fuerte lazo entre la memoria y los pasados traumáticos, donde los espacios de memoria son su escenificación, y potenciarlos como lugar visitable es una de las principales estrategias para la recuperación de dicha memoria. En palabras de Jean Michel Grard (2003: 72): “A día de hoy, lugar de memoria es una palabra “comodín” que incluye todo tipo de manifestaciones ligadas a la historia”. Pero sin dejar de matizar que PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural. 14 N° 5. Octubre 2016 ISSN 1695-7121 David González Vázquez 1269 los lugares de memoria están ligados a una historia viva y a sus testimonios, enfrente de los lugares históricos presentados como elementos estancos e inmóviles (Grard, 2003; Guixé, 2009; Font, 2013). Hoy día los espacios de memoria representan una doble cara. La del pasado y la del futuro, pues al ser convertidos en símbolos, pueden extraerse de ellos varios significados. Contribuyen a esclarecer las maneras en las que un colectivo se relaciona con su pasado, y su estudio mejora el conocimiento que se tiene sobre un pasado herido o mutilado, representando el símbolo de una desaparición, pero también el baluarte contra su olvido (Toledano, 2009). Cualquier sociedad actual está tomando medidas de cara a la consolidación de sus espacios de memoria, pues su carácter cohesionador los convierte en una buena herramienta para la construcción de discursos a nivel social y político. En este sentido, el propio Nora (1998) destaca como España, al igual que otros países que han roto con un pasado dictatorial donde la historia oficial ha marcado el rumbo, busca la consolidación de sus espacios de memoria. El punto de partida a escala internacional para empezar a tratar los espacios de memoria, fue la proliferación de estudios sobre el Holocausto llevada a cabo en los años 80 (Huyssen, 2002; Lalieu, 2003). Décadas antes, sin embargo, hay un caso aislado a nivel mundial que supondrá el auténtico precursor del estudio de los lugares de memoria, Israel. Una vez instaurado su propio Estado en tierras palestinas, hizo de la rememoración de la Shoah uno de los pilares de su existencia como nación. Así, el año 1953 se inaugura el Museo de Yad Vashem en Jerusalén Oeste, referencia universal en lo concerniente a espacios memoriales. Se trata de un espectacular museo dedicado a la memoria de las víctimas del Holocausto y a la resistencia de los combatientes en los guetos. Renovado en profundidad entre 1995 y 2005, sus cifras de visitantes oscilan de manera regular alrededor de los 2 millones de visitantes anuales, lo que corrobora que, además de precursor, es también el museo más importante del mundo en la materia. No existe ningún otro equipamiento comparable en todo el mundo, tanto por sus dimensiones como por la calidad de la museografía y las instalaciones (Hernàndez; Santacana, 2011). Por lo que respecta a la puesta en valor de los espacios del Holocausto en Europa, a partir de la década de los 90 son numerosos los proyectos emprendidos y que hoy día funcionan como recursos turísticos de primer orden, como pueden ser los memoriales de los campos de concentración de Auschwitz (Polonia), Mauthausen (Austria), o Sachsenhausen (Alemania). Este último, situado en Berlín, se ha convertido en uno de los reclamos más importantes de la ciudad en lo referente al turismo cultural, ofreciendo visitas guiadas en varios idiomas. Además del Holocausto, la gran cantidad de espacios referidos a las guerras mundiales alrededor de Europa, así como los casos específicos del Cono Sur en Latinoamérica, Suráfrica, o los países del antiguo bloque del este, confirman el auge y la consolidación de un patrimonio que hace del deber de memoria una oportunidad de desarrollo turístico. 3. El paradigma memorial en España: una necesaria evolución La memoria requiere de procesos que supongan elementos forjadores de la misma, en el caso de España, dicho proceso fue representado por la Guerra Civil y su posterior desenlace. El franquismo triunfante al final del conflicto creó un relato, con sus códigos y símbolos, que se impuso socialmente en un país devastado por la guerra. Este relato oficialista de la memoria perduraría impecable e implacable hasta el final de la dictadura, cuando se impuso el olvido del pasado como receta para la conciliación de las memorias de ambos bandos. No es hasta la entrada del S.XXI, y gracias al voluntarioso trabajo de las asociaciones para la recuperación de la memoria histórica, que la memoria silenciada durante tantas décadas ha pasado a ser un sujeto protagonista a nivel social y político. Al respecto, Aróstegui (2006) tipifica tres categorías: memoria de la identificación o confrontación (durante la dictadura franquista), memoria de la reconciliación (de la transición a final del S.XX), y memoria de la reparación (actualidad). El proceso de legitimación del franquismo, iniciado antes de acabada la guerra, requería de un discurso de la memoria, el cual se formó incorporando los símbolos de las diversas familias coexistentes dentro del régimen: falangistas, tradicionalistas, y católicos (Box, 2007). En estos términos habla Ferrándiz (2011: 30) sobre la formación de dicho discurso memorial: “Las políticas públicas de la memoria de la Guerra Civil durante el franquismo se derivaron inicialmente de la elaboración de un relato nacionalcatólico de la Guerra Civil y de una glorificación propagandística de la victoria militar y de sus prohombres, batallas, héroes y mártires...los vencedores de la Guerra Civil instalaron sobre España toda una cartografía de la memoria que pretendía establecer en el país un régimen de “eternidad del recuerdo” oficial”. El caso más emblemático de simbología y memoria franquista se encuentra en el “Valle de los Caídos”, la obra faraónica proyectada por el dictador Francisco Franco y construida en PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural. 14 N° 5. Octubre 2016 ISSN 1695-7121 1270 La patrimonialización de la memoria histórica: entre el deber social y la estrategia turística la sierra madrileña con la mano de obra esclava de presos republicanos. Principal lugar de memoria del franquismo, persiste en la actualidad sin haber sufrido un cambio sustancial en su discurso y su significación memorial (Santacana, 2004; Ferrándiz, 2011; Núñez, 2011). La transición a la democracia en España supuso un proceso de “transición vía transacción” (Redero, 1993), tutelado desde dentro del aparato gubernamental franquista, y pactado en condiciones posibilistas con las fuerzas de la oposición. Reivindicado en su día como modélico, así como aún hoy día por determinados sectores, ello no evita evidenciar numerosas deficiencias (Rúa Fernández, 2007), de entre las cuales destacaríamos, como no, el tema de la memoria histórica en sus diferentes vertientes. Años después de muerto el dictador, se podía constatar como el franquismo “estaba ahí, en los aparatos del Estado, en los grupos de derecha y ultras (“el búnker”), en la prensa del Movimiento y en muchas corporaciones locales, algunas de las cuales erigieron estatuas al dictador incluso después de su muerte” (Castro Berrojo, 2011: 93). En definitiva, el proceso de transición a la democracia supuso la consolidación de un modelo de memoria institucional y no social que se basara en el olvido y no en la reparación. Este modelo, amparado legalmente por una ley de tipo punto y final, como fue la ley de amnistía aprobada en Octubre del año 77 (Ley 46/1977), constaba de una estructura donde la reconciliación era el objetivo, la censura el programa, y el olvido el instrumento (Vinyes, 2009). Todos estos elementos has sido parte del discurso creado en la transición donde se equipararon las culpas entre los golpistas y los demócratas, generando así el relato de equidistancia ideológica al que aún se aferran hoy día las fuerzas conservadoras en España (Escudero, 2011a). Hubo que esperar, pues, al cambio de siglo, para consumar el cambio de paradigma de la memoria en España hacia posiciones reparacionistas. Los orígenes los encontramos en la acción de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH), cuando el año 2000 llevaron a cabo la primera exhumación de una fosa común, desenterrando trece cadáveres en el pueblo leonés de Priaranza del Bierzo (Núñez, 2011; Silva, 2011). Fue la primera vez que se hacía una exhumación de carácter científico, pues entre los años 1977 y 1991 se hicieron algunas, de manera dispersa, y sin ningún tipo de apoyo técnico ni metodología científica (Exteberría, 2011). A causa del empuje del movimiento asociacionista, la cuestión memorial acabó llegando a la esfera política, siendo aprobada por el parlamento español la Ley de Memoria Histórica a finales de 2007 (Ley 52/2007). Sin embargo, la ley fue rechazada por el conjunto total del mundo asociativo memorial, pues no iba más allá de una reparación nominal sin efectos jurídicos ni legales (Silva, 2011; Escudero, 2011b). De la misma manera, encontró la oposición frontal del conservadurismo español, que se aferraba herméticamente a las tesis de la equidistancia ideológica, y que consideraba estas reparaciones una manera de reabrir heridas pasadas. Sin embargo, como apunta Julián Casanova (2008), las políticas públicas de la memoria son imprescindibles ante casos flagrantes de crimen organizado, como el caso del franquismo, debiendo servirse de los archivos, la educación, y los propios museos para tirarlas adelante. Paralelamente a este proceso llevado a cabo a nivel del conjunto del estado español, Cataluña crea también su propia ley de memoria histórica, la Llei del Memorial Democràtic (Llei/2007). Aportando la especificación del término memoria democrática, establece la creación de una institución pública, el Memorial Democràtic de la Generalitat de Catalunya, cuya finalidad es recuperar, conmemorar y fomentar la memoria democrática catalana, enmarcándola a su vez en el eje cronológico comprendido entre los años 1931 y 1980. El hecho es que Cataluña, por sus propias características que en la época hicieron que la guerra se desarrollara con diferente intensidad y protagonismo que en otros puntos de España, ha tenido también su propio camino en lo que respecta a la recuperación de la memoria histórica. El debate ideológico está presente, pero con la creación de esta institución, blindada con una ley, se ha creado la semilla para hacer que los episodios más ignominiosos dela historia del país no caigan en el olvido. 