© PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural. ISSN 1695-7121
Revista de Turismo y Patrimonio Cultural
PAS S
www.pasosonline.org
Vol. 12 N.º 1. págs. 137-143. 2014
¿Cómo pueden funcionar la cultura y el patrimonio
como mecanismos de exclusión?
Ana Leticia Dosal Ellis*
Universidad de Barcelona (España)
Resumen: La cultura, el patrimonio y el uso de sus activaciones pueden aportar mucho al progreso de
sociedades y a reforzar la identidad colectiva que un país quiera reflejar, pero muchas veces la exclusión
de la comunidad en el desarrollo estos proyectos, así como la explotación comercial de sitios históricos
y patrimoniales puede causar la modificación o extinción de la misma cultura que se busca destacar.
Tales son los casos que se exponen en este artículo, mostrando estudios particulares de gentrificación y
exclusión, relacionados a su vez con la pérdida de autenticidad de los valores culturales que se quieren
destacar y olvidando que dicha cultura y patrimonio han sido creados por las mismas sociedades que en
estos casos están siendo excluídas.
Palabras clave: exclusión, mercantilización, tradiciones indígenas, patrimonio. patrimonio intangible.
How can work culture and heritage as mechanisms of exclusion?
Abstract: Culture, heritage and its use can be of great contribution to the progress of societies and rein-force
the collective identity that a country wants to reflect, but often the exclusion of community members
in developing these projects and commercial exploitation of heritage and historic sites can cause the
modification or extinction of the same culture that wants to be highlighted. Such are the cases presented
in this article about specific gentrification and exclusion situations related with the authenticity loss of
the cultural values that want to be highlighted and sometimes forgetting that this culture and heritage
have been created by the same communities and societies that in this cases are being excluded.
Keywords: exclusion, cultural marketing, native traditions, heritage, intangible heritage.
* Estudiante de Máster en Gestión del Patrimonio Cultural de la Universitat de Barcelona (España);
E -mail: ana.dosal.e@gmail.com
1. Introducción
En el año de 1999 el Banco Mundial señaló
la cultura como un recurso explotable (García
Canclini, 1999), dando pie al aprovechamiento
comercial de muchos sitios culturales así como de
sus habitantes quienes por medio de su lengua,
usos y costumbres cotidianos han demostrado
ser los cimientos que le dan el verdadero valor
a dichos lugares. Las definiciones y conceptos de
patrimonio se han ampliado a través del tiempo
abarcando las tradiciones y las costumbres, las
cuales hoy conocemos como ‘patrimonio vivo’.
La problemática radica en que esa apertura ha
sido meramente conceptual y en muchos casos
no se ha aplicado a las leyes y los proyectos cul-turales.
Es así como la falta de difusión de estos
nuevos conceptos a la sociedad ha contribuido a
engrandecer el problema y fincar una idea del
patrimonio enfocada en objetos monumentales
que deben ser conservados sin importancia del
uso que puedan tener. Néstor García Canclini
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(1999), lo ha llamado “tradicionalismo sustancia-lista”.
En dicho concepto se juzga el patrimonio
por el alto valor que tiene en sí mismo, indepen-dientemente
de su uso.
La denominación de ‘patrimonio’ como con-cepto
es una construcción social, sin embargo sus
activaciones se basan en reglas o consideraciones
definidas por autoridades gubernamentales y
académicas. Se trata de organismos de poder, lo
que los vuelve cambiantes según los intereses de
quienes las señalan y les dan valor. En relación
a esto, muchas veces con el pretexto de conservar
y difundir la cultura, la explotación y mercanti-lización
de bienes patrimoniales ponen en riesgo
no sólo la autenticidad de dicho patrimonio y sus
activaciones o representaciones, sino la extinción
o deterioro de quienes lo han creado.
El objetivo principal de este artículo es mos-trar,
con ejemplificaciones claras y casos espe-cíficos,
las consecuencias negativas de ‘sacrali-zar’
el patrimonio material, etiquetarlo y darle
una estimación superior al valor intrínseco de
los individuos demostrando que algunas veces
son incluso los gestores del patrimonio quienes
doblan las reglas a su favor con tal de elevar los
estándares culturales sin tomar en cuenta que
al descontextualizarlo y separarlo de la comu-nidad
dentro de la cual se desarrolla ese patri-monio,
su valor decrece y su autenticidad se ve
gravemente afectada, dejando que la cultura se
vaya desmoronando a los pies de los intereses
turísticos y económicos.
