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Vol. 8 Nº1 págs. 47-59. 2010 www.pasosonline.org © PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural. ISSN 1695-7121 La posición social y espacial en una ciudad turística. Las luchas simbólicas de Álamos, Sonora Helene Balslev Clausen† Copenhague Business School (Dinamarca) Mario Alberto Velázquez García‡ El Colegio de Sonora (México) Resumen: Con la perspectiva del espacio social de Bourdieu analizamos un pueblo mexicano que ha convertido al turismo en su principal actividad productiva debido a la presencia de una comunidad de estadounidenses que cambio su lugar de residencia a otro país. El objetivo es estudiar cómo este grupo de migrantes mediante su dinero, estilo de vida, creencias, formas de organización y cooperación cons-truyen una distancia social (simbólica y física) entre ellos y los mexicanos. Este uso de sus capitales les permite ejercer ciertas prácticas de poder y justificarlas, además de definir las características y tipo de turismo que se desarrolla en la localidad, esto último relacionado a una imagen que ellos tienen sobre lo mexicano auténtico. Palabras clave: Habitus; Turismo; Capitales; Migrantes norteamericanos; México. Abstract: With the perspective of Bourdieu’s social spaces we analyse a Mexican village that has trans-formed the tourism into its main activity due to the presence of a group of North American immigrants. The objective is to analyse how this group of immigrants through their money, lifestyle, beliefs, values and ways of organising and cooperating create a social distance (symbolic and physical) between them and the Mexicans. Using these capitals allows them to exercise certain power practices and furthermore legitimise them. Besides, these capitals define the characteristics and type of tourism that are developed in the community, the latter is related to the image that the immigrants has of the authentic Mexico. Keywords: Habitus; Tourism; Capital; Migrant Americans; Mexico. † • Profesora en Copenhague Business School. E-mail: hbc.ikk@cbs.dk ‡ • Profesor en El Colegio de Sonora. E- mail: mvelazquez@colson.edu.mx 48 La posición social y espacial en una ciudad turística… PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 8(1). 2010 ISSN 1695-7121 Introducción Las consecuencias sociales que tiene la constitución de focos de actividad turística en poblaciones pequeñas y medianas en México han sido poco examinadas. El artí-culo analizará los medios y las prácticas concretas utilizadas por un grupo de resi-dentes, que migraron de Estados Unidos a una pequeña ciudad mexicana, para dife-renciarse y establecerse como grupo influ-yente e imponer el tipo de actividad econó-mica predominante, en este caso el turismo. En general los estudios sobre turismo han comenzado a poner especial énfasis en las consecuencias económicas, pero también culturales y sociales del turismo (Wood, 1980; Nash, 1981; Jacobs, 2001; Bianchi, 2003 Mantecón, 2008). El trabajo de auto-res como MacCannell (1973) fue pionero en analizar las funciones sociales que cumplía este tipo de actividad productiva. Con este tipo de investigaciones el turismo comenzó a ser visto como una actividad que cumple necesidades o funciones específicas dentro de la época moderna. Es decir, el turismo es un espacio de interacción y creación de so-ciedad (Pine y Gilmore, 1999; Craik, 1997). Nuevos estudios comenzaron a enfocarse en relaciones específicas dentro del turismo. Por ejemplo Nash (1981) y otros analizaron el papel que juegan los “nativos” y las cul-turas locales como uno de los espectáculos más importantes para los visitantes a cier-tas regiones recreativas (Grabum, 1983). Respecto a lo anterior, la presencia de nuevos grupos sociales dentro de zonas turísticas es una constante. La investiga-ción ha demostrado que este tipo de lugares se convierten en espacios sociales especial-mente abiertos; la misma actividad produc-tiva requiere de un constante flujo de per-sonas, la mayoría de ellas, presentes en el lugar como habitantes temporales (Mac- Cannell, 1972; Grabum, 1983). Pero tam-bién las mismas características de los luga-res donde se asienta actividades vacaciona-les los convierten en destinos deseables para nuevos residentes permanentes que quieren vivir las “experiencias” de la zona cotidianamente (Pine y Gilmore, 1999). Estos nuevos habitantes representan para el grupo autóctono un crecimiento en la población del lugar pero también, la inser-ción de nuevas dinámicas de comporta-miento, creencias, así como esquemas dife-rentes de organización social para la repro-ducción de la comunidad (Jacobs, 2001). Es decir, el turismo es un generador de cambio en las interacciones, los discursos, las cre-encias y las prácticas (o identidad) entre los grupos sociales (Oakes, 2000; Mantecón, 2008). Una de las características económicas del turismo es que, a diferencia de los pro-ductos de otras industrias, los de esta no pueden ser fácilmente transportados, Los posibles consumidores tienen que acudir al lugar para poder usar una playa o disfrutar una montaña; no es posible que estos bie-nes sean trasladados (Pine y Gilmore, 1999). Por ello, los lugares turísticos son, en sí mismos, productos de consumo en vez de ser espacios producción en el sentido que lo es una fabrica o un laboratorio (MacCan-nell, 1973). El turismo es entonces un tipo de indus-tria que se apropia y transforma los espa-cios de una manera muy distinta de como lo hacen otras actividades lucrativas (Mac- Cannell, 1973; Nash, 1981): 1). Esta em-presa productiva no requiere de la extrac-ción de materiales para su manufactura; 2) el turismo tiene la capacidad de extenderse en zonas que no tienen un potencial intrín-seco de producción, al menos, que no lo tenían bajo los patrones anteriores de pro-ducción; 3) el turismo se compone de una combinación de características socio-culturales, naturales y físicas como paisa-jes, monumentos o edificios históricos; y 4) las personas mismas se convierten en parte del escenario o producto que se consume (Pine y Gilmore, 1999; MacCannell, 1973; Bianchi, 2003). Como hemos dicho, el turismo es una ac-tividad económica que desarrolla una rela-ción específica con el espacio. Pero igual de significativa es la articulación que estable-cen los diferentes grupos que intervienen en ella. En este sentido Bruner (1995) pro-puso que el turismo originó una nueva for-ma de relación entre dueños de los medios de producción y sus empleados. Este víncu-lo es de explotación, con una característica particular: el objeto del usufructo no es únicamente el trabajo de los empleados de los servicios relacionados al turismo, sino la Helene Balslev Clausen y Mario Alberto Velázquez García 49 PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 8(1). 2010 ISSN 1695-7121 cultura y vida de las comunidades donde se establece esta actividad productiva (Bian-chi, 2003). Entre los habitantes de la zona turística y los consumidores se establecen vínculos asimétricos de poder. Esto se ex-plica, principalmente, por la diferencia en-tre los recursos (o capitales) de cada grupo: económicos, culturales, sociales, políticos etcétera. El que esta relación se mantenga como no -balanceada dependerá de los me-dios con los que cada grupo cuenta, a fin de participar, regular, transformar, proponer o construir la producción turística. El caso de nuestro análisis es un pueblo mexicano que está en pleno proceso de transformación de su actividad económica básica de la agricultura y la minera hacia el turismo. Esto en parte ha sido generado y provoca un flujo continuo de personas, pero más importante, la llegada de un con-junto de nuevos residentes, la gran mayoría de ellos norteamericanos. Estos nuevos habitantes de la localidad, lejos de reprodu-cir todas las prácticas socio-culturales de la sociedad receptora han generado un proce-so de transformación visible en un lugar, que no hace muchos años, estaba práctica-mente abandonado. Este nuevo grupo en-cabezó la renovación de los edificios, la apertura de restaurantes, hoteles y nuevos negocios; uno de los festivales culturales más importantes del noroeste de México inició a expensas de estos migrantes esta-dounidenses. Dicho de otra forma, un grupo que llega a una comunidad cultural diferente no lo hace en blanco, trae consigo una serie de creencias, comportamientos, ahorros, habi-lidades y pre-juicios con los que negociará su posición dentro de la nueva sociedad en al menos dos niveles: su posición dentro del espacio económico (como poseedores de negocios, empleados, expertos en ciertos trabajos, personas sin recursos, etcétera) y dentro de los estatus sociales que le otor-garán a sus miembros algún grado de poder (o no) simbólico. Como ha sido establecido por diversos estudios, el turismo no sólo se trata de una industria con características particulares que lo diferencia de la produc-ción de otro tipo de mercancías, sino tam-bién de un espacio social de creación e in-tercambio de relaciones sociales (Grabum, 1983; Nash, 1981; Mantecón, 2008). En este sentido el énfasis de este trabajo está pues-to en analizar el turismo no sólo como una actividad productiva sino un espacio de relaciones e intercambios sociocultural. Para ello, el estudio de relaciones sociales entre grupos dentro de este tipo de zonas productivas requiere de un marco analítico que permita entender cómo es que los gru-pos negocian, construyen y buscan imponer a otros sus perspectivas y prácticas. Tal como lo demostró el trabajo de Mantecón, (2008) la propuesta de Bourdieu permite analizar cómo los grupos sociales en una región turística buscan distinguirse al sos-tener valores, gustos y marcos de interpre-tación que generan prácticas (habitus) dis-tintos al resto. En otras palabras, estos espacios sociales continúan siendo lugares de negociación de poder y estatus entre los grupos. Entonces, este articulo utilizará la pro-puesta analítica de Bourdieu para poder estudiar los medios con los que distintos grupos sociales negocian o imponen su es-tatus y rol en un espacio social determinado que, en este caso, se caracteriza económica y culturalmente por el crecimiento desarro-llo de actividades relacionadas al turismo. El trabajo analizará el cómo el estilo de vida, las creencias e ideas (los habitus) de la comunidad de norteamericanos, pero igualmente los recursos con los que cuen-tan, les permite construir una distancia social (simbólica y física) entre ellos y los mexicanos. Este espacio social, creado entre ambos grupos, les permite justificar ciertas ventajas, y prácticas de poder (Criado, 2000). La investigación que sustenta este artí-culo fue realizada con los métodos antro-pológicos de la observación participativa, además de entrevistas cualitativas tanto con miembros del grupo de estadounidenses como con los de la población mexicana. Conjuntamente, hicimos una encuesta a los norteamericanos que reside en la ciudad por ser el grupo sobre el cual recaía el in-terés principal del análisis. Los métodos utilizados no deben percibirse como sepa-rados sino complementarios. Realizamos el trabajo de campo en Álamos entre enero y abril 2004, y volvimos a visitarla el lugar de agosto a diciembre del año 2005. Una parte importante del trabajo de campo que se realizó fue la recolección de material tales como documentos históricos, estadísti- 50 La posición social y espacial en una ciudad turística… PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 8(1). 