4. El turismo de memoria: la fórmula francesa para la activación económica del patrimonio memorial El concepto de turismo de memoria nace en Francia a principios de S.XXI, resultado de décadas de trabajo en materia de puesta en valor patrimonial de los espacios de memoria ligados a las dos guerras mundiales y al Holocausto. Cavaignac y Deperne (2003: 14) realizaron esta definición: “El turismo de memoria puede ser definido globalmente como la práctica que incita al público a explorar los elementos patrimoniales puestos en valor, para así extraer todo el enriquecimiento cívico y cultural que nos proporciona la referencia al pasado”. De la potenciación de esta nueva tipología de turismo se encargó el propio estado francés. De la estrecha colaboración entre la Direction de la Mémoire, du Patrimoine, et des Archives (DMPA) y la Office National des Anciens Combattants et Victimes de Guerre (ONAC‑VG), adheridas al Ministère de PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural. 14 N° 5. Octubre 2016 ISSN 1695-7121 David González Vázquez 1271 la Défense, i el Sécretariat d’État au tourisme, dependiente del Ministère de l’Artisanat, du Commerce, et du Tourisme, surgió la creación de la red chemins de mémoire. Dicha red se articuló en base a una estructura de nodos, denominados points d’appui, que quedaron inseridos a su vez en cuatro grandes ámbitos históricos: Las fortificaciones (S.XVI‑XX), Guerra Franco‑Prusiana (1870‑1871), 1º Guerra Mundial (1914‑1918), y 2ª Guerra Mundial (1939‑1945). Los objetivos del turismo de memoria en Francia son la educación cívica y el desarrollo territorial. Además, la gran cantidad de patrimonio militar que ya no sirve a sus usos originales convierte el hecho de poder revalorizarlo en otra motivación para potenciar el turismo de memoria (Da Silva; Bougon, 2013). Con respecto a la educación cívica, vale mencionar que hablar de turismo de memoria es hablar de una práctica eminentemente pedagógica, pues lo que se intenta es despertar la conciencia histórica del turista, entendiendo el epíteto histórico no como algo relacionado al simple recuerdo sino como algo más profundo. Se trata de, mediante el recuerdo, reconocer y aceptar nuestro pasado, por muy duro que sea (Urbain, 2003). Los espacios de memoria, entendidos como patrimonio valorizado para el turismo, tienen una eminente misión educativa y de transmisión de valores. En el contexto europeo actual, donde hay determinadas posturas historiográficas relacionadas con la negación del Holocausto, las prácticas turísticas ligadas a sus lugares de memoria son una actividad necesaria para mantener viva la memoria de aquellos horribles hechos (Kremenetzky, 2003). La creación de estructuras en red, al estilo de Chemins de mémoire, no es sino la consecuencia de captar la globalidad de la memoria como una suma de memorias locales. Los orígenes del turismo de memoria los encontramos ya en los años 20 del S.XX, con las peregrinaciones de los antiguos combatientes a los espacios donde se habían desarrollado las batallas de la Primera Guerra Mundial (Da Silva; Bougon, 2013). Estas prácticas eran muy arcaicas, nada parecido a lo que hoy entendemos por turismo de memoria. Su importancia, sin embargo, es vital, pues sirvieron para mantener activa la vida y la simbología de estos espacios, hecho que acabó desembocando en la creación del modelo de turismo de memoria actual. Este proceso de cambio y adaptación de modelo se explica gracias a la evolución del tipo de visitantes, pasando de ser tan solo antiguos combatientes y familiares, a un nutrido y diversificado grupo, donde los escolares son mayoritarios, y donde la gente de fuera de Francia acude con asiduidad (Bouliou, 2013). El cambio generacional también es un elemento importante, pues la gente que no ha vivido los conflictos se interesa por sus espacios, creando así la necesidad de crear herramientas de interpretación, y provocando de esta manera el desarrollo de todas las iniciativas museísticas ligadas a los lugares de memoria. Así, el elemento interpretativo alrededor de los mismos es la principal característica en lo referente a su estrategia museográfica. Esta es la tendencia actual para toda la museografía dedicada a temas históricos en general (Hernàndez, 2005), y todavía más significativa si cabe para los espacios de memoria. El proceso de transición de un espacio de memoria a un espacio de uso turístico implica una planificación detallada, en la que “se trata de preservar un espacio desarrollando un recorrido de visita racional y creando recursos museográficos de sensibilización y conocimiento” (Lalieu, 2003: 29). Una buena estrategia museográfica, así como una utilización efectiva de las herramientas de difusión de que se disponga, son fundamentales de cara a la divulgación del discurso pedagógico elaborado para la valorización de un lugar de memoria. Es así como se evita una posible banalización derivada de la práctica turística, convirtiéndolo en un producto sostenible que se apoya en la solidez de su relato. De esta manera, una buena implementación del turismo de memoria implica el desarrollo de estrategias de interpretación para sus espacios, con el fin de conseguir la implicación total del visitante. Al respecto, Stéphane Grimaldi (2013: 106), director del Memorial de Caen, comenta:“Nosotros hacemos a nuestro público la promesa de proporcionarle las claves no para realizar una visita con las manos en los bolsillos o para ser tan solo emocionados, sino para comprender. Comprender los mecanismos de la historia, comprender sus aproximaciones, observar las sociedades en guerra, y así desarrollar ellos mismos una visión crítica de la historia”. Al tratar la historia de los conflictos armados, el turismo de memoria está estrechamente ligado al patrimonio bélico, pues representa un recurso tangible de primer orden para el desarrollo de productos. Es uno de los patrimonios emergentes del S.XXI debido a su enorme potencial y al hecho de haber sufrido muchos cambios en su concepción museográfica en los últimos tiempos. Lejos han quedado ya los museos militares donde la principal función era fomentar la grandeza de la patria. Transmitían un mensaje propagandístico alejado de los elementos educativos con los cuales se trabaja hoy día. Contra esa vieja concepción, se ha consolidado la idea del museo militar, o espacio bélico museizado, donde las estrategias museográficas emanan de una idea de civilidad contrapuesta a cualquier espíritu belicista. Mediante una visión holística, y más allá del elemento bélico, exponen todo aquello necesario para comprender en profundidad las causas que han llevado a una sociedad a participar en un conflicto armado (Hernàndez; Rojo, 2011). Y es que, relacionándolo con el turismo de memoria y el caso catalán, PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural. 14 N° 5. Octubre 2016 ISSN 1695-7121 1272 La patrimonialización de la memoria histórica: entre el deber social y la estrategia turística es importante mencionar que el patrimonio bélico tiene un enorme potencial, pero si se deja de banda su parte intangible ligada a la lucha por los valores democráticos, estamos hablando de algo completamente vacío de carácter memorial (Guixé, 2009). El turismo de memoria, que en Francia cuenta ya con más de una década de conceptualización y de numerosas experiencias alrededor del territorio, puede decirse que, pese a las 4 categorías especificadas con la creación de la red chemins de mémoire, se desarrolla en su práctica totalidad en los lugares de memoria ligados a las dos guerras mundiales (Bouliou, 2013). En la actualidad tiene tanto protagonismo que ha supuesto que regiones donde anteriormente no había ningún potencial turístico se hayan convertido en destinos relativamente considerados (Cavaignac; Deperne, 2003; Halter, 2003). Las cifras hablan por sí mismas: 6 millones de visitantes registraron en 2010 los espacios incluidos en el estudio realizado por la agencia francesa de turismo Atout France (Mantei, 2012) sobre una muestra sumaria que no supone ni el 20% de los equipamientos memoriales con vocación turística. La efeméride del año 2014, que representa el centenario del inicio de la 1ª Guerra Mundial, así como el sesenta aniversario del desembarco de Nor‑mandía, es un punto clave para contemplar su evolución en un futuro próximo (Da Silva; Bougon, 2013). Matriz de posicionamiento de la tipología de visitantes del turismo de memoria en Francia Fuente: Adaptado de Mantei (2012). 