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Vol. 2 Nº 2 págs. 281-294. 2004 www.pasosonline.org © PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural. ISSN 1695-7121 Políticas turísticas y peronismo. Los atractivos turísticos pro-mocionados en Visión de Argentina (1950)1 Claudia Troncoso † Carla Lois‡ Universidad de Buenos Aires (Argentina) Resumen: En este trabajo proponemos examinar cuáles fueron las estrategias discursivas articuladas para construir una Argentina turística (atractivos, destinos, valorizaciones y prácticas turísticas) en el contexto del primer gobierno peronista. Nos interesa analizar, en términos generales, la configuración de una Argentina turística y, asociado a ello, la construcción de la atracción de ciertos elementos y lugares. En términos más específicos, examinaremos las prácticas discursivas involucradas en la construcción de un repertorio de imágenes turísticas en un documento de promoción del turismo elaborado por una ofici-na gubernamental, en el marco de la gestión peronista. En la primera parte del trabajo exploraremos el desarrollo de las instituciones y de las prácticas turísticas en la Argentina hacia mediados del siglo XX. En la segunda parte analizaremos Visión de la Argentina, una publicación de la Administración General de Parques Nacionales y Turismo (1950). Palabras clave: Turismo; Peronismo; Atractivos; Política turística; Prácticas discursivas; Argentina Abstract: The aim of this paper is to examine the discursive strategies articulated with the construction of a tourist Argentina (attractions, destinations, valuations and tourist practices) within the context of the first peronist government. We are interested in analyzing, in general terms, the configuration of a tourist Argentina, in relation to the construction of objects and places’ attractiveness during the peronist admini-stration. Specifically, we examine the discursive practices involved in the construction of a set of tourist images included in a tourism promotion document elaborated by an official department. In first place, we explore the development of both institutions and tourist practices in Argentina during that period. In second place, we analyze An Outline of Argentina (Visión de Argentina, 1950), a publication released in 1950 by General Management of National Parks and Tourism. Keywords: Tourism; Peronism; Attractions; Tourism policy; Discursive practices; Argentina † • Licenciada en Geografía. Instituto de Geografía, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires – CONICET. E-mail: claudia_troncoso@yahoo.com.ar ‡ • Licenciada en Geografía. Instituto de Geografía, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires – CONICET. E-mail: carlaml@ciudad.com.ar 282 Políticas turísticas y peronismo … Introducción. “Conocer la patria es un de-ber” Un aspecto central de la actividad turís-tica es la construcción social de destinos, establecerlos como lugares atractivos, inte-resantes, agradables u originales, dotarlos de infraestructura y servicios para los visi-tantes, y publicitarlos. De diversas mane-ras, ciertos lugares y paisajes, canonizados como atractivos o imágenes representati-vas, articulan intereses, ideas y represen-taciones sociales con los atributos materia-les del lugar. En ese proceso de construc-ción de la atracción (Bertoncello, 2002) de los lugares se naturalizan ciertos valores positivos, como si esos valores estuvieran naturalmente adscriptos a los lugares y sus paisajes. Para ello se apela a la apreciación de elementos y procesos naturales o de ob-jetos históricos y culturales así como tam-bién a la valoración de las condiciones es-pecíficas que ofrece el lugar para desarro-llar ciertas actividades de ocio y esparci-miento. El proceso de valorización de cier-tos atributos o cualidades de los lugares, su transformación en “atractivos”, se inscribe en un contexto específico y no es unívoco ni inmutable a lo largo del tiempo. Existe un amplio consenso acerca de que en la década del ’30 adquirió cierta consis-tencia un repertorio de imágenes paisajísti-cas que sintetizaban “la Argentina”. En un trabajo muy exhaustivo, Silvestri (1999) demuestra que existe un conjunto de imá-genes canonizadas de la Argentina basadas en paisajes “sublimes y naturales”, cons-truido hacia la década del ’30 y que, con variaciones mínimas, ha perdurado hasta la actualidad. Al mismo tiempo, desde los años 30, el crecimiento de la actividad turística fue impulsado por la concreción de obras de infraestructura a cargo del gobierno nacio-nal (como, por ejemplo, la construcción de la red caminera a nivel nacional), por em-prendimientos a cargo de gobiernos locales (como las obras de remodelación emprendi-das por la municipalidad en la ciudad de Mar del Plata; Ballent, 1999) y por la ini-ciativa privada focalizada en los nuevos espacios destinados al turismo, como la fundación de los balnearios de la costa bo-naerense (Bertoncello, 1993). Otras institu-ciones no gubernamentales, como el Auto-móvil Club Argentino (ACA) y el Touring Club Argentino (TCA), también cumplieron un rol importante en la promoción del tu-rismo, especialmente a partir de la década de 1930 de la mano de la creación de la red caminera nacional. Hacia mediados del siglo XX, en el mar-co de la primera presidencia del general Perón, el turismo adquirió algunas valora-ciones novedosas. Si bien es cierto que la legislación laboral no era del todo innova-dora y que el carácter masivo del turismo tampoco era un proceso inédito, intentamos sostener que comenzaron a instalarse nue-vas formas de pensar e imaginar las prácti-cas turísticas: la percepción del turismo como un derecho laboral y social, y las polí-ticas del tiempo libre impulsadas por el gobierno peronista -que incluyeron la oferta de “turismo sindical” orientado específica-mente a trabajadores como alternativa a otras formas de turismo de la época más vinculadas a sectores de la población de mayores recursos (Scarzanella, 1998: 67- 68)- instalaron la idea de que “conocer la patria es un deber”. Aunque este eslogan era utilizado desde, por lo menos, la década anterior, su uso durante la gestión peronis-ta pone de relieve que el turismo no era sólo una modalidad de ocio ni tampoco sólo una actividad económica, sino que también era una forma de crear conciencia ciudada-na y nacional. En las prácticas de promoción del turis-mo se pretende naturalizar la atracción como un atributo intrínseco de los lugares y para ello se estimula la experiencia visual, la apreciación de imágenes, como si de ello emanaran los valores positivos que encar-narían los paisajes. Sin embargo, en la in-terpretación, en la valorización e incluso en la naturalización de esas imágenes y “en la conmoción personal ante tal o cual paisaje operan fuertemente tramas de construcción cultural, esquemas de visión epocales o de larguísima duración, imposibles de escindir de los que vemos, y que las representacio-nes aparecen disparadas no necesariamen-te por aquello a lo que se refieren, ni cons-truidas en su inspiración” (Silvestri, 1999: 113). En la Argentina, una de las formas de canonización de los paisajes emblemáticos Claudia Troncoso y Carla Lois 283 de la supuesta diversidad natural y cultu-ral del país puede leerse entrelíneas en las políticas de manejo y gestión de la Admi-nistración General de Parques Nacionales y Turismo. En este trabajo proponemos exa-minar cuáles fueron las estrategias discur-sivas articuladas para construir una Argen-tina turística (atractivos, destinos, valori-zaciones y prácticas turísticas) en el contex-to del primer gobierno peronista. Nos inter-esa analizar, en términos generales, la con-figuración de una Argentina turística y, asociado a ello, la construcción de la atrac-ción de ciertos elementos y lugares. En términos más específicos, examinaremos las prácticas discursivas involucradas en la construcción de un repertorio de imágenes turísticas en un documento de promoción del turismo elaborado por una oficina gu-bernamental de la gestión peronista. En la primera parte del trabajo explora-remos el desarrollo de las instituciones y de las prácticas turísticas en la Argentina durante la primera mitad del siglo XX. En la segunda parte analizaremos Visión de la Argentina, una publicación de la División Propaganda del Departamento de Turismo de la Administración General de Parques Nacionales y Turismo (1950), que tuvo “por finalidad divulgar en el mundo entero el inmenso caudal de bellezas panorámicas que atesora la República Argentina, inclu-yendo en esta visión el bosquejo de su desa-rrollo económico, vinculado íntimamente a su paisaje, y la pintura del elemento humano, cuya presencia señala la fisono-mía inconfundible del carácter nacional” (AGPNyT, 1950: 8). El turismo y las prácticas turísticas en la Argentina hacia mediados del siglo XX La difusión y la expansión de la práctica turística en la Argentina durante la prime-ra mitad del siglo XX se inscribe dentro de los procesos de consolidación de una esfera del ocio nacida como contrapartida a la esfera del trabajo, propia del orden indus-trial moderno. Las condiciones de vida en las ciudades -lugar de origen de los turis-tas- en la primera mitad del siglo XX sig-nadas por la insalubridad fueron uno de los motivos para el desplazamiento de la po-blación en busca de lugares con condiciones que permitieran una cierta restauración física -muchas veces prescripción médica mediante- entre ellos los balnearios marí-timos, las áreas serranas y las localidades con aguas termales (Bertoncello, 2002; Mantobani, 1997). Dentro de la esfera del ocio, el turismo se consolidó como una de las prácticas más difundidas, en muchos casos apoyado por una legislación laboral que otorgó ciertos beneficios a los trabaja-dores para hacer uso de su tiempo libre, que, así, trasformó al turismo en un dere-cho laboral y social (Bertoncello, Castro y Zusman, 2003). En este sentido, el turismo transformado en derecho para un sector cada vez más creciente de la población, pasó a ser considerado no como un lujo sino como una necesidad2. Al mismo tiempo, el turismo funcionó como una actividad eco-nómica dinámica, que se manifestó tanto en la expansión de una oferta de bienes y ser-vicios ofrecidos por distintos agentes eco-nómicos orientados a satisfacer e inducir las demandas de los turistas. Las caracte-rísticas de lo que se dio en llamar turismo masivo, que se consolidó en la primera mi-tad del siglo XX, se componían por la oferta y el consumo masificado de paquetes turís-ticos estandarizados que combinaban fun-damentalmente los servicios de viaje y alo-jamiento (Urry, 1996; Marchena Gómez, s/f). En la Argentina, el desplazamiento de turistas durante el primer gobierno pero-nista hacia diferentes destinos continuó con la tendencia en aumento de las décadas precedentes3. Sin embargo, es posible iden-tificar un conjunto de medidas que incenti-varon y le dieron ciertas especificidades a las prácticas turísticas en este período. Una de ellas fue la política laboral, que a partir de una serie de medidas, como el aumento de los salarios, la generalización del des-canso semanal, de los días feriados obliga-torios y pagos, el sueldo anual complemen-tario y el derecho a vacaciones anuales pa-gas, favoreció las condiciones para el acceso al turismo de sectores más amplios de la población, fundamentalmente los asalaria-dos urbanos (Schlüter, 2001; Bertoncello, 1993; Scarzanella, 1998). En repetidas oca-siones el mismísimo presidente Perón se refirió al impulso que su gobierno le otor-gaba a la promoción turística orientada hacia los sectores populares. Un ejemplo de ello son las palabras de Juan Domingo Pe- 284 Políticas turísticas y peronismo … rón que se reprodujeron en una publicidad que realizó la Administración de Parques Nacionales y Turismo en 1946 y apareció en la revista Automovilismo: “Organizare-mos viajes colectivos, se construirán cam-pamentos y se habilitarán colonias de vaca-ciones y hoteles económicos en la sierra y en el mar, para que este programa no se limite a un pequeño sector del pueblo, posi-blemente el que menos necesita oxigenarse, sino a todos los que pueden desplazarse y aprovechar 15 ó 20 días al año, con un pe-queño desembolso y reparar sus energías” (ACA, 1946; Nº 327). En el discurso pero-nista, el turismo se transformaría así en una actividad regeneradora, cuyos princi-pales beneficiarios deberían ser los traba-jadores. Otro de los aspectos centrales para el desarrollo y expansión del turismo llevado adelante durante el gobierno peronista fue la ampliación y la mejora de la infraestruc-tura de comunicaciones. La consolidación de una red caminera que abarcara todo el país (complementando la red ferroviaria) fue un punto clave en el desarrollo de la actividad turística, especialmente con la rápida difusión del automóvil, porque per-mitió o mejoró el acceso de los turistas a los distintos destinos. Aunque el mayor impul-so de la construcción de caminos fue duran-te la década de 1930 (especialmente a par-tir de 1932 con la creación de la Ley Nacio-nal de Vialidad) y los principales motivos para el trazado de esta red estaban vincu-lados a las necesidades que imponía la pro-ducción agropecuaria (Ballent, s/f), pronto el turismo se posicionaría como una activi-dad económica que participaría en la confi-guración de la red vial. Fue así que, en el año 1938 se inauguró la Ruta Nacional Nº 2, que unía la Capital Federal con el prin-cipal centro turístico en ese momento, la ciudad de Mar del Plata. Si bien la red caminera fue diseñada y llevada adelante por el Estado, tanto el ACA como el Touring Club Argentino re-clamaron y alentaron su concreción. En este sentido, ambas instituciones realizaron diferentes acciones que apoyaron o com-plementaron el plan gubernamental. Algu-nas de ellas fueron la producción de carto-grafía turística el impulso de proyectos de señalización. Asimismo, el ACA implemen-tó junto a YPF (que financió el proyecto) una red de estaciones de servicio, construi-das y