mdC
|
pequeño (250x250 max)
mediano (500x500 max)
grande
Extra Large
grande ( > 500x500)
Alta resolución
|
|
Vol. 3 Nº 2 págs. 229-243. 2005 www.pasosonline.org © PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural. ISSN 1695-7121 Inter, multidisciplina y/o hibridación en los estudios socioculturales del turismo Marcelino Castillo Nechar † Universidad Autónoma del Estado de México (México) Resumen: El artículo presenta un análisis respecto a la forma en que se construye lo sociocultural en el turismo, cuáles han sido sus tendencias y la forma de concebirlo. Además, aborda una reflexión en cuan-to a la situación de los aspectos socioculturales en la sociedad moderna, que tiene que ver con la globali-zación y la crisis y en las cuales los presupuestos clásicos no alcanzan a explicar la cuestión sociocultural en aquellas dimensiones. Empero, el aspecto medular lo constituye la reflexión metodológica para la construcción de los nuevos conocimientos turísticos de corte híbrido, con el manejo de los préstamos disciplinarios y en las especialidades. Palabras clave: Turismo; Sociocultural; Interdisciplina, multidisciplina e hibridación. Abstract: The article presents an analysis with regard to the form in which the sociocultural thing is constructed in the tourism, which have been his(her,your) trends and the way of conceiving it. In addi-tion, it approaches a reflection as for the situation of the sociocultural aspects in the modern society, who has to see with the globalization and the crisis and in which the classic budgets do not manage to explain the sociocultural question in those dimensions. However, the fundamental aspect constitutes it the meth-odological reflection for the construction of the new tourist knowledges of hybrid cut, with the managing of the disciplinary lendings and in the specialities. Keywords: Tourism; Sociocultural; Interdiscipline, multidiscipline and hybridization † • Marcelino Castillo Nechar es Licenciado en Turismo y Maestro en Investigación Turística por la U.A.E.M. Ha sido Director de Relaciones Públicas de la Empresa Mercadológica Editur Presidente del Colegio de Licenciados en Turismo del Estado de México; Asesor de la Dirección de Turismo del Estado de México; etc. Actualmente es profe-sor investigador del Centro de Investigación y Estudios Turísticos (CIETUR) la Facultad de Turismo de la U.A.E.M. E-mail: marcanec62@hotmail.com 230 Inter, multidisciplina y/o hibridación ... Introducción Después de los estudios económicos, las principales aportaciones en materia de turismo han sido los realizados por la socio-logía y la antropología, de ahí que el turis-mo sea concebido como un fenómeno socio-cultural, y no precisamente porque se le relacione con lo que ha sido llamado el mo-vimiento masivo de personas, sino porque en su manifestación se observan impactos en diversos ámbitos de la vida de las comu-nidades donde éste se presenta. Es por ello que abordar el estudio del tu-rismo bajo la concepción sociocultural im-plica reflexionar no solo la problemática que plantea el análisis de aspectos como el tiempo libre, la sociedad de consumo, las tendencias culturales y sociales, los motivos y gustos que derivan en condiciones cultu-rales particulares como la elección de de-terminados destinos turísticos, sino tam-bién involucra el análisis de la condición contextual de la actividad turística centra-da en sus políticas, modelos de conducción que impactan la vida comunitaria, la globa-lización de prácticas económicas, sociales y culurales, la modernización de los destinos turísticos, hasta la aportación de esquemas conceptuales y teóricos que vayan preci-sando el objeto “turismo” en esta orienta-ción. Cabe señalar que abordar el estudio del turismo desde la óptica de la aportación sociocultural plantea -de entrada- dos retos: el de la construcción metodológica, teórica y hasta técnica; pues es común en las inves-tigaciones turísticas tomar, de manera ecléctica, diversas terminologías y encami-namientos que no resultan compatibles cuando del hecho o fenómeno turístico se quieren indagar situaciones vinculadas a la cultura y al comportamiento social. Otro reto lo constituye la construcción de objetos de estudio a carácter turístico, dada la “jus-tificación” de que en la ciencia social existe una crisis de paradigmas y, además, de que el estudio del turismo en esta área es re-ciente. No pretendamos considerar al tu-rismo como ciencia por el simple hecho de conjuntar teoría y práctica, como lo refieren los clásicos, pero tampoco consintamos el planteamiento de los críticos, de que el tu-rismo como objeto de estudio se limita a una reducción epistemológica al aplicar cualquier paradigma para darle cierto sta-tus de cientificidad, menos aún que el tu-rismo solamente sea un área temática dis-ciplinaria, pues ello sólo evidenciaría la incapacidad para fundar objetos a carácter turístico. Porque, ¿qué sentido tendrían los estudios turísticos y la formación de estu-diantes en este campo de conocimiento si otras áreas y otros egresados tienen un mayor dominio en contenidos curriculares de tipo social, antropológico, psicológico o económico y administrativo para operar a la actividad turística? Requerimos recono-cer que el estudio del turismo es mucho más que una reducción lógica que aparenta ser garantía de toda reducción ontológica; efectuar un esfuerzo para construir lo turís-tico implica cuestionar la esencia particular de este fenómeno. Las condiciones del desarrollo científico en el campo de lo social hoy se debaten en-tre la adaptabilidad del conocimiento y la innovación. Inter y multidisciplinariedad constituyen la alternativa para no solo adaptar sino innovar; sin embargo, en el caso de lo turístico tales situaciones no se pueden limitar a la indagatoria sensorial de sus manifestaciones y hechos. Es necesario rescatar la idea de que el problema princi-pal que afronta el turismo no es su manejo y orientación como negocio sino cómo apre-hendemos y conducimos una realidad que en el discurso y en el modelo convencional están resultando marginadora de las ma-sas, alienante en las relaciones turísticas y poco sustentable para el desarrollo integral de los destinos turísticos. El turismo a carácter sociocultural no es la folclorización de la cultura, o la industria de los servicios y de la recreación de lo ex-ótico y lo pintoresco; tampoco es ese discur-so “angelical” –seudo-humanista- que lo concibe como un vehículo de paz y comuni-cación entre los hombres de buena voluntad y entre las naciones. Es un hecho que pre-senta el reto de la contradicción humana manifiesta en sus intituciones, en sus ideas y en sus productos materiales; indica for-mas de vida, organización, creencias y has-ta superticiones que caracterizan al homo turisticus en sociedad. Marcelino Castillo Nechar 231 Antecedentes La importancia que cobraron los despla-zamientos turísticos durante el siglo XX llevó al turismo a ser concebido como algo trascendente tanto para los países que po-seían recursos y atractivos como para las mismas poblaciones e individuos que las componían, de ahí que los diversos gobier-nos le concedieran máxima atención en sus diversas facetas: la económica, la estadísti-ca, la política hasta la social y la cultural. (Fernández: 1978; 17-19) Ello generó que tanto individuos como asociaciones y gobiernos se dieran a la ta-rea de estudiarlo. Resultado de esto se de-rivaron disciplinas como la psicología turís-tica, aquella encargada de estudiar las mo-tivaciones, las preferencias de los lugares, los cúandos, cómos y porqués; la economía turística referida al análisis de la oferta y la demanda; la política turística que desta-ca las acciones a seguir en la organización y conducción del turismo; hasta la llamada sociología turística que en términos genera-les ha buscado indagar “...el comportamien-to turístico de los grupos humanos según edad, nacionalidad, formación cultural e intelectual, medio social, clima, mentali-dad, religión, factores imitativos, etc.” (Ibid; 18) No menos prolíficos han sido los estudios con un enfoque cultural del turismo, enten-diendo a éste como un “Tráfico de personas que se alejan temporalmente de su lugar fijo de residencia para deternerse en otro sitio con objeto de satisfacer sus necesida-des vitales y de cultura o para llevar a cabo deseos de diversa índole, únicamente como consumidores de bienes económicos y cultu-rales”. (Morgenroth. Cit. por Ibid; 30) Sin embargo, no podemos limitarnos a aceptar que la esencia del turismo se re-duzca a una manifestación pura y escueta de lo económico en cualquier hecho que se le quiera observar. La otra visión, que ha aportado esta co-rriente socioantropológica, es la reducción de la teoría del turismo a la teoría del ocio y del tiempo libre. Si bien es cierto que el turismo se manifiesta en el marco de aque-llos, no es ni significa lo mismo. La abun-dante bibliografía respecto a la moderna “civilización del ocio” se ha limitado a estu-dios descriptivos y estadísticos de las vaca-ciones, la relación de las horas laborales y de descanso, el entretenimiento, la práctica del deporte, las actividades culturales, etc. Sin embargo, ello no quiere decir que sea irrelevante ese tipo de estudios sino que nos ha llevado a visiones reducidas de la relación que tiene el turismo con la cultura, la sociología y/o la antropología debido a que se supedita a ser abordado con su len-guaje especializado sin poner en crisis las categorías, los términos o las mismas me-todologías para hacer una reconstrucción crítica y analítica de los objetos que poda-mos llamar turismo cultural, sociología turística o antropología del turismo. De hecho, en un recuento teórico de las principales aportaciones de esta corriente de estudio -la socioantropológica- Julio Aramberri nos muestra que sus variantes explicativas oscilan entre las teorías com-pensatoria, que ven al ocio y al turismo como una necesidad que han de ser funcio-nales con los fines de las sociedades y como compensación de los esfuerzos y penalida-des que acarrea la vida productiva, y en ella se encuentran las teorías humanistas y las de la alienación; hasta las teorías con-flictivas que conciben al turismo como una forma más del colonialismo económico, polí-tico y cultural. (Aramberri: 1982; 13-22) Estudios recientes en este campo del co-nocimiento muestran ciertas convergencias en el tratamiento terminológico y concep-tual, aunque aportan un mayor nivel de reflexión en la determinación del objeto de estudio. La llamada corriente crítica del turismo, patentizada en el Movimiento Nuevo Tiempo Libre, concibe al turismo como un fenómeno social que tiene como factor esencial al ocio, como una actitud de contemplación y trascendencia (Molina, Et.al: 1986; 4-5), el cual plantea un proble-ma conceptual para su adecuado trata-miento. En tal virtud, Molina al desarrollar el análisis del problema referido, plantea la propuesta de un modelo llamado fenomeno-lógico para el turismo ya que “...facilita la trascendencia de los valores, intereses y expectativas del hombre hacia superiores y más perfeccionados estadios de vida” (Moli-na: 1986; 85); sin embargo, ese análisis presenta un recuento histórico del ocio en diversas etapas de la humanidad para con-cluir que el ocio contemporáneo es la posibi- 232 Inter, multidisciplina y/o hibridación ... lidad de reproducción del capital mediante el consumo (Ibíd.; 108). Tal concepción, en realidad no rebasa el abordaje fenoménico. Heidegger aclara al respecto: “Fenoménico se llama a lo que se da y es explanable en la forma peculiar de hacer frente al fenómeno; de aquí el hablar de estructuras fenoméni-cas. Fenomenológico se dice todo lo que entra en la forma de mostrar y explanar y lo que constituye los conceptos requeridos en esta disciplina” (Heidegger: 1971; 78). Ello quiere decir que podemos hablar de objeto fenoménico o realidad fenoménica, aunque lo que respecta a la investigación se deba referir como investigación fenomeno-lógica, de epoché ( fenomenológi-ca1. Aclarando aún más: decir fenoménico es hablar de un adjetivo que se revela en el fenómeno, mientras que decir fenomenoló-gico es calificar el manifestarse del objeto en su esencia, como igualmente la indaga-ción de lo que hace posible este manifestar-se. Ante este panorama lo que resta es con-tinuar aportando y construyendo con un sentido crítico, de tal manera que no sólo se solventen problemas prácticos sino también conceptuales. Problemática Dos aspectos que se encuentran en el desarrollo de las sociedades modernas y que tienen que ver con el turismo y sus manifestacionesson: la globalización y la crisis. Hoy la humanidad se encamina a un mundo de urbanización generalizada no sólo porque los datos así lo indican sino porque la tendencia es que las áreas rura-les formarán parte del sistema de relacio-nes económicas, políticas, culturales y de comunicación organizadas a partir de los centros urbanos. Este fenómeno llamado globalización se está apoyando en la revolución tecnológica informacional que articula procesos socia-les, económicos y culturales a distancia, haciendo depender la riqueza de las nacio-nes, empresas e individuos de los movi-mientos de capital a partir del sistema emergente de multimedia, controlado fina-nanciera y tecnológicamente por grandes grupos internacionales. El impacto que este fenómeno genera a nivel social y cultural está produciendo “Un mundo organizado en torno a grandes aglomeraciones difusas de funciones eco-nómicas y asentamientos humanos disemi-nados a lo largo de vías de transporte, con zonas rurales intersticiales, áreas periur-banas incontroladas y servicios desigual-mente repartidos en una infraestructura discontinua” (Borja y Castells: 1998; 13). Y es que este mundo globalizante está estruc-turado globalmente en su centro y deses-tructurado localmente en múltiples perife-rias. Es menester aclarar que no toda la acti-vidad económica o cultural en el mundo es global, más bien la inmensa mayoría de dichas actividades, en proporción de perso-nas participantes, es del ámbito local o regional. La cuestión es que hablar de un mundo globalizante, estructurado global-mente en su centro, implica comprender que el proceso de globalización de la eco-nomía y la comunicación tiene como centro de dicha transformación una revolución tecnológica que ha cambiado nuestras for-mas de producir, consumir, gestionar, in-formar o pensar; más aún, las actividades estratégicamente dominantes están organi-zadas en redes globales de decisión e inter-cambio controladas “desde” el centro por organismos económicos y financieros así como de cooperación política internacional. Tal es el caso de México cuando se integra a la economía norteamericana mediante el Tratado de Libre Comercio y, a través del mismo, a la economía global. Para ellos el Distrito Federal tuvo que reforzar sus fun-ciones de gestión y coordinación internacio-nal transformando su estructura espacial para el cumplimiento de dichas funciones como en el caso del Paseo de la Reforma donde se localiza un corredor financiero importantísimo o las promociones inmobi-liarias del complejo Santa Fe con un espa-cio exclusivo de 650 hectáreas para sedes comerciales como Hewlett Packard, Grupo Cifra, Televisa y las tiendas de lujo, hoteles y residencias