5. El turismo de memoria en Cataluña: una red de espacios Siguiendo el filo del caso francés, su esquema se adapta al modelo que Andreu y Pujadas (2011) establecen para el turismo de memoria en Cataluña desde la perspectiva del Centre d’Espais de la Batalla PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural. 14 N° 5. Octubre 2016 ISSN 1695-7121 David González Vázquez 1273 de l’Ebre (CEBE), en Gandesa. El turismo de memoria en Cataluña posee dos dimensiones: la búsqueda de la normalización democrática, y la puesta en valor patrimonial en clave turística y de desarrollo local. Del mismo modo, Cataluña desarrolla una estructura de espacios memoriales, inspirada en el ejemplo francés, a partir de las bases sentadas con la Llei del Memorial Democràtic. En su artículo nº 3, establece las ocho funciones que debe llevar a cabo la recientemente creada institución del Memorial Democrático, de donde destacamos la siguiente: “La difusión del patrimonio democrático y de los espacios de memoria, con la creación de un fondo informativo integrado por un servicio de información documental, un portal informático, un banco de datos audiovisuales y bases de datos, y también con la organización de exposiciones” (Llei 13/2007: 45.175). Se puso en marcha, entonces, el proceso de puesta en valor del patrimonio memorial catalán, que se mostró rico en variedad material e inmaterial, y que necesitaba el empuje necesario para que la administración asumiera su rol protagonista para así, además de conseguir un efecto reparador sobre las personas, asegurar su transmisión a las generaciones venideras. La legislación catalana aplicable al respecto en aquel momento, representada por el Estatut del año 2006 y la propia Llei del Memorial Democràtic, establecía que el patrimonio memorial debía ser tratado a la misma altura que cualquier otro tipo de patrimonio cultural, pero la realidad, como explica Guixé (2009: 380), no era así: “El análisis de la normativa vigente sobre patrimonio cultural catalán pone en evidencia que el patrimonio memorial forma parte de él de pleno derecho. Pero la realidad es que en la mayoría de los casos los vestigios históricos del período 1931‑1980 no reciben el tratamiento y la consideración de bien cultural ni disfrutan de las categorías que la ley determina”. Así es como se inicia el proceso de valorización del patrimonio memorial catalán desde el Memorial Democrático. La prospección del territorio acaba con una sorprendente y abundante identificación de lugares de memoria, a partir de la cual se conceptualiza el primer mapa de los espacios de memoria democrática en Cataluña. Se establece, además, que las autoridades locales debían hacer uso de la declaración de Bien Cultural de Interés Local (BCIL) para sus elementos patrimoniales de memoria, y así dotarlos de los mecanismos de protección inherentes a dicha categoría. Mapa de los espacios identificados por el Memorial Democrático dentro del Plan de Actuación de los Espacios de Memoria de Cataluña (2007). Fuente: Pla d’Actuació dels Espais de Memòria de Catalunya. PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural. 14 N° 5. Octubre 2016 ISSN 1695-7121 1274 La patrimonialización de la memoria histórica: entre el deber social y la estrategia turística A partir de ese trabajo de identificación se desarrolla la estructura de la futura red de espacios de memoria democrática de Cataluña. Inspirada en el caso francés, dispone de un carácter eminentemente horizontal, con solo dos o tres puntos fuertes que tengan la responsabilidad de gestionar el resto de puntos de proximidad, rutas, y demás espacios. Al igual que la red chemins de mémoire, que basa su articulación en la existencia de points d’appui, la red de lugares de memoria de Cataluña ha conceptua‑lizado una estructura basada en puntos de apoyo, los cuales, “como pequeños centros de interpretación, representan o están ubicados en espacios de interés memorial e histórico y tienen que contar con una sólida infraestructura funcional para su capacidad de acogida turística y pedagógica y cultural. Son centro de información y de documentación” (Guixé, 2008: 224). Es así como, mediante una orden del entonces Departamento de Interior, Relaciones Institucionales y Participación, se crea el año 2010 la Xarxa d’Espais de Memòria de Catalunya (Ordre IRP/91/2010) que nace con la vocación de ser nexo de unión entre todas aquellas administraciones locales que deseen poner en valor su patrimonio ligado a la memoria histórica. En cuanto a sus objetivos generales, estos pasan por recuperar, señalizar y difundir, todo el patrimonio ligado a la memoria democrática dentro del marco cronológico creado por el Memorial Democrático, que abarca de 1931 a 1980. La orden legislativa de creación de la red (Ordre IRP/91/2010, DOGC nº 5576: 14.651) dice lo siguiente con respecto a la categorización de los elementos pertenecientes a dicho patrimonio:“La Red de Espacios de Memoria Democrática de Cataluña incluirá territorios de memoria, centros expositivos de referencia, patrimonio recuperado in situ (trincheras, bunkers, espacios de duelo y fosas comunes, etc.), caminos de memoria (rutas del exilio, camino de la libertad, etc.), lugares y espacios de resistencia, archivos y centros de documentación, y monumentos memoriales”. El artículo 3 de la orden establece la estructura de la red, en la cual existe una jerarquía según el grado de implicación de cada elemento dentro de la misma. Así, hay sedes y secciones, y dentro de estas últimas se distingue entre centros de referencia y espacios.Como sedes hay la propia del Memorial Democrático en Barcelona, que se establece como eje vertebrador central, y dos entidades consorciadas con la Generalitat a través del Memorial Democrático, que son el Consorcio de Espacios Memoriales de la Batalla del Ebro (COMEBE‑ Corbera d’Ebre) y el Museo Memorial del Exilio (MUME‑ La Jonquera). A las sedes, como esos puntos fuertes encargados de gestionar el resto de elementos de proximidad, les corresponde la función de valorizar y divulgar aquellos espacios adscritos a su zona de influencia. En las secciones se diferencia entre centros de referencia y espacios. Respecto a los primeros, “se consideran centros de referencia aquellos centros consolidados de memoria incluidos en alguno de los ámbitos temáticos del Plan de Actuación de la Red de Espacios y que desarrollen una acción de dinamización del territorio” (Ordre IRP/91/2010, DOGC nº 5576: 14.652). Aquí consideraríamos todos esos lugares con estructura suficiente como para ser gestionados y visitados. Centros de interpretación, museos especializados, o espacios museizados donde la visita requiere una entrada, son ejemplos de centros de referencia. Referente a los espacios, “se consideran espacios, aquellos elementos, bienes que configuran el patrimonio memorial de Cataluña. Están adscritos a un municipio o consejo comarcal, y relacionados con alguno de los ámbitos temáticos del Plan de Actuación de la Red de Espacios de Memoria” (Ordre IRP/91/2010, DOGC nº 5576: 14.652). En esta categoría entran esos elementos donde la gestión no requiere organizarse al mismo nivel de los anteriores. Rutas señalizadas, marcadores diversos sobre espacios concretos, etc. A nivel de estructura temática, la Xarxa d’Espais de Memòria se divide en los siguientes ámbitos: espacios de la Segunda República, espacios de la Guerra Civil, espacios de frontera y exilio, y espacios de lucha antifranquista y recuperación democrática. La creación de esta red ha supuesto un hito en España, pues supone un referente de modelo de gestión integral que, gracias al impulso de la iniciativa pública, ha colaborado a acabar con la atomización existente hasta entonces. Tal y como indica Guixé (2008: 226), la clave consiste en “poder conseguir la máxima unidad y uniformidad para toda Cataluña y no diseminar colores, recursos e interpretaciones sin tener en cuenta que la complejidad del proyecto requiere de un diálogo permanente entre académicos, universidades, poderes locales, asociaciones, entidades locales y la Generalitat a través de sus organismos competentes”. Siguiendo la metodología empleada en Francia (Mantei, 2012), podemos establecer la siguiente tipificación para los espacios de memoria existentes en Cataluña: Espacios testimonio: lugares donde se han producido directamente los acontecimientos que lo han convertido en espacio de memoria, como son los caminos del exilio o los espacios protagonistas de la batalla del Ebro. PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural. 14 N° 5. Octubre 2016 ISSN 1695-7121 David González Vázquez 1275 Espacios conmemorativos: Lugares dedicados al homenaje y al recuerdo, como el Memorial del Coll dels Belitres en Portbou, segundo lugar fronterizo en importancia para el exilio, o el Memorial de Les Camposines en la Fatarella, dedicado a las víctimas de la batalla del Ebro Espacios informativos y pedagógicos: lugares dedicados a la divulgación desde un ángulo particular, y donde las difusión memorial consta de elementos de interpretación, como son los propios centros del MUME y el COMEBE. Categorías de espacios para el turismo de memoria en Cataluña. Fuente: Elaboración propia a partir de Mantei (2012). 5.1. El Museu Memorial de l’Exili (MUME): memoria trasfronteriza Dentro de la estructura de la Xarxa d’Espais de Memòria sobresalen, pues, 3 espacios que tienen la categoría de sedes. De entre ellos destaca el Museu Memorial de l’Exili en La Jonquera. Por volumen de visitantes, nivel de implementación de actividades en el propio museo y en el territorio, así como por el arraigamiento en el mundo memorialístico a ambos lados de la frontera, el MUME puede ser considerado como el centro memorial de referencia en Cataluña. El MUME inicia su actividad en Febrero de 2008 ligado al Memorial Democrático. Representa un espacio de memoria de nueva creación, justificado por estar ubicado en una población (La Jonquera) por PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural. 14 N° 5. Octubre 2016 ISSN 1695-7121 1276 La patrimonialización de la memoria histórica: entre el deber social y la estrategia turística donde se calcula que marcharon al exilio la mitad de las aproximadamente 470.000 personas huídas en Febrero de 1939 tras la caída de Cataluña en manos del ejército franquista. Su misión es investigar, conservar y divulgar, todos aquellos elementos tangibles e intangibles relacionados con el fenómeno del exilio republicano y su legado. El museo cuenta con una exposición permanente dividida en cinco ámbitos y con una sala polivalente dedicada a exposiciones temporales y organización de eventos culturales y académicos. Además, como resultado de su estatus de sede de la Xarxa d’Espais de Memòria, el MUME es responsable indirecto de la gestión de más de una veintena de espacios pertenecientes a la red en su área de influencia, e implementa asimismo, varias rutas e itinerarios sobre el territorio gracias a la labor de su servicio educativo. Uno de los elementos que hace del MUME un espacio singular en Cataluña, a la vez que referente, es el estar ubicado en territorio de frontera. La condición emanada de dicha