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www.pasosonline.org Vol. 9 Nº 1 págs. 115-568. 2011 Entre la vocación turística y la devoción. Percepciones sociales del patrimonio cultural en un contexto turístico. El caso de Malinalco, Estado de México Eréndira Muñoz Aréyzaga i i Maestra en Antropología Social. Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social. Universidad Autó-noma del estado de México. Email: erendiramun@yahoo.com Resumen: El interés de este trabajo es comprender la forma en la que los actores sociales perciben y producen su patrimonio cultural. Este acercamiento comprende las acciones y motivaciones de un grupo social en torno a los elementos culturales que transforman en patrimonio cultural pero tam-bién la manera en la que inciden o se contraponen las acciones del estado previstas en las políticas culturales de protección y aprovechamiento del patrimonio. La ejecución de estas políticas implica problemáticas cuando se prevé la participación ciudadana para defi nir el ejercicio de los recursos en la protección del patrimonio cultural y el entorno ecológico que están íntimamente relacionados con la defi nición constante de una identidad cultural local. Palabras clave: Identidad; Políticas culturales; Percepción social del patrimonio; México. Title: Between the touristic vocation and the devotion. Social perceptions of cultural heritage in a touristic context. The case of Malinalco, Estado de México. Abstract: The fi rst interest in this research is to understanding the way which the social actors percei-ve and produce his cultural heritage. This approach requires an understanding not only of the actions and motivations of a social group around the cultural elements that decide to transform cultural heritage but also the manner in which they interact or contradict the actions of state policy under cultural protection and utilization of cultural heritage. But on the other hand, my interest is to show the problems involved in implementing these policies when public participation is expected to defi ne the exercise of resources in cultural heritage protection and the ecological environment are closely related to the defi nition of a constant local cultural identity. Key-words: Identity; Cultural policies; Social perception of heritage; Mexico. © PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural. ISSN 1695-7121 Universidad Autónoma del Estado de México (México) PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 9(1). 2011 ISSN 1695-7121 116 Entre la vocación turística y la devoción.. . . Introducción De manera inicial mi investigación se centraba en explicar la forma en la que los habitantes de la cabecera municipal de Malinalco, una localidad semirural en el Estado de México, percibían su patrimo-nio cultural y las acciones que se realizan para producirlo, conservarlo y transmi-tirlo. Sin embargo el acercamiento debía insertarse en una estructura social pues consideré que la construcción social del patrimonio estaría atravesada por las ac-ciones que el Estado ha realizado para pro-ducirlo y legitimarlo. De esta forma preví un modelo para comprender el proceso de construcción del patrimonio cultural que comprendiera al Estado, al capital privado pero que contemplara a los actores socia-les como productores y no sólo como consu-midores del patrimonio cultural. El modelo retomado es el propuesto por García Canclini quien incluye tres ele-mentos fundamentales en el proceso de producción del patrimonio cultural: el Es-tado, los movimientos sociales y el capital privado. El sector privado se relaciona con las empresas turísticas y las inmobiliarias que reconocen en el valor simbólico del patrimonio cultural un valor económico que ayudan a su conservación y difusión y otros que lo transforman o lo destruyen parcialmente para incrementar su usu-fructo. (García Canclini, 1997:66-70). El segundo actor, el Estado, integra intereses cambiantes en la construcción y preserva-ción del patrimonio que están dirigidos por fi nes políticos y económicos, relacionados con múltiples procesos de consolidación ideológica y cultural, de una construcción permanente de un estado nacional. El tercer elemento son los movimien-tos sociales. Aunque esta denominación podría pensarse incluso como opuesta al Estado, desde la perspectiva del autor, estos son organizaciones sociales que se corresponsabilizan con el gobierno en la conservación del patrimonio, preocupa-das por su rescate o mantenimiento y que aceptan “que si no hay movilización social por el patrimonio es difícil que el gobierno lo vincule con las necesidades actuales y cotidianas de la población [además recono-cen que] el efectivo rescate del patrimonio incluye su apropiación colectiva y demo-crática, o sea: crear condiciones materiales y simbólicas para que todas las clases pue-dan compartirlo y encontrarlo signifi cati-vo” (Ibidem: 70). Si bien las características apuntadas por el autor sobre los movimientos sociales parecen representar sólo a las asociacio-nes civiles que participan en pro de la con-servación del patrimonio cultural. Rosas Mantecón insiste en que el interés del au-tor se dirige hacia los sectores populares y que este elemento del modelo incluiría a aquellos actores que no pertenecen ni al Estado ni al capital privado, es decir a actores no gubernamentales, ni priva-dos1 (Rosas, 2001:34). De manera que la sociedad local, mi interés central en esta investigación, podría integrarse a este elemento del modelo. Pero en el contexto de la investigación presente el patrimo-nio es construido no sólo por asociaciones civiles sino por ciudadanos de a pie que de una u otra forma participan en la pro-ducción del patrimonio. Prefi ero hacer la distinción entre asociaciones civiles, que parten de una concepción de organización formal, y, sociedad local, aquellos que de manera organizada o no participan en la construcción del patrimonio pero que no ostentan ni han requerido ningún regis-tro formal para producir el patrimonio y legitimarlo, por lo menos, a nivel local. La propuesta de García Canclini y la perspectiva teórica del patrimonio como construcción social y espacio de dispu-ta, resulta útil a cualquier investigación porque ayuda a poner en perspectiva el entramado de relaciones sociales bajo las cuales éste se construye. No obstante con-sidero que el autor ofrece una perspectiva desde la cual se privilegian las lógicas de producción y apropiación del patrimonio cultural estatal aquel que podemos rela-cionar con el patrimonio cultural nacional que ha servido para conformar una iden-tidad política y que tiene sus referentes en los museos, en la educación formal o aquel compuesto por objetos del llamado arte culto. Mientras que este modelo no fue realizado con la intención de explicar las dinámicas sociales que se entretejen para producir los patrimonios locales ca-racterizados por tradiciones, costumbres, en suma, prácticas culturales que han sido catalogadas como patrimonio cultu-ral intangible. De manera que los actores sociales que las producen, y, en este caso, al mismo tiempo las consumen, no son específi camente referidos como parte del modelo planteado por el autor. Si acaso se refi ere a ellos, los caracteriza como acto-res pasivos que consumen lo que el Esta-do construye como patrimonio cultural. Lo fundamental para mí fue partir de la premisa de que los grupos sociales produ-cen también bajo sus criterios su propia versión de patrimonio cultural y a ellos se les debe considerar también como pro-ductores, agentes activos y no sólo como consumidores del patrimonio cultural construido a partir del Estado. Eréndira Muñoz Aréyzaga 117 PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 9(1). 2011 ISSN 1695-7121 Para estructurar el proceso de produc-ción del patrimonio cultural también me guié por la propuesta de LLorenç Prats, quien comprende el proceso de su produc-ción en dos dimensiones. La primera es vista a través del concepto de invención, retomado de Hobsbawn y Ranger, quienes revelaron el carácter de construcción social de las tradiciones. Es decir, las tradiciones, y en este caso el patrimonio cultural, son construcciones sociales, interpretaciones a partir de la recuperación de elementos del pasado tangibles o prácticas culturales que “aseguren o expresen cohesión e identida-des sociales y estructura en las relaciones sociales” (Hobsbawm y Ranger, 1983:273). Se trata de una recomposición simbólica, una reinterpretación de los elementos cul-turales, enarbolada por un grupo social en determinado momento, que se utiliza para legitimar este repertorio cultural como recursos patrimoniales. Estas reinterpre-taciones pueden servirse de elementos for-males2 extraídos de las manifestaciones culturales pero al convertirlas en patrimo-nio su sentido depende de un contexto espe-cífi co social, político e histórico y adquiere nuevos signifi cados. La segunda de estas dimensiones que ocurre no necesariamente después de la primera, es el propio concepto de construc-ción social retomada de Berger y Luckman. Prats rescata la concepción de universos simbólicos legitimados, para indicar un proceso mediante el cual la invención del patrimonio cultural es aceptada y arraiga-da alcanzando un nivel de consenso social a través de procesos impersonales e incons-cientes de legitimación de estas resignifi - caciones de los elementos culturales como patrimonio. Sin embargo el concepto de construcción social en relación con el patri-monio permite comprender una dimensión subjetiva en la que los sujetos sociales in-corporan o rechazan la versión de patrimo-nio cultural que pretende ostentarse como legítima sea la del Estado, sea la de la so-ciedad local. Pero en el caso particular el concepto de construcción social fue suma-mente importante porque el patrimonio cul-tural se vincula con la realidad social, con la cotidianidad. Es la propia sociedad quien construye de manera colectiva los signifi ca-dos del patrimonio cultural que produce y debido a la coyuntura económica ligada al turismo cultural éste se difunde no sólo a nivel local. De manera que la sociedad fun-ciona como una realidad objetiva capaz de internalizarse en los sujetos, instituciona-lizarse y legitimarse, si se puede decir, de manera consensuada. Estos procesos no se pueden entender sin la existencia de una hegemonía políti-ca o cultural. ”El concepto de hegemonía apela a un cuerpo de prácticas complejas que sobrepasan a la manipulación, a la ideología o al adoctrinamiento. (...) Hace referencia a un sistema de valores y signi-fi cados articulados que forman parte de la cultura total de los individuos, al interior de la cual éstos experimentan relaciones de dominación y subordinación de manera cotidiana” (Williams, Raymond, citado en: Campos, 2005:34). En este sentido es po-sible entender al patrimonio cultural que emana de los grupos sociales no como una imposición absoluta sino como un espacio en donde los actores negocian para que sus intereses sean integrados dentro de la vi-sión propuesta como patrimonio cultural (Pérez Ruiz 1999:45-46). Una vez explicado el modelo que me sirvió de referencia para acercarse a la comprensión del patrimonio cultural este trabajo se dividirá en dos partes, en la pri-mera, con la intención de comprender las acciones del Estado para legitimar y cons-truir el patrimonio cultural en esta región se presenta una revisión a grandes rasgos de las transformaciones en las políticas culturales hasta llegar al momento actual caracterizado por el impulso a los progra-mas de turismo cultural cuya base es el uso de los patrimonios culturales locales como un recurso turístico y que han tenido gran impacto en el Estado de México. En la segunda parte abordaré el caso específi co explicando la manera en la que estas ac-ciones se relacionan con la producción del patrimonio cultural en Malinalco y especí-fi camente explico la manera en la que éstas han transformado las formas en las que los locales perciben y construyen su patrimo-nio cultural. Primera parte La noción de patrimonio cultural duran-te un largo periodo histórico, que abarca varios siglos desde que México se constitu-yó como una nación independiente, hasta, podríamos decir, la primera mitad del siglo XX, se asociaría sólo con el producido por el Estado a partir de un continuo proceso de identifi cación y reconocimiento contem-poráneo de los valores del pasado y su aso-ciación directa con una identidad nacional a través de los materiales representativos de la historia ofi cial que fueran “capaces de exaltar la nacionalidad y de ser símbolos de cohesión y grandeza” (García Canclini, 1993:49). De esta manera los vestigios materiales de las sociedades prehispánicas fueron con-servadas y contempladas en las políticas culturales y así se les confi rió un sentido PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 9(1). 