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Vol. 1 Nº 1 págs. 51-63. 2003 www.pasosonline.org © PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural. ISSN 1695-7121 La delicada tarea de planificar turismo cultural: Un estudio de caso con la “germanidad” de la ciudad de Blumenau- SC (Brasil)1 Margarita Barretto † Universidades UCS, Ielusc y Unisul (Brasil) Resumen: Muchos planificadores depositan en el turismo cultural la esperanza de tener turistas que no ocasionen impactos significativos a no ser en el aspecto económico. No obstante, la planificación de turismo cultural presenta algunos desafíos. “Utilizar” la cultura material o simbólica como atractivo requiere participación, respeto y estudio de la historia social de la comunidad. En este artículo se estudia la ciudad de Blumenau, (Santa Catarina, Brasil), que promueve turismo étnico, tomando como base la ascendencia alemana de parte de la población. Se pretende establecer la relación entre el abandono y la demolición de algunas casas consideradas “típicas”, registradas como patrimonio histórico, con la verti-calidad del proceso de “recuperación de la germanidad”, proyecto de gabinete que no respetó la historia social del grupo étnico en cuestión. Palabras clave: Turismo; Cultura; Patrimonio Abstract: Tourism planners believe that cultural tourism can provide good profits with minor environ-ment and social impacts. Nevertheless, cultural tourism planning is not so easy to handle. Using” mate-rial and symbolic culture as an attractive needs participation, respect and study of the history of host society. This article presents a research held at Blumenau City (Santa Catarina, Brazil) where ethnic tourism is proposed, on the grounds of part of the population’s German background. The aims is to es-tablish a link between demolition or abandonment of many historic or “typical” houses with the so called “revival of German culture” a project issued from the city council without community participation or agreement. Keywords: Tourism; Culture; Heritage † Doctora en Ciencias Sociales Aplicadas a la Educación y Licenciada en Turismo. E-mail: barretto@floripa.com.br 52 La delicada tarea de planificar el turismo cultural Introducción Turismo cultural El estudio de las motivaciones turísticas revela una infinita gama de recursos que pueden ser objeto de planificación. Esta variedad, no obstante, puede ser agrupada en dos grandes categorías: los atractivos naturales y los atractivos culturales. La Organización Mundial del Turismo define turismo cultural como aquel cuyos atracti-vos son estudios, cultura, arte, festivales, monumentos, sitios históricos o arqueológi-cos, manifestaciones folclóricas o peregrina-ciones (conf. Barretto, 2000: 20). En los últimos años la literatura turísti-ca enfatiza la creciente demanda por tu-rismo cultural, ya sea este basado en la cultura material o en la simbólica, funda-mentalmente entre las personas de nivel educacional superior. De acuerdo con Craik, (1997: 120-121), en 1980 el 48% de los turistas estadouni-denses que visitaban Europa tenía como prioridad conocer la cultura, mientras que en 1990, ese porcentaje se había elevado para 88%2. Los estudios de Urry (1988, 1993) remi-ten al modelo cognitivo-normativo de Cohen (1979) que clasifica los turistas en Peregri-nos Modernos y Buscadores de Placer. Urry detecta que, en Europa, los buscadores de placer se concentran en la clase trabajado-ra, que ve en el turismo la válvula de esca-pe de sus rutinas alienantes. Ya los profe-sionales liberales, trabajadores indepen-dientes, e intelectuales buscan experien-cias, conocimiento; son los peregrinos mo-dernos. Los estudios de Cohen también demos-traron que los buscadores de placer, --que pueden ser comparados a lo que, en otra tipología designó por turistas de masa (Cohen, 1972), y que Smith, (1977) designa-rá como masa o charter--, ocasionan gran-des alteraciones en la dinámica de la socie-dad receptora, que van de daños permanen-tes a la naturaleza a la falta de respeto a los valores locales. Patrimonio arquitectónico y memoria colectiva El patrimonio arquitectónico de deter-minada localidad es uno de los componen-tes del patrimonio cultural de la misma. La cultura es lo que nos permite mantener nuestra identidad, saber nuestras raíces, saber quienes somos y de donde venimos, y por lo tanto, ayuda a saber hacia dónde vamos, o por lo hacia para dónde no quere-mos ir. El patrimonio arquitectónico hace parte del patrimonio histórico, cuya conservación está inserta en un marco aún más amplio que es el de la recuperación de la memoria, que, como dice Le Goff (1990:476) “es un elemento esencial de lo que se suele llamar identidad, individual o colectiva” identidad esta que actualmente los pueblos buscan desesperadamente. Se puede decir que del patrimonio cultu-ral lo que G. Simmel dijo sobre las ruinas: mantienen la continuidad cultural, son un nexo de los pueblos con su pasado. Y son la continuidad y la contigüidad con el pasado que dan certezas, que permi-ten trazar una línea en la cual nuestro pre-sente se encaja. El patrimonio ayuda a guardar la me-moria (Halbwachs, 1968: 36-37), esa memo-ria social, exterior al individuo, extendida en el tiempo, que guarda los acontecimien-tos pretéritos; que es el envoltorio de las memorias individuales y que conserva de manera propia los acontecimientos de la sociedad a la que el individuo pertenece. Es una memoria a la cual el individuo recurre cuando quiere saber sobre hechos que no atestiguó. Destruyendo el patrimonio se destruye parte de la memoria colectiva, se rompe con el pasado, se obstruye la continuidad cultu-ral. Pero en Brasil, el problema del patrimo-nio es mucho más complejo. En muchas ciudades, casas históricas fueron demolidas por la especulación inmobiliaria, constru-yéndose en su lugar edificios que multipli-caron el valor de los terrenos dando enor-mes lucros a sus dueños. Pero también existen los casos en que mantener un in-mueble de valor histórico se hace muy cos-toso y el dueño de ese patrimonio, pasa a ser perjudicado porque muchas veces no tiene medios para mantenerlo dentro de: “en Brasil, paradójicamente, la preserva-ción termina siendo una propuesta que lle-va, muchas veces, a la destrucción gradual Margarita Barretto 53 del patrimonio por falta de condiciones financieras para obras de restauro o de simple mantenimiento” (Barretto, 2000: 17) Tradiciones inventadas y autenticidad De acuerdo con Hobsbawm (1983, p. 1) ”las tradiciones inventadas son un conjunto de prácticas, normalmente gobernadas por reglas aceptadas implícita o tácitamente, de naturaleza simbólica, que procuran incul-car ciertos valores y normas de comporta-miento, por repetición, lo que automática-mente implica una continuidad con el pa-sado” Las tradiciones se inventan, a veces, porque no están siendo usadas, delibera-damente (Hobsbawm: 8). Aunque normal-mente ofrecen una continuidad ficticia con el pasado, dentro de lo posible, tratan de hacerlo con un pasado histórico apropiado; “usan la historia como legitimación de su acción (Hobsbawm:.12) Se sabe hoy que muchas tradiciones que parecen enraizadas en la población, son inventadas. La mayor parte, fueron inven-tadas, o por una clase dirigente que quería afirmar su identidad, inclusive su naciona-lidad, como es el caso de Escocia o el País de Gales, o fueron movimientos de origen popular e intelectual como el citado caso del tradicionalismo gaúcho3. El hecho de que las tradiciones sean inventadas no les quita autenticidad, como es el caso de la ceremonia de cambio de guardia en el palacio de Buckingham. En la década de 70, Daniel Boorstin y Dean MacCannel desencadenaron la discu-sión sobre el alcance de la autenticidad de la experiencia turística. Boorstin sostenía que los turistas solo tenían acceso a seudo-cultura, a seudo- acontecimientos prepara-dos para ellos por los agentes turísticos. (Boorstin, 1987: 79-80). MacCannel refutó este argumento utilizando los conceptos de Erwin Goffman de front y back regions, para elaborar su teoría del escenario (stage setting), región intermedia entre frente y fondo, donde los acontecimientos son repre-sentados para los turistas. (Mac Can-nel, 1999: 105). Los turistas, de esta forma, tienen una noción de lo que son las back regions, aunque no estén en las auténticas, sino en un escenario que las reproduce, una front region que reproduce la back region.4 En la actualidad prácticamente todos los sociólogos del turismo están de acuerdo en que el turista de hoy es un consumidor cool que sabe que la autenticidad es represen-tada y no le importa, mientras que la ac-tuación sea buena5. Las tradiciones inventadas pueden tener esa característica de región intermedia, pues son, al mismo tiempo, representacio-nes y manifestaciones tradicionales y son del agrado de los turistas, que, aunque se-pan que son inventadas, no dejan de apre-ciarlas en su propia representación. Antecedentes La ciudad de Blumenau está localizada en la región conocida como Vale do Itajai, (Valle del río Itajai), Estado de Santa Cata-rina. Tiene un área de 531 km2 , siendo 152 de área urbana y el resto rural. Está corta-da por el río Itajai-Açu que da nombre al valle. Su densidad es de 440 habitan-tes/ km2. La población prevista para el año 2000 era de 280 mil personas6. De acuerdo con la historia oficial, tuvo su origen en 1850, cuando la empresa Blu-menau & Hackradt, consiguió del gobierno de la provincia del entonces Imperio del Brasil la concesión, por compra, de una gleba de tierras, para la explotación agríco-la en gran escala, y el permiso para traer colonos que las trabajarían. Posteriormente se trajeron inmigrantes italianos y de otras regiones de Europa central, dentro de un marco que interesaba al imperio, que era el blanqueamiento de una sociedad donde empezaba a predomi-nar la piel oscura. La región estaba originalmente ocupada por indios botocudos, que fueron implaca-blemente perseguidos por los nuevos habi-tantes, constando en la historia la matanza de mujeres y niños en las tolderías. La población de origen luso brasileña llegó a Blumenau a partir de la Guerra del Paraguay, cuando muchos desertores se internaban río arriba, así como habitantes del litoral que se escondían en los montes de la región antes de ser reclutados. Durante los primeros años del siglo XX, las características germánicas pre-dominaron, hasta que, durante la segun-da guerra, el gobierno brasileño prohibió todas las manifestaciones de tradición 54 La delicada tarea de planificar el turismo cultural alemana, empezando por la enseñanza del idioma en las escuelas y su uso coti-diano, en el culto religioso, el teatro. etc., obligando inclusive a cambiar el nombre de las calles que fueran en aquel idioma. Publicaciones de 1940 y 1950 donde intelectuales y militares nacionalistas con-denaban, entre otros aspectos de la cultura alemana, los “tipos de construcción” que constituían “una afrenta” al espíritu na-cional brasileño son referidas por Seyferth (1994: 22) y Da Silva (1984: 88). Aún en 1965, en la ciudad de Mare-chal Rondon, estado de Paraná, una per-sona fue investigada como sospechosa de ser agente nazi por el estilo de su casa. (Stein, 2000: 72). Los años siguientes fueron dedicados a desmistificar Blumenau como una ciu-dad alemana. En 1961 el Lions Club edi-tó un opúsculo con los auspicios de las empresas Zadrosny, Hering y Meyer en el cual se decía, entre otras cosas, que estos extranjeros (los alemanes) no eran “ni 1% de su población”, siendo los otros “99% ...tan buenos brasileños como los de Ceará, Minas Gerais y Río Grande