característica hace necesaria una orientación especial en sus políticas de difusión turística, teniendo presente siempre que deben ir dirigidas a los públicos de ambos lados de la frontera. Francia dispone de un largo recorrido con respecto a la divulgación de memorias transfonterizas con varios de sus países vecinos, y gracias a la labor desempeñada desde el MUME, comienzan a arraigar dichas prácticas también en la frontera pirenaica. Como ejemplo de dicho bagaje, puede mostrarse el caso de Nord‑Pas de Calais (Francia) con el sur de Bélgica, donde ya llevan varias décadas de valorización turística compartida en base a la memoria de las dos guerras mundiales. Allí, “los actores institucionales y privados (museos) son inducidos a cooperar para la organización de eventos culturales comunes, la realización de una cartografía transfronteriza de espacios históricos y la elaboración de una política memorial y turística transnacional fundada sobre la defensa de valores comunes como la paz” (Hertzog, 2013: 57). Desde el MUME se implementan rutas e itinerarios que abarcan todo el espectro de la memoria del exilio en el sur de Francia. La maternidad de Elne, los municipios de Saint Cyprien y Argelès‑sur‑Mer, o el memorial del campo de Rivesaltes, son buenos ejemplos de las prácticas que convierten al MUME en un espacio de referencia a ambos lados de los pirineos. La memoria del exilio desprende un fuerte potencial transfronterizo, encajando en el modelo de “mémoire partagé” propuesto por Cavaignac y Deperne (2003) para la 2ª Guerra Mundial. Así pues,a este respecto se trabaja para utilizar dicho potencial como un elemento clave en la consolidación patrimonial y turística de la memoria democrática de Cataluña ligada al exilio. Memorial del Coll dels Belitres en la población fronteriza de Portbou, con señalizaciones explicativas del exilio republicano. Fuente: MUME. PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural. 14 N° 5. Octubre 2016 ISSN 1695-7121 David González Vázquez 1277 6.Conclusiones La memoria histórica en España, a reflujo del auge memorial que conoció el contexto europeo de finales de S.XX, conoce en la actualidad su momento más protagónico, del cual ha nacido el actual proceso de valorización patrimonial ligado a sus espacios de memoria, con Cataluña como referente. En todo momento, el espejo donde el proceso de puesta en valor de la memoria democrática de Cataluña ha buscado reflejarse ha sido Francia. Allí es donde mejor se ha comprendido que la memoria de su pasado trágico es un elemento que, ligado a una estrategia turística, puede convertirse en un patrimonio cultural de primer orden, así como en un importante reclamo para el visitante. Así, el modelo de turismo de memoria catalán muestra unas características similares al francés, con la particularidad de estar relacionado con un relato histórico que hace que pueda ser definido como turismo de memoria democrática, y que tiene el patrimonio de la Guerra Civil su máximo exponente. Pero los casos de Cataluña y Francia son equiparables solo en forma, no en fondo. Francia ha desarrollado un relato histórico inclusivo donde el grueso de la ciudadanía se siente partícipe de la memoria emanada de sus espacios, la cual está relacionada con los valores de la libertad enfrente de totalitarismos exteriores. Cataluña, sin embargo, siempre va a tener que lidiar con el bagaje memorial impuesto por el franquismo en la dictadura, perpetuado bajo el disfraz de la equidistancia hasta finales de S.XX., y que supone un claro hándicap a nivel de puesta en valor turística. La práctica turística sobre los espacios de memoria nunca va a dejar de suponer un peligro de banalización de los mismos. Sin embargo, la teoría al respecto de los usos turísticos de la memoria como un elemento de difusión cívica y pedagógica, contradice este peligro de banalización, y convierte al turismo de memoria en una herramienta más para concienciar a las sociedades sobre el respeto a los valores de la libertad y la convivencia. El caso catalán, demuestra cómo la estrategia de puesta en valor turística de sus lugares de memoria, ha colaborado con la recuperación de su memoria democrática. La experiencia existente hasta el momento muestra la importancia que tienen las estrategias de colaboración entre asociaciones, sector privado, e instituciones a todos los niveles, de cara a la creación y consolidación de productos turísticos de memoria. Consolidado el modelo en Francia, y puestas las bases para el arraigo del modelo catalán, es misión de todos los agentes del mundo de la cultura y del turismo, trabajar hacia un modelo donde a la vez que se activa el desarrollo económico, se está colaborando con la construcción de una sociedad más justa y libre para las generaciones venideras. Bibliografia Andreu, Agustí y Pujadas, Joan Josep 2011. “El turismo de memoria: la patrimonialización de la memoria histórica en Catalunya. El proyecto “Más allá de una batalla” (la batalla del Ebro, Gandesa)”. En Prats, Llorenç y Santana, Agustín (Coords.), Turismo y patrimonio, entramados narrativos (pp. 271‑287). La Laguna (Tenerife): Pasos Edita. 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Título y subtítulo | La patrimonialización de la memoria histórica: entre el deber social y la estrategia turística. Apuntes sobre el caso catalán |
Autor principal | González Vázquez, David |
Entidad | Universidad de La Laguna. Instituto de Ciencias Políticas y Sociales |
Publicación fuente | Pasos: Revista de Turismo y Patrimonio Cultural |
Numeración | Volumen 14. Número 05 |
Sección | Artículos |
Tipo de documento | Artículo |
Lugar de publicación | El Sauzal, Tenerife |
Editorial | Universidad de La Laguna |
Fecha | Octubre 2016 |
Páginas | pp. 1267-1280 |
Materias | Turismo ; Patrimonio cultural ; Publicaciones periódicas ; Memoria historica ; Turismo social ; Historia ; Cataluña |
Enlaces relacionados | Enlace a la revista: http://www.pasosonline.org/es/ |
Copyright | http://biblioteca.ulpgc.es/avisomdc |
Formato digital | |
Tamaño de archivo | 354483 Bytes |
Texto | © PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural. ISSN 1695-7121 Vol. 14 N.o 5. Págs. 1267-1280. 2016 www .pasosonline.org Resumen: El año 2014 se ha cumplido el trigésimo aniversario de la teorización de los “lieux de mémoire” por parte del historiador francés Pierre Nora. A lo largo de este tiempo, se ha consolidado en Europa un modelo de puesta en valor patrimonial para los lugares de memoria, ligados, sobretodo, a las guerras mundiales y el Holocausto. Francia ha sido, con la entrada del nuevo siglo, quien ha desarrollado un modelo teórico que relaciona dicho patrimonio memorial con la práctica turística. No es casualidad, pues ha surgido fruto del bagaje práctico de numerosos años de experiencia, lo que reafirma a su modelo de “tourisme de mémoire” como la referencia a nivel mundial. España, a causa de un retraso sociopolítico de décadas con respecto a sus homónimos occidentales, no ha comenzado hasta estos últimos años a reivindicar sus espacios de memoria, relacionados con la memoria histórica de la Guerra Civil y la Dictadura. El caso catalán, pionero en cuanto a la implementación de una estrategia turística, ha sentado las bases de un modelo emergente. Palavras Clave: Turismo de memoria; memoria histórica; memoria democrática; espacios de memoria; Cataluña. Historical memory heritagisation: between social duty and tourism strategy. Remarks on the Catalan case. Abstract: 2014 has marked the thirtieth anniversary of the “lieux de mémoire” theory formulation by the French historian Pierre Nora. Throughout this period, a heritage enhancement model for the places of memory, mainly linked to the World Wars and the Holocaust, has become established in Europe. With the beginning of the new century, France has developed a theoretical model which connects said memorial heritage with the tourism practice. It is not by chance, since it has arisen due to the practical knowledge obtained from many years of experience, which reaffirms its “tourisme de mémoire” model as a worldwide reference. Spain, because of a decades‑long sociopolitical delay as compared with its Western counterparts, has not started to claim its places of memory, linked to the historical memory from the Civil War and the dictatorship, until these last few years. The Catalan case, ground‑breaking regarding the implementation of a tourism strategy, has laid the foundations for an emergent model. Keywords: Memorial tourism; Historical memory; Democratic memory; Places of memory; Catalonia. La patrimonialización de la memoria histórica: entre el deber social y la estrategia turística. Apuntes sobre el caso catalán. David González Vázquez* Universitat de Barcelona David González Vázquez * Doctorando en el programa de Didáctica de las Lenguas, las Ciencias, las Artes y las Humanidades (línea de investigación en Didáctica del Patrimonio, las Artes y el Turismo Cultural) de la Facultad de Educación de la Universitat de Barcelona; E‑mail: david.glez81@gmail.com 1. Introducción Los espacios de memoria, o conscience sites, son aquellos lugares con valor histórico gracias a representar el testimonio de un pasado trágico. Dichos lugares han conocido una progresiva patrimonialización y puesta en valor gracias las numerosas aproximaciones científicas sobre los mismos, que han acabado suscitando un interés general más allá del ámbito académico España en su conjunto, con la entrada al S.XXI, está viviendo un auténtico “momento memoria” (Saz, 2007), concepto que sirve para definir el estado que atraviesa la sociedad española al respecto de la proliferación de aportaciones que, desde todas las disciplinas de las ciencias sociales, se están desarrollando para investigar acerca de la memoria histórica. A tal punto se ha llegado fruto de la PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural. 14 N° 5. Octubre 2016 ISSN 1695-7121 1268 La patrimonialización de la memoria histórica: entre el deber social y la estrategia turística culminación del cambio de paradigma sufrido por la memoria colectiva en España, pasando de la memoria de los caídos por Dios y por España a la reparación de aquellos que durante largas décadas permanecieron en el olvido de los derrotados. “El proceso de recuperación de la memoria histórica es el fenómeno político más relevante acaecido en España en los últimos tiempos” (Escudero, 2011a: 7). Fruto de esta importancia como proceso político, también, se entiende que estemos hablando de un objeto de estudio ampliamente recurrente, y como tal, la interdisciplinar ciencia turística debe acabar abordándolo. 