2. Autenticidad e Identidad
¿Cómo se define o valora lo auténtico y
genuino? Spooner (1991) define lo genuino como
algo más que un simple artefacto; como un
objeto confeccionado por individuos particulares
quienes emplean materiales artesanales espe-ciales
y trabajan en determinadas condiciones
sociales, culturales y ambientales, recreando
motivos y diseños que aprendieron de las gene-raciones
precedentes. Otro concepto relacionado
con lo auténtico es el de la identidad, que en el
caso de un país o una sociedad define y exalta su
singularidad diferenciándola del resto y siendo
usada para resaltar atributos especiales que
nadie más tiene.
Al ser la identidad un concepto que se esculpe,
se crea y se expresa por medio de la cultura ésta
se ha convertido en un espectáculo consumible,
en el que cada país muestra aquella singula-ridad
que lo reconoce como único, en muchas
ocasiones transformando y adaptando su mera
esencia con tal de ser vendida al mejor postor.
Es evidente en muchos casos (analizados
posteriormente), el fenómeno de jerarquiza-ción
de las activaciones patrimoniales, ya sea
para fomentar el turismo o crear una identidad
nacional lo que trae como consecuencia una idea
general sobre lo que es la ‘alta cultura’, que se
asocia directamente al patrimonio clásico, la
arquitectura monumental y las bellas artes; por
otra parte, existe el patrimonio popular o etno-lógico,
que corresponde a bienes y actividades de
muchos grupos dominados y minorías sociales,
el cual no tiene la relevancia social del patrimo-nio
‘clásico’.
3. Metodología
La metodología utilizada fue en primer lugar
una recopilación y lectura exhaustiva de biblio-grafía
relacionada al patrimonio inmaterial,
su gestión y su relación con el individuo; asi-mismo,
la lectura sobre casos de gentrificación,
tesis doctorales y estudios profundos hechos por
antropólogos fueron un pilar importante de la
exploración documental. Al tratarse de casos
muchas veces controversiales, las noticias y artí-culos
en prensa tuvieron un valor fundamental
para aportar una visión crítica de los casos que
se exponen.
En el caso que se desarrolla con más ampli-tud,
sobre la zona arqueológica mexicana de El
Tajín y los indígenas Totonacas que habitan en
esta zona, fue necesario contactar a un miembro
de esta comunidad indígena, quien por correos
personales enviaba los resultados de entrevistas
y testimonios dando así el punto de vista más
realista y actual posible para comprobar las
referencias bibliográficas. Se llevó a cabo tam-bién
para este caso, una recolección de datos
económicos y sociales relacionados con costos,
salarios y estadísticas de desarrollo y pobreza
de los individuos de la comunidad indígena toto-naca,
datos que sustentan muchas de las contra-dicciones
que se mencionan y fundamentan mis
propias conclusiones.
4. Casos de estudio
Con la finalidad de responder con claridad
la pregunta establecida en el título de este artí-culo,
es necesario exponer casos reales de dis-tintas
partes del mundo, mostrando el fenómeno
de exclusión como algo global. Los primeros
casos estudiados hablan de la gentrificación o
expulsión de residentes locales de algún lugar,
debido a razones de reestructuración urbana,
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o limpieza de un barrio o ciudad para mayor
aprovechamiento turístico, o bien para enfatizar
una identidad que se impone a la sociedad. Éste
fenómeno que responde a la mercantilización
excesiva del patrimonio, afecta las sociedades
locales de cada uno de esos espacios, usando la
etiqueta cultural para ocultar la desigualdad,
silenciar la pobreza y desplazar todo aquello que
no es digno de convivir con dicha cultura.
El caso que estudió con más profundidad
tiene una estrecha relación con la autenticidad,
la identidad y la exclusión. Se habla de un grupo
de artesanos indígenas mexicanos, quienes no
solo han sufrido de falta de apoyo y exclusión en
sus propias tierras, sino que se han visto forza-dos
a cambiar y adaptar sus representaciones y
diseños para poder participar en eventos cultu-rales
que apoyan su patrimonio.
