© PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural. ISSN 1695-7121
Vol. 12 N.o 2 págs. 491-498 2014
www .pasosonline.org
Nota de investigación
Turismo, identidad y espacio público
en Puerto Vallarta, México.
Apuntes sobre tres intervenciones recientes
José Alfonso Baños Francia*
Instituto Tecnológico Superior de Puerto Vallarta (México)
Resumen: Puerto Vallarta es un destino turístico en México caracterizado por su imagen de poblado tradi-cional
en la playa. Recientemente se ha experimentado un descenso en el número de visitantes y una es-trategia
de reposicionamiento consistió en regenerar espacios públicos emblemáticos para ofertarlos como
productos renovados. En la participación se exponen tres intervenciones significativas (Malecón, Muelle y
Pasarela) inserciones que se alejan del concepto tradicional de identidad arquitectónica y vivencia pública
del espacio, recurriendo a la tematización y montaje escenográfico, modelando paisajes homogéneos destina-dos
a cumplir con los imaginarios y deseos de los turistas contemporáneos.
Palabras clave: identidad, espacio público, territorio‑tema,
Puerto Vallarta.
Tourism, identity and public space in Puerto Vallarta, Mexico. Notes in three recent interventions
Abstract: Puerto Vallarta is a well‑known
tourist destination in Mexico, characterized by its traditional
village on the beach image. Recently there has been a decrease in the number of tourists and a repositioning
strategy consisted of regenerate emblematic public spaces to offer them as renewed products. The paper dis-cuss
three significant interventions (Malecón, dock and footbridge) new spaces that transform the traditional
concept of architectural identity and public experience, as park themes and scenography mounting modeling
homogeneous landscapes to address the imaginaries and desires of contemporary tourists.
Keywords: identity, public space, theme territory, Puerto Vallarta.
* Doctor en Ciudad, Territorio y Sustentabilidad, CUAAD, Universidad de Guadalajara. Profesor investigador en el Instituto
Tecnológico Superior de Puerto Vallarta. E‑mail:
cyberponx@yahoo.com. E‑mail:
jose.banos@tecvallarta.edu.mx
1. Introducción
El turismo constituye una actividad significativa
en el mundo global y es un poderoso imaginario
lúdico de la sociedad contemporánea. En México su
importancia es estratégica; en 2012, arribaron más de
23 millones de visitantes extranjeros los que aunado al
desplazamiento de connacionales contribuyeron en la
economía doméstica al generar una derrama superior
a los doce mil millones de dólares norteamericanos,
aportar con el 8 por ciento del Producto Interno Bruto,
albergar más de 1.8 millones de empleos y favorecer
el desarrollo en ciertas regiones del país (OMT, 2013;
SECTUR, 2011).
Sin embargo, la marca turística mexicana se
ha visto afectada por una espiral de violencia
vinculada al crimen organizado que repuntó
particularmente en el sexenio 2006 y 2012 bajo
la administración de Felipe Calderón. Una forma
de abordar esta problemática ha sido facilitar la
experiencia del turista, recurriendo, entre otras
acciones, a la simplificación del territorio con el
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ánimo de configurar paisajes estandarizados y
genéricos que aseguren la representación del ocio.
Además, para contribuir a reforzar una percepción
de tranquilidad en la geografía turística se recurre
al montaje escenográfico para modelar paisajes de
ficción en los destinos de playa del país.
En Puerto Vallarta, la identidad arquitectónica
original se configuró gracias a la tradición cons-tructiva
de poblados serranos circunvecinos, cuya
tipología pervivió durante más de un siglo (Baños,
2012). Las características de “pueblito” mexicano
constituyeron la principal ventaja competitiva, sin
embargo, con la maduración del destino comenzó
un paulatino deterioro en su imagen debido a la
inserción de edificios ajenos al lenguaje arquitec-tónico
tradicional vallartense.
