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Vol. 2 Nº 2 págs. 295-306. 2004 www.pasosonline.org © PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural. ISSN 1695-7121 Notas de investigación Las investigaciones sobre la pesca en Canarias: entre las reservas marinas y las nuevas formas de pescaturismo1 José Pascual Fernández Instituto Universitario de Ciencias Políticas y Sociales (Universidad de La Laguna, España) E-mail: jpascual@ull.es La línea de investigación sobre la pesca en Canarias Las investigaciones sobre las poblacio-nes vinculadas al sector primario fueron, durante los setenta y los ochenta, uno de los themata dominantes en la antropología española. Siguiendo a Joan Prat, podríamos decir que hasta mediados de los setenta la disciplina en España se centra en tres obje-tos de estudio (1991: 118): las monografías de comunidad, el campesinado y los pueblos marginados del Estado Español. La aten-ción que desde los núcleos académicos fun-dadores de la disciplina en España se dio al tema de la pesca fue marginal y los investi-gadores extranjeros que visitaban España preferían el supuesto aislamiento de las tierras del interior, donde era más factible el análisis del modo de vida característico de la comunidad, al contexto cambiante de las zonas costeras ya ampliamente impac-tadas por el cambio cultural derivado del turismo y el desarrollismo de los años se-senta. En este contexto, muchos de los tra-bajos sobre pescadores resultaron bastante críticos con los planteamientos funcionalis-tas que subyacían en los modelos que en tales momentos se utilizaban en la investi-gación. El primer intento sistemático de estudio de las poblaciones de pescadores en España lo realizan, a partir de 1979, el grupo cana-rio de la Universidad de Laguna. Desde allí el tema de la pesca comienza a expandirse dentro de la antropología española (Pascual y Alegret, 2004). El interés de este grupo se centró en los pescadores litorales, desarro-llando proyectos de investigación en diver-sas poblaciones de las islas de Tenerife, El Hierro, Gran Canaria y La Graciosa (Lan-zarote). La diferencia de estos trabajos con los que se estaban realizando en otras zo-nas del Estado fue el haber constituido un proyecto de investigación colectivo adop-tando una perspectiva de análisis en la que el estudio de comunidades nunca fue el objetivo prioritario, y donde el estudio de ciertos problemas era el eje central. Si en algunos de los primeros trabajos (Pascual Fernández; Mesa Moreno et al., 1982) el enfoque podía tener algo que ver con los tradicionales estudios de comuni-dad, pronto el análisis comparativo entre diferentes poblaciones (Galván Tudela, 1982; Pascual Fernández y Mesa Moreno, 1985 [1981]) y el análisis de problemas concretos como las estrategias productivas, la historia y los procesos adaptativos que han dado lugar a las poblaciones de pesca-dores actuales, la territorialidad, el cambio tecnológico, las relaciones sociales de pro-ducción o los procesos de capitalización, se convirtieron en el objeto de estudio de estas investigaciones. A estos problemas de in-vestigación originarios se fueron añadiendo otros con el paso del tiempo. Así, el análisis del impacto del turismo se convirtió en uno de los temas de referencia en la antropolo-gía canaria a partir del trabajo de Santana 296 Las investigaciones sobre la pesca en Canarias: … (1990a). En segundo lugar, el análisis de los procesos de apropiación y gestión de los recursos naturales en Canarias también se desarrolló sobre pescadores, aunque poste-riormente se extendiera a otros ámbitos, como la gestión de sistemas de irrigación (Batista Medina, 2001), por ejemplo, y haya derivado al tema de la participación de los usuarios en los procesos de gestión en las cofradías u otras organizaciones (Pascual Fernández, 1999). En tercer lugar, el tema del género, que si bien estuvo presente des-de el principio entre los intereses de la an-tropología de la pesca en España (Oliver Narbona, 1989), no se consolidó hasta hace relativamente poco tiempo (Cabrera Soco-rro, 1997, 1998, 1999, 2000). En cuarto lugar, los análisis vinculados a la economía política, que intentan enlazar la situación de las poblaciones de pescadores litorales con la pesca desarrollada en el Banco Saha-riano y con procesos históricos, económicos y políticos más amplios (Cabrera Socorro, 2000; Galván Tudela, 1993; Pascual Fer-nández, 2003b). Por último, el interés por darle a la investigación un contenido apli-cado, participando en proyectos interdisci-plinares enfocados a la gestión del sector en el archipiélago (Macías González; Pascual Fernández et al., 1999; Pascual Fernández; Santana Talavera et al., 2001). Los proyectos en curso Esta línea de investigación ha contado con financiación competitiva desde sus co-mienzos, con numerosos proyectos y contra-tos de investigación. Actualmente se parti-cipa además en dos redes temáticas de in-vestigación financiadas por la UE, una de ellas sobre la gobernanza de las pesquerías, coordinada desde la Universidad de Áms-terdam (www.marecen-tre.nl), y otra sobre el papel de las mujeres en el sector pesque-ro europeo (www.fiswomen.org). En rela-ción a la colaboración en estas redes temá-ticas hay diversas publicaciones en prepa-ración, entre las que destacan la edición de una compilación de lecturas a publicar por la Universidad de Ámsterdam bajo el título Fish for Life hacia finales de 2004 o co-mienzos de 2005 con una importante cola-boración de nuestro equipo de investigación sobre los vínculos entre la actividad pes-quera y otros sectores económicos como el turismo. Asimismo, se encuentra en prepa-ración un Congreso Internacional sobre el papel de las mujeres en la pesca, el maris-queo y la agricultura, a celebrar en No-viembre de 2004 en Santiago de Composte-la (http://conference.-fishwomen.org). Entre los proyectos de investigación más destacados que se han desarrollado en los últimos años o que se encuentran todavía en curso podemos destacar dos. El primero, dirigido por los doctores José Pascual y Agustín Santana, con financiación de la Consejería de Agricultura y Pesca del Go-bierno Canario y aporte de fondos europeos, tenía como título: “Modelo de desarrollo integral de poblaciones litorales: pesca ar-tesanal, turismo y acuicultura” (Pascual Fernández; Santana Talavera et al., 2001). En este proyecto se intentaron sistematizar los trabajos realizados sobre los impactos del turismo en la actividad pesquera litoral en las islas, realizando nuevos estudios de campo ahora con una perspectiva interdis-ciplinar en la que se integraban aportacio-nes de biólogos y economistas. Además se planteó, con un enfoque en cierta medida aplicado, analizar qué factores han modu-lado las variaciones de los impactos del turismo en las distintas zonas de las islas, contemplando las alternativas que se abrí-an a las poblaciones de pescadores litorales para diversificar su actividad y combinar labores en diferentes ámbitos, como la acui-cultura o los servicios, con trabajos más o menos ocasionales realizados por diferentes miembros de las unidades domésticas, e incluso invirtiendo en pequeños negocios de servicios, restaurantes o apartamentos. En estas investigaciones se presta especial atención a los factores limitantes que difi-cultan tales estrategias en muchas zonas, y a las razones por las cuales los pescadores no se han implicado en el desarrollo de los cultivos marinos, con los que además man-tienen una dinámica de conflictos impor-tante (Pascual Fernández, 2001). Final-mente, se han realizado también propues-tas encaminadas a diseñar actividades al-ternativas a desarrollar por las familias de pescadores, enfocadas a aprovechar sus conocimientos, habilidades, experiencia, e incluso sus barcos e infraestructuras, y en las que se ofrecería a los visitantes la posi-bilidad de conocer de cerca las técnicas de pesca, los barcos, las zonas costeras, los José Pascual Fernández 297 platos característicos de la zona etc., lo que constituiría un conjunto de actividades que podríamos denominar pescaturismo. En Galicia a partir de estos trabajos se han realizado actualmente algunas experiencias puntuales en este mismo sentido como las que están comenzando a implementarse en 2004 en el municipio de Lira. En las pági-nas siguientes intentamos describir breve-mente el análisis de la situación y el esbozo de las posibilidades que esta alternativa puede plantear en Canarias. Otra de las líneas de trabajo recientes analiza la articulación entre sociedad y naturaleza desde la perspectiva de la acti-vidad pesquera. En ella se incardina el segundo proyecto al que antes nos refería-mos tiene como título “Reservas marinas y poblaciones de pescadores litorales: impac-tos y estrategias para un desarrollo soste-nible” (REN 2001-3350 / MAR), financiado por el Ministerio de Ciencia y Tecnología con el apoyo de fondos FEDER. En este proyecto se parte del análisis de los nuevos usos, turísticos y recreativos, que se dan a espacios litorales y marinos previamente utilizados de manera exclusiva por los pes-cadores, y las nuevas formas de territoria-lidad y de gestión de pesquerías que consti-tuyen las reservas marinas. Estas intentan preservar ciertas zonas de especial valor biológico de los excesos de la pesca, a la vez que procuran conjugar los usos turísticos y recreativos que se puedan realizar en tales espacios con la conservación de sus valores naturales. Los modelos de protección de estas reservas marinas pueden tomar mu-chas formas en diferentes comunidades autónomas, pero siempre se levantan limi-taciones al uso que los pescadores pueden realizar de tales espacios. El impacto de estas regulaciones en su actividad es claro, pero rara vez se evalúa. Igualmente, poco sabemos de los impactos que la declaración de reserva marina tiene sobre las restantes actividades económicas de las poblaciones de pescadores litorales y esto es precisa-mente lo que intentamos realizar entre otras cosas en este proyecto, explicando a la vez los procesos que han dado lugar a su nacimiento (Pascual Fernández, 2002, 2003a; Santana Talavera, 2002). Las opor-tunidades que se derivan del nuevo status de la zona frecuentemente son aprovecha-das por personas foráneas, y uno de los objetivos del proyecto es desvelar cuáles son los factores limitantes que impiden que los locales diversifiquen sus actividades. Ello permitiría definir las estrategias más adecuadas para que las poblaciones locales aprovechen los nuevos recursos y oportuni-dades que aparecen en su entorno para lograr un modelo de desarrollo adecuado y sostenible. Estos dos proyectos parten del análisis de los impactos que las poblaciones litora-les, y en especial, las vinculadas a la pesca, han recibido