del Sur” Hasta principios de 1970 Blumenau había sido una ciudad industrial, famosa por sus toallas, confecciones y cristales. Recibía muchos visitantes que iban por negocios, y también aquellos que iban mo-tivados por las compras. Los cambios en las reglas del comercio nacional e internacio-nal, se acompañaron de la disminución subsiguiente del llamado turismo de com-pras. El análisis de las actas de la Comi-sión Municipal de Turismo realizado por Flores (1997: 67-77) y las declaraciones obtenidas por la investigadora no dejan dudas de que el programa de protección y valorización del patrimonio histórico y ar-quitectónico no tuvo como móvil la preser-vación de la cultura, sino la creación de un producto turístico. Ante la constatación de que “el turismo [de compras] estaba para-do”, la comisión llegó a la conclusión que “ lo único que Blumenau podía vender era su lado germánico” (Flores, 1997: 73) y actuó en consecuencia. Los interesados en traer turistas eran los comerciantes, que veían en el turista un consumidor, o, mejor dicho, un porta-dor de dinero. Como dice un entrevistado de Flores, (1997: 52) “el turista es una cosa que trae dinero” (el subrayado es mío). Paradójicamente entonces, pocos años después de la publicación del opúsculo citado, un sector circunstancialmente dominante, decidió apelar a un proyecto de “revitalización de la germanidad”, para crear un producto que sustituyera el turismo de compras (Flores, 1997: 123) La reinvención de la germanidad en Blumenau se asienta en tres componen-tes: el estímulo a la construcción en esti-lo de técnica de encaje (enxaimel), la preservación de las construcciones consi-deradas típicas y la Oktoberfest Las construcciones conocidas como “esti-lo técnica de encaje” (que han sido muy criticadas, tanto por historiadores cuanto por arquitectos por su artificialidad) fueron estimuladas a partir de 1968 cuando se solicitó una ley para exoneración de im-puestos y se colocaron planos a disposición de los interesados. En el mismo año fue publicada, con el auspicio de grandes comercios locales, la fotografía, en realidad el fotomontaje, que proyectó Blumenau en el escenario nacional e internacional como ciudad europea, con el slogan “¿qué país es este?” Posteriormente se elaboraron, la Ley Complementaria n° 79 de 22/12/1994, que “Instituye el Programa de Protección y Va-lorización del Patrimonio Histórico y Arqui-tectónico del Municipio”7, la Ley Comple-mentaria n° 120 de 08/12//1995 y la Ley Complementaria n° 129 de 11/09/1996, en las que, respectivamente, se crea el Conse-jo del Patrimonio, el Fondo Municipal de Conservación de este, se determinan incen-tivos fiscales, se crea el servicio de catastro, y se reglamenta la construcción en caso de demolición o destrucción del inmueble. Los teuto-brasileños, que a partir de la década de 40 se vieron obligados a cons-truir una identidad brasileña por imposi-ción gubernamental, fueron, cuatro décadas más tarde, por un decreto municipal gu-bernamental, obligados a preservar sus casas en estilo alemán, para dar a la ciudad la característica que la propaganda turísti-ca vendía: germanidad. En un proceso prácticamente opuesto al que se verificó con el tradicionalismo en Río Grande del Sur, que es en la actualidad el Margarita Barretto 55 mayor movimiento de cultura popular del mundo occidental (Oliven, 1999: 13), los blumenauenses supieron del proyecto por-que llegaron un día y les informaron que su casa estaba registrada como patrimonio histórico. Algunos inclusive no fueron co-municados nunca, enterándose el día que quisieron vender la propiedad. Una investigación realizada entre 1998 y 2001 permitió verificar que de aproxima-damente 800 casas registradas por la facul-tad de arquitectura de la universidad local, inscriptas en el ayuntamiento (Prefeitura Municipal) como teniendo valor histórico, pocas fueron demolidas, apenas un 20%. Este porcentaje sería tan pequeño que no justificaría un estudio, pero sí lo justifica la sub-utilización de los terrenos y el hecho de que, de las casas no demolidas, la mitad están cerradas, y algunas abandonadas, con vidrios rotos, pasto crecido, grietas. Solamente 11% de los inmuebles demo-lidos, confirman que la motivación fue la especulación inmobiliaria; 48% fueron re-formados y 39% son apenas terrenos baldí-os Intentar entrevistas con propietarios de inmuebles registrados por el Consejo de Patrimonio fue una tarea muy ardua y casi infructífera, realizada por estudiantes que se desempeñaron como ayudantes. Muchas personas los agredieron verbalmente por teléfono, otras personalmente, otras les pidieron dinero, otras negaron que su casa estuviera en dicho registro. En dos ocasio-nes en que sí se consiguió entrevistarlos, los propietarios preguntaron en primer lugar si conceder la entrevista implicaba que no podrían vender sus inmuebles o demolerlos8. Estas actitudes afirmaron la convicción de que había que investigar más a fondo la cuestión. Se pudo observar una gran animosidad no solo contra el Consejo de Patrimonio, sino también contra la propia universidad, porque los criterios de registro de los in-muebles han quedado oscuros para la po-blación. La idea general que circula entre los propietarios de bienes registrados es que hay una continuidad entre los procesos de estudio y registro. Según ellos “los estu-diantes de arquitectura hicieron un estudio, sacaron una fotografía y después su casa fue expropiada” La asociación hecha por la población parece tener fundamento, ya que, de hecho, hay documentación que prueba que en 1989 la facultad de arquitectura realizó un rele-vamiento para detectar inmuebles de carac-terísticas peculiares, procediendo, además, a una campaña de conscientización para que las personas los conservaran. Este acervo sirvió de base a la administración pública para decidir qué inmuebles deberí-an ser registrados9 Método A pesar de que en muchas ciudades brasileñas la inclusión de un inmueble en el registro de patrimonio histórico ha ocasionado su demolición en aras de la especulación inmobiliaria, (Barretto, 2000), p. 15) se entendió que este no era el caso de Blumenau. La hipótesis central de esta investiga-ción fue que la especulación inmobiliaria no era explicación suficiente para la demoli-ción de las casas registradas como patrimo-nio, y que había razones mucho más pro-fundas enraizadas en la historia social de la ciudad. Se utilizó un método dialéctico, mos-trando las contradicciones entre los inter-eses del Estado y de los ciudadanos, las contradicciones del proceso de reinvención de la germanidad y las contradicciones in-herentes a las diferentes visiones de mundo de los diferentes grupos que se quiso unifi-car bajo el único rótulo de “teuto-brasileños”. Las técnicas de investigación utilizadas fueron: a) historia oral, con la grabación de entrevistas con personas clave en el proceso estudiado y b) historia de vida, con la gra-bación de la historia personal de nueve sujetos voluntarios, elegidos en forma alea-toria entre los propietarios de inmuebles registrados como de valor histórico. Para entender las declaraciones de los entrevis-tados, fue necesario realizar una investiga-ción histórica, tanto en fuentes primarias (documentos) cuanto en fuentes secunda-rias (libros y tesis). Para el análisis de las respuestas y a generalización de los resul-tados, se utilizó, además, el discurso del sujeto colectivo, técnica proveniente de la lingüística. 56 La delicada tarea de planificar el turismo cultural Resultados obtenidos Utilizando como técnica la construcción de un discurso del sujeto colectivo10 en base a las entrevistas realizadas, llegamos a entender en parte el sentimiento de los blumenauenses, no solo con respecto al problema del patrimonio sino también de la cuestión más amplia de la utilización de la cultura germánica como atractivo turístico. Encontramos dos grandes categorías de análisis que podemos dividir en sub-categorias: a) los traumas dejados por la segunda guerra, y b) la visión histórica de los teuto-brasileños respecto al Estado. Los traumas dejados por la segunda guerra: De acuerdo con el discurso del sujeto colectivo que se puede construir a partir de las declaraciones individuales: los blume-nauenses, considerados alemanes de se-gunda clase por los alemanes legítimos, se avergüenzan hoy de ser descendientes de alemanes porque en décadas pasadas los llamaban alemanes batata, alemanes de mierda, alemanes guarangos; les hacían bromas pesadas, se burlaban de ellos y los ridicularizaban por hablar con acento. Quien nació en la década de 50 no quería ser descendiente de alemanes. El proceso de nacionalización y repre-sión de la cultura dejó el trauma y el miedo a la represión. Al respecto, el discurso del sujeto colectivo es que los alemanes fueron víctimas de gran represión en Blumenau, los mandaron a Anhatomirim11 que se había convertido en campo de concentra-ción, los obligaron a tomar aceite de motor quemado, los sumergían en tanques con el agua hasta el cuello, los ataban atrás de carros, los humillaron, los apedrearon, los golpearon. No podían viajar si no tenían un salvoconducto que debían presentar en cada comisaría. Terminaron vendiendo sus propiedades en la playa de Camboriu12 por-que no podían ir. Llevaban presas a las personas por no hablar portugués, idioma que nunca habían aprendido. Había espías que controlaban y hacían detener inclusive a aquellos que no hablaban pero entendían alemán, sin importar que fueran mujeres o ancianos. La vergüenza de ser confundido con un nazi o de haber efectivamente apoyado el régimen parece un dato relevante. Tanto es así que la primera entrevista realizada para esta investigación fue destruida a pedido del entrevistado, que en determina-do momento declaró que su hermano guar-daba armas en el sótano de una casa que había sido demolida De acuerdo con el discurso colectivo de los entrevistados el nazismo en Blumenau fue fuerte, a pesar de que había personas que no querían tener nada que ver con el movimiento, porque se consideraban brasi-leños. Esto creó resistencia al proyecto de revitalización [del patrimonio] por miedo a que se recordase el período nazi. La visión histórica de los teuto-brasileños respecto al Estado Parece haber una continuidad histórica en la relación entre la sociedad blume-nauense y el Estado13, que será ampliada después y que reporta a Halbwachs (1990: 127) cuando afirma que: “pocas son las so-ciedades ...que por lo menos no hayan deja-do algún trazo de sí mismas en los grupos más recientes” En Blumenau el contacto entre abue-los y nietos fue intenso, como declaran los entrevistados en esta investigación. Muchos fueron criados por la oma y el opa14 mientras los padres trabajaban, y otros incluso compartieron la misma casa durante algún tiempo. De sus abue-los, que a su vez escucharon las historias de los suyos, deben haber oído, las actua-les generaciones, la esforzada historia de constitución de la ciudad, que han incor-porado como recuerdo propio. “el recuerdo es, en gran medida...preparado por otras reconstrucciones hechas en épocas anteriores...la parte social, lo histórico en nuestra memoria de nuestro propio pasado, es mucho más grande que lo que pensába-mos. Porque hemos, desde la infancia en contacto con los adultos, adquirido muchos medios de encontrar y tener precisión en muchos recuerdos” (Halbwachs, 1990: 71- 72) Las nuevas generaciones tienen, así, la vivencia de un tiempo en el cual no estaban presentes pero del cual guardan la sensa-ción de que siempre el estado los perjudicó. Se puede decir que hay un sentimiento de expropiación