La pugna entre modernidad, tradición e iden-tidad
siempre estuvo presente en el desarrollo
local aunque prevalecía el interés por mostrar
el estereotipo arquitectónico de la autenticidad
“mexicana”. Irónicamente, ante la reciente caída
en el número de visitantes, las políticas turísticas
apostaron por la rehabilitación de espacios públicos
emblemáticos para ofertarlos como productos re-novados
pero con un enfoque que no consideró los
elementos originales del lugar ni sus expresiones.
El objetivo de este trabajo es exponer tres in-tervenciones
recientes llevadas a cabo en Puerto
Vallarta, en particular en el Malecón, Muelle
y Pasarela, obras que reconfiguran el concepto
tradicional de identidad y ofrecen otra vivencia
del espacio público. Esta nueva lectura se inscribe
en las tendencias globales por simular espacios
que generen paisajes homogéneos y aseguren el
cumplimiento de los imaginarios de los turistas
contemporáneos.
El método aborda conceptos vinculados a la
actividad turística y su impronta en el territorio y
el espacio urbano, donde prevalece la tematización,
montaje escenográfico y simulacro arquitectónico,
reinterpretando la identidad vallartense y las
prácticas cotidianas de residentes y turistas.
2. Tematización, escenografía y espacio pú-blico
en el territorio turístico
El territorio tiene profundas implicaciones en
el turismo y el entorno espacial es fundamental
para la construcción imaginada de la experiencia
recreativa. Esta cualidad se ha venido diluyendo
en las últimas tres décadas debido a una tendencia
en la gestión turística que busca simplificar los
lugares y su vivencia a través de la ´cosificación´ del
espacio para el consumo masivo (Greenwood, 2006).
En la vorágine del turismo actual, cada destino
debe configurarse como una marca que se distinga,
caracterice y distinga de otras opciones recreativas
hasta convertirse en el objeto de deseo, buscando
generar imágenes que se retengan instantánea-mente
en la memoria colectiva favoreciendo su
comercialización. Para alcanzar a estos objetivos
se han establecido dos estrategias: la primera
es la museificación, apostando por la inserción
de equipamientos culturales que detonen la ac-tividad
turística, teniendo en el “efecto Bilbao”
el paradigma mejor logrado (Ockman, 2006); y
la segunda es la tematización, simplificando el
paisaje (Muñoz, 2009) para convertirlo en una
etiqueta identificable sin dificultad (Montaner y
Muxí, 2011) como sucede en Las Vegas. En ambos
casos se pretende esquematizar la identidad y
las expresiones socio‑culturales
de los habitantes
recurriendo a la homogeneización del paisaje en
fragmentos acotados que faciliten el consumo ma-sivo
gracias al talento de arquitectos y diseñadores
de renombre internacional (Koolhaas, 2006).
Con ello, el espacio turístico se modela para
la experiencia efímera y el cumplimiento de los
imaginarios de los turistas (Méndez, 2008) a partir
de un montaje escenográfico donde la vivencia
lúdica se desenvuelve en dos esferas claramente
diferenciadas: el escenario, como ensamble para
la representación del ocio, y la tramoya, donde el
decorado turístico se diluye, en lo que Goffman
denomina front y back (1979: 123). Con esto, las
expresiones arquitectónicas en el espacio del tu-rismo
se proyectan para cumplir con la función de
ser visitados, con vistas y marcadores generados a
través de recorridos turísticos entre geografías de
simulación y paisajes artificiales (Rodríguez, 2010).
En cuanto al espacio público, el concepto incluye
tres acepciones: i) como escenario de y para las
relaciones públicas visible y donde se desenvuel-ve
lo ´urbano´; ii) como un espacio de titularidad
pública administrado por el Estado y accesible
de manera universal; y, iii) desde una noción de
filosofía política, como la esfera para la coexistencia
pacífica de lo heterogéneo (Delgado, 2013). Con la
globalización, se reconfigura la noción de lo ´público´
particularmente desde la primera definición, donde
el espacio tangible se dispersa en la dimensión
geográfica y se adentra en la tesitura de lo virtual
con localizaciones remotas y de localización variable
mientras que el tiempo se acelera con flujos de
información, personas y mercancías modificándose
la percepción de la distancia para expandirse casi
infinitamente.
