Vol. 3 Nº 1 págs. 79-86. 2005
www.pasosonline.org
© PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural. ISSN 1695-7121
El espacio turístico en países emergentes: la morada disgregada del
hombre
Alfredo Ascanio, Ph.D †
Universidad Simón Bolívar (Venezuela)
Resumen: Este artículo analiza la armonía y el equilibrio entre una planificación integrada y sustentable
del turismo y el proyecto relativo a la ciudad donde van a residir los trabajadores de las diferentes em-presas
turísticas. Discute las estrategias para que estos diseños no sean desbordados por las poblaciones
que se trasladan al sitio, resaltando los estudios demográficos previos a fin de hacer las debidas previsio-nes.
El espacio turístico no se diseña al igual que una ciudad, pues el turista no reside sino se aloja con el
fin último de utilizar los equipamientos recreativos y el medio ambiente natural. En cambio, el espacio
geográfico donde residirán los trabajadores, debe asegurar una densidad adecuada y un conjunto de
servicios urbanos que permitan una habitabilidad digna
Palabras clave: Planificación turística; Demografía turística; Análisis de proyectos integralmente con-cebidos.
Abstract: This article analyzes the harmony and the equilibrium among a planning integrated and sus-tainable
of the tourism and the project relating to the city where are going to reside the workers of the
different tourist businesses. It discusses the strategies so that these designs are not overflowed for the
populations that are transferred al place, standing out the prior demographic studies in order to do them
owed forecasts. The tourist space himself is not designed al the same as a city, therefore the tourist does
not reside but lodges with the last end to utilize the recreational equipment and the natural environment.
On the other hand, the geographical space where the workers will reside, should assure an adequate
density and an assembly of urban services that permit a worthy habitability.
Keywords: Tourist planning; Tourist demography; Analysis of projects integrally
† • Alfredo Ascanio es economista y doctor en ciencia política. Profesor titular de la Universidad Simón Bolívar.
Desde el año de 1970 se dedica a los asuntos relacionados con planificación, programación y proyectos turísticos. Su
último libro fue publicado en Brasil por la Editorial Papirus y trata el tema del proyecto hotelero pero concebido en el
contexto de la planificación intregral (2003). E-mail: ajascanio@cantv.net
80 Hacia la construccion del objeto de estudio del turismo …
Introducción y planteamiento del problema
Decía Bárbara Ward en su libro La Mo-rada
del Hombre que:
[…] las ciudades residenciales no deben
construirse tan sólo con fines económicos -
para explotar un mercado de propiedades-ni
por razones políticas, como glorificar al
príncipe (en cualquier forma de gobierno).
Deben contruise para la gente, en primer
lugar para los pobre (Ward, 1976: 30)
Señalaba también esta autora inglesa,
que las familias de los asentamientos
humanos deberían poder satisfacer las mí-nimas
necesidades de: alimentos, energía,
abrigo, trabajo y recreación. Y podemos
imaginar que la palabra “mínima” se había
colocado en ese párrafo, debido al grave
desbalance entre los recursos disponibles y
por disponer, y el crecimiento exponencial
de los más necesitados que migran a los
centros turísticos en búsqueda de empleo y
una mejor calidad y género de vida.
La moraleja de todo esto es que las ciu-dades
no se deben construir al azar y en la
búsqueda desenfrenada del lucro, sino con
propósitos humanos.
Los modelos de planificación turística
integral que tienen como objetivo estimular
la colaboración entre las partes implicadas
y lograr entonces un verdadero desarrollo
sustentable (Truly y Leisen, 1999), se pre-ocupan
muchos más por la estrategia de
segmentación de los mercados; y mucho
menos, por asegurar una sinergia entre el
espacio lúdico para los visitantes tempora-les
y la ciudad residencial para los trabaja-dores.
De hecho se ha criticado, a menudo,
que la planificación turística es “impuesta”
sobre las necesidades de la población local
anfitriona; y que esta planificación se ha
convertido en una actividad dominante
dentro de un economía en transición (Da-chany,
1994).