2. El deber de memoria como el origen de la patrimonialización de los espacios de memoria. El concepto de memoria está directamente ligado al de recuerdo, estamos hablando, por tanto, de lo opuesto al olvido. Dicho olvido, o mejor dicho, la lucha contra el mismo, es la principal razón para potenciar los procesos de recuperación de la memoria histórica. Al respecto de esa lucha contra el olvido nace el deber de memoria. Tiene su origen en la difusión pedagógica del mundo escolar ya en los años 50, pero no es hasta finales de los 70 cuando se consolida como ente autónomo gracias al auge y promoción de la memoria de la Shoah, llegando en la actualidad a convertirse en una suerte de religión de homenaje a las víctimas (Lalieu, 2001). El desenlace de este proceso hasta el punto mencionado ha hecho que en muchos casos se pueda hablar de banalización de la memoria, donde el deber pasa a convertirse en inercia, perdiendo así todo espíritu crítico. Pero más allá de este recorrido histórico, lo cierto es que la aplicación del deber de memoria se entiende como la necesidad de inscribir el horror vivido en la memoria colectiva, para así darle una oportunidad al futuro mediante el trabajo contra el olvido. El hecho de que las naciones, dentro de su propio sistema de valores, recuerden más los pasados gloriosos que los traumáticos, hace del deber de memoria un elemento necesario en todas las sociedades modernas (Todorov, 1999). Gracias al deber de memoria, de hecho, las instituciones son conscientes de la responsabilidad que recae sobre ellas para llevar a cabo políticas de recuperación de la memoria histórica. Entendiendo este deber no como el reconocimiento banal de una gran parte de la sociedad que juega el papel de víctimas en la historia, sino como la necesidad de reconocimiento de aquellas ideas que hicieron a dicha parte de la sociedad convertirse en víctimas (Vinyes, 2009). La fuerte aparición a nivel social de este deber de memoria ha provocado que cada ciudadano se haya convertido en el propio historiador de sí mismo (Nora, 1984), colaborando con una suerte de democrati‑zación del proceso de conocimiento histórico que acaba provocando el interés general en los temas del pasado, así como el acercamiento a todos eso lugares de memoria que nos transportan tiempo atrás. Así pues, el proceso de acercamiento al pasado por parte de las masas que fomenta el arraigo del deber de memoria, puede ser considerado como uno de los elementos clave a la hora de establecer porque los espacios de memoria han acabado convirtiéndose en lugares atractivos al público. De hecho, no podemos entender los procesos de puesta en valor turística de los espacios de memoria sino es relacionándolos con el concepto de deber de memoria. No deja de ser un tema polémico, pues el turismo puede ser señalado como uno de los causantes de la mencionada banalización de la memoria, privilegiando el desarrollo económico en clave turística sobre la función de difusión memorial. El turismo de memoria, sin embargo, es un concepto ligado indefectiblemente al de deber de memoria, lo que permite dejar de lado posibles discusiones sobre cuál de sus vertientes debería priorizarse. El desarrollo económico y la recuperación y difusión de los valores emanados de la memoria del espacio en cuestión están estrechamente relacionados y no se entienden el uno sin el otro (Hertzog, 2013). El concepto de “lieux de mémoire” nace de la mano del historiador francés Pierre Nora (1984), quien con una tesis que rompió con todo, estableció que dichos lugares de memoria iban más allá de lo físico y tangible. Junto a lugares como el Panteón o el Arco de Triunfo, Nora consiguió afirmar que la historia de la vida o la Marsellesa también son lugares de memoria (Colomines; Villarroya, 2007). Desglosó, además, los lugares de memoria en tres categorías básicas; materiales, simbólicos y funcionales, pero en ningún caso se trataba de una clasificación cerrada, pues con posterioridad otros autores han incluido y modificado nuevas modalidades de espacios de memoria (Ferrándiz, 2011). Aún con esta amplitud definitoria, el hecho es que en la práctica un espacio de memoria suele ser un lugar relacionado con un hecho trágico (Bourgon, 2013). Existe, pues, un fuerte lazo entre la memoria y los pasados traumáticos, donde los espacios de memoria son su escenificación, y potenciarlos como lugar visitable es una de las principales estrategias para la recuperación de dicha memoria. En palabras de Jean Michel Grard (2003: 72): “A día de hoy, lugar de memoria es una palabra “comodín” que incluye todo tipo de manifestaciones ligadas a la historia”. Pero sin dejar de matizar que PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural. 14 N° 5. Octubre 2016 ISSN 1695-7121 David González Vázquez 1269 los lugares de memoria están ligados a una historia viva y a sus testimonios, enfrente de los lugares históricos presentados como elementos estancos e inmóviles (Grard, 2003; Guixé, 2009; Font, 2013). Hoy día los espacios de memoria representan una doble cara. La del pasado y la del futuro, pues al ser convertidos en símbolos, pueden extraerse de ellos varios significados. Contribuyen a esclarecer las maneras en las que un colectivo se relaciona con su pasado, y su estudio mejora el conocimiento que se tiene sobre un pasado herido o mutilado, representando el símbolo de una desaparición, pero también el baluarte contra su olvido (Toledano, 2009). Cualquier sociedad actual está tomando medidas de cara a la consolidación de sus espacios de memoria, pues su carácter cohesionador los convierte en una buena herramienta para la construcción de discursos a nivel social y político. En este sentido, el propio Nora (1998) destaca como España, al igual que otros países que han roto con un pasado dictatorial donde la historia oficial ha marcado el rumbo, busca la consolidación de sus espacios de memoria. El punto de partida a escala internacional para empezar a tratar los espacios de memoria, fue la proliferación de estudios sobre el Holocausto llevada a cabo en los años 80 (Huyssen, 2002; Lalieu, 2003). Décadas antes, sin embargo, hay un caso aislado a nivel mundial que supondrá el auténtico precursor del estudio de los lugares de memoria, Israel. Una vez instaurado su propio Estado en tierras palestinas, hizo de la rememoración de la Shoah uno de los pilares de su existencia como nación. Así, el año 1953 se inaugura el Museo de Yad Vashem en Jerusalén Oeste, referencia universal en lo concerniente a espacios memoriales. Se trata de un espectacular museo dedicado a la memoria de las víctimas del Holocausto y a la resistencia de los combatientes en los guetos. Renovado en profundidad entre 1995 y 2005, sus cifras de visitantes oscilan de manera regular alrededor de los 2 millones de visitantes anuales, lo que corrobora que, además de precursor, es también el museo más importante del mundo en la materia. No existe ningún otro equipamiento comparable en todo el mundo, tanto por sus dimensiones como por la calidad de la museografía y las instalaciones (Hernàndez; Santacana, 2011). Por lo que respecta a la puesta en valor de los espacios del Holocausto en Europa, a partir de la década de los 90 son numerosos los proyectos emprendidos y que hoy día funcionan como recursos turísticos de primer orden, como pueden ser los memoriales de los campos de concentración de Auschwitz (Polonia), Mauthausen (Austria), o Sachsenhausen (Alemania). Este último, situado en Berlín, se ha convertido en uno de los reclamos más importantes de la ciudad en lo referente al turismo cultural, ofreciendo visitas guiadas en varios idiomas. Además del Holocausto, la gran cantidad de espacios referidos a las guerras mundiales alrededor de Europa, así como los casos específicos del Cono Sur en Latinoamérica, Suráfrica, o los países del antiguo bloque del este, confirman el auge y la consolidación de un patrimonio que hace del deber de memoria una oportunidad de desarrollo turístico. 