2011 ISSN 1695-7121 118 Entre la vocación turística y la devoción.. . . que iba más allá de los valores científi cos, históricos o estéticos que podrían represen-tar pues sirvieron para recrear una cultura indígena prehispánica imaginada, reinven-tada como un pasado glorioso que sirviera como punto de referencia de un origen co-mún. Así la noción de patrimonio cultural representaba una cultura nacional única y homogénea que negaba la diversidad de culturas y en consecuencia la existencia de patrimonios diversos. En el marco de los gobiernos revolucio-narios y posrevolucionarios el interés por las manifestaciones culturales coloniales y las de los pueblos indígenas, que hasta ese momento no habían sido del todo reto-madas por el Estado e incluso los pueblos indígenas no eran consideradas para for-mar parte del patrimonio cultural nacional tomaron un nuevo curso. Así se construyó el concepto de mestizaje que representaba la fusión de dos culturas: la herencia pre-hispánica y la colonial. En este contexto, por ejemplo, se construyó el concepto de poblados típicos que mantenían patrones coloniales en su arquitectura civil y tra-za urbana como Pátzcuaro en Michoacán, Coyoacán en el Distrito Federal o Taxco en Guerrero (Lombardo, 1993, 205-206). El Estado constituyó así una doble ma-niobra que incluía por un lado la construc-ción desde arriba de una cultura nacional recreada a partir de un patrimonio cultu-ral que integrara lo mejor de la cultura oc-cidental y la indígena en el que pudieran verse representados los dos grupos para unifi carlos. Aunque por supuesto los ele-mentos retomados de la cultura india eran mínimos y la mayoría fueron desdeñados como la lengua, la medicina, la vida ritual y la organización social tradicional. La otra maniobra recurría a la imposición hegemó-nica a todos los sectores sociales de esta cultura nacional recreada, es decir, la sus-titución de sus culturas reales por la nueva cultura nacional. A fi nales de la década de los sesenta y principios de los setenta las políticas socia-les, económicas y tecnológicas encaran sus primeras derrotas. Las políticas integracio-nistas de los grupos indígenas fracasaron y los antropólogos pusieron en evidencia el fondo etnocentrista y de dominación de es-tas. Con estos acontecimientos, que de he-cho fueron correspondientes a tendencias globales, la crisis de la hegemonía estatal fue evidente y las reacciones intelectuales y sociales fueron intensas y ayudaron a ha-cer visibles la serie de problemáticas que habían entrañado las acciones estatales previas. Por un lado se construyó un deba-te en torno a la posibilidad de un Estado y una política pluricultural y el estableci-miento del derecho de cada grupo social de preservar su identidad. Se cuestiona-ron las dinámicas de producción, circula-ción y consumo de los bienes culturales y se evidenció la exclusión de grupos socia-les diversos como los sectores populares, las mujeres, los obreros y los pueblos in-dios. (Pérez Ruiz, 1999:57) Algunas demandas fueron recogidas en la política estatal. Por ejemplo se con-cibió la idea de patrimonio local y patri-monio regional en contraposición con el patrimonio nacional. Se reconoció así en el campo discursivo legal la legitimidad de patrimonios diversos depositados en las propias comunidades que habían pro-ducido y utilizado ese patrimonio (Tovar, 2004: 101). De la misma forma el concep-to de patrimonio también se referiría a la historia y herencia cultural de un grupo social identifi cado por un ofi cio y un espa-cio determinado3. La noción monolítica de patrimonio cultural fue cuestionada por los investi-gadores sociales, por los grupos socia-les y por instituciones globales como la UNESCO que consideraban la revalora-ción de la producción cultural de las loca-lidades y los grupos subalternos. De esta manera esta noción fue redimensionada y no sólo representaría a una cultura na-cional única y homogénea y se recurrió a la noción de patrimonios locales, capaces de representar la diversidad cultural y el sentido de lo local en contraposición con lo nacional y lo global y que también eran capaces de ofrecerse al turismo. Si bien ya existía el debate de la necesidad de es-tablecer una política pluricultural y el es-tablecimiento del derecho de cada grupo social de preservar su identidad. Con la insurgencia del Ejército Zapatista de Li-beración Nacional se reconoció de manera formal y legal la composición pluricultu-ral del Estado mexicano4. En este contexto el discurso de la plu-ralidad cultural de la conformación de la nación mexicana que había sido construi-do a partir de las demandas de los grupos subalternos fue apropiado por el Estado y sirvió como referente en las acciones que desempeñarían las instituciones estata-les gestoras de la cultura. Ernesto Zedillo defi nió durante su mandato que “la políti-ca cultural debe estar basada en la demo-cracia y la pluralidad. Debe partir de un federalismo auténtico que tome en cuenta las diferencias y las necesidades de cada región (...).De un federalismo que haga crecer los bienes culturales a partir del trabajo de cada comunidad” (Zedillo, cita-do en Conaculta: 2000:21). En este con-texto se sitúa la participación de la ciuda- Eréndira Muñoz Aréyzaga 119 PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 9(1). 2011 ISSN 1695-7121 danía como uno de los ejes ordenadores de las políticas gubernamentales y desde 1995 se convoca a la sociedad civil para la reali-zación del Programa Nacional de Cultura que comprende las acciones que cada sexe-nio se pretenden realizar y las maneras en la que la sociedad civil participará en los programas culturales. En suma la política cultural se guiaría por dos rumbos uno de ellos es la pluralidad cultural y étnica lo que de fondo representa una ética inclusiva y no de exclusión como había sucedido a lo largo de la historia de las políticas culturales en México. El otro rumbo que la guía es la lógica de concebir la cultura abiertamente como un recurso económico y esto se vincula con la amplia difusión de la ideología del libre mercado que han implicado tanto el neoliberalismo como la economía mundial así que se busca extender la producción, circulación y consu-mo de la cultura con la fi nalidad de lucrar con ella. Lucrar con la cultura, sin duda, no es nuevo en México, por ejemplo, la produc-ción artesanal ha transformado sus lógicas de creación por las lógicas del mercado y es común escuchar que los turistas com-pran artesanías hechas en serie o que la materia prima con la que la realizan es de importación puesto que en nuestro país al-gunos materiales se han encarecido por el crecimiento urbano y la sobreexplotación. Las tradiciones locales han desplazado su matiz ritual por el espectáculo para atraer al turismo y el patrimonio histórico ha sido transformado en hoteles por el capital pri-vado para satisfacer las expectativas de los turistas. Incluso la ley que decretó la crea-ción del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) en 1939 justifi có su exis-tencia en la utilidad que la exploración de las zonas arqueológicas tenía para activar el turismo. Es decir, en el momento actual la fi na-lidad clave de la cultura es lograr a partir de ella un desarrollo económico local así que los recursos culturales se transforman en recursos económicos y los rasgos que identifi can a las pluralidades étnicas y los grupos culturales son consumibles pues son susceptibles de ofertarse al turismo. El Consejo Nacional para la Cultura y las Ar-tes (Conaculta) y la Secretaría de Turismo (Sectur) reconocen en el patrimonio cultu-ral de las comunidades un enorme potencial económico y el desarrollo del turismo vincu-lado a los bienes culturales se muestra como eje rector de las tareas de las instituciones culturales gubernamentales no sólo por el desarrollo económico que puede represen-tar sino porque a partir de ello se puede trabajar en la protección y divulgación del patrimonio de manera que se logre un de-sarrollo sustentable. Contemplando estos intereses es que se crearían programas nacionales con re-cursos federales como el programa Pueblos Mágicos fi rmado durante el gobierno de Vi-cente Fox con la intención de activar o, en su caso, reactivar el turismo en localidades al interior del país creando recursos tu-rísticos a partir de “atributos históricos y culturales de localidades singulares” (Sec-tur, Programa Pueblos Mágicos: versión electrónica). La “singularidad” o marca re-gistrada de estas localidades se manifi esta en las expresiones culturales locales como las tradiciones, las costumbres, la gastro-nomía, las artesanías e incluso el modo de vida rural. El programa busca convertir es-tas expresiones culturales “en oferta turís-tica innovadora y original, que atienda una demanda creciente de cultura, tradiciones, aventura y deporte extremo en escenarios naturales, o la simple, pero única cotidiani-dad de la vida rural”5 (Idem). De manera que la diversidad cultural representada en los patrimonios locales debe contar con un soporte natural potencialmente útil para el turismo alternativo, de aventura o ecotu-rismo y un paisaje arquitectónico que com-plete la experiencia del visitante. El programa Pueblos Mágicos puede in-tegrar algunas contradicciones al olvidar el carácter dinámico de la cultura y consi-derar que determinados elementos cultura-les deben permanecer estáticos para poder seguir siendo genuinos y rentables como oferta turística, o la idea de espectaculari-zar para el visitante el modo de vida rural de las personas pretendiendo que este sea visto como toda una aventura y no como un espacio en donde se vive cotidianamente la exclusión social y la pobreza o espectacu-larizar las prácticas culturales. No es que este mal la espectacularización porque, como han considerado algunos autores, el espectáculo les reste valor simbólico, sino por el contexto de explotación en el que es-tas se siguen produciendo (García Cancli-ni, 2006:21). Sin embargo el programa se realiza con el objetivo de fondo de incidir en el desarrollo material de las comunidades y así reducir su vulnerabilidad económica y social y ha logrado comprometer recursos que de otra manera no se hubiera logrado. Hasta el 2008 fueron incluidas 32 loca-lidades en el programa logrando la asigna-ción aproximada de 600 millones de pesos aportados por los gobiernos federal estatal y municipal ya que cada uno de los pueblos candidatos debe sustentar su candidatura con el compromiso de apoyos monetarios iniciales por parte de los gobiernos esta-tal y municipal. Por ejemplo el Estado de PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 9(1). 2011 ISSN 1695-7121 120 Entre la vocación turística y la devoción.. . . México cuenta con dos pueblos mágicos, Tepotzotlán recibió recursos monetarios a partir del 2002 y Valle de Bravo fue selec-cionado en 2005 y ha recibido un total de 13, 560, millones pesos (Idem). Por su parte el Gobierno del Estado de México propuso en 2005 la iniciativa del programa Pueblos con encanto del bicente-nario gestionado por la Dirección General de Turismo del estado. A decir de los in-volucrados en el programa éste fue creado para incluir aquellas localidades que no habían conseguido colocarse como Pueblos mágicos y que de esta manera pudieran contar con recursos extra a su presupuesto encaminados a activar el patrimonio local como recurso turístico. El programa tiene su antecedente en el programa Pueblos con Encanto de España originado en ese país con el fi n de proveer a los visitantes “descanso, tranquilidad, cultura, gastronomía, festejos y folklore” (Presentación del Programa Pueblos con Encanto facilitada por la Dirección de In-versión y Promoción Turística del Estado de México). Sus objetivos principales son valorar los atributos históricos y cultura-les de cada localidad, mejorar la infraes-tructura apoyando el mejoramiento de la imagen urbana y de servicios, asegurar el desarrollo sustentable y promover y co-mercializar la localidad para potenciar la actividad turística (Idem). De la misma forma que el programa Pueblos mágicos se requiere contar con atributos históricos, culturales o naturales que legitimen la au-tenticidad del sitio como destino turístico y con una mínima infraestructura de servi-cios turísticos. El programa compromete a los munici-pios a participar con el 50% de las aporta-ciones y el otro 50% lo otorga el Gobierno del Estado de México y también a buscar apoyos externos y a fomentar la cultura tu-rística y el crecimiento de infraestructura turística a partir de la iniciativa privada y a involucrar a la sociedad local con la crea-ción de un Consejo Ciudadano de Pueblos con Encanto. Hay 13 localidades mexiquen-ses inscritas en este programa. Malinalco fue declarado Pueblo con encanto en 2006. Segunda parte La cabecera municipal de Malinalco es un espacio pleno de elementos culturales. Del pasado arqueológico coexisten la zona arqueológica del Cerro de los Ídolos repre-sentativa de la cultura mexica única en México por ser de tipo monolítico, además diversos complejos de pinturas rupestres que representan en general fi guras antro-pomorfas entre otros diseños y que han sido llamadas por los locales como “mar-cianitos” y “diablitos”. Del pasado colonial coexisten monumentos como el templo del Divino Salvador y su exconvento agustino, construido en el siglo XVI y ocho capillas, construidas del siglo XVI al XVII, ubica-das en cada uno de los barrios que com-ponen la cabecera municipal. Se suma el Museo Universitario Dr. Luis Mario Sch-neider (MULMS), inaugurado en 2001, que presenta múltiples piezas del pasado remoto de Malinalco, especímenes de fl o-ra y fauna típica del lugar y en sus audio-visuales presenta la producción cultural de los actuales habitantes ofreciendo así su versión propia del pasado y presente de la localidad. Malinalco también es pleno en costum-bres y tradiciones recuperadas por los lo-cales y reproducidas de manera colectiva continuamente a través de las celebracio-nes del nutrido calendario de las fi estas patronales y mediante la serie de festejos religioso populares de semana santa, que tienen como sede y soporte las capillas de cada uno de los barrios y el Templo del Divino Salvador. La zona arqueológica, las pinturas ru-pestres y los edifi cios coloniales han sido declarados como monumentos arqueológi-cos, históricos y al mismo tiempo zona de monumentos históricos respectivamen-te por el INAH y bienes patrimoniales del Estado de México. Sin embargo sólo la zona arqueológica ha contado con la atención del INAH incluso antes de su creación cuando en 1936 fue excavada por García Payón a petición de Lázaro Cár-denas quien en una de sus giras políticas fue asombrado por estas ruinas. En 1972 se acondicionaría para la visita al público con algunas mejoras en los caminos de ac-ceso y escalinatas de ascenso y descenso y en 1985 se plantearía una consolidación y medidas para su conservación como la te-chumbre del templo principal. Posterior-mente se hizo un museo de sitio que no prosperó y en resumidas cuentas resultó un desperdicio de recursos y en las esca-linatas se acondicionó un recorrido que muestra diferentes especies botánicas originarias con un cedulario en español, nahua e inglés. Los monumentos históricos y especí-fi camente el templo del divino salvador cuando el fomento a la participación civil lo permitieron fueron restaurados en di-ferentes ocasiones por el Patronato Cul-tural Iberoamericano de Malinalco A.C y por el patronato Adopta un obra de arte. Otras asociaciones civiles reportaron in-terés en construir un museo histórico que Eréndira Muñoz Aréyzaga 121 PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 9(1). 