mdC
|
pequeño (250x250 max)
mediano (500x500 max)
grande
Extra Large
grande ( > 500x500)
Alta resolución
|
|
Vol. 8 Nº1 págs. 151-165. 2010 www.pasosonline.org © PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural. ISSN 1695-7121 Ecoturismo Comunitario y Género en la Reserva de la Biosfera de Los Tuxtlas (México)1 Isis Arlene Díaz Carrión† Universidad Complutense de Madrid (España) Resumen: Como consecuencia de la declaración de un Área Natural Protegida quienes habitan esas tierras se encuentran con la necesidad de modificar algunos aspectos de sus vidas; dichas modificacio-nes no solo se refieren a un cambio en la actividad productiva, también implican un cambio sociocultu-ral. Cuando estos cambios son aprovechados para además modificar las normas sociales en materia de género es posible abrir espacios para las mujeres; es así como el ecoturismo puede utilizarse como alter-nativa económica, como herramienta de educación ambiental, y como una oportunidad para el control de los recursos y activa participación de las mujeres en el diseño del desarrollo de sus comunidades. Palabras clave: Ecoturismo; Área Natural Protegida; Género. Abstract: Communities living in natural protected area are faced with the need to modify their way of life. Those changes refer not only to an inevitable shift in production activities, but also aspects of their society and culture. This shift may allow for an expanded role for women. Ecotourism can be an oppor-tunity for women to engage in not just environmental education, but to play an expanded role in the control and use of resources, and as active participants in designing their communities' development. Keywords: Ecotourism; Natural Protected Area; Gender. † • Isis Arlene Díaz Carrión es doctoranda en el Departamento de Geografía Humana de la Universidad Complutense de Madrid. E-mail: iarlene@yahoo.com. 152 Ecoturismo Comunitario y Género en la Reserva de la Biosfera... PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 8(1). 2010 ISSN 1695-7121 Introducción En México durante los últimos lustros el ecoturismo ha sido considerado como una opción complementaria de desarrollo para las poblaciones enclavadas en Áreas Naturales Protegidas (ANP); a través del ecoturismo se ha buscado diseñar accio-nes capaces de contribuir al mejoramiento de la calidad de vida de una población, la más de las veces, con elevados índices de marginación. Enmarcado en el desarrollo sustentable, el ecoturismo2 es una activi-dad que busca no sólo aumentar los in-gresos de la comunidad receptora a través de una praxis compatible con la conserva-ción, sino también contribuir a mejorar aspectos socioculturales de las propias comunidades, avanzándose en la integra-ción de quienes han podido estar al mar-gen de dicho desarrollo; siendo precisa-mente las mujeres una categoría cuya participación tradicionalmente ha per-manecido invisible o subvaluada. Así considerado, el ecoturismo puede po-tenciar el control de las herramientas - tangibles e intangibles- para que las mu-jeres figuren como agentes clave en el desarrollo de sus comunidades; pues: “…muchas acciones novedosas para las comunidades, en términos de conserva-ción y manejo de recursos naturales, no han sido etiquetadas y clasificadas como pertenecientes a un sexo o a otro…” (Aguilar et al, 2002:6); quedando así abierta una posibilidad de desarrollo de propuestas para una participación equita-tiva. El ecoturismo en las Áreas Naturales Protegidas Las últimas dos décadas del siglo pa-sado vieron consolidar diversos esfuerzos por diseñar modelos de turismo sosteni-ble, como consecuencia de estos esfuerzos la naturaleza –y expresiones culturales inherentes- se convierten en un elemento principal de una oferta alternativa, lo cual convierte a las ANP en escenarios cada vez más demandados para la reali-zación de actividades lúdicas. Lo anterior no resulta exento de controversia y re-plantea el debate entre el conservacio-nismo y el uso de los recursos de las ANP (Duim y Caalders, 2002; Nepal, 2000 y Weaver, 2005); algunas de las reflexiones reflejan los mismos cuestionamientos presentes en el desarrollo sostenible, ¿hasta dónde? y ¿a qué costo? son pregun-tas que subyacen en el uso lúdico de re-cursos turísticos extremadamente sensi-bles valorados tanto desde la perspectiva filosófica contraria al antropocentrismo (Barkin, 2001) como desde otras de índole técnico que centran el debate en la biodi-versidad (Duim y Caalders, op. cit.) o la obtención de financiamiento para la con-servación (Thi Son et al, 2002; Dharma-ratne et al, 2000). Si bien las cuestiones medioambienta-les y económicas han acaparado buena parte del debate, los aspectos sociocultu-rales no han permanecido ignorados por una academia que aboga por la participa-ción comunitaria en los procesos de con-servación (Weaver, Op.cit.; Thi Son et al, op. cit.), toda vez que la naturaleza resul-ta vital para la subsistencia de las comu-nidades de la ANP (Bringas y Ojeda, 2000). El estudio de los efectos sociocul-turales ha generado por un lado el reco-nocimiento de aspectos positivos - aumento de la participación de la comu-nidad- y negativos -la creación de tensio-nes sociales-; decantándose las opiniones hacia una postura de participación inclu-yente que a su vez respete la diversidad cultural y autenticidad de las comunida-des rurales asentadas en las ANP, pero evitando el mantenimiento de conductas sociales que promuevan la opresión de los grupos minoritarios o vulnerables. En México, un porcentaje importante de las ANP han concebido al ecoturismo como una herramienta en el abordaje de la problemática de conservación y desa-rrollo, particularmente en las Reservas de la Biosfera al presentar esta figura de ANP una mayor población residente. Son diversas las estrategias que se han segui-do para el desarrollo del ecoturismo en las ANP mexicanas, pero básicamente pue-den clasificarse en preventivas, para aquellos espacios donde el turismo está en etapa de introducción, y correctivas, aplicadas en las ANP que ya registran un flujo turístico problemático. A través de iniciativas comunitarias o particulares se ha buscado crear una oferta turística endógena que promueva la educación ambiental y demás componentes del de-sarrollo rural, un proceso en el que inexo-rable se debe ejercer el derecho de las mujeres a una participación -activa y reconocida- en todos los espacios del desa-rrollo comunitario (Momsen, 2004). Isis Arlene Díaz Carrión 153 PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 8(1). 2010 ISSN 1695-7121 Resulta evidente que los efectos cau-sados por el turismo en ANP no son objeto de generalización, y sí, por el contrario de monitoreos exhaustivos y longitudinales a fin de efectivamente aprehender el alcan-ce de dicha actividad, en una relación que inexorablemente vincula el futuro del ANP a sus comunidades, quedando la actividad ecoturística definida necesa-riamente a partir de la conservación y el desarrollo (Aguilar et al, op. cit.). El enfoque de género y la práctica eco-turística Cuando se estudian los efectos del eco-turismo es posible identificar que éstos no son constantes en el tiempo y depen-derán de la planeación -perfil y escala-, de la mezcla de mercadotecnia –canal de distribución-, o incluso de aspectos económicos –capacidad de gasto del turis-ta-; cuando el estudio además incorpora la perspectiva de género, se busca identifi-car los efectos diferenciados en mujeres y hombres como consecuencia de los roles de género. La introducción de los cues-tionamientos de género en el turismo inicia en el mundo anglosajón durante la década de los 1990, planteándose las in-teracciones entre un patriarcado -que mantiene la asignación tradicional del trabajo- y el capitalismo -que aprovecha esta situación- en un trasfondo estructu-ral (Vázquez, 2002), en esta interacción de aspectos económicos, políticos y socio-culturales con los roles tradicionales de género se mantiene a la mujer como titu-lar del trabajo doméstico y con un papel cada vez mayor en la realización de un trabajo productivo, pero lejos de un reco-nocimiento social por la realización de ambos trabajos y con medios limitados para plantear una renegociación (Chant, 1997; Momsen, op. cit.). Quienes consideran que a través del turismo las mujeres mejoran sus condi-ciones de vida justifican su postura basándose en la autonomía financiera, la valoración del trabajo y la oportunidad de establecer contacto con la esfera pública (Cánoves y Villarino, 2000), a partir de esos tres elementos principales se desen-cadenará una serie de efectos positivos que les permitirá modificar los patrones de género causantes del desigual acceso a los recursos y las oportunidades; otros aspectos también significativos del invo-lucramiento de las mujeres en el turismo son la adquisición de nuevas habilidades y el establecimiento de redes de apoyo empresariales y personales (Caballé, 2000 y Kousis, 1989). En resumen, como con-secuencia de los tres elementos detonado-res se presenta una serie de efectos cas-cada que se retroalimentan y alteran la estructura de la comunidad, a la vez que contribuyen al desarrollo de las mujeres. En contrapartida se ubican quienes consideran que el turismo perjudica a las mujeres al mantener una estructura pa-triarcal que extrapola roles y estereotipos del espacio doméstico hacia el productivo, mantiene la segregación ocupacional y conduce a las mujeres hacia puestos de baja calidad, fomentando además la con-sideración del empleo femenino como complemento del masculino (Prados, 1998; Hennesy, 1994). Se critica también el alargamiento de la jornada de trabajo de las mujeres, quienes ante una inexis-tente –o baja- participación de los varones en el trabajo doméstico, deben añadir otra responsabilidad productiva (Wilkinson y Pratiwi, 1995; Long y Kindon, 1997); un trabajo productivo que al realizarse en el espacio doméstico –como sucede con las propietarias de casas rurales- puede man-tenerlas invisibles, sin control sobre los recursos del hogar y sin un papel de peso dentro de su comunidad (Cánoves et al, 2004; Sparrer, 2003). Uno de los principales objetivos de las investigaciones que optan por la introduc-ción del enfoque de género en el turismo es la caracterización de los diversos me-canismos socioculturales que sostienen las inequidades y limitan el acceso de las mujeres a los espacios –sociales y su re-presentación física- de poder en comuni-dades rurales donde la escasez de recur-sos –tangibles e intangibles- genera una fuerte presión masculina para adueñarse de éstos. Lo anterior puede generar resis-tencias al derecho de participación en las mujeres en las iniciativas de ecoturismo, pudiendo ser dichas resistencias tanto abiertas como camufladas; cuando, por ejemplo, si bien se acepta su presencia se ignoran sus opiniones (Soares et al, 2005), cuando los hombres pretenden adminis-trar sus iniciativas (Hernández et al, 2005) o cuando su presencia persigue sólo la obtención de recursos (Lara-Aldave y 154 Ecoturismo Comunitario y Género en la Reserva de la Biosfera... PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 8(1). 2010 ISSN 1695-7121 Vizcarra-Bordi, 2008:502). No obstante, las mujeres que laboran en el ecoturismo valoran no sólo un traba-jo menos arduo y más satisfactorio que las actividades tradicionales del mundo rural, sino además las posibilidades de compaginarlo con otras actividades, el contacto con el mundo público a través de los visitantes, así como la generación de ingresos –independientemente del carác-ter complementario- (Caballé, op.cit.): positivos también resultan ser los hallaz-gos de un reparto más equitativo de las tareas domésticas entre las generaciones jóvenes (Cánoves y Villarino, op. cit. y Cánoves et al, op. cit.). Pero algunas voces están pendientes de hacer notar la persis-tencia de riesgos: a las mujeres les gusta dedicarse a brindar hospedaje y alimen-tación a una familia ampliada –el turista-porque estas actividades son un terreno conocido, corre un riesgo bajo y, en algu-nos casos, evita una confrontación fami-liar por realizar trabajo productivo fuera de casa. La Reserva de la Biosfera de Los Tuxtlas Ubicada al sur del Estado de Veracruz, la Reserva de la Biosfera de Los Tuxtlas (RBT) toma su nombre de la voz náhuatl Toxtli, cuyo significado es tierra de gua-camayos; sus términos administrativos abarcan terrenos de ocho municipios: San Andrés Tuxtla, Catemaco, Soteapan, Ta-tahuicapan de Juárez, Pajapan, Santiago Tuxtla, Mecayapan y Ángel R. Cabada; sus 155,122 ha. se asientan en pleno Eje Neovolcánico Transversal (18°34´-18°36´ N y 95°04´-95°09´ W) del centro-sur de Veracruz (CONANP, 2006). Fue declarada en noviembre de 1998, buscando proteger los últimos reductos de una selva que encuentra en estas latitu-des su representación más al norte del continente americano, la RBT es un ejemplo de los pocos casos –tanto a nivel nacional como continental- en los que se presenta una conexión entre la costa y el bosque; su estructura topográfica, hidrográfica y biológica contempla 3 mi-cro regiones: Sierra de Santa Marta, Volcán de San Martín Tuxtla y Lago de Catemaco, donde las dos primeras con-forman el 93.6% de la zonas núcleos de la RBT3 y albergan en sus cercanías algunas de las iniciativas de ecoturismo comuni-tario. A manera de breve inventario cabe señalar que la RBT cuenta con unas 2,697 especies, subespecies y variedades de plantas (9 endémicas) y entre la fauna se han identificado 139 especies de mamífe-ros, 565 especies de aves (223 migrato-rias), 109 especies de peces, 46 de anfibios y 1,117 especies de insectos y otros gru-pos; arrojando el total de la fauna 22 es-pecies o subespecies endémicas (Íbidem). La RBT cobija una población aproxi-mada de 32,000 habitantes caracterizada por una concentración en la costa y una dispersión en las partes montañosas, la mayor parte de la población es mestiza, pero se presenta también población de las etnias náhuatl y zoque-popoluca en los territorios del sur de la RBT (Íbidem). Los recursos de la RBT han sido puestos en valor desde los tiempos precolombinos por parte de las culturas Olmeca y Teo-tihuacana (clásico); posteriormente du-rante la Colonia se presenta la mezcla de razas indígena, europea y africana y se inicia también la primer agricultura ex-tensiva –caña de azúcar-. El aprovecha-miento de los recursos no siempre se ha llevado a cabo de forma ordenada, y así como la RBT es una de las ANP con ma-yor diversidad es también una de las más amenazadas tanto por el uso productivo como por la presión poblacional interna y, principalmente, de los núcleos urbanos circunvecinos. Las principales actividades económi-cas son las del sector primario, jugando la economía de autoconsumo un papel todav-ía importante para la población –p. ej. de acuerdo con Vázquez (op. cit.) al menos 730 de las especies que se recolectan tie-nen uso medicinal o alimenticio-; quienes habitan la RBT consideran la falta de empleo como uno de los problemas más significativos: …en la comunidad no hay empleo que genere ganancia diaria, así vamos en la comunidad viviendo un ratito de uno, un ratito de otro, unos pescan, otros van al jornal; no es empleo fijo, van unos días… (Teobaldo, 2008. Entrevista. Presidente de iniciativa y Guía de visi-tantes); esta falta de oportunidades ha incrementado la inmigración en la última década, generando efectos tanto positivos como negativos en lo que a la brecha de género se refiere: cuando mi esposo esta-ba allá en el norte [los EEUU] me contaba que él se cocinaba y se planchaba, to-do… pero no, acá no lo hace, me dice que para eso estoy yo (Flor, 2008. Entrevista. Isis Arlene Díaz Carrión 155 PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 8(1). 