de alto nivel. Entre tanto, la desestructuración local -en múltiples peri-ferias- en la era de la información no diluye los centros urbanos como pensaban los de-terministas tecnológicos, sino que, al con-trario, al permitir la gestión y la comunica-ción entre sí de sistemas urbanos y rurales distantes, tiende a concentrar a la pobla- Marcelino Castillo Nechar 233 ción en aglomeraciones territoriales, par-cialmente discontinuas, de gigantesca di-mensión y de características socioespaciales nuevas. Tal situación conlleva a hablar hoy de la ciudad multicultural. Aunque históricamente las sociedades civiles se han constituido a partir de la multiplicidad de etnias y culturas, nuestras modernas ciudades o megalópolis concen-tran en mayor grado dicha diversidad pro-vocando con ello crisis en diversos órdenes; quizás el reto más importante de aquellas ciudades sea no sólo su gestión sino solven-tar las tensiones y los conflictos intercultu-rales, es decir, establecer mecanismos de convivencia y respeto de la diferencia. En los últimos años del siglo XX, la globaliza-ción de la economía y la aceleración del proceso de urbanización incrementaron la pluralidad étnica y cultural de las ciudades a través de procesos migracionales que condujeron a la interpenetración de pobla-ciones y formas de vida dispares en espa-cios comunes. Lo global en este sentido tiene dos características: se le localiza so-cialmente de forma segmentada y espa-cialmente de manera segregada. (Ibid; 112) Así, esta era de la información global es también la era de la segregación racial. La segregación espacial de las etnias y razas en las ciudades no es una mera herencia de un pasado discriminatorio, es también una característica de la globalización y de la crisis. En el pasado la segregación racial no sólo tenía que ver con las cuestiones para evitar las mezclas sino también era una forma de discriminar a los autóctonos para la supremacía de la raza hegemónica que buscaba consolidarse cultural, ideológica y económicamente. Si observamos las cifras de lo que significó la segregación racial en términos del afán de lucro, las necesidades del comercio hasta las sangrías demográfi-cas que incluyeron genocidios y etnocidios nos percatamos de lo siguiente: “Se estima que en 1492 la población de América Latina comprendió entre 70 y 88 millones de habi-tantes; 150 años más tarde no quedaban más que tres millones y medio. Los aztecas pasan de 15 millones a 2 millones en un siglo. El México central sufre una caída que va de 25 millones a 1 millón de habitantes. En este país, se sabe que al principio de la conquista los franciscanos tenían que ofi-ciar las misas en los atrios de las iglesias, para que las multitudes de fieles pudieran ver. A finales del siglo XVI, los oficios ya no se celebraban más que en el interior de simples capillas”. (Rouland, Et.al: 1999; 283) Para la mentalidad de los europeos de aquella época, estos pueblos constituían salvajes con formas de vida rudimentarias cuyo esclavizamiento y liquidación no eran más que un mal menor. Hoy, la mentalidad para las grandes corporaciones financieras y económicas, con relación a gran parte de los pueblos de la humanidad en esta era globalizada no cambia en esencia su signifi-cado, aunque sí adquiere otra dimensión en cuanto al binomio inclusión-exclusión. In-clusión en cuanto a lo que crea valor y de lo que se valora; exclusión de lo que se deva-lúa o se minusvalora. Es, a la vez, un sis-tema dinámico, expansivo y un sistema segregante y excluyente de sectores socia-les, territorios y países que no entran en esa lógica valorativa de la producción. Pero esta transformación histórica no se limita al ámbito de lo tecnológico y lo económico; afecta también a la cultura, a la comunica-ción y a las instituciones políticas. A tal grado es esto que el resultado de ello con-lleva al establecimiento de procesos contra-dictorios entre la globalización tecno-económica y la especificidad creciente de las identidades y la crisis de los Estados nacionales, ya que al tratar de consensar la pluralidad de identidades territoriales y culturales, que aspiran ser representadas por los Estados nacionales, se generan pro-cesos conflictivos que, en último término, terminan por deslegitimar la idea de repre-sentación nacional. Consecuentemente, los proyectos de desarrollo se inhiben ante la incapacidad de negociar la adaptación con-tinua a la geometría variable de los flujos de poder. Lo anterior no está muy lejos de lo que significa el llamado desarrollo turístico, es más se hace presente comúnmente. Una característica de este tipo de desarrollo, que genera problemas sociales y culturales en la población son el crimen, la violencia, el hambre y la pobreza, y es que “La concen-tración espacial de minorías desfavorecidas conduce a crear verdaderos agujeros negros de la estructura social urbana, en los que se refuerzan mutuamente la pobreza, el dete- 234 Inter, multidisciplina y/o hibridación ... rioro de la vivienda y otros servicios urba-nos, los bajos niveles de ocupación, la falta de oportunidades profesionales y la crimi-nalidad”.( Ibid; 122) Este tipo de hechos sin duda repercute en la estructura y fucionamiento del turis-mo. Ejemplo de ello fueron los ataques te-rroristas en Estados Unidos de Norteamé-rica, los cuales afectaron la actividad turís-tica al grado de que la Organización Mun-dial del Turismo difundió un análisis inme-diato de su repercusión, informando que los turistas estaban posponiendo sus vacacio-nes y eligiendo destinos más próximos y confiables. Más aún, la previsión sobre el crecimiento de la llegada de turistas a nivel mundial en el 2001 pasó de un 3% a un 1.5 % (OMT a; 2001). Aunado a estos análisis, en la Conferencia Líderes del Turismo para el Milenio, Nelson Mandela, expresidente sudafricano, abordó los dos principales pro-blemas de nuestro tiempo: la paz y la ate-nuación de la pobreza. El señaló: “El turis-mo ha llegado a ser la actividad económica de mayor volumen y crecimiento del mun-do. El reto consiste en utilizar eficazmente la fuerza del sector en la lucha contra la pobreza” (Ibid). Cabe señalar que en esa conferencia también se abordaron tres as-pectos esenciales para el desarrollo preten-dido en torno a las tendencias del turismo: la protección al medio ambiente, del patri-monio cultural y el uso de la tecnología en relación con el turismo. Ciertamente la criminalidad o el terro-rismo constituyen un lastre para hacer del turismo el motor del desarrollo, pero igualmente el uso selectivo de la tecnología. Más aún, trasponer el subdesarrollo de los países que cuentan con una variedad de recursos no es fácil cuando sus condiciones de vida y los espacios que habitan -a la vez que los segregan, aumentan los índices delictivos- carecen de acciones por parte del sector público, privado y social para aportar soluciones integrales. Un modelo en boga, que deberá ser dis-cutido de manera interdisciplinaria lo cons-tituye el ecoturismo el cual es entendido como aquel “...dedicado al disfrute de la naturaleza, de forma activa, con el objetivo de conocer e interpretar los valores natura-les y culturales existentes en estrecha in-teracción con las comunidades locales y con un mínimo de impacto en los recursos; so-bre la base de apoyar los esfuerzos dedica-dos a la preservación y manejo de las áreas naturales donde se desarrolla o de aquellas prioritarias para el mantenimiento de la biodiversidad”. (Alianza del Turismo: 2001) Las tendencias del turismo moderno apuntan hacia la globalización, la crisis y la contibución a la paz. Y es que el turismo hoy se concibe como una actividad global que interrelaciona la concertación interna-cional. Se dice que “La industria turística, en los próximos 8 años, antes del 2005, doblará su volumen de operación actual, dando trabajo a un colectivo que alcanzará los 165 millones de personas. Es y será sin ninguna duda una de las actividades más decisivas del tercer milenio y sobre ella se fundamenta en buena parte la paz, la in-terrelación y la redistribución económica”. (AMFORT: 2001) Como se observa, el reto que tiene la producción del conocimiento turístico, a partir de los presupuestos sociológicos y antropológicos, demanda una renovación de lo convencionalmente entendido como tu-rismo en este campo. Hoy la cultura, los valores, la tolerancia, el entendimiento, la convivencia y la sostenibilidad son térmi-nos que requieren re-pensarse2, pues si bien es cierto al turismo se le concibe como “...un instrumento de desarrollo personal y colectivo que busca la comprensión y la promoción de los valores éticos comunes de la humanidad, en un espíritu de tolerancia y respeto de la diversidad de creencias, prestando atención a las tradiciones y prác-ticas sociales y culturales de todos los pue-blos, incluso el de las minorías nacionales y de las poblaciones autóctonas” (OMT b; 2001), son términos que en su indagación teórico-práctica tendrán que abordarse de manera inter y multidisciplinaria, lo cual demanda adecuadas estrategias metodoló-gicas a fin de no hacer de ese tipo de estu-dio eclecticismos banales. En este concierto mundial globalizante, la importancia que cobra lo sociocultural es un parteaguas para reactivar el desarrollo turístico. Muchas naciones han centrado su proyección al legado histórico y cultural de sus territorios para una mayor captación de visitantes, otras han compatibilizado sus recursos naturales con su riqueza cultural. Sin embargo, la mentalidad economicista y pragmática de nuestra sociedad moderna le Marcelino Castillo Nechar 235 ha puesto precio a casi todo lo que se puede disfrutar. La industria del entretenimiento no ha dejado fuera la cultura y el turismo: manifestaciones, tradiciones y costumbres se han folclorizado y exotizado al grado de lucrar con creencias y prácticas comunita-rias que despersonalizan y alienan a los individuos. En el discurso oficial es común escuchar que el turismo contribuye de manera signi-ficativa al desarrollo nacional en todos sus campos, entre ellos el cultural. Sin embar-go, el modelo convencional desvalora las facetas socioculturales del turismo por su criterio estandarizado, masificado y consu-mista. Turismo y manifestaciones sociocul-turales son una relación que implica mucho más que instrumentar programas de pro-moción, inversión o propaganda; implica un esfuerzo por reconvertir desde lo normati-vo, lo educativo, el medio ambiente natural hasta lo étnico y cultural, sustentable y cualitativo de tal práctica. Orientación teórico-metodológica La interpretación y análisis de la rela-ción del turismo con los aspectos sociocultu-rales se han dado a partir del manejo de escasas variables, debido a la concepción tradicional del turismo. El análisis del tiempo libre, los escenarios futuros, usos y valores culturales, entre otros, no se consi-deran sustanciales para la elaboración de planes integrales de desarrollo. Por otro lado, la pobreza conceptual de la mayoría de los estudios en esta línea se ha hecho patente por el empirismo de las investiga-ciones. La consecuencia de ello es obvia: solo se describen hechos sin interpretar sus posibles significados o coadyuvar a trans-formar la realidad. Por ello es necesario ubicar esta línea de investigación en los estudios turísticos de vanguardia, entendiendo que: los estudios sociocultuales del turismo son aproxima-ciones teórico-metodológicas que buscan precisar niveles de actuación inter y mult-disciplinaria en el análisis de las manifes-taciones, hechos, actividades y fenómenos del homo turisticus en sociedad, con base en la interpretación crítico-reflexiva de lo social. Es cierto, el turismo es un objeto de es-tudio perteneciente a la ciencia social, de ella se tienen diversas aportaciones que van desde la economía hasta la antropolo-gía, pasando por la historia y la psicología, entre las principales disciplinas encargadas de estudiarlo. Una nueva tendencia lo cons-tituyen los estudios aportados por los inge-nieros forestales, sobre todo en los Estados Unidos de Norteamérica quienes, dada la preocupación por la preservación del medio ambiente, han propuesto modelos alterna-tivos basados en la relación hombre-naturaleza patentizados en el llamado eco-turismo, turismo verde y aún por otros de-nominado turismo rural. (Jafari: 1994; 32) Cabe señalar que a partir de esta re-flexión diversos estudiosos de la conceptua-lización y metodología del turismo han se-ñalado la necesidad de encontrar alternati-vas de construcción particulares al campo del turismo, sin dejar de reconocer la nece-sidad de seguirse valiendo de las aportacio-nes de la sociología para esta tarea (Crf. Ponterio: 1991 y Rocha: 1992). Empero, no podemos dejar de señalar la principal polémica a la que se enfrenta la ciencia social en cuanto al estatus de la producción de su conocimiento. “No hay consenso en las llamadas ciencias del espí-ritu, culturales, humanas o sociales, acerca de su fundamentación” (Mardones: 1991; 19). Esta polémica, que versa sobre su esta-tus de cientificidad, mostraba que las na-cientes disciplinas sociales eran una nueva forma de abordar a la sociedad, la vida de los hombres y sus múltiples relaciones y que éstas no eran ni algo claro ni dado de-finitivamente de una vez por todas. Lo cier-to es que dos grandes tradiciones persisten hasta nuestros días para analizar las rela-ciones sociales: la ciencia como explicación causal y la ciencia como explicación teleoló-gica; y en ellas podemos abrir un amplio abanico de posibilidades y/o ramificaciones que van desde el positivismo decimonónico hasta el racionalismo crítico sin dejar fuera los holismos e idealismos. Aquí cabría preguntarse: ¿todo vale en la ciencia? Parafraseando a Feyerabend responderíamos: “Hay que atreverse a pen-sar a la contra si se quiere ser fructífero” (Feyerabend: 1974; 52). Y es que para al-gunos, la ciencia se asemeja al arte (Op.cit; 53) en el sentido -al igual que el quehacer creativo literario o artístico- de quien repite no logra más que un eco de lo ya visto, de lo 236 Inter, multidisciplina y/o hibridación ... ya conocido; y por ello la búsqueda del dis-enso, de la contradicción y de la ruptura nos permitirá aprovechar todo aquello que pueda sugerir y despertar la originalidad no sólo para salvar núcleos discursivos, teórico-metodológicos, sino para derribar dogmas y edificar nuevas teorías. Por ello no podemos permanecer ajenos a este tipo de discusiones que ponen de manifiesto que la ciencia actual no está tan claramente demarcada de otras tareas inte-lectuales, ni que hay una unidad de método dentro de la ciencia. Que el método hipoté-tico- deductivo no es el único método cientí-fico ni los eclecticismos y holismos son la panacea; pero, “La historia de la metodolo-gía sugiere que los métodos hipotéticos son más fuctíferos que los inductivos”. (Ibid; 54) Lamentablemente, en los estudios turís-ticos la tendencia se ha cargado hacia la cuestión inductiva con los clásicos trabajos estadísticos, econométricos, sociodescripti-vos y etnoantropológicos de corte cuantita-tivo- mesurable. Un concepto teórico-metodológico intere-sante que está surgiendo en el campo de la ciencia social es el de hibridación. “En todas las universidades, la ense-ñanza, el nombramiento y las carreras de los docentes, el examen