que penetra las diferentes generaciones transformándose en un sen-timiento atávico que está implícito en las declaraciones de los entrevistados, ya sea Margarita Barretto 57 sobre las dificultades de los antepasados, como de la explotación de que fueron objeto. “se metieron en la floresta. Me parece que estuvieron 6 o 7 años hasta que mi tío mu-rió. Entonces ella [mi tía] tuvo que vender todo eso a precio de bananas, porque, como es que una mujer quería (sic) quedarse sola en la floresta?” (Entrevistado n° 6) “...es al contrario de lo que se piensa, de aquí...fue dinero para...Alemania...en la primera guerra y en la segunda tam-bién... nunca vino dinero, ellos daban crédi-to para vender máquinas y Blumenau mandaba su producción para Alemania” (Entrevistado n° 2) En las entrevista trasparece la convic-ción de que están siendo usados por el Go-bierno. El discurso colectivo dice que la tradición germánica ahora es útil al Estado. Se ha aprovechado verticalmente. Durante la guerra, fue útil, acabar con ella, como en el caso del Banco Agrícola, constituido por los ahorros de los habitantes del Vale do Itajai, cuya venta obedeció a la amenaza de expropiación de capital, o cuando las perso-na tuvieron que vender sus inmuebles por-que no podían salir de la ciudad. Con el proyecto de preservación el estado le quitó a la población una cosa para la cual nunca contribuyó. Si el estado quiere expropiar, debe indemnizar; para declarar algo de valor histórico, debe pagar. La Municipali-dad prometió el oro y el moro y no cumplió. El gobierno brasileño no es honesto, los constructores tienen protección política. La verticalidad del proceso y la falta de consulta15, quedan también evidentes: el movimiento de recuperación de la germani-dad es interesante para el turista. La co-munidad era apática al proyecto, inclusive reaccionaria. La idea de recuperar la ger-manidad no tenía mucho sentido, no fue del agrado de las elites. Todo partió del gobier-no, patrimonio histórico es una cosa que ellos inventaron, no se consultó a la pobla-ción, por eso hay inmuebles abandonados, de repente alguien dinamita el inmueble y todos se quedan quietos. Ellos quieren que la gente conserve, pero no ayudan. El autoritarismo, además, genera des-confianza. Como dice la entrevistada nº7, “me van a decir que arregle aquella casa, después me van a decir que saque la casa porque está en la calle”16 Por otro lado, la tradición parece no haber sido inventada sobre bases lo sufi-cientemente adecuadas. De acuerdo con la apreciación de los entrevistados, la germa-nidad que se pretende recuperar es una pseudo-cultura que no obedece al rigor científico, ni histórico ni lingüístico. En lo que respecta a la arquitectura, los planos puestos a disposición de aquellos que qui-sieran construir “en estilo alemán” eran de casas que no pertenecían a la región de donde los inmigrantes habían venido.17 “Esto no tiene nada que ver con la cultura alemana y sí con el intento fracasado de crear un centro turístico. Explico. Edifica-ciones domo la Casa Moellmann, o la “Pre-feitura” (Municipalidad o Ayuntamiento) ...son falsas. No conozco una familia tradi-cional que haya venido de Michelstadt o de Bavaria... (Entrevistada n° 9) El aporte de la historia Para entender el sentimiento de ex-propiación por parte del Estado de los teuto-brasileños, es necesario remontar-se a la historia de la confederación ale-mana antes del proceso migratorio. A pesar de que hubo intelectuales, artis-tas y profesionales liberales entre los inmi-grantes, los primeros que vinieron para la región, antes inclusive del Dr. Blumenau y los que siguieron viniendo hasta principios del siglo XX eran personas de origen humilde, campesinos y trabajadores urba-nos (cf. Bruhns, 1997: 21 y 24) a los que la mecanización de la agricultura y el sistema de división de tierras había transformado en Lumpenproletariat, y que, como si fuera poco, habían también perdido terreno eco-nómico como artesanos frente a la incipien-te industria nacional, (Seyferth, 1974: 22) y al comercio internacional reactivado des-pués de las guerras napoleónicas. (Klug, 1991: 8)18 El empobrecimiento fue provocado, también, por leyes que favorecieron a los nobles cuando los siervos tuvieron la posibi-lidad de comprar a su antiguo señor la tie-rras que ocupaban, en condiciones tan des-favorables que tuvieron que abandonar el campo. “los nobles ampliaron sus propiedades por precios irrisorios, mientras que los campesinos se transformaron en trabajado-res nómades o en proletarios en las grandes 58 La delicada tarea de planificar el turismo cultural ciudades” (Seyferth, 1974: 22) A esto se sumaba la propaganda de al-gunos países interesados en inmigrantes por varias razones: poblar regiones des-habitadas, cambiar el perfil étnico - racial, sustituir mano de obra, etc. (Klug, 1991:8, Bruhns, 1997:21) y también los intereses de las agencias de inmigración que obtení-an sus lucros de la venta de tierras o del negocio de transportar los inmigrantes, (cf. Magalhães, 1998: 23), que no dudaban en difundir la idea de la tierra prometida don-de “se encuentra oro como arena” (Magalh-ães, 1998: 25). La tierra prometida sin embargo les deparaba algunas sorpresas poco agrada-bles. La elección del territorio por parte del Gobierno Imperial ya procuraba utilizar a los inmigrantes como desbravadores (Sey-ferth, 1974: 31) La colonización alemana tuvo gran opo-sición de las elites brasileñas (cf. Magalh-ães, 1998: 21), dueños de latifundios y de esclavos. Así, los inmigrantes fueron prácti-camente confinados en áreas donde no per-judicaran los intereses de la oligarquía agrícola-ganadera y, donde, al contrario, iban a ser muy útiles como mercado de con-sumo de los productos de esta y creadores de vías de acceso. La mayor parte de los inmigrantes te-nía, primero, que pagar la deudas contraí-das con la compra del terreno. No fue fácil para los colonos adaptarse a la floresta, (donde había indígenas que reaccionaron a la invasión de sus tierras), al calor, a las enfermedades tropicales, a las crecientes, que reiteradas veces llevaron casa, huerta y animales. No era raro que las mujeres mu-rieran en su décimo parto a los 30 años. Cuando las mujeres quedaban solas, tam-poco podían mantener las propiedades. La vida era tan dura que muchos de ellos regresaron. Por ejemplo, en 1924, los registros muestran 22168 alemanes en-trando a Brasil y diez mil regresando para Alemania (Willems, 1940 apud Klug, 1991: 22) Usar a los inmigrantes también estaba en los planes políticos de futuro del país emisor. Alemania ya estaba pensando en el proyecto pan germánico de anexar nuevas tierras para aumentar su espacio geográfico (lebensraum). (cf. Magalhães, 1998: 23). Además de los intereses oficiales de los respectivos gobiernos, había empresas par-ticulares interesadas en los resultados de estos asentamientos. Fuera de la Liga Pan germánica ya mencionada, en 1910 se cuentan 106 (el subrayado es mío) empre-sas, ligas, asociaciones, inclusive la iglesia luterana, que veían en las colonias la posi-bilidad de expansión del capitalismo tardío alemán.19 (cf. Magalhães, 1998: 42 y p. 91). Esta relación comercial-colonial nunca fue motivo de descontento por parte de las comunidades teuto-brasileñas, porque Ale-mania supo crear un sentimiento de perte-nencia a la nación. El hecho de estar dis-tantes en el espacio no lo impidió, ya que como dice Anderson, (1983: 14-16) la na-ción es una comunidad imaginada donde ciertas convenciones, en especial el idioma, hermanan a sus miembros. Después que Alemania usó los senti-mientos de nacionalidad de los teuto-brasileños para tener fieles consumido-res de sus productos en el nuevo conti-nente, Getúlio Vargas, presidente del Brasil durante la Segunda Guerra, los usó para dar visibilidad a su opción tar-día por los aliados, haciéndolos blanco de su campaña de nacionalización. Esta consistió en “implantar sentimien-tos, costumbres y tradiciones características de la nacionalidad brasileña” (Nodari, 1999: 247) y los objetivos principales fueron las colonias, de origen alemán e italiano, que el gobierno definía como “no asimila-das”, entre las cuales estaba Blumenau (cf. Nodari, 1999: 258). La primera medida fue exigir que las escuelas de las colonias, creadas por la co-munidad, tuvieran de un día para otro pro-fesores brasileños y material didáctico en portugués, lo que obligó al cierre de muchas instituciones educativas (Monteiro, 1979: 15). Otra medida fue el control de las insti-tuciones culturales, artísticas, recreativas que debían pedir autorización para cual-quier actividad.(cf. Monteiro, 1979: 72 e p. 76). Pero lo más dramático fue la prohibición del idioma, elemento esencial de la identi-dad “ si uno no puede hablar ale-mán.... parece que no puede hacer nada más que recuerde la cultura alemana” dice el Entrevistado n° 3. Finalmente, en 1939, se sanciona la ley Margarita Barretto 59 1164 de 18 de marzo de 1939 que en el art. 13o. determinaba que “la administración de la empresa esté compuesta de brasileños natos o naturalizados hace mas de diez años”, lo que también ocasionó perjuicios económicos a muchas personas. “aparecieron un montón de firmas de Blu-menau en una lista negra y uno tenía dos opciones, o pagaba una indemnización al gobierno brasileño o perdía la representa-ción... un tío abuelo se negó a pagar esa fianza...perdió mucha cosa” (Entrevistado n° 1) La vergüenza por ser alemán, eviden-ciada en las entrevistas, es un dato nuevo a partir de la Segunda Guerra Mundial. Du-rante la primera también había habido represión a las escuelas, depredaciones, difamaciones en la prensa que difundió el “peligro alemán” y creó en el imaginario colectivo una visión demoníaca de los des-cendientes de alemanes. (cf. Magalhães, 1998: 117). No obstante, la comunidad teu-to- brasileña reaccionó fortaleciéndose. Fuera de que el Estado Nuevo20 fue mu-cho más agresivo (Nodari, 1999: 257), y que las Ligas Pro Idioma Nacional involucraron a los jóvenes en el proyecto, obteniendo con esto mucho éxito (cf. Monteiro, 1979: 95- 100), el dato nuevo que puede justificar en parte el deseo de alejarse de la cultura alemana, es que parece que hubo, en Blu-menau, así como en otras colonias alema-nas, personas que abiertamente apoyaron el nazismo, tema sobre el cual hay contro-versias. De hecho, los investigadores coinciden sobre la existencia de un proyecto pan ger-mánico de dominación político-económica de América del Sur, pero no coinciden en el alcance del mismo. Los autores tampoco coinciden sobre el alcance del nazismo en Santa Catarina en general y en Blumenau en particular. Flo-res (1997: 48) dice que a pesar de la in-fluencia de la liga pan germánica en la va-lorización de la germanidad los afiliados al partido nacional socialista (nazi) fueron pocos. Para Magalhães(1998: 38) era más fuerte el mito del peligro alemán que el nazismo21. Seyferth (1994: 21) y Amorim (2000, passim) ya afirman que la penetra-ción nazi fue significativa. Monteiro (1979: 67), Magalhães (1998: 105), Amorim (2000: 67 y p. 97) hacen refe-rencia a prisión de líderes nazis en Blume-nau, al apoyo recibido por el diario Ur-waldsbote de la Liga Pan germánica y a sus convocatorias para la reunión de las células nazis, mencionan varias asociaciones nazi-ficadas, relacionadas a la iglesia, a la ma-ternidad y a la asistencia mutua. Los entrevistados también nombraron elementos nazis en la ciudad y dentro de su propia familia. Inclusive apuntaban miem-bros de la élite brasileña que apoyaban la Alemania nazi, mostrando una germanofi-lia que ya se detectaba en la década de 30, cuando, de acuerdo con la entrevistada nº4, los hijos de las autoridades blumenauenses iban a la escuela alemana. Este dato no sorprende, ya que había un intenso comercio entre Alemania y Brasil, que se duplicó entre 1934 y 1939. (cf. Mon-teiro, 1979: 22). Por otro lado, ser nazi en 1930 no tenía nada de extraordinario. Era un partido legítimo, que tuvo votos de to-das las clases sociales en Alemania. Mu-chos puntos del programa del partido na-cional socialista son en la actualidad ban-deras del capitalismo internacional y del expansionismo económico que continúa llevando la guerra, hoy a los Balcanes y a Oriente Medio, mañana a otro lugar.22 Además, el Gobierno de Vargas era sim-patizante de la política del III Reich, fun-damentalmente en lo que respecta al com-bate al comunismo y para ello hizo alianzas con la Gestapo (Carone apud Monteiro, 1979: 22-23)23 Emblemático de esta cuestión es el epi-sodio de la entrega a la Gestapo, a pesar de las protestas internacionales, de la comu-nista judía alemana Olga Benario, embara-zada de siete meses24 y el hecho de que, cuando el gobierno quiso mostrar su ad-hesión a la política de los aliados durante la II Guerra, reprimió a las minorías étnicas (italianos, alemanes y japoneses) con los mismos métodos nazis _que decía comba-tir_ utilizados contra los judíos en Alema-nia, Polonia y Francia, por ejemplo el estí-mulo a la delación, la designación de ins-pectores de cuadra y el cerco económico, que incluía el boicot al comercio, a través de la “lista negra” para provocar el empo-brecimiento. 