2010 ISSN 1695-7121 Coordinadora de Cocina y Comedor). También las mujeres identifican la falta de oportunidades de empleo y educación como una limitante, pero consideran que su acceso está además condicionado por los celos de la pareja (Íbidem) en comuni-dades donde todavía los hombres son para mandar (Laura, 2008. Entrevista. Hospe-daje y Responsable de Finanzas). Sin embargo, para las mujeres que habitan en la RBT los avances, por muy ligados que estén hacia la satisfacción de las necesi-dades básicas, son calificados como signi-ficativos comparados con un pasado re-ciente aún más restrictivo: …aquí algunos señores tomaban mu-cho [alcohol], les pegaban a sus espo-sas, a las hijas también les pegaban […] antes las muchachas se casaban de 12 años, de 13 años pues ya eran mamás […] antes decían “a las hem-bras no hay que darles estudios”, aho-ra mis hijas tienen 18 años y siguen estudiando. Yo digo que aquí ante-riormente la ley era más pa’l [para] el hombre y la mujer no; pues para mí ahora, ya este…hemos visto que todo eso, ya es igual, ¿no? tanto el hombre como la mujer es lo mismo…o sea que es la misma capacidad que puede te-ner un hombre que una mujer ¿por qué? porque ahora ya no es como an-tes, antes el hombre decía “yo, todo yo”; y ahora ya no… - Carolina (2008. Entrevista. Cocina y Comedor). El ecoturismo comunitario en la RBT Con anterioridad a la declaración de la RBT, la actividad turística ya se encon-traba implantada en esta región que reci-be anualmente unos 500,000 visitantes procedentes de las principales ciudades aledañas. El excursionismo también ha sido una figura común atendiendo moti-vaciones gastronómicas, religiosas, místi-cas y culturales desde la década de los 1950 (Gómez, 2008. Entrevista. Sub Di-rección de Turismo Municipio de San Andrés Tuxtla) y con la declaración de la RBT se añaden a las motivaciones ante-riores las científicas, de estudio y disfrute de la naturaleza. A principios del 2008 existía un total de 20 iniciativas de ecoturismo comunita-rio repartidas entre las zonas de selva y costa de la RBT, como puede observarse en la figura 1, no todas las iniciativas de ecoturismo comunitario se encuentran dentro de la Reserva, pero desde la Ofici-na de la RBT se les apoya por su ubica-ción cercana a los límites de ésta (Andra-de, 2008. Entrevista. Jefatura de Proyec-tos, Oficina de la RBT).4 La mayoría de las iniciativas de la costa tienen unos 6 años de existencia y se han caracterizado por un proceso de consolidación más rápi-do como consecuencia del existente posi-cionamiento de las playas como atractivo turístico: …para ellos [los grupos de la costa] es muy fácil, porque la gente llega solita a la playa, y pues buscan dónde que-darse, no hay donde, y entonces se quedan en las cabañitas, o la gente quiere acampar, se les hace muy segu-ro que te presten un área donde el pas-tito [césped] está bien y tienes baños, regaderas, puedes comprar comida, entonces por eso es que es muy atrac-tiva la parte de la costa. - Andrade (Íbidem). Si bien cada iniciativa de ecoturismo comunitario varía en algún grado su ofer-ta ecoturística (ver tabla 1), hay cuatro servicios ofrecidos en todas: el hospedaje, la alimentación, los recorridos guiados y el transporte (este último es subarrendado). Partiendo de esos servicios básicos -y de-pendiendo del nivel de consolidación de la iniciativa- se ofrece una serie de activida-des donde el senderismo es la principal, en algunos casos esta oferta se ha amplia-do a otras actividades como el temascal (baño prehispánico de vapor), la observa-ción de aves o enseñanza de baile regio-nal. A la fecha, la clientela de las iniciati-vas de ecoturismo comunitario mantiene tres perfiles concretos; por un lado están las visitas a finales de la primavera con duración de 3 ó 4 días por parte de grupos de estudiantes provenientes de la capital del país, estos visitantes realizan activi-dades de campamentos escolares y contra-tan el transporte desde las cabeceras mu-nicipales hasta la comunidad, el hospeda-je, la alimentación y los servicios guiados. Un segundo perfil de visitantes son los grupos universitarios que visitan la RBT por motivos de estudios (prácticas de 156 Ecoturismo Comunitario y Género en la Reserva de la Biosfera... PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 8(1). 2010 ISSN 1695-7121 campo), en estos casos la estancia es de 4 días y se contratan los servicios de hospe-daje y alimentación. Finalmente están las visitas cuya motivación principal es el ecoturismo y donde tiene una fuerte pre-sencia el excursionismo de fines de sema-na o en temporada vacacional; si bien este perfil de visitante puede desplazarse tanto de manera individual como grupal, preva-lecen los arreglos directos entre prestador y usuario de los servicios. No existen estadísticas históricas que recojan el flujo turístico en la RBT, pero a través de los registros implantados recien-temente en algunas de las iniciativas se puede constatar un flujo cercano a las 200 pernoctaciones anuales, mientras que la afluencia de los excursionistas –quienes principalmente hacen uso del servicio de alimentación- puede situarse alrededor de 360 visitas al año, pudiendo sobrepasar ese número aquellas iniciativas ubicadas en las comunidades con mayor accesibili-dad. 5 La educación ambiental está inmersa en la conformación del producto turístico de las iniciativas comunitarias; cabe se-ñalar que tanto las socias como los socios apoyan en la realización de actividades de educación ambiental en sus comunidades, a través de acciones como la recolección de basura o la impartición de pláticas en las escuelas; las iniciativas de ecoturismo comunitario de la RBT nacen con un ele-vado compromiso en materia de cuidado ambiental: la idea del ecoturismo surgió porque el bosque estaba desapareciendo, o sea, había mucha madera de tala clandes-tina (Norberto, 2008. Entrevista. Coordi-nador de Guías). Esta capacitación am-biental es básica no sólo por tratarse de una ANP sino también debido a que las iniciativas ecoturísticas carecen de ante-cedentes en las comunidades implanta-das, antes de 1998 poco se sabía del eco-turismo:… y entonces como que yo traía esa inquietud de hacer algo [para la con-servación], ¿no? y entonces sucede de que vienen a invitar a la comunidad para un taller de ecoturismo, y entonces digo: bueno, si es de ecoturismo algo tendrá que ver con ecología, ¿no?...aunque bueno yo no entendía mucho el concepto… (Ame-lia, 2008. Entrevista. Coordinadora de Cocina y Comedor, antigua Presidenta de iniciativa). Además de las capacitaciones para la conservación y la gestión ecoturística, las iniciativas han recibido capacitación en materia de género como consecuencia de la introducción de este enfoque en las políticas públicas mexicanas de finales de la década de 1990, años en los que se ins-titucionaliza el establecimiento de medi-das para empoderar a las mujeres. En el caso de la RBT, la participación de las mujeres como socias en los procesos de ecoturismo comunitario fue un requisito establecido por el gobierno federal para la obtención de financiamiento (Andrade, Op. cit.), resultando dicho requerimiento vinculante en el acceso de las mujeres a las iniciativas. S e r v i c i o s A c t i v i d a d e s Hospedaje (cabaña rústica/acampada) Senderismo Alimentación Recorridos a caballo o en lancha Recorridos guiados Bici de montaña Transporte Observación de aves Venta de artesanía y productos artesanales Kayakismo Aprendizaje de baile regional Temascal Masajes Tabla 1. Oferta de las iniciativas de ecoturismo comunitario de la RBT. Fuente: elaboración propia a partir de trabajo de campo. Isis Arlene Díaz Carrión 157 PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 8(1). 2010 ISSN 1695-7121 Figura 1. Iniciativas de ecoturismo comunitario en la Reserva de la Biosfera de Los Tuxtlas. Fuente: Ela-boración propia a partir de INEGI y CONANP. Apuntes metodológicos El cuestionamiento ¿promueve el eco-turismo comunitario modelos sociocultu-rales capaces de potenciar la participa-ción de las mujeres en el desarrollo rural de la RBT? plantea la necesidad de inda-gar a fondo la praxis de dicha actividad entre las socias de las iniciativas, no vale únicamente cuantificarlas y ubicarlas en la estructura organizacional, es necesario conocer la forma en que experimentan su participación; considerando como punto de partida que dicha experiencia se ve condicionada por las relaciones producti-vas, sociales y de género construidas a partir de parámetros sociales y culturales heterogéneos en el medio rural. La construcción de los significados otorgados por las socias a su participación en el ecoturismo comunitario a través del trabajo –productivo y reproductivo- sos-tienen los objetivos específicos del presen-te estudio que buscan 1] Caracterizar la presencia de las socias de las iniciativas de la RBT, 2] Analizar los efectos de la responsabilidad doméstica de las socias, y 3] Identificar las pautas que mantienen o modifican la brecha de género en las ini-ciativas de ecoturismo comunitario. Se opta por una investigación cualita-tiva de corte transversal debido a la nece-sidad de aprehender las construcciones sociales –significados incluidos- no sólo del trabajo sino de las propias normas presentes en las estructuras políticas, económicas y sociales que éste enmarca, así como los mecanismos que mantienen la subordinación de las mujeres. Tratán-dose de un ejercicio exploratorio, la natu-raleza analítico-descriptiva de este traba-jo se argumenta como consecuencia de la necesidad de visibilizar a las socias de las iniciativas; otra de las ventajas de la in-vestigación cualitativa que justifican su elección es la revisión constante del mar-co conceptual, principalmente durante la realización del trabajo de campo y la ge-neración del informe, lo cual da cabida a una interpretación más completa de la 158 Ecoturismo Comunitario y Género en la Reserva de la Biosfera... PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 8(1). 2010 ISSN 1695-7121 teoría y la realidad del contexto de las mujeres que habitan la RBT. De las tres técnicas utilizadas en la re-cogida de información, la principal es la entrevista a profundidad, su elección se fundamente atendiendo las ventajas de riqueza, intensidad, flexibilidad o accesi-bilidad que la caracterizan (Rose, 2001). Sin perder de vista que su fiabilidad y validez son dos de los principales cuestio-namientos de esta técnica, se cuida la heterogeneidad en el muestreo aleatorio para la búsqueda de una saturación es-tructural complementaria a la teórica (Valles, 2002); quedando definidos tipos polares a partir del género, del ciclo de vida, status social o del puesto ocupado en la iniciativa. Otra estrategia utilizada para fortale-cer la consistencia de la investigación en esta etapa fue la utilización de diversas técnicas al momento de recabar la infor-mación (Rose, op. cit.; Alvira, 2005); si-guiendo esta recomendación se opta por aplicar también una segunda técnica: la observación no participante, técnica que se muestra de utilidad tanto al momento de identificar las actividades y espacios feminizados en las comunidades y al in-terior de las iniciativas, como durante los procesos de toma de decisiones -no sólo de la coordinación a la que pertenecen las socias- sino también a aquellas que con-ciernen a la empresa en su totalidad. Para procesar las transcripciones de las entrevistas a profundidad y las notas de observación no participante se recurre al análisis de contenido, donde las categor-ías de análisis básicas son el género, el ciclo de vida, el espacio público-privado y el trabajo productivo-reproductivo por considerarse que su estudio permite cali-ficar el potencial del ecoturismo comuni-tario para promover una participación incluyente entre las socias. Una tercera técnica utilizada en este trabajo fue el cuestionario, al que se recu-rre como instrumento de contacto inicial, que además de generar información sobre la gestión de las iniciativas resulta de utilidad en la elección de las personas a entrevistar. La información recabada a través del cuestionario fue procesada utilizando estadística descriptiva para el análisis de las categorías comunes de la población (sexo, edad, estado civil, carac-terísticas del grupo doméstico, nivel edu-cativo, entre otras) y las teóricas cons-truidas para el análisis de la participa-ción en los espacios productivos y repro-ductivos, públicos y privados a partir del género. Los cuestionamientos metodológicos revisten particular importancia cuando se atiende sobre todo los aspectos de género, así las relaciones de poder entre investi-gadora- personas investigadas cuestionan no sólo la interacción en el trabajo de campo, sino que están presentes desde la propia delimitación conceptual y sobre todo, al momento de la interpretación de resultados (McDowell, 2000). Responder a la pregunta ¿qué voces se deben pri-mar? Implica un ejercicio de conciliación de la teoría y la realidad que debe atender los cuestionamientos académicos sin per-der de vista la aplicabilidad de los resul-tados de la investigación. Las tareas pendientes Uno de los aspectos negativos del tu-rismo que se identifican al aplicar el en-foque de género es la adaptación de los valores patriarcales a lo largo de su es-tructura laboral, generándose una segre-gación ocupacional que condiciona la pre-sencia de las mujeres en actividades fuer-temente vinculadas con la figura tradi-cional de cuidadora (Chant, op. cit. y Momsen, op. cit.). Entre los grupos domésticos de la RBT la responsabilidad del cuidado familiar continúa definida como un trabajo femenino: el ‘quehacer’ es trabajo de las mujeres (Flor, op. cit.), manteniéndose también la feminización de aquellos espacios utilizados por éstas tanto en la realización del trabajo domés-tico como en el productivo: los hombres no se meten a la cocina [de la iniciativa] por-que eso es de mujeres (Inés, 2008. Entre-vista. Hospedaje). La baja presencia de socios en el área de Cocina y Comedor no implica la ausencia de apoyo por parte de éstos; sin embargo, sigue tratándose de una ‘ayuda’ circunscrita a eventos pun-tuales:... si faltan mujeres en la cocina los hombres se meten a lavar tomate, cebolla, ajo, picar, licuar, lavar trastes (Amelia, op. cit). Entre las iniciativas de ecotu-rismo comunitario que reciben principal-mente excursionistas se registra una ma-yor generación de ingresos por la presta-ción del servicio de comedor, debido a que éste es un servicio realizado por las socias es justo decir que el ecoturismo las ha visibilizado; sin embargo, dicha visibiliza-ción se presenta ligada a un rol tradicio- Isis Arlene Díaz Carrión 159 PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 8(1). 