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Vol. 2 Nº 1 págs. 85-100. 2004 www.pasosonline.org © PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural. ISSN 1695-7121 El Confital (Gran Canaria): una prospección etnográfica Paulo González † Universidad Rovira i Virgili, Grup de Farmacología Urbana Resumo: Este trabajo forma parte de un proyecto de investigación sobre movimientos sociales en las Islas Canarias aun en realización. Desde una perspectiva política y relacional indaga en el proceso de desalojo que se encuentran viviendo algunos grupos categorizados como poblaciones marginales de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria. El desplazamiento y reubicación de los grupos estigmatizados es derivado de las actividades especulativas relacionadas con elementos macrosociales como es el turismo, factor preponderante en la economía del archipiélago. De esta forma este estudio analiza las relaciones de poder articulando las representaciones sociales de los grupos con los discursos y prácticas de los mismos. Así mismo, el estudio diacrónico permite reconstruir las trayectorias sociales de los individuos y del barrio como miembro social activo, más concretamente en las movilizaciones sociales que éste ha generado. Este es un estudio etnográfico que implementa técnicas combinadas de entrevistas semidirigidas y observación participante. Palavras chaves: Desalojo; Marginación social; Ciudad; Turismo; Economía; Movilización social. Abstract: This paper belongs to an ongoing investigation about social movements in Canary Islands. From a politic and relational approach this line researches in the re-colocating process of marginal groups in the city of Las Palmas de Gran Canaria. This process is derivated from speculated actions related to macrosocial elements as turism. Thus, this paper analyzes power relations articulating social representations with discurses and practices of the group. Also, the diacronic perspective allows to re-construct social trajectories from subjects and the quarter like an active social member in social movili-zation process. This is an ethographic research that implements combined qualitative techniques guided interviews and participant observation. Keywords: Eviction; Social alienation; City; Turism; Economy; Social movement † E-mail: paulperrimo@hotmail.com 86 El Confital (Gran Canaria): una prospección etnográfica Introducción La ciudad de Las Palmas de Gran Cana-ria vive un momento de cambio relacionado con diferentes dinámicas sociales que se manifiestan en desplazamientos poblacio-nales dictados por las políticas públicas. En verano de 2003 la situación de grupos humanos que residen en barriadas chabo-listas es incierta lo que está provocando diversas consecuencias para éstos. Este estudio profundiza en estas dinámicas y revela las experiencias de estos actores sociales, normalmente asociadas a consumo de drogas y marginación, como es el caso del barrio del Confital. Este trabajo muestra que la representa-ción social negativa de esta barriada res-ponde a intereses de la hegemonía socio-política de la ciudad de Las Palmas de G.C. Tal representación no está constituida en su base por la consecución de dichos inter-eses sino por problemas sociales a veces muy difíciles de superar por parte de los implicados en tal construcción. Es en esta articulación de los problemas que afectan a unos y los intereses que mueven a otros, que se construye la representación social del fenómeno, que perdura en el contexto sociocultural y que irá orientando la parti-cipación y prácticas de los ciudadanos en una determinada construcción social de la realidad (Berger y Luckman, 1988). En este caso, como en muchos otros, en el que exis-te una relación con sustancias farmacológi-cas ilegales, es el modelo dominante surgi-do de esta construcción social el que orienta con más fuerza la intervención socio-política en las barriadas de chabolas y en los procesos de integración social de los grupos que en ellas cohabitan. Hemos adoptado una perspectiva en la que el barrio no quedara excluido del con-texto total de la ciudad sino registrar el momento de transformación urbanística que esta viviendo la ciudad de Las Palmas en su relación con el espacio donde se erige este núcleo de chabolas, así cómo lo que refiere a los contingentes de chabolistas y su nueva ubicación. Por añadidura, estos movimientos de poblaciones, normalmente hacia la periferia de las ciudades, no sólo tienen repercusiones para los que son des-territorializados sino para aquellos agentes sociales que comienzan a funcionar como grupo de acogida. Se ha optado por una exposición del ma-terial recogido en las entrevistas y en las observaciones por temas separados, pre-viamente de una aproximación geográfica y urbanística, de la barriada1. Aproximación El barrio del Confital se sitúa en el norte de la isla de Gran Canaria, concretamente en el litoral de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, en la zona llamada La Isle-ta. Éste toma el nombre de la bahía que forma junto con La playa de Las Canteras, “La bahía del Confital”. La isla consta de un istmo de arena, que en épocas de ma-reas grandes separaba La Isleta - por lo que recibe el nombre -, sobre el que se constru-yó la ciudad cuando comenzó a crecer, a partir del primer cuarto del siglo XX. Hoy en día, el istmo es un conglomerado de edi-ficios, casas, naves industriales y gruas, que une con la anteriormente citada Isleta, delimitada como zona militar, (con alam-brada incluida) y con el puerto, ya muy diferente de lo que era, a causa de su con-versión como importante escala comercial entre Europa y América. La población del barrio es proletaria con bajo nivel cultural. En su mayoría se dedican a trabajar fuera del barrio como pintores, algún albañil. La situación del barrio ofrece al residente la oportunidad de hacer algo que no se puede hacer en otras partes de la ciudad, activi-dades que terminan creando una diferen-cia, algo que nos comenta un informante: “Yo nací en la calle Luján Perez (La Isle-ta) y hará unos 41, 42 años que me fui pa´l Confital, estuve allí atrás viviendo un fleje de años, luego pegué a trabajar atrás en la factoría de salazones y allí me pegué toda la juventud como quien dice hasta ahora, 56 años y ahí metío hasta ahora mismo que llevo en el confital, y aquello es…, que te voy a decir yo, un mundo distinto al de afuera, se vive tranquilamente, estás a tu aire, no es igual que en la capital porque la capital es,… allí puedes estar tranquila-mente, tú con tus bermudas, tu pantalonci-to corto, tus bañitos, irte a pescar, porque es un sitio de pesca, te pasas un buen ra-to… si no quieres pescar, te vas a la- Paulo González 87 piar,(coger lapas)… tus asaderos con un par de amigos y lo pasas de puta madre… lo que hay allí es... En la capital, estás fatal, pacá, pallá,…como hecho porvo,… por lo menos allí te distraes,… vas a pescar te pasas el día pescando o se juntan par de amigos, ¿te tomas un par de copitas? Ven-ga,… te pones a jugar a la baraja, al domi-no , pasamos el rato, y así es la vida, tran-quilidad, tranquilitos, … no es como aquí en la capital, aquí es un desastre, no sabes ni pa´ donde ir, aquello es un mundo distin-to que fuera…” La playa de Las Canteras, tan unida al Confital - y al mismo tiempo tan separada-con su correspondiente avenida, se puede interpretar como el “desastre”, “la capital”, a la que hace referencia el informante. En esta zona se ha generado en cuestión de tres décadas un circuito importante para la economía de la ciudad, creando a su vez una preocupación estética reafirmada con la reciente construcción del Auditorio Al-fredo Kraus, símbolo de la “nueva” burgue-sía en el poder. Contemplando las transformaciones so-cioeconómicas que provoca la llegada del turismo de masas a las islas, existe una “tendencia a la homogeneización de la vida social,(...) que para muchos autores signifi-ca la victoria de lo racional, lo manipulati-vo, lo impersonal y lo individualista sobre lo simbólico, lo emotivo, lo personal y lo colectivo”(Galván 1987:34). Algo que se traduce de forma concreta en los desalojos de población pertenecientes a clases socia-les más desfavorecidas. La revalorización del suelo en la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria provoca procesos de especu-lación importantes que permiten entrever algunas tramas políticas. Este es el lugar donde el Barrio del Confital juega su papel en relación con el resto de la ciudad. El terreno sobre el que están construidas las chabolas pertenece a familias terratenien-tes, por lo tanto nos referimos a asenta-mientos poblacionales en terrenos ocupados de forma ilegal. La existencia de las “Cue-vas de los Canarios”, asentamiento abori-gen en la zona, problematiza aun más el destino de la zona. Estas cuevas han sido declaradas como Bien de Interés Cultural2, y es uno de los puntos clave para los que los grupos nacionalistas apuesten por la defen-sa de la zona habiendo propuesto para ello una alternativa a la ofrecida por el Ayun-tamiento. Uno de los grupos nacionalistas AMAGA (Alternativa Maga Nacionalista), hacen una clara defensa de la conservación de la memoria del pueblo canario, haciendo una propuesta de tipo museística para las cuevas. Desde hace unos años, este grupo celebra en las “Cuevas de los Canarios”, el Beñesmen, fiesta aborigen donde se recogí-an frutos y que significaba para los pobla-dores prehispánicos el comienzo de un nue-vo año. Ésta se celebraba el 15 de agosto, mitad del año occidental y en ella se reali-zaba la ofrenda ritual al dios Alcorán o Alcorac, según diferentes textos etnohistó-ricos. Este tipo de prácticas llevadas a cabo por este grupo de actores sociales, nos pue-de ayudar a la comprensión del fenómeno que suscita la desaparición de las chabolas y la reconstrucción de la zona, pues, el pro-blema supone la construcción de un hotel en las laderas de la montaña que provoca-ría una grave pérdida relacionada con la necesidad de salvaguardar la memoria co-lectiva del “pueblo” a través de restos ar-queológicos. Otro grupo de carácter independentista, AZARUG, incluidos en el M.L.N.C. (Movi-miento de Liberación Nacional Canario), también actúa en defensa de la zona. Una de las premisas con las que actúan es la valoración negativa del caciquismo en el que se encuentra Canarias actualmente, con el que se debe acabar para que pueda realizarse el proyecto de “Canarias libre y para los canarios”. Apostando por un acti-vismo más cerca de la calle, con pintadas y pegatinas sobre el fenómeno de la desapari-ción- desalojo- reconstrucción de la zona eligen como objetivo “crear una conciencia” de las desigualdades vividas en Canarias a raíz de la conquista, manifestadas en el campo del turismo y la especulación. Otra de las asociaciones que se manifestaron en contra de la construcción del hotel es Ben Magec, un grupo ecologista que junto con los dos anteriormente citados han creado una “Plataforma de Defensa del Confital”. Correspondiente a las movilizaciones socia-les encontramos otra plataforma llamada Iniciativa Ciudadana “El Confital es Nues-tro”, la cual se constituye: “a partir de una inquietud y preocupa-ción por el alcance de la actual política de desarrollo turístico y los desequilibrios me- 88 Consumo e legitimidade na cultura mundializada dioambientales y sociales que ésta provoca en nuestras islas en general y en particular en los pocos espacios libres que quedan en el municipio de Las Palmas de Gran Cana-ria. En nuestro caso, esta Iniciativa Ciuda-dana centra sus actuaciones y sus reivindi-caciones en la oposición total al proyecto de urbanización del entorno de la playa del Confital, uno de los pocos espacios de costa libre aún de construcciones que quedan para disfrute de la población. Así, ajena a cualquier adscripción política o ideológica, y respetuosa con todas, esta Iniciativa sólo busca la actuación de la ciudadanía como sujeto, protagonista y destinataria de cuan-to acontece en una sociedad democrática y participativa”.(extraido del manifiesto El Confital es nuestro, Diario de Canarias) Como podemos observar el fenómeno del Confital, provoca diferentes reaccio-nes entre los habitantes de la ciudad, creando movilizaciones en contra de una especulación cada vez mayor. Por esta razón, los procesos de desalojo aun no han sido llevados a la práctica de forma total. Actualmente el número de chabo-las ha descendido. Durante la última etapa del trabajo de campo quedaban alrededor de 40, debido en parte al “Plan de Erradicación del Chabolismo”, puesto en práctica por el Gobierno en funcio-nes, ofreciendo un paisaje mucho más desolado, en el que todavía puede verse las antiguas marcas que delimitaban el espacio que cada chabola ocupaba. El terreno visto así, crea una fuerte distin-ción entre los dos subgrupos que emer-gen de una lectura un poco más atenta. La delimitación a la que hacemos refe-rencia está constituida por una separa-ción que ha aparecido de forma espontá-nea, posteriormente a la destrucción de chabolas, un claro, un territorio de nadie que ha dejado al descubierto varios pe-queños núcleos de casetas que albergan a los dos subgrupos: los consumidores de heroína y los no consumidores. El Confital se presenta como un “deco-rado” que reproduce en escena un asenta-miento que permite a los residentes sepa-rarse de la ciudad, y de esta forma, estable-cer unas normas sociales diferentes de las que parece crear la ciudad. La no necesidad de cumplir con las expectativas que manda el consenso social se puede interpretar co-mo el eje fundamental para la “elección voluntaria” de residencia en el barrio. Sin embargo, ésta no es una proposición extra-polable a toda la población, ya que como hemos visto y el lector podrá inferir, los datos etnográficos referentes a núcleos de poblaciones “desatendidas” por la adminis-tración, aquellas relacionadas con las acti-vidades más criminalizadas como la prosti-tución, el trapicheo, etc, muestran a un buen número de personas que llegan a adoptar tales prácticas y estilos de vida impulsados por una desrregularización, que sobre todo, empieza por la variable econó-mica, es decir, por no poder mantener una vida normalizada y el consumo de heroína (Pallarés, 1995.) Historia de una ocupación y procedencia dela población Los orígenes de asentamiento humano en el Confital se remonta como hemos visto a los antiguos pobladores de la isla, pero es a partir de la creación de una fabrica de salazón en la primera mitad del siglo XX que se supone de una población fija: “aquello fue un par de puretillas, de pes-cadores, que tenían sus embarcaciones, iban a pescar y que se montaban allí sus tingladillos, sus casetas y luego se fue po-blando cada vez más,… eso en el año 61, 62,... antes había pero salteadas, pocas, … antes era una familia que llamaban los salineros, que tenían las salinas atrás, te-nían su casa pero de piedra,… allá donde están las salinas, pero hoy no están atrás, están todos para fuera, aquí en la isleta hay montones…Ellos se marcharon en el sesen-ta y algo,…pero ahí nacieron , hijos nietos, de todo…”. A los orígenes, se ha de añadir el proceso migratorio interno que sufrió la isla de Gran Canaria en la década de los años 60. Este movimiento provocó la llegada de con-tingentes procedentes del ámbito rural en busca de trabajo en la ciudad. El auge del turismo promovió una demanda del sector servicios en la zona, lo que se tradujo en un éxodo campo- ciudad para el que la ciudad no se encontraba preparada. Muchas de estas personas se instalaron en el Confital a la espera de vivienda en la Urbe capitali-na: “Cuando yo llegué había el doble o más Paulo González 89 que ahora…fíjate tu, que casi media Cruz de Piedra eran todos del Confital, que te digo yo antes,.. podía haber unas 500 cha-bolas, por lo menos, … lo que pasa es que había de veraneo, y gente fija viviendo, …hace por lo menos 30, 31,32 años de gente fija viviendo, por lo menos unas 300 o 400 chabolas, con cada caseta una familia”. En la década de los 70 se construyen varios barrios donde se introduce a es-tos contigentes de migrantes, y se pro-cede a la destrucción de las chabolas, ya que los terrenos que ocupan perte-necen a una familia de terratenientes. Aún así, la gente que había poblado el terreno durante una década decide vol-ver para fabricar más chabolas, aunque algunos permanecieron como nuestro informante: “Yo llegué al confital con 15 o 16 años, y ahora tengo 57, y de ahí que me marché,.. lo más que yo estuve fuera,… no llegó al año, porque después de que dieron casas en la Cruz de Piedra aunque yo no