Esta transformación de la noción pública del
espacio encuentra en la ciudad del turismo una
de sus manifestaciones más evidentes, donde se
refuerza la tendencia por privatizar la experiencia
urbana, reduciéndose el lugar físico de concurrencia
pública, la libertad formal e igualdad de derechos.
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3. Componentes de la arquitectura en Puerto
Vallarta
En Puerto Vallarta la fisonomía arquitectónica
original se deriva de la tipología serrana, dado que
los primeros habitantes provenían de poblados
cercanos, como San Sebastián del Oeste, Mascota
y Talpa de Allende, trasladando con naturalidad
dicha tradición constructiva. Esto le confería al
poblado un aire de rústica simplicidad, con calles
empedradas, muros encalados, y cubiertas con
teja de barro, adaptándose a las rugosidades
topográficas y predominando tres colores: gris en
empedrados, blanco para muros y rojo en cubiertas.
Además, la traza urbana se estructuró con una
cuadrícula perpendicular, aplicando tanto en zonas
planas como montuosas, por lo que las calles ´suben
y bajan´ de acuerdo con los accidentes del terreno
(Baños, 2010).
Estas características originales se dieron de
manera natural y armónica, conservándose sin
alteraciones por más de un siglo, consolidando la
imagen de “pueblito típico” mexicano, elemento
que constituyó el principal atractivo para la co-mercialización
de la imagen turística en Puerto
Vallarta. Dicha particularidad es poco frecuente
ya que la arquitectura se forjó con una identidad
serrana pero implantada en un poblado costero y
de clima tropical.
Con la adopción del turismo y la gradual trans-formación
de la vocación económica se presentó
una ruptura en la fisonomía serrana tradicional
incorporándose el estilo ´funcionalista´ como el
medio de expresión de la modernidad vallartense
a finales de 1940. Los primeros hoteles formales
(Rosita, Paraíso y Chulavista) se edificaron con
este lenguaje austero y eficiente para adaptarse
a las necesidades del turismo, en donde la geome-tría
se modificó al emplearse balcones y amplios
ventanales horizontales, destacando la simplicidad
de líneas y empleando tecnologías constructivas
novedosas como el concreto y otros materiales.
Esta modalidad de expresión coincidió en otros
destinos turísticos nacionales como Mazatlán y
Acapulco, donde se adoptaron soluciones similares
(Baños, 2013).
Pero el funcionalismo no sería el único medio de
transformación arquitectónica; con la aportación
de Fernando Romero1, se inaugura un nuevo estilo,
el ´Vallarta´, reformulándose los valores cons-tructivos
tradicionales, involucrando expresiones
modernas pero ancladas en la tradición e identidad
vallartense (Arel, 2013). La suma de estas dos
fuentes representó la materialización espacial de
una sociedad local que había evolucionado y que
se adaptaba a nuevos usos, materiales, técnicas
e imaginarios.
Con el devenir temporal, tanto el funcionalis-mo
como el estilo Vallarta se consolidaron como
tipologías propias cuya presencia forma parte del
patrimonio arquitectónico de la localidad, a pesar
de que en la publicidad turística no aparezcan como
manifestaciones propiamente vallartenses. Pero,
su aportación y valor de los edificios emblemáticos
le confieren una importancia relevante en al tejido
urbano local.
En los últimos años, la arquitectura se adaptó
a los apetitos del mercado inmobiliario enfocado
a la edificación de masivos conjuntos habitaciona-les
significando una transformación en el modelo
turístico basado tradicionalmente en la oferta
hotelera. La expresión formal responde más a una
lógica económica que estética donde los edificios se
proyectan con el objetivo de asegurar la rentabilidad
económica de los inversionistas y no como una apor-tación
a la belleza y al tejido arquitectónico local.
Las herramientas empleadas para asegurar esta
eficiencia suponen la violación a la normatividad
urbana, edificación en gran altura y alteración del
medio ambiente natural.