Un buen ejemplo de una planificación
problemática de las ciudades turísticas de
América Latina puede ser Cancún, en el
caribe mexicano. Allí, la tierra ganada para
fines lúdicos y comerciales redujo la tierra
disponible para los lugares de la clase tra-bajadora
que llegaba allí en la búsqueda de
empleos y duplicó la presión sobre un espa-cio
que se hacía insuficiente.
Reconocemos que Cancún fue un espacio
afortunado para el trabajo de los tour ope-radores,
de los hoteleros y negocios diseña-dos
para satisfacer al turista; no obstante
como siempre sucede después, Cancún, y su
pequeño espacio para la residencia de los
trabajadores, simplemente creció como me-jor
pudo, sin ningún plan aparente que no
fuese más espacio para las diversiones y
asegurar así una fuente de divisas segura.
Como resultado de esa presión, el valor de
la tierra no urbanizada debe haber crecido
en forma exponencial, y por ello cualquier
otra ampliación futura costaría bastante
más que el plan original.
Cancún: un caso mejicano bien conocido
El flujo migratorio desde Quintana Roo
y desde la Península de Yucatán y el creci-miento
desigual en los nuevos espacios pla-nificados,
está muy bien descrito en el artí-culo
de Alfredo César Dachary (1994),
donde se analizan todas las consecuencias
del crecimiento demográfico, tanto de turis-tas
como de las poblaciones para alojar a
los trabajadores y también la implacable
aculturación acelerada y nociva en esa área
geográfica. Hagamos pues un resumen de
este caso para ilustrar estos problemas.
El desarrollo turístico en las islas de Co-zumel–
Cancún-Mujeres, que comenzó a
planificarse en la década de los años 60; y a
construirse, en la década de los años 70,
tuvo un crecimiento espectacular. Solamen-te
para el año de 1992, ya se había pasado
de apenas 100 habitaciones hoteleras a una
cantidad bastante mayor de aproximada-mente
21.000 habitaciones. Incluso, la po-blación
local creció desde cero a 300 mil
habitantes, lo cual indicaba el efecto de
“arrastre” que puede producir una migra-ción
de trabajadores que al informarse de
un determinado plan turístico, buscan
fuentes de empleo estable y un mejor medio
de vida. Pero: ¿cuáles fueron los impactos
que tuvo este brusco crecimiento del turis-mo
masivo de sol y playa, no sólo en las
islas ya nombradas sino en el Estado de
Quintana Roo y en la Península de Yuca-tán?
Se ha estimado que para el año de 1992,
sólo en Cancún llegaban más de 1.400.000
turistas que seguramente pernoctaban al
menos 5 noches. Así pues, las habitaciones
Maribel Osorio 81
demandadas, solamente en esa isla del
caribe mexicano, se podían estimar en
13.300 suponiendo una ocupación media
muy elevada y mayor del 70% al año.
Cancún fue un centro integralmente
planificado, pero es probable que esta pala-bra
“integralmente” no haya tomado en
consideración la planificación adecuada de
las áreas residenciales, para toda una po-blación
de trabajadores que debía irrumpir
en ese espacio geográfico, debido a las ex-pectativas
de posibles empleos e incluso del
mismo incremento veloz del turismo.
El Banco Nacional de México asumió la
política turística en esos espacios caribeños
y mediante un Fondo de Infraestructura
Turística, implementó el desarrollo turísti-co
de Cancún.
El espacio lúdico, que se ofrecería a los
turistas, fue muy bien planificado según
previsiones conservadoras del crecimiento
de los visitantes temporales; e incluso, la
ciudad de Cancún, como un centro residen-cial
para alojar a los mandos medios de los
hoteles, de la burocracia y de la población
de servicios, estuvo relativamente bien
concebida, pero para una población limita-da
y con limitados servicios.
Ahora bien, el gran error del planifica-dor
fue no prever el crecimiento demográfi-co
y en especial de la población que emigra-ba
en búsqueda de empleos y se alojaría en
la Colonia Puerto Juárez, concebida como
una ciudad dormitorio de 10 kilómetros de
largo por un kilómetro promedio de ancho.