25 Inmediatamente empezó el llamado proyecto de “modernización” de Brasil, con una gran penetración de la cultura esta- 60 La delicada tarea de planificar el turismo cultural dounidense (cf. Nodari, 1999: 226-227, Oli-ven, 1999: 83), que tendría sus efectos en los teuto-brasileños. En 1940, el gobierno de Estados Unidos invirtió mucho a través del Bureau Interamericano. Con miedo de la alianza de Getúlio Vargas con la Alema-nia nazi, el gobierno americano lanzó una gran campaña a través de los medios de comunicación de masa de la época, espe-cialmente cine y radio, para mostrar a los brasileños “la superioridad de la civiliza-ción norteamericana” (Moura apud Bruhns, 1997: 92). De esta forma, se sentaron las bases para la “americanización” de la cultura brasileña que trae embutida la ideología de la modernización. La sociedad de consumo requiere que lo antiguo y lo tradicional sean desechables. En Blumenau, lo correcto en la época pasa a ser interiorizarse de la cultura ame-ricana, dejando atrás las tradiciones ale-manas: “ ella estudió en el Mackenzie, hizo secre-tariado porque la madre [dijo] se acabó eso de una pequeña isla alemana en Brasil, vas a estudiar en un colegio americano de San Pablo....La gente que solo iba a estudiar a Alemania empezó a mandar los hijos a hacer post grados en Inglaterra y en Esta-dos Unidos para borrar esa cosa de Blume-nau ser una ciudad predominantemente alemana” (Entrevistada n° 4) El discurso del sujeto colectivo respecto al patrimonio arquitectónico revela los efec-tos de este proceso. La primeras construc-ciones de la Calle XV [de Noviembre] eran horribles, no había obras que merecieran ser preservadas, la ciudad precisaba mo-dernizarse. No sorprende, después de este proceso, que se derribe una casa de técnica de enca-je de más de 100 años y que se ocupe el terreno con un jardín de estatuas clásicas, al estilo holliwoodiano Conclusiones Sobre el caso estudiado, se puede con-cluir que la demolición o el abandono de las casas de valor histórico es una respuesta a un proyecto realizado sin consulta a los interesados, sin tomar en cuenta las reglas del mercado inmobiliario ni las posibilida-des reales de llevar adelante el proyecto dadas las condiciones económicas de las personas para restaurar sus casas dentro de las normas especificadas26, que los per-judica económicamente, los hace recordar situaciones traumáticas y, además, trata de inventar una germanidad sin fidelidad a la historia. La idea de expropiación, que surge del imaginario colectivo, no es casual, ya que, cada vez que el Estado, en sus di-versas formas, nacional, estadual o mu-nicipal, brasileño o alemán ha entrado en contacto con los teutobrasileños, los ha expropiado de alguna cosa o los ha malogrado en su buena fe. En una fase que permanece reciente en la percepción de los entrevistados, el Esta-do, ese gran ausente para dar educación y atención médica, se presentó como represor, torturador, expropiándolos de su dignidad, de su idioma, de su liturgia y también de sus empresas. Después el Estado, en la piel de cor-dero de la recuperación de la identidad, invade nuevamente sus vidas para co-mandar sus bienes inmuebles. Finalmente, el Estado y la Municipali-dad los usan para dar realismo a un pro-ducto turístico: la germanidad. A lo que la comunidad responde con la voz enérgica de la entrevistada n° 7: “¡¡Fueron libros y libros....quemados!! ¡¡¿¿y ahora quieren levantar la cultura alema-na??!!! ¡Es tarde!, ¡Forzaron a la gente a hacerse brasileña!” . Se concluye que los episodios de la Segunda Guerra aún no fueron elabora-dos por la comunidad teuto-brasileña blumenauense. y, sobre todo, aún no fue elaborado el problema del nazismo. El proceso de desconstrucción de la iden-tidad germánica llevado a cabo durante la Segunda Guerra fue plenamente exitoso. Cuando se prohíbe a una persona que hable el idioma de su madre, cuando se le prohíbe que rece en su idioma, todos los otros com-ponentes de la cultura se desarman. Por otro lado, no se puede olvidar que, en la actualidad, los teuto-brasileños de Blumenau son brasileños de tercera, cuarta y quinta generación que, además de haber sido adoctrinados por el Estado Nuevo es-tudian, leen, viajan y tienen su propia criti-cidad. Saben que Alemania los explotó eco-nómicamente, teniendo con ellos una rela- Margarita Barretto 61 ción colonialista y, ahora que Alemania hace parte de los siete países más ricos del mundo, aspiran a obtener algún beneficio de sus orígenes. Los blumenauenses teuto-brasileños son muy pragmáticos al respecto, como son pragmáticos y escépticos sobre el proceso de reconstrucción de la germanidad, que viven como algo externo a ellos, comercial, for export, para atraer turistas, o mejor, el dinero de los turistas. Como conclusión general se refuerza la convicción de que la planificación del tu-rismo cultural es una tarea delicada. No puede ser directiva, debe ser PARTICIPA-TIVA. Se deben tomar en cuenta las varia-bles locales y la historia social de los pro-ductores de cultura involucrados. Las per-sonas deben sentir que hacen parte, tanto espiritual como materialmente del proyec-to, y no que son usadas. Deben sentir que la planificación refleja sus deseos, valores, memorias y aspiraciones económicas. Y, fundamentalmente, deben sentir que la finalidad última de todas sus acciones es preservar, conservar, revitalizar, mostrar, con fidelidad, la cultura y ese deseo debe ser el motor de las acciones, el fin último de los proyectos, que pueden, o no, utilizar al turismo como medio. Lo que no se puede, definitivamente, es, tomando el turismo como fin, utilizar la historia, la cultura y la identidad, porque con esto se está comer-ciando con el propio ser humano. Bibliografía Amorim, Aluízio Batista de 2000 Nazismo em Santa Catarina. Florianópolis: Insular. Anderson, Benedict 1989 Nação e Consciência Nacional. São Paulo: Ática. Araújo, Silvana Miceli de 2000 “Artifício e autenticidade: o turismo como experiência antropológica”. En Banducci, Alvaro e Barretto, Margarita. Turismo e identidade local: uma visão antropológica. Campinas: Papirus, Col. Turismo. 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Se contó con la colaboración de doce entrevistados cuyos nom-bres permanecen en sigilo. 2 La autora no conoce estudios similares en Améri-ca del Sur que pueda citar. 3 Referente a Río Grande del Sur. 4 Para una visión más amplia de esta discusión, ver Araújo, S. in Banducci A. y Barretto M. (2001: 49- 64) 5 Para una ampliación del concepto de post turista, ver Urry, 1993: 100 a 103, Barretto, 1997, cap. 12. Margarita Barretto 63 6 Los últimos censos en Brasil han sido muy poco confiables, por lo tanto se trabaja con estimativas. 7 Esta ley reglamenta las reformas de los inmuebles y, obviamente, impide la demolición, pero no inter-fiere en el derecho de propiedad ni impide la co-mercialización. No obstante, es conocida como “ley de expropiación”. 8 Siendo que el mayor interés de los compradores es el terreno, vender y demoler están totalmente aso-ciados. 9 En entrevista concedida a la autora el día 07/05/2001 un ex intendente dijo que “había estado afuera 8 años y cuando volvió, como la ley no estaba muy bien formulada y estaban decidiendo sobre la marcha lo qué registrar, decidió tomar ese acervo como base” 10 Para ampliar informaciones sobre esta técnica consultar Lefèvre y Lefèvre, 2000, passim. 11 Isla próxima a Florianópolis, (capital del estado, distante 130km. de Blumenau), a la que solo se tiene acceso por mar. 12 Balneario tradicional de los blumenauenses, por ser la playa más cercana, a 90 km. 13 en abstracto, sea alemán o brasileño, nacional, provincial o municipal. 14 Abuela y abuelo en alemán. Son vocablos cuyo significado es de dominio público en Blumenau. 15 No será discutido en este contexto si de hecho las personas fueron consultadas o no. Lo que sí se puede discutir es que, si hubo alguna consulta, el poder público fue muy ineficiente al hacerla, ya que, no solo los propietarios niegan que haya habi-do consulta sino que hay gente que hasta hoy niega que su casa haga parte del registro. 16 Es una casa a la cual se le construyó una calle, dejándola prácticamente sin vereda. Tampoco para esto la propietaria fue consultada. 17 Tampoco fue una tradición adecuada la de la Oktoberfest, fiesta bávara yq que los colonos no vinieron de Bavaria sino de Hannover, Braunsch-weig, Suiza, Prusia y Oldenburgo (Magalhães, 1998: 30). 18 La emigración más significativa fue hacia Esta-dos Unidos, llegando a Brasil entre 1,5 y 3% de los emigrados. 19 En el caso de la iglesia, era una forma de expan-dir el luteranismo en una región predominantemen-te católica. 20 Así se llamó el período en que Getúlio Vargas fue presidente de Brasil. 21 Se atribuía este peligro a cosas tan simples como hacer gimnasia. 22 Pero nada de esto ha sido trabajado con la población, que carga todavía la culpa de los horrores cometidos por un grupo de políticos y militares fanáticos en su delirio de superioridad racial. 23El combate al comunismo y al movimiento orga-nizado de la clase trabajadora revolucionaria pro-puesta por el nacional socialismo fue la pieza clave para obtener el apoyo de los capitalistas alemanes que podrían así mantener su poderío. Por otra parte, supieron construir un discurso que cautivara a las masas, entre lo que se destaca la abolición de las rentas no resultantes del trabajo y la nacionaliza-ción de las empresas (cf. HUBERMAN, 1974: 314- 315) 24 Murió en 1942 en la cámara de gas, dos años después de dar a luz a la hija que concibiera con el líder comunista brasileño Luiz Carlos Prestes. (cf. GALERIE). Este episodio se hizo conocido en Brasil a partir del libro Olga, de Fernando Morais. 25 Presionadas, las minorías étnicas terminaban vendiendo propiedades y negocios por valores prácticamente irrisorios. 26 normas estas que tampoco están claramente esta-blecidas y que prácticamente dependen de una persona dentro de la Municipalidad. 27 Unión de los perseguidos por el régimen nazi/ Liga de Antifascistas.