de su labor por colegas de igual categoría se ajustan a las fronteras diciplinarias. Las disciplinas desempeñan un importante papel en la transmisión del saber de una generación a otra, motivo por el cual se perpetuarán en las universidades. Por el mero hecho de existir oficialmente, una disciplina tiene muchos intereses profesionales que defen-der. Cada disciplina defiende celosamente su soberanía territorial. Algunos estudio-sos creen todavía, como Augusto Comte hace mucho tiempo, que cada ciencia debe poseer su propia materia de estudio distin-tiva, opinión que se puede justificar desde una perspectiva pedagógica. Ahora bien, en el frente de las investi-gaciones, las fronteras reconocidas de las disciplinas están cada vez más en entredi-cho, porque las disciplinas tradicionales ya no corresponden a la complejidad, las ra-mificaciones, la gran diversidad del esfuer-zo que hoy día despliegan los científicos. En la investigación científica, el aumento de las especialidades fisura las disciplinas académicas, cuyos perfiles están convir-tiéndose en artificiales y arbitrarios. Entre disciplinas vecinas hay espacios vacíos o terrenos inexplorados en los que puede penetrar la interacción entre especialida-des y campos de investigación, por hibrida-ción de ramas científicas”. (Dogan; 1998) Como se puede apreciar, en ciencia so-cial y en turismo no podemos aferrarnos a una idea unívoca respecto a la construcción de conocimiento, pues las fronteras se tor-nan difusas, pero ello no quiere decir que se acepte cualquier presupuesto teórico y/o metodológico para tal construcción. El reto más bien estriba en cómo planteamos los objetos de estudio que se reconozcan como turísticos y la participación inter, multidis-ciplinaria y/o híbrida que le dé un sentido nuevo a lo que se pretenda abordar. Thomas Kuhn, tras haber creído que las disciplinas eran vectores de paradigmas, se decantó por las "matrices disciplinarias", unidades menores que las disciplinas. Aún con ello, no existen definiciones analíticas de especialidades y disciplinas. "Ambas son agrupaciones laxas de cien-tíficos consagrados a problemas similares y que se identifican a sí mismos y son identi-ficados por otros como personas que traba-jan en la división menor, social y cogniti-vamente definida como especialidad así denominada... Las especialidades son com-parativamente pequeñas y fluidas, en tan-to que las disciplinas son más estables y están más a menudo institucionalizadas en la estructura de las universidades y de las agrupaciones profesionales oficiales. Los miembros de las especialidades son conoci-dos por los demás o conocen mutuamente su labor, en mayor medida que las investi-gaciones efectuadas en su disciplina consi-derada en conjunto". (Zuckerman: 1988; 256) Esto nos muestra que, racimos de áreas de investigación conexas constituyen espe-cialidades a cuyos miembros une un mismo interés por un tipo concreto de fenómeno o método. A su vez, las disciplinas se compo-nen de un racimo de especialidades. Anali-zando las relaciones entre especialidades dentro de las disciplinas y entre especiali-dades interdisciplinarias, se pueden distin-guir dos tipos de disciplinas: a) Restringidas: Muestran un grado ele-vado de vinculación entre distintas áreas de investigación dentro de la dis- Marcelino Castillo Nechar 237 ciplina, pero menos con otras discipli-nas. b) No restringidas: Muestran vínculos relativamente difusos entre las áreas de investigación tanto dentro como fue-ra de las disciplinas. (Crane y Small: 1992; 200) Sin embargo, la cuestión particular para abonar en esos vínculos, ciertamente lo constituyen los constructos teóricos para esos nuevos saberes. Al respecto, es necesa-rio recurrir a los conceptos de problemática y de ruptura epistemológica a la manera de Althusser, quien tomándolos de Jacques Martin y de Bachelard, respectivamente, los entiende como la unidad específica de una formación teórica con el fin de pensar la mutación de la problemática contempo-ránea de la fundamentación de una disci-plina científica (Páez: 2002; 68). De esta manera, ejercitarse en las rupturas inter-nas de una teoría o pensamiento, para aco-tar una historia intelectual y reconstruirla, supone considerar las transformaciones y discontinuidades de su problemática en la constitución de su objeto y, por lo tanto, las mutaciones en el contenido y el sentido de las preguntas cruciales de la problemática en cuestión para tratar dicho objeto. Para re-hacer la historia de una teoría o un descubrimiento científico, es necesario contar con una teoría de la evolución ideo-lógica sobre la base de principios científicos que den cuenta de la prehistoria ideológica de un pensador. Estos principios suponen una relación que es indispensable pensar: la relación de la unidad interna de un pen-samiento singular con el campo ideológico existente (Ibid; 70). La problemática de un pensamiento no se reduce ni limita al do-minio de los objetos a los que el autor ha hecho referencia, porque no es la abstrac-ción del pensamiento como “totalidad” sino la estructura concreta y determinada de un pensamiento. Althusser destaca que: “…en el criterio de las rupturas, se trata de prin-cipios científicos en tanto sean verdaderos, como condiciones de planteamiento legítimo de un problema en un momento dado de la constitución de una teoría o disciplina cien-tífica y, como telón de fondo, el hecho de que la ideología tenga, indefectiblemente, un comienzo absoluto” (Citado por Páez). Así, el criterio epistemológico de las ruptu-ras se acusa, en primer lugar, por un pro-cedimiento hermenéutico de practicar la lectura de las obras del saber, lo que Alt-husser llamaba una lectura “sintomática” o de la “sospecha”. Por otro lado, en el archipiélago de las ciencias sociales, hay, según la definición que adoptemos, de diez a quince disciplinas académicas; sin embargo, hay centenares de especialidades, sectores, campos, sub-campos, intersticios y nichos. En sociología, por ejemplo, existen unas 50 especialida-des, como indica la lista de comités de in-vestigación de la Asociación Internacional de Sociología. En la Asociación Internacio-nal de Ciencias Políticas hay otros tantos. La mayoría de estos grupos colaboran hasta cierto punto dentro de sus respectivas aso-ciaciones traspasando las fronteras entre las disciplinas. Lo mismo sucede con la mayoría de las demás ciencias sociales, salvo la economía y la lingüística. Algunos autores han llegado incluso a proponer un cambio de nombre, por ejemplo a la llamada ciencia política: "Esta vieja etiqueta de ciencias políticas es una heren-cia del pasado... No se ajusta a la realidad... Sociología política sería la verdadera de-nominación de la disciplina de las ciencias políticas" (Favre: 1995; 157). La sociología se enfrenta a ese mismo problema de iden-tidad: "Las subespecialidades de la disci-plina se han vuelto vulnerables a ataques o incluso a la anexión por parte de disciplinas adyacentes... La organización de la sociolo-gía se enfrenta a potentes fuerzas centrífu-gas, a veces desintegradoras" (Halliday: 1992; 3). En este sentido, las fuerzas centrí-fugas engendran especialidades en torno a disciplinas y entre éstas. La especialización es necesaria confor-me una disciplina progresa y pasa de enfo-ques especulativos generales a estudios más empíricos y a la verificación de hipóte-sis. Ningún estudioso puede dominar toda la realidad empírica y el paso del nivel de la abstracción a lo concreto nos obliga na-turalmente a limitarnos, a especializarnos. Las disciplinas se fragmentan además siguiendo imperativos epistemológicos, metodológicos, teóricos e ideológicos. Es probable que quienes trabajan concreta-mente en una, las divisiones teóricas e ideológicas les parezcan más importantes que las de otra disciplina. Si antaño se podía uno conformar con ser un sociólogo 238 Inter, multidisciplina y/o hibridación ... generalista, porque existía una masa lo suficientemente compartida de nociones básicas y una cantidad bastante reducida de investigaciones, hoy es difícil imaginar que esto pudiera seguir vigente. Lo mismo ocurre en el campo de estudio del turismo. Diversos autores han subrayado la im-portancia que tiene la fragmentación de conocimientos para el aumento del patri-monio propio de las disciplinas; éstas, con-forme acumulan saber, se fragmentan; la mayoría de las partes resultantes pasan a ser patrimonio de subcampos determinados y unas pocas, las clásicas, se transmiten en el recuento de varias disciplinas académi-cas. En un análisis de publicaciones periódi-cas de sociología y economía en el período de 1972 a 1987, Crane y Small han detec-tado un notable desplazamiento de la socio-logía a la "sociología interdisciplinaria" y de la economía a la "economía interdisciplina-ria". El criterio seguido para afirmar la existencia de la "interdisciplinariedad" fue el porcentaje de citas de la publicación de la disciplina respectiva (Op.cit: 204-205). Otro análisis de los mismos autores respecto al número de referencias, muestra un aumen-to claro de las relaciones interdisciplina-rias. Pero la pauta más importante de los do-ce años últimos no es tanto el paso de las fronteras entre las disciplinas por los pa-trones de citas como la multiplicación de nuevas publicaciones periódicas híbridas que tienden puentes entre disciplinas y entre especialidades. En el decenio último han aparecido más de 200 publicaciones periódicas híbridas en inglés y otras mu-chas en francés y alemán, la mayoría de las cuales son de circulación restringida y es-tán dedicadas a subcampos muy especiali-zados que conectan las ciencias sociales clásicas. Es menester elaborar una nueva historia de las ciencias sociales contempo-ráneas en torno al proceso concreto de hibridación del saber (Dogan a; 1998). Algunos estudiosos recomiendan un planteamiento interdisciplinario. Lo mismo hay quienes parecen creer que es posible establecer categorías claras entre las cien-cias sociales, otros muchos persisten en la búsqueda del santo grial de la "interdisci-plinariedad". Sin embargo, esa recomenda-ción no es realista porque pasa por alto un fenómeno esencial de la historia de la cien-cia, esto es, la especialización a través de un proceso de fragmentación. Fragmenta-ción- hibridación juegan un papel imporante en la ciencia ya que a la vez que se gestan especialidades en las disciplinas, se gene-ran lagunas entre las especialidades, que se suman a las que produce la división de las ciencias sociales en las disciplinas estable-cidas. Así, la hibridación tiende puentes sobre esas lagunas para construir nuevos sentidos y significados. En el turismo como en la sociología ocu-rre un hecho muy parecido: distintas disci-plinas -con diferentes perspectivas- suelen abordar un mismo fenómeno, lo cual aca-rrea división de territorios entre los sabe-res. En esa estrategia de construcción se aprecian dos modalidades: a) La adecuación: que en gran medida se refiere a intercambios categoriales, defi-nicionales y metodológicos entre las dis-ciplinas. b) La hibridación: que implica la recombi-nación del saber en nuevos campos espe-cializados bajo nuevos objetos de estu-dio. La adecuación dentro del turismo se ha manifestado en los estudios clásicos y/o tradicionales en los que destacan definicio-nes -en el mejor de los casos- provenientes de otros campos, pertenecientes a discipli-nas que tocan tangencialmente este objeto de estudio, los cuales han acarreado divi-sión de territorios entre las disciplinas. La hibridación, en cambio, aspira a la cons-trucción innovadora de los objetos de estu-dio y no a la mera linealidad conceptual o metodológica de la adaptación. Entraña la recombinación del saber en nuevos campos especializados. Ejemplo de esto en el turis-mo sería el estudio del comportamiento de las corrientes turísticas (relacionado con la psicología social, la economía y la antropo-logía), la formación de las transnacionales y el turismo (relacionado con la sociología y la historia) la política turística (con el dere-cho y la economía social), los valores y la conciencia turística (con la filosofía, la ética y la psicología social), el desarrollo turístico (con la economía, la geografía y la sociolo-gía) la pobreza en los países tropicales tu-rísticos (con la agronomía, la climatología y la geografía económica), etc. Una recombi-nación innovadora es una mezcla de frag- Marcelino Castillo Nechar 239 mentos de saberes que antes que adaptar busca reconocer un sentido y significado nuevos al tipo de relaciones dinámicas de los objetos emergentes. La innovación de-ntro de cada disciplina depende en gran medida de intercambios con otros campos pertenecientes a otras disciplinas. Como en botánica, un híbrido es una combinación tal de dos ramas del saber que mejora la especie. Según Jean Piaget, una analogía más adecuada pueden ser las "re-combinaciones genéticas" de la biología molecular, “más equilibradas y mejor adap-tadas que los genotipos puros” (Piaget: 1970; 524). Cuando los antiguos campos de estudio ocupan más terreno, acumulan tales masas de materiales en su patrimonio que se fragmentan. Cada fragmento de la discipli-na se enfrenta entonces a los fragmentos de otros campos por encima de las fronteras de las disciplinas, perdiendo contacto con sus hermanos de la antigua disciplina. Por ejemplo, un sociólogo especializado en ur-banización tiene menos en común con un sociólogo que estudie la formación de las élites que con un geógrafo que efectúe in-vestigaciones sobre la distribución de las ciudades; el segundo sociólogo tiene más puntos de contacto con un geógrafo y un economista que analizan la desigualdad de la renta que con el primer sociólogo; es mu-cho más probable que los psicólogos que estudian la evolución infantil se interesen por la fisiología del desarrollo o las obras de lingüística consagradas a la adquisición del lenguaje que por otras ramas de la psicolo-gía. Un especialista en ciencias políticas que estudia la socialización política lee más obras sobre los agentes de la socialización (la familia, la iglesia, la escuela, la sociedad callejera, el pluralismo cultural, etc.) que acerca del Tribunal Supremo, los procesos legislativos, las direcciones de los partidos políticos o la contratación de los funciona-rios superiores. Quienes se han especiali-zado en el subcampo de los estudios sobre la seguridad en la época nuclear rara vez utilizarán obras sobre la socialización polí-tica o las relaciones laborales, y en cambio leerán las dedicadas a economía, psicología, estrategia militar, historia, matemáticas y física e ingeniería nucleares. Muchos campos de estudio que no inter-actúan fuera de la disciplina acaban por estancarse. El rendimiento de las investi-gaciones monodisciplinarias sobre una cuestión concreta va en disminución y llega un momento en el que hay que formular nuevas perspectivas. A causa de ello, “...las ideas que abren nuevos caminos dentro de una especialidad suelen proceder de ideas procedentes de otras especialida-des o disciplinas y que remiten a algo, en vez de investigaciones limitadas estricta-mente a la especialidad. Las especialidades que se quedan aisladas suelen agonizar si no se les infunde nuevas ideas desde fuera” (Turner; 1990; 25). La regla -entonces- es que quienes no