2010 ISSN 1695-7121 cas oficiales, programas culturales políti-cos, nacionales y locales. El material fue finalmente analizado por triangulación. La idea de la triangulación es que las diferen-tes metodologías deben combinarse para asegurar que el tema sea dilucidado desde varios ángulos. La triangulación reconoce que ningún procedimiento por sí mismo es capaz de analizar todo. Esta conjunción de métodos no busca extraer datos de las dis-tintas fuentes y herramientas para verifi-car la verdad sino más bien intenta encon-trar las conexiones que son centrales para la construcción del escenario etnográfico. De esta forma, la triangulación etnográfica no sólo es la combinación de distintos datos sino que constituye además un intento por relacionar diferentes tipos de información de manera tal que se evite caer en la tram-pa de que los datos produzcan un escenario de verdad aparentemente no-problemático. La teoría de la reproducción de Pierre Bourdie El trabajo de Pierre Bourdieu (1987, 2003b) permite analizar los mecanismos sociales que mantenían las estructuras de domina-ción, en este caso en una comunidad dedi-cada a actividades turísticas (Mantecón, 2008). Para este autor, las sociedades con-temporáneas desarrollaron nuevos meca-nismos de poder, es decir, la lucha de clases no está únicamente en la forma en que un grupo se apropia de los medios de produc-ción sino también en los saberes, creencias y preferencias que diferencian a los posee-dores de los desposeídos. Esta diferencia-ción de formas de ser mantiene y reproduce una estructura de estratos sociales que separan, clasifican y subordinan a los indi-viduos de acuerdo al poder, el prestigio y la riqueza. Estos mecanismos sociales crean lo que Bourdieu denominó como espacios so-ciales; la base del orden social. El estudio de las formas de dominación social a partir de la idea del espacio social enfatiza la parte relacional que tiene la posición que cada sujeto o grupo ocupa; es decir, la estructura social no es un anda-miaje fijo –las diferentes entre grupos so-ciales no son permanentes- sino en conti-nua redefinición y negociación. Con esto, Bourdieu complejizó la idea marxista de capital ampliando su significado. El capital existe en cuatro formas: 1) capital económi-co compuesto por los factores de producción (tierras, fabricas, trabajo) y el conjunto de bienes económicos: ingreso, patrimonio, bienes materiales; 2) capital cultural son las habilidades intelectuales socialmente calificadas, ya sean aprendidas dentro del sistema escolar o adquiridas en el ambiente social (Bourdieu, 1998). Este capital puede existir bajo tres formas: como dispositivos durables del cuerpo (formas de hablar, mo-verse, sentarse, caminar o la facilidad para expresarse); bienes culturales adquiridos y presentes en la vida cotidiana (muebles, pinturas, música esculturas); bienes insti-tucionalizados, esto es, los que son sancio-nados por instituciones socialmente recono-cidas (títulos universitarios, premios de pintura, música entre otros); 3) capital so-cial definido esencialmente como las rela-ciones sociales y las redes de las que un individuo forma parte o a las que puede acceder; 4) capital simbólico: corresponde al conjunto de rituales (como etiqueta y proto-colo) ligados al honor y al reconocimiento. Permite entender que las múltiples mani-festaciones del código de honor y de las reglas de buena conducta no son solamente exigencias del control social sino constitu-yen ventajas sociales y consecuencias efec-tivas (Bourdieu, 2003a; 2003b). Con esta sub-división de formas de capital el lugar que ocupa cada individuo o grupo en el espacio social (y dentro de su clase social) está determinado por la cantidad (volumen) de capital social que poseen y la manera en que está estructurado (compues-to) este capital total. No obstante, son los capitales económicos y culturales los que proporcionan los criterios de diferenciación que caracterizan la construcción del espacio social de las sociedades desarrolladas (Bourdieu, 2003b). Partiendo de estas divi-siones podemos esquematizar algunos de los recursos que determinan la posición, dentro del espacio social, del grupo de nor-teamericanos dentro de la comunidad mexi-cana. Los capitales sociales en la comunidad nor-teamericana El capital económico El grupo de estadounidenses llegaron a Álamos en la década de los cuarenta. Este Helene Balslev Clausen y Mario Alberto Velázquez García 51 PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 8(1). 2010 ISSN 1695-7121 era un momento de severa crisis económica para el pueblo y la región en general. La principal actividad productiva de la zona, la minería, tenía ya varios años cerrada debi-do a inundaciones, falta de inversión y con-flictos políticos (la Revolución Mexicana). El centro de la localidad, antes habitado por una pudiente clase propietaria, se en-contraba parcialmente desmantelado. Los antiguos dueños de las minas habían aban-donado las que fueron lujosas residencias; la ciudad de Álamos, que se había distin-guido en sus mejores momentos por la in-tensa actividad cultural y económica, era un recuerdo. El primer residente del grupo Nortea-mericanos que llegó a Álamos (que lo re-descubrió para ellos cuando parecía ser un lugar que había desaparecido), era una persona con una modesta fortuna personal. Esto le permitió comprar diversas propie-dades del centro de la localidad que se en-contraban deshabitadas y parcialmente destruidas. La intención del norteamerica-no al adquirir los terrenos, era restaurar y vender las residencias; él mismo apartó una para su uso. La belleza del lugar y la atinada decisión del nuevo dueño sobre respetar las fachadas y estilos originales de las edificaciones pronto atrajeron a diversos compradores de su mismo país de origen. Esos comenzaron a comprar las residencias para usarlas como sitio de descanso en las épocas de frío en Estados Unidos (Clausen, 2009). La intención original del fundador de la comunidad por edificar una zona de des-canso definió, en parte, el origen económico de los compradores y nuevos pobladores: estadounidenses que poseían los recursos económicos para adquirir, sostener, reparar y transportarse a un país distinto, aunque ese se localizara a medio día de viaje en automóvil. Entonces este grupo de migran-tes siempre ha sido compuesto por indivi-duos con recursos económicos, lo suficien-temente altos como para mantener al me-nos dos viviendas; la de Estados Unidos y la de México. Algunos de ellos, han sido personas notablemente acaudaladas. Por ejemplo en Álamos vivió por muchos años el dueño de la empresa Hershey´s. Esto se refleja en datos sobre la población actual: dos terceras partes pertenece a la clase media en los Estados Unidos. Entre los norteamericanos que se asen-taron en Álamos ha habido un porcentaje importante de jubilados, todos ellos, con fondos para sostener su estancia sin la ne-cesidad de trabajar. Sin embargo muchos de los nuevos miembros de este grupo pro-vienen de clases medias, lo que significa, que han tenido trabajos bien remunerados durante su carrera o profesión. Estos últi-mos basan parte de su decisión de emigrar a esta comunidad mexicana en un cálculo racional relacionado al uso de sus ahorros: el mismo dinero les permitirá vivir en México una casa más lujosa y con menos gastos (en impuestos, mantenimiento y gastos corrientes) que los que tendrían en Estados Unidos. Esto, debido a la conver-sión del dólar al peso que por muchos años se ubicó 1 a 10. (Bourdieu, 2003). La considerable diferencia de recursos entre los estadounidenses que arribaron a Álamos y la gran mayoría de los mexicanos que residían en esta ciudad, marca una distancia notable en las capacidades de ambos grupos para decidir, en primer lu-gar, el lugar de residencia. Como explicó Bourdieu el capital económico, (sin tener una preeminencia a la usanza de las postu-ras marxistas), resulta fundamental para la elección, entre otras cosas, de los estilos de vida. Así, mientras los residentes recién llegados escogían este lugar como zona de descanso, los mexicanos tenían que seguir migrando a los Estados Unidos como traba-jadores temporales. Para las familias mexi-canas la venta de lotes de las viejas propie-dades asentadas en la zona central del pueblo se convirtió por un tiempo en una forma de conseguir un dinero extra. Las casas que vendían, muchas veces, estaban ya deshabitados o en condiciones tales que la reparación excedía los recursos con que contaban los mexicanos para renovarlas. Con esto, la actividad económica co-menzó a girar, primero, alrededor de la restauración y construcción de las vivien-das de los norteamericanos. Estos se con-virtieron en el principal grupo empleador de mano de obra; albañiles, carpinteros, pintores, pero también trabajadores domés-ticos y jardineros comenzaron a ser solici-tados. Posteriormente con el inicio de nego-cios abiertos por los estadounidenses, va-rios mexicanos comenzaron a ser contrata-dos para trabajar en los hoteles y restau- 52 La posición social y espacial en una ciudad turística… PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 8(1). 2010 ISSN 1695-7121 rantes. Con estos, el capital norteamericano de los recién llegados los colocó en una po-sición decisiva, pues no sólo adquirieron la mayor parte de la zona histórica de Álamos, sino que comenzaron a ser cruciales para el sostenimiento de los pocos empleos que existían a nivel local. Capital cultural La comunidad norteamericana, que como ya dijimos, proviene de clases medias y medias altas de su país de origen, refleja algunas de las características culturales de este grupo. Destacamos las relacionadas a la obtención de títulos universitarios. Así por ejemplo, la mayoría de ellos cuenta con estudios superiores o preparación especiali-zada en estudios técnicos específicos. Otra coincidencia se produce en sus preferencias culturales, esta es la descrita por Bourdieu como la que caracteriza a los miembros de la “alta cultura”; es decir, el gusto por la pintura y la música llamada “clásica”. La organización del festival cultural Alfonso Ortiz Tirado en Álamos está relacionado con ello. Estas actividades corresponden a las actividades que las clases medias y al-tas norteamericanas consideran como las propias de clases altas y educadas. Pero no sólo esto, la homogénea prepara-ción académica de la mayoría de los nor-teamericanos de este grupo les permite compartir una serie de valores y gustos. Mismos que explican, en parte, su decisión de vivir en México. Todos ellos cambiaron su lugar de residencia buscando lo que ellos mismos denominaban como “lo mexicano auténtico” esto era definido por una serie de características: el pueblo está ubicado al pie de montañas fértiles, una zona de casas estilo colonial, un clima agradable la mayor parte de año y una sola carretera que lleva a la localidad (Clausen, 2009). El centro de la localidad y los barrios de la comunidad norteamericana cuentan con calles de te-rracería bordeadas por grandes palmeras. Las casas, son mansiones de paredes blan-cas y enormes portones de madera, con patios y jardines sembrados con árboles frutales y flores diversas, además de fuen-tes adornadas, albercas y cuartos con piso de azulejo. El tipo de arquitectura no sólo recuerda los tiempos mexicanos coloniales, sino da una sensación de privacidad y ex-clusividad. Es de mencionar que la reconstrucción de las inmuebles no buscó la reproducción exacta del original (construido un siglo atrás), sino es más bien un estilo colonial mexicano inventado por los mismos esta-dounidenses. Aunque en muchos casos las viviendas conservaron las fachadas primi-genias (conocidas gracias a fotográficas o dibujos) el resto del edificio, que ya no existía en el momento de la re-construcción, fue hecho según los deseos de su nuevo dueño. Para el momento en que hicimos la investigación Álamos era la única ciudad dentro del Estado de Sonora que renovó y conservó su centro histórico; esto en gran parte gracias a la comunidad de estadouni-denses (Clausen, 2009). Como decíamos, la migración de los nor-teamericanos a México se debe a preferen-cias culturales, pero no sólo sobre las carac-terísticas del lugar de vivienda, sino tam-bién por compartir un tipo particular de “contra cultura”. Los mismos miembros del grupo de migrantes la definen así: cuando el resto de su sociedad de origen ve con preocupación el aumento de migración mexicana hacia su país, la situación de violencia por el narcotráfico y los secuestros que suceden en México este grupo decide hacer el viaje en dirección contraria. Esto último parece estar relacionado a una tradición norteamericana de conquista de nuevos lugares, una suerte de “lejano Oes-te”. El cual, ahora ya no está por colonizar-se dentro del territorio norteamericano sino en una zona que reúne, frente a sus ojos, algunas de las características que hacen romántica esa vieja exploración: un lugar salvaje, fuera de la ley, primitivo. Es decir, esta parte de México. Para este grupo la experiencia migratoria está íntimamente vinculada con un estereo-tipo creado alrededor de lo que significa el país de destino. La idea de “lo mexicano auténtico” se concretiza en este pueblo en particular, por lo que vivir en él significa una importante mejora en su calidad de vida y el conseguir cierto tipo de experien-cias ligadas a la aventura. Como se ve ex-presado en esa cita: “It [the village] has magic, nature and fabu-lous people (…) I felt that this specific place could offer me an alternative…” (1) Es importante notar que esta idea sobre lo mexicano fue construida en Estados Uni- Helene Balslev Clausen y Mario Alberto Velázquez García 53 PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 8(1). 