mdC
|
pequeño (250x250 max)
mediano (500x500 max)
grande
Extra Large
grande ( > 500x500)
Alta resolución
|
|
Vol. 6 Nº 2 págs. 159-171. 2008 Special Issue – Número Especial www.pasosonline.org © PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural. ISSN 1695-7121 La creación de productos turísticos utilizando rutas enológicas Tomás J. López-Guzmán Guzmáni Sandra Mª Sánchez Cañizares ii Universidad de Córdoba (España) Resumen: Los cambios que se están produciendo en la actividad turística en los últimos años están llevando a la creación de nuevos productos turísticos, destacando los relacionados con las raíces locales y regionales. En este trabajo presentamos un análisis sobre la creación y desarrollo de rutas enológicas como producto turístico en determinadas áreas rurales. Y este análisis lo planteamos desde una triple perspectiva: primera, un estudio en profundidad acerca de qué son las rutas turísticas enológicas y su creación y desarrollo en otros países; segundo, un análisis de cómo se certifican en España las rutas del vino; y tercera, una referencia a una ruta del vino certificada en España, la de Montilla-Moriles en la provincia de Córdoba. Palabras clave: Enoturismo, Rutas turísticas, Producto turístico, Desarrollo rural, Montilla-Moriles Abstract: The changes that are taking place in the tourist activity in the last years are taking to the crea-tion of new tourist products, highlighting those related with the local and regional roots. In this paper we present an analysis on the creation and development of wine routes like tourist product in certain rural areas. And this analysis outlines it from a triple perspective: first, a study in depth they are the wine routes and its creation and development in other countries about what; second, an analysis they are certi-fied in Spain the routes of the wine of how; and third, a reference to a route of the wine certified in Spain, that of Montilla-Moriles in the county of Córdoba. Keywords: Wine tourism; Tourist routes; Tourist product; Rural development; Montilla-Moriles i Tomás J. López-Guzmán Guzmán es Doctor en Ciencias Económicas y Empresariales y Profesor del Área de Economía Aplicada en la Universidad de Córdoba. E-mail: tomas.lopez@uco.es ii Sandra Mª Sánchez Cañizares es Doctora en Ciencias Económicas y Empresariales y Profesora del Área de Organización de Empresas en la Universidad de Córdoba. 160 La creación de productos turísticos utilizando rutas enológicas PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 6(2). 2008 Número Especial. Turismo Gastronómico y Enoturismo ISSN 1695-7121 Introducción El turismo está evolucionando hacia via-jes más cortos en el tiempo y con una ma-yor frecuencia, lo que está implicando que los viajeros, además de visitar los clásicos destinos de sol y playa, estén optando por descubrir nuevos lugares, y ello está propi-ciando que la oferta turística, impulsada en ocasiones por las diferentes administracio-nes públicas, esté creando nuevos productos turísticos para dar respuesta a los actuales gustos del consumidor. Asimismo, esta ac-tividad está evolucionando hacia una nueva segmentación del propio viajero, como sería el caso del turismo temático. Entre las ten-dencias que se está detectando en los últi-mos años, existe un interés creciente por parte de los turistas por conocer la gastro-nomía de determinadas zonas, y dentro de ésta, por todo lo relacionado con el vino. Así, el vino, la comida, el turismo y sus factores adyacentes son los elementos fun-damentales del producto -turismo del vino-que suministra una experiencia y un de-terminado estilo de vida de los visitantes. Y, de hecho, se crean las sinergias para vincular a los enoturistas con otras rutas como la del queso, el aceite, la lamprea u otros alimentos (Elías Pastor, 2006). Vino y turismo (y engarzado con la gastronomía local) aparece como una simbiosis perfecta para que los visitantes puedan apreciar un producto distinto, promoviendo el desarro-llo económico de las regiones vitivinícolas, a través tanto de las ventas de vino en las propias bodegas como de las nuevas opor-tunidades de negocios que surgen. Los re-cientes estudios en torno al tema del turis-mo del vino sugieren, y promueven, la idea de que la gastronomía y el vino pueden ser, y a menudo son, ya el principal motivo para visitar a una determinada región y no ser necesariamente una segunda (o comple-mentaria) actividad del viaje. El turismo del vino presenta una com-pleta experiencia sensorial (Getz, 2000): el visitante puede experimentar el placer del sabor, del olor, del tacto, de la vista y del sonido. Cualquier enoturista, con indepen-dencia de sus conocimientos de enología, aprecia el paladar de los diferentes vinos, el olor de las bodegas, la manera de coger una copa para catar un caldo, la visión de una bodega, a veces centenaria, o el sonido de abrir una botella de buen vino. Este pro-ducto forma parte de la historia cultural, social, económica y ambiental de los pue-blos y de sus habitantes, llegando incluso a definirse de forma más amplia toda esta temática como “el paisaje del vino” (Brunori y Rossi, 2001). Y ello porque refleja tam-bién un determinado estilo de vida de los diferentes países, ya que es algo arraigado en su propia cultura y tradición (Mitchell y Hall, 2006). El enoturismo, aunque incipiente en Es-paña, tiene ya una gran tradición en otros países, sobre todo en los que se conocen, desde el punto de vista enológico, como el Nuevo Mundo (el Valle de Napa en Estados Unidos, Chile, Australia o Sudáfrica). La clusterización de actividades y atracciones, y el desarrollo de rutas turísticas, estimula la cooperación y relación entre las diferen-tes empresas de las áreas rurales. Por tan-to, el turismo, y la creación de rutas enoló-gicas, es una alternativa para llevar a cabo estrategias de desarrollo y regeneración económica y social de áreas rurales, siendo las cooperativas una de las formas organi-zativas con más futuro en el campo del tu-rismo rural (y, por ende, en el enológico), debido a que se pueden adaptar de una manera más rápida a las exigencias de la demanda (Fernández Méndez y Puig Martínez, 2002). El turismo del vino, como modelo de desarrollo económico sostenible e integrador de determinadas áreas, es capaz de dinamizar la competitividad de un terri-torio, incrementar y mejorar la producción vinícola, respetar el medio ambiente y me-jorar las condiciones de vida de los ciuda-danos. El objetivo de este trabajo es realizar un análisis sobre cómo se crean y desarrollan las rutas turísticas enológicas como concep-to diferenciado dentro de las investigacio-nes relacionadas con la creación de produc-tos turísticos. Para ello vamos a basarnos en una ruta ya establecida y consolidada en España, la Ruta del Vino Montilla-Moriles, la cual puede servir de ejemplo para el de-sarrollo (y potenciación) del enoturismo en otras áreas geográficas. En este mismo sentido, vamos a presentar un estudio acer-ca de qué son las rutas enológicas y de su situación y desarrollo en diferentes países. Tomás J. López-Guzmán Guzmán y Sandra Mª Sánchez Cañizares 161 PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 6(2). 2008 Número Especial. Turismo Gastronómico y Enoturismo ISSN 1695-7121 Asimismo, también nos vamos a centrar en el análisis de cómo se crean y certifican rutas oficiales del vino en España, para finalmente centrarnos en un estudio de caso sobre una determinada ruta del vino certificada, la implantada en la comarca de Montilla-Moriles en la provincia de Córdo-ba. Para cumplir estos objetivos, la estruc-tura de este trabajo se divide, tras esta introducción, en un segundo apartado don-de someramente se señala la relación entre turismo y vino; en el apartado tercero nos centramos en las rutas turísticas enológi-cas, en el apartado cuarto se analiza cómo se crean en España rutas oficiales del vino y, finalmente, en el apartado quinto pre-sentamos un estudio de la ruta anterior-mente señalada. Turismo y vino El origen de las investigaciones en el campo del enoturismo se remota a media-dos de la década de los noventa del siglo pasado, centrándose tanto en su influencia sobre las zonas rurales como en el compor-tamiento de los propios turistas (Getz, 2000; Hall, 1996). Dos libros ahondaron en este tema: Wine Tourism Around the Word (Hall et al., 2000) y Explore Wine Tourism (Getz, 2000), junto con una serie de reunio-nes científicas de carácter regional, nacio-nal e internacional (Berveland, 2000; Carl-sen, 2004 y Mitchell y Hall, 2006). En con-secuencia, el enoturismo ha adquirido en los últimos años un gran desarrollo en la literatura científica. Así, documenta inves-tigaciones en Australia (Jolley, 2002), Ca-nadá (Hashimoto y Telfer, 2003; Getz y Brown, 2006b), Chile (Egan y Bell, 2002), Hungria (Szivas, 1999), Italia (Brunori y Rossi, 2000), Nueva Zelanda (Beverland, 1988), Portugal (Hall y Mitchell, 2000; Co-rreia et al., 2004), Sudáfrica (Bruwer, 2003) y España (Gilbert 1992, y Hall y Mitchell, 2000). Los primeros trabajos científicos en España abordaban principalmente la zona de La Rioja (Gilbert, 1992), los cuales se han completado en los últimos años con el estudio de otras zonas vinícolas como Prio-rato (Armesto López y Gómez Martín, 2004), Ribera del Duero (Alvear González et al., 2007) o Utiel-Requena (Clemente Ricolfe et al., 2005). La definición y conceptualización del término enoturismo no es uniforme ya que se puede analizar desde diferentes ópticas, como la perspectiva del marketing o la mo-tivación de los viajeros. Así, Hall et al. (2000) consideran que el turismo del vino es la experiencia de visitar viñedos, conocer bodegas, asistir a festivales y a demostra-ciones vinícolas en los cuales la cata del vino y/o la experiencia de los atributos del mismo son el principal motivo para los visi-tantes. Por su parte, Getz y Brown (2006a) consideran que el enoturismo es simultá-neamente un comportamiento del consumi-dor, una estrategia para desarrollar el área geográfica y el mercado del vino de dicha zona, y una oportunidad de promoción de las bodegas para vender sus productos di-rectamente a los consumidores. El enoturismo se está configurando en los últimos años como una vía complemen-taria de creación de empleo y de generación de riqueza en las zonas rurales. Ello es debido a que el vino es un elemento intere-sante para el turismo fundamentalmente por tres razones: incrementa los flujos turísticos en esa área geográfica, crea una importante imagen de destino turístico de calidad y sirve para desarrollar la comarca (Szivas, 1999). O’Neill y Charters (2000) señalan que el enoturismo atrae a un turis-ta ético y responsable que interactúa co-rrectamente con los residentes y que gasta importantes sumas de dinero. Carlsen (2004) y Getz y Brown (2006a) profundizan en la interrelación entre turismo y vino, y así consideran que las pequeñas y media-nas bodegas son las más beneficiadas económicamente ya que pueden vender a los viajeros parte de su producción en la propia bodega. En la actualidad son numerosas las líneas de investigación que existen en este campo. En este sentido, Mitchell y Hall (2006) identifican siete grupos diferentes en las investigaciones realizadas sobre enotu-rismo: A. Producto enoturístico. Esta línea analiza la confluencia entre el turismo y las in-dustrias vitivinícolas en un determinado contexto, incluyendo el paisajístico. De-ntro de este campo, los estudios se cen-tran en las bodegas, en los festivales del vino, en las rutas turísticas y en otras atracciones relacionadas con el vino, como serían los centros de interpreta- 162 La creación de productos turísticos utilizando rutas enológicas PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 6(2). 