en los últimos decenios con la expansión turística que primero alcanzó a las islas de Gran Canaria y Tenerife, y que progresivamente se ha expandido al resto del archipiélago. En el siguiente apartado comentaremos la situación creada a partir de estos procesos, para posteriormente ana-lizar algunas de las transformaciones re-cientes que abren algunas vías de cambio novedosas. Procesos de cambio en las poblaciones lito-rales e impactos del turismo El desarrollo de muchas zonas de las is-las, en lo referente a parámetros económi-cos como renta o producto interior bruto, ha ido aparejado con muchas otras transfor-maciones. Quizás una de las más significa-tivas sea la demográfica, con unos niveles de crecimiento en la franja litoral, tanto de población flotante como estable, realmente importantes. Especialmente en el sudoeste de Gran Canaria, Tenerife o Fuerteventu-ra, zonas que eran previamente eriales se han convertido en urbanizaciones que aco-gen a muchos miles de personas. El turismo y la construcción, elementos indisociables en muchos contextos, han constituido el motor de estos procesos de cambio, que han incidido en múltiples niveles. Por ejemplo, han conducido a una creciente presión so-bre los recursos naturales, especialmente el agua, pero también la costa o los recursos marinos. La mano de obra previamente vinculada al sector primario será pronto atraída por estas nuevas actividades, pri-mero en las cercanías, posteriormente el mercado de trabajo va cobrando cada vez una dimensión más global, contribuyendo al decaimiento de la agricultura y de la actividad pesquera en muchas zonas de las islas. 298 Las investigaciones sobre la pesca en Canarias: … Con estos cambios estructurales se fue alterando progresivamente el medio am-biente de los espacios litorales. Las masivas construcciones en la costa, bien de urbani-zaciones, paseos marítimos, playas artifi-ciales o muelles, transformarán con rapidez algunos de los ecosistemas más importan-tes para la reproducción de las especies de interés para los pescadores litorales. La contaminación orgánica o química producto de este desarrollo incrementará aún más el efecto de estas transformaciones físicas, generando ecosistemas nuevos, más pobres, con menor variedad de especies y menos valiosos para la actividad pesquera. Estos nuevos usos del espacio no sólo afectarán al medio ambiente. En realidad, el proceso que estamos describiendo sobre todo impuso nuevos usos del territorio, marginando progresivamente a la agricul-tura y a la pesca. Muchos de los espacios litorales, así como las mismas casas de pes-cadores adquirirán un valor muy elevado en este nuevo contexto, y cambiarán a ma-nos de foráneos. Otros elementos del espa-cio urbano se modifican también, o se transforma su uso. El litoral o la playa se convierten en paseo marítimo, y la avenida sobre la playa se transforma en una suce-sión de terrazas de restaurantes para co-mer pescado fresco, como ocurre en el Puer-to de Las Nieves (Gran Canaria). Estos espacios, ocupados tradicionalmente por la población local, van a ser utilizados ahora, sobre todo, por foráneos. Los efectos de estas transformaciones tendrán una incidencia importante sobre las poblaciones litorales, aunque algunos de los procesos a los que conducirán no son totalmente nuevos. La actividad pesquera no ha estado aislada de otras labores pro-ductivas a través del tiempo. De hecho, ha sido combinada en las islas con muchas otras labores para conseguir el sustento. En ocasiones, los propios pescadores trabaja-ban en otros sectores alternativos. Bien en la agricultura, en el cabotaje o en la cons-trucción (de bancales, edificios y hasta ca-rreteras). En el seno de la familia, las espo-sas podían hallarse también vinculadas a la pesca, realizando la venta del producto, o bien trabajando en las factorías de procesa-do, que durante muchas décadas ocuparon a un volumen de población femenina signi-ficativo. Otras veces, las mujeres preferían dedicarse a ocupaciones como la agricultu-ra, para reducir la incertidumbre, y com-pensar las fluctuaciones de la actividad extractiva, en la que podían sucederse años buenos con otros muy malos. Los hijos e hijas jóvenes podían integrarse también en todas estas actividades, los varones con preferencia en el barco familiar, o en la unidad productiva en la que participaba el padre. Las hijas podían utilizar las mismas opciones que sus madres. Toda posibilidad era válida para utilizar al completo la fuer-za de trabajo de la unidad doméstica. En las últimas décadas las opciones de diversificación de actividades han ido apun-tando, cada vez con mayor intensidad, al binomio servicios-construcción. El desarro-llo turístico de las islas y la expansión eco-nómica que originó abrieron muchas opor-tunidades laborales, primero en la cons-trucción de las infraestructuras y, después, en los servicios que habían de ser prestados a los visitantes. Con frecuencia, los varones de las poblaciones litorales tenderán a combinar sus actividades con la construc-ción, mientras que las mujeres entrarán con mayor facilidad a trabajar en hoteles, apartamentos o comercios. La capacidad de absorber fuerza de trabajo de estos secto-res, especialmente en lo referente a la po-blación joven, tanto masculina como feme-nina, ha sido importantísima. Condiciones laborales distintas, en cierta forma más atractivas por los horarios, días libres, es-tabilidad en la retribución, y condiciones de trabajo (la percepción de la incomodidad de estar un barco, mojados), han desangrado progresivamente a la actividad pesquera litoral. La estima del oficio de pescador ha ido cambiando con el tiempo. En el pasado, un agricultor, sobre todo aquellos que eran propietarios de tierras, podía infravalorar o despreciar a los pescadores, desposeídos de la propiedad de medios de producción valio-sos como la tierra. Con la progresiva crisis de la agricultura, especialmente la vincula-da a las medianías e incluso a algunos cul-tivos de exportación como el tomate y el plátano en varias islas, pudo pensarse por un momento que quizás la situación se había invertido. Sin embargo, el paso del tiempo ha dejado cada vez más claro que la valoración tanto de la pesca como de la agricultura ha decaído de forma sustancial José Pascual Fernández 299 en las preferencias laborales de los jóvenes canarios, en un proceso que no es totalmen-te exclusivo de nuestra comunidad autóno-ma, sino que comparten otras como Anda-lucía, Cataluña o el País Vasco, donde el embarque de inmigrantes en ciertas flotas es también cada vez más frecuente. Prime-ro ocurrió con la flota pesquera del banco sahariano, que desde comienzos de los ochenta fue perdiendo efectivos, en una tendencia que todavía se ha acentuado con mayor claridad desde 1991. Al mismo tiem-po, en muchas poblaciones de pescadores litorales se ha producido también un éxodo desde la pesca hacia otras actividades vin-culadas al turismo y la construcción. Pri-mero los jóvenes, después los adultos de mediana edad, serán los que probarán suerte en otros sectores. En algunos casos se abandona totalmente el sector extracti-vo, en otros de forma solo temporal, y otras veces se intenta combinar a un tiempo am-bas labores, aunque el marco administrati-vo genera muchas dificultades para ello. En este sentido, resulta curioso el concepto de furtivo habitual en las poblaciones de pes-cadores: con frecuencia no se calificará así al antiguo pescador profesional que ahora no tiene sus papeles en regla, no posee una embarcación, pero a lo mejor sale incluso a levar nasas en el barco (de lista tercera) de un amigo. Los papeles no siempre se consi-deran como un factor esencial a la hora de juzgar estos comportamientos, que si fue-ran realizados por un foráneo de seguro serían calificados como furtivismo y posi-blemente denunciados. La combinación más o menos coyuntural de actividades permite justificar en cierta medida tales comporta-mientos. Las transformaciones que acaecen en es-tas poblaciones van a tener todavía mayor calado del que hemos comentado. Afectarán directamente a dos elementos más: a las estrategias de las unidades productivas y a los patrones de inversión de los excedentes. La escasez de mano de obra dificultará, entre otras cosas, la inversión en barcos mayores que necesitan de varios marineros, al igual que afectará al empleo de las técni-cas que precisan de mucha fuerza de traba-jo. No es fácil conseguir marineros prepa-rados fuera de la familia, y mucho menos formar a “gente de tierra” para estas labo-res. El envejecimiento de la población pes-quera y la falta de renovación generacional pueden constituir factores limitantes muy claros para cualquier estrategia de reinver-sión y adquisición de embarcaciones más capitalizadas. Los excedentes del producto del trabajo familiar, en este contexto, tien-den a ubicarse en otros sectores, que ofrez-can mayor seguridad y rendimientos complementarios a la pesca. La inversión en bares-restaurantes se convierte en una estrategia significativa para incrementar el valor añadido del pescado fresco, permi-tiendo utilizar la fuerza de trabajo de toda la familia, especialmente la femenina. La inversión inmobiliaria se convierte también en una alternativa relevante por la seguri-dad de la inversión, los beneficios a corto plazo de los arrendamientos y la revalori-zación a medio plazo de las viviendas o locales. La inversión en apartamentos se convierte, de esta forma, en una opción especialmente apreciada por los buenos rendimientos y la escasa inversión de tra-bajo que hay que emplear en su manteni-miento. Sobre la casa, en las cercanías cuando hay terreno disponible, se construi-rán de esta forma viviendas para alquilar a los foráneos. El factor limitante en este caso será la disponibilidad de suelo, lo que conduce a que sea una estrategia habitual en algunas poblaciones, y rara en otras donde resulta mucho más difícil conseguir terreno para construir. La acuicultura podría ser una opción pa-ra invertir parte de los excedentes, pero tiene varios inconvenientes. En primer lugar, el volumen de capital necesario para emprender la actividad es muy importante, y el riesgo de invertir tal volumen de dinero en instalaciones y peces sujetos a las in-clemencias de la mar puede juzgarse como excesivo, sobre todo para aquellos pescado-res de cierta edad y baja formación que están buscando una alternativa segura, y que exija pocos esfuerzos, para invertir sus ahorros. Iniciativas cooperativas en este terreno serían posibles, pero hasta ahora no se han concretado en las islas. La forma-ción necesaria para gestionar una empresa de este tipo, tanto en lo referente a los as-pectos técnicos de los cuidados a los peces como respecto a la gestión