in-teractúan fuera de la disciplina acaban por estancarse. “...los científicos que pasan a un nuevo campo suelen proceder de terrenos de investigación donde la importancia y resultados actuales han experimentado un declive acusado...” (Lemaine: 1976; 5). De esta manera, conforme se desarrollan, las especialidades híbridas atraen a investiga-dores de especialidades próximas estanca-das. Los colegas a los que dejan atrás no progresan, mientras que los innovadores avanzan sin hacer caso de las fronteras que se les oponen. Así, un estudioso puede que-dar fácilmente aislado en el centro de una disciplina si hace caso omiso de ello. Un concepto interesante en las ciencias sociales son los híbridos multigeneraciona-les. Estos se refieren a las mutaciones que sufren o exprimentan ciertos saberes por la insuficiencia de la disciplina y por la inter-acción con nuevos campos críticos. Ejemplo de ello es la fonética, que surgió como sub-campo en forma del híbrido denominado fonética fisiológica, se ha desplazado hacia la fonética neurofisiológica, un híbrido de tercera generación. Algo similar ocurre con la antropología turística que, conforme va-yan siendo más patentes las insuficiencias del actual enfoque estructuralista, puede evolucionar. Algunos investigadores afir-man que la importancia que el estructura-lismo atribuye al comportamiento incons-ciente del turista ha dejado una laguna que puede llenar la teoría de juegos, la cual analiza el comportamiento deliberado de las personas que interactúan unas con otras o, tal vez, el actual enfoque de siste-mas complejos sea útil para un nuevo signi-ficado de este hecho. Empero, no se debe olvidar que la cons- 240 Inter, multidisciplina y/o hibridación ... trucción de conocimientos y su innovación no parten de cero. El crecimiento de las ciencias hace retroceder las fronteras y crea nuevas fronteras y nuevas lagunas entre los campos de estudio. En ocasiones, esas lagunas pueden coincidir con antiguas es-pecialidades estancadas desde hace largo tiempo. Cuando los híbridos forman híbri-dos de segunda y tercera generación, no es raro que descubran esos campos anteriores y que basen su avance en conclusiones an-teriores. El proceso de hibridación consiste en el préstamo -en ambas direcciones- de concep-tos, métodos y teorías, que producen nue-vas interpretaciones de las disciplinas y especialidades en cuestión. Al respecto, conviene aclarar el proble-ma del uso y la difusión de los conceptos para esta cuestión de hibridación científica. Numerosos especialistas han denunciado la difusión conceptual y la polisemia de tér-minos empleados en diversas disciplinas como problema semántico, que origina el paso de los conceptos de una disciplina a otra. Los conceptos tomados en préstamo deben ser re-interpretados en el contexto de la nueva disciplina, porque un concepto no es sólo una palabra como signo, noción o una idea en su representación gráfica de los sonidos que expresa, sino también un pro-cedimiento que posibilita la descripción, clasificación y la previsión delos objetos cognoscibles (Abbagnano: 1994; 190). Según un estudio reciente de más de 400 concep-tos empleados en las ciencias sociales, entre ellos hay pocos neologismos, hecho que se explica por qué la mayoría son conceptos tomados en préstamo en lugar de haber sido creados ex profeso o bien reinterpreta-dos. Sin ser demasiado estictos, en este sen-tido, se podría pasar por alto la etimología de los conceptos para recalcar cómo los préstamos fertilizan la imaginación. Por ejemplo, la palabra rol procede del teatro, pero Max Weber le dio un significado socio-lógico y, de la sociologia, el concepto se di-fundió por doquier. La palabra revolución fue empleada en astronomía en 1390, antes de Copérnico, pero fue aplicada por primera vez a la política en 1600 y después por Luis XIV. Los historiadores la adoptaron y los sociólogos la articularon antes de regalarla al análisis político. El patrimonio de cada ciencia social está repleto de conceptos to-mados en préstamo, que son híbridos en el sentido de que fueron ideados en una disci-plina y re-plantados mañosamente en otra. A partir de la International Encyclopaedia of the Social Sciences y los índices analíti-cos de algunos libros importantes, Dogan ha compilado un inventario de mas de 200 conceptos "importados" a las ciencias políti-cas, muchos de los cuales han cambiado de sentido semántico en el curso de su adop-ción y adaptación. Lo anterior nos corrobora el hecho de que como no es obligatorio obtener una licencia para seguir un método o una técni-ca de investigación, la importación se ha efectuado en ocasiones sin discernimiento. El antídoto es emplear el sentido común al aplicar el método a un nuevo campo o a un nuevo objeto de estudio, no se trata de des-cribir y aplicar sin más. Lo que ocurre, tan-to en las ciencias sociales como en el turis-mo, es que demasiados generalistas en el saber confunden el razonamiento científico con la estrategia de investigación y el ins-trumental técnico. Hoy día, la principal fuente de disputas entre los generalistas y los especialistas en turismo no es, como muchos creen, la teorización sino la meto-dología adaptada. La adopción de métodos y técnicas esta-dísticos no es siempre beneficiosa. Muchos estudiosos del turismo utilizan métodos cuantitativos para ampliar las fronteras del saber movidos por la técnica, en lugar del cimiento del saber producido. A otros, en cambio, les mueve principalmente el inte-rés por el diseño de los modelos econométri-cos, incluso inverificables, cuantifican más de la cuenta y se exceden concibiendo mo-delos. A menudo se dedican a analizar cuestiones de escasa trascendencia, gas-tando mucho talento, dinero y recursos en mejorar un coeficiente de correlación o en rizar el rizo a base de análisis factoriales. Son productivos -si así se les quiere ver-pero en esencia son trabajos que, aunque aparecen en publicaciones periódicas respe-tadas porque la mayoría se caracteriza por un inadecuado contraste entre unas técni-cas de análisis complejísimas y una escasa imaginación en el plan teórico-metodológico de la investigación, o por datos cuyo interés no justifica las potentes técnicas emplea-das. Marcelino Castillo Nechar 241 Los teóricos de los sistemas sociales han empleado con frecuencia vastas analogías con los sistemas biológicos. La biología fue la primera en elaborar el concepto de "sis-tema" como manera de organizar la vida y los sistemas orgánicos como fenómenos no reducibles a sus elementos químicos. Algu-nos funcionalistas estructurales han afir-mado que los sistemas sociales son como sistemas biológicos porque se autorregulan y son homeostáticos. La obra reciente de Gordon Tullock sobre la economía de las sociedades no humanas trata de las hormi-gas, las termitas, las abejas, las ratas ma-cho, las esponjas y los mohos del légamo. Estos teóricos observaron además que en todo sistema biológico se tienen que llevar a cabo determinadas funciones y aplicaron la analogía para preguntarse qué funciones eran vitales para los sistemas sociales. La teoría de los sistemas recurrió fundamen-talmente a algunos sectores de la sociolo-gía. El origen de la teoría de la dependen-cia, que sedujo a tantos especialistas lati-noamericanos, fue obra de un grupo de eco-nomistas, sociólogos y demógrafos en cola-boración con estadísticos de las Naciones Unidas. Las teorías declinan, las viejas son superadas por otras nuevas. Hoy día, po-demos leer con gran interés a docenas de filósofos, políticos y grandes teóricos del pasado y citarlos con placer, pero sólo un puñado de teorías formuladas antes de la Segunda Guerra Mundial siguen vivas. Las teorías sobreviven con más facilidad en la lingüística y en la economía. Los ámbitos especializados necesitan orientaciones teó-ricas, pero una disciplina considerada en conjunto no puede tener una teoría univer-sal y ser monopolista. El proceso de hibridación no sólo se da en intercambios de conceptos, teorías y métodos entre las disciplinas y entre los subcampos. Es asimismo patente en los intercambios de informaciones, puntos esenciales, indicadores y datos estadísticos y en la práctica cotidiana de la investiga-ción empírica. Este comercio arroja un su-perávit en unas disciplinas y un déficit en otras. La geografía social toma prestadas informaciones de la geografía física, la cual a su vez las toma de la geología, en vez de a la inversa. El turismo ha contraído una enorme deuda externa, porque la política no se puede explicar únicamente a partir de él mismo. Sus hechos y fenómenos guardan estrecha relación con múltiples factores de la vida social, económica y cultural en los que se basa. Para explicar el turismo se requiere emplear docenas de variables no turísticas y ésta es una de las muchas ra-zones por las que el turismo está inextrica-blemente unido a las demás ciencias socia-les. Desde mediados del siglo XIX, la histo-ria de la ciencia es, ante todo, una descrip-ción de la multiplicación de subdisciplinas y de nuevas ramas del saber. Cualquier libro consagrado a la historia contemporánea de la ciencia demuestra cómo el camino real del progreso científico es la especialización híbrida. La mayoría de los especialistas no se asientan en el denominado núcleo de la disciplina, sino en anillos exteriores, en contacto con especialistas de otras discipli-nas. Prestan y toman prestados conceptos y términos en las fronteras. Son investigado-res híbridos. Disminuye velozmente el nú-mero de "generalistas". Todo el mundo tiende a especializarse en uno o varios ám-bitos de estudio. En un extremo están quienes se atrin-cheran tras las fronteras tradicionales de su disciplina, reduciendo su perspectiva y disminuyendo sus posibilidades de innovar. En el otro, los innovadores entusiastas. En algunos ámbitos, tomar conceptos en prés-tamo es con demasiada frecuencia cuestión de simple imitación y de carencia de adap-tación imaginativa. Todas las disciplinas viven en simbiosis con las demás ciencias sociales y, a decir verdad, no les queda más remedio, porque están programadas genéti-camente para engendrar nietos híbridos. La pauta que hoy se manifiesta consiste en el paso de las antiguas disciplinas ofi-cialmente reconocidas a nuevas ciencias sociales híbridas. La palabra "interdiscipli-nariedad" no expresa bien el fenómeno por-que tiene un deje de diletantismo y habría, pues, que evitarla y sustiturla por "multi-especialidad" o "hibridación del conocimien-to científico". Bibliografía. Abbagnano, Nicola. 1994 Diccionario de filosofía. México: F.C.E. 242 Inter, multidisciplina y/o hibridación ... Alianza del Turismo. 2001 Las nuevas tendencias de la demanda turística. Diversidad de la oferta y di-versidad de la demanda. http//www.turismoalianza.org.ar. Octu-bre de 2001. AMFORT. 2001 Información de Amfort. http/www.am-fort. org.es. Noviembre 2001. Aramberri, Julio. 1982 El paraíso...¿perdido? Sobre algunas teorías del turismo. Director del Institu-to Español de Turismo. Madrid. Docu-mento mimeografiado. Borja Jordi y Castells Manuel. 1988 Local y global. La gestión de las ciu-dades en la era de la información. Ma-drid: Taurus. Centeno Rocha, Manuel. 1992 Metodología de la investigación apli-cada al turismo: casos prácticos. México: Trillas. Crane, Diana, y Small, Henry. 1992 American Sociology since the Seven-ties: the Emerging Identity Crisis in the Discipline, Oxford. Dogan, Maite 1998a Las nuevas ciencias sociales: grietas en las murallas de las disciplinas. Mimeo. 1998b “Limits to Quantification in Com-parative Politics”, en M. Dogan, y A. Ka-zancigil (comps.), Comparing Nations, Oxford: Blackwell. Favre, Pierre. 1992 “Retour à la question de l'objet: faut-il disqualifier la notion de discipline » . Po-litix, 29(1). Fernández Fuster, Luis. 1978 Teoría y técnica del turismo. Vol. I. Madrid: Ed. Peninsular. Feyerabend, P.K. 1974 Contra el método: esquema de una teoría anarquista del conocimiento. Bar-celona: Ariel. Halliday, Terence C. 1992 Introduction: Sociology's Fragile Pro-fessionalism, Oxford: Blackwell. Heidegger, Martin. 1971 El ser y el tiempo. México: F.C.E. Jafari, Jafar. 1994 “La cientifización del turismo”, Estu-dios y perspectivas del turismo, 3(1). Lemaine, G.; Macleod, R.; Mulkay, M., y Weigast, P. (comps.) 1976 Perspectives on the Emergence of Scientific Disciplines. Paris: Mouton Lemaine. Mardones, J.M. 1991 Filosofía de las ciencias humanas y sociales. Materiales para una funda-mentación científica. Barcelona: Ant-hropos. Molina Sergio, Rodríguez Manuel y Cua-mea Felipe. 1986 Turismo alternativo. Un acercamiento crítico y conceptual. México: Ed. Nuevo Tiempo Libre. Molina, Sergio. 1986 Conceptualización del turismo. Méxi-co: Ed. Nuevo Tiempo Libre. OMT 2001a La Asamblea General une al sector del turismo mundial ante la crisis. http/www.world-tourism.org. Seul- Osaka, 24-29 de septiembre de 2001. 2001b Código de ética mundial para el tu-rismo. http/www.world-tourism.org. No-viembre de 2001. Páez Díaz de León, Laura. (Ed.) 2003 Vertientes contemporáneas del pen-samiento social francés. México: UNAM-ENEP- Acatlán. Piaget, Jean. 1970 “The Place of the Sciences of Man in the System of Sciences”, en UNESCO, Main Trends of Research in the Social and Human Sciences, vol. 1. Ponterio Vitale, Sergio. 1991 Metodología en el turismo. México: Trillas. Rouland Norbert, Pierré-Caps Stéphane y Poumarère Jacques. 1999 Derecho de minorías y pueblos autóc-tonos. México: Siglo XXI. Turner, Ralph. 1990 “American Sociology in Search of Identity”. American Behavioral Scien-tist, julio-agosto 1990. Velázquez Mejía, Manuel. 1994 Mythos y utopía como estructura de la historia. México: CICSyH-UAEM. Zuckerman, Harriet. 1998 “The Sociology of Science”, en Dogan, M. y Kazancigil, A. (comp.), Comparing Marcelino Castillo Nechar 243 Nations, Oxford: Blackwell. NOTAS 1 La epoché en los escépticos antiguos es la suspen-sión del juicio. Actitud que consiste en no aceptar ni contradecir, en no afirmar ni negar. En la filoso-fía contemporánea a partir de Husserl, y en general en la filosofía fenomenológica, tiene una finalidad distinta: la epoché se dirige a la realización de la actitud de la contemplación desinteresada, es decir, hacia una actitd desvinculada de todo interés natu-ral o psicológico con preferencia a la existencia de las cosas del mundo o del mundo mismo en su totalidad. 2 Según el Diccionario: Pequeño Larousse en color, de la lengua española, (1991; 752) el re es una preposición inseparable que forma parte de varias voces de nuestra lengua e indica repetición, reitera-ción hasta oposición, resistencia y retorceso. Por lo cual al conjuntarla con pensar remite a una acción reiterativa de volver a pensar lo pensado. En térmi-nos hermenéuticos referiría a la búsqueda del senti-do y significado ocultos o no develados totalmente en una cierta proposición. Ejemplo: “Ser capaces de pensar y re-pensar, leer y re-leer el por qué de aquellas raras y estrechas traducciones de la propia historia, se hace cada vez más evidente como pro-blema constitutivo del ser…”. Velázquez Mejía, Manuel. (1994). Mythos y utopía como estructura de la historia. CICSyH-UAEM. México. Pág. 47. Recibido: 20 de enero de 2005 Aceptado: 22 de marzo de 2005
Click tabs to swap between content that is broken into logical sections.