3. El paradigma memorial en España: una necesaria evolución La memoria requiere de procesos que supongan elementos forjadores de la misma, en el caso de España, dicho proceso fue representado por la Guerra Civil y su posterior desenlace. El franquismo triunfante al final del conflicto creó un relato, con sus códigos y símbolos, que se impuso socialmente en un país devastado por la guerra. Este relato oficialista de la memoria perduraría impecable e implacable hasta el final de la dictadura, cuando se impuso el olvido del pasado como receta para la conciliación de las memorias de ambos bandos. No es hasta la entrada del S.XXI, y gracias al voluntarioso trabajo de las asociaciones para la recuperación de la memoria histórica, que la memoria silenciada durante tantas décadas ha pasado a ser un sujeto protagonista a nivel social y político. Al respecto, Aróstegui (2006) tipifica tres categorías: memoria de la identificación o confrontación (durante la dictadura franquista), memoria de la reconciliación (de la transición a final del S.XX), y memoria de la reparación (actualidad). El proceso de legitimación del franquismo, iniciado antes de acabada la guerra, requería de un discurso de la memoria, el cual se formó incorporando los símbolos de las diversas familias coexistentes dentro del régimen: falangistas, tradicionalistas, y católicos (Box, 2007). En estos términos habla Ferrándiz (2011: 30) sobre la formación de dicho discurso memorial: “Las políticas públicas de la memoria de la Guerra Civil durante el franquismo se derivaron inicialmente de la elaboración de un relato nacionalcatólico de la Guerra Civil y de una glorificación propagandística de la victoria militar y de sus prohombres, batallas, héroes y mártires...los vencedores de la Guerra Civil instalaron sobre España toda una cartografía de la memoria que pretendía establecer en el país un régimen de “eternidad del recuerdo” oficial”. El caso más emblemático de simbología y memoria franquista se encuentra en el “Valle de los Caídos”, la obra faraónica proyectada por el dictador Francisco Franco y construida en PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural. 14 N° 5. Octubre 2016 ISSN 1695-7121 1270 La patrimonialización de la memoria histórica: entre el deber social y la estrategia turística la sierra madrileña con la mano de obra esclava de presos republicanos. Principal lugar de memoria del franquismo, persiste en la actualidad sin haber sufrido un cambio sustancial en su discurso y su significación memorial (Santacana, 2004; Ferrándiz, 2011; Núñez, 2011). La transición a la democracia en España supuso un proceso de “transición vía transacción” (Redero, 1993), tutelado desde dentro del aparato gubernamental franquista, y pactado en condiciones posibilistas con las fuerzas de la oposición. Reivindicado en su día como modélico, así como aún hoy día por determinados sectores, ello no evita evidenciar numerosas deficiencias (Rúa Fernández, 2007), de entre las cuales destacaríamos, como no, el tema de la memoria histórica en sus diferentes vertientes. Años después de muerto el dictador, se podía constatar como el franquismo “estaba ahí, en los aparatos del Estado, en los grupos de derecha y ultras (“el búnker”), en la prensa del Movimiento y en muchas corporaciones locales, algunas de las cuales erigieron estatuas al dictador incluso después de su muerte” (Castro Berrojo, 2011: 93). En definitiva, el proceso de transición a la democracia supuso la consolidación de un modelo de memoria institucional y no social que se basara en el olvido y no en la reparación. Este modelo, amparado legalmente por una ley de tipo punto y final, como fue la ley de amnistía aprobada en Octubre del año 77 (Ley 46/1977), constaba de una estructura donde la reconciliación era el objetivo, la censura el programa, y el olvido el instrumento (Vinyes, 2009). Todos estos elementos has sido parte del discurso creado en la transición donde se equipararon las culpas entre los golpistas y los demócratas, generando así el relato de equidistancia ideológica al que aún se aferran hoy día las fuerzas conservadoras en España (Escudero, 2011a). Hubo que esperar, pues, al cambio de siglo, para consumar el cambio de paradigma de la memoria en España hacia posiciones reparacionistas. Los orígenes los encontramos en la acción de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH), cuando el año 2000 llevaron a cabo la primera exhumación de una fosa común, desenterrando trece cadáveres en el pueblo leonés de Priaranza del Bierzo (Núñez, 2011; Silva, 2011). Fue la primera vez que se hacía una exhumación de carácter científico, pues entre los años 1977 y 1991 se hicieron algunas, de manera dispersa, y sin ningún tipo de apoyo técnico ni metodología científica (Exteberría, 2011). A causa del empuje del movimiento asociacionista, la cuestión memorial acabó llegando a la esfera política, siendo aprobada por el parlamento español la Ley de Memoria Histórica a finales de 2007 (Ley 52/2007). Sin embargo, la ley fue rechazada por el conjunto total del mundo asociativo memorial, pues no iba más allá de una reparación nominal sin efectos jurídicos ni legales (Silva, 2011; Escudero, 2011b). De la misma manera, encontró la oposición frontal del conservadurismo español, que se aferraba herméticamente a las tesis de la equidistancia ideológica, y que consideraba estas reparaciones una manera de reabrir heridas pasadas. Sin embargo, como apunta Julián Casanova (2008), las políticas públicas de la memoria son imprescindibles ante casos flagrantes de crimen organizado, como el caso del franquismo, debiendo servirse de los archivos, la educación, y los propios museos para tirarlas adelante. Paralelamente a este proceso llevado a cabo a nivel del conjunto del estado español, Cataluña crea también su propia ley de memoria histórica, la Llei del Memorial Democràtic (Llei/2007). Aportando la especificación del término memoria democrática, establece la creación de una institución pública, el Memorial Democràtic de la Generalitat de Catalunya, cuya finalidad es recuperar, conmemorar y fomentar la memoria democrática catalana, enmarcándola a su vez en el eje cronológico comprendido entre los años 1931 y 1980. El hecho es que Cataluña, por sus propias características que en la época hicieron que la guerra se desarrollara con diferente intensidad y protagonismo que en otros puntos de España, ha tenido también su propio camino en lo que respecta a la recuperación de la memoria histórica. El debate ideológico está presente, pero con la creación de esta institución, blindada con una ley, se ha creado la semilla para hacer que los episodios más ignominiosos dela historia del país no caigan en el olvido. 4. El turismo de memoria: la fórmula francesa para la activación económica del patrimonio memorial El concepto de turismo de memoria nace en Francia a principios de S.XXI, resultado de décadas de trabajo en materia de puesta en valor patrimonial de los espacios de memoria ligados a las dos guerras mundiales y al Holocausto. Cavaignac y Deperne (2003: 14) realizaron esta definición: “El turismo de memoria puede ser definido globalmente como la práctica que incita al público a explorar los elementos patrimoniales puestos en valor, para así extraer todo el enriquecimiento cívico y cultural que nos proporciona la referencia al pasado”. De la potenciación de esta nueva tipología de turismo se encargó el propio estado francés. De la estrecha colaboración entre la Direction de la Mémoire, du Patrimoine, et des Archives (DMPA) y la Office National des Anciens Combattants et Victimes de Guerre (ONAC‑VG), adheridas al Ministère de PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural. 14 N° 5. Octubre 2016 ISSN 1695-7121 David González Vázquez 1271 la Défense, i el Sécretariat d’État au tourisme, dependiente del Ministère de l’Artisanat, du Commerce, et du Tourisme, surgió la creación de la red chemins de mémoire. Dicha red se articuló en base a una estructura de nodos, denominados points d’appui, que quedaron inseridos a su vez en cuatro grandes ámbitos históricos: Las fortificaciones (S.XVI‑XX), Guerra Franco‑Prusiana (1870‑1871), 1º Guerra Mundial (1914‑1918), y 2ª Guerra Mundial (1939‑1945). Los objetivos del turismo de memoria en Francia son la educación cívica y el desarrollo territorial. Además, la gran cantidad de patrimonio militar que ya no sirve a sus usos originales convierte el hecho de poder revalorizarlo en otra motivación para potenciar el turismo de memoria (Da Silva; Bougon, 2013). Con respecto a la educación cívica, vale mencionar que hablar de turismo de memoria es hablar de una práctica eminentemente pedagógica, pues lo que se intenta es despertar la conciencia histórica del turista, entendiendo el epíteto histórico no como algo relacionado al simple recuerdo sino como algo más profundo. Se trata de, mediante el recuerdo, reconocer y aceptar nuestro pasado, por muy duro que sea (Urbain, 2003). Los espacios de memoria, entendidos como patrimonio valorizado para el turismo, tienen una eminente misión educativa y de transmisión de valores. En el contexto europeo actual, donde hay determinadas posturas historiográficas relacionadas con la negación del Holocausto, las prácticas turísticas ligadas a sus lugares de memoria son una actividad necesaria para mantener viva la memoria de aquellos horribles hechos (Kremenetzky, 2003). La creación de estructuras en red, al estilo de Chemins de mémoire, no es sino la consecuencia de captar la globalidad de la memoria como una suma de memorias locales. Los orígenes del turismo de memoria los encontramos ya en los años 20 del S.XX, con las peregrinaciones de los antiguos combatientes a los espacios donde se habían desarrollado las batallas de la Primera Guerra Mundial (Da Silva; Bougon, 2013). Estas prácticas eran muy arcaicas, nada parecido a lo que hoy entendemos por turismo de memoria. Su importancia, sin embargo, es vital, pues sirvieron para mantener activa la vida y la simbología de estos espacios, hecho que acabó desembocando en la creación del modelo de turismo de memoria actual. Este proceso de cambio y adaptación de modelo se explica gracias a la evolución del tipo de visitantes, pasando de ser tan solo antiguos combatientes y familiares, a un nutrido y diversificado grupo, donde los escolares son mayoritarios, y donde la gente de fuera de Francia acude con asiduidad (Bouliou, 2013). El cambio generacional también es un elemento importante, pues la gente que no ha vivido los conflictos se interesa por sus espacios, creando así la necesidad de crear herramientas de interpretación, y provocando de esta manera el desarrollo de todas las iniciativas museísticas ligadas a los lugares de memoria. Así, el elemento interpretativo alrededor de los mismos es la principal característica en lo referente a su estrategia museográfica. Esta es la tendencia actual para toda la museografía dedicada a temas históricos en general (Hernàndez, 2005), y todavía más significativa si cabe para los espacios de memoria. El proceso de transición de un espacio de memoria a un espacio de uso turístico implica una planificación detallada, en la que “se trata de preservar un espacio desarrollando un recorrido de visita racional y creando recursos museográficos de sensibilización y conocimiento” (Lalieu, 2003: 29). Una buena estrategia museográfica, así como una utilización efectiva de las herramientas de difusión de que se disponga, son fundamentales de cara