administradas por el ACA, extendida por todo el país (Ballent, s/f). Así, el primer gobierno peronista heredó una red vial sobre la cual realizó pocas mo-dificaciones. Incluso, como señala Ballent (2002), a partir de 1946 los intereses del Ministerio de Obras Públicas de la Nación estuvieron orientados con más fuerza hacia el desarrollo de la aeronavegación. No obs-tante ello, los reclamos del ACA y del Tou-ring Club Argentino en cuanto a la realiza-ción de mejoras en la red vial siguieron vigentes4. Los trabajos de infraestructura encara-dos por el gobierno nacional durante el primer gobierno peronista se coronaron con la planificación, construcción e inaugura-ción de un emprendimiento que se orienta-ba a múltiples usos: el complejo de Ezeiza5. El núcleo de este complejo era el aeropuerto internacional (inaugurado en 19496) y en torno de él se articulaban conjuntos habita-cionales, instalaciones deportivas, educa-cionales, asistenciales y sanitarias, a las que se accedía a través de una vía rápida de comunicación, la autopista Ricchieri (Ballent, 2002). Este complejo tenía una importancia crucial para el turismo. No sólo porque era la puerta de llegada al país del turismo extranjero sino también porque se constitu-yó en un atractivo en sí mismo, como tantas otras obras de infraestructura (por ejemplo, los embalses). Como señala Ballent (2002) los movimientos generados por las opera-ciones propias del aeropuerto constituían un espectáculo. En 1951 se publicitaban las “Excursiones justicialistas a las grandes obras de la Revolución” organizadas por la Dirección de Turismo y Parques del gobier-no de la provincia de Buenos Aires7. Estos paseos, que duraban toda una jornada, realizaban un circuito que incluía varias obras llevadas a cabo por el gobierno pero-nista en el Gran Buenos Aires y la Capital Federal, entre ellas las instalaciones de Ezeiza. Asimismo, en el contexto de la mo-vilización de contingentes desde los par-ques nacionales hacia Buenos Aires que organizaba la AGPNyT, Ezeiza era uno de los puntos dentro de los circuitos de visitas (AGPNyT, 1949). El incremento de la capacidad hotelera fue uno de los pilares de la promoción del Claudia Troncoso y Carla Lois 285 turismo durante el primer gobierno pero-nista. Por un lado, el Ministerio de Obras Públicas se lanzó, a partir 1947, a la cons-trucción de hoteles en distintas localidades del país; por otro lado, varios hoteles pre-existentes pasaron a manos estatales y fueron administrados directamente por la AGPNyT8. Al mismo tiempo, se incentivó la acción privada en materia de construcción hotelera. Uno de esos estímulos fue la im-plementación, desde 1947, de un sistema de créditos; ese tipo de crédito, denominado Préstamo Nacional Hotelero, era otorgado por el Banco Hipotecario Nacional. En ello, también intervenía la AGPNyT: la iniciati-va privada era examinada por la AGPNyT, que, por ejemplo, evaluaba las propuestas privadas teniendo en cuenta la localización prevista para las construcciones, la conve-niencia desde el punto de vista turístico y el estilo arquitectónico de las mismas (AGP-NyT, 1948; AGPNyT,1949). De esta manera, la gestión pública organizaba la red hotele-ra y supervisaba la intervención privada, a la que consideraba complementaria9. Sin embargo, el Estado nacional y el ca-pital privado no eran los únicos adminis-tradores de los hoteles. También participa-ban los sindicatos, los ministerios naciona-les y la Fundación Eva Perón. Los sindica-tos, por ejemplo, se beneficiaron del Prés-tamo Nacional Hotelero para la construc-ción de sus propios hoteles y, además, en algunas ocasiones utilizaban parte de la capacidad hotelera que administraba la Fundación. La Fundación Eva Perón por su parte también utilizaba los hoteles admi-nistrados directamente por la AGPNyT y algunos ministerios. Además, desde la dé-cada de 1930, el ACA inauguró varias áreas de recreación, especialmente en los nuevos balnearios emergentes de la costa atlántica bonaerense (Ballent, s/f). Aparte de la política laboral y de la crea-ción de infraestructura vial y hotelera, la promoción de la actividad turística que se realizó desde el gobierno incluyó estímulos para inducir el desplazamiento de turistas, como los descuentos en las tarifas ferrovia-rias para grupos de turistas (Scarzanella, 1998) y la organización de viajes colectivos. La AGPNyT fue una de las dependencias que organizó este tipo de viajes para con-tingentes de trabajadores y alumnos (en este último caso, en acción conjunta con el Ministerio de Educación de la Nación). También los sindicatos promovieron el des-plazamiento de sus trabajadores hacia las localidades del país donde se encontraban los hoteles administrados por estas organi-zaciones. Además, entre los distintos go-biernos provinciales se realizaron acuerdos para el intercambio de turistas (Scarzane-lla, 1998). Por otro lado, la práctica turística impli-có la valorización o la revalorización de ciertos lugares constituidos en destinos turísticos. La política turística encarada por el primer gobierno peronista buscaba “poner las bellezas de la patria al alcance del pueblo” (Argentina, 1950: 455) y para esto fomentó el turismo popular en distin-tas áreas: por un lado, en aquellos lugares ya consolidados como destinos turísticos disfrutados por la oligarquía y los sectores medios (fundamentalmente Mar del Plata, las sierras de Córdoba y la zona del lago Nahuel Huapi) y por otro, en lugares que se incorporaron más recientemente (los par-ques nacionales y algunas localidades pro-vinciales) (Scarzanella, 1998). Los atractivos turísticos en Visión de Argentina El turismo, entendido como una práctica social propia de las sociedades modernas valoriza ciertas características de distintos lugares, especialmente aquellas que resul-tan más distantes con respecto a la cotidia-neidad de los turistas, es decir, las que se separan de la esfera del hogar y del mundo del trabajo (Urry, 1996). Esta valorización de ciertos elementos, cualidades, condicio-nes, procesos (materiales o intangibles, naturales, culturales o históricos) los cons-tituye en atractivos turísticos y en tanto tales pueden satisfacer distintas necesida-des de los turistas. Esta valorización, o mirada turística (Urry, 1996) -en la que tienen un papel importante diversas prácti-cas vinculadas a los medios audiovisuales y gráficos en la difusión de imágenes-, impli-ca la existencia de ciertas expectativas ge-neradas en el turista y varía de acuerdo a diferentes períodos históricos, diferentes sociedades y grupos sociales e involucra la participación de varios actores (sociales, políticos, económicos) que también van a definir, organizar y orientar la práctica 286 Políticas turísticas y peronismo … turística e inducir el consumo del turismo como producto (Bertoncello, 2002; Pretes, 1995). “La Administración General de Parques Nacionales y Turismo presenta esta obra que tiene por finalidad divulgar en el mun-do entero el inmenso caudal de bellezas panorámicas que atesora la República Ar-gentina, incluyendo en esta visión el bos-quejo de su desarrollo económico, vinculado íntimamente a su paisaje, y la pintura del elemento humano, cuya presencia señala la fisonomía inconfundible del carácter nacio-nal.” Esta cita corresponde al primer párrafo de Visión de Argentina10. En estas frases se enredan todos los presupuestos que parecen haber regido la selección del elenco de foto-grafías: los paisajes de la Argentina conju-gan la “belleza panorámica”, que se presta al goce estético, y la potencialidad económi-ca, que racionalmente se ofrece como la prueba irrefutable del destino de prosperi-dad económica. Al mismo tiempo, la confi-guración y la explotación de esos paisajes tendría un sello específico y particular vin-culado con “el carácter nacional”. Naturale-za, desarrollo económico y argentinidad son los tres tópicos fuertes que organizan esta obra. La obra propone un “turismo de ima-gen”, un recorrido ilustrado por todos los rincones del país que ameriten una mirada positiva, signada por el disfrute o la admi-ración. También es una invitación a selec-cionar un destino y transformar el turismo de imagen en un “turismo de presencia”11. Desde el título mismo se advierte que la propuesta del libro es poner una realidad delante de los ojos y persuadir al lector para una experiencia de los sentidos. En rigor, en todo el libro se percibe un fuerte énfasis en la expresión visual: a lo largo de sus 176 páginas de texto en castellano hay más de 160 fotos12 y mapas13, con escuetos epígrafes bilingües que apenas indican el nombre del objeto o paisaje y la jurisdic-ción14 en que se encuentra. El último capí-tulo es una síntesis de la obra en inglés, probablemente destinada a los lectores que recibirían este libro en el exterior. Desde el prólogo de la obra se nos afirma que la Argentina tiene múltiples atractivos y la abundancia de fotografías parece que-rer ponerlos delante de la vista del lector. El repertorio de imágenes es muy variado, y sin dudas, la pretensión estética enlaza a este corpus aparentemente tan heterogéneo de paisajes naturales, edificios históricos y escenas folclóricas. Ahora bien: no se tratan de imágenes aleatorias y, a simple vista, resulta que, tanto las imágenes como los textos, se con-centran en realzar una supuesta atracción intrínseca de lugares, objetos, edificios y tradiciones. El criterio que subyace a la construcción de ese repertorio no es eviden-te ni coherente a lo largo de toda la obra. Sin embargo, pareciera sobrevolar un im-perativo máximo: decir o mostrar algo “lin-do”, atractivo, de cada provincia. Volvere-mos sobre este punto más adelante, des-pués de analizar las particularidades esti-lísticas y composicionales de las imágenes que incluye el libro, y su relación con los textos entre las que aparecen insertas. A pesar de una clara división en capítu-los, los temas de los textos y las fotos no se ajustan estrictamente al recorte de cada sección o capítulo. Más bien, desde diversos ángulos siempre se vuelve sobre tres tópi-cos: la naturaleza, el trabajo y las obras públicas. Si quisiéramos escindir cada uno de estos tópicos para abordarlos analítica-mente en forma separada tendríamos, por un lado, la dificultad empírica de seccionar los textos y las imágenes porque esos tres tópicos no son tratados de modos mutua-mente excluyentes; pero, por otro lado, también destruiríamos el esqueleto argu-mentativo de esta obra: la idea de una Ar-gentina naturalmente bella, trabajadora y en desarrollo. En la sección “Parques Nacionales”, los paisajes se ofrecen magníficos, imponentes y eminentemente naturales. Tienen la par-ticularidad de parecer escenografías o pin-turas, donde la naturaleza se muestra como confeccionada o compuesta armoniosamen-te. La composición de paisajes es una estra-tegia recurrente en Visión de Argentina: las fotografías y las descripciones poéticas se esmeran en presentar paisajes muy diver-sos, pero todos ellos armónicos. Todas las imágenes parecen estar esperando a un espectador que las disfrute. Por ejemplo, en una de las fotos, el primer plano muestra a un hombre de espaldas, observando el pai-saje (bucólicamente natural, incluso en-marcado por el follaje de un árbol) desde un Claudia Troncoso y Carla Lois 287 punto de vista similar al que se le ofrece al lector. Las imágenes de paisajes naturales son complementadas con pintorescas descrip-ciones que refuerzan una mirada romántica sobre la naturaleza sublime y armoniosa. Uno de esos casos es el texto que acompaña una foto de Corrientes, provincia de la que se dice que es: “un trozo de tierra lujuriante, de varia-dísima naturaleza, que deleita al que cruza sus extensas y frondosas praderas, sus bos-ques siempre saturados con el perfume de sus lianas, sus montes de naranjos cuaja-dos de azahares, todo bajo el beso ardiente de un sol que da vida a una gama infinita de colores” (AGPNyT, 1949: 22). Otra estrategia para crear atracción, so-bre todo cuando los elementos naturales no parecen ser tan elocuentemente bellos, es hacer hincapié en el trabajo humano como la fuerza capaz de modificar la naturaleza. Así, los paisajes llanos, aparentemente menos atractivos que las voluptuosas cata-ratas o las montañas andinas nevadas, se ofrecen a la vista transformados en paisajes productivos, donde la naturaleza cumple la función de ser un recurso explotable eco-nómicamente y una fuente inagotable de riqueza. Esta forma de mirar es llevada a un extremo en el caso de la provincia del Chaco, de la que hay apenas una sola foto-grafía en todo el libro y cuyo tema es, preci-samente, no la llanura chaqueña ni el Im-penetrable sino la cosecha de algodón. Asi-mismo, el breve texto que refiere a las ca-racterísticas generales del Chaco refuerza esa lectura: “El progreso del territorio del Chaco es el fruto más hermoso del esfuerzo argenti-no. Enormes dificultades debió superar el hombre para transformar aquellas comar-cas en las ricas regiones que tienen hoy personalidad económica propia, con fuentes de riqueza cuyo porvenir productivo es in-calculable” (AGPNyT, 1949: 28). La lectura y la valorización de la natura-leza en clave económica tal vez es uno de los rasgos distintivos de esta obra, acorde a una postura reconocible en otros textos de la gestión peronista15. La tierra, por ejem-plo, es uno de los recursos naturales que se valora por su potencialidad económica. Sig-nificativamente no son las pampas trigue-ras, que habían sostenido el desarrollo eco-nómico de la Argentina hasta los años ’30, las más retratadas16. Tal vez, porque de esas provincias se han rescatado, sobre todo, sus aspectos históricos y su vida cul-tural (muy desarrolladas en el capítulo 1: “El país turístico”) y porque el pujante de-sarrollo industrial se veía como más mo-derno que la antigua organización agrope-cuaria17. En cambio, son muchas las imá-genes que muestran hombres trabajando la tierra para producir algodón, cítricos o vid y, así, representan la variedad de cultivos y la diversidad de las economías regionales. Específicamente, en