2008 Número Especial. Turismo Gastronómico y Enoturismo ISSN 1695-7121 ción o los museos temáticos. B. Enoturismo y desarrollo regional. Esta línea analiza el impacto socioeconómico de esta tipología de turismo en las res-pectivas zonas geográficas, llegando a reconocer la potencial contribución que podría hacer al desarrollo de áreas rura-les (Hall et al., 2000), incluyendo la creación de puestos de trabajo, el fomen-to de la artesanía local y el desarrollo de las actividades hoteleras y de otro tipo de oferta (empresas de turismo activo, restauración, etc.). C. Cuantificación de la demanda. Sugieren Mitchell y Hall (2006) la dificultad de cuantificar las visitas de los enoturistas a las bodegas y la necesidad de crear una metodología para realizar dichas es-timaciones y su posterior comparación. De hecho, en este campo de estudio se refleja la importancia del número de vi-sitantes a las diferentes bodegas, y así Mitchell y Hall (2006) citan algunas ci-fras, por ejemplo, California con 8 millo-nes de visitantes, Australia con 5,3 mi-llones o Italia con 2,5 millones de perso-nas. Sin embargo, son datos difícilmente comparables entre sí debido a la utiliza-ción de metodologías diferentes. D. Segmentación del enoturista. Esta línea analiza los aspectos sociodemográficos de los visitantes a las bodegas, inclu-yendo su edad, nacionalidad y nivel so-cioprofesional. Asimismo, también se utiliza una caracterización del enoturis-ta utilizando diferentes clasificaciones (Charters y Ali-Knight, 2002). E. Comportamiento de los visitantes. Esta línea de trabajo analiza el tiempo que pasa el turista en la bodega, el número de bodegas que visitan, el gasto que efectúa en las mismas o la realización de otro tipo de actividades complementa-rias de la propia visita a la bodega. Asi-mismo, la doctrina científica también se centra en el estudio del comportamiento posterior del enoturista, incluyendo la repetición del destino o la compra de vi-no de las bodegas visitadas en su lugar de origen. F. Naturaleza de la visita a las bodegas. Este campo de investigación trata de de-terminar la satisfacción del viajero con su visita a toda la zona geográfica viní-cola y la motivación que le ha llevado a realizar dicho tipo de turismo. G. Bioseguridad y turismo del vino. Esta última línea hace referencia a que el vi-no es un alimento y, por tanto, debe de entregarse en perfectas condiciones para la salud humana. Qué es una ruta turística Concepto de Ruta Turística La actividad turística en España ha desarrollado extensas zonas geográficas, sobre todo las ubicadas en las zonas coste-ras. No obstante, en los últimos años esta-mos asistiendo a un cambio en las tenden-cias de la demanda turística con lo cual la oferta debe adaptarse a esta nueva situa-ción y posicionarse en zonas hasta ahora alejadas de los flujos turísticos. Entre estas nuevas aportaciones están la creación de rutas turísticas, que se pueden definir como la creación de un cluster de actividades y atracciones que incentivan la cooperación entre diferentes áreas y que sirven de vehí-culo para estimular el desarrollo económico a través del turismo (Briedenhann y Wic-kens, 2003). Ello implica que las rutas turísticas deben de tener una serie de ele-mentos que las respalden como destino turístico. De hecho, ya se han documentado rutas basadas en aspectos tan diferentes como vikingos (Halewood y Hannan, 2001), fantasmas (Inglis y Colmes, 2001), bandole-ros (López-Guzmán et al., 2007) o lugares geográficos relacionados en la literatura (Herbert, 2001). Siguiendo a Herbert (2001), el diseño de una ruta turística debe basarse en la nece-saria construcción de la misma y en su pos-terior comercialización, lo cual debe de permitir poner en relación al demandante y al oferente del producto turístico. Por tanto, en la construcción de una ruta turística debe, en primer lugar, definirse un objetivo concreto que explique qué es lo que se quie-re conseguir con dicha ruta turística. En segundo lugar, es necesario que los oferen-tes (ya que, recordemos, el producto turísti-co es vendido por diferentes empresas) se-ñalen cuáles son los valores y prioridades con los cuales se va a iniciar la creación de la ruta, y sus posibles ampliaciones y modi-ficaciones. En tercer lugar, y una vez que el producto ya está en el mercado, debe de identificarse si la demanda turística ha Tomás J. López-Guzmán Guzmán y Sandra Mª Sánchez Cañizares 163 PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 6(2). 2008 Número Especial. Turismo Gastronómico y Enoturismo ISSN 1695-7121 aceptado el producto o, en su caso, estable-cer las pautas de mejora y modificación del mismo. Y en cuarto lugar, los creadores de la ruta deben de interpretar los datos que, poco a poco, vayan recibiendo de los propios turistas. Esta última etapa debe de des-arrollarse a lo largo de toda la elaboración del producto para, de esta manera, ir adaptándose mejor a los gustos de los viaje-ros. Sin embargo, no debe de olvidarse que cualquier ruta turística es un elemento productivo que hay que vender y que, como tal, está sujeto a una serie de variables, incluido el propio marketing. Entre estas variables, y siguiendo a Fernández y Guzmán Ramos (2003), se destacan las siguientes: • La ruta debe de construirse sobre la base de una actividad específica que la distinga y la diferencie. Esta actividad puede ser muy variopinta: lugares donde vivió un personaje famoso, rincones lite-rarios, conquistas vikingas o elaboración del vino. Es decir, debe de tener un nexo de cohesión común que es el elemento clave para que el turista se sienta atraí-do por este tipo de turismo. Poco éxito puede tener una ruta que mezcle el alo-jamiento en castillos con una visita espe-leológica. • El itinerario turístico debe de desarro-llarse sobre la base de una red viaria u otro tipo de vía de comunicación, ya que este elemento es fundamental para el traslado de los propios turistas. La no existencia de esta red vial implicaría la necesidad por parte de los creadores de la ruta de arbitrar medidas de transpor-te alternativas para los turistas. • El itinerario turístico debe de iniciarse en algún punto, en el cual la empresa organizadora de la ruta ofrezca al viaje-ro todos los elementos necesarios para un correcto desarrollo del mismo. Asi-mismo, y como corolario a este elemento, la ruta debe de estar perfectamente se-ñalizada a lo largo de todo el recorrido, mostrando, cuando se considere necesa-rio, mapas de información que permitan a los demandantes de este producto ubi-carse correctamente en la ruta. Rutas enológicas Como anteriormente hemos señalado, uno de los principales temas de investiga-ción sobre enoturismo es la creación y desa-rrollo del producto turístico. Así, y dentro de este campo de investigación, una de las posibilidades sería mediante las rutas turísticas enológicas. La creación de una ruta del vino consiste en la definición de uno o varios itinerarios a través de la pro-pia área geográfica, perfectamente señali-zada, y donde se indiquen las diferentes bodegas y demás lugares relacionados con el vino, suministrando además información sobre lugares históricos u otros de interés (Hall et al., 2000). A su vez, las rutas deben de servir para desarrollar económica y so-cialmente la zona geográfica, destacando los beneficios en cuanto al conocimiento, apreciación y degustación del vino y valori-zando el turismo rural de la zona (Fávero y Antunes, 2007). Siguiendo a Elías Pastor (2006: 198), una buena definición de lo que podría en-tenderse por ruta enológica se encuentra en la que realiza la legislación italiana, donde se considera que las Rutas del Vino son “los recorridos señalados y publicitados con paneles especiales en los cuales se insiste en los valores naturales, culturales, medio-ambientales, viñedos y bodegas, explotacio-nes agrícolas individuales o cooperativas abiertas al público; estos constituyen el instrumento con el cual los territorios vití-colas y sus producciones relacionadas pue-den ser divulgados, comercializados y dis-frutados en forma de oferta turística”. La creación de una ruta del vino es también una oportunidad de crear sinergias entre diferentes actividades turísticas como sería el alojamiento (fomentando, sobre todo, el rural), la gastronomía local y la venta de productos artesanos típicos de la zona. Los componentes de la experiencia del enoturista en una ruta del vino se pueden reflejar a través de círculos concéntricos tal y como se representa en la figura 1. En la figura 1 se aprecia como una ruta turística se basa en círculos concéntricos, siendo los más pequeños los que tienen una mayor fuerza para el viajero (fundamen-talmente, la visita a una bodega), y los más externos los que tienen un menor impacto. Asimismo, y a través de una línea horizon-tal, se divide las situaciones que son contro-lables por los propios actores (las estableci-das en la parte inferior) de las que no son controlables por dichos actores (las indica-das en la parte superior) (Brunori y Rossi, 164 La creación de productos turísticos utilizando rutas enológicas PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 6(2). 2008 Número Especial. Turismo Gastronómico y Enoturismo ISSN 1695-7121 2000). Figura 1. Componentes de la experiencia del eno-turista Fuente: Adaptado de Brunori y Rossi (2000) En Europa, el enoturismo se ha desarro-llado en base a rutas turísticas, las cuáles se caracterizan por la existencia de atracti-vos tanto naturales (montañas y otros pai-sajes) como físicos (bodegas, museos del vino, etc.). Los componentes de la experien-cia del turista en una ruta del vino son, entre otros, la visita a la bodega, la con-templación de un viñedo, la entrada a un museo, la degustación de la gastronomía propia de la zona, la visita a un centro de información vitivinícola, la contemplación de paisajes, la compra de vino y el aloja-miento en lugares relacionados con esta temática (Ravenscroft y Van Westering, 2001). En definitiva, la ruta turística enológica es la suma del esfuerzo, y la si-nergia, de muchas empresas públicas y privadas, contemplándose diversos tipos de estrategias en el desarrollo de estas alian-zas (Telfer, 2001). Ello implicaría que cuan-to mayor sea el número de recursos turísti-cos de la zona (bodegas, museos, parques naturales, actividades de turismo activo, etc.) el turista pasaría más días en dicha área geográfica. La creación de una ruta turística tiene un doble objetivo: primero, el incremento de la imagen de la propia zona vinícola (in-cluida la de la propia Denominación de Origen), finalidad básica para las grandes empresas productoras de vino; segundo, el incremento de las ventas en la propia bode-ga, elemento imprescindible para las pe-queñas y medianas empresas vinícolas que no pueden acceder, en ocasiones, a los grandes canales de distribu-ción de este producto (Co-rreia et al., 2004). Para crear una ruta turística del vino es imprescindible, asimismo, establecer una serie de alianzas entre las diferentes empresas encargadas de prestar los servicios corres-pondientes ya que, recorde-mos, en la actividad turística el viajero (consumidor) sólo compra un producto (satisfa-cer una necesidad a través de un viaje), mientras que este único producto es vendi-do por varios oferentes (por ejemplo, el hotelero, el res-taurador y el bodeguero). Esta alianza debe basarse, además, en la cooperación entre las diferentes bodegas, elemento clave en el enoturismo, y sobre la premisa de que todas las empresas vitivinícolas van a salir bene-ficiadas si se desarrolla (o potencia) esta tipología de turismo en la zona. Por ello, resulta imprescindible establecer bases, a veces incluso de carácter jurídico, con la finalidad de cerrar acuerdos o alianzas en-tre los oferentes. Un ejemplo de ello se pue-de encontrar en la alianza que se estableció en la zona de Ontario (Canadá) entre 27 bodegas para intentar incrementar a corto plazo la demanda de visitantes en un 50% (Telfer, 2001). Ello implica que es necesario crear una organización, formada por em-presas públicas y privadas, a través de una identidad coordinadora para impulsar, di-rigir y dinamizar dicho producto turístico. De hecho, y siguiendo a Abreu y Costa (2000) esta organización debe de tener tres funciones esenciales: a) La promoción del enoturismo en la zona, junto con las diferentes bodegas, restau-rantes, hoteles, etc. Es decir, de forma conjunta frente a la comercialización ex-clusiva que hace cada empresa. b) El impulso del destino turístico a través del análisis cuantitativo y cualitativo del turista y su segmentación, buscando ni-chos de mercado, etc. c) El fomento de la oferta a través de in- Visita a bodega Prueba de especialidades culinarias Compra Visita a un centro de información enológico Silencio Paisaje Patrimonio Tomás J. López-Guzmán Guzmán y Sandra Mª Sánchez Cañizares 165 PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 6(2). 