2010 ISSN 1695-7121 dos, y que no podía ser realizada allí sino únicamente en ciertos lugares de este otro país (Clausen, 2009). La idea sobre lo mexi-cano auténtico se relaciona a la tranquili-dad y el tamaño del pueblo. Esto resulta importante para los miembros de este gru-po, que escogieron este lugar y no otros donde existen otras ciudades con importan-tes flujos de migrantes norteamericanos (México es el país con la mayor colonia de estadounidenses fuera de su propio país). Para los habitantes de Álamos, colectivida-des norteamericanas como las que viven en Cuernavaca en el Estado de Morelos, o San Miguel Allende en el Estado de Guanajuato son demasiado grandes. La respuesta de la gran mayoría de los entrevistados a este respecto se puede resumir en las siguientes citas: “I could realize some of my dreams here (…) this place has a certain magic …” Y, “What I like about [the village] is that people know you its not like a big city but more as a small city (...) it’s a good thing and it’s a bad thing [about the village being a small city] because they also know your business ...” (18). Entonces, a nadie dentro de la comunidad estadounidense le interesa vivir dentro de los grandes grupos de norteamericanos que ya existen en México, sino en un lugar pe-queño, donde todos los miembros se cono-cen al menos de vista. Otro aspecto men-cionado por ellos, es que en Álamos todo lo que necesitan está cerca; pueden ir a pie. Sin embargo, eso no significa que los esta-dounidenses caminen a todas partes, al contrario, siempre van al centro, a los cafés, a las ganchas de tenis, o a visitar a los de-más en sus camionetas o carros; esto es así, aunque las distancias no sean superiores a unas cuantas cuadras. Respecto a esto lo que resulta interesante es mostrar que todos ellos comparten la percepción de que caminar, o la posibilidad de hacerlo, es cen-tral. Como apunta Barth (1969) no siempre existe correspondencia entre lo dicho y las actuaciones, pero la interpretación que los individuos dan a sus propios actos es reve-lador. Por otra parte, entre los norteamericanos un importante componente de su capital cultural está en el sentido de pertenencia al mismo Estado -Nación. Existe entre ellos una fuerte coincidencia sobre alguno de los valores que consideran primordiales como la honestidad, la franqueza, su laboriosidad y confiabilidad. Para ellos, todos estos rela-cionados con la esencia de “ser norteameri-cano”. Al mismo tiempo, existe un común rechazo a algunos de los problemas que relacionan con la vida moderna en su pro-pio país de origen como la inseguridad, desconfianza, el egoísmo y el espíritu de comunidad. Estos valores y preocupaciones han sido incorporadas como esenciales en la construcción de la nueva identidad (Clau-sen, 2009). En contraste a la definición sobre lo que es “ser norteamericano”, los habitantes de la localidad, como parte de lo mexicano autén-tico, son percibidos como personas amables, tranquilas con muchos valores religiosos y comunitarios. Pero al mismo tiempo, los estadounidenses hacen bromas y burlas sobre los mexicanos, por su falta de organi-zación entre ellos, el poco desarrollo econó-mico de una zona con tanto potencial (según su punto de vista) y en general por lo que perciben como la ociosidad de los que habitan este país (Clausen, 2009). A pesar de esto, este grupo se sienten bien recibidos y con ningún riesgo a su seguridad. En general ellos consideran que: “Here [the village] the respect for women and elder people still exists…” (23) A los migrantes norteamericanos no les interesa particularmente integrase a la población mexicana, sino realizar su sueño sobre lo que para ellos es “lo mexicano auténtico”. Esto parece poder explicarse con la propuesta de Bourdieu: las diferencias en los gustos, hábitos y prácticas entre los miembros del grupo estadounidense y mexicano (sin importar si son reales o no) son utilizados por conservar las distancias y justificarlas. Capital social Como lo demostró Bourdieu, el contar con una serie de redes y relaciones sociales es uno de las tipos más significativos de capital, no tanto en la definición del lugar que se ocupa en el espacio social, sino en la manera de colocarse dentro del grupo al que se pertenece o, en este caso, la forma en que un grupo se relaciona con los demás estratos o clases (Bourdieu, 1977). La población norteamericana asentada 54 La posición social y espacial en una ciudad turística… PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 8(1). 2010 ISSN 1695-7121 en Álamos proviene de uno de los sectores sociales más habituados a reproducir una de las características históricas de su socie-dad de origen: el asociacionismo. Estos mi-grantes han creado diversos medios de in-tercambio, apoyo y contacto entre sus miembros, mismas que son construidas desde el momento en que nuevos residentes llegan. Así, cada nuevo residente es recibi-do por un “comité de recepción” que les obsequia una canasta con presentes. Entre estos regalos se encuentra una agenda que contiene no sólo los números telefónicos de los servicios municipales básicos (emergen-cias, municipio, luz, agua etcétera), sino mas importante, todos los teléfonos de los miembros de la comunidad estadounidense. La bienvenida incluye una fiesta o reunión en la que los nuevos residentes tienen la oportunidad de conocer a todos el grupo. Como lo explicó Bourdieu el capital so-cial necesita de una constante y continua afirmación y contacto para persistir. En el caso de este grupo, este contacto se produce no sólo por medio de las frecuentes visitas de uno a otro de los miembros, las llamadas telefónicas y otras prácticas de cortesía social, sino también porque la mayoría de ellos acuden regularmente a lugares públi-cos donde acuden a otros miembros de la comunidad como restaurantes, cafés y ga-lerías. Así mismo, el grupo de estadounidenses utiliza las nuevas tecnologías para fortale-cer sus redes internas. El grupo creó una red de comunicación denominada “noticias del grupo” (newsgroup). La pertenencia a esta colectividad virtual sólo está disponi-ble para los residentes estadounidenses de Álamos; cada nuevo miembro recibe la cla-ve que le permite ingresar (Clausen, 2009). Esta red funciona como un identificador interno y un importante flujo de informa-ción; este es el único lugar donde se anun-cian ciertas ofertas para los restaurantes (de dueños estadounidenses), eventos y otros. Por ejemplo los conciertos de música clásica en el exclusivo hotel Santos sólo se anuncian dentro del newsgroup. Esta red también es utilizada para solicitar favores entre ellos, sobre todo para encargar com-pras o envíos: si alguno de los miembros de la colectividad ha decidido viajar a los Es-tados Unidos lo anuncia dentro del news-group y otros del grupo pueden aprovechar el viaje y pedir que recoja o compre cosas. Esta agrupación virtual no es excluye frente a otros tipos de relación comunal, más bien las complementa. Como lo había explicado Bourdieu las distintas redes en un mismo grupo pueden ayudar a cimentar y fortalecer las relaciones entre sus miem-bros Capital simbólico El capital simbólico fue definido por Bourdieu como los rituales ligados a ocupar ciertas jerarquías o posiciones sociales. Este tipo de capital, al igual que las otras, está presente en esta comunidad como en cualquier otra. Estas reglas de etiqueta, tienden a cristalizarse en códigos de honor y reglas de buen comportamiento que bus-can diferenciar al grupo de los otros. Estos comportamientos no sólo tienen funciones prácticas, sino marcar las “ventajas” o “su-perioridades” de un grupo frente al otro. Así, las reglas de etiqueta no sólo dictan el cómo vestir sino que evidencian las caren-cias de los que no las conocen y les recuerda su condición de no miembros. En el caso de esta población los rituales más visibles no son los de vestido sino el cuidado de las zonas habitadas por cada grupo. El grupo norteamericano realiza prácticas de mantenimiento de sus casas que los distinguen claramente de lo que hacen por sus viviendas los mexicanos. Así, en las zonas donde residen estos nuevos pobladores existe un continuo cuidado por la limpieza y el buen estado de los inmue-bles; las viviendas son continuamente re-pintadas, los jardines externos e internos son cuidados cotidianamente por un jardi-nero. Dado que existen residencias con por-tales que pueden ser abiertos parcialmente en la parte de arriba, los transeúntes pue-den contemplar el cuidado con el que son conservadas las zonas internas, principal-mente los patios. Igualmente, las calles son continuamente barridas por lo que no exis-te basura visible. Esto contrasta fuerte-mente con lo que se puede observar en las zonas habitadas por los mexicanos. Muchos ellos, personas de escasos recursos y mi-grantes periódicos, viven en edificaciones no-terminadas, la mayoría sin muchas pre-tensiones arquitectónicas. Las calles gene-ralmente están sucias y descuidadas; el pavimento (donde existe) presenta agujeros Helene Balslev Clausen y Mario Alberto Velázquez García 55 PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 8(1). 2010 ISSN 1695-7121 o coladeras sin tapa. Estos comportamien-tos diferenciados presentan a los estadou-nideses frente al otro, en este caso los mexicanos, como una colectividad compues-ta por personas ordenadas, cuidadosas y trabajadoras. Otro código muy distinto pero también significativo en este grupo particular es el énfasis puesto en la ayudar a los otros. Los miembros de la comunidad norteamericana, en su mayoría, ejercen diferentes prácticas de servicio hacia los demás miembros de su grupo, desde el apoyo a los negocios opera-dos por otros compatriotas asistiendo con-tinuamente a consumir en ellos, hasta la ya mencionada labor de traer encargos desde los Estados Unidos. Pero también otros como asistir en trámites y negociaciones con las autoridades o negocios mexicanos a los norteamericanos que no hablan el espa-ñol. Es de mencionar que este código de ayu-da no sólo es aplicado hacia el interior de este grupo. La mayoría de los que estadou-nidenses residentes en Álamos también realizan esfuerzos por mejorar la situación de la población mexicana. Con este fin, los estadounidenses han fundado organizacio-nes dedicadas específicamente a la asisten-cia de grupos vulnerables como estudiantes de escasos recursos y madres solteras (Clausen, 2009). Sin embargo, como lo de-muestra el trabajo de Bourdieu pero parti-cularmente el trabajo de Salamon y Anhei-er (1998) las organizaciones civiles de este tipo no sólo sirven para ayudar a los grupos vulnerables sino también para generar legitimidad hacia las elites que las fundan. En el caso de la población estadounidense que vive en Álamos, las organizaciones de asistencia disminuyen la posibilidad de un creciente sentimiento de injustica de parte de los mexicanos hacia este grupo por haberse apropiado del viejo centro históri-co. Los migrantes, consideran que el fun-cionamiento de estos grupos es una forma de “retribuir” a los mexicanos por dejarlos vivir en su pueblo. Un pueblo mexicano creado por norteame-ricanos Como hemos dicho, los estadounidenses llegaron al pueblo buscando para ellos mismos concretar una idea sobre su lugar ideal para vivir que ellos nombran como lo mexicano auténtico. Como dijimos, esto significó la restauración de una vieja zona residencial en el centro (ocupada décadas atrás por una elite mexicana que había emigrado del pueblo décadas atrás). Es importante mencionar, que en este momen-to fundacional de este grupo en el pueblo, no existía la intención de crear una zona turística1 sino una nueva área residencial permanente; una que reunía ciertas carac-terísticas ya mencionadas. No obstante lo anterior, la belleza de las casas y del entorno, comenzó a convertir al pueblo en un sitio atractivo para estadou-nidenses no necesariamente interesados en mudarse a él. En un principio, muchos de los visitantes eran familiares o conocidos que acudían invitados por los mismos resi-dentes a conocer su nueva casa. La crecien-te cantidad de norteamericanos interesados en visitar el pueblo hizo a los migrantes ser conscientes del potencial turístico del lugar. Ante ello, estos comenzaron a promocionar al pueblo por medios electrónicos, agencias de viajes e inmobiliarias en Estados Uni-dos. En las décadas de los ochenta y noven-ta comenzaron a abrirse hoteles, restauran-tes y otros servicios como el flete de camio-nes que transportaran a los visitantes des-de sus ciudades en Norteamérica. Es importante resaltar cómo la nueva vocación turística de este pueblo está direc-tamente relacionada a la presencia de esta colectividad de norteamericanos. Los mexi-canos residentes, concentraban sus activi-dades económicas en la agricultura, el pe-queño comercio o el trabajo cíclico como migrantes en Estados Unidos. Pero no sólo es la presencia, sino los recursos financie-ros y de conocimiento sobre la promoción turística lo que hizo crecer esta actividad por parte de los estadounidenses. El control de los distintos capitales (económicos, cul-turales y simbólicos) respecto al desarrollo de esta nueva actividad productiva les permitió definir según sus propios intereses y gustos las características que tendría esta nueva empresa económica; no sólo delimi-taron lo que resulta atractivo (las casas que ellos operan) sino lo que representa estar en un pueblo mexicano. Por ejemplo, los hoteles de estadounidenses contrataron a pobladores para que vendieran prendas y artesanías “mexicanas” (no usadas real- 56 La posición social y espacial en una ciudad turística… PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 8(1). 