el capítulo “El país económico” las imágenes dan cuenta de las diversas actividades, desde la producción agropecuaria pampeana, la cría de ovejas para cueros y lanas, la vendimia, la produc-ción de cítricos y el algodón hasta la extrac-ción de petróleo y gas natural. Los ríos, aprovechados para la genera-ción de energía eléctrica, también muestran esa estratégica alianza entre naturaleza y productividad económica18. Este vínculo aparece reforzado por la potencialidad transformadora de la voluntad humana: es elocuente que, respecto del puerto de Bue-nos Aires y las condiciones naturales poco favorables del estuario rioplatense para la instalación portuaria se dice: “había que hacer una puerta para la tierra, y se hizo” (AGPNyT, 1949: 15). Por otra parte, las represas y los diques no sólo son reguladores del caudal hídrico para la generación de energía; también son espacios de recreación, dotados de infraes-tructura turística. Por ejemplo, una foto de San Luis tiene el siguiente epígrafe: “San Luis. Lugar de turismo. Dique Potrero de los Funes. Paisaje desde el hotel Caballito Blanco” (página 46). Las aguas termales, que desde fines del siglo XIX constituían un destino turístico principalmente elegido por personas que buscaban sus beneficios medicinales, tienen un lugar destacado en Visión de Argentina. A lo largo de dos páginas se describen las cualidades de las trece aguas termales que existían y se explotaban turísticamente en la Argentina en 1950 y se ilustra con una fotografía del hotel casino de Río Hondo (Santiago del Estero). En la sección “La población argentina” hay fotos de paisajes urbanos vinculadas a asuntos culturales y deportivos, como la 288 Políticas turísticas y peronismo … foto de la sala del Teatro Colón (página 90), el estadio de River Plate (página 99), la regata en el río Luján (página 100) y la del match de box (página 98). Adjetivos tales como “intensa”, “febril” y “moderna” inten-tan poner a la ciudad de Buenos Aires a la altura de las grandes metrópolis del mun-do. En el mismo capítulo hay fotografías de personajes del folclore nacional, como el gaucho19 y el indio20. Estos íconos, que en-carnaron la mística del ser nacional desde los relatos de viajeros ingleses al Río de la Plata en las primeras décadas del siglo XIX y luego fueron recuperados como tales en la literatura nacional emergente (Prieto, 1995), reforzarían el carácter nacional de la obra, que pretende mostrar, sobre todo a un hipotético turista extranjero, una Argenti-na que crece hacia el futuro (pujante, labo-riosa, sólida y conectada con el resto del mundo) pero que también tiene un pasado y una historia como nación. En este sentido, las imágenes también levantan los mitos y creencias populares típicas de algunas re-giones21, edificios históricos22, museos23, ruinas24 y monumentos25. En este capítulo destinado a la pobla-ción, el tópico del trabajo aparece nueva-mente como un valor positivo y admirable, digno de ser reconocido y admirado26, con imágenes que muestran gente trabajando, particularmente en actividades agrarias27. Como anticipamos, otro de los tópicos transversales de este libro son las obras públicas, sobre todo aquellas vinculadas con el transporte. En todos los capítulos se muestran vistas panorámicas de infraes-tructura de transporte y comunicaciones (caminos, aeropuerto, puertos, ferrocarril, puentes, estaciones ferroviarias). Muchas imágenes muestran caminos en lugares inhabitados, y, en algunos casos, sus res-pectivos epígrafes indican los puntos que esa ruta comunica28. Los caminos son, en algunos casos, el motivo central de la foto-grafía29, y, en otros, un detalle de la imagen que garantiza la accesibilidad a lugares turísticos30. En términos generales, la red de comunicaciones parece ofrecer al turista la posibilidad de acceder a todos los rinco-nes del país para disfrutar de los múltiples atractivos: “Podemos trasladarnos a cualquier ciu-dad de nuestro país en pocas horas, volando a relativa poca altura, para contemplar los paisajes más maravilloso, desde la musical belleza del Aconquija hasta la sobrecogedo-ra imponencia de los Andes, desde las abruptas quebradas jujeñas hasta el paisa-je maravilloso de Tierra del Fuego, pasando por las llanuras tan típicamente argenti-nas” (AGPNyT, 1949: 160). El tendido ferroviario, que por esos años alcanzaba su máxima extensión, es descrito en el texto e ilustrado con dos fotografías31. Se detalla su diseño radial con centro en Buenos Aires y la dirección de los ramales. La acción del gobierno en materia de comunicaciones e infraestructura alcanza un punto de realización máximo en la ju-risdicción de Ezeiza, a la que se le dedican, entre texto e imágenes, seis páginas del libro. El texto y las imágenes32 que refieren a la denominada “operación territorial de Ezeiza” (Ballent, 2002) pretenden realzar la importancia de la construcción del aero-puerto internacional de Ezeiza Ministro Pistarini, “el aeródromo más grande del mundo” (AGPNyT, 19 : 162), inaugurado en 1949. Pero, Ezeiza no es sólo el aeropuerto, sino que condensa un conjunto de interven-ciones territoriales de profundas innovacio-nes realizadas durante la gestión peronista: “Las pistas, barrios obreros, el hotel pa-ra viajeros y las diversas dependencias de la vasta obra social anexa al aeropuerto, así como todas las instalaciones que requiere el funcionamiento de un organismo tan com-pleto, ocupan una superficie superior a 6.000 manzanas. Las grandes autopistas – doble cinta hormigonada- que conducen al monumental aeropuerto se hallan bordea-das de nutrido césped. Construidas para permitir una velocidad de 120 kilómetros por hora, puede recorrerse la distancia que media entre la Plaza de Mayo y el aero-puerto (33 kilómetros) en un tiempo infe-rior a 25 minutos. Próximo a Ezeiza, a la izquierda del camino se pueden ver las pile-tas de natación de agua salada y a la dere-cha los bosques en plena formación. Están después el barrio obrero con sus alegres chalets, el cinematógrafo y la iglesia, y por fin la magnífica colonia de vacaciones ro-deada de un bosque de pinas y eucaliptos. Y así hasta llegar al aeropuerto” (AGPNyT, 19: 163-4). Transversalmente, en la propuesta tu- Claudia Troncoso y Carla Lois 289 rística que se lee en Visión de Argentina hay una preocupación constante por satis-facer todas las demandas de los potenciales turistas, lo que se traduce en la multiplica-ción de la oferta de destinos, actividades y opciones recreativas. En este sentido, se define una distribución temporal de activi-dades turísticas en todo el territorio en función de las condiciones de cada lugar: “Si en los lagos del sur el turismo es de-porte, en el norte descanso, en la Patagonia vastedad, en Córdoba es salud” (AGPNyT, 1950: 29). “La rica variedad de climas en la Ar-gentina favorece, por lógica, el desarrollo del turismo. En verano todos se vuelcan hacia las playas atlánticas o a las sierras de Córdoba y San Luis o a los lagos del sur, estos últimos preferidos por sus frescas temperaturas; en el invierno la afluencia mayor se manifiesta en Nahuel Huapí, por sus canchas de esquí; a Mendoza, por idén-ticos motivos; en el Norte y el Noroeste por su clima seco y benigno, o en el Nordeste por sus temperaturas suaves y cálidas” (AGPNyT, 1950: 76). El calendario turístico se complementa con una serie de eventos relacionados con festividades cívicas, religiosas, semanas especiales y celebraciones vinculadas a la cosecha de distintos productos regionales33. Algunos de estos eventos son organizados por la División Atracciones y Deportes Re-gionales de la AGPNyT, la cual prepara “... un programa de atracciones regionales, mediante la institución de semanas espe-ciales y la realización de fiestas típicas con exposiciones de productos regionales y pro-gramas de actos culturales. Se ha hecho presente, entretanto, en la Fiesta de la Vendimia, Fiesta del Azahar y proyecta las fiestas de la Yerba, del Algodón y otras para señalar en cada zona las respectivas zafras” (AGPNyT, 1947: 128). Conclusiones. Las postales peronistas de Visión de Argentina A lo largo de Visión de la Argentina, los textos y las fotografías se empeñan en lle-var al espectador las singularidades de cada una de las provincias argentinas y de la Capital Federal: cada jurisdicción34 es descrita y compuesta con elementos que permiten diferenciarlas entre sí, ya sea a partir de sus condiciones naturales, de sus actividades económicas o de imágenes pin-torescas dispuestas en clave folclórica. Al mismo tiempo, en la distribución homogé-nea de los atractivos (todas las jurisdiccio-nes tendrían, por lo menos, alguno) subyace la idea de equilibrio regional que la gestión peronista ya había aplicado en la planifica-ción de otras actividades económicas y pro-yectos. Sin embargo, la atracción pareciera no residir sólo ni en los lugares, ni en los edificios históricos, ni en las obras públicas, sino también en su argentinidad, en su capacidad de asumir algún valor de la iden-tidad nacional. El esfuerzo que se hace a lo largo de las páginas de Visión de Argentina por decir algo o poner alguna fotografía (aunque sea sólo una, como en el caso de Chaco) de cada provincia sugiere que la atracción preexiste al objeto. Así parece que el objetivo del libro es rescatar uno o varios atractivos para cada provincia, de manera tal que todas tengan alguno. Las estrategias a las que se apela para ello consisten en organizar una mirada estética articulada en torno de la naturale-za, el trabajo y la moderna infraestructura desarrollada en la gestión peronista. La diversidad natural, en particular la varie-dad de climas y de relieve, que aquí intenta mostrarse como evidente no sería sino ga-rantía del progreso económico y ello se habría manifestado en la gran variedad de producciones regionales. En las imágenes están representadas todas las economías y productos regionales: azúcar, cítricos, vid, algodón, petróleo, gas, pesca, ganado ovino, explotación forestal, industrias frigoríficas y agrarias. Así planteado, el abanico de atractivos construidos en esta obra cubriría todas las expectativas del hipotético turista al que la obra interpela: desde las preferencias por las grandes ciudades colmadas de activida-des sociales hasta los bosques más cerra-dos. O, en otras palabras, la Argentina, leída desde las páginas de Visión de Argen-tina parece un país privilegiado - naturalmente dotado, culturalmente des-arrollado y armónicamente organizado-para las pujantes prácticas turísticas. Por otra parte, esta obra tiene un tono fundacional, que no menciona ni reconoce la historia que ya tenía el turismo hacia mediados del siglo XX en la Argentina. En 290 Políticas turísticas y peronismo … este sentido, es curioso que Visión de Ar-gentina no refiera a los antecedentes de los destinos turísticos ya consolidados como tales (probablemente porque esos destinos habían sido disfrutados casi exclusivamen-te por sectores altos de la sociedad y eso no se condecía el espíritu populista de la retó-rica peronista). El discurso turístico que se construye en Visión de Argentina asume como premisas tanto la ahistoricidad de la práctica turística como la armonía del país en los más variados planos (geográfico, político, económico, histórico). Sugerimos que este tipo de discursos inaugurales tuvo, en el caso del turismo, un alto grado de eficacia, en tanto que aunque parece sufi-cientemente demostrado que la masividad del turismo no fue un acontecimiento nove-doso únicamente atribuible a las políticas de la gestión peronista, esa idea parece permanecer y formar parte del sentido co-mún sobre el periodo. Tal vez este análisis pueda ser el punto de partida para profun-dizar acerca de la relación entre la expan-sión de la actividad turística, la configura-ción de una Argentina turística y las prác-ticas discursivas que promovieron el turis-mo durante las gestiones peronistas. Bibliografía Ajón, A. 1995 Imágenes y mitos geográficos en el discurso de Juan D. Perón: 1943-1946, Tesis de licenciatura, Facultad de Filo-sofía y Letras, UBA, Buenos Aires. Ballent, A. 1999 “Mar del Plata: croquis en la arena”, en La Argentina en el siglo XX, Ariel- Universidad Nacional de Quilmes, Bue-nos Aires. 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Claudia Troncoso y Carla Lois 291 Schlüter, R. 2001 El turismo en Argentina. Del balnea-rio al campo, Buenos Aires: CIET. Silvestri, G. 1999 “Postales argentinas”, en La Argenti-na en el siglo XX, Ariel-Universidad Na-cional de Quilmes, Buenos Aires. Urry, J. 1996 O olhar do turista. Lazer e viajens nas sociedades contemporâneas, São Paulo: Papirus. Fuentes Administración de Parques Nacionales y Turismo, Ministerio de Obras Públicas 1948 Memoria general correspondiente al año 1947, Buenos Aires. Administración de Parques Nacionales y Turismo, Ministerio de Obras Públicas 1949 Memoria general correspondiente al año 1948, Buenos Aires. Administración de Parques Nacionales y Turismo, Ministerio de Obras Públicas 1950b Memoria general correspondiente al año 1949, Buenos Aires. Administración General de Parques Nacio-nales y Turismo, Ministerio de Obras Públicas 1950 Visión de Argentina, Buenos Aires. Argentina 1950 La nación argentina. Justa, libre, soberana, Buenos Aires: Peuser. Automóvil Club Argentino 1942 Guía de turismo. Verano e invierno. Buenos Aires-Córdoba, Buenos Aires. Automóvil Club Argentino, Automovilismo, Nº308 (1945); Nº327 y 331 (1946); Nº332 y 333 (1947). Dirección de Parques Nacionales 1936 Memoria correspondiente al año 1935, Buenos Aires. Touring Club Argentino Turismo, Nº462 y 466 (1948), Buenos Aires. NOTAS 1 Una versión preliminar de este trabajo fue presentada en el II Congreso Internacional de Turismo Cultural, organizado por Noticias de Antropología y Arqueología (NAyA), www.naya.org.ar, octubre de 2003. Agradece-mos la lectura y los comentarios de Rodolfo Bertoncello. 