4.1. Gentrificación: Un fenómeno global
Uno de los casos más claros del funciona-miento
del patrimonio como mecanismo de exclu-sión,
es el del distrito Gavenspoort Market, más
conocido como ‘Meatpacking District’ en Man-hattan,
Nueva York, EUA. Un barrio muy pinto-resco
de la ciudad, con calles empedradas y edi-ficios
bajos que debe su nombre a que alrededor
de 1920 y debido a un popular mercado de carne,
se convirtió en un barrio enfocado a empacado-ras
de carne y actividades relacionadas con esta
industria. A finales de los años 90, el barrio tuvo
una drástica transformación, y fue nombrado con
el status de referencia que otorga una autoridad
histórica de los Estados Unidos (‘Landmark Sta-tus’/
National Historic Landmarks). Al tener ese
nuevo status, restaurantes, bares y exclusivas
boutiques empezaron a llegar y a hacer uso de
los edificios. Con el elevado costo de vida y alqui-leres,
comenzó la gentrificación de los habitantes
locales y antiguos de dicho distrito.
Con el desarrollo del barrio, se creó una aso-ciación
para rescatar y preservar la originalidad
del distrito, pero ellos mismos han aceptado
que los patrocinios y ayudas son exclusiva-mente
para conservar y restaurar los edificios,
sin ningún interés por los antiguos residentes
quienes han sido prácticamente expulsados de
ahí por los costos de la vivienda. Una de las
declaraciones más impactantes hecha por una
de las coordinadoras de dicha campaña de pre-servación
a la periodista Shaila Dewan, ha sido
que “la campaña no se ha hecho para detener la
gentrificación” y es evidente que el mencionado
anteriormente ‘Landmark Status’ protege única-mente
a los edificios, no los habitantes del lugar.
(Dewan, 2001, párr.4)
Los barrios del Raval en Barcelona, Tarla-basi,
en Istambul, Turquía y Abasto, en Argen-tina,
son tres casos más en los que la reurbani-zación
que pretende elevar el status de un sitio,
termina por excluir a la gente que lo ha desarro-llado
y a quienes han construido ese patrimonio.
La antropóloga social María Carman (2006),
se ha especializado en el caso particular de la
transformación de Abasto, barrio argentino
donde creció Carlos Gardel, caso de estudio en el
que basó su libro ‘Las Trampas de la Cultura’ y
en el que explica cómo el poder de éstas regiones,
con la finalidad de alcanzar intereses propios se
dedica a encumbrar los bienes y valores locales.
En el caso de Abasto, la intervención más fuerte
fue convertir el antiguo mercado de frutas y
verduras, símbolo patrimonial del barrio, en un
lujoso centro comercial llamado ‘Abasto Shop-ping
Center’, y junto al cual se realizó una esta-tua
de bronce de Carlos Gardel para añadirle un
toque más cultural al abandonado barrio.
En el Raval, antiguo barrio chino en el cora-zón
de Barcelona, España, ha sucedido algo simi-lar,
aunque se le ha considerado un caso parti-cular
ya que se ha dicho que no se ajusta por
completo a este concepto debido a que la mayor
parte de quienes se han instalado en esta parte
de la ciudad no corresponde a las clases altas,
sino a grupos de jóvenes que desean vivir en
el corazón de la ciudad y que probablemente lo
harán de manera temporal. Asimismo, se habla
de que este es un ejemplo distinto al de otras
ciudades en cuanto a la visión social del barrio,
que aún con la reurbanización, sigue teniendo
para muchas personas una imagen negativa de
prostitución y pobreza. (Sargatal, 2001).
4.2 Artesanía indígena en peligro de extin-ción
Otro ejemplo en el que el favoritismo a la
conservación del patrimonio material ha cau-sado
una fuerte exclusión, es el caso de las
artesanías mexicanas en las zonas arqueológicas
más turísticas, en las que los artesanos han sido
expulsados de ahí y sustituidos por vendedores
de artesanía hecha en China, que se produce en
grandes cantidades a un precio mucho menor.