2010 ISSN 1695-7121 mente por la población original de esta zo-na sino de otras regiones de México como Oaxaca y Chiapas); ofrecieron representa-ciones de bailes regionales (esos sí carac-terísticos de esta zona) como parte del en-tretenimiento nocturno de algunos de los hoteles y promovieron la formación de agrupaciones musicales llamadas “estu-diantinas” (al igual que en el caso de las artesanía no se trata de tradiciones cultu-rales de esta zona del país, sino Guanajuato y Querétaro). Un pueblo mágico re-creado por mexicanos Aunque la mayoría de los miembros de la elite local mexicana local habían emigra-do del pueblo décadas atrás algunos de ellos permanecían ahí. Las actividades pro-ductivas de este grupo no estaban orienta-das hacia el turismo, pero en la nueva co-yuntura buscaron participar en la redefini-ción económica de su ciudad. Una de las vías para lograrlo fue su participación en la política. Las autoridades municipales elec-tas a inicios del siglo veintiuno, eran enca-bezadas por el heredero de una de las fami-lias más ricas, no sólo del pueblo, sino de todo el Estado de Sonora. Las autoridades locales en México tie-nen entre sus funciones definir el plan de desarrollo local y el otorgamiento de todos los permisos para el funcionamiento de las distintas actividades productivas, incluidas las turísticas. Esto significaba que la co-munidad de norteamericanos requería ne-cesariamente establecer acuerdos con este nivel de gobierno para poder sostener sus negocios. Dado que los migrantes en México no pueden ocupar cargos públicos, los esta-dounidenses no tenían este tipo de poder político (Clausen, 2008). Estas circunstancias fueron aprovecha-das por las elites mexicanas para participar en la negociación de las características es-pecíficas del desarrollo que estaba tomando el pueblo. Uno de los mecanismos concretos para ello, fue institucionalizar la nueva actividad económica por medio de un pro-grama federal de apoyo a zonas turísticas denominado “Pueblos Mágicos”. Este pro-yecto, otorga recursos financieros a pueblos que reúnen ciertas características colonia-les para consolidar su potencial turístico. La inscripción del pueblo en este programa, le proporcionaría un papel central a las autoridades (y a la población mexicana), en la definición de su desarrollo. En términos de Bourdieu, la importan-cia de la inscripción de esta localidad en el programa de Pueblos Mágicos es que otor-gaba dos fuentes de capitales para la auto-ridad mexicana frente al grupo de estadou-nidenses. Primero, como capital cultural que le da reconocimiento institucional a las definiciones de desarrollo que las autorida-des locales generen. Segundo, le otorga capital simbólico al proyecto turístico, esta vez encabezado por las autoridades mexi-canas, dándole un reconocimiento político. Esta suma de capitales resulta importante pues como hemos resaltado a lo largo del artículo, la colectividad norteamericana tiene una suma de capitales que les coloca-ba en una posición predominante dándoles la posibilidad de tener un papel decisivo en diversas decisiones centrales en el desarro-llo del pueblo, como el tipo de actividad turística y las características de la misma. Sin embargo, la inscripción en el programa Pueblos Mágicos hacía posible que la defi-nición de lo que representa “lo mexicano auténtico” ya no estaba sólo dada por la idea que sobre ello tenían los norteameri-canos, sino por directrices sobre los pueblos coloniales definidas desde la autoridad fe-deral mexicana y que debían ser avaladas por las autoridades locales (Clausen, 2009). Las disputas por definir un lugar turístico El que la población norteamericana y las autoridades mexicanas compartieran res-ponsabilidades en la definición del desarro-llo que se produciría no está exento de dis-putas. Todo lo contrario, ambos grupos bus-caban hacer que sus propias ideas a este respecto prevalecieran. Esta diferencia de opinión responde tanto a los capitales económicos como simbólicos de ambos gru-pos. Para los norteamericanos el mantener la creciente actividad turística depende de que el lugar conserve las características de pueblo pequeño y pintoresco, alejado de las características de lo que define a las ciuda-des como el ruido, tráfico, grandes multitu-des o cadenas comerciales grandes y trans-nacionales como MacDonalds, Starbuck o Wall-Mart; es decir, se conserve como lo Helene Balslev Clausen y Mario Alberto Velázquez García 57 PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 8(1). 2010 ISSN 1695-7121 que ellos definieron como un lo “mexicano auténtico”. Para este grupo, la presencia de este tipo de establecimientos no represen-taría ningún beneficio práctico importante, dado que una buena parte de los productos que utilizan los adquieren en grandes can-tidades en Estados Unidos o los adquieren en un centro comercial localizado en la loca-lidad más cercana al pueblo a 50 kilómetros de ahí. La oposición de este grupo a estos establecimientos no se queda únicamente en una opinión sino en acciones concretas como la negociación con las autoridades mexicanas y las mismas cadenas norteame-ricanas para que no abran sucursales en el pueblo. Lo anterior no puede ser visto como un intento de los estadounidenses por impedir el crecimiento del pueblo, todo lo contrario, este grupo ha tenido un papel fundamental en el desarrollo de esta ciudad; la incipiente economía local ha florecido en gran parte, por sus negocios. Miembros de este grupo son los dueños de la mayoría de comercios, lo que ha generado una gran cantidad de empleos. Como ya dijimos, estos migrantes también son los fundadores de cuatro orga-nizaciones civiles dedicadas a apoyar a grupos de escasos recursos. En contraste, una parte significativa de la población mexicana está interesada en la apertura de este tipo de establecimientos, pues consideran que su presencia sería una manifestación importante de que ha co-menzado a producirse el desarrollo de esta localidad. Esto no sólo en términos de capi-tal simbólico, sino por razones prácticas; muchos de ellos no cuentan con un carro propio que les permita trasladarse frecuen-temente 50 kilómetros fuera de su pueblo para adquirir ciertos productos. El desarro-llo que ha llegado al pueblo con nuevos empleos y una actividad económica crecien-te no se traduce en una mejora en este as-pecto de su vida cotidiana. Conclusiones A lo largo de este trabajo hemos dado ele-mentos que corroboran nuestra idea de partida, respecto a la transformación que sufren las prácticas cotidianas, los lugares y las referencias culturales dentro de co-munidades que adoptan el turismo como actividad económica predominante. Pero más significativo que ello, mostrarnos la importancia que desempeña en este cambio la suma de capitales que los diferentes gru-pos disponen en su interés por definir la forma específica que tomara la nueva acti-vidad productiva. Esto significa entre otras cosas que la posición social, el estatus y el rol de los grupos dentro de una región turística no está dado únicamente por el poder económico, sino que como lo muestra Bourdieu, por las constantes negociaciones, reconstrucciones y disputas que los grupos tienen cotidianamente. En este caso específico, tratamos el caso de un grupo de migrantes estadounidenses que se instalan a vivir en una pequeña lo-calidad mexicana. Este grupo contaba con una cantidad relativamente mayor de capi-tales económicos, culturales y simbólicos que el grupo mexicano ya instalado ahí. El que este grupo tuviera una diferencia a su favor de estos capitales, les permitió decidir el tipo de viviendas e incluso el “ambiente” cultural del lugar que ellos denominaron como “lo mexicano auténtico”. Pero no sólo ello, también re-definieron diversas prácti-cas del pueblo tanto en cuestiones económi-cas (el crecimiento de las actividades ter-ciarias), simbólicas (la revalorización de una zona del pueblo que había sido par-cialmente abandonada) y culturales (la construcción de una particular idea sobre lo que significa vivir en México, lo que incluso representaba la importación de prácticas culturales de otras zonas de este país). Ante esto la población mexicana buscó caminos para re-negociar su posición y su derecho a definir lo que sucedería con su propio pueblo. Un medio para hacer esto, fue la institucionalización del turismo como una práctica sancionada por el gobierno local, con ello, convertían a un proyecto iniciado por empresarios privados (nortea-mericanos) en un asunto público en el cual tenía una voz los pobladores autóctonos. En resumen, el modelo de sociedad de Bourdieu, compuesto por la suma de capita-les de los distintos grupos que componen una sociedad, es al mismo tiempo dinámico y estático. La sociedad está estructurada en tanto existen jerarquías nucleadas en una distribución desigual de los distintos tipos de capital, pero al mismo tiempo, está en constante cambio pues cada grupo o agente individual tiene la capacidad de desarrollar 58 La posición social y espacial en una ciudad turística… PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 8(1). 2010 ISSN 1695-7121 trayectorias sociales diferenciadas que los pueden re-ubicar en el espacio social. En este sentido, nuestro estudio demuestra que la sociedad no es un lugar exclusiva-mente de conflicto o estabilidad, sino una mezcla de ambos. Esto hace de la sociedad un complejo campo de relaciones sociales en constante reestructuración. Bibliografía Barth Fredrik 1969 Ethnic Groups and Boundaries. The Social Organization of Culture Differ-ence. Boston: Little Brown and Compa-ny. Bianchi Raoul 2003 “Place ando Power in tourism devel-opment: tracing the complex articula-tions of community and locality”, Pasos. Revista de turismo y patromonio cultu-ral, España, Vol. 1, No. 1, pp. 13-32. Bechelloni Giovanni 1977 “Introducción a la edición italiana” en la Bourdieu, Pierre y Jean-Claude Pas-seron. La reproducción. Bourdieu, Pierre, 1987 “Los tres estados del capital cultural”, Revista Sociológica, año dos, número cinco, otoño, Universidad Autónoma Me-tropolitana. Bourdieu, Pierre 1991 El sentido práctico. Madrid: Taurus. Bourdieu, Pierre 1998 Practical Reason. 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Notas 1 Es decir, no se trata de la planificación de un futuro desarrollo turístico como es el caso de Cancún, en Quintana Roo, México. Una ciudad creada explícitamente para convertirse en un polo de esta actividad. Recibido: Reenviado: 19/04/2008 12/08/2009 Aceptado: 30/09/2009 Sometido a evaluación por pares anónimos
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Calificación | |
Título y subtítulo | La posición social y espacial en una ciudad turística. Las luchas simbólicas de Álamos, Sonora |
Autor principal | Balslev Clausen, Helene ; Velázquez García, Mario Alberto |
Publicación fuente | Pasos. Revista de turismo y patrimonio cultural |
Numeración | Volumen 08. Número 1 |
Sección | Artículos |
Tipo de documento | Artículo |