2008 Número Especial. Turismo Gastronómico y Enoturismo ISSN 1695-7121 fraestructuras, actividades complemen-tarias, etc. A su vez, dicha organización deberá de tener una participación de todos los intere-sados en su fundación y mantenimiento, una contribución financiera de todos sus socios, una gestión y dirección por parte de profesionales, la existencia de un espacio propio, con un centro de recepción de visi-tantes, donde se ofrezca información, aprendizaje y venta de vino (y otros produc-tos típicos de la zona), y una determinada filosofía del proyecto buscando la rentabili-dad tanto económica como social (Abreu y Costa, 2000). La literatura documenta rutas del vino en Chile (Zamora y Barril, 2007), Israel (Jaffe y Pasternak, 2004), República Suda-fricana (Bruwer, 2003), Portugal (Correia et al., 2004), Brasil (Fávero y Antunes, 2007) o Canadá (Hashimoto y Telfer, 2003). Es interesante señalar que, aunque la ma-yoría de la literatura científica en enotu-rismo procede de Australia y Nueva Zelan-da, estos países no han desarrollado ple-namente el concepto de rutas turísticas a diferencia de lo que ocurre fundamental-mente en los países europeos. En nuestra opinión ello es debido a una más amplia tradición europea en el diseño de rutas turísticas. En todas estas áreas geográficas se contempla la creación de diferentes rutas o itinerarios que adoptan nombres tan su-gerentes como “La Strada del Vino” (Italia), las “Routes des Vin” (Francia) o las “Rota do Vinho” (Portugal). En todos estos itine-rarios se muestra que una ruta del vino es algo más que una simple degustación de un buen caldo, ya que va a ser una combina-ción de factores culturales, sociales y me-dioambientales los que van a conferir el carácter a la propia ruta del vino y, por supuesto, va a servir como elemento dife-renciador de otras rutas o áreas geográfi-cas. En definitiva, la ruta del vino debe de recoger los propios valores de la tierra don-de se asienta (Bruwer, 2003). Finalmente, en cuanto a las rutas enoló-gicas hay que apuntar que es necesario realizar una correcta señalización de los itinerarios para lo cual es imprescindible (Getz, 2000): • Señalizaciones claras a las diferentes bodegas, atracciones y servicios. • Infraestructura adecuada para los vehí-culos evitando (o limitando) determina-dos tipos de calzada. Por ejemplo, esta-bleciendo la posibilidad de que puedan llegar autobuses o microbuses a las bo-degas. • Desarrollo de un tema adecuado y dife-renciador en cada ruta resaltando, por ejemplo, determinados hechos históricos o culturales de esa zona, y que permita contemplar también la idiosincrasia del lugar donde se produce dicho vino. Rutas turísticas enológicas en España El origen de las rutas turísticas enológicas en España es muy incierto, ya que el vino siempre ha sido un elemento clave en la cultura de la Península Ibérica. Las primeras rutas consistían en simples mapas donde se indicaba el lugar donde se ubicaban físicamente las bodegas. Ya en la década de los setenta del siglo pasado, en La Rioja se comenzaba a diseñar rutas turísticas con un cierto desarrollo, a lo cual siguieron, con mayor o menor éxito, otras regiones vinícolas españolas. Sin embargo, fue la creación en 1994 de la Asociación Española de Ciudades del Vino (ACEVIN) lo que permitió establecer las bases meto-dológicas y la formación necesaria para que las rutas del vino fuesen poco a poco una realidad. Sin embargo, no fue hasta el año 2000 cuando se comenzó a trabajar en el diseño y certificación de rutas del vino ofi-ciales. Así, el Plan Integral de Calidad del Turismo Español 2000-2006, elaborado por la Secretaría General de Turismo, incluía entre sus diez Programas uno denominado “calidad en los productos turísticos”, cuyo objetivo era trabajar en el diseño de la ofer-ta de productos turísticos y en su creación y desarrollo para avanzar con la finalidad de la diversificación y la desestacionalización de la actividad turística en España. Fruto de este Programa fue la apuesta decidida por la creación de “Rutas del Vino” en Es-paña. Así, se definió a una Ruta del Vino como “la integración bajo un mismo concep-to temático de los recursos y los servicios turísticos de interés, existentes y potencia-les, de una zona vitivinícola, planteados desde la autenticidad y la vocación viven-cial, con el fin de construir un producto desde la identidad propia del destino, de 166 La creación de productos turísticos utilizando rutas enológicas PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 6(2). 2008 Número Especial. Turismo Gastronómico y Enoturismo ISSN 1695-7121 facilitar la comercialización conjunta de toda la zona y de garantizar el nivel de satisfacción de la demanda, impulsando así el desarrollo económico-social integral de la misma” (Secretaría de Estado de Turismo, 2000). En el momento de la redacción de este trabajo (enero de 2008) el título “Rutas del Vino de España” aglutina un total de 17 Rutas, estando 11 certificadas y seis en proceso de certificación. A saber: • Rutas certificadas: o Bullas o Cava del Penedès o Jumilla o La Mancha o Marco de Jerez o Montilla-Moriles o Navarra o Rías Baixas o Rioja Alvesa o Somontano o Tacoronte-Acentejo • Rutas en proceso de certificación: o Acoden-Daute-Isora o Condado de Helva o Ribeiro o Ribera del Duero o Rioja o Utiel-Requena Centrándonos en cómo se estructura es-te producto turístico, hemos de señalar que se realiza en torno a cinco subsistemas que recogen los estándares de calidad que debe de tener dicho producto y que permiten conseguir su certificación. Dichos subsiste-mas son los siguientes: a) Subsistema de planificación y gestión. Este subsistema recoge los aspectos or-ganizativos de la ruta como producto turístico, destacando la necesidad de te-ner un ente gestor, un observatorio turístico y la necesaria formación, reci-claje y profesionalización de los recursos humanos. b) Subsistema de destino. Recoge los aspec-tos relativos al territorio y a sus recur-sos, como base del producto turístico, centrándose en aspectos tales como las infraestructuras, los servicios públicos o la correcta señalización de la ruta. c) Subsistema de producción y comerciali-zación. Recoge los aspectos relacionados con el posicionamiento y puesta en el mercado del producto. Así se destaca la necesidad de establecer un plan de mar-keting y comercialización, el diseño de una imagen corporativa o la importancia del servicio post-venta. d) Subsistema de servicios turísticos. Reco-ge los aspectos relacionados con la adap-tación de los servicios turísticos existen-tes a las nuevas necesidades de la de-manda del producto turístico. Para ello, junto con las imprescindibles bodegas, es necesario disponer de alojamientos adecuados, de una importante gastro-nomía local o de servicios complementa-rios para los viajeros (por ejemplo, em-presas de turismo activo). e) Subsistema de enología. Recoge los as-pectos relacionados con la adecuación de la industria del vino al sector de los ser-vicios turísticos, destacando, obviamen-te, las propias bodegas, los museos del vino o los centros de interpretación. Los objetivos que se buscan con este nuevo producto turístico es impulsar el desarrollo económico y social, de forma sostenible, de una determinada zona rural para conseguir que la población autóctona mejore su calidad de vida. En concreto, podríamos destacar las siguientes finalida-des: • El incremento, en su conjunto, de la actividad turística en el área geográfica donde se desarrolle el producto turístico. • La generación de riqueza a través de una actividad complementaria a la tra-dicional de la zona. Es importante seña-lar que en ningún caso esta actividad se convertirá en principal de la zona, sino exclusivamente en complementaria, ge-neralmente de actividades del sector primario. • La mejora de las infraestructuras de la zona geográfica, lo cual, en definitiva, va a redundar en la calidad de vida de las personas que habitan en dichos lugares. Por ejemplo, a través de la creación de nuevas carreteras. • La diversificación y la desestacionaliza-ción de la actividad turística en esa zona geográfica. La metodología para la implantación de este tipo de producto turístico se realiza en tres fases diferentes: primera, lanzamiento; segunda, desarrollo; tercera, consolidación (Secretaría de Estado de Turismo, 2000). La fase de lanzamiento se inicia cuando las Tomás J. López-Guzmán Guzmán y Sandra Mª Sánchez Cañizares 167 PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 6(2). 2008 Número Especial. Turismo Gastronómico y Enoturismo ISSN 1695-7121 diferentes entidades públicas y privadas implicadas en el producto turístico (estable-cimientos hoteleros, restaurantes, adminis-traciones públicas, bodegas, etc.) crean un ente gestor de la ruta y adecuan las insta-laciones y servicios de los establecimientos adheridos a la ruta con los requisitos de calidad exigidos por la Secretaría General de Turismo. Termina esta fase con el otor-gamiento de un Certificado como Ruta del Vino. Recordemos que la literatura científi-ca señala como un elemento clave la crea-ción de una organización que gestione la ruta turística (Abreu y Costa, 2000). La fase de desarrollo tiene una duración de un año y se inicia una vez conseguida la certificación como Ruta del Vino. Durante ese año, el ente gestor pone en marcha las actuaciones detalladas por la Secretaría General de Turismo para esta clase de pro-ducto. Si el proceso de certificación finaliza con una valoración satisfactoria, el destino mantendrá su certificación como “Ruta del Vino de España” y pasará a la fase siguien-te; si por el contrario el proceso implica una valoración negativa, el destino pierde su certificación como Ruta del Vino y será penalizado impidiendo que pueda volver a solicitar la certificación durante el plazo de un año. La fase de consolidación consiste en un proceso continuo de comprobación de que dicha ruta mantiene el grado de exigencia tanto en lo referente a los establecimientos adheridos como en las actuaciones del ente gestor. Si en uno de estos procesos de com-probación se realiza una valoración negati-va, se daría un plazo de seis meses para resolverlo y conseguir, de nuevo, un nivel mínimo. Tras ese plazo, si el destino ha conseguido dicho nivel mantendría su mar-ca de “Ruta del Vino”; en caso contrario, perdería tal marca y durante el año si-guiente no podría solicitar nuevamente la certificación. Ruta del vino Montilla-Moriles La Ruta del Vino Montilla-Moriles está ubicada en distintos municipios de la pro-vincia de Córdoba, incluida la propia capi-tal. La actividad principal de los habitantes de esta zona geográfica es la agricultura, seguida del sector servicios, excepto en la capital de la provincia donde el sector ter-ciario es de hecho casi el único existente. Asimismo, es interesante señalar que el sector secundario prácticamente es inexis-tente en la zona excepto en la producción de vino y de aceite y en la construcción, ya que no destaca otro tipo de actividad manufac-turera, perdiéndose cada año aproximada-mente en el sector secundario un 5% de puestos de trabajo. Esta zona se encuentra relativamente bien comunicada, por carretera y ferroca-rril, con las diferentes capitales de provin-cia de su entorno (fundamentalmente, Sevi-lla, Granada y Málaga). Asimismo, también está cerca de tres aeropuertos internaciona-les, lo cual es un elemento decisivo para que ciudadanos de otros países consuman este producto turístico. Además, recorde-mos la importancia que tiene la Costa del Sol como destino clásico de sol y playa, y las ciudades de Córdoba, Granada y Sevilla como destino cultural. En cuanto a los vinos de la zona, poseen una calidad de reconocido prestigio gracias al control que se ejerce desde la Denomina-ción de Origen. La calidad de sus caldos se debe en gran medida al suelo arcilloso, al clima y a la ubicación de los viñedos, así como al legado histórico de elaboración y a la utilización de las nuevas tecnologías. Los vinos de esta zona son vinos finos, caldos amargosos, de color oro pálido y muy aromáticos. En cuanto a la viña, prevalece la variedad “Pedro Ximénez”, junto con la “Moscatel”, la “Lairén”, la “Airén”, la “Ba-ladí Verdejo” o la “Montepila”. El cultivo, que se atiene al laboreo de la cava, poda y bina, culmina con la vendimia a finales de agosto, la más temprana de España. La uva se pisa y prensa en el lagar, obteniéndose los mostos con los que se inicia la crianza de los vinos. Tras la fermentación, los cal-dos pasan a las botas de madera o criaderas dispuestas en escalas superpuestas. La crianza tiene lugar en las bodegas que jalo-nan la periferia de las poblaciones de esta zona geográfica, concebidas para mantener las condiciones idóneas de temperatura, humedad y luz que requiere el sofisticado procedimiento de elaboración. Actualmente, forman parte del Consejo Regulador de la Denominación de Origen “Montilla-Moriles” 60 empresas, de las cua-les 18 son cooperativas (30%), 30 socieda-des de responsabilidad limitada (50%) y 12 168 La creación de productos turísticos utilizando rutas enológicas PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 6(2). 