2010 ISSN 1695-7121 nal, con lo que si bien se está obteniendo un ingreso constante se mantiene el nexo ‘mujer y trabajo doméstico’ recurrido para justificar la segregación ocupacional (Momsen, op. cit.). No obstante todos los integrantes de las iniciativas han recibido capacitación para convertirse en guías, ésta resulta una actividad masculinizada por conside-rarse ligada al conocimiento del campo, un espacio definido como masculino en México (Vázquez, op. cit.). Entre las so-cias hay quienes declaran un limitado interés en desempeñarse como guías, pues asumen que este trabajo conlleva -además del esfuerzo físico y la responsabilidad- el desarrollar una actividad en un espacio donde las mujeres han tenido poco recono-cimiento -que no así poca presencia- y se encuentran inseguras: …mi esposo decía que la mujer era para la casa, no para el campo (Minerva, 2008. Entrevista. Cocina y Comedor). Aun cuando la actividad de guía permite un mayor contacto con visi-tantes y reconocimiento social, las socias se muestran dubitativas ante la posibili-dad de desempeñarla (Montserrat, entre-vista, Hospedaje) pues estando en las ins-talaciones resultan más localizables para atender a sus hijos y esposos que reali-zando recorridos por el monte (Rebeca, 2008. Entrevista. Guía de visitantes) manteniéndose así la disponibilidad de las mujeres al servicio de las necesidades domésticas y productivas de su grupo (Momsen, op. cit). Esta situación es aceptada por las so-cias a pesar de que algunas declaran su interés por desempeñarse como guías: Pues la verdad, como siempre nos toca estar en la cocina cuando vienen clientes y está uno en la cocina pues va otro compa-ñero (Carolina, op. cit.); entendiendo que una socia interesada en pertenecer al grupo de guías podrá hacerlo siempre y cuando no haga falta en la cocina. Dentro del propio desarrollo de la actividad de guía también se presenta cierta división en el cuidado de los visitantes, pues las guías suelen cuidar de las personas adul-tas y si un visitante no es capaz de termi-nar el recorrido quien le acompaña es la guía; la percepción de los visitantes es también determinante al establecer quién funge como guía principal: …hay visitan-tes que sólo se sienten más seguras cuan-do quien va guiando es un hombre (Ra-quel, 2008. Entrevista. Guía de visitan-tes). Dos son los aspectos que se han conju-gado en el acceso de las socias jóvenes como guías ecoturistas; por un lado existe cierta familiarización de éstas con el campo -resultado de acompañar al padre-, y por otro lado está su mayor nivel educa-tivo (bachillerato); este último ha resulta-do particularmente significativo, convir-tiendo la familiarización con la educación escolarizada de las socias en un instru-mento de negociación: …en lo que es el estudio ya científico, pues yo les expliqué a ellos, y en lo que ellos sí saben más de la comunidad, pues me fueron explicando (Rebeca, op.cit.). En un inicio las guías tuvieron que afrontar los cuestionamien-tos por parte de algunas personas de la comunidad ante la posibilidad de que una mujer anduviera sola y acompañando a los visitantes: …empezaban con la crítica que cómo es que… pues yo no nada más iba a hacer el recorrido, sino que yo nada más iba… pues a hacer “mis cosas” (Íbi-dem); desempeñando actividades mascu-linas: ¿Vas a ser guía? Si ahí andan puros hombres […] si a tu mamá no le gusta… (Teresa, 2008. Entrevista. Guía de visi-tantes); siendo necesaria una justificación de sus aspiraciones alejadas de lo tradi-cional: no tiene nada de malo […] va de lo que a mí me guste (Íbidem). Resulta fre-cuente entre las guías el marcado interés por desempeñarse como tales desde un inicio: siempre había soñado con partici-par en algo de naturaleza…cuando era yo chica y el maestro preguntaba en clase “qué queríamos ser de grandes” yo pensa-ba que quería ser guía de turistas […] porque así conoce una más gente, se rela-ciona con quien visita, conoce uno mu-cho… (Laura, op. cit.); evidenciando una aspiración que refleja el deseo de prota-gonizar algo más que el rol tradicional, una motivación que si bien lleva implíci-tos requerimientos económicos también contiene otros de tipo personal. La actividad de guía, al ser considera-da como masculina no ha escapado de una mejor remuneración,6 especialmente en los servicios individuales o de grupos pe-queños (hasta 4 personas), en recorridos cortos (3 hrs. de duración), pero princi-palmente en los largos (10 hrs.) pues en estas situaciones el pago obtenido es ma-yor al recibido por una jornada en Cocina y Comedor: … y a veces le decía yo a mi esposo que 160 Ecoturismo Comunitario y Género en la Reserva de la Biosfera... PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 8(1). 2010 ISSN 1695-7121 hace recorridos a caballo, yo le decía: “ganan mejor ustedes que nosotros porque ustedes nada más van y vienen y ya”…, y ya este, les pagaron o les dieron y ya se fueron, le digo; y noso-tros no, porque nosotros es todo el día y hasta de noche, porque salía uno a las 6 ó 7 [18:00 ó 19:00 hrs.], a veces hasta más tarde. - Carolina (Op.cit.). Otra de las críticas que se hace al eco-turismo es la baja posibilidad de alcanzar la independencia económica como conse-cuencia del carácter parcial o temporal de las oportunidades laborales (Prados, op. cit.); las comunidades de la RBT mantie-nen una economía caracterizada por un elevado nivel de autoconsumo y estrate-gias grupales para la obtención de ingre-sos monetarios (vía venta de trabajo o vía subsidio gubernamental), resultando el ecoturismo una estrategia más de corte secundario en la integración del gasto doméstico: Sólo ganamos cuando viene un grupo, si demora 3 días, 3 días trabaja-mos, son 3 días que nos pagan; y al igual de aquí a 2 ó 3 meses viene otro grupo es cuando nosotras ganamos (Mónica, 2008. Entrevista. Hospedaje). El principal des-tino del ingreso ecoturístico en la RBT es la satisfacción de necesidades básicas, resultando limitado el número de socias que destinan este ingreso a la adquisición de bienes tangibles –propiedades, anima-les- o intangibles –educación y capacita-ción- capaces de acercarlas a objetivos de tipo estratégico, y cuando así sucede se debe a la combinación de otras actividades productivas –en buena medida de carácter informal- que también guardan una estre-cha relación con otras actividades femini-zadas –p. ej. venta ambulante de alimen-tos, comida o ropa y venta por catálogo de cosméticos y otros productos del hogar. Como ya se comentó con anterioridad, al interior del grupo doméstico de las socias continúan siendo ellas –con el apo-yo de sus hijas o demás familiares feme-ninos- las principales responsables de la realización del trabajo doméstico, lo que implica el alargamiento de su jornada de trabajo con la atención de visitan-tes:… como ayer que me fui de aquí [co-medor] a las 7:30 [p.m.] todavía me fui a lavar un poco de ropa y ahí ando lavando los trastes que estaban mal pues-tos…( Flor, op.cit.); este incremento en horas de trabajo no sólo causa un cansan-cio físico por la combinación de jornadas de trabajos productivo y doméstico:…hay veces que no es tanto el trabajo sino el estrés que uno tiene porque cuando llega gente pues tienes que estar pensando que vas a atender la gente y tienes que estar pensando que vas a atender tus hijos (Íbidem). Para aprovechar al máximo el día y poder desempeñar ambos trabajos, las socias recurren al uso de su tiempo de descanso: [¿Y cuántas horas al día dedica a Ud. misma?] A mí misma…yo creo que…que nada, ¡eh! (Amelia, op.cit.); otra estrategia es la división del trabajo doméstico entre otras mujeres, mostrando el importante papel de las redes informa-les en comunidades con limitados servi-cios públicos:…cuando surge el proyecto yo me embaracé […] y créeme que fue bien difícil el embarazo con mi hija y des-arrollar el proyecto…entonces cuando yo tuve a mi hija, mi suegra fue un elemento bien importante en mi vida, porque me ayuda muchísimo con mi bebé, y con mis otros dos hijos (Olga, 2008. Entrevista. Hospedaje y Secretaria de la iniciativa). El delegar el trabajo doméstico para par-ticipar en un proyecto productivo no está exento del sentimiento de culpabili-dad:… fueron 7 años, ¿no? [en la Presiden-cia], de estar aquí, descuidando mi fami-lia, se exige mucho, y ahorita está la nena y necesita mucha atención, entonces; co-mo ahorita ya me la traigo, ya está más grande; pero aún así…este…descuidas mucho tu casa (Amelia, op.cit.). El reparto más equitativo del trabajo doméstico no parece modificarse sustan-cialmente como consecuencia de la parti-cipación en el ecoturismo, pocas son las parejas de las socias que asumen su cuota obligatoria de trabajo doméstico; incluso si el ecoturismo fuese un trabajo de tiem-po completo y permanente, las socias con-sideran baja la posibilidad de un reparto del trabajo doméstico con la pareja (Patri-cia, 2008. Entrevista. Hospedaje y Teso-rera de iniciativa). No obstante la pre-sencia de un ideal de desarrollo más justo en el ecoturismo, las mujeres que laboran en este segmento continúan viendo limi-tadas sus oportunidades como consecuen-cia de un trabajo doméstico que circuns-cribe su participación a las necesidades de cuidado del grupo doméstico. Los matizados aspectos positivos Algunas investigadoras –p. ej. Mom-sen (Op.cit.), Chant (Op.cit.), Cánoves y Villarino (Op. cit.)- han señalado la reva-lorización de las actividades tradicional-mente consideradas femeninas a partir de Isis Arlene Díaz Carrión 161 PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 8(1). 2010 ISSN 1695-7121 dos condiciones básicas: realización en la esfera pública y generación de ingreso; en algunos casos el turismo ha sido definido como una actividad de naturaleza femini-zada por la estrecha relación del servicio con el cuidado y la atención; por lo que resulta interesante hacer notar el involu-cramiento de los socios al cuidado de un turista vulnerable: Uds. [visitantes] para nosotros son como niños, aunque sean adultos grandes (Teobaldo, op. cit.). En-tre las iniciativas de ecoturismo comuni-tario de la RBT existen indicios de revalo-ración de las actividades de cuidado de los demás como consecuencia de tres elemen-tos: realización en el espacio público, re-muneración y status de los visitantes; de tal forma que si atender a la familia es algo devaluado, el atender al turista apor-ta un reconocimiento ante la comunidad (Norberto, op. cit.). En las iniciativas estudiadas no exis-ten puestos de alta gerencia por cuyo des-empeño se reciba un pago, de tal suerte que la Presidencia, Secretaria, Tesorería y Vigilancia son puestos honoríficos y se ejercen a la vez que se labora en alguna otra área de la empresa. La presencia de las socias en estos cargos resulta repre-sentativa para las funciones de Secretaria y Tesorería, menos frecuente es su pre-sencia como contraloras y sólo dos socias se han desempeñado como Presidentas; sin embargo, esta ausencia no significa necesariamente una escasa participación: …las dos mujeres sí somos las que esta-mos de tiempo completo activas; creo que…a veces siento que…que si no fuera por nosotras las mujeres el proyecto se iría abajo (Olga, op.cit.). Este liderazgo ha sido reconocido por agentes externos y aprovechado por las socias de una inicia-tiva para convertirse en asesoras de pro-yectos comunitarios: …y esto también fue debido a las mujeres (Íbidem); esfuerzos que persiguen un reconocimiento público tradicionalmente negado a las mujeres rurales: …que creciera [la iniciativa] y entonces verme así como una gran em-presaria, ¿no? [Risa] (Amelia, op. cit.). Otro efecto también valorado positi-vamente por las socias es el aumento de su autoestima: Al principio éramos muy tímidas como que nos daba pena hablar, explicar cómo trabajábamos…en eso nos han ayudado mucho los talleres (Martha, 2008. Entrevista. Cocina y Comedor); el reconocimiento de su trabajo y las capaci-taciones recibidas han sido un apoyo im-portante para una mejora en sus habili-dades de desenvolvimiento en la esfera pública: …también, mire… algo que a mí me…no sé…me emociona, me motiva de que…no sé, bueno la capacitación en sí es fundamental para las perso-nas, ¿no? […] yo observaba que siem-pre las mujeres así como….escondidas, como con pena [vergüenza], o sea, no eran así, abiertas, ¿no? y conforme fueron [las] capacitaciones….dieron un giro así, tan bonito porque yo ahora las veo…y digo: ay, qué bonito, ¿no?...le digo…a mí…como que siento un orgu-llo, ¿no? de ver que esas comunidades han cambiado, han…han progresado, se han desarrollado sus mujeres, ¿no? y gracias a las capacitaciones, a esos intercambios que se han dado, y claro que es gratificante, ¿no? - Amelia (Op. cit.). Para algunas socias la incorporación a las iniciativas de ecoturismo comunitario implicó un enfrentamiento con la pareja: me decía “es que nomás es de puros hom-bres y tú no puedes ir”, y yo “bueno…” […] entonces llega el día en que yo me enfrento con…con mi marido […] y le digo “yo voy a ir y no te estoy pidiendo permi-so, te estoy avisando” (Olga, op. cit.); bien es cierto que este punto de inflexión no responde exclusivamente a la participa-ción en el ecoturismo, pero evidencia el apoyo que puede brindar un desarrollo ecoturístico sensible a las relaciones de género, contribuyendo a generar cuestio-namientos sobre la posición de las muje-res rurales: pues se trataba de que ten-íamos que…como pareja, desarrollar ese tema, ese refrán [la mujer es como la es-copeta, siempre cargada y en un rincón] y lo teníamos que pasar a explicar, y pues finalmente, sí…sí la mujer sale comple-tamente fregada [perjudicada] (Íbidem); pero más importante, que a través de la participación en el ecoturismo las mujeres accedan a los recursos para plantearse la realización de intereses estratégicos:…mi vida dio un giro de 180°, así como muy fuerte; debido a eso, yo hasta ahorita soy una persona libre y hasta ahorita yo hago en el aspecto de que: yo deseo, yo lo puedo llevar a cabo (Íbidem). 