Lugar de publicación | El Sauzal, Tenerife |
Editorial | Universidad de La Laguna |
Fecha | 2010-01 |
Páginas | pp. 047-059 |
Materias | Turismo ; Patrimonio cultural ; Publicaciones periódicas |
Enlaces relacionados | Página web: http://todopatrimonio.com/revistas/101-pasos-revista-de-turismo-y-patrimonio-cultural |
Copyright | http://biblioteca.ulpgc.es/avisomdc |
Formato digital | |
Tamaño de archivo | 146896 Bytes |
Texto | Vol. 8 Nº1 págs. 47-59. 2010 www.pasosonline.org © PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural. ISSN 1695-7121 La posición social y espacial en una ciudad turística. Las luchas simbólicas de Álamos, Sonora Helene Balslev Clausen† Copenhague Business School (Dinamarca) Mario Alberto Velázquez García‡ El Colegio de Sonora (México) Resumen: Con la perspectiva del espacio social de Bourdieu analizamos un pueblo mexicano que ha convertido al turismo en su principal actividad productiva debido a la presencia de una comunidad de estadounidenses que cambio su lugar de residencia a otro país. El objetivo es estudiar cómo este grupo de migrantes mediante su dinero, estilo de vida, creencias, formas de organización y cooperación cons-truyen una distancia social (simbólica y física) entre ellos y los mexicanos. Este uso de sus capitales les permite ejercer ciertas prácticas de poder y justificarlas, además de definir las características y tipo de turismo que se desarrolla en la localidad, esto último relacionado a una imagen que ellos tienen sobre lo mexicano auténtico. Palabras clave: Habitus; Turismo; Capitales; Migrantes norteamericanos; México. Abstract: With the perspective of Bourdieu’s social spaces we analyse a Mexican village that has trans-formed the tourism into its main activity due to the presence of a group of North American immigrants. The objective is to analyse how this group of immigrants through their money, lifestyle, beliefs, values and ways of organising and cooperating create a social distance (symbolic and physical) between them and the Mexicans. Using these capitals allows them to exercise certain power practices and furthermore legitimise them. Besides, these capitals define the characteristics and type of tourism that are developed in the community, the latter is related to the image that the immigrants has of the authentic Mexico. Keywords: Habitus; Tourism; Capital; Migrant Americans; Mexico. † • Profesora en Copenhague Business School. E-mail: hbc.ikk@cbs.dk ‡ • Profesor en El Colegio de Sonora. E- mail: mvelazquez@colson.edu.mx 48 La posición social y espacial en una ciudad turística… PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 8(1). 2010 ISSN 1695-7121 Introducción Las consecuencias sociales que tiene la constitución de focos de actividad turística en poblaciones pequeñas y medianas en México han sido poco examinadas. El artí-culo analizará los medios y las prácticas concretas utilizadas por un grupo de resi-dentes, que migraron de Estados Unidos a una pequeña ciudad mexicana, para dife-renciarse y establecerse como grupo influ-yente e imponer el tipo de actividad econó-mica predominante, en este caso el turismo. En general los estudios sobre turismo han comenzado a poner especial énfasis en las consecuencias económicas, pero también culturales y sociales del turismo (Wood, 1980; Nash, 1981; Jacobs, 2001; Bianchi, 2003 Mantecón, 2008). El trabajo de auto-res como MacCannell (1973) fue pionero en analizar las funciones sociales que cumplía este tipo de actividad productiva. Con este tipo de investigaciones el turismo comenzó a ser visto como una actividad que cumple necesidades o funciones específicas dentro de la época moderna. Es decir, el turismo es un espacio de interacción y creación de so-ciedad (Pine y Gilmore, 1999; Craik, 1997). Nuevos estudios comenzaron a enfocarse en relaciones específicas dentro del turismo. Por ejemplo Nash (1981) y otros analizaron el papel que juegan los “nativos” y las cul-turas locales como uno de los espectáculos más importantes para los visitantes a cier-tas regiones recreativas (Grabum, 1983). Respecto a lo anterior, la presencia de nuevos grupos sociales dentro de zonas turísticas es una constante. La investiga-ción ha demostrado que este tipo de lugares se convierten en espacios sociales especial-mente abiertos; la misma actividad produc-tiva requiere de un constante flujo de per-sonas, la mayoría de ellas, presentes en el lugar como habitantes temporales (Mac- Cannell, 1972; Grabum, 1983). Pero tam-bién las mismas características de los luga-res donde se asienta actividades vacaciona-les los convierten en destinos deseables para nuevos residentes permanentes que quieren vivir las “experiencias” de la zona cotidianamente (Pine y Gilmore, 1999). Estos nuevos habitantes representan para el grupo autóctono un crecimiento en la población del lugar pero también, la inser-ción de nuevas dinámicas de comporta-miento, creencias, así como esquemas dife-rentes de organización social para la repro-ducción de la comunidad (Jacobs, 2001). Es decir, el turismo es un generador de cambio en las interacciones, los discursos, las cre-encias y las prácticas (o identidad) entre los grupos sociales (Oakes, 2000; Mantecón, 2008). Una de las características económicas del turismo es que, a diferencia de los pro-ductos de otras industrias, los de esta no pueden ser fácilmente transportados, Los posibles consumidores tienen que acudir al lugar para poder usar una playa o disfrutar una montaña; no es posible que estos bie-nes sean trasladados (Pine y Gilmore, 1999). Por ello, los lugares turísticos son, en sí mismos, productos de consumo en vez de ser espacios producción en el sentido que lo es una fabrica o un laboratorio (MacCan-nell, 1973). El turismo es entonces un tipo de indus-tria que se apropia y transforma los espa-cios de una manera muy distinta de como lo hacen otras actividades lucrativas (Mac- Cannell, 1973; Nash, 1981): 1). Esta em-presa productiva no requiere de la extrac-ción de materiales para su manufactura; 2) el turismo tiene la capacidad de extenderse en zonas que no tienen un potencial intrín-seco de producción, al menos, que no lo tenían bajo los patrones anteriores de pro-ducción; 3) el turismo se compone de una combinación de características socio-culturales, naturales y físicas como paisa-jes, monumentos o edificios históricos; y 4) las personas mismas se convierten en parte del escenario o producto que se consume (Pine y Gilmore, 1999; MacCannell, 1973; Bianchi, 2003). Como hemos dicho, el turismo es una ac-tividad económica que desarrolla una rela-ción específica con el espacio. Pero igual de significativa es la articulación que estable-cen los diferentes grupos que intervienen en ella. En este sentido Bruner (1995) pro-puso que el turismo originó una nueva for-ma de relación entre dueños de los medios de producción y sus empleados. Este víncu-lo es de explotación, con una característica particular: el objeto del usufructo no es únicamente el trabajo de los empleados de los servicios relacionados al turismo, sino la Helene Balslev Clausen y Mario Alberto Velázquez García 49 PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 8(1). 2010 ISSN 1695-7121 cultura y vida de las comunidades donde se establece esta actividad productiva (Bian-chi, 2003). Entre los habitantes de la zona turística y los consumidores se establecen vínculos asimétricos de poder. Esto se ex-plica, principalmente, por la diferencia en-tre los recursos (o capitales) de cada grupo: económicos, culturales, sociales, políticos etcétera. El que esta relación se mantenga como no -balanceada dependerá de los me-dios con los que cada grupo cuenta, a fin de participar, regular, transformar, proponer o construir la producción turística. El caso de nuestro análisis es un pueblo mexicano que está en pleno proceso de transformación de su actividad económica básica de la agricultura y la minera hacia el turismo. Esto en parte ha sido generado y provoca un flujo continuo de personas, pero más importante, la llegada de un con-junto de nuevos residentes, la gran mayoría de ellos norteamericanos. Estos nuevos habitantes de la localidad, lejos de reprodu-cir todas las prácticas socio-culturales de la sociedad receptora han generado un proce-so de transformación visible en un lugar, que no hace muchos años, estaba práctica-mente abandonado. Este nuevo grupo en-cabezó la renovación de los edificios, la apertura de restaurantes, hoteles y nuevos negocios; uno de los festivales culturales más importantes del noroeste de México inició a expensas de estos migrantes esta-dounidenses. Dicho de otra forma, un grupo que llega a una comunidad cultural diferente no lo hace en blanco, trae consigo una serie de creencias, comportamientos, ahorros, habi-lidades y pre-juicios con los que negociará su posición dentro de la nueva sociedad en al menos dos niveles: su posición dentro del espacio económico (como poseedores de negocios, empleados, expertos en ciertos trabajos, personas sin recursos, etcétera) y dentro de los estatus sociales que le otor-garán a sus miembros algún grado de poder (o no) simbólico. Como ha sido establecido por diversos estudios, el turismo no sólo se trata de una industria con características particulares que lo diferencia de la produc-ción de otro tipo de mercancías, sino tam-bién de un espacio social de creación e in-tercambio de relaciones sociales (Grabum, 1983; Nash, 1981; Mantecón, 2008). En este sentido el énfasis de este trabajo está pues-to en analizar el turismo no sólo como una actividad productiva sino un espacio de relaciones e intercambios sociocultural. Para ello, el estudio de relaciones sociales entre grupos dentro de este tipo de zonas productivas requiere de un marco analítico que permita entender cómo es que los gru-pos negocian, construyen y buscan imponer a otros sus perspectivas y prácticas. Tal como lo demostró el trabajo de Mantecón, (2008) la propuesta de Bourdieu permite analizar cómo los grupos sociales en una región turística buscan distinguirse al sos-tener valores, gustos y marcos de interpre-tación que generan prácticas (habitus) dis-tintos al resto. En otras palabras, estos espacios sociales continúan siendo lugares de negociación de poder y estatus entre los grupos. Entonces, este articulo utilizará la pro-puesta analítica de Bourdieu para poder estudiar los medios con los que distintos grupos sociales negocian o imponen su es-tatus y rol en un espacio social determinado que, en este caso, se caracteriza económica y culturalmente por el crecimiento desarro-llo de actividades relacionadas al turismo. El trabajo analizará el cómo el estilo de vida, las creencias e ideas (los habitus) de la comunidad de norteamericanos, pero igualmente los recursos con los que cuen-tan, les permite construir una distancia social (simbólica y física) entre ellos y los mexicanos. Este espacio social, creado entre ambos grupos, les permite justificar ciertas ventajas, y prácticas de poder (Criado, 2000). La investigación que sustenta este artí-culo fue realizada con los métodos antro-pológicos de la observación participativa, además de entrevistas cualitativas tanto con miembros del grupo de estadounidenses como con los de la población mexicana. Conjuntamente, hicimos una encuesta a los norteamericanos que reside en la ciudad por ser el grupo sobre el cual recaía el in-terés principal del análisis. Los métodos utilizados no deben percibirse como sepa-rados sino complementarios. Realizamos el trabajo de campo en Álamos entre enero y abril 2004, y volvimos a visitarla el lugar de agosto a diciembre del año 2005. Una parte importante del trabajo de campo que se realizó fue la recolección de material tales como documentos históricos, estadísti- 50 La posición social y espacial en una ciudad turística… PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 8(1). 