cogí casa y mi padre tampoco, estuvimos metidos de-ntro. En el 70 o 71 fue cuando la gente se marchó para la Cruz de Piedra, 32 años creo que llevan, pero después la gente vol-vió para montar las casetas de veraneo y así fue como se pobló otra vez, al año de haberse ido. Esta gente vivía en el Confital, quitaron las chabolas, les dieron la casa y muchos volvieron pero a montarla de vera-neo, y otros que desde niño vivían atrás, les dieron las casas y luego se fueron de la isla y volvieron, no tenían donde vivir y se la montaron y ahí se han quedao,… te digo, es una cosa rara , el que vaya una vez se que-da enganchao…” Posteriormente a la reconstrucción del barrio la gente comenzó un proceso de em-padronamiento con el objetivo de mantener el lugar de veraneo, en cambio otros lo hacían por necesidad. En los tiempos de la dictadura la vida en el Confital no se dife-renciaba de cualquier otro barrio de la ciu-dad. Hasta la llegada de la transición de-mocrática, el Confital parecía no ser un problema para las autoridades, ni existían problemas de especulación urbanística co-mo los actuales. Los años 80 parecen pasar desapercibidos, a no ser por la llegada de la heroína al barrio a finales de década: “La imagen del Confital empezó a cam-biar con la puta droga, porque en el Confi-tal nunca ha existío droga, existe droga de hace 10, 15 años pa´ca, droga hay en todos lados…, pero de droga dura, hará 10, 12 años, que se introdujo, porque en el Confi-tal qué es lo que había, lo que se fumaba antes, hachís, congo y kifi… hoy en día todo el mundo, oh el Confital que van los droga-dictos…” El cambio político experimentado en el Estado Español en la década de los años 90, pone de relieve la creación de una imagen negativa del chabolismo en esta zona de la ciudad. De esta forma se ponen en marcha varias acciones de intervención sociopolíti-ca, entre las que encontramos el “Plan de Erradicación del Chabolismo” en la isla de Gran Canaria, así como más recientemente, pasado el cambio de siglo “Plan de embe-llecimiento de Gran Canaria”: “En los 90 con el PP, se mandaron a ti-rar las chabolas que existían para el vera-neo, …con el PSOE nunca se metieron, sólo ahora con el PP, el consejero de vivienda, quería arrasar con todo, arrasar con el Con-fital,… y la gente decía “nosotros nos vamos pero cuando den las casas”, los otros de veraneo ninguno quería casa, todos tenían casas, si iban a quitar el confital ellos se iban, sin empadronamientos y sin ná, … y ahí se metieron, metieron tractores sin avisar, estaban vacías,… pues venga fuera, …tiraron chabolas con gente que estaban trabajando y cuando tal, cuando se dieron cuenta no les quedó más remedio que una que estaba vacía pues cambiársela por otra, de gente que estaba vacía de veraneo”. Relaciones sociales e identidad del barrio El apoyo mutuo parece ser una de los elementos que distingue la vida de los cha-bolistas en el Confital. Las redes de inter-cambio (Lomnitz, 1985) quedan manifesta-das en diferentes episodios que pude cono-cer gracias a conversaciones de tipo infor-mal. Aunque actualmente el número ha descendido, se sigue manteniendo un grado de cohesión entre los habitantes que resi-den y que normalmente se reúnen en el bar local de reunión por excelencia en el Confi-tal y que se erige como símbolo de la resis-tencia al desalojo, ya que como decían: “no lo pueden tirar porque es el local de la AA.VV”. En el relato se deja entrever una cierta nostalgia del pasado, de tiempos me- 90 Consumo e legitimidade na cultura mundializada jores para el chabolismo: “Aquello era, desde la misma puerta de entrada que lo llaman el cabrón y los ro-deos, todo era lleno de chabolas, hasta lle-gar a la misma alambrada atrás,... aquello era tanto o mejor que ahora, había más familias y era más tranquilidad que ahora, porque antes era todo el mundo conocido, dejabas la puerta abierta y nadie se te me-tía, había más problemas porque el agua costaba más en traerla, antes el mismo que trae la cuba, traía un camioncillo con bido-nes y de ahí llenabamos y el mismo pureta dice que tiene la cuba gracias a llevarle el agua al Confital, fíjate tú lo que ganó. Hoy en día no te dejan montar más casetas, pero antes tu llegabas y te montabas la caseta, y aparte estaba la gente que te ayudaba a montarla, se montaba en un dos por tres,… antes se ayudaba, antes el confital se ayu-daban unos con otros , te digo, aquello era una familia, se llevaban todo el mundo bien”. Para los residentes, entre ellos los niños, el hecho de vivir en el Confital ayuda a crear una fuerte identidad, la relación con el espacio se transforma en vínculo: “Yo no me voy hasta que me echen”; “Orgulloso de vivir en el Confital, cuando muera le he dicho a mi hijo que tiren mis cenizas cerca del bar”; “No se vive mejor que en el Confi-tal“, ”Ser chabolista no es ninguna ver-güenza, yo salto si me ofenden el Confital”, son algunos de los comentarios que recogi-mos. La cuestión que parece emerger es, en opinión de los residentes, que el barrio crea una atracción a la que es muy difícil vencer. Dicha atracción, se simula entre un efecto de autenticidad para el que allí reside, algo que se ve sustentado por la construcción diferencial entre el significado atribuido a la vida en la ciudad y a la vida en el barrio: “El confital es como si te faltara algo, sales para la calle y parece que te falta la respiración.ñEl confital es una cosa que te llama, estás tú fuera trabajando en la ca-lle, por ejemplo yo , salgo del confital si estoy trabajando en la calle y estoy desean-do que llegue la hora de terminar para vol-ver para atrás al confital, porque es una cosa que te llama, estás paquí pa la calle con los amigos y que vá yo me voy pa ´tras pa´l confital que se pasa mejor, allí te des-plomas, llegas de trabajar, pantalón corto y te pegas toda la noche sin camisa ni ná, es otra vida,… yo toda la vida en mangas de camisa, si sales pa´la calle tienes que llevar tu camisa puesta y aparentar lo que no eres, ¿por qué?” Problemas del Confital Anteriormente la representación era di-ferente, pero es justamente a mitad de los años 80, con la instaución de la heroína hasta el punto de crear un aura y colocar a el Confital en la categoría de leyenda Ur-bana, como uno de los núcleos de criminali-zación en la ciudad. Cabe decir, que la per-cepción social de las drogas en España, algo que ha venido a llamarse, el problema de la droga: “constituye un problema social que se ha ido construyendo en España entre el perío-do que va de finales del franquismo, hacia la mitad de la década de los setenta hasta finales de la década siguiente, cuando po-demos constatar que ya forma parte del repertorio de los problemas básicos en nuestra sociedad, (…) el problema se desa-rrolla alrededor de un determinado para-digma de “la droga”: los conflictos (persona-les, sociales, políticos) que tendrán a la heroína y a los heroinómanos como prota-gonistas. (Romaní, et al, 2000). Los problemas que caracterizan la situa-ción del Barrio, son aquellos relacionados con la estigmatización social que sufre, además de los que derivan de situaciones de insalubridad, en cierto modo promovi-das por el ayuntamiento debido al abando-no con el que tratan al barrio y a sus resi-dentes, la falta de equipamiento social y sanitario. Los camiones de basura han de-jado de pasar y los contenedores supuesta-mente han sido retirados de la zona para ser limpiados sin que hayan sido todos de-vueltos, de ahí que las estrategias cometi-das por los residentes pasen por la quema de basura en algunos de los claros que ofre-ce el terreno posteriormente a la destruc-ción de chabolas de gente que han marcha-do a casa de régimen de alquiler o a otros barrios con adquisición de casa inminente. La droga “dura” es el mayor problema del barrio, ya que funciona como fuente de atracción para diversos grupos de foráneos que sólo van al Confital para la compra y consumo de sustancias; que transforman el paisaje en un vaivén de personas, de idas y Paulo González 91 venidas entre chabolas, de saludos rápidos, de ruegos entre algunos, de peticiones de limosnas, de ladridos de perro, de gritos, de insultos. Se llega a dar el caso de algunos que terminan por convertirse en residentes, cuando pierden el consumo normalizado y no queda más remedio que adaptarse a una vida donde el consumo es el axis de vida: “Los drogadictos venían a comprar y marcharse, porque ahí no se quedaba nin-guno, venían a fumar y marcharse, los que están ahí son de ahí pero los otros venían a fumar sólo,… Enganchaos hay par de ma-trimonios, gente que sí eran de afuera y que se han quedao ahí, pero no te creas que son muchos,… enganchaos son los 4 que hay pero los demás vienen a fumar y luego se marchan…” Aunque como explica el informante, se-gún su visión, parecen ser pocos los heroi-nómanos residentes, la imagen negativa es reforzada por el flujo constante de personas de aspecto descuidado que pasan por el camino o que encuentras detrás de casetas ocultándose y resguardándose del viento, junto a las que se puede encontrar en los alrededores de la entrada vendiendo obje-tos. A pesar de la estigmatización que sufre el barrio se intenta romper con el estigma ofreciendo una visión positiva de la gente del lugar: “Droga hay por todos lados, te lo digo claramente,… lo que pasa es que la gente, dice,…, y el confital es un sitio tranquilo, te digo, vas por fuera y hay el doble o más de pleito que allá atrás… desde que tu co-ges amistad allí con un tío, ya tienes un amigote de cojones, …cuando hay un asa-dero , eres el primero a quien invitan al tenderete y verás tu lo que hay, una playita tranquila.. una playita natural, allí no hay nada artificial, artificial son los que en-tran,… sí., sí, porque desde que ven aquello dicen , “oh y la gente fuera por ahí contan-do unas cosas y luego vienes aquí y ves…”, Coño ¿ y siempre le vas a estar haciendo caso a lo que dice la gente?” En los primeros años la reacción ne-gativa a la droga de algunos de los habi-tantes fue determinante para el abando-no del Confital, al mismo tiempo que generó a la larga que algunos individuos se establecieran en la zona: “la reacción de la gente cuando llegó la droga fue,…lo que pasa es que no puedes decir nada, es normal,… que vas a decir tu que éste vende, aquel otro vende, … la gente se mosquearon, dijeron ¿qué coño es esto? , …muchos se marcharon por la puta droga, los que tenían niños chicos ,…para no estar viendo esto, que si jeringuillas pa´ca, jeringuillas pa´llá, o caundo vieron que ya estaba la droga a fondo, fija, fija,… mucha gente se marcharon, cogían sus ca-setas, las abandonaron o se las daban a otros y se marcharon, no querían que los niños estuvieran viendo que si a unos pin-chándose a otros fumando, …pero no era gente del Confital , eh?, era gente de afuera la que venía… (…) venían a comprar o la traían de afuera, se la metían y después se quedaban ahí” La elección del Confital como lugar de drogadicción parece ser clara: “Elegían el Confital para venir a tomar, por una sencilla razón, porque es una playa que ha tenido poca vigilancia, porque allí no ha habido vigilancia ninguna, ni en los tiempos de Franco ha habido vigilancia, ahora porque les interesa por el rollo del terreno, porque si no, no había… lo que hay es una patrulla que baja como cualquier barrio cualquiera, un recorrido que hacen hasta la alambrada con su cochito y ya es-tá, …que yo creo que lo hacen para tomarse 4 copas, porque se pegan hasta una hora y allí no hay nada, 4 casetas,…” Mantener hasta ahora el Confital como ha estado parece responder a unas exigen-cias de la ciudad, por lo tanto el barrio cumpliría una función de “cubo de la basu-ra” donde introducir lo indeseable de la ciudad, con necesidad de entendimiento propio: “Yo creo que les interesa a ellos, porque dirán, mientras tengamos a toda esa gente metida ahí dentro, no los tenemos por aquí por la capital, para mí que les interesa, bueno, tenemos 4 drogadictos para allí atrás no los tenemos en la capital, yo creo que sea eso lo que pasa, si están ahí no están en ningún barrio metidos” Asimismo, parece que la resignación a un presente, a una realidad introyectada, unida a la comodidad es uno de los factores importantes que quizá determinan la resi-dencia en el barrio, a pesar de las posibili-dades de consecución de vivienda: “La problemática del Confital, ahí hay dos puntos de vista: 1) el caso mío, por ne- 92 Consumo e legitimidade na cultura mundializada cesidades, las cosas me fueron muy mal, no quise recurrir a mi familia, me fui, conocí a (...) se abrió de patas conmigo, (risas) y bueno como yo había otros no? , pero por desgracia la mayoría era hombres y muje-res sin ilusiones, no tenían esa ilusión por salir del Confital a una casa, no tenían ilu-sión por buscar un trabajo, …Vamos a hablar claro, primero porque a lo mejor estaban allí desde muy chicos, hay una comodidad y otra cuestión puede ser la dro-godependencia, están allí y les da lo mismo dormir en un colchón que dormir en el sue-lo, … después hay otros, que no hay ni un fin de semana que no se vayan a su chaboli-ta, pero tienes que entrar dentro de esa chabola, …piso , ducha, baño, todo limpio , pero entrabas a otras chabolas y lo que veías allí…, El día del primer incendio , el párroco bajó por la noche al y se quedó im-presionado con lo que vio en algunas chabo-las (…) autentica miseria y aparte de la drogodependencia, prostitución,… a esas personas por mucho que la asociación in-tentó hablarles, convercerlas e incluso a algunas se las llevó a centros de rehabilita-ción, no hubo manera, no entraban, decían que sí, que sí pero cuando llegaba el mo-mento de la verdad se escondían, claro tampoco puedes esposarlas y llevártelas, es su vida y su libertad”. El problema que más acusa la población ocupante en estos momentos es debido al reajuste urbanístico. En un primer plano, debemos considerar que las políticas de vivienda se encuentran a la espera de una determinación para saber el futuro de la zona y que inexorablemente conlleva el futuro de los grupos, que ya han asumido el desalojo. Éstos, como hemos visto, divididos en dos subgrupos, plantea soluciones dife-rentes, por un lado políticas de integración social y reinserción para los drogodepen-dientes, al tiempo que se les debe ofrecer una vivienda digna y por otro lado, - que no por ello menos problemático- la adjudica-ción de viviendas para todos con objetivo de cumplir el proyecto de erradicación del cha-bolismo: “Sí, yo me voy pero cuando me aseguren que me dan casa, porque yo a régimen de alquiler no me voy, ¿para qué? Para que el ayuntamiento pague tres meses y luego, …una marica como yo, si no lo puedo pagar ¿qué?, a la puta calle ¿no?” Asimismo, encontramos opiniones con-trarias, que se pueden interpretar como una forma de resistencia: “ Yo no soy como ellos, yo me quedo aquí, nací aquí y aquí me quedaré aun teniendo la oportunidad de ir fuera”. El chabolismo entendido como algo contracultural, como si reivindicar esa for-ma de vida se convirtiera en algo provoca-dor que contribuye a subvertir el confor-mismo, las expectativas, que generan las políticas públicas sin consultar a la gente que allí reside. La chabola parece emerger así como la negación a homogeneizarse, como la negativa a vivir en un edificio.“La gente de aquí no nos queremos ir, aquí es-tamos bien, ya perdimos las chabolas de La Punta (en el otro lado de la isleta, donde desalojaron para construir la zona franca canaria) pero el Confital no lo vamos a per-der” Por otra parte, los mismos chabolistas, conscientes de su situación se permiten ofrecer posibles soluciones que no van sepa-radas de la crítica: “En el Confital lo que se debe hacer es una zona de acampada para que la gente lo disfrute. Si se quieren traer la roulotte, o la caseta de campaña, se la traen. Si hay que hacerlo pagando, pues pagando, pero que se haga algo para la gente.