Calificación | |
Título y subtítulo | Inter, multidisciplina y/o hibridación en los estudios socioculturales del turismo |
Autor principal | Castillo Nechar, Marcelino |
Publicación fuente | Pasos. Revista de turismo y patrimonio cultural |
Numeración | Volumen 03. Número 2 |
Sección | Artículos |
Tipo de documento | Artículo |
Lugar de publicación | El Sauzal, Tenerife |
Editorial | Universidad de La Laguna |
Fecha | 2005-06 |
Páginas | pp. 229-243 |
Materias | Turismo ; Patrimonio cultural ; Publicaciones periódicas |
Enlaces relacionados | Página web: http://todopatrimonio.com/revistas/101-pasos-revista-de-turismo-y-patrimonio-cultural |
Copyright | http://biblioteca.ulpgc.es/avisomdc |
Formato digital | |
Tamaño de archivo | 286594 Bytes |
Texto | Vol. 3 Nº 2 págs. 229-243. 2005 www.pasosonline.org © PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural. ISSN 1695-7121 Inter, multidisciplina y/o hibridación en los estudios socioculturales del turismo Marcelino Castillo Nechar † Universidad Autónoma del Estado de México (México) Resumen: El artículo presenta un análisis respecto a la forma en que se construye lo sociocultural en el turismo, cuáles han sido sus tendencias y la forma de concebirlo. Además, aborda una reflexión en cuan-to a la situación de los aspectos socioculturales en la sociedad moderna, que tiene que ver con la globali-zación y la crisis y en las cuales los presupuestos clásicos no alcanzan a explicar la cuestión sociocultural en aquellas dimensiones. Empero, el aspecto medular lo constituye la reflexión metodológica para la construcción de los nuevos conocimientos turísticos de corte híbrido, con el manejo de los préstamos disciplinarios y en las especialidades. Palabras clave: Turismo; Sociocultural; Interdisciplina, multidisciplina e hibridación. Abstract: The article presents an analysis with regard to the form in which the sociocultural thing is constructed in the tourism, which have been his(her,your) trends and the way of conceiving it. In addi-tion, it approaches a reflection as for the situation of the sociocultural aspects in the modern society, who has to see with the globalization and the crisis and in which the classic budgets do not manage to explain the sociocultural question in those dimensions. However, the fundamental aspect constitutes it the meth-odological reflection for the construction of the new tourist knowledges of hybrid cut, with the managing of the disciplinary lendings and in the specialities. Keywords: Tourism; Sociocultural; Interdiscipline, multidiscipline and hybridization † • Marcelino Castillo Nechar es Licenciado en Turismo y Maestro en Investigación Turística por la U.A.E.M. Ha sido Director de Relaciones Públicas de la Empresa Mercadológica Editur Presidente del Colegio de Licenciados en Turismo del Estado de México; Asesor de la Dirección de Turismo del Estado de México; etc. Actualmente es profe-sor investigador del Centro de Investigación y Estudios Turísticos (CIETUR) la Facultad de Turismo de la U.A.E.M. E-mail: marcanec62@hotmail.com 230 Inter, multidisciplina y/o hibridación ... Introducción Después de los estudios económicos, las principales aportaciones en materia de turismo han sido los realizados por la socio-logía y la antropología, de ahí que el turis-mo sea concebido como un fenómeno socio-cultural, y no precisamente porque se le relacione con lo que ha sido llamado el mo-vimiento masivo de personas, sino porque en su manifestación se observan impactos en diversos ámbitos de la vida de las comu-nidades donde éste se presenta. Es por ello que abordar el estudio del tu-rismo bajo la concepción sociocultural im-plica reflexionar no solo la problemática que plantea el análisis de aspectos como el tiempo libre, la sociedad de consumo, las tendencias culturales y sociales, los motivos y gustos que derivan en condiciones cultu-rales particulares como la elección de de-terminados destinos turísticos, sino tam-bién involucra el análisis de la condición contextual de la actividad turística centra-da en sus políticas, modelos de conducción que impactan la vida comunitaria, la globa-lización de prácticas económicas, sociales y culurales, la modernización de los destinos turísticos, hasta la aportación de esquemas conceptuales y teóricos que vayan preci-sando el objeto “turismo” en esta orienta-ción. Cabe señalar que abordar el estudio del turismo desde la óptica de la aportación sociocultural plantea -de entrada- dos retos: el de la construcción metodológica, teórica y hasta técnica; pues es común en las inves-tigaciones turísticas tomar, de manera ecléctica, diversas terminologías y encami-namientos que no resultan compatibles cuando del hecho o fenómeno turístico se quieren indagar situaciones vinculadas a la cultura y al comportamiento social. Otro reto lo constituye la construcción de objetos de estudio a carácter turístico, dada la “jus-tificación” de que en la ciencia social existe una crisis de paradigmas y, además, de que el estudio del turismo en esta área es re-ciente. No pretendamos considerar al tu-rismo como ciencia por el simple hecho de conjuntar teoría y práctica, como lo refieren los clásicos, pero tampoco consintamos el planteamiento de los críticos, de que el tu-rismo como objeto de estudio se limita a una reducción epistemológica al aplicar cualquier paradigma para darle cierto sta-tus de cientificidad, menos aún que el tu-rismo solamente sea un área temática dis-ciplinaria, pues ello sólo evidenciaría la incapacidad para fundar objetos a carácter turístico. Porque, ¿qué sentido tendrían los estudios turísticos y la formación de estu-diantes en este campo de conocimiento si otras áreas y otros egresados tienen un mayor dominio en contenidos curriculares de tipo social, antropológico, psicológico o económico y administrativo para operar a la actividad turística? Requerimos recono-cer que el estudio del turismo es mucho más que una reducción lógica que aparenta ser garantía de toda reducción ontológica; efectuar un esfuerzo para construir lo turís-tico implica cuestionar la esencia particular de este fenómeno. Las condiciones del desarrollo científico en el campo de lo social hoy se debaten en-tre la adaptabilidad del conocimiento y la innovación. Inter y multidisciplinariedad constituyen la alternativa para no solo adaptar sino innovar; sin embargo, en el caso de lo turístico tales situaciones no se pueden limitar a la indagatoria sensorial de sus manifestaciones y hechos. Es necesario rescatar la idea de que el problema princi-pal que afronta el turismo no es su manejo y orientación como negocio sino cómo apre-hendemos y conducimos una realidad que en el discurso y en el modelo convencional están resultando marginadora de las ma-sas, alienante en las relaciones turísticas y poco sustentable para el desarrollo integral de los destinos turísticos. El turismo a carácter sociocultural no es la folclorización de la cultura, o la industria de los servicios y de la recreación de lo ex-ótico y lo pintoresco; tampoco es ese discur-so “angelical” –seudo-humanista- que lo concibe como un vehículo de paz y comuni-cación entre los hombres de buena voluntad y entre las naciones. Es un hecho que pre-senta el reto de la contradicción humana manifiesta en sus intituciones, en sus ideas y en sus productos materiales; indica for-mas de vida, organización, creencias y has-ta superticiones que caracterizan al homo turisticus en sociedad. Marcelino Castillo Nechar 231 Antecedentes La importancia que cobraron los despla-zamientos turísticos durante el siglo XX llevó al turismo a ser concebido como algo trascendente tanto para los países que po-seían recursos y atractivos como para las mismas poblaciones e individuos que las componían, de ahí que los diversos gobier-nos le concedieran máxima atención en sus diversas facetas: la económica, la estadísti-ca, la política hasta la social y la cultural. (Fernández: 1978; 17-19) Ello generó que tanto individuos como asociaciones y gobiernos se dieran a la ta-rea de estudiarlo. Resultado de esto se de-rivaron disciplinas como la psicología turís-tica, aquella encargada de estudiar las mo-tivaciones, las preferencias de los lugares, los cúandos, cómos y porqués; la economía turística referida al análisis de la oferta y la demanda; la política turística que desta-ca las acciones a seguir en la organización y conducción del turismo; hasta la llamada sociología turística que en términos genera-les ha buscado indagar “...el comportamien-to turístico de los grupos humanos según edad, nacionalidad, formación cultural e intelectual, medio social, clima, mentali-dad, religión, factores imitativos, etc.” (Ibid; 18) No menos prolíficos han sido los estudios con un enfoque cultural del turismo, enten-diendo a éste como un “Tráfico de personas que se alejan temporalmente de su lugar fijo de residencia para deternerse en otro sitio con objeto de satisfacer sus necesida-des vitales y de cultura o para llevar a cabo deseos de diversa índole, únicamente como consumidores de bienes económicos y cultu-rales”. (Morgenroth. Cit. por Ibid; 30) Sin embargo, no podemos limitarnos a aceptar que la esencia del turismo se re-duzca a una manifestación pura y escueta de lo económico en cualquier hecho que se le quiera observar. La otra visión, que ha aportado esta co-rriente socioantropológica, es la reducción de la teoría del turismo a la teoría del ocio y del tiempo libre. Si bien es cierto que el turismo se manifiesta en el marco de aque-llos, no es ni significa lo mismo. La abun-dante bibliografía respecto a la moderna “civilización del ocio” se ha limitado a estu-dios descriptivos y estadísticos de las vaca-ciones, la relación de las horas laborales y de descanso, el entretenimiento, la práctica del deporte, las actividades culturales, etc. Sin embargo, ello no quiere decir que sea irrelevante ese tipo de estudios sino que nos ha llevado a visiones reducidas de la relación que tiene el turismo con la cultura, la sociología y/o la antropología debido a que se supedita a ser abordado con su len-guaje especializado sin poner en crisis las categorías, los términos o las mismas me-todologías para hacer una reconstrucción crítica y analítica de los objetos que poda-mos llamar turismo cultural, sociología turística o antropología del turismo. De hecho, en un recuento teórico de las principales aportaciones de esta corriente de estudio -la socioantropológica- Julio Aramberri nos muestra que sus variantes explicativas oscilan entre las teorías com-pensatoria, que ven al ocio y al turismo como una necesidad que han de ser funcio-nales con los fines de las sociedades y como compensación de los esfuerzos y penalida-des que acarrea la vida productiva, y en ella se encuentran las teorías humanistas y las de la alienación; hasta las teorías con-flictivas que conciben al turismo como una forma más del colonialismo económico, polí-tico y cultural. (Aramberri: 1982; 13-22) Estudios recientes en este campo del co-nocimiento muestran ciertas convergencias en el tratamiento terminológico y concep-tual, aunque aportan un mayor nivel de reflexión en la determinación del objeto de estudio. La llamada corriente crítica del turismo, patentizada en el Movimiento Nuevo Tiempo Libre, concibe al turismo como un fenómeno social que tiene como factor esencial al ocio, como una actitud de contemplación y trascendencia (Molina, Et.al: 1986; 4-5), el cual plantea un proble-ma conceptual para su adecuado trata-miento. En tal virtud, Molina al desarrollar el análisis del problema referido, plantea la propuesta de un modelo llamado fenomeno-lógico para el turismo ya que “...facilita la trascendencia de los valores, intereses y expectativas del hombre hacia superiores y más perfeccionados estadios de vida” (Moli-na: 1986; 85); sin embargo, ese análisis presenta un recuento histórico del ocio en diversas etapas de la humanidad para con-cluir que el ocio contemporáneo es la posibi- 232 Inter, multidisciplina y/o hibridación ... lidad de reproducción del capital mediante el consumo (Ibíd.; 108). Tal concepción, en realidad no rebasa el abordaje fenoménico. Heidegger aclara al respecto: “Fenoménico se llama a lo que se da y es explanable en la forma peculiar de hacer frente al fenómeno; de aquí el hablar de estructuras fenoméni-cas. Fenomenológico se dice todo lo que entra en la forma de mostrar y explanar y lo que constituye los conceptos requeridos en esta disciplina” (Heidegger: 1971; 78). Ello quiere decir que podemos hablar de objeto fenoménico o realidad fenoménica, aunque lo que respecta a la investigación se deba referir como investigación fenomeno-lógica, de epoché ( fenomenológi-ca1. Aclarando aún más: decir fenoménico es hablar de un adjetivo que se revela en el fenómeno, mientras que decir fenomenoló-gico es calificar el manifestarse del objeto en su esencia, como igualmente la indaga-ción de lo que hace posible este manifestar-se. Ante este panorama lo que resta es con-tinuar aportando y construyendo con un sentido crítico, de tal manera que no sólo se solventen problemas prácticos sino también conceptuales. Problemática Dos aspectos que se encuentran en el desarrollo de las sociedades modernas y que tienen que ver con el turismo y sus manifestacionesson: la globalización y la crisis. Hoy la humanidad se encamina a un mundo de urbanización generalizada no sólo porque los datos así lo indican sino porque la tendencia es que las áreas rura-les formarán parte del sistema de relacio-nes económicas, políticas, culturales y de comunicación organizadas a partir de los centros urbanos. Este fenómeno llamado globalización se está apoyando en la revolución tecnológica informacional que articula procesos socia-les, económicos y culturales a distancia, haciendo depender la riqueza de las nacio-nes, empresas e individuos de los movi-mientos de capital a partir del sistema emergente de multimedia, controlado fina-nanciera y tecnológicamente por grandes grupos internacionales. El impacto que este fenómeno genera a nivel social y cultural está produciendo “Un mundo organizado en torno a grandes aglomeraciones difusas de funciones eco-nómicas y asentamientos humanos disemi-nados a lo largo de vías de transporte, con zonas rurales intersticiales, áreas periur-banas incontroladas y servicios desigual-mente repartidos en una infraestructura discontinua” (Borja y Castells: 1998; 13). Y es que este mundo globalizante está estruc-turado globalmente en su centro y deses-tructurado localmente en múltiples perife-rias. Es menester aclarar que no toda la acti-vidad económica o cultural en el mundo es global, más bien la inmensa mayoría de dichas actividades, en proporción de perso-nas participantes, es del ámbito local o regional. La cuestión es que hablar de un mundo globalizante, estructurado global-mente en su centro, implica comprender que el proceso de globalización de la eco-nomía y la comunicación tiene como centro de dicha transformación una revolución tecnológica que ha cambiado nuestras for-mas de producir, consumir, gestionar, in-formar o pensar; más aún, las actividades estratégicamente dominantes están organi-zadas en redes globales de decisión e inter-cambio controladas “desde” el centro por organismos económicos y financieros así como de cooperación política internacional. Tal es el caso de México cuando se integra a la economía norteamericana mediante el Tratado de Libre Comercio y, a través del mismo, a la economía global. Para