2011 ISSN 1695-7121 resaltara no sólo la parte arqueológica sino la colonial y la participación de la localidad en la revolución mexicana y un parque bo-tánico para procurar y difundir las especies originales. Sin embargo estas acciones que-daron en el tintero por falta de organización y recursos. Las pinturas rupestres han sido prácti-camente abandonadas y expuestas a la luz solar directa y a fi ltraciones de agua y poco a poco han ido desapareciendo. Algunas de ellas han quedado reservadas en terrenos privados recordando aquellas épocas del co-leccionismo privado en el que las obras cul-turales sólo podían ser admiradas por un selecto grupo de personas. Las fi estas patronales y religioso popu-lares de semana santa que tienen como sede y soporte las capillas de cada uno de los ba-rrios y el Templo del Divino Salvador y su ex convento agustino han sido reproducidas de manera colectiva continuamente por los locales si bien estos son producidos por mo-tivaciones religiosas se han convertido en atractivos turísticos y aún así no cuentan con el apoyo de ninguna institución guber-namental. Por otro lado desde la década de los se-tenta y hasta la actualidad en Malinalco se han llevado a cabo acciones públicas y privadas encaminadas hacia dos rumbos, constituir la infraestructura turística y engrosar la oferta turística de la cabecera municipal. Los habitantes de Malinalco perciben que a partir de la apertura al pú-blico de la zona arqueológica en 1975 y la creación de los criaderos de truchas en 1977 fue cuando éste espacio se convirtió en uno turístico y esto representó que sus lugares cotidianos fueran utilizados por turistas. Pero el espacio no sólo era utilizado por tu-ristas que viajaban por el día o que pernoc-taban en los hoteles. Comenzó a ocurrir que fue concebido por sus atributos naturales y culturales y por su cercanía con la ciudad de México y Toluca como un lugar apto para la construcción de segundas residencias que sirvieran para el descanso y el ocio y se realizaron proyectos urbanos residenciales como el Club de Golf Malinalco dirigido a personas con altísimo poder adquisitivo. En los imaginarios construidos por los habitantes de Malinalco, los turistas, los extraños, la gente de afuera, los nuevos re-sidentes, son considerados como “los otros” y son esos otros los que se conducen de ma-nera adversa. Sus conductas son califi cadas como impropias, sancionadas socialmente, son quienes desvirtúan su espacio, tiran basura en la calle o ingieren alcohol en lu-gares públicos, como el kiosco o el jardín principal, o en espacios que son considera-dos sagrados. Incluso algunos locales dueños de nego-cios intradomicilarios, consideran al turis-mo como un problema aunque argumentan que muchos de ellos se mantienen gracias a la derrama turística y que sus negocios serían poco rentables sin los fl ujos del tu-rismo. Pareciera entonces que hay una va-loración negativa del turismo pero también una positiva porque representa para algu-nos la entrada de ingresos económicos. Bajo este panorama Malinalco se pos-tuló y obtuvo la declaratoria de Pueblo con Encanto del Bicentenario en 2005. La can-didatura se argumentó principalmente por los valores históricos que representa su pa-trimonio cultural prehispánico y colonial. Los recursos culturales utilizados para acceder a este programa, por orden de apa-rición en la argumentación, fueron el San-tuario de Chalma (situado en el municipio de Malinalco pero no en la cabecera muni-cipal), la zona arqueológica, el exconvento agustino del Divino Salvador, el MULMS, la Casa de Cultura, las fi estas y tradicio-nes, la gastronomía y las artesanías y se agregó a esta lista, por extraño que parez-ca, el Club de Golf Malinalco. Se compro-metieron 1, 125, 000 pesos de los cuales una parte fue aportada por la asociación civil Adopta una obra de arte y se desti-naron a la restauración de la fachada del templo del Divino Salvador. El programa debe ser gestionado por un Consejo Ciudadano elegido por votación. En el caso de Malinalco el consejo tiene como tarea primordial atraer recursos pri-vados a partir de la movilización de redes sociales, de manera que sus miembros de-ben contar con un amplio capital social que incluya a personas asociadas con la prensa local, nacional e internacional que ayuden a difundir los atributos turísticos de la lo-calidad. Dicho perfi l recae en los “nuevos” residentes de Malinalco que desde la déca-da de los noventa, e incluso con anteriori-dad cuando cayó la producción agrícola y las leyes permitieron la venta de terrenos ejidales, se avecindan allí con la intención de comprar una residencia de descanso o de invertir en la infraestructura turística convirtiéndose en un grupo de mayor poder político y económico, en la fuerza dominan-te, colocando a los locales en una posición de subalternidad. En el momento en el que trabajé en Ma-linalco existía resistencia o indiferencia de importantes sectores de la población a par-ticipar del consejo ciudadano y de la toma de decisiones, situación que no comprendía cuando los elementos culturales por los que se trabaja se ostentan como soporte de una identidad cultural ligada a las locales. Esto podía deberse desde luego a cuestiones rela- PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 9(1). 2011 ISSN 1695-7121 122 Entre la vocación turística y la devoción.. . . cionadas con la cultura política local. Pero hay otras rutas para comprenderlo una es contemplar que estas políticas privilegian la participación de ciudadanos con perfi les específi cos a los que fácilmente acceden los nuevos residentes y que sin duda benefi - cian la atracción de recursos pero a los que los originarios no pueden acceder, de ma-nera que el patrimonio cultural seleccio-los y los vínculos que han tejido con cada uno de estos elementos culturales son muy distintos La zona arqueológica difundida como patrimonio desde arriba básicamente por el INAH y la Dirección de Turismo y de manera secundaria por el municipio, es importante para los locales por los valo- Dibujos elaborados por los alumnos de prima-ria participantes en los talleres de patrimonio cultural. nado podría no ser representativo para ellos y como muestra está la inclusión del club de golf como un elemento factible de convertirse en patrimonio cultural cuando la ma-yoría de la población no tiene acceso a éste. Para verifi car este planteamien-to fue necesario comprender la di-mensión subjetiva o construcción social del patrimonio cultural en la que los actores sociales han in-corporado o rechazado la versión de patrimonio cultural que pretende ostentarse como legítima sea la del Estado, sea la propuesta por el Con-sejo Ciudadano. De manera que los actores sociales seleccionan, prefi e-ren, se identifi can, se apropian de determinados elementos cultura-les que reinterpretan, resignifi can constantemente a manera de lega-do, de herencia cultural que debe ser retransmitida a futuras genera-ciones con la fi nalidad de reproducir una identidad cultural que también estará siempre en construcción. Como punto de partida el con-senso social que los locales cons-truyen del patrimonio cultural de Malinalco incluye elementos cultu-rales cuyo sentido signifi cativo fue construido a partir del Estado y también elementos cuyos signifi ca-dos han sido producidos por los lo-cales. Se trata de un inventario de vestigios culturales como las pintu-ras rupestres, la zona arqueológica, el exconvento agustino, las ocho ca-pillas de los barrios y el MULMS y, por otro lado, elementos culturales intangibles asociados a prácticas religioso populares como las fi estas patronales de cada barrio. A partir de un análisis cuantitativo en donde los locales señalan los elementos que consideran como patrimonio cultural6 la zona arqueológica y el ex convento pa-recieran tener la misma importancia para los malinalquenses y se podría argumen-tar que estos dos elementos tienen la mis-ma efi cacia simbólica para representar su identidad y que han sido apropiados efi caz-mente por ellos pero las formas de valorar-res económicos que representa al ser el mayor atractivo turístico y de manera secundaria porque representa una parte de la historia de Malinalco y también de la historia nacional. A diferencia del con-vento que es frecuentemente visitado por los locales la zona arqueológica no es un Eréndira Muñoz Aréyzaga 123 PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 9(1). 2011 ISSN 1695-7121 sitio aprovechado por ellos ya que no acu-den con frecuencia e incluso no lo sienten como propio sino del Estado. El ex convento y las capillas son sig-nifi cativos para los locales porque en es-tos espacios se amalgaman la religión, la memoria del pueblo y sirven de soportes para un entramado de prácticas cultura-les religiosas y sociales como los bailes, las mojigangas, el despliegue de juegos pi-rotécnicos, puestos de comida e incluso de bebidas alcohólicas y de juegos de feria que involucran a la sociedad local organizada mediante el sistema de cargos o mayordo-mías, como se les conoce en Malinalco, y que son una forma de organización social y religiosa más que política. Las capillas sirven efectivamente como un símbolo de identidad barrial y el con-vento como símbolo de Malinalco y se apela a que la organización y realización de estas fi estas representa la unión de los barrios y entre barrios. De la misma forma estos fes-tejos son valiosos, desde la perspectiva de los locales, por la convivencia sana y armó-nica que allí se fomenta aunque no siempre resulte así. Pero cabría preguntarse qué dirige el sentido de apropiación de este conjun-to de elementos culturales. Una primera respuesta es que estas lógicas de apropia-ción están dirigidas por el proceso de pro-ducción del patrimonio cultural, es decir, quién, cómo y para qué construye y legiti-ma el patrimonio cultural. En este sentido podría argumentarse que existen dos lógi-cas de apropiación. La primera corresponde a aquellos re-cursos culturales que han sido producidos por dependencias estatales. Específi ca-mente me refi ero a la zona arqueológica y el MULMS o aquellos como las pinturas rupestres que sin ser efectivamente gestio-nadas por el Estado son valoradas como un atractivo turístico. El que estos elementos hayan sido activados por alguna dependen-cia gubernamental implica que se han legi-timado a partir de una serie de discursos que incluyen la difusión de valores histó-ricos, artísticos, estéticos e incluso nacio-nalistas producidos por especialistas y que están un tanto alejados de la comprensión de los locales y de la misma forma han sido construidos para otros fi nes dependientes en gran medida de la coyuntura política, histórica, económica en donde el turismo se presenta como dinamizador de este patri-monio. La segunda lógica corresponde a ele-mentos culturales que siendo espacios re-gistrados ofi cialmente como patrimonio histórico me refi ero a las capillas y al ex convento han sido producidos y legitimados como patrimonio cultural por los locales al ser soporte de diversas prácticas cultura-les. De manera que la producción de signi-fi cados no está realizada a partir de conoci-mientos especializados y su apropiación no está guiada por la forma en la que estos puedan o no cobrar sentido a partir de un acervo previo. Sino que las experiencias vi-vidas les permiten no sólo conocer ese pa-trimonio sino transformarlo, manipularlo para sus propios fi nes. Los locales han podido apropiarse no sólo simbólicamente sino materialmente de las capillas de los barrios argumen-tando su posesión con un anclaje al pasa-do que dictamina, que por tradición, ellos son los depositarios de estos espacios y en quien recae la responsabilidad directa de su mantenimiento. Aunque el ex convento está en manos de la iglesia los locales se apropian de éste no sólo por motivaciones religiosas sino porque allí se celebran los festejos que evocan la unión de todos los barrios. Porque allí no sólo se celebra al Divino Salvador, patrón de Malinalco, o se recuerda la Pasión de Cristo, sino que, se celebran a ellos mismos, se mantiene uni-da a la comunidad aunque en la práctica también exista exclusión de aquellos que no profesan el catolicismo y también se entre-tejen relaciones de poder. En primer instancia el que estas lógicas de apropiación respondan a quién y cómo construye el patrimonio cultural parece una respuesta satisfactoria en la que se responsabiliza al Estado de que los locales no encuentren verdaderamente signifi cati-vo aquello que este actor ha construido de manera unilateral a diferencia de lo que los locales construyen. Esto ha sido dicho ya por diversos autores entre ellos García Canclini pero permítase hacer algunas precisiones. Si se parte de la premisa de que el pa-trimonio cultural representa la identidad de un grupo social, éste, de manera norma-tiva estaría representado sólo por aquellos elementos culturales con los que un grupo social puede establecer un vínculo de iden-tifi cación. Como argumenté en los párrafos anteriores los locales construyen un lazo de identidad con ciertos elementos culturales motivados por cuestiones muy distintas, económicas o recreativas, pero también por aspectos emocionales. El que los locales signifi quen algo como lo representativo, lo tradicional, lo que identifi ca a todo el pueblo o como patri-monio cultural debiera responder no sólo a motivaciones económicas o recreativas sino aquellas que podríamos llamar iden-titarias y que de fondo parecen tener una raíz emotiva. Explico ahora que entiendo PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 9(1). 2011 ISSN 1695-7121 124 Entre la vocación turística y la devoción.. . . por motivaciones identitarias. Con ello lo único que quiero decir es que estos elemen-tos tienen que tener coherencia dentro de un sistema de signifi cación propio de una cultura particular y a la vez deben servir para representar este sistema de signifi ca-ción. Es decir, “un esquema históricamente transmitido de signifi caciones (...), un sis-tema de concepciones heredadas y expresa-das en formas simbólicas por medio de los cuales los hombres comunican, perpetúan y desarrollan su conocimiento y sus actitudes frente a la vida” (Geertz, 2005:88). En este sentido diríamos entonces que el patrimonio cultural estaría compuesto por aquello que consideran los locales como “nuestro”, en el sentido que cuentan con las herramientas necesarias para signifi carlo como tal. Es así que los locales cuentan con herramientas culturales para signifi car el convento y las capillas para considerarlas “nuestras” y se signifi can a partir de aspec-tos culturales muy diversos, pero que pude observar específi camente a partir de la re-ligión, las fi estas religioso populares y la memoria histórica que se trenzan en estos espacios pero también por el afecto. Y estas herramientas culturales, estos esquemas de signifi cación, se heredan de generación en generación como puede observarse en las percepciones de los niños y adolescen-tes quienes muestran estar identifi cados plenamente con estos espacios. De mane-ra que estos elementos parecen coherentes para un esquema de signifi cación propia de los locales. En este panorama los locales reafi r-man su identidad como originarios con los elementos culturales que los han caracte-rizado desde tiempos inmemoriales como los festejos religioso populares organizados mediante las mayordomías y aprovechan los espacios que sirven de escenario y so-porte para el desarrollo de estos actos para construir una representación del nosotros frente a los otros los nuevos residentes. En cambio aquellos recursos culturales que son asociados a los turistas como la zona arqueológica y el MULMS no son consu-midos por los locales. De esta forma estas pautas de consumo y este sentido de apro-piación se convierten así en marcadores de la diferencia social entre unos y otros y sirven para construir la alteridad frente a estos otros. La versión de patrimonio cultural cons-truida por los locales, tal