162 Ecoturismo Comunitario y Género en la Reserva de la Biosfera... PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 8(1). 2010 ISSN 1695-7121 Figura 2. Organigrama de las iniciativas de ecoturismo comunitario de la RBT según género. 7 Fuente: Elaboración propia a partir de trabajo de campo. La posibilidad de salir de la comunidad para participar en actividades de promo-ción, intercambio de experiencias o capaci-tación puede considerarse como un avance, aunque también sirve como medio para evidenciar los mecanismos que sostienen la brecha de género; básicamente no existe una política que limite la asistencia a estos eventos -ya que como es reconocido dentro de los grupos ‘a nadie se le niega la oportu-nidad de asistir’-, no obstante: Quienes salen con más frecuencia son los del comité de guías, todos somos iguales, pero las mu-jeres no van porque no pueden ir por aten-der a los hijos y el esposo (Teobaldo, op.cit.). Debido a que el cuidado de la familia sigue figurando como un trabajo exclusivo de las socias sus posibilidades de asistencia se ven limitadas en mayor medida:…si nos dicen “van a una capacitación de 1 día”, ´hora [ahora] sí que no puedo, porque mis hijos, mi hija van a venir a comer, o van a la es-cuela, o sea yo ahí, no, no puedo salir (Flor, op. cit.). Las socias que presentan más libertad para asistir a estas salidas son las socias solteras:…porque no tengo familia [esposo e hijos] y la mayoría piensa que si sale una semana cómo los va a dejar […] pues a mí me es más fácil (Rebeca, op.cit.); resulta evidente que este perfil de socias se mueve con mayor autonomía y seguridad, pero sin cambios en las normas sociales no existe la certeza de que dicha libertad pue-da ser mantenida al casarse, vivir en pareja o tener hijos. No obstante el arduo trabajo, las socias se declararon satisfechas de pertenecer a los grupos de ecoturismo; entre las expe-riencias positivas que soportan esa opinión están: …la oportunidad de aprender, de tratar a nuevas personas, el apoyar con un ingreso a su familia, el salir de casa y el cuidado del medio ambiente (Patricia, op. cit.). El contar con un espacio donde poder reunirse con otras mujeres de la comunidad es también valorado:…pues aunque no ga-ne uno mucho, pues si le gusta…y a mí me gusta; le dijo, a veces hay cenas [de visitan-tes] pues que me tocaban en la casa y esta-ba toda triste, sí trabajando, pero extra-ñando a las compañeras que estaban acá, y pues ya, sí me gusta esto y pues lo voy a dejar solamente que me enferme (Regina, 2008. Entrevista. Coordinadora de Cocina y Comedor, Secretaria de iniciativa), pero también evidencia la sobrecarga de trabajo entre las socias que valoran el cuidado de su grupo doméstico pero que necesitan y desean también participar en los espacios productivos de sus comunidades. Otra de las principales satisfacciones de las socias es el trato con el visitante por brindarles la oportunidad de conocer nue-vas personas; quienes están más expuestas a dicho contacto son las guías: …al traer y llevar a los visitantes a todos lados (Ro-salía, 2008. Entrevista. Guía de visitantes y Secretaria de iniciativa) y también quie-nes desempeñan un papel activo en la ges-tión de la empresa. El contacto resulta Presidencia ♂ Coordinación de Guías ♂ Coordinación de Cocina y Comedor ♀ Coordinación de Hospedaje ♀ Guías ♂ Cocina ♀ Comedor ♀ Alojamiento ♀ Secretaría ♀ Tesorería ♀ Vigilancia ♂ Isis Arlene Díaz Carrión 163 PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 8(1). 2010 ISSN 1695-7121 más limitado para las socias de Cocina y Comedor: platicamos rápido con los turis-tas, porque no podemos dejar la cocina […] cuando más platicamos es por las noches (Minerva, op. cit.) y su visibilidad total existe sólo cuando los visitantes interesa-dos en convivir con ellas acceden hasta la cocina, un espacio aún pendiente de reva-lorización en el mundo rural mexicano. Conclusiones No están libres de claroscuros los efectos generados por el ecoturismo comunitario entre las socias de las iniciativas en la RBT; por un lado están la estrecha relación de la actividad con el rol tradicionalmente asignado a las mujeres, la poca valoración del trabajo doméstico y el rol de cuidadora que se ha estado extrapolando hacia la pro-pia empresa donde es posible identificar una segregación horizontal y vertical; man-teniéndose para ellas la realización de acti-vidades de cocina y limpieza, cuestionándo-se entonces la idoneidad del ecoturismo como herramienta para contribuir a poten-ciar a las mujeres en su capacidad y dere-cho para ser actrices activas en el desarro-llo de sus comunidades. A la vez, las socias valoran positivamen-te su participación en el ecoturismo comu-nitario, resaltando el contacto con otras personas –al interior y exterior de la comu-nidad-, el desarrollo de nuevas habilidades, la pertenencia a un grupo diferente del doméstico, el acceso a roles significativos o el reconocimiento a su participación; en alguna medida el ecoturismo ha contribuido al cuestionamiento de los roles de género y del papel de las mujeres en el desarrollo de sus comunidades. El ecoturismo en algunos casos ha ser-vido como estrategia para promover cam-bios en las normas sociales, facilitando así la introducción de valores más democráti-cos; en el caso de las relaciones de género, se entienden como relaciones más equitati-vas tendientes a valorar el trabajo domésti-co y apoyar el acceso de las mujeres hacia el trabajo remunerado. Así conceptualizado, el ecoturismo puede efectivamente ser usa-do como una herramienta que dé voz e ima-gen, ingresos y seguridad a las mujeres con el objetivo de incrementar su participación como empresarias promotoras del desarro-llo comunitario. Sin embargo, para que lo anterior sea efectivo es necesario un cambio en las ideas que tradicionalmente han visto a la mujer como esposa-madre-ama de casa y al hombre como el proveedor del ingreso; cuando nada de lo anterior se cuestiona y cambia, el ecoturismo (o cualquier otra iniciativa) solamente reproduce las formas tradicionales de pensar y de poder. Bibliografía Aguilar, Lorena; Castañeda, Itzá; Salazar, Hilda. 2002. En busca del género perdido. Equidad en Áreas Protegidas. San José: UICN-Absoluto. Alvira, Francisco. 2005. “Diseño de investigación social: crite-rios operativos”. En García, Manuel; Ibáñez, Jesús; Alvira, Francisco (comps). El análisis de la realidad social (pp 99- 125). Madrid: Alianza. Barkin, David. 2001. “Superando el paradigma neoliberal: desarrollo popular sustentable”. En Giarraca, Norma (comp.). ¿Una nueva ruralidad en América Latina? (pp 17- 29). Buenos Aires: CLACSO. Bringas, Nora; Ojeda, Lina. 2000. “El ecoturismo: ¿una nueva modali-dad del turismo de masas?”. Economía, Sociedad y Territorio, 11 (7):373-403. Caballé, Alba. 2000. “Implicaciones de Género en el Desa-rrollo de la oferta de Agroturismo en Navarra y Asturias”. En García, Maria Dolors; Baylina, Mireia (eds). El nuevo papel de las mujeres en el Desarrollo Rural (pp 153-169). Barcelona: Oikos-tau. Cánoves, Gemma; Villarino, Montserrat. 2000. “Turismo en espacio rural en España: actrices e imaginario colectivo”. Docu-ments d´Anàlisi Geogràfica. 37: 51-77. Cánoves, Gemma; Villarino, Montserrat; Herrera, Luis; Cuesta, Lucía. 2004. “Turismo Rural en Cataluña y Gali-cia: Algunos problemas sin resolver”. Cuadernos Geográficos de la Universi-dad de Granada, 34 (1):111-128. Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP). 2006. “Programa de Conservación y Mane-jo Reserva de la Biosfera Los Tuxtlas”. 164 Ecoturismo Comunitario y Género en la Reserva de la Biosfera... PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 8(1). 2010 ISSN 1695-7121 México. http://www.conanp.gob.mx/consulta/ (consultado 03:01:2007). Chant, Sylvia. 1997. “Gender and tourism employment in Mexico and the Philippines”. En Sin-clair, Thea (ed). Gender, Work & Tour-ism. (pp 120-179). London: Routledge. Diario Oficial de la Federación. 1988. “Ley General del Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente”. D.O.F del 28 de enero de 1988. México, D.F.: Se-cretaría de Gobernación Dharmaratne, Gerard; Yee Sang, Francine; Walling, Leslie. 2000. “Tourism potentials for financing protected areas”. Annals of Tourism Re-search, 27 (3):590-610. Duim, René, van der; Caalders, Janine. 2002. “Biodiversity and Tourism. Impacts and Interventions”. Annals of Tourism Research, 29 (3):743-761. Hernández, Rosa; Bello, Eduardo; Montoya, Guillermo; Estrada, Erin. 2005. “Social Adaptation. Ecotourism in the Lacandon Forest”. Annals of Tourism Research, 32(3):610-627. Kousis, Maria. 1989. Tourism and the Family in a rural Cretan Community. Annals of Tourism Research, 16 (3): 318-332. Lara-Aldave, Silvana; Vizcarra-Bordi, Ivonne. 2008. “Políticas ambientales-forestales y capital social femenino mazahua”. Eco-nomía, Sociedad y Territorio, VIII (26):477-515. Long, Verónica; Kindon, Sara. 1997. “Gender and Tourism Development in Balinese villages”. En Sinclair, Thea (ed). Gender, Work & Tourism. (pp 91- 118). London: Routledge. McDowell, Linda. 2000. Género, identidad y lugar. Un estudio de las geografías feministas. Madrid: Cátedra-Universitat de València- Instituto de la Mujer. Momsen, Janet. 2004. Gender and Development. London: Routledge. Nepal, Sanjay. 2000. “Tourism in Protected Areas. The Nepalese Himalaya”. Annals of Tourism Research, 27 (3):661-681. Rose, Damaris. 2001. “Revisiting Feminist Research Meth-odologies: A working paper”. Canada: Status of Women Canada. Research Di-vison. http://dsp-psd. pwgsc.gc.ca/Collection/SW21-142- 2001E.pdf (28:05:2009). Secretaría de Turismo (SECTUR). 2004. “Turismo Alternativo. Una nueva forma de hacer Turismo”. México: SEC-TUR. Soares, Denise; Castorena, Lorela; Ruiz, Elena. 2005. “Mujeres y hombres que aran en el mar y en el desierto. Reserva de la Bios-fera El Vizcaíno, B.C.S.”. Revista Fron-tera Norte, 17 (34):67-102. Prados, María José. 1998. “El papel de la mujer en el desarrollo de nuevas actividades económicas en las áreas rurales: Turismo rural y género en Andalucía”. Cuadernos Geográficos de la Universidad de Granada, 28:27-44. Sparrer, Marion. 2003. “Género y Turismo Rural. El Ejemplo de la Costa Coruñesa”. Cuadernos de Turismo, 11: 181-197. Thi Son, Nguyen; Pigram, John; Rugendy-ke, Barbara. 2002. “Tourism Development and National Parks in the Developing World. Cat BA Island National Park, Vietnam”. In Pearce, D.; Butler, R. (eds). Contempo-rary Issues in Tourism Development. (pp 211-231). London: Routledge. Vázquez, Verónica. 2002. ¿Quién cosecha lo sembrado? Rela-ciones de género en un Área Natural Protegida mexicana. México, D.F.: Plaza y Valdés. Valles, Miguel. 2002. Entrevistas cualitativas. Madrid:CIS. Weaver, David. 2005. “Comprehensive and Minimalist Di-mensions of Ecotourism”. Annals of Tourism Research, 32(2):439-455. Wilkinson, Paul; Pratiwi, Wiwik. 1995. “Gender and Tourism in an Indone-sian village”. Annals of Tourism Re-search, 22 (2): 282-299. Isis Arlene Díaz Carrión 165 PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 8(1). 2010 ISSN 1695-7121 NOTAS 1 Este trabajo forma parte de la investigación doctoral ‘Género y Turismo Alternativo: Aproximaciones al Empoderamiento’ realizada en el Departamento de Geografía Humana de la Universidad Complutense de Madrid. 2 De acuerdo con la Secretaría de Turismo de México el ecoturismo, el turismo rural y el turismo de aventura se engloban dentro de un segmento que denominan turismo alternativo, caracterizado por un perfil de visitante sensibi-lizado con la conservación de los recursos naturales y culturales; destacando la práctica ecoturística por mantener una mayor interac-ción con la naturaleza (SECTUR, 2004). 3 De acuerdo con el art. 48 de la Ley General del Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente (D.O.F., 1988:36-7) las Reservas de la Biosfera son un tipo de ANP que debe con-templar el establecimiento de zonas núcleo - donde se permiten las actividades de preserva-ción de ecosistemas, investigación científica y educación ecológica- y de amortiguamiento – en las que es posible realizar actividades com-patibles con los objetivos, criterios y progra-mas de aprovechamiento sustentable-. 4 Las iniciativas de ecoturismo comunitario –cuya figura predominante es la cooperativa- no son las únicas que se han implantado en la RBT, también se han desarrollado otras de corte privado - algunas desarrolladas con capital endógeno y otras con capital exógeno-, a simple vista podría consi-derarse que estas iniciativas privadas constituyen una competencia directa para las tipo comunitario; sin embargo, de momento no todas lo son. A lo largo del trabajo de campo se pudo constatar que los perfiles de clientes son diferentes pues las iniciativas particulares suelen ofrecer servicios a un visitante con poder adquisitivo más elevado. 5 Uno de los peligros que enfrentan las inicia-tivas de ecoturismo de la RBT es el de termi-nar atrayendo a un visitante poco sensibilizado por los aspectos medioambientales, alguien que pueda encontrar más atractivo comer ro-deado de un paraje singular pero sin mayor interés en mejorar su educación ambiental. 6 Cuando se atienden a grupos el pago por los servicios prestados es fijo por jornada: $130.00 pesos (aproximadamente 7 €) para quienes han guiado o atendido el hospedaje y $150.00 (unos 8 €) para el servicio de alimen-tación; con el resto del ingreso se cubren cos-tos y lo que quede se va a los fondos de las iniciativas. Mayor es el pago cuando se atiende a visitantes individuales o pequeños grupos, pues del ingreso se descuentan los costos y un porcentaje (entre 20 y 25%) que va a parar a los fondos de las iniciativas, lo que quede va íntegramente a quien prestó el servicio. 7 En líneas discontinuas se presentan los puestos honoríficos. Recibido: Reenviado: 28/01/2009 04/09/2009 Aceptado: 25/09/2009 Sometido a evaluación por pares anónimos
Click tabs to swap between content that is broken into logical sections.