empresarial, superan la capacidad y la formación habi-tual en las poblaciones de pescadores. En este contexto, la única alternativa puede 300 Las investigaciones sobre la pesca en Canarias: … ser formar a jóvenes de estas poblaciones para que trabajen en las explotaciones ca-pitalizadas y gestionadas económicamente por otros. Los acuerdos de colaboración ya concretados entre algunas empresas de acuicultura y ciertas cofradías y cooperati-vas abren, de cualquier forma, perspectivas interesantes para la coordinación de ambos sectores. El pescaturismo, ¿una alternativa? En el contexto de crisis y sangría de efectivos a que se enfrenta la pesca litoral de las islas las posibilidades para fijar po-blación a la actividad pesquera, mejorando a la vez su nivel de vida y el prestigio de la profesión, no son muchas. En los últimos años y a través de diversos proyectos se ha venido planteando cuáles podrían ser las alternativas a dibujar para, por ejemplo, revalorizar en cierta medida la actividad y retener a los jóvenes en mayor medida de lo habitual en las últimas décadas. Nosotros estimamos que habría que ac-tuar en varios frentes. En primer lugar, habría que revalorizar la cultura de los pescadores, a través de activar patrimo-nialmente sus saberes, habilidades y prác-ticas tradicionales, dándoles un especial valor y haciendo que lleguen al gran públi-co. Centros de interpretación y museos de la pesca pueden cubrir en este contexto un importante papel de difusión. En ellos de-berían participar directamente los pescado-res y sus cofradías, que podrían tener im-portantes funciones en la gestión. Eviden-temente esto no es un modelo que pueda extenderse indiscriminadamente por todo el archipiélago, pero probablemente basta-rían unas pocas iniciativas de este tipo, integradas con las reservas marinas que se están creando en diferentes zonas de las islas, para comenzar a cambiar algunas tendencias. Esto ha de ser complementario con la actividad del pescaturismo, que des-de nuestra perspectiva resulta clave a la hora de fomentar la incorporación de pobla-ción joven al sector, incrementando los in-gresos y el prestigio de la pesca. Esta actividad se funda en utilizar las propias embarcaciones de los pescadores, acondicionadas en cuanto a seguridad en la mar si fuera necesario, para llevar turistas a conocer el litoral, a ver las faenas pesque-ras o a participar en ellas. Evidentemente, casi siempre se dará una combinación entre estas tres actividades, e incluso podrá coor-dinarse con el alojamiento y labores de res-tauración para los visitantes. Estos barcos deberían permanecer en la lista tercera, lo que exige un cambio legislativo respecto a la situación actual, muy restrictiva en este sentido. Es más, sólo podrían participar en esta iniciativa pescadores profesionales con sus barcos “en regla”, de manera que el cambio de lista imposibilitara el ejercicio del pescaturismo (Pascual Fernández; San-tana Talavera et al., 2001). De hecho, los centros de interpretación y los museos de-berían en cierta forma de otorgar una espe-cie de marchamo de calidad a estas activi-dades, a desarrollar únicamente por profe-sionales con sus barcos y sus artes de pes-ca. Esta oferta debería estar claramente diferenciada de las restantes actividades de pesca deportiva de altura, así como de las excursiones marítimas desarrolladas por las embarcaciones de lista sexta. Se trata-ría de ofertar la especificidad cultural de las poblaciones de pescadores a través del conocimiento de sus habilidades, técnicas de pesca y modelos de organización del tra-bajo, a la par que se muestran las riquezas naturales del litoral canario. La activación patrimonial de las tradiciones, formas de trabajo y especialmente de los conocimien-tos etnoictiológicos o del territorio de las poblaciones de pescadores litorales resulta en este terreno absolutamente esencial, y las estrategias que se pueden desarrollar en este terreno son múltiples. Esto modelo estrictamente no es nuevo. Ya ha sido plenamente desarrollado en Italia, especialmente en el sur, con un re-conocimiento legislativo parcial desde 1982 que se desarrolla en 1999, y su expansión ha ocurrido precisamente en los últimos cuatro años. En otros países europeos como Eslovenia tales experiencias tienen todavía mayor tradición, desde principios de los 90 se desarrollan con mayor o menor intensi-dad. La difusión de esta actividad ha sido muy importante y según nuestros datos los resultados en Italia están siendo bastante positivos. Además, a diferencia de Italia, en muchas zonas de las islas resulta factible el realizar esta actividad durante todo el año. Las embarcaciones necesarias no tendrían que diferir mucho de las utilizadas actual- José Pascual Fernández 301 mente en Canarias y esto puede conducir a unos ingresos adicionales importantes que ayuden a fijar población joven a la activi-dad. Las cofradías y cooperativas de pescado-res tendrían aquí un papel clave. La ges-tión de esta actividad implica un soporte institucional, comercial y publicitario im-portante. Hacen falta una serie de organi-zaciones que den este respaldo y que inte-gren de forma coherente y coordinada las distintas opciones que puedan ofertar sus asociados. Las cofradías, y en algún caso las cooperativas, son aquí la única opción razonable. El desarrollo de estas activida-des se vería especialmente favorecido en las zonas que ya cuentan con reservas mari-nas, por sus atractivos naturales y por la posibilidad de integrar en un solo centro de interpretación el análisis de las riquezas naturales de la reserva junto con el de las tradiciones culturales vinculadas a la acti-vidad pesquera. La implantación de esta iniciativa en tales zonas, que ya cuentan con un flujo significativo de visitantes inte-resados en sus riquezas naturales, puede servir de modelo para la viabilidad de la experiencia en otros lugares menos favore-cidos. Sin embargo, actualmente la realización de actividades vinculadas con el turismo por parte de los pescadores, al menos utili-zando sus embarcaciones de lista tercera, es en España muy difícil por las trabas que la propia administración genera sobre la utilización de los barcos de pesca profesio-nal para otros usos. Los discursos que des-de la administración se enuncian propug-nando la diversificación del sector se en-frentan con una realidad legislativa terca y restrictiva, en la que no se permite ni remo-tamente la combinación de actividades des-arrolladas en Italia, Francia, Suecia o Eslo-venia, aunque muy recientemente se apre-cia un cierto cambio de tercio con el nuevo gobierno del estado que podría propiciar el necesario cambio legislativo para el comple-to desarrollo de la actividad. Las reservas marinas en Canarias Actualmente en Canarias hay tres re-servas marinas en funcionamiento, una alrededor de la Isla de La Graciosa, otra en el Suroeste de El Hierro y la última de re-ciente creación en el Sur de La Palma2. La implantación de estas reservas ha sido rea-lizada con un cierto acuerdo por parte de las cofradías implicadas. Además, en varios de los decretos que marcan su creación se hace referencia explícita al deseo de los pescadores de establecer la reserva (62/1995, BOC) o a que se ha dado audien-cia al sector pesquero afectado (Orden de 18 de julio de 2001, BOE 3 de Agosto). Sin embargo, su creación parece obedecer más a la necesidad de regenerar los recursos demersales, y a la iniciativa de biólogos y conservacionistas que a las demandas del sector, que también se expresaron, por ejemplo en La Restinga cuando el 30 de Marzo de 1995 se aprobó la creación de la reserva con el pronunciamiento favorable de 40 de los 49 cofrades con derecho a voto (Pascual Fernández; Santana Talavera et al., 2001: 84). No ocurrió de la misma forma en todos los casos, y en la Reserva Marina de La Graciosa la iniciativa no partió de los pescadores, ni la aceptación que esta tuvo al principio fue la idónea (Martín-Sosa; Brito et al., 2001: 89). En general podemos afirmar que las primeras iniciativas partie-ron siempre en Canarias de instancias dife-rentes a las poblaciones de pescadores, aunque estos acogieran después con calor o frialdad tales propuestas. Las aportaciones en Canarias de las re-servas marinas ya implantadas desde un punto de vista conservacionista podemos decir que han sido relevantes. A pesar de que los estudios biológicos de evaluación realizados cuentan con algunas limitacio-nes, resulta evidente que ciertos recursos como las viejas (sparisoma cretense) se han recuperado notoriamente dado el incremen-to de capturas producido. Además, la res-tauración de los ecosistemas a una situa-ción donde el impacto humano es limitado, o prácticamente inexistente como ocurre en las zonas de reserva integral, permite que se recuperen en tales zonas especies de lento crecimiento, regenerándose ecosiste-mas de gran diversidad y riqueza. En un contexto de progresivo deterioro de la fran-ja litoral en gran parte de las costas del archipiélago, estas figuras de protección indudablemente pueden ayudar a preservar buena parte de nuestro patrimonio natural. Sin embargo, una consecuencia de la creación de reservas marinas es el incre- 302 Las investigaciones sobre la pesca en Canarias: … mento del flujo de turistas atraídos por unos atractivos naturales incuestionables. Las actividades que estos turistas desarro-llan pueden generar impactos sensibles en la propia reserva, pero pueden constituir una alternativa económica para aquellas unidades domésticas que pueden ver res-tringida su actividad pesquera. Sin embar-go, en las reservas marinas de Canarias parece que las oportunidades económicas que se derivan de la presencia de turistas en la zona no son aprovechadas por los lo-cales sino por personas foráneas, que tie-nen una participación importante en los clubes de buceo, bares, barcos de transporte o excursiones, etc. Tales usos turísticos han recibido hasta ahora menor atención de parte de los científicos que han colaborado en su diseño, pero con frecuencia los políti-cos que han demandado su implantación han tenido muy en cuenta su efecto para incrementar un turismo alternativo de ca-lidad. Especialmente en el caso de la última reserva implantada en Canarias, en La Palma, políticos de municipios aledaños al de la Reserva como Tazacorte demandaban otra adicional con tal fin, entre otros3. Las reservas marinas tienen el mismo atractivo para los turistas que los parques nacionales tierra adentro (Roberts y Hawkins, 2000: 69), ya que la gente supone que la vida marina será más fascinante y estará bien protegida, y de facto cuando este es el caso se pueden encontrar en ellas ejemplares de peces inusuales, de mayor tamaño o más abundantes de lo habitual. Las reservas marinas