como se plantea el Estado, sirve efectivamente como un medio para conseguir fi nes que van más allá de lo económico. Por ejemplo, en sentido am-plio, han logrado excluir a los turistas de las capillas ya que son ellos quienes abren y cierran sus puertas. Pero también la par-ticipación de las fi estas patronales defi ne la pertenencia a la comunidad y permi-te el acceso cotidiano a este espacio. De manera que si los otros, los turistas resi-denciales y los nuevos residentes quieren pertenecer a ella deben aportar recursos económicos para la organización de las fi estas y el mantenimiento de las capillas. Pero cómo se entiende un patrimonio cultural cuando los locales se vinculan a un elemento cultural, a saber, la zona arqueológica, y argumentan que es repre-sentativo de su identidad motivados por cuestiones económicas o que estas cuestio-nes tengan más peso que las culturales, relacionadas en este caso con la memoria histórica del pueblo. En el caso de la zona arqueológica los locales parecen no tener herramientas culturales para signifi car estos restos arqueológicos, ya que las he-rramientas disponibles son construidas desde otro sistema de signifi cación, el de la ciencia y parecen no tener coherencia en su sistema de signifi cación, son expe-rimentados como ajenos y por ello recrean otras formas de apropiación sustentadas en lo económico y en la recreación. Efec-tivamente como han argumentado otros autores esto puede estar relacionado con la manera desigual de acceder a la infor-mación que ayude a crear herramientas de apropiación y el que los locales no pue-dan acceder a ello puede ser determinan-te en algún sentido. Pero si consideramos a la construcción del patrimonio cultural como un proceso hegemónico que implica a su vez proce-sos de legitimación, validación, rechazo, negociación. Los locales han validado de la hegemonía dominante que los elemen-tos culturales sean utilizados como oferta turística y valorar un elemento cultural por motivaciones económicas es legítimo. El patrimonio cultural ha sido utilizado en la localidad como oferta turística des-de hace casi cuatro décadas de manera que las redes de signifi cados que se tejen en torno a los elementos culturales están atravesadas por lo económico. Este patrimonio construido por otros representa la cara pública del pueblo que se quiere mostrar a los visitantes, la ver-sión ofi cial de la identidad de Malinalco. ”Se muestra una parte del ser, la mejor valorada socialmente, porque la otra sim-plemente no debe ser exhibida” (Lizama, 2007: 301). Nadie quiere mostrar que el municipio sufre marginación y rezagos en distintos ámbitos: educativo, vivien-da, servicios urbanos, en fi n, que entraña contradicciones políticas, sociales y econó-micas. Cabe aquí el argumento de García Canclini cuando se refi ere a que el patri- Eréndira Muñoz Aréyzaga 125 PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 9(1). 2011 ISSN 1695-7121 monio “suele ser también un lugar de com-plicidad social. Las actividades destinadas a defi nirlo, preservarlo y difundirlo (...) in-curren casi siempre en cierta simulación al pretender que la sociedad no está dividida en clases, etnias y grupos, o al menos que la grandiosidad y el respeto acumulados por estos bienes trascienden estas fracturas sociales” (García Canclini citado en Rosas, 2001:32). Esta simulación se convierte en una versión ofi cial de la identidad de Malin-alco recreada para otros y son la Dirección General de Turismo del Estado de México, el propio ayuntamiento y los agentes del capital privado los más interesados en di-fundirla, generalizarla para que Malinalco sea reconocido así a partir de esta imagen reinventada, recreada y un tanto especta-cularizada. Y esta simulación guiada por valores económicos transforma no sólo la percepción del patrimonio cultural sino que transforma las prácticas culturales por ejemplo los festejos de semana santa no re-querían de mayores esfuerzos económicos para ser realizadas pero no correspondían a esta imagen recreada de Malinalco y aho-ra se requieren de complejas vestimentas cuyo costo oscila entre los 2 mil pesos para llevarlos a cabo para estar acorde con esa simulación en donde el atavío pretende de-mostrar una uniformidad de clase económi-ca y social en la que todos son iguales apa-rentemente. Es justo esta versión construida para el exterior la que es retomada por el Consejo Ciudadano de Pueblos con Encanto y a pe-sar de que en la práctica estos programas tienen la potencialidad de reformular de-mocráticamente el patrimonio cultural de las localidades y ya mostré que por diversas razones no sucede pero no sólo la represen-tación de la identidad está en juego sino una asignación de recursos en la que quienes construyen día a día el patrimonio cultural no están contemplados. Bibliografía Berger, Peter y Thomas Luckmann 2005 La construcción social de la realidad. Buenos Aires: Amorrortu Campos, Eréndira 2005 La reinvención del espacio ferroca-rrilero, Tesis para obtener el grado de maestra en antropología social por el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIE-SAS), México Conaculta, 2000, Memoria 1995-2000, México: Cona-culta García Canclini, Néstor, 1997 “El patrimonio cultural de México y la construcción imaginaria de lo nacio-nal”, en Florescano, Enrique, El patri-monio nacional de México, vol. I (pp.57- 86), México: Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), FCE 1993 “Los usos sociales del patrimonio cul-tural”, en Florescano, Enrique (comp.), El patrimonio cultural de México, Mé-xico: FCE Geertz, Clifford, 2005, La interpretación de las culturas, Barcelona: Gedisa Hobsbawn, Eric y Terence Ranger 2002 La invención de la tradición, Barce-lona: Crítica Lizama, Jesús 2007 La guelaguetza en Oaxaca. Fiesta, relaciones interétnicas y proceso de construcción simbólica en el contexto urbano, Mérida: CIESAS Lombardo, Sonia 1993 “La visión actual del patrimonio cul-tural arquitectónico y urbano de 1521 a 1900”, en Florescano, Enrique (comp.) El patrimonio cultural de México (pp.165-217), México: FCE, Conaculta Pérez Ruiz, Maya Lorena 1999 El sentido de las cosas. La cultura popular en los museos contemporáneos, México: Conaculta, INAH Prats, Llorenç, 1997, Antropología y patrimonio, Barcelo-na: Ariel Rosas Mantecón, Ana María 2001 “De acervo a construcción social: los caminos de la antropología para repen-sar nuestro patrimonio”, en Morales Anduaga, María Elena y Francisco Za-mora (coords.), Patrimonio histórico y cultural de México. IV Semana cultural de la Dirección de Etnología y Antropo-logía Social (pp.27-36), México: Cona-culta, INAH Secretaría de Turismo 2007 Programa Pueblos Mágicos, en http:// www.sectur.gob.mx/res/sectur/sect_ Pueblos_Magicos/9595?op=2&page=0, consultado el 17 de abril de 2008 Tovar, Rafael 2004 “Hacia una nueva política cultural”, en Florescano, Enrique El patrimonio nacional de México vol. I (pp. 87-107), México: FCE, Conaculta NOTAS 1 El actor movimientos sociales aclara García Can-clini podría incluir también a actores vinculados a los sectores populares que no se interesan en el patri-monio cultural. El autor justifi ca esta falta de interés PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 9(1). 2011 ISSN 1695-7121 126 Entre la vocación turística y la devoción.. . . argumentando que “es comprensible que las clases po-pulares, atrapadas en la penuria de la vivienda y en la urgencia por sobrevivir, se sientan poco involucradas en la conservación de valores simbólicos, sobre todo si no son los suyos (...). Los sectores subalternos mani-fi estan a veces una posición vacilante o tibia, como si interiorizaran la actitud desvalorizadora de los grupos dominantes hacia la cultura popular” (García Cancli-ni, citado en Rosas, 2001: 34) 2 Como elementos formales reconozco aquellos que están intrínsecamente vinculados a las manifestacio-nes culturales, caben aquí sus características estéticas e históricas. A diferencia de los elementos no formales que dependen de situaciones externas y que corres-ponden al contexto actual en el que se insertan los elementos culturales que guían la forma en la que se reinterpretan como patrimonio cultural. Por ejemplo la piedra del sol integra elementos formales como sig-nos que representa una forma de concebir el tiempo y la información que los arqueólogos han interpretado a partir de ésta sirven para comprender la dimensión religioso-política de la sociedad mexica. En la ac-tualidad es difícil valorar estas características sobre aquellas relacionadas con la identidad nacional que son externas a esta pieza arqueológica. Estas trans-formaciones ocurren cuando un elemento cultural es patrimonializado. 3 Se puede mencionar el caso del patrimonio ferroca-rrilero que ha sido acogido por museos y ha servido para la construcción de espacios en donde confl uyen restos materiales de la actividad ferrocarrilera que han sido reivindicados como representativos de un pasado que se construye como signifi cativo. Eréndira Cam-pos hace un estudio completo sobre la construcción del patrimonio ferrocarrilero en La reinvención del espacio ferrocarrilero (2005) 4 La reforma del artículo 2º de la Constitución declaró la conformación pluricultural de México correspon-diente a las demandas que desde décadas anteriores exigieron en distintas partes del mundo las luchas por el reconocimiento y el derecho a la libre determina-ción y a la autonomía para decidir sus formas internas de convivencia, organización social, económica, polí-tica y cultural. En este contexto la UNESCO propuso en 2001 su Declaración Universal sobre la Diversidad Cultural “que eleva la diversidad cultural al rango de patrimonio común de la humanidad. La Declara-ción tiene por objeto responder a dos preocupaciones principales: en primer lugar, asegurar el respeto a las identidades culturales con la participación de todos los pueblos en un marco democrático; en segundo lu-gar, contribuir a la emergencia de un clima favorable a la creatividad de todos, haciendo así de la cultura un factor de desarrollo”( www.unesco.org). La UNESCO ha reportado un creciente interés en la preservación del patrimonio intangible por “la urgencia que reviste su protección internacional, habida cuenta de las ame-nazas que se ciernen sobre él a causa de los modos de vida contemporáneos y los procesos de mundiali-zación” (Idem) Y aunque en términos explicativos y aun nivel fáctico la división entre patrimonio cultu-ral tangible e intangible no opera tan claramente ya que toda manifestación cultural está articulada por ambas dimensiones el papel de la UNESCO en la revaloración de elementos culturales como la lengua y la tradición oral articuladas con la diversidad cul-tural han sido fundamentales. 5 Los requisitos para ingresar a este programa son I) contar con una asociación civil que represente a la localidad candidata durante la gestión con el fi n de que la voz de la sociedad local este representada, II) que el desarrollo turístico local haya sido conside-rado como prioritario dentro de los planes de desa-rrollo municipal, con el fi n de involucrar y asegurar la participación de las autoridades municipales en la consecución del programa, así como que el mu-nicipio cuente con programas de imagen urbana y ordenamiento del ambulantaje, III) haber contado en algún momento con apoyos de programas ins-titucionales, estatales, o federales en benefi cio del turismo, IV) contar con un atributo histórico, cultu-ral o natural simbólico que funcione como elemento identitario de la localidad candidata, y, en su caso, contar con elementos diferenciados históricos, cul-turales y naturales que en su conjunto legitimen la importancia turística de la localidad, V) contar con infraestructura turística y servicios de asistencia y seguridad o en su caso que hoteles, restaurantes y hospitales o servicios de seguridad pública se en-cuentran a una hora de la localidad, VI) sustentar la magia de la localidad argumentando los valores históricos y culturales que integran los atributos del sitio candidato así como la importancia de rescatar el patrimonio cultural, contar con declaratorias de monumentos históricos, o zona de monumentos his-tóricos o que las construcciones formen parte de un catálogo de patrimonio avalado por una institución ofi cial, VIII) contar con vías de acceso terrestre que aseguren los tiempos de itinerarios así como la cir-culación de autos, camionetas y autobuses de pasa-jeros y que la localidad candidata, IX) la localidad debe ser susceptible de integrarse a un circuito tu-rístico a corto, mediano o largo plazo, X) presentar testimoniales de la forma en que están integrados o se integrarán los recursos culturales, históricos o naturales para conformar el destino turístico, XI) contar con señalización y/o mapeo de los sitios que se pretende integrar al turismo y XII)demostrar que el turismo ha generado recursos en la localidad can-didata. 6 Para explicar el proceso de construcción social del patrimonio cultural desde los locales tomé dos pers-pectivas, la de los adultos y la de los niños y ado-lescentes para relacionarlas y observar, sobre todo en los niños, cómo esta construcción se transmitía oralmente. Para el primer caso recurrí a la aplica-ción de un Cuestionario sobre Patrimonio Cultural realizado a habitantes de 15 a 70 años de edad. Para acercarme a los niños y adolescentes realicé una se-rie de talleres en primarias y secundarias. En total se contaron con 252 participantes. Cuando me refi e- Eréndira Muñoz Aréyzaga 127 PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 9(1). 2011 ISSN 1695-7121 ro a la dimensión cuantitativa ésta corresponde al aná-lisis del cuestionario y los talleres que me permitieron establecer un repertorio diagnóstico de los elementos culturales considerados por los locales como patrimo-nio cultural del cual partir para responderme el por-qué estos se convertían en su patrimonio y para ello también recurrí a observaciones directas, y entrevistas formales e informales. Es decir, en primer término la realización de los talleres y cuestionarios me permitie-ron aproximarme a la postura de los locales pero el uti-lizar ambas metodologías me sirvió para comparar e incluso verifi car en la dimensión fáctica las respuestas que habían sido inducidas en situaciones artifi ciales. Recibido: 13/09/09 Reenviado: 05/09/10 Aceptado: 05/11/10 Sometido a evaluación por pares anónimos
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Calificación | |
Título y subtítulo | Entre la vocación turística y la devoción. Percepciones sociales del patrimonio cultural en un contexto turístico. El caso de Malinalco, Estado de México |
Autor principal | Muñoz Aréyzaga, Eréndira |
Publicación fuente | Pasos. Revista de turismo y patrimonio cultural |
Numeración | Volumen 09. Número 1 |
Sección | Artículos |
Tipo de documento | Artículo |