Calificación | |
Título y subtítulo | Ecoturismo Comunitario y Género en la Reserva de la Biosfera de Los Tuxtlas (México) |
Autor principal | Díaz Carrión, Isis Arlene |
Publicación fuente | Pasos. Revista de turismo y patrimonio cultural |
Numeración | Volumen 08. Número 1 |
Sección | Artículos |
Tipo de documento | Artículo |
Lugar de publicación | El Sauzal, Tenerife |
Editorial | Universidad de La Laguna |
Fecha | 2010-01 |
Páginas | pp. 151-165 |
Materias | Turismo ; Patrimonio cultural ; Publicaciones periódicas |
Enlaces relacionados | Página web: http://todopatrimonio.com/revistas/101-pasos-revista-de-turismo-y-patrimonio-cultural |
Copyright | http://biblioteca.ulpgc.es/avisomdc |
Formato digital | |
Tamaño de archivo | 218207 Bytes |
Texto | Vol. 8 Nº1 págs. 151-165. 2010 www.pasosonline.org © PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural. ISSN 1695-7121 Ecoturismo Comunitario y Género en la Reserva de la Biosfera de Los Tuxtlas (México)1 Isis Arlene Díaz Carrión† Universidad Complutense de Madrid (España) Resumen: Como consecuencia de la declaración de un Área Natural Protegida quienes habitan esas tierras se encuentran con la necesidad de modificar algunos aspectos de sus vidas; dichas modificacio-nes no solo se refieren a un cambio en la actividad productiva, también implican un cambio sociocultu-ral. Cuando estos cambios son aprovechados para además modificar las normas sociales en materia de género es posible abrir espacios para las mujeres; es así como el ecoturismo puede utilizarse como alter-nativa económica, como herramienta de educación ambiental, y como una oportunidad para el control de los recursos y activa participación de las mujeres en el diseño del desarrollo de sus comunidades. Palabras clave: Ecoturismo; Área Natural Protegida; Género. Abstract: Communities living in natural protected area are faced with the need to modify their way of life. Those changes refer not only to an inevitable shift in production activities, but also aspects of their society and culture. This shift may allow for an expanded role for women. Ecotourism can be an oppor-tunity for women to engage in not just environmental education, but to play an expanded role in the control and use of resources, and as active participants in designing their communities' development. Keywords: Ecotourism; Natural Protected Area; Gender. † • Isis Arlene Díaz Carrión es doctoranda en el Departamento de Geografía Humana de la Universidad Complutense de Madrid. E-mail: iarlene@yahoo.com. 152 Ecoturismo Comunitario y Género en la Reserva de la Biosfera... PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 8(1). 2010 ISSN 1695-7121 Introducción En México durante los últimos lustros el ecoturismo ha sido considerado como una opción complementaria de desarrollo para las poblaciones enclavadas en Áreas Naturales Protegidas (ANP); a través del ecoturismo se ha buscado diseñar accio-nes capaces de contribuir al mejoramiento de la calidad de vida de una población, la más de las veces, con elevados índices de marginación. Enmarcado en el desarrollo sustentable, el ecoturismo2 es una activi-dad que busca no sólo aumentar los in-gresos de la comunidad receptora a través de una praxis compatible con la conserva-ción, sino también contribuir a mejorar aspectos socioculturales de las propias comunidades, avanzándose en la integra-ción de quienes han podido estar al mar-gen de dicho desarrollo; siendo precisa-mente las mujeres una categoría cuya participación tradicionalmente ha per-manecido invisible o subvaluada. Así considerado, el ecoturismo puede po-tenciar el control de las herramientas - tangibles e intangibles- para que las mu-jeres figuren como agentes clave en el desarrollo de sus comunidades; pues: “…muchas acciones novedosas para las comunidades, en términos de conserva-ción y manejo de recursos naturales, no han sido etiquetadas y clasificadas como pertenecientes a un sexo o a otro…” (Aguilar et al, 2002:6); quedando así abierta una posibilidad de desarrollo de propuestas para una participación equita-tiva. El ecoturismo en las Áreas Naturales Protegidas Las últimas dos décadas del siglo pa-sado vieron consolidar diversos esfuerzos por diseñar modelos de turismo sosteni-ble, como consecuencia de estos esfuerzos la naturaleza –y expresiones culturales inherentes- se convierten en un elemento principal de una oferta alternativa, lo cual convierte a las ANP en escenarios cada vez más demandados para la reali-zación de actividades lúdicas. Lo anterior no resulta exento de controversia y re-plantea el debate entre el conservacio-nismo y el uso de los recursos de las ANP (Duim y Caalders, 2002; Nepal, 2000 y Weaver, 2005); algunas de las reflexiones reflejan los mismos cuestionamientos presentes en el desarrollo sostenible, ¿hasta dónde? y ¿a qué costo? son pregun-tas que subyacen en el uso lúdico de re-cursos turísticos extremadamente sensi-bles valorados tanto desde la perspectiva filosófica contraria al antropocentrismo (Barkin, 2001) como desde otras de índole técnico que centran el debate en la biodi-versidad (Duim y Caalders, op. cit.) o la obtención de financiamiento para la con-servación (Thi Son et al, 2002; Dharma-ratne et al, 2000). Si bien las cuestiones medioambienta-les y económicas han acaparado buena parte del debate, los aspectos sociocultu-rales no han permanecido ignorados por una academia que aboga por la participa-ción comunitaria en los procesos de con-servación (Weaver, Op.cit.; Thi Son et al, op. cit.), toda vez que la naturaleza resul-ta vital para la subsistencia de las comu-nidades de la ANP (Bringas y Ojeda, 2000). El estudio de los efectos sociocul-turales ha generado por un lado el reco-nocimiento de aspectos positivos - aumento de la participación de la comu-nidad- y negativos -la creación de tensio-nes sociales-; decantándose las opiniones hacia una postura de participación inclu-yente que a su vez respete la diversidad cultural y autenticidad de las comunida-des rurales asentadas en las ANP, pero evitando el mantenimiento de conductas sociales que promuevan la opresión de los grupos minoritarios o vulnerables. En México, un porcentaje importante de las ANP han concebido al ecoturismo como una herramienta en el abordaje de la problemática de conservación y desa-rrollo, particularmente en las Reservas de la Biosfera al presentar esta figura de ANP una mayor población residente. Son diversas las estrategias que se han segui-do para el desarrollo del ecoturismo en las ANP mexicanas, pero básicamente pue-den clasificarse en preventivas, para aquellos espacios donde el turismo está en etapa de introducción, y correctivas, aplicadas en las ANP que ya registran un flujo turístico problemático. A través de iniciativas comunitarias o particulares se ha buscado crear una oferta turística endógena que promueva la educación ambiental y demás componentes del de-sarrollo rural, un proceso en el que inexo-rable se debe ejercer el derecho de las mujeres a una participación -activa y reconocida- en todos los espacios del desa-rrollo comunitario (Momsen, 2004). Isis Arlene Díaz Carrión 153 PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 8(1). 2010 ISSN 1695-7121 Resulta evidente que los efectos cau-sados por el turismo en ANP no son objeto de generalización, y sí, por el contrario de monitoreos exhaustivos y longitudinales a fin de efectivamente aprehender el alcan-ce de dicha actividad, en una relación que inexorablemente vincula el futuro del ANP a sus comunidades, quedando la actividad ecoturística definida necesa-riamente a partir de la conservación y el desarrollo (Aguilar et al, op. cit.). El enfoque de género y la práctica eco-turística Cuando se estudian los efectos del eco-turismo es posible identificar que éstos no son constantes en el tiempo y depen-derán de la planeación -perfil y escala-, de la mezcla de mercadotecnia –canal de distribución-, o incluso de aspectos económicos –capacidad de gasto del turis-ta-; cuando el estudio además incorpora la perspectiva de género, se busca identifi-car los efectos diferenciados en mujeres y hombres como consecuencia de los roles de género. La introducción de los cues-tionamientos de género en el turismo inicia en el mundo anglosajón durante la década de los 1990, planteándose las in-teracciones entre un patriarcado -que mantiene la asignación tradicional del trabajo- y el capitalismo -que aprovecha esta situación- en un trasfondo estructu-ral (Vázquez, 2002), en esta interacción de aspectos económicos, políticos y socio-culturales con los roles tradicionales de género se mantiene a la mujer como titu-lar del trabajo doméstico y con un papel cada vez mayor en la realización de un trabajo productivo, pero lejos de un reco-nocimiento social por la realización de ambos trabajos y con medios limitados para plantear una renegociación (Chant, 1997; Momsen, op. cit.). Quienes consideran que a través del turismo las mujeres mejoran sus condi-ciones de vida justifican su postura basándose en la autonomía financiera, la valoración del trabajo y la oportunidad de establecer contacto con la esfera pública (Cánoves y Villarino, 2000), a partir de esos tres elementos principales se desen-cadenará una serie de efectos positivos que les permitirá modificar los patrones de género causantes del desigual acceso a los recursos y las oportunidades; otros aspectos también significativos del invo-lucramiento de las mujeres en el turismo son la adquisición de nuevas habilidades y el establecimiento de redes de apoyo empresariales y personales (Caballé, 2000 y Kousis, 1989). En resumen, como con-secuencia de los tres elementos detonado-res se presenta una serie de efectos cas-cada que se retroalimentan y alteran la estructura de la comunidad, a la vez que contribuyen al desarrollo de las mujeres. En contrapartida se ubican quienes consideran que el turismo perjudica a las mujeres al mantener una estructura pa-triarcal que extrapola roles y estereotipos del espacio doméstico hacia el productivo, mantiene la segregación ocupacional y conduce a las mujeres hacia puestos de baja calidad, fomentando además la con-sideración del empleo femenino como complemento del masculino (Prados, 1998; Hennesy, 1994). Se critica también el alargamiento de la jornada de trabajo de las mujeres, quienes ante una inexis-tente –o baja- participación de los varones en el trabajo doméstico, deben añadir otra responsabilidad productiva (Wilkinson y Pratiwi, 1995; Long y Kindon, 1997); un trabajo productivo que al realizarse en el espacio doméstico –como sucede con las propietarias de casas rurales- puede man-tenerlas invisibles, sin control sobre los recursos del hogar y sin un papel de peso dentro de su comunidad (Cánoves et al, 2004; Sparrer, 2003). Uno de los principales objetivos de las investigaciones que optan por la introduc-ción del enfoque de género en el turismo es la caracterización de los diversos me-canismos socioculturales que sostienen las inequidades y limitan el acceso de las mujeres a los espacios –sociales y su re-presentación física- de poder en comuni-dades rurales donde la escasez de recur-sos –tangibles e intangibles- genera una fuerte presión masculina para adueñarse de éstos. Lo anterior puede generar resis-tencias al derecho de participación en las mujeres en las iniciativas de ecoturismo, pudiendo ser dichas resistencias tanto abiertas como camufladas; cuando, por ejemplo, si bien se acepta su presencia se ignoran sus opiniones (Soares et al, 2005), cuando los hombres pretenden adminis-trar sus iniciativas (Hernández et al, 2005) o cuando su presencia persigue sólo la obtención de recursos (Lara-Aldave y 154 Ecoturismo Comunitario y Género en la Reserva de la Biosfera... PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 8(1). 2010 ISSN 1695-7121 Vizcarra-Bordi, 2008:502). No obstante, las mujeres que laboran en el ecoturismo valoran no sólo un traba-jo menos arduo y más satisfactorio que las actividades tradicionales del mundo rural, sino además las posibilidades de compaginarlo con otras actividades, el contacto con el mundo público a través de los visitantes, así como la generación de ingresos –independientemente del carác-ter complementario- (Caballé, op.cit.): positivos también resultan ser los hallaz-gos de un reparto más equitativo de las tareas domésticas entre las generaciones jóvenes (Cánoves y Villarino, op. cit. y Cánoves et al, op. cit.). Pero algunas voces están pendientes de hacer notar la persis-tencia de riesgos: a las mujeres les gusta dedicarse a brindar hospedaje y alimen-tación a una familia ampliada –el turista-porque estas actividades son un terreno conocido, corre un riesgo bajo y, en algu-nos casos, evita una confrontación fami-liar por realizar trabajo productivo fuera de casa. La Reserva de la Biosfera de Los Tuxtlas Ubicada al sur del Estado de Veracruz, la Reserva de la Biosfera de Los Tuxtlas (RBT) toma su nombre de la voz náhuatl Toxtli, cuyo significado es tierra de gua-camayos; sus términos administrativos abarcan terrenos de ocho municipios: San Andrés Tuxtla, Catemaco, Soteapan, Ta-tahuicapan de Juárez, Pajapan, Santiago Tuxtla, Mecayapan y Ángel R. Cabada; sus 155,122 ha. se asientan en pleno Eje Neovolcánico Transversal (18°34´-18°36´ N y 95°04´-95°09´ W) del centro-sur de Veracruz (CONANP, 2006). Fue declarada en noviembre de 1998, buscando proteger los últimos reductos de una selva que encuentra en estas latitu-des su representación más al norte del continente americano, la RBT es un ejemplo de los pocos casos –tanto a nivel nacional como continental- en los que se presenta una conexión entre la costa y el bosque; su estructura topográfica, hidrográfica y biológica contempla 3 mi-cro regiones: Sierra de Santa Marta, Volcán de San Martín Tuxtla y Lago de Catemaco, donde las dos primeras con-forman el 93.6% de la zonas núcleos de la RBT3 y albergan en sus cercanías algunas de las iniciativas de ecoturismo comuni-tario. A manera de breve inventario cabe señalar que la RBT cuenta con unas 2,697 especies, subespecies y variedades de plantas (9 endémicas) y entre la fauna se han identificado 139 especies de mamífe-ros, 565 especies de aves (223 migrato-rias), 109 especies de peces, 46 de anfibios y 1,117 especies de insectos y otros gru-pos; arrojando el total de la fauna 22 es-pecies o subespecies endémicas (Íbidem). La RBT cobija una población aproxi-mada de 32,000 habitantes caracterizada por una concentración en la costa y una dispersión en las partes montañosas, la mayor parte de la población es mestiza, pero se presenta también población de las etnias náhuatl y zoque-popoluca en los territorios del sur de la RBT (Íbidem). Los recursos de la RBT han sido puestos en valor desde los tiempos precolombinos por parte de las culturas Olmeca y Teo-tihuacana (clásico); posteriormente du-rante la Colonia se presenta la mezcla de razas indígena, europea y africana y se inicia también la primer agricultura ex-tensiva –caña de azúcar-. El aprovecha-miento de los recursos no siempre se ha llevado a cabo de forma ordenada, y así como la RBT es una de las ANP con ma-yor diversidad es también una de las más amenazadas tanto por el uso productivo como por la presión poblacional interna y, principalmente, de los núcleos urbanos circunvecinos. Las principales actividades económi-cas son las del sector primario, jugando la economía de autoconsumo un papel todav-ía importante para la población –p. ej. de acuerdo con Vázquez (op. cit.) al menos 730 de las especies que se recolectan tie-nen uso medicinal o alimenticio-; quienes habitan la RBT consideran la falta de empleo como uno de los problemas más significativos: …en la comunidad no hay empleo que genere ganancia diaria, así vamos en la comunidad viviendo un ratito de uno, un ratito de otro, unos pescan, otros van al jornal; no es empleo fijo, van unos días… (Teobaldo, 2008. Entrevista. Presidente de iniciativa y Guía de visi-tantes); esta falta de oportunidades ha incrementado la inmigración en la última década, generando efectos tanto positivos como negativos en lo que a la brecha de género se refiere: cuando mi esposo esta-ba allá en el norte [los EEUU] me contaba que él se cocinaba y se planchaba, to-do… pero no, acá no lo hace, me dice que para eso estoy yo (Flor, 2008. Entrevista. Isis Arlene Díaz Carrión 155 PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 8(1). 