El proceso de homogenización del paisaje cons-truido
ha contado con la participación de firmas
de arquitectos reconocidos como parte de una es-trategia
de mercadotecnia turística2. Así, diversos
desarrollos aterrizan en la geografía vallartense
con resultados mixtos, destacando la falta de
adecuación a la realidad local, al paisaje y medio
ambiente resultando en proyectos emblemáticos
que no se adaptan al contexto propio.
De esta manera, en la arquitectura contemporá-nea
en Puerto Vallarta parece ignorarse el sentido
tradicional del lugar que se vino conformando a
lo largo de los años, soslayando la tradición con
la inserción de objetos construidos que siguen la
lógica del mercado global antes que la identidad
y valores que le dieron origen.
4. Tres intervenciones urbanas recientes
En los últimos años, Puerto Vallarta ha venido
perdiendo atractivo como destino turístico tras el
agotamiento de su ciclo de vida, siendo desplazado
por otras opciones en la oferta de ´sol y playa´. Ante
ello, el Estado mexicano y los promotores turísticos
apostaron por la regeneración de espacios públicos
emblemáticos para relanzar la marca turística
´Puerto Vallarta´.
Las soluciones formales y enfoque de los crea-dores
responde a las tendencias de la arquitectura
mundial por simular el espacio, donde la noción
pública se expresa en manifestaciones con tintes
globales, insertando fragmentos de paisaje conte-nidos
en artefactos comunes, de lectura homogénea
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y escaso compromiso con el lugar. Esta decisión
diluyó la posibilidad de revalorizar la identidad
arquitectónica vallartense en el presente y enri-quecer
la cultura local.
En las tres intervenciones destaca el papel pro-tagónico
de la mercadotecnia turística en el ensam-blaje
de los nuevos objetos construidos relegando las
vivencias y aspiraciones de los residentes, quienes
no fueron considerados para la implementación de
dichas políticas turísticas, decididas en la esfera
gubernamental, bajo el argumento del beneficio
social de las obras y destinando fondos millonarios
para su ejecución. Con esto, se reforzó la percepción
ciudadana de despojo en la vivencia cotidiana del
espacio urbano, con acciones de beneficio para
los “turistas” en detrimento de la población local.
5. La renovación del Malecón
El Malecón es un andador localizado en el litoral
en el Centro Tradicional de Puerto Vallarta con
una extensión aproximada de un kilómetro. Su
construcción comenzó tras el ciclón que en octubre
de 1925 arrasó gran parte del antiguo poblado
(Munguía, 1997); por su presencia y ubicación, se
convirtió en el espacio público más significativo
para los residentes locales y en uno de los atractivos
turísticos del destino.
Con el devenir temporal, el Malecón se extendió
en dimensión, uso y expresión. A partir de la masi-ficación
del turismo y su peso en la economía local,
los edificios aledaños dieron paso a la instalación de
numerosas ofertas comerciales y de entretenimiento
(Córdoba y Díaz, 2008) como tiendas, comercios y
variada oferta gastronómica3.
En 2011 el gobierno local, con el apoyo de la
administración federal y estatal, promovió la reha-bilitación
del Malecón con el objetivo de regenerar
este pasaje urbano. Para ello, se buscó peatonalizar
y favorecer el comercio público de restaurantes,
bares y terrazas. La propuesta consistió en una
magna intervención cuyas principales acciones
fueron cerrar el tráfico vehicular, reforzar el muro
de contención en la playa, modificar el pavimento,
transformar la forma del paseo, incluir una ciclo
vía, colocar arbolado, adecuar el mobiliario urbano
y mejorar la iluminación. Las obras iniciaron en
mayo de ese año, a pesar del rechazo de un sector
de la población ante la premura de la intervención y
anticipando los impactos económicos que supondría
su construcción (Baños y Nolasco, 2012).