2010 ISSN 1695-7121 cas oficiales, programas culturales políti-cos, nacionales y locales. El material fue finalmente analizado por triangulación. La idea de la triangulación es que las diferen-tes metodologías deben combinarse para asegurar que el tema sea dilucidado desde varios ángulos. La triangulación reconoce que ningún procedimiento por sí mismo es capaz de analizar todo. Esta conjunción de métodos no busca extraer datos de las dis-tintas fuentes y herramientas para verifi-car la verdad sino más bien intenta encon-trar las conexiones que son centrales para la construcción del escenario etnográfico. De esta forma, la triangulación etnográfica no sólo es la combinación de distintos datos sino que constituye además un intento por relacionar diferentes tipos de información de manera tal que se evite caer en la tram-pa de que los datos produzcan un escenario de verdad aparentemente no-problemático. La teoría de la reproducción de Pierre Bourdie El trabajo de Pierre Bourdieu (1987, 2003b) permite analizar los mecanismos sociales que mantenían las estructuras de domina-ción, en este caso en una comunidad dedi-cada a actividades turísticas (Mantecón, 2008). Para este autor, las sociedades con-temporáneas desarrollaron nuevos meca-nismos de poder, es decir, la lucha de clases no está únicamente en la forma en que un grupo se apropia de los medios de produc-ción sino también en los saberes, creencias y preferencias que diferencian a los posee-dores de los desposeídos. Esta diferencia-ción de formas de ser mantiene y reproduce una estructura de estratos sociales que separan, clasifican y subordinan a los indi-viduos de acuerdo al poder, el prestigio y la riqueza. Estos mecanismos sociales crean lo que Bourdieu denominó como espacios so-ciales; la base del orden social. El estudio de las formas de dominación social a partir de la idea del espacio social enfatiza la parte relacional que tiene la posición que cada sujeto o grupo ocupa; es decir, la estructura social no es un anda-miaje fijo –las diferentes entre grupos so-ciales no son permanentes- sino en conti-nua redefinición y negociación. Con esto, Bourdieu complejizó la idea marxista de capital ampliando su significado. El capital existe en cuatro formas: 1) capital económi-co compuesto por los factores de producción (tierras, fabricas, trabajo) y el conjunto de bienes económicos: ingreso, patrimonio, bienes materiales; 2) capital cultural son las habilidades intelectuales socialmente calificadas, ya sean aprendidas dentro del sistema escolar o adquiridas en el ambiente social (Bourdieu, 1998). Este capital puede existir bajo tres formas: como dispositivos durables del cuerpo (formas de hablar, mo-verse, sentarse, caminar o la facilidad para expresarse); bienes culturales adquiridos y presentes en la vida cotidiana (muebles, pinturas, música esculturas); bienes insti-tucionalizados, esto es, los que son sancio-nados por instituciones socialmente recono-cidas (títulos universitarios, premios de pintura, música entre otros); 3) capital so-cial definido esencialmente como las rela-ciones sociales y las redes de las que un individuo forma parte o a las que puede acceder; 4) capital simbólico: corresponde al conjunto de rituales (como etiqueta y proto-colo) ligados al honor y al reconocimiento. Permite entender que las múltiples mani-festaciones del código de honor y de las reglas de buena conducta no son solamente exigencias del control social sino constitu-yen ventajas sociales y consecuencias efec-tivas (Bourdieu, 2003a; 2003b). Con esta sub-división de formas de capital el lugar que ocupa cada individuo o grupo en el espacio social (y dentro de su clase social) está determinado por la cantidad (volumen) de capital social que poseen y la manera en que está estructurado (compues-to) este capital total. No obstante, son los capitales económicos y culturales los que proporcionan los criterios de diferenciación que caracterizan la construcción del espacio social de las sociedades desarrolladas (Bourdieu, 2003b). Partiendo de estas divi-siones podemos esquematizar algunos de los recursos que determinan la posición, dentro del espacio social, del grupo de nor-teamericanos dentro de la comunidad mexi-cana. Los capitales sociales en la comunidad nor-teamericana El capital económico El grupo de estadounidenses llegaron a Álamos en la década de los cuarenta. Este Helene Balslev Clausen y Mario Alberto Velázquez García 51 PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 8(1). 2010 ISSN 1695-7121 era un momento de severa crisis económica para el pueblo y la región en general. La principal actividad productiva de la zona, la minería, tenía ya varios años cerrada debi-do a inundaciones, falta de inversión y con-flictos políticos (la Revolución Mexicana). El centro de la localidad, antes habitado por una pudiente clase propietaria, se en-contraba parcialmente desmantelado. Los antiguos dueños de las minas habían aban-donado las que fueron lujosas residencias; la ciudad de Álamos, que se había distin-guido en sus mejores momentos por la in-tensa actividad cultural y económica, era un recuerdo. El primer residente del grupo Nortea-mericanos que llegó a Álamos (que lo re-descubrió para ellos cuando parecía ser un lugar que había desaparecido), era una persona con una modesta fortuna personal. Esto le permitió comprar diversas propie-dades del centro de la localidad que se en-contraban deshabitadas y parcialmente destruidas. La intención del norteamerica-no al adquirir los terrenos, era restaurar y vender las residencias; él mismo apartó una para su uso. La belleza del lugar y la atinada decisión del nuevo dueño sobre respetar las fachadas y estilos originales de las edificaciones pronto atrajeron a diversos compradores de su mismo país de origen. Esos comenzaron a comprar las residencias para usarlas como sitio de descanso en las épocas de frío en Estados Unidos (Clausen, 2009). La intención original del fundador de la comunidad por edificar una zona de des-canso definió, en parte, el origen económico de los compradores y nuevos pobladores: estadounidenses que poseían los recursos económicos para adquirir, sostener, reparar y transportarse a un país distinto, aunque ese se localizara a medio día de viaje en automóvil. Entonces este grupo de migran-tes siempre ha sido compuesto por indivi-duos con recursos económicos, lo suficien-temente altos como para mantener al me-nos dos viviendas; la de Estados Unidos y la de México. Algunos de ellos, han sido personas notablemente acaudaladas. Por ejemplo en Álamos vivió por muchos años el dueño de la empresa Hershey´s. Esto se refleja en datos sobre la población actual: dos terceras partes pertenece a la clase media en los Estados Unidos. Entre los norteamericanos que se asen-taron en Álamos ha habido un porcentaje importante de jubilados, todos ellos, con fondos para sostener su estancia sin la ne-cesidad de trabajar. Sin embargo muchos de los nuevos miembros de este grupo pro-vienen de clases medias, lo que significa, que han tenido trabajos bien remunerados durante su carrera o profesión. Estos últi-mos basan parte de su decisión de emigrar a esta comunidad mexicana en un cálculo racional relacionado al uso de sus ahorros: el mismo dinero les permitirá vivir en México una casa más lujosa y con menos gastos (en impuestos, mantenimiento y gastos corrientes) que los que tendrían en Estados Unidos. Esto, debido a la conver-sión del dólar al peso que por muchos años se ubicó 1 a 10. (Bourdieu, 2003). La considerable diferencia de recursos entre los estadounidenses que arribaron a Álamos y la gran mayoría de los mexicanos que residían en esta ciudad, marca una distancia notable en las capacidades de ambos grupos para decidir, en primer lu-gar, el lugar de residencia. Como explicó Bourdieu el capital económico, (sin tener una preeminencia a la usanza de las postu-ras marxistas), resulta fundamental para la elección, entre otras cosas, de los estilos de vida. Así, mientras los residentes recién llegados escogían este lugar como zona de descanso, los mexicanos tenían que seguir migrando a los Estados Unidos como traba-jadores temporales. Para las familias mexi-canas la venta de lotes de las viejas propie-dades asentadas en la zona central del pueblo se convirtió por un tiempo en una forma de conseguir un dinero extra. Las casas que vendían, muchas veces, estaban ya deshabitados o en condiciones tales que la reparación excedía los recursos con que contaban los mexicanos para renovarlas. Con esto, la actividad económica co-menzó a girar, primero, alrededor de la restauración y construcción de las vivien-das de los norteamericanos. Estos se con-virtieron en el principal grupo empleador de mano de obra; albañiles, carpinteros, pintores, pero también trabajadores domés-ticos y jardineros comenzaron a ser solici-tados. Posteriormente con el inicio de nego-cios abiertos por los estadounidenses, va-rios mexicanos comenzaron a ser contrata-dos para trabajar en los hoteles y restau- 52 La posición social y espacial en una ciudad turística… PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 8(1). 2010 ISSN 1695-7121 rantes. Con estos, el capital norteamericano de los recién llegados los colocó en una po-sición decisiva, pues no sólo adquirieron la mayor parte de la zona histórica de Álamos, sino que comenzaron a ser cruciales para el sostenimiento de los pocos empleos que existían a nivel local. Capital cultural La comunidad norteamericana, que como ya dijimos, proviene de clases medias y medias altas de su país de origen, refleja algunas de las características culturales de este grupo. Destacamos las relacionadas a la obtención de títulos universitarios. Así por ejemplo, la mayoría de ellos cuenta con estudios superiores o preparación especiali-zada en estudios técnicos específicos. Otra coincidencia se produce en sus preferencias culturales, esta es la descrita por Bourdieu como la que caracteriza a los miembros de la “alta cultura”; es decir, el gusto por la pintura y la música llamada “clásica”. La organización del festival cultural Alfonso Ortiz Tirado en Álamos está relacionado con ello. Estas actividades corresponden a las actividades que las clases medias y al-tas norteamericanas consideran como las propias de clases altas y educadas. Pero no sólo esto, la homogénea prepara-ción académica de la mayoría de los nor-teamericanos de este grupo les permite compartir una serie de valores y gustos. Mismos que explican, en parte, su decisión de vivir en México. Todos ellos cambiaron su lugar de residencia buscando lo que ellos mismos denominaban como “lo mexicano auténtico” esto era definido por una serie de características: el pueblo está ubicado al pie de montañas fértiles, una zona de casas estilo colonial, un clima agradable la mayor parte de año y una sola carretera que lleva a la localidad (Clausen, 2009). El centro de la localidad y los barrios de la comunidad norteamericana cuentan con calles de te-rracería bordeadas por grandes palmeras. Las casas, son mansiones de paredes blan-cas y enormes portones de madera, con patios y jardines sembrados con árboles frutales y flores diversas, además de fuen-tes adornadas, albercas y cuartos con piso de azulejo. El tipo de arquitectura no sólo recuerda los tiempos mexicanos coloniales, sino da una sensación de privacidad y ex-clusividad. Es de mencionar que la reconstrucción de las inmuebles no buscó la reproducción exacta del original (construido un siglo atrás), sino es más bien un estilo colonial mexicano inventado por los mismos esta-dounidenses. Aunque en muchos casos las viviendas conservaron las fachadas primi-genias (conocidas gracias a fotográficas o dibujos) el resto del edificio, que ya no existía en el momento de la re-construcción, fue hecho según los deseos de su nuevo dueño. Para el momento en que hicimos la investigación Álamos era la única ciudad dentro del Estado de Sonora que renovó y conservó su centro histórico; esto en gran parte gracias a la comunidad de estadouni-denses (Clausen, 2009). Como decíamos, la migración de los nor-teamericanos a México se debe a preferen-cias culturales, pero no sólo sobre las carac-terísticas del lugar de vivienda, sino tam-bién por compartir un tipo particular de “contra cultura”. Los mismos miembros del grupo de migrantes la definen así: cuando el resto de su sociedad de origen ve con preocupación el aumento de migración mexicana hacia su país, la situación de violencia por el narcotráfico y los secuestros que suceden en México este grupo decide hacer el viaje en dirección contraria. Esto último parece estar relacionado a una tradición norteamericana de conquista de nuevos lugares, una suerte de “lejano Oes-te”. El cual, ahora ya no está por colonizar-se dentro del territorio norteamericano sino en una zona que reúne, frente a sus ojos, algunas de las características que hacen romántica esa vieja exploración: un lugar salvaje, fuera de la ley, primitivo. Es decir, esta parte de México. Para este grupo la experiencia migratoria está íntimamente vinculada con un estereo-tipo creado alrededor de lo que significa el país de destino. La idea de “lo mexicano auténtico” se concretiza en este pueblo en particular, por lo que vivir en él significa una importante mejora en su calidad de vida y el conseguir cierto tipo de experien-cias ligadas a la aventura. Como se ve ex-presado en esa cita: “It [the village] has magic, nature and fabu-lous people (…) I felt that this specific place could offer me an alternative…” (1) Es importante notar que esta idea sobre lo mexicano fue construida en Estados Uni- Helene Balslev Clausen y Mario Alberto Velázquez García 53 PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 8(1). 