2010 ISSN 1695-7121 Coordinadora de Cocina y Comedor). También las mujeres identifican la falta de oportunidades de empleo y educación como una limitante, pero consideran que su acceso está además condicionado por los celos de la pareja (Íbidem) en comuni-dades donde todavía los hombres son para mandar (Laura, 2008. Entrevista. Hospe-daje y Responsable de Finanzas). Sin embargo, para las mujeres que habitan en la RBT los avances, por muy ligados que estén hacia la satisfacción de las necesi-dades básicas, son calificados como signi-ficativos comparados con un pasado re-ciente aún más restrictivo: …aquí algunos señores tomaban mu-cho [alcohol], les pegaban a sus espo-sas, a las hijas también les pegaban […] antes las muchachas se casaban de 12 años, de 13 años pues ya eran mamás […] antes decían “a las hem-bras no hay que darles estudios”, aho-ra mis hijas tienen 18 años y siguen estudiando. Yo digo que aquí ante-riormente la ley era más pa’l [para] el hombre y la mujer no; pues para mí ahora, ya este…hemos visto que todo eso, ya es igual, ¿no? tanto el hombre como la mujer es lo mismo…o sea que es la misma capacidad que puede te-ner un hombre que una mujer ¿por qué? porque ahora ya no es como an-tes, antes el hombre decía “yo, todo yo”; y ahora ya no… - Carolina (2008. Entrevista. Cocina y Comedor). El ecoturismo comunitario en la RBT Con anterioridad a la declaración de la RBT, la actividad turística ya se encon-traba implantada en esta región que reci-be anualmente unos 500,000 visitantes procedentes de las principales ciudades aledañas. El excursionismo también ha sido una figura común atendiendo moti-vaciones gastronómicas, religiosas, místi-cas y culturales desde la década de los 1950 (Gómez, 2008. Entrevista. Sub Di-rección de Turismo Municipio de San Andrés Tuxtla) y con la declaración de la RBT se añaden a las motivaciones ante-riores las científicas, de estudio y disfrute de la naturaleza. A principios del 2008 existía un total de 20 iniciativas de ecoturismo comunita-rio repartidas entre las zonas de selva y costa de la RBT, como puede observarse en la figura 1, no todas las iniciativas de ecoturismo comunitario se encuentran dentro de la Reserva, pero desde la Ofici-na de la RBT se les apoya por su ubica-ción cercana a los límites de ésta (Andra-de, 2008. Entrevista. Jefatura de Proyec-tos, Oficina de la RBT).4 La mayoría de las iniciativas de la costa tienen unos 6 años de existencia y se han caracterizado por un proceso de consolidación más rápi-do como consecuencia del existente posi-cionamiento de las playas como atractivo turístico: …para ellos [los grupos de la costa] es muy fácil, porque la gente llega solita a la playa, y pues buscan dónde que-darse, no hay donde, y entonces se quedan en las cabañitas, o la gente quiere acampar, se les hace muy segu-ro que te presten un área donde el pas-tito [césped] está bien y tienes baños, regaderas, puedes comprar comida, entonces por eso es que es muy atrac-tiva la parte de la costa. - Andrade (Íbidem). Si bien cada iniciativa de ecoturismo comunitario varía en algún grado su ofer-ta ecoturística (ver tabla 1), hay cuatro servicios ofrecidos en todas: el hospedaje, la alimentación, los recorridos guiados y el transporte (este último es subarrendado). Partiendo de esos servicios básicos -y de-pendiendo del nivel de consolidación de la iniciativa- se ofrece una serie de activida-des donde el senderismo es la principal, en algunos casos esta oferta se ha amplia-do a otras actividades como el temascal (baño prehispánico de vapor), la observa-ción de aves o enseñanza de baile regio-nal. A la fecha, la clientela de las iniciati-vas de ecoturismo comunitario mantiene tres perfiles concretos; por un lado están las visitas a finales de la primavera con duración de 3 ó 4 días por parte de grupos de estudiantes provenientes de la capital del país, estos visitantes realizan activi-dades de campamentos escolares y contra-tan el transporte desde las cabeceras mu-nicipales hasta la comunidad, el hospeda-je, la alimentación y los servicios guiados. Un segundo perfil de visitantes son los grupos universitarios que visitan la RBT por motivos de estudios (prácticas de 156 Ecoturismo Comunitario y Género en la Reserva de la Biosfera... PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 8(1). 2010 ISSN 1695-7121 campo), en estos casos la estancia es de 4 días y se contratan los servicios de hospe-daje y alimentación. Finalmente están las visitas cuya motivación principal es el ecoturismo y donde tiene una fuerte pre-sencia el excursionismo de fines de sema-na o en temporada vacacional; si bien este perfil de visitante puede desplazarse tanto de manera individual como grupal, preva-lecen los arreglos directos entre prestador y usuario de los servicios. No existen estadísticas históricas que recojan el flujo turístico en la RBT, pero a través de los registros implantados recien-temente en algunas de las iniciativas se puede constatar un flujo cercano a las 200 pernoctaciones anuales, mientras que la afluencia de los excursionistas –quienes principalmente hacen uso del servicio de alimentación- puede situarse alrededor de 360 visitas al año, pudiendo sobrepasar ese número aquellas iniciativas ubicadas en las comunidades con mayor accesibili-dad. 5 La educación ambiental está inmersa en la conformación del producto turístico de las iniciativas comunitarias; cabe se-ñalar que tanto las socias como los socios apoyan en la realización de actividades de educación ambiental en sus comunidades, a través de acciones como la recolección de basura o la impartición de pláticas en las escuelas; las iniciativas de ecoturismo comunitario de la RBT nacen con un ele-vado compromiso en materia de cuidado ambiental: la idea del ecoturismo surgió porque el bosque estaba desapareciendo, o sea, había mucha madera de tala clandes-tina (Norberto, 2008. Entrevista. Coordi-nador de Guías). Esta capacitación am-biental es básica no sólo por tratarse de una ANP sino también debido a que las iniciativas ecoturísticas carecen de ante-cedentes en las comunidades implanta-das, antes de 1998 poco se sabía del eco-turismo:… y entonces como que yo traía esa inquietud de hacer algo [para la con-servación], ¿no? y entonces sucede de que vienen a invitar a la comunidad para un taller de ecoturismo, y entonces digo: bueno, si es de ecoturismo algo tendrá que ver con ecología, ¿no?...aunque bueno yo no entendía mucho el concepto… (Ame-lia, 2008. Entrevista. Coordinadora de Cocina y Comedor, antigua Presidenta de iniciativa). Además de las capacitaciones para la conservación y la gestión ecoturística, las iniciativas han recibido capacitación en materia de género como consecuencia de la introducción de este enfoque en las políticas públicas mexicanas de finales de la década de 1990, años en los que se ins-titucionaliza el establecimiento de medi-das para empoderar a las mujeres. En el caso de la RBT, la participación de las mujeres como socias en los procesos de ecoturismo comunitario fue un requisito establecido por el gobierno federal para la obtención de financiamiento (Andrade, Op. cit.), resultando dicho requerimiento vinculante en el acceso de las mujeres a las iniciativas. S e r v i c i o s A c t i v i d a d e s Hospedaje (cabaña rústica/acampada) Senderismo Alimentación Recorridos a caballo o en lancha Recorridos guiados Bici de montaña Transporte Observación de aves Venta de artesanía y productos artesanales Kayakismo Aprendizaje de baile regional Temascal Masajes Tabla 1. Oferta de las iniciativas de ecoturismo comunitario de la RBT. Fuente: elaboración propia a partir de trabajo de campo. Isis Arlene Díaz Carrión 157 PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 8(1). 2010 ISSN 1695-7121 Figura 1. Iniciativas de ecoturismo comunitario en la Reserva de la Biosfera de Los Tuxtlas. Fuente: Ela-boración propia a partir de INEGI y CONANP. Apuntes metodológicos El cuestionamiento ¿promueve el eco-turismo comunitario modelos sociocultu-rales capaces de potenciar la participa-ción de las mujeres en el desarrollo rural de la RBT? plantea la necesidad de inda-gar a fondo la praxis de dicha actividad entre las socias de las iniciativas, no vale únicamente cuantificarlas y ubicarlas en la estructura organizacional, es necesario conocer la forma en que experimentan su participación; considerando como punto de partida que dicha experiencia se ve condicionada por las relaciones producti-vas, sociales y de género construidas a partir de parámetros sociales y culturales heterogéneos en el medio rural. La construcción de los significados otorgados por las socias a su participación en el ecoturismo comunitario a través del trabajo –productivo y reproductivo- sos-tienen los objetivos específicos del presen-te estudio que buscan 1] Caracterizar la presencia de las socias de las iniciativas de la RBT, 2] Analizar los efectos de la responsabilidad doméstica de las socias, y 3] Identificar las pautas que mantienen o modifican la brecha de género en las ini-ciativas de ecoturismo comunitario. Se opta por una investigación cualita-tiva de corte transversal debido a la nece-sidad de aprehender las construcciones sociales –significados incluidos- no sólo del trabajo sino de las propias normas presentes en las estructuras políticas, económicas y sociales que éste enmarca, así como los mecanismos que mantienen la subordinación de las mujeres. Tratán-dose de un ejercicio exploratorio, la natu-raleza analítico-descriptiva de este traba-jo se argumenta como consecuencia de la necesidad de visibilizar a las socias de las iniciativas; otra de las ventajas de la in-vestigación cualitativa que justifican su elección es la revisión constante del mar-co conceptual, principalmente durante la realización del trabajo de campo y la ge-neración del informe, lo cual da cabida a una interpretación más completa de la 158 Ecoturismo Comunitario y Género en la Reserva de la Biosfera... PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 8(1). 2010 ISSN 1695-7121 teoría y la realidad del contexto de las mujeres que habitan la RBT. De las tres técnicas utilizadas en la re-cogida de información, la principal es la entrevista a profundidad, su elección se fundamente atendiendo las ventajas de riqueza, intensidad, flexibilidad o accesi-bilidad que la caracterizan (Rose, 2001). Sin perder de vista que su fiabilidad y validez son dos de los principales cuestio-namientos de esta técnica, se cuida la heterogeneidad en el muestreo aleatorio para la búsqueda de una saturación es-tructural complementaria a la teórica (Valles, 2002); quedando definidos tipos polares a partir del género, del ciclo de vida, status social o del puesto ocupado en la iniciativa. Otra estrategia utilizada para fortale-cer la consistencia de la investigación en esta etapa fue la utilización de diversas técnicas al momento de recabar la infor-mación (Rose, op. cit.; Alvira, 2005); si-guiendo esta recomendación se opta por aplicar también una segunda técnica: la observación no participante, técnica que se muestra de utilidad tanto al momento de identificar las actividades y espacios feminizados en las comunidades y al in-terior de las iniciativas, como durante los procesos de toma de decisiones -no sólo de la coordinación a la que pertenecen las socias- sino también a aquellas que con-ciernen a la empresa en su totalidad. Para procesar las transcripciones de las entrevistas a profundidad y las notas de observación no participante se recurre al análisis de contenido, donde las categor-ías de análisis básicas son el género, el ciclo de vida, el espacio público-privado y el trabajo productivo-reproductivo por considerarse que su estudio permite cali-ficar el potencial del ecoturismo comuni-tario para promover una participación incluyente entre las socias. Una tercera técnica utilizada en este trabajo fue el cuestionario, al que se recu-rre como instrumento de contacto inicial, que además de generar información sobre la gestión de las iniciativas resulta de utilidad en la elección de las personas a entrevistar. La información recabada a través del cuestionario fue procesada utilizando estadística descriptiva para el análisis de las categorías comunes de la población (sexo, edad, estado civil, carac-terísticas del grupo doméstico, nivel edu-cativo, entre otras) y las teóricas cons-truidas para el análisis de la participa-ción en los espacios productivos y repro-ductivos, públicos y privados a partir del género. Los cuestionamientos metodológicos revisten particular importancia cuando se atiende sobre todo los aspectos de género, así las relaciones de poder entre investi-gadora- personas investigadas cuestionan no sólo la interacción en el trabajo de campo, sino que están presentes desde la propia delimitación conceptual y sobre todo, al momento de la interpretación de resultados (McDowell, 2000). Responder a la pregunta ¿qué voces se deben pri-mar? Implica un ejercicio de conciliación de la teoría y la realidad que debe atender los cuestionamientos académicos sin per-der de vista la aplicabilidad de los resul-tados de la investigación. Las tareas pendientes Uno de los aspectos negativos del tu-rismo que se identifican al aplicar el en-foque de género es la adaptación de los valores patriarcales a lo largo de su es-tructura laboral, generándose una segre-gación ocupacional que condiciona la pre-sencia de las mujeres en actividades fuer-temente vinculadas con la figura tradi-cional de cuidadora (Chant, op. cit. y Momsen, op. cit.). Entre los grupos domésticos de la RBT la responsabilidad del cuidado familiar continúa definida como un trabajo femenino: el ‘quehacer’ es trabajo de las mujeres (Flor, op. cit.), manteniéndose también la feminización de aquellos espacios utilizados por éstas tanto en la realización del trabajo domés-tico como en el productivo: los hombres no se meten a la cocina [de la iniciativa] por-que eso es de mujeres (Inés, 2008. Entre-vista. Hospedaje). La baja presencia de socios en el área de Cocina y Comedor no implica la ausencia de apoyo por parte de éstos; sin embargo, sigue tratándose de una ‘ayuda’ circunscrita a eventos pun-tuales:... si faltan mujeres en la cocina los hombres se meten a lavar tomate, cebolla, ajo, picar, licuar, lavar trastes (Amelia, op. cit). Entre las iniciativas de ecotu-rismo comunitario que reciben principal-mente excursionistas se registra una ma-yor generación de ingresos por la presta-ción del servicio de comedor, debido a que éste es un servicio realizado por las socias es justo decir que el ecoturismo las ha visibilizado; sin embargo, dicha visibiliza-ción se presenta ligada a un rol tradicio- Isis Arlene Díaz Carrión 159 PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 8(1). 