¿Qué se creen los del PP, que por poner algún contenedor, se creen que pueden camelar a la gente? Hemos vivido siempre con la basura y por-que ahora hagan eso no van a ser acepta-dos,… Antes decían que los camiones de basura no podían bajar pero como ahora vienen las elecciones sí,… sólo para conse-guir más votos” En el barrio, los únicos negocios que hay son la venta ilegal de droga, y dos bares. La comida se debe ir a comprar fuera, sin em-bargo no fue siempre así. Como hemos po-dido saber, en los momentos de mayor es-plendor de la barriada de chabolas, nos referimos al período que abarca finales de los 70 hasta finales de los 90, había varias tiendas de alimentos y muchos más bares. El barrio no cuenta con ningún tipo de ser-vicios sociales, no hay escuela, no llega el transporte público, no llega el correo, no hay luz si no es por motor propio ni agua si no es por las cubas y se hace necesaria la salida para conseguir alimentos. Aun así no parece ser tan problemático para los resi-dentes que ya han aceptado tales condicio-nes. Teniendo en cuenta que se trata de Paulo González 93 terrenos ocupados se hace más fácil enten-der la falta de infraestructura existente. Vida asociativa, movimiento vecinal La población del Confital comienza su andadura reivindicativa con la creación de la asociación de vecinos el 31 de marzo de 1997, con el nombre “AA.VV. La Playita del Confital”: “La AA.VV se formó porque nos junta-mos par de amigos y dijimos que ya que había AA.VV. en todos los barrios por ahí por qué no hacíamos una nosotros allí,… aquello es un barrio, hay más gente o igual allí que en las coloradas o más, legalizada y todo, por el Real de Las Palmas. Se creó con el objetivo de agarrar como cualquier otro barrio cualquiera, pa´ tener un poco más de fuerza, pa´ podernos apoyar en algo, y siguen funcionando aunque muchos de los directivos estén en la calle, porque están en régimen de alquiler, sigue en activo, ni se han dado de baja ni ná” Otro de los objetivos de la AA.VV. tiene un trasfondo más cultural que so-cial: “Estamos tratando con personas, no con robots, la lucha de la asociación era esa, ese objetivo. Esa gente debe ser re-ciclada y a los niños no te di-go,… porque no tienen educación, cultu-ra y los vecinos del sitio a donde los manden van a llamar a la policía y los echarán” Esta Asociación se autofinanciaba con las colaboraciones que podían hacer entre los chabolistas: “Se dijo que para los gastos de la asocia-ción, de los carnets que queríamos hacer, los gastos de transporte, porque claro cada vez que se sale del confital para hacer ges-tiones hay que coger guaguas, tomarse un café,… entonces se acordó que para que hubiera algunos fondos había que comprar los libros de actas, de caja, el de socios, y todo eso vale dinero, entonces se dijo que el que pudiera, … eran 500 pts al mes, el que pudiera,…y el que no pudiera que podía ser socio, y así se hizo. Nosotros no pedimos nunca una peseta a nadie, nos las arreglá-bamos como podíamos, la única vez que recibimos 10.000 pts y que no las recibimos nosotros sino la asociación fue para el en-tierro de Alí, que lo pago Encarna, conceja-la socialista, ha sido la única vez que el confital ha recibido algo, porque lo demás sí hemos recibido los alimentos que se han repartido, y juguetes, …cuando hemos te-nido que hacer fotocopias para repartirlas y estos grupos políticos nos han dicho, “las que quieras”, y si hemos tenido que convo-car una rueda de prensa para todos los periódicos, la dirección general de vivienda nos ha asignado mesa y teléfono y que hiciéramos las llamadas que quisiéramos, eso sí, pero eso es apoyo, no?, además creo que si hubiera habido apoyo económico no lo hubiéramos admitido no, porque tenía-mos que ser autosuficientes si no caíamos en lo mismo que en los del PP. Y así empe-zamos a hacer censos, a levantar actas, …a tener más contacto con los chabolistas, ya venían a preguntar, como encima una vez al mes repartíamos alimentos a los más necesitados y para ser sinceros, a unos más que a otros” Esta política acerca de la repartición de alimentos a la larga creó ciertos problemas entre la población, con lo que incluso se llegó a abandonar el proyecto con el fin de evitar disputas: “Había unos carotas, con sus grandes sueldos que venían y lo pedían, con sus grandes sueldos de trabajar por fuera, …esos son los que hablaban, por eso quita-mos el reparto, se ponían a criticar a uno, que si cogías los alimentos y uno nunca cogía nada, (…) después lo que se hizo fue que cada uno fuera a buscarlo a la parro-quia, … hasta el día de hoy nunca me ha hecho falta, si lo hubiera necesitado lo hubiera cogido como los demás. Había unos que lo cogían y luego lo vendían en las mismas tiendas que tenían, eso cuando había tiendas en el confital, eso hará 5 o 6 años, cuando empezó a funcionar la AA.VV.” El activismo del movimiento vecinal se vio apoyado en primera instancia por la oposición política y más tarde por las inicia-tivas ciudadanas como vimos anteriormen-te: “Hemos tenido apoyo de grupos políticos tan dispares como Coalición Canaria (CC)y el PSOE, los concejales de CC y el SOE, han ido mucha veces al confital , han hablao con la gente, hemos hablao con ellos en el ayuntamiento muchísimas veces, han estado perfectamente informados siempre, 94 Consumo e legitimidade na cultura mundializada … el único partido del que no hemos recibi-do nunca apoyo, sino al contrario, han ido siempre a matar es con el PP, hasta al punto de que se llevaron los contenedores con la excusa de limpiarlos y no los traje-ron, y habían montañas de basura, y convo-camos a la prensa y a la televisión, vinieron algunos concejales de la oposición y salió al día siguiente en toda la prensa y en todas las televisiones,… automáticamente a la semana siguiente aparecieron camiones para limpiar el confital. Una vez que lo limpiaron y que la prensa lo publicó, no se cuántas toneladas de basura se llevaron y no exagero, eh?, después no pusieron con-tenedores entonces que pasaba,…que cuan-do había un montoncito regular se le pren-día fuego pero venía la policía a multar porque allí no se podía hacer fuego,… explí-camelo porque yo no lo entiendo,… vino hasta la guardia civil para decirnos que allí no podíamos hacer fuego” Entre los actos reivindicativos encon-tramos uno que consistió en tirar un cartel que el Ayuntamiento colocó a la entrada del barrio que decía: “Prohibido acampar en el Confital”. Aparte, con los actos reivindica-tivos se intenta mostrar, utilizando los me-dios de información, una realidad que las políticas públicas se había esforzado en ocultar: “Es verdad que las 2 veces que hubo fuego llamé desde un teléfono móvil a la prensa y a las televisiones y a los 15 minu-tos estaban todos allí, porque interesaba que eso saliera, que la gente se enterara en que condiciones estabamos viviendo, …” Al mismo tiempo encontramos reflexio-nes sobre las intervenciones políticas sobre lo que definían como “el masoquismo cana-rio”, teniendo en cuenta la “nueva era en el poder” del PP: “Y han vuelto a salir, fíjate en el título de su Concejalía, Asuntos Sociales, Vivien-da, Igualdad de Oportunidades, ¿qué opor-tunidad a los chabolistas?” El proyecto creado da origen a otros proyectos de futuro, debido a la casi segura desaparición del barrio: “La intención es que cuando nos vaya-mos montar una AAVV. Con la experiencia que hemos cogido, para ganarnos al barrio sabemos que hay que pedir mejor servicios de guaguas, algún parque infantil donde las madres puedan ir con sus hijos y eso yo sé que en otros barrios la dirección general de la Vivienda lo ha dao y lo ha montao, hacer algún jardín entre los vecinos,… para que el barrio tenga el desahogo para las madres y los niños, y pediremos un local para las reuniones” Turismo, heroína y pleitos insulares Hasta ahora, hemos ido identificando los diferentes factores implicados en la pro-blemática que nos ocupa, y que nos han permitido ir creando una composición de lugar con la que a partir de estos momentos trabajaremos. Desde un principio nos ha llamado la atención el conjunto de elemen-tos que intervienen en la consideración del barrio, desde las representaciones sociales hasta los proyectos especulativos que pro-vocan el desalojo de una colectividad, pa-sando por los procesos identitarios que en él se desarrollan, pero la pregunta que surge es: ¿qué pasa con la ciudad?. En primer lugar, nos encontramos con la estigmatización del barrio surgido de un proceso histórico, que tiene su origen en procesos migratorios internos en la isla. En éste, la variable económica ha sido funda-mental, tanto para los migrantes, en lo concierne a su lugar de recepción en la ciu-dad (adaptación a la vida en un descampa-do, donde algunos pescadores habían mon-tado sus pequeños tinglados a falta de re-cursos), como en un nivel mayor de la esfe-ra económico-política del archipiélago cana-rio, nos referimos al fenómeno del turismo a partir de la década de los años 60. Su-brepticiamente a lo largo de este proceso, se introduce la problemática que constituye uno de los temas más importantes de la sociedad española actual, “la droga”, (la heroína), con lo que se comienza a invertir el pensamiento de los ciudadanos de Las Palmas de Gran Canaria acerca del barrio, consiguiendo una nueva representación social que, como ya hemos anticipado en páginas anteriores, la hegemonía sirvién-dose de los medios de comunicación, se en-carga de instaurar como modelo dominante. De tal representación se genera el estigma del barrio. No se debe olvidar que la “ciudad” no se encontraba preparada para tal afluencia y que, poco a poco fue hallando los “huecos” necesarios para la construcción de enclaves Paulo González 95 y su consiguiente ubicación de los recién llegados. Así pues, debemos señalar con especial atención, cómo la configuración urbanística en este primer momento, es pensada para los “de dentro”, los propios isleños, que permitieron y al mismo tiempo percibieron el crecimiento y transformación de la capital. No es nada nuevo – ni sorprendente- en-contrar en la mayoría de las ciudades del mundo, procesos de guetificación, en cierto modo provocados por acciones políticas que han primado la lógica de la exclusión antes que la inclusión. Tal guetificación, - y tam-poco sorprende - genera diferentes estrate-gias entre los sujetos implicados en esa condición. La creación de redes sociales, de las que podemos destacar las redes de ayu-da mutua, se incluyen entre tales estrate-gias, algo que - de nuevo a simple vista-, parece fácil de realizar y que, a la hora de la praxis, nos deja entrever ciertos signifi-cados latentes. No todo el mundo se en-cuentra dispuesto para un comportamiento altruista, sino que el futuro y la perfecta consideración de un presente preceden a las determinaciones de las estrategias que se adaptarán en adelante. Como si se tratara de un epifenómeno, la venta de drogas no consideradas legales por parte del sistema jurídico-sanitario, emerge de los procesos de guetificación, como la espuma de la cerveza. Así nos pa-rece casi imposible pensar que en alguna barriada, ya sea de chabolas o de edificios, no haya droga. Como expresaba uno de los informantes: “droga hay en todos lados” Las páginas precedentes ofrecen una visión de conjunto sobre la ciudad de Las Palmas y de algunos de los diferentes pro-blemas que por ella circulan, nos han per-mitido percibir que en la dimensión micro se encuentran elementos de un sistema mayor, que ya no sólo atañe a la vida de parte de la población perteneciente a los estratos más bajos de la sociedad, sino al conjunto total de la misma. En esta dimen-sión macrosocial observamos como los in-tereses que se mueven tras la cortina de la especulación son reflejados desde la panta-lla formada por las imágenes del turismo. Jean Braudillard, nos advirtió hace tiempo sobre cómo los modelos terminan por poner al descubierto el carácter simulado del mo-delo mismo. La ciudad no es vivida en los modelos ideales que se proyectan, sino en los espacios que construyen los andares citadinos. Esto que acabamos de decir, se puede traducir en la situación que están viviendo los sujetos sociales del barrio del Confital, pendientes de la “supuestamente” inminen-te desaparición del “espacio” que los ha convertido en alguien para los otros, “los de afuera”, tal como han sido descritos en los extractos de las entrevistas. La posible reconstrucción del espacio no se encuentra en sus manos, ya que desde un principio se encuentran alienados de cualquier propie-dad. Convertidos en individuos liminales a la espera de un proceso de re-ubicación, muestran resignación a la deslocalización de la que formarán parte integrante. Así los proyectos han generado que los individuos convivan en una simulación sobre la que construir su futuro. Debemos tener en cuenta para la com-prensión de este análisis el lugar ocupado por este grupo en la estructura social. Con-siderados como “ocupas”, por los “de afue-ra”, les fue permitida la residencia hasta que la lógica capitalista ha querido acam-par en un terreno “nuevo”. Tal considera-ción de ocupas es traspasada al lenguaje con el que se comunican y transformada en el eje que condiciona sus vidas, la perte-nencia al barrio. Los sentimientos de iden-tidad en el barrio adoptan un matiz simbó-lico en el campo de la lengua y la comunica-ción, algo tan claramente expresado en ese eje que opera en la construcción de la iden-tidad del barrio y de sus individuos, en parte constructores, a duras penas, de lo que es. No hay que indagar mucho para darse cuenta que la relación de pertenencia expresada en el lenguaje (yo soy de dentro, tú eres de afuera), alberga en sí misma todo un entramado que nos indica la existencia de un sistema propio, que no exclusivo, que necesita de la existencia antagónica de la ciudad, expresada como símbolo del caos versus la tranquilidad que el barrio emana. La “otredad”, la ciudad, se hace imprescin-dible para afirmarse en el barrio, para que se produzca la identificación y así, proveer a los individuos de la significación necesa-ria para dar sentido a la residencia en el lugar. Desde la Antropología gran cantidad de estudios han remarcado la existencia de lo que ha venido a llamarse localismo, ya 96 Consumo e legitimidade na cultura mundializada sea este de base étnica, pueblerina, ciuda-dana, provincial o regional (Signorelli, 1999) y del que encontramos en el Confital un ejemplo claro. Los sujetos sociales intentan desmitifi-car la relación entre el barrio y la droga, factor esencial de la transformación ocurri-da y origen del componente negativo que actúa sobre él. La defensa del espacio que se siente, en contra de las ofensas declara-das, promueve una mayor identificación y, a raíz de los problemas sobre su futuro pa-rece que también crea una necesidad de pasar el mayor tiempo posible antes de que se pueda perder para siempre entre medio de ladrillos que sentarán la base para una nueva configuración del espacio “privado”. Esta concepción de “para siempre” está determinada por una visión catastrofista sobre el fenómeno del desalojo y la recons-trucción del espacio hasta configurarlo, como se parece comprobar, para “el otro”, el visitante y el de “adentro”, el isleño pero pudiente económicamente hablando. El chabolismo, definido como infravi-vienda, ha conformado la identidad del barrio y de sus miembros, pero no acaba aquí el juego de las definiciones. Partimos de la base de que los sujetos construyen un sistema en un enclave determinado, algo que se conoce como “cultura callejera de los barrios pobres” (Bourgois: 1995), para ar-gumentar que tal cultura será llevada con-sigo, lo que permitirá al resto de la pobla-ción de esos nuevos enclaves crear una imagen de los ex vecinos del Confital y que decir cabe que así nos encontraríamos ante una reproducción social del estigma. La procedencia marcará el resto de la trayecto-ria social y el tipo de relaciones de los veci-nos afectados. El enclave del Confital, en lo que concierne a la significación que ofrece a los vecinos, no se ha sentido como “propio” como posesión, en un nivel de colectividad; recordemos que los chabolistas nunca se han opuesto a la desmantelación del barrio, sino que han pedido garantías de vivienda como forma de solucionar su situación. Alcanzamos aquí, uno de los puntos cen-trales con el que se deben enfrentar los sujetos sociales, la nueva integración en los barrios que comienzan a formarse y en aquellos que ya están formados, por el mo-mento considerados como periféricos, como Jinamar, Los Giles, Almatriche, o Tamara-ceite. Cuando optamos por explicitar la categoría de periférico a tales barrios, lo hacemos porque la ciudad de Las Palmas se encuentra creando nuevos espacios habita-bles que se sitúan “fuera” de lo que presu-miblemente abarca la memoria con la que sus ciudadanos han construido la imagen de ella. Desde otro ángulo, uno de los temas al que debemos referirnos estriba en el grado de cohesión de la colectividad. Hay que tener en cuenta el hecho que sólo perma-nezcan alrededor de unas 40 chabolas, y como ya hemos dicho, se haya creado un “territorio de nadie” que actúa como fronte-ra entre los consumidores y los no consu-midores. Como decían en una conversación en el bar: “Yo de ahí pa´tras no quiero saber ná” . Es