ellos el Distrito Federal tuvo que reforzar sus fun-ciones de gestión y coordinación internacio-nal transformando su estructura espacial para el cumplimiento de dichas funciones como en el caso del Paseo de la Reforma donde se localiza un corredor financiero importantísimo o las promociones inmobi-liarias del complejo Santa Fe con un espa-cio exclusivo de 650 hectáreas para sedes comerciales como Hewlett Packard, Grupo Cifra, Televisa y las tiendas de lujo, hoteles y residencias de alto nivel. Entre tanto, la desestructuración local -en múltiples peri-ferias- en la era de la información no diluye los centros urbanos como pensaban los de-terministas tecnológicos, sino que, al con-trario, al permitir la gestión y la comunica-ción entre sí de sistemas urbanos y rurales distantes, tiende a concentrar a la pobla- Marcelino Castillo Nechar 233 ción en aglomeraciones territoriales, par-cialmente discontinuas, de gigantesca di-mensión y de características socioespaciales nuevas. Tal situación conlleva a hablar hoy de la ciudad multicultural. Aunque históricamente las sociedades civiles se han constituido a partir de la multiplicidad de etnias y culturas, nuestras modernas ciudades o megalópolis concen-tran en mayor grado dicha diversidad pro-vocando con ello crisis en diversos órdenes; quizás el reto más importante de aquellas ciudades sea no sólo su gestión sino solven-tar las tensiones y los conflictos intercultu-rales, es decir, establecer mecanismos de convivencia y respeto de la diferencia. En los últimos años del siglo XX, la globaliza-ción de la economía y la aceleración del proceso de urbanización incrementaron la pluralidad étnica y cultural de las ciudades a través de procesos migracionales que condujeron a la interpenetración de pobla-ciones y formas de vida dispares en espa-cios comunes. Lo global en este sentido tiene dos características: se le localiza so-cialmente de forma segmentada y espa-cialmente de manera segregada. (Ibid; 112) Así, esta era de la información global es también la era de la segregación racial. La segregación espacial de las etnias y razas en las ciudades no es una mera herencia de un pasado discriminatorio, es también una característica de la globalización y de la crisis. En el pasado la segregación racial no sólo tenía que ver con las cuestiones para evitar las mezclas sino también era una forma de discriminar a los autóctonos para la supremacía de la raza hegemónica que buscaba consolidarse cultural, ideológica y económicamente. Si observamos las cifras de lo que significó la segregación racial en términos del afán de lucro, las necesidades del comercio hasta las sangrías demográfi-cas que incluyeron genocidios y etnocidios nos percatamos de lo siguiente: “Se estima que en 1492 la población de América Latina comprendió entre 70 y 88 millones de habi-tantes; 150 años más tarde no quedaban más que tres millones y medio. Los aztecas pasan de 15 millones a 2 millones en un siglo. El México central sufre una caída que va de 25 millones a 1 millón de habitantes. En este país, se sabe que al principio de la conquista los franciscanos tenían que ofi-ciar las misas en los atrios de las iglesias, para que las multitudes de fieles pudieran ver. A finales del siglo XVI, los oficios ya no se celebraban más que en el interior de simples capillas”. (Rouland, Et.al: 1999; 283) Para la mentalidad de los europeos de aquella época, estos pueblos constituían salvajes con formas de vida rudimentarias cuyo esclavizamiento y liquidación no eran más que un mal menor. Hoy, la mentalidad para las grandes corporaciones financieras y económicas, con relación a gran parte de los pueblos de la humanidad en esta era globalizada no cambia en esencia su signifi-cado, aunque sí adquiere otra dimensión en cuanto al binomio inclusión-exclusión. In-clusión en cuanto a lo que crea valor y de lo que se valora; exclusión de lo que se deva-lúa o se minusvalora. Es, a la vez, un sis-tema dinámico, expansivo y un sistema segregante y excluyente de sectores socia-les, territorios y países que no entran en esa lógica valorativa de la producción. Pero esta transformación histórica no se limita al ámbito de lo tecnológico y lo económico; afecta también a la cultura, a la comunica-ción y a las instituciones políticas. A tal grado es esto que el resultado de ello con-lleva al establecimiento de procesos contra-dictorios entre la globalización tecno-económica y la especificidad creciente de las identidades y la crisis de los Estados nacionales, ya que al tratar de consensar la pluralidad de identidades territoriales y culturales, que aspiran ser representadas por los Estados nacionales, se generan pro-cesos conflictivos que, en último término, terminan por deslegitimar la idea de repre-sentación nacional. Consecuentemente, los proyectos de desarrollo se inhiben ante la incapacidad de negociar la adaptación con-tinua a la geometría variable de los flujos de poder. Lo anterior no está muy lejos de lo que significa el llamado desarrollo turístico, es más se hace presente comúnmente. Una característica de este tipo de desarrollo, que genera problemas sociales y culturales en la población son el crimen, la violencia, el hambre y la pobreza, y es que “La concen-tración espacial de minorías desfavorecidas conduce a crear verdaderos agujeros negros de la estructura social urbana, en los que se refuerzan mutuamente la pobreza, el dete- 234 Inter, multidisciplina y/o hibridación ... rioro de la vivienda y otros servicios urba-nos, los bajos niveles de ocupación, la falta de oportunidades profesionales y la crimi-nalidad”.( Ibid; 122) Este tipo de hechos sin duda repercute en la estructura y fucionamiento del turis-mo. Ejemplo de ello fueron los ataques te-rroristas en Estados Unidos de Norteamé-rica, los cuales afectaron la actividad turís-tica al grado de que la Organización Mun-dial del Turismo difundió un análisis inme-diato de su repercusión, informando que los turistas estaban posponiendo sus vacacio-nes y eligiendo destinos más próximos y confiables. Más aún, la previsión sobre el crecimiento de la llegada de turistas a nivel mundial en el 2001 pasó de un 3% a un 1.5 % (OMT a; 2001). Aunado a estos análisis, en la Conferencia Líderes del Turismo para el Milenio, Nelson Mandela, expresidente sudafricano, abordó los dos principales pro-blemas de nuestro tiempo: la paz y la ate-nuación de la pobreza. El señaló: “El turis-mo ha llegado a ser la actividad económica de mayor volumen y crecimiento del mun-do. El reto consiste en utilizar eficazmente la fuerza del sector en la lucha contra la pobreza” (Ibid). Cabe señalar que en esa conferencia también se abordaron tres as-pectos esenciales para el desarrollo preten-dido en torno a las tendencias del turismo: la protección al medio ambiente, del patri-monio cultural y el uso de la tecnología en relación con el turismo. Ciertamente la criminalidad o el terro-rismo constituyen un lastre para hacer del turismo el motor del desarrollo, pero igualmente el uso selectivo de la tecnología. Más aún, trasponer el subdesarrollo de los países que cuentan con una variedad de recursos no es fácil cuando sus condiciones de vida y los espacios que habitan -a la vez que los segregan, aumentan los índices delictivos- carecen de acciones por parte del sector público, privado y social para aportar soluciones integrales. Un modelo en boga, que deberá ser dis-cutido de manera interdisciplinaria lo cons-tituye el ecoturismo el cual es entendido como aquel “...dedicado al disfrute de la naturaleza, de forma activa, con el objetivo de conocer e interpretar los valores natura-les y culturales existentes en estrecha in-teracción con las comunidades locales y con un mínimo de impacto en los recursos; so-bre la base de apoyar los esfuerzos dedica-dos a la preservación y manejo de las áreas naturales donde se desarrolla o de aquellas prioritarias para el mantenimiento de la biodiversidad”. (Alianza del Turismo: 2001) Las tendencias del turismo moderno apuntan hacia la globalización, la crisis y la contibución a la paz. Y es que el turismo hoy se concibe como una actividad global que interrelaciona la concertación interna-cional. Se dice que “La industria turística, en los próximos 8 años, antes del 2005, doblará su volumen de operación actual, dando trabajo a un colectivo que alcanzará los 165 millones de personas. Es y será sin ninguna duda una de las actividades más decisivas del tercer milenio y sobre ella se fundamenta en buena parte la paz, la in-terrelación y la redistribución económica”. (AMFORT: 2001) Como se observa, el reto que tiene la producción del conocimiento turístico, a partir de los presupuestos sociológicos y antropológicos, demanda una renovación de lo convencionalmente entendido como tu-rismo en este campo. Hoy la cultura, los valores, la tolerancia, el entendimiento, la convivencia y la sostenibilidad son térmi-nos que requieren re-pensarse2, pues si bien es cierto al turismo se le concibe como “...un instrumento de desarrollo personal y colectivo que busca la comprensión y la promoción de los valores éticos comunes de la humanidad, en un espíritu de tolerancia y respeto de la diversidad de creencias, prestando atención a las tradiciones y prác-ticas sociales y culturales de todos los pue-blos, incluso el de las minorías nacionales y de las poblaciones autóctonas” (OMT b; 2001), son términos que en su indagación teórico-práctica tendrán que abordarse de manera inter y multidisciplinaria, lo cual demanda adecuadas estrategias metodoló-gicas a fin de no hacer de ese tipo de estu-dio eclecticismos banales. En este concierto mundial globalizante, la importancia que cobra lo sociocultural es un parteaguas para reactivar el desarrollo turístico. Muchas naciones han centrado su proyección al legado histórico y cultural de sus territorios para una mayor captación de visitantes, otras han compatibilizado sus recursos naturales con su riqueza cultural. Sin embargo, la mentalidad economicista y pragmática de nuestra sociedad moderna le Marcelino Castillo Nechar 235 ha puesto precio a casi todo lo que se puede disfrutar. La industria del entretenimiento no ha dejado fuera la cultura y el turismo: manifestaciones, tradiciones y costumbres se han folclorizado y exotizado al grado de lucrar con creencias y prácticas comunita-rias que despersonalizan y alienan a los individuos. En el discurso oficial es común escuchar que el turismo contribuye de manera signi-ficativa al desarrollo nacional en todos sus campos, entre ellos el cultural. Sin embar-go, el modelo convencional desvalora las facetas socioculturales del turismo por su criterio estandarizado, masificado y consu-mista. Turismo y manifestaciones sociocul-turales son una relación que implica mucho más que instrumentar programas de pro-moción, inversión o propaganda; implica un esfuerzo por reconvertir desde lo normati-vo, lo educativo, el medio ambiente natural hasta lo étnico y cultural, sustentable y cualitativo de tal práctica. Orientación teórico-metodológica La interpretación y análisis de la rela-ción del turismo con los aspectos sociocultu-rales se han dado a partir del manejo de escasas variables, debido a la concepción tradicional del turismo. El análisis del tiempo libre, los escenarios futuros, usos y valores culturales, entre otros, no se consi-deran sustanciales para la elaboración de planes integrales de desarrollo. Por otro lado, la pobreza conceptual de la mayoría de los estudios en esta línea se ha hecho patente por el empirismo de las investiga-ciones. La consecuencia de ello es obvia: solo se describen hechos sin interpretar sus posibles significados o coadyuvar a trans-formar la realidad. Por ello es necesario ubicar esta línea de investigación en los estudios turísticos de vanguardia, entendiendo que: los estudios sociocultuales del turismo son aproxima-ciones teórico-metodológicas que buscan precisar niveles de actuación inter y mult-disciplinaria en el análisis de las manifes-taciones, hechos, actividades y fenómenos del homo turisticus en sociedad, con base en la interpretación crítico-reflexiva de lo social. Es cierto, el turismo es un objeto de es-tudio perteneciente a la ciencia social, de ella se tienen diversas aportaciones que van desde la economía hasta la antropolo-gía, pasando por la historia y la psicología, entre las principales disciplinas encargadas de estudiarlo. Una nueva tendencia lo cons-tituyen los estudios aportados por los inge-nieros forestales, sobre todo en los Estados Unidos de Norteamérica quienes, dada la preocupación por la preservación del medio ambiente, han propuesto modelos alterna-tivos basados en la relación hombre-naturaleza patentizados en el llamado eco-turismo, turismo verde y aún por otros de-nominado turismo rural. (Jafari: 1994; 32) Cabe señalar que a partir de esta re-flexión diversos estudiosos de la conceptua-lización y metodología del turismo han se-ñalado la necesidad de encontrar alternati-vas de construcción particulares al campo del turismo, sin dejar de reconocer la nece-sidad de seguirse valiendo de las aportacio-nes de la sociología para esta tarea (Crf. Ponterio: 1991 y Rocha: 1992). Empero, no podemos dejar de señalar la principal polémica a la que se enfrenta la ciencia social en cuanto al estatus de la producción de su conocimiento. “No hay consenso en las llamadas ciencias del espí-ritu, culturales, humanas o sociales, acerca de su fundamentación” (Mardones: 1991; 19). Esta polémica, que versa sobre su esta-tus de cientificidad, mostraba que las na-cientes disciplinas sociales eran una nueva forma de abordar a la sociedad, la vida de los hombres y sus múltiples relaciones y que éstas no eran ni algo claro ni dado de-finitivamente de una vez por todas. Lo cier-to es que dos grandes tradiciones persisten hasta nuestros días para analizar las rela-ciones sociales: la ciencia como explicación causal y la ciencia como explicación teleoló-gica; y en ellas podemos abrir un amplio abanico de posibilidades y/o ramificaciones que van desde el positivismo decimonónico hasta el racionalismo crítico sin dejar fuera los holismos e idealismos. Aquí cabría preguntarse: ¿todo vale en la ciencia? Parafraseando a Feyerabend responderíamos: “Hay que atreverse a pen-sar a la contra si se quiere ser fructífero” (Feyerabend: 1974; 52). Y es que para al-gunos, la ciencia se asemeja al arte (Op.cit; 53) en el sentido -al igual que el quehacer creativo literario o artístico- de quien repite no logra más que un eco de lo ya visto, de lo 236 Inter, multidisciplina y/o hibridación ... ya conocido; y por ello la búsqueda del dis-enso, de la contradicción y de la ruptura nos permitirá aprovechar todo aquello que pueda sugerir y despertar la originalidad no sólo para salvar núcleos discursivos, teórico-metodológicos, sino para derribar dogmas y edificar nuevas teorías. Por ello no podemos permanecer ajenos a este tipo de discusiones que ponen de manifiesto que la ciencia actual no está tan claramente demarcada de otras tareas inte-lectuales, ni que hay una unidad de método dentro de la ciencia. Que el método hipoté-tico- deductivo no es el único método cientí-fico ni los eclecticismos y holismos son la panacea; pero, “La historia de la metodolo-gía sugiere que los métodos hipotéticos son más fuctíferos que los inductivos”. (Ibid; 54) Lamentablemente, en los estudios turís-ticos la tendencia se ha cargado hacia la cuestión inductiva con los clásicos trabajos