2010 ISSN 1695-7121 nal, con lo que si bien se está obteniendo un ingreso constante se mantiene el nexo ‘mujer y trabajo doméstico’ recurrido para justificar la segregación ocupacional (Momsen, op. cit.). No obstante todos los integrantes de las iniciativas han recibido capacitación para convertirse en guías, ésta resulta una actividad masculinizada por conside-rarse ligada al conocimiento del campo, un espacio definido como masculino en México (Vázquez, op. cit.). Entre las so-cias hay quienes declaran un limitado interés en desempeñarse como guías, pues asumen que este trabajo conlleva -además del esfuerzo físico y la responsabilidad- el desarrollar una actividad en un espacio donde las mujeres han tenido poco recono-cimiento -que no así poca presencia- y se encuentran inseguras: …mi esposo decía que la mujer era para la casa, no para el campo (Minerva, 2008. Entrevista. Cocina y Comedor). Aun cuando la actividad de guía permite un mayor contacto con visi-tantes y reconocimiento social, las socias se muestran dubitativas ante la posibili-dad de desempeñarla (Montserrat, entre-vista, Hospedaje) pues estando en las ins-talaciones resultan más localizables para atender a sus hijos y esposos que reali-zando recorridos por el monte (Rebeca, 2008. Entrevista. Guía de visitantes) manteniéndose así la disponibilidad de las mujeres al servicio de las necesidades domésticas y productivas de su grupo (Momsen, op. cit). Esta situación es aceptada por las so-cias a pesar de que algunas declaran su interés por desempeñarse como guías: Pues la verdad, como siempre nos toca estar en la cocina cuando vienen clientes y está uno en la cocina pues va otro compa-ñero (Carolina, op. cit.); entendiendo que una socia interesada en pertenecer al grupo de guías podrá hacerlo siempre y cuando no haga falta en la cocina. Dentro del propio desarrollo de la actividad de guía también se presenta cierta división en el cuidado de los visitantes, pues las guías suelen cuidar de las personas adul-tas y si un visitante no es capaz de termi-nar el recorrido quien le acompaña es la guía; la percepción de los visitantes es también determinante al establecer quién funge como guía principal: …hay visitan-tes que sólo se sienten más seguras cuan-do quien va guiando es un hombre (Ra-quel, 2008. Entrevista. Guía de visitan-tes). Dos son los aspectos que se han conju-gado en el acceso de las socias jóvenes como guías ecoturistas; por un lado existe cierta familiarización de éstas con el campo -resultado de acompañar al padre-, y por otro lado está su mayor nivel educa-tivo (bachillerato); este último ha resulta-do particularmente significativo, convir-tiendo la familiarización con la educación escolarizada de las socias en un instru-mento de negociación: …en lo que es el estudio ya científico, pues yo les expliqué a ellos, y en lo que ellos sí saben más de la comunidad, pues me fueron explicando (Rebeca, op.cit.). En un inicio las guías tuvieron que afrontar los cuestionamien-tos por parte de algunas personas de la comunidad ante la posibilidad de que una mujer anduviera sola y acompañando a los visitantes: …empezaban con la crítica que cómo es que… pues yo no nada más iba a hacer el recorrido, sino que yo nada más iba… pues a hacer “mis cosas” (Íbi-dem); desempeñando actividades mascu-linas: ¿Vas a ser guía? Si ahí andan puros hombres […] si a tu mamá no le gusta… (Teresa, 2008. Entrevista. Guía de visi-tantes); siendo necesaria una justificación de sus aspiraciones alejadas de lo tradi-cional: no tiene nada de malo […] va de lo que a mí me guste (Íbidem). Resulta fre-cuente entre las guías el marcado interés por desempeñarse como tales desde un inicio: siempre había soñado con partici-par en algo de naturaleza…cuando era yo chica y el maestro preguntaba en clase “qué queríamos ser de grandes” yo pensa-ba que quería ser guía de turistas […] porque así conoce una más gente, se rela-ciona con quien visita, conoce uno mu-cho… (Laura, op. cit.); evidenciando una aspiración que refleja el deseo de prota-gonizar algo más que el rol tradicional, una motivación que si bien lleva implíci-tos requerimientos económicos también contiene otros de tipo personal. La actividad de guía, al ser considera-da como masculina no ha escapado de una mejor remuneración,6 especialmente en los servicios individuales o de grupos pe-queños (hasta 4 personas), en recorridos cortos (3 hrs. de duración), pero princi-palmente en los largos (10 hrs.) pues en estas situaciones el pago obtenido es ma-yor al recibido por una jornada en Cocina y Comedor: … y a veces le decía yo a mi esposo que 160 Ecoturismo Comunitario y Género en la Reserva de la Biosfera... PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 8(1). 2010 ISSN 1695-7121 hace recorridos a caballo, yo le decía: “ganan mejor ustedes que nosotros porque ustedes nada más van y vienen y ya”…, y ya este, les pagaron o les dieron y ya se fueron, le digo; y noso-tros no, porque nosotros es todo el día y hasta de noche, porque salía uno a las 6 ó 7 [18:00 ó 19:00 hrs.], a veces hasta más tarde. - Carolina (Op.cit.). Otra de las críticas que se hace al eco-turismo es la baja posibilidad de alcanzar la independencia económica como conse-cuencia del carácter parcial o temporal de las oportunidades laborales (Prados, op. cit.); las comunidades de la RBT mantie-nen una economía caracterizada por un elevado nivel de autoconsumo y estrate-gias grupales para la obtención de ingre-sos monetarios (vía venta de trabajo o vía subsidio gubernamental), resultando el ecoturismo una estrategia más de corte secundario en la integración del gasto doméstico: Sólo ganamos cuando viene un grupo, si demora 3 días, 3 días trabaja-mos, son 3 días que nos pagan; y al igual de aquí a 2 ó 3 meses viene otro grupo es cuando nosotras ganamos (Mónica, 2008. Entrevista. Hospedaje). El principal des-tino del ingreso ecoturístico en la RBT es la satisfacción de necesidades básicas, resultando limitado el número de socias que destinan este ingreso a la adquisición de bienes tangibles –propiedades, anima-les- o intangibles –educación y capacita-ción- capaces de acercarlas a objetivos de tipo estratégico, y cuando así sucede se debe a la combinación de otras actividades productivas –en buena medida de carácter informal- que también guardan una estre-cha relación con otras actividades femini-zadas –p. ej. venta ambulante de alimen-tos, comida o ropa y venta por catálogo de cosméticos y otros productos del hogar. Como ya se comentó con anterioridad, al interior del grupo doméstico de las socias continúan siendo ellas –con el apo-yo de sus hijas o demás familiares feme-ninos- las principales responsables de la realización del trabajo doméstico, lo que implica el alargamiento de su jornada de trabajo con la atención de visitan-tes:… como ayer que me fui de aquí [co-medor] a las 7:30 [p.m.] todavía me fui a lavar un poco de ropa y ahí ando lavando los trastes que estaban mal pues-tos…( Flor, op.cit.); este incremento en horas de trabajo no sólo causa un cansan-cio físico por la combinación de jornadas de trabajos productivo y doméstico:…hay veces que no es tanto el trabajo sino el estrés que uno tiene porque cuando llega gente pues tienes que estar pensando que vas a atender la gente y tienes que estar pensando que vas a atender tus hijos (Íbidem). Para aprovechar al máximo el día y poder desempeñar ambos trabajos, las socias recurren al uso de su tiempo de descanso: [¿Y cuántas horas al día dedica a Ud. misma?] A mí misma…yo creo que…que nada, ¡eh! (Amelia, op.cit.); otra estrategia es la división del trabajo doméstico entre otras mujeres, mostrando el importante papel de las redes informa-les en comunidades con limitados servi-cios públicos:…cuando surge el proyecto yo me embaracé […] y créeme que fue bien difícil el embarazo con mi hija y des-arrollar el proyecto…entonces cuando yo tuve a mi hija, mi suegra fue un elemento bien importante en mi vida, porque me ayuda muchísimo con mi bebé, y con mis otros dos hijos (Olga, 2008. Entrevista. Hospedaje y Secretaria de la iniciativa). El delegar el trabajo doméstico para par-ticipar en un proyecto productivo no está exento del sentimiento de culpabili-dad:… fueron 7 años, ¿no? [en la Presiden-cia], de estar aquí, descuidando mi fami-lia, se exige mucho, y ahorita está la nena y necesita mucha atención, entonces; co-mo ahorita ya me la traigo, ya está más grande; pero aún así…este…descuidas mucho tu casa (Amelia, op.cit.). El reparto más equitativo del trabajo doméstico no parece modificarse sustan-cialmente como consecuencia de la parti-cipación en el ecoturismo, pocas son las parejas de las socias que asumen su cuota obligatoria de trabajo doméstico; incluso si el ecoturismo fuese un trabajo de tiem-po completo y permanente, las socias con-sideran baja la posibilidad de un reparto del trabajo doméstico con la pareja (Patri-cia, 2008. Entrevista. Hospedaje y Teso-rera de iniciativa). No obstante la pre-sencia de un ideal de desarrollo más justo en el ecoturismo, las mujeres que laboran en este segmento continúan viendo limi-tadas sus oportunidades como consecuen-cia de un trabajo doméstico que circuns-cribe su participación a las necesidades de cuidado del grupo doméstico. Los matizados aspectos positivos Algunas investigadoras –p. ej. Mom-sen (Op.cit.), Chant (Op.cit.), Cánoves y Villarino (Op. cit.)- han señalado la reva-lorización de las actividades tradicional-mente consideradas femeninas a partir de Isis Arlene Díaz Carrión 161 PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 8(1). 2010 ISSN 1695-7121 dos condiciones básicas: realización en la esfera pública y generación de ingreso; en algunos casos el turismo ha sido definido como una actividad de naturaleza femini-zada por la estrecha relación del servicio con el cuidado y la atención; por lo que resulta interesante hacer notar el involu-cramiento de los socios al cuidado de un turista vulnerable: Uds. [visitantes] para nosotros son como niños, aunque sean adultos grandes (Teobaldo, op. cit.). En-tre las iniciativas de ecoturismo comuni-tario de la RBT existen indicios de revalo-ración de las actividades de cuidado de los demás como consecuencia de tres elemen-tos: realización en el espacio público, re-muneración y status de los visitantes; de tal forma que si atender a la familia es algo devaluado, el atender al turista apor-ta un reconocimiento ante la comunidad (Norberto, op. cit.). En las iniciativas estudiadas no exis-ten puestos de alta gerencia por cuyo des-empeño se reciba un pago, de tal suerte que la Presidencia, Secretaria, Tesorería y Vigilancia son puestos honoríficos y se ejercen a la vez que se labora en alguna otra área de la empresa. La presencia de las socias en estos cargos resulta repre-sentativa para las funciones de Secretaria y Tesorería, menos frecuente es su pre-sencia como contraloras y sólo dos socias se han desempeñado como Presidentas; sin embargo, esta ausencia no significa necesariamente una escasa participación: …las dos mujeres sí somos las que esta-mos de tiempo completo activas; creo que…a veces siento que…que si no fuera por nosotras las mujeres el proyecto se iría abajo (Olga, op.cit.). Este liderazgo ha sido reconocido por agentes externos y aprovechado por las socias de una inicia-tiva para convertirse en asesoras de pro-yectos comunitarios: …y esto también fue debido a las mujeres (Íbidem); esfuerzos que persiguen un reconocimiento público tradicionalmente negado a las mujeres rurales: …que creciera [la iniciativa] y entonces verme así como una gran em-presaria, ¿no? [Risa] (Amelia, op. cit.). Otro efecto también valorado positi-vamente por las socias es el aumento de su autoestima: Al principio éramos muy tímidas como que nos daba pena hablar, explicar cómo trabajábamos…en eso nos han ayudado mucho los talleres (Martha, 2008. Entrevista. Cocina y Comedor); el reconocimiento de su trabajo y las capaci-taciones recibidas han sido un apoyo im-portante para una mejora en sus habili-dades de desenvolvimiento en la esfera pública: …también, mire… algo que a mí me…no sé…me emociona, me motiva de que…no sé, bueno la capacitación en sí es fundamental para las perso-nas, ¿no? […] yo observaba que siem-pre las mujeres así como….escondidas, como con pena [vergüenza], o sea, no eran así, abiertas, ¿no? y conforme fueron [las] capacitaciones….dieron un giro así, tan bonito porque yo ahora las veo…y digo: ay, qué bonito, ¿no?...le digo…a mí…como que siento un orgu-llo, ¿no? de ver que esas comunidades han cambiado, han…han progresado, se han desarrollado sus mujeres, ¿no? y gracias a las capacitaciones, a esos intercambios que se han dado, y claro que es gratificante, ¿no? - Amelia (Op. cit.). Para algunas socias la incorporación a las iniciativas de ecoturismo comunitario implicó un enfrentamiento con la pareja: me decía “es que nomás es de puros hom-bres y tú no puedes ir”, y yo “bueno…” […] entonces llega el día en que yo me enfrento con…con mi marido […] y le digo “yo voy a ir y no te estoy pidiendo permi-so, te estoy avisando” (Olga, op. cit.); bien es cierto que este punto de inflexión no responde exclusivamente a la participa-ción en el ecoturismo, pero evidencia el apoyo que puede brindar un desarrollo ecoturístico sensible a las relaciones de género, contribuyendo a generar cuestio-namientos sobre la posición de las muje-res rurales: pues se trataba de que ten-íamos que…como pareja, desarrollar ese tema, ese refrán [la mujer es como la es-copeta, siempre cargada y en un rincón] y lo teníamos que pasar a explicar, y pues finalmente, sí…sí la mujer sale comple-tamente fregada [perjudicada] (Íbidem); pero más importante, que a través de la participación en el ecoturismo las mujeres accedan a los recursos para plantearse la realización de intereses estratégicos:…mi vida dio un giro de 180°, así como muy fuerte; debido a eso, yo hasta ahorita soy una persona libre y hasta ahorita yo hago en el aspecto de que: yo deseo, yo lo puedo llevar a cabo (Íbidem). 