2 La idea de turismo como necesidad se expre-só en repetidas ocasiones en las páginas de la revista mensual Automovilismo (editada por el Automóvil Club Argentino desde 1920 hasta la actualidad): “Nadie discute ya [...] que el des-canso veraniego es una necesidad y no un lujo. Así lo ha entendido por lo demás una masa cada vez más numerosa de la población, entre la que se desarrollado extraordinariamente en los últimos años la práctica del turismo y la afluencia a los lugares de veraneo. Un factor concreto de innegable importancia para ello han sido las vacaciones pagas, que inducen a un sector considerable del pueblo a disfrutarlas desplazándose -con sus familias- hacia los sitios adecuados” (ACA, Automovilismo, 1945: Nº 308: 8). 3 El crecimiento más importante en el número de turistas lo registra Mar del Plata: en la tem-porada 1933-1934 arribaron a la ciudad 89.996 turistas; en la temporada 1946-1947, 543.857 y alcanzó más de 1.000.000 a mediados de la década siguiente (Schlüter, 2001). Los parques nacionales también registraron importantes aumentos en el número de turistas hacia me-diados de la década de 1940: en 1946 el Par-que Nacional Nahuel Huapi recibió 16.000 turistas y en 1949, 45.266; por otra parte, el Parque Nacional Iguazú recibió menos de 18.000 en 1946 y 32.391 en 1947 (Scarzanella, 1998; Scarzanella, 2003; AGPNyT, 1950b). 4 En una editorial de la revista Turismo (publi-cación mensual editada por el Touring Club Argentino desde 1909) se señala: “Por medio de la pavimentación de nuevas rutas hacia lugares de descanso, como la tan reclamada entre Dolores y Mar de Ajó, podría facilitar el acceso de tantos veraneantes que ahora no se animan a afrontar los riesgos del camino de tierra muchas veces en malas condiciones...” (Touring Club Argentino, Turismo, Nº462, 1948: 3). 5 Para un análisis detallado sobre la importan-cia simbólica de Ezeiza y el proceso de cons-trucción de este complejo remitimos al trabajo de Ballent (2002). 6 No es casual la dedicación de numerosas páginas de Visión de Argentina al complejo de 292 Políticas turísticas y peronismo … Ezeiza, ya que la obra se llevó adelante y se inauguró durante la gestión de Juan Pistarini en el Ministerio de Obras Públicas de la na-ción, ministerio del cual dependía la Adminis-tración General de Parques Nacionales y Tu-rismo. Por otra parte, es de suponer que la denominación del aeropuerto con el nombre del ministro que estaba aún en funciones haya sido un reconocimiento al gestor de la obra (Ballent, 2002). 7 Esta publicidad apareció en la Guía Peuser de Turismo de 1951, reproducida en Schlüter, 2001. 8 En la Memoria correspondiente a 1948 la AGPNyT exhibe cifras plasmadas en una serie de ilustraciones que dan cuenta del crecimien-to de la capacidad hotelera en manos del Esta-do (de 350 plazas que administraba en 1939 se pasa a 1.618 en 1948; AGPNyT, 1949). 9 “Todos estos establecimientos forman parte de la red de Hoteles Nacionales de Turismo- construida a todo costo por el Ministerio de Obras Públicas de la Nación y regidos por la Administración General de Parques Nacionales y Turismo- que en conjunto, diariamente, puede ofrecer más de 2.000 camas para turistas en todos los rumbos del país. Esto en lo que respecta a la acción gubernamental en los lugares apartados, puesto que por su lado el capital privado ha levantado en cada punto princi-pal de turismo establecimientos hoteleros cuyo conjunto hacen de esta industria una de las más poderosas de la República” (AGPNyT, 1950: 172). 10 Visión de Argentina es una publicación de 196 páginas que se organiza en ocho capítulos: El país turístico, Los Parques Nacionales, El clima, La población argentina, Las colonias de vacaciones, El país económico, A través de la Argentina y An outline of Argentina. 11 “No ha sido la intención publicar una guía cuya minuciosidad hubiese obligado a conferir a esta obra distinta característica de la que posee, pero si su lectura y la observación de sus grabados llegase a despertar el deseo de conocer el país, el lector – convertido entonces en turista- hallará confirmado con creces lo esbozado aquí” (AGPNyT, 1950: 8). Las expresiones turismo de imagen y turismo de presencia fueron sugeridas por Anahí Ballent. 12 Aunque la obra está organizada en capítulos, las imágenes no se ajustan estrictamente a la propues-ta temática de cada una de las secciones: las fotos de caminos y puentes no son exclusivas de la sección “A través de la Argentina” (dedicada a la red de comunicaciones), ni las de producción agropecuaria o industrial, de la sección “El país económico”. La imágenes acompañan el relato, que está organizado, desde el punto de vista narra-tivo, por provincias pero sin ningún criterio apa-rente. 13 Hay cuatro mapas, sin título, intercalados en las páginas de Visión de Argentina. El primero de ellos (página 86) aparece dentro de la sec-ción “La población de Argentina” pero sus signos parecen remitir a la localización de actividades turísticas o paisajes y destinos para la recreación (sombrilla playera en la costa bonaerense, paseo a caballo en las sierras cor-dobesas, las cataratas del Iguazú en Misiones y los lagos del sur, entre otros). El segundo (página 106) está incluido en el capítulo “El país económico” e ilustra la diversidad de la producción económica nacional: los bosques del sur, la producción ganadera pampeana, la producción vitivinícola cuyana, los cítricos de la mesopotamia y el petróleo patagónico, entre otros). El tercer mapa (página 138, en el capí-tulo “A través de la Argentina”) es el único que tiene referencias: vías aéreas, vías férreas y carreteras; el resultado es un mapa atravesa-do totalmente en varias direcciones por líneas que comunicarían los distintos puntos del país; apenas si se percibe el carácter radial con cen-tro en Buenos Aires de la red de comunicacio-nes. Finalmente, en la contratapa hay un mapa con división política, coloreado en naranja (los territorios limítrofes, no identificados con los Estados correspondientes, están pintados uni-formemente de marrón) y es acompañado por un texto que dice: “La República Argentina está dividida políticamente en 1 distrito fede-ral, 14 provincias, 8 gobernaciones, 1 gober-nación marítima y 1 zona militar. La superficie total del país alcanza a 4.025.695 km2 en los cuales está incluido la soberanía territorial argentina en el sector antártico. Su población se estima en 17.000.000.” Todos estos mapas, independientemente del tema que representen, utilizan la misma estrategia gráfica: cubren con íconos toda la superficie del territorio argentino y dan la apariencia de una distribu-ción homogénea del fenómeno en cuestión. Claudia Troncoso y Carla Lois 293 14 El estatus político-administrativo de las jurisdicciones (provincia, territorio nacional y capital federal) solía indicarse junto al nombre en cuestión. 15 Ajón (1995) abordó la presencia de ciertas imágenes y mitos geográficos en los discursos de Perón como formas de argumentación para los proyectos de aprovechamiento racional de los recursos económicos del país impulsados por el Estado. En este trabajo la autora cita un fragmento de uno de sus discursos: “...en los textos de geografía del mundo entero se lee que somos el país de la carne y el trigo, de la lana y el cuero. Es indudable que una gran obra social deber ser realizada en el país; te-nemos una excelente materia prima, pero para bien moldearla es indispensable el esfuerzo común de todos los argentinos...” (“Significa-do de la defensa nacional desde el punto de vista militar”, 10 de junio de 1944, 59-60, en Curso de Cultura Superior Universitaria, Cáte-dra de Defensa Nacional, UNLP, 1945, citado en Ajón, 1995). 16 Sólo tres imágenes retratan las actividades vin-culadas al modelo agroexportador: “Capital. Puer-to (Dársena Norte, Vapor ‘Alcántara’ y edificio Kavanagh)” (página 109); “Santa Fe. Elevador de granos en el puerto de Santa Fe” (página 111) y “Buenos Aires. Cosechadoras en un trigal” (pági-na 112). 17 “Ya en la etapa definitiva de nuestra organi-zación económica era muy difícil hacer nacer un país poderoso de una llanura que hay que cultivar; y más difícil todavía hacer que ese país de llanura se convirtiera en un inmenso país industrial. Este es el trabajo argentino del momento” (AGPNyT, 1950: 111). 18 “Como si sus panoramas naturales no fueran suficientes, Córdoba ofrece sus diques y caminos para completar las impresiones que en ella se recogen. El dique de San Roque embalsa 350.000.000 de metros cúbicos de agua; el de Río Tercero tiene la capacidad extraordinaria de 730.000.000, y el de San Jerónimo, el de los Ala-zanes y Cruz del Eje son los más importantes” (AGPNyT, 1950: 31). 19 “Gaucho ensillando su caballo (página 88). 20 “Indio tocando el erke, en Yavi” (página 102). 21 “La Rioja. Talla de San Nicolás de Bari” (pági-na 41); “La Rioja. El “niño alcalde”, imagen de la iglesia de San Francisco, La Rioja” (página 43). 22 “Salta. Portada del convento de San Bernar-do” (página 37). 23 “Santa Fe. Vista desde el Museo Histórico Provincial hacia la Iglesia San Francisco” (página 27); “Buenos Aires. Museo Pampeano, Chascomús. (página 56). 24 “Misiones. Ruinas de San Ignacio” (página 25). 25 “Salta. La ciudad de Salta. Vista desde el monumento a Güemes” (página 36). 26 “Y en las expediciones turísticas que se realizan es instructivo tanto para el argentino como para el extranjero atender el espectáculo que le ofrece el trabajo argentino que allá, en el bosque chaque-ño, es férreo resonar de hacha en los duros que-brachos para dar que hacer a las trepidantes má-quinas de las fábricas de taninos; que es relámpa-go de hacer en el cuchillo cañero, para abastecer del dulce tallo la mugidora opresión de los trapi-ches; que es alegre vendimia para rebalsar de jugo los clásicos toneles de roble de las grandes bode-gas; que es el ingresar incesante de los rebaños a los frigoríficos” (AGPNyT, 1950: 107; los desta-cados son nuestros). 27 “Mendoza. Vendimiadora” (página 92); “Men-doza. Recolectores de peras en San Rafael” (pági-na 94); “Tucumán. Zafra” (página 95). 28 Algunos ejemplos de este tipo de imágenes son: “La Rioja. Vista panorámica del camino de acceso al dique Los Sauces” (página 148); “Santa Fe. Aspecto del camino hacia Rosario” (página 148); “Entre Ríos. Camino hormigonado entre Paraná y Crespo” (página 143); “La Rioja. Un aspecto de la Cuesta de Miranda” (página 149). 29 Pág. 13: “Capital. Monolito de indica el kilóme-tro cero de los caminos nacionales” (página 13). “Buenos Aires. Camino Buenos Aires-Rosario” (página 142). “Entre Ríos. Camino hormigonado entre Paraná y Crespo” (página 143). 30 “Mendoza. Hotel Termas de Villavicencio. Al fondo, desarrollo del camino internacional a Chile” (página 49). 294 Políticas turísticas y peronismo … 31 “Salta. Aspecto de la ruta ferroviaria de Salta a San Antonio de los Cobres” (página 144). “Salta. Estación Chorrillos (2.111 m), en el tra-yecto ferroviario Salta-San Antonio de los Co-bres” (página 145). 32 “Buenos Aires. Pasajeros ascendiendo a un avión de la FAMA en el aeropuerto de Ezeiza” (página 163). “Buenos Aires. Vista aérea de las modernas instalaciones del aeropuerto” (página 164). “Buenos Aires. Vista aérea de la autopista de acceso al Aeropuerto “Ministro Pistarini” en Ezeiza” (página 165). “Buenos Aires. Público esperando la llegada de un avión en el mismo Aeropuerto” (página 166). “Buenos Aires. Visi-tantes en el Aeropuerto “Ministro Pistarini” ” (página 167). 33 Entre las festividades cívicas pueden desta-carse las siguientes. Durante mayo: Semana de Mayo en Capital Federal; en agosto: Semana Sanmartiniana en Corrientes; en noviembre: Semana de la Tradición en San Antonio de Areco y Día de los Parques Nacionales. Entre las festividades religiosas: durante abril: Se-mana del Calvario en Tandil y Fiesta de la Virgen del Valle de Catamarca; en setiembre: Peregrinación a la Virgen de los Milagros en Salta; en diciembre: Procesión náutica en Luján. Por otra parte, en octubre se celebraba la Semana de Rosario, en noviembre la Sema-na de La Plata y en diciembre la Semana de Bariloche. Por último en marzo se festeja la Fiesta de la Vendimia en Mendoza, en setiem-bre la Fiesta del Algodón en Resistencia y en noviembre la Fiesta de la Zafra en Tucumán (Schlüter, 2001). 34 Es llamativa la falta de imágenes de la Antártida porque en esa época las reivindicaciones de la soberanía argentina sobre una porción del conti-nente Antártico eran fuertes y crecientes (incluso el decreto 8.944 de 1946 prohibió la publicación de mapas de la República Argentina que no inclu-yeran en Sector Antártico con la inscripción “Arg.”). La única mención a la situación plantea-da por el caso antártico es el siguiente párrafo: “Como entidad estatual, como unidad política, social, económica y geográfica, la Argentina, o para mejor decir, su territorio, está constituido por cuatro soberanías, que son: la territorial, la insular, su soberanía marítima y la soberanía Antártida. La soberanía marítima está dada sobre todo, por la extensa y profunda plataforma continental que se introduce hasta trescientos kilómetros mar aden-tro. De este parapeto netamente argentino forman parte las islas Malvinas” (AGPNyT, 1950: 65). Recibido: 27 de diciembre de 2003 Aceptado: 30 de mayo de 2004
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Calificación | |
Título y subtítulo | Políticas turísticas y peronismo. Los atractivos turísticos promocionados en Visión de Argentina (1950) |
Autor principal | Troncoso, Claudia ; Lois, Carla |
Publicación fuente | Pasos. Revista de turismo y patrimonio cultural |
Numeración | Volumen 02. Número 2 |
Sección | Artículos |
Tipo de documento | Artículo |
Lugar de publicación | El Sauzal, Tenerife |
Editorial | Universidad de La Laguna |
Fecha | 2004-06 |
Páginas | pp. 281-294 |
Materias | Turismo ; Patrimonio cultural ; Publicaciones periódicas |
Enlaces relacionados | Página web: http://todopatrimonio.com/revistas/101-pasos-revista-de-turismo-y-patrimonio-cultural |
Copyright | http://biblioteca.ulpgc.es/avisomdc |
Formato digital | |
Tamaño de archivo | 268168 Bytes |