2008 Número Especial. Turismo Gastronómico y Enoturismo ISSN 1695-7121 empresas individuales (20%). La Ruta del Vino Montilla-Moriles1 nace a principios de 2001, en el marco de los compromisos adquiridos por el Ayunta-miento de Montilla, como ciudad del vino, con ACEVIN. En abril de 2001 se constitu-ye la Asociación para la Promoción del Tu-rismo del Vino (AVINTUR), ente gestor que se ocupa de gestionar la Ruta del Vino Montilla-Moriles. Como anteriormente hemos señalado es imprescindible la crea-ción de un ente gestor para el desarrollo de una ruta enológica ya que la creación de estas alianzas estratégicas entre diferentes actores es uno de los elementos clave para el éxito de cualquier ruta enológica (Telfer, 2001). En este momento, forman parte de la ruta 39 entes públicos y privados, desta-cando especialmente bodegas y alojamien-tos rurales. La ruta discurre por el sur de la provincia de Córdoba y atraviesa nueve municipios (Aguilar de la Frontera, Córdo-ba, Fernán Núñez, La Rambla, Lucena Montilla, Montemayor, Moriles y Puente Genil). En la Figura 2 se recoge el croquis de los itinerarios de la Ruta del Vino elabo-rado por el Patronato Provincial de Turis-mo de Córdoba y la empresa Antar. Figura 2. Ruta del Vino “Montilla-Moriles” Fuente: Antar (2005) Como se refleja en la figura 2, la ruta está compuesta por tres itinerarios diferen-tes. El primero (en verde en la figura) reco-rre Montilla-Moriles y se centra en las dos localidades que dan nombre a dicha deno-minación, y donde se encuentran las bode-gas más importantes. El segundo (en azul en la figura) recorre las ciudades de Córdo-ba, Fernán-Núñez, Montemayor, La Ram-bla y Montilla, y trata de unir el importan-te legado cultural y patrimonial de la ciu-dad de Córdoba con recursos turísticos de carácter rural. El tercero (en rosa en la figura) recorre las ciudades de Aguilar de la Frontera, Moriles, Lucena y Puente Genil, y el objetivo de este tercer itinerario es con-seguir ofrecer a los turistas que vienen fundamentalmente de la Costa del Sol una alternativa diferente (y complementaria) frente al tradicional destino de sol y playa. La Ruta del Vino Montilla-Moriles está financiada, entre otros programas, por un Plan de Dinamización Turística, aprobado en julio de 2007 y dotado con un presupues-to de 3,15 millones de euros. Este progra-ma, que se está ejecutando en la actualidad y que durará hasta 2009, pretende un aprovechamiento de los recursos endógenos y una adecuación de la industria del vino a la actividad turística. Los objetivos de di-cho Plan son los siguientes: La definición de una imagen de identi-dad corporativa homogénea. El reforzamiento de la calidad del pro-ducto turístico. La organización de la oferta turística de la comarca. El impulso, la coordinación y la correcta estructuración del producto Ruta del Vi-no. El fortalecimiento del órgano de gestión turística, es decir, de AVINTUR. El hacer competitivo este producto turís-tico dentro del propio programa “Rutas del Vino de España”. Junto con la creación de esta ruta turís-tica en la zona, han ido surgiendo en los últimos años otros productos dirigidos al mismo tipo de turista. Entre ellos destaca-mos la importancia del turismo gastronó-mico, que unido al propio turismo del vino, se está consolidando como una de las apuestas más importantes de esta comarca. Así, podemos destacar las reuniones culina-rias en torno a productos como el queso (en Tomás J. López-Guzmán Guzmán y Sandra Mª Sánchez Cañizares 169 PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 6(2). 2008 Número Especial. Turismo Gastronómico y Enoturismo ISSN 1695-7121 la localidad cordobesa de Zuheros) o el jamón serrano (en la localidad de Villanue-va), citas gastronómicas que siempre están regadas con vinos de esta misma zona ge-ográfica, creando sinergias entre turismo, vino y gastronomía. Asimismo, también podemos destacar el festival del vino en la localidad de Aguilar de la Frontera (uno de las pueblos incluido en la ruta) donde cada año se dan cita miles de personas para ca-tar el primer vino de la cosecha. O la crea-ción de una ruta de lagares que permite visitar hasta cinco lagares de esta zona geográfica donde, además de la cata del vino, se ofrece productos gastronómicos típicos de la comarca. Conclusiones En los últimos años se está apreciando una evolución de la demanda turística des-de los tradicionales destinos de sol y playa hacia otros nuevos destinos. Asimismo, también se están creando, gracias a la co-operación entre las administraciones públi-cas y la iniciativa privada, nuevos produc-tos turísticos que intentan dar respuesta a estas nuevas demandas de los viajeros, destacando, entre ellos los relacionados con aspectos relacionados con las costumbres locales, su gastronomía y, por supuesto, sus vinos. El turismo del vino ha adquirido una gran fuerza en los últimos años, sobre todo en los países llamados, desde el punto de vista enológico, del Nuevo Mundo. Asimis-mo, desde mediados de los noventa del siglo pasado la literatura científica ha comenza-do a estudiar esta nueva clase de turismo, en la cual ha detectado un enorme poten-cial de crecimiento. Así, Mitchell y Hall (2006) han identificado siete campos dife-rentes en las investigaciones sobre enotu-rismo: producto turístico, desarrollo regio-nal, cuantificación de la demanda, segmen-tación del viajero, comportamiento del visi-tante, naturaleza de la visita a las bodegas y bioseguridad. En este trabajo nos hemos centrado en una línea de investigación dentro del campo del producto enoturístico, concretamente en las rutas turísticas. La ruta turística es un concepto bien definido y marcado por parte de la literatura científica y muestra como elemento fundamental el correcto diseño de la misma en base a un determinado aspecto como sería la existencia de huellas de dino-saurios o lugares donde vivió un poeta. Sobre la base de estos argumentos nace el concepto de ruta turística enológica que consiste en la definición de uno o varios itinerarios a través de la propia área ge-ográfica, perfectamente señalizada, y donde se indiquen las diferentes bodegas y demás lugares relacionados con el vino, suminis-trando además información sobre lugares históricos u otros de interés (Hall et al., 2000). Este tipo de producto turístico está te-niendo un gran desarrollo en diferentes países, sobre todo europeos, incluido Espa-ña. Así, desde el año 2000 se están creando y certificando rutas oficiales del vino, habiéndose dictado unos requisitos para la correcta vertebración de dichas rutas que pretende, entre otros objetivos, el desarrollo de determinados territorios de carácter rural. De hecho, en la actualidad ya existen 17 rutas, estando 11 certificadas y seis en proceso de certificación. Así, las rutas ofi-ciales del vino están empezando a vertebrar en España unos importantes flujos de turis-tas que están aceptando muy positivamente este nuevo producto a través de visitas, individuales o en grupos organizados, a las diferentes bodegas. Finalmente, en este trabajo hemos pre-sentado un análisis sobre una de estas ru-tas ya certificadas, la Ruta del Vino Monti-lla- Moriles en la provincia de Córdoba. Así, la creación y desarrollo de esta ruta está posibilitando la llegada de turistas a la zona atraídos por la calidad de sus caldos y por una oferta complementaria que, poco a poco, se está desarrollando en esta zona hasta ahora alejada de los flujos turísticos. Y podemos concluir considerando que la creación de rutas turísticas enológicas es un producto que puede tener una amplia aplicación en diferentes zonas geográficas debido, entre otras razones, a la calidad del vino producido en España y a la amplia cultura vinícola existente en nuestro país. Bibliografía Abreu, E. y Costa, L. P. 2000 Turismo e Vinho-Um brinde ao enotu-rismo. Lisboa: Publituris Alvear González, A.; Aparicio Castillo, S. y Landaluce Calvo, M. I. 2007 Una primera explotación del mercado 170 La creación de productos turísticos utilizando rutas enológicas PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 6(2). 2008 Número Especial. Turismo Gastronómico y Enoturismo ISSN 1695-7121 enoturístico real de la Ribera del Duero. Logroño: Actas del XVII Jornadas His-pano- Lusas de Gestión, 2052-2066. Antar 2005 Plan estratégico para el desarrollo de un plan de dinamización del producto turístico Ruta del Vino Montilla-Moriles. Madrid: Antar Consultores. Armesto López, X.A. y Gómez Martín, B. 2004 “Productos agroalimentarios de cali-dad, turismo y desarrollo local: el caso del Priorat”. Cuadernos Geográficos, 34: 83-94. Berveland, M. 1988 “Wine tourism in New Zealand – Maybe the industry has got it right”. In-ternational Journal of Wine Marketing, 10(2): 24-33. 2000 “Wine tourism: a tale of two Confer-ences”. International Journal of Wine Marketing, 12(2): 63-74. Briedehhann, J. y Wickens, E. 2003 “Tourism Routes as a Tool for the Economic Development of rural Areas- Vibrant hope or impossible Dream?” Tourism Management, 57: 1-9. Brunori, G. y Rossi, A. 2000 “Synergy and coherence through col-lective action: some insights from wine routes in Tuscany”, Sociologia Rurales, 40(4): 409-423. Bruwer, J. 2003 “South Africa wine routes: some per-spectives on the wine tourism industry´s structural dimensions and wine tourism product”, Tourism Management, 24: 423-435. Carlsen, J. 2004 “A review of global wine tourism re-search”. Journal of Wine Research, 15(1): 5-13. Charters, S. y Ali-Knight, J. 2002 “Who is the wine tourist?. Tourism Management, 23: 311-319. Clemente Ricolfe, J. S.; García Martínez, G.; Peris Molló, E.; Miguel, L. y Roig Merino, B. 2005 “El cooperativismo agrario de interior y sus competitividad”. En Salinas, F; Herranz de la Casa, J. M. y Albarrán Fernández, C., Aportaciones de la eco-nomía social al desarrollo rural en Ibe-roamérica y España. Ávila: Editorial Servicio de Publicaciones de la Univer-sidad Católica de Ávila. Correia, L.; Passos Ascençao, M. J. y Char-ters, S. 2004 “Wine routes in Portugal: a case study of the Bairrada Wine Route”. Journal of Wine Research, 15(1): 15-25. Egan, D. y Bell, A. 2002 “Chilean wines: a successful image”. International Journal of Wine Market-ing, 14(2): 33-42. Elías Pastor, L. V. 2006 El turismo del vino, otra experiencia de ocio. Bilbao: Editorial Deusto. Favero, I. R. y Antunes, J. R. 2007 “Enoturismo en la región uva y vino- Brasil”, Estudios y Perspectivas en Tu-rismo, 16(2):133- 149. Fernández, G. y Guzmán Ramos, A. 2003 “El patrimonio industrial como recur-so para organizar rutas turísticas”. Buenos Aires: Actas del III Encuentro de Turismo Cultural Naya. Fernández Méndez, M. y Puig Martínez, A. 2002 “El papel del cooperativismo en el turismo rural de la Comunidad Valen-ciana”, CIRIEC-España, 41: 183-212. Getz, D. 2000 Explore Wine tourism, management, development and destinations. Nueva York: Cognizant Communication Corpo-ration. Getz, D. y Brown, G. 2006a “Critical success factors for wine tourism regions: a demand analysis”, Tourism Management, 27: 146-158. 2006b “Benchmaring wine tourism devel-opment”. International Journal of Wine Marketing, 18(2): 78-97. Gilbert, D. C. 1992 “Touristic development of a viticul-tural regions of Spain”. International Journal of Wine Marketing, 4(2): 25-32. Halewood, C. y Hannan, K. 2001 “Viking Heritage Tourism. Authentic-ity and Commodification”. Annals of Tourism Research, 28(3): 565-580. Hall, C. M. 1996 “Wine tourism in New Zealand”. En Higham, J. (ed.), Proceedings of tourism down under II: A research conference (pp. 109-119). Donedin: Universidad de Otago. Hall, C. M.; Sharples, L.; Cambourne, B. y Macionis, N. (eds.) 2000 Wine tourisme around the world: de-velopment, management and markets. Tomás J. López-Guzmán Guzmán y Sandra Mª Sánchez Cañizares 171 PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 6(2). 2008 Número Especial. Turismo Gastronómico y Enoturismo ISSN 1695-7121 Oxford: Editorial Elsevier. Hall, C. M. y Mitchell, R. 2000 “Wine tourism in the Mediterranean: a tool for restructuring and develop-ment”. Thunderbird International Busi-ness Review, 42(4): 445-465. Hashimoto, A. y Telfer, D. 2003 “Positioning an emerging wine route in the Niagara Region: understanding the wine tourism market and its impli-cations for marketing”. Journal of Travel and Tourism Marketing, 14(3/4): 61-76. Herbert, D. 2001 “Literary Places, Tourism and the Heritage Experience”. Annals of Tour-ism Research, 28(2): 312-333. Inglis, D. y Holmes, M. 2003 “Highland and Other Haunts. Ghosts in Scottish Tourism”. Annals of Tourism Research, 30(1): 50-63. Jaffe, E. y Pasternak, H. 2004 “Developing wine trails as a tourist atraction in Israel”. International Jour-nal of Tourism Research, 6: 237-249. Jolley, A. 2002 The wine industry, wine tourism and tourism in general. Melbourne: Centre for Strategic Economic Studies of Victo-ria University. Kivela, J. y Crotts, J. C. 2006 “Tourism and gastronomy: Gastron-omy ´s influence on how tourists experi-ence a destination”, Journal of Hospital-ity and Tourism Research, 30(3): 354- 377. López-Guzmán Guzmán, T. J.; Lara de Vicente, F. y Merinero Rodríguez, R. 2006 “las rutas turísticas como motor de desarrollo económico local. La ruta del Tempranillo”, Estudios Turísticos, 167: 131-145. Mitchell, R. y Hall, C. M. 2006 “Wine tourism research: the state of play”, Tourism Review International, 9(4): 307-332. O´Neill, M y Charters, S. 2000 “Service quality at the cellar door: implications from Western Australia´s developing wine tourism industry”. Managing Service Quality, 10: 112-122. Ravenscroft, N. y Van Westering, J. 2001 “Wine tourism, culture and the every-day: A theoretical note”. Tourism and Hospitality Research, 3(2): 149-162. Secretaría de Estado de Turismo 2000 Propuesta para la asistencia técnica para el desarrollo del estudio de defini-ción del producto “Rutas del Vino de Es-paña. Madrid: Servicio de Publicaciones del Ministerio de Industria, Comercio y Turismo. Szivas, E. 1999 “The development of wine tourism in Hungary”. International Journal of Wine Marketing, 11(2): 7-17. Telfer, D. J. 2001 “Strategic alliances along the Niagara wine route”, Tourism Management, 22: 21-30. Zamora, J. y Barril, M. E. 2007 “Un estudio formativo para la evolu-ción de las rutas del vino en Chile”, Es-tudios y Perspectivas en Turismo, 16(2): 173-194. NOTA 1 Se puede encontrar más información sobre esta Ruta del Vino en www.rutadelvinomontillamoriles.com Recibido: 10 de febrero de 2008 Reenviado: 17 de marzo de 2008 Aceptado: 1 de abril de 2008 Sometido a evaluación por pares anónimos
Click tabs to swap between content that is broken into logical sections.