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Título y subtítulo | La delicada tarea de planificar turismo cultural: Un estudio de caso con la “germanidad” de la ciudad de Blumenau- SC (Brasil) |
Autor principal | Barretto, Margarita |
Publicación fuente | Pasos. Revista de turismo y patrimonio cultural |
Numeración | Volumen 01. Número 1 |
Sección | Artículos |
Tipo de documento | Artículo |
Lugar de publicación | El Sauzal, Tenerife |
Editorial | Universidad de La Laguna |
Fecha | 2003-01 |
Páginas | pp. 051-063 |
Materias | Turismo ; Patrimonio cultural ; Publicaciones periódicas |
Enlaces relacionados | Página web: http://todopatrimonio.com/revistas/101-pasos-revista-de-turismo-y-patrimonio-cultural |
Copyright | http://biblioteca.ulpgc.es/avisomdc |
Formato digital | |
Tamaño de archivo | 296575 Bytes |
Texto | Vol. 1 Nº 1 págs. 51-63. 2003 www.pasosonline.org © PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural. ISSN 1695-7121 La delicada tarea de planificar turismo cultural: Un estudio de caso con la “germanidad” de la ciudad de Blumenau- SC (Brasil)1 Margarita Barretto † Universidades UCS, Ielusc y Unisul (Brasil) Resumen: Muchos planificadores depositan en el turismo cultural la esperanza de tener turistas que no ocasionen impactos significativos a no ser en el aspecto económico. No obstante, la planificación de turismo cultural presenta algunos desafíos. “Utilizar” la cultura material o simbólica como atractivo requiere participación, respeto y estudio de la historia social de la comunidad. En este artículo se estudia la ciudad de Blumenau, (Santa Catarina, Brasil), que promueve turismo étnico, tomando como base la ascendencia alemana de parte de la población. Se pretende establecer la relación entre el abandono y la demolición de algunas casas consideradas “típicas”, registradas como patrimonio histórico, con la verti-calidad del proceso de “recuperación de la germanidad”, proyecto de gabinete que no respetó la historia social del grupo étnico en cuestión. Palabras clave: Turismo; Cultura; Patrimonio Abstract: Tourism planners believe that cultural tourism can provide good profits with minor environ-ment and social impacts. Nevertheless, cultural tourism planning is not so easy to handle. Using” mate-rial and symbolic culture as an attractive needs participation, respect and study of the history of host society. This article presents a research held at Blumenau City (Santa Catarina, Brazil) where ethnic tourism is proposed, on the grounds of part of the population’s German background. The aims is to es-tablish a link between demolition or abandonment of many historic or “typical” houses with the so called “revival of German culture” a project issued from the city council without community participation or agreement. Keywords: Tourism; Culture; Heritage † Doctora en Ciencias Sociales Aplicadas a la Educación y Licenciada en Turismo. E-mail: barretto@floripa.com.br 52 La delicada tarea de planificar el turismo cultural Introducción Turismo cultural El estudio de las motivaciones turísticas revela una infinita gama de recursos que pueden ser objeto de planificación. Esta variedad, no obstante, puede ser agrupada en dos grandes categorías: los atractivos naturales y los atractivos culturales. La Organización Mundial del Turismo define turismo cultural como aquel cuyos atracti-vos son estudios, cultura, arte, festivales, monumentos, sitios históricos o arqueológi-cos, manifestaciones folclóricas o peregrina-ciones (conf. Barretto, 2000: 20). En los últimos años la literatura turísti-ca enfatiza la creciente demanda por tu-rismo cultural, ya sea este basado en la cultura material o en la simbólica, funda-mentalmente entre las personas de nivel educacional superior. De acuerdo con Craik, (1997: 120-121), en 1980 el 48% de los turistas estadouni-denses que visitaban Europa tenía como prioridad conocer la cultura, mientras que en 1990, ese porcentaje se había elevado para 88%2. Los estudios de Urry (1988, 1993) remi-ten al modelo cognitivo-normativo de Cohen (1979) que clasifica los turistas en Peregri-nos Modernos y Buscadores de Placer. Urry detecta que, en Europa, los buscadores de placer se concentran en la clase trabajado-ra, que ve en el turismo la válvula de esca-pe de sus rutinas alienantes. Ya los profe-sionales liberales, trabajadores indepen-dientes, e intelectuales buscan experien-cias, conocimiento; son los peregrinos mo-dernos. Los estudios de Cohen también demos-traron que los buscadores de placer, --que pueden ser comparados a lo que, en otra tipología designó por turistas de masa (Cohen, 1972), y que Smith, (1977) designa-rá como masa o charter--, ocasionan gran-des alteraciones en la dinámica de la socie-dad receptora, que van de daños permanen-tes a la naturaleza a la falta de respeto a los valores locales. Patrimonio arquitectónico y memoria colectiva El patrimonio arquitectónico de deter-minada localidad es uno de los componen-tes del patrimonio cultural de la misma. La cultura es lo que nos permite mantener nuestra identidad, saber nuestras raíces, saber quienes somos y de donde venimos, y por lo tanto, ayuda a saber hacia dónde vamos, o por lo hacia para dónde no quere-mos ir. El patrimonio arquitectónico hace parte del patrimonio histórico, cuya conservación está inserta en un marco aún más amplio que es el de la recuperación de la memoria, que, como dice Le Goff (1990:476) “es un elemento esencial de lo que se suele llamar identidad, individual o colectiva” identidad esta que actualmente los pueblos buscan desesperadamente. Se puede decir que del patrimonio cultu-ral lo que G. Simmel dijo sobre las ruinas: mantienen la continuidad cultural, son un nexo de los pueblos con su pasado. Y son la continuidad y la contigüidad con el pasado que dan certezas, que permi-ten trazar una línea en la cual nuestro pre-sente se encaja. El patrimonio ayuda a guardar la me-moria (Halbwachs, 1968: 36-37), esa memo-ria social, exterior al individuo, extendida en el tiempo, que guarda los acontecimien-tos pretéritos; que es el envoltorio de las memorias individuales y que conserva de manera propia los acontecimientos de la sociedad a la que el individuo pertenece. Es una memoria a la cual el individuo recurre cuando quiere saber sobre hechos que no atestiguó. Destruyendo el patrimonio se destruye parte de la memoria colectiva, se rompe con el pasado, se obstruye la continuidad cultu-ral. Pero en Brasil, el problema del patrimo-nio es mucho más complejo. En muchas ciudades, casas históricas fueron demolidas por la especulación inmobiliaria, constru-yéndose en su lugar edificios que multipli-caron el valor de los terrenos dando enor-mes lucros a sus dueños. Pero también existen los casos en que mantener un in-mueble de valor histórico se hace muy cos-toso y el dueño de ese patrimonio, pasa a ser perjudicado porque muchas veces no tiene medios para mantenerlo dentro de: “en Brasil, paradójicamente, la preserva-ción termina siendo una propuesta que lle-va, muchas veces, a la destrucción gradual Margarita Barretto 53 del patrimonio por falta de condiciones financieras para obras de restauro o de simple mantenimiento” (Barretto, 2000: 17) Tradiciones inventadas y autenticidad De acuerdo con Hobsbawm (1983, p. 1) ”las tradiciones inventadas son un conjunto de prácticas, normalmente gobernadas por reglas aceptadas implícita o tácitamente, de naturaleza simbólica, que procuran incul-car ciertos valores y normas de comporta-miento, por repetición, lo que automática-mente implica una continuidad con el pa-sado” Las tradiciones se inventan, a veces, porque no están siendo usadas, delibera-damente (Hobsbawm: 8). Aunque normal-mente ofrecen una continuidad ficticia con el pasado, dentro de lo posible, tratan de hacerlo con un pasado histórico apropiado; “usan la historia como legitimación de su acción (Hobsbawm:.12) Se sabe hoy que muchas tradiciones que parecen enraizadas en la población, son inventadas. La mayor parte, fueron inven-tadas, o por una clase dirigente que quería afirmar su identidad, inclusive su naciona-lidad, como es el caso de Escocia o el País de Gales, o fueron movimientos de origen popular e intelectual como el citado caso del tradicionalismo gaúcho3. El hecho de que las tradiciones sean inventadas no les quita autenticidad, como es el caso de la ceremonia de cambio de guardia en el palacio de Buckingham. En la década de 70, Daniel Boorstin y Dean MacCannel desencadenaron la discu-sión sobre el alcance de la autenticidad de la experiencia turística. Boorstin sostenía que los turistas solo tenían acceso a seudo-cultura, a seudo- acontecimientos prepara-dos para ellos por los agentes turísticos. (Boorstin, 1987: 79-80). MacCannel refutó este argumento utilizando los conceptos de Erwin Goffman de front y back regions, para elaborar su teoría del escenario (stage setting), región intermedia entre frente y fondo, donde los acontecimientos son repre-sentados para los turistas. (Mac Can-nel, 1999: 105). Los turistas, de esta forma, tienen una noción de lo que son las back regions, aunque no estén en las auténticas, sino en un escenario que las reproduce, una front region que reproduce la back region.4 En la actualidad prácticamente todos los sociólogos del turismo están de acuerdo en que el turista de hoy es un consumidor cool que sabe que la autenticidad es represen-tada y no le importa, mientras que la ac-tuación sea buena5. Las tradiciones inventadas pueden tener esa característica de región intermedia, pues son, al mismo tiempo, representacio-nes y manifestaciones tradicionales y son del agrado de los turistas, que, aunque se-pan que son inventadas, no dejan de apre-ciarlas en su propia representación. Antecedentes La ciudad de Blumenau está localizada en la región conocida como Vale do Itajai, (Valle del río Itajai), Estado de Santa Cata-rina. Tiene un área de 531 km2 , siendo 152 de área urbana y el resto rural. Está corta-da por el río Itajai-Açu que da nombre al valle. Su densidad es de 440 habitan-tes/ km2. La población prevista para el año 2000 era de 280 mil personas6. De acuerdo con la historia oficial, tuvo su origen en 1850, cuando la empresa Blu-menau & Hackradt, consiguió del gobierno de la provincia del entonces Imperio del Brasil la concesión, por compra, de una gleba de tierras, para la explotación agríco-la en gran escala, y el permiso para traer colonos que las trabajarían. Posteriormente se trajeron inmigrantes italianos y de otras regiones de Europa central, dentro de un marco que interesaba al imperio, que era el blanqueamiento de una sociedad donde empezaba a predomi-nar la piel oscura. La región estaba originalmente ocupada por indios botocudos, que fueron implaca-blemente perseguidos por los nuevos habi-tantes, constando en la historia la matanza de mujeres y niños en las tolderías. La población de origen luso brasileña llegó a Blumenau a partir de la Guerra del Paraguay, cuando muchos desertores se internaban río arriba, así como habitantes del litoral que se escondían en los montes de la región antes de ser reclutados. Durante los primeros años del siglo XX, las características germánicas pre-dominaron, hasta que, durante la segun-da guerra, el gobierno brasileño prohibió todas las manifestaciones de tradición 54 La delicada tarea de planificar el turismo cultural alemana, empezando por la enseñanza del idioma en las escuelas y su uso coti-diano, en el culto religioso, el teatro. etc., obligando inclusive a cambiar el nombre de las calles que fueran en aquel idioma. Publicaciones de 1940 y 1950 donde intelectuales y militares nacionalistas con-denaban, entre otros aspectos de la cultura alemana, los “tipos de construcción” que constituían “una afrenta” al espíritu na-cional brasileño son referidas por Seyferth (1994: 22) y Da Silva (1984: 88). Aún en 1965, en la ciudad de Mare-chal Rondon, estado de Paraná, una per-sona fue investigada como sospechosa de ser agente nazi por el estilo de su casa. (Stein, 2000: 72). Los años siguientes fueron dedicados a desmistificar Blumenau como una ciu-dad alemana. En 1961 el Lions Club edi-tó un opúsculo con los auspicios de las empresas Zadrosny, Hering y Meyer en el cual se decía, entre otras cosas, que estos extranjeros (los alemanes) no eran “ni 1% de su población”, siendo los otros “99% ...tan buenos brasileños como los de Ceará, Minas Gerais y Río Grande del Sur” Hasta principios de 1970 Blumenau había sido una ciudad industrial, famosa por sus toallas, confecciones y cristales. Recibía muchos visitantes que iban por negocios, y también aquellos que iban mo-tivados por las compras. Los cambios en las reglas del comercio nacional e internacio-nal, se acompañaron de la disminución subsiguiente del llamado turismo de com-pras. El análisis de las actas de la Comi-sión Municipal de Turismo realizado por Flores (1997: 67-77) y las declaraciones obtenidas por la investigadora no dejan dudas de que el programa de protección y valorización del patrimonio histórico y ar-quitectónico no tuvo como móvil la preser-vación de la cultura, sino la creación de un producto turístico. Ante la constatación de que “el turismo [de compras] estaba para-do”, la comisión llegó a la conclusión que “ lo único que Blumenau podía vender era su lado germánico” (Flores, 1997: 73) y actuó en consecuencia. Los interesados en traer turistas eran los comerciantes, que veían en el turista un consumidor, o, mejor dicho, un porta-dor de dinero. Como dice un entrevistado de Flores, (1997: 52) “el turista es una cosa que trae dinero” (el subrayado es mío). Paradójicamente entonces, pocos años después de la publicación del opúsculo citado, un sector circunstancialmente dominante, decidió apelar a un proyecto de “revitalización de la germanidad”, para crear un producto que sustituyera el turismo de compras (Flores, 1997: 123) La reinvención de la germanidad en Blumenau se asienta en tres componen-tes: el estímulo a la construcción en esti-lo de técnica de encaje (enxaimel), la preservación de las construcciones consi-deradas típicas y la Oktoberfest Las construcciones conocidas como “esti-lo técnica de encaje” (que han sido muy criticadas, tanto por historiadores cuanto por arquitectos por su artificialidad) fueron estimuladas a partir de 1968 cuando se solicitó una ley para exoneración de im-puestos y se colocaron planos a disposición de los interesados. En el mismo año fue publicada, con el auspicio de grandes comercios locales, la fotografía, en realidad el fotomontaje, que proyectó Blumenau en el escenario nacional e internacional como ciudad europea, con el slogan “¿qué país es este?” Posteriormente se elaboraron, la Ley Complementaria n° 79 de 22/12/1994, que “Instituye el Programa de Protección y Va-lorización del Patrimonio Histórico y Arqui-tectónico del Municipio”7, la Ley Comple-mentaria n° 120 de 08/12//1995 y la Ley Complementaria n° 129 de 11/09/1996, en las que, respectivamente, se crea el Conse-jo del Patrimonio, el Fondo Municipal de Conservación de este, se determinan incen-tivos fiscales, se crea el servicio de catastro, y se reglamenta la construcción en caso de demolición o destrucción del inmueble. Los teuto-brasileños, que a partir de la década de 40 se vieron obligados a cons-truir una identidad brasileña por imposi-ción gubernamental, fueron, cuatro décadas más tarde, por un decreto municipal gu-bernamental, obligados a preservar sus casas en estilo alemán, para dar a la ciudad la característica que la propaganda turísti-ca vendía: germanidad. En un proceso prácticamente opuesto al que se verificó con el tradicionalismo en Río Grande del Sur, que es en la actualidad el Margarita Barretto 55 mayor movimiento de cultura popular del mundo occidental (Oliven, 1999: 13), los blumenauenses supieron del proyecto por-que llegaron un día y les informaron que su casa estaba registrada como patrimonio histórico. Algunos inclusive no fueron co-municados nunca, enterándose el día que quisieron vender la propiedad. Una investigación realizada entre 1998 y 2001 permitió verificar que de aproxima-damente 800 casas registradas por la facul-tad de arquitectura de la universidad local, inscriptas en el ayuntamiento (Prefeitura Municipal) como teniendo valor histórico, pocas fueron demolidas, apenas un 20%. Este porcentaje sería tan pequeño que no justificaría un estudio, pero sí lo justifica la sub-utilización de los terrenos y el hecho de que, de las casas no demolidas, la mitad están cerradas, y algunas abandonadas, con vidrios rotos, pasto crecido, grietas. Solamente 11% de los inmuebles demo-lidos, confirman que la motivación fue la especulación inmobiliaria; 48% fueron re-formados y 39% son apenas terrenos baldí-os Intentar entrevistas con propietarios de inmuebles registrados por el Consejo de Patrimonio fue una tarea muy ardua y casi infructífera, realizada por estudiantes que se desempeñaron como ayudantes. Muchas personas los agredieron verbalmente por teléfono, otras personalmente, otras les pidieron dinero, otras negaron que su casa estuviera en dicho registro. En dos ocasio-nes en que sí se consiguió entrevistarlos, los propietarios preguntaron en primer lugar si conceder la entrevista implicaba que no podrían vender sus inmuebles o demolerlos8. Estas actitudes afirmaron la convicción de que había que investigar más a fondo la cuestión. Se pudo observar una gran animosidad no solo contra el Consejo de Patrimonio, sino también contra la propia universidad, porque los criterios de registro de los in-muebles han quedado oscuros para la po-blación. La idea general que circula entre los propietarios de bienes registrados es que hay una continuidad entre los procesos de estudio y registro. Según ellos “los estu-diantes de arquitectura hicieron un estudio, sacaron una fotografía y después su casa fue expropiada” La asociación hecha por la población parece tener fundamento, ya que, de hecho, hay documentación que prueba que en 1989 la facultad de arquitectura realizó un rele-vamiento para detectar inmuebles de carac-terísticas peculiares, procediendo, además, a una campaña de conscientización para que las personas los conservaran. Este acervo sirvió de base a la administración pública para decidir qué inmuebles deberí-an ser registrados9 Método A pesar de que en muchas ciudades brasileñas la inclusión de un inmueble en el registro de patrimonio histórico ha ocasionado su demolición en aras de la especulación inmobiliaria, (Barretto, 2000), p. 15) se entendió que este no era el caso de Blumenau. La hipótesis central de esta investiga-ción fue que la especulación inmobiliaria no era explicación suficiente para la demoli-ción de las casas registradas como patrimo-nio, y que había razones mucho más pro-fundas enraizadas en la historia social de la ciudad. Se utilizó un método dialéctico, mos-trando las contradicciones entre los inter-eses del Estado y de los ciudadanos, las contradicciones del proceso de reinvención de la germanidad y las contradicciones in-herentes a las diferentes visiones de mundo de los diferentes grupos que se quiso unifi-car bajo el único rótulo de “teuto-brasileños”. Las técnicas de investigación utilizadas fueron: a) historia oral, con la grabación de entrevistas con personas clave en el proceso estudiado y b) historia de vida, con la gra-bación de la historia personal de nueve sujetos voluntarios, elegidos en forma alea-toria entre los propietarios de inmuebles registrados como de valor histórico. Para entender las declaraciones de los entrevis-tados, fue necesario realizar una investiga-ción histórica, tanto en fuentes primarias (documentos) cuanto en fuentes secunda-rias (libros y tesis). Para el análisis de las respuestas y a generalización de los resul-tados, se utilizó, además, el discurso del sujeto colectivo, técnica proveniente de la lingüística. 56 La delicada tarea de planificar el turismo cultural Resultados obtenidos Utilizando como técnica la construcción de un discurso del sujeto colectivo10 en base a las entrevistas realizadas, llegamos a entender en parte el sentimiento de los blumenauenses, no solo con respecto al problema del patrimonio sino también de la cuestión más amplia de la utilización de la cultura germánica como atractivo turístico. Encontramos dos grandes categorías de análisis que podemos dividir en sub-categorias: a) los traumas dejados por la segunda guerra, y b) la visión histórica de los teuto-brasileños respecto al Estado. Los traumas dejados por la segunda guerra: De acuerdo con el discurso del sujeto colectivo que se puede construir a partir de las declaraciones individuales: los blume-nauenses, considerados alemanes de se-gunda clase por los alemanes legítimos, se avergüenzan hoy de ser descendientes de alemanes porque en décadas pasadas los llamaban alemanes batata, alemanes de mierda, alemanes guarangos; les hacían bromas pesadas, se burlaban de ellos y los ridicularizaban por hablar con acento. Quien nació en la década de 50 no quería ser descendiente de alemanes. El proceso de nacionalización y repre-sión de la cultura dejó el trauma y el miedo a la represión. Al respecto, el discurso del sujeto colectivo es que los alemanes fueron víctimas de gran represión en Blumenau, los mandaron a Anhatomirim11 que se había convertido en campo de concentra-ción, los obligaron a tomar aceite de motor quemado, los sumergían en tanques con el agua hasta el cuello, los ataban atrás de carros, los humillaron, los apedrearon, los golpearon. No podían viajar si no tenían un salvoconducto que debían presentar en cada comisaría. Terminaron vendiendo sus propiedades en la playa de Camboriu12 por-que no podían ir. Llevaban presas a las personas por no hablar portugués, idioma que nunca habían aprendido. Había espías que controlaban y hacían detener inclusive a aquellos que no hablaban pero entendían alemán, sin importar que fueran mujeres o ancianos. La vergüenza de ser confundido con un nazi o de haber efectivamente apoyado el régimen parece un dato relevante. Tanto es así que la primera entrevista realizada para esta investigación fue destruida a pedido del entrevistado, que en determina-do momento declaró que su hermano guar-daba armas en el sótano de una casa que había sido demolida De acuerdo con el discurso colectivo de los entrevistados el nazismo en Blumenau fue fuerte, a pesar de que había personas que no querían tener nada que ver con el movimiento, porque se consideraban brasi-leños. Esto creó resistencia al proyecto de revitalización [del patrimonio] por miedo a que se recordase el período nazi. La visión histórica de los teuto-brasileños respecto al Estado Parece haber una continuidad histórica en la relación entre la sociedad blume-nauense y el Estado13, que será ampliada después y que reporta a Halbwachs (1990: 127) cuando afirma que: “pocas son las so-ciedades ...que por lo menos no hayan deja-do algún trazo de sí mismas en los grupos más recientes” En Blumenau el contacto entre abue-los y nietos fue intenso, como declaran los entrevistados en esta investigación. Muchos fueron criados por la oma y el opa14 mientras los padres trabajaban, y otros incluso compartieron la misma casa durante algún tiempo. De sus abue-los, que a su vez escucharon las historias de los suyos, deben haber oído, las actua-les generaciones, la esforzada historia de constitución de la ciudad, que han incor-porado como recuerdo propio. “el recuerdo es, en gran medida...preparado por otras reconstrucciones hechas en épocas anteriores...la parte social, lo histórico en nuestra memoria de nuestro propio pasado, es mucho más grande que lo que pensába-mos. Porque hemos, desde la