Texto | Vol. 2 Nº 2 págs. 281-294. 2004 www.pasosonline.org © PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural. ISSN 1695-7121 Políticas turísticas y peronismo. Los atractivos turísticos pro-mocionados en Visión de Argentina (1950)1 Claudia Troncoso † Carla Lois‡ Universidad de Buenos Aires (Argentina) Resumen: En este trabajo proponemos examinar cuáles fueron las estrategias discursivas articuladas para construir una Argentina turística (atractivos, destinos, valorizaciones y prácticas turísticas) en el contexto del primer gobierno peronista. Nos interesa analizar, en términos generales, la configuración de una Argentina turística y, asociado a ello, la construcción de la atracción de ciertos elementos y lugares. En términos más específicos, examinaremos las prácticas discursivas involucradas en la construcción de un repertorio de imágenes turísticas en un documento de promoción del turismo elaborado por una ofici-na gubernamental, en el marco de la gestión peronista. En la primera parte del trabajo exploraremos el desarrollo de las instituciones y de las prácticas turísticas en la Argentina hacia mediados del siglo XX. En la segunda parte analizaremos Visión de la Argentina, una publicación de la Administración General de Parques Nacionales y Turismo (1950). Palabras clave: Turismo; Peronismo; Atractivos; Política turística; Prácticas discursivas; Argentina Abstract: The aim of this paper is to examine the discursive strategies articulated with the construction of a tourist Argentina (attractions, destinations, valuations and tourist practices) within the context of the first peronist government. We are interested in analyzing, in general terms, the configuration of a tourist Argentina, in relation to the construction of objects and places’ attractiveness during the peronist admini-stration. Specifically, we examine the discursive practices involved in the construction of a set of tourist images included in a tourism promotion document elaborated by an official department. In first place, we explore the development of both institutions and tourist practices in Argentina during that period. In second place, we analyze An Outline of Argentina (Visión de Argentina, 1950), a publication released in 1950 by General Management of National Parks and Tourism. Keywords: Tourism; Peronism; Attractions; Tourism policy; Discursive practices; Argentina † • Licenciada en Geografía. Instituto de Geografía, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires – CONICET. E-mail: claudia_troncoso@yahoo.com.ar ‡ • Licenciada en Geografía. Instituto de Geografía, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires – CONICET. E-mail: carlaml@ciudad.com.ar 282 Políticas turísticas y peronismo … Introducción. “Conocer la patria es un de-ber” Un aspecto central de la actividad turís-tica es la construcción social de destinos, establecerlos como lugares atractivos, inte-resantes, agradables u originales, dotarlos de infraestructura y servicios para los visi-tantes, y publicitarlos. De diversas mane-ras, ciertos lugares y paisajes, canonizados como atractivos o imágenes representati-vas, articulan intereses, ideas y represen-taciones sociales con los atributos materia-les del lugar. En ese proceso de construc-ción de la atracción (Bertoncello, 2002) de los lugares se naturalizan ciertos valores positivos, como si esos valores estuvieran naturalmente adscriptos a los lugares y sus paisajes. Para ello se apela a la apreciación de elementos y procesos naturales o de ob-jetos históricos y culturales así como tam-bién a la valoración de las condiciones es-pecíficas que ofrece el lugar para desarro-llar ciertas actividades de ocio y esparci-miento. El proceso de valorización de cier-tos atributos o cualidades de los lugares, su transformación en “atractivos”, se inscribe en un contexto específico y no es unívoco ni inmutable a lo largo del tiempo. Existe un amplio consenso acerca de que en la década del ’30 adquirió cierta consis-tencia un repertorio de imágenes paisajísti-cas que sintetizaban “la Argentina”. En un trabajo muy exhaustivo, Silvestri (1999) demuestra que existe un conjunto de imá-genes canonizadas de la Argentina basadas en paisajes “sublimes y naturales”, cons-truido hacia la década del ’30 y que, con variaciones mínimas, ha perdurado hasta la actualidad. Al mismo tiempo, desde los años 30, el crecimiento de la actividad turística fue impulsado por la concreción de obras de infraestructura a cargo del gobierno nacio-nal (como, por ejemplo, la construcción de la red caminera a nivel nacional), por em-prendimientos a cargo de gobiernos locales (como las obras de remodelación emprendi-das por la municipalidad en la ciudad de Mar del Plata; Ballent, 1999) y por la ini-ciativa privada focalizada en los nuevos espacios destinados al turismo, como la fundación de los balnearios de la costa bo-naerense (Bertoncello, 1993). Otras institu-ciones no gubernamentales, como el Auto-móvil Club Argentino (ACA) y el Touring Club Argentino (TCA), también cumplieron un rol importante en la promoción del tu-rismo, especialmente a partir de la década de 1930 de la mano de la creación de la red caminera nacional. Hacia mediados del siglo XX, en el mar-co de la primera presidencia del general Perón, el turismo adquirió algunas valora-ciones novedosas. Si bien es cierto que la legislación laboral no era del todo innova-dora y que el carácter masivo del turismo tampoco era un proceso inédito, intentamos sostener que comenzaron a instalarse nue-vas formas de pensar e imaginar las prácti-cas turísticas: la percepción del turismo como un derecho laboral y social, y las polí-ticas del tiempo libre impulsadas por el gobierno peronista -que incluyeron la oferta de “turismo sindical” orientado específica-mente a trabajadores como alternativa a otras formas de turismo de la época más vinculadas a sectores de la población de mayores recursos (Scarzanella, 1998: 67- 68)- instalaron la idea de que “conocer la patria es un deber”. Aunque este eslogan era utilizado desde, por lo menos, la década anterior, su uso durante la gestión peronis-ta pone de relieve que el turismo no era sólo una modalidad de ocio ni tampoco sólo una actividad económica, sino que también era una forma de crear conciencia ciudada-na y nacional. En las prácticas de promoción del turis-mo se pretende naturalizar la atracción como un atributo intrínseco de los lugares y para ello se estimula la experiencia visual, la apreciación de imágenes, como si de ello emanaran los valores positivos que encar-narían los paisajes. Sin embargo, en la in-terpretación, en la valorización e incluso en la naturalización de esas imágenes y “en la conmoción personal ante tal o cual paisaje operan fuertemente tramas de construcción cultural, esquemas de visión epocales o de larguísima duración, imposibles de escindir de los que vemos, y que las representacio-nes aparecen disparadas no necesariamen-te por aquello a lo que se refieren, ni cons-truidas en su inspiración” (Silvestri, 1999: 113). En la Argentina, una de las formas de canonización de los paisajes emblemáticos Claudia Troncoso y Carla Lois 283 de la supuesta diversidad natural y cultu-ral del país puede leerse entrelíneas en las políticas de manejo y gestión de la Admi-nistración General de Parques Nacionales y Turismo. En este trabajo proponemos exa-minar cuáles fueron las estrategias discur-sivas articuladas para construir una Argen-tina turística (atractivos, destinos, valori-zaciones y prácticas turísticas) en el contex-to del primer gobierno peronista. Nos inter-esa analizar, en términos generales, la con-figuración de una Argentina turística y, asociado a ello, la construcción de la atrac-ción de ciertos elementos y lugares. En términos más específicos, examinaremos las prácticas discursivas involucradas en la construcción de un repertorio de imágenes turísticas en un documento de promoción del turismo elaborado por una oficina gu-bernamental de la gestión peronista. En la primera parte del trabajo explora-remos el desarrollo de las instituciones y de las prácticas turísticas en la Argentina durante la primera mitad del siglo XX. En la segunda parte analizaremos Visión de la Argentina, una publicación de la División Propaganda del Departamento de Turismo de la Administración General de Parques Nacionales y Turismo (1950), que tuvo “por finalidad divulgar en el mundo entero el inmenso caudal de bellezas panorámicas que atesora la República Argentina, inclu-yendo en esta visión el bosquejo de su desa-rrollo económico, vinculado íntimamente a su paisaje, y la pintura del elemento humano, cuya presencia señala la fisono-mía inconfundible del carácter nacional” (AGPNyT, 1950: 8). El turismo y las prácticas turísticas en la Argentina hacia mediados del siglo XX La difusión y la expansión de la práctica turística en la Argentina durante la prime-ra mitad del siglo XX se inscribe dentro de los procesos de consolidación de una esfera del ocio nacida como contrapartida a la esfera del trabajo, propia del orden indus-trial moderno. Las condiciones de vida en las ciudades -lugar de origen de los turis-tas- en la primera mitad del siglo XX sig-nadas por la insalubridad fueron uno de los motivos para el desplazamiento de la po-blación en busca de lugares con condiciones que permitieran una cierta restauración física -muchas veces prescripción médica mediante- entre ellos los balnearios marí-timos, las áreas serranas y las localidades con aguas termales (Bertoncello, 2002; Mantobani, 1997). Dentro de la esfera del ocio, el turismo se consolidó como una de las prácticas más difundidas, en muchos casos apoyado por una legislación laboral que otorgó ciertos beneficios a los trabaja-dores para hacer uso de su tiempo libre, que, así, trasformó al turismo en un dere-cho laboral y social (Bertoncello, Castro y Zusman, 2003). En este sentido, el turismo transformado en derecho para un sector cada vez más creciente de la población, pasó a ser considerado no como un lujo sino como una necesidad2. Al mismo tiempo, el turismo funcionó como una actividad eco-nómica dinámica, que se manifestó tanto en la expansión de una oferta de bienes y ser-vicios ofrecidos por distintos agentes eco-nómicos orientados a satisfacer e inducir las demandas de los turistas. Las caracte-rísticas de lo que se dio en llamar turismo masivo, que se consolidó en la primera mi-tad del siglo XX, se componían por la oferta y el consumo masificado de paquetes turís-ticos estandarizados que combinaban fun-damentalmente los servicios de viaje y alo-jamiento (Urry, 1996; Marchena Gómez, s/f). En la Argentina, el desplazamiento de turistas durante el primer gobierno pero-nista hacia diferentes destinos continuó con la tendencia en aumento de las décadas precedentes3. Sin embargo, es posible iden-tificar un conjunto de medidas que incenti-varon y le dieron ciertas especificidades a las prácticas turísticas en este período. Una de ellas fue la política laboral, que a partir de una serie de medidas, como el aumento de los salarios, la generalización del des-canso semanal, de los días feriados obliga-torios y pagos, el sueldo anual complemen-tario y el derecho a vacaciones anuales pa-gas, favoreció las condiciones para el acceso al turismo de sectores más amplios de la población, fundamentalmente los asalaria-dos urbanos (Schlüter, 2001; Bertoncello, 1993; Scarzanella, 1998). En repetidas oca-siones el mismísimo presidente Perón se refirió al impulso que su gobierno le otor-gaba a la promoción turística orientada hacia los sectores populares. Un ejemplo de ello son las palabras de Juan Domingo Pe- 284 Políticas turísticas y peronismo … rón que se reprodujeron en una publicidad que realizó la Administración de Parques Nacionales y Turismo en 1946 y apareció en la revista Automovilismo: “Organizare-mos viajes colectivos, se construirán cam-pamentos y se habilitarán colonias de vaca-ciones y hoteles económicos en la sierra y en el mar, para que este programa no se limite a un pequeño sector del pueblo, posi-blemente el que menos necesita oxigenarse, sino a todos los que pueden desplazarse y aprovechar 15 ó 20 días al año, con un pe-queño desembolso y reparar sus energías” (ACA, 1946; Nº 327). En el discurso pero-nista, el turismo se transformaría así en una actividad regeneradora, cuyos princi-pales beneficiarios deberían ser los traba-jadores. Otro de los aspectos centrales para el desarrollo y expansión del turismo llevado adelante durante el gobierno peronista fue la ampliación y la mejora de la infraestruc-tura de comunicaciones. La consolidación de una red caminera que abarcara todo el país (complementando la red ferroviaria) fue un punto clave en el desarrollo de la actividad turística, especialmente con la rápida difusión del automóvil, porque per-mitió o mejoró el acceso de los turistas a los distintos destinos. Aunque el mayor impul-so de la construcción de caminos fue duran-te la década de 1930 (especialmente a par-tir de 1932 con la creación de la Ley Nacio-nal de Vialidad) y los principales motivos para el trazado de esta red estaban vincu-lados a las necesidades que imponía la pro-ducción agropecuaria (Ballent, s/f), pronto el turismo se posicionaría como una activi-dad económica que participaría en la confi-guración de la red vial. Fue así que, en el año 1938 se inauguró la Ruta Nacional Nº 2, que unía la Capital Federal con el prin-cipal centro turístico en ese momento, la ciudad de Mar del Plata. Si bien la red caminera fue diseñada y llevada adelante por el Estado, tanto el ACA como el Touring Club Argentino re-clamaron y alentaron su concreción. En este sentido, ambas instituciones realizaron diferentes acciones que apoyaron o com-plementaron el plan gubernamental. Algu-nas de ellas fueron la producción de carto-grafía turística el impulso de proyectos de señalización. Asimismo, el ACA implemen-tó junto a YPF (que financió el proyecto) una red de estaciones de servicio, construi-das y administradas por el ACA, extendida por todo el país (Ballent, s/f). Así, el primer gobierno peronista heredó una red vial