162 Ecoturismo Comunitario y Género en la Reserva de la Biosfera... PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 8(1). 2010 ISSN 1695-7121 Figura 2. Organigrama de las iniciativas de ecoturismo comunitario de la RBT según género. 7 Fuente: Elaboración propia a partir de trabajo de campo. La posibilidad de salir de la comunidad para participar en actividades de promo-ción, intercambio de experiencias o capaci-tación puede considerarse como un avance, aunque también sirve como medio para evidenciar los mecanismos que sostienen la brecha de género; básicamente no existe una política que limite la asistencia a estos eventos -ya que como es reconocido dentro de los grupos ‘a nadie se le niega la oportu-nidad de asistir’-, no obstante: Quienes salen con más frecuencia son los del comité de guías, todos somos iguales, pero las mu-jeres no van porque no pueden ir por aten-der a los hijos y el esposo (Teobaldo, op.cit.). Debido a que el cuidado de la familia sigue figurando como un trabajo exclusivo de las socias sus posibilidades de asistencia se ven limitadas en mayor medida:…si nos dicen “van a una capacitación de 1 día”, ´hora [ahora] sí que no puedo, porque mis hijos, mi hija van a venir a comer, o van a la es-cuela, o sea yo ahí, no, no puedo salir (Flor, op. cit.). Las socias que presentan más libertad para asistir a estas salidas son las socias solteras:…porque no tengo familia [esposo e hijos] y la mayoría piensa que si sale una semana cómo los va a dejar […] pues a mí me es más fácil (Rebeca, op.cit.); resulta evidente que este perfil de socias se mueve con mayor autonomía y seguridad, pero sin cambios en las normas sociales no existe la certeza de que dicha libertad pue-da ser mantenida al casarse, vivir en pareja o tener hijos. No obstante el arduo trabajo, las socias se declararon satisfechas de pertenecer a los grupos de ecoturismo; entre las expe-riencias positivas que soportan esa opinión están: …la oportunidad de aprender, de tratar a nuevas personas, el apoyar con un ingreso a su familia, el salir de casa y el cuidado del medio ambiente (Patricia, op. cit.). El contar con un espacio donde poder reunirse con otras mujeres de la comunidad es también valorado:…pues aunque no ga-ne uno mucho, pues si le gusta…y a mí me gusta; le dijo, a veces hay cenas [de visitan-tes] pues que me tocaban en la casa y esta-ba toda triste, sí trabajando, pero extra-ñando a las compañeras que estaban acá, y pues ya, sí me gusta esto y pues lo voy a dejar solamente que me enferme (Regina, 2008. Entrevista. Coordinadora de Cocina y Comedor, Secretaria de iniciativa), pero también evidencia la sobrecarga de trabajo entre las socias que valoran el cuidado de su grupo doméstico pero que necesitan y desean también participar en los espacios productivos de sus comunidades. Otra de las principales satisfacciones de las socias es el trato con el visitante por brindarles la oportunidad de conocer nue-vas personas; quienes están más expuestas a dicho contacto son las guías: …al traer y llevar a los visitantes a todos lados (Ro-salía, 2008. Entrevista. Guía de visitantes y Secretaria de iniciativa) y también quie-nes desempeñan un papel activo en la ges-tión de la empresa. El contacto resulta Presidencia ♂ Coordinación de Guías ♂ Coordinación de Cocina y Comedor ♀ Coordinación de Hospedaje ♀ Guías ♂ Cocina ♀ Comedor ♀ Alojamiento ♀ Secretaría ♀ Tesorería ♀ Vigilancia ♂ Isis Arlene Díaz Carrión 163 PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 8(1). 2010 ISSN 1695-7121 más limitado para las socias de Cocina y Comedor: platicamos rápido con los turis-tas, porque no podemos dejar la cocina […] cuando más platicamos es por las noches (Minerva, op. cit.) y su visibilidad total existe sólo cuando los visitantes interesa-dos en convivir con ellas acceden hasta la cocina, un espacio aún pendiente de reva-lorización en el mundo rural mexicano. Conclusiones No están libres de claroscuros los efectos generados por el ecoturismo comunitario entre las socias de las iniciativas en la RBT; por un lado están la estrecha relación de la actividad con el rol tradicionalmente asignado a las mujeres, la poca valoración del trabajo doméstico y el rol de cuidadora que se ha estado extrapolando hacia la pro-pia empresa donde es posible identificar una segregación horizontal y vertical; man-teniéndose para ellas la realización de acti-vidades de cocina y limpieza, cuestionándo-se entonces la idoneidad del ecoturismo como herramienta para contribuir a poten-ciar a las mujeres en su capacidad y dere-cho para ser actrices activas en el desarro-llo de sus comunidades. A la vez, las socias valoran positivamen-te su participación en el ecoturismo comu-nitario, resaltando el contacto con otras personas –al interior y exterior de la comu-nidad-, el desarrollo de nuevas habilidades, la pertenencia a un grupo diferente del doméstico, el acceso a roles significativos o el reconocimiento a su participación; en alguna medida el ecoturismo ha contribuido al cuestionamiento de los roles de género y del papel de las mujeres en el desarrollo de sus comunidades. El ecoturismo en algunos casos ha ser-vido como estrategia para promover cam-bios en las normas sociales, facilitando así la introducción de valores más democráti-cos; en el caso de las relaciones de género, se entienden como relaciones más equitati-vas tendientes a valorar el trabajo domésti-co y apoyar el acceso de las mujeres hacia el trabajo remunerado. Así conceptualizado, el ecoturismo puede efectivamente ser usa-do como una herramienta que dé voz e ima-gen, ingresos y seguridad a las mujeres con el objetivo de incrementar su participación como empresarias promotoras del desarro-llo comunitario. Sin embargo, para que lo anterior sea efectivo es necesario un cambio en las ideas que tradicionalmente han visto a la mujer como esposa-madre-ama de casa y al hombre como el proveedor del ingreso; cuando nada de lo anterior se cuestiona y cambia, el ecoturismo (o cualquier otra iniciativa) solamente reproduce las formas tradicionales de pensar y de poder. Bibliografía Aguilar, Lorena; Castañeda, Itzá; Salazar, Hilda. 2002. En busca del género perdido. Equidad en Áreas Protegidas. San José: UICN-Absoluto. Alvira, Francisco. 2005. “Diseño de investigación social: crite-rios operativos”. En García, Manuel; Ibáñez, Jesús; Alvira, Francisco (comps). El análisis de la realidad social (pp 99- 125). Madrid: Alianza. Barkin, David. 2001. “Superando el paradigma neoliberal: desarrollo popular sustentable”. En Giarraca, Norma (comp.). ¿Una nueva ruralidad en América Latina? (pp 17- 29). Buenos Aires: CLACSO. Bringas, Nora; Ojeda, Lina. 2000. “El ecoturismo: ¿una nueva modali-dad del turismo de masas?”. Economía, Sociedad y Territorio, 11 (7):373-403. Caballé, Alba. 2000. “Implicaciones de Género en el Desa-rrollo de la oferta de Agroturismo en Navarra y Asturias”. En García, Maria Dolors; Baylina, Mireia (eds). El nuevo papel de las mujeres en el Desarrollo Rural (pp 153-169). Barcelona: Oikos-tau. Cánoves, Gemma; Villarino, Montserrat. 2000. “Turismo en espacio rural en España: actrices e imaginario colectivo”. Docu-ments d´Anàlisi Geogràfica. 37: 51-77. Cánoves, Gemma; Villarino, Montserrat; Herrera, Luis; Cuesta, Lucía. 2004. “Turismo Rural en Cataluña y Gali-cia: Algunos problemas sin resolver”. Cuadernos Geográficos de la Universi-dad de Granada, 34 (1):111-128. Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP). 2006. “Programa de Conservación y Mane-jo Reserva de la Biosfera Los Tuxtlas”. 164 Ecoturismo Comunitario y Género en la Reserva de la Biosfera... PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 8(1). 2010 ISSN 1695-7121 México. http://www.conanp.gob.mx/consulta/ (consultado 03:01:2007). Chant, Sylvia. 1997. “Gender and tourism employment in Mexico and the Philippines”. En Sin-clair, Thea (ed). Gender, Work & Tour-ism. (pp 120-179). London: Routledge. Diario Oficial de la Federación. 1988. “Ley General del Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente”. D.O.F del 28 de enero de 1988. México, D.F.: Se-cretaría de Gobernación Dharmaratne, Gerard; Yee Sang, Francine; Walling, Leslie. 2000. “Tourism potentials for financing protected areas”. Annals of Tourism Re-search, 27 (3):590-610. Duim, René, van der; Caalders, Janine. 2002. “Biodiversity and Tourism. Impacts and Interventions”. Annals of Tourism Research, 29 (3):743-761. Hernández, Rosa; Bello, Eduardo; Montoya, Guillermo; Estrada, Erin. 2005. “Social Adaptation. Ecotourism in the Lacandon Forest”. Annals of Tourism Research, 32(3):610-627. Kousis, Maria. 1989. Tourism and the Family in a rural Cretan Community. Annals of Tourism Research, 16 (3): 318-332. Lara-Aldave, Silvana; Vizcarra-Bordi, Ivonne. 2008. “Políticas ambientales-forestales y capital social femenino mazahua”. Eco-nomía, Sociedad y Territorio, VIII (26):477-515. Long, Verónica; Kindon, Sara. 1997. “Gender and Tourism Development in Balinese villages”. En Sinclair, Thea (ed). Gender, Work & Tourism. (pp 91- 118). London: Routledge. McDowell, Linda. 2000. Género, identidad y lugar. Un estudio de las geografías feministas. Madrid: Cátedra-Universitat de València- Instituto de la Mujer. Momsen, Janet. 2004. Gender and Development. London: Routledge. Nepal, Sanjay. 2000. “Tourism in Protected Areas. The Nepalese Himalaya”. Annals of Tourism Research, 27 (3):661-681. Rose, Damaris. 2001. “Revisiting Feminist Research Meth-odologies: A working paper”. Canada: Status of Women Canada. Research Di-vison. http://dsp-psd. pwgsc.gc.ca/Collection/SW21-142- 2001E.pdf (28:05:2009). Secretaría de Turismo (SECTUR). 2004. “Turismo Alternativo. Una nueva forma de hacer Turismo”. México: SEC-TUR. Soares, Denise; Castorena, Lorela; Ruiz, Elena. 2005. “Mujeres y hombres que aran en el mar y en el desierto. Reserva de la Bios-fera El Vizcaíno, B.C.S.”. Revista Fron-tera Norte, 17 (34):67-102. Prados, María José. 1998. “El papel de la mujer en el desarrollo de nuevas actividades económicas en las áreas rurales: Turismo rural y género en Andalucía”. Cuadernos Geográficos de la Universidad de Granada, 28:27-44. Sparrer, Marion. 2003. “Género y Turismo Rural. El Ejemplo de la Costa Coruñesa”. Cuadernos de Turismo, 11: 181-197. Thi Son, Nguyen; Pigram, John; Rugendy-ke, Barbara. 2002. “Tourism Development and National Parks in the Developing World. Cat BA Island National Park, Vietnam”. In Pearce, D.; Butler, R. (eds). Contempo-rary Issues in Tourism Development. (pp 211-231). London: Routledge. Vázquez, Verónica. 2002. ¿Quién cosecha lo sembrado? Rela-ciones de género en un Área Natural Protegida mexicana. México, D.F.: Plaza y Valdés. Valles, Miguel. 2002. Entrevistas cualitativas. Madrid:CIS. Weaver, David. 2005. “Comprehensive and Minimalist Di-mensions of Ecotourism”. Annals of Tourism Research, 32(2):439-455. Wilkinson, Paul; Pratiwi, Wiwik. 1995. “Gender and Tourism in an Indone-sian village”. Annals of Tourism Re-search, 22 (2): 282-299. Isis Arlene Díaz Carrión 165 PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 8(1). 2010 ISSN 1695-7121 NOTAS 1 Este trabajo forma parte de la investigación doctoral ‘Género y Turismo Alternativo: Aproximaciones al Empoderamiento’ realizada en el Departamento de Geografía Humana de la Universidad Complutense de Madrid. 2 De acuerdo con la Secretaría de Turismo de México el ecoturismo, el turismo rural y el turismo de aventura se engloban dentro de un segmento que denominan turismo alternativo, caracterizado por un perfil de visitante sensibi-lizado con la conservación de los recursos naturales y culturales; destacando la práctica ecoturística por mantener una mayor interac-ción con la naturaleza (SECTUR, 2004). 3 De acuerdo con el art. 48 de la Ley General del Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente (D.O.F., 1988:36-7) las Reservas de la Biosfera son un tipo de ANP que debe con-templar el establecimiento de zonas núcleo - donde se permiten las actividades de preserva-ción de ecosistemas, investigación científica y educación ecológica- y de amortiguamiento – en las que es posible realizar actividades com-patibles con los objetivos, criterios y progra-mas de aprovechamiento sustentable-. 4 Las iniciativas de ecoturismo comunitario –cuya figura predominante es la cooperativa- no son las únicas que se han implantado en la RBT, también se han desarrollado otras de corte privado - algunas desarrolladas con capital endógeno y otras con capital exógeno-, a simple vista podría consi-derarse que estas iniciativas privadas constituyen una competencia directa para las tipo comunitario; sin embargo, de momento no todas lo son. A lo largo del trabajo de campo se pudo constatar que los perfiles de clientes son diferentes pues las iniciativas particulares suelen ofrecer servicios a un visitante con poder adquisitivo más elevado. 5 Uno de los peligros que enfrentan las inicia-tivas de ecoturismo de la RBT es el de termi-nar atrayendo a un visitante poco sensibilizado por los aspectos medioambientales, alguien que pueda encontrar más atractivo comer ro-deado de un paraje singular pero sin mayor interés en mejorar su educación ambiental. 6 Cuando se atienden a grupos el pago por los servicios prestados es fijo por jornada: $130.00 pesos (aproximadamente 7 €) para quienes han guiado o atendido el hospedaje y $150.00 (unos 8 €) para el servicio de alimen-tación; con el resto del ingreso se cubren cos-tos y lo que quede se va a los fondos de las iniciativas. Mayor es el pago cuando se atiende a visitantes individuales o pequeños grupos, pues del ingreso se descuentan los costos y un porcentaje (entre 20 y 25%) que va a parar a los fondos de las iniciativas, lo que quede va íntegramente a quien prestó el servicio. 7 En líneas discontinuas se presentan los puestos honoríficos. Recibido: Reenviado: 28/01/2009 04/09/2009 Aceptado: 25/09/2009 Sometido a evaluación por pares anónimos |
|
|
|
1 |
|
A |
|
B |
|
C |
|
E |
|
F |
|
M |
|
N |
|
P |
|
R |
|
T |
|
V |
|
X |
|
|
|