muy difícil que la colectividad pre-sente un sentimiento de unidad cuando más de la mitad de la población se caracte-riza por una situación de vida no normali-zada, que empeora las relaciones en el seno del grupo. En cambio, podemos interpretar que la población excluida del anterior aná-lisis, los no-heroinómanos, sí mantiene relaciones que buscan el bien comunitario, algo que se manifiesta en las redes de ayu-da mutua, y en algunos comentarios reco-gidos en entrevistas informales:“aquí somos una gran familia en armonía”. Desde otra óptica, podemos observar al barrio funcionando como forma de control social, algo que no es ajeno a las reflexiones de los mismos vecinos. La cuestión es man-tener apartado a lo indeseable. El poder mantiene excluidos a los “personajes”. Ofreciendo una lectura negativa del Confi-tal. De esta forma podemos ver como: “Aquests espais juguen el paper de “col·lectors” que concentren els més degra-dats (Romaní et al., 1989 cf. Pallarés, 1995). Tangencialmente, han aparecido iniciativas ciudadanas que conforman junto a los grupos más politizados de carácter nacionalista, el cuadro de apoyo social con tendencia ecologista, que cada día cuenta con más simpatizantes. Los procesos de etnicidad plantean un cambio en la arena política, aunque la sociedad capitalina no demuestra interés alguno como parece de-mostrar el resultado de las últimas eleccio-nes. Sintetizando lo anteriormente expues- Paulo González 97 to, encontramos algunos elementos desta-cables en la problemática que acusa el Confital, los cuales provocan en parte, su desaparición: • Existencia de núcleos de drogodepen-dientes. • Terreno urbanizable, generador de eco-nomía. • Turismo, como proceso transformador de la sociedad. Hemos visto el dialogo que se forma en-tre una de las partes que compone la ciu-dad de Las Palmas, y el sistema global de flujos de informaciones que transforma parte del imaginario colectivo capitalino. El tema de la pobreza, es visto como signo de insalubridad de la sociedad, algo necesa-rio de erradicar para la imagen que se quiere proyectar desde los gabinetes políti-cos. En cuanto a los actores, la pobreza es signo de marginación, la que se construye desde afuera, desde el otro lado de la fron-tera creada, aquella que territorializa e identifica a las personas. Conclusiones Uno de los comentarios que más se escu-chan entre las personas que residen en otros barrios de la ciudad de Las Palmas acerca del Confital es: “¡¡Vaya chollo para los yonkis!!”. En este comentario creo que se condensa parte de la lógica que subyace a la problemática de este estudio. El sis-tema económico actual nos ofrece ciertas claves para entender los fenómenos de la cotidianidad, esos tan “simples” como pue-den ser los desplazamientos, los movimien-tos de poblaciones.Simples porque las di-námicas de desterritorialización se apoyan en la lógica excluyente de la colonización. Aunque hay consecuencias, lo que ahora mismo interesa señalar es de qué forma se produce el movimiento. Hemos observado que estos movimientos se han venido efectuando a lo largo de los últimos 40 años, concretamente en las Islas Canarias, con una asiduidad tal que se han transformado en parte de la cotidianidad. Antes, podían parecer extraños los paisajes sonoros generados por la destrucción de la plaza cerca de nuestras casas y su recons-trucción con nuevas formas, o la desapari-ción de un barrio y la reubicación de la po-blación o incluso a la inversa, la construc-ción de nuevos centros comerciales en en-claves ciertamente alejados de lo que cons-tituía el centro de las ciudades. Ahora ya no parece extraño, podemos hacernos la idea que pertenece a nuestro momento, un refle-jo, un síntoma de la modernidad. Sabemos que la tecnología de la que hacemos uso nos facilita que consigamos levantar edificios cada vez de manera más rápida y destrozar montañas que molesten para hacer posible el “flujo de información” entre poblaciones. Y la misma tecnología, nos ofrece que cada día nos parezca menos extraño. Los desplazamientos están a la orden del día a través de las imágenes de campos de refugiados, por ejemplo en los campa-mentos de Timdouf. El bombardeo de imá-genes causa un efecto contrario, ya no sen-timos el extrañamiento, ya se han trans-formado en lo cotidiano, en lo que vemos todos los días. Siguiendo los análisis de Bourdieu estas reconstrucciones espaciales son manifestaciones del poder que de forma simbólica opera en las vidas de los actores sociales. La mayoría de las reconstruccio-nes responden a cambios de dirección en los gobiernos y como tal, cada ideología tiene una estética propia. Contrariamente a los regímenes autoritarios los estados demo-cráticos tienen más fluctuaciones que se reflejan en ese proceso de construcción– destrucción que caracteriza a las ciudades. De esta forma las reconstrucciones sirven para perpetuar la relación de poder a tra-vés de las modificaciones realizadas ac-tuando como recordatorio para el ciudadano de la urbe. Las Palmas de Gran Canaria, en este sentido no es diferente. Uno de los ejemplos más evidentes lo encontramos en la recon-figuración de la ciudad como la capital del archipiélago. Los símbolos del poder son una de las piezas claves para comprender los entramados sociopolíticos. El proyecto de embellecimiento de Gran Canaria, con eslóganes como “Enamórate de ella”, la recuperación de la zona del puerto y de La playa de Las Canteras sirven como recla-mo para un turismo cosmopolita. Las direc-trices que toma la política del municipio capitalino intenta diferenciarse de la del turismo de masas, el que normalmente acude a Canarias, para intentar consolidar el estatus que supere a la otra provincia. Canarias vive desde la mitad del siglo 98 Consumo e legitimidade na cultura mundializada XIX, lo que ha venido a llamarse el “pleito insular”. Éste arranca de las divergencias entre los sectores oligárquicos burgueses de la provincia tinerfeña y la de la provincia de Las Palmas por el liderazgo económico, concretamente las pertenecientes a las islas centrales. La creación del “pleito” surgió como forma de evitar un proceso descoloni-zador en Canarias. La corona española veía peligrar la posesión de las últimas colonias que le quedaba posteriormente a los procesos libertarios en el continente americano, por lo que se decidió utilizar la estrategia más sencilla en estos casos: divi-de y vencerás (Suarez, 1999). Al conseguir el enfrentamiento económico después de la división del archipiélago en dos provincias, la Corona se aseguraba una disociación del emergente proceso nacionalista. Hasta hoy en día, ha continuado el pleito que obser-vando en el plano mesosocial se transfigura en la atracción del turismo entre las pro-vincias. La ciudad necesita de adquirir un pres-tigio, que funcionará como reclamo para un turismo que no sólo acuda a las islas para tomar el sol sino que tenga una oferta cul-tural que sea de interés. Asimismo, encon-tramos la relación con el espacio en el que dicho turismo de corte más cosmopolita se deberá inscribir. Ese espacio, aparte de ofrecer las posibilidades de consumo in-herentes a cualquier turismo que se precie debe ser estéticamente bonito o si no al menos erigirse en un enclave que valga la pena. La cuestión del Confital pasa por aquí. La expresión de los comentarios de los ciudadanos con la que comenzábamos estas últimas líneas condensaba en sí misma, toda la cuestión del emplazamiento para un turismo que busque la tranquilidad, algo así como “un no estar en la ciudad sin salir de la ciudad” tal y como disfrutan los ocupantes del terreno. Pero, ¿qué es lo que pasa con el Confi-tal? Albergar a heroinómanos sobre “petró-leo” (permítaseme la metáfora) no es ren-table para la ciudad, en cambio la construc-ción, limpieza (hasta ahora nunca realiza-da) y creación de plazas hoteleras, sí. El enclave sobre el que se erige el barrio se redefine bajo una perspectiva económica, que tiene al turismo como elemento de ac-tuación. Los procesos especulativos campan a sus anchas generando los procesos de desterritorialización. En un texto de Barbe-ro (1991) sobre las Dinámicas Urbanas de la Cultura subraya: “Desterritorialización habla en primer lugar de las migraciones, de los aislados, de los desarraigos, de las desagregaciones (…); emigraciones e inmigraciones de los pue-blos a las ciudades, de las ciudades peque-ñas a las grandes, de las ciudades grandes a la capital y después –siguiendo la lógica de los urbanizadores que van moviendo a las poblaciones según el lucro del suelo- de unos lugares de la ciudad a otros”. Sin embargo desde otro ángulo de visión “el confi”, como se le suele llamar, adquiere una nueva consideración, se convierte en decorado. En páginas anteriores he comen-tado esta idea, que continuaré explicando. Matizar la idea que subyace a la utilización del término decorado, es diferenciar entre decorado, escenario y espacio. Marc Augé, en un artículo titulado “So-bremodernidad” señala que “la definición del espacio está en función de los que viven en él”. Parece claro a la luz de esta re-flexión cómo se ha producido el fenómeno del Confital y las consecuencias que aca-rrea para la configuración de la ciudad, desde la estigmatización a las relaciones de convivencia internas. Esta definición del espacio en función de los ocupantes produce un reconocimiento, la creación de una refe-rencia sobre la que organizarnos y organi-zar todo el entramado de significaciones que de él proceden. La reorganización del espacio provoca la desaparición del recono-cimiento y una vuelta a la definición. Este movimiento epistemológico deja entrever al enclave adquiriendo la concepción de esce-nario. En ese escenario, la escena que ob-servamos es la concerniente a las relaciones de poder existentes en los procesos de mar-ginación y exclusión social. La escena se repite y creemos, como muchos autores, que lo que cambia es el escenario en diferentes partes del mundo. Lo interesante para mí es que toda la reorganización implica que aunque se mantengan los escenarios (que repiten las mismas escenas) lo que cambia es siempre el decorado y es a partir del cambio del decorado que las personas cons-truyen sus referencias. La cultura es la que aporta el decorado. En el Confital, se va a representar la misma escena de relaciones de poder por Paulo González 99 tercera vez. Este enclave vivió el asenta-miento aborigen y su residencia en las cue-vas; vivió la conquista y la subyugación del “otro”, y en el momento en que nos toca el asentamiento marginal y su consiguiente exclusión a cargo de la hegemonía. Por lo tanto, misma escena con cambio de decora-do. El primer decorado introduce la cultura española que con el paso del tiempo provoca que se pase de la vida en la cueva a las construcciones de madera, las chabolas, el decorado se transforma. Segundo decorado, las chabolas que pasará a un tercer decora-do que todavía se mantiene oculto. Lo que si es seguro es que cambiará. Su función como decorado es lo que no cambia. Las ciudades se reorganizan. El Confital y su inminente “cambio de maquillaje” transforman la ciudad radicalmente y no sólo a nivel visual, incluso transformará el mundo de la droga en la ciudad. El hecho de que permaneciera como un lugar poco vigilado y permitiera ciertas prácticas ter-minaba por crear un mundo inmerso en el imaginario colectivo. Su desaparición crea-rá la necesidad de buscar nuevos lugares para los consumidores de heroína a los cuales se les ha acabado el “chollo”. La definición de infravivienda legitima las acciones que se quieren llevar a cabo y los intereses se camuflan en el mar de la salud. Los discursos higienistas se aplican en consecuencia de intereses político-económicos. Los mismos “estereotipos espa-ciales” (Mantovani, 1984 cit en Monet, 2002) parecen influir en las formas de con-vivencia algo que podemos comprobar con la permisividad que ofrece la relación in-tergrupal. Las mismas relaciones entre yonkis y no yonkis se encuentran pautadas, la gente del barrio es ante todo la gente del barrio y no se pueden echar la mierda unos encima de los otros. Por último, estamos ante la configura-ción de la ciudad para “el otro”. Habíamos visto como en los años 60 la ciudad se con-figuraba a raíz de la llegada de gente en el proceso de desterritorialización del campo a la ciudad, sin embargo tal configuración cambia, puesto que la naturaleza del pro-blema es diferente. Ya no conviene mante-ner la misma configuración porque lo que se busca no es reubicar a las personas sino atraer al “otro”, al de “afuera”, para conse-guir prestigio y aumentar la economía. En el 2003 la ciudad (y hablo en general) se configura bajo la perspectiva del turismo y desde esta perspectiva lo que se ve es un incremento de la economía insular. El pro-ceso de la globalización genera retos que implican adoptar enfoques políticos que van en detrimento del bienestar de colectivos, como es en este caso, el de los chabolistas. Sintetizando lo expuesto, podemos tener en claro que el turismo, una vez más, al menos en Canarias, por un lado genera riqueza económica, pero por otro lado gene-ra ruina emocional. Las movilizaciones ciudadanas parecen que quieren evitar la posible construcción pero cabe repensar algo: el mismo hecho de procurar “un Confi-tal para el disfrute de todos” implica estar de acuerdo con el proyecto político. Lo que interesa a fin de cuentas, a ambos colecti-vos es la desaparición del enclave tal y co-mo se encuentra configurado, en otras pa-labras, hacerlo desaparecer. De aquí surgen dos cuestiones: ¿qué pa-sa con la población que aun no le ha sido asignada casa? y de otro lado, ¿qué pasará con el colectivo de drogodependientes que viven ahí? Creo que estas son cuestiones a profundizar en diferentes ámbitos antropo-lógicos. Mirando la historia del Confital, pode-mos concluir que existe un proceso de con-cienciación en las Islas, cuestión que men-cioné más arriba. Proceso que es impelido desde las reclamaciones de los substratos más bajos y marginales de la sociedad. Garcia Canclini observa para el caso de México, que reclamaciones, como las ex-puestas por los vecinos de la barriada del Confital, van dirigidas a la resolución de problemas inmediatos y locales. Movimien-tos comunitarios, para conseguir servicios esenciales como agua, cloacas,… pero que no se dirigen a efectuar cambios estructura-les o en su caso, macroestructurales. El autor apunta que estos movimientos actú-an: “guiados, casi siempre por una visión lo-cal y parcelada, referida a la región de la ciudad que habitan… Sus reclamos en cada escenario no están contextualizados al de-sarrollo histórico ni a la problemática en general de la ciudad”. (García Canclini, 1997: 36). Igualmente que en México, estos recla-mos pasan relativamente desapercibidos, 100 Consumo e legitimidade na cultura mundializada sólo pasan a la esfera pública cuando gene-ran cambios en la problemática general de la ciudad. Al pasar a la esfera más general, la gente toma conciencia y surgen diversas relaciones con los proyectos de cambios estructurales en la sociedad, vía alguna política de corte independentista unida a proyectos ecológicos y culturales con carác-ter social. Poniendo como ejemplo comparativo la ciudad de Sydney con su “maravilloso” au-ditorio y la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria con su “correspondiente y también maravilloso” auditorio adornado con esa estatua de Alfredo Kraus mirando hacia la Bahía del Confital me surge otra reflexión que me permite un carácter más general: Las ciudades se imitan como efecto de la globalización a través de los simulacros. Algo que vemos como cotidiano. 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Recibido: 30 de noviembre de 2003 Aceptado: 15 de diciembre de 2003
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Título y subtítulo | El Confital (Gran Canaria): una prospección etnográfica |
Autor principal | González, Paulo |
Publicación fuente | Pasos. Revista de turismo y patrimonio cultural |
Numeración | Volumen 02. Número 1 |
Sección | Artículos |
Tipo de documento | Artículo |
Lugar de publicación | El Sauzal, Tenerife |
Editorial | Universidad de La Laguna |
Fecha | 2004-01 |
Páginas | pp. 085-100 |
Materias | Turismo ; Patrimonio cultural ; Publicaciones periódicas |
Enlaces relacionados | Página web: http://todopatrimonio.com/revistas/101-pasos-revista-de-turismo-y-patrimonio-cultural |
Copyright | http://biblioteca.ulpgc.es/avisomdc |
Formato digital | |
Tamaño de archivo | 282149 Bytes |