estadísticos, econométricos, sociodescripti-vos y etnoantropológicos de corte cuantita-tivo- mesurable. Un concepto teórico-metodológico intere-sante que está surgiendo en el campo de la ciencia social es el de hibridación. “En todas las universidades, la ense-ñanza, el nombramiento y las carreras de los docentes, el examen de su labor por colegas de igual categoría se ajustan a las fronteras diciplinarias. Las disciplinas desempeñan un importante papel en la transmisión del saber de una generación a otra, motivo por el cual se perpetuarán en las universidades. Por el mero hecho de existir oficialmente, una disciplina tiene muchos intereses profesionales que defen-der. Cada disciplina defiende celosamente su soberanía territorial. Algunos estudio-sos creen todavía, como Augusto Comte hace mucho tiempo, que cada ciencia debe poseer su propia materia de estudio distin-tiva, opinión que se puede justificar desde una perspectiva pedagógica. Ahora bien, en el frente de las investi-gaciones, las fronteras reconocidas de las disciplinas están cada vez más en entredi-cho, porque las disciplinas tradicionales ya no corresponden a la complejidad, las ra-mificaciones, la gran diversidad del esfuer-zo que hoy día despliegan los científicos. En la investigación científica, el aumento de las especialidades fisura las disciplinas académicas, cuyos perfiles están convir-tiéndose en artificiales y arbitrarios. Entre disciplinas vecinas hay espacios vacíos o terrenos inexplorados en los que puede penetrar la interacción entre especialida-des y campos de investigación, por hibrida-ción de ramas científicas”. (Dogan; 1998) Como se puede apreciar, en ciencia so-cial y en turismo no podemos aferrarnos a una idea unívoca respecto a la construcción de conocimiento, pues las fronteras se tor-nan difusas, pero ello no quiere decir que se acepte cualquier presupuesto teórico y/o metodológico para tal construcción. El reto más bien estriba en cómo planteamos los objetos de estudio que se reconozcan como turísticos y la participación inter, multidis-ciplinaria y/o híbrida que le dé un sentido nuevo a lo que se pretenda abordar. Thomas Kuhn, tras haber creído que las disciplinas eran vectores de paradigmas, se decantó por las "matrices disciplinarias", unidades menores que las disciplinas. Aún con ello, no existen definiciones analíticas de especialidades y disciplinas. "Ambas son agrupaciones laxas de cien-tíficos consagrados a problemas similares y que se identifican a sí mismos y son identi-ficados por otros como personas que traba-jan en la división menor, social y cogniti-vamente definida como especialidad así denominada... Las especialidades son com-parativamente pequeñas y fluidas, en tan-to que las disciplinas son más estables y están más a menudo institucionalizadas en la estructura de las universidades y de las agrupaciones profesionales oficiales. Los miembros de las especialidades son conoci-dos por los demás o conocen mutuamente su labor, en mayor medida que las investi-gaciones efectuadas en su disciplina consi-derada en conjunto". (Zuckerman: 1988; 256) Esto nos muestra que, racimos de áreas de investigación conexas constituyen espe-cialidades a cuyos miembros une un mismo interés por un tipo concreto de fenómeno o método. A su vez, las disciplinas se compo-nen de un racimo de especialidades. Anali-zando las relaciones entre especialidades dentro de las disciplinas y entre especiali-dades interdisciplinarias, se pueden distin-guir dos tipos de disciplinas: a) Restringidas: Muestran un grado ele-vado de vinculación entre distintas áreas de investigación dentro de la dis- Marcelino Castillo Nechar 237 ciplina, pero menos con otras discipli-nas. b) No restringidas: Muestran vínculos relativamente difusos entre las áreas de investigación tanto dentro como fue-ra de las disciplinas. (Crane y Small: 1992; 200) Sin embargo, la cuestión particular para abonar en esos vínculos, ciertamente lo constituyen los constructos teóricos para esos nuevos saberes. Al respecto, es necesa-rio recurrir a los conceptos de problemática y de ruptura epistemológica a la manera de Althusser, quien tomándolos de Jacques Martin y de Bachelard, respectivamente, los entiende como la unidad específica de una formación teórica con el fin de pensar la mutación de la problemática contempo-ránea de la fundamentación de una disci-plina científica (Páez: 2002; 68). De esta manera, ejercitarse en las rupturas inter-nas de una teoría o pensamiento, para aco-tar una historia intelectual y reconstruirla, supone considerar las transformaciones y discontinuidades de su problemática en la constitución de su objeto y, por lo tanto, las mutaciones en el contenido y el sentido de las preguntas cruciales de la problemática en cuestión para tratar dicho objeto. Para re-hacer la historia de una teoría o un descubrimiento científico, es necesario contar con una teoría de la evolución ideo-lógica sobre la base de principios científicos que den cuenta de la prehistoria ideológica de un pensador. Estos principios suponen una relación que es indispensable pensar: la relación de la unidad interna de un pen-samiento singular con el campo ideológico existente (Ibid; 70). La problemática de un pensamiento no se reduce ni limita al do-minio de los objetos a los que el autor ha hecho referencia, porque no es la abstrac-ción del pensamiento como “totalidad” sino la estructura concreta y determinada de un pensamiento. Althusser destaca que: “…en el criterio de las rupturas, se trata de prin-cipios científicos en tanto sean verdaderos, como condiciones de planteamiento legítimo de un problema en un momento dado de la constitución de una teoría o disciplina cien-tífica y, como telón de fondo, el hecho de que la ideología tenga, indefectiblemente, un comienzo absoluto” (Citado por Páez). Así, el criterio epistemológico de las ruptu-ras se acusa, en primer lugar, por un pro-cedimiento hermenéutico de practicar la lectura de las obras del saber, lo que Alt-husser llamaba una lectura “sintomática” o de la “sospecha”. Por otro lado, en el archipiélago de las ciencias sociales, hay, según la definición que adoptemos, de diez a quince disciplinas académicas; sin embargo, hay centenares de especialidades, sectores, campos, sub-campos, intersticios y nichos. En sociología, por ejemplo, existen unas 50 especialida-des, como indica la lista de comités de in-vestigación de la Asociación Internacional de Sociología. En la Asociación Internacio-nal de Ciencias Políticas hay otros tantos. La mayoría de estos grupos colaboran hasta cierto punto dentro de sus respectivas aso-ciaciones traspasando las fronteras entre las disciplinas. Lo mismo sucede con la mayoría de las demás ciencias sociales, salvo la economía y la lingüística. Algunos autores han llegado incluso a proponer un cambio de nombre, por ejemplo a la llamada ciencia política: "Esta vieja etiqueta de ciencias políticas es una heren-cia del pasado... No se ajusta a la realidad... Sociología política sería la verdadera de-nominación de la disciplina de las ciencias políticas" (Favre: 1995; 157). La sociología se enfrenta a ese mismo problema de iden-tidad: "Las subespecialidades de la disci-plina se han vuelto vulnerables a ataques o incluso a la anexión por parte de disciplinas adyacentes... La organización de la sociolo-gía se enfrenta a potentes fuerzas centrífu-gas, a veces desintegradoras" (Halliday: 1992; 3). En este sentido, las fuerzas centrí-fugas engendran especialidades en torno a disciplinas y entre éstas. La especialización es necesaria confor-me una disciplina progresa y pasa de enfo-ques especulativos generales a estudios más empíricos y a la verificación de hipóte-sis. Ningún estudioso puede dominar toda la realidad empírica y el paso del nivel de la abstracción a lo concreto nos obliga na-turalmente a limitarnos, a especializarnos. Las disciplinas se fragmentan además siguiendo imperativos epistemológicos, metodológicos, teóricos e ideológicos. Es probable que quienes trabajan concreta-mente en una, las divisiones teóricas e ideológicas les parezcan más importantes que las de otra disciplina. Si antaño se podía uno conformar con ser un sociólogo 238 Inter, multidisciplina y/o hibridación ... generalista, porque existía una masa lo suficientemente compartida de nociones básicas y una cantidad bastante reducida de investigaciones, hoy es difícil imaginar que esto pudiera seguir vigente. Lo mismo ocurre en el campo de estudio del turismo. Diversos autores han subrayado la im-portancia que tiene la fragmentación de conocimientos para el aumento del patri-monio propio de las disciplinas; éstas, con-forme acumulan saber, se fragmentan; la mayoría de las partes resultantes pasan a ser patrimonio de subcampos determinados y unas pocas, las clásicas, se transmiten en el recuento de varias disciplinas académi-cas. En un análisis de publicaciones periódi-cas de sociología y economía en el período de 1972 a 1987, Crane y Small han detec-tado un notable desplazamiento de la socio-logía a la "sociología interdisciplinaria" y de la economía a la "economía interdisciplina-ria". El criterio seguido para afirmar la existencia de la "interdisciplinariedad" fue el porcentaje de citas de la publicación de la disciplina respectiva (Op.cit: 204-205). Otro análisis de los mismos autores respecto al número de referencias, muestra un aumen-to claro de las relaciones interdisciplina-rias. Pero la pauta más importante de los do-ce años últimos no es tanto el paso de las fronteras entre las disciplinas por los pa-trones de citas como la multiplicación de nuevas publicaciones periódicas híbridas que tienden puentes entre disciplinas y entre especialidades. En el decenio último han aparecido más de 200 publicaciones periódicas híbridas en inglés y otras mu-chas en francés y alemán, la mayoría de las cuales son de circulación restringida y es-tán dedicadas a subcampos muy especiali-zados que conectan las ciencias sociales clásicas. Es menester elaborar una nueva historia de las ciencias sociales contempo-ráneas en torno al proceso concreto de hibridación del saber (Dogan a; 1998). Algunos estudiosos recomiendan un planteamiento interdisciplinario. Lo mismo hay quienes parecen creer que es posible establecer categorías claras entre las cien-cias sociales, otros muchos persisten en la búsqueda del santo grial de la "interdisci-plinariedad". Sin embargo, esa recomenda-ción no es realista porque pasa por alto un fenómeno esencial de la historia de la cien-cia, esto es, la especialización a través de un proceso de fragmentación. Fragmenta-ción- hibridación juegan un papel imporante en la ciencia ya que a la vez que se gestan especialidades en las disciplinas, se gene-ran lagunas entre las especialidades, que se suman a las que produce la división de las ciencias sociales en las disciplinas estable-cidas. Así, la hibridación tiende puentes sobre esas lagunas para construir nuevos sentidos y significados. En el turismo como en la sociología ocu-rre un hecho muy parecido: distintas disci-plinas -con diferentes perspectivas- suelen abordar un mismo fenómeno, lo cual aca-rrea división de territorios entre los sabe-res. En esa estrategia de construcción se aprecian dos modalidades: a) La adecuación: que en gran medida se refiere a intercambios categoriales, defi-nicionales y metodológicos entre las dis-ciplinas. b) La hibridación: que implica la recombi-nación del saber en nuevos campos espe-cializados bajo nuevos objetos de estu-dio. La adecuación dentro del turismo se ha manifestado en los estudios clásicos y/o tradicionales en los que destacan definicio-nes -en el mejor de los casos- provenientes de otros campos, pertenecientes a discipli-nas que tocan tangencialmente este objeto de estudio, los cuales han acarreado divi-sión de territorios entre las disciplinas. La hibridación, en cambio, aspira a la cons-trucción innovadora de los objetos de estu-dio y no a la mera linealidad conceptual o metodológica de la adaptación. Entraña la recombinación del saber en nuevos campos especializados. Ejemplo de esto en el turis-mo sería el estudio del comportamiento de las corrientes turísticas (relacionado con la psicología social, la economía y la antropo-logía), la formación de las transnacionales y el turismo (relacionado con la sociología y la historia) la política turística (con el dere-cho y la economía social), los valores y la conciencia turística (con la filosofía, la ética y la psicología social), el desarrollo turístico (con la economía, la geografía y la sociolo-gía) la pobreza en los países tropicales tu-rísticos (con la agronomía, la climatología y la geografía económica), etc. Una recombi-nación innovadora es una mezcla de frag- Marcelino Castillo Nechar 239 mentos de saberes que antes que adaptar busca reconocer un sentido y significado nuevos al tipo de relaciones dinámicas de los objetos emergentes. La innovación de-ntro de cada disciplina depende en gran medida de intercambios con otros campos pertenecientes a otras disciplinas. Como en botánica, un híbrido es una combinación tal de dos ramas del saber que mejora la especie. Según Jean Piaget, una analogía más adecuada pueden ser las "re-combinaciones genéticas" de la biología molecular, “más equilibradas y mejor adap-tadas que los genotipos puros” (Piaget: 1970; 524). Cuando los antiguos campos de estudio ocupan más terreno, acumulan tales masas de materiales en su patrimonio que se fragmentan. Cada fragmento de la discipli-na se enfrenta entonces a los fragmentos de otros campos por encima de las fronteras de las disciplinas, perdiendo contacto con sus hermanos de la antigua disciplina. Por ejemplo, un sociólogo especializado en ur-banización tiene menos en común con un sociólogo que estudie la formación de las élites que con un geógrafo que efectúe in-vestigaciones sobre la distribución de las ciudades; el segundo sociólogo tiene más puntos de contacto con un geógrafo y un economista que analizan la desigualdad de la renta que con el primer sociólogo; es mu-cho más probable que los psicólogos que estudian la evolución infantil se interesen por la fisiología del desarrollo o las obras de lingüística consagradas a la adquisición del lenguaje que por otras ramas de la psicolo-gía. Un especialista en ciencias políticas que estudia la socialización política lee más obras sobre los agentes de la socialización (la familia, la iglesia, la escuela, la sociedad callejera, el pluralismo cultural, etc.) que acerca del Tribunal Supremo, los procesos legislativos, las direcciones de los partidos políticos o la contratación de los funciona-rios superiores. Quienes se han especiali-zado en el subcampo de los estudios sobre la seguridad en la época nuclear rara vez utilizarán obras sobre la socialización polí-tica o las relaciones laborales, y en cambio leerán las dedicadas a economía, psicología, estrategia militar, historia, matemáticas y física e ingeniería nucleares. Muchos campos de estudio que no inter-actúan fuera de la disciplina acaban por estancarse. El rendimiento de las investi-gaciones monodisciplinarias sobre una cuestión concreta va en disminución y llega un momento en el que hay que formular nuevas perspectivas. A causa de ello, “...las ideas que abren nuevos caminos dentro de una especialidad suelen proceder de ideas procedentes de otras especialida-des o disciplinas y que remiten a algo, en vez de investigaciones limitadas estricta-mente a la especialidad. Las especialidades