Esto ha tenido consecuencias fatales cultural y
económicamente.
Socorro Oropeza Morales, presidenta de la
Unión Nacional de Productores Artesanales en
México comentó a la periodista Matilde Pérez,
que de los 20 millones de artesanos que había en
este país hace una década, solo 8 millones siguen
activos, siendo la mayoría de ellos mujeres que
tienen como única fuente de ingresos la venta de
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sus productos y se encuentran en riesgo de quie-bra
debido a los productos de baja calidad que
provienen de China y cuyos costos de produc-ción
son aproximadamente un 70% menores que
los costos de los artesanos indígenas, haciendo
que dicha artesanía pirata, se venda en mucho
mayor cantidad (Pérez, 2011) dando una mayor
relevancia al objeto material que al proceso.
Desde el punto de vista cultural, una de las
consecuencias más graves de esto es que los arte-sanos
han tenido que buscar distintas formas de
sobrevivir, de manera que emigran a otras ciu-dades
de la República Mexicana incluso a los
Estados Unidos en busca de trabajo como jardi-neros,
obreros, albañiles, etc., haciendo que sus
tradiciones, muchas veces ancestrales, que han
sido heredadas durante miles de generaciones, se
pierdan por completo al dejar de ser rentables.
Uno de los casos más evidentes de exclusión
por medio del patrimonio y que desarrollaré con
mayor profundidad es el de El Tajín y la comu-nidad
indígena Totonaca, en el estado de Vera-cruz,
México.
De acuerdo a la lengua totonaca, ésta palabra
se compone por tu’tu o a’ktu’tu que se refiere al
número “tres” y nacu’ que significa “corazón”.
Los totonacas usan este vocablo aludiendo a
que Tajín, el Castillo de Teayo y Cempoala (tres
sitios arqueológicos prehispánicos ubicados en el
estado de Veracruz, México), son los tres corazo-nes
de su cultura. Se caracterizan por conservar
muchas de sus tradiciones ancestrales como bru-jos
y curanderos; artesanías que realizan para
uso familiar y ceremonial así como la indumen-taria
tradicional hecha en telares, máscaras de
madera y figuras talladas en vainilla; danzas
rituales como la ‘danza de los voladores’ (una de
sus tradiciones más importantes y conocidas); y
su sistema tradicional de cultivo en el que utili-zan
técnicas muy antiguas de aprovechamiento
de la tierra, logrando diversificar los productos
que siembran.
En un estudio profundo sobre esta cultura,
el antropólogo mexicano Elio Masferrer (2004)
menciona que el pueblo totonaca después de
más de 500 años de opresión, ha logrado man-tener
partes esenciales de sus tradiciones, arte-sanías
y rituales y colocarse entre los 10 grupos
indígenas más numerosos de México. Lamenta-blemente,
después de tanto tiempo y habiendo
superado todo tipo de obstáculos para mantener
viva su cultura, los totonacas se encuentran de
nuevo en peligro esta vez, irónicamente, como
consecuencia de la pesada etiqueta de Patrimo-nio
Cultural.
El Tajín es una zona arqueológica precolom-bina
cerca de la ciudad de Papantla en Veracruz
considerada la capital del imperio Totonaca,
cuyo edificio principal es la impresionante Pirá-mide
de los Nichos que cuenta con 365 nichos
o alcobas pintadas de azul brillante y rojo.
Desde su inscripción a la prestigiada lista de la
UNESCO, el turismo aumentó en la zona, lo que
parecía ser de beneficio a los indígenas que ven-dían
ahí su artesanía. Por iniciativa de empre-sarios
(algunos de ellos extranjeros) y gober-nantes,
con el pretexto de conservar, preservar
y especialmente de difundir la cultura Totonaca
se comenzó en el año 2000 la llamada ‘Cumbre
Tajín’. En ella se promueve una explotación
comercial del sitio convocando alrededor de 400
000 visitantes, cifra que aumenta de manera
exponencial cada año y que en 2009 colocó esta
zona como la segunda más visitada del país,
teniendo un incremento de hasta 600%, ya que
hasta el año 2000, asistían al sitio alrededor de
200 mil visitantes por año dejando derramas
económicas millonarias para quienes auspician
el evento. (Mendoza, 2011).