Lugar de publicación | El Sauzal, Tenerife |
Editorial | Universidad de La Laguna |
Fecha | 2011-01 |
Páginas | pp. 115-127 |
Materias | Turismo ; Patrimonio cultural ; Publicaciones periódicas |
Enlaces relacionados | Página web: http://todopatrimonio.com/revistas/101-pasos-revista-de-turismo-y-patrimonio-cultural |
Copyright | http://biblioteca.ulpgc.es/avisomdc |
Formato digital | |
Tamaño de archivo | 306052 Bytes |
Texto | www.pasosonline.org Vol. 9 Nº 1 págs. 115-568. 2011 Entre la vocación turística y la devoción. Percepciones sociales del patrimonio cultural en un contexto turístico. El caso de Malinalco, Estado de México Eréndira Muñoz Aréyzaga i i Maestra en Antropología Social. Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social. Universidad Autó-noma del estado de México. Email: erendiramun@yahoo.com Resumen: El interés de este trabajo es comprender la forma en la que los actores sociales perciben y producen su patrimonio cultural. Este acercamiento comprende las acciones y motivaciones de un grupo social en torno a los elementos culturales que transforman en patrimonio cultural pero tam-bién la manera en la que inciden o se contraponen las acciones del estado previstas en las políticas culturales de protección y aprovechamiento del patrimonio. La ejecución de estas políticas implica problemáticas cuando se prevé la participación ciudadana para defi nir el ejercicio de los recursos en la protección del patrimonio cultural y el entorno ecológico que están íntimamente relacionados con la defi nición constante de una identidad cultural local. Palabras clave: Identidad; Políticas culturales; Percepción social del patrimonio; México. Title: Between the touristic vocation and the devotion. Social perceptions of cultural heritage in a touristic context. The case of Malinalco, Estado de México. Abstract: The fi rst interest in this research is to understanding the way which the social actors percei-ve and produce his cultural heritage. This approach requires an understanding not only of the actions and motivations of a social group around the cultural elements that decide to transform cultural heritage but also the manner in which they interact or contradict the actions of state policy under cultural protection and utilization of cultural heritage. But on the other hand, my interest is to show the problems involved in implementing these policies when public participation is expected to defi ne the exercise of resources in cultural heritage protection and the ecological environment are closely related to the defi nition of a constant local cultural identity. Key-words: Identity; Cultural policies; Social perception of heritage; Mexico. © PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural. ISSN 1695-7121 Universidad Autónoma del Estado de México (México) PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 9(1). 2011 ISSN 1695-7121 116 Entre la vocación turística y la devoción.. . . Introducción De manera inicial mi investigación se centraba en explicar la forma en la que los habitantes de la cabecera municipal de Malinalco, una localidad semirural en el Estado de México, percibían su patrimo-nio cultural y las acciones que se realizan para producirlo, conservarlo y transmi-tirlo. Sin embargo el acercamiento debía insertarse en una estructura social pues consideré que la construcción social del patrimonio estaría atravesada por las ac-ciones que el Estado ha realizado para pro-ducirlo y legitimarlo. De esta forma preví un modelo para comprender el proceso de construcción del patrimonio cultural que comprendiera al Estado, al capital privado pero que contemplara a los actores socia-les como productores y no sólo como consu-midores del patrimonio cultural. El modelo retomado es el propuesto por García Canclini quien incluye tres ele-mentos fundamentales en el proceso de producción del patrimonio cultural: el Es-tado, los movimientos sociales y el capital privado. El sector privado se relaciona con las empresas turísticas y las inmobiliarias que reconocen en el valor simbólico del patrimonio cultural un valor económico que ayudan a su conservación y difusión y otros que lo transforman o lo destruyen parcialmente para incrementar su usu-fructo. (García Canclini, 1997:66-70). El segundo actor, el Estado, integra intereses cambiantes en la construcción y preserva-ción del patrimonio que están dirigidos por fi nes políticos y económicos, relacionados con múltiples procesos de consolidación ideológica y cultural, de una construcción permanente de un estado nacional. El tercer elemento son los movimien-tos sociales. Aunque esta denominación podría pensarse incluso como opuesta al Estado, desde la perspectiva del autor, estos son organizaciones sociales que se corresponsabilizan con el gobierno en la conservación del patrimonio, preocupa-das por su rescate o mantenimiento y que aceptan “que si no hay movilización social por el patrimonio es difícil que el gobierno lo vincule con las necesidades actuales y cotidianas de la población [además recono-cen que] el efectivo rescate del patrimonio incluye su apropiación colectiva y demo-crática, o sea: crear condiciones materiales y simbólicas para que todas las clases pue-dan compartirlo y encontrarlo signifi cati-vo” (Ibidem: 70). Si bien las características apuntadas por el autor sobre los movimientos sociales parecen representar sólo a las asociacio-nes civiles que participan en pro de la con-servación del patrimonio cultural. Rosas Mantecón insiste en que el interés del au-tor se dirige hacia los sectores populares y que este elemento del modelo incluiría a aquellos actores que no pertenecen ni al Estado ni al capital privado, es decir a actores no gubernamentales, ni priva-dos1 (Rosas, 2001:34). De manera que la sociedad local, mi interés central en esta investigación, podría integrarse a este elemento del modelo. Pero en el contexto de la investigación presente el patrimo-nio es construido no sólo por asociaciones civiles sino por ciudadanos de a pie que de una u otra forma participan en la pro-ducción del patrimonio. Prefi ero hacer la distinción entre asociaciones civiles, que parten de una concepción de organización formal, y, sociedad local, aquellos que de manera organizada o no participan en la construcción del patrimonio pero que no ostentan ni han requerido ningún regis-tro formal para producir el patrimonio y legitimarlo, por lo menos, a nivel local. La propuesta de García Canclini y la perspectiva teórica del patrimonio como construcción social y espacio de dispu-ta, resulta útil a cualquier investigación porque ayuda a poner en perspectiva el entramado de relaciones sociales bajo las cuales éste se construye. No obstante con-sidero que el autor ofrece una perspectiva desde la cual se privilegian las lógicas de producción y apropiación del patrimonio cultural estatal aquel que podemos rela-cionar con el patrimonio cultural nacional que ha servido para conformar una iden-tidad política y que tiene sus referentes en los museos, en la educación formal o aquel compuesto por objetos del llamado arte culto. Mientras que este modelo no fue realizado con la intención de explicar las dinámicas sociales que se entretejen para producir los patrimonios locales ca-racterizados por tradiciones, costumbres, en suma, prácticas culturales que han sido catalogadas como patrimonio cultu-ral intangible. De manera que los actores sociales que las producen, y, en este caso, al mismo tiempo las consumen, no son específi camente referidos como parte del modelo planteado por el autor. Si acaso se refi ere a ellos, los caracteriza como acto-res pasivos que consumen lo que el Esta-do construye como patrimonio cultural. Lo fundamental para mí fue partir de la premisa de que los grupos sociales produ-cen también bajo sus criterios su propia versión de patrimonio cultural y a ellos se les debe considerar también como pro-ductores, agentes activos y no sólo como consumidores del patrimonio cultural construido a partir del Estado. Eréndira Muñoz Aréyzaga 117 PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 9(1). 2011 ISSN 1695-7121 Para estructurar el proceso de produc-ción del patrimonio cultural también me guié por la propuesta de LLorenç Prats, quien comprende el proceso de su produc-ción en dos dimensiones. La primera es vista a través del concepto de invención, retomado de Hobsbawn y Ranger, quienes revelaron el carácter de construcción social de las tradiciones. Es decir, las tradiciones, y en este caso el patrimonio cultural, son construcciones sociales, interpretaciones a partir de la recuperación de elementos del pasado tangibles o prácticas culturales que “aseguren o expresen cohesión e identida-des sociales y estructura en las relaciones sociales” (Hobsbawm y Ranger, 1983:273). Se trata de una recomposición simbólica, una reinterpretación de los elementos cul-turales, enarbolada por un grupo social en determinado momento, que se utiliza para legitimar este repertorio cultural como recursos patrimoniales. Estas reinterpre-taciones pueden servirse de elementos for-males2 extraídos de las manifestaciones culturales pero al convertirlas en patrimo-nio su sentido depende de un contexto espe-cífi co social, político e histórico y adquiere nuevos signifi cados. La segunda de estas dimensiones que ocurre no necesariamente después de la primera, es el propio concepto de construc-ción social retomada de Berger y Luckman. Prats rescata la concepción de universos simbólicos legitimados, para indicar un proceso mediante el cual la invención del patrimonio cultural es aceptada y arraiga-da alcanzando un nivel de consenso social a través de procesos impersonales e incons-cientes de legitimación de estas resignifi - caciones de los elementos culturales como patrimonio. Sin embargo el concepto de construcción social en relación con el patri-monio permite comprender una dimensión subjetiva en la que los sujetos sociales in-corporan o rechazan la versión de patrimo-nio cultural que pretende ostentarse como legítima sea la del Estado, sea la de la so-ciedad local. Pero en el caso particular el concepto de construcción social fue suma-mente importante porque el patrimonio cul-tural se vincula con la realidad social, con la cotidianidad. Es la propia sociedad quien construye de manera colectiva los signifi ca-dos del patrimonio cultural que produce y debido a la coyuntura económica ligada al turismo cultural éste se difunde no sólo a nivel local. De manera que la sociedad fun-ciona como una realidad objetiva capaz de internalizarse en los sujetos, instituciona-lizarse y legitimarse, si se puede decir, de manera consensuada. Estos procesos no se pueden entender sin la existencia de una hegemonía políti-ca o cultural. ”El concepto de hegemonía apela a un cuerpo de prácticas complejas que sobrepasan a la manipulación, a la ideología o al adoctrinamiento. (...) Hace referencia a un sistema de valores y signi-fi cados articulados que forman parte de la cultura total de los individuos, al interior de la cual éstos experimentan relaciones de dominación y subordinación de manera cotidiana” (Williams, Raymond, citado en: Campos, 2005:34). En este sentido es po-sible entender al patrimonio cultural que emana de los grupos sociales no como una imposición absoluta sino como un espacio en donde los actores negocian para que sus intereses sean integrados dentro de la vi-sión propuesta como patrimonio cultural (Pérez Ruiz 1999:45-46). Una vez explicado el modelo que me sirvió de referencia para acercarse a la comprensión del patrimonio cultural este trabajo se dividirá en dos partes, en la pri-mera, con la intención de comprender las acciones del Estado para legitimar y cons-truir el patrimonio cultural en esta región se presenta una revisión a grandes rasgos de las transformaciones en las políticas culturales hasta llegar al momento actual caracterizado por el impulso a los progra-mas de turismo cultural cuya base es el uso de los patrimonios culturales locales como un recurso turístico y que han tenido gran impacto en el Estado de México. En la segunda parte abordaré el caso específi co explicando la manera en la que estas ac-ciones se relacionan con la producción del patrimonio cultural en Malinalco y especí-fi camente explico la manera en la que éstas han transformado las formas en las que los locales perciben y construyen su patrimo-nio cultural. Primera parte La noción de patrimonio cultural duran-te un largo periodo histórico, que abarca varios siglos desde que México se constitu-yó como una nación independiente, hasta, podríamos decir, la primera mitad del siglo XX, se asociaría sólo con el producido por el Estado a partir de un continuo proceso de identifi cación y reconocimiento contem-poráneo de los valores del pasado y su aso-ciación directa con una identidad nacional a través de los materiales representativos de la historia ofi cial que fueran “capaces de exaltar la nacionalidad y de ser símbolos de cohesión y grandeza” (García Canclini, 1993:49). De esta manera los vestigios materiales de las sociedades prehispánicas fueron con-servadas y contempladas en las políticas culturales y así se les confi rió un sentido PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 9(1). 