La expresión arquitectónica empleada en el
“nuevo” Malecón se adecúa en la tendencia con-temporánea
de intervención en el espacio público,
fusionando el nivel de la banqueta con el del paseo
marítimo y modificando la traza original rectilínea
por una ondulada y con rampas para acceder al
litoral (figura 1). Una crítica recurrente fue el
fiel parecido al Paseo de la Playa de Poniente de
Benidorm (España) proyectada por los arquitectos
Carles Ferrater i Lambarri y Xavier Martí Galí
entre 2005 y 2009.
El deseo por contar con un Malecón digno, de “clase
mundial” se tradujo en un proyecto que homogeniza
el paisaje local con las tendencias globales en la
arquitectura. Una debilidad importante radica en la
deficiente ejecución de la obra donde la iluminación
artificial es escasa, el mobiliario se ha deteriorado
rápidamente, la vegetación es excesiva y la inadecu-ada
colocación de las esculturas genera un espacio
desarticulado y carente de identidad local. Al respecto,
los vallartenses le adjudicaron el apodo del “Mal‑hechón”
en alusión a la mala calidad del proyecto y
de la obra concluida. A pesar de ello, el proyecto se
hizo acreedor al premio como la mejor intervención
en espacio público en la XII Bienal de Arquitectura
Mexicana 2012 auspiciada por la FCARM (Federación
de Arquitectos de la República Mexicana).
La decisión de insertar un “nuevo” Malecón se
tomó como una acción gubernamental sectorial, sin
considerar otras problemáticas más urgentes en
la zona como la gestión del transporte urbano, el
abandono del uso habitacional, la excesiva oferta de
bares y discotecas, el tráfico de drogas, la carencia
de equipamientos culturales, estacionamientos o
de requerimientos sanitarios como baños públicos.
Con el paso del tiempo, se ha reforzado la per-cepción
de que la intervención del “nuevo” Malecón
no era necesaria y que el espacio público sufrió una
transformación radical disminuyendo su atractivo
y uso cotidiano por los vallartenses. Curiosamente,
la opinión de los turistas, recabada mediante el
análisis de sitios de redes sociales, es favorable
con la renovación del lugar, a pesar del sentimiento
local de que los resultados alcanzados distan mucho
del discurso oficial y que la zona no vive la época
de gloria que alguna vez llegó a tener.
6. La Pasarela
La isla de los Niños se localiza en el Centro
Tradicional de Puerto Vallarta; su formación se
debe a la apertura en dos cauces del río Cuale, ícono
relevante del imaginario social de los vallartenses
(Olivera, 2012). En la margen norte del río se locali-za
el barrio de Gringo Gulch que albergan las fincas
más representativas de la arquitectura Vallarta
y que congrega a una importante comunidad de
extranjeros, particularmente norteamericanos.
Con el ánimo de generar un circuito turístico, se
promovió la construcción de un puente/pasarela
para conectar la isla de los Niños con Gringo Gulch,
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porciones desconectadas debido a la topografía de
la zona (figura 2).
Para ello se contrató, sin mediar concurso pú-blico,
los servicios profesionales de arquitectos de
Guadalajara cuyo proyectista principal es hermano
del entonces director de Turismo en el municipio.
Sin que el nepotismo sea un impedimento para la
generación de propuestas arquitectónicas, en este
caso se insertó un elegante elemento forjado en
acero estructural pintado de blanco que recuerda las
aportaciones de Santiago Calatrava e incorporando
materiales tradicionales como el piso de mosaico
de pasta y concreto.
La Pasarela se integra con el contexto de la isla
y refuerza el carácter de su silueta, que rompe con
la identidad tradicional pero que aporta al tejido
urbano con su sutil inserción. Una aportación radica
en la perspectiva que se tiene del paisaje natural y
edificado en esta porción de la geografía vallartense,
disfrutando de vistas significativas y que paulati-namente
se ha consolidado como una centralidad
que reúne a visitantes y vallartenses en torno suyo.