sobre la cual realizó pocas mo-dificaciones. Incluso, como señala Ballent (2002), a partir de 1946 los intereses del Ministerio de Obras Públicas de la Nación estuvieron orientados con más fuerza hacia el desarrollo de la aeronavegación. No obs-tante ello, los reclamos del ACA y del Tou-ring Club Argentino en cuanto a la realiza-ción de mejoras en la red vial siguieron vigentes4. Los trabajos de infraestructura encara-dos por el gobierno nacional durante el primer gobierno peronista se coronaron con la planificación, construcción e inaugura-ción de un emprendimiento que se orienta-ba a múltiples usos: el complejo de Ezeiza5. El núcleo de este complejo era el aeropuerto internacional (inaugurado en 19496) y en torno de él se articulaban conjuntos habita-cionales, instalaciones deportivas, educa-cionales, asistenciales y sanitarias, a las que se accedía a través de una vía rápida de comunicación, la autopista Ricchieri (Ballent, 2002). Este complejo tenía una importancia crucial para el turismo. No sólo porque era la puerta de llegada al país del turismo extranjero sino también porque se constitu-yó en un atractivo en sí mismo, como tantas otras obras de infraestructura (por ejemplo, los embalses). Como señala Ballent (2002) los movimientos generados por las opera-ciones propias del aeropuerto constituían un espectáculo. En 1951 se publicitaban las “Excursiones justicialistas a las grandes obras de la Revolución” organizadas por la Dirección de Turismo y Parques del gobier-no de la provincia de Buenos Aires7. Estos paseos, que duraban toda una jornada, realizaban un circuito que incluía varias obras llevadas a cabo por el gobierno pero-nista en el Gran Buenos Aires y la Capital Federal, entre ellas las instalaciones de Ezeiza. Asimismo, en el contexto de la mo-vilización de contingentes desde los par-ques nacionales hacia Buenos Aires que organizaba la AGPNyT, Ezeiza era uno de los puntos dentro de los circuitos de visitas (AGPNyT, 1949). El incremento de la capacidad hotelera fue uno de los pilares de la promoción del Claudia Troncoso y Carla Lois 285 turismo durante el primer gobierno pero-nista. Por un lado, el Ministerio de Obras Públicas se lanzó, a partir 1947, a la cons-trucción de hoteles en distintas localidades del país; por otro lado, varios hoteles pre-existentes pasaron a manos estatales y fueron administrados directamente por la AGPNyT8. Al mismo tiempo, se incentivó la acción privada en materia de construcción hotelera. Uno de esos estímulos fue la im-plementación, desde 1947, de un sistema de créditos; ese tipo de crédito, denominado Préstamo Nacional Hotelero, era otorgado por el Banco Hipotecario Nacional. En ello, también intervenía la AGPNyT: la iniciati-va privada era examinada por la AGPNyT, que, por ejemplo, evaluaba las propuestas privadas teniendo en cuenta la localización prevista para las construcciones, la conve-niencia desde el punto de vista turístico y el estilo arquitectónico de las mismas (AGP-NyT, 1948; AGPNyT,1949). De esta manera, la gestión pública organizaba la red hotele-ra y supervisaba la intervención privada, a la que consideraba complementaria9. Sin embargo, el Estado nacional y el ca-pital privado no eran los únicos adminis-tradores de los hoteles. También participa-ban los sindicatos, los ministerios naciona-les y la Fundación Eva Perón. Los sindica-tos, por ejemplo, se beneficiaron del Prés-tamo Nacional Hotelero para la construc-ción de sus propios hoteles y, además, en algunas ocasiones utilizaban parte de la capacidad hotelera que administraba la Fundación. La Fundación Eva Perón por su parte también utilizaba los hoteles admi-nistrados directamente por la AGPNyT y algunos ministerios. Además, desde la dé-cada de 1930, el ACA inauguró varias áreas de recreación, especialmente en los nuevos balnearios emergentes de la costa atlántica bonaerense (Ballent, s/f). Aparte de la política laboral y de la crea-ción de infraestructura vial y hotelera, la promoción de la actividad turística que se realizó desde el gobierno incluyó estímulos para inducir el desplazamiento de turistas, como los descuentos en las tarifas ferrovia-rias para grupos de turistas (Scarzanella, 1998) y la organización de viajes colectivos. La AGPNyT fue una de las dependencias que organizó este tipo de viajes para con-tingentes de trabajadores y alumnos (en este último caso, en acción conjunta con el Ministerio de Educación de la Nación). También los sindicatos promovieron el des-plazamiento de sus trabajadores hacia las localidades del país donde se encontraban los hoteles administrados por estas organi-zaciones. Además, entre los distintos go-biernos provinciales se realizaron acuerdos para el intercambio de turistas (Scarzane-lla, 1998). Por otro lado, la práctica turística impli-có la valorización o la revalorización de ciertos lugares constituidos en destinos turísticos. La política turística encarada por el primer gobierno peronista buscaba “poner las bellezas de la patria al alcance del pueblo” (Argentina, 1950: 455) y para esto fomentó el turismo popular en distin-tas áreas: por un lado, en aquellos lugares ya consolidados como destinos turísticos disfrutados por la oligarquía y los sectores medios (fundamentalmente Mar del Plata, las sierras de Córdoba y la zona del lago Nahuel Huapi) y por otro, en lugares que se incorporaron más recientemente (los par-ques nacionales y algunas localidades pro-vinciales) (Scarzanella, 1998). Los atractivos turísticos en Visión de Argentina El turismo, entendido como una práctica social propia de las sociedades modernas valoriza ciertas características de distintos lugares, especialmente aquellas que resul-tan más distantes con respecto a la cotidia-neidad de los turistas, es decir, las que se separan de la esfera del hogar y del mundo del trabajo (Urry, 1996). Esta valorización de ciertos elementos, cualidades, condicio-nes, procesos (materiales o intangibles, naturales, culturales o históricos) los cons-tituye en atractivos turísticos y en tanto tales pueden satisfacer distintas necesida-des de los turistas. Esta valorización, o mirada turística (Urry, 1996) -en la que tienen un papel importante diversas prácti-cas vinculadas a los medios audiovisuales y gráficos en la difusión de imágenes-, impli-ca la existencia de ciertas expectativas ge-neradas en el turista y varía de acuerdo a diferentes períodos históricos, diferentes sociedades y grupos sociales e involucra la participación de varios actores (sociales, políticos, económicos) que también van a definir, organizar y orientar la práctica 286 Políticas turísticas y peronismo … turística e inducir el consumo del turismo como producto (Bertoncello, 2002; Pretes, 1995). “La Administración General de Parques Nacionales y Turismo presenta esta obra que tiene por finalidad divulgar en el mun-do entero el inmenso caudal de bellezas panorámicas que atesora la República Ar-gentina, incluyendo en esta visión el bos-quejo de su desarrollo económico, vinculado íntimamente a su paisaje, y la pintura del elemento humano, cuya presencia señala la fisonomía inconfundible del carácter nacio-nal.” Esta cita corresponde al primer párrafo de Visión de Argentina10. En estas frases se enredan todos los presupuestos que parecen haber regido la selección del elenco de foto-grafías: los paisajes de la Argentina conju-gan la “belleza panorámica”, que se presta al goce estético, y la potencialidad económi-ca, que racionalmente se ofrece como la prueba irrefutable del destino de prosperi-dad económica. Al mismo tiempo, la confi-guración y la explotación de esos paisajes tendría un sello específico y particular vin-culado con “el carácter nacional”. Naturale-za, desarrollo económico y argentinidad son los tres tópicos fuertes que organizan esta obra. La obra propone un “turismo de ima-gen”, un recorrido ilustrado por todos los rincones del país que ameriten una mirada positiva, signada por el disfrute o la admi-ración. También es una invitación a selec-cionar un destino y transformar el turismo de imagen en un “turismo de presencia”11. Desde el título mismo se advierte que la propuesta del libro es poner una realidad delante de los ojos y persuadir al lector para una experiencia de los sentidos. En rigor, en todo el libro se percibe un fuerte énfasis en la expresión visual: a lo largo de sus 176 páginas de texto en castellano hay más de 160 fotos12 y mapas13, con escuetos epígrafes bilingües que apenas indican el nombre del objeto o paisaje y la jurisdic-ción14 en que se encuentra. El último capí-tulo es una síntesis de la obra en inglés, probablemente destinada a los lectores que recibirían este libro en el exterior. Desde el prólogo de la obra se nos afirma que la Argentina tiene múltiples atractivos y la abundancia de fotografías parece que-rer ponerlos delante de la vista del lector. El repertorio de imágenes es muy variado, y sin dudas, la pretensión estética enlaza a este corpus aparentemente tan heterogéneo de paisajes naturales, edificios históricos y escenas folclóricas. Ahora bien: no se tratan de imágenes aleatorias y, a simple vista, resulta que, tanto las imágenes como los textos, se con-centran en realzar una supuesta atracción intrínseca de lugares, objetos, edificios y tradiciones. El criterio que subyace a la construcción de ese repertorio no es eviden-te ni coherente a lo largo de toda la obra. Sin embargo, pareciera sobrevolar un im-perativo máximo: decir o mostrar algo “lin-do”, atractivo, de cada provincia. Volvere-mos sobre este punto más adelante, des-pués de analizar las particularidades esti-lísticas y composicionales de las imágenes que incluye el libro, y su relación con los textos entre las que aparecen insertas. A pesar de una clara división en capítu-los, los temas de los textos y las fotos no se ajustan estrictamente al recorte de cada sección o capítulo. Más bien, desde diversos ángulos siempre se vuelve sobre tres tópi-cos: la naturaleza, el trabajo y las obras públicas. Si quisiéramos escindir cada uno de estos tópicos para abordarlos analítica-mente en forma separada tendríamos, por un lado, la dificultad empírica de seccionar los textos y las imágenes porque esos tres tópicos no son tratados de modos mutua-mente excluyentes; pero, por otro lado, también destruiríamos el esqueleto argu-mentativo de esta obra: la idea de una Ar-gentina naturalmente bella, trabajadora y en desarrollo. En la sección “Parques Nacionales”, los paisajes se ofrecen magníficos, imponentes y eminentemente naturales. Tienen la par-ticularidad de parecer escenografías o pin-turas, donde la naturaleza se muestra como confeccionada o compuesta armoniosamen-te. La composición de paisajes es una estra-tegia recurrente en Visión de Argentina: las fotografías y las descripciones poéticas se esmeran en presentar paisajes muy diver-sos, pero todos ellos armónicos. Todas las imágenes parecen estar esperando a un espectador que las disfrute. Por ejemplo, en una de las fotos, el primer plano muestra a un hombre de espaldas, observando el pai-saje (bucólicamente natural, incluso en-marcado por el follaje de un árbol) desde un Claudia Troncoso y Carla Lois 287 punto de vista similar al que se le ofrece al lector. Las imágenes de paisajes naturales son complementadas con pintorescas descrip-ciones que refuerzan una mirada romántica sobre la naturaleza sublime y armoniosa. Uno de esos casos es el texto que acompaña una foto de Corrientes, provincia de la que se dice que es: “un trozo de tierra lujuriante, de varia-dísima naturaleza, que deleita al que cruza sus extensas y frondosas praderas, sus bos-ques siempre saturados con el perfume de sus lianas, sus montes de naranjos cuaja-dos de azahares, todo bajo el beso ardiente de un sol que da vida a una gama infinita de colores” (AGPNyT, 1949: 22). Otra estrategia para crear atracción, so-bre todo cuando los elementos naturales no parecen ser tan elocuentemente bellos, es hacer hincapié en el trabajo humano como la fuerza capaz de modificar la naturaleza. Así, los paisajes llanos, aparentemente menos atractivos que las voluptuosas cata-ratas o las montañas andinas nevadas, se ofrecen a la vista transformados en paisajes productivos, donde la naturaleza cumple la función de ser un recurso explotable eco-nómicamente y una fuente inagotable de riqueza. Esta forma de mirar es llevada a un extremo en el caso de la provincia del Chaco, de la que hay apenas una sola foto-grafía en todo el libro y cuyo tema es, preci-samente, no la llanura chaqueña ni el Im-penetrable sino la cosecha de algodón. Asi-mismo, el breve texto que refiere a las ca-racterísticas generales del Chaco refuerza esa lectura: “El progreso del territorio del Chaco es el fruto más hermoso del esfuerzo argenti-no. Enormes dificultades debió superar el hombre para transformar aquellas comar-cas en las ricas regiones que tienen hoy personalidad económica propia, con fuentes de riqueza cuyo porvenir productivo es in-calculable” (AGPNyT, 1949: 28). La lectura y la valorización de la natura-leza en clave económica tal vez es uno de los rasgos distintivos de esta obra, acorde a una postura reconocible en otros textos de la gestión peronista15. La tierra, por ejem-plo, es uno de los recursos naturales que se valora por su potencialidad económica. Sig-nificativamente no son las pampas trigue-ras, que habían sostenido el desarrollo eco-nómico de la Argentina hasta los años ’30, las más retratadas16. Tal vez, porque de esas provincias se han rescatado, sobre todo, sus aspectos históricos y su vida cul-tural (muy desarrolladas en el capítulo 1: “El país turístico”) y porque el pujante de-sarrollo industrial se veía como más mo-derno que la antigua organización agrope-cuaria17. En cambio, son muchas las imá-genes que muestran hombres trabajando la tierra para producir algodón, cítricos o vid y, así, representan la variedad de cultivos y la diversidad de las economías regionales. Específicamente, en el capítulo “El país económico” las imágenes dan cuenta de las diversas actividades, desde la producción