2010 ISSN 1695-7121 dos, y que no podía ser realizada allí sino únicamente en ciertos lugares de este otro país (Clausen, 2009). La idea sobre lo mexi-cano auténtico se relaciona a la tranquili-dad y el tamaño del pueblo. Esto resulta importante para los miembros de este gru-po, que escogieron este lugar y no otros donde existen otras ciudades con importan-tes flujos de migrantes norteamericanos (México es el país con la mayor colonia de estadounidenses fuera de su propio país). Para los habitantes de Álamos, colectivida-des norteamericanas como las que viven en Cuernavaca en el Estado de Morelos, o San Miguel Allende en el Estado de Guanajuato son demasiado grandes. La respuesta de la gran mayoría de los entrevistados a este respecto se puede resumir en las siguientes citas: “I could realize some of my dreams here (…) this place has a certain magic …” Y, “What I like about [the village] is that people know you its not like a big city but more as a small city (...) it’s a good thing and it’s a bad thing [about the village being a small city] because they also know your business ...” (18). Entonces, a nadie dentro de la comunidad estadounidense le interesa vivir dentro de los grandes grupos de norteamericanos que ya existen en México, sino en un lugar pe-queño, donde todos los miembros se cono-cen al menos de vista. Otro aspecto men-cionado por ellos, es que en Álamos todo lo que necesitan está cerca; pueden ir a pie. Sin embargo, eso no significa que los esta-dounidenses caminen a todas partes, al contrario, siempre van al centro, a los cafés, a las ganchas de tenis, o a visitar a los de-más en sus camionetas o carros; esto es así, aunque las distancias no sean superiores a unas cuantas cuadras. Respecto a esto lo que resulta interesante es mostrar que todos ellos comparten la percepción de que caminar, o la posibilidad de hacerlo, es cen-tral. Como apunta Barth (1969) no siempre existe correspondencia entre lo dicho y las actuaciones, pero la interpretación que los individuos dan a sus propios actos es reve-lador. Por otra parte, entre los norteamericanos un importante componente de su capital cultural está en el sentido de pertenencia al mismo Estado -Nación. Existe entre ellos una fuerte coincidencia sobre alguno de los valores que consideran primordiales como la honestidad, la franqueza, su laboriosidad y confiabilidad. Para ellos, todos estos rela-cionados con la esencia de “ser norteameri-cano”. Al mismo tiempo, existe un común rechazo a algunos de los problemas que relacionan con la vida moderna en su pro-pio país de origen como la inseguridad, desconfianza, el egoísmo y el espíritu de comunidad. Estos valores y preocupaciones han sido incorporadas como esenciales en la construcción de la nueva identidad (Clau-sen, 2009). En contraste a la definición sobre lo que es “ser norteamericano”, los habitantes de la localidad, como parte de lo mexicano autén-tico, son percibidos como personas amables, tranquilas con muchos valores religiosos y comunitarios. Pero al mismo tiempo, los estadounidenses hacen bromas y burlas sobre los mexicanos, por su falta de organi-zación entre ellos, el poco desarrollo econó-mico de una zona con tanto potencial (según su punto de vista) y en general por lo que perciben como la ociosidad de los que habitan este país (Clausen, 2009). A pesar de esto, este grupo se sienten bien recibidos y con ningún riesgo a su seguridad. En general ellos consideran que: “Here [the village] the respect for women and elder people still exists…” (23) A los migrantes norteamericanos no les interesa particularmente integrase a la población mexicana, sino realizar su sueño sobre lo que para ellos es “lo mexicano auténtico”. Esto parece poder explicarse con la propuesta de Bourdieu: las diferencias en los gustos, hábitos y prácticas entre los miembros del grupo estadounidense y mexicano (sin importar si son reales o no) son utilizados por conservar las distancias y justificarlas. Capital social Como lo demostró Bourdieu, el contar con una serie de redes y relaciones sociales es uno de las tipos más significativos de capital, no tanto en la definición del lugar que se ocupa en el espacio social, sino en la manera de colocarse dentro del grupo al que se pertenece o, en este caso, la forma en que un grupo se relaciona con los demás estratos o clases (Bourdieu, 1977). La población norteamericana asentada 54 La posición social y espacial en una ciudad turística… PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 8(1). 2010 ISSN 1695-7121 en Álamos proviene de uno de los sectores sociales más habituados a reproducir una de las características históricas de su socie-dad de origen: el asociacionismo. Estos mi-grantes han creado diversos medios de in-tercambio, apoyo y contacto entre sus miembros, mismas que son construidas desde el momento en que nuevos residentes llegan. Así, cada nuevo residente es recibi-do por un “comité de recepción” que les obsequia una canasta con presentes. Entre estos regalos se encuentra una agenda que contiene no sólo los números telefónicos de los servicios municipales básicos (emergen-cias, municipio, luz, agua etcétera), sino mas importante, todos los teléfonos de los miembros de la comunidad estadounidense. La bienvenida incluye una fiesta o reunión en la que los nuevos residentes tienen la oportunidad de conocer a todos el grupo. Como lo explicó Bourdieu el capital so-cial necesita de una constante y continua afirmación y contacto para persistir. En el caso de este grupo, este contacto se produce no sólo por medio de las frecuentes visitas de uno a otro de los miembros, las llamadas telefónicas y otras prácticas de cortesía social, sino también porque la mayoría de ellos acuden regularmente a lugares públi-cos donde acuden a otros miembros de la comunidad como restaurantes, cafés y ga-lerías. Así mismo, el grupo de estadounidenses utiliza las nuevas tecnologías para fortale-cer sus redes internas. El grupo creó una red de comunicación denominada “noticias del grupo” (newsgroup). La pertenencia a esta colectividad virtual sólo está disponi-ble para los residentes estadounidenses de Álamos; cada nuevo miembro recibe la cla-ve que le permite ingresar (Clausen, 2009). Esta red funciona como un identificador interno y un importante flujo de informa-ción; este es el único lugar donde se anun-cian ciertas ofertas para los restaurantes (de dueños estadounidenses), eventos y otros. Por ejemplo los conciertos de música clásica en el exclusivo hotel Santos sólo se anuncian dentro del newsgroup. Esta red también es utilizada para solicitar favores entre ellos, sobre todo para encargar com-pras o envíos: si alguno de los miembros de la colectividad ha decidido viajar a los Es-tados Unidos lo anuncia dentro del news-group y otros del grupo pueden aprovechar el viaje y pedir que recoja o compre cosas. Esta agrupación virtual no es excluye frente a otros tipos de relación comunal, más bien las complementa. Como lo había explicado Bourdieu las distintas redes en un mismo grupo pueden ayudar a cimentar y fortalecer las relaciones entre sus miem-bros Capital simbólico El capital simbólico fue definido por Bourdieu como los rituales ligados a ocupar ciertas jerarquías o posiciones sociales. Este tipo de capital, al igual que las otras, está presente en esta comunidad como en cualquier otra. Estas reglas de etiqueta, tienden a cristalizarse en códigos de honor y reglas de buen comportamiento que bus-can diferenciar al grupo de los otros. Estos comportamientos no sólo tienen funciones prácticas, sino marcar las “ventajas” o “su-perioridades” de un grupo frente al otro. Así, las reglas de etiqueta no sólo dictan el cómo vestir sino que evidencian las caren-cias de los que no las conocen y les recuerda su condición de no miembros. En el caso de esta población los rituales más visibles no son los de vestido sino el cuidado de las zonas habitadas por cada grupo. El grupo norteamericano realiza prácticas de mantenimiento de sus casas que los distinguen claramente de lo que hacen por sus viviendas los mexicanos. Así, en las zonas donde residen estos nuevos pobladores existe un continuo cuidado por la limpieza y el buen estado de los inmue-bles; las viviendas son continuamente re-pintadas, los jardines externos e internos son cuidados cotidianamente por un jardi-nero. Dado que existen residencias con por-tales que pueden ser abiertos parcialmente en la parte de arriba, los transeúntes pue-den contemplar el cuidado con el que son conservadas las zonas internas, principal-mente los patios. Igualmente, las calles son continuamente barridas por lo que no exis-te basura visible. Esto contrasta fuerte-mente con lo que se puede observar en las zonas habitadas por los mexicanos. Muchos ellos, personas de escasos recursos y mi-grantes periódicos, viven en edificaciones no-terminadas, la mayoría sin muchas pre-tensiones arquitectónicas. Las calles gene-ralmente están sucias y descuidadas; el pavimento (donde existe) presenta agujeros Helene Balslev Clausen y Mario Alberto Velázquez García 55 PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 8(1). 2010 ISSN 1695-7121 o coladeras sin tapa. Estos comportamien-tos diferenciados presentan a los estadou-nideses frente al otro, en este caso los mexicanos, como una colectividad compues-ta por personas ordenadas, cuidadosas y trabajadoras. Otro código muy distinto pero también significativo en este grupo particular es el énfasis puesto en la ayudar a los otros. Los miembros de la comunidad norteamericana, en su mayoría, ejercen diferentes prácticas de servicio hacia los demás miembros de su grupo, desde el apoyo a los negocios opera-dos por otros compatriotas asistiendo con-tinuamente a consumir en ellos, hasta la ya mencionada labor de traer encargos desde los Estados Unidos. Pero también otros como asistir en trámites y negociaciones con las autoridades o negocios mexicanos a los norteamericanos que no hablan el espa-ñol. Es de mencionar que este código de ayu-da no sólo es aplicado hacia el interior de este grupo. La mayoría de los que estadou-nidenses residentes en Álamos también realizan esfuerzos por mejorar la situación de la población mexicana. Con este fin, los estadounidenses han fundado organizacio-nes dedicadas específicamente a la asisten-cia de grupos vulnerables como estudiantes de escasos recursos y madres solteras (Clausen, 2009). Sin embargo, como lo de-muestra el trabajo de Bourdieu pero parti-cularmente el trabajo de Salamon y Anhei-er (1998) las organizaciones civiles de este tipo no sólo sirven para ayudar a los grupos vulnerables sino también para generar legitimidad hacia las elites que las fundan. En el caso de la población estadounidense que vive en Álamos, las organizaciones de asistencia disminuyen la posibilidad de un creciente sentimiento de injustica de parte de los mexicanos hacia este grupo por haberse apropiado del viejo centro históri-co. Los migrantes, consideran que el fun-cionamiento de estos grupos es una forma de “retribuir” a los mexicanos por dejarlos vivir en su pueblo. Un pueblo mexicano creado por norteame-ricanos Como hemos dicho, los estadounidenses llegaron al pueblo buscando para ellos mismos concretar una idea sobre su lugar ideal para vivir que ellos nombran como lo mexicano auténtico. Como dijimos, esto significó la restauración de una vieja zona residencial en el centro (ocupada décadas atrás por una elite mexicana que había emigrado del pueblo décadas atrás). Es importante mencionar, que en este momen-to fundacional de este grupo en el pueblo, no existía la intención de crear una zona turística1 sino una nueva área residencial permanente; una que reunía ciertas carac-terísticas ya mencionadas. No obstante lo anterior, la belleza de las casas y del entorno, comenzó a convertir al pueblo en un sitio atractivo para estadou-nidenses no necesariamente interesados en mudarse a él. En un principio, muchos de los visitantes eran familiares o conocidos que acudían invitados por los mismos resi-dentes a conocer su nueva casa. La crecien-te cantidad de norteamericanos interesados en visitar el pueblo hizo a los migrantes ser conscientes del potencial turístico del lugar. Ante ello, estos comenzaron a promocionar al pueblo por medios electrónicos, agencias de viajes e inmobiliarias en Estados Uni-dos. En las décadas de los ochenta y noven-ta comenzaron a abrirse hoteles, restauran-tes y otros servicios como el flete de camio-nes que transportaran a los visitantes des-de sus ciudades en Norteamérica. Es importante resaltar cómo la nueva vocación turística de este pueblo está direc-tamente relacionada a la presencia de esta colectividad de norteamericanos. Los mexi-canos residentes, concentraban sus activi-dades económicas en la agricultura, el pe-queño comercio o el trabajo cíclico como migrantes en Estados Unidos. Pero no sólo es la presencia, sino los recursos financie-ros y de conocimiento sobre la promoción turística lo que hizo crecer esta actividad por parte de los estadounidenses. El control de los distintos capitales (económicos, cul-turales y simbólicos) respecto al desarrollo de esta nueva actividad productiva les permitió definir según sus propios intereses y gustos las características que tendría esta nueva empresa económica; no sólo delimi-taron lo que resulta atractivo (las casas que ellos operan) sino lo que representa estar en un pueblo mexicano. Por ejemplo, los hoteles de estadounidenses contrataron a pobladores para que vendieran prendas y artesanías “mexicanas” (no usadas real- 56 La posición social y espacial en una ciudad turística… PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 8(1). 