Texto | Vol. 2 Nº 1 págs. 85-100. 2004 www.pasosonline.org © PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural. ISSN 1695-7121 El Confital (Gran Canaria): una prospección etnográfica Paulo González † Universidad Rovira i Virgili, Grup de Farmacología Urbana Resumo: Este trabajo forma parte de un proyecto de investigación sobre movimientos sociales en las Islas Canarias aun en realización. Desde una perspectiva política y relacional indaga en el proceso de desalojo que se encuentran viviendo algunos grupos categorizados como poblaciones marginales de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria. El desplazamiento y reubicación de los grupos estigmatizados es derivado de las actividades especulativas relacionadas con elementos macrosociales como es el turismo, factor preponderante en la economía del archipiélago. De esta forma este estudio analiza las relaciones de poder articulando las representaciones sociales de los grupos con los discursos y prácticas de los mismos. Así mismo, el estudio diacrónico permite reconstruir las trayectorias sociales de los individuos y del barrio como miembro social activo, más concretamente en las movilizaciones sociales que éste ha generado. Este es un estudio etnográfico que implementa técnicas combinadas de entrevistas semidirigidas y observación participante. Palavras chaves: Desalojo; Marginación social; Ciudad; Turismo; Economía; Movilización social. Abstract: This paper belongs to an ongoing investigation about social movements in Canary Islands. From a politic and relational approach this line researches in the re-colocating process of marginal groups in the city of Las Palmas de Gran Canaria. This process is derivated from speculated actions related to macrosocial elements as turism. Thus, this paper analyzes power relations articulating social representations with discurses and practices of the group. Also, the diacronic perspective allows to re-construct social trajectories from subjects and the quarter like an active social member in social movili-zation process. This is an ethographic research that implements combined qualitative techniques guided interviews and participant observation. Keywords: Eviction; Social alienation; City; Turism; Economy; Social movement † E-mail: paulperrimo@hotmail.com 86 El Confital (Gran Canaria): una prospección etnográfica Introducción La ciudad de Las Palmas de Gran Cana-ria vive un momento de cambio relacionado con diferentes dinámicas sociales que se manifiestan en desplazamientos poblacio-nales dictados por las políticas públicas. En verano de 2003 la situación de grupos humanos que residen en barriadas chabo-listas es incierta lo que está provocando diversas consecuencias para éstos. Este estudio profundiza en estas dinámicas y revela las experiencias de estos actores sociales, normalmente asociadas a consumo de drogas y marginación, como es el caso del barrio del Confital. Este trabajo muestra que la representa-ción social negativa de esta barriada res-ponde a intereses de la hegemonía socio-política de la ciudad de Las Palmas de G.C. Tal representación no está constituida en su base por la consecución de dichos inter-eses sino por problemas sociales a veces muy difíciles de superar por parte de los implicados en tal construcción. Es en esta articulación de los problemas que afectan a unos y los intereses que mueven a otros, que se construye la representación social del fenómeno, que perdura en el contexto sociocultural y que irá orientando la parti-cipación y prácticas de los ciudadanos en una determinada construcción social de la realidad (Berger y Luckman, 1988). En este caso, como en muchos otros, en el que exis-te una relación con sustancias farmacológi-cas ilegales, es el modelo dominante surgi-do de esta construcción social el que orienta con más fuerza la intervención socio-política en las barriadas de chabolas y en los procesos de integración social de los grupos que en ellas cohabitan. Hemos adoptado una perspectiva en la que el barrio no quedara excluido del con-texto total de la ciudad sino registrar el momento de transformación urbanística que esta viviendo la ciudad de Las Palmas en su relación con el espacio donde se erige este núcleo de chabolas, así cómo lo que refiere a los contingentes de chabolistas y su nueva ubicación. Por añadidura, estos movimientos de poblaciones, normalmente hacia la periferia de las ciudades, no sólo tienen repercusiones para los que son des-territorializados sino para aquellos agentes sociales que comienzan a funcionar como grupo de acogida. Se ha optado por una exposición del ma-terial recogido en las entrevistas y en las observaciones por temas separados, pre-viamente de una aproximación geográfica y urbanística, de la barriada1. Aproximación El barrio del Confital se sitúa en el norte de la isla de Gran Canaria, concretamente en el litoral de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, en la zona llamada La Isle-ta. Éste toma el nombre de la bahía que forma junto con La playa de Las Canteras, “La bahía del Confital”. La isla consta de un istmo de arena, que en épocas de ma-reas grandes separaba La Isleta - por lo que recibe el nombre -, sobre el que se constru-yó la ciudad cuando comenzó a crecer, a partir del primer cuarto del siglo XX. Hoy en día, el istmo es un conglomerado de edi-ficios, casas, naves industriales y gruas, que une con la anteriormente citada Isleta, delimitada como zona militar, (con alam-brada incluida) y con el puerto, ya muy diferente de lo que era, a causa de su con-versión como importante escala comercial entre Europa y América. La población del barrio es proletaria con bajo nivel cultural. En su mayoría se dedican a trabajar fuera del barrio como pintores, algún albañil. La situación del barrio ofrece al residente la oportunidad de hacer algo que no se puede hacer en otras partes de la ciudad, activi-dades que terminan creando una diferen-cia, algo que nos comenta un informante: “Yo nací en la calle Luján Perez (La Isle-ta) y hará unos 41, 42 años que me fui pa´l Confital, estuve allí atrás viviendo un fleje de años, luego pegué a trabajar atrás en la factoría de salazones y allí me pegué toda la juventud como quien dice hasta ahora, 56 años y ahí metío hasta ahora mismo que llevo en el confital, y aquello es…, que te voy a decir yo, un mundo distinto al de afuera, se vive tranquilamente, estás a tu aire, no es igual que en la capital porque la capital es,… allí puedes estar tranquila-mente, tú con tus bermudas, tu pantalonci-to corto, tus bañitos, irte a pescar, porque es un sitio de pesca, te pasas un buen ra-to… si no quieres pescar, te vas a la- Paulo González 87 piar,(coger lapas)… tus asaderos con un par de amigos y lo pasas de puta madre… lo que hay allí es... En la capital, estás fatal, pacá, pallá,…como hecho porvo,… por lo menos allí te distraes,… vas a pescar te pasas el día pescando o se juntan par de amigos, ¿te tomas un par de copitas? Ven-ga,… te pones a jugar a la baraja, al domi-no , pasamos el rato, y así es la vida, tran-quilidad, tranquilitos, … no es como aquí en la capital, aquí es un desastre, no sabes ni pa´ donde ir, aquello es un mundo distin-to que fuera…” La playa de Las Canteras, tan unida al Confital - y al mismo tiempo tan separada-con su correspondiente avenida, se puede interpretar como el “desastre”, “la capital”, a la que hace referencia el informante. En esta zona se ha generado en cuestión de tres décadas un circuito importante para la economía de la ciudad, creando a su vez una preocupación estética reafirmada con la reciente construcción del Auditorio Al-fredo Kraus, símbolo de la “nueva” burgue-sía en el poder. Contemplando las transformaciones so-cioeconómicas que provoca la llegada del turismo de masas a las islas, existe una “tendencia a la homogeneización de la vida social,(...) que para muchos autores signifi-ca la victoria de lo racional, lo manipulati-vo, lo impersonal y lo individualista sobre lo simbólico, lo emotivo, lo personal y lo colectivo”(Galván 1987:34). Algo que se traduce de forma concreta en los desalojos de población pertenecientes a clases socia-les más desfavorecidas. La revalorización del suelo en la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria provoca procesos de especu-lación importantes que permiten entrever algunas tramas políticas. Este es el lugar donde el Barrio del Confital juega su papel en relación con el resto de la ciudad. El terreno sobre el que están construidas las chabolas pertenece a familias terratenien-tes, por lo tanto nos referimos a asenta-mientos poblacionales en terrenos ocupados de forma ilegal. La existencia de las “Cue-vas de los Canarios”, asentamiento abori-gen en la zona, problematiza aun más el destino de la zona. Estas cuevas han sido declaradas como Bien de Interés Cultural2, y es uno de los puntos clave para los que los grupos nacionalistas apuesten por la defen-sa de la zona habiendo propuesto para ello una alternativa a la ofrecida por el Ayun-tamiento. Uno de los grupos nacionalistas AMAGA (Alternativa Maga Nacionalista), hacen una clara defensa de la conservación de la memoria del pueblo canario, haciendo una propuesta de tipo museística para las cuevas. Desde hace unos años, este grupo celebra en las “Cuevas de los Canarios”, el Beñesmen, fiesta aborigen donde se recogí-an frutos y que significaba para los pobla-dores prehispánicos el comienzo de un nue-vo año. Ésta se celebraba el 15 de agosto, mitad del año occidental y en ella se reali-zaba la ofrenda ritual al dios Alcorán o Alcorac, según diferentes textos etnohistó-ricos. Este tipo de prácticas llevadas a cabo por este grupo de actores sociales, nos pue-de ayudar a la comprensión del fenómeno que suscita la desaparición de las chabolas y la reconstrucción de la zona, pues, el pro-blema supone la construcción de un hotel en las laderas de la montaña que provoca-ría una grave pérdida relacionada con la necesidad de salvaguardar la memoria co-lectiva del “pueblo” a través de restos ar-queológicos. Otro grupo de carácter independentista, AZARUG, incluidos en el M.L.N.C. (Movi-miento de Liberación Nacional Canario), también actúa en defensa de la zona. Una de las premisas con las que actúan es la valoración negativa del caciquismo en el que se encuentra Canarias actualmente, con el que se debe acabar para que pueda realizarse el proyecto de “Canarias libre y para los canarios”. Apostando por un acti-vismo más cerca de la calle, con pintadas y pegatinas sobre el fenómeno de la desapari-ción- desalojo- reconstrucción de la zona eligen como objetivo “crear una conciencia” de las desigualdades vividas en Canarias a raíz de la conquista, manifestadas en el campo del turismo y la especulación. Otra de las asociaciones que se manifestaron en contra de la construcción del hotel es Ben Magec, un grupo ecologista que junto con los dos anteriormente citados han creado una “Plataforma de Defensa del Confital”. Correspondiente a las movilizaciones socia-les encontramos otra plataforma llamada Iniciativa Ciudadana “El Confital es Nues-tro”, la cual se constituye: “a partir de una inquietud y preocupa-ción por el alcance de la actual política de desarrollo turístico y los desequilibrios me- 88 Consumo e legitimidade na cultura mundializada dioambientales y sociales que ésta provoca en nuestras islas en general y en particular en los pocos espacios libres que quedan en el municipio de Las Palmas de Gran Cana-ria. En nuestro caso, esta Iniciativa Ciuda-dana centra sus actuaciones y sus reivindi-caciones en la oposición total al proyecto de urbanización del entorno de la playa del Confital, uno de los pocos espacios de costa libre aún de construcciones que quedan para disfrute de la población. Así, ajena a cualquier adscripción política o ideológica, y respetuosa con todas, esta Iniciativa sólo busca la actuación de la ciudadanía como sujeto, protagonista y destinataria de cuan-to acontece en una sociedad democrática y participativa”.(extraido del manifiesto El Confital es nuestro, Diario de Canarias) Como podemos observar el fenómeno del Confital, provoca diferentes reaccio-nes entre los habitantes de la ciudad, creando movilizaciones en contra de una especulación cada vez mayor. Por esta razón, los procesos de desalojo aun no han sido llevados a la práctica de forma total. Actualmente el número de chabo-las ha descendido. Durante la última etapa del trabajo de campo quedaban alrededor de 40, debido en parte al “Plan de Erradicación del Chabolismo”, puesto en práctica por el Gobierno en funcio-nes, ofreciendo un paisaje mucho más desolado, en el que todavía puede verse las antiguas marcas que delimitaban el espacio que cada chabola ocupaba. El terreno visto así, crea una fuerte distin-ción entre los dos subgrupos que emer-gen de una lectura un poco más atenta. La delimitación a la que hacemos refe-rencia está constituida por una separa-ción que ha aparecido de forma espontá-nea, posteriormente a la destrucción de chabolas, un claro, un territorio de nadie que ha dejado al descubierto varios pe-queños núcleos de casetas que albergan a los dos subgrupos: los consumidores de heroína y los no consumidores. El Confital se presenta como un “deco-rado” que reproduce en escena un asenta-miento que permite a los residentes sepa-rarse de la ciudad, y de esta forma, estable-cer unas normas sociales diferentes de las que parece crear la ciudad. La no necesidad de cumplir con las expectativas que manda el consenso social se puede interpretar co-mo el eje fundamental para la “elección voluntaria” de residencia en el barrio. Sin embargo, ésta no es una proposición extra-polable a toda la población, ya que como hemos visto y el lector podrá inferir, los datos etnográficos referentes a núcleos de poblaciones “desatendidas” por la adminis-tración, aquellas relacionadas con las acti-vidades más criminalizadas como la prosti-tución, el trapicheo, etc, muestran a un buen número de personas que llegan a adoptar tales prácticas y estilos de vida impulsados por una desrregularización, que sobre todo, empieza por la variable econó-mica, es decir, por no poder mantener una vida normalizada y el consumo de heroína (Pallarés, 1995.) Historia de una ocupación y procedencia dela población Los orígenes de asentamiento humano en el Confital se remonta como hemos visto a los antiguos pobladores de la isla, pero es a partir de la creación de una fabrica de salazón en la primera mitad del siglo XX que se supone de una población fija: “aquello fue un par de puretillas, de pes-cadores, que tenían sus embarcaciones, iban a pescar y que se montaban allí sus tingladillos, sus casetas y luego se fue po-blando cada vez más,… eso en el año 61, 62,... antes había pero salteadas, pocas, … antes era una familia que llamaban los salineros, que tenían las salinas atrás, te-nían su casa pero de piedra,… allá donde están las salinas, pero hoy no están atrás, están todos para fuera, aquí en la isleta hay montones…Ellos se marcharon en el sesen-ta y algo,…pero ahí nacieron , hijos nietos, de todo…”. A los orígenes, se ha de añadir el proceso migratorio interno que sufrió la isla de Gran Canaria en la década de los años 60. Este movimiento provocó la llegada de con-tingentes procedentes del ámbito rural en busca de trabajo en la ciudad. El auge del turismo promovió una demanda del sector servicios en la zona, lo que se tradujo en un éxodo campo- ciudad para el que la ciudad no se encontraba preparada. Muchas de estas personas se instalaron en el Confital a la espera de vivienda en la Urbe capitali-na: “Cuando yo llegué había el doble o más Paulo González 89 que ahora…fíjate tu, que casi media Cruz de Piedra eran todos del Confital, que te digo yo antes,.. podía haber unas 500 cha-bolas, por lo menos, … lo que pasa es que había de veraneo, y gente fija viviendo, …hace por lo menos 30, 31,32 años de gente fija viviendo, por lo menos unas 300 o 400 chabolas, con cada caseta una familia”. En la década de los 70 se construyen varios barrios donde se introduce a es-tos contigentes de migrantes, y se pro-cede a la destrucción de las chabolas, ya que los terrenos que ocupan perte-necen a una familia de terratenientes. Aún así, la gente que había poblado el terreno durante una década decide vol-ver para fabricar más chabolas, aunque algunos permanecieron como nuestro informante: “Yo llegué al confital con 15 o 16 años, y ahora tengo 57, y de ahí que me marché,.. lo más que yo estuve fuera,… no llegó al año, porque después de que dieron casas en la Cruz de Piedra aunque yo no cogí casa y mi padre tampoco, estuvimos metidos de-ntro. En el 70 o 71 fue cuando la gente se marchó para la Cruz de Piedra, 