Esta Colonia fue diseñada en forma de
retícula tradicional, con muy pocas zonas
verdes y con carencia de algunos servicios
básicos. La explosión demográfica de Can-cún
fue muy elevada, no sólo en la misma
zona hotelera, sino en los espacios residen-ciales
para la clase media trabajadora; y
por supuesto, en los espacios previstos para
la clase obrera. ¿Por qué no se pudo prever
a tiempo el impacto demográfico?
El asunto de la planificación y el creci-miento
poblacional
Es bien sabido, que si para el año de
1992 ya existía en Cancún más de 20 mil
habitaciones hoteleras, la mayoría de lujo,
esto solamente suponía una población tra-bajadora
directa de al menos 20.000 perso-nas
y seguramente 3 veces más si se conta-bilizaban
los trabajadores indirectos; y si
ya se había previsto, que el crecimiento del
turismo iba a ser de al menos el 30% anual,
ello estaba indicando que era probable, que
para el año de 1995, el turismo en Cancún,
llegase a más de 5 millones de visitantes
temporales, lo cual ya suponía un aumento
del alojamiento hotelero en por lo menos 30
mil nuevas habitaciones, con sus conse-cuencias
demográficas, impactando a los
espacios geográficos planificados y en espe-cial
aquellos que, según los criterios de la
sustentabilidad, deberían ser dedicados a la
preservación de áreas frágiles, ya que ello
formaba parte de la estrategia de los plani-ficadores.
Igualmente, era de esperarse que la Co-lonia
de Puerto Juárez y el ejido Alfredo
Bonfil, podrían crecer tres veces en espacio
e incluso invadir los espacios cercanos al
aeropuerto de Cancún. Además, todo ello
debería haberse previsto; y estimar, no sólo
el posible crecimiento de la población fija,
sino también el incremento de la población
flotante, que como sabemos es altamente
estimulada por el “boom” turístico que se
divulga para un espacio determinado.
En un estudio relacionado con una im-portante
estación balnearia del Estado de
San Pablo, en Brasil, o sea: Bertioga, allí se
señalaba que “se estimaba para el año
2.001 una población fija de 30.903 habitan-tes,
lo cual presentaba una de las mayores
tasas de crecimiento poblacional en el país
del 16,11% al año. Esta alta tasa demográ-fica
podía ser explicada por una reciente
expansión inmobiliaria turística observada
en las cercanía de su línea marítima, y que
absorbía una intensa mano de obra, que
provenía de la migración” (Chequer y Re-jowski,
2003). Esto nos indica, de nuevo,
como el crecimiento del turismo, en un lu-gar
geográfico determinado, incentiva los
flujos poblacionales debido a las expectati-vas
de lograr empleos, aunque sea estació-nales.
Lo mismo sucedió en el caso del desarro-llo
de Bariloche, como un lugar turístico en
Argentina; las obras realizadas allí por la
Dirección de Parques Nacionales, crearon
una gran demanda de mano de obra exter-na,
la cual decidió quedarse a vivir en el
lugar, con la esperanza de trabajar para el
turismo, pues esa sería la actividad futura
dominante.
82 Hacia la construccion del objeto de estudio del turismo …
Igualmente, Bariloche fue un polo de
atracción para argentinos y para la pobla-ción
chilena de bajo nivel socioeconómico, e
incluso para empleados de estancias ubica-das
en la meseta patagónica; el lugar fue
también un polo de atracción para inmi-grantes
europeos como alemanes y eslove-nos,
quienes terminada la Segunda Guerra
Mundial vieron en ese espacio geográfico
una oportunidad para trabajar. Todo ello
produjo en 30 años, un incremento pobla-cional
que pasó de más o menos 16 mil
habitantes en el año de 1960, a más de 80
mil habitantes en el año de 1991. (Schlüter,
1994).