2011 ISSN 1695-7121 118 Entre la vocación turística y la devoción.. . . que iba más allá de los valores científi cos, históricos o estéticos que podrían represen-tar pues sirvieron para recrear una cultura indígena prehispánica imaginada, reinven-tada como un pasado glorioso que sirviera como punto de referencia de un origen co-mún. Así la noción de patrimonio cultural representaba una cultura nacional única y homogénea que negaba la diversidad de culturas y en consecuencia la existencia de patrimonios diversos. En el marco de los gobiernos revolucio-narios y posrevolucionarios el interés por las manifestaciones culturales coloniales y las de los pueblos indígenas, que hasta ese momento no habían sido del todo reto-madas por el Estado e incluso los pueblos indígenas no eran consideradas para for-mar parte del patrimonio cultural nacional tomaron un nuevo curso. Así se construyó el concepto de mestizaje que representaba la fusión de dos culturas: la herencia pre-hispánica y la colonial. En este contexto, por ejemplo, se construyó el concepto de poblados típicos que mantenían patrones coloniales en su arquitectura civil y tra-za urbana como Pátzcuaro en Michoacán, Coyoacán en el Distrito Federal o Taxco en Guerrero (Lombardo, 1993, 205-206). El Estado constituyó así una doble ma-niobra que incluía por un lado la construc-ción desde arriba de una cultura nacional recreada a partir de un patrimonio cultu-ral que integrara lo mejor de la cultura oc-cidental y la indígena en el que pudieran verse representados los dos grupos para unifi carlos. Aunque por supuesto los ele-mentos retomados de la cultura india eran mínimos y la mayoría fueron desdeñados como la lengua, la medicina, la vida ritual y la organización social tradicional. La otra maniobra recurría a la imposición hegemó-nica a todos los sectores sociales de esta cultura nacional recreada, es decir, la sus-titución de sus culturas reales por la nueva cultura nacional. A fi nales de la década de los sesenta y principios de los setenta las políticas socia-les, económicas y tecnológicas encaran sus primeras derrotas. Las políticas integracio-nistas de los grupos indígenas fracasaron y los antropólogos pusieron en evidencia el fondo etnocentrista y de dominación de es-tas. Con estos acontecimientos, que de he-cho fueron correspondientes a tendencias globales, la crisis de la hegemonía estatal fue evidente y las reacciones intelectuales y sociales fueron intensas y ayudaron a ha-cer visibles la serie de problemáticas que habían entrañado las acciones estatales previas. Por un lado se construyó un deba-te en torno a la posibilidad de un Estado y una política pluricultural y el estableci-miento del derecho de cada grupo social de preservar su identidad. Se cuestiona-ron las dinámicas de producción, circula-ción y consumo de los bienes culturales y se evidenció la exclusión de grupos socia-les diversos como los sectores populares, las mujeres, los obreros y los pueblos in-dios. (Pérez Ruiz, 1999:57) Algunas demandas fueron recogidas en la política estatal. Por ejemplo se con-cibió la idea de patrimonio local y patri-monio regional en contraposición con el patrimonio nacional. Se reconoció así en el campo discursivo legal la legitimidad de patrimonios diversos depositados en las propias comunidades que habían pro-ducido y utilizado ese patrimonio (Tovar, 2004: 101). De la misma forma el concep-to de patrimonio también se referiría a la historia y herencia cultural de un grupo social identifi cado por un ofi cio y un espa-cio determinado3. La noción monolítica de patrimonio cultural fue cuestionada por los investi-gadores sociales, por los grupos socia-les y por instituciones globales como la UNESCO que consideraban la revalora-ción de la producción cultural de las loca-lidades y los grupos subalternos. De esta manera esta noción fue redimensionada y no sólo representaría a una cultura na-cional única y homogénea y se recurrió a la noción de patrimonios locales, capaces de representar la diversidad cultural y el sentido de lo local en contraposición con lo nacional y lo global y que también eran capaces de ofrecerse al turismo. Si bien ya existía el debate de la necesidad de es-tablecer una política pluricultural y el es-tablecimiento del derecho de cada grupo social de preservar su identidad. Con la insurgencia del Ejército Zapatista de Li-beración Nacional se reconoció de manera formal y legal la composición pluricultu-ral del Estado mexicano4. En este contexto el discurso de la plu-ralidad cultural de la conformación de la nación mexicana que había sido construi-do a partir de las demandas de los grupos subalternos fue apropiado por el Estado y sirvió como referente en las acciones que desempeñarían las instituciones estata-les gestoras de la cultura. Ernesto Zedillo defi nió durante su mandato que “la políti-ca cultural debe estar basada en la demo-cracia y la pluralidad. Debe partir de un federalismo auténtico que tome en cuenta las diferencias y las necesidades de cada región (...).De un federalismo que haga crecer los bienes culturales a partir del trabajo de cada comunidad” (Zedillo, cita-do en Conaculta: 2000:21). En este con-texto se sitúa la participación de la ciuda- Eréndira Muñoz Aréyzaga 119 PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 9(1). 2011 ISSN 1695-7121 danía como uno de los ejes ordenadores de las políticas gubernamentales y desde 1995 se convoca a la sociedad civil para la reali-zación del Programa Nacional de Cultura que comprende las acciones que cada sexe-nio se pretenden realizar y las maneras en la que la sociedad civil participará en los programas culturales. En suma la política cultural se guiaría por dos rumbos uno de ellos es la pluralidad cultural y étnica lo que de fondo representa una ética inclusiva y no de exclusión como había sucedido a lo largo de la historia de las políticas culturales en México. El otro rumbo que la guía es la lógica de concebir la cultura abiertamente como un recurso económico y esto se vincula con la amplia difusión de la ideología del libre mercado que han implicado tanto el neoliberalismo como la economía mundial así que se busca extender la producción, circulación y consu-mo de la cultura con la fi nalidad de lucrar con ella. Lucrar con la cultura, sin duda, no es nuevo en México, por ejemplo, la produc-ción artesanal ha transformado sus lógicas de creación por las lógicas del mercado y es común escuchar que los turistas com-pran artesanías hechas en serie o que la materia prima con la que la realizan es de importación puesto que en nuestro país al-gunos materiales se han encarecido por el crecimiento urbano y la sobreexplotación. Las tradiciones locales han desplazado su matiz ritual por el espectáculo para atraer al turismo y el patrimonio histórico ha sido transformado en hoteles por el capital pri-vado para satisfacer las expectativas de los turistas. Incluso la ley que decretó la crea-ción del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) en 1939 justifi có su exis-tencia en la utilidad que la exploración de las zonas arqueológicas tenía para activar el turismo. Es decir, en el momento actual la fi na-lidad clave de la cultura es lograr a partir de ella un desarrollo económico local así que los recursos culturales se transforman en recursos económicos y los rasgos que identifi can a las pluralidades étnicas y los grupos culturales son consumibles pues son susceptibles de ofertarse al turismo. El Consejo Nacional para la Cultura y las Ar-tes (Conaculta) y la Secretaría de Turismo (Sectur) reconocen en el patrimonio cultu-ral de las comunidades un enorme potencial económico y el desarrollo del turismo vincu-lado a los bienes culturales se muestra como eje rector de las tareas de las instituciones culturales gubernamentales no sólo por el desarrollo económico que puede represen-tar sino porque a partir de ello se puede trabajar en la protección y divulgación del patrimonio de manera que se logre un de-sarrollo sustentable. Contemplando estos intereses es que se crearían programas nacionales con re-cursos federales como el programa Pueblos Mágicos fi rmado durante el gobierno de Vi-cente Fox con la intención de activar o, en su caso, reactivar el turismo en localidades al interior del país creando recursos tu-rísticos a partir de “atributos históricos y culturales de localidades singulares” (Sec-tur, Programa Pueblos Mágicos: versión electrónica). La “singularidad” o marca re-gistrada de estas localidades se manifi esta en las expresiones culturales locales como las tradiciones, las costumbres, la gastro-nomía, las artesanías e incluso el modo de vida rural. El programa busca convertir es-tas expresiones culturales “en oferta turís-tica innovadora y original, que atienda una demanda creciente de cultura, tradiciones, aventura y deporte extremo en escenarios naturales, o la simple, pero única cotidiani-dad de la vida rural”5 (Idem). De manera que la diversidad cultural representada en los patrimonios locales debe contar con un soporte natural potencialmente útil para el turismo alternativo, de aventura o ecotu-rismo y un paisaje arquitectónico que com-plete la experiencia del visitante. El programa Pueblos Mágicos puede in-tegrar algunas contradicciones al olvidar el carácter dinámico de la cultura y consi-derar que determinados elementos cultura-les deben permanecer estáticos para poder seguir siendo genuinos y rentables como oferta turística, o la idea de espectaculari-zar para el visitante el modo de vida rural de las personas pretendiendo que este sea visto como toda una aventura y no como un espacio en donde se vive cotidianamente la exclusión social y la pobreza o espectacu-larizar las prácticas culturales. No es que este mal la espectacularización porque, como han considerado algunos autores, el espectáculo les reste valor simbólico, sino por el contexto de explotación en el que es-tas se siguen produciendo (García Cancli-ni, 2006:21). Sin embargo el programa se realiza con el objetivo de fondo de incidir en el desarrollo material de las comunidades y así reducir su vulnerabilidad económica y social y ha logrado comprometer recursos que de otra manera no se hubiera logrado. Hasta el 2008 fueron incluidas 32 loca-lidades en el programa logrando la asigna-ción aproximada de 600 millones de pesos aportados por los gobiernos federal estatal y municipal ya que cada uno de los pueblos candidatos debe sustentar su candidatura con el compromiso de apoyos monetarios iniciales por parte de los gobiernos esta-tal y municipal. Por ejemplo el Estado de PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 9(1). 2011 ISSN 1695-7121 120 Entre la vocación turística y la devoción.. . . México cuenta con dos pueblos mágicos, Tepotzotlán recibió recursos monetarios a partir del 2002 y Valle de Bravo fue selec-cionado en 2005 y ha recibido un total de 13, 560, millones pesos (Idem). Por su parte el Gobierno del Estado de México propuso en 2005 la iniciativa del programa Pueblos con encanto del bicente-nario gestionado por la Dirección General de Turismo del estado. A decir de los in-volucrados en el programa éste fue creado para incluir aquellas localidades que no habían conseguido colocarse como Pueblos mágicos y que de esta manera pudieran contar con recursos extra a su presupuesto encaminados a activar el patrimonio local como recurso turístico. El programa tiene su antecedente en el programa Pueblos con Encanto de España originado en ese país con el fi n de proveer a los visitantes “descanso, tranquilidad, cultura, gastronomía, festejos y folklore” (Presentación del Programa Pueblos con Encanto facilitada por la Dirección de In-versión y Promoción Turística del Estado de México). Sus objetivos principales son valorar los atributos históricos y cultura-les de cada localidad, mejorar la infraes-tructura apoyando el mejoramiento de la imagen urbana y de servicios, asegurar el desarrollo sustentable y promover y co-mercializar la localidad para potenciar la actividad turística (Idem). De la misma forma que el programa Pueblos mágicos se requiere contar con atributos históricos, culturales o naturales que legitimen la au-tenticidad del sitio como destino turístico y con una mínima infraestructura de servi-cios turísticos. El programa compromete a los munici-pios a participar con el 50% de las aporta-ciones y el otro 50% lo otorga el Gobierno del Estado de México y también a buscar apoyos externos y a fomentar la cultura tu-rística y el crecimiento de infraestructura turística a partir de la iniciativa privada y a involucrar a la sociedad local con la crea-ción de un Consejo Ciudadano de Pueblos con Encanto. Hay 13 localidades mexiquen-ses inscritas en este programa. Malinalco fue declarado Pueblo con encanto en 2006. Segunda parte La cabecera municipal de Malinalco es un espacio pleno de elementos culturales. Del pasado arqueológico coexisten la zona arqueológica del Cerro de los Ídolos repre-sentativa de la cultura mexica única en México por ser de tipo monolítico, además diversos complejos de pinturas rupestres que representan en general fi guras antro-pomorfas entre otros diseños y que han sido llamadas por los locales como “mar-cianitos” y “diablitos”. Del pasado colonial coexisten monumentos como el templo del Divino Salvador y su exconvento agustino, construido en el siglo XVI y ocho capillas, construidas del siglo XVI al XVII, ubica-das en cada uno de los barrios que com-ponen la cabecera municipal. Se suma el Museo Universitario Dr. Luis Mario Sch-neider (MULMS), inaugurado en 2001, que presenta múltiples piezas del pasado remoto de Malinalco, especímenes de fl o-ra y fauna típica del lugar y en sus audio-visuales presenta la producción cultural de los actuales habitantes ofreciendo así su versión propia del pasado y presente de la localidad. Malinalco también es pleno en costum-bres y tradiciones recuperadas por los lo-cales y reproducidas de manera colectiva continuamente a través de las celebracio-nes del nutrido calendario de las fi estas patronales y mediante la serie de festejos religioso populares de semana santa, que tienen como sede y soporte las capillas de cada uno de los barrios y el Templo del Divino Salvador. La zona arqueológica, las pinturas ru-pestres y los edifi cios coloniales han sido declarados como monumentos arqueológi-cos, históricos y al mismo tiempo zona de monumentos históricos respectivamen-te por el INAH y bienes patrimoniales del Estado de México. Sin embargo sólo la zona arqueológica ha contado con la atención del INAH incluso antes de su creación cuando en 1936 fue excavada por García Payón a petición de Lázaro Cár-denas quien en una de sus giras políticas fue asombrado por estas ruinas. En 1972 se acondicionaría para la visita al público con algunas mejoras en los caminos de ac-ceso y escalinatas de ascenso y descenso y en 1985 se plantearía una consolidación y medidas para su conservación como la te-chumbre del templo principal. Posterior-mente se hizo un museo de sitio que no prosperó y en resumidas cuentas resultó un desperdicio de recursos y en las esca-linatas se acondicionó un recorrido que muestra diferentes especies botánicas originarias con un cedulario en español, nahua e inglés. Los monumentos históricos y especí-fi camente el templo del divino salvador cuando el fomento a la participación civil lo permitieron fueron restaurados en di-ferentes ocasiones por el Patronato Cul-tural Iberoamericano de Malinalco A.C y por el patronato Adopta un obra de arte. Otras asociaciones civiles reportaron in-terés en construir un museo histórico que Eréndira Muñoz Aréyzaga 121 PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 9(1). 