32 años creo que llevan, pero después la gente vol-vió para montar las casetas de veraneo y así fue como se pobló otra vez, al año de haberse ido. Esta gente vivía en el Confital, quitaron las chabolas, les dieron la casa y muchos volvieron pero a montarla de vera-neo, y otros que desde niño vivían atrás, les dieron las casas y luego se fueron de la isla y volvieron, no tenían donde vivir y se la montaron y ahí se han quedao,… te digo, es una cosa rara , el que vaya una vez se que-da enganchao…” Posteriormente a la reconstrucción del barrio la gente comenzó un proceso de em-padronamiento con el objetivo de mantener el lugar de veraneo, en cambio otros lo hacían por necesidad. En los tiempos de la dictadura la vida en el Confital no se dife-renciaba de cualquier otro barrio de la ciu-dad. Hasta la llegada de la transición de-mocrática, el Confital parecía no ser un problema para las autoridades, ni existían problemas de especulación urbanística co-mo los actuales. Los años 80 parecen pasar desapercibidos, a no ser por la llegada de la heroína al barrio a finales de década: “La imagen del Confital empezó a cam-biar con la puta droga, porque en el Confi-tal nunca ha existío droga, existe droga de hace 10, 15 años pa´ca, droga hay en todos lados…, pero de droga dura, hará 10, 12 años, que se introdujo, porque en el Confi-tal qué es lo que había, lo que se fumaba antes, hachís, congo y kifi… hoy en día todo el mundo, oh el Confital que van los droga-dictos…” El cambio político experimentado en el Estado Español en la década de los años 90, pone de relieve la creación de una imagen negativa del chabolismo en esta zona de la ciudad. De esta forma se ponen en marcha varias acciones de intervención sociopolíti-ca, entre las que encontramos el “Plan de Erradicación del Chabolismo” en la isla de Gran Canaria, así como más recientemente, pasado el cambio de siglo “Plan de embe-llecimiento de Gran Canaria”: “En los 90 con el PP, se mandaron a ti-rar las chabolas que existían para el vera-neo, …con el PSOE nunca se metieron, sólo ahora con el PP, el consejero de vivienda, quería arrasar con todo, arrasar con el Con-fital,… y la gente decía “nosotros nos vamos pero cuando den las casas”, los otros de veraneo ninguno quería casa, todos tenían casas, si iban a quitar el confital ellos se iban, sin empadronamientos y sin ná, … y ahí se metieron, metieron tractores sin avisar, estaban vacías,… pues venga fuera, …tiraron chabolas con gente que estaban trabajando y cuando tal, cuando se dieron cuenta no les quedó más remedio que una que estaba vacía pues cambiársela por otra, de gente que estaba vacía de veraneo”. Relaciones sociales e identidad del barrio El apoyo mutuo parece ser una de los elementos que distingue la vida de los cha-bolistas en el Confital. Las redes de inter-cambio (Lomnitz, 1985) quedan manifesta-das en diferentes episodios que pude cono-cer gracias a conversaciones de tipo infor-mal. Aunque actualmente el número ha descendido, se sigue manteniendo un grado de cohesión entre los habitantes que resi-den y que normalmente se reúnen en el bar local de reunión por excelencia en el Confi-tal y que se erige como símbolo de la resis-tencia al desalojo, ya que como decían: “no lo pueden tirar porque es el local de la AA.VV”. En el relato se deja entrever una cierta nostalgia del pasado, de tiempos me- 90 Consumo e legitimidade na cultura mundializada jores para el chabolismo: “Aquello era, desde la misma puerta de entrada que lo llaman el cabrón y los ro-deos, todo era lleno de chabolas, hasta lle-gar a la misma alambrada atrás,... aquello era tanto o mejor que ahora, había más familias y era más tranquilidad que ahora, porque antes era todo el mundo conocido, dejabas la puerta abierta y nadie se te me-tía, había más problemas porque el agua costaba más en traerla, antes el mismo que trae la cuba, traía un camioncillo con bido-nes y de ahí llenabamos y el mismo pureta dice que tiene la cuba gracias a llevarle el agua al Confital, fíjate tú lo que ganó. Hoy en día no te dejan montar más casetas, pero antes tu llegabas y te montabas la caseta, y aparte estaba la gente que te ayudaba a montarla, se montaba en un dos por tres,… antes se ayudaba, antes el confital se ayu-daban unos con otros , te digo, aquello era una familia, se llevaban todo el mundo bien”. Para los residentes, entre ellos los niños, el hecho de vivir en el Confital ayuda a crear una fuerte identidad, la relación con el espacio se transforma en vínculo: “Yo no me voy hasta que me echen”; “Orgulloso de vivir en el Confital, cuando muera le he dicho a mi hijo que tiren mis cenizas cerca del bar”; “No se vive mejor que en el Confi-tal“, ”Ser chabolista no es ninguna ver-güenza, yo salto si me ofenden el Confital”, son algunos de los comentarios que recogi-mos. La cuestión que parece emerger es, en opinión de los residentes, que el barrio crea una atracción a la que es muy difícil vencer. Dicha atracción, se simula entre un efecto de autenticidad para el que allí reside, algo que se ve sustentado por la construcción diferencial entre el significado atribuido a la vida en la ciudad y a la vida en el barrio: “El confital es como si te faltara algo, sales para la calle y parece que te falta la respiración.ñEl confital es una cosa que te llama, estás tú fuera trabajando en la ca-lle, por ejemplo yo , salgo del confital si estoy trabajando en la calle y estoy desean-do que llegue la hora de terminar para vol-ver para atrás al confital, porque es una cosa que te llama, estás paquí pa la calle con los amigos y que vá yo me voy pa ´tras pa´l confital que se pasa mejor, allí te des-plomas, llegas de trabajar, pantalón corto y te pegas toda la noche sin camisa ni ná, es otra vida,… yo toda la vida en mangas de camisa, si sales pa´la calle tienes que llevar tu camisa puesta y aparentar lo que no eres, ¿por qué?” Problemas del Confital Anteriormente la representación era di-ferente, pero es justamente a mitad de los años 80, con la instaución de la heroína hasta el punto de crear un aura y colocar a el Confital en la categoría de leyenda Ur-bana, como uno de los núcleos de criminali-zación en la ciudad. Cabe decir, que la per-cepción social de las drogas en España, algo que ha venido a llamarse, el problema de la droga: “constituye un problema social que se ha ido construyendo en España entre el perío-do que va de finales del franquismo, hacia la mitad de la década de los setenta hasta finales de la década siguiente, cuando po-demos constatar que ya forma parte del repertorio de los problemas básicos en nuestra sociedad, (…) el problema se desa-rrolla alrededor de un determinado para-digma de “la droga”: los conflictos (persona-les, sociales, políticos) que tendrán a la heroína y a los heroinómanos como prota-gonistas. (Romaní, et al, 2000). Los problemas que caracterizan la situa-ción del Barrio, son aquellos relacionados con la estigmatización social que sufre, además de los que derivan de situaciones de insalubridad, en cierto modo promovi-das por el ayuntamiento debido al abando-no con el que tratan al barrio y a sus resi-dentes, la falta de equipamiento social y sanitario. Los camiones de basura han de-jado de pasar y los contenedores supuesta-mente han sido retirados de la zona para ser limpiados sin que hayan sido todos de-vueltos, de ahí que las estrategias cometi-das por los residentes pasen por la quema de basura en algunos de los claros que ofre-ce el terreno posteriormente a la destruc-ción de chabolas de gente que han marcha-do a casa de régimen de alquiler o a otros barrios con adquisición de casa inminente. La droga “dura” es el mayor problema del barrio, ya que funciona como fuente de atracción para diversos grupos de foráneos que sólo van al Confital para la compra y consumo de sustancias; que transforman el paisaje en un vaivén de personas, de idas y Paulo González 91 venidas entre chabolas, de saludos rápidos, de ruegos entre algunos, de peticiones de limosnas, de ladridos de perro, de gritos, de insultos. Se llega a dar el caso de algunos que terminan por convertirse en residentes, cuando pierden el consumo normalizado y no queda más remedio que adaptarse a una vida donde el consumo es el axis de vida: “Los drogadictos venían a comprar y marcharse, porque ahí no se quedaba nin-guno, venían a fumar y marcharse, los que están ahí son de ahí pero los otros venían a fumar sólo,… Enganchaos hay par de ma-trimonios, gente que sí eran de afuera y que se han quedao ahí, pero no te creas que son muchos,… enganchaos son los 4 que hay pero los demás vienen a fumar y luego se marchan…” Aunque como explica el informante, se-gún su visión, parecen ser pocos los heroi-nómanos residentes, la imagen negativa es reforzada por el flujo constante de personas de aspecto descuidado que pasan por el camino o que encuentras detrás de casetas ocultándose y resguardándose del viento, junto a las que se puede encontrar en los alrededores de la entrada vendiendo obje-tos. A pesar de la estigmatización que sufre el barrio se intenta romper con el estigma ofreciendo una visión positiva de la gente del lugar: “Droga hay por todos lados, te lo digo claramente,… lo que pasa es que la gente, dice,…, y el confital es un sitio tranquilo, te digo, vas por fuera y hay el doble o más de pleito que allá atrás… desde que tu co-ges amistad allí con un tío, ya tienes un amigote de cojones, …cuando hay un asa-dero , eres el primero a quien invitan al tenderete y verás tu lo que hay, una playita tranquila.. una playita natural, allí no hay nada artificial, artificial son los que en-tran,… sí., sí, porque desde que ven aquello dicen , “oh y la gente fuera por ahí contan-do unas cosas y luego vienes aquí y ves…”, Coño ¿ y siempre le vas a estar haciendo caso a lo que dice la gente?” En los primeros años la reacción ne-gativa a la droga de algunos de los habi-tantes fue determinante para el abando-no del Confital, al mismo tiempo que generó a la larga que algunos individuos se establecieran en la zona: “la reacción de la gente cuando llegó la droga fue,…lo que pasa es que no puedes decir nada, es normal,… que vas a decir tu que éste vende, aquel otro vende, … la gente se mosquearon, dijeron ¿qué coño es esto? , …muchos se marcharon por la puta droga, los que tenían niños chicos ,…para no estar viendo esto, que si jeringuillas pa´ca, jeringuillas pa´llá, o caundo vieron que ya estaba la droga a fondo, fija, fija,… mucha gente se marcharon, cogían sus ca-setas, las abandonaron o se las daban a otros y se marcharon, no querían que los niños estuvieran viendo que si a unos pin-chándose a otros fumando, …pero no era gente del Confital , eh?, era gente de afuera la que venía… (…) venían a comprar o la traían de afuera, se la metían y después se quedaban ahí” La elección del Confital como lugar de drogadicción parece ser clara: “Elegían el Confital para venir a tomar, por una sencilla razón, porque es una playa que ha tenido poca vigilancia, porque allí no ha habido vigilancia ninguna, ni en los tiempos de Franco ha habido vigilancia, ahora porque les interesa por el rollo del terreno, porque si no, no había… lo que hay es una patrulla que baja como cualquier barrio cualquiera, un recorrido que hacen hasta la alambrada con su cochito y ya es-tá, …que yo creo que lo hacen para tomarse 4 copas, porque se pegan hasta una hora y allí no hay nada, 4 casetas,…” Mantener hasta ahora el Confital como ha estado parece responder a unas exigen-cias de la ciudad, por lo tanto el barrio cumpliría una función de “cubo de la basu-ra” donde introducir lo indeseable de la ciudad, con necesidad de entendimiento propio: “Yo creo que les interesa a ellos, porque dirán, mientras tengamos a toda esa gente metida ahí dentro, no los tenemos por aquí por la capital, para mí que les interesa, bueno, tenemos 4 drogadictos para allí atrás no los tenemos en la capital, yo creo que sea eso lo que pasa, si están ahí no están en ningún barrio metidos” Asimismo, parece que la resignación a un presente, a una realidad introyectada, unida a la comodidad es uno de los factores importantes que quizá determinan la resi-dencia en el barrio, a pesar de las posibili-dades de consecución de vivienda: “La problemática del Confital, ahí hay dos puntos de vista: 1) el caso mío, por ne- 92 Consumo e legitimidade na cultura mundializada cesidades, las cosas me fueron muy mal, no quise recurrir a mi familia, me fui, conocí a (...) se abrió de patas conmigo, (risas) y bueno como yo había otros no? , pero por desgracia la mayoría era hombres y muje-res sin ilusiones, no tenían esa ilusión por salir del Confital a una casa, no tenían ilu-sión por buscar un trabajo, …Vamos a hablar claro, primero porque a lo mejor estaban allí desde muy chicos, hay una comodidad y otra cuestión puede ser la dro-godependencia, están allí y les da lo mismo dormir en un colchón que dormir en el sue-lo, … después hay otros, que no hay ni un fin de semana que no se vayan a su chaboli-ta, pero tienes que entrar dentro de esa chabola, …piso , ducha, baño, todo limpio , pero entrabas a otras chabolas y lo que veías allí…, El día del primer incendio , el párroco bajó por la noche al y se quedó im-presionado con lo que vio en algunas chabo-las (…) autentica miseria y aparte de la drogodependencia, prostitución,… a esas personas por mucho que la asociación in-tentó hablarles, convercerlas e incluso a algunas se las llevó a centros de rehabilita-ción, no hubo manera, no entraban, decían que sí, que sí pero cuando llegaba el mo-mento de la verdad se escondían, claro tampoco puedes esposarlas y llevártelas, es su vida y su libertad”. El problema que más acusa la población ocupante en estos momentos es debido al reajuste urbanístico. En un primer plano, debemos considerar que las políticas de vivienda se encuentran a la espera de una determinación para saber el futuro de la zona y que inexorablemente conlleva el futuro de los grupos, que ya han asumido el desalojo. Éstos, como hemos visto, divididos en dos subgrupos, plantea soluciones dife-rentes, por un lado políticas de integración social y reinserción para los drogodepen-dientes, al tiempo que se les debe ofrecer una vivienda digna y por otro lado, - que no por ello menos problemático- la adjudica-ción de viviendas para todos con objetivo de cumplir el proyecto de erradicación del cha-bolismo: “Sí, yo me voy pero cuando me aseguren que me dan casa, porque yo a régimen de alquiler no me voy, ¿para qué? Para que el ayuntamiento pague tres meses y luego, …una marica como yo, si no lo puedo pagar ¿qué?, a la puta calle ¿no?” Asimismo, encontramos opiniones con-trarias, que se pueden interpretar como una forma de resistencia: “ Yo no soy como ellos, yo me quedo aquí, nací aquí y aquí me quedaré aun teniendo la oportunidad de ir fuera”. El chabolismo entendido como algo contracultural, como si reivindicar esa for-ma de vida se convirtiera en algo provoca-dor que contribuye a subvertir el confor-mismo, las expectativas, que generan las políticas públicas sin consultar a la gente que allí reside. La chabola parece emerger así como la negación a homogeneizarse, como la negativa a vivir en un edificio.“La gente de aquí no nos queremos ir, aquí es-tamos bien, ya perdimos las chabolas de La Punta (en el otro lado de la isleta, donde desalojaron para construir la zona franca canaria) pero el Confital no lo vamos a per-der” Por otra parte, los mismos chabolistas, conscientes de su situación se permiten ofrecer posibles soluciones que no van sepa-radas de la crítica: “En el Confital lo que se debe hacer es una zona de acampada para que la gente lo disfrute. Si se quieren traer la roulotte, o la caseta de campaña, se la traen. Si hay que hacerlo pagando, pues pagando, pero que se haga algo para la gente.