2010 ISSN 1695-7121 mente por la población original de esta zo-na sino de otras regiones de México como Oaxaca y Chiapas); ofrecieron representa-ciones de bailes regionales (esos sí carac-terísticos de esta zona) como parte del en-tretenimiento nocturno de algunos de los hoteles y promovieron la formación de agrupaciones musicales llamadas “estu-diantinas” (al igual que en el caso de las artesanía no se trata de tradiciones cultu-rales de esta zona del país, sino Guanajuato y Querétaro). Un pueblo mágico re-creado por mexicanos Aunque la mayoría de los miembros de la elite local mexicana local habían emigra-do del pueblo décadas atrás algunos de ellos permanecían ahí. Las actividades pro-ductivas de este grupo no estaban orienta-das hacia el turismo, pero en la nueva co-yuntura buscaron participar en la redefini-ción económica de su ciudad. Una de las vías para lograrlo fue su participación en la política. Las autoridades municipales elec-tas a inicios del siglo veintiuno, eran enca-bezadas por el heredero de una de las fami-lias más ricas, no sólo del pueblo, sino de todo el Estado de Sonora. Las autoridades locales en México tie-nen entre sus funciones definir el plan de desarrollo local y el otorgamiento de todos los permisos para el funcionamiento de las distintas actividades productivas, incluidas las turísticas. Esto significaba que la co-munidad de norteamericanos requería ne-cesariamente establecer acuerdos con este nivel de gobierno para poder sostener sus negocios. Dado que los migrantes en México no pueden ocupar cargos públicos, los esta-dounidenses no tenían este tipo de poder político (Clausen, 2008). Estas circunstancias fueron aprovecha-das por las elites mexicanas para participar en la negociación de las características es-pecíficas del desarrollo que estaba tomando el pueblo. Uno de los mecanismos concretos para ello, fue institucionalizar la nueva actividad económica por medio de un pro-grama federal de apoyo a zonas turísticas denominado “Pueblos Mágicos”. Este pro-yecto, otorga recursos financieros a pueblos que reúnen ciertas características colonia-les para consolidar su potencial turístico. La inscripción del pueblo en este programa, le proporcionaría un papel central a las autoridades (y a la población mexicana), en la definición de su desarrollo. En términos de Bourdieu, la importan-cia de la inscripción de esta localidad en el programa de Pueblos Mágicos es que otor-gaba dos fuentes de capitales para la auto-ridad mexicana frente al grupo de estadou-nidenses. Primero, como capital cultural que le da reconocimiento institucional a las definiciones de desarrollo que las autorida-des locales generen. Segundo, le otorga capital simbólico al proyecto turístico, esta vez encabezado por las autoridades mexi-canas, dándole un reconocimiento político. Esta suma de capitales resulta importante pues como hemos resaltado a lo largo del artículo, la colectividad norteamericana tiene una suma de capitales que les coloca-ba en una posición predominante dándoles la posibilidad de tener un papel decisivo en diversas decisiones centrales en el desarro-llo del pueblo, como el tipo de actividad turística y las características de la misma. Sin embargo, la inscripción en el programa Pueblos Mágicos hacía posible que la defi-nición de lo que representa “lo mexicano auténtico” ya no estaba sólo dada por la idea que sobre ello tenían los norteameri-canos, sino por directrices sobre los pueblos coloniales definidas desde la autoridad fe-deral mexicana y que debían ser avaladas por las autoridades locales (Clausen, 2009). Las disputas por definir un lugar turístico El que la población norteamericana y las autoridades mexicanas compartieran res-ponsabilidades en la definición del desarro-llo que se produciría no está exento de dis-putas. Todo lo contrario, ambos grupos bus-caban hacer que sus propias ideas a este respecto prevalecieran. Esta diferencia de opinión responde tanto a los capitales económicos como simbólicos de ambos gru-pos. Para los norteamericanos el mantener la creciente actividad turística depende de que el lugar conserve las características de pueblo pequeño y pintoresco, alejado de las características de lo que define a las ciuda-des como el ruido, tráfico, grandes multitu-des o cadenas comerciales grandes y trans-nacionales como MacDonalds, Starbuck o Wall-Mart; es decir, se conserve como lo Helene Balslev Clausen y Mario Alberto Velázquez García 57 PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 8(1). 2010 ISSN 1695-7121 que ellos definieron como un lo “mexicano auténtico”. Para este grupo, la presencia de este tipo de establecimientos no represen-taría ningún beneficio práctico importante, dado que una buena parte de los productos que utilizan los adquieren en grandes can-tidades en Estados Unidos o los adquieren en un centro comercial localizado en la loca-lidad más cercana al pueblo a 50 kilómetros de ahí. La oposición de este grupo a estos establecimientos no se queda únicamente en una opinión sino en acciones concretas como la negociación con las autoridades mexicanas y las mismas cadenas norteame-ricanas para que no abran sucursales en el pueblo. Lo anterior no puede ser visto como un intento de los estadounidenses por impedir el crecimiento del pueblo, todo lo contrario, este grupo ha tenido un papel fundamental en el desarrollo de esta ciudad; la incipiente economía local ha florecido en gran parte, por sus negocios. Miembros de este grupo son los dueños de la mayoría de comercios, lo que ha generado una gran cantidad de empleos. Como ya dijimos, estos migrantes también son los fundadores de cuatro orga-nizaciones civiles dedicadas a apoyar a grupos de escasos recursos. En contraste, una parte significativa de la población mexicana está interesada en la apertura de este tipo de establecimientos, pues consideran que su presencia sería una manifestación importante de que ha co-menzado a producirse el desarrollo de esta localidad. Esto no sólo en términos de capi-tal simbólico, sino por razones prácticas; muchos de ellos no cuentan con un carro propio que les permita trasladarse frecuen-temente 50 kilómetros fuera de su pueblo para adquirir ciertos productos. El desarro-llo que ha llegado al pueblo con nuevos empleos y una actividad económica crecien-te no se traduce en una mejora en este as-pecto de su vida cotidiana. Conclusiones A lo largo de este trabajo hemos dado ele-mentos que corroboran nuestra idea de partida, respecto a la transformación que sufren las prácticas cotidianas, los lugares y las referencias culturales dentro de co-munidades que adoptan el turismo como actividad económica predominante. Pero más significativo que ello, mostrarnos la importancia que desempeña en este cambio la suma de capitales que los diferentes gru-pos disponen en su interés por definir la forma específica que tomara la nueva acti-vidad productiva. Esto significa entre otras cosas que la posición social, el estatus y el rol de los grupos dentro de una región turística no está dado únicamente por el poder económico, sino que como lo muestra Bourdieu, por las constantes negociaciones, reconstrucciones y disputas que los grupos tienen cotidianamente. En este caso específico, tratamos el caso de un grupo de migrantes estadounidenses que se instalan a vivir en una pequeña lo-calidad mexicana. Este grupo contaba con una cantidad relativamente mayor de capi-tales económicos, culturales y simbólicos que el grupo mexicano ya instalado ahí. El que este grupo tuviera una diferencia a su favor de estos capitales, les permitió decidir el tipo de viviendas e incluso el “ambiente” cultural del lugar que ellos denominaron como “lo mexicano auténtico”. Pero no sólo ello, también re-definieron diversas prácti-cas del pueblo tanto en cuestiones económi-cas (el crecimiento de las actividades ter-ciarias), simbólicas (la revalorización de una zona del pueblo que había sido par-cialmente abandonada) y culturales (la construcción de una particular idea sobre lo que significa vivir en México, lo que incluso representaba la importación de prácticas culturales de otras zonas de este país). Ante esto la población mexicana buscó caminos para re-negociar su posición y su derecho a definir lo que sucedería con su propio pueblo. Un medio para hacer esto, fue la institucionalización del turismo como una práctica sancionada por el gobierno local, con ello, convertían a un proyecto iniciado por empresarios privados (nortea-mericanos) en un asunto público en el cual tenía una voz los pobladores autóctonos. En resumen, el modelo de sociedad de Bourdieu, compuesto por la suma de capita-les de los distintos grupos que componen una sociedad, es al mismo tiempo dinámico y estático. La sociedad está estructurada en tanto existen jerarquías nucleadas en una distribución desigual de los distintos tipos de capital, pero al mismo tiempo, está en constante cambio pues cada grupo o agente individual tiene la capacidad de desarrollar 58 La posición social y espacial en una ciudad turística… PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 8(1). 2010 ISSN 1695-7121 trayectorias sociales diferenciadas que los pueden re-ubicar en el espacio social. En este sentido, nuestro estudio demuestra que la sociedad no es un lugar exclusiva-mente de conflicto o estabilidad, sino una mezcla de ambos. Esto hace de la sociedad un complejo campo de relaciones sociales en constante reestructuración. Bibliografía Barth Fredrik 1969 Ethnic Groups and Boundaries. The Social Organization of Culture Differ-ence. Boston: Little Brown and Compa-ny. Bianchi Raoul 2003 “Place ando Power in tourism devel-opment: tracing the complex articula-tions of community and locality”, Pasos. Revista de turismo y patromonio cultu-ral, España, Vol. 1, No. 1, pp. 13-32. Bechelloni Giovanni 1977 “Introducción a la edición italiana” en la Bourdieu, Pierre y Jean-Claude Pas-seron. La reproducción. Bourdieu, Pierre, 1987 “Los tres estados del capital cultural”, Revista Sociológica, año dos, número cinco, otoño, Universidad Autónoma Me-tropolitana. Bourdieu, Pierre 1991 El sentido práctico. Madrid: Taurus. Bourdieu, Pierre 1998 Practical Reason. 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Notas 1 Es decir, no se trata de la planificación de un futuro desarrollo turístico como es el caso de Cancún, en Quintana Roo, México. Una ciudad creada explícitamente para convertirse en un polo de esta actividad. Recibido: Reenviado: 19/04/2008 12/08/2009 Aceptado: 30/09/2009 Sometido a evaluación por pares anónimos |
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