infancia en contacto con los adultos, adquirido muchos medios de encontrar y tener precisión en muchos recuerdos” (Halbwachs, 1990: 71- 72) Las nuevas generaciones tienen, así, la vivencia de un tiempo en el cual no estaban presentes pero del cual guardan la sensa-ción de que siempre el estado los perjudicó. Se puede decir que hay un sentimiento de expropiación que penetra las diferentes generaciones transformándose en un sen-timiento atávico que está implícito en las declaraciones de los entrevistados, ya sea Margarita Barretto 57 sobre las dificultades de los antepasados, como de la explotación de que fueron objeto. “se metieron en la floresta. Me parece que estuvieron 6 o 7 años hasta que mi tío mu-rió. Entonces ella [mi tía] tuvo que vender todo eso a precio de bananas, porque, como es que una mujer quería (sic) quedarse sola en la floresta?” (Entrevistado n° 6) “...es al contrario de lo que se piensa, de aquí...fue dinero para...Alemania...en la primera guerra y en la segunda tam-bién... nunca vino dinero, ellos daban crédi-to para vender máquinas y Blumenau mandaba su producción para Alemania” (Entrevistado n° 2) En las entrevista trasparece la convic-ción de que están siendo usados por el Go-bierno. El discurso colectivo dice que la tradición germánica ahora es útil al Estado. Se ha aprovechado verticalmente. Durante la guerra, fue útil, acabar con ella, como en el caso del Banco Agrícola, constituido por los ahorros de los habitantes del Vale do Itajai, cuya venta obedeció a la amenaza de expropiación de capital, o cuando las perso-na tuvieron que vender sus inmuebles por-que no podían salir de la ciudad. Con el proyecto de preservación el estado le quitó a la población una cosa para la cual nunca contribuyó. Si el estado quiere expropiar, debe indemnizar; para declarar algo de valor histórico, debe pagar. La Municipali-dad prometió el oro y el moro y no cumplió. El gobierno brasileño no es honesto, los constructores tienen protección política. La verticalidad del proceso y la falta de consulta15, quedan también evidentes: el movimiento de recuperación de la germani-dad es interesante para el turista. La co-munidad era apática al proyecto, inclusive reaccionaria. La idea de recuperar la ger-manidad no tenía mucho sentido, no fue del agrado de las elites. Todo partió del gobier-no, patrimonio histórico es una cosa que ellos inventaron, no se consultó a la pobla-ción, por eso hay inmuebles abandonados, de repente alguien dinamita el inmueble y todos se quedan quietos. Ellos quieren que la gente conserve, pero no ayudan. El autoritarismo, además, genera des-confianza. Como dice la entrevistada nº7, “me van a decir que arregle aquella casa, después me van a decir que saque la casa porque está en la calle”16 Por otro lado, la tradición parece no haber sido inventada sobre bases lo sufi-cientemente adecuadas. De acuerdo con la apreciación de los entrevistados, la germa-nidad que se pretende recuperar es una pseudo-cultura que no obedece al rigor científico, ni histórico ni lingüístico. En lo que respecta a la arquitectura, los planos puestos a disposición de aquellos que qui-sieran construir “en estilo alemán” eran de casas que no pertenecían a la región de donde los inmigrantes habían venido.17 “Esto no tiene nada que ver con la cultura alemana y sí con el intento fracasado de crear un centro turístico. Explico. Edifica-ciones domo la Casa Moellmann, o la “Pre-feitura” (Municipalidad o Ayuntamiento) ...son falsas. No conozco una familia tradi-cional que haya venido de Michelstadt o de Bavaria... (Entrevistada n° 9) El aporte de la historia Para entender el sentimiento de ex-propiación por parte del Estado de los teuto-brasileños, es necesario remontar-se a la historia de la confederación ale-mana antes del proceso migratorio. A pesar de que hubo intelectuales, artis-tas y profesionales liberales entre los inmi-grantes, los primeros que vinieron para la región, antes inclusive del Dr. Blumenau y los que siguieron viniendo hasta principios del siglo XX eran personas de origen humilde, campesinos y trabajadores urba-nos (cf. Bruhns, 1997: 21 y 24) a los que la mecanización de la agricultura y el sistema de división de tierras había transformado en Lumpenproletariat, y que, como si fuera poco, habían también perdido terreno eco-nómico como artesanos frente a la incipien-te industria nacional, (Seyferth, 1974: 22) y al comercio internacional reactivado des-pués de las guerras napoleónicas. (Klug, 1991: 8)18 El empobrecimiento fue provocado, también, por leyes que favorecieron a los nobles cuando los siervos tuvieron la posibi-lidad de comprar a su antiguo señor la tie-rras que ocupaban, en condiciones tan des-favorables que tuvieron que abandonar el campo. “los nobles ampliaron sus propiedades por precios irrisorios, mientras que los campesinos se transformaron en trabajado-res nómades o en proletarios en las grandes 58 La delicada tarea de planificar el turismo cultural ciudades” (Seyferth, 1974: 22) A esto se sumaba la propaganda de al-gunos países interesados en inmigrantes por varias razones: poblar regiones des-habitadas, cambiar el perfil étnico - racial, sustituir mano de obra, etc. (Klug, 1991:8, Bruhns, 1997:21) y también los intereses de las agencias de inmigración que obtení-an sus lucros de la venta de tierras o del negocio de transportar los inmigrantes, (cf. Magalhães, 1998: 23), que no dudaban en difundir la idea de la tierra prometida don-de “se encuentra oro como arena” (Magalh-ães, 1998: 25). La tierra prometida sin embargo les deparaba algunas sorpresas poco agrada-bles. La elección del territorio por parte del Gobierno Imperial ya procuraba utilizar a los inmigrantes como desbravadores (Sey-ferth, 1974: 31) La colonización alemana tuvo gran opo-sición de las elites brasileñas (cf. Magalh-ães, 1998: 21), dueños de latifundios y de esclavos. Así, los inmigrantes fueron prácti-camente confinados en áreas donde no per-judicaran los intereses de la oligarquía agrícola-ganadera y, donde, al contrario, iban a ser muy útiles como mercado de con-sumo de los productos de esta y creadores de vías de acceso. La mayor parte de los inmigrantes te-nía, primero, que pagar la deudas contraí-das con la compra del terreno. No fue fácil para los colonos adaptarse a la floresta, (donde había indígenas que reaccionaron a la invasión de sus tierras), al calor, a las enfermedades tropicales, a las crecientes, que reiteradas veces llevaron casa, huerta y animales. No era raro que las mujeres mu-rieran en su décimo parto a los 30 años. Cuando las mujeres quedaban solas, tam-poco podían mantener las propiedades. La vida era tan dura que muchos de ellos regresaron. Por ejemplo, en 1924, los registros muestran 22168 alemanes en-trando a Brasil y diez mil regresando para Alemania (Willems, 1940 apud Klug, 1991: 22) Usar a los inmigrantes también estaba en los planes políticos de futuro del país emisor. Alemania ya estaba pensando en el proyecto pan germánico de anexar nuevas tierras para aumentar su espacio geográfico (lebensraum). (cf. Magalhães, 1998: 23). Además de los intereses oficiales de los respectivos gobiernos, había empresas par-ticulares interesadas en los resultados de estos asentamientos. Fuera de la Liga Pan germánica ya mencionada, en 1910 se cuentan 106 (el subrayado es mío) empre-sas, ligas, asociaciones, inclusive la iglesia luterana, que veían en las colonias la posi-bilidad de expansión del capitalismo tardío alemán.19 (cf. Magalhães, 1998: 42 y p. 91). Esta relación comercial-colonial nunca fue motivo de descontento por parte de las comunidades teuto-brasileñas, porque Ale-mania supo crear un sentimiento de perte-nencia a la nación. El hecho de estar dis-tantes en el espacio no lo impidió, ya que como dice Anderson, (1983: 14-16) la na-ción es una comunidad imaginada donde ciertas convenciones, en especial el idioma, hermanan a sus miembros. Después que Alemania usó los senti-mientos de nacionalidad de los teuto-brasileños para tener fieles consumido-res de sus productos en el nuevo conti-nente, Getúlio Vargas, presidente del Brasil durante la Segunda Guerra, los usó para dar visibilidad a su opción tar-día por los aliados, haciéndolos blanco de su campaña de nacionalización. Esta consistió en “implantar sentimien-tos, costumbres y tradiciones características de la nacionalidad brasileña” (Nodari, 1999: 247) y los objetivos principales fueron las colonias, de origen alemán e italiano, que el gobierno definía como “no asimila-das”, entre las cuales estaba Blumenau (cf. Nodari, 1999: 258). La primera medida fue exigir que las escuelas de las colonias, creadas por la co-munidad, tuvieran de un día para otro pro-fesores brasileños y material didáctico en portugués, lo que obligó al cierre de muchas instituciones educativas (Monteiro, 1979: 15). Otra medida fue el control de las insti-tuciones culturales, artísticas, recreativas que debían pedir autorización para cual-quier actividad.(cf. Monteiro, 1979: 72 e p. 76). Pero lo más dramático fue la prohibición del idioma, elemento esencial de la identi-dad “ si uno no puede hablar ale-mán.... parece que no puede hacer nada más que recuerde la cultura alemana” dice el Entrevistado n° 3. Finalmente, en 1939, se sanciona la ley Margarita Barretto 59 1164 de 18 de marzo de 1939 que en el art. 13o. determinaba que “la administración de la empresa esté compuesta de brasileños natos o naturalizados hace mas de diez años”, lo que también ocasionó perjuicios económicos a muchas personas. “aparecieron un montón de firmas de Blu-menau en una lista negra y uno tenía dos opciones, o pagaba una indemnización al gobierno brasileño o perdía la representa-ción... un tío abuelo se negó a pagar esa fianza...perdió mucha cosa” (Entrevistado n° 1) La vergüenza por ser alemán, eviden-ciada en las entrevistas, es un dato nuevo a partir de la Segunda Guerra Mundial. Du-rante la primera también había habido represión a las escuelas, depredaciones, difamaciones en la prensa que difundió el “peligro alemán” y creó en el imaginario colectivo una visión demoníaca de los des-cendientes de alemanes. (cf. Magalhães, 1998: 117). No obstante, la comunidad teu-to- brasileña reaccionó fortaleciéndose. Fuera de que el Estado Nuevo20 fue mu-cho más agresivo (Nodari, 1999: 257), y que las Ligas Pro Idioma Nacional involucraron a los jóvenes en el proyecto, obteniendo con esto mucho éxito (cf. Monteiro, 1979: 95- 100), el dato nuevo que puede justificar en parte el deseo de alejarse de la cultura alemana, es que parece que hubo, en Blu-menau, así como en otras colonias alema-nas, personas que abiertamente apoyaron el nazismo, tema sobre el cual hay contro-versias. De hecho, los investigadores coinciden sobre la existencia de un proyecto pan ger-mánico de dominación político-económica de América del Sur, pero no coinciden en el alcance del mismo. Los autores tampoco coinciden sobre el alcance del nazismo en Santa Catarina en general y en Blumenau en particular. Flo-res (1997: 48) dice que a pesar de la in-fluencia de la liga pan germánica en la va-lorización de la germanidad los afiliados al partido nacional socialista (nazi) fueron pocos. Para Magalhães(1998: 38) era más fuerte el mito del peligro alemán que el nazismo21. Seyferth (1994: 21) y Amorim (2000, passim) ya afirman que la penetra-ción nazi fue significativa. Monteiro (1979: 67), Magalhães (1998: 105), Amorim (2000: 67 y p. 97) hacen refe-rencia a prisión de líderes nazis en Blume-nau, al apoyo recibido por el diario Ur-waldsbote de la Liga Pan germánica y a sus convocatorias para la reunión de las células nazis, mencionan varias asociaciones nazi-ficadas, relacionadas a la iglesia, a la ma-ternidad y a la asistencia mutua. Los entrevistados también nombraron elementos nazis en la ciudad y dentro de su propia familia. Inclusive apuntaban miem-bros de la élite brasileña que apoyaban la Alemania nazi, mostrando una germanofi-lia que ya se detectaba en la década de 30, cuando, de acuerdo con la entrevistada nº4, los hijos de las autoridades blumenauenses iban a la escuela alemana. Este dato no sorprende, ya que había un intenso comercio entre Alemania y Brasil, que se duplicó entre 1934 y 1939. (cf. Mon-teiro, 1979: 22). Por otro lado, ser nazi en 1930 no tenía nada de extraordinario. Era un partido legítimo, que tuvo votos de to-das las clases sociales en Alemania. Mu-chos puntos del programa del partido na-cional socialista son en la actualidad ban-deras del capitalismo internacional y del expansionismo económico que continúa llevando la guerra, hoy a los Balcanes y a Oriente Medio, mañana a otro lugar.22 Además, el Gobierno de Vargas era sim-patizante de la política del III Reich, fun-damentalmente en lo que respecta al com-bate al comunismo y para ello hizo alianzas con la Gestapo (Carone apud Monteiro, 1979: 22-23)23 Emblemático de esta cuestión es el epi-sodio de la entrega a la Gestapo, a pesar de las protestas internacionales, de la comu-nista judía alemana Olga Benario, embara-zada de siete meses24 y el hecho de que, cuando el gobierno quiso mostrar su ad-hesión a la política de los aliados durante la II Guerra, reprimió a las minorías étnicas (italianos, alemanes y japoneses) con los mismos métodos nazis _que decía comba-tir_ utilizados contra los judíos en Alema-nia, Polonia y Francia, por ejemplo el estí-mulo a la delación, la designación de ins-pectores de cuadra y el cerco económico, que incluía el boicot al comercio, a través de la “lista negra” para provocar el empo-brecimiento. 