podrían ofrecer a los pescadores oportunidades importantes de mejorar su nivel de vida, pero de hecho se ven limita-dos por algunos aspectos de nuestra legis-lación. Una de las actividades más intere-santes que podrían desarrollar son los pa-seos en barco y las excursiones de pesca, pero con la legislación actual, como antes comentábamos, no pueden utilizar sus bar-cos para tales fines, a diferencia de lo que ocurre por ejemplo en otros países euro-peos. Esto limita enormemente las posibili-dades de mejorar su nivel de vida y de re-ducir su esfuerzo pesquero al implicarse a tiempo parcial en actividades alternativas que valorizarían sus conocimientos del me-dio reduciendo al mismo tiempo su necesi-dad de extraer recursos marinos para ga-narse la vida (Pascual Fernández; Santana Talavera et al., 2001: ; Roberts y Hawkins, 2000: 70). Conclusiones Éstos son, a grandes rasgos, algunos de los procesos que se han dado en las pobla-ciones litorales canarias en los últimos años. El turismo y la construcción, elemen-tos indisociables en muchos contextos, han constituido el motor de variados y profun-dos procesos de cambio. En el aspecto físico, estas transformaciones estructurales han ido alterando progresivamente el medio ambiente de los espacios litorales. Las ma-sivas construcciones en la costa, bien de urbanizaciones, paseos marítimos, playas artificiales o muelles, transformaron con rapidez algunos de los ecosistemas más importantes para la reproducción de las especies de interés para los pescadores lito-rales (Pascual Fernández; Santana Talave-ra et al., 2001). Estos nuevos usos del espa-cio no sólo afectarán al medio ambiente. En realidad, el proceso que estamos descri-biendo sobre todo impuso nuevos usos del territorio, marginando progresivamente a la agricultura y a la pesca. En cuanto a las áreas protegidas, las re-servas marinas, las limitaciones impuestas han reducido los efectos de la sobrepesca sobre tales entornos, pero las nuevas for-mas de uso –turístico- no están exentas de riesgo. La acción mecánica de las cadenas y anclas, las basuras que se arrojan por la borda, los derrames accidentales de carbu-rantes y aceites, el buceo, la congestión en puntos determinados, entre otros, pueden causar severos daños sobre todo a especies de carácter sedentario (Salmona y Verardi, 2001), pero también a muchas otras como los mamíferos marinos (Davis; Banks et al., 1997), que suelen hallarse asociados estre-chamente a estas variantes de ecoturismo y que en Tenerife son relativamente impor-tantes. Pero uno de los problemas funda-mentales en esta área es la territorializa-ción que se establece sobre el espacio mari-no, y que habitualmente deja a los pescado-res en un papel relativamente marginal a la hora de controlar la gestión que se hace del espacio protegido, ahora en manos de una estructura administrativa en la que frecuentemente tienen un papel marginal. Mientras que una parte importante de José Pascual Fernández 303 estos efectos adversos del turismo sobre las áreas de reserva pueden ser minimizados a través de una buena gestión y control de las mismas, la corrección del impacto socioeco-nómico de las declaraciones de protección sobre las poblaciones se muestra más ardua y menos efectiva a corto plazo. Una de las respuestas puede ser el impulso del turismo marino en tanto que promueve actividades que deben ser planteadas como complemen-tarias, en unos casos, y alternativas, en otros, a la explotación tradicional del me-dio, pero en el mismo entorno. Esta carac-terística de los productos turísticos vincu-lados al turismo marino le diferencia cla-ramente de las formas de la actividad turís-tica anteriores, que se distinguían, entre otras cuestiones, por formar un polo de atracción de fuerza de trabajo (Santana Talavera, 1990b), desarraigándola y sepa-rándola físicamente de su entorno produc-tivo anterior (agricultura o pesca). Una de nuestras preocupaciones funda-mentales en este terreno es articular la investigación realizada con la implementa-ción de políticas y experiencias que puedan ayudar a mejorar la situación de las pobla-ciones locales y a mitigar los impactos sobre el territorio de la actividad turística. Con tal fin intentamos desarrollar experiencias piloto en este sentido en colaboración con las Federaciones Provinciales de Cofradías de Pescadores en Canarias, que a su vez reclaman apoyo desde las instancias políti-cas competentes, entre otras la Viceconseje-ría de Pesca del Gobierno Canario. Sin em-bargo, hasta ahora la voluntad política de colaborar en este terreno ha sido práctica-mente inexistente en Canarias. Desde la finalización del informe final del proyecto en el año 2001 no hemos recibido respuesta a nuestras sugerencias de implementar la experiencia de alguna forma, ni tampoco ha sido recibida por las Federaciones Provin-ciales. Esta situación no es exclusiva de nuestra iniciativa, ya que la gestión de todo este sector en el archipiélago es muy defi-ciente en comparación con lo que ocurre por ejemplo en Galicia, donde el interés político por esta estrategias de diversificación de la actividad es manifiesto. En el ámbito de nuestra investigación sobre reservas marinas, y a pesar de que todavía el proyecto se encuentra en curso, hemos detectado una característica del diseño institucional de estas figuras de protección que merecería ser reconsiderada. Esto es, la participación de los usuarios en su implementación y gestión cotidiana re-sulta extremadamente limitada. Conside-ramos estas figuras como una iniciativa muy interesante para la conservación de los recursos y para realizar un uso más racio-nal de los mismos, pero desde nuestro pun-to de vista su diseño institucional ha de ser reconsiderado. Este modelo en España y Canarias va directamente en contra de la evidencia que muchos estudios aportan sobre las vías ideales de gestión de estas figuras (Roberts y Hawkins, 2000: 89-90): son las gobernadas por las poblaciones loca-les las que funcionan mejor, entre otras cosas por contar con mayor apoyo social y por hallarse sus gestores monitorizando continuamente la situación de los recursos y de las medidas de gestión. La dependen-cia de un modelo operativo muy complejo vinculado a comisiones de seguimiento que se reúnen con poca frecuencia y en el que apenas hay representación de la población local conduce con gran facilidad a la inefi-ciencia y la confrontación. La existencia de cofradías (Pascual Fernández, 1999) que podrían asumir algunas de las labores de gestión constituye un hecho que apenas ha sido aprovechado en el diseño institucional de estas figuras, y que probablemente habría de ser reconsiderado. Quizás de esta forma los usos y beneficios de las reservas, especialmente los relacionados con el tu-rismo, redundarán algo más a favor de las poblaciones de pescadores, disminuyendo los conflictos en torno a su gestión. La confluencia de estas dos experiencias de reservas marinas y pescaturismo podría constituir un contexto ideal para mejorar la posición de las poblaciones vinculadas con la actividad pesquera profesional en las islas, y un escenario perfecto para desarro-llar experiencias piloto que tengan como meta comprobar sobre el terreno las posibi-lidades reales que ofrecen estas iniciativas. Bibliografía Batista Medina, José Antonio 2001 El agua es de la tierra: la gestión co-munal de un sistema de riego del nor-deste de La Palma (Los Sauces). Madrid: 304 Las investigaciones sobre la pesca en Canarias: … Ministerio de Educación Cultura y De-porte Secretaría General Técnica. Cabrera Socorro, Gloria 1997 Los hombres y las mujeres de la mar: Isla de La Graciosa. 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Barcelona: Fe-deración de Asociaciones de Antropolo-gía del Estado Español-ICA (en prensa). NOTAS 1 Este trabajo es deudor de las investigaciones vinculadas al proyecto dirigido por el Dr. José Pascual Fernández titulado “Reservas marinas y poblaciones de pescadores litorales: impactos y estrategias para un desarrollo sostenible”, finan-ciado por el Ministerio de Ciencia y Tecnología y el FEDER dentro del Plan Nacional de Investiga-ción Científica, Desarrollo e Innovación Tecnoló-gica (I+D+I), con referencia REN 2001/3350/MAR. En el mismo participan: Dr. Agustín Santana, Dr. Juan Lluis Alegret, Dr. Jose A. Batista, Dr. J. Alberto Galván, Dra. Gloria Cabrera, D. Álvaro Díaz, D. Javier Macías, Dª Beatriz Martín, Dª Raquel de la Cruz, Dª Sara Pérez. 2 Decreto 30/1996, de 16 de febrero, por el que se establece una reserva marina de interés pesquero en la isla de El Hierro, en el entorno de la Punta de La Restinga, Mar de las Calmas, BOC 11 de Marzo de 1996. Orden de 24 de enero de 1996 por la que se establece una reserva marina en el entorno de la Punta de La Restinga-Mar de las Cal-mas (Isla de El Hierro); BOE número: 30-1996, 03/02/1996. Decreto 62/1995, de 24 de marzo, por el que se establece una reserva marina de interés pesquero en el entorno de la isla de La Graciosa y de los islotes del norte de Lanzarote, BOC 26 de abril de 1995. Orden de 19 de mayo de 1995 por la que se establece una reserva marina en el entorno de la Isla Graciosa y de los Islotes del Norte de Lanzarote; BOE núme-ro: 131-1995, 02/06/1995. Orden de 18 de julio de 2001 por la que se establece una reserva marina en la isla de La Palma, BOE número: 185-2001, 03/08/2001. 3 “TAZACORTE Actualmente se tramita una en la costa de Fuencaliente. La Corporación propone crear una segunda reserva marina en la Isla. TA-ZACORTE (REDACCIÓN). (…) El Pleno del Ayuntamiento de Tazacorte acordó en su última 306 Las investigaciones sobre la pesca en Canarias: … sesión, tras estudiar una moción presentada por Unión Bagañeta, solicitar a la Consejería de Agri-cultura y Pesca del Gobierno de Canarias que estudie y acelere la creación de una segunda re-serva marina en la Isla, además de la que ya se tramita en Fuencaliente.(…) Además, los conceja-les aseguran que de salir adelante su petición se desarrollará una actividad subacuática de cara a un turismo ecológico, de calidad, «que en todas las reservas existentes es una alternativa bastante aceptable», citando como ejemplos los casos de La Restinga, en El Hierro, y Cabrón, en Gran Canaria”. El Día (Santa Cruz de Tenerife) 17-5- 2000. Recibido: 15 de febrero de 2004 Aceptado: 30 de mayo de 2004
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Título y subtítulo | Las investigaciones sobre la pesca en Canarias: entre las reservas marinas y las nuevas formas de pescaturismo |
Autor principal | Fernández, José Pascual |
Publicación fuente | Pasos. Revista de turismo y patrimonio cultural |
Numeración | Volumen 02. Número 2 |
Sección | Notas de investigación |
Tipo de documento | Artículo |