2011 ISSN 1695-7121 resaltara no sólo la parte arqueológica sino la colonial y la participación de la localidad en la revolución mexicana y un parque bo-tánico para procurar y difundir las especies originales. Sin embargo estas acciones que-daron en el tintero por falta de organización y recursos. Las pinturas rupestres han sido prácti-camente abandonadas y expuestas a la luz solar directa y a fi ltraciones de agua y poco a poco han ido desapareciendo. Algunas de ellas han quedado reservadas en terrenos privados recordando aquellas épocas del co-leccionismo privado en el que las obras cul-turales sólo podían ser admiradas por un selecto grupo de personas. Las fi estas patronales y religioso popu-lares de semana santa que tienen como sede y soporte las capillas de cada uno de los ba-rrios y el Templo del Divino Salvador y su ex convento agustino han sido reproducidas de manera colectiva continuamente por los locales si bien estos son producidos por mo-tivaciones religiosas se han convertido en atractivos turísticos y aún así no cuentan con el apoyo de ninguna institución guber-namental. Por otro lado desde la década de los se-tenta y hasta la actualidad en Malinalco se han llevado a cabo acciones públicas y privadas encaminadas hacia dos rumbos, constituir la infraestructura turística y engrosar la oferta turística de la cabecera municipal. Los habitantes de Malinalco perciben que a partir de la apertura al pú-blico de la zona arqueológica en 1975 y la creación de los criaderos de truchas en 1977 fue cuando éste espacio se convirtió en uno turístico y esto representó que sus lugares cotidianos fueran utilizados por turistas. Pero el espacio no sólo era utilizado por tu-ristas que viajaban por el día o que pernoc-taban en los hoteles. Comenzó a ocurrir que fue concebido por sus atributos naturales y culturales y por su cercanía con la ciudad de México y Toluca como un lugar apto para la construcción de segundas residencias que sirvieran para el descanso y el ocio y se realizaron proyectos urbanos residenciales como el Club de Golf Malinalco dirigido a personas con altísimo poder adquisitivo. En los imaginarios construidos por los habitantes de Malinalco, los turistas, los extraños, la gente de afuera, los nuevos re-sidentes, son considerados como “los otros” y son esos otros los que se conducen de ma-nera adversa. Sus conductas son califi cadas como impropias, sancionadas socialmente, son quienes desvirtúan su espacio, tiran basura en la calle o ingieren alcohol en lu-gares públicos, como el kiosco o el jardín principal, o en espacios que son considera-dos sagrados. Incluso algunos locales dueños de nego-cios intradomicilarios, consideran al turis-mo como un problema aunque argumentan que muchos de ellos se mantienen gracias a la derrama turística y que sus negocios serían poco rentables sin los fl ujos del tu-rismo. Pareciera entonces que hay una va-loración negativa del turismo pero también una positiva porque representa para algu-nos la entrada de ingresos económicos. Bajo este panorama Malinalco se pos-tuló y obtuvo la declaratoria de Pueblo con Encanto del Bicentenario en 2005. La can-didatura se argumentó principalmente por los valores históricos que representa su pa-trimonio cultural prehispánico y colonial. Los recursos culturales utilizados para acceder a este programa, por orden de apa-rición en la argumentación, fueron el San-tuario de Chalma (situado en el municipio de Malinalco pero no en la cabecera muni-cipal), la zona arqueológica, el exconvento agustino del Divino Salvador, el MULMS, la Casa de Cultura, las fi estas y tradicio-nes, la gastronomía y las artesanías y se agregó a esta lista, por extraño que parez-ca, el Club de Golf Malinalco. Se compro-metieron 1, 125, 000 pesos de los cuales una parte fue aportada por la asociación civil Adopta una obra de arte y se desti-naron a la restauración de la fachada del templo del Divino Salvador. El programa debe ser gestionado por un Consejo Ciudadano elegido por votación. En el caso de Malinalco el consejo tiene como tarea primordial atraer recursos pri-vados a partir de la movilización de redes sociales, de manera que sus miembros de-ben contar con un amplio capital social que incluya a personas asociadas con la prensa local, nacional e internacional que ayuden a difundir los atributos turísticos de la lo-calidad. Dicho perfi l recae en los “nuevos” residentes de Malinalco que desde la déca-da de los noventa, e incluso con anteriori-dad cuando cayó la producción agrícola y las leyes permitieron la venta de terrenos ejidales, se avecindan allí con la intención de comprar una residencia de descanso o de invertir en la infraestructura turística convirtiéndose en un grupo de mayor poder político y económico, en la fuerza dominan-te, colocando a los locales en una posición de subalternidad. En el momento en el que trabajé en Ma-linalco existía resistencia o indiferencia de importantes sectores de la población a par-ticipar del consejo ciudadano y de la toma de decisiones, situación que no comprendía cuando los elementos culturales por los que se trabaja se ostentan como soporte de una identidad cultural ligada a las locales. Esto podía deberse desde luego a cuestiones rela- PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 9(1). 2011 ISSN 1695-7121 122 Entre la vocación turística y la devoción.. . . cionadas con la cultura política local. Pero hay otras rutas para comprenderlo una es contemplar que estas políticas privilegian la participación de ciudadanos con perfi les específi cos a los que fácilmente acceden los nuevos residentes y que sin duda benefi - cian la atracción de recursos pero a los que los originarios no pueden acceder, de ma-nera que el patrimonio cultural seleccio-los y los vínculos que han tejido con cada uno de estos elementos culturales son muy distintos La zona arqueológica difundida como patrimonio desde arriba básicamente por el INAH y la Dirección de Turismo y de manera secundaria por el municipio, es importante para los locales por los valo- Dibujos elaborados por los alumnos de prima-ria participantes en los talleres de patrimonio cultural. nado podría no ser representativo para ellos y como muestra está la inclusión del club de golf como un elemento factible de convertirse en patrimonio cultural cuando la ma-yoría de la población no tiene acceso a éste. Para verifi car este planteamien-to fue necesario comprender la di-mensión subjetiva o construcción social del patrimonio cultural en la que los actores sociales han in-corporado o rechazado la versión de patrimonio cultural que pretende ostentarse como legítima sea la del Estado, sea la propuesta por el Con-sejo Ciudadano. De manera que los actores sociales seleccionan, prefi e-ren, se identifi can, se apropian de determinados elementos cultura-les que reinterpretan, resignifi can constantemente a manera de lega-do, de herencia cultural que debe ser retransmitida a futuras genera-ciones con la fi nalidad de reproducir una identidad cultural que también estará siempre en construcción. Como punto de partida el con-senso social que los locales cons-truyen del patrimonio cultural de Malinalco incluye elementos cultu-rales cuyo sentido signifi cativo fue construido a partir del Estado y también elementos cuyos signifi ca-dos han sido producidos por los lo-cales. Se trata de un inventario de vestigios culturales como las pintu-ras rupestres, la zona arqueológica, el exconvento agustino, las ocho ca-pillas de los barrios y el MULMS y, por otro lado, elementos culturales intangibles asociados a prácticas religioso populares como las fi estas patronales de cada barrio. A partir de un análisis cuantitativo en donde los locales señalan los elementos que consideran como patrimonio cultural6 la zona arqueológica y el ex convento pa-recieran tener la misma importancia para los malinalquenses y se podría argumen-tar que estos dos elementos tienen la mis-ma efi cacia simbólica para representar su identidad y que han sido apropiados efi caz-mente por ellos pero las formas de valorar-res económicos que representa al ser el mayor atractivo turístico y de manera secundaria porque representa una parte de la historia de Malinalco y también de la historia nacional. A diferencia del con-vento que es frecuentemente visitado por los locales la zona arqueológica no es un Eréndira Muñoz Aréyzaga 123 PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 9(1). 2011 ISSN 1695-7121 sitio aprovechado por ellos ya que no acu-den con frecuencia e incluso no lo sienten como propio sino del Estado. El ex convento y las capillas son sig-nifi cativos para los locales porque en es-tos espacios se amalgaman la religión, la memoria del pueblo y sirven de soportes para un entramado de prácticas cultura-les religiosas y sociales como los bailes, las mojigangas, el despliegue de juegos pi-rotécnicos, puestos de comida e incluso de bebidas alcohólicas y de juegos de feria que involucran a la sociedad local organizada mediante el sistema de cargos o mayordo-mías, como se les conoce en Malinalco, y que son una forma de organización social y religiosa más que política. Las capillas sirven efectivamente como un símbolo de identidad barrial y el con-vento como símbolo de Malinalco y se apela a que la organización y realización de estas fi estas representa la unión de los barrios y entre barrios. De la misma forma estos fes-tejos son valiosos, desde la perspectiva de los locales, por la convivencia sana y armó-nica que allí se fomenta aunque no siempre resulte así. Pero cabría preguntarse qué dirige el sentido de apropiación de este conjun-to de elementos culturales. Una primera respuesta es que estas lógicas de apropia-ción están dirigidas por el proceso de pro-ducción del patrimonio cultural, es decir, quién, cómo y para qué construye y legiti-ma el patrimonio cultural. En este sentido podría argumentarse que existen dos lógi-cas de apropiación. La primera corresponde a aquellos re-cursos culturales que han sido producidos por dependencias estatales. Específi ca-mente me refi ero a la zona arqueológica y el MULMS o aquellos como las pinturas rupestres que sin ser efectivamente gestio-nadas por el Estado son valoradas como un atractivo turístico. El que estos elementos hayan sido activados por alguna dependen-cia gubernamental implica que se han legi-timado a partir de una serie de discursos que incluyen la difusión de valores histó-ricos, artísticos, estéticos e incluso nacio-nalistas producidos por especialistas y que están un tanto alejados de la comprensión de los locales y de la misma forma han sido construidos para otros fi nes dependientes en gran medida de la coyuntura política, histórica, económica en donde el turismo se presenta como dinamizador de este patri-monio. La segunda lógica corresponde a ele-mentos culturales que siendo espacios re-gistrados ofi cialmente como patrimonio histórico me refi ero a las capillas y al ex convento han sido producidos y legitimados como patrimonio cultural por los locales al ser soporte de diversas prácticas cultura-les. De manera que la producción de signi-fi cados no está realizada a partir de conoci-mientos especializados y su apropiación no está guiada por la forma en la que estos puedan o no cobrar sentido a partir de un acervo previo. Sino que las experiencias vi-vidas les permiten no sólo conocer ese pa-trimonio sino transformarlo, manipularlo para sus propios fi nes. Los locales han podido apropiarse no sólo simbólicamente sino materialmente de las capillas de los barrios argumen-tando su posesión con un anclaje al pasa-do que dictamina, que por tradición, ellos son los depositarios de estos espacios y en quien recae la responsabilidad directa de su mantenimiento. Aunque el ex convento está en manos de la iglesia los locales se apropian de éste no sólo por motivaciones religiosas sino porque allí se celebran los festejos que evocan la unión de todos los barrios. Porque allí no sólo se celebra al Divino Salvador, patrón de Malinalco, o se recuerda la Pasión de Cristo, sino que, se celebran a ellos mismos, se mantiene uni-da a la comunidad aunque en la práctica también exista exclusión de aquellos que no profesan el catolicismo y también se entre-tejen relaciones de poder. En primer instancia el que estas lógicas de apropiación respondan a quién y cómo construye el patrimonio cultural parece una respuesta satisfactoria en la que se responsabiliza al Estado de que los locales no encuentren verdaderamente signifi cati-vo aquello que este actor ha construido de manera unilateral a diferencia de lo que los locales construyen. Esto ha sido dicho ya por diversos autores entre ellos García Canclini pero permítase hacer algunas precisiones. Si se parte de la premisa de que el pa-trimonio cultural representa la identidad de un grupo social, éste, de manera norma-tiva estaría representado sólo por aquellos elementos culturales con los que un grupo social puede establecer un vínculo de iden-tifi cación. Como argumenté en los párrafos anteriores los locales construyen un lazo de identidad con ciertos elementos culturales motivados por cuestiones muy distintas, económicas o recreativas, pero también por aspectos emocionales. El que los locales signifi quen algo como lo representativo, lo tradicional, lo que identifi ca a todo el pueblo o como patri-monio cultural debiera responder no sólo a motivaciones económicas o recreativas sino aquellas que podríamos llamar iden-titarias y que de fondo parecen tener una raíz emotiva. Explico ahora que entiendo PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 9(1). 