Calificación | |
Título y subtítulo | La creación de productos turísticos utilizando rutas enológicas |
Autor principal | López-Guzmán Guzmán, Tomás J. ; Sánchez Cañizares, Sandra Mª |
Publicación fuente | Pasos. Revista de turismo y patrimonio cultural |
Numeración | Volumen 06. Número 2 |
Sección | Artículos |
Tipo de documento | Artículo |
Lugar de publicación | El Sauzal, Tenerife |
Editorial | Universidad de La Laguna |
Fecha | 2008-04 |
Páginas | pp. 159-171 |
Materias | Turismo ; Patrimonio cultural ; Publicaciones periódicas |
Enlaces relacionados | Página web: http://todopatrimonio.com/revistas/101-pasos-revista-de-turismo-y-patrimonio-cultural |
Copyright | http://biblioteca.ulpgc.es/avisomdc |
Formato digital | |
Tamaño de archivo | 158519 Bytes |
Texto | Vol. 6 Nº 2 págs. 159-171. 2008 Special Issue – Número Especial www.pasosonline.org © PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural. ISSN 1695-7121 La creación de productos turísticos utilizando rutas enológicas Tomás J. López-Guzmán Guzmáni Sandra Mª Sánchez Cañizares ii Universidad de Córdoba (España) Resumen: Los cambios que se están produciendo en la actividad turística en los últimos años están llevando a la creación de nuevos productos turísticos, destacando los relacionados con las raíces locales y regionales. En este trabajo presentamos un análisis sobre la creación y desarrollo de rutas enológicas como producto turístico en determinadas áreas rurales. Y este análisis lo planteamos desde una triple perspectiva: primera, un estudio en profundidad acerca de qué son las rutas turísticas enológicas y su creación y desarrollo en otros países; segundo, un análisis de cómo se certifican en España las rutas del vino; y tercera, una referencia a una ruta del vino certificada en España, la de Montilla-Moriles en la provincia de Córdoba. Palabras clave: Enoturismo, Rutas turísticas, Producto turístico, Desarrollo rural, Montilla-Moriles Abstract: The changes that are taking place in the tourist activity in the last years are taking to the crea-tion of new tourist products, highlighting those related with the local and regional roots. In this paper we present an analysis on the creation and development of wine routes like tourist product in certain rural areas. And this analysis outlines it from a triple perspective: first, a study in depth they are the wine routes and its creation and development in other countries about what; second, an analysis they are certi-fied in Spain the routes of the wine of how; and third, a reference to a route of the wine certified in Spain, that of Montilla-Moriles in the county of Córdoba. Keywords: Wine tourism; Tourist routes; Tourist product; Rural development; Montilla-Moriles i Tomás J. López-Guzmán Guzmán es Doctor en Ciencias Económicas y Empresariales y Profesor del Área de Economía Aplicada en la Universidad de Córdoba. E-mail: tomas.lopez@uco.es ii Sandra Mª Sánchez Cañizares es Doctora en Ciencias Económicas y Empresariales y Profesora del Área de Organización de Empresas en la Universidad de Córdoba. 160 La creación de productos turísticos utilizando rutas enológicas PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 6(2). 2008 Número Especial. Turismo Gastronómico y Enoturismo ISSN 1695-7121 Introducción El turismo está evolucionando hacia via-jes más cortos en el tiempo y con una ma-yor frecuencia, lo que está implicando que los viajeros, además de visitar los clásicos destinos de sol y playa, estén optando por descubrir nuevos lugares, y ello está propi-ciando que la oferta turística, impulsada en ocasiones por las diferentes administracio-nes públicas, esté creando nuevos productos turísticos para dar respuesta a los actuales gustos del consumidor. Asimismo, esta ac-tividad está evolucionando hacia una nueva segmentación del propio viajero, como sería el caso del turismo temático. Entre las ten-dencias que se está detectando en los últi-mos años, existe un interés creciente por parte de los turistas por conocer la gastro-nomía de determinadas zonas, y dentro de ésta, por todo lo relacionado con el vino. Así, el vino, la comida, el turismo y sus factores adyacentes son los elementos fun-damentales del producto -turismo del vino-que suministra una experiencia y un de-terminado estilo de vida de los visitantes. Y, de hecho, se crean las sinergias para vincular a los enoturistas con otras rutas como la del queso, el aceite, la lamprea u otros alimentos (Elías Pastor, 2006). Vino y turismo (y engarzado con la gastronomía local) aparece como una simbiosis perfecta para que los visitantes puedan apreciar un producto distinto, promoviendo el desarro-llo económico de las regiones vitivinícolas, a través tanto de las ventas de vino en las propias bodegas como de las nuevas opor-tunidades de negocios que surgen. Los re-cientes estudios en torno al tema del turis-mo del vino sugieren, y promueven, la idea de que la gastronomía y el vino pueden ser, y a menudo son, ya el principal motivo para visitar a una determinada región y no ser necesariamente una segunda (o comple-mentaria) actividad del viaje. El turismo del vino presenta una com-pleta experiencia sensorial (Getz, 2000): el visitante puede experimentar el placer del sabor, del olor, del tacto, de la vista y del sonido. Cualquier enoturista, con indepen-dencia de sus conocimientos de enología, aprecia el paladar de los diferentes vinos, el olor de las bodegas, la manera de coger una copa para catar un caldo, la visión de una bodega, a veces centenaria, o el sonido de abrir una botella de buen vino. Este pro-ducto forma parte de la historia cultural, social, económica y ambiental de los pue-blos y de sus habitantes, llegando incluso a definirse de forma más amplia toda esta temática como “el paisaje del vino” (Brunori y Rossi, 2001). Y ello porque refleja tam-bién un determinado estilo de vida de los diferentes países, ya que es algo arraigado en su propia cultura y tradición (Mitchell y Hall, 2006). El enoturismo, aunque incipiente en Es-paña, tiene ya una gran tradición en otros países, sobre todo en los que se conocen, desde el punto de vista enológico, como el Nuevo Mundo (el Valle de Napa en Estados Unidos, Chile, Australia o Sudáfrica). La clusterización de actividades y atracciones, y el desarrollo de rutas turísticas, estimula la cooperación y relación entre las diferen-tes empresas de las áreas rurales. Por tan-to, el turismo, y la creación de rutas enoló-gicas, es una alternativa para llevar a cabo estrategias de desarrollo y regeneración económica y social de áreas rurales, siendo las cooperativas una de las formas organi-zativas con más futuro en el campo del tu-rismo rural (y, por ende, en el enológico), debido a que se pueden adaptar de una manera más rápida a las exigencias de la demanda (Fernández Méndez y Puig Martínez, 2002). El turismo del vino, como modelo de desarrollo económico sostenible e integrador de determinadas áreas, es capaz de dinamizar la competitividad de un terri-torio, incrementar y mejorar la producción vinícola, respetar el medio ambiente y me-jorar las condiciones de vida de los ciuda-danos. El objetivo de este trabajo es realizar un análisis sobre cómo se crean y desarrollan las rutas turísticas enológicas como concep-to diferenciado dentro de las investigacio-nes relacionadas con la creación de produc-tos turísticos. Para ello vamos a basarnos en una ruta ya establecida y consolidada en España, la Ruta del Vino Montilla-Moriles, la cual puede servir de ejemplo para el de-sarrollo (y potenciación) del enoturismo en otras áreas geográficas. En este mismo sentido, vamos a presentar un estudio acer-ca de qué son las rutas enológicas y de su situación y desarrollo en diferentes países. Tomás J. López-Guzmán Guzmán y Sandra Mª Sánchez Cañizares 161 PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 6(2). 2008 Número Especial. Turismo Gastronómico y Enoturismo ISSN 1695-7121 Asimismo, también nos vamos a centrar en el análisis de cómo se crean y certifican rutas oficiales del vino en España, para finalmente centrarnos en un estudio de caso sobre una determinada ruta del vino certificada, la implantada en la comarca de Montilla-Moriles en la provincia de Córdo-ba. Para cumplir estos objetivos, la estruc-tura de este trabajo se divide, tras esta introducción, en un segundo apartado don-de someramente se señala la relación entre turismo y vino; en el apartado tercero nos centramos en las rutas turísticas enológi-cas, en el apartado cuarto se analiza cómo se crean en España rutas oficiales del vino y, finalmente, en el apartado quinto pre-sentamos un estudio de la ruta anterior-mente señalada. Turismo y vino El origen de las investigaciones en el campo del enoturismo se remota a media-dos de la década de los noventa del siglo pasado, centrándose tanto en su influencia sobre las zonas rurales como en el compor-tamiento de los propios turistas (Getz, 2000; Hall, 1996). Dos libros ahondaron en este tema: Wine Tourism Around the Word (Hall et al., 2000) y Explore Wine Tourism (Getz, 2000), junto con una serie de reunio-nes científicas de carácter regional, nacio-nal e internacional (Berveland, 2000; Carl-sen, 2004 y Mitchell y Hall, 2006). En con-secuencia, el enoturismo ha adquirido en los últimos años un gran desarrollo en la literatura científica. Así, documenta inves-tigaciones en Australia (Jolley, 2002), Ca-nadá (Hashimoto y Telfer, 2003; Getz y Brown, 2006b), Chile (Egan y Bell, 2002), Hungria (Szivas, 1999), Italia (Brunori y Rossi, 2000), Nueva Zelanda (Beverland, 1988), Portugal (Hall y Mitchell, 2000; Co-rreia et al., 2004), Sudáfrica (Bruwer, 2003) y España (Gilbert 1992, y Hall y Mitchell, 2000). Los primeros trabajos científicos en España abordaban principalmente la zona de La Rioja (Gilbert, 1992), los cuales se han completado en los últimos años con el estudio de otras zonas vinícolas como Prio-rato (Armesto López y Gómez Martín, 2004), Ribera del Duero (Alvear González et al., 2007) o Utiel-Requena (Clemente Ricolfe et al., 2005). La definición y conceptualización del término enoturismo no es uniforme ya que se puede analizar desde diferentes ópticas, como la perspectiva del marketing o la mo-tivación de los viajeros. Así, Hall et al. (2000) consideran que el turismo del vino es la experiencia de visitar viñedos, conocer bodegas, asistir a festivales y a demostra-ciones vinícolas en los cuales la cata del vino y/o la experiencia de los atributos del mismo son el principal motivo para los visi-tantes. Por su parte, Getz y Brown (2006a) consideran que el enoturismo es simultá-neamente un comportamiento del consumi-dor, una estrategia para desarrollar el área geográfica y el mercado del vino de dicha zona, y una oportunidad de promoción de las bodegas para vender sus productos di-rectamente a los consumidores. El enoturismo se está configurando en los últimos años como una vía complemen-taria de creación de empleo y de generación de riqueza en las zonas rurales. Ello es debido a que el vino es un elemento intere-sante para el turismo fundamentalmente por tres razones: incrementa los flujos turísticos en esa área geográfica, crea una importante imagen de destino turístico de calidad y sirve para desarrollar la comarca (Szivas, 1999). O’Neill y Charters (2000) señalan que el enoturismo atrae a un turis-ta ético y responsable que interactúa co-rrectamente con los residentes y que gasta importantes sumas de dinero. Carlsen (2004) y Getz y Brown (2006a) profundizan en la interrelación entre turismo y vino, y así consideran que las pequeñas y media-nas bodegas son las más beneficiadas económicamente ya que pueden vender a los viajeros parte de su producción en la propia bodega. En la actualidad son numerosas las líneas de investigación que existen en este campo. En este sentido, Mitchell y Hall (2006) identifican siete grupos diferentes en las investigaciones realizadas sobre enotu-rismo: A. Producto enoturístico. Esta línea analiza la confluencia entre el turismo y las in-dustrias vitivinícolas en un determinado contexto, incluyendo el paisajístico. De-ntro de este campo, los estudios se cen-tran en las bodegas, en los festivales del vino, en las rutas turísticas y en otras atracciones relacionadas con el vino, como serían los centros de interpreta- 162 La creación de productos turísticos utilizando rutas enológicas PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 6(2). 