7. El Muelle
Localizado en la popular Playa de los Muertos,
el Muelle sirvió como punto de atraque para em-barcaciones
de pequeño calado y como sitio para
la pesca tradicional de los pobladores locales; la
versión original se construyó con pilotes de concreto
y tablones de madera en el piso (figura 3). En la
década de 1980, se sustituyó la estructura existente
por otra de concreto armado, misma que funcionó
hasta el año 2011. La inserción del nuevo Muelle
estuvo precedida por la reconversión de esta porción
turística de Puerto Vallarta, también conocida como
la ´Zona Romántica´, que durante varios años ha
albergado y promovido el turismo homosexual
(gay), rosa y alternativo. Ello ha generado una
nueva vitalidad que se observa en el número de
restaurantes, cafeterías, centros de espectáculo y
hasta un mercado de productos orgánicos que se
instala cada sábado.
Alentados por esta dinámica, las autoridades y
gestores del turismo promovieron la construcción de
un nuevo Muelle que se erigiera en un nuevo ícono
de la zona y la ciudad. En una primera etapa se
procedió a desmantelar y demoler el viejo muelle;
posteriormente se colocaron los pilotes de concreto
dentro del lecho marino.
El autor del proyecto fue seleccionado por la
Secretaría de Turismo de Jalisco (SETURJAL) sin
que se sometiera a un concurso arquitectónico ni
consideraran otras alternativas . A primera vista,
destacan las líneas suaves de la pasarela así como
el perfil de la cubierta metálica que, a manera
de vela envuelve el espacio interior y donde una
estructura de acero sostiene la plaza de encuentro
en forma circular así como el embarcadero (figura
4). Además, se incorpora un andador peatonal,
plazoleta de ingreso, pasarela, mirador circular y
embarcadero con capacidad para siete diferentes
embarcaciones de diversos tamaños.
Dentro de los aspectos positivos del nuevo Muelle
destaca la regeneración de esta porción urbana así
como la dotación de un nuevo espacio de encuentro
que incluye miradores y zonas de atraque de embar-caciones.
Lo cuestionable es el retraso en su proceso
de construcción, el costo final de las obras4, la adopción
de una tipología arquitectónica con formas ajenas a la
identidad arquitectónica local, el uso de luminarias
de colores pero sobre todo, que la solución proyectual
eliminó el uso del espacio con actividades significativas
como la pesca popular, los clavados a mar abierto y
su utilización a cualquier hora del día, toda vez que
una vez inaugurado el nuevo Muelle se prohibieron
dichas acciones, llegando al punto de impedir el acceso
público de las 11 de la noche hasta las 7 de la mañana.
Con decisiones de esta naturaleza se asiste a la
privatización de la noción pública de los artefactos
construidos en el espacio turístico de Puerto Vallarta.
8. Consideraciones finales
El turismo y sus prácticas se desarrollan sobre
el territorio y la interacción entre ambos es comple-mentaria
y esencial; para ello, el entorno se delimita
con objetos arquitectónicos que se insertan en el
espacio urbano como montajes escenográficos para
cristalizar los imaginarios de los viajeros. Debido a
la intensa competencia entre ciudades turísticas en
la esfera mundial y con el ánimo de volverse cada
vez más competitivos, los destinos recurren a dos
tendencias para atraer segmentos más abundantes
de turistas: la museificación y simplificación del
espacio. En ambas situaciones, la cultura local es
desplazada y se reconfigura para dar paso a las
adecuaciones que el negocio recreativo demanda.
En este sentido, se requiere que los edificios
y obras de arquitectura se transformen en refe-rentes
fácilmente identificables, en objetos cuya
marca en el paisaje se tornen en logotipo como
el de cualquier producto comercial pero a la vez,
en íconos cargados de sentido cultural para ser
usados por los contingentes de turistas. Así, en
el espacio turístico se fortalecen los emblemas
que conviertan el paisaje singular en geografías
homogéneas y genéricas.