Lugar de publicación | El Sauzal, Tenerife |
Editorial | Universidad de La Laguna |
Fecha | 2004-06 |
Páginas | pp. 296-306 |
Materias | Turismo ; Patrimonio cultural ; Publicaciones periódicas |
Enlaces relacionados | Página web: http://todopatrimonio.com/revistas/101-pasos-revista-de-turismo-y-patrimonio-cultural |
Copyright | http://biblioteca.ulpgc.es/avisomdc |
Formato digital | |
Tamaño de archivo | 247015 Bytes |
Texto | Vol. 2 Nº 2 págs. 295-306. 2004 www.pasosonline.org © PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural. ISSN 1695-7121 Notas de investigación Las investigaciones sobre la pesca en Canarias: entre las reservas marinas y las nuevas formas de pescaturismo1 José Pascual Fernández Instituto Universitario de Ciencias Políticas y Sociales (Universidad de La Laguna, España) E-mail: jpascual@ull.es La línea de investigación sobre la pesca en Canarias Las investigaciones sobre las poblacio-nes vinculadas al sector primario fueron, durante los setenta y los ochenta, uno de los themata dominantes en la antropología española. Siguiendo a Joan Prat, podríamos decir que hasta mediados de los setenta la disciplina en España se centra en tres obje-tos de estudio (1991: 118): las monografías de comunidad, el campesinado y los pueblos marginados del Estado Español. La aten-ción que desde los núcleos académicos fun-dadores de la disciplina en España se dio al tema de la pesca fue marginal y los investi-gadores extranjeros que visitaban España preferían el supuesto aislamiento de las tierras del interior, donde era más factible el análisis del modo de vida característico de la comunidad, al contexto cambiante de las zonas costeras ya ampliamente impac-tadas por el cambio cultural derivado del turismo y el desarrollismo de los años se-senta. En este contexto, muchos de los tra-bajos sobre pescadores resultaron bastante críticos con los planteamientos funcionalis-tas que subyacían en los modelos que en tales momentos se utilizaban en la investi-gación. El primer intento sistemático de estudio de las poblaciones de pescadores en España lo realizan, a partir de 1979, el grupo cana-rio de la Universidad de Laguna. Desde allí el tema de la pesca comienza a expandirse dentro de la antropología española (Pascual y Alegret, 2004). El interés de este grupo se centró en los pescadores litorales, desarro-llando proyectos de investigación en diver-sas poblaciones de las islas de Tenerife, El Hierro, Gran Canaria y La Graciosa (Lan-zarote). La diferencia de estos trabajos con los que se estaban realizando en otras zo-nas del Estado fue el haber constituido un proyecto de investigación colectivo adop-tando una perspectiva de análisis en la que el estudio de comunidades nunca fue el objetivo prioritario, y donde el estudio de ciertos problemas era el eje central. Si en algunos de los primeros trabajos (Pascual Fernández; Mesa Moreno et al., 1982) el enfoque podía tener algo que ver con los tradicionales estudios de comuni-dad, pronto el análisis comparativo entre diferentes poblaciones (Galván Tudela, 1982; Pascual Fernández y Mesa Moreno, 1985 [1981]) y el análisis de problemas concretos como las estrategias productivas, la historia y los procesos adaptativos que han dado lugar a las poblaciones de pesca-dores actuales, la territorialidad, el cambio tecnológico, las relaciones sociales de pro-ducción o los procesos de capitalización, se convirtieron en el objeto de estudio de estas investigaciones. A estos problemas de in-vestigación originarios se fueron añadiendo otros con el paso del tiempo. Así, el análisis del impacto del turismo se convirtió en uno de los temas de referencia en la antropolo-gía canaria a partir del trabajo de Santana 296 Las investigaciones sobre la pesca en Canarias: … (1990a). En segundo lugar, el análisis de los procesos de apropiación y gestión de los recursos naturales en Canarias también se desarrolló sobre pescadores, aunque poste-riormente se extendiera a otros ámbitos, como la gestión de sistemas de irrigación (Batista Medina, 2001), por ejemplo, y haya derivado al tema de la participación de los usuarios en los procesos de gestión en las cofradías u otras organizaciones (Pascual Fernández, 1999). En tercer lugar, el tema del género, que si bien estuvo presente des-de el principio entre los intereses de la an-tropología de la pesca en España (Oliver Narbona, 1989), no se consolidó hasta hace relativamente poco tiempo (Cabrera Soco-rro, 1997, 1998, 1999, 2000). En cuarto lugar, los análisis vinculados a la economía política, que intentan enlazar la situación de las poblaciones de pescadores litorales con la pesca desarrollada en el Banco Saha-riano y con procesos históricos, económicos y políticos más amplios (Cabrera Socorro, 2000; Galván Tudela, 1993; Pascual Fer-nández, 2003b). Por último, el interés por darle a la investigación un contenido apli-cado, participando en proyectos interdisci-plinares enfocados a la gestión del sector en el archipiélago (Macías González; Pascual Fernández et al., 1999; Pascual Fernández; Santana Talavera et al., 2001). Los proyectos en curso Esta línea de investigación ha contado con financiación competitiva desde sus co-mienzos, con numerosos proyectos y contra-tos de investigación. Actualmente se parti-cipa además en dos redes temáticas de in-vestigación financiadas por la UE, una de ellas sobre la gobernanza de las pesquerías, coordinada desde la Universidad de Áms-terdam (www.marecen-tre.nl), y otra sobre el papel de las mujeres en el sector pesque-ro europeo (www.fiswomen.org). En rela-ción a la colaboración en estas redes temá-ticas hay diversas publicaciones en prepa-ración, entre las que destacan la edición de una compilación de lecturas a publicar por la Universidad de Ámsterdam bajo el título Fish for Life hacia finales de 2004 o co-mienzos de 2005 con una importante cola-boración de nuestro equipo de investigación sobre los vínculos entre la actividad pes-quera y otros sectores económicos como el turismo. Asimismo, se encuentra en prepa-ración un Congreso Internacional sobre el papel de las mujeres en la pesca, el maris-queo y la agricultura, a celebrar en No-viembre de 2004 en Santiago de Composte-la (http://conference.-fishwomen.org). Entre los proyectos de investigación más destacados que se han desarrollado en los últimos años o que se encuentran todavía en curso podemos destacar dos. El primero, dirigido por los doctores José Pascual y Agustín Santana, con financiación de la Consejería de Agricultura y Pesca del Go-bierno Canario y aporte de fondos europeos, tenía como título: “Modelo de desarrollo integral de poblaciones litorales: pesca ar-tesanal, turismo y acuicultura” (Pascual Fernández; Santana Talavera et al., 2001). En este proyecto se intentaron sistematizar los trabajos realizados sobre los impactos del turismo en la actividad pesquera litoral en las islas, realizando nuevos estudios de campo ahora con una perspectiva interdis-ciplinar en la que se integraban aportacio-nes de biólogos y economistas. Además se planteó, con un enfoque en cierta medida aplicado, analizar qué factores han modu-lado las variaciones de los impactos del turismo en las distintas zonas de las islas, contemplando las alternativas que se abrí-an a las poblaciones de pescadores litorales para diversificar su actividad y combinar labores en diferentes ámbitos, como la acui-cultura o los servicios, con trabajos más o menos ocasionales realizados por diferentes miembros de las unidades domésticas, e incluso invirtiendo en pequeños negocios de servicios, restaurantes o apartamentos. En estas investigaciones se presta especial atención a los factores limitantes que difi-cultan tales estrategias en muchas zonas, y a las razones por las cuales los pescadores no se han implicado en el desarrollo de los cultivos marinos, con los que además man-tienen una dinámica de conflictos impor-tante (Pascual Fernández, 2001). Final-mente, se han realizado también propues-tas encaminadas a diseñar actividades al-ternativas a desarrollar por las familias de pescadores, enfocadas a aprovechar sus conocimientos, habilidades, experiencia, e incluso sus barcos e infraestructuras, y en las que se ofrecería a los visitantes la posi-bilidad de conocer de cerca las técnicas de pesca, los barcos, las zonas costeras, los José Pascual Fernández 297 platos característicos de la zona etc., lo que constituiría un conjunto de actividades que podríamos denominar pescaturismo. En Galicia a partir de estos trabajos se han realizado actualmente algunas experiencias puntuales en este mismo sentido como las que están comenzando a implementarse en 2004 en el municipio de Lira. En las pági-nas siguientes intentamos describir breve-mente el análisis de la situación y el esbozo de las posibilidades que esta alternativa puede plantear en Canarias. Otra de las líneas de trabajo recientes analiza la articulación entre sociedad y naturaleza desde la perspectiva de la acti-vidad pesquera. En ella se incardina el segundo proyecto al que antes nos refería-mos tiene como título “Reservas marinas y poblaciones de pescadores litorales: impac-tos y estrategias para un desarrollo soste-nible” (REN 2001-3350 / MAR), financiado por el Ministerio de Ciencia y Tecnología con el apoyo de fondos FEDER. En este proyecto se parte del análisis de los nuevos usos, turísticos y recreativos, que se dan a espacios litorales y marinos previamente utilizados de manera exclusiva por los pes-cadores, y las nuevas formas de territoria-lidad y de gestión de pesquerías que consti-tuyen las reservas marinas. Estas intentan preservar ciertas zonas de especial valor biológico de los excesos de la pesca, a la vez que procuran conjugar los usos turísticos y recreativos que se puedan realizar en tales espacios con la conservación de sus valores naturales. Los modelos de protección de estas reservas marinas pueden tomar mu-chas formas en diferentes comunidades autónomas, pero siempre se levantan limi-taciones al uso que los pescadores pueden realizar de tales espacios. El impacto de estas regulaciones en su actividad es claro, pero rara vez se evalúa. Igualmente, poco sabemos de los impactos que la declaración de reserva marina tiene sobre las restantes actividades económicas de las poblaciones de pescadores litorales y esto es precisa-mente lo que intentamos realizar entre otras cosas en este proyecto, explicando a la vez los procesos que han dado lugar a su nacimiento (Pascual Fernández, 2002, 2003a; Santana Talavera, 2002). Las opor-tunidades que se derivan del nuevo status de la zona frecuentemente son aprovecha-das por personas foráneas, y uno de los objetivos del proyecto es desvelar cuáles son los factores limitantes que impiden que los locales diversifiquen sus actividades. Ello