agropecuaria pampeana, la cría de ovejas para cueros y lanas, la vendimia, la produc-ción de cítricos y el algodón hasta la extrac-ción de petróleo y gas natural. Los ríos, aprovechados para la genera-ción de energía eléctrica, también muestran esa estratégica alianza entre naturaleza y productividad económica18. Este vínculo aparece reforzado por la potencialidad transformadora de la voluntad humana: es elocuente que, respecto del puerto de Bue-nos Aires y las condiciones naturales poco favorables del estuario rioplatense para la instalación portuaria se dice: “había que hacer una puerta para la tierra, y se hizo” (AGPNyT, 1949: 15). Por otra parte, las represas y los diques no sólo son reguladores del caudal hídrico para la generación de energía; también son espacios de recreación, dotados de infraes-tructura turística. Por ejemplo, una foto de San Luis tiene el siguiente epígrafe: “San Luis. Lugar de turismo. Dique Potrero de los Funes. Paisaje desde el hotel Caballito Blanco” (página 46). Las aguas termales, que desde fines del siglo XIX constituían un destino turístico principalmente elegido por personas que buscaban sus beneficios medicinales, tienen un lugar destacado en Visión de Argentina. A lo largo de dos páginas se describen las cualidades de las trece aguas termales que existían y se explotaban turísticamente en la Argentina en 1950 y se ilustra con una fotografía del hotel casino de Río Hondo (Santiago del Estero). En la sección “La población argentina” hay fotos de paisajes urbanos vinculadas a asuntos culturales y deportivos, como la 288 Políticas turísticas y peronismo … foto de la sala del Teatro Colón (página 90), el estadio de River Plate (página 99), la regata en el río Luján (página 100) y la del match de box (página 98). Adjetivos tales como “intensa”, “febril” y “moderna” inten-tan poner a la ciudad de Buenos Aires a la altura de las grandes metrópolis del mun-do. En el mismo capítulo hay fotografías de personajes del folclore nacional, como el gaucho19 y el indio20. Estos íconos, que en-carnaron la mística del ser nacional desde los relatos de viajeros ingleses al Río de la Plata en las primeras décadas del siglo XIX y luego fueron recuperados como tales en la literatura nacional emergente (Prieto, 1995), reforzarían el carácter nacional de la obra, que pretende mostrar, sobre todo a un hipotético turista extranjero, una Argenti-na que crece hacia el futuro (pujante, labo-riosa, sólida y conectada con el resto del mundo) pero que también tiene un pasado y una historia como nación. En este sentido, las imágenes también levantan los mitos y creencias populares típicas de algunas re-giones21, edificios históricos22, museos23, ruinas24 y monumentos25. En este capítulo destinado a la pobla-ción, el tópico del trabajo aparece nueva-mente como un valor positivo y admirable, digno de ser reconocido y admirado26, con imágenes que muestran gente trabajando, particularmente en actividades agrarias27. Como anticipamos, otro de los tópicos transversales de este libro son las obras públicas, sobre todo aquellas vinculadas con el transporte. En todos los capítulos se muestran vistas panorámicas de infraes-tructura de transporte y comunicaciones (caminos, aeropuerto, puertos, ferrocarril, puentes, estaciones ferroviarias). Muchas imágenes muestran caminos en lugares inhabitados, y, en algunos casos, sus res-pectivos epígrafes indican los puntos que esa ruta comunica28. Los caminos son, en algunos casos, el motivo central de la foto-grafía29, y, en otros, un detalle de la imagen que garantiza la accesibilidad a lugares turísticos30. En términos generales, la red de comunicaciones parece ofrecer al turista la posibilidad de acceder a todos los rinco-nes del país para disfrutar de los múltiples atractivos: “Podemos trasladarnos a cualquier ciu-dad de nuestro país en pocas horas, volando a relativa poca altura, para contemplar los paisajes más maravilloso, desde la musical belleza del Aconquija hasta la sobrecogedo-ra imponencia de los Andes, desde las abruptas quebradas jujeñas hasta el paisa-je maravilloso de Tierra del Fuego, pasando por las llanuras tan típicamente argenti-nas” (AGPNyT, 1949: 160). El tendido ferroviario, que por esos años alcanzaba su máxima extensión, es descrito en el texto e ilustrado con dos fotografías31. Se detalla su diseño radial con centro en Buenos Aires y la dirección de los ramales. La acción del gobierno en materia de comunicaciones e infraestructura alcanza un punto de realización máximo en la ju-risdicción de Ezeiza, a la que se le dedican, entre texto e imágenes, seis páginas del libro. El texto y las imágenes32 que refieren a la denominada “operación territorial de Ezeiza” (Ballent, 2002) pretenden realzar la importancia de la construcción del aero-puerto internacional de Ezeiza Ministro Pistarini, “el aeródromo más grande del mundo” (AGPNyT, 19 : 162), inaugurado en 1949. Pero, Ezeiza no es sólo el aeropuerto, sino que condensa un conjunto de interven-ciones territoriales de profundas innovacio-nes realizadas durante la gestión peronista: “Las pistas, barrios obreros, el hotel pa-ra viajeros y las diversas dependencias de la vasta obra social anexa al aeropuerto, así como todas las instalaciones que requiere el funcionamiento de un organismo tan com-pleto, ocupan una superficie superior a 6.000 manzanas. Las grandes autopistas – doble cinta hormigonada- que conducen al monumental aeropuerto se hallan bordea-das de nutrido césped. Construidas para permitir una velocidad de 120 kilómetros por hora, puede recorrerse la distancia que media entre la Plaza de Mayo y el aero-puerto (33 kilómetros) en un tiempo infe-rior a 25 minutos. Próximo a Ezeiza, a la izquierda del camino se pueden ver las pile-tas de natación de agua salada y a la dere-cha los bosques en plena formación. Están después el barrio obrero con sus alegres chalets, el cinematógrafo y la iglesia, y por fin la magnífica colonia de vacaciones ro-deada de un bosque de pinas y eucaliptos. Y así hasta llegar al aeropuerto” (AGPNyT, 19: 163-4). Transversalmente, en la propuesta tu- Claudia Troncoso y Carla Lois 289 rística que se lee en Visión de Argentina hay una preocupación constante por satis-facer todas las demandas de los potenciales turistas, lo que se traduce en la multiplica-ción de la oferta de destinos, actividades y opciones recreativas. En este sentido, se define una distribución temporal de activi-dades turísticas en todo el territorio en función de las condiciones de cada lugar: “Si en los lagos del sur el turismo es de-porte, en el norte descanso, en la Patagonia vastedad, en Córdoba es salud” (AGPNyT, 1950: 29). “La rica variedad de climas en la Ar-gentina favorece, por lógica, el desarrollo del turismo. En verano todos se vuelcan hacia las playas atlánticas o a las sierras de Córdoba y San Luis o a los lagos del sur, estos últimos preferidos por sus frescas temperaturas; en el invierno la afluencia mayor se manifiesta en Nahuel Huapí, por sus canchas de esquí; a Mendoza, por idén-ticos motivos; en el Norte y el Noroeste por su clima seco y benigno, o en el Nordeste por sus temperaturas suaves y cálidas” (AGPNyT, 1950: 76). El calendario turístico se complementa con una serie de eventos relacionados con festividades cívicas, religiosas, semanas especiales y celebraciones vinculadas a la cosecha de distintos productos regionales33. Algunos de estos eventos son organizados por la División Atracciones y Deportes Re-gionales de la AGPNyT, la cual prepara “... un programa de atracciones regionales, mediante la institución de semanas espe-ciales y la realización de fiestas típicas con exposiciones de productos regionales y pro-gramas de actos culturales. Se ha hecho presente, entretanto, en la Fiesta de la Vendimia, Fiesta del Azahar y proyecta las fiestas de la Yerba, del Algodón y otras para señalar en cada zona las respectivas zafras” (AGPNyT, 1947: 128). Conclusiones. Las postales peronistas de Visión de Argentina A lo largo de Visión de la Argentina, los textos y las fotografías se empeñan en lle-var al espectador las singularidades de cada una de las provincias argentinas y de la Capital Federal: cada jurisdicción34 es descrita y compuesta con elementos que permiten diferenciarlas entre sí, ya sea a partir de sus condiciones naturales, de sus actividades económicas o de imágenes pin-torescas dispuestas en clave folclórica. Al mismo tiempo, en la distribución homogé-nea de los atractivos (todas las jurisdiccio-nes tendrían, por lo menos, alguno) subyace la idea de equilibrio regional que la gestión peronista ya había aplicado en la planifica-ción de otras actividades económicas y pro-yectos. Sin embargo, la atracción pareciera no residir sólo ni en los lugares, ni en los edificios históricos, ni en las obras públicas, sino también en su argentinidad, en su capacidad de asumir algún valor de la iden-tidad nacional. El esfuerzo que se hace a lo largo de las páginas de Visión de Argentina por decir algo o poner alguna fotografía (aunque sea sólo una, como en el caso de Chaco) de cada provincia sugiere que la atracción preexiste al objeto. Así parece que el objetivo del libro es rescatar uno o varios atractivos para cada provincia, de manera tal que todas tengan alguno. Las estrategias a las que se apela para ello consisten en organizar una mirada estética articulada en torno de la naturale-za, el trabajo y la moderna infraestructura desarrollada en la gestión peronista. La diversidad natural, en particular la varie-dad de climas y de relieve, que aquí intenta mostrarse como evidente no sería sino ga-rantía del progreso económico y ello se habría manifestado en la gran variedad de producciones regionales. En las imágenes están representadas todas las economías y productos regionales: azúcar, cítricos, vid, algodón, petróleo, gas, pesca, ganado ovino, explotación forestal, industrias frigoríficas y agrarias. Así planteado, el abanico de atractivos construidos en esta obra cubriría todas las expectativas del hipotético turista al que la obra interpela: desde las preferencias por las grandes ciudades colmadas de activida-des sociales hasta los bosques más cerra-dos. O, en otras palabras, la Argentina, leída desde las páginas de Visión de Argen-tina parece un país privilegiado - naturalmente dotado, culturalmente des-arrollado y armónicamente organizado-para las pujantes prácticas turísticas. Por otra parte, esta obra tiene un tono fundacional, que no menciona ni reconoce la historia que ya tenía el turismo hacia mediados del siglo XX en la Argentina. En 290 Políticas turísticas y peronismo … este sentido, es curioso que Visión de Ar-gentina no refiera a los antecedentes de los destinos turísticos ya consolidados como tales (probablemente porque esos destinos habían sido disfrutados casi exclusivamen-te por sectores altos de la sociedad y eso no se condecía el espíritu populista de la retó-rica peronista). El discurso turístico que se construye en Visión de Argentina asume como premisas tanto la ahistoricidad de la práctica turística como la armonía del país en los más variados planos (geográfico, político, económico, histórico). Sugerimos que este tipo de discursos inaugurales tuvo, en el caso del turismo, un alto grado de eficacia, en tanto que aunque parece sufi-cientemente demostrado que la masividad del turismo no fue un acontecimiento nove-doso únicamente atribuible a las políticas de la gestión peronista, esa idea parece permanecer y formar parte del sentido co-mún sobre el periodo. Tal vez este análisis pueda ser el punto de partida para profun-dizar acerca de la relación entre la expan-sión de la actividad turística, la configura-ción de una Argentina turística y las prác-ticas discursivas que promovieron el turis-mo durante las gestiones peronistas. Bibliografía Ajón, A. 1995 Imágenes y mitos geográficos en el discurso de Juan D. Perón: 1943-1946, Tesis de licenciatura, Facultad de Filo-sofía y Letras, UBA, Buenos Aires. Ballent, A. 1999 “Mar del Plata: croquis en la arena”, en La Argentina en el siglo XX, Ariel- Universidad Nacional de Quilmes, Bue-nos Aires. 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Mantobani, J. 1997 “Notas sobre la creación de los prime-ros balnearios argentinos a fines del si-glo XIX”, en Scripta Nova Nº 11, Univer-sidad de Barcelona. Marchena Gómez, M. s/f Un ejercicio prospectivo: de la industria del turismo “fordista” al ocio de produc-ción flexible, Sevilla, mimeo. Pretes, M. 1995 “Postmodern tourism: the Santa Claus industry”, Annals of Tourism Re-search, vol. 22, Nº1, Nueva York: Per-gamon. Prieto, A. 1986 Los viajeros ingleses y la emergencia de la literatura argentina (1820-1850), Buenos Aires: Editorial Sudamericana. Scarzanella, E. 1998 “El ocio peronista: vacaciones y ‘tu-rismo popular’ en Argentina (1943- 1955)”, en Entrepasados. Revista de historia, Nº14, Buenos Aires. Scarzanella, E. 2003 “Le bellezze naturali e la nazione: i parchi nazionali in Argentina nella prima metà del XX secolo”, en Revista Theomai, Nº7, primer semestre de 2003, Red de Estudios sobre Naturaleza, Sociedad y Desarrollo, Uni-versidad de Quilmes. Claudia Troncoso y Carla Lois 291 Schlüter, R. 2001 El turismo en Argentina. Del balnea-rio al campo, Buenos Aires: CIET. Silvestri, G. 1999 “Postales argentinas”, en La Argenti-na en el siglo XX, Ariel-Universidad Na-cional de Quilmes, Buenos Aires. Urry, J. 1996 O olhar do turista. Lazer e viajens nas sociedades contemporâneas, São Paulo: Papirus. Fuentes Administración de Parques Nacionales y Turismo, Ministerio de Obras Públicas 1948 Memoria general correspondiente al año 1947, Buenos Aires. Administración de Parques Nacionales y Turismo, Ministerio de Obras Públicas 1949 Memoria general correspondiente al año 1948, Buenos Aires. Administración de Parques Nacionales y Turismo, Ministerio de Obras Públicas 1950b Memoria general correspondiente al año 1949, Buenos Aires. Administración General de Parques Nacio-nales y Turismo, Ministerio de Obras Públicas 1950 Visión de Argentina, Buenos Aires. Argentina 1950 La nación argentina. Justa, libre, soberana, Buenos Aires: Peuser. Automóvil Club Argentino 1942 Guía de turismo. Verano e invierno. Buenos Aires-Córdoba, Buenos Aires. Automóvil Club Argentino, Automovilismo, Nº308 (1945); Nº327 y 331 (1946); Nº332 y 333 (1947). Dirección de Parques Nacionales 1936 Memoria correspondiente al año 1935, Buenos Aires. Touring Club Argentino Turismo, Nº462 y 466 (1948), Buenos Aires. NOTAS 1 Una versión preliminar de este trabajo fue presentada en el II Congreso Internacional de Turismo Cultural, organizado por Noticias de Antropología y Arqueología (NAyA), www.naya.org.ar, octubre de 2003. Agradece-mos la lectura y los comentarios de Rodolfo Bertoncello. 