Incluso en este caso de Bariloche, surgió
una mezcla de poblaciones sin raíces ni
identidad cultural, es decir: sin historia
colectiva ni tradiciones, lo cual afectó a la
comunidad en su etapa embrionaria. Pero
también se formaron barriadas marginales,
donde se instalaba una población de emi-grantes
sin trabajo permanente. Todo esto
creó una gran presión sobre el medio am-biente,
en un lugar que, en ese momento,
no contaba con un Plan Regulador que con-trolara
el caos y las improvisaciones.
(Schlüter, 1994).
Lo que queremos resaltar con estos
ejemplos, es que la planificación integral y
sustentable tiene que tomar en considera-ción
no sólo los espacios para recibir a los
turistas, sino igualmente los espacios para
alojar a los trabajadores potenciales según
la posible expansión poblacional y sus nece-sidades
más apremiantes.
Siempre será necesario hacer buenos es-timados
del posible crecimiento, tanto del
turismo internacional como del turismo
nacional, para poder establecer las necesi-dades
potenciales en cuanto a los aloja-mientos
y los servicios urbanos, tanto para
los espacios turísticos, como para los luga-res
donde se localizaría la población poten-cialmente
trabajadora, sin vulnerar los
espacios destinados a otros fines como:
áreas verdes y espacios geográficos frágiles
(humedales, zonas de manglares, etc…),
que muchas veces están conectados a otras
áreas, como las barreras coralíferas y las
lagunas naturales e incluso cualquier otra
zona que están allí para amortiguar los
impactos negativos.
¿Turismo como un medio para mejorar la
calidad de vida de población trabajadora
residente?
El objetivo básico y prioritario del desa-rrollo
turístico, además de ser un negocio
rentable, debe igualmente mejorar la cali-dad
de vida del residente y de los trabaja-dores
de un centro integralmente planifica-do.
Si el turismo en un espacio geográfico
determinado, se va a convertir en un sector
de servicios dominante, entonces es necesa-rio
buscar nuevos modelos para planificar,
sin profundizar los contrastes entre un
centro lúdico agradable para el turista y los
centros residenciales que pueden transfor-marse
en marginales.
El reto de los nuevos planificadores con-siste,
entonces, en hacer previsiones de lo
que pueda ocurrir, manejando varios esce-narios,
donde los aspectos demográficos son
vitales.
No se puede seguir planificando con mo-delos
semi-estáticos, que no toman en cuen-ta
los posibles cambios dinámicos y sus
impactos negativos. Es necesario disminuir
el riesgo de equivocarse y mejorar los mode-los,
donde las previsiones demográficas y la
capacidad de carga son, no hay duda, prio-ritarias,
al lado de otras variables previsi-bles
relacionadas con el medio ambiente, el
empleo y la economía (Toledo, 2003).
El punto de partida obvio debió ser el
haber previsto lo que podría suceder sino se
balanceaba o se buscaba un equilibrio entre
los espacios lúdicos planificados y el espacio
necesario para alojar a la población de
trabajadores, que es atraída por esos pro-yectos
turísticos.
El mayor don de un espacio lúdico es la
plenitud de la vida humana en toda su exu-berancia,
la posibilidad de mezclar la cultu-ra
y experiencias del visitante temporal con
la cultura del residente y aun de percibir,
vagamente, todas las rarezas y extravagan-cias
del comportamiento humano, cuando
se dedica a recrearse, e igualmente los
comportamientos de una subyacente
humanidad compartida que se enriquece y
no se pone en peligro, si se comparte en
Maribel Osorio 83
forma equilibrada las necesidades de la
comunidad.
No debemos idealizar, pero al menos te-nemos
que planificar bien, para evitar las
hostilidades entre clases y en especial si se
exacerban las diferencias basadas en ingre-sos
y oportunidades, cuando surgen los
contrastes, entre el lujo de los sitios turísti-cos
y la pobreza de los lugares residenciales
para los trabajadores, marginados, que se
ubican en los anillos periféricos de los su-burbios
sin amenidades urbanas básicas.