Independientemente del hecho que los mon-tajes
de carpas, luces y afluencia de público
han dañado las pirámides y construcciones, éste
turismo masivo ha afectado la manera de vivir
de los indígenas totonacos de la zona.
Desde su primera edición, el festival Cumbre
Tajín ha tenido que lidiar con gran cantidad de
opositores que cuestionan la autenticidad de
los contenidos, el desgaste del recinto arqueo-lógico
por la afluencia de público y principal-mente
la exclusión y falta de participación de
los miembros de la comunidad totonaca. Tanto
el gobierno del estado de Veracruz, como los
demás patrocinadores del monumental evento,
han vendido la idea de un espacio de difusión y
enaltecimiento de la cultura Totonaca afirmando
que la gran derrama económica que se produce
está siendo utilizada para beneficio y desarrollo
de los municipios aledaños en los que se encuen-tra
una gran concentración de comunidades de
origen Totonaca. Sin embargo, los testimonios y
estadísticas de desarrollo en estas comunidades
indican lo contrario.
Otro de los conflictos importantes y que ha
afectado de manera directa tergiversando la
esencia de la cultura totonaca que tanto se busca
enaltecer, es precisamente la elección de quienes
pueden o no participar en la Cumbre. La comu-nidad
totonaca cuenta con su propio sistema
de jerarquías, que se forma y se decide por un
respetado Consejo de Ancianos, quienes, entre
otros cargos como el Fiscal Mayor, el Caporal y
los Mayordomos, se encargan de la organización
de fiestas religiosas y ritos, organización que se
ha heredado por generaciones, y que reclama
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no haber sido consultada en lo absoluto por los
organizadores del evento para la selección de los
talleristas y participantes.
“Tenemos una organización que funciona
como un sindicato de voladores y entre noso-tros
nos ponemos de acuerdo para ver quien
vuela en la zona y en el Parque Temático y
que días...Lo que no me gusta de Cumbre
Tajín es que luego ya lo tenemos todo organi-zado
pero llegan y cambian todo, no toman en
cuenta lo que habíamos hecho nosotros solos.”
(Wenceslao, totonaco de 45 años, en Martínez
Cabral 2005)
Se nombró a Don Juan Simbrón, líder del
Consejo Supremo Totonaco, y conocido como
“amigo personal del gobernador” para tomar
cargo de la selección de participantes en la
Cumbre, causando gran molestia entre muchos
miembros de la comunidad, quienes reclaman
que dicho Consejo, “no está constituido como
Consejo, ni es totonaco, por tanto sus integran-tes
no tienen mayor interés en que se beneficie
la comunidad” (Guadalupe, totonaco de 33 años
en Martínez Cabral, 2005). Esto ha originado
dificultades entre las propias comunidades y
las familias que siempre son elegidas para par-ticipar,
muchas de las cuales llegan de otras
regiones, lo que causa aún más incomodidad y
sentimiento de exclusión entre los pobladores
locales.
Se ha dicho, entre otras cosas, que esta Cum-bre
es para disfrute de todos, para apreciar y
conocer las tradiciones y vida diaria de los indí-genas,
pero el costo de la entrada al parque temá-tico
por día es de $300 pesos mexicanos (17.50
EUR), siendo un precio muy alto si se considera
que el salario mínimo en el estado de Veracruz
es aproximadamente de $61.38 pesos diarios
(3.57 EUR), (Comisión Nacional de los Salarios
Mínimos, CONASAMI, 2013). Esto último tiene
como consecuencia que muchos de los talleristas,
danzantes y artesanos que han sido invitados a
participar en el festival tengan que dejar a sus
hijos en el pueblo, ya que deben pagar los altos
costos de la entrada aún siendo familiares de los
participantes. Esto confirma que el evento está
diseñado para turistas y extranjeros.
Para la cumbre del 2013 se habla de una
inversión de 48 millones de pesos, el 81% apor-tados
por el estado de Veracruz, y el resto por
el gobierno federal. Se contempla una derrama
económica estimada en 200 millones de pesos
al finalizar la Cumbre (Sánchez, 2013). Mien-tras
tanto, Veracruz se destaca en otro ámbito
como uno de los estados con mayores reportes de
pobreza extrema y 37 zonas de alta marginación
(Consejo Nacional de Evaluación de la Política
de Desarrollo Social – CONEVAL, 2012).