a la divulgación del discurso pedagógico elaborado para la valorización de un lugar de memoria. Es así como se evita una posible banalización derivada de la práctica turística, convirtiéndolo en un producto sostenible que se apoya en la solidez de su relato. De esta manera, una buena implementación del turismo de memoria implica el desarrollo de estrategias de interpretación para sus espacios, con el fin de conseguir la implicación total del visitante. Al respecto, Stéphane Grimaldi (2013: 106), director del Memorial de Caen, comenta:“Nosotros hacemos a nuestro público la promesa de proporcionarle las claves no para realizar una visita con las manos en los bolsillos o para ser tan solo emocionados, sino para comprender. Comprender los mecanismos de la historia, comprender sus aproximaciones, observar las sociedades en guerra, y así desarrollar ellos mismos una visión crítica de la historia”. Al tratar la historia de los conflictos armados, el turismo de memoria está estrechamente ligado al patrimonio bélico, pues representa un recurso tangible de primer orden para el desarrollo de productos. Es uno de los patrimonios emergentes del S.XXI debido a su enorme potencial y al hecho de haber sufrido muchos cambios en su concepción museográfica en los últimos tiempos. Lejos han quedado ya los museos militares donde la principal función era fomentar la grandeza de la patria. Transmitían un mensaje propagandístico alejado de los elementos educativos con los cuales se trabaja hoy día. Contra esa vieja concepción, se ha consolidado la idea del museo militar, o espacio bélico museizado, donde las estrategias museográficas emanan de una idea de civilidad contrapuesta a cualquier espíritu belicista. Mediante una visión holística, y más allá del elemento bélico, exponen todo aquello necesario para comprender en profundidad las causas que han llevado a una sociedad a participar en un conflicto armado (Hernàndez; Rojo, 2011). Y es que, relacionándolo con el turismo de memoria y el caso catalán, PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural. 14 N° 5. Octubre 2016 ISSN 1695-7121 1272 La patrimonialización de la memoria histórica: entre el deber social y la estrategia turística es importante mencionar que el patrimonio bélico tiene un enorme potencial, pero si se deja de banda su parte intangible ligada a la lucha por los valores democráticos, estamos hablando de algo completamente vacío de carácter memorial (Guixé, 2009). El turismo de memoria, que en Francia cuenta ya con más de una década de conceptualización y de numerosas experiencias alrededor del territorio, puede decirse que, pese a las 4 categorías especificadas con la creación de la red chemins de mémoire, se desarrolla en su práctica totalidad en los lugares de memoria ligados a las dos guerras mundiales (Bouliou, 2013). En la actualidad tiene tanto protagonismo que ha supuesto que regiones donde anteriormente no había ningún potencial turístico se hayan convertido en destinos relativamente considerados (Cavaignac; Deperne, 2003; Halter, 2003). Las cifras hablan por sí mismas: 6 millones de visitantes registraron en 2010 los espacios incluidos en el estudio realizado por la agencia francesa de turismo Atout France (Mantei, 2012) sobre una muestra sumaria que no supone ni el 20% de los equipamientos memoriales con vocación turística. La efeméride del año 2014, que representa el centenario del inicio de la 1ª Guerra Mundial, así como el sesenta aniversario del desembarco de Nor‑mandía, es un punto clave para contemplar su evolución en un futuro próximo (Da Silva; Bougon, 2013). Matriz de posicionamiento de la tipología de visitantes del turismo de memoria en Francia Fuente: Adaptado de Mantei (2012). 5. El turismo de memoria en Cataluña: una red de espacios Siguiendo el filo del caso francés, su esquema se adapta al modelo que Andreu y Pujadas (2011) establecen para el turismo de memoria en Cataluña desde la perspectiva del Centre d’Espais de la Batalla PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural. 14 N° 5. Octubre 2016 ISSN 1695-7121 David González Vázquez 1273 de l’Ebre (CEBE), en Gandesa. El turismo de memoria en Cataluña posee dos dimensiones: la búsqueda de la normalización democrática, y la puesta en valor patrimonial en clave turística y de desarrollo local. Del mismo modo, Cataluña desarrolla una estructura de espacios memoriales, inspirada en el ejemplo francés, a partir de las bases sentadas con la Llei del Memorial Democràtic. En su artículo nº 3, establece las ocho funciones que debe llevar a cabo la recientemente creada institución del Memorial Democrático, de donde destacamos la siguiente: “La difusión del patrimonio democrático y de los espacios de memoria, con la creación de un fondo informativo integrado por un servicio de información documental, un portal informático, un banco de datos audiovisuales y bases de datos, y también con la organización de exposiciones” (Llei 13/2007: 45.175). Se puso en marcha, entonces, el proceso de puesta en valor del patrimonio memorial catalán, que se mostró rico en variedad material e inmaterial, y que necesitaba el empuje necesario para que la administración asumiera su rol protagonista para así, además de conseguir un efecto reparador sobre las personas, asegurar su transmisión a las generaciones venideras. La legislación catalana aplicable al respecto en aquel momento, representada por el Estatut del año 2006 y la propia Llei del Memorial Democràtic, establecía que el patrimonio memorial debía ser tratado a la misma altura que cualquier otro tipo de patrimonio cultural, pero la realidad, como explica Guixé (2009: 380), no era así: “El análisis de la normativa vigente sobre patrimonio cultural catalán pone en evidencia que el patrimonio memorial forma parte de él de pleno derecho. Pero la realidad es que en la mayoría de los casos los vestigios históricos del período 1931‑1980 no reciben el tratamiento y la consideración de bien cultural ni disfrutan de las categorías que la ley determina”. Así es como se inicia el proceso de valorización del patrimonio memorial catalán desde el Memorial Democrático. La prospección del territorio acaba con una sorprendente y abundante identificación de lugares de memoria, a partir de la cual se conceptualiza el primer mapa de los espacios de memoria democrática en Cataluña. Se establece, además, que las autoridades locales debían hacer uso de la declaración de Bien Cultural de Interés Local (BCIL) para sus elementos patrimoniales de memoria, y así dotarlos de los mecanismos de protección inherentes a dicha categoría. Mapa de los espacios identificados por el Memorial Democrático dentro del Plan de Actuación de los Espacios de Memoria de Cataluña (2007). Fuente: Pla d’Actuació dels Espais de Memòria de Catalunya. PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural. 14 N° 5. Octubre 2016 ISSN 1695-7121 1274 La patrimonialización de la memoria histórica: entre el deber social y la estrategia turística A partir de ese trabajo de identificación se desarrolla la estructura de la futura red de espacios de memoria democrática de Cataluña. Inspirada en el caso francés, dispone de un carácter eminentemente horizontal, con solo dos o tres puntos fuertes que tengan la responsabilidad de gestionar el resto de puntos de proximidad, rutas, y demás espacios. Al igual que la red chemins de mémoire, que basa su articulación en la existencia de points d’appui, la red de lugares de memoria de Cataluña ha conceptua‑lizado una estructura basada en puntos de apoyo, los cuales, “como pequeños centros de interpretación, representan o están ubicados en espacios de interés memorial e histórico y tienen que contar con una sólida infraestructura funcional para su capacidad de acogida turística y pedagógica y cultural. Son centro de información y de documentación” (Guixé, 2008: 224). Es así como, mediante una orden del entonces Departamento de Interior, Relaciones Institucionales y Participación, se crea el año 2010 la Xarxa d’Espais de Memòria de Catalunya (Ordre IRP/91/2010) que nace con la vocación de ser nexo de unión entre todas aquellas administraciones locales que deseen poner en valor su patrimonio ligado a la memoria histórica. En cuanto a sus objetivos generales, estos pasan por recuperar, señalizar y difundir, todo el patrimonio ligado a la memoria democrática dentro del marco cronológico creado por el Memorial Democrático, que abarca de 1931 a 1980. La orden legislativa de creación de la red (Ordre IRP/91/2010, DOGC nº 5576: 14.651) dice lo siguiente con respecto a la categorización de los elementos pertenecientes a dicho patrimonio:“La Red de Espacios de Memoria Democrática de Cataluña incluirá territorios de memoria, centros expositivos de referencia, patrimonio recuperado in situ (trincheras, bunkers, espacios de duelo y fosas comunes, etc.), caminos de memoria (rutas del exilio, camino de la libertad, etc.), lugares y espacios de resistencia, archivos y centros de documentación, y monumentos memoriales”. El artículo 3 de la orden establece la estructura de la red, en la cual existe una jerarquía según el grado de implicación de cada elemento dentro de la misma. Así, hay sedes y secciones, y dentro de estas últimas se distingue entre centros de referencia y espacios.Como sedes hay la propia del Memorial Democrático en Barcelona, que se establece como eje vertebrador central, y dos entidades consorciadas con la Generalitat a través del Memorial Democrático, que son el Consorcio de Espacios Memoriales de la Batalla del Ebro (COMEBE‑ Corbera d’Ebre) y el Museo Memorial del Exilio (MUME‑ La Jonquera). A las sedes, como esos puntos fuertes encargados de gestionar el resto de elementos de proximidad, les corresponde la función de valorizar y divulgar aquellos espacios adscritos a su zona de influencia. En las secciones se diferencia entre centros de referencia y espacios. Respecto a los primeros, “se consideran centros de referencia aquellos centros consolidados de memoria incluidos en alguno de los ámbitos temáticos