permitiría definir las estrategias más adecuadas para que las poblaciones locales aprovechen los nuevos recursos y oportuni-dades que aparecen en su entorno para lograr un modelo de desarrollo adecuado y sostenible. Estos dos proyectos parten del análisis de los impactos que las poblaciones litora-les, y en especial, las vinculadas a la pesca, han recibido en los últimos decenios con la expansión turística que primero alcanzó a las islas de Gran Canaria y Tenerife, y que progresivamente se ha expandido al resto del archipiélago. En el siguiente apartado comentaremos la situación creada a partir de estos procesos, para posteriormente ana-lizar algunas de las transformaciones re-cientes que abren algunas vías de cambio novedosas. Procesos de cambio en las poblaciones lito-rales e impactos del turismo El desarrollo de muchas zonas de las is-las, en lo referente a parámetros económi-cos como renta o producto interior bruto, ha ido aparejado con muchas otras transfor-maciones. Quizás una de las más significa-tivas sea la demográfica, con unos niveles de crecimiento en la franja litoral, tanto de población flotante como estable, realmente importantes. Especialmente en el sudoeste de Gran Canaria, Tenerife o Fuerteventu-ra, zonas que eran previamente eriales se han convertido en urbanizaciones que aco-gen a muchos miles de personas. El turismo y la construcción, elementos indisociables en muchos contextos, han constituido el motor de estos procesos de cambio, que han incidido en múltiples niveles. Por ejemplo, han conducido a una creciente presión so-bre los recursos naturales, especialmente el agua, pero también la costa o los recursos marinos. La mano de obra previamente vinculada al sector primario será pronto atraída por estas nuevas actividades, pri-mero en las cercanías, posteriormente el mercado de trabajo va cobrando cada vez una dimensión más global, contribuyendo al decaimiento de la agricultura y de la actividad pesquera en muchas zonas de las islas. 298 Las investigaciones sobre la pesca en Canarias: … Con estos cambios estructurales se fue alterando progresivamente el medio am-biente de los espacios litorales. Las masivas construcciones en la costa, bien de urbani-zaciones, paseos marítimos, playas artifi-ciales o muelles, transformarán con rapidez algunos de los ecosistemas más importan-tes para la reproducción de las especies de interés para los pescadores litorales. La contaminación orgánica o química producto de este desarrollo incrementará aún más el efecto de estas transformaciones físicas, generando ecosistemas nuevos, más pobres, con menor variedad de especies y menos valiosos para la actividad pesquera. Estos nuevos usos del espacio no sólo afectarán al medio ambiente. En realidad, el proceso que estamos describiendo sobre todo impuso nuevos usos del territorio, marginando progresivamente a la agricul-tura y a la pesca. Muchos de los espacios litorales, así como las mismas casas de pes-cadores adquirirán un valor muy elevado en este nuevo contexto, y cambiarán a ma-nos de foráneos. Otros elementos del espa-cio urbano se modifican también, o se transforma su uso. El litoral o la playa se convierten en paseo marítimo, y la avenida sobre la playa se transforma en una suce-sión de terrazas de restaurantes para co-mer pescado fresco, como ocurre en el Puer-to de Las Nieves (Gran Canaria). Estos espacios, ocupados tradicionalmente por la población local, van a ser utilizados ahora, sobre todo, por foráneos. Los efectos de estas transformaciones tendrán una incidencia importante sobre las poblaciones litorales, aunque algunos de los procesos a los que conducirán no son totalmente nuevos. La actividad pesquera no ha estado aislada de otras labores pro-ductivas a través del tiempo. De hecho, ha sido combinada en las islas con muchas otras labores para conseguir el sustento. En ocasiones, los propios pescadores trabaja-ban en otros sectores alternativos. Bien en la agricultura, en el cabotaje o en la cons-trucción (de bancales, edificios y hasta ca-rreteras). En el seno de la familia, las espo-sas podían hallarse también vinculadas a la pesca, realizando la venta del producto, o bien trabajando en las factorías de procesa-do, que durante muchas décadas ocuparon a un volumen de población femenina signi-ficativo. Otras veces, las mujeres preferían dedicarse a ocupaciones como la agricultu-ra, para reducir la incertidumbre, y com-pensar las fluctuaciones de la actividad extractiva, en la que podían sucederse años buenos con otros muy malos. Los hijos e hijas jóvenes podían integrarse también en todas estas actividades, los varones con preferencia en el barco familiar, o en la unidad productiva en la que participaba el padre. Las hijas podían utilizar las mismas opciones que sus madres. Toda posibilidad era válida para utilizar al completo la fuer-za de trabajo de la unidad doméstica. En las últimas décadas las opciones de diversificación de actividades han ido apun-tando, cada vez con mayor intensidad, al binomio servicios-construcción. El desarro-llo turístico de las islas y la expansión eco-nómica que originó abrieron muchas opor-tunidades laborales, primero en la cons-trucción de las infraestructuras y, después, en los servicios que habían de ser prestados a los visitantes. Con frecuencia, los varones de las poblaciones litorales tenderán a combinar sus actividades con la construc-ción, mientras que las mujeres entrarán con mayor facilidad a trabajar en hoteles, apartamentos o comercios. La capacidad de absorber fuerza de trabajo de estos secto-res, especialmente en lo referente a la po-blación joven, tanto masculina como feme-nina, ha sido importantísima. Condiciones laborales distintas, en cierta forma más atractivas por los horarios, días libres, es-tabilidad en la retribución, y condiciones de trabajo (la percepción de la incomodidad de estar un barco, mojados), han desangrado progresivamente a la actividad pesquera litoral. La estima del oficio de pescador ha ido cambiando con el tiempo. En el pasado, un agricultor, sobre todo aquellos que eran propietarios de tierras, podía infravalorar o despreciar a los pescadores, desposeídos de la propiedad de medios de producción valio-sos como la tierra. Con la progresiva crisis de la agricultura, especialmente la vincula-da a las medianías e incluso a algunos cul-tivos de exportación como el tomate y el plátano en varias islas, pudo pensarse por un momento que quizás la situación se había invertido. Sin embargo, el paso del tiempo ha dejado cada vez más claro que la valoración tanto de la pesca como de la agricultura ha decaído de forma sustancial José Pascual Fernández 299 en las preferencias laborales de los jóvenes canarios, en un proceso que no es totalmen-te exclusivo de nuestra comunidad autóno-ma, sino que comparten otras como Anda-lucía, Cataluña o el País Vasco, donde el embarque de inmigrantes en ciertas flotas es también cada vez más frecuente. Prime-ro ocurrió con la flota pesquera del banco sahariano, que desde comienzos de los ochenta fue perdiendo efectivos, en una tendencia que todavía se ha acentuado con mayor claridad desde 1991. Al mismo tiem-po, en muchas poblaciones de pescadores litorales se ha producido también un éxodo desde la pesca hacia otras actividades vin-culadas al turismo y la construcción. Pri-mero los jóvenes, después los adultos de mediana edad, serán los que probarán suerte en otros sectores. En algunos casos se abandona totalmente el sector extracti-vo, en otros de forma solo temporal, y otras veces se intenta combinar a un tiempo am-bas labores, aunque el marco administrati-vo genera muchas dificultades para ello. En este sentido, resulta curioso el concepto de furtivo habitual en las poblaciones de pes-cadores: con frecuencia no se calificará así al antiguo pescador profesional que ahora no tiene sus papeles en regla, no posee una embarcación, pero a lo mejor sale incluso a levar nasas en el barco (de lista tercera) de un amigo. Los papeles no siempre se consi-deran como un factor esencial a la hora de juzgar estos comportamientos, que si fue-ran realizados por un foráneo de seguro serían calificados como furtivismo y posi-blemente denunciados. La combinación más o menos coyuntural de actividades permite justificar en cierta medida tales comporta-mientos. Las transformaciones que acaecen en es-tas poblaciones van a tener todavía mayor calado del que hemos comentado. Afectarán directamente a dos elementos más: a las estrategias de las unidades productivas y a los patrones de inversión de los excedentes. La escasez de mano de obra dificultará, entre otras cosas, la inversión en barcos mayores que necesitan de varios marineros, al igual que afectará al empleo de las técni-cas que precisan de mucha fuerza de traba-jo. No es fácil conseguir marineros prepa-rados fuera de la familia, y mucho menos formar a “gente de tierra” para estas labo-res. El envejecimiento de la población pes-quera y la falta de renovación generacional pueden constituir factores limitantes muy claros para cualquier estrategia de reinver-sión y adquisición de embarcaciones más capitalizadas. Los excedentes del producto del trabajo familiar, en este contexto, tien-den a ubicarse en otros sectores, que ofrez-can mayor seguridad y rendimientos complementarios a la pesca. La inversión en bares-restaurantes se convierte en una estrategia significativa para incrementar el valor añadido del pescado fresco, permi-tiendo utilizar la fuerza de trabajo de toda la familia, especialmente la femenina. La inversión inmobiliaria se convierte también en una alternativa relevante por la seguri-dad de la inversión, los beneficios a corto plazo de los arrendamientos y la revalori-zación a medio plazo de las viviendas o locales. La inversión en apartamentos se convierte, de esta forma, en una opción especialmente apreciada por los buenos rendimientos y la escasa inversión de tra-bajo que hay que emplear en su manteni-miento. Sobre la casa, en las cercanías cuando hay terreno disponible, se construi-rán de esta forma viviendas para alquilar a los foráneos. El factor limitante en este caso será la disponibilidad de suelo, lo que conduce a que sea una estrategia habitual en algunas poblaciones, y rara en otras donde resulta mucho más difícil conseguir terreno para construir. La acuicultura podría ser una opción pa-ra invertir parte de los excedentes, pero tiene varios inconvenientes. En primer lugar, el volumen de capital necesario para emprender la actividad es muy importante, y el riesgo de invertir tal volumen de dinero en instalaciones y peces sujetos a las in-clemencias de la mar puede juzgarse como excesivo, sobre todo para aquellos pescado-res de cierta edad y baja formación que están buscando