2008 Número Especial. Turismo Gastronómico y Enoturismo ISSN 1695-7121 ción o los museos temáticos. B. Enoturismo y desarrollo regional. Esta línea analiza el impacto socioeconómico de esta tipología de turismo en las res-pectivas zonas geográficas, llegando a reconocer la potencial contribución que podría hacer al desarrollo de áreas rura-les (Hall et al., 2000), incluyendo la creación de puestos de trabajo, el fomen-to de la artesanía local y el desarrollo de las actividades hoteleras y de otro tipo de oferta (empresas de turismo activo, restauración, etc.). C. Cuantificación de la demanda. Sugieren Mitchell y Hall (2006) la dificultad de cuantificar las visitas de los enoturistas a las bodegas y la necesidad de crear una metodología para realizar dichas es-timaciones y su posterior comparación. De hecho, en este campo de estudio se refleja la importancia del número de vi-sitantes a las diferentes bodegas, y así Mitchell y Hall (2006) citan algunas ci-fras, por ejemplo, California con 8 millo-nes de visitantes, Australia con 5,3 mi-llones o Italia con 2,5 millones de perso-nas. Sin embargo, son datos difícilmente comparables entre sí debido a la utiliza-ción de metodologías diferentes. D. Segmentación del enoturista. Esta línea analiza los aspectos sociodemográficos de los visitantes a las bodegas, inclu-yendo su edad, nacionalidad y nivel so-cioprofesional. Asimismo, también se utiliza una caracterización del enoturis-ta utilizando diferentes clasificaciones (Charters y Ali-Knight, 2002). E. Comportamiento de los visitantes. Esta línea de trabajo analiza el tiempo que pasa el turista en la bodega, el número de bodegas que visitan, el gasto que efectúa en las mismas o la realización de otro tipo de actividades complementa-rias de la propia visita a la bodega. Asi-mismo, la doctrina científica también se centra en el estudio del comportamiento posterior del enoturista, incluyendo la repetición del destino o la compra de vi-no de las bodegas visitadas en su lugar de origen. F. Naturaleza de la visita a las bodegas. Este campo de investigación trata de de-terminar la satisfacción del viajero con su visita a toda la zona geográfica viní-cola y la motivación que le ha llevado a realizar dicho tipo de turismo. G. Bioseguridad y turismo del vino. Esta última línea hace referencia a que el vi-no es un alimento y, por tanto, debe de entregarse en perfectas condiciones para la salud humana. Qué es una ruta turística Concepto de Ruta Turística La actividad turística en España ha desarrollado extensas zonas geográficas, sobre todo las ubicadas en las zonas coste-ras. No obstante, en los últimos años esta-mos asistiendo a un cambio en las tenden-cias de la demanda turística con lo cual la oferta debe adaptarse a esta nueva situa-ción y posicionarse en zonas hasta ahora alejadas de los flujos turísticos. Entre estas nuevas aportaciones están la creación de rutas turísticas, que se pueden definir como la creación de un cluster de actividades y atracciones que incentivan la cooperación entre diferentes áreas y que sirven de vehí-culo para estimular el desarrollo económico a través del turismo (Briedenhann y Wic-kens, 2003). Ello implica que las rutas turísticas deben de tener una serie de ele-mentos que las respalden como destino turístico. De hecho, ya se han documentado rutas basadas en aspectos tan diferentes como vikingos (Halewood y Hannan, 2001), fantasmas (Inglis y Colmes, 2001), bandole-ros (López-Guzmán et al., 2007) o lugares geográficos relacionados en la literatura (Herbert, 2001). Siguiendo a Herbert (2001), el diseño de una ruta turística debe basarse en la nece-saria construcción de la misma y en su pos-terior comercialización, lo cual debe de permitir poner en relación al demandante y al oferente del producto turístico. Por tanto, en la construcción de una ruta turística debe, en primer lugar, definirse un objetivo concreto que explique qué es lo que se quie-re conseguir con dicha ruta turística. En segundo lugar, es necesario que los oferen-tes (ya que, recordemos, el producto turísti-co es vendido por diferentes empresas) se-ñalen cuáles son los valores y prioridades con los cuales se va a iniciar la creación de la ruta, y sus posibles ampliaciones y modi-ficaciones. En tercer lugar, y una vez que el producto ya está en el mercado, debe de identificarse si la demanda turística ha Tomás J. López-Guzmán Guzmán y Sandra Mª Sánchez Cañizares 163 PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 6(2). 2008 Número Especial. Turismo Gastronómico y Enoturismo ISSN 1695-7121 aceptado el producto o, en su caso, estable-cer las pautas de mejora y modificación del mismo. Y en cuarto lugar, los creadores de la ruta deben de interpretar los datos que, poco a poco, vayan recibiendo de los propios turistas. Esta última etapa debe de des-arrollarse a lo largo de toda la elaboración del producto para, de esta manera, ir adaptándose mejor a los gustos de los viaje-ros. Sin embargo, no debe de olvidarse que cualquier ruta turística es un elemento productivo que hay que vender y que, como tal, está sujeto a una serie de variables, incluido el propio marketing. Entre estas variables, y siguiendo a Fernández y Guzmán Ramos (2003), se destacan las siguientes: • La ruta debe de construirse sobre la base de una actividad específica que la distinga y la diferencie. Esta actividad puede ser muy variopinta: lugares donde vivió un personaje famoso, rincones lite-rarios, conquistas vikingas o elaboración del vino. Es decir, debe de tener un nexo de cohesión común que es el elemento clave para que el turista se sienta atraí-do por este tipo de turismo. Poco éxito puede tener una ruta que mezcle el alo-jamiento en castillos con una visita espe-leológica. • El itinerario turístico debe de desarro-llarse sobre la base de una red viaria u otro tipo de vía de comunicación, ya que este elemento es fundamental para el traslado de los propios turistas. La no existencia de esta red vial implicaría la necesidad por parte de los creadores de la ruta de arbitrar medidas de transpor-te alternativas para los turistas. • El itinerario turístico debe de iniciarse en algún punto, en el cual la empresa organizadora de la ruta ofrezca al viaje-ro todos los elementos necesarios para un correcto desarrollo del mismo. Asi-mismo, y como corolario a este elemento, la ruta debe de estar perfectamente se-ñalizada a lo largo de todo el recorrido, mostrando, cuando se considere necesa-rio, mapas de información que permitan a los demandantes de este producto ubi-carse correctamente en la ruta. Rutas enológicas Como anteriormente hemos señalado, uno de los principales temas de investiga-ción sobre enoturismo es la creación y desa-rrollo del producto turístico. Así, y dentro de este campo de investigación, una de las posibilidades sería mediante las rutas turísticas enológicas. La creación de una ruta del vino consiste en la definición de uno o varios itinerarios a través de la pro-pia área geográfica, perfectamente señali-zada, y donde se indiquen las diferentes bodegas y demás lugares relacionados con el vino, suministrando además información sobre lugares históricos u otros de interés (Hall et al., 2000). A su vez, las rutas deben de servir para desarrollar económica y so-cialmente la zona geográfica, destacando los beneficios en cuanto al conocimiento, apreciación y degustación del vino y valori-zando el turismo rural de la zona (Fávero y Antunes, 2007). Siguiendo a Elías Pastor (2006: 198), una buena definición de lo que podría en-tenderse por ruta enológica se encuentra en la que realiza la legislación italiana, donde se considera que las Rutas del Vino son “los recorridos señalados y publicitados con paneles especiales en los cuales se insiste en los valores naturales, culturales, medio-ambientales, viñedos y bodegas, explotacio-nes agrícolas individuales o cooperativas abiertas al público; estos constituyen el instrumento con el cual los territorios vití-colas y sus producciones relacionadas pue-den ser divulgados, comercializados y dis-frutados en forma de oferta turística”. La creación de una ruta del vino es también una oportunidad de crear sinergias entre diferentes actividades turísticas como sería el alojamiento (fomentando, sobre todo, el rural), la gastronomía local y la venta de productos artesanos típicos de la zona. Los componentes de la experiencia del enoturista en una ruta del vino se pueden reflejar a través de círculos concéntricos tal y como se representa en la figura 1. En la figura 1 se aprecia como una ruta turística se basa en círculos concéntricos, siendo los más pequeños los que tienen una mayor fuerza para el viajero (fundamen-talmente, la visita a una bodega), y los más externos los que tienen un menor impacto. Asimismo, y a través de una línea horizon-tal, se divide las situaciones que son contro-lables por los propios actores (las estableci-das en la parte inferior) de las que no son controlables por dichos actores (las indica-das en la parte superior) (Brunori y Rossi, 164 La creación de productos turísticos utilizando rutas enológicas PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 6(2). 2008 Número Especial. Turismo Gastronómico y Enoturismo ISSN 1695-7121 2000). Figura 1. Componentes de la experiencia del eno-turista Fuente: Adaptado de Brunori y Rossi (2000) En Europa, el enoturismo se ha desarro-llado en base a rutas turísticas, las cuáles se caracterizan por la existencia de atracti-vos tanto naturales (montañas y otros pai-sajes) como físicos (bodegas, museos del vino, etc.). Los componentes de la experien-cia del turista en una ruta del vino son, entre otros, la visita a la bodega, la con-templación de un viñedo, la entrada a un museo, la degustación de la gastronomía propia de la zona, la visita a un centro de información vitivinícola, la contemplación de paisajes, la compra de vino y el aloja-miento en lugares relacionados con esta temática (Ravenscroft y Van Westering, 2001). En definitiva, la ruta turística enológica es la suma del esfuerzo, y la si-nergia, de muchas empresas públicas y privadas, contemplándose diversos tipos de estrategias en el desarrollo de estas alian-zas (Telfer, 2001). Ello implicaría que cuan-to mayor sea el número de recursos turísti-cos de la zona (bodegas, museos, parques naturales, actividades de turismo activo, etc.) el turista pasaría más días en dicha área geográfica. La creación de una ruta turística tiene un doble objetivo: primero, el incremento de la imagen de la propia zona vinícola (in-cluida la de la propia Denominación de Origen), finalidad básica para las grandes empresas productoras de vino; segundo, el incremento de las ventas en la propia bode-ga, elemento imprescindible para las pe-queñas y medianas empresas vinícolas que no pueden acceder, en ocasiones, a los grandes canales de distribu-ción de este producto (Co-rreia et al., 2004). Para crear una ruta turística del vino es imprescindible, asimismo, establecer una serie de alianzas entre las diferentes empresas encargadas de prestar los servicios corres-pondientes ya que, recorde-mos, en la actividad turística el viajero (consumidor) sólo compra un producto (satisfa-cer una necesidad a través de un viaje), mientras que este único producto es vendi-do por varios oferentes (por ejemplo, el hotelero, el res-taurador y el bodeguero). Esta alianza debe basarse, además, en la cooperación entre las diferentes bodegas, elemento clave en el enoturismo, y sobre la premisa de que todas las empresas vitivinícolas van a salir bene-ficiadas si se desarrolla (o potencia) esta tipología de turismo en la zona. Por ello, resulta imprescindible establecer bases, a veces incluso de carácter jurídico, con la finalidad de cerrar acuerdos o alianzas en-tre los oferentes. Un ejemplo de ello se pue-de encontrar en la alianza que se estableció en la zona de Ontario (Canadá) entre 27 bodegas para intentar incrementar a corto plazo la demanda de visitantes en un 50% (Telfer, 2001). Ello implica que es necesario crear una organización, formada por em-presas públicas y privadas, a través de una identidad coordinadora para impulsar, di-rigir y dinamizar dicho producto turístico. De hecho, y siguiendo a Abreu y Costa (2000) esta organización debe de tener tres funciones esenciales: a) La promoción del enoturismo en la zona, junto con las diferentes bodegas, restau-rantes, hoteles, etc. Es decir, de forma conjunta frente a la comercialización ex-clusiva que hace cada empresa. b) El impulso del destino turístico a través del análisis cuantitativo y cualitativo del turista y su segmentación, buscando ni-chos de mercado, etc. c) El fomento de la oferta a través de in- Visita a bodega Prueba de especialidades culinarias Compra Visita a un centro de información enológico Silencio Paisaje Patrimonio Tomás J. López-Guzmán Guzmán y Sandra Mª Sánchez Cañizares 165 PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 6(2). 