¿Qué se creen los del PP, que por poner algún contenedor, se creen que pueden camelar a la gente? Hemos vivido siempre con la basura y por-que ahora hagan eso no van a ser acepta-dos,… Antes decían que los camiones de basura no podían bajar pero como ahora vienen las elecciones sí,… sólo para conse-guir más votos” En el barrio, los únicos negocios que hay son la venta ilegal de droga, y dos bares. La comida se debe ir a comprar fuera, sin em-bargo no fue siempre así. Como hemos po-dido saber, en los momentos de mayor es-plendor de la barriada de chabolas, nos referimos al período que abarca finales de los 70 hasta finales de los 90, había varias tiendas de alimentos y muchos más bares. El barrio no cuenta con ningún tipo de ser-vicios sociales, no hay escuela, no llega el transporte público, no llega el correo, no hay luz si no es por motor propio ni agua si no es por las cubas y se hace necesaria la salida para conseguir alimentos. Aun así no parece ser tan problemático para los resi-dentes que ya han aceptado tales condicio-nes. Teniendo en cuenta que se trata de Paulo González 93 terrenos ocupados se hace más fácil enten-der la falta de infraestructura existente. Vida asociativa, movimiento vecinal La población del Confital comienza su andadura reivindicativa con la creación de la asociación de vecinos el 31 de marzo de 1997, con el nombre “AA.VV. La Playita del Confital”: “La AA.VV se formó porque nos junta-mos par de amigos y dijimos que ya que había AA.VV. en todos los barrios por ahí por qué no hacíamos una nosotros allí,… aquello es un barrio, hay más gente o igual allí que en las coloradas o más, legalizada y todo, por el Real de Las Palmas. Se creó con el objetivo de agarrar como cualquier otro barrio cualquiera, pa´ tener un poco más de fuerza, pa´ podernos apoyar en algo, y siguen funcionando aunque muchos de los directivos estén en la calle, porque están en régimen de alquiler, sigue en activo, ni se han dado de baja ni ná” Otro de los objetivos de la AA.VV. tiene un trasfondo más cultural que so-cial: “Estamos tratando con personas, no con robots, la lucha de la asociación era esa, ese objetivo. Esa gente debe ser re-ciclada y a los niños no te di-go,… porque no tienen educación, cultu-ra y los vecinos del sitio a donde los manden van a llamar a la policía y los echarán” Esta Asociación se autofinanciaba con las colaboraciones que podían hacer entre los chabolistas: “Se dijo que para los gastos de la asocia-ción, de los carnets que queríamos hacer, los gastos de transporte, porque claro cada vez que se sale del confital para hacer ges-tiones hay que coger guaguas, tomarse un café,… entonces se acordó que para que hubiera algunos fondos había que comprar los libros de actas, de caja, el de socios, y todo eso vale dinero, entonces se dijo que el que pudiera, … eran 500 pts al mes, el que pudiera,…y el que no pudiera que podía ser socio, y así se hizo. Nosotros no pedimos nunca una peseta a nadie, nos las arreglá-bamos como podíamos, la única vez que recibimos 10.000 pts y que no las recibimos nosotros sino la asociación fue para el en-tierro de Alí, que lo pago Encarna, conceja-la socialista, ha sido la única vez que el confital ha recibido algo, porque lo demás sí hemos recibido los alimentos que se han repartido, y juguetes, …cuando hemos te-nido que hacer fotocopias para repartirlas y estos grupos políticos nos han dicho, “las que quieras”, y si hemos tenido que convo-car una rueda de prensa para todos los periódicos, la dirección general de vivienda nos ha asignado mesa y teléfono y que hiciéramos las llamadas que quisiéramos, eso sí, pero eso es apoyo, no?, además creo que si hubiera habido apoyo económico no lo hubiéramos admitido no, porque tenía-mos que ser autosuficientes si no caíamos en lo mismo que en los del PP. Y así empe-zamos a hacer censos, a levantar actas, …a tener más contacto con los chabolistas, ya venían a preguntar, como encima una vez al mes repartíamos alimentos a los más necesitados y para ser sinceros, a unos más que a otros” Esta política acerca de la repartición de alimentos a la larga creó ciertos problemas entre la población, con lo que incluso se llegó a abandonar el proyecto con el fin de evitar disputas: “Había unos carotas, con sus grandes sueldos que venían y lo pedían, con sus grandes sueldos de trabajar por fuera, …esos son los que hablaban, por eso quita-mos el reparto, se ponían a criticar a uno, que si cogías los alimentos y uno nunca cogía nada, (…) después lo que se hizo fue que cada uno fuera a buscarlo a la parro-quia, … hasta el día de hoy nunca me ha hecho falta, si lo hubiera necesitado lo hubiera cogido como los demás. Había unos que lo cogían y luego lo vendían en las mismas tiendas que tenían, eso cuando había tiendas en el confital, eso hará 5 o 6 años, cuando empezó a funcionar la AA.VV.” El activismo del movimiento vecinal se vio apoyado en primera instancia por la oposición política y más tarde por las inicia-tivas ciudadanas como vimos anteriormen-te: “Hemos tenido apoyo de grupos políticos tan dispares como Coalición Canaria (CC)y el PSOE, los concejales de CC y el SOE, han ido mucha veces al confital , han hablao con la gente, hemos hablao con ellos en el ayuntamiento muchísimas veces, han estado perfectamente informados siempre, 94 Consumo e legitimidade na cultura mundializada … el único partido del que no hemos recibi-do nunca apoyo, sino al contrario, han ido siempre a matar es con el PP, hasta al punto de que se llevaron los contenedores con la excusa de limpiarlos y no los traje-ron, y habían montañas de basura, y convo-camos a la prensa y a la televisión, vinieron algunos concejales de la oposición y salió al día siguiente en toda la prensa y en todas las televisiones,… automáticamente a la semana siguiente aparecieron camiones para limpiar el confital. Una vez que lo limpiaron y que la prensa lo publicó, no se cuántas toneladas de basura se llevaron y no exagero, eh?, después no pusieron con-tenedores entonces que pasaba,…que cuan-do había un montoncito regular se le pren-día fuego pero venía la policía a multar porque allí no se podía hacer fuego,… explí-camelo porque yo no lo entiendo,… vino hasta la guardia civil para decirnos que allí no podíamos hacer fuego” Entre los actos reivindicativos encon-tramos uno que consistió en tirar un cartel que el Ayuntamiento colocó a la entrada del barrio que decía: “Prohibido acampar en el Confital”. Aparte, con los actos reivindica-tivos se intenta mostrar, utilizando los me-dios de información, una realidad que las políticas públicas se había esforzado en ocultar: “Es verdad que las 2 veces que hubo fuego llamé desde un teléfono móvil a la prensa y a las televisiones y a los 15 minu-tos estaban todos allí, porque interesaba que eso saliera, que la gente se enterara en que condiciones estabamos viviendo, …” Al mismo tiempo encontramos reflexio-nes sobre las intervenciones políticas sobre lo que definían como “el masoquismo cana-rio”, teniendo en cuenta la “nueva era en el poder” del PP: “Y han vuelto a salir, fíjate en el título de su Concejalía, Asuntos Sociales, Vivien-da, Igualdad de Oportunidades, ¿qué opor-tunidad a los chabolistas?” El proyecto creado da origen a otros proyectos de futuro, debido a la casi segura desaparición del barrio: “La intención es que cuando nos vaya-mos montar una AAVV. Con la experiencia que hemos cogido, para ganarnos al barrio sabemos que hay que pedir mejor servicios de guaguas, algún parque infantil donde las madres puedan ir con sus hijos y eso yo sé que en otros barrios la dirección general de la Vivienda lo ha dao y lo ha montao, hacer algún jardín entre los vecinos,… para que el barrio tenga el desahogo para las madres y los niños, y pediremos un local para las reuniones” Turismo, heroína y pleitos insulares Hasta ahora, hemos ido identificando los diferentes factores implicados en la pro-blemática que nos ocupa, y que nos han permitido ir creando una composición de lugar con la que a partir de estos momentos trabajaremos. Desde un principio nos ha llamado la atención el conjunto de elemen-tos que intervienen en la consideración del barrio, desde las representaciones sociales hasta los proyectos especulativos que pro-vocan el desalojo de una colectividad, pa-sando por los procesos identitarios que en él se desarrollan, pero la pregunta que surge es: ¿qué pasa con la ciudad?. En primer lugar, nos encontramos con la estigmatización del barrio surgido de un proceso histórico, que tiene su origen en procesos migratorios internos en la isla. En éste, la variable económica ha sido funda-mental, tanto para los migrantes, en lo concierne a su lugar de recepción en la ciu-dad (adaptación a la vida en un descampa-do, donde algunos pescadores habían mon-tado sus pequeños tinglados a falta de re-cursos), como en un nivel mayor de la esfe-ra económico-política del archipiélago cana-rio, nos referimos al fenómeno del turismo a partir de la década de los años 60. Su-brepticiamente a lo largo de este proceso, se introduce la problemática que constituye uno de los temas más importantes de la sociedad española actual, “la droga”, (la heroína), con lo que se comienza a invertir el pensamiento de los ciudadanos de Las Palmas de Gran Canaria acerca del barrio, consiguiendo una nueva representación social que, como ya hemos anticipado en páginas anteriores, la hegemonía sirvién-dose de los medios de comunicación, se en-carga de instaurar como modelo dominante. De tal representación se genera el estigma del barrio. No se debe olvidar que la “ciudad” no se encontraba preparada para tal afluencia y que, poco a poco fue hallando los “huecos” necesarios para la construcción de enclaves Paulo González 95 y su consiguiente ubicación de los recién llegados. Así pues, debemos señalar con especial atención, cómo la configuración urbanística en este primer momento, es pensada para los “de dentro”, los propios isleños, que permitieron y al mismo tiempo percibieron el crecimiento y transformación de la capital. No es nada nuevo – ni sorprendente- en-contrar en la mayoría de las ciudades del mundo, procesos de guetificación, en cierto modo provocados por acciones políticas que han primado la lógica de la exclusión antes que la inclusión. Tal guetificación, - y tam-poco sorprende - genera diferentes estrate-gias entre los sujetos implicados en esa condición. La creación de redes sociales, de las que podemos destacar las redes de ayu-da mutua, se incluyen entre tales estrate-gias, algo que - de nuevo a simple vista-, parece fácil de realizar y que, a la hora de la praxis, nos deja entrever ciertos signifi-cados latentes. No todo el mundo se en-cuentra dispuesto para un comportamiento altruista, sino que el futuro y la perfecta consideración de un presente preceden a las determinaciones de las estrategias que se adaptarán en adelante. Como si se tratara de un epifenómeno, la venta de drogas no consideradas legales por parte del sistema jurídico-sanitario, emerge de los procesos de guetificación, como la espuma de la cerveza. Así nos pa-rece casi imposible pensar que en alguna barriada, ya sea de chabolas o de edificios, no haya droga. Como expresaba uno de los informantes: “droga hay en todos lados” Las páginas precedentes ofrecen una visión de conjunto sobre la ciudad de Las Palmas y de algunos de los diferentes pro-blemas que por ella circulan, nos han per-mitido percibir que en la dimensión micro se encuentran elementos de un sistema mayor, que ya no sólo atañe a la vida de parte de la población perteneciente a los estratos más bajos de la sociedad, sino al conjunto total de la misma. En esta dimen-sión macrosocial observamos como los in-tereses que se mueven tras la cortina de la especulación son reflejados desde la panta-lla formada por las imágenes del turismo. Jean Braudillard, nos advirtió hace tiempo sobre cómo los modelos terminan por poner al descubierto el carácter simulado del mo-delo mismo. La ciudad no es vivida en los modelos ideales que se proyectan, sino en los espacios que construyen los andares citadinos. Esto que acabamos de decir, se puede traducir en la situación que están viviendo los sujetos sociales del barrio del Confital, pendientes de la “supuestamente” inminen-te desaparición del “espacio” que los ha convertido en alguien para los otros, “los de afuera”, tal como han sido descritos en los extractos de las entrevistas. La posible reconstrucción del espacio no se encuentra en sus manos, ya que desde un principio se encuentran alienados de cualquier propie-dad. Convertidos en individuos liminales a la espera de un proceso de re-ubicación, muestran resignación a la deslocalización de la que formarán parte integrante. Así los proyectos han generado que los individuos convivan en una simulación sobre la que construir su futuro. Debemos tener en cuenta para la com-prensión de este análisis el lugar ocupado por este grupo en la estructura social. Con-siderados como “ocupas”, por los “de afue-ra”, les fue permitida la residencia hasta que la lógica capitalista ha querido acam-par en un terreno “nuevo”. Tal considera-ción de ocupas es traspasada al lenguaje con el que se comunican y transformada en el eje que condiciona sus vidas, la perte-nencia al barrio. Los sentimientos de iden-tidad en el barrio adoptan un matiz simbó-lico en el campo de la lengua y la comunica-ción, algo tan claramente expresado en ese eje que opera en la construcción de la iden-tidad del barrio y de sus individuos, en parte constructores, a duras penas, de lo que es. No hay que indagar mucho para darse cuenta que la relación de pertenencia expresada en el lenguaje (yo soy de dentro, tú eres de afuera), alberga en sí misma todo un entramado que nos indica la existencia de un sistema propio, que no exclusivo, que necesita de la existencia antagónica de la ciudad, expresada como símbolo del caos versus la tranquilidad que el barrio emana. La “otredad”, la ciudad, se hace imprescin-dible para afirmarse en el barrio, para que se produzca la identificación y así, proveer a los individuos de la significación necesa-ria para dar sentido a la residencia en el lugar. Desde la Antropología gran cantidad de estudios han remarcado la existencia de lo que ha venido a llamarse localismo, ya 96 Consumo e legitimidade na cultura mundializada sea este de base étnica, pueblerina, ciuda-dana, provincial o regional (Signorelli, 1999) y del que encontramos en el Confital un ejemplo claro. Los sujetos sociales intentan desmitifi-car la relación entre el barrio y la droga, factor esencial de la transformación ocurri-da y origen del componente negativo que actúa sobre él. La defensa del espacio que se siente, en contra de las ofensas declara-das, promueve una mayor identificación y, a raíz de los problemas sobre su futuro pa-rece que también crea una necesidad de pasar el mayor tiempo posible antes de que se pueda perder para siempre entre medio de ladrillos que sentarán la base para una nueva configuración del espacio “privado”. Esta concepción de “para siempre” está determinada por una visión catastrofista sobre el fenómeno del desalojo y la recons-trucción del espacio hasta configurarlo, como se parece comprobar, para “el otro”, el visitante y el de “adentro”, el isleño pero pudiente económicamente hablando. El chabolismo, definido como infravi-vienda, ha conformado la identidad del barrio y de sus miembros, pero no acaba aquí el juego de las definiciones. Partimos de la base de que los sujetos construyen un sistema en un enclave determinado, algo que se conoce como “cultura callejera de los barrios pobres” (Bourgois: 1995), para ar-gumentar que tal cultura será llevada con-sigo, lo que permitirá al resto de la pobla-ción de esos nuevos enclaves crear una imagen de los ex vecinos del Confital y que decir cabe que así nos encontraríamos ante una reproducción social del estigma. La procedencia marcará el resto de la trayecto-ria social y el tipo de relaciones de los veci-nos afectados. El enclave del Confital, en lo que concierne a la significación que ofrece a los vecinos, no se ha sentido como “propio” como posesión, en un nivel de colectividad; recordemos que los chabolistas nunca se han opuesto a la desmantelación del barrio, sino que han pedido garantías de vivienda como forma de solucionar su situación. Alcanzamos aquí, uno de los puntos cen-trales con el que se deben enfrentar los sujetos sociales, la nueva integración en los barrios que comienzan a formarse y en aquellos que ya están formados, por el mo-mento considerados como periféricos, como Jinamar, Los Giles, Almatriche, o Tamara-ceite. Cuando optamos por explicitar la categoría de periférico a tales barrios, lo hacemos porque la ciudad de Las Palmas se encuentra creando nuevos espacios habita-bles que se sitúan “fuera” de lo que presu-miblemente abarca la memoria con la que sus ciudadanos han construido la imagen de ella. Desde otro ángulo, uno de los temas al que debemos referirnos estriba en el grado de cohesión de la colectividad. Hay que tener en cuenta el hecho que sólo perma-nezcan alrededor de unas 40 chabolas, y como ya hemos dicho, se haya creado un “territorio de nadie” que actúa como fronte-ra entre los consumidores y los no consu-midores. Como decían en una conversación en el bar: “Yo de ahí pa´tras no quiero saber ná” . Es muy difícil que la colectividad pre-sente un sentimiento de unidad cuando más de la mitad de la población se caracte-riza por una situación de vida no normali-zada, que empeora las relaciones en el seno del grupo. En cambio, podemos interpretar que la población excluida del anterior aná-lisis, los no-heroinómanos, sí mantiene relaciones que buscan el bien comunitario, algo que se manifiesta en las redes de ayu-da mutua, y en algunos comentarios reco-gidos en entrevistas informales:“aquí somos una gran familia en armonía”. Desde otra óptica, podemos observar al barrio funcionando como forma de control social, algo que no es ajeno a las reflexiones de los mismos vecinos. La cuestión es man-tener apartado a lo indeseable. El poder mantiene excluidos a los “personajes”. Ofreciendo una lectura negativa del Confi-tal. De esta forma podemos ver como: “Aquests espais juguen el paper de “col·lectors” que concentren els més degra-dats (Romaní et al., 1989 cf. Pallarés, 1995). Tangencialmente, han aparecido iniciativas ciudadanas que conforman junto a los grupos más politizados de carácter nacionalista, el cuadro de apoyo social con tendencia ecologista, que cada día cuenta con más simpatizantes. Los procesos de etnicidad plantean un cambio en la arena política, aunque la sociedad capitalina no demuestra interés alguno como parece de-mostrar el resultado de las últimas eleccio-nes. Sintetizando lo anteriormente expues- Paulo González 97 to, encontramos algunos elementos desta-cables en la problemática que acusa el Confital, los cuales provocan en parte, su desaparición: • Existencia de núcleos de drogodepen-dientes. • Terreno urbanizable, generador de eco-nomía. • Turismo, como proceso transformador de la sociedad. Hemos visto el dialogo que se forma en-tre una de las partes que compone la ciu-dad de Las Palmas, y el sistema global de flujos de informaciones que transforma parte del imaginario colectivo capitalino. El tema de la pobreza, es visto como signo de insalubridad de la sociedad, algo necesa-rio de erradicar para la imagen que se quiere proyectar desde los gabinetes políti-cos. En cuanto a los actores, la pobreza es signo de marginación, la que se construye desde afuera, desde el otro lado de la fron-tera creada, aquella que territorializa e identifica a las personas. Conclusiones Uno de los comentarios que más se escu-chan entre las personas que residen en otros barrios de la ciudad de Las Palmas acerca del Confital es: “¡¡Vaya chollo para los yonkis!!”