Acaso sea posible resumir el problema
de la vida urbana en los espacios lúdicos de
países en vías de desarrollo, diciendo que
los asentamientos se han hecho amorfos y
divididos social y culturalmente; y que la
mayoría, han mostrado una dudosa hoja de
equilibrio ambiental y por lo tanto de sus-tentabilidad.
¿Por qué se ignoran los estudios demo-gráficos
pertinentes para poder proyectar y
evitar lo que es posible que ocurra? ¿Existe
acaso otros modelos para planificar el tu-rismo
a diferencia de los modelos que dise-ñan
ciudades?
Los espacios lúdicos y las decisiones rele-vantes
El continuo desplazamiento de poblacio-nes
rurales y semi-urbanas a los polos tu-rísticos
que no han sido bien planificados,
en la parte que le corresponde a la futura
comunidad receptora, aumenta lo incierto
del futuro para los trabajos tradicionales y
menos especializados, para dar paso, al
trabajo informal de la mayoría de los “con-mutantes”
y al deterioro acelerado de su
hábitat.
Lo anterior es menos dramático en aque-llos
poblados pequeños donde el turismo si
apenas cambia algunos espacios especiales
para la construcción de hoteles o nuevos
centros comerciales. Un ejemplo mexicano
es Guanajuato o bien Cuernavaca; y se re-pite,
en varias islas pequeñas del Caribe
insular.
No obstante, en los llamados centros tu-rísticos
integralmente planificados, el re-sultado
ha sido perversamente dual: una
mayoría de turistas extranjeros, de alto
poder adquisitivo, disfrutando en el espa-cio
de la ciudad lúdica, pero rodeados de
suburbios marginales, donde no han podido
surgir los círculos virtuosos del desarrollo,
sino la trampa de la pobreza.
El espacio turístico humanizado no pue-de
sobrevivir si surge el abuso y el despo-tismo,
ni tampoco una libertad basada en la
injusticia tolerada. Estos espacios lúdicos, o
los espacios turísticos del siglo XXI, ten-drían
que basarse en una nueva síntesis de
tareas compartidas y de cooperación entre
la comunidad de visitantes y la comunidad
receptora, pero también entre los planifica-dores,
los inversionistas, los operadores y
las poblaciones de acogida; y por esa vía
llegar determinar las verdaderas necesida-des,
a fin de asegurar que no surjan los
problemas de las segregaciones injustas.
Sea cual sea la ideología dominante, lo
importante en la planificación y en el desa-rrollo
de los espacios lúdicos: es la partici-pación
de todos los actores involucrados.
(Ward, 1976: 121). Pero el punto de partida
que deben considerar los planificadores es
el tamaño mismo del crecimiento de la po-blación,
bien sea el crecimiento el vegetati-vo,
como el crecimiento de la misma migra-ción
rural-urbana. Los riesgos son elevados
y por ello, es necesario buscar soluciones,
para que el turismo se convierta en un me-dio
para elevar la calidad de vida especial-mente
de los anfitriones y permita, además,
diseñar piezas escenográficas para el dis-frute
de los turistas no residentes.
Los espacios lúdicos y los problemas de la
economía urbana
Un problema serio sería la inflación, que
casi siempre termina con la buenas inicia-tivas
y con los subsidios para los más nece-sitados
e incluso afecta a los hoteles nacio-nales
e internacionales, que a veces prolife-ran
cuando existe un “boom” turístico –y
que requieren al menos trabajar mucho
más allá de un 35% de su capacidad insta-lada,
o sea su punto de equilibrio, para
poder obtener beneficios –
Si los servicios municipales se hacen
más caros, la base impositiva local se puede
reducir al elevarse las presiones: un clásico
círculo vicioso, que impacta a las ciudades
especialmente en los países con economía
mixta.
Si los planificadores de centros turísticos
tuviesen una mayor previsión sobre la po-
84 Hacia la construccion del objeto de estudio del turismo …
sible llegada de migrantes en búsqueda de
nuevos empleos; y si hubiesen medidas de
política pública turística, para afrontar los
problemas de sus futuros polos turísticos,
entonces si se podría lograr un desarrollo
más equilibrado, con una base fiscal más
sólida y un control concertado más estable
de los precios e ingresos, que es igual que
buscar el equilibrio entre oferta y demanda.