2008 Número Especial. Turismo Gastronómico y Enoturismo ISSN 1695-7121 fraestructuras, actividades complemen-tarias, etc. A su vez, dicha organización deberá de tener una participación de todos los intere-sados en su fundación y mantenimiento, una contribución financiera de todos sus socios, una gestión y dirección por parte de profesionales, la existencia de un espacio propio, con un centro de recepción de visi-tantes, donde se ofrezca información, aprendizaje y venta de vino (y otros produc-tos típicos de la zona), y una determinada filosofía del proyecto buscando la rentabili-dad tanto económica como social (Abreu y Costa, 2000). La literatura documenta rutas del vino en Chile (Zamora y Barril, 2007), Israel (Jaffe y Pasternak, 2004), República Suda-fricana (Bruwer, 2003), Portugal (Correia et al., 2004), Brasil (Fávero y Antunes, 2007) o Canadá (Hashimoto y Telfer, 2003). Es interesante señalar que, aunque la ma-yoría de la literatura científica en enotu-rismo procede de Australia y Nueva Zelan-da, estos países no han desarrollado ple-namente el concepto de rutas turísticas a diferencia de lo que ocurre fundamental-mente en los países europeos. En nuestra opinión ello es debido a una más amplia tradición europea en el diseño de rutas turísticas. En todas estas áreas geográficas se contempla la creación de diferentes rutas o itinerarios que adoptan nombres tan su-gerentes como “La Strada del Vino” (Italia), las “Routes des Vin” (Francia) o las “Rota do Vinho” (Portugal). En todos estos itine-rarios se muestra que una ruta del vino es algo más que una simple degustación de un buen caldo, ya que va a ser una combina-ción de factores culturales, sociales y me-dioambientales los que van a conferir el carácter a la propia ruta del vino y, por supuesto, va a servir como elemento dife-renciador de otras rutas o áreas geográfi-cas. En definitiva, la ruta del vino debe de recoger los propios valores de la tierra don-de se asienta (Bruwer, 2003). Finalmente, en cuanto a las rutas enoló-gicas hay que apuntar que es necesario realizar una correcta señalización de los itinerarios para lo cual es imprescindible (Getz, 2000): • Señalizaciones claras a las diferentes bodegas, atracciones y servicios. • Infraestructura adecuada para los vehí-culos evitando (o limitando) determina-dos tipos de calzada. Por ejemplo, esta-bleciendo la posibilidad de que puedan llegar autobuses o microbuses a las bo-degas. • Desarrollo de un tema adecuado y dife-renciador en cada ruta resaltando, por ejemplo, determinados hechos históricos o culturales de esa zona, y que permita contemplar también la idiosincrasia del lugar donde se produce dicho vino. Rutas turísticas enológicas en España El origen de las rutas turísticas enológicas en España es muy incierto, ya que el vino siempre ha sido un elemento clave en la cultura de la Península Ibérica. Las primeras rutas consistían en simples mapas donde se indicaba el lugar donde se ubicaban físicamente las bodegas. Ya en la década de los setenta del siglo pasado, en La Rioja se comenzaba a diseñar rutas turísticas con un cierto desarrollo, a lo cual siguieron, con mayor o menor éxito, otras regiones vinícolas españolas. Sin embargo, fue la creación en 1994 de la Asociación Española de Ciudades del Vino (ACEVIN) lo que permitió establecer las bases meto-dológicas y la formación necesaria para que las rutas del vino fuesen poco a poco una realidad. Sin embargo, no fue hasta el año 2000 cuando se comenzó a trabajar en el diseño y certificación de rutas del vino ofi-ciales. Así, el Plan Integral de Calidad del Turismo Español 2000-2006, elaborado por la Secretaría General de Turismo, incluía entre sus diez Programas uno denominado “calidad en los productos turísticos”, cuyo objetivo era trabajar en el diseño de la ofer-ta de productos turísticos y en su creación y desarrollo para avanzar con la finalidad de la diversificación y la desestacionalización de la actividad turística en España. Fruto de este Programa fue la apuesta decidida por la creación de “Rutas del Vino” en Es-paña. Así, se definió a una Ruta del Vino como “la integración bajo un mismo concep-to temático de los recursos y los servicios turísticos de interés, existentes y potencia-les, de una zona vitivinícola, planteados desde la autenticidad y la vocación viven-cial, con el fin de construir un producto desde la identidad propia del destino, de 166 La creación de productos turísticos utilizando rutas enológicas PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 6(2). 2008 Número Especial. Turismo Gastronómico y Enoturismo ISSN 1695-7121 facilitar la comercialización conjunta de toda la zona y de garantizar el nivel de satisfacción de la demanda, impulsando así el desarrollo económico-social integral de la misma” (Secretaría de Estado de Turismo, 2000). En el momento de la redacción de este trabajo (enero de 2008) el título “Rutas del Vino de España” aglutina un total de 17 Rutas, estando 11 certificadas y seis en proceso de certificación. A saber: • Rutas certificadas: o Bullas o Cava del Penedès o Jumilla o La Mancha o Marco de Jerez o Montilla-Moriles o Navarra o Rías Baixas o Rioja Alvesa o Somontano o Tacoronte-Acentejo • Rutas en proceso de certificación: o Acoden-Daute-Isora o Condado de Helva o Ribeiro o Ribera del Duero o Rioja o Utiel-Requena Centrándonos en cómo se estructura es-te producto turístico, hemos de señalar que se realiza en torno a cinco subsistemas que recogen los estándares de calidad que debe de tener dicho producto y que permiten conseguir su certificación. Dichos subsiste-mas son los siguientes: a) Subsistema de planificación y gestión. Este subsistema recoge los aspectos or-ganizativos de la ruta como producto turístico, destacando la necesidad de te-ner un ente gestor, un observatorio turístico y la necesaria formación, reci-claje y profesionalización de los recursos humanos. b) Subsistema de destino. Recoge los aspec-tos relativos al territorio y a sus recur-sos, como base del producto turístico, centrándose en aspectos tales como las infraestructuras, los servicios públicos o la correcta señalización de la ruta. c) Subsistema de producción y comerciali-zación. Recoge los aspectos relacionados con el posicionamiento y puesta en el mercado del producto. Así se destaca la necesidad de establecer un plan de mar-keting y comercialización, el diseño de una imagen corporativa o la importancia del servicio post-venta. d) Subsistema de servicios turísticos. Reco-ge los aspectos relacionados con la adap-tación de los servicios turísticos existen-tes a las nuevas necesidades de la de-manda del producto turístico. Para ello, junto con las imprescindibles bodegas, es necesario disponer de alojamientos adecuados, de una importante gastro-nomía local o de servicios complementa-rios para los viajeros (por ejemplo, em-presas de turismo activo). e) Subsistema de enología. Recoge los as-pectos relacionados con la adecuación de la industria del vino al sector de los ser-vicios turísticos, destacando, obviamen-te, las propias bodegas, los museos del vino o los centros de interpretación. Los objetivos que se buscan con este nuevo producto turístico es impulsar el desarrollo económico y social, de forma sostenible, de una determinada zona rural para conseguir que la población autóctona mejore su calidad de vida. En concreto, podríamos destacar las siguientes finalida-des: • El incremento, en su conjunto, de la actividad turística en el área geográfica donde se desarrolle el producto turístico. • La generación de riqueza a través de una actividad complementaria a la tra-dicional de la zona. Es importante seña-lar que en ningún caso esta actividad se convertirá en principal de la zona, sino exclusivamente en complementaria, ge-neralmente de actividades del sector primario. • La mejora de las infraestructuras de la zona geográfica, lo cual, en definitiva, va a redundar en la calidad de vida de las personas que habitan en dichos lugares. Por ejemplo, a través de la creación de nuevas carreteras. • La diversificación y la desestacionaliza-ción de la actividad turística en esa zona geográfica. La metodología para la implantación de este tipo de producto turístico se realiza en tres fases diferentes: primera, lanzamiento; segunda, desarrollo; tercera, consolidación (Secretaría de Estado de Turismo, 2000). La fase de lanzamiento se inicia cuando las Tomás J. López-Guzmán Guzmán y Sandra Mª Sánchez Cañizares 167 PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 6(2). 2008 Número Especial. Turismo Gastronómico y Enoturismo ISSN 1695-7121 diferentes entidades públicas y privadas implicadas en el producto turístico (estable-cimientos hoteleros, restaurantes, adminis-traciones públicas, bodegas, etc.) crean un ente gestor de la ruta y adecuan las insta-laciones y servicios de los establecimientos adheridos a la ruta con los requisitos de calidad exigidos por la Secretaría General de Turismo. Termina esta fase con el otor-gamiento de un Certificado como Ruta del Vino. Recordemos que la literatura científi-ca señala como un elemento clave la crea-ción de una organización que gestione la ruta turística (Abreu y Costa, 2000). La fase de desarrollo tiene una duración de un año y se inicia una vez conseguida la certificación como Ruta del Vino. Durante ese año, el ente gestor pone en marcha las actuaciones detalladas por la Secretaría General de Turismo para esta clase de pro-ducto. Si el proceso de certificación finaliza con una valoración satisfactoria, el destino mantendrá su certificación como “Ruta del Vino de España” y pasará a la fase siguien-te; si por el contrario el proceso implica una valoración negativa, el destino pierde su certificación como Ruta del Vino y será penalizado impidiendo que pueda volver a solicitar la certificación durante el plazo de un año. La fase de consolidación consiste en un proceso continuo de comprobación de que dicha ruta mantiene el grado de exigencia tanto en lo referente a los establecimientos adheridos como en las actuaciones del ente gestor. Si en uno de estos procesos de com-probación se realiza una valoración negati-va, se daría un plazo de seis meses para resolverlo y conseguir, de nuevo, un nivel mínimo. Tras ese plazo, si el destino ha conseguido dicho nivel mantendría su mar-ca de “Ruta del Vino”; en caso contrario, perdería tal marca y durante el año si-guiente no podría solicitar nuevamente la certificación. Ruta del vino Montilla-Moriles La Ruta del Vino Montilla-Moriles está ubicada en distintos municipios de la pro-vincia de Córdoba, incluida la propia capi-tal. La actividad principal de los habitantes de esta zona geográfica es la agricultura, seguida del sector servicios, excepto en la capital de la provincia donde el sector ter-ciario es de hecho casi el único existente. Asimismo, es interesante señalar que el sector secundario prácticamente es inexis-tente en la zona excepto en la producción de vino y de aceite y en la construcción, ya que no destaca otro tipo de actividad manufac-turera, perdiéndose cada año aproximada-mente en el sector secundario un 5% de puestos de trabajo. Esta zona se encuentra relativamente bien comunicada, por carretera y ferroca-rril, con las diferentes capitales de provin-cia de su entorno (fundamentalmente, Sevi-lla, Granada y Málaga). Asimismo, también está cerca de tres aeropuertos internaciona-les, lo cual es un elemento decisivo para que ciudadanos de otros países consuman este producto turístico. Además, recorde-mos la importancia que tiene la Costa del Sol como destino clásico de sol y playa, y las ciudades de Córdoba, Granada y Sevilla como destino cultural. En cuanto a los vinos de la zona, poseen una calidad de reconocido prestigio gracias al control que se ejerce desde la Denomina-ción de Origen. La calidad de sus caldos se debe en gran medida al suelo arcilloso, al clima y a la ubicación de los viñedos, así como al legado histórico de elaboración y a la utilización de las nuevas tecnologías. Los vinos de esta zona son vinos finos, caldos amargosos, de color oro pálido y muy aromáticos. En cuanto a la viña, prevalece la variedad “Pedro Ximénez”, junto con la “Moscatel”, la “Lairén”, la “Airén”, la “Ba-ladí Verdejo” o la “Montepila”. El cultivo, que se atiene al laboreo de la cava, poda y bina, culmina con la vendimia a finales de agosto, la más temprana de España. La uva se pisa y prensa en el lagar, obteniéndose los mostos con los que se inicia la crianza de los vinos. Tras la fermentación, los cal-dos pasan a las botas de madera o criaderas dispuestas en escalas superpuestas. La crianza tiene lugar en las bodegas que jalo-nan la periferia de las poblaciones de esta zona geográfica, concebidas para mantener las condiciones idóneas de temperatura, humedad y luz que requiere el sofisticado procedimiento de elaboración. Actualmente, forman parte del Consejo Regulador de la Denominación de Origen “Montilla-Moriles” 60 empresas, de las cua-les 18 son cooperativas (30%), 30 socieda-des de responsabilidad limitada (50%) y 12 168 La creación de productos turísticos utilizando rutas enológicas PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 6(2). 