una alternativa segura, y que exija pocos esfuerzos, para invertir sus ahorros. Iniciativas cooperativas en este terreno serían posibles, pero hasta ahora no se han concretado en las islas. La forma-ción necesaria para gestionar una empresa de este tipo, tanto en lo referente a los as-pectos técnicos de los cuidados a los peces como respecto a la gestión empresarial, superan la capacidad y la formación habi-tual en las poblaciones de pescadores. En este contexto, la única alternativa puede 300 Las investigaciones sobre la pesca en Canarias: … ser formar a jóvenes de estas poblaciones para que trabajen en las explotaciones ca-pitalizadas y gestionadas económicamente por otros. Los acuerdos de colaboración ya concretados entre algunas empresas de acuicultura y ciertas cofradías y cooperati-vas abren, de cualquier forma, perspectivas interesantes para la coordinación de ambos sectores. El pescaturismo, ¿una alternativa? En el contexto de crisis y sangría de efectivos a que se enfrenta la pesca litoral de las islas las posibilidades para fijar po-blación a la actividad pesquera, mejorando a la vez su nivel de vida y el prestigio de la profesión, no son muchas. En los últimos años y a través de diversos proyectos se ha venido planteando cuáles podrían ser las alternativas a dibujar para, por ejemplo, revalorizar en cierta medida la actividad y retener a los jóvenes en mayor medida de lo habitual en las últimas décadas. Nosotros estimamos que habría que ac-tuar en varios frentes. En primer lugar, habría que revalorizar la cultura de los pescadores, a través de activar patrimo-nialmente sus saberes, habilidades y prác-ticas tradicionales, dándoles un especial valor y haciendo que lleguen al gran públi-co. Centros de interpretación y museos de la pesca pueden cubrir en este contexto un importante papel de difusión. En ellos de-berían participar directamente los pescado-res y sus cofradías, que podrían tener im-portantes funciones en la gestión. Eviden-temente esto no es un modelo que pueda extenderse indiscriminadamente por todo el archipiélago, pero probablemente basta-rían unas pocas iniciativas de este tipo, integradas con las reservas marinas que se están creando en diferentes zonas de las islas, para comenzar a cambiar algunas tendencias. Esto ha de ser complementario con la actividad del pescaturismo, que des-de nuestra perspectiva resulta clave a la hora de fomentar la incorporación de pobla-ción joven al sector, incrementando los in-gresos y el prestigio de la pesca. Esta actividad se funda en utilizar las propias embarcaciones de los pescadores, acondicionadas en cuanto a seguridad en la mar si fuera necesario, para llevar turistas a conocer el litoral, a ver las faenas pesque-ras o a participar en ellas. Evidentemente, casi siempre se dará una combinación entre estas tres actividades, e incluso podrá coor-dinarse con el alojamiento y labores de res-tauración para los visitantes. Estos barcos deberían permanecer en la lista tercera, lo que exige un cambio legislativo respecto a la situación actual, muy restrictiva en este sentido. Es más, sólo podrían participar en esta iniciativa pescadores profesionales con sus barcos “en regla”, de manera que el cambio de lista imposibilitara el ejercicio del pescaturismo (Pascual Fernández; San-tana Talavera et al., 2001). De hecho, los centros de interpretación y los museos de-berían en cierta forma de otorgar una espe-cie de marchamo de calidad a estas activi-dades, a desarrollar únicamente por profe-sionales con sus barcos y sus artes de pes-ca. Esta oferta debería estar claramente diferenciada de las restantes actividades de pesca deportiva de altura, así como de las excursiones marítimas desarrolladas por las embarcaciones de lista sexta. Se trata-ría de ofertar la especificidad cultural de las poblaciones de pescadores a través del conocimiento de sus habilidades, técnicas de pesca y modelos de organización del tra-bajo, a la par que se muestran las riquezas naturales del litoral canario. La activación patrimonial de las tradiciones, formas de trabajo y especialmente de los conocimien-tos etnoictiológicos o del territorio de las poblaciones de pescadores litorales resulta en este terreno absolutamente esencial, y las estrategias que se pueden desarrollar en este terreno son múltiples. Esto modelo estrictamente no es nuevo. Ya ha sido plenamente desarrollado en Italia, especialmente en el sur, con un re-conocimiento legislativo parcial desde 1982 que se desarrolla en 1999, y su expansión ha ocurrido precisamente en los últimos cuatro años. En otros países europeos como Eslovenia tales experiencias tienen todavía mayor tradición, desde principios de los 90 se desarrollan con mayor o menor intensi-dad. La difusión de esta actividad ha sido muy importante y según nuestros datos los resultados en Italia están siendo bastante positivos. Además, a diferencia de Italia, en muchas zonas de las islas resulta factible el realizar esta actividad durante todo el año. Las embarcaciones necesarias no tendrían que diferir mucho de las utilizadas actual- José Pascual Fernández 301 mente en Canarias y esto puede conducir a unos ingresos adicionales importantes que ayuden a fijar población joven a la activi-dad. Las cofradías y cooperativas de pescado-res tendrían aquí un papel clave. La ges-tión de esta actividad implica un soporte institucional, comercial y publicitario im-portante. Hacen falta una serie de organi-zaciones que den este respaldo y que inte-gren de forma coherente y coordinada las distintas opciones que puedan ofertar sus asociados. Las cofradías, y en algún caso las cooperativas, son aquí la única opción razonable. El desarrollo de estas activida-des se vería especialmente favorecido en las zonas que ya cuentan con reservas mari-nas, por sus atractivos naturales y por la posibilidad de integrar en un solo centro de interpretación el análisis de las riquezas naturales de la reserva junto con el de las tradiciones culturales vinculadas a la acti-vidad pesquera. La implantación de esta iniciativa en tales zonas, que ya cuentan con un flujo significativo de visitantes inte-resados en sus riquezas naturales, puede servir de modelo para la viabilidad de la experiencia en otros lugares menos favore-cidos. Sin embargo, actualmente la realización de actividades vinculadas con el turismo por parte de los pescadores, al menos utili-zando sus embarcaciones de lista tercera, es en España muy difícil por las trabas que la propia administración genera sobre la utilización de los barcos de pesca profesio-nal para otros usos. Los discursos que des-de la administración se enuncian propug-nando la diversificación del sector se en-frentan con una realidad legislativa terca y restrictiva, en la que no se permite ni remo-tamente la combinación de actividades des-arrolladas en Italia, Francia, Suecia o Eslo-venia, aunque muy recientemente se apre-cia un cierto cambio de tercio con el nuevo gobierno del estado que podría propiciar el necesario cambio legislativo para el comple-to desarrollo de la actividad. Las reservas marinas en Canarias Actualmente en Canarias hay tres re-servas marinas en funcionamiento, una alrededor de la Isla de La Graciosa, otra en el Suroeste de El Hierro y la última de re-ciente creación en el Sur de La Palma2. La implantación de estas reservas ha sido rea-lizada con un cierto acuerdo por parte de las cofradías implicadas. Además, en varios de los decretos que marcan su creación se hace referencia explícita al deseo de los pescadores de establecer la reserva (62/1995, BOC) o a que se ha dado audien-cia al sector pesquero afectado (Orden de 18 de julio de 2001, BOE 3 de Agosto). Sin embargo, su creación parece obedecer más a la necesidad de regenerar los recursos demersales, y a la iniciativa de biólogos y conservacionistas que a las demandas del sector, que también se expresaron, por ejemplo en La Restinga cuando el 30 de Marzo de 1995 se aprobó la creación de la reserva con el pronunciamiento favorable de 40 de los 49 cofrades con derecho a voto (Pascual Fernández; Santana Talavera et al., 2001: 84). No ocurrió de la misma forma en todos los casos, y en la Reserva Marina de La Graciosa la iniciativa no partió de los pescadores, ni la aceptación que esta tuvo al principio fue la idónea (Martín-Sosa; Brito et al., 2001: 89). En general podemos afirmar que las primeras iniciativas partie-ron siempre en Canarias de instancias dife-rentes a las poblaciones de pescadores, aunque estos acogieran después con calor o frialdad tales propuestas. Las aportaciones en Canarias de las re-servas marinas ya implantadas desde un punto de vista conservacionista podemos decir que han sido relevantes. A pesar de que los estudios biológicos de evaluación realizados cuentan con algunas limitacio-nes, resulta evidente que ciertos recursos como las viejas (sparisoma cretense) se han recuperado notoriamente dado el incremen-to de capturas producido. Además, la res-tauración de los ecosistemas a una situa-ción donde el impacto humano es limitado, o prácticamente inexistente como ocurre en las zonas de reserva integral, permite que se recuperen en tales zonas especies de lento crecimiento, regenerándose ecosiste-mas de gran diversidad y riqueza. En un contexto de progresivo deterioro de la fran-ja litoral en gran parte de las costas del archipiélago, estas figuras de protección indudablemente pueden ayudar a preservar buena parte de nuestro patrimonio natural. Sin embargo, una consecuencia de la creación de reservas marinas es el incre- 302 Las investigaciones sobre la pesca en Canarias: … mento del flujo de turistas atraídos por unos atractivos naturales incuestionables. Las actividades que estos turistas desarro-llan pueden generar impactos sensibles en la propia reserva, pero pueden constituir una alternativa económica para aquellas unidades domésticas que pueden ver res-tringida su actividad pesquera. Sin embar-go, en las reservas marinas de Canarias parece que las oportunidades económicas que se derivan de la presencia de turistas en la zona no son aprovechadas por los lo-cales sino por personas foráneas, que tie-nen una participación importante en los clubes de buceo, bares, barcos de transporte o excursiones, etc. Tales usos turísticos han recibido hasta ahora menor atención de parte de los científicos que han colaborado en su diseño, pero con frecuencia los políti-cos que han demandado su implantación han tenido muy en cuenta su efecto para incrementar un turismo alternativo de ca-lidad. Especialmente en el caso de la última reserva implantada en Canarias, en La Palma, políticos de municipios aledaños al de la Reserva como Tazacorte demandaban otra adicional con tal fin, entre otros3. Las reservas marinas tienen