. En este comentario creo que se condensa parte de la lógica que subyace a la problemática de este estudio. El sis-tema económico actual nos ofrece ciertas claves para entender los fenómenos de la cotidianidad, esos tan “simples” como pue-den ser los desplazamientos, los movimien-tos de poblaciones.Simples porque las di-námicas de desterritorialización se apoyan en la lógica excluyente de la colonización. Aunque hay consecuencias, lo que ahora mismo interesa señalar es de qué forma se produce el movimiento. Hemos observado que estos movimientos se han venido efectuando a lo largo de los últimos 40 años, concretamente en las Islas Canarias, con una asiduidad tal que se han transformado en parte de la cotidianidad. Antes, podían parecer extraños los paisajes sonoros generados por la destrucción de la plaza cerca de nuestras casas y su recons-trucción con nuevas formas, o la desapari-ción de un barrio y la reubicación de la po-blación o incluso a la inversa, la construc-ción de nuevos centros comerciales en en-claves ciertamente alejados de lo que cons-tituía el centro de las ciudades. Ahora ya no parece extraño, podemos hacernos la idea que pertenece a nuestro momento, un refle-jo, un síntoma de la modernidad. Sabemos que la tecnología de la que hacemos uso nos facilita que consigamos levantar edificios cada vez de manera más rápida y destrozar montañas que molesten para hacer posible el “flujo de información” entre poblaciones. Y la misma tecnología, nos ofrece que cada día nos parezca menos extraño. Los desplazamientos están a la orden del día a través de las imágenes de campos de refugiados, por ejemplo en los campa-mentos de Timdouf. El bombardeo de imá-genes causa un efecto contrario, ya no sen-timos el extrañamiento, ya se han trans-formado en lo cotidiano, en lo que vemos todos los días. Siguiendo los análisis de Bourdieu estas reconstrucciones espaciales son manifestaciones del poder que de forma simbólica opera en las vidas de los actores sociales. La mayoría de las reconstruccio-nes responden a cambios de dirección en los gobiernos y como tal, cada ideología tiene una estética propia. Contrariamente a los regímenes autoritarios los estados demo-cráticos tienen más fluctuaciones que se reflejan en ese proceso de construcción– destrucción que caracteriza a las ciudades. De esta forma las reconstrucciones sirven para perpetuar la relación de poder a tra-vés de las modificaciones realizadas ac-tuando como recordatorio para el ciudadano de la urbe. Las Palmas de Gran Canaria, en este sentido no es diferente. Uno de los ejemplos más evidentes lo encontramos en la recon-figuración de la ciudad como la capital del archipiélago. Los símbolos del poder son una de las piezas claves para comprender los entramados sociopolíticos. El proyecto de embellecimiento de Gran Canaria, con eslóganes como “Enamórate de ella”, la recuperación de la zona del puerto y de La playa de Las Canteras sirven como recla-mo para un turismo cosmopolita. Las direc-trices que toma la política del municipio capitalino intenta diferenciarse de la del turismo de masas, el que normalmente acude a Canarias, para intentar consolidar el estatus que supere a la otra provincia. Canarias vive desde la mitad del siglo 98 Consumo e legitimidade na cultura mundializada XIX, lo que ha venido a llamarse el “pleito insular”. Éste arranca de las divergencias entre los sectores oligárquicos burgueses de la provincia tinerfeña y la de la provincia de Las Palmas por el liderazgo económico, concretamente las pertenecientes a las islas centrales. La creación del “pleito” surgió como forma de evitar un proceso descoloni-zador en Canarias. La corona española veía peligrar la posesión de las últimas colonias que le quedaba posteriormente a los procesos libertarios en el continente americano, por lo que se decidió utilizar la estrategia más sencilla en estos casos: divi-de y vencerás (Suarez, 1999). Al conseguir el enfrentamiento económico después de la división del archipiélago en dos provincias, la Corona se aseguraba una disociación del emergente proceso nacionalista. Hasta hoy en día, ha continuado el pleito que obser-vando en el plano mesosocial se transfigura en la atracción del turismo entre las pro-vincias. La ciudad necesita de adquirir un pres-tigio, que funcionará como reclamo para un turismo que no sólo acuda a las islas para tomar el sol sino que tenga una oferta cul-tural que sea de interés. Asimismo, encon-tramos la relación con el espacio en el que dicho turismo de corte más cosmopolita se deberá inscribir. Ese espacio, aparte de ofrecer las posibilidades de consumo in-herentes a cualquier turismo que se precie debe ser estéticamente bonito o si no al menos erigirse en un enclave que valga la pena. La cuestión del Confital pasa por aquí. La expresión de los comentarios de los ciudadanos con la que comenzábamos estas últimas líneas condensaba en sí misma, toda la cuestión del emplazamiento para un turismo que busque la tranquilidad, algo así como “un no estar en la ciudad sin salir de la ciudad” tal y como disfrutan los ocupantes del terreno. Pero, ¿qué es lo que pasa con el Confi-tal? Albergar a heroinómanos sobre “petró-leo” (permítaseme la metáfora) no es ren-table para la ciudad, en cambio la construc-ción, limpieza (hasta ahora nunca realiza-da) y creación de plazas hoteleras, sí. El enclave sobre el que se erige el barrio se redefine bajo una perspectiva económica, que tiene al turismo como elemento de ac-tuación. Los procesos especulativos campan a sus anchas generando los procesos de desterritorialización. En un texto de Barbe-ro (1991) sobre las Dinámicas Urbanas de la Cultura subraya: “Desterritorialización habla en primer lugar de las migraciones, de los aislados, de los desarraigos, de las desagregaciones (…); emigraciones e inmigraciones de los pue-blos a las ciudades, de las ciudades peque-ñas a las grandes, de las ciudades grandes a la capital y después –siguiendo la lógica de los urbanizadores que van moviendo a las poblaciones según el lucro del suelo- de unos lugares de la ciudad a otros”. Sin embargo desde otro ángulo de visión “el confi”, como se le suele llamar, adquiere una nueva consideración, se convierte en decorado. En páginas anteriores he comen-tado esta idea, que continuaré explicando. Matizar la idea que subyace a la utilización del término decorado, es diferenciar entre decorado, escenario y espacio. Marc Augé, en un artículo titulado “So-bremodernidad” señala que “la definición del espacio está en función de los que viven en él”. Parece claro a la luz de esta re-flexión cómo se ha producido el fenómeno del Confital y las consecuencias que aca-rrea para la configuración de la ciudad, desde la estigmatización a las relaciones de convivencia internas. Esta definición del espacio en función de los ocupantes produce un reconocimiento, la creación de una refe-rencia sobre la que organizarnos y organi-zar todo el entramado de significaciones que de él proceden. La reorganización del espacio provoca la desaparición del recono-cimiento y una vuelta a la definición. Este movimiento epistemológico deja entrever al enclave adquiriendo la concepción de esce-nario. En ese escenario, la escena que ob-servamos es la concerniente a las relaciones de poder existentes en los procesos de mar-ginación y exclusión social. La escena se repite y creemos, como muchos autores, que lo que cambia es el escenario en diferentes partes del mundo. Lo interesante para mí es que toda la reorganización implica que aunque se mantengan los escenarios (que repiten las mismas escenas) lo que cambia es siempre el decorado y es a partir del cambio del decorado que las personas cons-truyen sus referencias. La cultura es la que aporta el decorado. En el Confital, se va a representar la misma escena de relaciones de poder por Paulo González 99 tercera vez. Este enclave vivió el asenta-miento aborigen y su residencia en las cue-vas; vivió la conquista y la subyugación del “otro”, y en el momento en que nos toca el asentamiento marginal y su consiguiente exclusión a cargo de la hegemonía. Por lo tanto, misma escena con cambio de decora-do. El primer decorado introduce la cultura española que con el paso del tiempo provoca que se pase de la vida en la cueva a las construcciones de madera, las chabolas, el decorado se transforma. Segundo decorado, las chabolas que pasará a un tercer decora-do que todavía se mantiene oculto. Lo que si es seguro es que cambiará. Su función como decorado es lo que no cambia. Las ciudades se reorganizan. El Confital y su inminente “cambio de maquillaje” transforman la ciudad radicalmente y no sólo a nivel visual, incluso transformará el mundo de la droga en la ciudad. El hecho de que permaneciera como un lugar poco vigilado y permitiera ciertas prácticas ter-minaba por crear un mundo inmerso en el imaginario colectivo. Su desaparición crea-rá la necesidad de buscar nuevos lugares para los consumidores de heroína a los cuales se les ha acabado el “chollo”. La definición de infravivienda legitima las acciones que se quieren llevar a cabo y los intereses se camuflan en el mar de la salud. Los discursos higienistas se aplican en consecuencia de intereses político-económicos. Los mismos “estereotipos espa-ciales” (Mantovani, 1984 cit en Monet, 2002) parecen influir en las formas de con-vivencia algo que podemos comprobar con la permisividad que ofrece la relación in-tergrupal. Las mismas relaciones entre yonkis y no yonkis se encuentran pautadas, la gente del barrio es ante todo la gente del barrio y no se pueden echar la mierda unos encima de los otros. Por último, estamos ante la configura-ción de la ciudad para “el otro”. Habíamos visto como en los años 60 la ciudad se con-figuraba a raíz de la llegada de gente en el proceso de desterritorialización del campo a la ciudad, sin embargo tal configuración cambia, puesto que la naturaleza del pro-blema es diferente. Ya no conviene mante-ner la misma configuración porque lo que se busca no es reubicar a las personas sino atraer al “otro”, al de “afuera”, para conse-guir prestigio y aumentar la economía. En el 2003 la ciudad (y hablo en general) se configura bajo la perspectiva del turismo y desde esta perspectiva lo que se ve es un incremento de la economía insular. El pro-ceso de la globalización genera retos que implican adoptar enfoques políticos que van en detrimento del bienestar de colectivos, como es en este caso, el de los chabolistas. Sintetizando lo expuesto, podemos tener en claro que el turismo, una vez más, al menos en Canarias, por un lado genera riqueza económica, pero por otro lado gene-ra ruina emocional. Las movilizaciones ciudadanas parecen que quieren evitar la posible construcción pero cabe repensar algo: el mismo hecho de procurar “un Confi-tal para el disfrute de todos” implica estar de acuerdo con el proyecto político. Lo que interesa a fin de cuentas, a ambos colecti-vos es la desaparición del enclave tal y co-mo se encuentra configurado, en otras pa-labras, hacerlo desaparecer. De aquí surgen dos cuestiones: ¿qué pa-sa con la población que aun no le ha sido asignada casa? y de otro lado, ¿qué pasará con el colectivo de drogodependientes que viven ahí? Creo que estas son cuestiones a profundizar en diferentes ámbitos antropo-lógicos. Mirando la historia del Confital, pode-mos concluir que existe un proceso de con-cienciación en las Islas, cuestión que men-cioné más arriba. Proceso que es impelido desde las reclamaciones de los substratos más bajos y marginales de la sociedad. Garcia Canclini observa para el caso de México, que reclamaciones, como las ex-puestas por los vecinos de la barriada del Confital, van dirigidas a la resolución de problemas inmediatos y locales. Movimien-tos comunitarios, para conseguir servicios esenciales como agua, cloacas,… pero que no se dirigen a efectuar cambios estructura-les o en su caso, macroestructurales. El autor apunta que estos movimientos actú-an: “guiados, casi siempre por una visión lo-cal y parcelada, referida a la región de la ciudad que habitan… Sus reclamos en cada escenario no están contextualizados al de-sarrollo histórico ni a la problemática en general de la ciudad”. (García Canclini, 1997: 36). Igualmente que en México, estos recla-mos pasan relativamente desapercibidos, 100 Consumo e legitimidade na cultura mundializada sólo pasan a la esfera pública cuando gene-ran cambios en la problemática general de la ciudad. Al pasar a la esfera más general, la gente toma conciencia y surgen diversas relaciones con los proyectos de cambios estructurales en la sociedad, vía alguna política de corte independentista unida a proyectos ecológicos y culturales con carác-ter social. Poniendo como ejemplo comparativo la ciudad de Sydney con su “maravilloso” au-ditorio y la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria con su “correspondiente y también maravilloso” auditorio adornado con esa estatua de Alfredo Kraus mirando hacia la Bahía del Confital me surge otra reflexión que me permite un carácter más general: Las ciudades se imitan como efecto de la globalización a través de los simulacros. Algo que vemos como cotidiano. Bibliografía Augé, M. s/f “Sobremodernidad, Del mundo de hoy al mundo de mañana”. Artículo de Internet 2001 Los no lugares, Ed.Gedisa Barcelona Barbero, J.M. 1991 “Dinámicas urbanas de la cultura”. Gaceta de Colcultura nº 12, Diciem-bre de 1991, editada por el Instituto Colombiano de Cultura. Braudillard, J. 2000 Pantalla total. Barcelona: Anagrama, Berger, P. y Luckman, T. 1976 La construcción social de la realidad, Buenos Aires: Amorrortu. Bourgois, P. 1995 In search of respect. Selling Crack in El barrio. Nueva Cork: Cambridge University Press. Hannerz, U. 1986 Exploración de la ciudad. México: Fondo de Cultura Económica. Ilundaín, E. 2002 “Exclusión Social y problemas de salud entre drogodependientes: El caso de Can Tunis”. IX Congreso de Antropología de la FAAEE. Mimeo. Galván Tudela, A. 1987 Islas Canarias. Una aproximación antropológica. Barcelona: Cuadernos de Antropología. 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Recibido: 30 de noviembre de 2003 Aceptado: 15 de diciembre de 2003 |
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