2008 Número Especial. Turismo Gastronómico y Enoturismo ISSN 1695-7121 empresas individuales (20%). La Ruta del Vino Montilla-Moriles1 nace a principios de 2001, en el marco de los compromisos adquiridos por el Ayunta-miento de Montilla, como ciudad del vino, con ACEVIN. En abril de 2001 se constitu-ye la Asociación para la Promoción del Tu-rismo del Vino (AVINTUR), ente gestor que se ocupa de gestionar la Ruta del Vino Montilla-Moriles. Como anteriormente hemos señalado es imprescindible la crea-ción de un ente gestor para el desarrollo de una ruta enológica ya que la creación de estas alianzas estratégicas entre diferentes actores es uno de los elementos clave para el éxito de cualquier ruta enológica (Telfer, 2001). En este momento, forman parte de la ruta 39 entes públicos y privados, desta-cando especialmente bodegas y alojamien-tos rurales. La ruta discurre por el sur de la provincia de Córdoba y atraviesa nueve municipios (Aguilar de la Frontera, Córdo-ba, Fernán Núñez, La Rambla, Lucena Montilla, Montemayor, Moriles y Puente Genil). En la Figura 2 se recoge el croquis de los itinerarios de la Ruta del Vino elabo-rado por el Patronato Provincial de Turis-mo de Córdoba y la empresa Antar. Figura 2. Ruta del Vino “Montilla-Moriles” Fuente: Antar (2005) Como se refleja en la figura 2, la ruta está compuesta por tres itinerarios diferen-tes. El primero (en verde en la figura) reco-rre Montilla-Moriles y se centra en las dos localidades que dan nombre a dicha deno-minación, y donde se encuentran las bode-gas más importantes. El segundo (en azul en la figura) recorre las ciudades de Córdo-ba, Fernán-Núñez, Montemayor, La Ram-bla y Montilla, y trata de unir el importan-te legado cultural y patrimonial de la ciu-dad de Córdoba con recursos turísticos de carácter rural. El tercero (en rosa en la figura) recorre las ciudades de Aguilar de la Frontera, Moriles, Lucena y Puente Genil, y el objetivo de este tercer itinerario es con-seguir ofrecer a los turistas que vienen fundamentalmente de la Costa del Sol una alternativa diferente (y complementaria) frente al tradicional destino de sol y playa. La Ruta del Vino Montilla-Moriles está financiada, entre otros programas, por un Plan de Dinamización Turística, aprobado en julio de 2007 y dotado con un presupues-to de 3,15 millones de euros. Este progra-ma, que se está ejecutando en la actualidad y que durará hasta 2009, pretende un aprovechamiento de los recursos endógenos y una adecuación de la industria del vino a la actividad turística. Los objetivos de di-cho Plan son los siguientes: La definición de una imagen de identi-dad corporativa homogénea. El reforzamiento de la calidad del pro-ducto turístico. La organización de la oferta turística de la comarca. El impulso, la coordinación y la correcta estructuración del producto Ruta del Vi-no. El fortalecimiento del órgano de gestión turística, es decir, de AVINTUR. El hacer competitivo este producto turís-tico dentro del propio programa “Rutas del Vino de España”. Junto con la creación de esta ruta turís-tica en la zona, han ido surgiendo en los últimos años otros productos dirigidos al mismo tipo de turista. Entre ellos destaca-mos la importancia del turismo gastronó-mico, que unido al propio turismo del vino, se está consolidando como una de las apuestas más importantes de esta comarca. Así, podemos destacar las reuniones culina-rias en torno a productos como el queso (en Tomás J. López-Guzmán Guzmán y Sandra Mª Sánchez Cañizares 169 PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 6(2). 2008 Número Especial. Turismo Gastronómico y Enoturismo ISSN 1695-7121 la localidad cordobesa de Zuheros) o el jamón serrano (en la localidad de Villanue-va), citas gastronómicas que siempre están regadas con vinos de esta misma zona ge-ográfica, creando sinergias entre turismo, vino y gastronomía. Asimismo, también podemos destacar el festival del vino en la localidad de Aguilar de la Frontera (uno de las pueblos incluido en la ruta) donde cada año se dan cita miles de personas para ca-tar el primer vino de la cosecha. O la crea-ción de una ruta de lagares que permite visitar hasta cinco lagares de esta zona geográfica donde, además de la cata del vino, se ofrece productos gastronómicos típicos de la comarca. Conclusiones En los últimos años se está apreciando una evolución de la demanda turística des-de los tradicionales destinos de sol y playa hacia otros nuevos destinos. Asimismo, también se están creando, gracias a la co-operación entre las administraciones públi-cas y la iniciativa privada, nuevos produc-tos turísticos que intentan dar respuesta a estas nuevas demandas de los viajeros, destacando, entre ellos los relacionados con aspectos relacionados con las costumbres locales, su gastronomía y, por supuesto, sus vinos. El turismo del vino ha adquirido una gran fuerza en los últimos años, sobre todo en los países llamados, desde el punto de vista enológico, del Nuevo Mundo. Asimis-mo, desde mediados de los noventa del siglo pasado la literatura científica ha comenza-do a estudiar esta nueva clase de turismo, en la cual ha detectado un enorme poten-cial de crecimiento. Así, Mitchell y Hall (2006) han identificado siete campos dife-rentes en las investigaciones sobre enotu-rismo: producto turístico, desarrollo regio-nal, cuantificación de la demanda, segmen-tación del viajero, comportamiento del visi-tante, naturaleza de la visita a las bodegas y bioseguridad. En este trabajo nos hemos centrado en una línea de investigación dentro del campo del producto enoturístico, concretamente en las rutas turísticas. La ruta turística es un concepto bien definido y marcado por parte de la literatura científica y muestra como elemento fundamental el correcto diseño de la misma en base a un determinado aspecto como sería la existencia de huellas de dino-saurios o lugares donde vivió un poeta. Sobre la base de estos argumentos nace el concepto de ruta turística enológica que consiste en la definición de uno o varios itinerarios a través de la propia área ge-ográfica, perfectamente señalizada, y donde se indiquen las diferentes bodegas y demás lugares relacionados con el vino, suminis-trando además información sobre lugares históricos u otros de interés (Hall et al., 2000). Este tipo de producto turístico está te-niendo un gran desarrollo en diferentes países, sobre todo europeos, incluido Espa-ña. Así, desde el año 2000 se están creando y certificando rutas oficiales del vino, habiéndose dictado unos requisitos para la correcta vertebración de dichas rutas que pretende, entre otros objetivos, el desarrollo de determinados territorios de carácter rural. De hecho, en la actualidad ya existen 17 rutas, estando 11 certificadas y seis en proceso de certificación. Así, las rutas ofi-ciales del vino están empezando a vertebrar en España unos importantes flujos de turis-tas que están aceptando muy positivamente este nuevo producto a través de visitas, individuales o en grupos organizados, a las diferentes bodegas. Finalmente, en este trabajo hemos pre-sentado un análisis sobre una de estas ru-tas ya certificadas, la Ruta del Vino Monti-lla- Moriles en la provincia de Córdoba. Así, la creación y desarrollo de esta ruta está posibilitando la llegada de turistas a la zona atraídos por la calidad de sus caldos y por una oferta complementaria que, poco a poco, se está desarrollando en esta zona hasta ahora alejada de los flujos turísticos. Y podemos concluir considerando que la creación de rutas turísticas enológicas es un producto que puede tener una amplia aplicación en diferentes zonas geográficas debido, entre otras razones, a la calidad del vino producido en España y a la amplia cultura vinícola existente en nuestro país. Bibliografía Abreu, E. y Costa, L. P. 2000 Turismo e Vinho-Um brinde ao enotu-rismo. Lisboa: Publituris Alvear González, A.; Aparicio Castillo, S. y Landaluce Calvo, M. I. 2007 Una primera explotación del mercado 170 La creación de productos turísticos utilizando rutas enológicas PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 6(2). 2008 Número Especial. Turismo Gastronómico y Enoturismo ISSN 1695-7121 enoturístico real de la Ribera del Duero. Logroño: Actas del XVII Jornadas His-pano- Lusas de Gestión, 2052-2066. Antar 2005 Plan estratégico para el desarrollo de un plan de dinamización del producto turístico Ruta del Vino Montilla-Moriles. Madrid: Antar Consultores. Armesto López, X.A. y Gómez Martín, B. 2004 “Productos agroalimentarios de cali-dad, turismo y desarrollo local: el caso del Priorat”. Cuadernos Geográficos, 34: 83-94. Berveland, M. 1988 “Wine tourism in New Zealand – Maybe the industry has got it right”. In-ternational Journal of Wine Marketing, 10(2): 24-33. 2000 “Wine tourism: a tale of two Confer-ences”. International Journal of Wine Marketing, 12(2): 63-74. Briedehhann, J. y Wickens, E. 2003 “Tourism Routes as a Tool for the Economic Development of rural Areas- Vibrant hope or impossible Dream?” Tourism Management, 57: 1-9. Brunori, G. y Rossi, A. 2000 “Synergy and coherence through col-lective action: some insights from wine routes in Tuscany”, Sociologia Rurales, 40(4): 409-423. Bruwer, J. 2003 “South Africa wine routes: some per-spectives on the wine tourism industry´s structural dimensions and wine tourism product”, Tourism Management, 24: 423-435. Carlsen, J. 2004 “A review of global wine tourism re-search”. Journal of Wine Research, 15(1): 5-13. Charters, S. y Ali-Knight, J. 2002 “Who is the wine tourist?. Tourism Management, 23: 311-319. Clemente Ricolfe, J. S.; García Martínez, G.; Peris Molló, E.; Miguel, L. y Roig Merino, B. 2005 “El cooperativismo agrario de interior y sus competitividad”. En Salinas, F; Herranz de la Casa, J. M. y Albarrán Fernández, C., Aportaciones de la eco-nomía social al desarrollo rural en Ibe-roamérica y España. Ávila: Editorial Servicio de Publicaciones de la Univer-sidad Católica de Ávila. Correia, L.; Passos Ascençao, M. J. y Char-ters, S. 2004 “Wine routes in Portugal: a case study of the Bairrada Wine Route”. Journal of Wine Research, 15(1): 15-25. Egan, D. y Bell, A. 2002 “Chilean wines: a successful image”. International Journal of Wine Market-ing, 14(2): 33-42. Elías Pastor, L. V. 2006 El turismo del vino, otra experiencia de ocio. Bilbao: Editorial Deusto. Favero, I. R. y Antunes, J. R. 2007 “Enoturismo en la región uva y vino- Brasil”, Estudios y Perspectivas en Tu-rismo, 16(2):133- 149. Fernández, G. y Guzmán Ramos, A. 2003 “El patrimonio industrial como recur-so para organizar rutas turísticas”. Buenos Aires: Actas del III Encuentro de Turismo Cultural Naya. Fernández Méndez, M. y Puig Martínez, A. 2002 “El papel del cooperativismo en el turismo rural de la Comunidad Valen-ciana”, CIRIEC-España, 41: 183-212. Getz, D. 2000 Explore Wine tourism, management, development and destinations. Nueva York: Cognizant Communication Corpo-ration. Getz, D. y Brown, G. 2006a “Critical success factors for wine tourism regions: a demand analysis”, Tourism Management, 27: 146-158. 2006b “Benchmaring wine tourism devel-opment”. International Journal of Wine Marketing, 18(2): 78-97. Gilbert, D. C. 1992 “Touristic development of a viticul-tural regions of Spain”. International Journal of Wine Marketing, 4(2): 25-32. Halewood, C. y Hannan, K. 2001 “Viking Heritage Tourism. Authentic-ity and Commodification”. Annals of Tourism Research, 28(3): 565-580. Hall, C. M. 1996 “Wine tourism in New Zealand”. En Higham, J. (ed.), Proceedings of tourism down under II: A research conference (pp. 109-119). Donedin: Universidad de Otago. Hall, C. M.; Sharples, L.; Cambourne, B. y Macionis, N. (eds.) 2000 Wine tourisme around the world: de-velopment, management and markets. Tomás J. López-Guzmán Guzmán y Sandra Mª Sánchez Cañizares 171 PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 6(2). 2008 Número Especial. Turismo Gastronómico y Enoturismo ISSN 1695-7121 Oxford: Editorial Elsevier. Hall, C. M. y Mitchell, R. 2000 “Wine tourism in the Mediterranean: a tool for restructuring and develop-ment”. Thunderbird International Busi-ness Review, 42(4): 445-465. Hashimoto, A. y Telfer, D. 2003 “Positioning an emerging wine route in the Niagara Region: understanding the wine tourism market and its impli-cations for marketing”. Journal of Travel and Tourism Marketing, 14(3/4): 61-76. Herbert, D. 2001 “Literary Places, Tourism and the Heritage Experience”. Annals of Tour-ism Research, 28(2): 312-333. Inglis, D. y Holmes, M. 2003 “Highland and Other Haunts. Ghosts in Scottish Tourism”. Annals of Tourism Research, 30(1): 50-63. Jaffe, E. y Pasternak, H. 2004 “Developing wine trails as a tourist atraction in Israel”. International Jour-nal of Tourism Research, 6: 237-249. Jolley, A. 2002 The wine industry, wine tourism and tourism in general. Melbourne: Centre for Strategic Economic Studies of Victo-ria University. Kivela, J. y Crotts, J. C. 2006 “Tourism and gastronomy: Gastron-omy ´s influence on how tourists experi-ence a destination”, Journal of Hospital-ity and Tourism Research, 30(3): 354- 377. López-Guzmán Guzmán, T. J.; Lara de Vicente, F. y Merinero Rodríguez, R. 2006 “las rutas turísticas como motor de desarrollo económico local. La ruta del Tempranillo”, Estudios Turísticos, 167: 131-145. Mitchell, R. y Hall, C. M. 2006 “Wine tourism research: the state of play”, Tourism Review International, 9(4): 307-332. O´Neill, M y Charters, S. 2000 “Service quality at the cellar door: implications from Western Australia´s developing wine tourism industry”. Managing Service Quality, 10: 112-122. Ravenscroft, N. y Van Westering, J. 2001 “Wine tourism, culture and the every-day: A theoretical note”. Tourism and Hospitality Research, 3(2): 149-162. Secretaría de Estado de Turismo 2000 Propuesta para la asistencia técnica para el desarrollo del estudio de defini-ción del producto “Rutas del Vino de Es-paña. Madrid: Servicio de Publicaciones del Ministerio de Industria, Comercio y Turismo. Szivas, E. 1999 “The development of wine tourism in Hungary”. International Journal of Wine Marketing, 11(2): 7-17. Telfer, D. J. 2001 “Strategic alliances along the Niagara wine route”, Tourism Management, 22: 21-30. Zamora, J. y Barril, M. E. 2007 “Un estudio formativo para la evolu-ción de las rutas del vino en Chile”, Es-tudios y Perspectivas en Turismo, 16(2): 173-194. NOTA 1 Se puede encontrar más información sobre esta Ruta del Vino en www.rutadelvinomontillamoriles.com Recibido: 10 de febrero de 2008 Reenviado: 17 de marzo de 2008 Aceptado: 1 de abril de 2008 Sometido a evaluación por pares anónimos |
|
|
|
1 |
|
A |
|
B |
|
C |
|
E |
|
F |
|
M |
|
N |
|
P |
|
R |
|
T |
|
V |
|
X |
|
|
|