A veces se tiene la sensación de que el
concepto de sustentabilidad se refiere más
a preservar las especies de flora y fauna en
peligro, que lograr la mejora del hábitat
donde el ser humano realiza gran parte de
su vida.
El otro asunto importante es que la par-te
recreativa del turismo, fuera del aloja-miento
y las instalaciones de otras empre-sas,
se realiza en espacios públicos, es decir
que los operadores obtienen ganancias de-rivadas
no sólo de su trabajo al guiar e in-terpretar
los espacios utilizados, sino del
uso de la infraestructura y amenidades de
la comunidad receptora y del beneficio de
contar con las mejoras en su entorno natu-ral.
Además, las obras públicas no pueden
financiarse sólo con el crecimiento de las
divisas turísticas, sino primordialmente con
los impuestos que pagan los ciudadanos y
no pagan los turistas, ni las empresas que
diseñan los planes de desplazamientos des-de
el exterior.
Las bellezas y comodidades que no tie-nen
sino un valor intangible y sin precio en
el mercado, quedarían excluidas de una
posible compra-venta de los espacios lúdi-cos
o de su uso privado con fines recreati-vos,
por eso es imposible confiarse sólo en el
libre mercado del suelo turístico, para pro-ducir
los equilibrios y el bienestar para
todos los usuarios potenciales.
Una solución compleja y costosa en
cuanto a su administración, sería devolver-le
a la comunidad receptora las ganancias
no merecidas de desarrollos no sustenta-bles,
siempre que haya existido un empeo-ramiento
del espacio geográfico utilizado;
pero ello supondría quizá asignar también
una indemnización a los municipios, que
presenten proyectos de renovación; o bien,
establecer un nuevo plan de manejo como
una opción alternativa, si el gobierno de-seara
eliminar los daños todavía no irre-versibles
y elevar los beneficios sociales.
Espacios turísticos frágiles y ciudades resi-denciales:
nuevas estrategias
La cuestión básica es: ¿quién se benefi-cia
de un desarrollo turístico, apropiado y
de bajos impactos, al usarse los espacios
públicos? Muchas de las zonas más frágiles
son las más bellas, desde el punto de vista
turístico-recreativo y por ello requieren ser
bien protegidas y administradas.
El problema se presenta al surgir un in-cremento
de los visitantes que ponga en
peligro a esos espacios geográficos. Es nece-sario,
entonces, que se busquen soluciones
para un mejor control de los visitantes
temporales, con la finalidad de evitar los
impactos irreversibles que podrían termi-nar
con los paisajes prístinos; o en todo
caso, prevenir daños mayores, establecien-do
los límites del crecimiento y las densida-des
adecuadas en los mismos planes de
desarrollo.
Un problema que a se presenta a menu-do
es poder conciliar las densidades por
hectárea adecuadas al concepto de susten-tabilidad
y las posibilidades de inversiones
rentables que en todo caso buscan economí-as
de escala. Igualmente, las bajas densi-dades
crean problemas difíciles de manejar
en cuanto a la democratización de los espa-cios
lúdicos, pues un espacio de elevada
calidad, es un producto mucho más costoso
y podría beneficiar sólo a poblaciones de
elevado poder adquisitivo.
En algunos lugares como la isla de Lan-zarote
en el archipiélago canario, por ejem-plo,
se ha limitado el desarrollo turístico y
fue la Fundación César Manrique. Con los
gobiernos locales, los que establecieron los
criterios de planificación turística en el
interés general de la comunidad; de esa
manera, la misma comunidad estaba regu-lando
su propio ritmo de desarrollo. Pero
quizá Lanzarote sea una excepción, porque
como una vez señaló la Arquitecta española
Rosa Barba:
[…] hay mucho suelo comprometido en
operaciones que se vacían paulatinamente,
con lo que queda en el aire la industria (sic)
de servicios que depende de ellos. También
la urbanización turística ha agotado, casi
expoliado, el paisaje que le dio origen, con
lo que además del daño social y al patrimo-nio
que ello representa, la industria de la
construcción que alimentó esos lugares, se
Maribel Osorio 85
queda sin mercado en las áreas ocupadas,
mientras que en las nuevas pende el fan-tasma
de lo que va a producir el desarrollo
actual en el futuro. (Barba, 1988: 13)
Es decir, lo comprometido se ha quedado
obsoleto y es necesario recuperarlo de otra
manera; y también es urgente buscar una
nueva y mejor vía conceptual para proyec-tar
el suelo y el paisaje. Pero, ¿cómo debe
ser entonces proyectada la urbanización del
suelo para el uso turístico?