Por medio de entrevistas realizadas con el
apoyo de Alejandrino García (comunicación per-sonal,
13 nov 2012 – 6 enero 2013), miembro
de ésta comunidad, se encontró que una gran
mayoría de los artesanos vendían sus objetos a
los turistas de la zona, y aunque todos coinciden
en que el nombramiento de ‘Patrimonio Cultu-ral’
ha atraído a más gente para que aprecie,
conozca y difunda su cultura, también hablan
de comerciantes externos que con permisos del
gobierno venden artesanía hecha en China, lo
que ha disminuído sus ventas y los ha llevado
en muchos casos a abandonar su oficio haciendo
que la tradición ya no continúe con sus descen-dientes.
Siendo la mayor parte de los artesanos indí-genas
que viven en extrema pobreza y margina-ción,
no tienen tierras propias ni talleres esta-blecidos
por lo que el gobierno no los considera
productores (Pérez, 2011), argumentando con
esto la falta de apoyo a la continuidad y difu-sión
de sus productos y oficios. Dado que para
ésta mayoría de artesanos indígenas la creación
de sus productos tiene mayor valor económico
y personal que cultural, ha resultado en que el
propio artesano procure que sus hijos no con-tinúen
en su oficio y busquen otras formas de
vida, o bien los lleva a cambiar por completo los
diseños y formas, fracturando de manera casi
irremediable la originalidad que caracteriza a
sus productos.
5. Conclusiones
La gestión del patrimonio cultural tiene como
finalidad su preservación en la historia buscando
siempre darle valor en torno a su autencididad
y aún más importante, su convivencia y relación
con la sociedad. Con el creciente prestigio que
se le da hoy en día al mercado de lo ‘exótico’,
los países se encuentran en la ferviente necesi-dad
de proclamar una identidad multicultural
para mostrar al mundo su singularidad, aprove-chándose
por medio de este tipo de situaciones
y eventos de las sociedades minoritarias que al
percibirse dueños de aquella singularidad, la
adaptan a éstos estereotipos que agradan a los
‘compradores’, tratando de obtener la aprobación
y visibilidad, que buscan tan desesperadamente.
Como se expone en los casos desarrollados, la
exclusión es un fenómeno muy relacionado a la
cultura cuando ésta debería ser una herramienta
de inclusión social. Es evidente que el barrio de
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Abasto, Argentina, se ha desarrollado econó-micamente,
el ‘Meatpacking District’ en Nueva
York es mundialmente conocido y que el Tajín
se convierte cada año en un absoluto fenómeno
arqueológico internacional; pero en los tres luga-res
como en el resto de los sitios expuestos, la
autenticidad de su gente y su cultura se encuen-tra
fracturada. ¿Vale la pena pagar un precio
tan alto? Se debe encontrar el equilibrio entre
el atractivo recreativo de un sitio y el respeto
a esa identidad cultural que define cada lugar,
promoviendo proyectos de trabajo conjunto entre
investigadores, gestores patrimoniales y progra-mas
turísticos de manera que les sea posible
cumplir objetivos individuales y obtener bene-ficios
colectivos en los que los monumentos y
edificios patrimoniales puedan convivir con los
habitantes que los rodean.
Es indiscutible concluir que la patrimonia-lización
de lugares, monumentos, ciudades y
tradiciones es un arma de doble filo. Existe una
línea muy delgada entre difundir, conservar,
enaltecer y excluir. Por un lado podemos conocer
y apreciar las culturas distintas, la genialidad
y la espectacularidad, pero también hemos de
concientizar que la conservación del patrimonio
y la cultura no es más importante que su con-tinuidad,
en particular cuando se trata de res-petar
los derechos y necesidades básicas de los
individuos, ya que la importancia de todas las
activaciones patrimoniales radica y existe en la
comunidad y la sociedad que las ha construido.
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Recibido: 15/04/2013
Reenviado: 14/06/2013
Aceptado: 16/06/2013
Sometido a evaluación por pares anónimos