2 La idea de turismo como necesidad se expre-só en repetidas ocasiones en las páginas de la revista mensual Automovilismo (editada por el Automóvil Club Argentino desde 1920 hasta la actualidad): “Nadie discute ya [...] que el des-canso veraniego es una necesidad y no un lujo. Así lo ha entendido por lo demás una masa cada vez más numerosa de la población, entre la que se desarrollado extraordinariamente en los últimos años la práctica del turismo y la afluencia a los lugares de veraneo. Un factor concreto de innegable importancia para ello han sido las vacaciones pagas, que inducen a un sector considerable del pueblo a disfrutarlas desplazándose -con sus familias- hacia los sitios adecuados” (ACA, Automovilismo, 1945: Nº 308: 8). 3 El crecimiento más importante en el número de turistas lo registra Mar del Plata: en la tem-porada 1933-1934 arribaron a la ciudad 89.996 turistas; en la temporada 1946-1947, 543.857 y alcanzó más de 1.000.000 a mediados de la década siguiente (Schlüter, 2001). Los parques nacionales también registraron importantes aumentos en el número de turistas hacia me-diados de la década de 1940: en 1946 el Par-que Nacional Nahuel Huapi recibió 16.000 turistas y en 1949, 45.266; por otra parte, el Parque Nacional Iguazú recibió menos de 18.000 en 1946 y 32.391 en 1947 (Scarzanella, 1998; Scarzanella, 2003; AGPNyT, 1950b). 4 En una editorial de la revista Turismo (publi-cación mensual editada por el Touring Club Argentino desde 1909) se señala: “Por medio de la pavimentación de nuevas rutas hacia lugares de descanso, como la tan reclamada entre Dolores y Mar de Ajó, podría facilitar el acceso de tantos veraneantes que ahora no se animan a afrontar los riesgos del camino de tierra muchas veces en malas condiciones...” (Touring Club Argentino, Turismo, Nº462, 1948: 3). 5 Para un análisis detallado sobre la importan-cia simbólica de Ezeiza y el proceso de cons-trucción de este complejo remitimos al trabajo de Ballent (2002). 6 No es casual la dedicación de numerosas páginas de Visión de Argentina al complejo de 292 Políticas turísticas y peronismo … Ezeiza, ya que la obra se llevó adelante y se inauguró durante la gestión de Juan Pistarini en el Ministerio de Obras Públicas de la na-ción, ministerio del cual dependía la Adminis-tración General de Parques Nacionales y Tu-rismo. Por otra parte, es de suponer que la denominación del aeropuerto con el nombre del ministro que estaba aún en funciones haya sido un reconocimiento al gestor de la obra (Ballent, 2002). 7 Esta publicidad apareció en la Guía Peuser de Turismo de 1951, reproducida en Schlüter, 2001. 8 En la Memoria correspondiente a 1948 la AGPNyT exhibe cifras plasmadas en una serie de ilustraciones que dan cuenta del crecimien-to de la capacidad hotelera en manos del Esta-do (de 350 plazas que administraba en 1939 se pasa a 1.618 en 1948; AGPNyT, 1949). 9 “Todos estos establecimientos forman parte de la red de Hoteles Nacionales de Turismo- construida a todo costo por el Ministerio de Obras Públicas de la Nación y regidos por la Administración General de Parques Nacionales y Turismo- que en conjunto, diariamente, puede ofrecer más de 2.000 camas para turistas en todos los rumbos del país. Esto en lo que respecta a la acción gubernamental en los lugares apartados, puesto que por su lado el capital privado ha levantado en cada punto princi-pal de turismo establecimientos hoteleros cuyo conjunto hacen de esta industria una de las más poderosas de la República” (AGPNyT, 1950: 172). 10 Visión de Argentina es una publicación de 196 páginas que se organiza en ocho capítulos: El país turístico, Los Parques Nacionales, El clima, La población argentina, Las colonias de vacaciones, El país económico, A través de la Argentina y An outline of Argentina. 11 “No ha sido la intención publicar una guía cuya minuciosidad hubiese obligado a conferir a esta obra distinta característica de la que posee, pero si su lectura y la observación de sus grabados llegase a despertar el deseo de conocer el país, el lector – convertido entonces en turista- hallará confirmado con creces lo esbozado aquí” (AGPNyT, 1950: 8). Las expresiones turismo de imagen y turismo de presencia fueron sugeridas por Anahí Ballent. 12 Aunque la obra está organizada en capítulos, las imágenes no se ajustan estrictamente a la propues-ta temática de cada una de las secciones: las fotos de caminos y puentes no son exclusivas de la sección “A través de la Argentina” (dedicada a la red de comunicaciones), ni las de producción agropecuaria o industrial, de la sección “El país económico”. La imágenes acompañan el relato, que está organizado, desde el punto de vista narra-tivo, por provincias pero sin ningún criterio apa-rente. 13 Hay cuatro mapas, sin título, intercalados en las páginas de Visión de Argentina. El primero de ellos (página 86) aparece dentro de la sec-ción “La población de Argentina” pero sus signos parecen remitir a la localización de actividades turísticas o paisajes y destinos para la recreación (sombrilla playera en la costa bonaerense, paseo a caballo en las sierras cor-dobesas, las cataratas del Iguazú en Misiones y los lagos del sur, entre otros). El segundo (página 106) está incluido en el capítulo “El país económico” e ilustra la diversidad de la producción económica nacional: los bosques del sur, la producción ganadera pampeana, la producción vitivinícola cuyana, los cítricos de la mesopotamia y el petróleo patagónico, entre otros). El tercer mapa (página 138, en el capí-tulo “A través de la Argentina”) es el único que tiene referencias: vías aéreas, vías férreas y carreteras; el resultado es un mapa atravesa-do totalmente en varias direcciones por líneas que comunicarían los distintos puntos del país; apenas si se percibe el carácter radial con cen-tro en Buenos Aires de la red de comunicacio-nes. Finalmente, en la contratapa hay un mapa con división política, coloreado en naranja (los territorios limítrofes, no identificados con los Estados correspondientes, están pintados uni-formemente de marrón) y es acompañado por un texto que dice: “La República Argentina está dividida políticamente en 1 distrito fede-ral, 14 provincias, 8 gobernaciones, 1 gober-nación marítima y 1 zona militar. La superficie total del país alcanza a 4.025.695 km2 en los cuales está incluido la soberanía territorial argentina en el sector antártico. Su población se estima en 17.000.000.” Todos estos mapas, independientemente del tema que representen, utilizan la misma estrategia gráfica: cubren con íconos toda la superficie del territorio argentino y dan la apariencia de una distribu-ción homogénea del fenómeno en cuestión. Claudia Troncoso y Carla Lois 293 14 El estatus político-administrativo de las jurisdicciones (provincia, territorio nacional y capital federal) solía indicarse junto al nombre en cuestión. 15 Ajón (1995) abordó la presencia de ciertas imágenes y mitos geográficos en los discursos de Perón como formas de argumentación para los proyectos de aprovechamiento racional de los recursos económicos del país impulsados por el Estado. En este trabajo la autora cita un fragmento de uno de sus discursos: “...en los textos de geografía del mundo entero se lee que somos el país de la carne y el trigo, de la lana y el cuero. Es indudable que una gran obra social deber ser realizada en el país; te-nemos una excelente materia prima, pero para bien moldearla es indispensable el esfuerzo común de todos los argentinos...” (“Significa-do de la defensa nacional desde el punto de vista militar”, 10 de junio de 1944, 59-60, en Curso de Cultura Superior Universitaria, Cáte-dra de Defensa Nacional, UNLP, 1945, citado en Ajón, 1995). 16 Sólo tres imágenes retratan las actividades vin-culadas al modelo agroexportador: “Capital. Puer-to (Dársena Norte, Vapor ‘Alcántara’ y edificio Kavanagh)” (página 109); “Santa Fe. Elevador de granos en el puerto de Santa Fe” (página 111) y “Buenos Aires. Cosechadoras en un trigal” (pági-na 112). 17 “Ya en la etapa definitiva de nuestra organi-zación económica era muy difícil hacer nacer un país poderoso de una llanura que hay que cultivar; y más difícil todavía hacer que ese país de llanura se convirtiera en un inmenso país industrial. Este es el trabajo argentino del momento” (AGPNyT, 1950: 111). 18 “Como si sus panoramas naturales no fueran suficientes, Córdoba ofrece sus diques y caminos para completar las impresiones que en ella se recogen. El dique de San Roque embalsa 350.000.000 de metros cúbicos de agua; el de Río Tercero tiene la capacidad extraordinaria de 730.000.000, y el de San Jerónimo, el de los Ala-zanes y Cruz del Eje son los más importantes” (AGPNyT, 1950: 31). 19 “Gaucho ensillando su caballo (página 88). 20 “Indio tocando el erke, en Yavi” (página 102). 21 “La Rioja. Talla de San Nicolás de Bari” (pági-na 41); “La Rioja. El “niño alcalde”, imagen de la iglesia de San Francisco, La Rioja” (página 43). 22 “Salta. Portada del convento de San Bernar-do” (página 37). 23 “Santa Fe. Vista desde el Museo Histórico Provincial hacia la Iglesia San Francisco” (página 27); “Buenos Aires. Museo Pampeano, Chascomús. (página 56). 24 “Misiones. Ruinas de San Ignacio” (página 25). 25 “Salta. La ciudad de Salta. Vista desde el monumento a Güemes” (página 36). 26 “Y en las expediciones turísticas que se realizan es instructivo tanto para el argentino como para el extranjero atender el espectáculo que le ofrece el trabajo argentino que allá, en el bosque chaque-ño, es férreo resonar de hacha en los duros que-brachos para dar que hacer a las trepidantes má-quinas de las fábricas de taninos; que es relámpa-go de hacer en el cuchillo cañero, para abastecer del dulce tallo la mugidora opresión de los trapi-ches; que es alegre vendimia para rebalsar de jugo los clásicos toneles de roble de las grandes bode-gas; que es el ingresar incesante de los rebaños a los frigoríficos” (AGPNyT, 1950: 107; los desta-cados son nuestros). 27 “Mendoza. Vendimiadora” (página 92); “Men-doza. Recolectores de peras en San Rafael” (pági-na 94); “Tucumán. Zafra” (página 95). 28 Algunos ejemplos de este tipo de imágenes son: “La Rioja. Vista panorámica del camino de acceso al dique Los Sauces” (página 148); “Santa Fe. Aspecto del camino hacia Rosario” (página 148); “Entre Ríos. Camino hormigonado entre Paraná y Crespo” (página 143); “La Rioja. Un aspecto de la Cuesta de Miranda” (página 149). 29 Pág. 13: “Capital. Monolito de indica el kilóme-tro cero de los caminos nacionales” (página 13). “Buenos Aires. Camino Buenos Aires-Rosario” (página 142). “Entre Ríos. Camino hormigonado entre Paraná y Crespo” (página 143). 30 “Mendoza. Hotel Termas de Villavicencio. Al fondo, desarrollo del camino internacional a Chile” (página 49). 294 Políticas turísticas y peronismo … 31 “Salta. Aspecto de la ruta ferroviaria de Salta a San Antonio de los Cobres” (página 144). “Salta. Estación Chorrillos (2.111 m), en el tra-yecto ferroviario Salta-San Antonio de los Co-bres” (página 145). 32 “Buenos Aires. Pasajeros ascendiendo a un avión de la FAMA en el aeropuerto de Ezeiza” (página 163). “Buenos Aires. Vista aérea de las modernas instalaciones del aeropuerto” (página 164). “Buenos Aires. Vista aérea de la autopista de acceso al Aeropuerto “Ministro Pistarini” en Ezeiza” (página 165). “Buenos Aires. Público esperando la llegada de un avión en el mismo Aeropuerto” (página 166). “Buenos Aires. Visi-tantes en el Aeropuerto “Ministro Pistarini” ” (página 167). 33 Entre las festividades cívicas pueden desta-carse las siguientes. Durante mayo: Semana de Mayo en Capital Federal; en agosto: Semana Sanmartiniana en Corrientes; en noviembre: Semana de la Tradición en San Antonio de Areco y Día de los Parques Nacionales. Entre las festividades religiosas: durante abril: Se-mana del Calvario en Tandil y Fiesta de la Virgen del Valle de Catamarca; en setiembre: Peregrinación a la Virgen de los Milagros en Salta; en diciembre: Procesión náutica en Luján. Por otra parte, en octubre se celebraba la Semana de Rosario, en noviembre la Sema-na de La Plata y en diciembre la Semana de Bariloche. Por último en marzo se festeja la Fiesta de la Vendimia en Mendoza, en setiem-bre la Fiesta del Algodón en Resistencia y en noviembre la Fiesta de la Zafra en Tucumán (Schlüter, 2001). 34 Es llamativa la falta de imágenes de la Antártida porque en esa época las reivindicaciones de la soberanía argentina sobre una porción del conti-nente Antártico eran fuertes y crecientes (incluso el decreto 8.944 de 1946 prohibió la publicación de mapas de la República Argentina que no inclu-yeran en Sector Antártico con la inscripción “Arg.”). La única mención a la situación plantea-da por el caso antártico es el siguiente párrafo: “Como entidad estatual, como unidad política, social, económica y geográfica, la Argentina, o para mejor decir, su territorio, está constituido por cuatro soberanías, que son: la territorial, la insular, su soberanía marítima y la soberanía Antártida. La soberanía marítima está dada sobre todo, por la extensa y profunda plataforma continental que se introduce hasta trescientos kilómetros mar aden-tro. De este parapeto netamente argentino forman parte las islas Malvinas” (AGPNyT, 1950: 65). Recibido: 27 de diciembre de 2003 Aceptado: 30 de mayo de 2004 |
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