La hipótesis consiste en buscar un nuevo
equilibrio de las formas de vida, para poder
disfrutar con cierto confort el marco natural
durante un período corto vacacional, en el
que se “consumen” servicios y paisajes; pero
siempre con la precondición de poderse
sustraer a la cotidiana vida urbana, a fin de
relacionarse de una manera diferente con
otro entorno más aventurero y primigenio,
es decir espacios que en realidad son pseu-do-
eventos mágicos, que esconden en parte
el mundo real. (Urry, 1990: 17).
El marco para lograr esa estrategia es
diseñar, en un espacio geográfico con buen
clima, bellos paisajes y una nueva cultura,
lugares no masificados y no degradado. Es
así como esa otra práctica de la urbaniza-ción
turística es concebida por Leira y Que-ro
(1988), como algo muy diferente a la
manera de planificar las ciudades tradicio-nales.
Para estos arquitectos, es necesario un
orden territorial del conjunto de una mane-ra
escenográfica en el espacio natural, dife-renciando
cada elemento del sistema para
que logren su autonomía.
Como el visitante temporal no es un re-sidente,
lo más importante no es la vivien-da,
sino las actividades que el turista rea-lizará
en el lugar seleccionado, por lo que
el equipamiento recreativo debería ser
fundamental y dominante.
La organización del espacio debe enton-ces
responder a los comportamientos de
todos los actores y debe formar parte de un
producto diseñando para que cada pieza
funcione de una manera bien diferenciada y
con elevada calidad.
No se trata de desarrollar un conglome-rado
de camas como un barrio-dormitorio,
sino de diferenciar cada pieza para que se
adapte al paisaje donde se ubique y pueda
ofertarse un producto de alta calidad y
además de muy baja densidad, a fin de
lograr una estrategia de operación y renta-bilidad
concertada, ya que la baja densidad,
como ya se dijo, podría poner entre dicho la
factibilidad financiera de un plan con sus
programas y proyectos.
Conclusión
Es muy importante que en el grupo de
planificadores se encuentre una persona
clave: el demógrafo, que se ocupe de traba-jar
varios escenarios del crecimiento proba-ble,
tanto de la población turística como de
la población residencial y flotante, a los
fines de lograr un acertado proyecto susten-table.
El caso de Cancún y las referencias so-bre
los incrementos de la oferta inmobilia-ria
en los balnearios de San Pablo y tam-bién
en Bariloche, son buenos ejemplo de
una planificación integral que debe ser
mejorada, a fin de evitar que la sustentabi-lidad
se transforme en una planificación
impugnable o controvertibles, lo cual es el
polo opuesto de lo que se desea lograr.
El espacio turístico planificado tiene en-tonces
que armonizar dos problemas: 1)
concebir una nueva manera de organizar el
espacios turístico en piezas escenográficas
autónomas, donde el equipamiento recrea-tivo
sea primordial y más importante inclu-so
que las unidades de vivienda; y, 2) con-cebir
una ciudad dormitorio para los traba-jadores,
de manera que se asegure un modo
de vida digno y se diseñe el espacio consi-derando
las previsiones demográficas, tanto
del crecimiento vegetativo de la población
como de las corrientes de emigrantes que
provienen de otros lugares rurales y urba-nos,
respondiendo a las expectativas de un
empleo estable y una mejor calidad y géne-ro
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Aceptado: 30 de octubre de 2004