2011 ISSN 1695-7121 124 Entre la vocación turística y la devoción.. . . por motivaciones identitarias. Con ello lo único que quiero decir es que estos elemen-tos tienen que tener coherencia dentro de un sistema de signifi cación propio de una cultura particular y a la vez deben servir para representar este sistema de signifi ca-ción. Es decir, “un esquema históricamente transmitido de signifi caciones (...), un sis-tema de concepciones heredadas y expresa-das en formas simbólicas por medio de los cuales los hombres comunican, perpetúan y desarrollan su conocimiento y sus actitudes frente a la vida” (Geertz, 2005:88). En este sentido diríamos entonces que el patrimonio cultural estaría compuesto por aquello que consideran los locales como “nuestro”, en el sentido que cuentan con las herramientas necesarias para signifi carlo como tal. Es así que los locales cuentan con herramientas culturales para signifi car el convento y las capillas para considerarlas “nuestras” y se signifi can a partir de aspec-tos culturales muy diversos, pero que pude observar específi camente a partir de la re-ligión, las fi estas religioso populares y la memoria histórica que se trenzan en estos espacios pero también por el afecto. Y estas herramientas culturales, estos esquemas de signifi cación, se heredan de generación en generación como puede observarse en las percepciones de los niños y adolescen-tes quienes muestran estar identifi cados plenamente con estos espacios. De mane-ra que estos elementos parecen coherentes para un esquema de signifi cación propia de los locales. En este panorama los locales reafi r-man su identidad como originarios con los elementos culturales que los han caracte-rizado desde tiempos inmemoriales como los festejos religioso populares organizados mediante las mayordomías y aprovechan los espacios que sirven de escenario y so-porte para el desarrollo de estos actos para construir una representación del nosotros frente a los otros los nuevos residentes. En cambio aquellos recursos culturales que son asociados a los turistas como la zona arqueológica y el MULMS no son consu-midos por los locales. De esta forma estas pautas de consumo y este sentido de apro-piación se convierten así en marcadores de la diferencia social entre unos y otros y sirven para construir la alteridad frente a estos otros. La versión de patrimonio cultural cons-truida por los locales, tal como se plantea el Estado, sirve efectivamente como un medio para conseguir fi nes que van más allá de lo económico. Por ejemplo, en sentido am-plio, han logrado excluir a los turistas de las capillas ya que son ellos quienes abren y cierran sus puertas. Pero también la par-ticipación de las fi estas patronales defi ne la pertenencia a la comunidad y permi-te el acceso cotidiano a este espacio. De manera que si los otros, los turistas resi-denciales y los nuevos residentes quieren pertenecer a ella deben aportar recursos económicos para la organización de las fi estas y el mantenimiento de las capillas. Pero cómo se entiende un patrimonio cultural cuando los locales se vinculan a un elemento cultural, a saber, la zona arqueológica, y argumentan que es repre-sentativo de su identidad motivados por cuestiones económicas o que estas cuestio-nes tengan más peso que las culturales, relacionadas en este caso con la memoria histórica del pueblo. En el caso de la zona arqueológica los locales parecen no tener herramientas culturales para signifi car estos restos arqueológicos, ya que las he-rramientas disponibles son construidas desde otro sistema de signifi cación, el de la ciencia y parecen no tener coherencia en su sistema de signifi cación, son expe-rimentados como ajenos y por ello recrean otras formas de apropiación sustentadas en lo económico y en la recreación. Efec-tivamente como han argumentado otros autores esto puede estar relacionado con la manera desigual de acceder a la infor-mación que ayude a crear herramientas de apropiación y el que los locales no pue-dan acceder a ello puede ser determinan-te en algún sentido. Pero si consideramos a la construcción del patrimonio cultural como un proceso hegemónico que implica a su vez proce-sos de legitimación, validación, rechazo, negociación. Los locales han validado de la hegemonía dominante que los elemen-tos culturales sean utilizados como oferta turística y valorar un elemento cultural por motivaciones económicas es legítimo. El patrimonio cultural ha sido utilizado en la localidad como oferta turística des-de hace casi cuatro décadas de manera que las redes de signifi cados que se tejen en torno a los elementos culturales están atravesadas por lo económico. Este patrimonio construido por otros representa la cara pública del pueblo que se quiere mostrar a los visitantes, la ver-sión ofi cial de la identidad de Malinalco. ”Se muestra una parte del ser, la mejor valorada socialmente, porque la otra sim-plemente no debe ser exhibida” (Lizama, 2007: 301). Nadie quiere mostrar que el municipio sufre marginación y rezagos en distintos ámbitos: educativo, vivien-da, servicios urbanos, en fi n, que entraña contradicciones políticas, sociales y econó-micas. Cabe aquí el argumento de García Canclini cuando se refi ere a que el patri- Eréndira Muñoz Aréyzaga 125 PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 9(1). 2011 ISSN 1695-7121 monio “suele ser también un lugar de com-plicidad social. Las actividades destinadas a defi nirlo, preservarlo y difundirlo (...) in-curren casi siempre en cierta simulación al pretender que la sociedad no está dividida en clases, etnias y grupos, o al menos que la grandiosidad y el respeto acumulados por estos bienes trascienden estas fracturas sociales” (García Canclini citado en Rosas, 2001:32). Esta simulación se convierte en una versión ofi cial de la identidad de Malin-alco recreada para otros y son la Dirección General de Turismo del Estado de México, el propio ayuntamiento y los agentes del capital privado los más interesados en di-fundirla, generalizarla para que Malinalco sea reconocido así a partir de esta imagen reinventada, recreada y un tanto especta-cularizada. Y esta simulación guiada por valores económicos transforma no sólo la percepción del patrimonio cultural sino que transforma las prácticas culturales por ejemplo los festejos de semana santa no re-querían de mayores esfuerzos económicos para ser realizadas pero no correspondían a esta imagen recreada de Malinalco y aho-ra se requieren de complejas vestimentas cuyo costo oscila entre los 2 mil pesos para llevarlos a cabo para estar acorde con esa simulación en donde el atavío pretende de-mostrar una uniformidad de clase económi-ca y social en la que todos son iguales apa-rentemente. Es justo esta versión construida para el exterior la que es retomada por el Consejo Ciudadano de Pueblos con Encanto y a pe-sar de que en la práctica estos programas tienen la potencialidad de reformular de-mocráticamente el patrimonio cultural de las localidades y ya mostré que por diversas razones no sucede pero no sólo la represen-tación de la identidad está en juego sino una asignación de recursos en la que quienes construyen día a día el patrimonio cultural no están contemplados. Bibliografía Berger, Peter y Thomas Luckmann 2005 La construcción social de la realidad. Buenos Aires: Amorrortu Campos, Eréndira 2005 La reinvención del espacio ferroca-rrilero, Tesis para obtener el grado de maestra en antropología social por el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIE-SAS), México Conaculta, 2000, Memoria 1995-2000, México: Cona-culta García Canclini, Néstor, 1997 “El patrimonio cultural de México y la construcción imaginaria de lo nacio-nal”, en Florescano, Enrique, El patri-monio nacional de México, vol. I (pp.57- 86), México: Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), FCE 1993 “Los usos sociales del patrimonio cul-tural”, en Florescano, Enrique (comp.), El patrimonio cultural de México, Mé-xico: FCE Geertz, Clifford, 2005, La interpretación de las culturas, Barcelona: Gedisa Hobsbawn, Eric y Terence Ranger 2002 La invención de la tradición, Barce-lona: Crítica Lizama, Jesús 2007 La guelaguetza en Oaxaca. Fiesta, relaciones interétnicas y proceso de construcción simbólica en el contexto urbano, Mérida: CIESAS Lombardo, Sonia 1993 “La visión actual del patrimonio cul-tural arquitectónico y urbano de 1521 a 1900”, en Florescano, Enrique (comp.) El patrimonio cultural de México (pp.165-217), México: FCE, Conaculta Pérez Ruiz, Maya Lorena 1999 El sentido de las cosas. La cultura popular en los museos contemporáneos, México: Conaculta, INAH Prats, Llorenç, 1997, Antropología y patrimonio, Barcelo-na: Ariel Rosas Mantecón, Ana María 2001 “De acervo a construcción social: los caminos de la antropología para repen-sar nuestro patrimonio”, en Morales Anduaga, María Elena y Francisco Za-mora (coords.), Patrimonio histórico y cultural de México. IV Semana cultural de la Dirección de Etnología y Antropo-logía Social (pp.27-36), México: Cona-culta, INAH Secretaría de Turismo 2007 Programa Pueblos Mágicos, en http:// www.sectur.gob.mx/res/sectur/sect_ Pueblos_Magicos/9595?op=2&page=0, consultado el 17 de abril de 2008 Tovar, Rafael 2004 “Hacia una nueva política cultural”, en Florescano, Enrique El patrimonio nacional de México vol. I (pp. 87-107), México: FCE, Conaculta NOTAS 1 El actor movimientos sociales aclara García Can-clini podría incluir también a actores vinculados a los sectores populares que no se interesan en el patri-monio cultural. El autor justifi ca esta falta de interés PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 9(1). 2011 ISSN 1695-7121 126 Entre la vocación turística y la devoción.. . . argumentando que “es comprensible que las clases po-pulares, atrapadas en la penuria de la vivienda y en la urgencia por sobrevivir, se sientan poco involucradas en la conservación de valores simbólicos, sobre todo si no son los suyos (...). Los sectores subalternos mani-fi estan a veces una posición vacilante o tibia, como si interiorizaran la actitud desvalorizadora de los grupos dominantes hacia la cultura popular” (García Cancli-ni, citado en Rosas, 2001: 34) 2 Como elementos formales reconozco aquellos que están intrínsecamente vinculados a las manifestacio-nes culturales, caben aquí sus características estéticas e históricas. A diferencia de los elementos no formales que dependen de situaciones externas y que corres-ponden al contexto actual en el que se insertan los elementos culturales que guían la forma en la que se reinterpretan como patrimonio cultural. Por ejemplo la piedra del sol integra elementos formales como sig-nos que representa una forma de concebir el tiempo y la información que los arqueólogos han interpretado a partir de ésta sirven para comprender la dimensión religioso-política de la sociedad mexica. En la ac-tualidad es difícil valorar estas características sobre aquellas relacionadas con la identidad nacional que son externas a esta pieza arqueológica. Estas trans-formaciones ocurren cuando un elemento cultural es patrimonializado. 3 Se puede mencionar el caso del patrimonio ferroca-rrilero que ha sido acogido por museos y ha servido para la construcción de espacios en donde confl uyen restos materiales de la actividad ferrocarrilera que han sido reivindicados como representativos de un pasado que se construye como signifi cativo. Eréndira Cam-pos hace un estudio completo sobre la construcción del patrimonio ferrocarrilero en La reinvención del espacio ferrocarrilero (2005) 4 La reforma del artículo 2º de la Constitución declaró la conformación pluricultural de México correspon-diente a las demandas que desde décadas anteriores exigieron en distintas partes del mundo las luchas por el reconocimiento y el derecho a la libre determina-ción y a la autonomía para decidir sus formas internas de convivencia, organización social, económica, polí-tica y cultural. En este contexto la UNESCO propuso en 2001 su Declaración Universal sobre la Diversidad Cultural “que eleva la diversidad cultural al rango de patrimonio común de la humanidad. La Declara-ción tiene por objeto responder a dos preocupaciones principales: en primer lugar, asegurar el respeto a las identidades culturales con la participación de todos los pueblos en un marco democrático; en segundo lu-gar, contribuir a la emergencia de un clima favorable a la creatividad de todos, haciendo así de la cultura un factor de desarrollo”( www.unesco.org). La UNESCO ha reportado un creciente interés en la preservación del patrimonio intangible por “la urgencia que reviste su protección internacional, habida cuenta de las ame-nazas que se ciernen sobre él a causa de los modos de vida contemporáneos y los procesos de mundiali-zación” (Idem) Y aunque en términos explicativos y aun nivel fáctico la división entre patrimonio cultu-ral tangible e intangible no opera tan claramente ya que toda manifestación cultural está articulada por ambas dimensiones el papel de la UNESCO en la revaloración de elementos culturales como la lengua y la tradición oral articuladas con la diversidad cul-tural han sido fundamentales. 5 Los requisitos para ingresar a este programa son I) contar con una asociación civil que represente a la localidad candidata durante la gestión con el fi n de que la voz de la sociedad local este representada, II) que el desarrollo turístico local haya sido conside-rado como prioritario dentro de los planes de desa-rrollo municipal, con el fi n de involucrar y asegurar la participación de las autoridades municipales en la consecución del programa, así como que el mu-nicipio cuente con programas de imagen urbana y ordenamiento del ambulantaje, III) haber contado en algún momento con apoyos de programas ins-titucionales, estatales, o federales en benefi cio del turismo, IV) contar con un atributo histórico, cultu-ral o natural simbólico que funcione como elemento identitario de la localidad candidata, y, en su caso, contar con elementos diferenciados históricos, cul-turales y naturales que en su conjunto legitimen la importancia turística de la localidad, V) contar con infraestructura turística y servicios de asistencia y seguridad o en su caso que hoteles, restaurantes y hospitales o servicios de seguridad pública se en-cuentran a una hora de la localidad, VI) sustentar la magia de la localidad argumentando los valores históricos y culturales que integran los atributos del sitio candidato así como la importancia de rescatar el patrimonio cultural, contar con declaratorias de monumentos históricos, o zona de monumentos his-tóricos o que las construcciones formen parte de un catálogo de patrimonio avalado por una institución ofi cial, VIII) contar con vías de acceso terrestre que aseguren los tiempos de itinerarios así como la cir-culación de autos, camionetas y autobuses de pasa-jeros y que la localidad candidata, IX) la localidad debe ser susceptible de integrarse a un circuito tu-rístico a corto, mediano o largo plazo, X) presentar testimoniales de la forma en que están integrados o se integrarán los recursos culturales, históricos o naturales para conformar el destino turístico, XI) contar con señalización y/o mapeo de los sitios que se pretende integrar al turismo y XII)demostrar que el turismo ha generado recursos en la localidad can-didata. 6 Para explicar el proceso de construcción social del patrimonio cultural desde los locales tomé dos pers-pectivas, la de los adultos y la de los niños y ado-lescentes para relacionarlas y observar, sobre todo en los niños, cómo esta construcción se transmitía oralmente. Para el primer caso recurrí a la aplica-ción de un Cuestionario sobre Patrimonio Cultural realizado a habitantes de 15 a 70 años de edad. Para acercarme a los niños y adolescentes realicé una se-rie de talleres en primarias y secundarias. En total se contaron con 252 participantes. Cuando me refi e- Eréndira Muñoz Aréyzaga 127 PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 9(1). 2011 ISSN 1695-7121 ro a la dimensión cuantitativa ésta corresponde al aná-lisis del cuestionario y los talleres que me permitieron establecer un repertorio diagnóstico de los elementos culturales considerados por los locales como patrimo-nio cultural del cual partir para responderme el por-qué estos se convertían en su patrimonio y para ello también recurrí a observaciones directas, y entrevistas formales e informales. Es decir, en primer término la realización de los talleres y cuestionarios me permitie-ron aproximarme a la postura de los locales pero el uti-lizar ambas metodologías me sirvió para comparar e incluso verifi car en la dimensión fáctica las respuestas que habían sido inducidas en situaciones artifi ciales. Recibido: 13/09/09 Reenviado: 05/09/10 Aceptado: 05/11/10 Sometido a evaluación por pares anónimos |
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