25 Inmediatamente empezó el llamado proyecto de “modernización” de Brasil, con una gran penetración de la cultura esta- 60 La delicada tarea de planificar el turismo cultural dounidense (cf. Nodari, 1999: 226-227, Oli-ven, 1999: 83), que tendría sus efectos en los teuto-brasileños. En 1940, el gobierno de Estados Unidos invirtió mucho a través del Bureau Interamericano. Con miedo de la alianza de Getúlio Vargas con la Alema-nia nazi, el gobierno americano lanzó una gran campaña a través de los medios de comunicación de masa de la época, espe-cialmente cine y radio, para mostrar a los brasileños “la superioridad de la civiliza-ción norteamericana” (Moura apud Bruhns, 1997: 92). De esta forma, se sentaron las bases para la “americanización” de la cultura brasileña que trae embutida la ideología de la modernización. La sociedad de consumo requiere que lo antiguo y lo tradicional sean desechables. En Blumenau, lo correcto en la época pasa a ser interiorizarse de la cultura ame-ricana, dejando atrás las tradiciones ale-manas: “ ella estudió en el Mackenzie, hizo secre-tariado porque la madre [dijo] se acabó eso de una pequeña isla alemana en Brasil, vas a estudiar en un colegio americano de San Pablo....La gente que solo iba a estudiar a Alemania empezó a mandar los hijos a hacer post grados en Inglaterra y en Esta-dos Unidos para borrar esa cosa de Blume-nau ser una ciudad predominantemente alemana” (Entrevistada n° 4) El discurso del sujeto colectivo respecto al patrimonio arquitectónico revela los efec-tos de este proceso. La primeras construc-ciones de la Calle XV [de Noviembre] eran horribles, no había obras que merecieran ser preservadas, la ciudad precisaba mo-dernizarse. No sorprende, después de este proceso, que se derribe una casa de técnica de enca-je de más de 100 años y que se ocupe el terreno con un jardín de estatuas clásicas, al estilo holliwoodiano Conclusiones Sobre el caso estudiado, se puede con-cluir que la demolición o el abandono de las casas de valor histórico es una respuesta a un proyecto realizado sin consulta a los interesados, sin tomar en cuenta las reglas del mercado inmobiliario ni las posibilida-des reales de llevar adelante el proyecto dadas las condiciones económicas de las personas para restaurar sus casas dentro de las normas especificadas26, que los per-judica económicamente, los hace recordar situaciones traumáticas y, además, trata de inventar una germanidad sin fidelidad a la historia. La idea de expropiación, que surge del imaginario colectivo, no es casual, ya que, cada vez que el Estado, en sus di-versas formas, nacional, estadual o mu-nicipal, brasileño o alemán ha entrado en contacto con los teutobrasileños, los ha expropiado de alguna cosa o los ha malogrado en su buena fe. En una fase que permanece reciente en la percepción de los entrevistados, el Esta-do, ese gran ausente para dar educación y atención médica, se presentó como represor, torturador, expropiándolos de su dignidad, de su idioma, de su liturgia y también de sus empresas. Después el Estado, en la piel de cor-dero de la recuperación de la identidad, invade nuevamente sus vidas para co-mandar sus bienes inmuebles. Finalmente, el Estado y la Municipali-dad los usan para dar realismo a un pro-ducto turístico: la germanidad. A lo que la comunidad responde con la voz enérgica de la entrevistada n° 7: “¡¡Fueron libros y libros....quemados!! ¡¡¿¿y ahora quieren levantar la cultura alema-na??!!! ¡Es tarde!, ¡Forzaron a la gente a hacerse brasileña!” . Se concluye que los episodios de la Segunda Guerra aún no fueron elabora-dos por la comunidad teuto-brasileña blumenauense. y, sobre todo, aún no fue elaborado el problema del nazismo. El proceso de desconstrucción de la iden-tidad germánica llevado a cabo durante la Segunda Guerra fue plenamente exitoso. Cuando se prohíbe a una persona que hable el idioma de su madre, cuando se le prohíbe que rece en su idioma, todos los otros com-ponentes de la cultura se desarman. Por otro lado, no se puede olvidar que, en la actualidad, los teuto-brasileños de Blumenau son brasileños de tercera, cuarta y quinta generación que, además de haber sido adoctrinados por el Estado Nuevo es-tudian, leen, viajan y tienen su propia criti-cidad. Saben que Alemania los explotó eco-nómicamente, teniendo con ellos una rela- Margarita Barretto 61 ción colonialista y, ahora que Alemania hace parte de los siete países más ricos del mundo, aspiran a obtener algún beneficio de sus orígenes. Los blumenauenses teuto-brasileños son muy pragmáticos al respecto, como son pragmáticos y escépticos sobre el proceso de reconstrucción de la germanidad, que viven como algo externo a ellos, comercial, for export, para atraer turistas, o mejor, el dinero de los turistas. Como conclusión general se refuerza la convicción de que la planificación del tu-rismo cultural es una tarea delicada. No puede ser directiva, debe ser PARTICIPA-TIVA. Se deben tomar en cuenta las varia-bles locales y la historia social de los pro-ductores de cultura involucrados. Las per-sonas deben sentir que hacen parte, tanto espiritual como materialmente del proyec-to, y no que son usadas. Deben sentir que la planificación refleja sus deseos, valores, memorias y aspiraciones económicas. Y, fundamentalmente, deben sentir que la finalidad última de todas sus acciones es preservar, conservar, revitalizar, mostrar, con fidelidad, la cultura y ese deseo debe ser el motor de las acciones, el fin último de los proyectos, que pueden, o no, utilizar al turismo como medio. Lo que no se puede, definitivamente, es, tomando el turismo como fin, utilizar la historia, la cultura y la identidad, porque con esto se está comer-ciando con el propio ser humano. Bibliografía Amorim, Aluízio Batista de 2000 Nazismo em Santa Catarina. Florianópolis: Insular. Anderson, Benedict 1989 Nação e Consciência Nacional. São Paulo: Ática. Araújo, Silvana Miceli de 2000 “Artifício e autenticidade: o turismo como experiência antropológica”. En Banducci, Alvaro e Barretto, Margarita. Turismo e identidade local: uma visão antropológica. Campinas: Papirus, Col. Turismo. 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Se contó con la colaboración de doce entrevistados cuyos nom-bres permanecen en sigilo. 2 La autora no conoce estudios similares en Améri-ca del Sur que pueda citar. 3 Referente a Río Grande del Sur. 4 Para una visión más amplia de esta discusión, ver Araújo, S. in Banducci A. y Barretto M. (2001: 49- 64) 5 Para una ampliación del concepto de post turista, ver Urry, 1993: 100 a 103, Barretto, 1997, cap. 12. Margarita Barretto 63 6 Los últimos censos en Brasil han sido muy poco confiables, por lo tanto se trabaja con estimativas. 7 Esta ley reglamenta las reformas de los inmuebles y, obviamente, impide la demolición, pero no inter-fiere en el derecho de propiedad ni impide la co-mercialización. No obstante, es conocida como “ley de expropiación”. 8 Siendo que el mayor interés de los compradores es el terreno, vender y demoler están totalmente aso-ciados. 9 En entrevista concedida a la autora el día 07/05/2001 un ex intendente dijo que “había estado afuera 8 años y cuando volvió, como la ley no estaba muy bien formulada y estaban decidiendo sobre la marcha lo qué registrar, decidió tomar ese acervo como base” 10 Para ampliar informaciones sobre esta técnica consultar Lefèvre y Lefèvre, 2000, passim. 11 Isla próxima a Florianópolis, (capital del estado, distante 130km. de Blumenau), a la que solo se tiene acceso por mar. 12 Balneario tradicional de los blumenauenses, por ser la playa más cercana, a 90 km. 13 en abstracto, sea alemán o brasileño, nacional, provincial o municipal. 14 Abuela y abuelo en alemán. Son vocablos cuyo significado es de dominio público en Blumenau. 15 No será discutido en este contexto si de hecho las personas fueron consultadas o no. Lo que sí se puede discutir es que, si hubo alguna consulta, el poder público fue muy ineficiente al hacerla, ya que, no solo los propietarios niegan que haya habi-do consulta sino que hay gente que hasta hoy niega que su casa haga parte del registro. 16 Es una casa a la cual se le construyó una calle, dejándola prácticamente sin vereda. Tampoco para esto la propietaria fue consultada. 17 Tampoco fue una tradición adecuada la de la Oktoberfest, fiesta bávara yq que los colonos no vinieron de Bavaria sino de Hannover, Braunsch-weig, Suiza, Prusia y Oldenburgo (Magalhães, 1998: 30). 18 La emigración más significativa fue hacia Esta-dos Unidos, llegando a Brasil entre 1,5 y 3% de los emigrados. 19 En el caso de la iglesia, era una forma de expan-dir el luteranismo en una región predominantemen-te católica. 20 Así se llamó el período en que Getúlio Vargas fue presidente de Brasil. 21 Se atribuía este peligro a cosas tan simples como hacer gimnasia. 22 Pero nada de esto ha sido trabajado con la población, que carga todavía la culpa de los horrores cometidos por un grupo de políticos y militares fanáticos en su delirio de superioridad racial. 23El combate al comunismo y al movimiento orga-nizado de la clase trabajadora revolucionaria pro-puesta por el nacional socialismo fue la pieza clave para obtener el apoyo de los capitalistas alemanes que podrían así mantener su poderío. Por otra parte, supieron construir un discurso que cautivara a las masas, entre lo que se destaca la abolición de las rentas no resultantes del trabajo y la nacionaliza-ción de las empresas (cf. HUBERMAN, 1974: 314- 315) 24 Murió en 1942 en la cámara de gas, dos años después de dar a luz a la hija que concibiera con el líder comunista brasileño Luiz Carlos Prestes. (cf. GALERIE). Este episodio se hizo conocido en Brasil a partir del libro Olga, de Fernando Morais. 25 Presionadas, las minorías étnicas terminaban vendiendo propiedades y negocios por valores prácticamente irrisorios. 26 normas estas que tampoco están claramente esta-blecidas y que prácticamente dependen de una persona dentro de la Municipalidad. 27 Unión de los perseguidos por el régimen nazi/ Liga de Antifascistas. |
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