del Plan de Actuación de la Red de Espacios y que desarrollen una acción de dinamización del territorio” (Ordre IRP/91/2010, DOGC nº 5576: 14.652). Aquí consideraríamos todos esos lugares con estructura suficiente como para ser gestionados y visitados. Centros de interpretación, museos especializados, o espacios museizados donde la visita requiere una entrada, son ejemplos de centros de referencia. Referente a los espacios, “se consideran espacios, aquellos elementos, bienes que configuran el patrimonio memorial de Cataluña. Están adscritos a un municipio o consejo comarcal, y relacionados con alguno de los ámbitos temáticos del Plan de Actuación de la Red de Espacios de Memoria” (Ordre IRP/91/2010, DOGC nº 5576: 14.652). En esta categoría entran esos elementos donde la gestión no requiere organizarse al mismo nivel de los anteriores. Rutas señalizadas, marcadores diversos sobre espacios concretos, etc. A nivel de estructura temática, la Xarxa d’Espais de Memòria se divide en los siguientes ámbitos: espacios de la Segunda República, espacios de la Guerra Civil, espacios de frontera y exilio, y espacios de lucha antifranquista y recuperación democrática. La creación de esta red ha supuesto un hito en España, pues supone un referente de modelo de gestión integral que, gracias al impulso de la iniciativa pública, ha colaborado a acabar con la atomización existente hasta entonces. Tal y como indica Guixé (2008: 226), la clave consiste en “poder conseguir la máxima unidad y uniformidad para toda Cataluña y no diseminar colores, recursos e interpretaciones sin tener en cuenta que la complejidad del proyecto requiere de un diálogo permanente entre académicos, universidades, poderes locales, asociaciones, entidades locales y la Generalitat a través de sus organismos competentes”. Siguiendo la metodología empleada en Francia (Mantei, 2012), podemos establecer la siguiente tipificación para los espacios de memoria existentes en Cataluña: Espacios testimonio: lugares donde se han producido directamente los acontecimientos que lo han convertido en espacio de memoria, como son los caminos del exilio o los espacios protagonistas de la batalla del Ebro. PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural. 14 N° 5. Octubre 2016 ISSN 1695-7121 David González Vázquez 1275 Espacios conmemorativos: Lugares dedicados al homenaje y al recuerdo, como el Memorial del Coll dels Belitres en Portbou, segundo lugar fronterizo en importancia para el exilio, o el Memorial de Les Camposines en la Fatarella, dedicado a las víctimas de la batalla del Ebro Espacios informativos y pedagógicos: lugares dedicados a la divulgación desde un ángulo particular, y donde las difusión memorial consta de elementos de interpretación, como son los propios centros del MUME y el COMEBE. Categorías de espacios para el turismo de memoria en Cataluña. Fuente: Elaboración propia a partir de Mantei (2012). 5.1. El Museu Memorial de l’Exili (MUME): memoria trasfronteriza Dentro de la estructura de la Xarxa d’Espais de Memòria sobresalen, pues, 3 espacios que tienen la categoría de sedes. De entre ellos destaca el Museu Memorial de l’Exili en La Jonquera. Por volumen de visitantes, nivel de implementación de actividades en el propio museo y en el territorio, así como por el arraigamiento en el mundo memorialístico a ambos lados de la frontera, el MUME puede ser considerado como el centro memorial de referencia en Cataluña. El MUME inicia su actividad en Febrero de 2008 ligado al Memorial Democrático. Representa un espacio de memoria de nueva creación, justificado por estar ubicado en una población (La Jonquera) por PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural. 14 N° 5. Octubre 2016 ISSN 1695-7121 1276 La patrimonialización de la memoria histórica: entre el deber social y la estrategia turística donde se calcula que marcharon al exilio la mitad de las aproximadamente 470.000 personas huídas en Febrero de 1939 tras la caída de Cataluña en manos del ejército franquista. Su misión es investigar, conservar y divulgar, todos aquellos elementos tangibles e intangibles relacionados con el fenómeno del exilio republicano y su legado. El museo cuenta con una exposición permanente dividida en cinco ámbitos y con una sala polivalente dedicada a exposiciones temporales y organización de eventos culturales y académicos. Además, como resultado de su estatus de sede de la Xarxa d’Espais de Memòria, el MUME es responsable indirecto de la gestión de más de una veintena de espacios pertenecientes a la red en su área de influencia, e implementa asimismo, varias rutas e itinerarios sobre el territorio gracias a la labor de su servicio educativo. Uno de los elementos que hace del MUME un espacio singular en Cataluña, a la vez que referente, es el estar ubicado en territorio de frontera. La condición emanada de dicha característica hace necesaria una orientación especial en sus políticas de difusión turística, teniendo presente siempre que deben ir dirigidas a los públicos de ambos lados de la frontera. Francia dispone de un largo recorrido con respecto a la divulgación de memorias transfonterizas con varios de sus países vecinos, y gracias a la labor desempeñada desde el MUME, comienzan a arraigar dichas prácticas también en la frontera pirenaica. Como ejemplo de dicho bagaje, puede mostrarse el caso de Nord‑Pas de Calais (Francia) con el sur de Bélgica, donde ya llevan varias décadas de valorización turística compartida en base a la memoria de las dos guerras mundiales. Allí, “los actores institucionales y privados (museos) son inducidos a cooperar para la organización de eventos culturales comunes, la realización de una cartografía transfronteriza de espacios históricos y la elaboración de una política memorial y turística transnacional fundada sobre la defensa de valores comunes como la paz” (Hertzog, 2013: 57). Desde el MUME se implementan rutas e itinerarios que abarcan todo el espectro de la memoria del exilio en el sur de Francia. La maternidad de Elne, los municipios de Saint Cyprien y Argelès‑sur‑Mer, o el memorial del campo de Rivesaltes, son buenos ejemplos de las prácticas que convierten al MUME en un espacio de referencia a ambos lados de los pirineos. La memoria del exilio desprende un fuerte potencial transfronterizo, encajando en el modelo de “mémoire partagé” propuesto por Cavaignac y Deperne (2003) para la 2ª Guerra Mundial. Así pues,a este respecto se trabaja para utilizar dicho potencial como un elemento clave en la consolidación patrimonial y turística de la memoria democrática de Cataluña ligada al exilio. Memorial del Coll dels Belitres en la población fronteriza de Portbou, con señalizaciones explicativas del exilio republicano. Fuente: MUME. PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural. 14 N° 5. Octubre 2016 ISSN 1695-7121 David González Vázquez 1277 6.Conclusiones La memoria histórica en España, a reflujo del auge memorial que conoció el contexto europeo de finales de S.XX, conoce en la actualidad su momento más protagónico, del cual ha nacido el actual proceso de valorización patrimonial ligado a sus espacios de memoria, con Cataluña como referente. En todo momento, el espejo donde el proceso de puesta en valor de la memoria democrática de Cataluña ha buscado reflejarse ha sido Francia. Allí es donde mejor se ha comprendido que la memoria de su pasado trágico es un elemento que, ligado a una estrategia turística, puede convertirse en un patrimonio cultural de primer orden, así como en un importante reclamo para el visitante. Así, el modelo de turismo de memoria catalán muestra unas características similares al francés, con la particularidad de estar relacionado con un relato histórico que hace que pueda ser definido como turismo de memoria democrática, y que tiene el patrimonio de la Guerra Civil su máximo exponente. Pero los casos de Cataluña y Francia son equiparables solo en forma, no en fondo. Francia ha desarrollado un relato histórico inclusivo donde el grueso de la ciudadanía se siente partícipe de la memoria emanada de sus espacios, la cual está relacionada con los valores de la libertad enfrente de totalitarismos exteriores. Cataluña, sin embargo, siempre va a tener que lidiar con el bagaje memorial impuesto por el franquismo en la dictadura, perpetuado bajo el disfraz de la equidistancia hasta finales de S.XX., y que supone un claro hándicap a nivel de puesta en valor turística. La práctica turística sobre los espacios de memoria nunca va a dejar de suponer un peligro de banalización de los mismos. Sin embargo, la teoría al respecto de los usos turísticos de la memoria como un elemento de difusión cívica y pedagógica, contradice este peligro de banalización, y convierte al turismo de memoria en una herramienta más para concienciar a las sociedades sobre el respeto a los valores de la libertad y la convivencia. El caso catalán, demuestra cómo la estrategia de puesta en valor turística de sus lugares de memoria, ha colaborado con la recuperación de su memoria democrática. La experiencia existente hasta el momento muestra la importancia que tienen las estrategias de colaboración entre asociaciones, sector privado, e instituciones a todos los niveles, de cara a la creación y consolidación de productos turísticos de memoria. Consolidado el modelo en Francia, y puestas las bases para el arraigo del modelo catalán, es misión de todos los agentes del mundo de la cultura y del turismo, trabajar hacia un modelo donde a la vez que se activa el desarrollo económico, se está colaborando con la construcción de una sociedad más justa y libre para las generaciones venideras. Bibliografia Andreu, Agustí y Pujadas, Joan Josep 2011. “El turismo de memoria: la patrimonialización de la memoria histórica en Catalunya. El proyecto “Más allá de una batalla” (la batalla del Ebro, Gandesa)”. En Prats, Llorenç y Santana, Agustín (Coords.), Turismo y patrimonio, entramados narrativos (pp. 271‑287). La Laguna (Tenerife): Pasos Edita. 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