que se quedan aisladas suelen agonizar si no se les infunde nuevas ideas desde fuera” (Turner; 1990; 25). La regla -entonces- es que quienes no in-teractúan fuera de la disciplina acaban por estancarse. “...los científicos que pasan a un nuevo campo suelen proceder de terrenos de investigación donde la importancia y resultados actuales han experimentado un declive acusado...” (Lemaine: 1976; 5). De esta manera, conforme se desarrollan, las especialidades híbridas atraen a investiga-dores de especialidades próximas estanca-das. Los colegas a los que dejan atrás no progresan, mientras que los innovadores avanzan sin hacer caso de las fronteras que se les oponen. Así, un estudioso puede que-dar fácilmente aislado en el centro de una disciplina si hace caso omiso de ello. Un concepto interesante en las ciencias sociales son los híbridos multigeneraciona-les. Estos se refieren a las mutaciones que sufren o exprimentan ciertos saberes por la insuficiencia de la disciplina y por la inter-acción con nuevos campos críticos. Ejemplo de ello es la fonética, que surgió como sub-campo en forma del híbrido denominado fonética fisiológica, se ha desplazado hacia la fonética neurofisiológica, un híbrido de tercera generación. Algo similar ocurre con la antropología turística que, conforme va-yan siendo más patentes las insuficiencias del actual enfoque estructuralista, puede evolucionar. Algunos investigadores afir-man que la importancia que el estructura-lismo atribuye al comportamiento incons-ciente del turista ha dejado una laguna que puede llenar la teoría de juegos, la cual analiza el comportamiento deliberado de las personas que interactúan unas con otras o, tal vez, el actual enfoque de siste-mas complejos sea útil para un nuevo signi-ficado de este hecho. Empero, no se debe olvidar que la cons- 240 Inter, multidisciplina y/o hibridación ... trucción de conocimientos y su innovación no parten de cero. El crecimiento de las ciencias hace retroceder las fronteras y crea nuevas fronteras y nuevas lagunas entre los campos de estudio. En ocasiones, esas lagunas pueden coincidir con antiguas es-pecialidades estancadas desde hace largo tiempo. Cuando los híbridos forman híbri-dos de segunda y tercera generación, no es raro que descubran esos campos anteriores y que basen su avance en conclusiones an-teriores. El proceso de hibridación consiste en el préstamo -en ambas direcciones- de concep-tos, métodos y teorías, que producen nue-vas interpretaciones de las disciplinas y especialidades en cuestión. Al respecto, conviene aclarar el proble-ma del uso y la difusión de los conceptos para esta cuestión de hibridación científica. Numerosos especialistas han denunciado la difusión conceptual y la polisemia de tér-minos empleados en diversas disciplinas como problema semántico, que origina el paso de los conceptos de una disciplina a otra. Los conceptos tomados en préstamo deben ser re-interpretados en el contexto de la nueva disciplina, porque un concepto no es sólo una palabra como signo, noción o una idea en su representación gráfica de los sonidos que expresa, sino también un pro-cedimiento que posibilita la descripción, clasificación y la previsión delos objetos cognoscibles (Abbagnano: 1994; 190). Según un estudio reciente de más de 400 concep-tos empleados en las ciencias sociales, entre ellos hay pocos neologismos, hecho que se explica por qué la mayoría son conceptos tomados en préstamo en lugar de haber sido creados ex profeso o bien reinterpreta-dos. Sin ser demasiado estictos, en este sen-tido, se podría pasar por alto la etimología de los conceptos para recalcar cómo los préstamos fertilizan la imaginación. Por ejemplo, la palabra rol procede del teatro, pero Max Weber le dio un significado socio-lógico y, de la sociologia, el concepto se di-fundió por doquier. La palabra revolución fue empleada en astronomía en 1390, antes de Copérnico, pero fue aplicada por primera vez a la política en 1600 y después por Luis XIV. Los historiadores la adoptaron y los sociólogos la articularon antes de regalarla al análisis político. El patrimonio de cada ciencia social está repleto de conceptos to-mados en préstamo, que son híbridos en el sentido de que fueron ideados en una disci-plina y re-plantados mañosamente en otra. A partir de la International Encyclopaedia of the Social Sciences y los índices analíti-cos de algunos libros importantes, Dogan ha compilado un inventario de mas de 200 conceptos "importados" a las ciencias políti-cas, muchos de los cuales han cambiado de sentido semántico en el curso de su adop-ción y adaptación. Lo anterior nos corrobora el hecho de que como no es obligatorio obtener una licencia para seguir un método o una técni-ca de investigación, la importación se ha efectuado en ocasiones sin discernimiento. El antídoto es emplear el sentido común al aplicar el método a un nuevo campo o a un nuevo objeto de estudio, no se trata de des-cribir y aplicar sin más. Lo que ocurre, tan-to en las ciencias sociales como en el turis-mo, es que demasiados generalistas en el saber confunden el razonamiento científico con la estrategia de investigación y el ins-trumental técnico. Hoy día, la principal fuente de disputas entre los generalistas y los especialistas en turismo no es, como muchos creen, la teorización sino la meto-dología adaptada. La adopción de métodos y técnicas esta-dísticos no es siempre beneficiosa. Muchos estudiosos del turismo utilizan métodos cuantitativos para ampliar las fronteras del saber movidos por la técnica, en lugar del cimiento del saber producido. A otros, en cambio, les mueve principalmente el inte-rés por el diseño de los modelos econométri-cos, incluso inverificables, cuantifican más de la cuenta y se exceden concibiendo mo-delos. A menudo se dedican a analizar cuestiones de escasa trascendencia, gas-tando mucho talento, dinero y recursos en mejorar un coeficiente de correlación o en rizar el rizo a base de análisis factoriales. Son productivos -si así se les quiere ver-pero en esencia son trabajos que, aunque aparecen en publicaciones periódicas respe-tadas porque la mayoría se caracteriza por un inadecuado contraste entre unas técni-cas de análisis complejísimas y una escasa imaginación en el plan teórico-metodológico de la investigación, o por datos cuyo interés no justifica las potentes técnicas emplea-das. Marcelino Castillo Nechar 241 Los teóricos de los sistemas sociales han empleado con frecuencia vastas analogías con los sistemas biológicos. La biología fue la primera en elaborar el concepto de "sis-tema" como manera de organizar la vida y los sistemas orgánicos como fenómenos no reducibles a sus elementos químicos. Algu-nos funcionalistas estructurales han afir-mado que los sistemas sociales son como sistemas biológicos porque se autorregulan y son homeostáticos. La obra reciente de Gordon Tullock sobre la economía de las sociedades no humanas trata de las hormi-gas, las termitas, las abejas, las ratas ma-cho, las esponjas y los mohos del légamo. Estos teóricos observaron además que en todo sistema biológico se tienen que llevar a cabo determinadas funciones y aplicaron la analogía para preguntarse qué funciones eran vitales para los sistemas sociales. La teoría de los sistemas recurrió fundamen-talmente a algunos sectores de la sociolo-gía. El origen de la teoría de la dependen-cia, que sedujo a tantos especialistas lati-noamericanos, fue obra de un grupo de eco-nomistas, sociólogos y demógrafos en cola-boración con estadísticos de las Naciones Unidas. Las teorías declinan, las viejas son superadas por otras nuevas. Hoy día, po-demos leer con gran interés a docenas de filósofos, políticos y grandes teóricos del pasado y citarlos con placer, pero sólo un puñado de teorías formuladas antes de la Segunda Guerra Mundial siguen vivas. Las teorías sobreviven con más facilidad en la lingüística y en la economía. Los ámbitos especializados necesitan orientaciones teó-ricas, pero una disciplina considerada en conjunto no puede tener una teoría univer-sal y ser monopolista. El proceso de hibridación no sólo se da en intercambios de conceptos, teorías y métodos entre las disciplinas y entre los subcampos. Es asimismo patente en los intercambios de informaciones, puntos esenciales, indicadores y datos estadísticos y en la práctica cotidiana de la investiga-ción empírica. Este comercio arroja un su-perávit en unas disciplinas y un déficit en otras. La geografía social toma prestadas informaciones de la geografía física, la cual a su vez las toma de la geología, en vez de a la inversa. El turismo ha contraído una enorme deuda externa, porque la política no se puede explicar únicamente a partir de él mismo. Sus hechos y fenómenos guardan estrecha relación con múltiples factores de la vida social, económica y cultural en los que se basa. Para explicar el turismo se requiere emplear docenas de variables no turísticas y ésta es una de las muchas ra-zones por las que el turismo está inextrica-blemente unido a las demás ciencias socia-les. Desde mediados del siglo XIX, la histo-ria de la ciencia es, ante todo, una descrip-ción de la multiplicación de subdisciplinas y de nuevas ramas del saber. Cualquier libro consagrado a la historia contemporánea de la ciencia demuestra cómo el camino real del progreso científico es la especialización híbrida. La mayoría de los especialistas no se asientan en el denominado núcleo de la disciplina, sino en anillos exteriores, en contacto con especialistas de otras discipli-nas. Prestan y toman prestados conceptos y términos en las fronteras. Son investigado-res híbridos. Disminuye velozmente el nú-mero de "generalistas". Todo el mundo tiende a especializarse en uno o varios ám-bitos de estudio. En un extremo están quienes se atrin-cheran tras las fronteras tradicionales de su disciplina, reduciendo su perspectiva y disminuyendo sus posibilidades de innovar. En el otro, los innovadores entusiastas. En algunos ámbitos, tomar conceptos en prés-tamo es con demasiada frecuencia cuestión de simple imitación y de carencia de adap-tación imaginativa. Todas las disciplinas viven en simbiosis con las demás ciencias sociales y, a decir verdad, no les queda más remedio, porque están programadas genéti-camente para engendrar nietos híbridos. La pauta que hoy se manifiesta consiste en el paso de las antiguas disciplinas ofi-cialmente reconocidas a nuevas ciencias sociales híbridas. La palabra "interdiscipli-nariedad" no expresa bien el fenómeno por-que tiene un deje de diletantismo y habría, pues, que evitarla y sustiturla por "multi-especialidad" o "hibridación del conocimien-to científico". Bibliografía. Abbagnano, Nicola. 1994 Diccionario de filosofía. México: F.C.E. 242 Inter, multidisciplina y/o hibridación ... Alianza del Turismo. 2001 Las nuevas tendencias de la demanda turística. Diversidad de la oferta y di-versidad de la demanda. http//www.turismoalianza.org.ar. Octu-bre de 2001. AMFORT. 2001 Información de Amfort. http/www.am-fort. org.es. Noviembre 2001. Aramberri, Julio. 1982 El paraíso...¿perdido? Sobre algunas teorías del turismo. Director del Institu-to Español de Turismo. Madrid. Docu-mento mimeografiado. Borja Jordi y Castells Manuel. 1988 Local y global. La gestión de las ciu-dades en la era de la información. Ma-drid: Taurus. Centeno Rocha, Manuel. 1992 Metodología de la investigación apli-cada al turismo: casos prácticos. México: Trillas. Crane, Diana, y Small, Henry. 1992 American Sociology since the Seven-ties: the Emerging Identity Crisis in the Discipline, Oxford. Dogan, Maite 1998a Las nuevas ciencias sociales: grietas en las murallas de las disciplinas. Mimeo. 1998b “Limits to Quantification in Com-parative Politics”, en M. Dogan, y A. Ka-zancigil (comps.), Comparing Nations, Oxford: Blackwell. Favre, Pierre. 1992 “Retour à la question de l'objet: faut-il disqualifier la notion de discipline » . Po-litix, 29(1). Fernández Fuster, Luis. 1978 Teoría y técnica del turismo. Vol. I. Madrid: Ed. Peninsular. Feyerabend, P.K. 1974 Contra el método: esquema de una teoría anarquista del conocimiento. Bar-celona: Ariel. Halliday, Terence C. 1992 Introduction: Sociology's Fragile Pro-fessionalism, Oxford: Blackwell. Heidegger, Martin. 1971 El ser y el tiempo. México: F.C.E. Jafari, Jafar. 1994 “La cientifización del turismo”, Estu-dios y perspectivas del turismo, 3(1). Lemaine, G.; Macleod, R.; Mulkay, M., y Weigast, P. (comps.) 1976 Perspectives on the Emergence of Scientific Disciplines. Paris: Mouton Lemaine. Mardones, J.M. 1991 Filosofía de las ciencias humanas y sociales. Materiales para una funda-mentación científica. Barcelona: Ant-hropos. Molina Sergio, Rodríguez Manuel y Cua-mea Felipe. 1986 Turismo alternativo. Un acercamiento crítico y conceptual. México: Ed. Nuevo Tiempo Libre. Molina, Sergio. 1986 Conceptualización del turismo. Méxi-co: Ed. Nuevo Tiempo Libre. OMT 2001a La Asamblea General une al sector del turismo mundial ante la crisis. http/www.world-tourism.org. Seul- Osaka, 24-29 de septiembre de 2001. 2001b Código de ética mundial para el tu-rismo. http/www.world-tourism.org. No-viembre de 2001. Páez Díaz de León, Laura. (Ed.) 2003 Vertientes contemporáneas del pen-samiento social francés. México: UNAM-ENEP- Acatlán. Piaget, Jean. 1970 “The Place of the Sciences of Man in the System of Sciences”, en UNESCO, Main Trends of Research in the Social and Human Sciences, vol. 1. Ponterio Vitale, Sergio. 1991 Metodología en el turismo. México: Trillas. Rouland Norbert, Pierré-Caps Stéphane y Poumarère Jacques. 1999 Derecho de minorías y pueblos autóc-tonos. México: Siglo XXI. Turner, Ralph. 1990 “American Sociology in Search of Identity”. American Behavioral Scien-tist, julio-agosto 1990. Velázquez Mejía, Manuel. 1994 Mythos y utopía como estructura de la historia. México: CICSyH-UAEM. Zuckerman, Harriet. 1998 “The Sociology of Science”, en Dogan, M. y Kazancigil, A. (comp.), Comparing Marcelino Castillo Nechar 243 Nations, Oxford: Blackwell. NOTAS 1 La epoché en los escépticos antiguos es la suspen-sión del juicio. Actitud que consiste en no aceptar ni contradecir, en no afirmar ni negar. En la filoso-fía contemporánea a partir de Husserl, y en general en la filosofía fenomenológica, tiene una finalidad distinta: la epoché se dirige a la realización de la actitud de la contemplación desinteresada, es decir, hacia una actitd desvinculada de todo interés natu-ral o psicológico con preferencia a la existencia de las cosas del mundo o del mundo mismo en su totalidad. 2 Según el Diccionario: Pequeño Larousse en color, de la lengua española, (1991; 752) el re es una preposición inseparable que forma parte de varias voces de nuestra lengua e indica repetición, reitera-ción hasta oposición, resistencia y retorceso. Por lo cual al conjuntarla con pensar remite a una acción reiterativa de volver a pensar lo pensado. En térmi-nos hermenéuticos referiría a la búsqueda del senti-do y significado ocultos o no develados totalmente en una cierta proposición. Ejemplo: “Ser capaces de pensar y re-pensar, leer y re-leer el por qué de aquellas raras y estrechas traducciones de la propia historia, se hace cada vez más evidente como pro-blema constitutivo del ser…”. Velázquez Mejía, Manuel. (1994). Mythos y utopía como estructura de la historia. CICSyH-UAEM. México. Pág. 47. Recibido: 20 de enero de 2005 Aceptado: 22 de marzo de 2005 |
|
|
|
1 |
|
A |
|
B |
|
C |
|
E |
|
F |
|
M |
|
N |
|
P |
|
R |
|
T |
|
V |
|
X |
|
|
|