En el caso de Puerto Vallarta, ciudad turística
consolidada en el Pacífico mexicano, la identidad
arquitectónica de poblado serrano fue una de las
principales ventajas competitivas en el mercado tu-
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rístico de México al ofertarse como el único destino de
playa auténticamente ´mexicano´. Esta particularidad
le confirió una fortaleza que fue bien capitalizada
en su ciclo de vida inicial atrayendo a segmentos
exclusivos de turistas pero que con el tiempo perdió
paulatinamente su encanto debido a la modificación
de la tipología edilicia tradicional. Así, se desapro-vechó
un recurso cultural significativo para diluirse
entre otras tantas opciones recreativas en el litoral.
Esta pérdida de competitividad en el mercado
turístico global alentó la instrumentación de una
estrategia de reposicionamiento enfocada a re-generar
tres espacios públicos emblemáticos: el
Malecón, Pasarela y Muelle. En los tres sitios, se
recurrió a la utilización de un lenguaje arquitectó-nico
ajeno al tradicional y cuyas manifestaciones
no consideran los postulados de la identidad local
y por el contrario, la renovación espacial se ajusta
a los postulados globales de articulación espacial
con propuestas similares a las de cualquier ciudad
del planeta. Así, se ausenta el valor de los luga-res
únicos y excepcionales desaprovechando las
cualidades intangibles de los entornos turísticos.
Con estas acciones se reformula el concepto y
uso del espacio público, perdiendo su valor como
sitio de alteridad social para convertirse en una
esfera privatizada, simulada y sin riesgos ni pe-ligros.
Con ello, también se pone a discusión la
nueva percepción de identidad local, alejada de
los principios esenciales que le dieron sentido.
A su vez, se fortalece el sentido de despojo de los
lugares públicos a los residentes locales, quienes
no participan en el diseño ni implementación de
las políticas turísticas enfocadas a transformar las
porciones emblemáticas del destino, cuya decisión
radica en las voluntades de funcionarios alejados
de la realidad cotidiana. De esta manera, gravita la
necesidad de ponderar la interacción entre actividad
turística, identidad local y uso del espacio público
en los destinos turísticos de playa de México y en
particular en Puerto Vallarta.
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Imágenes
Figura 1.Propuesta
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Fuente: H. Ayuntamiento de Puerto Vallarta, 2010‑2012
Figura 2. Pasarela sobre el río Cuale
Fuente: propia.
Figura 3.Antiguo
muelle en Puerto Vallarta
Fuente: Puerto Vallarta (1981). Fideicomiso de Puerto
Vallarta, pp. 21.
Figura 4. El nuevo muelle en Puerto Vallarta
Fuente: propia
Notas
1 Mejor conocido como ´Freddy´Romero. Este
autor no fue arquitecto de profesión, en su
juventud se dedicó al baile, acrobacia y magia
en el circo así como a la participación marginal
en películas mexicanas. En 1949 se traslada
a Puerto Vallarta, donde asumiría el trabajo
arquitectónico de una forma distinta, creando un
nuevo estilo de vivienda vallartense, diseñando
en el sitio, desechando los procesos compositivos
tradicionales de gabinete, dando instrucciones
a los albañiles y recogiendo de ellos la tradición
constructiva popular. Sus viviendas las modeló a
la topografía del lugar, explorando dimensiones,
pendientes, vistas, luz, asoleamiento, vientos
dominantes, vegetación y la escala vecina. El
autor murió en 1988 en Puerto Vallarta.
2 Entre las obras de arquitectos afamados des-tacan
Icon Vallarta, proyectado por el diseña-dor
francés Phillipe Starck en conjunto con
Arquitectónica, Enclave (en proyecto) obra de
Michael Graves, Nima Bay (autoría de Central
de Arquitectura) y la propuesta de Museo del
Tequila de Casa Cuervo de Frank Gehry.
3 Destacando lugares emblemáticos como el
desaparecido restaurante ´Carlos O´Brians´
sitio tradicional de encuentro para residentes
locales y turistas
4 Superior a los 82 millones de pesos mexicanos,
casi 6 millones de euros.
Recibido: 24/09/2013
Reenviado: 25/10/2013
Aceptado: 08/01/2014
Sometido a evaluación por pares anónimos