el mismo atractivo para los turistas que los parques nacionales tierra adentro (Roberts y Hawkins, 2000: 69), ya que la gente supone que la vida marina será más fascinante y estará bien protegida, y de facto cuando este es el caso se pueden encontrar en ellas ejemplares de peces inusuales, de mayor tamaño o más abundantes de lo habitual. Las reservas marinas podrían ofrecer a los pescadores oportunidades importantes de mejorar su nivel de vida, pero de hecho se ven limita-dos por algunos aspectos de nuestra legis-lación. Una de las actividades más intere-santes que podrían desarrollar son los pa-seos en barco y las excursiones de pesca, pero con la legislación actual, como antes comentábamos, no pueden utilizar sus bar-cos para tales fines, a diferencia de lo que ocurre por ejemplo en otros países euro-peos. Esto limita enormemente las posibili-dades de mejorar su nivel de vida y de re-ducir su esfuerzo pesquero al implicarse a tiempo parcial en actividades alternativas que valorizarían sus conocimientos del me-dio reduciendo al mismo tiempo su necesi-dad de extraer recursos marinos para ga-narse la vida (Pascual Fernández; Santana Talavera et al., 2001: ; Roberts y Hawkins, 2000: 70). Conclusiones Éstos son, a grandes rasgos, algunos de los procesos que se han dado en las pobla-ciones litorales canarias en los últimos años. El turismo y la construcción, elemen-tos indisociables en muchos contextos, han constituido el motor de variados y profun-dos procesos de cambio. En el aspecto físico, estas transformaciones estructurales han ido alterando progresivamente el medio ambiente de los espacios litorales. Las ma-sivas construcciones en la costa, bien de urbanizaciones, paseos marítimos, playas artificiales o muelles, transformaron con rapidez algunos de los ecosistemas más importantes para la reproducción de las especies de interés para los pescadores lito-rales (Pascual Fernández; Santana Talave-ra et al., 2001). Estos nuevos usos del espa-cio no sólo afectarán al medio ambiente. En realidad, el proceso que estamos descri-biendo sobre todo impuso nuevos usos del territorio, marginando progresivamente a la agricultura y a la pesca. En cuanto a las áreas protegidas, las re-servas marinas, las limitaciones impuestas han reducido los efectos de la sobrepesca sobre tales entornos, pero las nuevas for-mas de uso –turístico- no están exentas de riesgo. La acción mecánica de las cadenas y anclas, las basuras que se arrojan por la borda, los derrames accidentales de carbu-rantes y aceites, el buceo, la congestión en puntos determinados, entre otros, pueden causar severos daños sobre todo a especies de carácter sedentario (Salmona y Verardi, 2001), pero también a muchas otras como los mamíferos marinos (Davis; Banks et al., 1997), que suelen hallarse asociados estre-chamente a estas variantes de ecoturismo y que en Tenerife son relativamente impor-tantes. Pero uno de los problemas funda-mentales en esta área es la territorializa-ción que se establece sobre el espacio mari-no, y que habitualmente deja a los pescado-res en un papel relativamente marginal a la hora de controlar la gestión que se hace del espacio protegido, ahora en manos de una estructura administrativa en la que frecuentemente tienen un papel marginal. Mientras que una parte importante de José Pascual Fernández 303 estos efectos adversos del turismo sobre las áreas de reserva pueden ser minimizados a través de una buena gestión y control de las mismas, la corrección del impacto socioeco-nómico de las declaraciones de protección sobre las poblaciones se muestra más ardua y menos efectiva a corto plazo. Una de las respuestas puede ser el impulso del turismo marino en tanto que promueve actividades que deben ser planteadas como complemen-tarias, en unos casos, y alternativas, en otros, a la explotación tradicional del me-dio, pero en el mismo entorno. Esta carac-terística de los productos turísticos vincu-lados al turismo marino le diferencia cla-ramente de las formas de la actividad turís-tica anteriores, que se distinguían, entre otras cuestiones, por formar un polo de atracción de fuerza de trabajo (Santana Talavera, 1990b), desarraigándola y sepa-rándola físicamente de su entorno produc-tivo anterior (agricultura o pesca). Una de nuestras preocupaciones funda-mentales en este terreno es articular la investigación realizada con la implementa-ción de políticas y experiencias que puedan ayudar a mejorar la situación de las pobla-ciones locales y a mitigar los impactos sobre el territorio de la actividad turística. Con tal fin intentamos desarrollar experiencias piloto en este sentido en colaboración con las Federaciones Provinciales de Cofradías de Pescadores en Canarias, que a su vez reclaman apoyo desde las instancias políti-cas competentes, entre otras la Viceconseje-ría de Pesca del Gobierno Canario. Sin em-bargo, hasta ahora la voluntad política de colaborar en este terreno ha sido práctica-mente inexistente en Canarias. Desde la finalización del informe final del proyecto en el año 2001 no hemos recibido respuesta a nuestras sugerencias de implementar la experiencia de alguna forma, ni tampoco ha sido recibida por las Federaciones Provin-ciales. Esta situación no es exclusiva de nuestra iniciativa, ya que la gestión de todo este sector en el archipiélago es muy defi-ciente en comparación con lo que ocurre por ejemplo en Galicia, donde el interés político por esta estrategias de diversificación de la actividad es manifiesto. En el ámbito de nuestra investigación sobre reservas marinas, y a pesar de que todavía el proyecto se encuentra en curso, hemos detectado una característica del diseño institucional de estas figuras de protección que merecería ser reconsiderada. Esto es, la participación de los usuarios en su implementación y gestión cotidiana re-sulta extremadamente limitada. Conside-ramos estas figuras como una iniciativa muy interesante para la conservación de los recursos y para realizar un uso más racio-nal de los mismos, pero desde nuestro pun-to de vista su diseño institucional ha de ser reconsiderado. Este modelo en España y Canarias va directamente en contra de la evidencia que muchos estudios aportan sobre las vías ideales de gestión de estas figuras (Roberts y Hawkins, 2000: 89-90): son las gobernadas por las poblaciones loca-les las que funcionan mejor, entre otras cosas por contar con mayor apoyo social y por hallarse sus gestores monitorizando continuamente la situación de los recursos y de las medidas de gestión. La dependen-cia de un modelo operativo muy complejo vinculado a comisiones de seguimiento que se reúnen con poca frecuencia y en el que apenas hay representación de la población local conduce con gran facilidad a la inefi-ciencia y la confrontación. La existencia de cofradías (Pascual Fernández, 1999) que podrían asumir algunas de las labores de gestión constituye un hecho que apenas ha sido aprovechado en el diseño institucional de estas figuras, y que probablemente habría de ser reconsiderado. Quizás de esta forma los usos y beneficios de las reservas, especialmente los relacionados con el tu-rismo, redundarán algo más a favor de las poblaciones de pescadores, disminuyendo los conflictos en torno a su gestión. La confluencia de estas dos experiencias de reservas marinas y pescaturismo podría constituir un contexto ideal para mejorar la posición de las poblaciones vinculadas con la actividad pesquera profesional en las islas, y un escenario perfecto para desarro-llar experiencias piloto que tengan como meta comprobar sobre el terreno las posibi-lidades reales que ofrecen estas iniciativas. Bibliografía Batista Medina, José Antonio 2001 El agua es de la tierra: la gestión co-munal de un sistema de riego del nor-deste de La Palma (Los Sauces). Madrid: 304 Las investigaciones sobre la pesca en Canarias: … Ministerio de Educación Cultura y De-porte Secretaría General Técnica. Cabrera Socorro, Gloria 1997 Los hombres y las mujeres de la mar: Isla de La Graciosa. 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Barcelona: Fe-deración de Asociaciones de Antropolo-gía del Estado Español-ICA (en prensa). NOTAS 1 Este trabajo es deudor de las investigaciones vinculadas al proyecto dirigido por el Dr. José Pascual Fernández titulado “Reservas marinas y poblaciones de pescadores litorales: impactos y estrategias para un desarrollo sostenible”, finan-ciado por el Ministerio de Ciencia y Tecnología y el FEDER dentro del Plan Nacional de Investiga-ción Científica, Desarrollo e Innovación Tecnoló-gica (I+D+I), con referencia REN 2001/3350/MAR. En el mismo participan: Dr. Agustín Santana, Dr. Juan Lluis Alegret, Dr. Jose A. Batista, Dr. J. Alberto Galván, Dra. Gloria Cabrera, D. Álvaro Díaz, D. Javier Macías, Dª Beatriz Martín, Dª Raquel de la Cruz, Dª Sara Pérez. 2 Decreto 30/1996, de 16 de febrero, por el que se establece una reserva marina de interés pesquero en la isla de El Hierro, en el entorno de la Punta de La Restinga, Mar de las Calmas, BOC 11 de Marzo de 1996. Orden de 24 de enero de 1996 por la que se establece una reserva marina en el entorno de la Punta de La Restinga-Mar de las Cal-mas (Isla de El Hierro); BOE número: 30-1996, 03/02/1996. Decreto 62/1995, de 24 de marzo, por el que se establece una reserva marina de interés pesquero en el entorno de la isla de La Graciosa y de los islotes del norte de Lanzarote, BOC 26 de abril de 1995. Orden de 19 de mayo de 1995 por la que se establece una reserva marina en el entorno de la Isla Graciosa y de los Islotes del Norte de Lanzarote; BOE núme-ro: 131-1995, 02/06/1995. Orden de 18 de julio de 2001 por la que se establece una reserva marina en la isla de La Palma, BOE número: 185-2001, 03/08/2001. 3 “TAZACORTE Actualmente se tramita una en la costa de Fuencaliente. La Corporación propone crear una segunda reserva marina en la Isla. TA-ZACORTE (REDACCIÓN). (…) El Pleno del Ayuntamiento de Tazacorte acordó en su última 306 Las investigaciones sobre la pesca en Canarias: … sesión, tras estudiar una moción presentada por Unión Bagañeta, solicitar a la Consejería de Agri-cultura y Pesca del Gobierno de Canarias que estudie y acelere la creación de una segunda re-serva marina en la Isla, además de la que ya se tramita en Fuencaliente.(…) Además, los conceja-les aseguran que de salir adelante su petición se desarrollará una actividad subacuática de cara a un turismo ecológico, de calidad, «que en todas las reservas existentes es una alternativa bastante aceptable», citando como ejemplos los casos de La Restinga, en El Hierro, y Cabrón, en Gran Canaria”. El Día (Santa Cruz de Tenerife) 17-5- 2000. Recibido: 15 de febrero de 2004 Aceptado: 30 de mayo de 2004 |
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